Resumen: A la llegada de los españoles, diversas etnias poblaban el territorio correspondiente a lo que hoy conocemos como Cauca Medio; sin embargo, los estudios arqueológicos siguen siendo escasos y no contamos con suficientes reconstrucciones de su modo de vida durante los diferentes periodos de ocupación. No obstante, la riqueza material recuperada da cuenta de la complejidad sociocultural de los grupos que poblaron esta zona en tiempos prehispánicos. Teniendo en cuenta lo anterior, esta investigación busca aportar a los estudios sobre arqueología del cuerpo en Colombia, a partir de un acercamiento a las formas a través de las cuales las poblaciones de esta región representaron el cuerpo en figurinas humanas elaboradas en cerámica. Se identificaron patrones en las proporciones, posturas, decoraciones y modificaciones corporales de 87 figurinas depositadas en colecciones de museos regionales. A partir de un análisis de frecuencias de las variables seleccionadas, se propone que hubo una intencionalidad en representar al menos tres formas específicas (tabloides, recipientes-figura y estatuillas), con algunas posturas estereotipadas. Se destacó el tronco y se enfatizó en la cabeza, lo cual se reconoce en el detalle de rasgos faciales, así como en la presencia de ornamentación. Esta selectividad en la presentación de la arquitectura del cuerpo, sugiere la importancia de la cabeza en la exhibición de la identidad. Se concluye que el cuerpo ocupó un lugar esencial en la simbología de las poblaciones prehispánicas, y que las figurinas humanas fueron un medio de expresión y de representación, ya que en ellas quedaron plasmados elementos idealizados de la corporalidad, lo que las constituye como fuente de información valiosa para acercarnos a conocer algunas prácticas de intervención del cuerpo en el pasado.
Palabras clave: arqueología del cuerpoarqueología del cuerpo,QuimbayaQuimbaya,figurinas cerámicasfigurinas cerámicas,colecciones de museoscolecciones de museos.
Abstract: At the arrival of the Spaniards, various ethnic groups populated the territory corresponding to the middle course of the Cauca river, however, archaeological studies are still scarce and we do not have enough insights on their way of life throughout different periods of occupation. Nevertheless, the recovered material wealth accounts for the sociocultural complexity of the groups that populated the area in pre-Hispanic times. Taking into account the above, this research seeks to contribute to studies on archaeology of the body in Colombia, based on an approach to the ways in which the populations of this region represented the body in human figurines made of ceramics. Patterns in the proportions, postures, decorations and body modifications of 87 figurines from regional museum collections were identified. From a frequency analysis of the selected variables, this article proposes that there was an intention to represent at least, three specific forms (tabloids, figurine-recipients, and statuette) with stereotyped postures. The highlight of the trunk and the emphasis given to the head is manifested in the detail of facial features, as well as in the presence of ornamentation. This selectivity in the presentation of body architecture suggests the importance of the head in the display of identity. It is concluded that the body occupied an essential place in the symbology of pre-Hispanic populations and human figurines were a mean of expression and representation, embodied idealized elements of collective and individual identity and are a valuable source of information to get a better knowledge on practices of body modification.
Keywords: archaeology of the body, Quimbaya, ceramic figurines, museum collections.
Resumo: À chegada dos espanhóis, diversas etnias povoaram o território correspondente a o que hoje em dia conhecemos como Cauca Medio, no entanto, os estudos arqueológicos continuam sendo escassos e não contamos com suficientes reconstruções de seu modo de vida durante diferentes períodos de ocupação. Porém, a riqueza material recuperada dá conta da complexidade sociocultural dos grupos que povoaram esta zona em tempos pré-hispânicos. Levando em conta o anterior, esta pesquisa procura aportar a os estudos sobre arqueologia do corpo na Colômbia, a partir de uma aproximação às formas através das quais as populações desta região representaram o corpo em figurinhas humanas elaboradas em cerâmica. Identificaram-se padrões nas proporções, posições, enfeites e mudanças corporais de 87 figurinhas colocadas em coleções de museus regionais. A partir de uma análise de frequências das variáveis elegidas, se propõe que teve uma intencionalidade em representar pelo menos três formas específicas (tablóide, recipiente-figura e estatuetas), com algumas posições estereotipadas. Destacou-se o torso e enfatizou-se na cabeça, o que se reconhece no detalhe de traços faciais, igual que a presença de ornamentação. Esta seletividade na apresentação da arquitetura do corpo, sugere a importância da cabeça na exibição da identidade. Conclui-se que o corpo teve um lugar essencial na simbologia das populações pré-hispânicas, e que nelas ficaram plasmados elementos idealizados de corporeidade, o que constitui como fonte de informação prezada para aproximarmos a conhecer algumas práticas de intervenção do corpo no passado.
Palavras-chave: arqueologia do corpo, Quimbaya, figurinhas cerâmicas, coleções de museus.
Résumé : À l’arrivée des Espagnols, divers groupes ethniques ont peuplé le territoire correspondant à ce que nous connaissons aujourd’hui comme le Cauca Medio ; cependant, les études archéologiques sont encore rares et nous ne disposons pas de reconstitutions suffisantes de leur mode de vie pendant les différentes périodes d’occupation. Néanmoins, la richesse matérielle récupérée montre la complexité socioculturelle des groupes qui peuplaient cette région à l’époque préhispanique. Compte tenu de ce qui précède, cette recherche vise à contribuer aux études sur l’archéologie du corps en Colombie, à partir d’une approche des formes à travers lesquelles les populations de cette région ont représenté le corps dans des figurines humaines en céramique. Des motifs ont été identifiés dans les proportions, les postures, les décorations et les modifications corporelles de 87 figurines déposées dans les collections des musées régionaux. Sur la base d’une analyse de fréquence des variables sélectionnées, il est proposé de représenter au moins trois formes spécifiques (tabloïdes, vaisseaux-figures et statuettes), avec quelques postures stéréotypées. Le tronc a été mis en évidence et la tête a été soulignée, ce qui est reconnu dans le détail des traits du visage, ainsi qu’en présence d’ornementation. Cette sélectivité dans la présentation de l’architecture du corps suggère l’importance de la tête dans l’exposition de l’identité. Il est conclu que le corps occupait une place essentielle dans la symbolique des populations préhispaniques, et que les figures humaines étaient un moyen d’expression et de représentation, puisque des éléments idéalisés de la corporéité y étaient incarnés, ce qui les constitue comme une source d’informations précieuses pour nous permettre de connaître certaines pratiques d’intervention du corps dans le passé.
Mots-clés : archéologie du corps, Quimbaya, figurines en céramique, collections de musée.
Investigación
Cuerpos idealizados. Decoraciones y posturas en figurinas cerámicas prehispánicas provenientes del Cauca Medio, Colombia*
Idealized Bodies. Decorations and Postures in Pre-Hispanic Ceramic Figurines from Cauca Medio, Colombia
Corpos idealizados. Enfeites e posições em figuras cerâmicas pré- hispânicas procedentes do Cauca Medio, Colômbia.
Corps idéalisés. Décorations et postures de figurines en céramique préhispanique du Cauca Medio, Colombie
Recepción: 16 Octubre 2019
Aprobación: 20 Marzo 2020
Las poblaciones prehispánicas agroalfareras que habitaron la región del Cauca Medio1 ocuparon un área de más de 5.000 km2 y se asentaron en pisos térmicos que variaban drásticamente en pequeñas áreas entre cálido, templado, frío y paramuno (Duque, 1970: 22). Fueron de las más complejas del territorio colombiano y reconocidas mundialmente por la producción de piezas de oro y cerámica de alta calidad. Las investigaciones arqueológicas sugieren amplia variabilidad cultural, aunque con importantes semejanzas estilísticas en la cultura material (Rodríguez, 2007).
Estos grupos, organizados en cacicazgos, practicaban la agricultura y la explotación de sal, tenían patrones de asentamiento disperso y enterramientos con marcada diferenciación social reflejada en la calidad y variedad de elementos que constituían sus ajuares funerarios (Quintana, 2008: 126). De manera general, se pueden identificar dos grandes momentos cronológicos para las ocupaciones agroalfareras. Durante el periodo Temprano (1000 a. C.-600 d. C.), que coincide con el final del Formativo y el periodo Clásico Regional, se consolidan ocupaciones sedentarias en la región. Con relación a la cultura material, se destaca la tradición Marrón Inciso, caracterizada por: “vasijas de pasta oscura, superficies muy bien terminadas, suaves y brillantes, decoradas con incisiones finas y cuyos cuerpos frecuentemente bulbosos parecen inspirados en formas vegetales” (Herrera, Moreno y Peña, 2011: 35). Bruhns (2006) señala que este estilo cerámico también se caracterizaba por urnas funerarias con “decoración incisa en diseños de ‘espina de pescado’, con bordes modelados festoneados y, de vez en cuando, con figuras humanas o caras en bajo relieve del mismo estilo que el de las piezas de oro. También existen urnas totalmente modeladas, por lo común en la forma de mujeres desnudas en cuclillas, del mismo estilo” (p. 10). Adicionalmente, este periodo fue testigo del auge de la orfebrería de gran calidad conocida como estilo Quimbaya Clásico.
El periodo Tardío (600-1600 d. C.) se caracterizó por la diversidad étnica, con semejanzas estilísticas en la cultura material de algunas regiones (estilo Aplicado Inciso), pero con especificidades más tempranas como las vasijas del complejo Palestina, encontradas en el sitio de Palestina (Herrera, Moreno y Peña, 2011; 2016). Durante este periodo es evidente el aumento de población y de densidad en la ocupación de los sitios, así como la influencia de otras regiones aledañas como el Valle del Cauca al sur y Antioquia al norte, demostrando la existencia de contactos culturales, intercambios y migraciones entre regiones vecinas.
Los datos etnohistóricos y la información aportada por las investigaciones arqueológicas en la región del Cauca Medio evidencian la importancia de la diversidad étnica en este territorio. Debido a su localización geográfica, la región debió ser un puente de comunicación entre sociedades del norte y sur de la región andina septentrional (Cardale de Schrimpff, 2006: 8), configurándose así un territorio en disputa por diversas agrupaciones étnicas. En este sentido, los cronistas destacaron que en este territorio existían diversas y múltiples tribus vecinas, cada una con un jefe o cacique principal (Duque, 1970; Friede, 1963), las cuales se encontraban pasando por procesos de variación y cambios sociales complejos, como migraciones o invasiones.2 A partir de la revisión de fuentes etnohistóricas, Luis Duque Gómez (1970) señala que de las lenguas que se hablaban entre los nativos que moraban en el territorio de Caldas, Quindío y Risaralda, se podían encontrar: Arma, Pozo, Quimbaya, Carrapa, Picara, Paucura, Quindío e Irra. Sin embargo, esta clasificación no se sustenta en un estudio lingüístico, sino en relatos de cronistas, quienes relatan diferencias que pueden ser “aparentes o sólo dialectales sobre un fondo lingüístico común” (Duque, 1970: 73).
La riqueza material que ha sido recuperada da cuenta de la complejidad sociocultural de los grupos que poblaron esta zona en tiempos prehispánicos. Muchas de las piezas orfebres y cerámicas encontradas en excavaciones arqueológicas o guaqueadas en los últimos años consisten en figurinas humanas con diversas características tanto de forma como decorativas, las cuales han sido estudiadas desde hace décadas debido a la belleza y complejidad de su elaboración. Se destaca el trabajo de Arango (1976) con colecciones privadas, donde propone que en las primeras etapas de elaboración de la cerámica antropomorfa se daba prominencia a la cabeza por encima del resto del cuerpo: “Por eso es por lo que encontramos un cacique -la manera común para denominarlos- con una excelente reproducción de su cabeza. Al tanto que su cuerpo es casi amorfo, por lo general redondo y su parte inferior termina bruscamente recortada. En la base sobresalen unas como piernas, igual como acontece con los brazos, a la altura de los hombros” (p. 44). Según Arango (1976), con el paso del tiempo fueron siendo elaboradas figurinas de mejores proporciones anatómicas, así como nuevas y más dinámicas posiciones corporales. Este autor también propone que las figurinas podrían estar representado a los líderes (caciques y sacerdotes), así como al difunto, el cual ostentaba alguna posición de poder y por lo tanto “podía darse el lujo de hacerse reproducir en arcilla para, más tarde ser depositados con el resto de su menaje doméstico, en su traslado al mundo de ultratumba” (p. 49). Una característica importante de estas piezas antropomorfas es la importancia que se daba a representar el sexo (femenino o masculino), si bien, en muchos casos esta característica no es clara o incluso, es ambigua.
Por su parte, el trabajo de Uribe (2005), detalla la importante representación de formas de mujeres y de frutos, los cuales son asociados a diversos aspectos sociales y de simbolismo que tuvieron lugar durante el periodo Temprano y donde fueron característicos aspectos como: “el realismo y el énfasis en el volumen; la preponderancia de las formas femeninas y de frutos; la redondez, el hieratismo, la desnudez, los rostros triangulares con ojos semi-cerrados, la pintura facial de líneas que atraviesan longitudinalmente el rostro y muchos otros rasgos de la representación humana, así como el gusto por las superficies lisas y brillantes” (p. 65). La importancia de la figura femenina en estas piezas denota: “significados de fecundidad, vida, renacimiento y transformación, tanto para los objetos como para los frutos con los que se asocian” (Uribe, 2005: 79). Por su parte, Bruhns (2006) destaca que la representación frecuente de figuras femeninas sentadas sobre un banco como las figuras de caciques tanto en las urnas funerarias como en la orfebrería sugiere la importancia de las mujeres en la vida política y en los rituales (p. 11).
En la obra de Luis Duque Gómez (1970) también se hace referencia a las tesis formuladas por Hermann Trimborn, quien realizó un exhaustivo estudio de los textos de la conquista relacionados con estos pueblos. Allí se plantea que: “la mujer participaba, sin sujeción, en importantes ramas de la economía, algunas de singular importancia en la organización de la cultura, como el laboreo de la sal y su intervención en el comercio. Una descendencia numerosa constituía la finalidad del matrimonio. Existía una favorable disposición física y psicológica de las mujeres para el parto” (p. 62).
El papel de la mujer, representado en figurinas cerámicas, también ha sido destacado en diversas exposiciones y catálogos. Por ejemplo, el Museo Arqueológico de la Casa del Marqués de San Jorge de Bogotá, seleccionó figuras femeninas de diferentes áreas arqueológicas del país incluyendo aquellas denominadas como Quimbayas,3 destacando aspectos como el poder y la muerte. En ellas se representaban estatus, roles, oficios y actividades de la vida cotidiana (Vila de Pineda y Rojas, 2002). De igual manera, la publicación realizada por esta misma institución (MUSA, 2006), da cuenta de una de las muestras más grandes y representativas de la cerámica de la región del Cauca Medio.
En términos generales, los estudios sobre el cuerpo en arqueología de Colombia son relativamente recientes. Se destaca el trabajo de Bautista (2013), quien aborda las percepciones prehispánicas alrededor del cuerpo humano a partir del análisis de figurinas humanas en cerámica de los valles alto y medio del río Magdalena. Entendiendo el cuerpo como artefacto, y el artefacto como cuerpo, el autor discute cómo circulaba y se exhibía el poder y la información sobre el control de los territorios, los paisajes y recursos.
Pensar el cuerpo como sujeto, como lugar de resistencia y espacio reflexivo, donde los individuos recrean sus ideas y creencias, permite un acercamiento al contexto social en el que son representados. Como menciona Le Breton (2002), el cuerpo es un tema de interés antropológico ya que “está en el centro de la acción individual y colectiva, en el centro del simbolismo social” (p. 7). Este cuerpo social responde a la visión que se tenga del mundo en cada sociedad particular y, por lo tanto, su construcción simbólica varía ampliamente de una cultura a otra.
El cuerpo como categoría de análisis en arqueología ha sido relativamente reciente. Desde la década de 1980 se ha considerado como evidencia de la vida y los procesos socioculturales, así como foco de conceptualización teórica (Salerno y Alberti, 2015: 11). Sobre el primer aspecto, la bioarqueología ha hecho importantes aportes que permiten reconstruir diversas dinámicas sobre los modos de vida de grupos del pasado, a partir del estudio contextualizado de restos óseos humanos (Buikstra y Beck, 2006; Larsen, 2015; Martin, Harrod y Pérez, 2013).
Por otro lado, el estudio de la representación del cuerpo se ha concentrado en identificar aspectos que influyen en la diferenciación social, a través de la reconstrucción de vestimentas, adornos, modificaciones y deformaciones corporales, representaciones de actividades cotidianas y características del ajuar funerario (Bonogofsky, 2011; Maita y Minaya, 2014; Peters, 2003; Tiesler, 2014; Ulloa, 1985), así como en problematizar el género, la identidad y la corporalidad (Agarwal y Glencross, 2011; Fisher y DiPaolo Loren, 2003; Geller, 2017; Knudson y Stojanowski, 2009; Sofaer, 2006).
La arqueología del cuerpo por su parte, haciendo uso de aproximaciones fenomenológicas, entiende el cuerpo como lugar de exhibición y como artefacto, incluyendo propuestas en las que el cuerpo es una experiencia viva, un cuerpo social y espacio donde se corporaliza la agencia (Joyce, 2005: 139). Es así como la arqueología aborda el cuerpo como una metáfora social y como superficie en la cual se inscriben diversos aspectos de la vida de una comunidad.
En este sentido, es posible reflexionar sobre la representatividad de prácticas corporales en objetos de la cultura material que se asemejan a aquellos que son representados (Joyce, 2005: 146); por ejemplo, en las figurinas humanas, las cuales permiten acercarnos a interpretar las relaciones entre apariencia física e identidad cultural. Marcus (2019) hace una revisión sobre cómo el estudio de las figurinas ha fortalecido líneas de investigación como arqueología doméstica, estudios de género, performance, materialidad, corporalidad, animismo, economía política, agencia e identidad. De esta forma, las figurinas han sido interpretadas de diversas maneras; por ejemplo, como juguetes y objetos de la vida cotidiana, como espacios para los espíritus de los ancestros, como categorías idealizadas y como retratos de individuos de la comunidad (Marcus, 2019: 1). Sin embargo, es importante aclarar que las figurinas antropomorfas se caracterizan por representar de forma inequívoca el cuerpo humano y permiten observar la acentuación o atenuación de rasgos, por lo tanto, pueden ser materializaciones de tipos idealizados o proyectados, más que el reflejo directo de la realidad corporal individual (Nakamura y Meskell, 2009).
Teniendo en cuenta lo anterior, proponemos que las figurinas humanas elaboradas en cerámica fueron un medio de comunicación a través del cual las poblaciones prehispánicas del Cauca Medio representaron sus conceptos sobre el cuerpo. Siguiendo a Nakamura y Meskell (2009), consideramos que más que objetos, son parte de un proceso en el cual el significado se sitúa en el campo de las prácticas alrededor de la producción y uso de la pieza. Al identificar cuantitativamente patrones en las proporciones, posturas, decoraciones y modificaciones corporales, podemos considerar nuevas líneas de interpretación sobre la manera como estos grupos definían algunos de los rasgos y características corporales más destacados, en el marco de su propia concepción del cuerpo.
Las piezas cerámicas analizadas en la presente investigación pertenecen a colecciones custodiadas por el Centro de Museos de la Universidad de Caldas y el Museo del Oro Quimbaya de Armenia. También se incluyeron algunas figurinas humanas provenientes del “Proyecto Arqueológico Aerocafé”, que se encontraban en el municipio de Palestina (Caldas). Para la revisión de las piezas se utilizaron los siguientes instrumentos: cinta métrica, calibrador digital, cámara fotográfica (se utilizó una cámara Canon EOS REBEL T5 semi profesional) y escalas arqueológicas. Además, se siguieron todos los protocolos de seguridad e higiene exigidos por las instituciones para la manipulación de las piezas.
Para el análisis de las figurinas antropomorfas se tuvieron en cuenta las siguientes variables (Vilas, s. f.):
Número de inventario: corresponde al número asignado a la pieza dentro del museo.
Procedencia: lugar de hallazgo.
Temporalidad: corresponde a la cronología asignada.
Tipo de figurina: tabloide, recipiente-figura, estatuilla.
Composición: individual, doble, múltiple.
Dimensiones: altura y anchura total de la pieza.
Postura del cuerpo: de pie o sedente.
Posición de miembros superiores e inferiores:
Estático: miembros superiores al costado del cuerpo y miembros inferiores paralelos.
Dinámico: los miembros superiores o inferiores en asimetría con su par, miembros superiores en posición diferente al costado del torso.
Acción específica: posiciones específicas.
Ausente: cuando no se puede observar en la figurina la posición de los miembros.
Perfil biológico: consiste en una aproximación al sexo y al grupo de edad del individuo representado en la pieza. Implica la presencia de rasgos sexuales asociados claramente o posiblemente a individuos femeninos o masculinos. Si los rasgos no están definidos o hay presencia de rasgos mixtos, se pueden usar categorías como indeterminado o ambiguo, respectivamente. En el caso de los grupos de edad, únicamente se usaron categorías amplias: infante/juvenil, adulto y adulto mayor. Lo anterior teniendo en cuenta que las figuras antropomorfas presenten rasgos o formas que se puedan asociar con una de estas categorías. En caso de no existir evidencias claras del grupo de edad, puede asignarse como ambiguo o indeterminado.
Características faciales: se tuvieron en cuenta aspectos como: 1) forma de la cabeza; 2) presencia de pintura facial; 3) color de la pintura; 4) forma de los ojos (incisión lineal horizontal o aplicado grano de café); 5) forma de la nariz (incisa, modelada); 6) forma de las orejas (por perforación, modelada); 7) forma de la boca (cerrada incisa, cerrada modelada con labios, abierta incisa, abierta modelada con labios).
Modificaciones corporales: compresión de brazos, compresión de piernas,
perforaciones lobulares, perforaciones nasales.
Ornamentación: presencia de vestimenta, artefactos y decoración en zonas de compresión.
Se analizaron en total 87 figurinas antropomorfas, las cuales están distribuidas según la institución que las custodia (véase Tabla 1). Las piezas correspondientes al Proyecto Arqueológico Aerocafé se encontraban en el laboratorio del municipio de Palestina en estanterías con rótulos. En el Centro de Museos de la Universidad de Caldas cada una de las figurinas estaba localizada en el depósito, en estanterías con rótulos. Las piezas del Museo del Oro Quimbaya en Armenia, se encontraban en la sala de exhibición y su información y fotografías fueron suministradas directamente por el museo. La mayoría de las piezas estaban completas (65,5%), con evidencia de procesos de restauración, y han sido asociadas al periodo Tardío, con fechas que oscilan entre 700 y 1600 d. C.
La mayoría de las piezas corresponden a retablos o tabloides (n = 59; 67,8%), los cuales consisten en figuras antropomorfas planas y macizas; seguidas de recipientes en forma de figuras humanas (n = 19; 21,8%). En baja proporción se encontraron las estatuillas (n = 7; 8%). También se identificaron dos piezas que por sus características se consideraron como misceláneas, ya que no caben en las categorías anteriores (véase Figura 1).
Todas las piezas analizadas corresponden a representaciones individuales, es decir, con un único individuo. El tamaño total de las piezas oscila entre una altura máxima de 38,3 cm y mínima de 3,5 cm, y un ancho máximo de 58,2 cm y mínimo de 4,1 cm. La pieza más pequeña corresponde a la representación de una cabeza humana (véase Figura 2).
Con relación a la postura del cuerpo (véanse Figuras 3 y 4 ) predominaron las piezas sedentes (n = 63; 72,4%), encontrándose de pie únicamente el 11,5% (n = 10). En el 16% de los casos no se pudo establecer con claridad la posición ya que había ausencia parcial o total de las extremidades inferiores. El análisis de la posición de las extremidades superiores e inferiores arrojó que predominaba la postura estática (n = 35; 40,2%), seguida de figurinas con algún tipo de acción específica (n = 22; 25,3%), por ejemplo, en posición de loto, con los brazos en el pecho o manos abiertas. El 20,7% (n = 18) de los casos tenía una postura dinámica (es decir, que algún miembro estaba en asimetría con su par o no tenían las extremidades cerca al torso) y en 13,8% (n = 12) de las figurinas no fue posible establecer con claridad la posición de los miembros.
Todas las piezas corresponden a individuos clasificados como adultos, no obstante, esta categoría es solo una aproximación, ya que no fueron identificados rasgos específicos que permitieran establecer grupos de edad. Con relación al sexo representado en la figurina, predominaron los individuos con rasgos sexuales masculinos (n = 48; 55,2%), seguidos de los indeterminados (n = 24; 27,6%), en los cuales no había rasgos sexuales o estos no estaban bien definidos. Las figurinas con rasgos femeninos fueron las menos representadas (n = 15; 17,2%) (véase Figura 5).
Con relación a las características faciales, se destacan las cabezas cuadradas (n = 44; 50,6%), lo cual se explica por la predominancia de figuras tabloides que tienen como característica principal esta forma de cabeza. No obstante, también se observaron formas rectangulares (n = 16; 18,4%), ovaladas y semiovaladas (n = 24; 27,6%) y tres casos de cabezas triangulares (3,4%). Únicamente el 28,7% (n = 25) de las piezas a las que se les podía observar claramente el rostro, tenían pintura facial. Predominaron los colores rojo, naranja, pardo oscuro y pardo claro, así como la presencia de engobe como parte del acabado de la pieza.
Se destaca la incisión lineal horizontal como característica de la forma de los ojos (n = 67; 77%), seguida por el tipo grano de café (n = 20; 23%). Todas las formas de nariz fueron modeladas y aplicadas. En cuanto a la forma de las orejas, se destaca que en 49,4% (n = 43) de las figurinas había ausencia de estas; en aquellas donde se pudieron identificar predominaron las del tipo por perforación (n = 28; 32%) y las modeladas (n = 16; 18,4%). La forma de la boca más característica fue la abierta incisa (n = 60; 69%), seguida de la boca cerrada modelada con labios (n = 13; 14,9%). Únicamente hay dos casos de boca abierta modelada con labios (n = 2; 2,3%) y en cinco figurinas (5,7%) no fue observada la presencia de boca.
Las modificaciones corporales más características fueron las compresiones en los brazos (n = 48; 55,2%) y piernas (n = 44; 50,6%), presencia de perforación lobular (n = 28; 32.2%) y perforación nasal (n = 73; 83,9%). También se destacan aspectos de ornamentación, como decoración en las áreas de compresión de las extremidades superiores e inferiores (véase figura 6), con ocho figurinas que presentaban esta característica en forma de triángulos y rombos con punteados.
No se observaron elementos que pudieran ser asociados con prendas de vestir; sin embargo, hay presencia de artefactos como cascos, collares y colgantes (véase Figura 7).
Marcus (2019) señala siete aproximaciones teórico-metodológicas para llevar a cabo los análisis de figurinas humanas: 1. Iconografía y estilo, 2. Aproximación contextual, 3. Performance y prácticas, 4. Analogía etnográfica, 5. Aproximación histórica directa, 6. Análisis de composición química y 7. Materialidad y corporalidad. Es justamente a partir de este último enfoque que el presente trabajo se aproxima a entender cómo las figurinas corporalizan valores o ideales de la sociedad que los elaboró.
A pesar de que la mayoría de las piezas que reposan en las colecciones de cerámica en los museos provienen de la guaquería y, por lo tanto, no cuentan con un contexto arqueológico detallado, siguen teniendo un gran valor en términos investigativos. Permiten aproximarnos a cuestiones como la tecnología, las formas y el uso de los objetos, así como a esferas de la economía, relaciones sociales, simbología, prácticas rituales, intercambios, entre otros (Uribe, 2005: 62). No obstante, resulta ser un desafío realizar asociaciones cronológicas, así como obtener otros detalles, ya que estas piezas carecen de documentación sobre el sitio de hallazgo y representan etapas y fases cronológicas diversas que pueden abarcar más de tres mil años (Reichel-Dolmatoff, 1997: 130).
Si bien la muestra de figurinas cerámicas estudiadas en la presente investigación no es exhaustiva4 y cuenta con problemas interpretativos propios de las piezas provenientes de contextos alterados,5 sí permite un acercamiento a las formas a través de las cuales las poblaciones prehispánicas del Cauca Medio representaron el cuerpo.
Todas las piezas analizadas en esta investigación fueron asociadas al periodo Tardío, estando más representadas las figurinas masculinas en comparación con las femeninas. Esto contrasta con lo propuesto por Bruhns (2006) y Uribe (2005), quienes encontraron predominio de formas femeninas en la cerámica y orfebrería del periodo Temprano. Lo anterior se puede deber simplemente a problemas de representatividad propias de este tipo de colecciones. Sin embargo, vale la pena plantear futuras investigaciones para testar la hipótesis según la cual, habría un cambio en la representación de figuras femeninas y masculinas entre periodos de ocupación.
Todas las figurinas analizadas corresponden a representaciones con un único individuo, sin embargo, se tienen reportes de efigies dobles comunicadas por un canal (MUSA, 2006), y una pieza retablo que representa un personaje femenino con un infante en el brazo, el cual tiene las mismas características de la figura grande.6
Los patrones encontrados en la presente investigación dan cuenta de representaciones de individuos con posturas estereotipadas, como en el caso de los retablos o tabloides que incluyen formas planas y cuadradas, sedentes en su mayoría. Generalmente son figurinas masculinas, desnudas, en las que predomina la posición estática y las cabezas cuadradas o rectangulares, con nariz modelada que sobresale en curva de forma exagerada, con perforación. La cabeza y el cuerpo se separan levemente por una escisión que forma el cuello. Las extremidades superiores e inferiores son cilíndricas y macizas, y en algunos casos, las palmas están abiertas. Generalmente tienen cinco pequeñas escisiones que simulan los dedos. En los rasgos faciales sobresalen los ojos y la boca a manera de incisiones lineales. Las orejas suelen ser pequeños agujeros que se ubican en la parte inferior y media de la cabeza. Las perforaciones en el pecho y en la cabeza son comunes, en forma de agujeros bien perfilados que atraviesan la pieza. Cuando representan al sexo femenino, se observan apliques formando los senos y una pequeña abertura en medio de las piernas. En las piezas masculinas solo se encuentra un aplique alargado. Llama la atención la cantidad de piezas con sexo indeterminado, teniendo en cuenta que otras tantas tienen este rasgo explícitamente definido. Podrían corresponder a la representación de una categoría humana genérica en la cual el sexo no es relevante, o tal vez otros elementos como textiles o artefactos decorativos eran los encargados de especificar el sexo. En este punto quedan abiertas las interpretaciones. En la mayoría de las piezas hay zonas de compresión en el antebrazo y muñeca, al igual que en el muslo y tobillo. Se destaca una mayor proporción del tronco frente a otros segmentos corporales.
Las piezas recipiente-figura son vasijas con una abertura en la parte superior de la cabeza, por lo tanto, las formas son más bulbosas y redondeadas. En los ojos predomina la forma de grano de café aplicado, la nariz es modelada, la boca es cerrada o abierta modelada con labios y las orejas aplicadas, con pocos casos de perforación. Generalmente la posición del cuerpo es en forma de loto y sobre una banquita, y las extremidades son variables en su posición. Los rasgos de los dedos no son notorios. En estas piezas el sexo no está representado de forma tan clara como en los tabloides, siendo más difícil su interpretación. Estas figuras tienen mejor perfilada la forma del cuello y son variables en las formas de la cabeza. Se destaca la presencia de adornos corporales, pero hay poca evidencia de zonas de compresión en las extremidades.
Finalmente, las estatuillas son figuras pequeñas, con ojos en forma de incisiones lineales, la nariz aplicada y la boca abierta incisa. Suelen tener las manos adheridas al pecho y la posición de las piernas es de pie. Hay pocos detalles en las extremidades inferiores y mayor relevancia en la cabeza.
Lo anterior sugiere una intencionalidad de representar formas específicas que tuvieran una duración en el tiempo, reflejando conceptos idealizados de ciertos personajes con posturas estereotipadas. El énfasis dado a la cabeza se reconoce en el detalle de los rasgos faciales, así como la presencia de ornamentación, la cual es escasa en otros segmentos corporales. Esta selectividad en la presentación de la arquitectura del cuerpo, sugiere la importancia de la cabeza en la exhibición de la identidad, aunque el resto del cuerpo también adquiere una gran importancia, dada la exageración en la proporción del tronco frente a las extremidades.
Los resultados señalan, a diferencia de la propuesta inicial de Arango (1976), que no hay evidencias que sugieran que las piezas son retratos individuales, ya que no se encuentra una marcada individualización de características físicas en los rostros. En ese sentido, la homogeneidad en las formas de la cabeza para algunos tipos de figurinas y la variación en casos específicos, podría estar asociada a la práctica de modificación intencional del cráneo, la cual sabemos que fue realizada por estas poblaciones, siendo un asunto de interés para los cronistas. Por ejemplo, Duque (1970) señala que en la crónica de Cieza de León se describe: “Los rostros de indios eran anchos y alargados, como consecuencia de la deformación del cráneo, que ellos practicaban apicando tabletas en la frente y en el occipital de los recién nacidos, y más tarde ligaduras. En esta forma, los huesos se achatan y la cabeza crecía en altura” (p. 34). Más adelante, el autor afirma que en sus recorridos por Quindío encontró cráneos con deformación de tipo tabular oblicua (Duque, 1970: 34). Recientes estudios realizados con cráneos recuperados de excavaciones arqueológicas en Chinchiná dan cuenta de esta práctica (Gómez, 2017).
Por otro lado, las extremidades también fueron lugares destacados para representar ideales estéticos. La compresión de brazos y piernas, la pintura corporal, el tatuaje, son solo algunos ejemplos del estándar representado. Duque (1970) hace referencia a las descripciones que hicieron el mariscal Jorge Robledo y don Juan de Castellanos en el siglo xvi sobre los vestidos y adornos de los “Quimbayas”, y destaca que: “los adornos de orfebrería constituían, pues, casi la única vestimenta de estos indios, al lado de las sartas de chaquira, material con que confeccionaban collares y fajas que sumaban los señores de la tribu y por cuya adquisición pagaban crecidas sumas” (p. 35). También se resalta la importancia que tuvo la industria de los tejidos, evidenciada en tecnologías como volantes de huso, sellos y rodillos.
Por su parte, Bruhns (2006) subraya sobre la iconografía de las vasijas y las piezas de oro que al parecer las personas no usaban ropas, “sino solamente unas bandas sencillas alrededor de la cabeza y unas alhajas. Las joyas de ambos sexos consistían en aretes múltiples, pulseras y ajorcas para las piernas con cuerdas o con pepitas de oro pequeñas, narigueras (no son comunes) y collares” (p. 11). Con respecto a las figurinas asociadas al estilo Tricolor encontrado en Manizales y contemporáneo al estilo Marrón Inciso, Bruhns (2006) destaca que: “el motivo más importante en la cerámica modelada es la mujer desnuda. Es posible que los dibujos pintados en rojo oscuro y amarillo brillante de estas vasijas indiquen la pintura o tatuaje del cuerpo y la cara” (p. 12). Sobre las figurinas encontradas en Quindío y asociadas al complejo Caldas,7Bruhns (2006) describe que:
[…] representan personas desnudas. Unos llevan ligaduras en los brazos y en las pantorrillas. Estas parecen haber sido de textil o cestería; muchas llevan decoración geométrica. La moda de apretar los brazos y las piernas con cintas estrechas, las cuales hicieron hinchar los músculos arriba y debajo de la cinta, continuaba entre muchas tribus colombianas hasta los tiempos históricos. Las figurinas también llevan joyas modeladas en barro o, de vez en cuando, en metal. Estas incluyen narigueras circulares y en forma de medialuna y aretes, también circulares, de cobre o de oro. Es posible que las figurinas rectangulares que tienen huecos pequeños en sus cabezas también tuvieran decoración de plumas o de otro material orgánico. Parece que la pintura en las figurillas reproduce la pintura corporal de la gente. Existen muchos rodillos y sellos de barro y es muy probable que estos artefactos se utilizaran para la aplicación de pigmentos en la cara y en las piernas (p. 15).
Por otro lado, la variación en la posición de los brazos y piernas en algunos casos, sugiere la posibilidad de expresar experiencias sensoriales o actividades reservadas a ocasiones especiales. Sin embargo, se requiere una muestra mayor y más representativa para establecer si estos patrones reflejan acciones específicas, roles sociales o interacciones de otra naturaleza.
Finalmente, podemos concluir que el cuerpo ocupó un lugar esencial en la simbología de las poblaciones prehispánicas. Fue un medio de expresión y de representación. En las figurinas antropomorfas quedaron plasmados elementos idealizados de la identidad colectiva e individual y son una fuente de información valiosa para acercarnos a conocer las prácticas de intervención del cuerpo.
Cabe resaltar que no se trata de un trabajo exhaustivo y acabado, pues no comprende todas las piezas cerámicas con representaciones humanas que han sido recuperadas en la región del Cauca Medio. Por el contrario, es un punto de inicio para aproximarnos a las colecciones de museos con preguntas que incluyan nuevos cuestionamientos sobre los medios a través de los cuales se naturalizaron conceptos sobre el cuerpo y se reconocieron ideales corporales en el pasado. En la medida que incluyamos más figurinas en los análisis, podremos identificar patrones adicionales, y asimismo, considerar nuevas interpretaciones.
Se agradece especialmente al Centro de Museos de la Universidad de Caldas, al Museo Quimbaya de Armenia y a la doctora Leonor Herrera por el acceso a las piezas del proyecto Aerocafé en Palestina.