Urbanidades

El análisis de discurso como herramienta para estudiar procesos y conflictos urbanos. Entrevista a Luisa Martín Rojo

Discourse análisis as a tool to study urban processes and conflicts. Interview with Luisa Martín Rojo

Carolina González Redondo
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Universidad de Buenos Aires, Argentina

El análisis de discurso como herramienta para estudiar procesos y conflictos urbanos. Entrevista a Luisa Martín Rojo

QUID 16. Revista del Área de Estudios Urbanos, núm. 19, 2023

Universidad de Buenos Aires

Recepción: 24 Abril 2023

Aprobación: 24 Mayo 2023

Luisa Martín Rojo es catedrática de lingüística en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y profesora invitada de otras universidades europeas. Es especialista en sociolingüística y análisis de discurso y fue cofundadora y presidenta de la Asociación Ibérica de Estudios del Discurso y Sociedad (EDiSo; 2012-2017). Actualmente, es investigadora principal del Centro de Investigación Multilingüismo, Discurso y Comunicación de la UAM (MIRCo), un espacio de investigación interdisciplinar dedicado al estudio del multilingüismo en sus dimensiones lingüísticas, discursivas, sociales, políticas, económicas y educativas, desde una perspectiva crítica, interaccional y etnográfica..

Luisa tiene un extenso recorrido como investigadora y analista del discurso, que se plasma en diversos objetos de estudio construidos -según sus palabras- “para responder a conflictos y crisis socialesque emergían a mi alrededor”. Así, según fueron surgieron estas situaciones en su vida y en su entorno, Luisa fue abordándolos desde un enfoque crítico, etnográfico y con el análisis del discurso como instrumento metodológico. La primera vez que hizo análisis del discurso fue en el marco de su posdoctorado en Bélgica, allá por los años 90, en el contexto de la Primera Guerra del Golfo. “Entonces se produjo una mezcla de racismo, movimientos de resistencia a la guerra, y disturbios en los que la población de origen marroquí y argelino tuvieron un papel destacado. Hubo algunos conflictos étnicos, y el racismo que había hacia el sur de Europa era muy notable. Había situaciones que eran irrespirables”. Ese clima tenso despertó su interés y así es como hizo un análisis sobre las representaciones sociales de los inmigrantes en los discursos de la prensa europea y del parlamento español (Martín Rojo, 1995; Martín Rojo y van Dijk, 1998).

Trabajos posteriores abordaron las diferencias lingüísticas en el aula y en otros ámbitos (Martín Rojo, 2010; Martín Rojo y Mijares 2007) y los efectos del neoliberalismo en la transformación de la comprensión de las lenguas y su valor social (Martín Rojo y Del Percio 2019). Más recientemente, ha utilizado el análisis del discurso para comprender las transformaciones urbanas y las disputas por el espacio. En esta línea, se destacan los trabajos sobre paisajes lingüísticos (Martín Rojo, 2013) y sobre los movimientos de protesta y su transformación de los espacios urbanos (Martín Rojo, 2016).

Precisamente, este último cruce entre análisis del discurso y conflictos urbanos motivó nuestro encuentro, en el marco del proyecto Contested Territories.. Así, una calurosa tarde de verano, en su departamento céntrico de Madrid, nos reunimos para conversar sobre su recorrido como analista del discurso, las potencialidades y desafíos de esta disciplina y, sobre todo, para pensar cómo el análisis del discurso puede ser una herramienta de gran utilidad para las ciencias sociales, en general, y para los estudios urbanos, en particular. Parte de lo conversado allí se transcribe a continuación, con el fin de compartirlo con todos aquellos interesados en el análisis de la dimensión simbólica del espacio.

1. Análisis de discurso y ciencias sociales

-Mencionaste que comenzaste con el análisis de discurso conforme te fuiste encontrando con distintas situaciones conflictivas en la vida cotidiana y así fuiste construyendo tus objetos de estudio. ¿Qué crees que aporta el análisis de discurso, que quizás no aportan otras herramientas teóricas y metodológicas, para la investigación en ciencias sociales?, ¿qué plus suma?

-Yo creo que hay dos maneras de practicar el análisis del discurso. Una manera que es más “lingüística”, que se centra sobre todo en los elementos lingüísticos. En ese caso, el análisis del discurso no es una herramienta, es realmente el objetivo teórico. Se trata de analizar dos potencialidades del discurso. Por un lado, cómo a través de los discursos se realizan prácticas sociales (por ejemplo, no se puede realizar una asamblea sin discurso, y lo mismo sucede con otras prácticas políticas, educativas, médicas, etc.). En ese caso, se trata de ver qué funciones tiene la lengua, para los que son funcionalistas, o cómo se construyen los discursos en esos contextos concretos. Por otro lado, al mismo tiempo, el discurso tiene esa capacidad de representar esas mismas prácticas sociales. En ese caso, se trata de analizar cómo se representan esas prácticas, cómo se habla de ellas, cómo se habla por ejemplo de una asamblea, de una clase, de un juicio, etc. En ese caso, el foco se centra en la construcción del discurso, en qué elementos se movilizan, qué lugares de análisis se pueden hacer. Cómo, por ejemplo, se puede pasar de mirar los nombres y adjetivos de un discurso político pronunciado en una situación y en un tiempo determinados para sacar conclusiones sobre la racionalidad política que construye. Sin embargo es preciso ser prudentes a la hora de dar ese salto. Tiene que haber pasos intermedios. Para mí, esa es una de las líneas de trabajo.

Pero hay otra línea de trabajo que para mí es muy rica y que es mucho más interdisciplinaria. En ese caso, el análisis del discurso es una herramienta analítica para otras disciplinas. Así, complementa, por ejemplo, a la antropología con los análisis de entrevista o de prácticas sociales. Por ejemplo, qué términos, qué taxonomías se crean, qué categorías se establecen en el discurso, etc. También complementa a la sociología en los análisis de los grupos de discusión, o en los análisis de entrevistas, para detectar qué discursos son mayoritarios, cuáles minoritarios, cómo las personan toman posición ante ellos. Y lo mismo sucede con la psicología social, al contribuir a entender cómo se construye un “nosotros colectivo” o cómo se construye la subjetividad. También para la sociología de medios de comunicación es importante el análisis del discurso, y yo lo veo como herramienta clave para que no se hagan generalizaciones o estudios que no están basados en los datos. Entonces, creo que el análisis del discurso permite ese estudio empírico detallado de lo que se dice y cómo se dice, que a veces creo que falta en las disciplinas sociales.

-Recién mencionabas “las dos corrientes”: el análisis del discurso, por un lado, como análisis lingüístico y, por el otro, como una herramienta, ¿vos en cuál te encuadras?, ¿vas cambiando?

.Yo empecé en la parte más lingüística pero, a partir de trabajar con otras compañeras y colegas, me empezó a interesar más la segunda. No me importa que el análisis sea una mera herramienta en un trabajo. Creo que evita algunos riesgos del análisis puramente lingüístico. Como escuché decir a Francine Cicurel en una conferencia, a veces los analistas del discurso parecen submarinistas que se sumergen muy hondo, y de ahí, se ensimisman con la transformación de la oración de activa a pasiva, si el papel semántico, etc. Todo este análisis en detalle sin hacer una etnografía de la institución donde, por ejemplo, circulan los discursos que se analizan puede llevar a generalizaciones poco fundadas. Es decir, muchas veces los analistas pasamos de este análisis del adjetivo (por ejemplo, subsahariano o ilegal) a un proceso social complejísimo como puede ser la integración de los inmigrantes. Entonces, decía Cicurel, que es muy difícil no ahogarse ascendiendo a esa velocidad a la superficie. Entonces, creo que trabajar con sociólogos o antropólogos o urbanistas o psicólogos sociales, pues, aporta ese conocimiento de lo social, de los procesos sociales, urbanísticos, que los lingüistas no siempre tenemos. Ayuda a conocer los pasos intermedios y a no ahogarse en ese sentido. De hecho, la sociolingüística y el análisis del discurso llevan años tratando de incorporar teoría social.

2. El saber hacer de una analista del discurso: de corrientes, teorías, metodologías y prácticas

-Yendo un poco más al plano del trabajo específico con un corpus, ¿con qué corrientes teóricas trabajás para pensar el discurso?, ¿cuáles son tus conceptos clave?

-Yo siempre me he inspirado mucho en la tradición crítica y, luego, en una tradición foucaultiana. Pero no me gusta mucho entrar en este debate de corrientes. Recuerdo que cuando empecé a trabajar en análisis crítico del discurso, yo me reía con algunas voces críticas que decían “son 5 y cada uno tiene un enfoque”.

-Sin entrar en el detalle, me interesa que cuentes cómo piensa el discurso el análisis crítico del discurso y cómo lo pensás vos con esta otra impronta foucaultiana…

. Uno de los puntos de divergencia entre los distintos autores es a qué nos referimos con el término “crítico”. Para mí, “crítico” es problematizar en ese sentido foucaultiano. Y “problematizar”, ¿qué significa? Pues, analizar porqué un determinado discurso surge en un determinado momento de la historia, qué conocimientos genera y qué relación tiene con la forma de gobierno en ese momento y mostrar esa vinculación de manera que se pongan en cuestión algunas de las ideas que aparecen como naturales o naturalizadas.

Por ejemplo, ahora estoy trabajando sobre esta visión de algunas lenguas como un capital, que permiten encontrar trabajo, tener movilidad social. El hecho de que las lenguas hayan dejado de ser para los hablantes un instrumento de comunicación y empiecen a verse como capitales, como activos que los hablantes atesoran. Ejemplos cotidianos como la afirmación: “Ahora voy a pasar a estudiar coreano porque Corea tiene un papel muy importante en el mercado económico”, encarnan un discurso muy economicista de las lenguas. Entonces, desde mi punto de vista, “crítico” trato de entender por qué este discurso surge en este momento. Y esto me lleva a ver qué condiciones económicas pero, sobre todo, de gobierno de la población están activas. Entonces lo conecto tanto con el capitalismo en sí, como con el neoliberalismo como una forma de gobierno de la población que hace que estas personas se dediquen a atesorar lenguas con las que, a veces, consiguen trabajo, pero que también a partir de las que los explotan bastante. De esa forma, las personas estamos ocupadas formándonos constantemente en lenguas y muchas veces aceptando trabajos que están por debajo de nuestra formación, simplemente, porque nos ofrecen la posibilidad de aprender inglés o porque de esa manera contribuimos a la economía neoliberal de nuestra zona. Por ejemplo, en Madrid, que siempre ha tenido un gobierno neoliberal, que ha sido inspirado en Margaret Thatcher, pues conseguir que toda la población hable inglés a un nivel muy bajo pero suficiente como para manejarse, ha promovido el desarrollo del turismo, como un principal pilar económico. Trato de conectar ese discurso sobre las lenguas con esas condiciones económicas y de gobierno de la población. Entonces, deja de parecer normal o natural el hecho de que las lenguas sean vistas como inversiones o activos económicos. Así, “problematizar” es, entonces, hacerse preguntas sobre estas cosas que se dan por hechas. Es un planteamiento político. Para mí, “crítico” significa eso.

-Centrándonos en lo metodológico, te consulto, ¿con qué tipos de corpus trabajás y cómo los construís?

.En general, siempre he hecho etnografía. Excepto en algunos casos que he hecho análisis crítico urgente, como por ejemplo el trabajo que hice en el contexto de la Guerra del Golfo. Ahí no hice una etnografía. Ahí estudié los distintos periódicos, El País, El Mundo, el ABC, desde esa línea más lingüística, sin mirar las condiciones de producción de esos discursos. Entonces, en alguna ocasión he trabajado así. Pero desde la etnografía, he trabajado en varios centros educativos de Madrid, en los que pasábamos un periodo de tiempo, asistíamos a clase, hacíamos entrevistas, recogíamos documentos y, luego, ahí el estudio sociolingüístico y análisis del discurso se complementaban.

-Y en ese caso, el corpus para el análisis del discurso, ¿cómo se conformaba? Entrevistas, documentos…

.Los documentos, la legislación, el proyecto educativo del centro, todas esas cosas. Las entrevistas que hacíamos a estudiantes y al profesorado, y luego también, a lo mejor hacíamos algún grupo de discusión de estudiantes.

-En estos trabajos que combinás el análisis de discurso con la etnografía, al momento del análisis, ¿con qué herramientas trabajás? ¿cómo es tu “paso a paso”?

.Lo primero que hago es leer los discursos -a lo mejor es una forma muy pragmática de enfocarlo- y, dependiendo lo que se dice, o los tipos de datos, selecciono las herramientas. Entonces, en ese sentido, a veces me han dicho que es muy inductivo. Voy viendo lo que me parece relevante, qué es lo que me llama la atención, lo que se repite, lo que me parece novedoso, por ejemplo si se acuña un término nuevo. Y, luego, en general, sí que es verdad que hago pasos. Por ejemplo, un paso puede ser el análisis de la representación, es decir, qué categorías se ponen en juego, si se crean términos, las colocaciones, las combinaciones. Por ejemplo, “Madrid es libertad”, esas combinaciones y términos, si esas categorías afectan a otros actores sociales, como los “madrileños”, o los “españoles”. Por ejemplo, ¿“españoles” incluye a “madrileños”? Bueno, mirar todas esas representaciones a través de las categorías. Durante mucho tiempo me he fijado mucho en esto, en la representación de los actores sociales en el discurso.

Luego, en la toma de posición del enunciador con respecto a lo que está refiriendo en el discurso. Intento hacer como un mapa, ver si los discursos se construyen a partir de otros discursos que pueden ser dominantes o hegemónicos y cómo ante ellos toma posición el hablante. Miro la intertextualidad, la interdiscursividad. Ahí uso también herramientas de Norman Fairclough para ese punto. No trabajo mucho la estructura sintáctica, porque su análisis suele estar basado en una gramática funcionalista que es muy utilizada en el análisis crítico del discurso, pero personalmente tengo muchas reservas hacia el funcionalismo. Mi enfoque nunca ha sido funcionalista.

Pero sí me gusta mucho esta dinámica, por ejemplo, cuando una maestra dice en una entrevista “estos niños que vienen de Ecuador parece que acaban de salir de la selva”. Y entonces, veo esta afirmación como algo que es su propia creación, o, en cambio, cómo una cita ante la que toma posición, por ejemplo, añadiendo, pues “yo no lo creo”, o “si lo creo”, cómo se va haciendo esta toma de posición. Me interesa mucho la intertextualidad, porque creo que pone de manifiesto muchos aspectos del discurso.

Y luego paso a estudiar la argumentación. Por ejemplo, cómo se argumenta. También he trabajado en legitimación, cómo se legitima una voz, o cómo se legitima lo que se dice, o cómo se deslegitima al que lo dice. En esto de la argumentación me interesa mucho el uso de las narrativas. Entonces, por ejemplo, ahora estoy dirigiendo una tesis de Marta Castillo que es muy interesante sobre cómo se presenta la precariedad como una moda, una tendencia, la trendinización de la precariedad, lo que supone modificar y generar nuevos significantes y significados. Así, se presentan los “mini-pisos” como “el ideal de piso”, o sacar cosas de la basura de los supermercados, como una práctica ecológica. Y ahí vemos las narrativas que los emprendedores que han creado apps que comercializan estos nuevos objetos de consumo, por ejemplo, los productos a la última hora de un supermercado, o para que reserves ropa para llevarla a una fiesta y la devuelvas al día siguiente. Esas narrativas no solo realizan un greenwashing de esos productos sino también de sus negocios, al tiempo que a sus consumidores no se les presenta ya como pobres o fracasados, sino como personas a la moda.

-Esto refiere a la sistematización, al análisis de cada uno de esos documentos o piezas que van conformando tu corpus, pero después, ¿cómo das ese “salto” que decías antes para poder sostener un argumento, plantear alguna idea al respecto?

.Claro, porque esa conexión se ha hecho antes. Por ejemplo en el caso de la escuela, estuve durante seis meses yendo regularmente, pues yo creo que la clase es el nivel intermedio de trabajo que se centra en la institución, donde convergen y se producen discursos y prácticas de la institución y de otros actores (profesorado, estudiantes). En la etnografía pude ver quienes trabajan ahí, cómo se organizan, qué principios y reglas tienen. Entonces, partiendo de ahí, puedes observar las prácticas que se realizan en esa institución, y entonces a partir de ahí puedes analizar muy detalladamente, discursivamente esas prácticas y los documentos que producen. Conociendo la institución, es posible conectar la institución con los discursos que produce y, de ahí, dar un salto a ver qué procesos sociales se realizan en esas prácticas. Poniendo el ejemplo de la escuela, que quizás se me hace más fácil, si en la escuela he observado que, por ejemplo, existe una norma que permite separar en una clase aparte a los chavales y a las chavalas que se considera que “no hablan bien español” e identifico que, a la hora de justificar esas clases, se generan discursos que hablan de déficit, pues conociendo que hay una norma, entrevistando esas personas, viendo los discursos que producen, ya puedo relacionar esas prácticas locales con un proceso social de segregación escolar, de exclusión. Pero si solo miro los documentos y no conozco la escuela, con ese salto puedes cometer muchos errores, o juzgar cosas que no son tan evidentes.

3. Análisis de discurso como herramienta para los estudios urbanos

-¿Qué creés que aporta el análisis de discurso, como herramienta, al estudio de conflictos territoriales o conflictos urbanos? ¿O a los estudios vinculados al uso del espacio?

. Empezamos a trabajar sobre “La Ingobernable”., que es un centro social okupado autogestionado, de construcción de comunes urbanos. El análisis del discurso nos permitió identificar distintas posiciones en la conceptualización del espacio. Identificar cuáles son las formaciones discursivas o los discursos en lucha. Por ejemplo, la defensa de lo público, la defensa de la colaboración público-privada que en realidad es privada, la construcción de comunes. La Ingobernable es para mí el centro social okupado donde se realiza esa idea de “lo común”. Es el discurso que se incluye en los carteles, en las pancartas, en los eslóganes, el que por su potencial performativo, transforma ese espacio, antes público, que ha querido ser privatizado, en un bien común. Y también podemos combinar ya con un análisis semiótico, ver cómo se construyen o cómo se representan los mapas, o cuáles son los símbolos de la okupación o de La Ingobernable. Por ejemplo, La Ingobernable elige una imagen de un corazón (imagen 1), este corazón de Madrid que está en el centro de la ciudad pero que bombea sangre hacia todos los barrios. Pues es una representación semiótica de la labor del centro, que bombea y regenera, y da vida al vecindario. Entonces, ese tipo de análisis permite entender cómo ellos ven la labor del centro, su valor performativo y prefigurativo de un orden diferente.

A mí me interesan mucho también las manifestaciones, porque durante dos o tres horas se ocupa el espacio, con personas que gritan eslóganes o llevan unos carteles que transforman totalmente esa ciudad. Cuando hubo movimientos de protesta más fuertes, se hablaba de “las mareas”, entonces cada marea bajaba por unas calles. Es una representación, realmente casi una performance, como si fuera un espectáculo.

-Claro, como una puesta en escena…

.Exacto, entonces cuando en Cataluña miles y miles de personas, cada uno vestido con una camiseta del color que le corresponda, escenifican la bandera catalana, hecha a partir de los cuerpos de miles y miles de individuos, se pone de manifiesto el carácter escénico de estos movimientos. Pero también tiene lugar la transformación real y performativa del espacio urbano, a partir de ese momento la Gran Vía de Barcelona se convierte en una bandera independentista, ya no es “la gran vía”, sino que es otro escenario. Pero, además, esta práctica prefigura otro mundo posible y otros órdenes sociales. Entonces, en ese momento estoy ahora investigando el valor performativo y prefigurativo de estos movimientos de protesta. Una capacidad que es posible por esa imbricación entre la transformación espacial y las prácticas discursivas.

Entonces, como señala Stavros Stavrides, hay umbrales en la ciudad. Cuando uno se adentra en un barrio en el que está completamente lleno de pintadas con eslóganes anticapitalistas, realmente se traspasa un umbral, en un mundo en el que se está buscando una alternativa a ese capitalismo. Luego, prefigura otra forma en el presente, son utopías en el presente.

Logo del CSO La Ingobernable
Figura 1
Logo del CSO La Ingobernable
Fuente: Facebook del CSO

-¿Estas ahora trabajando con algo de esto?

-Lo tengo ahí presente, cuando tenga algo de tiempo (risas).

-Pero, acá, en la ciudad de Madrid, ¿lo estás pensando?

.No, acá trabajé, por ejemplo, cuando se ocupó la plaza Puerta de Sol. Pues, claro, se crea una biblioteca, una cocina, unas salas de reuniones, comisiones, de manera que toda la plaza tiene un orden social diferente y toda la plaza se convierte en arena política. Entonces eso prefigura una sociedad sin dinero, por ejemplo, es interesante que en Madrid se abolió el dinero -no sé si se dice así- pero en la ocupación de la plaza no se podía usar dinero. Entonces, en el Occupy de Wall Street, precisamente, se recaudaba dinero vendiendo las pancartas que hacían. Pintaban carteles, los vendían a la gente y con eso compraban pizzas para comer, lo que hiciera falta. En cambio, acá en Madrid, la gente de la ciudad llevaba las cosas y lo daba. Entonces, en ese momento la plaza empieza a funcionar como en un universo diferente que prefigura otra forma de vivir. Eso, creo yo, es el gran valor de los movimientos de protesta, porque permite imaginar, hacer que tome cuerpo algo como la no existencia del dinero. En Hong Kong, yo no estuve, pero sé que también tenían mapas donde señalaban los comercios o restaurantes de alrededor donde se podía ir al baño, o se podía recibir comida o ayuda. Todo eso muestra un mundo en que prima la solidaridad, frente a un capitalismo salvaje, como puede ser el caso de Hong Kong. Esta otra forma de relacionarse está basada en la solidaridad. Entonces, esa transformación del espacio solo es posible a través de todos estos artefactos, semióticos, lingüísticos, los muebles, los cartones, etc.

-Y en el caso del trabajo sobre el espacio, ¿con qué herramientas lo abordás?

.Con los paisajes lingüísticos. Entonces, el trabajo consistía en esa recogida de imágenes de carteles, graffitis, etc. que lo que hacen es transformar el espacio, apropiárselo y, muchas veces también, autogestionarlo. Partiendo de los paisajes lingüísticos, se llegan a capturar procesos que son territoriales. Entonces ahí vemos la relación entre práctica lingüística y proceso social que yo creo que es una clave del enfoque crítico.

-¿Qué son los paisajes lingüísticos?

.Empezamos a trabajar en esta corriente que se llama “paisajes lingüísticos”, que implica recorrer la ciudad e ir haciendo fotografías de todos los carteles, de los escaparates, de los nombres de las tiendas, los nombres de los bares, los nombres de las calles, lo que la gente pinta, los mensajes que pegan en los buzones, los tablones de los bares, los tablones de anuncios, etc. La afirmación lefebvriana de que “el espacio ha sido durante mucho tiempo un punto ciego” es muy cierta, sobre todo para los estudios del discurso, que muy pocas veces han realizado un estudio del discurso situado en el espacio. Muchas veces todo esto nos pasa desapercibido. Entonces yo empecé a trabajar así con estudiantes. Es decir, siempre de una manera participativa. Entonces si un grupo grande de personas, por ejemplo 40, se distribuyen las calles de un barrio como Lavapiés, en Madrid, pues se hace un registro de lo que hay. No sólo de lo que llama la atención, porque a veces ese es el sesgo, sino de lo que hay. Entonces, se empiezan a ver procesos urbanísticos interesantes. Por ejemplo, en Lavapiés hay una calle, Mesón de Paredes, que va desde Tirso de Molina hasta la plaza de Lavapiés. Es decir, entra en lo más profundo del barrio. En esa calle -siguiendo estos paisajes lingüísticos, que tienen el problema de ser efímeros- hemos observado que a medida que se está produciendo una gentrificación del barrio, los paisajes lingüísticos se transforman, siendo testigos de esa gentrificación.

Entonces, por ejemplo, vemos que en los bares y las tiendas de la parte de arriba de esa calle, que está más cercana a otras plazas que están más fuera de barrio, que son más “nobles”, pues, los carteles que estaban en árabe o que hacían referencia a cuestiones africanas que no necesariamente estaban en lenguas africanas, pero sí que eran “África restaurante”, o nombres africanos, pues están siendo sustituidos por el inglés. Entonces, las tiendas de productos típicos que consumen las comunidades inmigrantes u otra gente porque son exóticos, están siendo sustituidos por hostels y por otras cafeterías muy modernas. Los nuevos negocios utilizan el inglés como lengua. Entonces hay un desplazamiento de las lenguas migrantes hacia abajo, es decir, hacia las profundidades del barrio a medida que se va gentrificando. El paisaje lingüístico es como una instantánea de ese proceso de gentrificación. Un proceso de industrialización, también se ve a través de los paisajes lingüísticos. Por ejemplo, en zonas más agrarias. Nuestras compañeras Gabriela Prego y Luz Zas que trabajan en Galicia, en Arteixo, donde está la fábrica de Inditex (ZARA). Ahí la instalación de la fábrica ha transformado el paisaje lingüístico de toda la zona, porque ha incluido la urbanización en torno a la fábrica, han cambiado los nombres de las calles. Había caminos que ahora son calles asfaltadas, tienen un nombre, ese nombre ya no es “Fuente del heno”, sino que es “Calle de la industria”, por ejemplo. Entonces, el paisaje nos permite ver esos pasos de transformación.

-Por ejemplo, para entender las disputas, esto que contabas al principio de poder imaginar estas “utopías en el presente”, sirve la herramienta del paisaje lingüístico, ¿no?

.Muchísimo, muchísimo. Porque, por ejemplo, en Lavapiés con esto de la gentrificación y la turistificación, pues ha habido varias campañas de pintadas que rezan “el turismo mata”. Son manifestaciones y artífices de esa lucha por el espacio. O, por ejemplo, el ayuntamiento ha fomentado que hubiera murales bonitos, incluso de graffiteros conocidos. Y es fácil ver, al lado de un mural, una pintada que dice “tu mural me sube el alquiler”. O incluso aparecen carteles en Lavapiés donde se define la gentrificación, que me resultan curiosos porque son carteles que dicen “la gentrificación es un proceso que implica A, B, C y D” (imagen 2). Y lo reconoces, es todo lo que les está pasando en su zona. Y son como del tamaño de un folio, de una hoja. Eso indica que hay un movimiento vecinal que está luchando contra la gentrificación. Por supuesto, no sería el único dato, deberíamos luego entrevistar a esos movimientos vecinales, etc.

Intervención sobre las calles de Madrid
Figura 2
Intervención sobre las calles de Madrid
Fuente: Archivo propio

-¿Y cómo trabajás con el tema de lo efímero de estos paisajes?

.Pues es muy difícil porque, por ejemplo, este año unas estudiantes de mi grupo de antropología querían estudiar las campañas contra las casas de apuestas y ha sido prácticamente imposible porque han calculado que una pintada en una puerta o junto a una casa de apuestas, dura una hora. Porque realmente la seguridad de la empresa está lista para borrarlas. Entonces, repasando el barrio una y otra vez, se puede. Pero sí es verdad que algunas permanecen, pero hay otras que son muy efímeras.

-Este caso de las apuestas es algo específico, pero si uno quisiera llevar un registro para ver procesos, hay que ir haciendo recorridas, observaciones en forma prolongada, a lo largo del tiempo, para ir viendo, por ejemplo, cómo va “bajando a lo largo de la calle”.

.Necesitamos hacerlo continuamente. Generalmente, hacemos estos trabajos en los barrios de Madrid todos los años con el alumnado. Entonces, eso nos permite ir viendo, por ejemplo, que al principio lo que más llamaba la atención del Lavapiés era lo más evidente, era la presencia de otras lenguas, el bengalí, el árabe, el chino, esa diversidad cultural. Y ahora es la gentrificación lo que llama más la atención. Entonces, es verdad que hace falta un estudio longitudinal.

-¿Y los paisajes lingüísticos los combinan con el análisis del discurso?

.Eso sería lo ideal, con entrevistas sobre todo. Por ejemplo, para nosotros es relevante si se traducen o no los mensajes en distintas lenguas. Por ejemplo, si los carteles están solo en chino estándar, ¿qué piensa el dueño de esa empresa? ¿Que sus clientes sólo son hablantes de chino o de esa comunidad? ¿Piensa que el chino es una lengua de prestigio? ¿Piensa que el chino estándar y no las otras variedades lingüísticas que hablan las comunidades que viven y trabajan en Madrid es el que les representa? Entonces, si no hay una entrevista o una conversación, por ejemplo, con los dueños de comercios, eso no se puede saber.

-Claro, no se puede “dar el salto” que decías antes. Para cerrar, te había preguntado por algún ejemplo de análisis de discurso aplicado a procesos territoriales, o disputas por el espacio…

.La gentrificación del Lavapiés me parecía un buen ejemplo, de cómo el paisaje permite reflejar esas luchas por el territorio. También, por ejemplo, los distintos movimientos Occupy, que se conforman de forma diferente dependiendo de las reglas y regulaciones de los ayuntamientos. Entonces, ahí se ve la interacción entre los ocupantes que quieren autogestionar un espacio, y las tensiones sociales entorno a ello. Por ejemplo, aquí, en Madrid, los que más protestaron por la ocupación de la Puerta del Sol fueron las asociaciones de comerciantes, pero no existía una regulación que, por ejemplo, sí existía en EEUU de que “no se podían usar micrófonos”. Entonces, no es lo mismo una asamblea con micrófono, que una asamblea sin micrófono. O en París, que el Ayuntamiento les obligaban a limpiar la Plaza de la República a las 12 de la noche. Entonces, por la mañana, la plaza seguía con las actividades comerciales normales, la gente iba al trabajo, estaba todo limpio. La economía capitalista se desarrollaba sin problemas. Y a las 18hs se empezaba a desplegar la gente, con sus lonas, con los carteles, los cartones, ponían mobiliario efímero, y a las 12 otra vez se desmontaba todo y se limpiaba. Y al día siguiente otra vez. En Wall Street, por ejemplo, pudo haber una ocupación porque el lugar de la ocupación era de propiedad privada. Si hubiera sido público, no hubiera sido posible. Entonces, todo eso fue posible aquí en Madrid porque hay una ley, durante la transición política, de lo que se puede hacer o no hacer en el sentido de estas demostraciones públicas de las posiciones políticas, o sea, el derecho de asamblea. Entonces, también hay que estudiar eso, cómo el espacio está reglamentado por los planificadores, los gobernantes, y cómo cuando alguien se intenta re-territorializar o apropiarse, y sobre todo autogestionarlo, pueden manejar o no esas normas. Entonces, yo ahí necesito un trabajo más interdisciplinario.

Referencias bibliográficas

Landa González, I. (2019). Espacios de transgresión: fundamentación de CS okupa “La Ingobernable”. Proyecto Fin de Carrera, ETS Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid.

Martín Rojo, L. (1995). Division and Rejection: From the Personification of the Gulf Conflict to the Demonization of Saddam Hussein. Discourse & Society, 6(1). https://doi.org/10.1177/0957926595006001004

Martín Rojo, L. (2010). Constructing inequality in multilingual classrooms. Mouton de Gruyter.

Martín Rojo, L. (2013). Paisajes lingüísticos de indignación. Prácticas comunicativas para tomar las plazas. Anuario del Conflicto Social, 2. https://revistes.ub.edu/index.php/ACS/article/view/6276

Martín Rojo, L. (2016). Occupy: The spatial dynamics of discourse in global protest movements. John Benjamins Publishing Company.

Martín Rojo, L. y Del Percio, A. (2019). Language and Neoliberal governmentality. Routledge.

Martín Rojo, L. y Mijares, L. (2007). Voces del aula. Etnografías de la escuela multilingüe. CIDE.

Martín Rojo, L. y van Dijk, T. (1998). “Había un problema y se ha solucionado”: legitimación de la expulsión de inmigrantes “ilegales” en el discurso parlamentario español, en Martín Rojo y Whittaker (coord.) Poder-decir: o el poder de los discursos. Arrecife.

Notas

2 Esta entrevista fue realizada en junio de 2022 durante mi estancia de investigación en la Universidad Autónoma de Madrid junto a Héctor Grad y Luisa Martín Rojo, financiada por el proyecto Contested Territories (RISE): https://www.contested-territories.net/
3 La ingobernable es un centro social okupado autogestionado en Madrid que funcionó entre mayo de 2017 y noviembre de 2019 en un edificio de propiedad municipal ubicado en la esquina de calle del Gobernador y el Paseo del Prado, en el principal eje institucional y cultural de la ciudad de Madrid. Desde su apertura, el centro tuvo varias órdenes de desalojo que se terminaron concretando el 13 de noviembre de 2019. Luego La Ingobernable ocupó otros dos espacios, el último en la Calle de la Cruz, en un antiguo hostal del centro de la ciudad abandonado por sus propietarios, que fue finalmente desalojado el 24 de mayo de 2022. Para mayor información, consultar Landa Gonzalez (2019).
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