Eje Tematico
Recepción: 15 Septiembre 2016
Aprobación: 24 Enero 2017
DOI: https://doi.org/10.32870/dse.v0i14.208
Resumen: Este ensayo crítico recupera los aportes teóricos de Alberto Guerreiro Ramos, quien en 1959 escribió el libro La reducción sociológica. Su valioso aporte se enmarca en el pensamiento latinoamericano en ciencia y universidad que se intenta reconstruir. Sus enunciados se entrelazan con los temas de investigación actuales en torno a la movilización del conocimiento. Las agendas de investigación, la valoración de la actividad académica y la utilidad del conocimiento son analizadas a la luz de las contribuciones originales del brasileño Guerreiro Ramos, a partir de sus análisis y propuestas sobre las particularidades del trabajo sociológico en América Latina en tanto región periférica.
Palabras clave: implicación, compromiso, contexto, ciencia, periferia.
Abstract: This critical essay recovers the theoretical contributions of Alberto Guerreiro Ramos, author of The sociological reduction (1959), a valuable contribution to Latin American thinking on science and the university, which we attempt to reconstruct. His statements are intertwined with current research issues on the mobilization of knowledge. Research agendas, assessment of academic activity and the usefulness of knowledge are analyzed in the light of Guerreiro Ramos’s original contributions, as well as his analysis and proposals on the specifics of sociological work in Latin America as a peripheral region.
Keywords: implication, commitment, context, science, periphery.
Introducción
En un proceso de recuperación del pensamiento latinoamericano en ciencia y universidad se destacan aquí los postulados enunciados por Alberto Guerreiro Ramos en su libro La reducción sociológica, publicado en México en 1959.
Las afirmaciones del brasileño Guerreiro Ramos, entonces rescatadas por el colombiano Orlando Fals Borda en su texto “La crisis, el compromiso y la ciencia”, compilado en el libro Ciencia, compromiso y cambio social (Montevideo, 2014), poseen una valiosa contribución acerca de las características particulares que asume la ciencia en los países periféricos y las relaciones entre la tarea del científico y su contexto. La propuesta en este ensayo crítico es rescatar sus formulaciones por la actualidad de las mismas para pensar agendas de investigación, evaluación de las actividades científicas y utilidad de la producción de conocimiento en tanto componentes de la movilización del conocimiento (Naidorf, 2014).
La elección del texto “La ley del compromiso del investigador” se funda en la relevancia actual del tema por entonces propuesto por Guerreiro Ramos, considerado uno de los fundadores de la sociología crítica en Brasil (Lynch, 2015). Guerreiro Ramos fue un profesor universitario exiliado durante la dictadura de los años sesenta en Brasil, la misma que expulsó a Paulo Freire y a muchos otros pensadores tardíamente recuperados por la academia por sus contribuciones originales. Tal como ha ocurrido con otros pensadores fundamentales del pensamiento latinoamericano, sus escritos fueron poco reconocidos y recuperados por voluntad de ciertos académicos o por intereses políticos de los nuevos dirigentes; tal es el caso de la contribución de Simón Bolívar (Rojas, 1955; Puig, 1980) y su maestro Simón Rodríguez, en la muy reciente recuperación del libro Inventamos o erramos, de 1840, que desborda de respuestas a los dilemas educativos latinoamericanos actuales; la recuperación de Mariátegui muchos años después de su muerte, la actual recuperación en el marco del Pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología de Oscar Varsavsky (Mantegari, 1994; Naidorf, 2001) o Amilcar Herrera (Dagnino, 2015), la recuperación de las contribuciones de los pedagogos Jesualdo e Iglesias (Guelman, Juarros, Tarrio, Capelacci, 2011, entre otros).
Alberto Guerreiro Ramos fue, como decía anteriormente, nombrado por el colombiano Fals Borda, cuya contribución a la investigación en ciencias sociales desde una perspectiva latinoamericana aún no ha logrado el lugar que merece en nuestros cursos de metodología de la investigación de doctorados y maestrías.
Con grata sorpresa se ha creado en 2015 el Instituto Guerreiro Ramos con la presencia de reconocidos intelectuales como Theotonio Dos Santos, referente de la teoría de la dependencia (centro-periferia), quien señalaba haber sido su discípulo.
¿Ciencia universal versus ciencia latinoamericana?
Guerreiro Ramos afirmó que existen especialistas que en tanto “profesan un universalismo no calificado, pretenden depurar su práctica científica del influjo de un compromiso con la realidad social. Consideran que ese influjo vicia la actividad científica” (Guerreiro Ramos, 1959: 144).
Respecto de la supuesta tensión entre un punto de vista universal y uno acotado, Guerreiro Ramos plantea que “lo regional y lo nacional, en tal compromiso, no son términos finales; son términos inmediatos de concretización de lo universal” (Guerreiro Ramos, 1959: 145). Y afirma: “El compromiso del que se habla aquí, en la medida que sea sistemático, situará al científico en el punto de vista universal de la comunidad humana” (Guerreiro Ramos, 1959: 145). Esta actitud implica el reconocer que el científico está condicionado siempre por un a priori de carácter universal tenga o no conciencia de ello. Al respecto afirma de manera contundente: “residuo de ingenuidad se encuentra en la actitud del científico que cree en una ciencia inmune a los condicionamientos. Al reflexionar sobre los supuestos de la actividad científica, puede verse que ésta se encuentra implicada en una tela de relaciones complejas que constituyen el mundo tal y como se le presenta al científico que en él vive” (Guerreiro Ramos, 1959: 146). Asimismo, destaca el autor que este reconocimiento implica la aceptación de estar implicado en el contexto.
De allí que enuncia lo que denomina la “Ley del compromiso del investigador”, a través de la cual el científico se compromete conscientemente con su contexto, lo que suponemos recae en la selección de temas de investigación y las prioridades, así como el peso de la relevancia social de la misma (agenda), el criterio de valoración del trabajo científico más allá del disciplinar (evaluación) y la consideración sobre el uso o usabilidad potencial del conocimiento producido (utilidad).
Respecto de la vinculación entre dichos postulados y la propuesta definición de la movilización del conocimiento en sus tres dimensiones (agendas, evaluación y utilidad), el aporte de Guerreiro Ramos contribuye, a través de la noción de compromiso, a “implicar” la tarea del científico a partir de su propósito de transformación y no sólo de interpretación de su realidad histórico-social a partir también de la no asimilación mecánica del patrimonio científico extranjero y su uso subsidiario.
El compromiso con el contexto
Plantea Guerreiro Ramos que “es muy claro que sólo en casos aberrantes puede registrarse la existencia de especialistas en ciencias sociales que no deseen contribuir a la promoción histórica de su colectividad”; sin embargo, más allá de los enunciados, estos mismos especialistas pasan por alto la actitud de reflexionar sobre lo que se denomina “la ciencia en acto”, a fin de evitar la servidumbre intelectual (Myrdal, 1957) trascendiendo la condición de copista y de repetidor para ascender al plano teórico eminente.
Dado que no existe la posibilidad de la a-historicidad y el situarse en el mundo libre de condicionamientos, la ciencia no es inmune a ellos. Al respecto Guerreiro Ramos afirma que al estar constituidos en y por el mundo no lo podemos contemplar “desde afuera”, dado que la visión del mundo es configuradora de los actos porque tiene organicidad. Pero como aquello no es una operación meramente intelectual y porque no puede explicarse como una doctrina o un sistema de ideas, no puede neutralizarse su efecto sobre la actividad científica. Es –afirma el autor– por estar integrados dentro de grupos sociales que incluso no elegimos, que podemos construir una sociología. Es al comprender los interrogantes de otros pensadores como si fuesen contemporáneos que podemos enmarcarlos en la propia realidad. La noción de implicación, abordada por Heidegger y antes por Marx, se vincula con la interpretación y el supuesto de que “todo teorizar es una extensión del quehacer”. Es por ello que Gerreiro Ramos afirma que teorizar no es gratuito y considera:
No es pues legítimo extremar la distinción entre teoría y práctica. Ambas tienen su raíz común en lo que Heidegger llama “cuidado” (Sorge). Es muy cierto que, bajo pena de constituir flatus vocis, el impulso para teorizar jamás es gratuito, pues se origina en la ocupación. Suponer que el hombre teoriza primero y actúa después es incurrir en un error. El hombre no se agota en el pensar; es también sentir y querer. El pensar es apenas un aspecto particular de la vida, que consiste en convertir en objeto determinado contenido del actuar humano. La nueva teoría, resultante del esfuerzo de pensar, era, en el actuar humano, una virtualidad. Es precisamente la reflexión la que vuelve explícita y expresa, de modo elaborado, la virtualidad implícita en el actuar humano. La pregunta famosa “¿quién educa al educador?” sólo tiene una respuesta: la sociedad, y no otro educador. Así se deshace la polaridad entre teoría y práctica ¿por qué la sociedad? Porque es un fenómeno total. Es presupuesto esencial de la categoría de totalidad, es la idea de implicación. El verdadero educador sabe que sólo conseguirá realizar la pedagogía que le posibiliten las condiciones sociales determinadas en las que vive. Tiene la conciencia de la implicación del hombre en el mundo (Guerreiro Ramos, 1959: 151).
Karl Jasper, a través de la categoría de asunción resalta el lugar del teorizante. Ese lugar hace referencia a la posición comprometida con el propósito de transformar la realidad junto con la interpretación de la misma. En este sentido para el teórico europeo o norteamericano cierta porción de la realidad está fuera de su alcance salvo en casos particulares donde ciertos teóricos logran trascender su contexto histórico particular. Esta cuestión debe agudizarse –según Guerreiro Ramos– a la hora de asimilar no mecánicamente el patrimonio científico extranjero. Es a partir de estos postulados que afirma lo que denomina la “Ley del carácter subsidiario de la producción científica extranjera”. Es decir, ésta puede ser útil como materia prima de elaboración teórica, condicionada por factores particulares de la sociedad en que vive –afirma–.
La movilización del conocimiento como eje problematizador de agendas de investigación, evaluación del desempeño del/a académico/a y la utilidad de la misma
Hemos hecho referencia hasta aquí a tres componentes de la movilización del conocimiento:
El cuarto elemento de discusión que atañe a la definición de las agendas de investigación es el financiamiento. A través de instrumentos selectivos de promoción de determinados temas de investigación, cualquiera de los actores antes nombrados (universidades de manera autónoma y autárquica, los Estados, los organismos regionales, los internacionales o las empresas) podrían estimular al investigador a elegir unos determinados temas de investigación por motivos que considere válidos.
Las evaluaciones a las que son sometidos quienes desempeñan tareas académicas: a través de las evaluaciones se emiten señales acerca de la valoración y ponderación de un tipo de actividades en detrimento de otras. Por ejemplo, cuando se valora la publicación de artículos en revistas especializadas con puntajes mucho mayores que los aportes de extensión o divulgación científica se promueve un modelo academicista. En cambio, cuando se pondera una contribución tecnológica, la aplicación de una expertise en diálogo con actores extrauniversitarios o se dedica tiempo a la elaboración de planes o la solución de problemas concretos a partir de su especialidad (vivienda, problemas hídricos, salud, educación, etc.) se pondera un modelo de investigador/a orientado a lo social.
La utilidad como aspecto válido y transversal a la ciencia, no reducido al utilitarismo ni a la pura ciencia aplicada, es un aspecto que la movilización del conocimiento analiza particularmente. Esta visión de la utilidad es atravesada por los contextos a los que hemos hecho referencia, a su influencia en tanto condicionante tanto de los dos ítems anteriores (agendas y evaluación) y particularmente atenta a la usabilidad o posible uso o movilización del conocimiento establecido.
Dicho esto, propongo definir entonces la movilización del conocimiento a la que hago alusión. Mientras el uso de la evidencia, la acción responsable del investigador/a por la procuración de que su resultado sea utilizado y puesto en práctica como insumo para la toma de decisiones (de política pública, de reorientación de acciones en función de los resultados, de la colaboración en la mejor comprensión de un fenómeno, etc.,), ha sido lo que ha caracterizado su definición desde su aparición en las políticas de orientación de las acciones de investigación en los primeros años del presente milenio, la actual consideración de la movilización del conocimiento sobre la que vengo trabajando en los últimos años1 se orienta no sólo a problematizar el tiempo posterior al arribo de conclusiones, sino también a la importancia de considerar desde el inicio (agendas), la valoración (evaluación) y su uso (utilidad) como aspectos a tener en cuenta.
Entonces, la propuesta aquí es recuperar el pensamiento de Alberto Guerreiro Ramos en cada una de las dimensiones de la variable movilización del conocimiento, a fin de recuperar su actualidad y rescatar desempolvando aportes olvidados pero valiosos.
Para ello propongo enunciar cada una de ellas y referirlas a partir del pensamiento del brasileño con intenciones de pensar los actuales desafíos al respecto.
1) Las agendas de investigación propias y las extranjeras
Según Guerreiro Ramos la práctica colectiva del trabajo intelectual implica que las tareas del investigador no son arbitrariamente seleccionadas por él mismo a partir de su gusto individual, sino que son determinadas por la comunidad. En cambio, en los países coloniales los temas de investigación obedecen a variaciones de las corrientes extranjeras, lo que denomina como la sociología de la moda. En ese esquema el investigador es consumidor y coleccionador de ideas en lugar de productor.
Los problemas del mundo particular en el que vive deben convertirse en sus propios problemas de investigación, de ahí que Guerreiro Ramos refiere a la funcionalidad de las ciencias sociales en tanto referidas a su comunidad. Al respecto afirma:
Lo que diferencia en cuanto nacionales a las sociologías es el carácter necesariamente particular de que se revisten los puntos de vista de los sociólogos en cuanto sean significativa y funcionalmente adecuados a los problemas de la nación en que viven (p. 177).
Resulta de gran interés la diferenciación que establece Guerreiro Ramos entre la funcionalidad de las ciencias sociales en tanto se basa en preguntas concretas respecto de las ociosas orientadas a asuntos más o menos gratuitos y la ciencia aplicada. Al respecto afirma de manera contundente que “la exigencia de funcionalidad no excluye las tareas teóricas. Por el contrario, la teoría sociológica en cualquier dominio, sólo se desarrolla efectivamente cuando se funda en la práctica. Y justamente lo que el sociólogo mentalmente descolonizado adquiere es una práctica social en la que fundamenta su elaboración teórica” (Guerreiro Ramos, 1959: 178).
También afirma que no sólo en la elección del tema nacional se resuelve la cuestión. Todo depende de la postura del estudioso, de la forma en que ve o examina esos temas. Al respecto ejemplifica estos postulados a partir de la asunción de una sociología consular que promueva una actitud estática e inmovilista ante el contexto. Esto, afirma, puede llevar a un investigador brasileño a condenar la industrialización a partir de una preconización de la fidelidad del país a una “vocación agrícola” si asume acríticamente la postura de su colega anglosajón especializado en antropología cultural.
En este sentido afirma que en la postura de hacer funcional su producción se fundamenta una sociología nacional empática, mucho más que en la naturaleza de los temas.
2) La valoración del trabajo intelectual a partir de su evaluación
En un país periférico –afirma Guerreiro Ramos– el desarrollo del trabajo sociológico no debe evaluarse por su producción de carácter reflejo, sino por la proporción en que se fundamenta en la conciencia de los factores infraestructurales que influyen sobre él.
En este sentido la conciencia crítica implica la depuración y la purga de la ingenuidad. Los patrones de rigor y de exigencia de la sociología implican también el no confundir la dinámica particular de una sociedad que un estudio extranjero puede describir, con la dinámica social general. En este sentido considera que el exceso de especialización conduce a las groseras simplificaciones de los fenómenos sociales.
La adopción de criterios supuestamente internacionales, pero realmente promovidos por el centro acerca de la valoración del trabajo intelectual a través de su evaluación es puesta en discusión en una contribución de las ciencias sociales orientada al contexto.
3) La utilidad de la investigación en ciencias sociales
Según Guerreiro Ramos, la utilidad de la sociología extranjera es subsidiaria ya que sus aspectos se explican por la realidad social de su país de origen. Por ejemplo, para el caso de la sociología estadounidense, la conservación social de las partes hiperespecializadas de una sociedad sin pasado feudal ni aristocracias explican por qué allí prima una sociología orientada al consenso. El idilio por esta sociología en Brasil es cuestionado por Guerreiro Ramos, afirmando que no deberían dar resultado por su disímil orientación más que subsidiaria. Su uso resulta más como efecto de prestigio y como parte de la conciencia ingenua que por la utilidad para comprender y resolver sus problemas sociales. Al igual que los consumos culturales de las capas letradas, buscan copiar los patrones de consumo de los países centrales.
Sin embargo, en el caso de los países periféricos la capacidad de utilizar sociológicamente el conocimiento sociológico es lo que caracteriza –según su parecer– al especialista verdadero. El científico social que se encuentre desprovisto de esta capacidad ilustra un caso de dandismo en el dominio de su saber. Incluso el supuesto atraso deja de serlo en tanto se libera al conocimiento del efecto de prestigio y se orienta en el sentido de la inducción de sus reglas a partir del contexto histórico-social en que se integra. Y al respecto afirmaba ya en 1959:
Ese tipo de sociología exige del sociólogo un esfuerzo mucho mayor que el que consiste en una mera adquisición de ideas y de informaciones especializadas: exige la iniciación de una destreza intelectual, en una instancia intelectual que puede definirse con la palabra habitus tal como la utilizaban los escolásticos (Guerreiro Ramos, 1959: 170).
En este sentido afirma que a cada ciencia le corresponde un habitus específico. El físico – señala– es menos una persona que haya leído muchos libros de física que alguien apto para reaccionar ante los hechos de acuerdo con determinadas reglas y referencias conceptuales. Cosa semejante –considera– puede decirse de cualquier otro científico. Debe decirse asimismo que el mero alfabetizado en sociología, por más exhaustiva que sea su información, no es sociólogo. De allí que establece que “la mera repetición analógica de prácticas y estudios es contraria a la esencia de la actitud científica, porque pierde de vista la particularidad constitutiva de toda situación histórica” (Guerreiro Ramos, 1959: 171).
Así, la utilidad de las ciencias sociales en una nación se caracteriza por las cogitaciones de sus investigadores en tanto seres en situación e históricamente encarnados. Si en cambio prima en ellos la conciencia colonial en la que están insertos, pero no están dadas las condiciones para su superación, su funcionalidad no estaría orientada a su toma de conciencia y transformación.
La creación en el plano de los conceptos, afirma Guerreiro Ramos, contribuye al desarrollo en la articulación de su pensamiento con la práctica social.
Conclusiones
La recuperación del pensamiento latinoamericano en ciencia y universidad no tiene otra razón de ser que la de reconocer en ellos reflexiones o respuestas a interrogantes actuales.
El desconocimiento de ciertos autores que tanto han contribuido a procurar configurar un tipo de trabajo comprometido con el contexto y no como mero reflejo de un estilo de ciencia social, que se venía promoviendo desde los países centrales y que finalmente se convirtió en hegemónico, nos conduce a creer que partimos desde cero cuando buscamos encontrar respuestas a nuestros dilemas actuales.
No fueron las premisas triunfantes, de allí su olvido y su falta de difusión, pero basta levantar el velo para aprender de tan importante, rica y refinada contribución, en este caso la del brasileño Alberto Guerreiro Ramos, para verse motivados a continuar con la indagación.
Experiencias pretéritas de autores por entonces poco referenciados pero que algunos de nosotros nombramos, como lo era Oscar Varsavsky a fines de los años noventa, y hoy tan mencionados, nos llevan a pensar que vale la pena contribuir con el reconocimiento del aporte de estos intelectuales latinoamericanos cuyo compromiso con su contexto nos interpela a cuestionar los modelos reflejo y a repensar las formas vigentes y naturalizadas de pensar el para qué y el para quién de la ciencia latinoamericana en la que nos encontramos implicados.
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Notas