Dossier
Patrimonialización, vaciamiento, pérdida de vida de barrio y disputas por las memorias del Barrio Sur como parte del Barrio Histórico de Colonia del Sacramento, Uruguay
Patrimonialization, emptying out, loss of neighborhood life, and disputes over the memories of Barrio Sur as part of the Historical Quarter of Colonia del Sacramento, Uruguay
Patrimonialización, vaciamiento, pérdida de vida de barrio y disputas por las memorias del Barrio Sur como parte del Barrio Histórico de Colonia del Sacramento, Uruguay
QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos, núm. 19, 2023
Universidad de Buenos Aires
Recepción: 22 Octubre 2022
Aprobación: 03 Abril 2023
Resumen: El Barrio Sur de Colonia del Sacramento (Uruguay) fue reconocido como Barrio Histórico a fines de la década de 1960 y como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995. Este recorrido es el resultado de un proceso de revalorización material y simbólico asociado a un contexto histórico nacional y global, a hallazgos arqueológicos de la época colonial y a la reconstrucción-restauración de símbolos históricos como la muralla, y de narrativas patrimoniales. Se produjo un cambio en las formas de habitar: muchas casas pasaron de ser moradas a ser locales comerciales, hospedajes, restaurantes y museos. Actualmente es un barrio escenográfico. En este trabajo, tomando como punto de partida teórico la cuestión de la ciudad neoliberal y los aportes de la geografía marxista en diálogo con otras posturas críticas de la teoría urbana, reflexiono sobre algunos efectos del patrimonio y la patrimonialización. El propósito de este estudio etnográfico es presentar el caso de transformación del Barrio Sur a Barrio Histórico como sitio patrimonializado y turístico. Se propone analizar la metamorfosis de barrio a Barrio Histórico como pérdida de la barrialidad en tanto vida cotidiana y memorias compartidas, en el marco del consumo capitalista urbano del patrimonio y los barrios patrimoniales. En este contexto, se presentarán además las acciones de los vecinos residentes y exresidentes iniciadas a comienzos del siglo XXI, recurriendo a las memorias barriales como patrimonio intangible y como poder de acción, disputa y negociación proponiendo otras formas de habitar el patrimonio.
Palabras clave: transformación urbana, disputa, memorias.
Abstract: The Barrio Sur of Colonia del Sacramento (Uruguay) gained recognition as historical neighborhood in the 1960s and also as UNESCO heritage of humanity in 1995. This trajectory was the consequence of a process of material and symbolic revaluation, associated to a national and global context, to several colonial archeological findings, to heritage narratives, and to the reconstruction-restoration of historical symbols, such as the city walls. We can corroborate a distinct change in dwelling forms: many family houses went from being dwellings to being commercial premises, lodgings, restaurants and museums. Today Barrio Sur is a scenographic neighborhood. In this study, I take the discussion on the neoliberal city and contributions from Marxist geography -- in dialogue with urban theory critic positions -- as a theoretical starting point. I also ponder some consequences of cultural heritage and the processes of patrimonialization. This is an ethnographic study that aims at showing the transformation of Barrio Sur into a historical heritage neighborhood and a tourist enclave. It intends to show the metamorphosis of a neighborhood from traditional to historical as a loss of the neighboring condition -- understood as daily life and shared memories -- in the context of the urban capitalist consumption of cultural heritage and patrimonial neighborhoods. Thereafter, I will examine the actions of resident neighbors and former residents beginning at the outset of the twenty-first century, by considering neighborhood memories as intangible heritage, as power of action, disputation and bargaining that propose alternative forms to inhabit cultural heritage.
Keywords: urban transformation, disputation, memories.
1. Introducción
Quisiera abrir estas páginas con una pequeña viñeta etnográfica.
Hice trabajo de campo con estadía prolongada en Colonia del Sacramento, Uruguay, entre enero y mayo del 2019. En esos meses conocí a Pocha, una de las vecinas más añosas del Barrio Sur, actualmente más conocido como Barrio Histórico de Colonia del Sacramento (BHdCS), que vivió toda su vida en esas cuadras, mudándose siempre dentro de los límites barriales. Es uno de los habitantes que recibió en el 2008 su nombramiento y reconocimiento como memoria viva del Barrio Sur por la Intendencia de Colonia.. Pocha tiene la recomendación médica de moverse, pero como ha perdido equilibrio prefiere salir acompañada. Nuestras conversaciones se transformaron en salidas a caminar por el Barrio Sur/Barrio Histórico. En uno de nuestros recorridos, un fin de semana de febrero, paramos a descansar en un banco de la Plaza Mayor, punto central de concentración de los turistas que visitan Colonia en el día o durante el fin de semana. Al poco tiempo de estar ahí una persona nos apuntó con una cámara y empezó a sacarnos fotos. No hubo mediación. No hubo intercambio. Pocha, con sus años, sus canas, su piel oscura y curtida, su vestimenta de entrecasa, sus lentes con mucho aumento y su perra caniche blanca a upa, y yo a su lado, éramos personajes de esa escenografía del Barrio Histórico que era al mismo tiempo el Barrio Sur de Pocha, donde estaban anclados todos los recuerdos de su vida. –¡Pocha! –le pregunté–, ¿te suelen sacar fotografías? –¡Sí, mija! –me dijo. Siempre me decía mija. –¿Y no te molesta? –le dije–. No… Siempre es así. Siempre me sacan fotos–. Yo no sabía bien qué pensar, qué sentir. Me molestaba que no le hubieran preguntado, o intercambiado con ella siquiera una mirada buscando permiso. ¡Pocha no era un personaje de ese barrio histórico! ¡Era parte del Barrio Sur, una vecina habitando su plaza! Pero lo cierto es que era también –con una placa colgada en la pared de su living que la reconocía como memoria viva del Barrio Sur– parte de ese Barrio Histórico. Múltiples territorialidades, espacialidades y temporalidades superpuestas. La densidad de la trama emergiendo. En esta situación fotográfica Pocha y yo habíamos pasado a ser personajes de y en el escenario/escenografía del BHdCS. Pocha, habitante del Barrio Sur desde que nació, y yo, reciente residente para realizar mi investigación etnográfica para el Doctorado en Antropología Social. Ambas en ese encuadre de la Plaza Mayor, con sus árboles, con los perfiles de las casas coloniales españolas o portuguesas y sus faroles, con los adoquines en la calle y con la puerta de la Ciudadela o Puerta de Campo al fondo, nos convertimos en paisaje de fotografía del Barrio Histórico Patrimonio de la Humanidad. En mi mente adquiría la fuerza de la evidencia que estábamos en una escenografía, en un barrio escenográfico, y que Pocha y yo por acompañarla, éramos parte de su decorado.
La transformación del Barrio Sur de Colonia del Sacramento en Barrio Histórico comenzó hacia finales de la década de 1960, siendo un hito fundamental su nombramiento como Patrimonio de la Humanidad en 1995. Este recorrido es el resultado de un proceso de revalorización material y simbólico del espacio urbano asociado a un contexto histórico nacional y global, a hallazgos arqueológicos de la época colonial, y a la reconstrucción-restauración de símbolos históricos como la muralla de la ciudad más antigua del Uruguay. Entre estos años se ha producido un vaciamiento de la población originaria; la mayoría de las casas han pasado a ser propiedad de extranjeros, principalmente argentinos, que las utilizan como lugar de vacaciones particulares o de arrendamiento turístico. Se produjo un cambio en su uso: de moradas familiares y multifamiliares pasaron a ser locales comerciales, hospedajes transitorios, restaurantes, tienditas comerciales de souvenirs y artesanías o museos. En las últimas dos décadas un grupo de vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur comenzaron a organizarse y a compartir sus memorias del barrio, y a disputar con sus narrativas del pasado las memorias del Barrio Histórico de Colonia del Sacramento y las formas de habitar el barrio patrimonializado.
Este estudio forma parte de una investigación antropológica mayor sobre el proceso de transformación urbana por patrimonialización en el Barrio Sur/Barrio Histórico de Colonia del Sacramento.. Para acercarme y conocer este proceso, considerando no solamente los discursos institucionales,. sino también las memorias de residentes y exresidentes, y las disputas desplegadas, apliqué una aproximación metodológica etnográfica. Me instalé a vivir en el Barrio Sur/Barrio Histórico de Colonia del Sacramento entre enero y mayo de 2019. Esta práctica me permitió conocer las dinámicas espaciales y temporales del barrio, a residentes y a residentes-comerciantes. Recurrí a largas conversaciones con vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur, realicé entrevistas en profundidad con residentes, comerciantes, exresidentes, inversores, turistas, guías de turismo, actores políticos, económicos y académicos con actividad en la zona. Con algunos de ellos llevé a cabo recorridas guiadas y compartidas por el barrio. Hice un relevamiento de la folletería en general y de la prensa local, así como de las publicaciones locales y de vecinos, entre las que, para el presente artículo, es fundamental mencionar las Memorias del Sur publicadas entre 2002 y 2009. Finalmente, utilicé el documental Voces silenciadas (2019) realizado por el Museo de Colonia.
El objetivo es analizar la metamorfosis de barrio a Barrio Histórico como pérdida de la barrialidad en tanto vida cotidiana compartida, en el marco de los procesos de transformación urbana asociados a los procesos de patrimonialización con posterior turistificación (que acarrean el desplazamiento de la población de bajos recursos que habitan en los barrios deprimidos, objeto de los procesos de revitalización por patrimonialización), y la emergencia de las memorias barriales como recurso patrimonial intangible para disputar la pertenencia al Barrio Histórico.
Propongo organizar el siguiente texto en función de tres ejes. Uno relativo al proceso de patrimonialización, considerando el proceso y los actores que participaron. Principalmente el qué y el quiénes abordando algunos de los cómo del proceso. Ciertos impactos de este proceso son analizados en la segunda sección dedicada al vaciamiento, la especulación inmobiliaria, la gentrificación y la pérdida de vida barrial. La tercera sección se centra en las tácticas de vecinos residentes y exresidentes para seguir ocupando o reivindicar formas de apropiarse y reapropiarse del sitio patrimonial, su Barrio Sur en tanto Barrio Sur/Barrio Histórico de Colonia del Sacramento.
2. Proceso de patrimonialización del Barrio Sur
Antes de presentar el caso de estudio expondré brevemente el punto de partida para el análisis. Los procesos de transformación urbana por patrimonialización como el que se da en el caso del Barrio Sur/Barrio Histórico, con turistificación como plantea Ibarlucea (2015; 2018) son escenarios en los que se materializan relaciones entre actores públicos locales, nacionales y privados locales, regionales y globales; actores políticos, económicos y sociales y supranacionales.. Los barrios históricos latinoamericanos devienen históricos en la contemporaneidad en el marco de procesos de transformaciones urbanas propios de las ciudades liberales y neoliberales. Las transformaciones urbanas socio territoriales que hicieron de la ciudad moderna una ciudad diferente, existen en un contexto de procesos interrelacionados de globalización de la economía, la política, la sociedad y la cultura (Brenner, 2000). Este fenómeno ha sido puesto en relación con el urbanismo y ampliamente investigado. Desde estas perspectivas la ciudad es analizada como expresión del capitalismo contemporáneo y como aplicación de la ideología neoliberal en la ciudad (Harvey, 2013; Hidalgo y Janoschka, 2014). Por otra parte, considero que determinados actores políticos (nacionales y supranacionales) tienen la capacidad de generar consenso y legitimación logrando que su proyecto de ciudad (Aricó, 2017) o de barrio sea considerado universal. Se genera una suerte de consenso moral y legítimo que define y modela no solo cómo debe ser ese espacio urbano, sino también sus buenos usos, y permite, explica y justifica el despliegue de nuevas socio espacialidades (Low, 2014).
Desde esta perspectiva, los espacios urbanos pasan a ser objetos de especulación y rentabilidad inmobiliaria (Girola, 2006) apelando a argumentaciones diversas, como el recurso a la cultura y al patrimonio. Se producen procesos de estetización de lo urbano generando centros históricos escenográficos, como sostiene Delgado (2002), caracterizados, por ejemplo, por adoquines, faroles y flores —y por momentos resultan homogéneos—, destinados a ser consumidos por turistas. Los barrios históricos, que aúnan cultura y patrimonio en espacios urbanos con sus comodidades, pasan a ser considerados motor de desarrollo local y un producto más en la lógica capitalista de la ciudad neoliberal.
Arantes (2002), Girola (2006) y Lacarrieu (2018), entre otros, proponen analizar los barrios históricos como expresión de patrones de un nuevo urbanismo, haciendo foco en la compleja relación cultura/patrimonio/casco histórico patrimonializado y mercado y, por lo tanto, con nuevas formas de habitar. De esta perspectiva se desglosan distintos aspectos relativos a los movimientos poblacionales que implican nuevas formas de habitar los barrios históricos: uno relativo a los tipos de usos, a las temporalidades residenciales, por ejemplo.
Al considerar los barrios históricos en esta clave de consumo y de formas de habitar, se habilita la observación de fenómenos de segregación socioespacial, de gentrificación sea de residencia permanente o de uso fugaz o transitorio en los barrios históricos, por ejemplo, con invisibilización y pérdida de la población originaria, de sus prácticas y de sus memorias barriales.
Por otra parte, acuerdo con Ibarlucea (2015) en pensar el patrimonio como dispositivo ideológico,. como una red de actores y saberes, de articulación de relaciones de poder y relaciones de saber. Para nuestro caso de estudio propongo pensar el patrimonio como una red de discursos sobre la historia nacional del Uruguay, sobre qué es o qué debe ser patrimonio nacional, de acuerdo con expertos académicos. Sobre cómo y por quién debe ser cuidado, conservado o gestionado. Sobre quiénes deben encargarse de tales actividades: las instituciones del Estado nacional (Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, Ministerios de Educación y Cultura [MECR ] y de Turismo, por ejemplo), del gobierno local del departamento de Colonia y de organismos supranacionales como la UNESCO e ICOMOS. por un lado. Y por otro, sobre cuáles son los campos de saberes expertos y el conjunto de conocimientos y discursos académicos, técnicos, políticos y económicos, etc., que nutren a los Estados, a los gobiernos locales y a los organismos supranacionales.
El patrimonio en tanto dispositivo cultural e ideológico permite legitimar un pasado y una relación con ese pasado, al mismo tiempo que deslegitima, niega y oculta o cubre con un manto que desconoce otros pasados y otras posibles relaciones con esos pasados y sus protagonistas.

Fuente: Abin, 2019
El BHdCS se define por la coexistencia de características propias de las urbanizaciones de los imperios español y portugués —en su disputa geopolítica por el dominio del Río de la Plata—, con marcadas huellas del encuentro y de fusión en su traza, su arquitectura y sus estilos urbanísticos. En el período poscolonial y durante las primeras décadas del siglo XIX, tiempos de revoluciones y de conformación del Uruguay como Estado Nación, aparecerán nuevas formas, reformas y fusiones (Odriozola Guillot et al., 2011) que también nutrirán las narrativas histórico-arqueológico-arquitectónicas y patrimoniales de excepcionalidad del Barrio Histórico.
El BHdCS entrará en escena en 1968 cuando Jorge Pacheco Areco, presidente de Uruguay, firma el Decreto 618/918 y crea el Consejo Ejecutivo Honorario para la Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento (CEH). La imbricación de relación de poder y saber en tanto hacedores de ciudad y del proyecto del Barrio Histórico Patrimonial, proyecto ideológico y hegemónico por definición, quedan claras en la propia integración del CEH. Es un organismo político-técnico integrado por representantes del gobierno local y por las Fuerzas Armadas, tan presentes en la vida pública de esos años (la dictadura cívico-militar inicia en 1973) y por figuras de la academia: Fernando Assunçao (historiador), Rogelio Fusco Vila (arquitecto) y Miguel Ángel Odriozola (arquitecto).
Entre 1969 y comienzos de la década de 1980 se llevaron a cabo obras de rescate en las murallas y en Puerta de Campo, así como en otras construcciones defensivas y religiosas en espacios públicos y las construcciones históricas consideradas más emblemáticas. En este tiempo se abrió al público el conjunto de Museos de Colonia. Al mismo tiempo que se trabajó sobre la materialidad del barrio, se modificó la nominación.
La primera acción efectiva de transformación por parte del gobierno fue simbólica. El Barrio Sur dejó de ser nombrado como tal. En los documentos institucionales públicos revisados y disponibles relativos a la restauración solo se hace mención al Barrio Histórico o a la Antigua Colonia del Sacramento. Barrio Sur, nombre con el cual era conocido ese barrio de la ciudad, foco de las acciones, desaparece del discurso, de los documentos. Considero que con este acto nominativo comienza un proceso de sustitución, proceso que será acompañado y fortalecido por la prensa local. Durante el desarrollo de implantación del Barrio Histórico por políticas y acciones de patrimonialización también las calles del Barrio Sur y sus espacios urbanos perdieron sus nombres sureños. En 1970 el CEH, para las Obras de Preservación y Reconstrucción de la Antigua Colonia del Sacramento, propuso "devolverle" al Barrio Histórico el nombre original de sus calles aplicando el nomenclátor dado por la Comisión Supletoria Junta Económico Administrativa de 1868. En 1972 la Junta Departamental de Colonia hizo efectivo el nuevo nomenclátor (Decreto Junta Departamental N°3/1972). El poder de la nominación tiene efectos de olvido e invisibilización que han durado desde la década de 1970 hasta el presente.
En sintonía con la transformación material y simbólica, desde el gobierno local y nacional se comenzó a construir una nueva narrativa sobre el Barrio Histórico que permitió alejarlo, sustraerlo del plano común de la ciudad, narrativa asociada a esta excepcionalidad y valorización anclada a ideas y discursos o saberes académicos históricos, arquitectónicos, de autenticidad que lo señalan como patrimonio.
Desde la perspectiva de algunos vecinos del viejo Barrio Sur fue la gente pobre la que conservó las estructuras originales y la que le permitió por lo tanto su devenir patrimonial. No podían arreglar sus casas, incorporando nuevos materiales, acondicionándolas y modernizándolas para mejorar sus condiciones de vida y de habitabilidad. No poder afrontar los costos para arreglar y modernizar las casas implicó pocas intervenciones y reformas, y con ellas, despojar a las casas de vejez, de decrepitud, manteniendo complexiones y fisionomías que luego serían resignificadas como antiguas, históricas, únicas y excepcionales. Esta excepcionalidad es doble. Por un lado, remite a la característica histórica, arquitectónica, cultural, paisajística considerada y valorada por la UNESCO, en tanto organismo supranacional especializado que, luego, por esa excepcionalidad dotará al BHdCS de su manto de Patrimonio de la Humanidad; por otro, alude al mito y al culto de la excepcionalidad uruguaya (de Giorgi, 2018) repetido en las narrativas de la identidad uruguaya y en los discursos de la historia nacional. Las narrativas patrimoniales del BHdCS se fundamentan en esta conjunción de sentidos de excepcionalidad.
En casos como el de Colonia del Sacramento o de otros barrios históricos latinoamericanos se aplican dispositivos ideológicos como el patrimonio, y narrativas reactualizadas sobre el lugar que iluminan una sección del pasado remoto, del pasado colonial e independentista, dejando en la oscuridad el pasado reciente en el que inicia este período. Son tiempos de autoritarismo en el Río de la Plata. Tiempos de glorificar a los héroes nacionales y a las gestas independistas. Son tiempos en los que el Barrio Sur de Colonia del Sacramento, así como otros barrios que luego, también en el pasado reciente van a devenir en barrios históricos,. como es el caso de Ciudad Vieja de Montevideo (Abin, 2017) o Buenos Aires, espacios urbanos que antes alojaron a las familias poderosas, eran considerados espacios urbanos deprimidos (¿anímicamente?), deteriorados, habitados por sectores pobres o desviados de la sociedad. Se produce una serie de consensos morales y legítimos. Determinados actores políticos (supranacionales como la UNESCO y los gobiernos nacionales) tienen la capacidad de generar estos consensos y legitimaciones logrando que sus proyectos de ciudad (Aricó, 2017), o de barrios históricos para el caso que nos interesa, sean considerados universales, definiendo y modelando no solo cómo debe ser ese espacio urbano, sino también sus buenos usos y gestiones. Estos consensos y legitimaciones, con sus proyectos asociados, permiten, explican y justifican el despliegue de nuevas socio espacialidades (Low, 2014).
Las transformaciones urbanas simbólicas y materiales tendrán efectos de realidad en las vidas de y en el barrio, mediadas por la especulación inmobiliaria y los rumores de expropiación. Generarán cambios en las formas de habitar.
3. Vaciamiento, gentrificación y barrio sin vida
Existen dos aspectos contradictorios que pueden ser interpretados como consecuencias directas e indirectas, deseadas y no deseadas, del proceso de patrimonialización del Barrio Sur y su metamorfosis en BHdCS. Uno es el vaciamiento poblacional con recambio de propietarios y con la aparición de formas de habitar el patrimonio de estancia transitoria. Otro, refiere a la idea de pérdida de vida de barrio en el marco de procesos de revitalización barrial por patrimonialización. Estos dos aspectos serán luego fundamentales para analizar la posibilidad de la emergencia de disputa por la incorporación de las memorias del Barrio Sur como parte de las memorias del Barrio Histórico y su proceso de patrimonialización, temas que serán abordados en la siguiente sección.
Vecinos residentes y exresidentes del barrio Sur con los que conversé durante el trabajo de campo etnográfico, recordaban el cambio en la valoración del barrio y cómo esto había impactado en la vida de barrio. Recordaban, además de los actores políticos presentados en la sección anterior, otros actores sociales y económicos fundamentales en el proceso de transformación urbana: los argentinos y los agentes inmobiliarios.
En sus narrativas relativas a las décadas de 1970 y 1980 muchos argentinos, porteños fundamentalmente, compraron casas; unos pocos para vivir todo el año, otros para instalarse durante las vacaciones y los fines de semana. Eran años de dictaduras en ambos países y de cambio en los modelos económicos;. la plata argentina valía mucho en Uruguay. Un elemento para tener presente es que desde finales de la década de 1960 y parte de 1970 el Barrio Sur de Colonia del Sacramento fue escenario de la filmación de publicidades y películas argentinas.
Yo digo que fue la gente la que lo conservó al barrio, pero hubo personas importantes que tuvieron que ver con esto del patrimonio, que fue el señor Artigas Miranda Dutra, Miguel Ángel Odriozola que era arquitecto, un señor historiador Assuncao de Montevideo y no me acuerdo el arquitecto, que creo que era devoto (Cravotto)…. Esos son los que hicieron el movimiento, y después con los argentinos también. Un señor S… que tuvo que ver porque fue uno de los primeros que compró, que compró el hoy Hotel Plaza Mayor para él, hizo funcionar la pulpería Los Faroles, hizo… Ahí fue. Pienso que ahí empezó todo el movimiento… Empezaron los argentinos a comprar, compraron arquitectos, un señor Baliero que era un arquitecto importante de Argentina, compró un señor Baliero, Bonomini, que era escritor y la señora pintora…. Todo el que vendía era para mejorar, para comprarse una casa mejor, porque ya no las podían arreglar, era imposible, cambiar una ventana, arreglar o revocar una pared… se fue muriendo lentamente la gente que era mayor y los que heredaban vendían, vendían y se compraban algo mejor. Muchos mejoraron. (Nelly en Voces silenciadas, 2019)
En este contexto de revalorización barrial entra en juego un nuevo tipo de actor: el económico-inmobiliario-especulador. Otro hacedor de ciudad. Uno de los agentes inmobiliarios requiere particular atención por ocupar un espacio importante en las narrativas de vecinos residentes y exresidentes del Sur: Juan Carlos Puppo. Puppo era (y es) un agente inmobiliario y rematador conocido de Colonia, dueño del medio de prensa local más importante: La Colonia. Cuenta Puppo, en su entrevista con Blixen (2005)., que "casi el cien por ciento de las compraventas realizadas en el barrio" pasaron por sus manos; que "comenzó a vender el barrio histórico cuando ni siquiera habían terminado de rehacer la Puerta de Campo"; y que "no tardó mucho en lograr que importantes hombres de negocios y personalidades argentinas llegaran a Colonia listos para dejarse fascinar por las piedras y los precios que se ofrecían" (Blixen, 2005: 41).
No todos los vecinos del barrio Sur recuerdan a Puppo con cariño. Muchos lo desprecian por haber hecho negocio a expensas de su barrio, de sus casas o de las casas de sus familias y sus amigos. Hay quienes lo acusan de triquiñuelas, de engaños. Otros, lo ven como un hombre que aprovechó la situación y que les vendió alguna casa fuera del Barrio Sur.
Puppo recuerda casas que fueron compradas por 3.500 dólares y vendidas al poco tiempo (meses en algunos casos, o unos pocos años en otros) en 20 o 40 mil y luego por 100 mil (Blixen, 2005). Puppo, quien en su entrevista con Blixen (2005) hace referencia a estos números, no hace mención a la inversión en trámites, permisos, acondicionamiento, restauración, impuestos o al propio ejercicio de compraventa, sino que parecería jactarse de su buen negocio inmobiliario (Blixen, 2005). En la actualidad, algunas de estas casas valen 1 millón de dólares. Otras alcanzan los 2 millones o más. Otras menos. El aumento del precio se disparó luego de la incorporación del sitio en la lista de Patrimonio Histórico de la Humanidad.
En ese período, a quienes eran propietarios se les ofreció la posibilidad de cambiar sus casas precarias, en mal estado de conservación, llenas de recuerdos, por una nueva o más moderna, en otra parte de la ciudad. Otros que no eran propietarios y alquilaban en casas particulares o en conventillos, tuvieron que mudarse. Algunos recibieron dinero, compensaciones por la mudanza. Otros no tenían papeles y fueron desalojados. A algunos el Estado les expropió sus casas. Eran tiempos de autoritarismo y gobierno cívico-militar. El proyecto de revalorización por patrimonialización venía de la mano de sabios, de académicos, además de militares. Las posibilidades de resistencia en ese tiempo eran impensadas.
Algunos propietarios se sintieron felices por el cambio de estatus socioespacial o porque implicó una mejora en las condiciones de vivienda. Para otros fue un proceso cruel y despiadado. Algunos lograron permanecer a pocas cuadras de su viejo Barrio Sur; otros, como Cristina, tuvieron que irse más lejos al Real, a Pueblo Obrero, a El Cementerio.
Si bien no todas las personas con las que conversé recuerdan e interpretan estas primeras décadas del proceso de transformación barrial, previa a la declaración de Patrimonio de la Humanidad, de la misma manera, todas hicieron referencia a la pérdida de vida de barrio por efectos de su vaciamiento. Sienten nostalgia de su viejo Barrio Sur. Narran el proceso haciendo énfasis en que a partir de la patrimonialización comenzó el despoblamiento y que el Sur devino un barrio vacío, un barrio sin vida.
Fue una gran depresión porque también coincidió con la dictadura. Primero fue la época del presidente Pacheco, donde empezaron a expropiar casas y conventillos con la excusa de hacer museos y todos terminaban en manos de… había un señor de Colonia que era… que tenía inmobiliaria, y a todos a los que les expropiaban las casas les ofrecía dinero y se quedaba con las casas y empezaban a hacer hoteles, casas de argentinos, casas de extranjeros, ya esa gente no empezó a vivir más. Se empezó de a poquito, no te dabas cuenta y un día salías y te preguntabas, ¿qué pasa acá, está todo muerto? (…). No había nadie. Casas donde vivía gente eran museos, eran lugares de artesanías, eran restaurantes (…). No quedó gente. Se murió el barrio. Quedó el patrimonio tangible, quedó el muro, la casa. La gente, las vivencias se fueron, se perdió todo. (Carlos en Voces silenciadas, 2019)
El vaciamiento del barrio y la pérdida de vida de barrio por efecto de la revitalización por patrimonialización terminó de decantar luego de la declaración del BHdCS como Patrimonio de la Humanidad. Luego de este acontecimiento el BHdCS fue adquiriendo nuevas particularidades por efectos del turismo patrimonial y de la turistificación10 (Ibarlucea, 2015; 2018; Thul, 2012) que exceden los objetivos del presente artículo. Simplemente, quisiera dejar asentado que a partir de entonces el boom inmobiliario asociado a inversiones extranjeras y nacionales se incrementó y que la turistificación impactó en la vida social y comercial del BHdCS. En este sentido, Ibarlucea (2018) plantea la importancia de considerar que la actividad turística masiva afecta la vida de los residentes ya que los servicios y los comercios del BHdCS están dedicados a atender al turismo y no a las necesidades de la vida diaria de un residente.
Si bien en un primer momento los residentes estaban siendo desplazados en su morar como inquilinos y su ser propietarios por efectos de la revalorización patrimonial, luego de la nominación de la UNESCO, los residentes pasan a ser también desplazados por la fuerza del turismo patrimonial o la turistificación. En la actualidad todo en el Barrio Histórico está dispuesto para satisfacer el consumo del turista.
"Se murió el barrio". Recién percibí el peso de esas palabras cuando me alojé en el BHdCS durante unos meses. Había estado viviendo del lado del centro, ahí el movimiento era importante todo el día y duraba hasta altas horas de la noche. Cuando pasé a vivir en pleno Barrio Histórico las noches fueron densamente silenciosas. A la noche, entre semana y fuera de temporada, cuando venía caminando del centro con las compras del almacén —no hay almacenes de barrio— las calles estaban vacías, silenciosas, oscuras. Muy pocas casas tenían luz en su interior. Algunos farolitos prendidos, algún perro callejero y yo con mis mandados.
Buscando datos demográficos duros que me permitieran obtener una presunción de objetividad, uno de los vecinos me comentó que cuando había trabajado en la Comisión Ejecutiva Honoraria con otros vecinos del barrio habían salido a recorrer las casas y relevar a sus residentes. Estos mismos datos luego los encontré disponibles en el Plan de Gestión (MEC, 2012: 82):
La población en el Barrio Histórico pasó, según censos oficiales, de 763 habitantes en 1985 a 466 en 1996 y 332 en 2004 (no hay datos procesados del Censo 2011 a la fecha), pero en un censo no oficial realizado por el CEH, en 2009 se relevaron 235 vecinos en 84 familias residentes, lo que evidencia un proceso de despoblación que incluye, también, el Área de Amortiguación.
De esta manera, el vaciamiento de vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur se traduce en, por un lado, una pérdida de población efectiva y del habitar de manera continua en términos de vida cotidiana; por otro, en un recambio de los propietarios que despliegan formas de habitar el patrimonio asociadas a las vacaciones, el ocio y el turismo (descanso y trabajo), con una población flotante y un habitar fugaz. Según los datos publicados por el Ministerio de Turismo para el 2019, año en que hice mi trabajo de campo, Colonia, con sus 30 mil habitantes aproximadamente, fue el cuarto destino más importante del país, recibiendo 285.988 personas. El número es similar al de años anteriores y al promedio del período 2010-2015, de acuerdo con el estudio comparativo realizado por Ibarlucea (2018). Se puede suponer que la mayoría de los visitantes recorrió el BHdCS, siendo unas 5500 personas por fin de semana paseando por la península.11
Estas son las palabras de Aris, una veterana residente del Barrio Sur:
Te encontrás conocidos detrás del mostrador, o sirviendo las mesas, pero no les encontrás en la puerta de la casa para conversar, como se hacía antes. El Barrio Histórico es otra cosa, yo siento que ha dejado de pertenecernos, trascendió —dijo elevando y alejando suavemente su mano— y no me gusta. (…) muchas cosas que las veo como invadiendo. (…) [Es] sembradero de mesas y sillas en las calles y en las veredas, que uno tiene que andar bajando a las calles y sorteando, y autos, y bicicletas y motos. Siento que nos han quitado algo. Que nosotros somos algo que fue dejado de lado, olvidado… que no entramos en esta Colonia que quiso ser un lugar no solamente histórico por los años que tiene, sino porque nos da además un algo… (Aris en Voces silenciadas, 2019).
Podemos pensar este proceso en sus aspectos contradictorios —y conflictivos— según quiénes sean los protagonistas del relato. Vaciamiento de vecinos residentes previos a la patrimonialización. Gentrificación como cambio de propietarios y de usuarios de las propiedades patrimonializadas a instancias del turismo patrimonial. Revitalización como juego entre la diferencia de personas que antes habitaban como barrio el Barrio Sur y que luego de la patrimonialización pasean ociosamente o por trabajo por las calles de este destino turístico.
Aunque los procesos de transformación urbana por patrimonialización y luego con turistificación no necesariamente desencadenan conflictos, con el aumento del valor de la vivienda, de los alquileres y de los impuestos que acarrea el alza del metro cuadrado del suelo urbano tan exclusivo como es el de valor patrimonial —y más aún el certificado como Patrimonio de la Humanidad—, el conflicto o la resistencia de los residentes son alternativas reales ante la pérdida del espacio urbano y el desplazamiento hacia las periferias. Como plantean Hidalgo y Janoschka (2014), en América Latina han surgido grupos de residentes organizados para defender su derecho a permanecer en sus barrios, resistiéndose a la gentrificación y enarbolando su ‘derecho a la ciudad’, en tanto ciudad democrática, construida colectivamente y caracterizada por una heterogeneidad social, económica, política y cultural. En esta misma línea, en la última década el concepto de gentrificación comenzó a reaparecer en los debates de movimientos sociales y de resistencia, traduciendo el conflicto por los espacios urbanos y poniendo en diálogo autoridades nacionales y locales, intelectuales, organizaciones sociales y militantes barriales, y generando en varios casos activismos políticos por parte de académicos, promoviendo posibilidades y apoyando las prácticas de resistencia organizada. En este escenario se encuentra también la UNESCO como actor fuerte, tanto en las definiciones de qué es patrimonio, material e intangible, y cuál es el lugar de la población residente original (entendiendo original como previa al proceso de patrimonialización) y sus memorias.
A partir de estas consideraciones de memoria como patrimonio intangible observamos la posibilidad de la emergencia de disputas por el reconocimiento o la incorporación, en clave de memorias, de los vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur, en el proceso de transformación urbana por patrimonialización y en la búsqueda de actualizar las formas de habitar el patrimonio que los incluyan.
4. Disputa por las memorias
Los turistas, como les explican los guías, piensan que se fueron los portugueses, los españoles y acá abrieron un museo, restaurantes, y que esas casas están vacías desde aquella época. Hay un gran vacío. Y mucha gente desconoce el Barrio Sur (…). No tienen ni idea de lo que fue el Barrio Sur y opinan. Pero no saben lo que pasó acá. No conocieron el barrio. (Carlos en Memorias del Barrio Sur, 2003: 3)
Estas palabras remiten a desconocimientos y ausencias, aluden a recuerdos y vivencias sociales barriales emotivas de quienes habitan y habitaron el Barrio Sur. Nos invitan a conocer y a reflexionar sobre la vida de barrio, la barrialidad y las memorias que pueden ser entendidas como memorias subterráneas (Pollack, 2006).
La barrialidad no remite al territorio en su dimensión física, institucionalmente delimitada, sino a su territorialidad en tanto construcción social y simbólica. Remite al territorio como construcción social y no al mero soporte físico y geográfico en el que se despliegan las dinámicas sociales, políticas, económicas. En este marco, y siguiendo a Haesbaert (1997), considero que las territorialidades van a hacer referencia a las maneras en las que los actores sociales organizan y se organizan en el espacio habitado, sentido, las maneras en las que lo apropian, lo practican y le dan significado, en sus formas de habitar ese espacio urbano, con sus prácticas y sus expresiones materiales y simbólicas. Esto se juega en la vida cotidiana compartida. No en la planificación. Las distintas territorialidades se van construyendo a partir de las relaciones que entablamos y de las prácticas que establecemos. Se juegan en el encuentro, en el intercambio, en el contacto, en el encuentro con un nosotros. El territorio barrial es producto y productor de los sujetos que lo habitan, transitan y operan en él (Abbadie et al., 2019). Las territorialidades barriales o barrialidades remiten a esas relaciones cotidianas, de proximidad, de los relatos, de anécdotas compartidas, de prácticas culturales que los construyen como grupo, que nutren el sentimiento de pertenencia, con una identidad, con una historia de vida compartida, con una memoria compartida y colectivamente construida.
La plaza, el río, la canchita de fútbol, las calles son espacios de encuentro, de posibilidad de interacción, de posibilidad de que pasen cosas, como dice Delgado (2002). Al mismo tiempo, son espacios en los que se enmarcan las anécdotas y los recuerdos individuales y colectivos. Al compartir, al narrar y escuchar experiencias individuales, como sostiene Jelin (2017), se construye comunidad. Los sentimientos de pertenencia, así como la delimitación de grupos y colectivos específicos como pueden ser los vecinos y exvecinos del Barrio Sur, son definidos, son reforzados (Pollak, 2006) por la acción colectiva de narrar una selección de acontecimientos del pasado con sus interpretaciones, sus explicaciones, sus chistes y sus chismes, en una espacialidad dada. La memoria colectiva, así como la construcción identitaria, implican una apropiación subjetiva y afectiva de estos espacios urbanos, su plaza, sus calles, el río, el muelle. Es una clara interconexión memoria-identidad-territorio. Estos lugares del Barrio Sur quedan fuera del encuadre de los mapas turísticos. En ellos no figuran la canchita de fútbol Pocas Pilchas o los conventillos emblemáticos como el de los Usuca, el de Nacarello, el de Bertón, y si lo hacen, lo hacen a partir de su nueva caracterización en clave de Barrio Histórico, en tanto restaurante, museo y paseo de artesanías respectivamente. Como sostiene Jelin (2017), los sentidos del pasado pasan a ser en la actualidad de los sujetos objeto de luchas sociales y políticas y de defensa de sus propias narrativas sobre determinados sucesos.
Para fines del siglo XX, pero fundamentalmente a comienzos del siglo XXI, vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur comenzaron a organizarse en reuniones y a recordar de manera colectiva y compartida cómo eran su viejo barrio y su barrialidad. La primera reunión formal fue en el 2001 y se llamó Noche del reencuentro. Se comenzaron a compartir anécdotas, recuerdos, y colectivamente a construir las Memorias del Barrio Sur como forma de traer al presente —con la fuerza de la reivindicación— el pasado reciente del Barrio Histórico. Podemos analizar las acciones de este colectivo de vecinos residentes y exresidentes —ciertamente no homogéneo— como el establecimiento de sus memorias subterráneas, poniendo en relación temporalidades y territorialidades barriales distintas, invitando a una reflexión sobre las formas de habitar el patrimonio histórico urbano y la violencia del proceso de transformación. En mis conversaciones con vecinos residentes y exresidentes han aparecido descripciones del barrio en términos de "vaciamiento", de "escenografía"; hay vecinos exresidentes que enuncian ser víctimas de gentrificación y reclaman su "derecho a la ciudad" (Harvey, 2013). Otros se encuentran simplemente añorando, con nostalgia, tiempos de juventud. Vecinos residentes y exresidentes, que por cierto no conforman un grupo homogéneo, comenzaron a organizase y conversar en torno a la reflexión, las luchas, las negociaciones por habitar/crear barrio/barrialidad en un Barrio Histórico.
Comparto un fragmento del discurso dado por un vecino exresidente del Barrio Sur, el Virola, pronunciado en el marco de las reuniones para compartir y dar a conocer las memorias del Sur:
A Ud. lo reconozco, aunque me lo hayan disfrazado de histórico, su cara recorra el mundo, lo visiten muchos turistas y algunos seudosureños que se llenan la boca y los bolsillos con usted, hasta le agregaron apellido paquete: "Patrimonio Cultural de la Humanidad", igual sigue teniendo olorcito a tinto cortado y grapa con limón. Pero mírese esas arrugas, seguro que no son de alegría… son de tristeza, si ya casi no le quedan amigos que lo caminen con cariño o que le dediquen una presentación, un cuplé o una retirada12, eso sí de corazón, no por compromiso. Tampoco le quedan gurises13 que lo jodan a la hora de la siesta, con el fútbol, las bolitas (…). Bueno… no fue que lo hayamos abandonado, es que no pudimos quedarnos. (Memorias del Sur, 2002: 6)
Al releer esta letra recuerdo las referencias continuas de varios vecinos añosos y exvecinos del Barrio Sur recordando el proceso de puesta en valor, de ventas de casas, de cierre de los conventillos, de relocalizaciones y de añoranza del viejo Barrio Sur. Vienen a mi mente también las referencias a la palabra gentrificación. Cristina lloraba mientras merendábamos unos sanguches que había traído para compartir luego de nuestro recorrido por su viejo Barrio Sur. —Yo fui víctima de la gentrificación. —me dijo. —¡¿Gentrificación?! —le pregunté. —Sí. —me respondió. — Nos echaron y vinieron otros, y nosotros ya no podemos vivir acá que somos los vecinos de siempre—. Gentrificación no es una palabra común y corriente. Cristina me sorprendió.
Volví a escuchar referencias a la gentrificación en el Barrio Histórico varias veces. No pude trazar el recorrido de esta idea ni de la expresión "derecho a la ciudad". Gentrificación y derecho a la ciudad se han convertido en parte de sus conceptos de resistencia, junto con las memorias del Barrio Sur.

En la Figura 2 se puede ver el grafiti en un muro de ladrillos ubicado en una vereda poco transitada frente al Río de la Plata, entre el muelle viejo y la escuela. El grafiti dice:
HISTÓRICO = FACHO
CANALLA Y BOSTA OLIGARGA
BARRIO SUR SIEMPRE
La reemergencia del Barrio Sur se registra por un lado en el recurso de poner en escena nuevamente su nombre. Por otro, en realizar reuniones públicas periódicas para compartir —luchar contra el olvido propio y el olvido o desconocimiento del resto de la población de Colonia—. La invisibilidad de las memorias de las minorías, como dice Quintero-Morón (2022). Los discursos y anécdotas compartidos en estas reuniones son publicados en una gacetilla, Memorias del Sur, con una periodicidad continua entre el 2002 y el 2009. Estas reuniones se celebran desde el 2002 hasta hoy en el marco del Día del Patrimonio. Se presentan desde la argumentación de las memorias vivas como parte fundamental de los patrimonios cultuales intangibles o inmateriales de las narrativas de la UNESCO. Esa ha sido una de sus tácticas más efectivas en su lucha por el reconocimiento público e institucional.
Muchos de los planteos de los vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur recurren argumentativamente a la memoria como patrimonio inmaterial del barrio. Transcribo el comienzo de una solicitud de exoneración de tributos municipales presentada en el 2009 ante el gobierno local. Véase también la forma de nombrar al barrio:
Los abajo firmantes somos residentes permanentes del Barrio Sur Histórico declarado Patrimonio Mundial por UNESCO. Portadores de la memoria de este siglo, utilizados en cuanta ocasión se necesita para argumentar que aún hoy es un barrio habitado, orgullosos sabedores del papel que nos toca jugar, pero a la vez condicionados con necesarias normativas de preservación del lugar y comprometidos veladores de su integridad y autenticidad. (Documento cedido por un vecino del Barrio Sur)
En esta misma línea de luchas, negociaciones y logros alcanzados por los vecinos residentes y exresidentes está el haber logrado ampliar la posibilidad de tener locales comerciales en sus casas (reglamentada por el Plan de Gestión patrimonial, MEC, 2012).
También reclaman por el uso del espacio urbano para hacer actividades sociales, culturales barriales como el candombe, el carnaval, la semana “slow nuestro”, ferias de diverso tipo y una jornada de cometas, entre otras actividades. Estas acciones permitirían recuperar prácticas urbanas de barrialidad cotidiana, apostando a generar o fortalecer nuevas relaciones sociales y espacios de encuentro. El candombe, por ejemplo, no solo ocurre en la Semana de Carnaval o con el Desfile de Llamadas14, sino durante todo el año con los recorridos de las comparsas por el barrio, como la del Caracú Quemado, histórica y asociada al Conventillo de los Usúca, y la nueva comparsa de mujeres. El candombe ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (2009) por la UNESCO, tiene permiso para recorrer las calles del Barrio Histórico. Sin embargo, las murgas no.
Hasta ahora la agrupación más o menos organizada de vecinos residentes y exresidentes del Sur no ha logrado que se instale un tablado en Barrio Sur/Barrio Histórico como era tradición. Las cuerdas de candombe recorren las calles y operan como llamadores para turistas. Las murgas, si bien son una de las expresiones culturales más importantes del país y del carnaval uruguayo, expresión que concentra al público en espacios abiertos, ponen en escena críticas y protestas ante las políticas y los gobiernos de turno.
El impacto efectivo de la reemergencia, el peso argumentativo de las Memorias del Sur como parte del patrimonio inmaterial del Barrio Histórico y el reconocimiento del proceso de patrimonialización que los atropelló se evidencian en varias declaraciones, decretos y acciones públicas: el nombramiento oficial de varios vecinos residentes añosos como memoria viva del Barrio Histórico por parte de la Intendencia de Colonia (Pocha fue una de ellas en 2008), la colocación de códigos QR en las fachadas de las casas de vecinos históricos del Barrio Sur, reconociendo la ubicación de varios de los conventillos importantes como el Bertón, hoy mercado de artesanías, el de los Usuca, hoy restaurante, y el de Nacarello, hoy museo.
Finalmente, se efectuó la producción de un documental titulado sugerentementeVoces silenciadas (2019) realizado por el Sistema de Museos del Barrio Histórico de Colonia del Sacramento. El documental presenta un conjunto de entrevistas a doce vecinos residentes y exresidentes del Barrio Sur que narran su vivencia del proceso. Estas entrevistas se pueden ver en todos los museos de Colonia, así como a través de los códigos QR ubicados en las casas en las que vivían.
5. Reflexiones finales
El objetivo del presente artículo era analizar la metamorfosis de barrio a Barrio Histórico como pérdida de la barrialidad en tanto vida cotidiana compartida, en el marco de los procesos de transformación urbana asociados a los procesos de patrimonialización con posterior turistificación y la emergencia de las memorias barriales como recurso patrimonial intangible para disputar la pertenencia al Barrio Histórico. Estas páginas solo permiten presentar someramente el proceso y los actores que participan; forman parte de una investigación antropológica con aproximación etnográfica mayor.
En estas reflexiones quiero volver sobre dos puntos. Por un lado, observamos el caso del vaciamiento de vecinos residentes previos a la patrimonialización, la gentrificación como cambio de propietarios y de usuarios de las propiedades patrimonializadas a instancias del turismo patrimonial, la revitalización de un barrio deprimido como juego entre la diferencia de las personas que antes habitaban el Barrio Sur en su vida cotidiana y otras personas, mucho más numerosas en cantidad por cierto, que durante mucho menos tiempo vital habitan fugazmente en tanto paseo de fin de semana, ociosamente o por trabajo por las calles de este destino turístico.
Las contradicciones y conflictos emergen cuando analizamos estos procesos de transformación urbana desde las perspectivas de varios actores, hacedores tradicionales de ciudad, como pueden ser los actores políticos, actores con saberes académicos, los actores económicos con la especulación a nivel local, nacional, regional o internacional que habilitan la designación de un sitio como Patrimonio de la Humanidad; pero también cuando incorporamos a los residentes como hacedores de ciudad. Son contradicciones que habilitan análisis críticos sobre el recurso al patrimonio y a la cultura como motores de desarrollo, en el sentido dado por Yúdice (2002), contradicciones —y conflictos— que emergen según quiénes sean los protagonistas de las narrativas y de las consecuencias de la transformación urbana que limita las formas de habitar permanentes en clave de barrialidad y fomenta las formas fugaces de habitar el patrimonio sin generación de redes de vida con el barrio.
Por otra parte, la UNESCO —entre las llamadas de atención ante la disminución de habitantes permanentes y las recomendaciones de considerar a las memorias vivas de sus viejos moradores acatadas por el gobierno local, como lo muestra la placa colgada en la pared de la casa de Pocha— da señales de reconocimiento de que su sello puede ser tanto una herramienta para el desarrollo económico de determinados lugares, en clave patrimonial y de turismo masivo, como un factor o agente gentrificante y generador de asimetrías (Santamarina y Del Mármol, 2020). Los procesos de patrimonialización requieren la alerta y el análisis crítico ante el riesgo de generar situaciones de desplazamientos sociales por efectos del cambio en el valor del suelo patrimonializado. Más aun los que cuentan con agencias de promoción como la UNESCO. Si bien esta ha recomendado acciones con respecto a los efectos de turistificación y de gentrificación, ninguna política cultural o cambio en las prácticas tiene efecto retroactivo sobre las personas que vieron sus vidas afectadas o impactadas negativamente por los efectos de la especulación inmobiliaria y de las lógicas capitalistas del modelo de ciudad liberal o neoliberal que acompañan visible o invisiblemente todo proceso de transformación urbana, incluidos aquellos que vienen de la mano de la patrimonialización o del recurso a la cultura, ambos considerados generalmente como buenos, como motores de desarrollo (Santamarina y Del Mármol, 2020), o a lo sumo como inocuos. Sin efectos negativos o contraindicaciones.
Es fundamental el reconocimiento de la importancia, por parte de los actores políticos, institucionales y económicos locales, internacionales y supranacionales de las memorias de las comunidades vecinales, así como de sus prácticas de barrialidad, de sus significaciones, usos y apropiaciones de los espacios urbanos, distintos a los hegemónicos y a los bellos o patrimonializables. Es fundamental que este reconocimiento se traduzca en políticas y prácticas efectivas que tanto en su planificación como en su aplicación incorporen a las comunidades locales, entendiéndolas como no homogéneas, no pasivas, con sus memorias plurales —y quizás conflictivas— y con poder de accionar, de hacer y de habitar el patrimonio.
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Notas