¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la consagrada novela de Philip K. Dick en la que se basó el film Blade Runner, cumplió sus jóvenes 50 años… como así también llegará pronto el cumplesiglo de Metropolis, de Fritz Lang, estrenada en 1927. En ambas ficciones se nos confronta con mujeres androides, o más exactamente con la pregunta por la verosimilitud de sus recuerdos: ¿tienen Rachel y María meta-memorias?
Y siguiendo con los aniversarios, se cumplen este año los treinta de la publicación, en 1992, de la novela “Snow Crash”, de Neal Stephenson, en la que apareció por primera vez el neologismo “metaverso”. Como se sabe, el término está integrado por el prefijo griego “meta” (μετά), que significa "después", "más allá", y la palabra latina “verso”, que remite a “línea”, “surco”, con su variante “versare” (dar vueltas), señalando la idea de “movimiento” y “cambio”. [1] Stephenson sacó así provecho de este híbrido de raíces greco-latinas, para animar a un personaje de ficción, Hiro, que era durante el día repartidor de pizzas… y de noche un samurái en el espacio virtual. ¿Es el avatar de Hiro un androide digital?
En el campo de la filosofía y el psicoanálisis, el prefijo “meta” evoca dos obras cumbre del pensamiento: la Metafísica, de Aristóteles y la Metapsicología, de Sigmund Freud. Ya desde su primer modelo de aparato psíquico, Freud hacía una distinción crucial: por un lado, las huellas mnémicas, y por otro la evocación de un suceso del pasado en la consciencia, estableciendo que el inconsciente se vale de las huellas mnémicas, no para recordar sino como recurso para semi-decir una verdad que concierne al deseo rechazado por el Yo.
Como lo sugiere Eduardo Laso en un recordado artículo de nuestro Journal, “La memoria –personal y social– está inscripta en huellas que testimonian del pasado. Y es la historia la encargada de volver esas huellas un discurso. Cómo se leen las huellas hace al campo de las diversas interpretaciones del sentido del pasado, las que no escapan a la trama de los deseos, ideales y fantasmas inconscientes –sean del sujeto o de una comunidad–.” [2]
Este número de Ética & Cine Journal propone un contrapunto en torno a la memoria a partir de cinco artículos. El primero de ellos abre el juego, introduciendo el concepto de “meta-memoria”, entendido aquí como el gesto humano por excelencia: hacer presente el pasado para rememorarlo como legado hacia las generaciones futuras; los otros cuatro dan cuenta del intento, por parte de la ciencia, de crear una memoria artificial.
El texto “La banalidad del olvido. Meta-memoria en el cine de los 2020’s”, de Israel Roncero Villarón, propone un análisis transversal de tres producciones cinematográficas en torno a la temática de la memoria histórica. A través de los filmes Conferencia (Tverdovskiy, 2020), Maixabel (Bollaín, 2021) y Madres paralelas (Almodóvar, 2021) se analizan las posturas morales de los personajes sobre la necesidad de preservar la memoria histórica o dejarla en el olvido. Para ello, se toman aportes de la filosofía con el fin de superar el debate moral e indagar las implicaciones éticas que se presentan en la forma de abordar la memoria y el olvido. [3]
Del lado maquinal, se despliega la tensión a partir de cuatro perspectivas sobre los androides en el cine.
En primer lugar, desde Colombia, María Paola Caycedo-Castro y Boris Julián Pinto-Bustamante nos acercan una lectura sobre el problema de la interacción entre seres humanos y la inteligencia artificial a partir del test de Turing tal como aparece puesto a prueba en el film Ex Machina. Para ello, se consideran las principales perspectivas en relación con la filosofía de la mente y se propone un recorrido con distintas hipótesis sobre el comportamiento de Ava, la robot humanoide que protagoniza el film.
Le sigue el artículo titulado “You woke me up”: el encuentro con el goce femenino como condición de duelo en Her, de Spike Jonze”, donde Gabriela Saito Gutiérrez aborda este ya clásico protagonizado por Joaquin Phoenix. La autora propone como hipótesis que el film Her se posiciona como la representación contemporánea del goce o jouissance femenino. Para ello propone una lectura personaje principal y del programa de inteligencia artificial con el que interactúa, así como de la sociedad representada en el film.
Luego, Claudia Suárez explora las figuras del Ciborg, tanto reales como ficticias, a través de diferentes narrativas: obras de literatura, cine de ficción y cine documental. El artículo “Ciborgs ficticios y reales: notas sobre literatura, cine, tecnociencia y psicoanálisis” trabaja sobre los procesos de idealización e identificación en torno a estas figuras. Para ello, se realiza un desarrollo histórico de la tecnociencia, un análisis ético de sus implicancias y el abordaje de algunos conceptos del psicoanálisis.
Finalmente, el artículo “La gran pantalla como laboratorio y espejo para la roboética” José Miguel Biscaia Fernández también propone un análisis transversal de diferentes filmes de ciencia ficción que permiten reflexionar sobre los desafíos éticos y sociales de la robótica y la inteligencia artificial. El autor expresa que los ejes de análisis son principalmente tres: los riesgos (y mecanismos de seguridad vinculados) de la tecnología cibernética y de la robótica; los derechos y deberes asociados a la implantación de la IA y la robótica; y las consecuencias ético-sociales del advenimiento de una IA interactiva. [4]
Lo cual nos retrotrae nuevamente al metaverso, que aspira de manera temeraria y en la vida real, a relativizar las fronteras, como lo testimonia la apropiación del término por Marc Zuckerberg para designar al internet del futuro. Así lo expresa el uso de la banda de Moebius, la conocida figura topológica en la que desaparece el borde entre lo exterior y lo interior, que identifica a esta nueva etapa de su empresa. [5]
Curiosamente, es también la banda de Moebius, la que domina la escenografía de una reciente puesta de la ópera Nabuco en el teatro Colón de Buenos Aires. La memoria del pueblo hebreo es evocada por esta potente figura que se cierne sobre el coro multitudinario del “Va pensiero” de Giuseppe Verdi.
Así, Moebius nos confronta, imprevistamente, con dos perspectivas sobre el tema de la memoria: de un lado, la memoria histórica, con su valor ético-político; del otro la pretendida disolución del límite entre la realidad tangible y la digital por parte de la ciencia. Se introduce así el verdadero dilema: cómo sustraerse a la omnipresencia de la llamada realidad virtual y recuperar la dimensión social e histórica de una memoria genuinamente transformadora.
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En una segunda sección este número del Journal incluye un dossier de tres artículos sobre el film La hija perdida, basado en la novela de Elena Ferrante. Para ello se recupera en primer lugar un artículo de la psicoanalista Emilse Pérez Arias publicado originalmente en la revista Topía. Se propone allí un análisis de la película a partir de la lectura lacaniana.
En esta misma línea se inscribe el artículo “La ocasión perdida. Comentario de The lost daughter, de Maggie Gyllenhaal”, en el que Eduardo Laso profundiza la cuestión de la posición deseante de la protagonista.
Un tercer artículo sobre el tema tiene como autora a Natacha Salomé Lima. En el trabajo titulado “Madres arrepentidas en The Lost Daughter” la autora propone recuperar algunas claves de lectura del libro Madres arrepentidas, de Orna Donath (2016) a partir de la historia que se desarrolla en el film. El trabajo revisa la relación de la mujer consigo misma en tanto madre y también los mitos que vinculan la maternidad con un destino inexorable para las mujeres.
Las series también tienen su lugar en este número del Journal. Álvaro Martín Sanz ofrece un análisis de la miniserie que trata de reconstruir la historia del gurú indio Bhagwan Shree Rajnees (Osho), que se estrenó en Netflix con el título “Wild Wild Country” (Way y Way, 2018). A través de un recorrido por distintos recursos técnicos-estilísticos, el autor busca comprobar la hipótesis que indica que la obra aparentemente documental no brinda un análisis objetivo de los hechos, sino que establece un discurso crítico respecto del fenómeno religioso.
Cerrando el número, se incluye un artículo que anticipa uno de los más ambiciosos y comprometidos proyectos de nuestro Journal: un número dedicado al antiespecismo en el cine, previsto para marzo 2023. El tema excede el marco de esta Editorial, con lo cual nos limitaremos a ofrecer un avance, a la manera de un tráiler cinematográfico:
Sandra Daniela Rojas Castillo propone analizar la película infantil Babe, un cerdito valiente (Noonan, 1995) desde una perspectiva bioética y antiespecista. El artículo se titula “Babe, un cerdito no tan valiente” como un modo de problematizar la clasificación arbitraria que los seres humanos hacen de los animales y el costo que implica para el personaje el ser emancipado de la categoría de alimento. Para ello, se analizan los recursos narrativos propuestos en el film y la representación que se hace del mundo animal.
Y como habitualmente, dos importantes reseñas.
La primera, realizada por Jimena Muñoz sobre la 8va edición del Festival Internacional de Cine en las Alturas, que tendrá lugar del 2 al 11 de septiembre de 2022 en la provincia de Jujuy, en Argentina. El mismo contará con dos modalidades de participación: presencial y virtual. Este tipo de actividades se constituyen como una valiosa oportunidad de encuentro y difusión de distintas obras de la cultura andina.
La segunda, la reseña del libro “Desplazamiento forzado en escenarios de conflicto: perspectivas desde la ética y los Derechos Humanos”, editado por Andrea Hellemeyer y Eduardo Díaz Amado. Se trata de una intervención realizada por Brinton Lykes durante la presentación de la obra. El libro explora, a través de ocho capítulos, una lectura sobre los procesos migratorios forzados y la figura de los “refugiados” desde la ética y bioética, incluyendo una retrospectiva del tema a través del cine.
Notas