Espacio abierto

Los imaginarios sociales como dinamizadores de la trialéctica espacial. Propuesta de abordaje desde las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales

The social imaginaries as dynamizers of the spatial trialéctic. Proposal of approach from the meanings of legitimation and symbolic-spatial logics

Paula Vera
Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (UNR), Argentina

Los imaginarios sociales como dinamizadores de la trialéctica espacial. Propuesta de abordaje desde las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos, núm. 19, 2023

Universidad de Buenos Aires

Recepción: 10 Noviembre 2021

Aprobación: 25 Abril 2022

Resumen: En esta presentación se reflexiona acerca de las posibles articulaciones entre las teorías de la producción del espacio de Lefebvre y la de los imaginarios sociales de Castoriadis desde la perspectiva sociofenomenológica desarrollada por Baeza. Se argumenta que lo que dinamiza la trialéctica espacial son los imaginarios sociales a través de los que los distintos actores sociales producen, resignifican y disputan la producción del espacio en el marco de la trama de sentidos compuesta por las significaciones imaginarias que impulsan acciones, normativas, deseos, ensoñaciones y creencias. Fruto de un diálogo entre la teoría y el trabajo empírico sobre un proceso de intervención urbana en Rosario, la necesidad de operacionalizar estos cruces condujo a dos construcciones analíticas para acceder a los imaginarios sociales urbanos. Se hace referencia a las significaciones de legitimación que constituyen las representaciones sociales que permiten acceder a las posiciones y sentidos que adquieren legitimación social. Y, por otro lado, a las lógicas simbólico-espaciales que conforman o dan entidad a estructuras simbólicas de mayor nivel de abstracción en tanto condensan y articulan el poder actante de los imaginarios sociales con las significaciones de legitimación plasmadas en acciones sobre el territorio. Finalmente, se identifica una serie de imaginarios sociales urbanos entre los que se distinguen: centrales y periféricos, los cuales operan como sustrato significativo en este proceso. Esta articulación puede ser fructífera para desarrollar estudios de caso en el marco de los estudios urbanos críticos, a partir de apelar a los imaginarios sociales como entramados de sentido que se construyen entre los espacios concebidos, vividos y percibidos.

Palabras clave: imaginarios sociales, fenomenología, espacio urbano.

Keywords: social imaginaries, phenomenology, urban space

1. Introducción

En su presentación sobre los estudios sociales urbanos, Ramiro Segura (2021) advierte sobre las múltiples aristas que componen el fenómeno urbano que, a partir de haber sido objeto de reflexión de diversas disciplinas, fue logrando configurar un terruño de saberes, conceptos, metodologías, objetos y problemáticas que siguen alimentando la tensión constitutiva entre lo urbano y lo social. El campo de los estudios sociales urbanos, así considerado, relaciona los estudios de las prácticas sociales en las ciudades, los condicionamientos que esta ejerce en los modos de vida y de socialización de cada momento, y las producciones urbanísticas del medio urbano. El desafío que plantea Segura (2021: 14), radica en “indagar la relación compleja y productiva entre espacio socialmente construido y las prácticas sociales de habitar y producir dicho espacio”. Con este trabajo nos proponemos aportar en esa dirección, a partir de la articulación y profundización de la intersección entre el mundo simbólico, significacional e imaginario en relación a la ciudad y la vida urbana.

Dentro de esta línea de aproximación al fenómeno urbano se destaca la relacionalidad entre la materialidad que comprende el entorno físico urbanístico, los elementos concernientes a la praxis social y los sentidos que se imbrican en esas relaciones socio-espaciales. Son numerosos los autores que desde diversas disciplinas han aportado a este ámbito de conocimiento. Consideramos que su tratamiento puede contribuir, por un lado, a avanzar en la complejización de la teoría urbana crítica y, por otro lado, a lograr una comprensión más profunda de los procesos sociales que se derivan de las intervenciones en las ciudades contemporáneas.

Los procesos de regeneración, recualificación, reestructuración, revitalización o revalorización urbana pueden generar mayores o menores conflictos de acuerdo al repertorio simbólico y cultural que se activa en las comunidades implicadas. Las memorias, los modos de vida y las ensoñaciones sobre los lugares se perciben y experimentan desde matrices de sentidos contradictorias y heterogéneas que otorgan gran complejidad a cada proceso. Ahora bien, ¿cómo dar cuenta de lo simbólico en la dinámica socio-espacial en un proceso de transformación urbana?

Comprendemos el espacio, siguiendo la propuesta lefebvriana, como un producto social que se presenta como una experiencia cambiante en el marco de una disputa permanente. Es decir que el espacio es producto y productor de las relaciones sociales que en él se despliegan y lo hace en tanto proceso de co-construcción donde intervienen una amplia diversidad de actores sociales, artefactos, representaciones, experiencias y prácticas sociales. De aquí deducimos que no es posible intervenir en el espacio sin intervenir, también, en la trama social.

Lefebvre (2013) propone abordar esa tensión constitutiva del espacio social desde la tríada conceptual que implica relaciones y pugnas entre los espacios concebidos (representaciones del espacio), vividos (espacios de representación) y percibidos (práctica espacial). Sin embargo, advierte sobre el riesgo que conlleva trabajar con estos conceptos de manera disociada cuando, justamente, lo que se propone es restituir su “unidad productiva” (2013: 101) a partir de relacionar lo que nuestro modelo de pensamiento tiende a separar. En este marco el autor se pregunta: “¿Qué es lo que ocupa el intersticio entre las representaciones del espacio y los espacios de representación? ¿Quizás una cultura? […] ¿La imaginación? (Lefebvre, 2013: 102).

En definitiva, ¿qué es lo que dinamiza la trialéctica espacial? Consideramos que lo que cohesiona y moviliza la trialéctica del espacio es el magma de significaciones imaginarias sociales que se encarna en imaginarios sociales, representaciones sociales, diversas manifestaciones materiales, simbólicas y culturales, y en las prácticas sociales (Castoriadis, 2003). Sostenemos que los imaginarios sociales no se restringen al ámbito de los espacios de representación, planteo recurrente en los estudios urbanos y de imaginarios sociales, sino que se encuentran operando en las tres esferas de la trialéctica espacial; ya que las significaciones imaginarias sociales operan en las prácticas espaciales, al tiempo que estas pueden, potencialmente, torcer los sentidos instituidos socialmente en la producción del espacio y en las formas de vida urbana dominante. Es justamente en la dinámica interna de las tensiones y producciones de las significaciones imaginarias, las prácticas en que se implican y las materializaciones donde se encarnan, donde se despliega el proceso de producción social del espacio.

Como anticipamos, en situaciones de intervención urbana se moviliza la trama de sentidos sobre la que se despliega la disputa por la producción del espacio urbano entre los espacios vividos, percibidos y concebidos (Lefebvre, 2013). Esto favorece la emergencia y visibilización de las significaciones que componen el sedimento simbólico: los imaginarios sociales urbanos. La complejidad que implica el estudio de estos procesos conlleva un abordaje en “capas de cebolla” que permita ir despejando elementos, sentidos y situaciones e ir profundizando en la reconstrucción de las relaciones entre múltiples elementos. Para ello, recurrimos a las nociones de planos de realidad y estructura simbólica de ajuste de la teoría fenomenológica de los imaginarios sociales de Manuel Baeza.

El objetivo de esta presentación es exponer los avances de la operativización teórica propuesta que se apoyó en el estudio de caso del proyecto “Transformación de la Ciudad Universitaria y su entorno” desarrollado en Rosario, Argentina.1 También, se presentan las dos construcciones analíticas que permitieron el abordaje empírico de dicha articulación conceptual: las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales, a través de las cuales identificamos imaginarios sociales urbanos centrales y periféricos.

2. La producción socio-imaginaria del espacio urbano

En La risa del espacio, Castro Nogueira (1997) realiza un esfuerzo por analizar la composición del imaginario espacio-temporal en la cultura contemporánea. Reconoce, en la obra de Lefebvre, el quiebre en la concepción del espacio y su aporte al exponerlo como espacio social, porque se desplaza del plano de consistencia del materialismo histórico permitiendo hacer visible, por primera vez, “toda una problemática de la reproducción del orden social —del espacio social—entendido como microfísica del poder” (1997: 317). Una concepción innovadora del espacio que toma distancia de la conceptualización hegemónica de espacio abstracto, neutro, pasivo, isotrópico, euclidiano para posicionarlo como algo diferente. Como un producto específico de la práctica de la vida (Morente, 2020) que “envuelve a las cosas producidas y comprende sus relaciones en su coexistencia y simultaneidad” (Lefebvre, 2013: 129). El espacio es, entonces, un producto social (Lefebvre, 2013). Esto significa que es el resultado de las relaciones sociales, prácticas, experiencias y representaciones que en él acontecen y, al mismo tiempo, es parte indisociable de ellas. Como lugar de la reproducción de las relaciones de producción, el espacio social también sería escenario, producto y productor de las contradicciones del sistema capitalista (Shields, 1999). Al situarlo en el campo relacional de la simultaneidad y la contradicción propia de la dinámica social, aclara que el espacio social no es uno, sino varios espacios sociales que se interpenetran y yuxtaponen, y que se componen como conjunto innumerable porque su multiplicidad es ilimitada, así como son inevitables sus entrecruzamientos.

Lefebvre (2013) considera que el dualismo entre enfoques espaciales que tienden a dicotomizar entre los aspectos materiales y los mentales son insuficientes para dar cuenta de lo espacial como proceso y como producto humano. En esa búsqueda introduce la trialéctica en el abordaje de lo espacial que le permite complejizar y brindar densidad a su teoría y a su mirada analítica sobre el espacio y la vida urbana porque pone el acento en el entre de tres tipos de espacios: los espacios concebidos, los espacios vividos y los espacios percibidos. Muchos autores realizaron esfuerzos por comprender y abrir las conceptualizaciones planteadas por Lefebvre. Entre ellos, recurrimos a Harvey (2008), Soja (2010) y Delgado (2018) para ofrecer una síntesis de las particularidades de cada elemento de la trialéctica espacial.

Las representaciones del espacio dan cuenta del espacio concebido que se trata del espacio abstracto que suele representarse en mapas y planos, memorias y discursos. Es aquel conceptualizado por los “especialistas” (urbanistas, arquitectos, sociólogos, geógrafos, tecnócratas, ingenieros) que identifican lo vivido y lo percibido con lo concebido. Abarca los signos y significaciones, códigos y saberes o nociones del sentido común que permiten comprender las prácticas materiales sobre el espacio. También se lo considera el espacio dominante en la medida en que sus postulados operan de manera muy potente en el modo en que pensamos, analizamos, explicamos y experimentamos el espacio. Está ligado a las relaciones de producción de una sociedad y al orden que estas imponen, y se vincula con la ideología de que solo cobraría entidad en su inscripción en el espacio: “El espacio de un orden se oculta en el orden del espacio” (Lefebvre, 2013: 332).

Por otro lado, postula a las prácticas espaciales como aquellas que configuran el espacio percibido. Se trata de la experiencia cotidiana vinculada al uso del tiempo y de la realidad urbana material compuesta por infraestructuras, redes y flujos de personas, objetos, etc. Este espacio es clave en el planteamiento de Lefebvre en tanto engloba la producción de lugares específicos y la reproducción del modo de vida social que postula para esos espacios. Es decir, una sociedad produce lentamente su espacio dominándolo y apropiándose de él. Está directamente vinculado a la percepción que la gente tiene del espacio con respecto al uso y a la vida cotidiana que despliega mediante la praxis social. La práctica espacial, sin ser necesariamente coherente, asegura cierta cohesión social.

Por último, propone los espacios de representación, es decir, el espacio vivido a través de símbolos, imágenes, representaciones sociales que acompañan la producción del espacio desde un “lado clandestino y subterráneo” (Lefebvre, 2013: 92) en alusión a que constituirían el espacio de lo simbólico y de la imaginación dentro de la existencia material, el de usuarios y habitantes por excelencia. En este sentido, supera el espacio físico en tanto se “completa” con el uso simbólico de los objetos que lo componen. Pueden expresar el espacio de artistas y filósofos, se vincula a las mitologías de los lugares, la poética del espacio, los espacios del deseo, los proyectos utópicos y de ciencia ficción. Es de donde pueden surgir nuevas posibilidades de realidad espacial, donde se imaginan nuevas prácticas espaciales. Soja (2010) aporta a la comprensión del espacio vivido con el concepto de tercer espacio, como aquel poseedor de una perspectiva más englobadora, cercana a la imaginación histórica y sociológica, lo cual le daría, además, potencialidad para fomentar la acción política colectiva contra las formas humanas de opresión. En este sentido consideramos factible vincular este espacio con la potencia instituyente de los imaginarios sociales (Castoriadis, 2003) a partir de la cual se gestan y producen significaciones emergentes, alternativas y transformadoras.

Lefebvre (2013) se pregunta qué es aquello que hay entre estos espacios. Harvey (2008) sostiene que, para entender las relaciones entre lo percibido, lo experimentado y lo imaginado de manera no causal, la dialéctica es insuficiente. En cambio, recurre como alternativa a la noción de habitus de la teoría de Bourdieu, entendida como matriz de percepciones, apreciaciones y acciones que opera de manera flexible y sirve de “nexo mediador […] principio generativo de improvisaciones reguladas, instalado de manera permanente que produce prácticas” (Harvey, 2008: 246). No obstante, siguiendo a Cristiano (2008), consideramos que ese concepto, si bien permite analizar en clave relacional determinado conjunto de principios como generador de ciertas prácticas, no ayuda a responder por qué se establecen esas relaciones y no otras, o cuáles son los sentidos y cómo se configura, por ejemplo, la arena de disputas en un proceso de producción urbana. Es en este punto donde consideramos poner a prueba la operatividad de los imaginarios sociales como elemento activo que interviene en el proceso de producción del espacio social.

En 1975 Castoriadis publica La institución imaginaria de la sociedad, en el que postula la idea del imaginario social como potencia de creación social, lo cual genera un proceso de co-construcción entre lo que se presenta como real y lo que funciona en el campo imaginario. Se distancia de la dicotomía real/imaginario y de la perspectiva de lo imaginario como imagen y reflejo de algo, en la medida en que los imaginarios sociales conforman la trama significativa sobre la que se funda la construcción de la sociedad y de la realidad que se materializa en diversas acciones, afectos, representaciones, discursos, imágenes, objetos, instituciones, leyes y valores. En este sentido, se entiende por imaginario no lo que es inventado, fantasioso o inexistente, sino a aquella capacidad de crear significaciones y representaciones, es decir, a la facultad del hombre de crear su mundo y conferirle sentido. En su proceso de devenir, la sociedad, para existir, requiere de las instituciones que instaura a través de la creación de significaciones imaginarias con las que instituye una serie de valores, visiones del mundo, normas, formas de representar (Castoriadis, 2003). Mediante estas significaciones imaginarias también les otorga existencia a las cosas como entidades concretas y como ejemplo de lo creado, imaginado e instituido por la sociedad, de lo factible de ser visto, identificado por los hombres de una sociedad en cierto momento (Arce, 2012). Es decir, la red de significaciones sociales creadas, institucionalizadas es lo que cohesiona, ordena y mantiene unida a una sociedad en tanto que operan como marcos de referencia, esquemas de interpretación de la realidad (Girola, 2018). Volviendo a la teoría del espacio de Lefebvre, consideramos que ambas perspectivas pueden relacionarse ya que “el espacio social […] es efecto de acciones pasadas, el espacio social permite que tengan lugar determinadas acciones, sugiere unas y prohíbe otras […]” (Lefebvre, 2013: 129). Es decir, en el espacio social no solo interviene lo histórico-social, aspecto fundamental en la teoría de Castoriadis, sino también, cierta estructuración significacional de lo permisible, viable, imaginable, para esa sociedad en cierto momento.

Si retomamos la pregunta sobre qué es lo que existe entre los espacios concebidos, vividos y percibidos que dinamizan los procesos de producción espacial, podemos inferir que lo que allí se condensa es una arena de lo socio-espacial donde intervienen las pujas, disputas y conflictos; pero también cierto equilibrio social: “las representaciones simbólicas sirven para mantener estas relaciones sociales en estado de coexistencia y de cohesión” (Lefebvre, 2013: 92). Es decir, a partir de la institucionalización de las significaciones imaginarias sociales se establecen una serie de “consensos” transitorios que una sociedad valida para garantizar su estabilidad, su funcionamiento y se basa en “los imaginarios sociales en tanto que instituyentes simbólicos, singulares agentes legitimadores de concordancias” (Baeza, 2000:145).

En esta dirección, podemos afirmar que el espacio social se configura como y a través de lo imaginario mediante la producción social de significaciones en torno a la espacialidad y se encarna en materialidades específicas, en la elaboración de ciertas instituciones, normas, leyes, valores y deseos. Establece y se manifiesta en cierto orden urbano como “el conjunto de normas y reglas, tanto formales (pertenecientes a algún orden jurídico) como convencionales, a las que los habitantes de la ciudad recurren, explícita o tácitamente, en su interacción cotidiana en el espacio urbano” (Duhau y Giglia, 2016: 28-29). El orden social, espacial y urbano implica cierta legibilidad, significados y perceptibilidad que exponen también oposiciones, lo que según Lefebvre “tiende a construir un sistema de significaciones urbano” (Lefebvre, 2017: 41). En este sentido, teóricos de los imaginarios sociales, le reconocen a Lefebvre su aporte al destacar la “funcionalidad de las representaciones sociales en el orden de legitimación del poder (…) [es decir] introduce la representación en la teoría de la ideología” (Carretero, 2001: 56-57), aspectos que atraviesan la producción del espacio.

3. Imaginarios sociales urbanos en la producción del espacio desde la perspectiva fenomenológica

Ahora bien, ¿qué posibilidades nos brinda la perspectiva fenomenológica para analizar los imaginarios sociales urbanos intervinientes en los procesos de producción del espacio?

La producción del espacio implica un proceso dinámico que se sustenta en el entramado de significaciones que cada sociedad ha construido a lo largo de su historia y que se actualiza en el devenir de la vida cotidiana. Allí se producen, reproducen, dirimen y disputan sentidos posibles que permean la forma de vivir y de producir la ciudad. Específicamente, los Imaginarios Sociales Urbanos (ISU) incluyen los sentidos del espacio urbano y, al incorporarlos, marcan de modo decisivo la morfología urbana y las prácticas de los distintos actores sobre la ciudad (Lindón y Hiernaux, 2008), como así también, las vinculaciones con la constitución histórico-estructural y material de lo urbano (Gravano, 2015).

Los ISU constituyen visiones del mundo, maneras de vivir, sentir y pensar, y de proyectar la ciudad y lo urbano; implican deseos, creencias, valores, mitos, relatos de lo que fue, es y debería ser la/esa ciudad. Actúan en y/o a través de los cuerpos, los sentimientos y las percepciones, y por intermedio de los discursos, los objetos y las imágenes. O sea, de las representaciones sociales a partir de las cuales se despliegan y materializan en el mundo social. En tanto construcción social, los ISU son inestables, mutables, flexibles y heterogéneos, pero al mismo tiempo van consolidando sentidos hegemónicos o dominantes (Vera, 2019a). Asimismo, están permanentemente dialogando e interseccionando elementos de los espacios mentales, físicos y sociales. La experiencia de la vida cotidiana, las prácticas espaciales, los modos de uso y apropiación, así como las valoraciones, las normas legales y los criterios que definen socialmente lo considerado legítimo o ilegítimo, los objetos e infraestructuras, la materialidad, el patrimonio, los monumentos, las políticas públicas… todos ellos son manifestaciones, encarnaciones de los ISU que dan cuenta de la implicación relacional y conflictiva hacia el interior de cada espacio y también entre los espacios que componen la tríada lefebvriana.

En esta dirección, la propuesta teórica de Manuel Baeza resulta de gran relevancia. El sociólogo chileno propone una sociología profunda que logre examinar más allá de lo observable, “escarbar desde lo manifiesto hacia lo latente, desde lo superficial hacia lo subyacente, desde lo aparente hacia lo íntimo e imperceptible” (2020:196). Para ello desarrolla una perspectiva sociofenomenológica para el estudio de los imaginarios sociales como indagación de “la dinámica generativa de la vida social en sus aspectos fundantes, en todo cuanto es creado y conservado desde la subjetividad social” (2011: 33). Es decir, aquello que precede y nutre lo real en términos de “plausibilidad socialmente compartida” (2011: 31) e implica la validación colectiva de determinados tipos de relaciones sociales, estilos de pensar, hacer y juzgar. Acceder a estos elementos subjetivos y sociales que construyen la realidad urbana sin dudas, enriquecería la comprensión de distintos fenómenos urbanos. Cabe recordar que Lefebvre (2017) también menciona a la fenomenología como modo fecundo de acceder a la vida en la ciudad. Idea que refuerza Martínez Lorea:

El discurso lefebvriano se enriquece con una visión fenomenológica que pretende dar cuenta de la suma de impresiones que provoca la vivencia cotidiana de la ciudad y en la ciudad. El vínculo del ciudadano con su espacio remitiría asimismo a una conciencia ingenua, práctica y prerreflexiva, […]. Es decir, la experiencia habitante (el espacio vivido) desborda el saber (y por tanto, el poder) analítico (2013: 42).

Ahora bien, ¿cómo desentrañar y acceder a los sentidos que componen el entramado significacional en donde se despliegan los procesos de producción del espacio y operan ciertas realidades que inciden práctica y simbólicamente en dichos procesos?

Baeza (2015) propone un camino para ir sumergiéndonos en las profundidades del sentido social a partir de identificar los Planos de Realidades como herramienta de observación. El primero o el más superficial sería el plano aparente que es lo directamente observable, aquello a lo que se puede acceder a través de los sentidos. Luego, se encuentra el plano subyacente que es aquel medianamente observable y para cuya comprensión se necesitan informaciones complementarias. En tercer lugar, se encuentra el plano imaginado o ideacional que no es observable de manera directa porque se compone de significaciones que justifican materiales, formas, aspectos, comportamientos, etc. El último se trata del plano arquetípico que constituye el inconsciente colectivo. En sentido complementario, hallamos en Lefebvre la idea de niveles de realidad, autor que, además, dedica un capítulo de corte teórico-metodológico para el estudio de la ciudad y lo urbano.

Hay niveles de realidad que no son transparentes por definición. La ciudad escribe y prescribe, es decir, significa, ordena y estipula. ¿Qué? Corresponde a la reflexión. El texto a la vez que pasado por las ideologías las “refleja”. El orden lejano se proyecta en y sobre el orden próximo. Sin embargo, el orden próximo no refleja en esa transparencia el orden lejano. Este último subordina a través de mediaciones a lo inmediato (Lefebvre, 2017: 70).

Algunas ideas que expone allí nos permiten avanzar en relaciones con las teorías de los Imaginarios Sociales (IS) ya que su conceptualización no es especular, sino que considera que en las mediaciones hay, también, producción de sentidos. Estas mediaciones, nos dirá Lefebvre (2017: 82), no se comprenden sin los simbolismos y representaciones donde conviven ideologías e imaginarios: “La ciudad es un fragmento del conjunto social que permite ver a través suya a las instituciones e ideologías, ya que, al fin y al cabo, las contiene e incorpora en su materia sensible.

Es decir, que la ciudad encarna, presentifica y ancla el sistema de significaciones que posibilita cierta dinámica social y la institucionalización de ciertos valores, prácticas, creencias, representaciones. Los ISU están por encima de la ciudad, determinan algunos rasgos, pero, al mismo tiempo, al estar en la ciudad se resignifican, se reproducen y se disputan. Este aspecto nos parece relevante ya que Lefebvre (2017) sostiene que uno de los recursos intelectuales de los que disponemos para abordar lo urbano son los subsistemas de significaciones. También aquí podemos encontrar pistas para pensar en la dinámica trialéctica a partir de los IS. Lefebvre propone como ejemplos que las políticas tienen como sistema de significaciones a las ideologías, lo que les permiten subordinar los actos y acontecimientos sociales a sus estrategias. Los arquitectos también poseen un conjunto de significados dogmáticos a partir de los cuales actúan sobre el espacio y suponen un habitar desde su propia cosmovisión. A estos ejemplos del espacio concebido, se suman los sistemas de significaciones de los habitantes que perciben el espacio y viven el espacio en función de ciertos sentidos heredados pero que a la vez pueden ser modificados en la práctica. Y aquí llegamos a uno de los núcleos relacionales. Por un lado, podemos constatar la relación entre los imaginarios y sistemas de significaciones con la práctica social y espacial y, por otra parte, la dialéctica que se inscribe en las relaciones de producción, reproducción y transformación de esos sistemas heredados, es decir, una dinámica donde opera lo instituido y lo instituyente (Vera, 2019a).

Para abordar los procesos de producción del espacio, aproximarnos a comprender las relaciones que componen el entre de la trialéctica espacial y acudir a los ISU desde una perspectiva sociofenomenológica puede contribuir a ir de-velando las capas de realidad socialmente construidas, legitimadas y disputadas que intervienen en cada proceso.

4. Propuesta y operativización teórica en la aplicación a un estudio de caso

Para avanzar en la comprensión y aplicación empírica de las perspectivas teóricas expuestas hasta aquí, nos situamos en la problemática que presentan los procesos de intervención urbana que constituyen un eje cardinal en los debates urbanos latinoamericanos de los últimos años (Carrión y Dammert, 2019). El proyecto Transformación de la Ciudad Universitaria y Su Entorno, renombrado en la Ordenanza 9880 como Transformación Urbana Integral Barrio República de la Sexta y Centro Universitario Rosario tiene la particularidad de contener la única villa céntrica de la ciudad.2 Está ubicada sobre la barranca con vista al río Paraná, al lado de la Ciudad Universitaria de Rosario (CUR) y circundada por una trama urbana consolidada de clase media y media alta. Su implementación es parte de un largo proceso de reconversión urbanística impulsado en la ciudad desde la década del noventa (Municipalidad, 1998, 2010, 2011) que expresa, entre los principales objetivos, la reconversión de la imagen de la ciudad, la recuperación de la “vista al río”, la revalorización del área central y, al mismo tiempo, la creación de nuevas centralidades urbanas en torno al conocimiento, la cultura, la creatividad y la innovación. En ese marco, el sector comprendido por la villa de la Sexta deviene estratégico (Figura 1).

Rosario la costa la Sexta y la CUR
Figura 1
Rosario la costa la Sexta y la CUR
Fuente: Elaboración propia.

El proyecto es desarrollado por la provincia de Santa Fe, la Municipalidad de Rosario y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) propietaria de las tierras donde se asientan más de 300 familias, que serían relocalizadas dentro del mismo barrio en un complejo de departamentos aún en construcción, integrados a la trama urbana y con servicios (UNR, STAFE, MR, 2018). Además, se propone el reordenamiento de la movilidad y accesibilidad a partir de la construcción de una avenida sobre la actual calle Beruti, el acondicionamiento de mobiliario e infraestructura urbana y la articulación con el sistema de parques de la costa.

La intervención se anunció en febrero de 2018 a través de los medios de comunicación, lo que ocasionó el asombro de los vecinos que se enteraron, recién en esa instancia, de lo que iba a suceder en el barrio. Desde ese momento, el proceso fue atravesando distintas instancias, algunas más conflictivas que otras, con fluctuación en la organización vecinal, pasando de la resistencia al proyecto a los acuerdos individuales y colectivos. No obstante, hasta la actualidad el clima de tensión y disconformidad vecinal por distintas razones sigue vigente (Vera, 2019b, 2022).

En el contexto de dicha investigación, se abrieron una serie de interrogantes que buscaron ser abordados desde la propuesta teórica planteada aquí: ¿sobre qué imaginarios sociales se asientan, se activan y se dirimen las transformaciones urbanas? ¿Cómo dar cuenta de lo simbólico en la dinámica socio-espacial en un proceso de transformación urbana?

Considerar los planos de realidad como herramienta de observación, también requiere cierto ordenamiento de los elementos a analizar. Las construcciones simbólicas están compuestas por distintos niveles de abstracción y profundidad. Como plantea Girola (2018) las representaciones y representaciones sociales poseen un menor nivel de abstracción, se tornan accesibles de diversos modos, suelen materializarse y expresan algo del orden de los imaginarios sociales, que se sitúan en el plano más profundo y, por ende, más abstracto y de difícil acceso. No obstante, también consideramos que los imaginarios sociales conforman entre sí una malla simbólica en donde se dirime la vida social. En términos de Baeza (2000, 2020) se trata de una Estructura Simbólica de Ajuste en alusión a la arquitectónica de la significación social, a las relaciones y tensiones entre los imaginarios sociales instituidos socialmente. Es decir, son sistemas simbólicos que permiten cierto ordenamiento psicosocial provisorio y tienen su origen en la experiencia acumulada de una sociedad.

Nos propusimos ordenar la observación y el análisis del corpus a partir de la elaboración de dos categorías analíticas que nos permitieran operacionalizar la propuesta teórica: las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales. A modo de anticipo de la propuesta desarrollada, en la Figura 2 se sintetiza el modo de abordaje de cada plano de realidad para acceder a la composición significacional del proceso de producción del espacio en el caso analizado. Para ello, se empleó una estrategia metodológica cualitativa sostenida en un trabajo de campo etnográfico (Guber, 2001) que incluye observaciones participantes, registros fotográficos de recorridas de campo y entrevistas semiestructuradas y en profundidad a distintos actores sociales. Asimismo, se realizó un trabajo hemerográfico y documental para componer las fuentes secundarias sobre las que se apoya el procedimiento de triangulación de fuentes (Denzin, 1979).

Abordaje fenomenológico de los Imaginarios Sociales Urbanos desde los planos de realidades
Figura 2
Abordaje fenomenológico de los Imaginarios Sociales Urbanos desde los planos de realidades
Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

4.1 Significaciones de legitimación

A través de los imaginarios sociales, entonces, una sociedad determinada va construyendo colectiva, involuntaria e inconscientemente sus marcos de referencia para la vida. Y estas construcciones de sentido colectivo requieren como condición estar legitimadas socialmente. Por esta razón consideramos que para lograr develar la composición y las tramas de una estructura simbólica de ajuste y los imaginarios que la componen necesitamos indagar, en primer lugar, las significaciones que operan en las estrategias de legitimación implicadas en los fenómenos sociales.

Para analizar discursos sobre políticas públicas urbanas, Franquesa (2007) alude a las narrativas legitimadoras como aquellas prácticas discursivas mediante las cuales se añade o se quita valor a un determinado lugar mediante el empleo de prejuicios y metáforas que permiten exponer rasgos positivos, ocultar los intereses económicos y favorecer un proceso de naturalización. Pero, en nuestro caso, nos proponemos dar cuenta de las significaciones de legitimación que refieren a aquellos sentidos que posibiliten justificar posiciones en un conflicto.

Las significaciones de legitimación se fundamentan en la memoria, las aspiraciones, las creencias, los valores y los afectos. Son accesibles en cuanto que toman la forma de representaciones sociales, se ponen en circulación a través de los discursos y poseen un grado de abstracción menor que los imaginarios sociales. Inciden en los modos de apropiación y acción sobre el espacio urbano, incitan ciertas prácticas discursivas y sociales que van cristalizando sentidos al tiempo que inducen acciones sobre el espacio.

Con relación al entramado de sentidos que se despliega en los procesos de producción urbana, las significaciones de legitimación permiten ver cómo los mismos significantes representan diferentes significados para los distintos actores. En nuestro caso las utilizamos para dar cuenta de las significaciones empleadas en el campo simbólico de disputa. Por lo tanto, las mismas significaciones sirven para legitimar posiciones diferentes. Sin embargo, al tratarse de temas recurrentes nos permite delimitar la arena de disputas sobre la cual giran las distintas estrategias, posiciones y acciones de los actores implicados. Es importante considerar que las instancias de legitimación social se constituyen como elementos de transversalidad entre los espacios concebidos, vividos y percibidos ya que los sistemas de significaciones no son exclusivos ni excluyentes de ciertos grupos, sino que forman parte de esa construcción social de la realidad y como tal son colectivos y, muchas veces, se confirma su capacidad de trascender clases sociales, géneros, culturas, generaciones, etc.

La identificación de las significaciones de legitimación se llevó a cabo mediante análisis de datos textuales con una estrategia de análisis temático que permitiera captar la variabilidad de las posiciones en torno a un tema. Para identificar los significados recurrentes dispersos en las entrevistas se diseñó una malla temática (Baeza, 2002). A continuación, se expone la Figura 3 que sintetiza las significaciones de legitimación identificadas (Vera, 2019).

Entramado de significaciones de legitimación y derivaciones semánticas en el caso de la Sexta
Figura 3
Entramado de significaciones de legitimación y derivaciones semánticas en el caso de la Sexta
Fuente: Vera (2019).

4.2 Lógicas simbólico-espaciales

Ahora bien, como sostuvimos a lo largo del escrito los imaginarios sociales están íntimamente ligados a la práctica social ya que uno de los supuestos de esta teoría es que aquellos inducen a la acción (Castoriadis, 2003). Baeza (2000) sostiene que son construcciones sociales que otorgan un sentido práctico al mundo, son coadyuvantes en la elaboración de sentidos que influyen en las maneras de pensar y actuar en sociedad. Esta afirmación se traslada a los imaginarios sociales urbanos que poseen la potencia de simbolizar y dotar de sentido a los espacios y modos de vida urbanos, y también de involucrarse en la acción (Hiernaux, 2007). Pero ¿cómo dar cuenta de la capacidad actante de los imaginarios en un proceso de transformación urbana?

Para aproximar una respuesta, presentamos las lógicas simbólico-espaciales que conforman estructuras simbólicas que implican la acción, poseen mayor nivel de abstracción en tanto articulan el poder actante de los IS con las significaciones de legitimación. Es decir, son actuaciones de lo imaginario social, a través de las cuales se pueden observar elementos de la vida urbana en pleno proceso de cambio. En ellas, es posible indagar coincidencias y contradicciones tanto dentro de los mismos grupos como entre ellos. Adquieren tonalidades diferentes y pueden operar solo temporalmente imprimiendo dinamismo y matices a los procesos conflictivos de producción de la ciudad (Figura 4).

Lógicas simbólicoespaciales en la transformación urbana la SextaCUR
Figura 4
Lógicas simbólicoespaciales en la transformación urbana la SextaCUR
Fuente: Vera (2022).

En este caso identificamos cuatro lógicas simbólico-espaciales estructuradas a partir de opuestos complementarios. Los insumos fueron las significaciones de legitimación mencionadas en torno a las cuales se despliegan las tácticas y estrategias. Para identificar las acciones implicadas entre ellas se procedió a un análisis interpretativo crítico de las notas de campo y observaciones participantes (Vera, 2022).

4.3 Imaginarios Sociales Urbanos

Al comienzo de este capítulo definíamos los Imaginarios Sociales Urbanos (ISU) como el sustrato de sentidos en el que se despliega el proceso de producción del espacio urbano. Allí se implican las prácticas sociales, los objetos y artefactos, distintos tipos de representaciones, ideaciones, utopías y temores (Vera, 2019a). En este punto nos interesa detenernos en presentar a los ISU identificados (que se sitúan en el plano imaginado) en el caso de estudio, a partir de reconocer, en primera instancia, las significaciones de legitimación y las lógicas simbólico-espaciales. Con ellos avanzamos hacia esa profundidad significativa de la vida social a la que apela la perspectiva sociofenomenológica de los IS.

Como ya se mencionó, los IS poseen mayor nivel de abstracción. Se estructuran a partir de un núcleo de referencia central que sería el imaginario radical (Castoriadis, 2003) y en torno a él se irá componiendo una trama de significaciones subordinadas o imaginarios periféricos y/o secundarios (Castoriadis, 2003; Baeza, 2020). La validación de esas significaciones secundarias estará dada por y a través de la praxis social.

El Imaginario Social Urbano identificado posee dos conjuntos de significaciones imaginarias que permite distinguir dos imaginarios centrales y tres periféricos (Figura 5). Estos imaginarios son transversales, no se vinculan exclusivamente a las posturas del conflicto. Es decir, distintos actores y diferentes posturas referidas al proceso sostienen estos imaginarios que se anudan, de manera aleatoria, en distintos puntos de convergencia.

En primer lugar, hallamos el Imaginario social (central) del hábitat que contiene los sentidos instituidos, hegemónicos y también, la potencialidad instituyente en torno al modo de hacer el espacio urbano, las formas, dimensiones y funciones que cobra o podría cobrar su expresión material. Un imaginario que Lefebvre (2017) denominó lógica del hábitat, como aquel articulador entre una ideología (funcionalista y capitalista) y una práctica (urbanismo). En el caso analizado esto intersecta las posiciones a favor y en contra de vecinos que sostienen su disputa en torno a la propiedad, la dignidad, la utilidad de la intervención en consonancia y en disenso con actores representantes del poder estatal del espacio concebido, quienes diseñaron e implementan el proyecto (Municipalidad y Gobierno provincial). Aquí localizamos dos imaginarios sociales urbanos periféricos de gran pregnancia. El Imaginario urbano propietario en el que tanto los sectores de vecinos que están de acuerdo con la intervención como aquellos que se resisten y los actores institucionales esgrimen discursos y representaciones que permiten identificar la fuerza simbólica con que operan la individualidad, la dignidad y la propiedad privada como marco de referencia del modo de producción de la ciudad.

En segundo lugar, hallamos el Imaginario urbano normativista-tecnocrático (derivado) sostenido en las significaciones de legitimación de la legalidad, la utilidad y el futuro donde se retroalimentan las cuatro lógicas simbólico-espaciales. Aquí encontramos un predominio, en términos de Lefebvre, de representaciones del espacio en cuanto espacio concebido por técnicos que los vecinos no terminan de comprender. En todo este proceso, aún en curso, prevaleció este imaginario normativista y tecnocrático que se manifiesta en la dificultad para que emerjan propuestas o imaginerías de lo posible por parte de los vecinos. Esta particularidad permite pensar que se sostiene esa delegación de poder al quien posee un saber experto.

Por otro lado, identificamos el Imaginario (central) del habitar, como aquel ligado a la idea de estar implicado en la vida social (Lefebvre, 2017) de colmar y desbordar lo urbano, los deseos y los modos de vida urbanos. Aspectos que, en nuestro análisis, surgen de las percepciones y fantasías en torno al interior de las futuras viviendas (espacios, tamaños, equipamientos) y en relación con el exterior o la nueva vecindad que se configurará. Este imaginario del habitar está atravesado por ciertos sentidos de la dignidad no tanto vinculada a la propiedad en sí, sino al modo de adquirirla. Del mismo modo, la utilidad de esta transformación urbanística se sostiene en la necesidad de mejorar las condiciones materiales e infraestructuras urbanas básicas, aspecto que difiere de la utilidad planteada en los imaginarios del hábitat donde el aspecto cuantitativo de beneficiarios no se vincula tanto al modo de habitar este espacio como al de conectividad de zonas urbanas.

Imaginarios Sociales Urbanos en el caso la SextaCUR
Figura 5
Imaginarios Sociales Urbanos en el caso la SextaCUR
Fuente: Elaboración propia.

Aquí predomina, como IS periférico, el Imaginario Urbano de la vida cotidiana que se manifiesta en las significaciones de legitimación de los vecinos que aluden al pasado y al futuro del barrio. Este imaginario recupera la percepción que emerge desde el territorio y se alimenta de las historias, las experiencias y los lazos sociales. Contiene el espacio vivido, las prácticas sociales y refuerza el valor del modo de vida con que se identifican: jugar en la vereda, tener patio, criar animales, vivir en un pasillo, hablar con los vecinos, estar en la calle.

Luego de exponer los principales resultados del análisis realizado entre febrero de 2018 y diciembre de 2020, presentamos la Figura 6 que sintetiza la propuesta de abordaje de los procesos de producción espacial a través del estudio de los imaginarios sociales urbanos desde una perspectiva fenomenológica.

Síntesis de propuesta y aplicación al caso de estudio
Figura 6
Síntesis de propuesta y aplicación al caso de estudio
Fuente: Elaboración propia.

Fuente: Elaboración propia.

5. Reflexiones finales: lo urbano desde la producción socio-imaginaria del espacio

En el texto se presentan las primeras líneas de articulación entre la teoría de los imaginarios sociales desde la perspectiva socio-fenomenológica y la teoría de la producción del espacio. La diversidad de problemáticas urbanas contemporáneas, entre ellas, los conflictos y efectos sociales de las transformaciones urbanas exige nuevas articulaciones teóricas que habiliten cruces e indagaciones de los pliegues que operan como mediadoras en la producción de la ciudad. Nos referimos especialmente a cómo se legitiman socialmente las intervenciones del urbanismo tecnocrático, pero, también, sobre qué sentidos se disputa la vida cotidiana de esas intervenciones o cómo se significa la propiedad en tanto significación instituida central de la sociedad contemporánea.

Para desarrollar esta operativización, partimos de retomar los planos de realidad (Baeza, 2015) como ordenadores de las capas de cebolla que nos permitieron comprender con mayor profundidad el proceso de producción espacial en el marco del proyecto de transformación urbana analizado. El trabajo de investigación se inició con una descripción densa del caso para recomponer el plano aparente. Para acceder al plano subyacente, primero, identificamos las significaciones de legitimación ligadas al campo de las representaciones sociales (Vera, 2019b), pero que en su interacción y expresión a través de la práctica social nos permitieron acceder a las lógicas simbólico-espaciales (Vera, 2022). Es decir, a la expresión simbólico-práctica del componente socio-espacial de los imaginarios sociales. Vimos que las relaciones entre estas categorías no son unidireccionales, sino que componen un flujo de retroalimentación permanente. A partir de un análisis crítico interpretativo de los planos mencionados, identificamos elementos del plano imaginado, pudiendo reconocer imaginarios sociales urbanos centrales y periféricos, categorías que poseen mayor nivel de abstracción que las anteriores.

Luego de identificar los ISU en torno a las que se disputa el sentido de producción de espacio, notamos que hacer foco en las significaciones sociales permitió desdibujar las barreras y posiciones aparentemente estabilizadas de los distintos actores, dando la posibilidad de indagar los cruces que operan entre ellos, cómo se traman los sentidos, los consensos, las legitimaciones y las disputas. Tanto los espacios concebidos, percibidos y vividos presentan conflictos hacia el interior. No todas las manifestaciones políticas y técnicas del espacio concebido son congruentes; lo mismo ocurre con las dinámicas internas de lo que caracterizaríamos como espacio percibido, que no se experimenta del mismo modo por todos los vecinos y eso influye de manera relevante en cómo se configura el espacio vivido, imaginado. Al mismo tiempo, hay sentidos propios del espacio concebido que también son legitimados en las prácticas espaciales de los espacios percibidos y vividos. En síntesis, la dinámica trialéctica del espacio está fuertemente dinamizada por las significaciones sociales que impulsan acciones, normativas, deseos, ensoñaciones y creencias que moldean, efectivamente, los territorios. Tanto la producción del espacio como los procesos de significación social de los imaginarios sociales son dinámicos y heterogéneos, pero al mismo tiempo presentan bases sólidas y, simultáneamente, elementos instituyentes, emergentes y alternativos al orden establecido.

En función de los avances expuestos, se concluye que la perspectiva fenomenológica de los IS brinda herramientas para captar en profundidad los sentidos sociales y urbanos en los procesos de producción espacial. Esta articulación resulta factible para desarrollar estudios de caso en el marco de los estudios urbanos críticos, a través de apelar a los IS como entramados de sentido que se construyen entre los espacios concebidos, vividos y percibidos, y que permitan ensayar modos de abordar fenómenos urbanos complejos de manera más integral.

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Notas

1 Se exponen avances del proceso de investigación aún en curso: “DISPUTAS EN LOS PROCESOS DE PRODUCCIÓN SOCIAL DEL ESPACIO. Estrategias de legitimación y efectos sociales en el proyecto de transformación del barrio República de la sexta y la Ciudad Universitaria de Rosario”. Para información más detallada del caso de estudio consultar: Vera (2019b, 2021, 2022).
2 En el Registro Nacional de Barrios Populares se delimita esta zona entre las calles: av. Belgrano al este, hacia el oeste por calle Cochabamba hasta Beruti, tomando Pasco hasta calle Esmeralda, hacia el sur hasta Cerrito y Constitución. Mapa de barrios populares. https://www.argentina.gob.ar/habitat/secretaria-de-integracion-socio-urbana/renabap/mapa#1893
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