Obras artísticas
Recepción: 26 Abril 2022
Aprobación: 07 Febrero 2023
Personajes
Sofía: Una mujer de unos 25 años, de cabellos largos de color negro. Es maestra y vive con su mejor amiga Roxana, con quien comparte un apartamento. Es una mujer sencilla y de buenos sentimientos. A pesar de ya no vivir con sus padres, todavía obedece mucho a su madre, quien la crió para ser sumisa y conservadora.
Josué: Un hombre de unos 30 años, atractivo y bien vestido. Él es gerente en un banco. En primera instancia, parece ser un hombre encantador, pero posteriormente se nos revelan aspectos complejos y poco agradables de su personalidad.
Roxana: Mujer de unos 30 años de pensamiento sumamente liberal y descomplicado. Trabaja en un centro de llamadas en inglés. Es la mejor amiga de Sofía, con quien comparte apartamento. Ella es lo opuesto a su amiga y siempre intenta que Sofía entienda que ya no vive bajo el control de su madre.
Isabel: Una mujer de unos 28 años, instructora de yoga, liberal, vegana y con un pensamiento muy abierto. En un momento de la obra comparte apartamento con Roxana.
ACTO I.
Los dos personajes están sobre el escenario, pero no están enterados de la presencia del otro. Sofía está hacia un lado y Josué hacia el otro extremo. La escena se desarrolla mediante un monólogo alternado en el que los personajes revelan detalles íntimos a la audiencia. Ambos personajes visten de blanco. No hay ningún tipo de escenografía sobre el escenario, está completamente vacío. Cada vez que un personaje habla, el otro debe permanecer en cuadro plástico inmóvil con su escena detenida.
Sofía: (en tono alegre y nostálgico a la vez, con una sonrisa en el rostro mientras rememora la situación que describe. Hace movimientos leves con sus manos mientras habla) Recuerdo la primera vez que vi a Josué. Debo ser muy sincera: fue amor a primera vista. Bueno, en realidad no sé si el “amor a primera vista” existe. Creo que es algo que nos venden las novelas románticas y las películas cursi de Hollywood. En fin, lo cierto del caso es que yo venía saliendo de un café junto a mi amiga Roxana y… (en su mirada se aprecia cómo recuerda ese primer encuentro. Lo describe apasionadamente haciendo gestos con sus manos) él venía entrando con sus compañeros de trabajo. Un hombre alto, de piel trigueña, cabello negro cuidadosamente peinado, unos profundos ojos marrones y un olor impactantemente dulce que llegaba a cada rincón de ese pequeño café. (hablando directo al público) Era imposible no verlo, era imposible no querer tomarlo del brazo y (de forma muy sensual) sentirse suya. (apenada) Sí, ya sé, parezco la protagonista de cualquier comedia romántica de bajo presupuesto. (cambiando drásticamente el tono por uno más serio y formal) En fin, así fue cómo y cuándo lo conocí.
Josué: (en tono jovial, muy emocionado. El personaje se mueve por su zona del escenario mientras cuenta la historia, siempre con gestos grandes cuando el texto lo amerite) Recuerdo que la primera vez que vi a Sofía fue en una ocasión en la que yo iba entrando a una cafetería en el centro de la ciudad. Era la hora de almuerzo e iba a comer con unos compañeros de trabajo, digamos que un jueves normal en la vida de cualquier gerente de banco. Ella iba saliendo con una amiga en el preciso momento en el que nosotros entrábamos. Debo decir que fue impactante. Nunca imaginé quedar flechado por una mujer tan fácilmente. (la describe con pasión) Tenía un hermoso cabello largo negro azabache, unos profundos ojos color miel con un aire de tristeza, sencilla, una mujer naturalmente bella sin poses de diva ni ínfulas de grandeza, a pesar de ser tan bella. Simple en su vestir sin necesidad de provocar a los demás con su atuendo, un perfume tenue y dulce y una sonrisa que hace suspirar a cualquiera (suspira enamorado).
Sofía: (con un tono muy emocionado, como de “quinceañera enamorada”) Cuando lo vi, me quedé sin respiración. En ese momento (gesticulando como si, en efecto, estuviera haciéndolo), tomé la mano de Roxana y la miré. Ella sabía lo que estaba pasando. En medio de una mirada pícara y una sonrisa cómplice ella entendió que aquel hombre me había vuelto loca en un instante. (apenada) Me atreví a mirarlo. Para mi sorpresa, él también me miraba como bobo (ríe apenada). (muy emocionada y risueña) No sé qué les diga, pero ahí había más electricidad que en un relámpago.
Josué: (con un tono emocionado) La miré y me di cuenta de que sus ojos me corres- pondían, solo que, al ella darse cuenta de que yo lo había notado, se sonrojó y desvió la mirada. No solo eso (triste), ¡aceleró su paso y salió! (alzando la voz y moviéndose como si, en efecto, estuviera persiguiendo sin lograr alcanzar a Sofía) ¡Salió! ¡Se fue! ... ¡Se fue! (muy frustrado) ¿Cuáles son las posibilidades de encontrarla de nuevo? Una en un millón. Jamás la había visto antes, podría pensar que ni siquiera era de la cuidad, que era una turista más, que estaba de visita desde otra parte del país, que vivía en un pueblito alejado y había llegado simplemente de casualidad. Yo iba a esa cafetería al menos tres veces por semana. (enfático) ¡Todas las semanas! Y nunca la había visto. (desesperado, poniendo las manos sobre su cabeza y cayendo de rodillas al suelo en un gesto dramáticamente exagerado) ¿Dios, qué va a ser de mí? (cambiando de inmediato el tono por uno más normal y poniéndose en pie) Pensé en ese momento.
Sofía: (muy apenada y un poco acelerada) Cuando me di cuenta de que él también me miraba, me dio mucha pena y prácticamente salí de ahí corriendo. Roxana casi me mata con la mirada. De hecho, me detuvo ipso facto. (en tono conciliador, tratando de explicarse) Yo sé, en mi lugar cualquier mujer (haciendo los gestos mientras habla) habría insinuado algo, habría sonreído, habría fingido haber olvidado algo en la cafetería, habría fingido una caída, un ataque al corazón (en voz alta) ¡Algo! Pero yo no. ¿Por qué? Se podrán preguntar. (vuelve a su voz natural) La respuesta es simple: yo no fui criada para eso. Mis papás, particularmente mi mamá, fueron muy claros: (en tono de señora conservadora) “una mujer debe ser deseada, no sobrada”. Eso siempre lo he tenido muy claro. “El hombre es quien debe tomar la iniciativa” y, bueno, eso fue lo que exactamente sucedió (ríe de forma pícara).
Josué: (con voz decidida como de superhéroe de Marvel, en posición heroica con gestos dramáticos) No podía dejar que se fuera. Hubiese sido el peor error de mi vida. Nada de lo que tenía se comparaba a esa chica que no conocía. No la conocía y, sin embargo, sabía que mi mundo estaba entre sus brazos. (realizando los movimientos que describen lo que dice) Di media vuelta, dejé a mis compañeros de trabajo, quienes miraban perplejos y sin comprender en absoluto la razón del por qué corría como imbécil detrás de aquel par de amigas. La alcancé, toqué su hombro derecho, ella volteó hacia mí completamente desconcertada y le dije (sin aliento y cansado, sin poses de superhéroe): “Tranquila, no soy ningún ladrón, ni un demente que te quiere secuestrar. Simplemente soy un hombre que se perdió en tus ojos tristes y desea invitarte a un café el día, la hora y en el lugar que vos escojás”.
Sofía: (exaltada) “Este hombre está loco”, pensé. (en tono confidente) Ustedes comprenderán que esas cosas no le pasan a una todos los días, que, en efecto, esa era la típica escena de cualquier película de Jennifer López. (haciendo gestos intentando parecer una diva del cine) O sea, que yo me sentía Julia Roberts en Pretty Woman, (en tono sarcástico) bueno quitando la parte de la prostitución y del cuerpo de Julia y lo de su sonrisa; aplica lo mismo para JLo. En fin, (con voz de pregón) yo, Sofía González Pérez, mujer, (muy enfática) soltera, de 25 años, oriunda de las montañas de Tierra Blanca de Cartago, jamás había vivido cosa semejante. Roxana tampoco daba crédito a lo que veían sus ojos, pero ahí estábamos como un par de imbéciles mirándonos la una a la otra. (con tono de incredulidad) Tenía a un hombre espectacularmente guapo prendido de mi hombro, prácticamente rogándome que saliera con él a tomar un café donde y cuando yo quisiera. (pregunta al público) ¿Qué hace una? Eso no te lo enseñan en la catequesis de la confirma, ¿o sí? En fin, hice lo que cualquier mujer precavida hubiese hecho en mi lugar: (muy emocionada) le dije que sí.
Josué: (completamente emocionado y grandilocuente) ¡Me dijo que sí! ¡Lo había logrado! ¿Cómo? No sé, pero lo logré. (en tono de confianza y complicidad) Acá entre nos, jamás en la vida había hecho una cosa de esas. Obviamente, lo había visto en las comedias románticas que le gustaban a mi mamá, pero jamás me habría atrevido a tal barbaridad. O sea, seamos sinceros: Brad Pitt no soy. Pero bueno, un impulso de esos lo tiene cualquiera, solo que no todos se atreven a lo que yo hice. Quiero que sepan que me dijo que sí, pero eso no significó en ningún momento que íbamos a ir por el café de inmediato, en principio porque ella acababa de almorzar y yo (en tono tragicómico), bueno… eso de “pancita llena, corazón contento” me aplicó a la inversa: era tanto el susto, el miedo y la felicidad que embargaba a mi corazón que simplemente no podía pensar en comida. Lo pensé después como a las tres de la tarde en medio de una junta del banco cuando ya no había nada que hacer.
Sofía: (como contando un chisme) Me dio su número de teléfono. Claramente no le di el mío. (en tono secreto) No fuera a ser que me arrepintiera de semejante ataque de locura. Siento que fue un asunto muy animal. Lo disfrazamos de “amor a primera vista”, pero yo creo que aquello era un instinto animal meramente carnal, que por mis principios y por las censuras sociales me atreví a llamar locura. (haciendo gestos que reflejan las acciones que describe) Guardé su número en mi celular y me despedí de él muy cortésmente, tomé a Roxana del brazo y nos fuimos. Él se quedó ahí, viéndome partir, caminé dos cuadras y seguía ahí . Para esas alturas, ya me sentía un poco avergonzada, pero a lo hecho, pecho.
Al cierre del acto, ambos personajes notan la presencia del otro, se miran por un momento con una mirada llena de amor juvenil.
ACTO II.
En esta escena tenemos únicamente una alfombra grande de color rojo en el centro del escenario. Sofía está sentada en ella. Se logra apreciar un jarrón con una rosa fresca y hermosa. Cada cierto tiempo, Sofía le pone agua con un pequeño gotero.
ESCENA I.
Sofía está sola, en su cuarto con su teléfono celular en la mano.
Sofía: (con su teléfono celular, muy nerviosa, intentando enviar un mensaje de voz desde su teléfono celular a Josué. Hace cambios en su tono y volumen de voz. En este primer intento, trata de parecer muy tranquila y respetuosa, un poco apenada) ¿Hola, Josué? Soy yo, Sofía. Sí, la chica de la cafetería. Sí, ya sé que duré un mes en llamar (Borra el audio). No, no…¡qué tonta! (Para el segundo intento, cambia de tono. Ahora quiere sonar empoderada como una “femme fatale”) Hola, ¿Josué? ¿qué tal, guapo? Sí, soy yo, Sofía, la chica de la cafetería del mes pasado… (Frustrada) ¡No! (Se detiene y borra el audio) ¿Cómo le voy a decir eso? Así sueno como una mujer de esas de la calle. Ya sé (Ahora, en este nuevo intento, su tono es de “chica fresa”) ¡Holis, Jo! ¿Qué tal, cutie pie? Babe, it’s me, Sophie… la chica de la cafetería, the other day, me invitaste a una date, no sé, y bueno, de repente estoy free este weekend y tengo un outfit espectacular. ¡No te lo vas a creer! (Más frustrada aún, borra el mensaje, respira y toma el tiempo de ponerle unas gotas de agua a la rosa. Eso la tranquiliza) ¿Y si mejor soy simplemente yo misma? (Toma el teléfono, decidida, pero algo nerviosa y graba un último audio) Hola, ¿Josué? Es Sofía, la muchacha de la cafetería, la que conociste hace unas semanas e invitaste por un café. Disculpá la tardanza (apenada), es solo que no estaba segura de hacerlo, o sea, de escribirte. Verás, en realidad no te conozco y sentí que las cosas fueron muy aceleradas y un poco extrañas. Mi amiga Roxana me dijo que no fuera tan tonta, que te escribiera porque te veías buena gente y que fijo eras un hombre maravilloso. ¿Qué? ¿lo sos? (ríe) En realidad no tengo razones para dudarlo. Y bueno (dudosa), ¿querés que nos veamos el viernes a las 7:00 pm? (más dudosa aún) ¿Pasás por mí? (nerviosa arrepentida de lo que había dicho) Este… no, bueno, prefiero que me digás dónde llego y te prometo que ahí voy a estar. (algo tonta) Ok, este es mi número, nada más me pasás el nombre del lugar y la dirección por WhatsApp. Yo te prometo que llego a tiempo (envía el audio y acaricia la flor con algo de ilusión en el rostro).
ESCENA II.
En esta escena, a un lado del escenario vemos a Sofía con su amiga Roxana, quien le está ayudando a prepararse para su primera cita con Josué. La alfombra roja sigue sobre el suelo, en medio del escenario. En el lado de Sofía, se mantiene la rosa roja. En esta ocasión está junto a una silla. Sofía continúa regando la flor con un gotero cada cierto tiempo. Del otro lado está Josué preparándose solo frente a su espejo.
Roxana: (con tres vestidos diferentes en sus manos, saliendo hacia el escenario y hablando con Sofía, quien no está aún en escena. Suena apurada y algo estresada y revisa constantemente su reloj) ¡Apurate, Sofi! ¡Ve la hora que es, vas a llegar tarde! (mostrando un vestido al público y preguntando en voz baja para que Sofía no se entere) ¿Este? (con gesto de desaprobación lo tira). Solo a vos se te ocurre no decirle al mae que te viniera a buscar. O sea, es lo lógico. (muestra otro vestido y le consulta al público, nuevamente en voz baja) ¿Este? (lo tira con gesto de desaprobación) ¿Quién te entiende? Te ponés a jugar de mujer moderna sabiendo que sos de lo más old-fashioned que hay. (Mirando el reloj) ¡Apurate, mujer! Solo espero que no se te ocurra ofrecer pagar vos por tu cena. (mostrando el último vestido al público y hablando en voz baja) ¿Este? ¡Ni modo! (entra, le deja el vestido a Sofía y sale) Hay que dejar que los hombres gasten en una. Para eso una es mujer. Nuestro trabajo es ser lindas. Ah, otra cosita. (muy enfática) Ni se te ocurra soltarle nada hoy, pero ni a oler. ¿Entendiste? (sale de escena).
Sofía: (sale con el pelo a medio hacer, un vestido negro, en una mano los zapatos y en la otra un cepillo) Rox, qué cosas decís. Vos sabés que a mí no me gusta aprovecharme de la gente y menos de los hombres (se sienta sobre la silla y se comienza a peinar). Además, ¿qué tal si este hombre es un psicópata? No te gustaría que un loco sepa donde viven dos mujeres solas. (continúa peinándose) Por eso es mejor que vos me llevés y luego te llamo para que me recojás. Para eso están las amigas. Por otro lado, vos sabés que yo no soy una fácil. (se pone los zapatos y se pone en pie) Mi mamá me lo ha dicho muy clarito (con voz y gestos de señora conservadora): “Mamita, el tesorito es solo para el esposo, así que si le dan muchas ganas mejor se sienta en una marqueta de hielo y se espera al matrimonio” (le pone agua a la rosa).
Josué: (viéndose al espejo y hablando consigo mismo, muy emocionado) ¡Ahora sí, papá! Hoy es el día. ¡Cómo costó con esa güila! (muy sincero consigo mismo, poniéndose la mano sobre el pecho) Honestamente, pensé que nunca iba a llamar, ya hasta estaba dudando de mis capacidades de seducción. (preguntándose a sí mismo) ¿Será que esta camisa combina bien con este pantalón? Mejor llamo a David. (toma el teléfono y hace una llamada, el público no puede escuchar a David, únicamente lo hace Josué). Mae, David, ¿Pura vida? Mae, ¿se acuerda de la güila de la cafetería? (Se ríe y se toma la cabeza con mucha vergüenza) Sí, la del bañazo aquel hace como un mes. Pues bien, me mandó un audio y aceptó salir conmigo hoy. (en tono muy enfático) Mae, sí ya superé lo de Julia. ¿Quién creés que soy? Mae, (molesto) Julia es una exagerada, salió diciendo varas que nada que ver. Creo que solo la mamá se las creyó. En fin, cero con eso. (con tono jocoso) La vara es que no sé si esta ropa que ando se ve bien. ¿Te puedo pasar una foto y me decís si se ve bien?
Volvemos al lado del escenario de Sofía. Roxana sale al escenario y le ayuda a Sofía con el maquillaje y los accesorios.
Roxana: (Con brochas de maquillaje en sus manos, en tono controlador y un poco apurada) Sofi, mae no te movás. A este paso no vamos a terminar. (dudosa, mirando a Sofía) ¿Por cierto, para qué querés que te maquille tanto? Vos no sos de maquillarte básicamente nunca. Siempre es como lo mínimo y porque yo te insisto. (pícara) Ay, alguien está enamorada (se ríe y Sofía se ve incómoda con la broma).
Sofía: (un poco incómoda) Roxana, ¡dejá de molestarme! ¡Qué cansado con vos! (le quita el maquillaje a Roxana y se lo comienza a aplicar sola) Simplemente me quiero ver presentable. El día que me conoció andaba con cara de loca y él andaba súper guapo. Creo que lo mínimo que puedo hacer es esmerarme un poco hoy. (termina el maquillaje, se lo regresa a su amiga, le da el gotero a Roxana para que le ponga agua a la rosa) Además, puede ser que sea debut y despedida. ¿Qué tal que me conoce ya un poco mejor y decide desaparecer? No es la primera vez que me pasa. Entonces, pues mejor dejar una buena impresión. ¿No creés?
Roxana: (mientras pone agua a la rosa) Ay sí, ay sí. Si no te conociera amiga. (termina de poner agua a la rosa y revisa el maquillaje de Sofía cuidadosamente) Bueno, creo que ya estamos. Te ves divina y no parece que te estás ofreciendo a nadie. Tu mamá estaría muy contenta de ver que no parecés puta en tu primera cita con un hombre (ríe).
Sofía: (preocupada, tomando la mano de Roxana) ¡Callate! No me dejo de sentir culpable de saber que voy a salir con un hombre y no le he contado a mi mamá.
Roxana: (le suelta la mano rápidamente, la levanta y la ve fijamente a los ojos) Sofi, ya tenés 25 años, sos una profesional independiente. La mejor maestra que conozco, de hecho. Tenés derecho de tomar tus decisiones. Todo va a salir bien (la abraza).Te quiero mucho, amiga. (Sofía sonríe y corresponde el abrazo).
Volvemos al lado del escenario de Josué. Continúa al teléfono con su amigo.
Josué: (todavía en el teléfono) Mae, ¿entonces qué? Mae (finge molestia), ¿cómo que mejor una camiseta fucsia? ¿Qué le pasa? Ni que fuera yo playo para andar con esos colores. (se ríe) Sí, mae, ya sé que me está vacilando. (serio ahora) ¿Entonces, así estoy bien? Gracias, mae. (un poco frustrado) Ay no, mae. Hoy no baila el muñeco. Esa güila no se ve como de las que afloja el calzón muy así no más. Se ve seria y reservada. Pero (se escucha ahora muy sincero), la verdad, aunque no me lo crea, me gusta como para algo más serio. Mae, creo que ya estoy viejo. Ya uno después de los 30 como que le da por querer casarse y esas cosas. Bueno, mae, ahí le cuento cómo me va. ¡Pura vida! (Termina la llamada).
ESCENA III.
En esta escena, podemos ver una mesa con dos sillas sobre la alfombra roja que está en el centro del escenario. La mesa tiene sobre ella un mantel blanco y la rosa de Sofía está en el centro de esta dentro de un jarrón. Al inicio de la escena, Josué está sentado en una de las sillas. Él se ve impaciente, alterna su mirada entre su reloj y la puerta. De repente, aparece Sofía algo apurada y apenada. Ve a Josué y ambos sonríen nerviosos. Al verla, Josué se pone de pie y mueve la silla para que ella se pueda sentar, le da un beso en la mejilla.
Sofía: (muy nerviosa y apenada) Buenas noches, Josué. ¡Qué pena! Me atrasé montones. Debió haberme esperado mucho tiempo. Fijo pensó que no iba a venir, que lo iba a dejar plantado. Mil disculpas, en serio. (se sienta en la silla que Josué movió para ella).
Josué: (en tono comprensivo, sentándose cuando ya Sofía se ha sentado) No se preocupe, Sofía. El tráfico es medio pesado los viernes. Lo importante es que llegó bien y que se ve hermosa. (le toca la mano suavemente) Es un verdadero placer para mí. Pedí un vino, pero no sé si le gusta. (apenado) Es más, ni siquiera sé si usted toma vino.
Sofía: (riendo apenada) No se preocupe, muchas gracias más bien y sí tomo vino, pero poquito. (retirando lentamente su mano de la mano de Josué) No me gusta emborracharme, eso no se ve bien. Además, a mi mamá nunca le ha gustado que tome en la calle. Ella dice que eso es para mujeres ordinarias y que yo soy una muchacha decente (ríe tímidamente). Yo no le hago mucho caso a todo lo que me dice, pero a veces es muy insistente y, si se llega a dar cuenta de estas cosas, me mata (acaricia la rosa que está sobre la mesa).
Josué: (riendo algo apenado pero coqueto) No se preocupe. Las mamás a veces son así, sobre todo con las hijas, más si son así de bonitas como usted. (pícaro) Pero no se preocupe, nadie le va a decir nada a su mamá.
Josué y Sofía siguen en la mesa hablando y riendo, conociéndose. Roxana aparece en el centro del escenario para contar una historia al público.
Roxana: Y así fue como inició todo. Esa fue la primera cita, Sofía me contó todo: (emocionada como contando un chisme) cenaron delicioso, hablaron, se contaron cosas de sus vidas. Josué tenía 30 años, era oriundo de Puntarenas, el hijo menor de tres hermanos, el único varón. Su mamá había muerto hace cinco años y de su papá no sabía nada desde que tenía 15 años. (muy emocionada) Después de esa salida, vinieron muchas más, básicamente se veían todos los días. Incluso, Josué decidió ir hasta Tierra Blanca, donde vive la familia de Sofía, para conocerlos y que lo conocieran. Según Sofía, él era un hombre maravilloso y era lo mejor que le había pasado en la vida. (suspira como enamorada) Estaba muy feliz con él y, aparentemente, su mamá también estaba contenta, lo cual le traía mucha tranquilidad a Sofi. (exageradamente emocionada) Un año después, Josué decidió proponerle matrimonio a Sofía. Ella aceptó, ¿cómo no? Estaba loca por él. (emocionada, con algunas lágrimas de felicidad en sus ojos) Se casaron una tarde de marzo en Cartago. La fiesta fue simplemente hermosa. Ambos se veían muy felices y honestamente yo estaba muy feliz por Sofía. Creo que ella merecía ese cuento de hadas. (con un tono algo preocupado) Me sentí muy triste cuando se mudó a su nuevo hogar con su esposo, pero entendí que no íbamos a ser roomies toda la vida. Necesitaba encontrar a otra persona que viviera conmigo, el salario del Call Center no daba para pagar un apartamento sola en San Pedro.
ACTO III.
ESCENA I.
En esta escena, hay una mesa sencilla con tres sillas, todo sobre una alfombra roja en el centro del escenario. La mesa tiene mantel azul. Se aprecia la rosa de Sofía dentro de un florero en el centro de la mesa. Todas las escenas de este acto van a transcurrir en la casa de Sofia y Josué. La escena ocurre temprano en la mañana. Josué está sentado a la mesa revisando su teléfono celular en tanto que Sofía se prepara para ir al trabajo. Josué está listo ya, esperando a Sofía. Ella, por su parte, viste una falda algo ajustada. Josué no puede evitar mirarla molesto.
Josué: (visiblemente molesto y observando a Sofía de pies a cabeza mientras ella camina de un lado al otro) Sofía, ¿pensás ponerte esa enagua para ir a trabajar?
Sofía: (se detiene por un momento para ver su falda, con mirada desconcertada) Sí, amor. Hace tiempo me la había regalado Roxana y la verdad casi que ni me la he puesto. (tratando de justificarse) Hoy es un día importante en la escuela, entonces pensé que sería bonito ponérmela...
Josué: (interrumpe a Sofía muy molesto) No me extraña que Roxana te la haya regalado, ella es así. (vuelve a su teléfono).
Sofía: (se sienta muy extrañada) ¿Así cómo?
Josué: (sin despegar su mirada del teléfono y muy contundente) Pues así: fácil. Le encanta provocar a los hombres. (deja el aparato sobre la mesa y ve a Sofía fijamente) ¿Por qué creés que ella está sola? Ningún hombre la toma en serio. Se baja los calzones con cualquier mae y esos chismes se corren, entonces para eso es que la buscan. (ríe sarcásticamente) ¿Me vas a decir que no lo sabías? Mis amigos hablan de ella todo el tiempo desde que la conocieron. Ya ha pasado por varios de ellos.
Sofía: (decaída y muy decepcionada de Josué) Josué, no creo que esté bien que hablés de esa forma de mi mejor amiga. Además, no tenés pruebas de lo que estás diciendo. Aun si fuera verdad, ella es una mujer libre y tiene derecho de hacer con su sexualidad lo que considere correcto. (tratando de tomar su mano) Vos no sos así. ¿Qué te pasa, mi amor?
Josué: (rechazando la mano de Sofía, se pone de pie riendo) Te estoy diciendo la verdad, que vos no querrás aceptar la realidad es cosa tuya. (se detiene delante de Sofía y le habla fríamente) En fin, como vos no sos Roxana entonces mejor te ponés algo más decente. Recordá que tu mamá siempre te ha dicho (con voz y gestos de señora conservadora) “Una señora siempre debe vestir con decoro, se le enseña solo al marido, no a todo el barrio”. (sale de escena a buscar sus cosas, regresa y habla de forma amenazante) Quién sabe a quién le querés lucir la faldita esa hoy. Andá y te ponés otra cosa ya, sino de acá no salís. Con esa enagua no te podés ni subir al carro. Es más, ni podés dar el paso bien. (Sofía no puede creer lo que escucha, Josué se va ignorándola. Ella se queda sola mirando su rosa, pero ya no tiene deseos de regarla).
ESCENA II.
Misma escenografía, solo que esta transcurre un miércoles en la noche. Sofía está atareada arreglando la mesa para servir la cena. Josué viene llegando del trabajo y se nota cansado y de mal humor.
Sofía: (entra con un par de platos en la mano, ya está vestida con ropa de estar en casa) Hola, mi amor. ¿Cómo te fue? (coloca los platos sobre la mesa y trata de besar a Josué, él la rechaza disimuladamente) ¿Qué tal estuvo tu día?
Josué: (malhumorado, se sienta y tira al piso todas las cosas que trae en la mano) Pues mal, como todos los días. Siempre pasa algo con alguien y al jefe, o sea, a tu marido le toca ver cómo resolver las tortas de los inútiles que trabajan ahí. (toma su teléfono celular y se pierde en él mientras continúa hablando sin prestar atención a Sofía) Si eso fuera un banco privado, otra cosa sería. Si hacen mal las cosas, pues uno los desaparece fácilmente sin estrés pero no, en la función pública eso no sucede.
Sofía: (tratando de hacerlo sentir mejor, se le acerca e intenta abrazarlo cariñosamente. Él la ignora) Ay sí, te entiendo. Yo siempre tengo que lidiar con los chicos y más importante, y más grave, con sus papás. (sale de la escena y regresa con un par de vasos en las manos, continúa hablando y Josué no le presta atención) Si vieras las cosas que tengo que ver, las cosas que me cuentan los chicos que les hacen sus papás. A veces me cuentan que sus papás agreden a las mamás. Es muy triste…
Josué: (interrumpiendo a Sofía sin siquiera verla) En realidad no me interesa oír problemas ajenos ni chismes. Estás como tu mamá que anda contando la vida y milagros de medio pueblo. (deja el teléfono por un momento para quitarse los zapatos mientras continúa hablando) Que cada uno resuelva su vida a como pueda. No me interesa. (termina con sus zapatos y ve a Sofía sin ganas) En fin, ¿ya tenés lista la cena? Estoy demasiado cansado, lo único que quiero es comer y sentarme a ver el partido. ¿Quedan birras? (vuelve a su teléfono)
Sofía: (reponiéndose del desaire y tratando de ignorar lo sucedido) Sí, claro. (sale para la cocina rápidamente) Ya te sirvo. Estoy terminando con la ensalada. (regresa con una ensaladera en sus manos, la pone sobre la mesa. Saca su teléfono, lo pone sobre la mesa y trata de servir la ensalada a su esposo).
Josué: (El teléfono de Sofía suena, ha ingresado un mensaje de texto. Josué es capaz de ver el remitente y se molesta de inmediato) ¿Quién es ese tal Felipe Castro?
Sofía: (sin ser capaz de entender lo que pasa y un poco sorprendida, para de servir la cena) Es el papá de uno de mis estudiantes, el papá de Juan. ¿Por qué preguntás?
Josué: (molesto, tomando el teléfono de Sofía para mostrarle el mensaje) ¿Por qué te está escribiendo a esta hora? ¿Ese mae sabe que vos sos una mujer casada? ¿O es que sí lo sabe, pero no le importa? ¿No será que tenés algo con él? (tira el teléfono al suelo)
Sofía: (sorprendida y recogiendo el teléfono) No, Josué. ¿Cómo se te ocurre? No pasa nada, probablemente sea para informarme algo del niño. (revisando el teléfono) Ha estado algo indispuesto últimamente y de repente es que me quiere decir que mañana no va a la escuela o algo así.
Josué: Pues que te lo pase por correo o que te mande una carta a la escuela. No te tiene que estar escribiendo a tu teléfono personal. (se levanta, se acerca a ella muy molesto y la toma del rostro de forma agresiva) Seguro es que vos le das la confianza a todos para que te escriban. ¿Le andás pelando el diente a todos en la escuela? Con razón querías ir como puta el otro día con la enagua que te regaló la zorra de tu amiga (se sienta nuevamente).
Sofía: (muy afectada, sin saber qué decir o cómo reaccionar) No, amor. No es lo que vos pensás. Disculpá, no va a volver a suceder. (trata de calmarlo) Perdón. No te enojés. ¿Vas a cenar? (él no le responde, simplemente se pone los zapatos y se va. Sofía se sienta desconcertada, ve su rosa y está marchitándose, pero ella no siente deseos de hacer nada por esta. Se escucha el ruido de un partido de fútbol en el televisor de otro cuarto).
ESCENA III.
Han pasado dos semanas desde el último incidente. El mantel que está sobre la mesa es otro, lo que indica el paso del tiempo. La rosa sigue en el florero sobre la mesa, pero ya está marchita. Sofía está cenando, es domingo por la noche. Ella viste ya sus pijamas y Josué también. Él está en el baño y dejó su celular sobre la mesa en donde está Sofía. El celular vibra y llama la atención de Sofía quien lo toma y ve los mensajes que ingresaron.
Sofía: (revisando el teléfono de Josué, muy sorprendida y hablando para sí misma) ¿Qué es esto?
Josué: (entra a la escena y ve a Sofia con su teléfono en la mano, se abalanza sobre ella y se lo arrebata violentamente) Dame eso. (muy molesto) ¿Quién te creés para estar revisando mi teléfono? Mis cosas son mías y ni vos ni nadie las puede tocar. ¿Entendido?
Sofía: (se levanta molesta y tomando un poco de valor pregunta) ¿Quién esa tal Susana y por qué te escribe esas vulgaridades y por qué te manda fotos desnuda? Josué, eso no es normal y no está bien. Vos sos un hombre casado y me tenés que respetar.
Josué: (molesto, se le acerca de forma amenazante) Mirá, en primera instancia vos no tenés por qué estar revisando mi teléfono. Si te alejás de mis cosas, no te encontrás cosas que no te gustan. (guarda su teléfono en el bolsillo) Además, ella es una amiga y tiene todo el derecho del mundo de enviar lo que sea a mi teléfono a la hora que le dé la gana (se sienta y de forma cínica).
Sofía: (desconcertada) Pero, ¿qué me estás diciendo? ¿Esa mujer es tu amante?
Josué: (riendo) No seás estúpida. No es mi amante ni nada de eso. Es una amiga especial con la que a veces tengo sexo, sexo (énfasis) bueno. Vos sabés que los hombres tenemos necesidades que no le corresponden a una mujer casada. Ella sabe hacer cosas que vos ni en sueños vas a poder hacer. No es nada serio, no te estresés por eso (toma su teléfono y le responde los mensajes a Susana).
Sofía: (se sienta, muy afectada y le habla decididamente) Josué, quiero el divorcio.
Josué: (se levanta, muy molesto) ¿El divorcio? ¿A vos qué te pasa? Yo no me voy a divorciar de vos. Recordá lo que dijo el cura (imitando al sacerdote): “Hasta que la muerte los separe”. Además, (cínicamente) ¿qué pensaría tu mamá, tus tías, las vecinas? Serías la comidilla en tu pueblo. Simplemente tenés que aprender a ser una mejor esposa y dejar de andar revisando las cosas que no tenés que revisar. (la toma muy fuerte del brazo y la levanta) ¿Sí entendiste o te lo tengo que explicar de otra forma? (La suelta y se va. Sofía se sienta, ve la rosa marchita, la toma y la tira al piso).
ESCENA IV.
La escena ocurre en casa de Sofía unos días después de la última escena. El mantel es el mismo de la escena anterior solo que se ve más sucio y descuidado. Podemos ver el florero vacío. Hay ropa y cosas tiradas en el piso. Se evidencia un poco de desorden en la casa. Roxana llega de improviso a visitar a Sofía. Es un martes por la noche, Josué aún no ha llegado a casa.
Roxana: (Sofía abre la puerta y Roxana se abalanza sobre ella abrazándola fuertemente y le habla de forma muy efusiva) ¿Diay, perdida? Ay no, si una no te llama o no te visita vos te perdés. (camina por el escenario observando lo descuidada que tiene Sofía la casa) ¿Qué pasa con vos, Sofi? Yo he estado ocupadísima, pero veme, acá saco el rato para visitarte. Por cierto, ¿este desorden? (Intentando ordenar un poco las cosas).
Sofía: (sorprendida pero un poco preocupada, revisa constantemente la hora) Hola, Rox. Disculpá, he estado con mil cosas. Entre la casa, el trabajo. (tratando de evitar hacer contacto visual con Roxana para ocultar su mentira) Vos sabés, me he tenido que ajustar a esta nueva vida de señora casada (ayudando a Roxana a recoger el desorden).
Roxana: Me imagino. Yo por eso prefiero seguir tranquila en mi casa. (se sienta y muy emocionada hablando rápida y cómodamente haciendo bastante ruido, en ocasiones ríe escandalosamente. Sofía continúa recogiendo las cosas y revisando la hora muy preocupada) Por cierto, tenés que conocer a Isabel, mi nueva roomie. Es de lo mejor, súper divertida, cocina como profesional y sabe hacer unos cocktails que te morís (ríe). Obvio, no es tan buena como vos, pero nos llevamos súper bien. La próxima la traigo para que la conozcás, o bueno, vos podés ir a visitarnos de vez en cuando. Mi casa todavía es tu casa. Además, dejaste un montón de chunches allá que deberías ir a recoger algún día (ríe). (invitándola a sentarse junto a ella) Bueno, contame, ¿cómo va la vida de señora casada?
Sofía: (duda si sentarse a conversar sea buena idea. Deja lo que está haciendo, revisa la hora preocupada y se sienta) Pues bien. Josué es muy bueno y me trata bien. La verdad no me quejo, es cosa de irse ajustando el uno al otro y ya (baja la mirada apenada).
Roxana: (Sigue hablando cómodamente haciendo ruido) Pues me da mucho gusto escuchar eso, ya ves que a veces uno oye a la gente casada quejándose por todo. Pero bueno, vos estás recién casada. (en tono pícaro y con risas) A los tres meses la gente todavía está de luna de miel (le pellizca el brazo, Sofía se queja de dolor). ¡Qué delicada que sos! Ni te pellizqué tan duro. (notando el morete en el brazo de Sofía, preocupada) Sofía, ¿qué es ese moretón que tenés en el brazo? ¿No me digás que te lo hice yo, o sí?
Sofía: (cubriéndose el brazo, se levanta algo nerviosa, sin mirar a Roxana) Ay no, vos no. Fue una tontería, un día de estos en la escuela jugando con los chicos en el recreo. No me fijé y uno de los chicos me golpeó sin querer. Con los niños siempre es así. Una nunca sabe en qué momento te pueden hacer algo, sin querer… naturalmente (vuelve a recoger cosas del piso).
Roxana: (ríe bulliciosamente) Ay pues decile a esos mocosos que tengan más cuidado, en cualquier momento te matan. Ve que cualquiera que ve eso puede pensar que tu marido te pegó o algo así. (ríe nuevamente) ¡Qué tontería! Ni pensarlo, Josué sería incapaz de algo así.
Sofía: (termina de recoger las cosas y sin ser capaz de ver a Roxana) Claro que no. Eso jamás, él no se atrevería. Él me ama mucho y uno no daña lo que ama.
Roxana: Pues no, para nada. Pero ve, a veces ve uno cada historia de horror en las noticias. Por cierto, qué lindas las fotos en la playa que subió Josué. (emocionada y en tono exageradamente romántico) Se ven tan enamorados, más que todo él. La verdad, fueron muy afortunados de haberse encontrado (suspira).
Sofía: (mintiendo y quitando su mirada de Roxana) Pues sí, muy afortunados.
Josué entra a la casa y se ve molesto por la visita de Roxana.
Sofía: (visiblemente preocupada) Amor, llegaste temprano. ¿Y eso?
Josué: (serio, dejando las cosas en el suelo) Quien te oye piensa que nunca llego a la casa o que aparezco todos los días a las once de la noche. Simplemente salí más temprano y voy a ir a mejenguear con los compas. (viendo a Roxana algo molesto) No sabía que tenías visitas.
Roxana: (se levanta para intentar saludarlo de forma efusiva) Hola, Josué. Qué bueno verte.
Josué: (indiferente, rechazando disimuladamente el saludo) Hola. Bueno, voy a cambiarme. Sofía, ¿me ayudás con las cosas de la mejenga?
Sofía: Sí, ya voy. (Josué sale y Sofía se ve algo preocupada).
Roxana: (incómoda y dándose cuenta de que le estorba a Josué) Bueno, Sofi. Yo me voy porque fijo vas a estar ocupada atendiendo a tu esposo. Un gusto verte y no te perdás tanto. (la abraza y se va).
Josué: (regresando a escena muy molesto) ¿Qué estaba haciendo esa zorra acá? Ya te he dicho mil veces que no me gustan las visitas en mi casa y menos aún si yo no estoy acá. Peor aún si es gente como esa.
Sofía: (nerviosa) Lo sé, amor. Ella simplemente llegó, no me avisó. Te prometo que no va a volver a suceder. No sabía que te iba a molestar tanto.
Josué: (muy molesto) Pues claro que me voy a molestar. Esa mujer es de lo peor y vos insistís en que sea tu amiga. Ubicate, vos no sos como ella y si te ven con una mujer como esa, la gente puede pensar cosas que no son. (amenazante y señalándola con el dedo) Nunca más, ¿me oíste? (sale).
Sofía: (persiguiendo a Josué muy preocupada) Sí, mi amor. Perdón. No vuelve a pasar. Te lo prometo.
ACTO IV.
El acto transcurre en la casa de Sofía. Hay una mesa que tiene tres sillas puestas. No cuenta con mantel y se logra apreciar el florero vacío. La alfombra sigue sobre el piso, debajo de la mesa. La casa sigue en apariencia algo desordenada.
ESCENA I.
Es un jueves por la tarde. Sofía está sola, sentada a la mesa, con un aire de tristeza. Escucha el timbre de la puerta sonar. Se sobresalta y se dirige a la puerta a abrir. Descubre que es Roxana. Se alarma mucho puesto que sabe que Josué podría llegar en cualquier momento.
Roxana: (muy contenta y efusiva) Hola, Sofi. ¡Sorpresa! (la abraza, Sofía responde al abrazo, pero está muy nerviosa).
Sofía: (con voz nerviosa) Hola, Roxana. No sabía que ibas a venir.
Roxana: Disculpá, no tuve tiempo de avisarte. (en tono sarcástico) Yo también paso sumamente ocupada. (suena el teléfono de Roxana, ella lo atiende) Disculpá, Sofi. Es mi roomie, tengo que ver qué necesita. (hablando por teléfono) Hola, Isa. ¿Qué tal? (riendo escandalosamente) ¿Cómo que dejaste la llave del departamento adentro? Vos no perdés la cabeza porque la andás puesta. ¿Por dónde estás? Pues estás de suerte, estoy muy cerca de vos. (se dirige a Sofía por un momento) Sofi, mi roomie necesita venir por las llaves. ¿No hay problema que venga un momento a recogerlas? ¡No tarda nada! (Sofía asiente, Roxana vuelve al teléfono) Isa, te paso la ubicación por mensaje y venís a recogerlas. No hay problema.
Roxana: (intentando entrar a la casa) Bueno, ¿puedo pasar o me dejás acá parada? (ríe).
Sofía: (un poco insegura, indicándole a Roxana que pase) ¡Claro! Disculpá, ando mal de la cabeza, pensando en tantas cosas y me he sentido un poco indispuesta también.
Roxana: (Roxana entra, reaccionado a lo que dice Sofía en tono de chisme exagerado) ¿No me digás que vas a ser mamá? (gesticulando con sus manos exageradamente y haciendo gran aspaviento) ¡Sacá esos pensamientos tercermundistas de tu cabeza! Todavía estás muy joven. Además, tenés como cuatro meses de casada. Disfrutá tu matrimonio, todavía estás de luna de miel… (pícara) golosa. O sea, podés tratar de hacer niños todo lo que querás, pero no concretarlo. ¿Quedó claro?
Sofía: (pensativa, se sienta y le hace un gesto a Roxana para que se siente junto a ella a la mesa) Sí, creo que sí. Además, no creo que sea un buen momento para tener más responsabilidades.
Roxana: (descubriendo el morete en el brazo de Sofía. Muy preocupada le toma el brazo) ¿Qué es eso, Sofi? ¿No me digás que otro niño te pegó “accidentalmente” en la escuela? Últimamente, cada vez que te veo tenés un moretón nuevo.
Sofía: (apenada y escondiendo el morete con su mano) Ay no, Roxana. (muy nerviosa) Nada que ver. Soy sumamente descuidada y esto fue hace como dos días que me golpeé con la puerta del closet. (ríe tímidamente) Vos sabés que yo soy medio ciega y entre tanto corre y corre pues no cerré bien y luego no la vi y me lastimé, pero no es nada.
Roxana: (sin creerle mucho) Bueno, amiga. Tené más cuidado, no vaya a ser que un buen día terminés en el cementerio (Sofía la escucha pensativa). (Roxana se pone de pie y camina detrás de Sofía pensando en cómo decir lo que quiere decir, cobra valor y lo dice) De hecho, te soy muy sincera. Vos sabés como soy yo, digo las cosas a como las siento. Y el otro día me fui muy preocupada de acá porque sentí que Josué estaba algo o muy incómodo conmigo acá. (enfática) Te aclaro que en lo personal me resbala que a él le incomodé mi presencia y por eso vine, porque no tengo problema en decírselo en la cara.
Sofía: (sorprendida y negando las cosas con su cabeza con una voz nerviosa, evitando ver a su amiga) Para nada, Roxana. ¿Cómo vas a pensar eso? (con risa nerviosa) Simplemente ese día él venía muy estresado del trabajo, es todo.
Roxana: (muy seriamente, toma a Sofía del hombro y la gira para poderla ver a los ojos) Sofía, yo no nací ayer y te conozco demasiado bien. Pero bueno, si vos decís que todo está bien, voy a fingir que te creo. (la abraza) Pero sí te digo, quiero que sepás que soy tu amiga y estoy para cuidarte. Las mujeres debemos protegernos entre nosotras, es nuestro deber. (suena el timbre de la casa, Sofía se sobresalta y suelta a Roxana. Roxana la mira extrañada). Sofía, esa debe ser Isabel, mi roomie (Roxana se pone de pie y se dirige a la puerta, la abre y grita exageradamente).
Roxana: (gritando emocionada, abrazando a Isabel) ¡Isaaaaaa! (Isabel la abraza, pero no entiende la efusividad de Roxana).
Isabel: (apenada) Parece que tuvieras veinte años sin verme. (ríe) ¡Qué pena con tu amiga!
Roxana: (riendo) ¡Relax, Sofía sabe como soy! (a Sofía) ¿Verdad, Sofi? (Sofía asiente).
Isabel: (emocionada, se dirige hacia Sofía y la abraza) Sofía, ¡mucho gusto! Soy Isabel. Rox me ha hablado muchísimo de vos! (Sofía la observa como si la conociera).
Sofía: (desconfiada y pensativa) ¡Mucho gusto, Isabel! Sí, ella me ha hablado también mucho de vos.
Roxana: (notando la mirada y el lenguaje corporal de Sofía) ¿Pasa algo, Sofía?
Sofía: (sigue viendo a Isabel de forma extraña como tratando de recordar algo) No, no. Es solo que creo que he visto a Isa en algún lugar, pero no logro precisarlo.
Roxana: (extrañada) Pues, ¡qué extraño! (se pone de pie y habla de golpe) ¡Ya sé! Fijo la viste en TikTok o en Instagram o algo así. (camina hacia Isabel y la abraza) Ahí donde la ves, la mujer es toda una influencer. Se dedica a hacer videos de recetas veganas. (hablando rápido y cambiando un poco el tema, suelta a Isabel y se dirige a Sofía) ¡Vegana! ¿Te podés imaginar? O sea, yo compartiendo mi vida con una persona que básicamente solo come hojas (Isabel la ve molesta) Ay Isa, no me hagás esos ojos. Desde que te volviste vegana, comer en casa se ha hecho tan difícil. Terminaré vegana, no por convicción, mas sí por necesidad. (a sí misma de forma exagerada) Dios, ¿por qué no le hice caso a mi mamá cuando me quiso enseñar a cocinar? (Sofía ríe tímidamente, pero sigue pensativa tratando de hacer memoria).
Isabel: (riendo de las ocurrencias de Roxana) Ay, Roxana, vos no cambiás. En primera instancia, no hay nada de malo con el veganismo. Lo veo como una filosofía de vida y como una forma de respeto a la vida de todos los seres sintientes. Por otra parte, creo que Sofía te mal acostumbró. Lo más sencillo es que aprendás a cocinar, pero creo que ya te agarró un poco tarde. (tratando de ayudar a Sofía, sentándose cerca de ella) Y bueno, si no sos mucho de redes sociales, de repente me conocés, no sé, de otro lado. ¿No habrás ido a alguna de mis clases de yoga? (orgullosa) Soy de las mejores instructoras de yoga de este país. Bueno, también hago videos de eso (ríe).
Sofía: (ríe sin muchas ganas) No, no, para nada. ¿Con qué tiempo? (recordando, se para abruptamente y se aleja de ella) Esperá, ¿Susana? ¿Vos sos Susana o tenés una hermana gemela que se llama así?
Isabel: (sorprendida y asustada) No, no, fijo me estás confundiendo.
Sofía: (contundente y señalándola con su dedo) No, estoy segura de que vos sos la amante de mi esposo.
Roxana: (se para de golpe, impactada) ¿Cómo que amante? ¿Qué decís, Sofía? Por Dios, tenés cuatro meses de casada. ¿Qué clase de hombre tiene una amante en plena luna de miel?
Isabel no dice una palabra y está muy sorprendida con la confesión de Sofía.
Sofía: (visiblemente molesta) Estoy segura, vi fotos tuyas. Fotos que le enviabas a él, fotos tuyas sin ropa. (Isabel se ve muy avergonzada) Además, le decías muchas vulgaridades en los mensajes a Josué, mi esposo. (Roxana está muy sorprendida y ve con molestia a Isabel).
Isabel: (en shock y recordando de inmediato) ¿Josué? ¿Tu esposo es Josué Rojas? (Sofía no puede responder).
Roxana: (Responde molesta) Sí, ese mismo. ¿Vos sos la querida de ese hijo de puta, Isa? (Isabel no dice nada, pero se ve muy molesta).
Sofía: (abraza a Roxana y muy afectada) Roxana, mi matrimonio es un infierno. Josué me agrede. Lo ha hecho prácticamente desde que regresamos de la luna de miel. No me deja verte, no le gusta que me ponga cierto tipo de ropa, no me deja hablar con nadie y me pega. Este morete y todos los que has visto ha sido él quien me los ha hecho. Dice que sos mala influencia, que sos una zorra…
Isabel: (sorprendida, trata de acercarse a ellas e interrumpe a Sofía) ¿Qué estás diciendo? ¡Eso no puede ser! ¡Eso es gravísimo!
Roxana: (molesta con Isabel y frenándola) Vos callate. No vengás a jugar de sorora ahora. Bien que le estás levantando el marido a esta pobre. (a Sofía) ¿Vos como por qué decís que (señalando a Isabel con desdén) “esta” se llama Susana?
Sofía: (aún afectada) Porque él la tenía guardada con el nombre de Susana en sus contactos.
Roxana: (molesta, se levanta a encarar a Isabel) Mae, Isa, qué sucia y que estúpida. Primero que nada, mae, regla número uno del sexting: cuando mandás el pack no ponés la cara. Todas las tetas y aquello otro se parece, pero, si vienen con tu cara, no hay espacio para dudas. (se tranquiliza un poco para tratar de entender) Pero, ¿por qué Susana? Y, ¿por qué un mae casado? Cada vez entiendo menos esto. Vos muy vegana, pero terminaste siendo vergana. No me hablés (abraza a Sofía de nuevo).
Isabel: (molesta, se acerca a ellas) Roxana, callate y dejame explicarte todo. Sofía, disculpá. Honestamente, Josué me dijo que era soltero y no, no somos novios ni nada de eso. Simplemente es sexo casual. Yo jamás estaría con un mae casado o con novia. Las mujeres estamos para apoyarnos, no para hacernos daño y menos cayendo en las garras de un idiota como ese. Tampoco sabía que él era un agresor. Las veces que nos hemos visto ha sido muy dulce, muy amable. Básicamente incapaz de nada violento de ningún tipo… ni siquiera en la cama. (sacude la cabeza) En fin, eso no es relevante.
Roxana: (interrumpiendo, de forma exagerada) ¡Un momento! ¡Claro que es relevante! Encima de pendejo, agresor y desgraciado, ¿el mae es mal polvo? ¡No me jodás! Decime que por lo menos la tiene enorme.
Sofía: (interrumpe a Roxana) No hablemos de eso... En realidad, ese tipo de cosas no son relevantes y muchísimo menos en este momento.
Isabel: Sí, mejor no hablemos de eso. Al final lo que hace es perpetuar estereotipos absurdos. (abraza a Sofía tratando de reconfortarla) En serio, no sabía nada. Él siempre me ocultó su vida y honestamente él no significa nada para mí. Por eso no me interesé en averiguar nada a profundidad. Me siento tan mal por la vida de mierda que te ha dado. Y bueno (a Roxana) lo de Susana es fácil. Cuando un mae no me interesa para nada serio, simplemente le digo que me llamo Susana Aguilar y que estudié bibliotecología o algo así. A ningún mae le interesa saber nada más de una en esas circunstancias, salvo que necesite consejos de cómo citar en APA, pero eso no viene al caso. (se pone en pie decidida) Esto no se puede quedar así.
Roxana: (se levanta y levanta a Sofía) Por supuesto que no se va a quedar así. Ese mae nunca me dio buena espina. (molesta) Ay, mae (a Sofía). Y verlo subiendo fotos con vos #amoreterno #mywife #mipersonafavorita #Marriedlife. (verdaderamente indignada) ¡No se puede ser tan cínico en esta vida!
Sofía: (apenada) Roxana, perdoname por no haberte dicho nada en todos estos meses. No supe cómo reaccionar, no sabía qué hacer. No es lo mismo cuando oís a mujeres hablando de sus situaciones de abuso que vivirlas vos misma. Gracias por estar junto a mí. (a Isabel, tomando su mano) A vos no te guardo ningún tipo de rencor. Estoy segura de que también te engañó y te usó. Bueno, o no sé si vos lo usaste a él. Igual ya no es relevante. Desde hace meses eso dejó de ser relevante.
Isabel: (sosteniendo la mano de Sofía y en tono amistoso y comprensivo) Sofía, ¿vos amás a Josué?
Sofía: (pensativa, suelta la mano de Isabel) La verdad no. No quiero estar con él. Mi vida ha sido un infierno a su lado. ¿Cómo amar a una persona que hace daño todos los días en todas las formas posibles? Pero… (tomando la mano de Isabel de nuevo) ¿Y vos?
Isabel: (intrigada, soltando la mano de Sofía) ¿Yo qué?
Sofía: ¿Lo amás?
Isabel: (se ríe a carcajadas) ¿Cómo voy a amar a ese mae? Él es peor que nada. Él es para cuando hay ganas y no hay nada mejor. Digamos que es el que “promete en el momento”. Lo que hago es sacarle plata de vez en cuando.
Roxana: (escandalosamente) Pues sacale más a menudo, ve que hay que pagar cuentas en la casa. Bueno, qué dicha que todas estamos de acuerdo en algo. A mí ese mae me cae en una y me rebota en la otra y ahora más. Necesitamos hacer algo al respecto. Nadie maltrata a mi amiga y se sale con la suya.
Sofía: (sentándose) Pues yo podría llamar a la policía y denunciarlo, hacer un escándalo público…
Isabel: (Interrumpe a Sofía y se sienta junto a ella) ¿Para qué? Para que pague el mejor abogado del país y al final vos quedés como la loca mentirosa y medio país te señale en redes sociales como la mujer que le quiere arruinar la vida al señor, como la mentirosa que le quiere sacar plata al gerente del banco. (a las dos) Ese detalle sí me lo dijo. En fin, hay que pensar mejor y tomar acciones definitivas. Tengo un par de ideas que podrían servir. Vamos a tomarnos unas margaritas a nuestro apartamento y nos sentamos a discutirlo. (a Sofía) Si él te pregunta dónde estabas, le decís que en la escuela en una reunión o algo así. Igual, ya no es relevante. (las tres se levantan, se toman de la mano y salen).
ESCENA II.
La escena transcurre en casa de Josué y Sofía a eso de las seis de la tarde al día siguiente. Josué llega a casa del trabajo, malhumorado como de costumbre. Sofía está sentada a la mesa algo seria. Al igual que en la escena anterior, hay una mesa sin mantel con tres sillas sobre una alfombra roja. El florero vacío sigue sobre la mesa.
Josué: (de mal humor y tirando sus cosas como de costumbre) ¡Qué día más de mierda, por amor a Dios! Necesito comer y acostarme a dormir, pero a las ya. (viendo a Sofía) ¿Y vos qué me ves? ¿Y esa cara?
Sofía: (seria, revisando su celular. Se dirige a él con un tono sarcástico) Hola, mi amor. Qué bueno que llegaste bien. La cena está en la cocina, te la podés calentar y servir.
Josué: (indignado, le quita el celular) ¿Cómo calentar y servir? Ese es tu trabajo. ¿Quién te creés?
Sofía: (empoderada recuperando el teléfono) Hasta donde yo sé, vos tenés dos manitas que te sirven para muchas cosas, entonces también te pueden ser de utilidad para servirte tu comida. ¡Ah! Y para ordenar la cocina también. Estoy cansada y la casa no es solo mi responsabilidad. (se levanta y sale, se detiene un momento y lo ve) Y por cierto, mañana te toca hacer el desayuno, quiero dormir un poco más.
Josué: (se abalanza sobre ella e intenta agarrarla) ¿Cómo te atrevés pedazo de inútil? Yo soy tu marido y me tenés que respetar.
Roxana: (aparece de repente y con voz firme) ¡La tocás y te arranco los huevos, pendejo!
Josué: (se detiene sorprendido) ¿Vos qué hacés acá? (a Sofía) Ah, ya entendí todo este circo que te armaste hoy. Esta vieja fijo te está metiendo ideas en la cabeza. Te he dicho mil veces que no te quiero cerca de ella y que particularmente no la quiero en mi casa.
Roxana: (se acerca a Josué) ¿Y eso por qué? De repente soy una mala influencia para tu esposa. No será que me volví una mala influencia desde el momento en el que una de tus amantes se fue a vivir a mi casa. Que te da terror que yo me dé cuenta de cosas que luego le pueda contar a Sofía.
Josué: (molesto) ¿Qué decís? Dejá de inventar cuentos y chismes.
Sofía: No es ningún cuento y mucho menos un chisme. Vos sabés perfectamente que es cierto. Pero bueno, Roxana no vino sola, te presento a su roomie, Isabel o como vos la conocés: Susana. (Isabel aparece en escena).
Josué: (en shock, a Isabel) ¿Vos que hacés acá? (a Sofía) ¿Qué es todo esto? ¿Qué está pasando?
Isabel: (tomando la mano de Josué con vos de niña consentida) Hola, mi amor. Al final sí nos pudimos ver hoy. ¡Qué maravilla! Qué pena que no me habías contado que estabas casado. Por suerte ahora soy amiga de tu mujer. Me contó tantas cosas de vos que no sabía… Parece que Julia, ¿tu ex, cierto?, no estaba tan loca y no se inventó chismes… A ella la conocí en mis clases de yoga. Por fin logré entender un montón de cosas. Qué pequeño es el mundo, ¿no creés?
Hay un apagón general, los personajes salen de escena. El escenario está vacío completamente. De repente aparece en el centro del escenario Sofía con una rosa en la mano. Esta rosa está fresca y se ve hermosa. Al lado de ella está Isabel y al otro lado Roxana. Hay una luz tenue que ilumina a las tres mujeres.
Isabel: (en tono perverso) Esa fue la última vez que vimos a Josué. Resulta que yo tengo un par de amigos que nos ayudaron mucho esa noche. (en tono irónico) Increíble la cantidad de personas que podés conocer si sos instructora de yoga en este país.
Sofía: (con un tono oscuro y sarcástico) Misteriosamente, mi marido desapareció. Todos los medios dieron cobertura a la noticia de la desaparición del gerente del banco.
Roxana: (en tono periodístico) El licenciado Josué Rojas salió de su casa a eso de las siete de la noche. Se dirigía a una cancha sintética a jugar fútbol con sus amigos, pero no llegó a su destino nunca.
Sofía: (cínica) Yo tenía que llorar desesperada en todas las entrevistas. ¿Se imaginan? La pobre esposa con solo cuatro meses de casada, desesperada por la desaparición de su esposito. Honestamente, yo no tenía idea de donde estaba. Solo sé que su vehículo último modelo apareció a los tres días en un lote baldío a 10 kilómetros de nuestra casa en perfecto estado afortunadamente. Siete meses después hallaron restos humanos en el Braulio Carrillo y, según indicó el OIJ, correspondían a mi esposo. Por fortuna, él tenía una póliza de vida de la cual yo era la única beneficiaria. Decía mi mamá que “perro que come huevos, ni quemándole el hocico”. Eso es muy cierto, pero también es cierto que “muerto el perro, se acaba la rabia”. (Mira la rosa con odio,la destruye y la tira al piso con desdén).
Telón.
Notas de autor