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Estado nación y patrimonio arquitectónico en el Centro Histórico de Asunción: entre destrucción, abandono y una herida colonial
Laurie Alice Vera Jiménez
Laurie Alice Vera Jiménez
Estado nación y patrimonio arquitectónico en el Centro Histórico de Asunción: entre destrucción, abandono y una herida colonial
Nation-State and Architectural heritage at de Historic downtown of Asunción: Between destruction, abandonment and a colonial wound
QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos, núm. 19, 2023
Universidad de Buenos Aires
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Resumen: El patrimonio arquitectónico es una herramienta para la construcción de los Estados nación y las narrativas nacionales que buscan los medios de expresión necesarios para consolidar su poder y asentar su legitimidad. El patrimonio arquitectónico adquiere a partir de la Revolución francesa un carácter político, el de la representación ideológica, estableciendo un “discurso patrimonial autorizado”. Asunción, llamada “madre de ciudades” fue el centro expedicionario que dio origen a la fundación de numerosas ciudades de la región. Hoy, Asunción presenta una crisis de marginalización materializada en la demolición del patrimonio arquitectónico modesto y de conjunto. Las demoliciones son una problemática que afecta al país entero, pero es en la capital donde esta adquiere un simbolismo particular que trataremos de desentrañar. Nos preguntamos cuál es la relación existente entre la destrucción del patrimonio arquitectónico del CHA (Centro Histórico de Asunción) y los valores hacia la materialidad entablados con la construcción del Estado nación en Paraguay. Para ello, buscamos comprender cómo se fueron estructurando los valores de representación, con una descripción breve de los momentos históricos más importantes en la construcción urbano-arquitectónica del CHA, un análisis sociohistórico sobre la problemática de la construcción del Estado nación en Paraguay; y un análisis sobre los valores memoriales atribuidos a la materialidad que han legado las tribus autóctonas a la identidad paraguaya. Nos enmarcamos en un “enfoque crítico del patrimonio” cruzando este análisis en diálogo con la corriente decolonial latinoamericana, al asumir el impacto que tuvo la colonización de América en la formación de conceptos sociopolíticos constitutivos de una representación simbólica importada de Europa. La metodología utilizada es de investigación bibliográfica, tomando como referentes las investigaciones históricas y antropológicas existentes sobre el Paraguay. La demolición del patrimonio arquitectónico del CHA es un reflejo de la herida colonial del Paraguay y la herencia de la cosmovisión guaraní, que conserva “la función antropológica de la arquitectura”.

Palabras clave: patrimonio arquitectónico, Estado nación, Centro Histórico, Asunción, Paraguay, guaraní.

Abstract: Architectural heritage is a tool for the construction of Nation-States and national narratives that seek the means of expression necessary to consolidate their power and establish their legitimacy. Since the French Revolution, architectural heritage has acquired a political position, that of ideological representation and, in doing so, establishing an "authorized patrimonial discourse". Asunción, often called "mother of cities", was the expeditionary center that gave rise to the foundation of numerous cities in the region. Today, Asunción presents a crisis of marginalization materialized in the demolition of the modest and, overall, architectural heritage. Demolitions are a problem that affects the entire country, but it is in the capital where it acquires a particular symbolism that we will try to unravel. We wonder about the relationship between the destruction of the architectural heritage of the CHA (historic center Asunción) and the values towards materiality established with the construction of the Nation-State in Paraguay. To do this, we seek to understand how the values of representation were structured by creating a brief description of the most important historical moments in the urban-architectural construction of the CHA, a socio-historical analysis on the problem of the construction of the Nation-State in Paraguay, and an analysis on the memorial values attributed to the materiality that the autochthonous tribes have bequeathed to the Paraguayan identity. We frame this in a "critical approach to heritage", crossing this analysis in dialogue with the Latin American decolonialization current, assuming the impact that the colonization of America had in the formation of socio-political concepts constituting a symbolic representation imported from Europe. The methodology used is bibliographic research, taking as a reference the existing historical and anthropological research on Paraguay. The demolition of CHA's architectural heritage is a reflection of Paraguay's colonial wound. and the heritage of the Guarani worldview, which preserves "the anthropological function of architecture".

Keywords: architectural heritage, State-Nation, Historical Center, Asunción, Paraguay, guaraní.

Carátula del artículo

Dossier

Estado nación y patrimonio arquitectónico en el Centro Histórico de Asunción: entre destrucción, abandono y una herida colonial

Nation-State and Architectural heritage at de Historic downtown of Asunción: Between destruction, abandonment and a colonial wound

Laurie Alice Vera Jiménez
Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la Universidad Nacional de Asunción (FADA-UNA), Paraguay
Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL) de la Sorbonne Nouvelle, Francia
QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos, núm. 19, 2023
Universidad de Buenos Aires

Recepción: 22 Septiembre 2022

Aprobación: 28 Febrero 2023

Introducción


Figura 1
Centro Histórico de Asunción
Juan Carlos Meza para “Fotociclo”, 2022

El equipo de dirección de patrimonio cultural está trabajando en un comunicado, del cual vamos a informar a la ciudadanía cuales son las medidas que tomaremos. Ministro, pero imagínese la particularidad: ahora, sábado a las 8 de la noche, ahora están demoliendo. Eso te da la pauta de cómo opera esta gente, porque ellos debieron haber comunicado a la institución si tenían una medida cautelar, si es que se les autorizó por una herramienta jurídica, ahora después del paro de obra […] ellos están incurriendo en un delito contra un bien cultural […]. No podemos hacer nada ahora […]. (SIC). (Liv [@livmediapy], 2022)

Estas corresponden a las declaraciones recientes (4-07-22) del ministro de cultura del Paraguay frente a la interpelación de la prensa del país ante la demolición del “molino San Luis”, patrimonio arquitectónico del centro histórico de Asunción (CHA). Su posible demolición para construir en su lugar una estación de expendio de combustible había hecho eco en la ciudadanía asuncena. Luego de meses de litigio entre los vecinos, el gobierno y los propietarios, su demolición fue ejecutada. En las declaraciones del ministro lo que más resalta es la afirmación de “nada podemos hacer” desde una figura representante del propio Estado.


Figura 2
CHA Molino San Luis un edificio de tipología Neoclasicista típica de las construcciones del CHA Aún en pie en mayo de 2022
Fuente: Catalán, 2022


Figura 3
CHA Molino San Luis en proceso de demolición Setiembre de 2022
elaboración propia

El Molino San Luis fue solo un ejemplo más de demoliciones que se repiten continuamente con el patrimonio modesto (Waisman, 1974) del Centro Histórico de Asunción (CHA)..

Frente a esta realidad, las autoridades no toman una posición drástica y decisiva que marque un paro definitivo a estos procedimientos, y las demoliciones continúan. El patrimonio es un documento y hay que parar con las demoliciones (Peralta, 2022), reza el titular de otro artículo de prensa que se hace eco de la situación de desaparición del patrimonio arquitectónico de Asunción (Vera Jiménez, 2016). Si bien las demoliciones son una problemática que afecta al país entero, es en la capital donde esta adquiere un simbolismo particular que trataremos de desentrañar.

Asunción, llamada “madre de ciudades” fue el centro expedicionario que dio origen a la fundación de numerosas ciudades de la región, y posee el título de la ciudad más antigua fundada por los españoles en la cuenca del Río de la Plata (Sánchez Quell, 2007). La ciudad de Asunción es el espacio fundacional de la República del Paraguay. Fue el primer lugar de contacto de los colonizadores españoles con las tribus guaraníes. Fundada por Juan de Salazar el 15 de agosto de 1537, día de la virgen “Nuestra señora de la Asunción”, nace como un fuerte militar para las expediciones que parten a fundar-colonizar numerosas ciudades. Constituyó un lugar de paso, cuyo inhóspito clima con constantes ataques de tribus aborígenes no despertó un fuerte interés imperial. En consecuencia, el legado de proyectos urbanos monumentales del imperio español no tuvo lugar. Los pocos ejemplares hechos en madera y paja que databan de la colonia fueron demolidos o destruidos por fenómenos naturales.

El patrimonio arquitectónico heredado en el CHA corresponde al desarrollo contextual independentista del siglo XIX (Gutiérrez, 1978). El CHA concentra el 52% del patrimonio inmobiliario del país. Es la sede de los poderes del Estado del Paraguay y el escenario de los acontecimientos históricos más importantes del territorio. Con una superficie de 300 hectáreas, el CHA cuenta con 147 hectáreas construidas de las cuales 491.000 m. son edificios patrimoniales. Se dividen en: 62% patrimonio de interés, 21% patrimonio ambiental, 15% patrimonio arquitectónico y 2% patrimonio monumental. Según el registro de bienes culturales de los 347 inmuebles clasificados, 185 se ubican dentro del centro histórico, correspondiendo al 52% del patrimonio nacional. Además, de estas 147 ha, 220.000 m. permanecen sin uso (Plan Maestro de Revitalización del Centro Histórico de Asunción [Plan CHA], 2016; Municipalidad de Asunción, 2022).

Hoy, Asunción presenta una crisis de marginalización materializada en la demolición del patrimonio arquitectónico, junto con la usurpación de espacios públicos, aceleración de la criminalidad, inundaciones, falta de infraestructuras, asentamientos precarios a la vera del Río Paraguay (Canese de Estigarribia et al., 2019). Este conjunto de problemáticas que han dejado al CHA destruido y abandonado se suman a proyectos inconclusos de planificación urbana, a causa de la corrupción y la desidia política (Causarano, 2013; Municipalidad de Asunción, 2016; Plan CHA, 2016), y dan como resultado una carencia de diagnósticos actualizados sobre la situación del patrimonio arquitectónico del CHA (Vera Jiménez, 2016).

La arquitectura modesta y de conjunto es demolida. Demoliciones que son aprobadas por funcionarios, que se posicionan en la línea abismal de la modernidad que ha convertido en “desechos culturales” a todas aquellas experiencias fuera de la norma de “autenticidad”, negándoles el derecho a existir y seguir relatándonos la historia urbana de la ciudad (Farres Delgado y Matarán Ruíz, 2014).

La idea de que “es difícil imaginar la reproducción del orden simbólico de una sociedad sin ayuda del concepto de patrimonio, entendido como el origen de todo proceso de simbolización” (Jeudy, 1990, como se citó en Geert et al., 2016), nos lleva a cuestionarnos “las representaciones sociales de la identidad cultural de los grupos sociales” (Geert et al., 2016: 11) y preguntarnos cuál es la relación existente entre la destrucción del patrimonio arquitectónico del CHA y los valores hacia la materialidad entablados con la construcción del Estado nación en Paraguay.

Para responder este interrogante proponemos un recorrido en tres tiempos, que nos permitirán comprender cómo se fueron estructurando los valores de representación. En primer lugar, una descripción breve de los momentos históricos más importantes en la construcción urbano-arquitectónica del CHA, luego avanzamos con un análisis sociohistórico sobre la problemática de la construcción del Estado nación en Paraguay y finalizamos con una reflexión sobre los valores memoriales atribuidos a la materialidad que han legado las tribus autóctonas a la identidad paraguaya.


Figura 4
Centro Histórico de Asunción Septiembre de 2022
Juan Carlos Meza para “Fotociclo”, 2022

Para ello, nos enmarcamos en un “enfoque crítico del patrimonio” (Davallon, 2015; Geert et al.,2016; Quiroga et al., 2019; Sánchez-Carretero, 2012; Smith, 2006) reconociendo su vertiente política y las estructuras de poder que conlleva. Nos situamos así, en una mirada pluridisciplinar que conjuga la historia sociopolítica (Brezzo, 2010; Capdevila, 2007; Richard, 2007; Telesca, 2011), urbana y arquitectónica del Paraguay (Gutiérrez, 1978) con la antropología del territorio (Boidin, 2011; Melia, 2011). Cruzamos este análisis en diálogo con la corriente decolonial latinoamericana, asumiendo el impacto de la colonización de América en la formación de conceptos sociopolíticos constitutivos de una representación simbólica importada de Europa (Santos, 2007; Quijano, 2014a; Walsh, 2005).

La metodología utilizada es de investigación bibliográfica, tomando como referente las investigaciones históricas y antropológicas existentes sobre el Paraguay, así como los artículos de prensa que denuncian la realidad de destrucción del patrimonio arquitectónico, pues hasta la fecha no existen investigaciones oficiales que profundicen al respecto. . La historia del patrimonio arquitectónico es ante todo la historia política de la ciudad. En tanto objeto político de la memoria, refleja la historia de la construcción del Estado nación y en él, el “discurso patrimonial autorizado” (Smith, 2006).

2. El Estado nación y la construcción del patrimonio arquitectónico del CHA

El Paraguay obtiene su independencia de la corona española en 1811. La figura principal de este periodo es el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, dictador supremo de la República, que impuso un gobierno proteccionista desde 1814 hasta 1840, hecho que acumula un retraso en comparación con las nuevas técnicas industriales y comerciales que estaban surgiendo entonces en Europa. Sin embargo, esta medida constituyó una vía de preservación cultural de los pueblos autóctonos que habían quedado al desamparo luego de la expulsión de las misiones jesuitas. Esto permitió el reforzamiento de una identidad nacional y de la lengua guaraní (Capdevila, 2015b).


Figura 5
Plano de Asunción levantado en 1785 por Félix de Azara
Des voyages dans l’Amerique Meridional-1809, publicado por el Convenio BID-Facultad de Arquitectura UNA (2005)

El contexto arquitectónico de Asunción en este periodo no presenta grandes proyectos. Las construcciones son en tierra, paja y madera; casas y chozas dispersas entre zanjones creados por las lluvias intensas del clima tropical (figura 5). El aporte de esta época se concreta en 1821 con la primera intervención urbana de la ciudad: la trama urbana reticular, que marca la primera modificación de la morfología urbana del CHA. Demoliciones y aperturas de calles dieron forma cuadrangular a la disposición de loteamientos (figura 6).


Figura 6
Plano de rectificación de las calles superpuesto sobre el plano de Azara
González de Bosio (2013)

A la muerte del dictador supremo, le sucede Carlos Antonio López en 1842. Uno de los primeros pasos que da su gobierno es la apertura de fronteras. Implementa una política mercantilista que promovió el desarrollo social y cultural de influencia europea. Trajo arquitectos, técnicos y maestros profesionales extranjeros al país, y promovió la alfabetización de la lengua castellana a nivel nacional. La apertura de fronteras y el auge económico con la importación de constructores profesionales europeos fueron factores que cambiaron la fisonomía urbana de la ciudad de Asunción. El objetivo era permitir la transformación de Paraguay al estilo de una pequeña ciudad europea. Se construyen nuevos programas arquitectónicos: la estación del ferrocarril, el Palacio de gobierno, el Oratorio de la Virgen de Asunción, entre otros (Gutiérrez, 1978). Este periodo marca la segunda modificación de la morfología urbana de Asunción.


Figura 7
CHA Estación Central del Ferrocarril Carlos Antonio López 1861 Febrero de 2023
elaboración propia


Figura 8
CHA Catedral Metropolitana de Asunción 18421845 Febrero de 2023
elaboración propia


Figura 9
CHA Palacio Carlos Antonio López actual palacio de gobierno 18431892 Febrero de 2023
elaboración propia


Figura 10
CHA Oratorio Nacional de Nuestra Señora de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes 18641936 Febrero de 2023
elaboración propia

Carlos Antonio López muere en 1862 y le sucede su hijo como jefe del país, quien continúa una política de apertura internacional. Sin embargo, esta fase de progreso se vio socavada: en 1865 comenzó la Guerra de la Triple Alianza, marcando un punto de inflexión en la construcción del Estado nación paraguayo: “Todos conocemos la sobremortalidad que caracteriza al Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza. Esta corresponde a un nivel de violencia que no tiene equivalente en el siglo 19 y 20 en los conflictos convencionales” (Capdevila, 2015a, párr. 7).

La Guerra de la Triple Alianza que confrontó al Paraguay contra sus vecinos Brasil, Argentina y Uruguay, desde 1865 hasta 1870, produjo marcas permanentes en la historiografía paraguaya. Las secuelas del traumatismo de un país que rozó la exterminación permanecen latentes en la memoria colectiva. La antropología histórica del tema trata este evento como el «año cero» en la memoria de las poblaciones rurales del Paraguay (Boidin, 2006) o como “le principal répére du temps present paraguayen“. (Capdevila, 2007). De la misma manera, esta guerra es considerada una de las primeras guerras totales de la era industrial, entre las más mortíferas en la escala poblacional de la región. El 80 % de la población masculina mayor de doce años fue exterminada. Los esclavos, mulatos e indios de las antiguas misiones fueron particularmente afectados, ya que fueron utilizados como frente de batalla y eliminados de la memoria colectiva (Richard, 2007).

En el transcurso de esta confrontación, el idioma guaraní recobra, aún con más fuerza, su papel de medio mayoritario de comunicación en el Paraguay solidificando así un rol identitario en el seno de la nación. Si bien el modelo de Estado nación eurocentrista proyectado por los López buscó erradicarlo, en los campos de batalla es el idioma autóctono el que prevalecerá (Capdevila, 2015b; Richard et al., 2007).

Como memoria de este conflicto se observa en el Palacio de gobierno, también llamado “Palacio de López”, uno de los edificios patrimoniales más importantes del CHA. Las tropas brasileras bombardearon este último, dejando secuelas en la estructura de uno de los pináculos del edificio.


Figura 11
Palacio Carlos Antonio López luego del bombardeo de cañones brasileros 1868
Archivo Nacional, fotografía de dominio público

Durante la Guerra de la Triple Alianza (1869 a 1870) los paraguayos asumen por primera vez una posición identitaria. Obligados frente al enemigo a autodefinirse, realizan un primer acercamiento a una definición de ser paraguayo. Un testimonio material de este fenómeno se realiza fundamentalmente a través de los periódicos de trincheras. Periódicos como el “Cabichu’i” o “Cacique Lambaré” presentan textos y grabados que refuerzan la idea de los paraguayos como un pueblo de personas blancas. Sin embargo,

Lo llamativo de esta asunción como pueblo blanco es constatar no sólo que el porcentaje de la población esclava rondaba el 4% (dejando de lado los mulatos libres, reconocidos como tales) sino que dentro del ejército de López existía también un batallón denominado “nambi’i” (oreja chica, en guaraní) que estaba conformado exclusivamente por afrodescendientes (Telesca, 2011: 378).

El traumatismo generado por la derrota contra la Guerra de la Triple Alianza (1870) marca una pausa temporal en el desarrollo arquitectónico y urbano de la ciudad. Tal es así, que los ejemplares de patrimonio arquitectónico más representativos del intento de construcción identitaria de un Estado nación datan de esta época.

El país queda devastado y con escasa población masculina, un nuevo gobierno impulsa la migración a fin de repoblar el país. Llegan inmigrantes argentinos, brasileños, españoles, italianos y alemanes, quienes comienzan a emprender nuevos proyectos constructivos. Inmigrantes españoles e italianos dejaron una impronta de estilo “neoclasicista” en la ciudad de Asunción. Sin embargo, debido al carácter modesto de las edificaciones en comparación a obras monumentales como en Buenos Aires, no tendrán grandes inversores en la Asunción de fines del siglo XIX.

En el siglo XX, Paraguay se involucra nuevamente en un conflicto bélico: la Guerra del Chaco (1932-1935). Esta vez por la colonización de la región occidental del país, territorio ocupado por pueblos originarios. La conformación del territorio chaqueño ocupa un lugar singular en el imaginario histórico y por tanto determinante en la conformación urbana de la ciudad de Asunción, que da espaldas al Río Paraguay.

Asunción fue fundada sobre el margen izquierdo del río, lo que llamamos región oriental, mientras que el Chaco bordea el margen derecho. Así, desde los tiempos de la colonización española, el Río Paraguay constituía la frontera contra los ataques de los indígenas chaqueños a la colonia. Hoy en día, la historiografía nos permite observar que en la memoria urbana se refleja y persiste la huella del Chaco como marca geopolítica y simbólica de la frontera entre “civilización” y “barbarie”. Aun después de la finalización de la guerra, el Chaco Paraguayo conserva un estatus característico de colonialismos internos en América Latina (Capdevila, 2019) donde el Estado nación se rehúsa a integrar el componente indígena que reconoce en papeles pero no en actos..

En el decenio 1930-1940 la política paraguaya será marcada por periodos de fuerte inestabilidad política. El partido liberal y el partido colorado se disputarán el poder, lo cual tendrá como consecuencia la guerra civil de 1947. Esta inestabilidad en el gobierno se materializó finalmente con una dictadura de 35 años bajo el dominio de Alfredo Stroessner, la cual entró en diálogo geopolítico con las demás dictaduras latinoamericanas y la Guerra Fría promovida por los EE. UU, imponiendo un régimen del terror al seno del Estado (Abente y Flores, 2008) y la entrada del sistema neoliberal en el país. Este periodo marca el inicio de la tercera modificación de la morfología urbana del CHA.

De hecho, se modifica la homogeneidad urbana de la ciudad, la cual contaba con edificios de una altura constante y unificada de máximo tres niveles. El boom económico producido por la construcción de la hidroeléctrica de Itaipú (1975-1984) impulsará nuevos proyectos edilicios de varios niveles. Al superar el límite de cuatro plantas, se produjo una distorsión de la imagen homogénea del paisaje urbano. Este último proceso también se vio facilitado por la creación del impuesto de construcción, que no preveía la existencia de edificios de valor histórico. Como resultado, en las décadas siguientes muchos edificios de muy alto valor patrimonial fueron destruidos, en su mayoría para ser convertidos en áreas de estacionamiento.


Figura 12
Diferentes vistas del CHA donde se observan los edificios en altura que rompieron la homogeneidad urbana. Febrero de 2023
elaboración propia

La ciudad se irá desarrollando dentro de una dinámica violenta sustentada en la confrontación civilización-barbarie (Mella, 2011). Desde Carlos Antonio López que trata de realizar una ciudad a la europea hasta la dictadura de Stroessner que marca la entrada de los intereses neoliberales dentro de la ciudad, se promovieron circunstancias que obstaculizaron la formación de una identidad común que se reconozca en el Estado.

En suma, las bases incongruentes de un Estado nación construido sobre un modelo eurocentrista, racista y neoliberal harán caso omiso de la historia y de la memoria del territorio, donde la Guerra de la Triple Alianza marcó el inicio de la crisis de la modernidad (Quijano, 2014b) paraguaya. El fin de la guerra es el “año cero”, donde inicia la privatización del territorio y del Estado por parte de una oligarquía (Guereña y Rojas Villagra, 2016). Sin embargo, a contracorriente de este mecanismo de supremacismo cultural, la lengua guaraní constituirá la permanencia oral de la memoria de una civilización que se niega a desaparecer (Adoue et al., 2015).

3. Hacia los orígenes del conflicto

El patrimonio resulta un escenario de conflictos, un espejo de las cuestiones y disensiones políticas que hace que los procesos de memoria sean con frecuencia un terreno de lucha y de conflicto (Geert et al., 2016: 3).

La invasión de América (Dussel, 1988) marca el inicio de una confrontación entre dos mundos que se interrelacionan modificándose mutuamente. El Paraguay, habitado por numerosas tribus autóctonas, será permanentemente afectado con la invasión española. Sin embargo, podrá conservar diversas particularidades culturales por desarrollarse en la periferia del control del Imperio español. Las características que permiten al Paraguay crecer sin una fuerte imposición del yugo del imperio son, sobre todo, la ausencia de oro y plata, y su situación geográfica de clima inhóspito.

Si bien, como lo afirman Leví-Strauss y Eribon (1988), la diversidad ha sido una característica al interior de las sociedades humanas, en el inicio de la modernidad y el desarrollo de sociedades capitalistas se busca una homogeneización de sociedades para la construcción de los Estados nación alrededor del mundo (Linck, 2012). Aquí resalta el uso político del patrimonio cultural en la construcción de los Estado nación y las narrativas nacionales (Geert et al., 2016).

Los Estados buscan los medios de expresión necesarios para consolidar su poder y asentar su legitimidad. En el mundo occidental-europeo, la arquitectura se convierte en el medio físico y material para constituir una herencia común y compartida, mediante el apoyo de la construcción de una identidad nacional unificadora. El patrimonio arquitectónico adquiere así, a partir de la Revolución francesa, un carácter político, el de la representación ideológica, con un discurso destinado a dar sentido a un momento político en la búsqueda de significados (Poulot, 1993).

La construcción de estos conceptos se vio influenciada gracias al descubrimiento del nuevo mundo, sentando las bases para la estructuración de un poder hegemónico basado en el capitalismo y el eurocentrismo por medio de la noción de raza bases conceptuales de superioridad racial que impregnaron la noción y funcionamiento del Estado nación (Quijano, 2014a). Así, se ha ido consolidando una visión del mundo que aspira a ser “civilizada”, blanca y europea, generando discursos de superioridad racial y cultural que sirven de base para consolidar lo que Laurajane Smith denominó “discurso patrimonial autorizado” (Smith, 2006). Una característica de ello es la valorización de la monumentalidad como medio de representación del poder hegemónico (Quiroga et al., 2019).

En este contexto, el Paraguay del siglo XIX, siguiendo el movimiento geopolítico de independencias latinoamericanas, importa el modelo de “república” basada en la filosofía “des lumières” de la Revolución francesa y con él, el modelo de Estado nación homogéneo blanco y europeo. Santos argumenta al respecto de este concepto:

[…] como ustedes saben, aquí, al contrario del continente africano, la independencia no fue conquistada por las poblaciones nativas sino por los descendientes de los conquistadores. Fue un proceso histórico totalmente distinto al del África, ya que este sistema fue impuesto a una sociedad civil que era muy pequeña, con poca gente que la conformaba y, por eso, fue una imposición colonial. Es este constitucionalismo moderno el que asegura la continuidad del colonialismo en los nuevos tiempos post independencia (2007: 34).

La colonización española en la figura criolla de los próceres de la independencia se vio confrontada a la existencia de poblaciones autóctonas en la región. La labor de las misiones jesuitas sobre este último punto cobra un valor determinante debido a la configuración identitaria lingüística y religiosa alcanzada desde 1606 hasta 1767 en las reducciones jesuíticas (Telesca, 2010).

En la relación conceptual entre el patrimonio y la conformación identitaria del Estado nación planteamos bajar la lupa a este concepto estructurante. Mario Rufer analiza su construcción como “una lectura particular y restringida de pueblo definida por las élites (criollas en Latinoamérica) con una acepción unívoca de cultura como homogeneidad y criterio de pertenencia” (2016: 278).

Estas formaciones discursivas basadas en la homogeneidad pueblo-nación-cultura-ciudadanía-estado universalizaron procesos que en realidad son historicidades particulares a cada región.

En este contexto, el Paraguay con su ubicación geográfica y su clima poco amigable para una migración europea a gran escala fue un terreno propicio para ciertas particularidades históricas, y una construcción institucional débil.

Una de las principales características sociohistóricas del Paraguay es que, más allá de 1572, no llegan contingentes europeos migratorios, lo que produce que elementos de la cultura guaraní gocen de legitimidad social. La lengua guaraní permeabiliza y construye así una unidad identitaria (Melia et al., 2006).

Al respecto, las investigaciones del historiador Ignacio Telesca (2011) sobre la historia social y religiosa del Paraguay de los siglos XVIII-XX nos permiten saber que para fines del siglo XVIII Paraguay era una provincia indígena, con solo un cuarto de la población considerada como española. Esta última, en realidad era mestiza, pero defendía su componente español por sobre el indígena por razones de “prestigio”. La independencia obtenida en 1811 será producto de una demanda de la élite criolla minoritaria de la población.

Así, el modelo importado de Europa, con bases epistemológicas etnocentristas y patriarcales, se encontrará de cara a una cosmovisión autóctona conectada a la naturaleza. Iniciada la lucha de poderes al interior de las colonias, no se tomarán en cuenta la existencia ni participación de las minorías (aborígenes, negros y mujeres) en la construcción social del Estado nación (Segato, 2007). Esto se verá reflejado en la valorización del patrimonio arquitectónico según los discursos autorizados (Smith, 2006).

A pesar de ello, en el Paraguay del siglo XX y a contracorriente de esta idea de homogeneidad, en 1992 se reconoce en la nueva constitución nacional como un Estado pluricultural y bilingüe, producto del mestizaje español guaraní. Entre la realidad social y este reconocimiento se manifiesta una definición ambigua de Estado y de conflictos de construcción sociohistórica (Brezzo, 2010). Así, el concepto europeo de patrimonio relacionado a la representación de una identidad unificadora entra en contradicción. Como nos explica la investigadora Carolina Quiroga.

Los elementos que se han considerado patrimonio, es decir aquellos bienes materiales e inmateriales dignos de ser preservados, exhibidos y cuidados, han sido activados por una parte muy reducida de la sociedad y con el objetivo de valorizar y legitimar una visión, un conjunto de imágenes y una experiencia de la realidad también parcial (2019: 943)

Las investigaciones de Fabien Van Geert y Xavier Roigé hablan sobre el patrimonio como un terreno de confrontación de los usos de la memoria y sostienen que el patrimonio “como una representación legitimada del pasado, sirve al establecimiento de narrativas culturales potencialmente hegemónicas, lo que lo convierte en un objeto político” (2016: 19). Es así, que entre las principales líneas de investigación y terrenos en los que el uso del patrimonio resulta esencial, aquí nos interesa el uso del patrimonio en la construcción de los Estados nación.

Estos últimos fueron construidos sobre la base de romans nationales (narrativas nacionales) estructuradas según el modelo francés del siglo XIX y son aplicadas en el Paraguay en el siglo XX. Las investigaciones de los historiadores Liliana Brezo, Ignacio Telesca y Bartolomé Melia (1997) nos describen este proceso histórico, donde la construcción social del Paraguay como una “nación mestiza” en su origen, que evolucionó a blanca, sentaron las bases para la construcción de una sociedad racista donde la instrumentalización de las tribus autóctonas en el mito nacional, estructura la confrontación civilización-barbarie que persiste hasta nuestros días (Brezzo, 2010). Telesca nos dice al respecto que “Tras la imagen de la “raza paraguaya” construida a principios del siglo XX, no sólo se justifica una historia heroica sino también una situación social de exclusión” (2011: 386).

De la misma manera, analizan la importancia del historiador Juan d’Oleary en esta construcción un mito nacional “nacionalista” durante la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989). Estos mecanismos constituyeron una pieza clave en el rompecabezas de las historias “oficiales” racistas y clasistas asumidas por los Estado nación emergentes del siglo XIX latinoamericanos (Quijano, 2014b). Con esta versión oficial eurocentrista de lo que debería ser un Estado nación se sustenta el “discurso patrimonial autorizado” (Smith, 2006) para la identidad paraguaya.

Los romans nationaux (mitos o narrativas nacionales) asumidos por la historiografía moderna colocan a los historiadores, generalmente hombres blancos (o que se reclaman como tales en ciertos casos del contexto paraguayo) en el centro del tejido de la narrativa nacional, que piensan el mundo desde sus posiciones de poder. Contrariamente a lo que discursos hegemónicos quisieran creer, la historia no es ni objetiva ni universal. Siempre es el producto del conocimiento situado. Y la historia de los Estados nación es una historia hecha y escrita por los vencedores y los dominantes (Quiroz, 2020).

Aunque el Paraguay constituía un territorio plurilingüe en sus orígenes, la lengua guaraní ha sido una constante histórica cuya permanencia se vio favorecida gracias al aislamiento geográfico y administrativo de la colonia. Así, el bilingüismo español- guaraní no sería más que un privilegio de las clases superiores pues el guaraní siempre constituyó la lengua predominante. Investigaciones documentales recientes (Centre National de la Recherche Scientifique [CNRS], 2016) han demostrado que fue lengua oficial durante la colonia, desplazando a parte del español y a otras lenguas indígenas: “Durante los siglos XVI y XIX el guaraní fue la lengua general y se utilizó como medio de articulación entre los pueblos de gran parte de la región de América y los colonizadores. Los colonizadores institucionalizaron esta lengua” (Secretaría Políticas Lingüísticas, 2019). La permanencia de la cultura guaraní será fundamental en la estructuración de la Nación. Su historia está marcada primero por la expulsión de “La compañía de Jesús” del territorio, fraguando así el proyecto utópico de Estado nación religioso desarrollado con las tribus autóctonas. Y posteriormente, por el intento de exterminación de estas tribus autóctonas y todo germen de alteridad, en las dos guerras del Paraguay. .

Así, en el Paraguay del siglo XXI la interpretación civilización-barbarie constituye una permanente en la conciencia nacional, que si bien se identifica a una “estirpe guaraní” al mismo tiempo niega su componente aborigen relacionándolo a la barbarie: el pasado es indio, pero nosotros no (Capdevila, 2019; Melia, 2011).

Con el contacto colonial se da una interrelación de cosmovisiones, donde el Estado nación asume un rol hegemónico. Los ejemplares testimoniales de la construcción de este Estado nación del siglo XIX están desapareciendo, reflejan el conflicto de ambigüedad conceptual del propio Estado paraguayo. Retomando las reflexiones de Aníbal Quijano, podemos afirmar que la destrucción del patrimonio arquitectónico y abandono del CHA es el resultado del secuestro del Estado dentro de la máquina de la modernidad-colonialidad (Quijano, 2014a) que adopta un supremacismo cultural, donde los intereses capitalistas pasan por sobre los derechos de memoria (Rojas Villagra, 2014).

4. ¿Qué valor para la memoria material en el Paraguay?

Las identidades y la memoria simplemente no se “encuentran”, “producen”, ni “reflejan” en los sitios o monumentos patrimoniales sino que son recreadas y negociadas continuamente a medida que las personas, las comunidades y las instituciones reinterpretan, recuerdan, olvidan y revalúan el significado del pasado, en cuanto a las necesidades sociales, culturales y políticas del presente. (Smith, 2011: 23).

Si bien el Paraguay a lo largo de su historia ha presentado conflictos que determinaron la construcción problemática del Estado nación y sus instituciones en una continua lucha hegemónica, existen cosmovisiones propias al territorio que han prevalecido.

La población rural del Paraguay, mayoritaria hasta 1992, es considerada desde el punto de vista antropológico heredera de la cultura guaraní, de la cual ha conservado el idioma y ciertos rasgos culturales. Observar la manera de habitar de las poblaciones rurales de este país puede darnos una pista acerca de los valores memoriales atribuidos a la materialidad que pudieron influenciar la percepción actual hacia la conservación del patrimonio arquitectónico.

La antropóloga Capucine Boidin, en su libro Guerra y mestizaje en el Paraguay, realiza una antropología de la vivienda en una pequeña ciudad rural al sur del Paraguay llamada “Isla Guasu”. La vivienda es llamada oga en el idioma guaraní; con respecto a la etimología de la palabra, Boidin nos cuenta:

Los antiguos diccionarios de guaraní, escritos por Montoya (1876-1639) nos dan pistas: en la época de su redacción, og que dará paso a oga reenvía a la acción de cerrar y de acoger, mientras que tape (camino) es definido como un lugar donde hubo una pequeña ciudad (tava). Lejos de ser puntos enracinados al suelo, las casas son concebidas como refugios y lugares temporalmente cerrados que deben sin embargo permanecer como lugares de paso, de caminos. (2011: 140)

Así, en un análisis que conjuga inmersión etnográfica y análisis de conceptos etimológicos del vocabulario de la vivienda del idioma guaraní, nos aporta pistas sobre la relación existente entre los rituales mortuorios, el abandono de las viviendas por los guaraníes, y su persistencia en las poblaciones rurales del Paraguay. De hecho, el abandono de las residencias se da, ya sea porque la casa es muy vieja, cuando el dueño emigra definitivamente o cuando el jefe de familia o dueño principal muere. Así, la casa (oga) convertida en ruina se transforma en camino (taperekue). Los vestigios de las casas abandonadas quedan largo tiempo visibles hasta que el espíritu del difunto abandona la morada. Los sitios son reconocibles particularmente por la presencia de un baldío con árboles frutales, especialmente de manglares entrelazados (Boidin, 2011: 130).

Las casas forman y cierran los caminos, de manera temporal. Entre casas y caminos, no hay una diferencia marcada y establecida. El pasaje de “estado de casa” al “estado de camino” no es más que una cuestión de tiempo. La casa no es un punto fijo y estático en el espacio-tiempo. (Boidin, 2011: 129)

La influencia del mestizaje hispano-guaraní y la permanencia de la cosmovisión autóctona da lugar a un cierto desinterés sobre la memoria material. Al ser herederos de una cultura seminómada el valor simbólico de la materialidad constructiva no representa un concepto importante, pues las casas poseen un ciclo de vida al igual que los humanos.

Es también importante resaltar que a diferencia de Europa y otros países de la región del Río de la Plata, en el Paraguay la construcción en materiales menos perecederos como la piedra no llegó a un desarrollo tecnológico a causa, principalmente, de las restricciones del recurso. La construcción se desarrolló en materiales orgánicos, básicamente en tierra, paja y madera. No serán sino los Jesuitas en el siglo XVII quienes comenzarán a introducir esta tecnología.

La presencia jesuita en el Paraguay fue el hecho colonizador más relevante de la región. La transformación de las comunidades guaraníes seminómadas a sedentarias impulsadas por los religiosos en las misiones jesuitas transformaron la percepción del espacio-tiempo en los guaraníes (Levinton, 2009; Orantin, 2020; Villalba et al., 2017; Wilde, 2016). Los Jesuitas transforman el Paraguay mediante el aprendizaje y escritura de la lengua autóctona, construyendo un Estado religioso en dura competencia con la colonia. Su expulsión del Paraguay impactó de manera permanente a la historia del país y constituyó el primer golpe a la estructuración de un Estado nación, vestigios de ello permanecen en el patrimonio cultural heredado de las misiones. .

La arquitectura con sus códigos de representación constituye un fenómeno cultural simbólico que sirve de reflejo a las cosmovisiones culturales. “Para ejercer esta función simbólica, la arquitectura se comporta como el lenguaje, diseñando un sistema de códigos mediante los cuales se representa. Es decir, al igual que éste, comunica y expresa elaborando frases discursivas con intención representativa” (Donoso Llanos, 2019: 411). Por tanto, la arquitectura como sistema de comunicación crea el entorno físico y expresivo en el que se desenvuelve la sociedad humana. El compartir esta característica con el lenguaje le permite funcionar sobre la base de códigos cuya comprensión y uso dependen del contexto. Ahora bien, en una sociedad donde el 90 % de la población no indígena habla en guaraní (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2019) sería prudente analizar los valores representativos dentro de su idioma. En ella podemos atisbar una comprensión de los valores espaciales subyacentes en una arquitectura autóctona que se ve como parte de la naturaleza (Boidin, 2005; Villalba et al., 2017).

Por otra parte, ya en 1996 Françoise Choay, en su célebre libro Aalegoría del patrimonio, hace un detallado análisis sobre la herencia de la Revolución Industrial y la Segunda Guerra Mundial en la concepción del patrimonio y la memoria del mundo europeo. Así, la fiebre patrimonial producida desde los años 1960 en Europa con una multiplicación exacerbada del patrimonio arquitectónico revela una conducta narcisista, y refleja el conflicto identitario de la civilización moderna occidental (Choay, 1996). Más tarde, en su libro Por una antropología del espacio, realiza una pujante crítica al mismo concepto de patrimonio y a la pérdida de la función antropológica de la arquitectura con el movimiento moderno (Choay, 2006). Esta autora se pregunta si el “desarrollo” no debería responder a una habilidad antropológica, definiéndola como un universal cultural que nos conduce a integrar nuestra naturaleza animal, nos somete a la tierra, al mundo de los vivos y a la sociedad de otros seres humanos y no-humanos. Es posible preguntarse si la pertenencia a un horizonte local no es una condicionante necesaria a la edificación de lo que nos constituye como seres vivos, parte y producto de una biosfera (Choay, 2006).

Esta crítica, puesta en relación con la crítica decolonial latinoamericana, se encuentra en un punto común de observación: la denuncia sobre la pérdida de los valores antropológicos del animal humano con la imposición hegemónica del hombre blanco (Choay, 2006; Descola, 2005; Walsh, 2005).

En este sentido, es importante observar que el CHA, ciudad de origen colonial, no se confronta al discurso de la historia universal de la Revolución Industrial, pues esta no tuvo lugar en ese contexto. En consecuencia, los cuestionamientos actuales a la visión eurocentrista de los dogmas arquitectónicos meten en causa las bases de la modernidad, como una manera de entender el tiempo y el espacio netamente europea (Caballero Galván, 2018).

De cara a este antagonismo, la disciplina de la antropología nos abre un abanico de posibilidades de comprensión del ser humano y su proceder como animal social. La antropología del espacio, entre ellas, tal vez pueda darnos pistas para sobrepasar el análisis del habitar humano y su memoria, más allá de las sociedades capitalistas. El estudio de nuestras sociedades surgidas en el colonialismo y herederas de civilizaciones americanas puede trazarnos un camino propio dentro de la comprensión de las raíces políticas y culturales de la materialización del espacio en nuestras sociedades (Heckenbrger et al., 2008). Las herencias de las arquitecturas contextuales indígenas ponen una vez más sobre la mesa el debate acerca de la pertinencia de ver el mundo de manera homogénea, y buscan profundizar en las cosmovisiones políticas de la conexión humano-naturaleza.

5. Conclusión

La demolición del patrimonio arquitectónico del CHA es un reflejo de la herida colonial del Paraguay. Desde sus orígenes como ciudad, la periferia de Asunción y su rivalidad geográfica con países limítrofes le dieron un rol secundario en la región. Guerras y conflictos sociales de colonización persisten en el territorio, esta vez con el modelo económico neoliberal que fomenta las demoliciones para un reemplazamiento productivo, incluso sin planes urbanos que las sustenten.

Las representaciones sociales de identidad en el CHA están condicionadas a una construcción estatal que ha negado sus orígenes autóctonos y ha buscado identificarse con modelos europeos, razón por la cual la existencia de otros tipos de arquitectura no es valorada. Luego de la Guerra de la Triple Alianza, con el desarrollo urbano detenido, Asunción pudo conservar una escala modesta autogestionada por sus habitantes, lo cual cambia en los años sesenta con la llegada del neoliberalismo y la violación de las pocas leyes existentes de protección del patrimonio arquitectónico.

Las guerras de colonización y la dictadura militar construyeron un Estado sin compromisos hacia la conservación de la memoria histórica. Esto produce que las demoliciones se realicen sin consecuencias jurídicas, en medio de la desidia y una ausencia de legitimación social de la historia urbana. Sumado a esto, la herencia de la cosmovisión guaraní, que conserva lo que Françoise Choay llama “la función antropológica de la arquitectura”, donde la conexión humano naturaleza sigue presente en la ciclicidad del tiempo de las construcciones, hacen una conjunción determinante, con la debilidad de las instituciones a la hora de establecer valores de conservación de patrimonio material en la población. En Paraguay los habitantes se reconocen identitariamente con el patrimonio inmaterial.

La decisión de cómo nos queremos recordar como sociedad es una decisión colectiva que debe ir más allá de los intereses privados del mercado, ya que determinará el futuro de Asunción. Por ende, si el objetivo es salvar el patrimonio arquitectónico, es necesario, al decir de Liliana Brezzo, empezar por “reparar la Nación”. Finalmente, la máquina del olvido impuesta por años de dictadura y colonialismo interno que se observan en el CHA llama a cuestionarnos si el olvido de su memoria material es el destino de Asunción por portar en sí el signo del inicio de la historia colonial de la región —el fuerte militar, el centro expedicionario colonial—, o si representa simplemente el lugar metafórico de la ciclicidad infinita de la historia y de la permanencia de la función antropológica de la arquitectura.

Material suplementario
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Notas
Notas
1 Para más información sobre el tema se ofrecen algunos artículos de la prensa paraguaya:

Edificios «viejos», a tumbarlos todos…: https://vivapy.wordpress.com/2022/06/01/132179/

Inician demolición “irregular” de edificio histórico de Molino San Luis: https://acortar.link/Pg3OFp

Denuncian demolición irregular en casa patrimonial asuncena: https://acortar.link/BOm5OL

Asunción: hermosos edificios “espantan” en el microcentro: https://acortar.link/HstC2l

2 La última investigación científica sobre el estado de conservación del patrimonio arquitectónico del CHA, realizada en convenio con el BID y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes de la Universidad Nacional de Asunción (FADA-UNA) data del 2005.
3 La frase se traduce como “la referencia principal del tiempo presente paraguayo”.
4 Según la Constitución de 1992, el Paraguay es un estado pluricultural y bilingüe. En estos términos se enseña el idioma guaraní en las escuelas, se reconoce una pertenencia teórica a la “raza guaraní”, pero los indígenas del país son sumidos a persecución. Para una aproximación a la problemática véase: https://www.baseis.org.py/indigenas-se-movilizaran-por-tierra-derechos-y-comida/
5 La Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y la Guerra del Chaco (1932-1935)
6 Del patrimonio que subsiste de las Misiones Jesuitas resaltan: las ruinas de las reducciones de La Santísima Trinidad y Jesús de Tavarangué, declaradas patrimonio mundial por la UNESCO en 1993; y las esculturas en talla de madera que dan origen al estilo barroco guaraní.

Figura 1
Centro Histórico de Asunción
Juan Carlos Meza para “Fotociclo”, 2022

Figura 2
CHA Molino San Luis un edificio de tipología Neoclasicista típica de las construcciones del CHA Aún en pie en mayo de 2022
Fuente: Catalán, 2022

Figura 3
CHA Molino San Luis en proceso de demolición Setiembre de 2022
elaboración propia

Figura 4
Centro Histórico de Asunción Septiembre de 2022
Juan Carlos Meza para “Fotociclo”, 2022

Figura 5
Plano de Asunción levantado en 1785 por Félix de Azara
Des voyages dans l’Amerique Meridional-1809, publicado por el Convenio BID-Facultad de Arquitectura UNA (2005)

Figura 6
Plano de rectificación de las calles superpuesto sobre el plano de Azara
González de Bosio (2013)

Figura 7
CHA Estación Central del Ferrocarril Carlos Antonio López 1861 Febrero de 2023
elaboración propia

Figura 8
CHA Catedral Metropolitana de Asunción 18421845 Febrero de 2023
elaboración propia

Figura 9
CHA Palacio Carlos Antonio López actual palacio de gobierno 18431892 Febrero de 2023
elaboración propia

Figura 10
CHA Oratorio Nacional de Nuestra Señora de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes 18641936 Febrero de 2023
elaboración propia

Figura 11
Palacio Carlos Antonio López luego del bombardeo de cañones brasileros 1868
Archivo Nacional, fotografía de dominio público

Figura 12
Diferentes vistas del CHA donde se observan los edificios en altura que rompieron la homogeneidad urbana. Febrero de 2023
elaboración propia
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