Investigación
Recepción: 20 Enero 2017
Aprobación: 27 Abril 2017
DOI: 10.17533/udea.boan.v32n54a03
Financiamiento
Fuente: CONICET
Nº de contrato: 112-200801-02678
Descripción del financiamiento: Deseamos expresar nuestro reconocimiento a Andrea Recalde, Gustavo Barrientos, Vicente Torre y al Museo Arqueológico Comechingón de Mina Clavero. La investigación fue financiada por el CONICET (PIP 112-200801-02678, dirigido por Eduardo Berberián) y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 2012-1614).
Resumen: Se analiza un conjunto de prácticas, objetos y locaciones comprometidas en el proceso de construcción de la identidad y memoria en el centro de Argentina durante el período prehispánico. Se trata de sitios donde confluyen infraestructuras para la molienda, obras de arte rupestre y/o tumbas en posiciones de alta exposición. En cuanto al arte, aquí se consideran variables formales y contextuales, con énfasis en las superposiciones, diferencias técnicas y/o tonales, para identificar eventuales reintervenciones sobre paneles con imágenes previas. En otro caso particular, se toman en cuenta las características de un sepulcro y sus eventos funerarios. Los sitios se habrían formado por la repetición de rituales o celebraciones focalizadas en el consumo de comidas y bebidas, con un sentido conmemorativo desarrollado frente a materialidades concebidas como referentes colectivos. Estas celebraciones o festines habrían desempeñado un papel central en la construcción de las relaciones sociales, las estructuras políticas y la territorialidad, a través de la monumentalización de determinados lugares y la sacralización del entorno.
Palabras clave: festines, arte rupestre, sepulcros, demarcación territorial, construcción sociopolítica, memoria, comunidad.
Abstract: A set of practices, objects and locations involved in the process of constructing identity and memory in central Argentina during the pre-hispanic period was analyzed. These are sites where infrastructures for milling, rock art and/or tombs exist in high exposure positions. In terms of art, formal and contextual variables are considered, with emphasis on superimpositions, technical and/or tonal differences, to identify eventual re-interventions on panels with previous images. In another particular case the characteristics of a tomb and its funerary events are taken into account. The sites would have been formed by the repetition of rituals or celebrations focused on the consumption of food and drinks, with a commemorative sense developed against materialities conceived as collective referents. These celebrations or feasts would have played a central role in the construction of social relations, political structures and territoriality, through the monumentalization of certain places and the sacralization of the environment.
Keywords: Feasts, rock art, sepulchers, territorial demarcation, socio-political construction, memory, community.
Resumo: Analisam-se uma série de práticas, objetos e lugares comprometidos no processo de construção da identidade e da memória no centro da Argentina durante o período pré-hispânico. Tratase de lugares onde convergem infraestruturas de moído, arte rupestre além de covas em posições de grande exposição. Referindo-se a arte, são consideradas variáveis formais e contextuais com ênfase nas superposições, diferenças técnicas e de tom, para identificar intervenções novas sobre painéis com imagens prévias. Em outro caso particular são levadas em conta as características de um túmulo e seus eventos funerários. Os lugares teriam sido formados pela repetição de rituais ou celebrações focalizadas no consumo de comidas e bebidas, com um sentido de comemoração desenvolvido diante materiais pensados como referentes coletivos. Estas celebrações ou festins teriam representado um papel central na construção das relações sociais, estruturas políticas e territorialidade, por meio de virar monumentos determinados lugares e sacralizar o redor.
Palavras-chave: festins, arte rupestre, túmulos, demarcação territorial, construção sociopolítica, memória, comunidade.
Résumé: Dans cet article un ensemble de pratiques, des objets et des lieux impliqués dans le processus de construction de l’identité et de la mémoire en Argentine centrale pendant la période préhispanique est analysée. Il s’agit des sites ou il y a la confluence d’infrastructure pour le meulage, l’art rupestre et/ou des tombes dans positions d’exposition élevée. Quant à l’art, ils sont considérés comme des variables formelles et contextuelles, en mettant l’accent sur les superpositions, les différences techniques et/ou du ton, afin identifier les éventuels ré interventions sur panneaux avec des images précédentes. Dans un autre cas particulier, les caractéristiques d’un sépulcre et des événements funéraires sont pris en compte. Les sites auraient été formés par la répétition des rituels ou des célébrations axées sur la consommation d’aliments et de boissons, avec un sens commémorative, développé face aux matérialités conçues comme références collectives. Ces célébrations ou fêtes ont joué un rôle central dans la construction des relations sociales, des structures politiques et, de territorialité par la monumentalisation de lieux spécifiques et la sacralisation de l’environnement.
Mots-clés : fêtes, art rupestre, sépulcres, démarcation territoriale, construction sociopolitique, mémoire, communauté.
Introducción
La investigación arqueológica contemporánea en las serranías del centro de Argentina sostiene el desarrollo de procesos interconectados durante el período Prehispánico Tardío (ca. 400-1550 d. C.), con trayectorias de intensificación productiva, integración política a nivel comunitario, cierto grado de jerarquización de las estructuras sociales y una mayor explicitación de las definiciones territoriales, en un marco de incremento de los rangos de colonización y de las tensiones intergrupales (Pastor, 2012; Pastor, Medina, Recalde, López y Berberián, 2012; Díaz, Barrientos y Pastor, 2015; Fabra, González y Robin, 2015).
En este escenario, las prácticas sociales orientadas a la integración/reproducción comunitaria, tanto en planos materiales como discursivos, desempeñaron un papel central. Por ello, nos interesamos por determinados tipos de instalaciones, objetos, prácticas y representaciones desplegadas en lugares de importancia pública para las comunidades originarias locales. En otros aportes nos detuvimos en aspectos ligados a un comensalismo celebratorio, a través de prácticas como la molienda colectiva y el consumo de grandes volúmenes de alimentos en sitios de propósitos especiales (Pastor, 2007, 2015). Las fuentes escritas y algunos contextos arqueológicos del período Colonial Temprano (ca. 1550-1650 d. C.) revelan la importancia de estos festines (“fiestas”, “juntas”, “convites”, “borracheras”, “reuniones para holgarse”) para la reproducción de estructuras y formas culturales, así como su redefinición durante esta época como lugares de oposición/resistencia a las relaciones de dominación colonial (Castro Olañeta, 2006; Pastor y Medina, 2013).
Con un énfasis en los procesos prehispánicos, en este trabajo se analizan otras prácticas (u otras dimensiones de las prácticas celebratorias) desarrolladas en estos sitios de propósitos especiales, en interacción con materialidades que habrían actuado como referentes colectivos: sepulcros señalizados y/o en posiciones elevadas y obras de arte rupestre. Se plantea que las prácticas en torno a estos objetos tuvieron un sentido conmemorativo, puesto en juego (mantenido, transformado) durante el curso de eventos grupales de ocupación de estos espacios de importancia pública. Se sostiene que, junto a las infraestructuras para la molienda (bases pasivas sobre rocas inmóviles), el arte rupestre y las tumbas contribuyeron a la significación de estos lugares, dirigiendo la construcción comunitaria desde la memoria y las apelaciones al pasado del grupo. No obstante, en el largo plazo también se habrían producido manipulaciones activas de esta memoria, en acompañamiento de sucesivos escenarios y coyunturas sociopolíticas.
Sociedades originarias locales durante el período Prehispánico Tardío
Las sociedades del período Prehispánico Tardío protagonizaron numerosas transformaciones en sus modos de vida y formas de organización; no obstante, se reconocen claras líneas de continuidad con el pasado. Entre estas pautas tradicionales se destaca el énfasis económico en las actividades de la caza y la recolección, en la movilidad como medio de articulación de los diferentes microambientes serranos y en el aprovechamiento de las variaciones espaciales y estacionales en la disponibilidad de los recursos silvestres. Para dicha estructura fueron fundamentales los mecanismos de fusión-fisión estacional, con una fase de agregación estival en campamentos a cielo abierto en piedemontes y fondos de valle (recolección de frutos chaqueños y caza menor), complementada con una fase de dispersión por los faldeos y las cumbres de las Sierras Grandes (caza mayor), extendida entre los meses otoñales y de invierno (Figura 1). Los datos disponibles señalan la vigencia de este tipo de mecanismo desde fines del Holoceno medio y comienzos del tardío, ca. 2500-2000 a. C. (Rivero, 2009). Fuera de estos aspectos, otras líneas de continuidad con el pasado abarcaron determinadas formas culturales y tradiciones tecnológicas. Sin embargo, es preciso detenerse en dos innovaciones decisivas. Por un lado, el desarrollo de cultivos de pequeña escala, con base en una variedad de especies domesticadas como el maíz (Zea mays), zapallo (Cucurbita sp.), porotos o fríjoles (Phaseolus spp.), quínoa (Chenopodium quinoa), papa (Solanum tuberosum) y batata o camote (Ipomoea batatas). Generalmente se trató de una producción a secano, en parcelas con mí- nimos acondicionamientos, cuyo cuidado no alteró los esquemas de movilidad, en el marco de una subsistencia básicamente apoyada en la caza-recolección. Se han notado variaciones microrregionales en las asociaciones de plantas cultivadas, con implicaciones relativas al tipo de vínculo con la tierra, la estacionalidad de las ocupaciones en los campamentos base y los patrones locales de movilidad (Pastor y Berberián, 2014; López, Medina, Pastor, y Recalde, 2016; Medina, Pastor y Recalde, 2016).
Una segunda transformación significativa fue la ampliación de las áreas colonizadas y de los circuitos de movilidad. Destacamos el caso de las sierras del extremo occidental de Córdoba (Altautina, Pocho, Guasapampa, Serrezuela), con una particular trama de colonización y construcción territorial en una frontera compartida (negociada, disputada) con poblaciones vecinas de los llanos de La Rioja, asentadas a unos 90-120 km hacia el oeste (ver nuevamente figura 1). Diversas líneas convergen para sugerir procesos de integración a nivel comunitario, con una cierta tensión entre mecanismos de centralización y fragmentación política, además de la construcción de identidades locales y la participación de los diversos grupos en redes de intercambios extrarregionales. Hacia fines del período Prehispánico se habría desarrollado una compleja dinámica social, con la configuración de paisajes multiculturales, en parte condicionados por flujos migratorios desde regiones vecinas (Montes, 2008; Pastor y Boixadós, 2016; Pastor y Tissera, 2016).
Celebración colectiva durante el período Colonial Temprano
Las fuentes escritas del período de conquista e instalación del régimen colonial advierten sobre la importancia de ceremonias y rituales colectivos en la vida comunitaria de los pueblos originarios locales. Estas ocurrían en diferentes lugares y momentos del año, con motivaciones diversas, aunque se destacan las congregaciones estivales relacionadas con la recolección de la algarroba (Prosopis spp.), un fruto con el que se preparaban comidas y bebidas fermentadas. Incluso las ordenanzas del oidor Alfaro, dictadas en el año 1612, preveían especiales recaudos para el control social durante el llamado “tiempo de la algarroba” (Piana de Cuestas, 1992).
Numerosos testimonios informan sobre redes de parentesco y acuerdos políticos que articulaban a los diferentes pueblos de las serranías, en parte sancionados o ratificados durante el curso de estas celebraciones. Como afirmaban litigantes en procesos judiciales, “es publico e notorio en esta tierra que se juntan los yndios de unos pueblos con otros a comer y en sus juntas y cazaderos y para las guerras y para esto tienen sus conozidos y parientes” (Archivo Histórico de Córdoba -AHC-, Escribanía 1 - E1-, Legajo 2 -L2-, Expediente 2 -E2-, año 1587; Piana de Cuestas, 1992: 50). Además de ámbitos para la articulación política y canales para la circulación/ reproducción de formas culturales, los festines fueron instancias fundamentales para la afirmación o transformación de las estructuras y jerarquías sociales. Según los testimonios en otro proceso, don Gonzalo Pituninaure “era cacique de todo el valle de Ziton y en las juntas y fiestas los respetaban los indios y demás curacas y en los asientos le daban el asiento de curaca y por tal era tenido y veía este testigo [viejo cacique cuando declaraba] que [Pituninaure padre] tenía al dicho Gonzalo por su hijo y como tal lo trataba y respetaba” (este era su heredero y entonces era sólo un niño; AHC, E1, L70, E6, año 1636-37; Montes, 2008: 62).
La información sugiere acciones de oposición o resistencia al orden colonial, en estrecha relación con estos festines, así como la ocasional afirmación/valorización de roles y posiciones femeninas. En este terreno sobresalen los datos del AHC, E1, L50, E2, año 1620, en que se describen rituales colectivos llevados a cabo en el pueblo de Quilino, en el norte de Córdoba (Castro Olañeta, 2006). De acuerdo con esta fuente, los habitantes del pueblo solían practicar ceremonias oficiadas por mujeres ancianas vestidas con “pellejos de tiguere” (Panthera onca) y secundadas por indios que danzaban a su alrededor. Se trataría de rituales de transmutación humano-felino, extendidos entre numerosos pueblos originarios sudamericanos y conectados con la base chamánica que definía su religiosidad (Pastor et al., 2015a). Se destaca que estas celebraciones colectivas, protagonizadas por indias viejas, solían dedicarse a niñas que entraban a la pubertad.
Materialidad y prácticas sociales en torno a la molienda colectiva
En toda la región serrana de Córdoba se verifica un uso extendido de soportes rocosos, portátiles o inmóviles, como bases pasivas para la molienda. Se trata de diferentes tipos de superficies y oquedades donde se practicaron acciones como golpear, machacar, triturar o pulverizar, aplicadas con manos de piedra o madera para el procesamiento de una variedad de sustancias intermedias, generalmente productos alimenticios de la recolección o el cultivo (Figura 2).
Estas bases de molienda se presentan casi siempre en un bajo número por sitio, lo cual justifica su vinculación con una escala doméstica de participación, o con instancias limitadamente inclusivas, restringidas a pocos usuarios. Sin embargo, en algunos lugares puntuales, distribuidos por diferentes áreas y tipos de ambientes de las sierras, el mayor número de superficies u oquedades sobre soportes rocosos fijos (conservadas en condiciones de uso) sugiere instancias de mayor agregación, conectadas con un nivel o esfera comunitaria (Pastor, 2015). Ocasionalmente, los útiles pudieron ser empleados simultáneamente por veinte, treinta, cincuenta y aún más personas. Dicha participación se vincula con la preparación de grandes volúmenes de comidas y bebidas, más tarde consumidas en contextos celebratorios en el mismo lugar o en sus inmediaciones. Estos sitios específicos se definen como espacios de importancia pública, a partir de las mejoras e inversiones que significaron las infraestructuras para la molienda, capaces de condicionar las reocupaciones en el largo plazo. Es oportuno señalar que, más allá de las Sierras Centrales de Argentina, se identifican contextos arqueológicos similares en regiones vecinas de los Andes meridionales y centro-sur (Giovannetti, 2009; Babot, 2016).
Los residuos asociados a nivel superficial, y en algunos sitios en depósitos estratificados (artefactos líticos, fragmentos cerámicos, restos faunísticos, etc.), señalan que diversas prácticas de procesamiento/consumo ocurrían junto con la molienda. O dicho en otros términos, que la molienda no representaba más que una fase de la preparación y el consumo alimenticio en el lugar, cuyo reconocimiento resulta favorecido por particulares condiciones de conservación y visibilidad arqueológica.
El contexto mejor conocido corresponde al sitio Arroyo Talainín 2, localizado en el área de los volcanes de Pocho, en el sector central del Valle de Traslasierra (ver nuevamente figura 1). La infraestructura de molienda es la más destacada del valle, con morteros profundos posiblemente usados de manera simultánea por 52 personas (Pastor, 2015). Estos útiles pueden sumarse a las instalaciones de dos sitios cercanos, Arroyo Talainín 3 (24 posibles usuarios simultáneos) y Cañada de Salas 2 (20 posibles usuarios), lo que define el perfil marcadamente comunitario de la ocupación prehispánica del área entre los cerros volcánicos. A partir de excavaciones entre los bloques rocosos con oquedades de mortero, se obtuvieron fechados radiocarbónicos que indican que la ocupación del lugar comenzó hacia los siglos x-xii, extendiéndose durante el período Prehispánico Tardío final para luego interrumpirse con la conquista española (Pastor, 2007; Medina, Pastor, Apolinaire, y Turnes, 2011).
El conjunto arqueofaunístico es el más abundante para este período en toda la región central de Argentina, lo cual indica la preparación y el consumo de grandes volúmenes de alimentos (Medina, 2014). Los restos más comunes corresponden a fragmentos de cáscaras de huevos de ñandú (Rhea americana) y ñandú petiso o choique (Rhea pennata), aparentemente cocinados junto a fogones. La presencia de ambas especies sugiere posibles áreas diferenciadas de aprovisionamiento, en cualquier caso, a cierta distancia del sitio (entre 20 y 80 km), además de ocupaciones centradas entre fines de la primavera y comienzos del verano, época de postura y anidación de estas aves. También fue significativo el transporte y posterior consumo de partes anatómicas de ungulados, en especial guanacos (Lama guanicoe) y venados de las pampas (Ozotoceros bezoarticus). Se ha observado una alta proporción de unidades anatómicas de alto rendimiento, con abundante carne asociada al hueso, incluyendo partes axiales (columna, costillares) que suelen escasear en los contextos domésticos de los campamentos a cielo abierto (Medina y Pastor, 2012). Por su parte, la fauna menor (disponible en el entorno local) fue poco incorporada, excepto los armadillos (Chaetophractus spp.).
Otro contexto significativo procede del Alero Tala Huasi, un sitio localizado en el sur del Valle de Punilla (ver nuevamente figura 1). En este caso, la presencia de un pequeño abrigo rocoso con depósitos estratificados, cercano a un conjunto de once superficies de molienda a cielo abierto (molinos o conanas), permitió establecer una secuencia ocupacional, así como conocer algunas pautas de acceso a los recursos y el consumo (Pastor y Medina, 2013). Como Arroyo Talainín 2, el sitio comenzó a ser frecuentado hacia los siglos x-xii d. C., con visitas periódicas repetidas durante el período Prehispánico Tardío final. Pero a diferencia de aquel, estas persistieron durante el período Colonial Tardío, aproximadamente hasta mediados del siglo xvii. El consumo faunístico en tiempos prehispánicos incluyó huevos de ñandú, lo cual indica la recurrencia de ocupaciones hacia fines de primavera o comienzos de verano. También se introdujeron partes anatómicas de guanacos y venados de las pampas, especies que habitaron en entornos de vegetación abierta, en el rango de los 20-50 km del sitio. A diferencia de Arroyo Talainín 2, se consumieron numerosas especies de fauna menor, disponibles en el medio local: armadillos (Chaetophractus vellerosus, Dasypus sp.), roedores como tuco-tucos (Ctenomys sp.), aves como perdices (Tinamidae), reptiles como lagartos (Tupinambis sp.), anfibios (Anura) y diferentes tipos de peces (Hoplias malabaricus, Oligosarcus jenynsii, Prochilodus lineatus).
En cuanto a las ocupaciones del período Colonial Tardío, se observa una marcada continuidad tecnológica con el pasado prehispánico, sin la introducción de ningún tipo de objeto indicativo del contacto con los europeos. Sin embargo, el conjunto arqueofaunístico da cuenta de las profundas transformaciones del período. Nos interesa destacar: 1) el frecuente aprovechamiento de huevos de ñandú, lo cual muestra continuidades con el pasado, en lo referido al acceso a territorios y recursos, estacionalidad de las ocupaciones y mantenimiento de tradiciones culinarias; 2) el acceso a ungulados (guanacos, venados de las pampas), que al igual que los ñandúes habitaban en entornos de vegetación abierta a cierta distancia del sitio; 3) la explotación de especies locales de fauna menor, que también formaban parte de la alimentación prehispánica en el lugar (armadillos, roedores, lagartos, aves, anfibios, peces); 4) el consumo de especies locales del monte chaqueño, previamente no incorporadas, lo cual indicaría una explotación más intensiva del medio (Mazama guazoupira, Pecari tajacu, Lagostomus maximus); y 5) en último lugar, pero de forma significativa, la introducción masiva de especies de ganado euroasiático, en especial ovicápridos y en menor medida équidos, vacas (Bos taurus) y cerdos (Sus scrofa). La continuidad de las ocupaciones del sitio, con numerosas líneas de persistencia con el pasado prehispánico, más la incorporación selectiva de bienes de origen exótico, es interpretada en clave de resistencia y oposición a las relaciones de dominación colonial, a través del mantenimiento de rituales colectivos, la no admisión de pautas culturales extrañas al universo originario y el robo de ganado a los conquistadores (Pastor y Medina, 2013).
Además de depósitos estratificados, algunos sitios conservan otras materialidades conspicuas como obras de arte rupestre y sepulcros en posiciones elevadas, que habrían actuado como referentes colectivos y contribuido, junto a las infraestructuras para la molienda, a la significación de los lugares que los contienen. Enfocaremos este problema a partir de casos del sur del Valle de Traslasierra.
Espacio público y referentes colectivos
El presente análisis se basa en vestigios materiales interpretados como referentes colectivos y vinculados espacialmente con infraestructuras para la molienda, en tres sitios o localidades arqueológicas del sector meridional del Valle de Traslasierra. El primero corresponde a la Quebrada del Toro Muerto (QTM), un emplazamiento a cielo abierto junto a un arroyo permanente y a un grupo de aleros rocosos, al pie de las Sierras Grandes, a 1.160 msnm (ver nuevamente figura 1). Además de nueve oquedades de mortero, la infraestructura de molienda comprende 35 molinos planos de gran tamaño, con las mayores dimensiones medias registradas en toda la región (Pastor, 2015). Su presencia sugiere la repetición de eventos de agregación en el lugar para el procesamiento de grandes volúmenes de productos reducidos a harina, así como la posterior preparación de comidas y/o bebidas. Los variados residuos que se observan en la superficie del terreno y en torno a algunos pozos de saqueo indican actividades de procesamiento y consumo alimenticio. En todos los casos, estos materiales sugieren que los eventos de ocupación se concentraron durante el período Prehispánico Tardío. Interesa especialmente destacar al arte rupestre ejecutado sobre cinco paneles en un mismo alero. Las pautas estilísticas corresponden a la modalidad B del arte regional (Pastor, 2012), con predominio de las técnicas de grabado, elección de soportes de alta exposición en el paisaje y temas basados en motivos zoomorfos como camélidos (variedad B1), o en antropomorfos con aditamentos y motivos no figurativos (variedad B2).
En segundo lugar, la localidad arqueológica Achalita (ACH) se ubica en las cumbres de una pequeña cadena serrana, a 1.050 msnm, con presencia de formaciones boscosas y un significativo reservorio hídrico (ver nuevamente Figura 1). Este consiste en cuatro pozos encadenados en un cauce rocoso, que suelen conservar agua aún en años de sequía, cuando las restantes fuentes de la serranía se agotan. Precisamente, la infraestructura de molienda se distribuye en las proximidades de estos pozos, incluyendo morteros profundos que pudieron ser utilizados de manera simultánea por 23 personas (Tissera, 2014). En diferentes sondeos en depósitos estratificados se recuperaron residuos relacionados con el procesamiento y consumo de alimentos. Las características ergológicas corresponden al período Prehispánico Tardío, en tanto que los restos faunísticos más frecuentes incluyen cáscaras de huevos de ñandú, placas dérmicas de armadillos y partes anatómicas de ungulados como camélidos (Rivero, Medina, Recalde y Pastor, 2010). Además de constituir la mayor concentración de útiles de molienda en la serranía, los aleros y oquedades adyacentes a los pozos de agua conservan el conjunto más numeroso de grabados rupestres del sur de Traslasierra. Junto a las técnicas de ejecución, se destaca la elección de soportes de alta exposición y los repertorios basados en figuras de zoomorfos como camélidos (variedad estilística B1) o en antropomorfos acompañados por motivos no figurativos (variedad B2).
Finalmente, la localidad arqueológica Resfaladero de los Caballos (RC) se ubica en el tramo medio del arroyo Cañada Larga, en un entorno boscoso cercano al pie de las Sierras Grandes, a 970 msnm (ver nuevamente Figura 1). En afloramientos rocosos en los alrededores de una juntura de arroyos, entre los que se incluye un conjunto de pequeñas cuevas y aleros, se dispone una infraestructura para la molienda colectiva, a través de oquedades de mortero que pudieron ser usadas simultáneamente por 17 personas (en menor número también se identifican molinos planos). En diversos puntos de la superficie del terreno y en barrancas junto a los arroyos se observan abundantes residuos que indican ocupaciones concentradas en el período Prehispánico Tardío, a juzgar por las características ergológicas de los materiales. También se registran restos faunísticos de ungulados, placas dérmicas de armadillos y cáscaras de huevos de ñandú. Aun existiendo soportes adecuados, el arte rupestre no fue un medio escogido durante el proceso de construcción/significación de la localidad. En su lugar se destaca un sepulcro elevado en el frente de una cueva, en una posición expuesta capaz de conferir una alta visibilidad a la estructura de contención de los restos humanos.
Arte rupestre como obras “cerradas” y “abiertas”
Junto a sus aspectos formales, técnicos y contextuales, nos interesa una aproximación al arte rupestre de QTM y ACH que contemple el vínculo entre imágenes y agentes humanos desde una perspectiva temporal. Se entiende que los sucesivos ocupantes de ambos lugares fueron diferencialmente interpelados por dichas imágenes, por su alteridad proveniente del pasado, lo que pudo provocar distintas percepciones y actitudes (comprensión, indiferencia, respeto, rechazo, etc.).
De este modo, es posible agrupar un primer conjunto de paneles con motivos únicos o con más de un motivo, sin que se noten entre ellos diferencias técnicas o en cuanto a la coloración de las pátinas, que resulten indicativas de momentos diacrónicos de ejecución. Se trataría de ejecuciones únicas o dadas en un lapso acotado, insuficiente para que se oscureciera la pátina de los motivos más antiguos. Es en este sentido que hablamos de “obras cerradas”, en que los roles de observación habrían sobrepasado largamente a aquellos ligados a la confección de las imágenes. En el caso de QTM, se incluyen dos paneles sobre un total de cinco (números 2 y 3), mientras que en ACH serían ocho sobre un total de 18 (A2, A3, C, D, G2, I, K y L).
Los paneles restantes integran dos o más motivos ejecutados en momentos sucesivos, como indican las superposiciones, las diferencias técnicas y/o las tonali- dades de las pátinas. En contraste con las anteriores, estas “obras abiertas” habrían admitido con mayor frecuencia roles activos de reintervención, con dos alternativas principales: 1) la ratificación/ampliación de la temática original, con el agregado de nuevos motivos afines a los preexistentes; y 2) el cambio temático, con la incorporación de figuras que modificaron sensiblemente la asociación original, incluso con eventuales superposiciones.
En el panel 4 de QTM se observa el primer tipo de trayectoria, con una asociación inicial de camélidos y motivos circulares, aumentada a lo largo del tiempo con el agregado de nuevas figuras similares; también se aprecia durante las primeras etapas de producción del panel 1, cuando se sumaron figuras de camélidos y motivos no figurativos, ejecutados con técnicas de pintura y grabado. Sin embargo, en el último momento se incorporó un antropomorfo muy esquemático, con adorno cefálico, que discontinuó el sentido de la asociación previa (Figura 3). Por su parte, en el panel 5, una asociación original de camélidos (más un motivo no figurativo de resolución lineal) fue parcialmente superpuesta con el agregado de tres círculos con punto central, que discontinuaron el tema inicial (Figura 4).
En el caso de ACH, se destaca la continuación/ampliación de las temáticas originales en los paneles A1 y H, con el agregado de motivos definidos como cabezas con adornos y adornos cefálicos aislados (sin indicación del contorno de la cabeza; Figuras 5 y 6).
La secuencia de resignificación o cambio temático más notoria se observa en el panel E1-UTII, sobre el frente del alero de mayor tamaño y exposición de la localidad. Durante momentos sucesivos, la temática original fue aumentada o continuada con la incorporación de nuevos motivos zoomorfos y no figurativos de resolución lineal. Sin embargo, el agregado final de un antropomorfo con indicación de sexo y adorno cefálico modificó apreciablemente el sentido de la asociación previa (Figura 7). Este tipo de trayectoria recuerda el panel 1 de QTM, así como lo observado en otros sitios del occidente de Córdoba (Pastor, 2012; Pastor, Recalde, Tissera y Ocampo, 2015b).
Contexto funerario de Resfaladero de los Caballos
El sepulcro de RC consiste en una estructura en positivo, construida a nivel del suelo en la entrada de una cueva ubicada en una posición elevada dentro de la localidad, que le confiere una alta visibilidad. En primer término, se delimitó con grandes rocas un área subcircular de 1,2 m diámetro, donde se colocaron los restos de un individuo (E-1) para luego taparlos con rocas planas y tierra, hasta formar una estructura tumular. Este tipo de construcción contrasta con casi todas las tumbas prehispánicas conocidas de las Sierras de Córdoba, consistentes en simples fosas en el suelo (estructuras en negativo), sin delimitaciones laterales. Con posterioridad, en un segundo evento funerario se procedió a la apertura del sepulcro y a la inhumación de otro individuo (E-2), para luego taparlo y, en apariencia, no volver a abrirlo nuevamente (Figura 8; Díaz, 2016).
E-1 corresponde a un entierro primario simple, en posición lateral izquierda. Estaban presentes y articulados el coxal, los tercios proximales de los fémures, las vértebras lumbares y las dorsales. En posición desarticulada y desplazada se encontraban el esternón y algunos fragmentos de costillas. Se destaca la ausencia de las vértebras cervicales, escápulas y cráneo (figura 9). Los restos resultaron insuficientes para la estimación del sexo y la edad. No obstante, el avance de osteofitos y la porosidad en las vértebras torácicas y lumbares sugieren un probable deterioro producto de la edad avanzada. Un fechado por AMS sobre colágeno óseo arrojó una edad de 3436 +/- 54 a. p. (AA104057; 1888-1623 cal a. C.).
E-2 también corresponde a una inhumación primaria simple, en este caso en posición dorsal. Se registraron las escápulas, los miembros superiores y el tronco (vértebras cervicales, dorsales y costillas), todos en posición articulada. Por su parte, el cráneo, caracterizado por una deformación de tipo circular, estaba desplazado con una ubicación sobre la escápula derecha (Figura 9). Los restos corresponden a un adulto joven (25-35 años de edad), de sexo masculino. Junto a las falanges de la mano derecha se colocó un recorte rectangular de mica. Un segundo fechado sobre colágeno óseo señaló para esta inhumación una antigüedad de 2982 +/- 53 a.
p. (AA104056; 1391-1045 cal a. C.). Las dataciones indican que esta construcción funeraria, con un papel central en la significación de una localidad utilizada para celebraciones colectivas durante el período Prehispánico Tardío, tenía un origen muy antiguo (más de dos veces milenario) y seguramente influencia en la definición de diferentes y sucesivos escenarios sociopolíticos.
Integración de datos y conclusiones
Los datos arqueológicos e históricos del período inmediatamente anterior y posterior a la conquista española indican que las celebraciones colectivas, practicadas por los pueblos originarios locales, desempeñaron un papel central en los procesos comunitarios. En efecto, habrían constituido ámbitos decisivos para la reproducción y transformación de las estructuras sociales, como sugiere su redefinición durante el período Colonial Tardío como espacios de resistencia u oposición a las relaciones coloniales (Castro Olañeta, 2006; Pastor y Medina, 2013).
Tales celebraciones son concebidas como prácticas de comensalismo, es decir, como rituales centrados en el consumo de comidas y bebidas, para un propósito u ocasión especial (Dietler, 2001). Se entiende que, a través de procedimientos normativamente regulados y aprendidos, las formas de producción, preparación y consumo de los alimentos desempeñaron un papel central en la construcción de las relaciones sociales, con implicación de aspectos de jerarquía, género o edad, entre otros. Específicamente, las prácticas comensales conformaron un espacio propicio para la creación y transformación de identidades, al producir sensaciones de pertenencia a un determinado colectivo, de compartir ciertas visiones o comprensiones, en un contexto de intensas vivencias personales y grupales.
Así, los rituales centrados en el consumo aportan elementos para la justificación o transformación de un determinado orden social, ya que constituyen medios decisivos para la creación, el mantenimiento o la subversión de las estructuras de poder. Durante el curso de los festines se generan compromisos y obligaciones, se conforman, afirman o diluyen alianzas o facciones, con la constitución de escenarios en que las relaciones sociales pueden ser exhibidas, naturalizadas, negociadas y, asimismo, desafiadas. La compleja polisemia del ritual hace que las prácticas comensales unan y dividan al mismo tiempo, que produzcan relaciones transversales y definan fronteras, generándose sentimientos de inclusión o exclusión. En efecto, cohesión y distancia social forman parte indisoluble de este tipo de prácticas (DeMarrais, Castillo y Earle, 1996; Dietler, 2001; Ikehara y Shibata, 2005; Janusek, 2005; Aranda Jiménez, 2008; Sardá Seuma, 2010; Mesía Montenegro, 2014; entre otros).
En este trabajo analizamos lugares definidos por su importancia pública para los grupos originarios locales. En estos sitios arqueológicos, además de restos del procesamiento/consumo alimenticio (producido en un marco festivo o celebratorio), se suelen conservar otros vestigios materiales interpretados como referentes colectivos (tumbas y arte rupestre). Entre otros aspectos destacamos su alta exposición visual, incluso para numerosas personas de manera simultánea. A partir de dicha condición y de su alta perdurabilidad debieron contribuir, junto a las infraestructuras para la molienda, a la significación de estos lugares y a su construcción con un sentido monumental (Criado Boado, 1993). Se trataría de dispositivos imbuidos de energías y cargas discursivas con consecuencias para los procesos comunitarios, a partir de apelaciones englobadas en el campo de la identidad y la memoria. De este modo, en su articulación con los sepulcros u obras de arte rupestre, las prácticas comensales sumaron un sentido específicamente conmemorativo. La repetición pautada del ritual habría contribuido activamente a la construcción de la memoria social, incluyendo su eventual transmisión, invención o transformación, así como su eliminación u olvido (Jones, 2007; Mills y Walker, 2008; Moore, 2010; Peterson, 2013).
Hacia fines del siglo xvii, la memoria de los campesinos serranos conservaba referencias sobre el significado de antiguos sepulcros en posiciones elevadas, con relación a la territorialidad ejercida por los “pueblos de indios” prehispánicos. Así, por ejemplo, en pesquisas efectuadas en un litigio por tierras del Valle de Calamuchita, se pudo establecer que
[…] el asiento y pueblo de Guaypulo y por otro nombre Iluimin […] cuya ubicación, según se averiguó y por testigos antiguos y baqueanos de aquella tierra, tenía por centro una sepultura antigua de indios en la forma de un globo saliente de tierra, el cual está en una loma alta desde donde se descubren todas las circunferencias de aquella tierra, de una sierra a otra […] (AHC, E3, L24, E7, año 1689). (Montes, 2008)
Precisamente, con relación al contexto funerario investigado en la localidad arqueológica RC, nos interesa rescatar esta noción de sepulcros altamente visibles, en posiciones topográficamente elevadas, construidos como estructuras en positivo, de tipo tumular (“globos salientes de tierra”), actuando como referencias territoriales y comunitarias. La tumba de RC se encuentra en el sitio de mayor importancia pública del área de Cañada Larga, una pequeña cuenca de 6 km de recorrido en torno a la cual se distribuyen restos arqueológicos de campamentos a cielo abierto y que bien pudo constituir un antiguo territorio local, con márgenes definidos y centro en la mencionada sepultura. La información contextual justifica definirla como un monumento funerario, con un profundo significado y agencia para la identificación/integración comunitaria, y para el tiempo de la conquista española, con un origen que se remontaba a un pasado remoto.
El conjunto de elementos sugiere un marco ideológico focalizado en la “ancestralidad”, con un protagonismo de los ancestros en la conformación de grupos que se conciben como descendientes, así como en la legitimación de sus estructuras sociopolíticas, incluyendo pretensiones y derechos territoriales (Isbell, 1997; Hastorf, 2003). La creación de la comunidad, así como la experimentación de lo social a través del ritual, habrían girado alrededor de las potencias ancestrales. En este marco, ancestros y descendientes asumirían obligaciones recíprocas, relativas al cuidado mutuo, así como al territorio y sus recursos. Estas entidades encarnarían o establecerían un vínculo especial con diferentes tipos de objetos y lugares (restos humanos, sepulcros monumentalizados, aguadas, cerros, rocas, cuevas), que contenían fuerzas capaces de propiciar la fertilidad y la regeneración. Así, en el contexto de los rituales colectivos, se entremezclaban comunidad, memoria y territorio (Hastorf, 2003).
En lugares como QTM y ACH, donde hasta ahora no detectamos sepulcros, las potencias ancestrales pudieron materializarse en determinados rasgos del paisaje, por ejemplo, rocas destacadas, morteros o pozos de agua, así como en imágenes rupestres distribuidas por los alrededores (Figuras 10 y 11). Entre estas últimas sobresalen antropomorfos con aditamentos (v. g. con adornos cefálicos), mascariformes y adornos cefálicos aislados, con significados presumiblemente ligados al campo de la “ancestralidad”. De este modo, las locaciones y los objetos tratados en este aporte serían afines a las wak’as andinas, esto es, elementos materiales y emplazamientos diversos donde se encarnaban fuerzas sobrehumanas (Salomon, 1991; Moore, 2010; Janusek, 2015). Así, la construcción política y territorial durante el período Prehispánico Tardío habría promovido un cierto grado de sacralización del entorno. Los rituales que renovaban los vínculos comunitarios debieron interpelar a los grupos desde su pasado y memoria compartida, a través de alusiones a entidades ancestrales y a hitos de un paisaje sacralizado.
Diversos indicadores sugieren la larga perduración de estos rituales y referentes, entre ellos la antigüedad del sepulcro de RC, la potencia y las dataciones de depósitos estratificados, la diacronía en la ejecución de algunas obras de arte rupestre o la utilización a largo plazo de las infraestructuras de molienda. Por ello, en términos de prácticas, objetos y representaciones, los rituales de comensalismo habrían tenido antecedentes previos al período Prehispánico Tardío, así como una cierta persistencia durante el período Colonial Tardío (Castro Olañeta, 2006; Montes, 2008; Pastor y Medina, 2013; Pastor et al., 2015b).
La interrupción de los eventos funerarios en torno al sepulcro de RC, o en otros casos la limitada reintervención en el arte rupestre de QTM y ACH (“obras cerradas”), señalarían un predominio en el tiempo de roles que no alteraron materialmente a los mencionados referentes. Sin embargo, durante el extenso período abarcado, los cambios y contingencias del escenario sociopolítico se pudieron traducir en participaciones ocasionales más activas. En un momento temprano, el sepulcro de RC fue abierto para acoger los restos de un segundo individuo, mientras que, en momentos posteriores, sucesivos visitantes de QTM y ACH agregaron figuras grabadas a paneles que ya contenían imágenes previas (“obras abiertas”).
Este tipo de acciones sugiere la manipulación de la memoria social. Eventualmente, el curso de las prácticas conmemorativas pudo implicar la imposición de olvidos y/o de nuevos significados, como señalarían las trayectorias de cambio temático en algunas obras de arte rupestre. En otros contextos se producirían esfuerzos de conservación o mantenimiento, a través de la continuidad temática en el arte o la perduración de tradiciones culinarias, como se observó en Arroyo Talainín 2 durante el período Prehispánico Tardío (Pastor, 2007; Medina et al., 2011), o durante el tránsito entre el período Prehispánico Tardío y el período Colonial Tardío en el Alero Tala Huasi (Pastor y Medina, 2013). En ocasiones se habría ape- lado al pasado, a la tradición, como factor de legitimación en el presente, mientras que en otras la resignificación, la nueva afirmación, sería solidaria de proyectos o construcciones parcialmente fundadas en los discursos del pasado, pero ajustados a escenarios novedosos.
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Notas