Investigación

Asentamientos prehispánicos en un área interfluvial del piedemonte amazónico, vereda La Ruidosa, Orito-Putumayo12

Interfluvial Prehispanic Settlements in an Area of the Amazonian Foothills, La Ruidosa Pathway, Orito-Putumayo

Assentamentos pré-hispânicos em uma área Inter fluvial do piemonte amazônico, vereda La Ruidosa, Orito-Putumayo

Colonies préhispaniques dans une zone interfluve du piémont amazonien, vereda La Ruidosa, Orito-Putumayo

Juan Carlos Rubiano-Carvajal
École Pratique des Hautes Études, Francia

Asentamientos prehispánicos en un área interfluvial del piedemonte amazónico, vereda La Ruidosa, Orito-Putumayo12

Boletín de Antropología, vol. 32, núm. 54, pp. 252-275, 2017

Universidad de Antioquia

Recepción: 08 Enero 2017

Aprobación: 25 Mayo 2017

Resumen: A partir de un estudio regional realizado en un área interfluvial en el piedemonte amazónico, se muestra cómo esta región fue ocupada durante el Período Tardío (entre los siglos vii y xvi d. C.1), identificado por la existencia de cerámica corrugada. En dicha área se puede evidenciar la presencia de agrupaciones de unidades residenciales, lo que demuestra que no sólo las zonas de várzea fueron ocupadas en épocas prehispánicas, sino que en las zonas altas e interfluviales fue posible la concentración de población.

Palabras clave: Orito, piedemonte, asentamiento prehispánico, cerámica corrugada, arqueología amazónica.

Abstract: From a regional study in an interfluvial area in the Amazonian foothills it is shown that this region was occupied during the Late Period (between the seventh and sixteenth centuries AD), this was initially identified by the presence of corrugated pottery in the above defined area. The study demonstrates the presence of clusters of residential units, furthermore the study shows that population concentrated not only in the floodplain areas but also at high and interfluvial areas during prehispanic times.

Keywords: Orito, Amazonian foothills, prehistoric settlement, corrugated pottery, Amazonian archeology.

Resumo: Baseando-se num estudo regional feito em uma área Inter fluvial no piemonte amazônico, mostra-se como esta região foi ocupada durante o Período Tardio (entre os séculos VII e XVI d.C), identificado pela existência de cerâmica corrugada. Na área se pode evidenciar a presença de agrupamentos de unidades residenciais, o que mostra que não só as zonas de várzea foram ocupadas em épocas préhispânicas, mas também que nas zonas altas e Inter fluviais foi possível a concentração de população.

Palavras-chave: Orito, piemonte, assentamento pré-hispânico, cerâmica corrugada, arqueologia amazônica.

Résumé: A partir d’une étude régionale menée dans une zone interfluve dans le piémont amazonien, on montre comment cette région a été occupée pendant la période tardive (entre le septième et le seizième siècle D.C. [1]), identifié par l’existence de céramique ondulée. Dans cette zone, il est possible mettre en évidence la présence des groupes d’unités résidentielles, ce qui démontre que n’est pas seulement les zones de várzea qui étaient occupés à l’époque préhispanique, mais la concentration de population a été aussi possible dans les zones hautes et interfluves.

Mots-clés : Orito, piedmont, règlement préhispanique, poterie ondulée, archéologie amazonien.

Introducción

La ocupación humana de la región amazónica ha sido objeto de interés y debate desde finales de los años cuarenta del siglo pasado. Steward (1949) afirma que las limitaciones ambientales de la Amazonía imposibilitaban la producción de excedentes, lo que no permitía el desarrollo y sostenimiento de sociedades estratificadas; el autor manifiesta que las zonas próximas a grandes ríos, donde la caza, la pesca y la agricultura se pueden desarrollar, fueron ocupadas por sociedades con mayor desarrollo, en comparación con las áreas interfluviales ocupadas por cazadores recolectores.

En esta misma línea se encuentra Meggers (1976, 1999), que distingue entre tierra firme y várzea: la primera tiene un potencial agrícola limitado, está ocupada por sociedades sedentarias pero con alta movilidad (debido a la estacionalidad de los alimentos de origen vegetal y a la movilidad de los animales, deben trasladarse periódicamente para evitar sobreexplotar el medio), con densidades de población bajas y controladas, y un reducido número de viviendas se agrupan en torno a un área delimitada. La segunda zona cuenta con suelos de buena calidad, producto de un limo fértil proveniente de los Andes, lo que la hace una zona ideal para la agricultura (pues no disminuye su fertilidad por más que se explote permanentemente); los ocupantes de esta región almacenan productos y viven en grandes aldeas, en comunidades con altas tazas de población.

En esta misma línea, Roosevelt (1991) afirma que los grupos que habitaron los bordes de los grandes ríos se caracterizaban por altas densidades de población, aldeas de gran tamaño, agricultura intensiva y sistemas políticos jerarquizados, responsables de organizar la producción y redistribución de recursos. Para Barreto (2006), en la Amazonía central la población se organizó en aldeas grandes, sedentarias y agrícolas a pesar de las pobres condiciones del suelo para la agricultura; la producción de yuca y maíz pudo sostener asentamientos densos de hasta 2.000 personas, que vivían en asentamientos medianos de hasta 10 ha y grandes de más de 30 ha. La presencia de bienes exóticos evidencia diferencias entre aldeas y unidades domésticas, lo que es indicio de jerarquización.

Si para estos dos autores el punto focal es la producción agrícola, Schaan (2010) pone el acento en los recursos del río; para ella, los cacicazgos amazónicos se desarrollaron a partir de la pesca intensiva, lo que dio la posibilidad a los grupos de parentesco de producir y controlar excedentes. La competencia que ello desató generó un proceso de jerarquización. En los cacicazgos amazónicos, las estrategias de ocupación del espacio y la cultura material surgen del domino de vastas áreas bajo un mismo régimen político; ellas emergen a partir de una transformación de la relación con el medio circundante, de la manipulación intencional del paisaje, para intensificar la explotación de recursos acuáticos.

Denevan (1996) propone un modelo de complementariedad entre la várzea y la tierra firme, denominado bluffs; así, la mayor parte del asentamiento no estaría en la llanura de inundación, sino en las cimas de las partes altas adyacentes a los ríos. Las grandes inundaciones impedirían a las sociedades establecidas en la várzea depender únicamente de este ecosistema para la agricultura. La subsistencia era una multiestrategia que utilizaba la playa de inundación para cultivos (por la calidad de los suelos) y para obtener la fauna acuática, en combinación con la caza y jardines más estables en los bordes de las partes altas (pese a la pobreza del suelo). Sin embargo, la ocupación de estas áreas fue esporádica, los grandes asentamientos se ubicaron donde los ríos principales se conectaban contra los riscos.

Si bien Lathrap (1970) manifiesta que las zonas ribereñas presentan las características adecuadas para el desarrollo de la sociedad dado el potencial productivo que tienen, él pone de relieve que las diferencias culturales entre los grupos ribereños e interfluviales pueden ser definidas en términos de elementos culturales compartidos y no como modelos uniformes. Para él, la vida fue sustentada en las dos zonas a partir del cultivo intensivo de raíces y granos, de la explotación de recursos acuáticos y de caza, teniendo en cuenta que espacios delimitados pueden tener una vocación productiva diferente frente a una adyacente. En cuanto a la caza, Gross (1975) diferencia tres tipos de hábitat: el ribereño, donde abunda la fauna y los suelos son fértiles; los interfluviales, con un suelo y una fauna limitada; y los de sabana, con suelos muy pobres y densidades de fauna muy bajas.

Los datos de estos autores y de otros que han trabajado en la Amazonía y su piedemonte se centran en datos etnográficos e históricos, así como en cortes y en excavaciones en áreas abiertas de la selva, que por lo general coinciden con espacios abiertos por las poblaciones contemporáneas que ocupaban un territorio (en la mayoría de los casos, situadas al borde de los ríos por ser las zonas más accesibles, dado que estos son los medios tradicionales de comunicación en la región).

La pregunta de base en esta investigación fue: ¿Dónde vivía la gente? El objetivo de este documento es analizar el patrón de dispersión de sitios arqueológicos en un área interfluvial de la vereda La Ruidosa, municipio de Orito-Putumayo, con el fin de determinar el patrón de ocupación prehispánico en la falda del piedemonte amazónico3 y correlacionar la localización de los sitios de asentamiento con el medio donde se localizan. En otras palabras, el interés es determinar si las áreas que no eran terrazas altas en bordes de ríos fueron ocupadas en el pasado, pues la posición de la mayoría de investigadores es que en estas áreas no existieron asentamientos permanentes. Lo primero que se debe señalar es el hecho de que todos los sitios arqueológicos identificados a la fecha en el municipio de Orito poseen cerámica del tipo corrugado, que es asociada al Período Tardío (o “desarrollo regional”, como se conoce en Ecuador); este tipo cerámico generalmente se asocia a asentamientos localizados en las terrazas altas al borde de los ríos (Uribe, 1980-1981).

El artículo se organiza en siete partes. Primero se presenta la cerámica corrugada y la región en que se encuentra, así como la zona de estudio y los datos arqueológicos del occidente del municipio de Orito. Posteriormente se describe la geomorfología del área de estudio y enseguida se caracteriza cada una de las cuatro zonas arqueológicas identificadas en el área de estudio y los sitios que la conforman. Luego se correlaciona su localización con el tipo de suelos donde se ubican. Al final se presentan unas apreciaciones generales.

El horizonte corrugado

El corrugado4 se caracteriza por la presencia de bandas sobre el cuello y/o el cuerpo de las vasijas; es un horizonte decorativo a base de rollos de arcilla dejados en el exterior y que dan un efecto de ondulación horizontal. En las ollas, la decoración se sitúa a nivel del cuello; la obliteración parcial de las bandas por presión sobre la pasta fresca es frecuente, así como el pellizcado regular y la impresión realizada con la uña o con un vegetal (Guffroy, 2006; Rostain y Saulieu, 2013). El corrugado se ha identificado en diversas regiones de Ecuador, principalmente en las cuencas de los ríos Chinchipe, Zamora, Santiago, Huallaga, Upano, así como en algunos de los valles interandinos como Loja (Guffroy, 2006), pero también se encuentra en Perú en el Valle de Ucayali (Lathrap, 1970) y en Colombia en el departamento de Putumayo (Uribe, 1980-1981). La cerámica del tipo corrugado se ubica cronológicamente entre el siglo vii y la Conquista. Dicha cerámica aparece con mayor frecuencia en las cuencas altas y las zonas de montaña, en tanto que hacia los grandes ríos y en área de várzea la cerámica es policroma (Guffroy, 2006, Rostain y Saulieu, 2013).

Cerámica corrugada.
Foto 1
Cerámica corrugada.
Fuente: tomadas por el autor.

Cerámica pintada asociada al corrugado
Foto 2
Cerámica pintada asociada al corrugado
Fuente: tomadas por el autor.

Los sitios de habitación asociados a la cerámica corrugada se caracterizan por la dispersión superficial de fragmentos cerámicos, distribuidos con baja densidad sobre un área de algunos cientos de metros cuadrados, a veces asociados con objetos de piedra. Existen, sin embargo, en algunas áreas, sitios más importantes y/o con una ocupación más larga que permiten poner en evidencia ocupaciones simultáneas o de larga duración (Guffroy, 2004). Las viviendas de quienes utilizaron la cerámica corrugada eran aisladas, su superficie no excedía los 80 m2, eran de forma elíptica y tenían varios fogones, algunos asociados a metates y cerámica; en las viviendas se encontraron restos de maíz, guaba, moras, capulíes y granadilla (Rostain, 1999; Rostain y Saulieu, 2013).

Múltiples trabajos han relacionado esta cerámica con grupos étnicos. Lathrap (1970) relaciona el corrugado con grupos de idioma pano; Rostain y Guffroy (2006) lo hacen con grupos jíbaro; Meggers (1982) con grupos tupi. Sin embargo, en el municipio de Orito el área de aparición del corrugado se relaciona con grupos siona y cofan (grupo lingüístico tukano occidental), hecho que impide hacer una correlación entre el corrugado y una familia lingüística. Como lo señala Guffroy (2006), la distribución de la cerámica corrugada no puede explicarse por el desplazamiento de un sólo grupo lingüístico y tampoco por difusión; al menos cinco subfamilias lingüísticas aparecen relacionadas con este estilo: arawak, jíbaro, panoan, tupi-guaran y tukano occidental.

Zona de estudio

El área de estudio, que cubre un área de 8,754 km2, está ubicada en zona rural del municipio de Orito, departamento del Putumayo (Figura 1), en la vereda La Ruidosa, que se caracteriza por ser un área de colinas. Dicha vereda limita al noroccidente con el municipio de Ipiales, región montañosa. Al norte y occidente del área de estudio está el río Churuyaco, al oriente la quebrada La Ruidosa y al sur la quebrada El Azul.

Zona de estudio.
Figura 1
Zona de estudio.
Fuente: SGS-ETSA (2016).

Hidrológicamente, esta zona pertenece a la cuenca del río Putumayo, microcuenca del río San Miguel. De este último es tributario el río Churuyaco, al cual rinden sus aguas las quebradas La Ruidosa, Amarilla, Agua Blanquita, Dos Que- bradas, El Duende y El Azul. La zona donde se realizó el estudio se caracteriza por ser selvática, pero en los bordes de la vía, en el centro poblado La Ruidosa y en el área de la Batería Churuyaco, predominan los pastizales.

Arqueología del occidente del municipio de Orito

Existen pocos estudios arqueológicos en el occidente de Orito. Sin embargo, se tiene información de la presencia de sitios arqueológicos en la zona de confluencia de las quebradas La Sardina, Cristalina y Guimba con el río Churuyaco (Romero, 2010; Aldana, 2011), así como en la cancha de fútbol del caserío Santa Rosa de Sucumbíos y sobre los bordes de los ríos Rumiyaco (como es el caso del área en torno del pozo Sucumbíos 1) y Churuyaco, sobre las quebradas Yageucupa, Inue y Simpenai, afluentes de los ríos anteriormente citados; en estos sitios se encuentra cerámica del complejo Mocoa/Corrugado (Alarcón, 2002; Aldana, 2011). En la vereda Valle de las Palmeras se encontraron tres sitios arqueológicos en los bordes del río Sucio, con material cerámico corrugado y artefactos líticos (Romero, 2009). Este último sitio es interesante porque es la zona más alta (montañosa) en la que se ha encontrado cerámica arqueológica en esta zona del país.5

En el área de estudio, en la vereda La Ruidosa, zona de influencia del pozo exploratorio Quriyana, se realizó una prospección, pero no se halló evidencia arqueológica; sin embargo, los pobladores de la zona señalan que en proximidades a este lugar hay sitios arqueológicos (García, 2008). En el costado oriental del área de estudio, a proximidad del río Churuyaco, zona de influencia del pozo Tinkhana 1, se encontró un sitio arqueológico; durante la elaboración del plan de manejo arqueológico se evidenció la existencia de una importante cantidad de elementos cerámicos corrugados y líticos (fabricados en chert, en areniscas de grano y en dioritas): estos se localizaron en terrazas aluviales y en colinas disectadas caracterizadas por tener suelos arcillosos y arcillo-arenosos (Nieto, 2010). Este sitio fue posteriormente objeto de cortes por González (2011), que en un área de 8 ha excavó 116 cortes de 1 m × 1 m, distanciados de 15 m el uno del otro (lo que implica que aproximadamente el 1% del sitio fue objeto de intervención arqueológica); en dichas excavaciones se encontraron evidencias de huellas de poste a 20 y 40 cm de profundidad. Para el investigador, la distribución espacial sugiere la existencia de siete sitios de habitación en esta zona; al parecer las viviendas fueron semicirculares y pequeñas (unifamiliares), con un diámetro promedio de 4 m. Para González (2011), las ocupaciones registradas en la zona corresponden a asentamientos emplazados en diferentes momentos y no a una aldea.

La poca información existente por el momento muestra que el occidente del municipio de Orito fue habitado por poblaciones prehispánicas en múltiples zonas. Sin embargo, quedan dudas sobre la dispersión de las áreas de ocupación y la localización de las mismas; se trata de vacíos que el presente documento busca llenar.

Geomorfología en el área de estudio

Desde el punto de vista espacial, la unidad geomorfológica más importante en el área de estudio es Planos y Colinas Suaves (Dpcs), y es en esta misma área donde se identificó el mayor número de sitios arqueológicos. Esta geoforma se caracteriza por ser un conjunto de lomas y colinas con cimas redondeadas, de elevaciones relativamente muy bajas (< 300 msnm), sobre las cuales han actuado los procesos erosivos, dejando laderas con poca disección; las laderas son cortas, con pendientes de entre 7-12%. El hecho de que las cimas de las colinas fueran amplias generó espacios adecuados para la instalación de viviendas; asimismo, la altura de los sitios y la pendiente de las colinas contribuye a que el agua lluvia corra hacia los bajos, lo que genera que las cimas de las colinas sean los espacios más adecuados para asentarse y cultivar; ello puede explicar por qué es en esta geoforma que se concentran los sitios de ocupación.

El área del asentamiento 1 (donde se localiza el sitio Tinkhana 1) se encuentra en la unidad geomorfológica Terraza Alta (Fta), que se caracteriza por ser un terreno con un nivel de elevación superior al cauce principal (río Churuyaco); se presenta como remanente de los depósitos aluviales, representa el nivel superior de las terrazas y, por ende, a las terrazas más antiguas; además, se encuentra disectada por corrientes fluviales y por corrientes de aguas lluvias que dan origen a geoformas de tipo denudacional. Por la proximidad con el río Churuyaco (el más importante del área) y las características del sitio (es plano) el lugar presenta buenas connotaciones para asentarse. La geoforma Escarpe de terraza (Det), es una terraza erosional de morfología denudacional, los taludes tienen pendientes mayores al 25% y está afectada por agentes erosivos; la geoforma Valle Aluvial (Fva) forma un valle encajado (Figura 2). Estas dos últimas geoformas se caracterizan por la fuerte pendiente, lo que hace que el área sea poco atractiva para la instalación de asentamientos humanos.

Unidades geomorfológicas en el área de estudio
Figura 2
Unidades geomorfológicas en el área de estudio
Fuente: SGS-ETSA (2016).

Resultados de campo

En los recorridos de campo se identificaron cuatro áreas arqueológicas (Figura 3), cada una de ellas con características específicas.

Localización de sitios arqueológicos en el área de estudio
Figura 3
Localización de sitios arqueológicos en el área de estudio

Asentamiento 1

El recorrido realizado permitió verificar que la zona arqueológica identificada durante la construcción del pozo Tinkhana 1 es más grande que la señalada por González (2011). En los límites noroccidental y nororiental del pozo se observa abundante material arqueológico.6 Este sitio se identifica en la Figura 3 como asentamiento 1. Esta zona de asentamiento está conformada por seis lotes con evidencia arqueológica (todos ellos localizados es un área plana), cinco próximos entre sí y uno distante.

Tabla 1
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 1
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 1

En torno al lugar donde fue construido el pozo Tinkhana 1 se observan áreas con alta concentración de cerámica, en especial en el costado norte, las cuales están a corta distancia entre sí. Los lotes 1 y 16 están a 32 m de distancia y los lotes 14 y 15 están distanciados entre sí por 40 m; los lotes 1 y 2 están separados por 92 m, los lotes 1 y 15 por 181 m. Teniendo presente que entre los lotes 1 y 15 está el pozo Tinkhana, que fue excavado por González (2011), se puede plantear que los cinco lotes forman un único sitio arqueológico (Figura 4); por lo tanto, en esta área, “asentamiento” y “sitio” son equivalentes. Los puntos más distantes entre sí en el asentamiento 1 son los lotes 2 y 15, la distancia es de 274 m; esto es importante porque evidencia que el área de ocupación del asentamiento 1 es igual o inferior a la de los otros sitios identificados durante el estudio. Si se tienen en cuenta los datos de Rostain (1999), quien excava una unidad de vivienda asociada a cerámica corrugada (como la que se encuentra en el área de estudio), se puede señalar que una unidad residencial tiene entre 10 y 15 m de largo por entre 5 y 7 m de ancho, para una superficie promedio de 80 m2, un área muy superior a la planteada por González (2011), de tan sólo 4 m de dímetro; por lo tanto, lo más probable es que en el asentamiento 1 hubiera tan sólo 3 unidades resi- denciales.

Este patrón muestra que durante la ocupación de este sitio durante el Período Tardío (asociado a la cerámica corrugada) no hubo un patrón residencial concentrado en el área de asentamiento 1. Estos datos muestran también que el sitio arqueológico fue más grande de lo que originalmente se creyó: el área arqueológica 1 es de 10,15 ha, 0,10 km2, la distancia entre los dos sitios extremos es de 274 m a lo largo y aproximadamente 100 m a lo ancho. A esto hay que agregar un lote aislado, a 460 m de distancia de la zona de concentración de cerámica dirección noroccidente; en este lugar, que se encuentra en una zona de pendiente, se observó un artefacto lítico en basalto, muy probablemente una punta de proyectil, lo que demuestra las actividades de caza en los alrededores de las zonas de asentamiento.

Sitios arqueológicos en los asentamientos 1 y 2
Figura 4
Sitios arqueológicos en los asentamientos 1 y 2
Fuente: elaboración propia.

La información aquí reseñada indica que en el asentamiento 1 existió durante el Período Tardío, un sitio donde se agruparon unidades residenciales sin ser un asentamiento nucleado. Dado el tamaño del área, 0,10 km2, se puede argumentar la presencia de tres áreas de residencia, cada una de ellas con un área aproximada de 0,03 km2 (3 ha). Sin embargo, si se tiene en cuenta que la cerámica corrugada tiene una ubicación cronológica entre los siglos vii y xvi, es decir, aproximadamente 1.000 años, cabe la posibilidad de que todas las viviendas no fueran ocupadas de manera simultánea.

Podemos decir que este sitio (asentamiento 1) es un área residencial, en que la cerámica se caracteriza por su fineza, probablemente más que la encontrada en otras zonas del municipio de Orito. El sitio de asentamiento 1 se localiza a aproximadamente 400 m del río Churuyaco; sin embargo, la diferencia altitudinal hace que el acceso al río sea difícil, en una distancia inferior a 200 m se pasa de una altura de 580 msnm a 460 msnm, lo que muestra una fuerte pendiente; esto hace que, pese a la proximidad con el río, el área arqueológica no pueda ser catalogada como ribereña.

Zona 1. Coordenadas: N: 0033’23,8-O: 77007’10,6
Foto 3
Zona 1. Coordenadas: N: 0033’23,8-O: 77007’10,6
Fuente: tomada por el autor.

Cerámica superficial. Coordenadas: N: 0033’28,1 - O: 77007’07,6
Foto 4
Cerámica superficial. Coordenadas: N: 0033’28,1 - O: 77007’07,6
Fuente: tomada por el autor.

Asentamiento 2

Otro lugar de concentración de lotes arqueológicos se encuentra en el borde de la vía que atraviesa la vereda y conduce al pozo Tinkhana 1, y en las colinas cercanas a las dos márgenes de la quebrada Agua Blanquita (que en esta zona tiene dos brazos). El asentamiento 2 se localiza a 1.160 m al suroriente del asentamiento 1: ellos se encuentran separados por una elevación que hace que la zona del asentamiento 1 esté a mayor altura sobre el nivel del mar. En este lugar se encontraron cuatro lotes arqueológicos, tres de ellos muy próximos entre sí, y otro a aproximadamente 375 m de los otros; el área de esta zona arqueológica es de 0,19 km2 o 19,55 ha.

Tabla 2
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 2
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 2

El lote 28 está localizado en la cima de una colina plana, en dirección a la quebrada Agua Blanquita; en él, la cantidad de cerámica es baja. Frente al lote 28, pero en la margen izquierda de dicha quebrada, se encuentra una extensa área plana, en la que se localiza el lote 25: los dos lotes están separados por una distancia de 160 m (ver nuevamente Figura 4). A 97 m de distancia del lote 25 (en el mismo plan), dirección oriente, se encuentra el lote 27; este se localiza en los bordes de la vía que conduce al pozo Tinkhana 1. Un último lote, el 26, se encuentra en un plan que limita al norte y al suroriente con dos quebradas; en este lugar los vestigios se concentran en el costado noreste del plan (que es el espacio más cercano a una quebrada tributaria de la quebrada Agua Banquita). Este último lote está a 380 m dirección noroccidente del lote 28. El asentamiento 2 está formado por tres sitios (uno formado por el lote 28, otro por los lotes 25 y 27 y, finalmente, un tercero por el lote 26); los sitios están localizados en las cimas de colinas alrededor de la quebrada Agua Blanquita (la cual marca el límite entre los sitios); la distribución de los mismos hace pensar en la antigua presencia de una unidad residencial en la margen izquierda de la quebrada, otra en la margen derecha y una tercera a 380 m de distancia al noroccidente. El hecho de que dos de las áreas de asentamiento estén separadas por la quebrada y la tercera por una distancia de casi 400 m muestra la presencia de un patrón de asentamiento disperso.

Asentamiento 2. Coordenadas: N: 0033’06,6 - O: 77006’27,2
Foto 5
Asentamiento 2. Coordenadas: N: 0033’06,6 - O: 77006’27,2
Fuente: tomada por el autor.

Asentamiento 3 Coordenadas: N: 0033’26,4 - O: 77006’00,8
Foto 6
Asentamiento 3 Coordenadas: N: 0033’26,4 - O: 77006’00,8
Fuente: tomada por el autor.

Asentamiento 3

La tercera área que agrupa lotes arqueológicos se encuentra entre las quebradas Agua Blanquita y La Amarrilla (la primera, distante de 100 m del área con vestigios arqueológicos y la segunda de 50 m); la primera marca el límite noroccidental del sitio y la segunda el suroriental. Este sitio se caracteriza por la presencia de colinas con grandes cimas planas, en las cuales se observan una o más áreas con vestigios arqueológicos (la distancias entre los lotes oscila entre 80 y 250 m); el asentamiento 3 se encuentra a 830 m al nororiente del asentamiento 2. Sin duda, una de las áreas con mayor número de sitios de ocupación en la zona de estudio durante el Período Tardío; el área del asentamiento prehispánico es de 0,25 km2 o 25,30 ha.

Tabla 3
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 3
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 3

En esta zona, los lotes arqueológicos se encuentran en cimas de lomas, que a la vez están separadas por zonas bajas inundables, conocidas en la región como “chuquias”. El tamaño de las áreas ocupadas es variable (oscilan entre los 100 y 200 m). Las colinas con superficies planas de gran tamaño debieron facilitar la instalación de las comunidades prehispánicas en el lugar, al permitir no sólo contar con áreas de habitación, sino también de cultivo: ello explica en parte el porqué de la concentración de vestigios arqueológicos en este tipo de espacios. A proximidad del lote 21, el dueño de la finca encontró dos hachas, un barretón y un cincel hechos en piedra pulida, estos elementos tienen gran parecido con los identificados por González (2011) en Tinkhana 1; sin embargo, los de la quebrada Agua Blanquita presentan mayor variedad de formas y mayor tamaño, lo que puede ser indicio de que en este lugar se realizaron actividades de mayor diversidad que en el asentamiento 1.

Líticos Tinkhana
Foto 7
Líticos Tinkhana
Fuente:González (2011).

Lítico quebrada Agua Blanca
Foto 8
Lítico quebrada Agua Blanca
Fuente: tomada por el autor.

En una misma colina, al costado suroccidental está el lote 20 (donde se evidenció un sólo fragmento de cerámica); a 255 m de distancia de dicho lote, pero al costado nororiental de la colina, está el lote 22; al costado norte de la colina, distante 120 m del lote 22, está el lote 21 (los lotes 21 y 22 forman un sitio): en dicho lugar se encuentra abundante cerámica, los treinta fragmentos que se evidenciaron indican que el área donde se localiza el lote 21 es el de mayor ocupación del sitio 3. Este lote es el más cercano a la quebrada La Amarilla y presenta muy buenas condiciones para instalarse (el suelo es de color negro y más arenoso que en otras áreas de la zona, lo que indica que tiene mejores cualidades para las actividades agrícolas), la proximidad a la quebrada facilita el abastecimiento del líquido, así como la pesca. La presencia de una escorrentía que divide los lotes 4, 5, 24 y 23 de los lotes 22, 21, 20 y 6 hace que el sitio presente dos áreas.

En las colinas que se localizan al frente del área anteriormente referenciada se halló el lote 23, localizado en proximidad a la quebrada Agua Blanquita. En el lugar se encontró un fragmento de cerámica. A corta distancia del lote anterior (130 m) se encontró el lote 24, con abundante cerámica (18 fragmentos): en este lugar se encuentra un potrero (al parecer uno de los habitantes de la zona halló una figura prehispánica en cerámica, pero al no verle ningún interés la botó). Dada la distancia y la ausencia de rupturas en el paisaje entre los lotes 23 y 24, se puede plantear que son un sitio y que corresponden a una unidad de vivienda. A 120 m al suroccidente del lote 24 está el lote 5, y 80 m al sur de este lote se localiza el lote 4, ambos localizados en un mismo plan; por ello, se puede decir que forman un sitio. El lote 4 tiene 19 fragmentos de cerámica y el lote 5 tiene 7 fragmentos, indicio de concentración de actividades al costado sur del sitio (representado por mayor número de evidencia arqueológica); ello coincide con ser el más próximo a la quebrada Agua Blanquita. A 205 m de los lotes 23 y 21, dirección nororiente, se encuentra el lote 6 (que puede caracterizarse como un sitio): se localiza sobre una cima de colina y presenta baja cantidad cerámica; este lote marca el límite del área de asentamiento 3. El asentamiento 3 está formado por 5 sitios, es decir 5 unidades de vivienda, aunque 2 son notablemente más pequeñas que las demás, tanto en área como en cantidad de vestigios.

Sitios arqueológicos en los asentamientos 3 y 4.
Figura 5
Sitios arqueológicos en los asentamientos 3 y 4.
Fuente: elaboración propia.

Asentamiento 4

El asentamiento de mayor extensión en el área de estudio, con 28,60 ha (0,28 km2), es el que se ha denominado asentamiento 4. Se localiza a 710 m al oriente del asentamiento 3, en una extensa superficie plana entre las quebradas La Amarilla y La Ruidosa (la distancia entre las dos quebradas no excede los 360 m en la zona arqueológica). En este sitio se localizan 9 lotes, separados por distancias que van entre los 50 y los 260 m; dadas las características del área, los asentamientos prehispánicos se daban de manera casi lineal. La mayor parte de los lotes localizados en esta planicie presentan abundante cerámica, con cantidades de al menos 30 fragmentos, lo que es una cifra importante si se tienen en cuenta los muestreos realizados en la región -ver Rubiano y Caro (2001), Caro y Bonilla (2005) y Pérez (2008), entre otros-. La escogencia de este lugar, por parte de las comunidades prehispánicas de la región, muestra el interés de estos grupos humanos por agruparse, por vivir en comunidades. Las condiciones para ello no pudieron ser más óptimas: una extensa planicie entre dos quebradas de buen caudal que no sólo abastecían constantemente de agua a los habitantes, sino que también generaban recursos por la pesca.

Tabla 4
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 4
Coordenadas de los sitios arqueológicos de la zona 4

El área presenta cinco sitios con evidencia arqueológica. La primera está localizada al norte, formada por los lotes 8 y 9: la distancia entre ellos es de 96 m, lo que abre la posibilidad de que sea una única unidad residencial. A 120 m al sur se encuentra un segundo sitio, formado por tres lotes: 10, 19 (la distancia entre ellos es de 50 m) y 18 (estos dos últimos lotes distantes de 65 m); la proximidad de los lotes puede tomarse como señal de la presencia de un único asentamiento (ver nuevamente Figura 5). A 146 m al suroccidente se encuentra una pequeña área arqueológica formada por el lote 11. A 260 m al suroccidente del lote anteriormente referenciado se localiza otra pequeña zona con vestigios arqueológicos (lote 12), que puede indicar la presencia de una unidad de residencia. Al suroccidente del lote 12, a 250 m de distancia, se encuentra otro sitio formado por los lotes 13 y 17 (distantes de 45 m); la distancia entre sitios indica que los puntos de residencia se encuentran dispersos en áreas por lo general distantes de 250 m, lo que es indicio de una valoración positiva de residir de manera próxima pero distante de los otros, es decir, en cercanías de los vecinos, pero sin tener una observación directa de ellos. A 925 m de distancia dirección norte del lote 8 (en el asentamiento 4) y a 1.075 m de distancia dirección nororiente del lote 6 (asentamiento 3), se encuentra un área con evidencia arqueológica (lote 7), a la cual no se pudo acceder para determinar las características del asentamiento. Sin embargo, el sitio pone de relieve la presencia de otras áreas de ocupación interfluvial en la región.

Suelos y sitios con evidencia arqueológica

Las áreas de asentamiento 2, 3 y 4 se localizan en planos y colinas suaves (LpcsUBdi) y han evolucionado a partir de arcillolitas; los suelos son profundos a moderadamente profundos, de texturas muy finas a finas, bien drenados, de reacción fuerte a muy fuertemente ácida, saturación de aluminio alta y fertilidad baja. Pertenecen a las asociaciones Typic Dystrudepts, Oxic Dystrudepts y Typic Kandiudox. El área del asentamiento 1 se encuentra en terraza alta (SteaUCa), los suelos pertenecen a las asociaciones Fluventic Dystrudepts, Histic Humaquepts y Sapric Haplohemists, que han evolucionado a partir de aluviones antiguos contaminados con cenizas volcánicas; son moderadamente profundos y superficiales, bien y pobremente drenados, de texturas moderadamente finas a moderadamente gruesas, fuertemente ácidos, con media a muy alta saturación de aluminio y fertilidad media a baja (SGS-ESTA, 2016) (Figura 6). Esto muestra que los suelos más fértiles de la zona de estudio, sin ser de óptima calidad, se encuentran en el área de asentamiento 1; esto puede indicar por qué esta área presentó una ocupación más larga en el tiempo -González (2011) indica que la ocupación se dio desde antes del inicio de la era cristiana-, pues al ser los suelos de mejor calidad, pudieron sustentar por más tiempo actividades agrícolas. En cuanto al pH (medida de la acidez o alcalinidad de un suelo), se puede observar que al comparar el pH del asentamiento 4 y una zona sin vestigios arqueológicos, el pH es más alto en el área arqueológica: en el asentamiento 4 el pH es de 5,53 y en áreas no arqueológicas oscila entre 4,66 y 4,96. Es decir, en toda el área los suelos son ácidos, pero teniendo en cuenta que para la mayoría de los vegetales y cultivos agrícolas un pH de 5,8 a 6,5 es óptimo, se puede ver que los sitios arqueológicos tienen el pH más adecuado para cultivar, esto se debe muy probablemente a actividades antropogénicas, mediante las cuales la gente mejoraba el suelo en que vivía para aumentar su productividad.

La modificación de los suelos se aprecia en el hecho de que en la zona de estudio los suelos se caracterizan por ser arcillosos, de tono amarillento o rojizo; sin embargo, donde se encuentran los vestigios arqueológicos, los suelos son color pardo oscuro y textura arenosa, lo que muestra que son antrópicos. Ello indica que las características del suelo no fueron determinantes para la escogencia del área a residir, pues ellas fueron transformadas por los hombres; de haber sido determinantes las características del medio, la mayoría de zonas de asentamiento no estarían en la unidad de planos y colinas suaves (LpcsUBdi), como es el caso, sino en la unidad de terraza alta (SteaUCa), que de hecho tiene una menor área de ocupación en la zona de studio.

Suelos en el área de studio.
Figura 6
Suelos en el área de studio.
Fuente: SGS-ETSA (2016).

Consideraciones finales

Las cuatro áreas de asentamiento prehispánicas (asociadas a cerámica corrugada, característica del Período Tardío) evidencian que las zonas interfluviales fueron ampliamente ocupadas por las comunidades amerindias antes de la llegada de los españoles. En un área de 8,754 km2 se identificaron cuatro áreas de asentamiento, que cubren áreas inferiores a 1 km2; el asentamiento 1 tiene un área de 0,10 km2, el asentamiento 2 un área de 0,19 km2, el asentamiento 3 un área de 0,25 km2 y el asentamiento 4 un área de 0,28 km2. El porcentaje de área que cubren tres de los asentamientos en relación con el total del área de estudio es muy similar; el asentamiento 2 cubre el 2,17% del área de estudio, el asentamiento 3 el 2,85%, el asentamiento 4 el 3,19% y el asentamiento 1 es el que cubre una zona menor, 1,14%: esto lleva a plantear una distribución espacial equitativa entre asentamientos, así como es muy probable que la cantidad de habitantes de cada uno de estos fuera similar a la de los otros. Una excepción a ello es el asentamiento 1, que cubre un área menor y debió tener menor población. El 9,35% del área de estudio presenta evidencias arqueológicas que indican la presencia de asentamientos prehispánicos; el resto del territorio debió ser utilizado para actividades de caza, recolección, pesca y cultivo, tal y como se observa en la actualidad en la región.

El estudio pone de manifiesto que la zona interfluvial del piedemonte amazónico fue ampliamente ocupada, los asentamientos se localizaron a distancias relativamente cortas, lo que implica que pudieron ser visitados y que el mismo día se podía retornar al lugar de origen. La distancia entre el asentamiento 1 y 2 es de 1.160 m, entre el asentamiento 2 y 3 es de 830 m y entre el asentamiento 3 y 4 es de 710 m; estas distancias sin dudas aseguraron la independencia entre asentamientos, al tiempo que daban la posibilidad de tener vecinos a proximidad.

La cantidad de sitios arqueológicos en cada asentamiento muestra que cada uno de ellos fue ocupado por entre tres y cinco unidades residenciales, las cuales simultáneamente estaban separadas por distancias de entre 80 y 250 m en promedio, lo que pone nuevamente de relieve el interés de las comunidades que ocuparon la zona en el pasado por mantener la distancia entre sitios de residencia; es muy probable que cada uno de los sitios arqueológicos de cada asentamiento estuviera ocupado por personas que tenían lazos de parentesco y probablemente este se hiciera extensible entre asentamientos.

Aunque diversos autores que han abordado el tema amazónico (como se documentó al inicio del escrito) señalaron que las zonas interfluviales fueron ocupadas por comunidades prehispánicas, ellos ponen de manifiesto que estas regiones tuvieron una ocupación secundaria frente a las áreas fluviales. El estudio realizado en la vereda La Ruidosa del municipio de Orito muestra que las zonas interfluviales fueron ampliamente ocupadas, ostentando una posición importante en el contexto regional. Los habitantes de las zonas interfluviales del piedemonte amazónico eran portadores de elementos de cultura material muy similar (lo que se ha denominado “cerámica corrugada”), ello hace pensar que estaban emparentados o mantenían relaciones sociales importantes.

La calidad del suelo para la agricultura no fue determinante para su explotación, pues de manera general los suelos son poco fértiles en la zona. Sin embargo, los del asentamiento 1 poseen algunas características que los hacen un poco más adecuados para actividades agrícolas (no obstante, es el área con menor ocupación). La localización de los sitios arqueológicos, en áreas relativamente distantes de los grandes ríos, y las modificaciones que ellos generaron en los suelos donde se ubican son un indicativo de un rol importante de la agricultura en la economía de las sociedades del Período Tardío, hecho respaldado por la importancia de los artefactos líticos relacionados con actividades agrícolas que se han hallado en la región. Por ello, es probable que los antiguos habitantes de la zona la seleccionaran para residir, dado el relativo potencial agrícola del suelo. En las zonas próximas a grandes ríos como el Orito no se ha identificado a la fecha una gran cantidad de elementos líticos relacionados con actividades agrícolas (Rubiano y Caro, 2001; Caro y Bonilla, 2005), pero sí se han encontrado elementos de pesca tales como pesas (Cifuentes y Rubiano, 2002), lo que puede ser indicio de una relativa especialización en la producción de estas comunidades. Por lo anterior, se hace importante revisar planteamientos como los de Meggers (1976), Roosevelt (1991) o Denevan (1996), que ponen el acento casi que exclusivamente en los recursos que aportan los ríos en los sistemas económicos de las sociedades prehispánicas de la Amazonía, y tener en cuenta elementos como la especialización por subregiones y el rol de la agricultura.

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Notas

1 Existen fechas de C14 que datan entre el 692 y 1285 d. C. en el Valle Upano (Rostain y Saulieu, 2013), 1294-1402 d. C. en Loja (Guffroy, 2016), y 1285 d. C. (Rubiano, Santacruz y Caro, 2004), 1140 d. C. (Becerra, 1998) y 760 al 1420 d. C. (González, 2011) en Orito.
2 Rubiano Carvajal, Juan Carlos (2017). “Asentamientos prehispánicos en un área interfluvial del piedemonte amazónico, vereda La Ruidosa, Orito- Putumayo”. En: Boletín de Antropología. Universidad de Antioquia, Medellín, vol. 32, N.º 54, pp. 252-275.
3 La metodología utilizada se basó en la planteada por Drennan (2006), es decir, en la inspección sistemática del terreno cada 100 m dentro de un área delimitada (en este caso 8,75 km2, área recorrida en su totalidad exceptuando pequeñas áreas de fuerte pendiente, de chuquias y de selva muy tupida). El vestigio arqueológico preservado de mayor ocurrencia es la cerámica, que se encuentra concentrada en antiguas áreas residenciales donde fue descartada. El foco del estudio regional es la distribución de la ocupación; para ello se inspeccionan todo tipo de áreas/paisajes sin seleccionar previamente algunos de ellos, teniendo como objetivo muestrear superficies que no excedan la hectárea. Un área con evidencia arqueológica se denomina “lote”; la agrupación de lotes espacialmente contiguos (sin rupturas en el paisaje) se denomina “sitio”; y la agrupación de sitios espacialmente conectados se denomina “asentamiento”. Con los datos de campo se construyó un mapa que evidenciara la localización espacial de las áreas con vestigios, así como la correlación entre ellos y de ellos con elementos tales como el suelo y las fuentes de agua.
4 Su principal atributo, en Loja, son las bandas aparentes abajo del labio, bandas modeladas sinuosas con perforaciones y asas de doble rollo alta frecuencia de las pastas de color rojizo (Guffroy, 2006). En el Upano, la pasta se caracteriza por un desgrasante de arena gruesa con granos de cuarzo, es de color gris o café oscuros, la superficie es de color beige; las formas son cuencos globulares o piriformes y grandes y pequeñas ollas globulares con cuello recto vertical (Rostain, 1999, 2010). En Ecuador, la cerámica es a menudo anaranjada e indica un ambiente oxidante, es común una banda de arcilla lisa o con huella de pulgar, de uña o vegetal con sección circular en el labio del recipiente, junto a este material se halla uno pintado (Rostain y Saulieu, 2013). En Putumayo, la cerámica es de color gris a café, pulida, cocción oxidante como desgrasante arena de río cuarzo y hematita (Uribe, 1980-1981). Lo burdo de la cerámica indica una producción no especializada, de uso casero y fabricación en cada vivienda; asimismo, la diversidad del material arqueológico permite establecer la existencia de varios subgrupos con rasgos particulares, así como niveles de desarrollo probablemente diferentes (Guffroy, 2006).
5 No se encontró material arqueológico en las prospecciones realizadas en los pozos San Antonio 5, 9, 10, 11 y 12 (Arango, 2010), ni en los pozos de desarrollo Caribe 5, Sucumbíos 4 y Sucumbíos 5 (García, 2008).
6 Todo el material identificado en el estudio se asocia al tipo Tardío (corrugado), no se evidenció cerámica del Formativo.
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