Resumen: Este artículo describe las experiencias académicas y laborales de los estudiantes y de los egresados del programa regionalizado de Antropología en las Seccionales Urabá y Bajo Cauca de la Universidad de Antioquia. Se realizaron entrevistas y grupos focales con los estudiantes, donde se exploraron dos momentos de su vida correspondientes al antes y al después de ingresar a la carrera y la motivación para matricularse en el programa; y se aplicó un cuestionario a los egresados. En el segundo momento, se indagó por la experiencia como estudiantes en el programa, y con los egresados se averiguó por el proceso formativo, el ejercicio profesional y los aportes que pueden hacer como antropólogos a la región.
Palabras clave: regionalizaciónregionalización,antropologíaantropología,formación universitariaformación universitaria,experiencia académicaexperiencia académica.
Abstract: This article describes the academic and work experiences of students and graduates from the Bachelor of Science in Anthropology offered at the Urabá and Bajo Cauca regional branches of Universidad de Antioquia. Students completed interviews and focus groups while a questionnaire was applied to the graduates. In the case of the students, two moments of their lives were analyzed: before and after their admission to this undergraduate program; their motivation to enroll in the first place. In the second moment, they were inquired for their experience as students of this program, and graduates were asked for the training process, the professional practice, and their possible contribution to the region as anthropologists.
Keywords: Regionalization, anthropology, university education, academic experience.
Resumo: Este artigo descreve as experiências acadêmicas e laborais dos estudantes e dos formados do programa regionalizado de Antropologia nas secionais de Urabá e Bajo Cauca da Universidade de Antioquia. Realizaram-se entrevistas e grupos focalizados com os estudantes e empregaram-se questionários aos formados. Com os estudantes se exploraram dois momentos de sua vida correspondentes ao antes e ao depois de começar sua carreira e a motivação para se registrarem no programa. No segundo momento, se investigou pelo processo formativo, o exercício profissional e os aportes que podem fazer como antropólogos à região.
Palavras-chave: regionalização, antropologia, formação universitária, experiência académica.
Résumé: Cet article décrit les expériences académiques et de travail des étudiants et diplômés du programme régionalisé d’anthropologie de l’Université d’Antioquia avec siège à Urabá et Bajo Cauca. Des entretiens et des groupes de discussion avec les étudiants ont été menés et un questionnaire a été appliqué aux diplômés. Avec les élèves on a exploré deux moments de sa vie correspondant à avant et après l’entrée dans les études et la motivation à s’inscrire dans le programme. Après, il a été examiné l’expérience qu’ils ont eu en tant qu’étudiants du programme. Avec les diplômés, il a été analysé le processus de formation, la pratique professionnelle et les contributions qu’ils peuvent apporter à la région en tant qu’anthropologues.
Mots-clés: régionalisation, anthropologie, éducation universitaire, expérience universitaire.
Misceláneo
El programa regionalizado de Antropología de la Universidad de Antioquia: una experiencia académica de encuentro con el otro12
The regionalized program of Anthropology at the University of Antioquia: An academic experience of encounter with the other
O programa regionalizado de Antropologia da Universidade de Antioquia: uma expeiencia acadêmica de encontro com o outro
Le programme régionalisé d’Anthropologie de l’Université d’Antioquia : une expérience académique de rencontre avec l’autre
Recepción: 19 Junio 2016
Aprobación: 08 Noviembre 2016
Uno de los ejes misionales de la Universidad de Antioquia tiene como propósito una oferta regionalizada para generar oportunidades a los sectores vulnerables de las regiones y procurar abrir programas académicos que sean asequibles a las personas con pocos recursos económicos, debido a que desplazarse a Medellín sería costoso y, en algunos casos, imposible. Para contribuir con este objetivo, algunas facultades tienen programas académicos regionalizados.
El Departamento de Antropología cuenta con programas Regionalizados en las Seccionales de Urabá (la primera cohorte inició el primer semestre de 2009 con 29 estudiantes matriculados, y la segunda, en el segundo semestre de 2011 con 28) y de Bajo Cauca (la primera cohorte inició el primer semestre de 2014 con 16 matriculados, y la segunda, en el primer semestre de 2015 con 17). En ambas la modalidad es presencial, en semana, de lunes a viernes. En la actualidad existen 20 egresados de la Seccional de Urabá (la primera graduación fue en marzo de 2013). Los contextos regionales en los que actualmente se imparte el programa regionalizado de antropología son diferentes, pero tienen en común que son lugares en los que se articulan varios municipios, convirtiéndose en el punto de concentración de población que quiere acceder a la educación superior.
Las razones que se consideraron para abrir cohortes en ambos municipios se pueden resumir en aspectos ambientales, salubres, sociales y económicos. A nivel ambiental, y particularmente en Caucasia, la minería ha llevado al deterioro de algunas cuencas hídricas y de los terrenos de cultivo. Igualmente, la ganadería ha implicado, en cierta medida, el detrimento de las tierras para el uso posterior en otras actividades diferentes, lo que también ocurre en el municipio de Turbo sumado al monocultivo de banano y plátano. Lo anterior tiene como consecuencia un deterioro generalizado en la salud de la población. La comunidad, al no poder acceder a agua potable para el consumo y las actividades diarias, debe recurrir a formas artesanales para “purificarla”, lo que no garantiza que sea apta para el consumo. De otro lado, las enfermedades de la piel y la EDA (Enfermedad Diarreica Aguda) son comunes en la población infantil particularmente.
A nivel social, ambas regiones han sufrido los embates de la guerra. En ambos municipios, los desplazamientos y despojo de la tierra por parte de terratenientes y grupos al margen de la ley ha sido la constante, lo que ha ocasionado migración de familias completas a otros lugares del departamento y de Colombia.
A nivel económico, ambas regiones tienen en común su dedicación a la ganadería; sin embargo, esta actividad está en manos de terratenientes y los campesinos son los agregados de las fincas, lo que implica que los habitantes de estos municipios incursionen en otro renglón de la economía como es el de los servicios, ya sea temporales en restaurantes, supermercados, discotecas, hoteles etc., o en grandes superficies que empiezan a instalar sus almacenes en estas regiones.
Por lo anterior, y analizando las posibilidades de desempeño de los egresados de antropología, se tomó la decisión de iniciar el programa regionalizado en estos dos municipios. Se partió del supuesto de que los egresados podrían desempeñarse profesionalmente en diferentes instituciones o vincularse a proyectos que se desarrollen en la región, algo que hasta la fecha se ha podido cumplir puesto que la mayoría de los antropólogos graduados han trabajado en la región de Urabá o lo están haciendo en estos momentos.
El municipio de Turbo está ubicado al noroccidente del departamento de Antioquia en la subregión de Urabá, que incluye los municipios de Arboletes, San Juan de Urabá, Necoclí, San Pedro de Urabá, Apartadó, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Murindó y Vigía del Fuerte, siendo el municipio más grande del departamento con una extensión de 3.055 Km2 de los cuales 11,9 Km2 corresponden a la extensión del área urbana y los 3.043,1 Km2 restantes, a la extensión rural. Tiene una altura de dos metros sobre el nivel del mar, y por ello es bastante susceptible a las inundaciones; la temperatura promedio es de 28° C y dista 373 Km de Medellín. Tiene 230 veredas y 18 corregimientos. Según la proyección poblacional del DANE para 2016, el municipio tendría un total de 165.525 habitantes, y en la que se presenta una confluencia de diversos grupos indígenas Embera-Katíos y Kunas (1,3%); negros, afroturbeños, afrocaribeños y afrochocoanos (81,3%) y cachacos o paisas del interior del país (17.4%).
La historia del municipio se remonta al siglo xvi. En 1504, Juan de la Cosa fue nombrado el alguacil del Golfo de Urabá, y en esta época se dieron saqueos, masacres e incendios en los poblados indígenas de la región. En 1510, Juan de la Cosa y Vasco Núñez de Balboa fundaron a Santa María de la Antigua del Darién en el Urabá chocoano, la cual fue abandonada e incendiada en 1524 como resultado de la imposibilidad de España de controlar a los piratas e indígenas. En 1540 se prohibió la navegación por el Golfo de Urabá y por los ríos León y Atrato. En 1789 se abrió el tráfico comercial del Atrato, suspendido desde 1540.
La bahía de Turbo, en el extremo sureste del golfo, lleva el nombre Pisisí y tenía fama no solamente por la abundancia de pesca en sus aguas y de caza en los montes que cubrían la costa, sino también por ser guarida de temibles piratas. En 1839 existía ya en el lugar que hoy ocupa Turbo un caserío fundado por el señor Baltasar de Casanova […] Por mucho tiempo, la aldea de Turbo fue una especie de cayena regional dónde eran confinados los individuos de mala conducta. (Cervecería Unión, 1941)
El 28 de agosto de 1840 el presidente José Ignacio de Márquez dispuso la fundación de Turbo. En 1848 pasó a jurisdicción del departamento de Antioquia, en 1850 Turbo fue anexado al Chocó y en 1856 se le trasladó al estado del Cauca. Los primeros pobladores, que llegaron del Chocó, Panamá y Cartagena, se asentaron en pequeñas parcelas a lo largo del Caño Chucunate. La comunicación con Cartagena se hacía por vía fluvial, así como con Panamá y Colón, y a través del río Atrato se realizaban intercambios comerciales con Quibdó. Los viajes a Medellín, según la época del año, se hacían a pie o en mula, y duraban de quince días a un mes. Actualmente, por la vía al mar y en vehículo o bus, el trayecto puede durar entre 9 y 12 horas, dependiendo del estado de la vía.
En 1926 se inició la construcción de la carretera al mar que fue terminada en 1954. Hoy en día, Turbo es un puerto internacional sin muelle (proyecto que desde 1997 está a la espera de ser ejecutado) que surte de banano a todos los países del mundo; es un puerto fluvial de la cuenca del río Atrato que se comunica con Quibdó y puertos intermedios, y sostiene un comercio regular con Cartagena, las costas del Urabá chocoano y las colombo-panameñas. Recientemente el municipio se ha convertido en lugar de paso de inmigrantes cubanos, haitianos y africanos principalmente, quienes llegan con el propósito de cruzar hasta Panamá y seguir el camino hasta llegar a Estados Unidos.
El municipio de Caucasia está ubicado en la subregión del Bajo Cauca, que incluye los municipios de Cáceres, Tarazá, El Bagre, Nechí, Zaragoza y Valdivia. Está ubicado a 50 metros sobre el nivel del mar. Posee 28 corregimientos y 268 veredas. Su clima es cálido medio con una temperatura promedio de 28oC. Tiene una extensión de 1.411 Km² y con una Población de 114.902 habitantes aproximadamente (según la proyección del DANE para 2016).
Durante la época colonial, esta subregión tuvo como centros a Cáceres (fundado en 1576) y a Zaragoza (fundado en 1581). A finales del siglo xvi, atraídos por el oro y en su interés de reducir la población de indígenas Nutabe, los españoles introdujeron personas esclavas para que desarrollarán el trabajo en las minas a lo largo de los ríos.
Caucasia fue fundada en 1918 por descendientes de esclavos en el caserío llamado Cañafístula, ubicado a orillas del río Cauca, cuya principal actividad económica estaba basada en la minería del oro. Fue erigido municipio en 1942.
El Bajo Cauca es una de las subregiones del departamento que presenta los indicadores de las tasas más altas de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) vigentes y alto número de pobladores en condiciones de pobreza y miseria.
Las principales actividades son la ganadería y la minería, con producción agrícola marginal de subsistencia, y con arroz en la zona nororiental, cuya importancia radica en la generación de empleo en los municipios productores. El asentamiento urbano del municipio de Caucasia funciona como una centralidad importante para las localidades del sur de Córdoba, ya que es la población que conecta a la Costa Atlántica con Medellín. Así mismo, es epicentro de dinámicas económicas, comerciales y de servicios importantes gracias a su función de acopio y comercialización de ganado, ya que posee la infraestructura necesaria para esta actividad, como son la plaza de ferias y el matadero. Igualmente, es el principal centro urbano de prestación de bienes y servicios. A niveles económico, comercial y de servicios, Caucasia tiene un vínculo muy estrecho con Medellín, pero también con los centros urbanos de Montería y Montelíbano del departamento de Córdoba. La carretera que comunica las localidades de Caucasia, Tarazá y Cáceres, denominada la Troncal del Norte, relaciona el centro de Antioquia con la Costa Caribe, por lo que Caucasia es punto obligatorio de paso.
El objetivo del articulo consiste en describir la experiencia de los estudiantes y los egresados de Antropología en las sedes de Turbo y Caucasia. Para lograrlo se presentan unos aspectos básicos sobre la educación superior, las políticas públicas y la historia del Departamento de Antropología.
En Colombia existen varias reglamentaciones concernientes a la educación, entre estas el artículo 67 de la Constitución Nacional, la Ley 30 de 1992 y la Ley 115 de 1994, que establecen los parámetros de la educación superior en el país. En cada una de ellas se señala la importancia de ofrecer oportunidades de acceso y de calidad en la formación superior a las comunidades y a los sectores más vulnerables de la sociedad. En el artículo 67 se define la educación como un derecho para que las personas tengan acceso al conocimiento, y el Estado colombiano, la sociedad y las familias son las encargadas y responsables de la educación, que será “… obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica. La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos…”. La Ley 30 de 1992 estipula que se debe “promover la unidad nacional, la descentralización regional y la cooperación interinstitucional, con miras a que las diversas zonas del país dispongan de los recursos humanos y de las tecnologías apropiadas que les permitan atender adecuadamente sus necesidades”. Por su parte, la Ley 115 de 1994 establece que la educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social, en el que se adquieren derechos y obligaciones. En esta ley se señalan las normas generales que regulan los pará- metros para impartir educación superior y de calidad y que deben estar acordes a las necesidades e intereses de las personas y de la sociedad. En esta se define que la educación formal se impartirá a nivel preescolar, básica (primaria y secundaria) y media, no formal e informal y estará “… dirigida a niños y jóvenes en edad escolar, a adultos, a campesinos, a grupos étnicos, a personas con limitaciones físicas, sensoriales y psíquicas, con capacidades excepcionales, y a personas que requieran rehabilitación social”.
Así mismo, se define la existencia de varios tipos de instituciones educativas: técnicas profesionales, instituciones tecnológicas, instituciones universitarias y universidades. Cada una de ellas deberá, ante el Ministerio de Educación, obtener el registro calificado de todos los programas que imparta: podrá gestionar la acreditación de sus programas para certificar su alta calidad.
Históricamente, el acceso a la educación ha sido una propuesta de reivindicación social, de lucha de clases menos favorecidas y trabajadoras y de grupos minoritarios que no han tenido acceso a ella. Así, la posibilidad de educarse se ha convertido en un derecho fundamental en el que los administradores locales, regionales y nacionales han debido participar en asocio con los centros educativos de distinto nivel.
Los CERES -Centros Regionales de Educación Superior- fueron creados por el Ministerio de Educación como una posibilidad de descentralización de la educación superior y de ampliación de cobertura educativa en poblaciones a las que les era difícil acceder a centros donde se encontraban las universidades o centros de educación superior. La idea inicial fue ofrecerlos en cabeceras municipales en todo el país y que se analizaran las características de las comunidades, las necesidades sociales y la vocación productiva de la región.
A la fecha se han creado 141 de estos centros con una cobertura en 31 departamentos, y funcionan en 500 municipios. Se han beneficiado 21.425 estudiantes y se han ofrecido 344 pregrados, 16 posgrados, 77 técnicos, 238 tecnológicos. Esta propuesta educativa buscaba generar equidad en la medida en que los programas se dirigen a brindar oportunidades en el acceso a la educación superior y a beneficiar a la población de escasos recursos económicos. También pretende ofrecer alternativas educativas a los jóvenes que terminan los estudios de formación básica y media (Ministerio de Educación, 2016).
En la Universidad de Antioquia, en el artículo 24 del Estatuto General, se consagró la regionalización como uno de sus principios, y estableció que la Universidad tiene una vocación regional. Por Resolución Superior 1280 del 30 de octubre de 1990 se oficializaron los programas regionalizados. Posteriormente, se creó una estructura orgánica por medio del Acuerdo Superior 156 del 18 de febrero de 1999. En este, la Universidad reafirma como uno de sus principios la regionalización, con la cual se compromete a ofrecer programas académicos que les permitan a las personas de las diferentes regiones acceder la educación superior.
La idea inicial era ofrecer programas pertinentes regionalmente, donde las necesidades ocupacionales y profesionales de las comunidades se vieran cubiertas con las ofertas académicas. También se pretendía apoyar al sector productivo, en el que se esperaba que se desempeñaran los egresados de los programas académicos, los que funcionarían como cohortes, o sea, que no tienen oferta permanente.
Los programas regionalizados empezaron a funcionar en la Universidad de Antioquia a partir de 1990. Inicialmente, se pensó en ofrecer carreras en las regiones de Urabá (Turbo - actualmente también se encuentran las sedes de Ciencias del Mar, Apartadó y Carepa), Bajo Cauca (Caucasia), Magdalena Medio, Oriente y Suroeste antioqueños (Andes). En la sede de Oriente (actualmente ubicada en El Carmen de Viboral) se iniciaron actividades académicas en 1998, aunque desde 1993 se impartían algunos programas. Posteriormente, entre 2004 y 2005, se abrieron la del Norte (Yarumal), la del Nordeste (Amalfi y Segovia) y la de Occidente (Santa Fe de Antioquia).
La misión de los programas regionalizados es preservar las características regionales e impulsar los valores sociales de las comunidades:
La Universidad de Antioquia, patrimonio científico, cultural e histórico de la comunidad antioqueña y nacional, conjuga los criterios de equidad, calidad y eficiencia, en su hacer investigativo, docente y de extensión para beneficio de las regiones. Aportando su trayectoria humanística, científica y tecnológica, contribuye a preservar las particularidades regionales, fortaleciendo los valores, el desarrollo humano y el sentido de pertenencia de su población. Además, busca la integración con los diferentes actores sociales, económicos, políticos y culturales y participa en la dinámica de la transformación de los procesos sociales y en el desarrollo del país, de las regiones del Departamento y su área de influencia. (Universidad de Antioquia, Consejo Académico, Acuerdo Académico 0133 del 14 de julio de 1998)
En la actualidad, la Universidad continúa participando de la formación superior en las regiones a partir de una política regionalizada y descentralizada.
La historia de la antropología en Colombia data de 1941, cuando en el país se impartían algunas cátedras en diferentes institutos de educación, pero fue sólo hasta la creación del Instituto Etnológico Nacional, adscrito a la Escuela Normal Superior, que se empezaron a formar profesionalmente los antropólogos colombianos. Entre los docentes que se encargaron de iniciar la formación antropológica en el país estuvieron Paul Rivet, Francisco Socarrás, Gregorio Hernández de Alba, Justus Wolfang Schotelius, José Castilla Acosta y Luis A. Sánchez. (Pineda Camacho, 2004)
Con la influencia de Paúl Rivet en la historia de la formación antropológica en Colombia se concibió la antropología como una ciencia del hombre en la que se podían analizar diferentes tópicos, que iban desde lo evolutivo hasta lo cultural, sin dejar de lado la importancia de las manifestaciones históricas y arqueológicas. Así mismo, se reiteró en el mestizaje biológico y cultural, lo que impedía pensar en una superioridad racial y cultural, como ya lo había planteado Franz Boas. La formación antropológica también implicó el trabajo de campo como parte fundamental del conocimiento de diferentes regiones del país. Los primeros egresados hicieron práctica de arqueología en Soacha, bajo la dirección de Gregorio Hernández de Alba. (Pineda Camacho, 2004).
Para esa época, el Instituto Etnológico tenía exposición de colecciones arqueológicas y etnológicas, recogidas en gran parte durante los trabajos de campo, una amplia colección de Antropología Física que contenía esqueletos y una gama de elementos etnológicos. La historia de los museos y centros de formación datan de 1942 cuando en Popayán se abrió el Museo Arqueológico. Posteriormente, en 1946, se crearon los Institutos Etnológicos del Cauca (Gregorio Hernández de Alba) y del Magdalena (Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff). En 1947 se fundó el Instituto Etnológico de la Universidad del Atlántico (Barranquilla) (Pineda Camacho, 2004).
Uno de los protagonistas de la formación de Antropólogos en Medellín fue Graciliano Arcila, quien estuvo adscrito como docente al Liceo de la Universidad de Antioquia desde 1943. En 1945 se creó el Servicio Etnológico y en 1946 se destinó un espacio particular para la presentación de algunas colecciones en el tercer piso de la Facultad de Derecho y se fundó la Sociedad de Etnología de Antioquia. En 1953 se dio la transformación del Servicio de Etnología de Antioquia en Instituto de Antropología de la Universidad de Antioquia y fue iniciativa de Graciliano Arcila y Antonio Crispino Andrade, quien era el director del Instituto Colombiano de Antropología. Ese mismo año se editó el primer volumen del Boletín de Antropología de la Universidad y se fundó la Sociedad Antropológica de Antioquia. (Pineda Camacho, 2004).
El 3 de diciembre de 1965, a través del Acuerdo 32 del Consejo Directivo de la Universidad de Antioquia, se aprobó la licenciatura en Antropología. Las actividades académicas comenzaron el siguiente semestre, bajo la jefatura del profesor Graciliano Arcila Vélez. (Orrego y Aceituno, 2016)
Las Naciones Unidas fundaron en 1965 el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), con el propósito de promover el cambio y articular a los países con el conocimiento y los recursos necesarios que permitieran a estos y a sus localidades acceder a una mejor calidad de vida y eliminar la pobreza. A partir de su creación se hicieron varios estudios en los que se medía el PIB, el crecimiento económico en relación al nivel de vida y la calidad de vida de las personas, el bienestar, la educación, entre otros. A partir de 1990 se empezó a trabajar bajo el enfoque del desarrollo humano con el propósito de que las personas pudieran acceder a otras opciones y mejorar las capacidades humanas, o sea, ofrecer un amplio espectro de oportunidades,
Es decir, la diversidad de cosas que las personas pueden hacer o ser en la vida, y las libertades para que las personas puedan vivir una vida larga y saludable, tener acceso a la educación, a una vida digna, y a participar en la vida de su comunidad y en las decisiones que los afecten” (Sen, 1998, citado por Bedoya, 2010: 280)
De allí que las nuevas interpretaciones sobre el desarrollo se han distanciado de la propuesta economicista propia del siglo xx. El desarrollo humano es un concepto que incluye el crecimiento económico, la salud y la educación. Esta mirada distinta del desarrollo surge como una posibilidad de ampliar las opciones y capacidades de las personas.
En este sentido, Martha Nusbaum plantea el enfoque de las capacidades, el cual parte de dos preguntas “¿Qué son capaces de hacer y de ser las personas?, ¿Y qué oportunidades tienen verdaderamente a su disposición para hacer o ser lo que puedan?” (Nussbaum, 2012: 14). Una capacidad, según Nussbaum “significa oportunidad de seleccionar” (2012: 38).
El enfoque concibe a cada persona como un fin en sí mismo y no se pregunta solamente por el bienestar total o parcial, sino también por las oportunidades disponibles para cada ser humano. Está centrado en la elección, y plantea que las sociedades deben promover para sus habitantes un conjunto de oportunidades que los destinatarios, a su vez, pueden llevar o no a la práctica. En este orden de ideas, las capacidades “no son simples habilidades residentes en el interior de una persona, sino que incluyen también las libertades o las oportunidades creadas por la combinación entre esas facultades personales y el entorno político, social y económico” (Nussbaum, 2012: 40).
Una de las áreas que corresponde a una sociedad que quiera promover las capacidades humanas más importantes es la de apoyar el desarrollo de las capacidades internas, ya sea a través de la educación, de los recursos necesarios para potenciar la salud física y emocional, del apoyo a la atención y el cariño familiares, de la implantación de un sistema educativo, o de otras muchas medidas.
La recolección de la información se realizó en varios momentos a través de grupos de discusión y de entrevistas. Inicialmente se realizaron dos grupos de discusión con estudiantes de la sede de Caucasia, y se amplió la información a través de tres entrevistas a estudiantes. Cinco egresados de la sede de Turbo respondieron un cuestionario escrito.
La información obtenida a través de los grupos de discusión y de las entrevistas se transcribió en su totalidad y se realizó el proceso de análisis cualitativo, apoyados en el programa Atlas ti 7.0, el cual facilita el proceso de codificación y categorización de los mismos.
La adolescencia es definida como una etapa de transición, que va desde la pubertad hasta el momento en que se aproxima la adultez, cuando los jóvenes se preparan para asumir las funciones y responsabilidades que les exige el mundo adulto (Arnett, 2008). Desde la perspectiva de Onrubia, “el adolescente se caracteriza por tratar de elaborar su proyecto de vida y su identidad como individuo adulto” (2005: 20). Varias características asumen los adolescentes: en la relación con su familia, que se manifiestan como un alejamiento de los padres tratando de adquirir una nueva autonomía; en la vivencia grupal, que se articula a la búsqueda de seguridad y de reconocimiento social; en las relaciones de pares, que adquieren un carácter distinto al de la infancia; y, finalmente, en la sexualidad y en las nuevas elecciones afectivas.
Una de las instancias que aportan en la transición, señalada por Onrubia (2005), es la escuela, que ofrece al adolescente posibilidades para establecer formas de relación interpersonal basadas en la cooperación y en la reciprocidad, dado su carácter de espacio de socialización e intercambio con “otros significativos”.
Así, la escuela juega un papel decisivo en la elaboración de al menos algunos de los proyectos de futuro de los adolescentes, facilitando experiencias y conocimientos relevantes para la transición a la vida adulta en aspectos como el futuro académico y profesional, y proporcionando apoyo al respecto. (24)
Lo anterior, junto con lo planteado por los participantes, nos permite trazar una ruta que va desde la vida adolescente hasta el inicio del desempeño profesional, lo que implica comprender el proceso que se da desde que surge el interés por la antropología, conocer acerca de esta disciplina y elegir estudiarla.
Para los participantes de este ejercicio investigativo, el contacto con lo que representa la antropología se da de diversas maneras, bien sea desde su mundo familiar, escolar o social, o a partir de la información que reciben a través de su relación con las tecnologías.
Destacamos en particular cuatro formas: la familia, la escuela, la tecnología y los amigos. Algunos estudiantes manifiestan haberse acercado a la antropología desde la niñez, donde aparecen los primeros intereses por el otro, por lo que hace, por sus acciones, y esto se convierte en un objeto de interés que se acrecienta con el tiempo, apoyado por los padres.
[…] bueno, el gusto por la antropología surgió en mí desde que era un niño, porque desde que estaba estudiando en la primaria me llamó mucho la atención lo de los indígenas, la cultura precolombina, todo eso me llamó mucho la atención, entonces me apasionó la historia. Eso hizo que tuviera una tendencia hacia la lectura: empecé a hacer lecturas, mis padres me regalaron una colección de libros y en esos libros, ahí, empecé a descubrir un poco la antropología, porque creo que de todas las lecturas que he hecho a través de la vida en la literatura, en la historia, en la sexología, en casi todos esos tipos de disciplinas, aparece la antropología. (Hombre estudiante de quinto semestre, 2015)
A su vez, se recalca cómo en la vida familiar, los padres particularmente influencian de alguna forma la toma de decisiones con respecto a su vocación profesional. En el siguiente testimonio vemos cómo, a través de la relación con el padre, el hijo se encauza hacia lo social y, posteriormente, se decide por la antropología.
[…] yo al principio no sabía nada de antropología, no sabía qué era, no sabía cuáles eran las bases de estudio de antropología. Yo fui muy interesado siempre por lo social, mi papá es egresado de trabajo social de la seccional, entonces yo veía lo que él hacía, los trabajos con la comunidad, y a mí me gustó, y desde el principio me gustó mucho porque yo soy una persona muy abierta, con todo el mundo trato, entonces creo que eso es básico para alguien que trabaja en una ciencia social. Y bueno, cuando yo iba a presentarme a la universidad, yo no sabía a qué presentarme y mi papá me dijo “Mira, ve, aquí hay Antropología” y yo “Papá, pero ¿eso qué es?”, que no, que “la antropología pertenece a las ciencias sociales y humanas. Preséntate ahí, haz el intento, de pronto te guste”. Y me presenté y pasé al nivel cero, y el nivel cero ya pues lo gané y estoy aquí en antropología. (Hombre estudiante de quinto semestre, 2015)
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), particularmente la televisión, se convierten en mediadores para que los jóvenes se enteren de la existencia de las diferentes profesiones, su utilidad, campos de aplicación, entre otras. Películas como Indiana Jones y series televisivas actuales se han convertido en referentes para ellos, pues más allá del disfrute de verlos, generan un interés hacia la antropología.
[…] pues yo me enteré de la antropología porque empecé viendo un programa de televisión que se llama Bones y ahí había una antropóloga. Pues yo pensé que era por eso, pero era una antropóloga forense, y me llamó mucho la atención cómo a través de los huesos ella armaba los casos, encontraba quién era el culpable y por qué murió, y era todo superchévere. (Mujer estudiante de quinto semestre, 2015)
Para algunos estudiantes de antropología esta era una profesión desconocida. En la mayoría de los colegios no es común que la formación en el bachillerato busque, en los años cercanos al ingreso a la Universidad, dar directrices o asesorías sobre los contenidos de los diferentes programas académicos y su desempeño laboral. Por el contrario, es algo que se deja a la búsqueda personal o a los contactos e influencias individuales que se puedan tener. En este sentido, hay estudiantes que se inscriben sin saber lo que es la carrera:
[…] cuando paso a la Universidad, yo, lo primero que hago en vez de irme a celebrar que había pasado a la Universidad, es buscar qué es antropología, y busqué en YouTube y comencé a mirar y entonces me dice que la antropología dizque se divide en tres, que es lo social, la arqueología y la biología. Y yo dije “arqueología, eso es lo que presentan en Discovery Channel”, y me puse a mirar y a investigar muchas cosas y yo dije “esta es la carrera que voy a estudiar”. (Hombre estudiante de cuarto semestre, 2015)
A pesar de lo dicho antes, hay profesores que se convierten en fuente de información y motivación para que los estudiantes elijan matricularse a antropología: “él me habló un poco; en su clase me habló un poco de la antropología y lo que él pensaba que era la antropología y me llamó mucho la atención eso que él me platicaba”. (Hombre estudiante de quinto semestre, 2015).
Algo distintivo en los egresados de bachillerato es el interés por ingresar a la Universidad de Antioquia aun cuando, en ocasiones, el programa académico al que aspiran no es ofrecido en la modalidad regionalizada, así que optan por elegir otra carrera que se encuentre disponible:
Yo salí del colegio y quería estudiar medicina y me presenté, pero no pasé, entonces tuve dos opciones: medicina o instrumentación quirúrgica en la Universidad de Antioquia, porque esa era en la que yo quería estudiar en Medellín, y mi familia dijo: “no importa, pagamos una privada en Montería”. Y yo quería una carrera en la Universidad de Antioquia, ya que no se pudo medicina. Yo había salido del colegio y como tenía un énfasis me presenté al SENA e hice un técnico en recursos humanos. Luego en el SENA decían que si uno busca una universidad con que tengan convenio, podía homologar, podría tener unas cinco opciones de carrera: psicología, administración de empresas, comunicación social, contabilidad y otra ahí, y yo “bueno, será presentarme a psicología en la Universidad de Antioquia”, porque en ese tiempo pensaba que se podía homologar; no se pudo. Pasó el tiempo y yo “bueno, ya tocó en la Universidad de Antioquia Antropología y aquí estoy”. (Mujer estudiante de quinto semestre, 2015).
A nivel de educación superior, las regiones donde se imparte antropología tienen una amplia oferta; sin embargo, la elección de estudiar antropología termina siendo, en algunos casos, una “casualidad”, o quizás una causalidad de eventos que oscilan entre lo económico y el interés de las familias por la formación de las nuevas generaciones, lo que en ocasiones los impulsa a preferir una carrera que poco conocían; entre estos:
[…] yo quería estudiar una ingeniería en la Nacional, pero no se pudo por razones económicas. Bueno, me quedé aquí en Caucasia, mi mamá me dijo “mijo, compre el pin para la universidad”. Me presenté. Cuando eso estaba Administración de Empresas. Me dijo “métase en administración de empresas”. Me metí e hice un semestre; no me gusto esa vaina. Le dije a mi mamá y a toda la familia que me iba a retirar, casi les da un yeyo, entonces me dijeron que no, que mirara qué iban a presentar el otro semestre, había antropología… Ella dijo “ah, mijo, si usted quiere, preséntese, pero eso sí no se me vaya a quedar de vago por ahí, porque ahí sí: o estudia o trabaja, mijo”, y yo dije “no, yo mejor me pongo a estudiar”. Bueno, presenté el examen, pasé enseguida y ya estoy aquí en antropología; al principio, aburrido… Yo la pensaba… Yo pensaba que las ciencias sociales no eran lo mío y resultaron siendo lo mío y estoy muy amañado. (Hombre estudiante de quinto semestre, 2015)
No obstante, algunos estudiantes ingresan a la carrera de antropología por descarte, debido a que a la primera opción elegida en el examen de admisión no se logró cumplir con el cupo mínimo de apertura. Este es el caso de una de las estudiantes del Bajo Cauca:
yo llego a antropología porque hacia aproximadamente 5 años vivía aquí, casada, ama de casa, y un día decidí que quería estudiar y vine y vi la oferta. Ya había venido tres semestres antes y yo estaba buscando psicología y no habían abierto la oferta, y para cuando inicié, la oferta estaba antropología y turismo, que fue lo que me llamó la atención. De antropología no sabía nada. Presenté el examen de admisión, pasé y turismo no lo abrieron, y quedé derecho en antropología, y por eso llegué acá y me ha gustado mucho. (Mujer estudiante de quinto semestre, 2015)
Se detecta que, en la mayoría de los casos, los participantes de este ejercicio investigativo poco o nada conocían lo que es la antropología, iniciaron su forma- ción académica por varias vías y, a pesar de su desconocimiento inicial, manifiestan estar satisfechos con lo que hasta ahora han recibido a nivel formativo y del imaginario que tenían de esta profesión.
Tanto para los estudiantes como para los egresados de antropología, la trayectoria de la Universidad de Antioquia y, de alguna manera, de los programas regionalizados, ha sido un motivador para elegir a la Universidad como el lugar para formarse académicamente. Así mismo, para la mayoría de ellos estudiar antropología significa una oportunidad de cambio a nivel social y personal, otras formas de acercamiento a la formación académica e, incluso, de adquisición de experiencias personales, así como la posibilidad de desempeñarse profesionalmente en un área de su interés.
La Universidad de Antioquia y el Departamento de Antropología ampliaron en la región de Urabá otras opciones diferentes a las que tenían académica y social- mente; para algunos incluso implicó, quizá, descartar el ingreso a sectores armados al margen de la ley. Uno de los egresados manifestó:
Para mí la universidad significó una gran oportunidad. En Urabá son pocas las posibilidades de acceder a la educación superior, en especial para las familias con bajos recursos económicos. Yo tenía muy claro que no quería trabajar en una bananera, prestar servicio militar, ni trabajar para ningún grupo armado - como era el destino de la mayoría de mis compañeros.Por eso valoro mucho que la universidad pública pueda darle a la gente de las regiones la posibilidad de hacer con su futuro otras cosas. (Egresado, 2016)
En otros casos, el ingresar o formarse en antropología ha implicado una serie de renuncias laborales, traslado a otro lugar diferente al de origen, otras formas de ver la academia y la dedicación de tiempo.
[…] yo me trasladé al Urabá a trabajar como APH (atención prehospitalaria). Estando allá me tuve que retirar de la de Caldas; ya había averiguado en la de Antioquia, en donde podía estudiar antropología. Estando en Urabá supe que había antropología en Turbo, entonces me fui por esa opción, aunque en las averiguaciones supe que ya no había más cohortes pero que sí había en Caucasia; francamente no averigüé, yo pensé que la modalidad iba a ser muy parecida a la que yo conocía de Medellín. El tema de las cohortes y eso no lo tenía tan presente, simplemente fue como exclusivamente por el deseo de volver a ingresar a antropología y terminarla. Entonces nada, fue casi a ojo cerrado que me dijeron “hay en Caucasia” e inmediatamente empezó la solicitud de traslado de todas partes (…). Académicamente yo no había tenido esa carga o esa modalidad tan concentrada, para mí es como nuevo y es como regresar un poco como a épocas del colegio, tanto por el tiempo que se ve en la semana como por la forma en la que se evacuan las materias, los cursos; eso en cuanto a la académica; y personalmente, claro, me demandó muchos cambios, incluso la desvinculación laboral porque no podía simplemente hacerlo. (Mujer estudiante de cuarto semestre, 2016)
Estudiar antropología, para muchos, empezó a significar el darse un lugar en su familia y en su entorno social, hacer renuncias afectivas y académicas. La dedicación en tiempo y energías ha implicado, en algunos casos, asumir otras posturas frente a la vida y romper algunos vínculos afectivos -con los padres y parejas- y generar otros, donde a veces los compañeros de universidad se convierten en el soporte afectivo y emocional. En otras situaciones, las dificultades para conciliar la vida familiar y amorosa implicaron la renuncia a seguir con la formación aca- démica (en el semestre 2016-1 se retiraron tres estudiantes por estos motivos).
En la formación académica existen múltiples factores que se conjugan en un espacio colectivo de enseñanza y aprendizaje, así como de intercambios, de socialización y de esparcimiento. En el ámbito académico universitario existen dos actores principales que interactúan constantemente, los profesores y los estudiantes, quienes fortalecen un vínculo que, se espera, sea de acompañamiento de parte de los primeros en un proceso formativo de los segundos.
Lo común en la experiencia formativa, de quienes estudian en el programa regionalizado de antropología, es que se valore positivamente lo recibido y compartido en el aula de clase. En algunos casos, enfrentarse a cursos teórico-prácticos hizo que los estudiantes confrontaran el imaginario de lo que es estudiar Antropología, teorizar sobre los conceptos y aplicarlos a un ejercicio en la “vida real” con una comunidad en la cual ellos no saben, ni pueden predecir, cuál será su respuesta ante el ejercicio académico
[…] conectarse con la experiencia de campo lo hace madurar mucho a uno como estudiante, lo hace pensarse mucho ya como profesional, porque siento que el trabajo de campo, el trabajo aplicado, aporta muchísimo. Por ejemplo cuando el curso de etnografía, sentí que di un salto, como que vi en realidad y viví qué era la antropología. Igual me pasó cuando estaba en mi trabajo de campo de la tesis: yo hice el proyecto, iba a hacer el trabajo de campo, pero me sentía un poco desubicada porque, obviamente, es el primer proyecto que uno hace, pero cuando empecé a ver a la profesora hacer las entrevistas, sentí también que di un paso gigante, porque obviamente pues la experiencia que tienen los profesores hace que uno aprenda de eso y uno madura mucho. (Egresada, 2016)
Igualmente, la formación académica no sólo los convirtió en profesionales con elementos para desempeñarse en el campo profesional, también aportó en su formación personal. La búsqueda interior, el deseo de modificar algunas de sus actuaciones y de entender el mundo fue logrado a través de un conocimiento del “otro”, el sí mismo se descubre por medio del distante, del ajeno.
La experiencia de formación fue quizá la situación más enriquecedora puesto que no sólo aprendí a comprender, valorar y respetar las diferencias, sino que pude lograr comprender que yo, como sujeto natural, alejado de la visión de ese dicho antropólogo, poseía información, características fenotípicas, comportamentales y todo ese cúmulo de cosas, y de entender a un mundo nuevo al cual me enfrentaba. (Egresado, 2016)
El acercamiento a la lectura y el querer tener una profesión han permitido, en algunos estudiantes, una interacción diferente con la academia en cuanto no se generan mayores conflictos en el momento de enfrentarse a un nivel de lecturas amplio, y se cuestionan sobre el nivel de análisis y reflexión de lo leído; en contraste, es costoso académicamente suponer que el nivel de exigencia puede ser igual o similar al del bachillerato y descubrir que no es así:
[…] para mí no fue tan difícil el hecho de leer, porque a mí me ha gustado siempre leer. Lo difícil son las lecturas que exige la carrera, que no son lecturas que uno cotidianamente lee; a mí me gustan las novelas, me gusta la literatura, pero uno leer autores como Levi Strauss no es fácil, entonces a mí el primer semestre me pareció fácil, aunque yo perdí arqueología. Pero no lo perdí por difícil, si no por vagancia, porque me relajé, porque yo no me imaginé que uno perdía una materia en la universidad, yo no me imaginé que era tan difícil la vida universitaria, que es muy distinta a la vida de colegio. (Mujer estudiante de quinto semestre, 2015)
El currículo del programa de Antropología es el mismo que se imparte en Medellín (lo sirven los mismos docentes y la malla curricular es igual); sin embargo, y a pesar de las salidas de campo que se realizan en varios de los cursos, los estudiantes y egresados sienten que sigue siendo limitado el conocimiento y la puesta en práctica de la teoría, y que las relaciones con la comunidad no siempre son fáciles.
El Programa Regionalizado de Antropología está enmarcado dentro de las directrices estipuladas por la Dirección de Regionalización. Desde esta dependencia es claro que en el funcionamiento de cada programa académico intervienen dos instancias: de un lado, el Departamento, Escuela o Instituto que es quien coordina el programa académico y, del otro, la Dirección de Regionalización que orienta y aporta los recursos para el desplazamiento de los profesores y el pago correspondiente al desarrollo de los cursos y los viáticos. Cuando se indaga a los egresados y estudiantes por las ventajas y desventajas de estudiar en un programa regionalizado, surgen varias posturas que, aunque a veces parecen divergentes, son realmente complementarias, y muestran algunos aspectos que pueden ser tenidos en cuenta para próximas propuestas formativas de este tipo, como son la revisión de intensidad horaria, la permanencia de los docentes en la región y en la Universidad, los recursos tecnológicos y académicos, la existencia de semilleros y grupos de investigación en la zona y en la universidad y posibilidades de articulación de los estudiantes con las investigaciones vigentes que dirigen los profesores, la continuidad en el programa formativo a través de especializaciones y maestrías, entre otros. Desde la participación del programa de Antropología en el programa de regionalización en 2009, el colectivo de profesores ha mantenido la postura de evitar la apertura continua de cohortes en las diferentes regiones, ya que se espera que quienes sirvan los cursos sean los mismos profesores que los dictan en Medellín; esto con el propósito de que el programa académico se transmita lo más parecido posible al ofrecido en Medellín, algo que tanto para estudiantes como egresados es una de las fortalezas del programa.
[…] considero que el programa de Antropología hizo grandes esfuerzos por llevar profesores de muy alta calidad, cosa que no sucede con la mayoría de los programas regionalizados. Yo estoy convencido de que tuve una muy buena formación profesional y que cuento con las habilidades necesarias para desempeñarme como cualquier otro colega. (Egresado, 2016)
En contraste, y a pesar de la alta valoración por parte de estudiantes y egresados, existen algunos aspectos a mejorar debido a que no son suficientes las mejores intenciones de desarrollar un programa académico de gran calidad, pues se deben ofrecer y garantizar condiciones mínimas y óptimas que permitan que los estudiantes accedan más rápidamente a los recursos académicos e informáticos.
No se puede desconocer tampoco que hacen falta algunas condiciones para mejorar el ejercicio de formación, por ejemplo, tener profesores de planta que incentiven la investigación en las regiones, y tener una biblioteca bien dotada con el material bibliográfico que la formación requiere. En especial me parece importante -aunque una tarea difícil- que en las regiones se pueda contar con tiempos más adecuados para el aprendizaje. A nosotros nos tocaba tragarnos las lecturas porque generalmente no hubo tiempo de releer un documento, todo era a las carreras, y eso generaba que uno se sintiera siempre agobiado. Las jornadas de clase eran literalmente antipedagógicas, y eso nos obligó a todos a esforzarnos más. Uno entiende que garantizar mejores espacios, definir jornadas más cortas para las clases y poder contar con profesores mayor tiempo requiere de una inversión importante, pero eso no hace que uno deje de ver la realidad. (Egresado, 2016)
En reiteradas ocasiones, y a veces de manera informal, los estudiantes y egresados han manifestado el vacío que les deja el no tener profesores permanentes en la región (los cursos se dictan en la modalidad intensiva, es decir, un curso de 64 horas se desarrollará en cinco desplazamientos o semanas), y sienten que no tienen a quien acudir en caso de dudas o necesidades particulares para abordar el entendimiento de un texto, un concepto o un ejercicio en particular, lo que consideran algo negativo para su formación académica.
[…] digamos que una de las dificultades más grandes era no contar con los docentes, que estuviesen aquí todo el tiempo, porque uno puede interactuar con ellos; el poder interactuar con ellos, el poder preguntarles directamente, y no por medio de un correo, algo sobre un documento, sobre algo que uno no entendió, digamos esa era una desventaja. También de la facilidad de tener los docentes todo el tiempo, porque siempre los docentes tienen proyectos, grupos de investigación y el poder uno como estudiante vincularse a un grupo de investigación es muy muy bueno. (Egresado, 2016)
No obstante, se valora que los docentes de antropología tengan la disposición de desplazarse hasta la región y compartir con ellos en los cursos sus conocimientos, su formación y experiencia en el campo de la antropología.
Si miramos también, por ejemplo, la formación de los jóvenes en Medellín, siento que también fue buena porque obviamente compartimos los mismos docentes, cosa que no pasa en otras universidades, que en regionalización tienen docentes de allá mismo del municipio, que son profesionales al igual que uno, que no tienen experiencia y ya están formando a otros profesionales, entonces no digo que sea malo, porque puede pasar que muchos de esos muchachos que están recién egresados puedan ser muy buenos, mejores docentes que otros con experiencia, pero de todas maneras sí me queda un poquitico como la duda. (Egresado, 2016)
Para los egresados es claro que hay elementos que necesitan fortalecerse en el programa regionalizado de Antropología, como son las prácticas académicas, debido a que, si bien se hacen, han experimentado la necesidad de tener más bases para enfrentar el mundo laboral.
Pienso que se debe mejorar el pensum académico de Antropología, ya que, desde mi opinión, hay un vacío muy grande porque no hay un espacio para las prácticas académicas como en otras carreras, y finalmente, cuando terminé, me di cuenta de que sabía mucho de investigación social, lo cual sería un sólo tipo de ejercicio de la Antropología o una sola manera de laborar, y lo cierto es que gran cantidad de empleos no tiene mucho que ver con la investigación, aunque retomen elementos de este oficio. (Egresada, 2016)
Si bien el balance que hacen quienes estudian actualmente en el programa regionalizado de antropología es positivo, no se puede desconocer que existen algunos aspectos que ameritan una revisión exhaustiva desde lo administrativo y académico. En el primer caso, las condiciones locativas de algunas de las sedes que incluyen el espacio y la ambientación (espacios poco aireados - Caucasia y Turbo), lugares no apropiados para el desarrollo de las actividades de encuentro de los estudiantes (escasos espacios deportivos y de socialización y la no existencia de una cafetería, particularmente en Turbo) y una biblioteca con condiciones precarias. En el segundo aspecto, las largas jornadas presenciales y la ausencia de los profesores fuera de las clases hace que los estudiantes sientan cierto “abandono” y un acompañamiento académico incipiente.
Después de egresar del programa de Antropología, los profesionales tienen un mundo abierto para poner sus conocimientos en práctica, lo que a veces no es sencillo. Los relatos de quienes participaron en este ejercicio así dan cuenta de ello.
La primera forma del ejercicio se realiza a través de las actividades familiares o comunitarias desinteresadas a través de procesos no formales, pero en los que se detecta que se ha desarrollado algo de la labor del antropólogo. Si bien no podría considerarse como una práctica profesional en todo el sentido de la palabra, la incluimos pues es parte del recorrido de quien se inicia en la profesión.
He puesto en práctica lo aprendido con aquellos que me rodean […]. He tratado de esparcir o, por qué no, a manera a jocosa, contaminar a los más próximos a mí de la búsqueda de respuestas distintas a las que ya conocemos, y salir del letargo mental que nos han impuesto. Paso todo el tiempo problematizando la existencia de los que me rodean y la mía… A lo que quiero llegar es que, desde hace un tiempo ya considerable, soy un antropólogo y, sin darme cuenta, hago ese ejercicio constantemente. En mi casa, con mis vecinos, con mis amigos. (Egresado, 2016)
El anterior testimonio muestra cómo una acción de reflexión con los seres cercanos, realizada a partir de un proceso de formación académico, forma parte del recorrido profesional del recién egresado y, a pesar de no recibir remuneración o no estar inscrita en un ámbito institucional, se reconoce como una forma de ejercer la antropología.
La otra manera de iniciarse en la profesión consiste en un trabajo voluntario, el cual es visto por los recién egresados como una opción para adquirir experiencia laboral y, particularmente, como una estrategia de formación y aprendizaje. Lo realizan, por lo general, en instituciones que a su vez no cuentan con los recursos suficientes para pagar profesionales. Los recién egresados son conscientes de la importancia del voluntariado, hasta tanto resulte una actividad remunerada para dedicarse a ella.
De otro lado, el ejercicio profesional se realiza en diferentes ámbitos de lo psicosocial y de proyectos sociales, en los que bien cabe cualquier profesional de las ciencias sociales: psicólogos, trabajadores sociales y antropólogos, lo que genera incertidumbres en el profesional que recién egresa, pues no logra reconocer el campo de aplicación propio de la antropología, ya que en el mercado laboral esta diferencia es muy sutil: “El trabajo fue como auxiliar social en una obra de dragado en la región. El anuncio lo vi por la página “Jobomas”, supuestamente era para trabajadores sociales, pero me llamaron.” (Egresada, 2016). Otro testimonio va en la misma vía “Digamos que era un trabajo desde la psicología o el trabajo social, incluso nos contrataron a nosotros porque en San Pedro de Urabá no hay muchos profesionales, entonces por descarte cogieron a estos dos antropólogos.” (Egresada, 2016).
El programa de Antropología forma a los estudiantes en tres áreas en las que se pueden desempeñar como egresados: área social, área biológica y forense, y arqueología; sin embargo, la más reconocida por las empresas e instituciones en las que se podrían vincular es la arqueología. Lo que en ocasiones implica falta de claridad es que en el campo ocupacional de los profesionales de las ciencias sociales realizan convocatorias abiertas, lo que genera confusión.
[…] posteriormente me fui a trabajar a Quibdó en un proyecto de investigación; también era propiamente de la antropología. La idea era mirar todas las prácticas tradicionales que para la gente podían ser decretadas patrimonio, que la gente tuviera la iniciativa de mirar esas prácticas que eran muy tradicionales, muy propias de ellos y poder meterlas en un proyecto para nombrarlas patrimonio inmaterial. (Egresada, 2016)
En la actualidad, los egresados de antropología se están desempeñando laboralmente en el área de las ciencias sociales como docentes en colegios de primaria y bachillerato, también adscritos a instituciones estatales y no estatales, a investigaciones con universidades, y pocos de manera independiente, formulando proyectos y participando en convocatorias públicas.
Como se mencionó antes, se han graduado un total de 20 antropólogos en la sede de Turbo, quienes ejercen desde diferentes campos en la región. De esta forma, podría decirse, retribuyen socialmente lo que la universidad les ha brindado. En ese sentido es que se reconoce el aporte a la región en tanto han ayudado a “orientar y articular diferentes visiones sobre la conservación de recursos naturales y a propiciar diálogos más horizontales entre las comunidades y la institucionalidad estatal” (Egresada, 2016).
A pesar de esto, los recién egresados reconocen las pocas oportunidades laborales para ellos, recalcando que las empresas utilizan los servicios de profesionales de Medellín y no de la región. Estos reconocen la importancia de que sean ellos mismos quienes generen iniciativas y desarrollen gestiones que aporten al desarrollo de la región, dirigidas a la creación de corporaciones o fundaciones.
Vale la pena resaltar cómo estos egresados consideran estar capacitados para aportar con sus potencialidades en la región, concretamente en temas coyunturales actuales como el proceso de paz y el posconflicto que se avecina, a través de trabajo con víctimas, en reconciliación, recuperación de la memoria histórica, proyección social, consejerías y asesorías sociales.
Igualmente, aparte del posconflicto, hay otros temas qué abordar, como la discriminación y la exclusión social, la violencia social e intrafamiliar, de los cuales ellos mismos son partícipes.
La Universidad de Antioquia y el Departamento de Antropología ofrecen, a través de los programas regionalizados, una oportunidad para los estudiantes que desean formarse académicamente en su región o cerca de ella y también a quienes no tienen la posibilidad económica de acceder a una universidad privada. Es por esto que, en general, la experiencia formativa es valorada positivamente sin desconocer que aún, después de 20 años, se deben ajustar algunos aspectos administrativos y académicos. La formación profesional ha contribuido con el cambio de los estudiantes y egresados, les ha permitido ver al “otro” de una manera diferente, quizás con menos estereotipos, lo que les permite relacionarse más abiertamente con sus semejantes. Sumado a esto, el paso por la academia les aportó opciones para mirarse a sí mismos como parte de un entorno mayor, interrelacionado, conectado y diverso.
Tanto estudiantes como egresados consideran que uno de los propósitos de la Universidad de Antioquia y del Departamento de Antropología debería ser abrir las aulas de clase a sectores con menores condiciones sociales y económicas, por lo que, en ocasiones, han lamentado el que no se abran cohortes con mayor regularidad.
Con base en lo mencionado, cobran sentido los planteamientos de Martha Nussbaum (2012) y sobre todo los relacionados con el enfoque de las capacidades, como una alternativa para que las poblaciones superen sus condiciones de vulnerabilidad social, económica y política. Ante diferentes vías para encontrar el desarrollo, se plantea la necesidad de complementar un enfoque tradicional economicista que sea equiparado con nuevas visiones de desarrollo humano.
El discurso del bienestar está asociado a mejorar la calidad de vida de las personas, sin embargo, esto “exige decisiones políticas inteligentes y la participación dedicada de muchos individuos” (Nussbaum, 2012: 15). “Las capacidades no son simples habilidades residentes en el interior de una persona, sino que incluyen también las libertades o las oportunidades creadas por la combinación entre esas facultades personales y el entorno político, social y económico” (Nussbaum, 2012: 40). Los programas de regionalización se convierten en esas decisiones políticas inteligentes que llegan a poblaciones alejadas y que, históricamente, no han tenido opciones para realizar estudios superiores con calidad.