Investigación en Humanidades

Elaboración conceptual de ‘lo indio’ y ‘lo indígena’ (Análisis etimológico fundamentado en la teoría del indoeuropeo)

‘Indyu kay’ ‘Indigena kaywan’ umachakuy lulayćhu

Conceptual elaboration of 'the Indian' and 'the Indigenous' (Etymological analysis based on the IndoEuropean theory)

Elaboração conceitual do 'índio' e 'indígena' (Análise etimológica fundamentada na teoria indo-européia)

Moisés Córdova Márquez
Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”, Perú

Elaboración conceptual de ‘lo indio’ y ‘lo indígena’ (Análisis etimológico fundamentado en la teoría del indoeuropeo)

Horizonte de la Ciencia, vol. 8, núm. 14, pp. 11-24, 2018

Universidad Nacional del Centro del Perú

Los autores otorgan el permiso a compartir y usar su trabajo manteniendo la autoría del mismo.

Recepción: 08 Febrero 2018

Aprobación: 18 Abril 2018

Resumen: Aborda la elaboración conceptual de ‘lo indio’ y ‘lo indígena’, con el fin de desmontar el andamiaje teorético en torno a estas categorías, cuyos orígenes se remontan a los inicios de la civilización occidental. Para esto, indaga en la reserva de sentido presente en dichos conceptos y traza el mapa de la evolución de ambos términos a través del tiempo, estableciendo su filogénesis. Se concluye que el término ‘indio’, usado para designar a los nativos de América y todo lo que proceda de este continente, no es una equivocación como usualmente se sostiene. Más bien tiene que ver con la construcción del significado y la pervivencia arquetípica de la deixis primordial (‘de allí’) expresada en el inconsciente colectivo europeo como otredad a través del lenguaje.

Palabras clave: Etimología, indoeuropeo, filogénesis, morfología, otredad.

Abstract: It approaches the conceptual elaboration of 'the Indian' and 'the Indigenous', in order to dismantle the theoretical scaffolding around these categories, whose origins go back to the beginnings of Western civilization. To this end, it inquires into the reservation of meaning present in these concepts and traces the map of the evolution of both terms over time, establishing its phylogeny. It is concluded that the term 'Indian', used to designate the natives of America and everything that comes from this continent, is not a mistake as usually is believed. Rather it has relationship with the construction of meaning and the archetypal survival of the primordial deixis ('from there') expressed in the European collective unconscious as otherness through language.

Keywords: etymology, indo-european, phylogeny, morphology, otherness.

Resumo: Aborda a elaboração conceitual do "índio" e do "indígena", a fim de desmantelar o andaime teórico em torno dessas categorias, cujas origens remontam aos primórdios da civilização ocidental. Para isso, se pesquisa a reserva de sentido presente nesses conceitos e mapeia a evolução de ambos os termos através do tempo, estabelecendo sua filogênese. Conclui-se que o termo 'índio', usado para designar os nativos da América e tudo o que vem deste continente, não é uma equivocação, como geralmente se sustenta. Antes, tem a ver com a construção do significado e a sobrevivência arquetípica da deixis primordial ("de lá") expressa no inconsciente coletivo europeu como alteridade através da linguagem.

Palavras-chave: etimologia, indo-europeia, filogenia, morfologia, alteridade.

Palabras clave Limakamali, iwripyupallaykuynin, limayallaykuynin, limakunapkaynin, hukakap

La presunción de verdad radica en el significado.

Indagar sobre la elaboración conceptual de lo ‘indio’ y también de ‘lo indígena’ implica recurrir necesariamente a la teoría del indoeuropeo, surgida a raíz de la observación de similitudes entre el sánscrito, el griego y el latín (Roberts & Pastor, 2013, p. XII). Esto significa, siguiendo en parte a Isidoro de Sevilla, explorar en el origen del término, en su procedencia (unde, de dónde), analizando el significado subyacente en las lenguas indoeuropeas que conforman su universo lingüístico (ex causa). También requiere abordar el término en su historicidad (cur, por qué), según las costumbres de los antepasados (ex origine), resaltando los acontecimientos que dieron lugar –o permitieron– sus transformaciones. Desde esta perspectiva, se tiene:

Premisa A

Primer vector de significación (conceptualización A)[1]: núcleos significativos y desplazamiento semántico en el origen del término ‘indio’. El término ‘indio’ deriva del latín Indus, que procede del sánscrito सिन्धु / Sindhu, el cual pasó al griego, a través del persa Hiⁿduš, transformándose en Ινδός / Indós, Ἰνδίᾱ / Indíā. Durante este proceso, pasó de significar ‘río’, ‘corriente’ o ‘fluido’, a designar también el nombre del lugar y de los habitantes del Subcontinente indio.

1) En sánscrito, सिन्धु / Síndhu es el nombre del río y del valle del Indo que significa ‘corriente’ o ‘río’. Su raíz es Sind- o Sid-, cuyo significado es ‘ir’, ‘moverse’[2]. La forma nasal de la raíz, expresada en la sonante ‘n’, aparece en undáti (brotar) y con la vocal en su grado cero (la partícula *ud) aparece en udrá-ḥ (animal de agua). Ambas están asociadas[3] con la raíz indoeuropea wed- , derivada del proto-indo-europeo akʷā-, ǝkʷā, ēkʷ- (Pokorny, 2007 p. 72), cuyo significado es ‘agua’ o ‘mojado’ (Roberts & Pastor, 2013 pp. 187-188). Esta raíz (wed-) se registra además en Pokorny’s dictionary (1959 pp. 78-81), entrada 136, como au̯ (e)-9, au̯ ed-, au̯ er-, que significa ‘fluir’, ‘mojar’ o ‘humedecer’ con relación al agua: «English meaning: to flow, to wet; water, etc.; German meaning: `benetzen, befeuchten, fließen’» (íd.). Es posible que también estas formas estén asociadas con la raíz *ser- (moverse)[4], a la que pertenecería la consonante ‘s’ de sind o sid.

2) En griego, el término aparece designando el nombre del río Indo, de su valle, del país que está más allá (del río), hacia el oriente (Ινδός / Indós / Indo e Ἰνδία / Indía / India) y su gentilicio (ινδοί / indoí / indio; ινδοι / indoi / indios). Otras expresiones como ὕδωρ / ýdor (agua), que mantiene la vocal en su grado cero más el sufijo ‘ōr’ (*ud-ōr), e ὕδρα / ýdra (hidra), con la vocal en el grado cero más el sufijo ‘rā’ (*ud-rā), también están asociadas a la raíz indoeuropea wed- (Roberts & Pastor, 2013). El diccionario de Pokorny (1959 y 2007), entre otros, trae más ejemplos al respecto.

3) En latín, el término también designa a la India, cuya raíz como se sabe está asociada al indoeuropeo wed-, au̯ (e)-,au̯ ed-,o au̯ er-. La raíz se muestra asimismo con la vocal en grado cero más el sufijo ‘rā’ (*ud-rā) formando lutra –o *nutria en latín vulgar– que, como en el sánscrito y el griego, designa también al ‘animal de agua’ (Roberts & Pastor, 2013), además de otros términos como lutum ‘charco’ (Pokorny, 1959 p. 79), entrada 79. También aparece la raíz con la vocal en grado cero, más su forma nasal y el sufijo, en unda (onda, ola).

Observación 1

Todos los términos asociados con la raíz wed- y sus demás formas (con las que se relaciona sind-) conservan como rasgo semántico principal, por el solo hecho de presentar una de las oclusivas dentales (‘d’ o ‘t’), la consistencia líquida del fluido /agua/, con independencia de si expresan /movimiento/ o no[5].

Observación 2

Los términos asociados con la raíz wed- y sus demás formas (con las que se relaciona sind-) que presentan el infijo nasal (*-n-) tienden a expresar –además del agua– /direccionalidad/ y /movimiento/ (hacia, a, desde)[6].

Observación 3

Las observaciones 1 y 2 son pertinentes por cuanto se trata de raíces nominales-verbales.

Sintetizando

La raíz sánscrita primigenia del término ‘indio’ (sind-, und-, sid-, ud-) está relacionada con la raíz indoeuropea wed-, au̯ (e)-, au̯ ed- o au̯ er-, derivada del proto-indo-europeo akʷü-[7], cuyo significado remite al agua en movimiento (fluir, brotar, mojar, ir, corriente, río, etc.). Esta raíz, que aparece con la consonante ‘s’, ya no presenta la consonante labializada (kʷ) de akʷü- pero mantiene el grado cero junto al infijo nasal y una de las oclusivas dentales (d)(8). Es probable que la raíz sind- sea propiamente sin-, siendo -dh (de Sindhu) base de otra partícula diferente: la raíz dheu-¹ o dhu-, que significa ‘corriente’, ‘fluido’, ‘canal’ o ‘arrollo’. Por otro lado, es posible que la raíz sin- (sin la ‘d’) esté relacionada –también– con el proto-indo-europeo ser-¹, ser-, sreu-, cuyo significado es ‘movimiento’.

De esto se desprende

1. La relación binaria al interior del lexema está dada por los núcleos significativos(9) /agua/ (consistencia líquida del fluido) y /movimiento/ (con una dirección, atributo del fluido).

2. Los derivados del lexema wed- y sus demás formas (con los que se relaciona sind-) que presentan las oclusivas dentales (d, t) expresan siempre el elemento liquido agua aunque no necesariamente su movimiento. Estas oclusivas dentales formarían parte del proto-indo-europeo dheu-¹ o dhu-. cuyo significado esencial es /agua/, en su estado líquido, en tanto se presenta a la experiencia sensible –de manera inmediata– como consistencia líquida del fluido que discurre.

3. Aunque /movimiento/ como núcleo significativo, está siempre presente en los vocablos que mantienen el lexema con el infijo nasal *-n-, esto no significa que esta sonante sea el portador principal de dicho rasgo semántico(10). La ‘n’ es la nasalización de akʷü- (más correctamente ǝkʷü) en *aku̯ ent- / *ahuent- (Pokorny, 2007: 226) y se une a la vocal con umlaut (ü / ue) formando un solo sonido, el núcleo silábico. Sus rasgos semánticos están asociados a sus consonantes laterales (kʷ-, -gh o h, y las oclusivas dentales ‘d’ o ‘t’).

4. La vocal (a / ә) no puede ser parte de la raíz propiamente dicha (kʷü- y sus derivados ku̯ ent- / huent-, ued-,wed-); por cuanto, según la teoría de Benveniste, en el indoeuropeo no existen raíces bisilábicas, éstas no son más que raíces provistas de sufijo y solo presentan un tema disilábico si se le añade un sufijo(11) (López, 1971 p. 270), todas las raíces son monosilábicas de las formas CVC o CC. La raíz propiamente dicha, entonces, estaría conformada por la consonante (kʷ / k / h) y la vocal con umlaut (ü / ue) junto a la sonante /n/, que ligada a la vocal funciona como centro de la raíz, más la consonante oclusiva dental (d / t). En consecuencia, la vocal (a / ә) no pertenecería a la raíz propiamente dicha; sería más bien la evidencia de una consonante inicial desaparecida. Esa consonante vendría a ser en latín y en griego H[12], producto de la transformación de /s/ en /h/, como en sind- > hind > ind-. La raíz registrada como akʷü- más correctamente ǝkʷü (y sus derivados *aku̯ ent- / *ahuent-, aued-) sería producto de una fusión, a la manera singámica[13], de las raíces laterales ser-¹, ser-, sreu- (con núcleo significativo /movimiento/) y dheu-¹ o dhu- (con núcleo significativo principal /agua/)[14].

5. En este caso, la partícula a- funciona como preverbio(15). Es deíctica, señala un punto de referencia desde donde proviene el movimiento, asumiendo un valor espacial. Como tal, es egresivo (como ab-); no, ingresivo (como ad- e in-). Vendría cumpliendo entonces una función prepositiva, introductoria del complemento verbal(16)

6. Primitivamente, la ‘s’ desaparecida –que aparece en sindhu– habría formado parte estructural de la raíz ser-¹, ser- o sreu-.Esta raíz, sufijada con -w o -ew (*ser-w / sr-ew), significa ‘fluir’; con -p- (*ser-p-), ‘rastrear’; con -gh- (*ser-gh-), ‘venir’ (Monteil, 2003: 151). Nótese que -gh vendría a ser la transformación de kʷ-, como en la raíz «eĝhero-: “lago, mar interior”», y que puede mutar en d: kʷ-> gh > d (Pokorny, 2007 p. 226).

Sin -dhu
Sin -dhu

El sema /movimiento/, que expresa el atributo principal del fluido, tendría su origen en el lexema que ostenta la silbante (sin-); en tanto que la consistencia líquida, expresada en el sema /agua/, radicaría principalmente en la partícula que ostenta la oclusiva dental (-dhu). Estableciendo las correspondencias, los núcleos significativos quedarían organizados, al interior de la configuración morfológica de Sindhu, de la siguiente manera:

/movimiento/ /agua/

/movimiento/ /agua/

En consecuencia

La unidad binaria, conformada por los núcleos significativos del lexema que dio origen a la representación mental de lo indio, expresa en su conformación inicial una relación funcional de naturaleza singámica; a partir de la cual, desarrolla su significación como agua en movimiento (fluido, corriente, río, ola, onda, etc.).

Primer vector de significación
Primer vector de significación

Esta primera articulación, el núcleo significativo primigenio conformado por el agua (actante) y su movimiento (acto), constituye el punto de partida de un primer vector de significación cuya filogénesis deviene, por extensión, en सिन्धु / Síndhu (hidrónimo), ʼIνδία / ʼIndía (topónimo) e ινδοί / indoí (gentilicio).

Ἰνδία ινδοί

Premisa B

Segundo vector de significación (conceptualización B): elementos constitutivos del término ‘indígena’ y sus significaciones (explícita e implícita). El término ‘indígena’ procede del latín indigĕna, formado por composición adjetiva del adverbio inde (de allí) y el sufijo -genus (‘nacido’ u ‘originario’), que significa ‘nativo’, ‘originario de allí’, con referencia a su origen desde la perspectiva del que no es de allí; es decir, del otro. Además se empleó –a partir del siglo XV– para nombrar a los nativos del continente americano en oposición a ‘indiano’, usado para designar a los europeos que migraban al continente americano y regresaban luego, incluyendo a sus hijos (denominados criollos en las sociedades americanas).

1) Sobre el latín inde. Este adverbio funciona como correlativo de unde (de dónde), designando el lugar de origen (‘de allí’, ‘desde donde se mueve’). Ambos términos, unde e inde, se relacionan con la raíz pronominal indoeuropea kʷu-(17), del cual deriva el latín ubī̆ (dónde), conformando además unde y también inde(18).

2) Sobre el sufijo latino -genus, derivado de la raíz indoeuropea gen- que significa ‘parir’ o ‘dar a luz’ (Roberts & Pastor, 2013 p. 57-8), el cual se relaciona con el protoindoeuropeo ĝenˉ¹, ĝenǝ-, ĝnē- o ĝnō-, cuyo significado es ‘dar’, ‘generar’, ‘procrear’, ‘producir’, ‘llevar adelante’ (Pokorny, 2007 p. 1176). Esta raíz señala el punto de partida, el espacio primordial en función a su temporalidad –a la existencia en tanto fenómeno sentido– pero también expresa filiación, linaje, raza; es decir, categoría (de allí el término ‘género’).

Sintetizando 1 y 2

El término ‘indigĕna’ expresa pertenencia a un lugar primordial, el principio, que es (a la vez) espacio físico y temporal. Es un genitivo por excelencia, pues contiene dentro de sí la fórmula X (él) de Y; en donde Y se expresa en el adverbio inde y X, en el sufijo -genus. Ambos morfemas que lo conforman, inde- y -genus, comparten la otredad como núcleo significativo: /otredad espacial/ en inde- (‘de allí’ [allí: otro lugar, que no es el lugar donde se está]) y /otredad temporal/ en -genus (‘origen’, ‘nacimiento’, señala al pasado primordial, diferente al tiempo en que se está). Ambas significaciones responden a las dos intuiciones puras del pensamiento (espacio y tiempo) con relación al otro.

Observación 1

Como se puede notar, el morfema kʷu-, del que proviene inde-, se encuentra también al interior de la raíz akʷā-, akʷü-, ǝkʷā-, ǝkʷü- (‘agua’ o ‘río’), de cuyas formas derivan (por mutación: akʷā- > aku/̯ е/- y akue̯ nt- > au̯e nt-) aued, au/̯ е/- (‘a fluir’, ‘a mojar’, etc.) y wed- ‘agua’ (Pokorny, 2007: 226). Este lexema (akʷü-) designa al agua en pleno movimiento y también –de forma implícita– su sentido (‘hacia’ o ‘desde’). Por tanto, expresa en su esencia una de las intuiciones puras del pensamiento (lugar) para nombrar la circunstancia física que rodea al acto. Esta circunstancia (función circunstante de lugar) está expresa también en la base pronominal kʷu-, de la que deriva el adverbio relativo unde y su correlativo inde. La diferencia entre kʷu- y kʷü- es solo metafónica (alteración del sonido u en ü)(19).

Observación 2:

Merece especial atención la forma de la raíz gen- con grado cero y sufijo -ti- (*gṇ-ti-), del que deriva gentis (‘gente’, ‘raza’, ‘linaje’ o ‘nación’) y de éste gentīlis, cuyo significado designa a la gente que pertenece a una raza, linaje o nación. El sentido de esta palabra apunta ya, en la Roma imperial del s. II., a los otros, al resto del mundo desde una perspectiva ecuménica(20). Más tarde, previo al Renacimiento europeo, asume un sentido ético vinculado a la aristocracia del espíritu como postura ideológica de la naciente sociedad burguesa. Posteriormente, el término se desarrollará en el Perú vinculándose al mito para referirse a los otros, desde una perspectiva temporal(21).

De esto se desprende

1. Clasificadas como raíces diferentes, kʷu- (raíz pronominal-adverbial) y akʷü- (raíz nominal-verbal) expresan la misma función circunstante de lugar. La diferencia vocálica al interior de la raíz monosilábica (u- y ü-) es solo morfológica, no es semánticamente determinante(22). Esto remite a la cuestión de fondo(23): en un momento anterior al histórico, en que se basan las reconstrucciones del protoindoeuropeo, kʷu- y kʷü- (sin el prefijo vocálico) debieron ser una sola raíz, del que se desprendió posteriormente la raíz pronominal-adverbial del que derivan unde e inde. El término ‘indio’ derivaría de la raíz nominal-verbal. O también, en su defecto, se trataría de un único étimo con una doble especialización[24], en el marco de la hipótesis de la existencia de un estado preflexional anterior al protoindoeuropeo[25]. En todo caso, en ambas variantes se mantiene el contenido deíctico primitivo.

2. Así como en inde-, cuya deixis se expresa en el espacio físico, en -genus está presente una deixis primigenia que se expresa en el espacio temporal. Esto hace del término ‘indigĕna’ poseedor por excelencia de una omnipresencia deíctica, que podría llamarse natural, debido a que expresa plenamente las dos intuiciones puras del pensamiento (espacio y tiempo) señaladas por Kant. Esta perspectiva conceptual-operativa, plenamente referencial, presenta un punto de vista exógeno –la mirada del que no es de allí– del exotero, en el que se fundamenta la construcción conceptual de la intuición del otro; es decir, de la otredad.

En consecuencia

En el término ‘indígena’ coexisten dos significaciones complementarias generadas a partir de la deixis primordial de las partes que lo conforman. Estos componentes morfológicos (inde- y -genus) responden a la intuición cualitativa del espacio en su doble naturaleza cognitiva: física y temporal[26]. La intuición del espacio físico es cardinal y absoluta en inde- (‘el de allí’, ‘de ese lugar’) en tanto que en -genus predomina la intuición del espacio temporal sobre el espacio físico (alusión al nacimiento y a la filiación, a los orígenes desde una perspectiva temporal). Puesto que la construcción conceptual del otro se desarrolla a partir de su ubicación en el espacio físico, esta se acuna principalmente en inde- a la vez que permanece como significación implícita al interior del término, por debajo del sentido inmediato (nacimiento, origen, principio) establecido por -genus. Ambas significaciones, implícita (espacial) y explícita (temporal), conforman el punto de partida de un segundo vector de significación.

En consecuencia
En consecuencia

La intuición del espacio físico es cardinal y absoluta en inde- (‘el de allí’, ‘de ese lugar’) en tanto que en -genus predomina la intuición del espacio temporal sobre el espacio físico (alusión al nacimiento y a la filiación, a los orígenes desde una perspectiva temporal). Puesto que la construcción conceptual del otro se desarrolla a partir de su ubicación en el espacio físico, esta se acuna principalmente en inde- a la vez que permanece como significación implícita al interior del término, por debajo del sentido inmediato (nacimiento, origen, principio) establecido por -genus. Ambas significaciones, implícita (espacial) y explícita (temporal), conforman el punto de partida de un segundo vector de significación.

Segundo vector de significación

Teniendo en cuenta las premisas A y B

Los términos ‘indio’ e ‘indígena’ comparten un mismo origen de contenido deíctico, cuya palabra-raíz se remontaría a una lengua no flexiva anterior al protoindoeuropeo. La intuición conceptual del otro, desde la perspectiva occidental, debió generarse en torno a esta deixis que es funcionalmente el lugar común donde se acunan ambos términos. Si se amplía el concepto de densidad semántica, propuesto por Gispert-Sauch para el castellano con respecto a la reserva de sentido presente en el interior de las palabras (en cuyo transitar a través del tiempo se explicitan los aspectos sustanciales del sentido primigenio)[27], es posible trazar el mapa de la evolución de ambos términos a través del tiempo –su filogénesis– e identificar sus principales eventos.

Estos eventos son de naturaleza discursiva, tienen que ver con la aprehensión de sentido en tanto acto de significación, colectivo e inconsciente. Son de dos tipos: por un lado, una diversificación del significado primitivo de una hipotética palabra-raíz (dheuˉ¹ / dhu-) a partir de cuyo momento debió producirse la primera polisemia; por otro, una fusión de naturaleza singámica determinada por afinidad fonológico-semántica (como indoí e inde). Ambas modalidades, estrechamente relacionadas, debieron enmarcarse –en un principio– en el paso de la lengua pre-flexional a la flexional, facilitado por el parecido semántico con la otra palabra-raíz (serˉ¹ / ser- /sreu-) que diera lugar a la fusión singámica, a la vez que propiciaban el surgimiento de raíces gramaticalmente distintas (nominal-verbal y pronominal-adverbial) en una fase de transición semi-flexional.

Primera fusión y diversificación de términos
Primera fusión y diversificación de términos

La diversificación de dheu-¹ / dhu- debió generar, pues, dos relaciones diferenciadas por sus categorías léxicas, a saber: 1) la relación con la raíz pronominal-adverbial kʷu-, centrada en la deixis[28], y 2) la relación con la raíz nominal-verbal akʷü-, reforzada por la fusión con la raíz ser- (supérstite en a-) debido a la coincidencia semántica entre ambas. Esta última mantendría la misma significación que dheu-¹ / dhu- (/fluido/) conservando la deixis en el sustrato. En el aspecto fonológico, es posible que la dental /d/ de dheu-¹ / dhu- sea una variante de kʷ- (nótese: kʷ-> gh > d).

En donde: [D] = Diversificación; [F] = Fusión singámica.

El segundo tipo, de naturaleza singámica, está presente –como ya se señaló– al principio de la diversificación de dheu-¹ / dhu-, determinada por la interacción normal del término con otro de significado igual o parecido. También se produce en una etapa histórica avanzada, determinado por el acontecimiento que significó el descubrimiento de América para los europeos. A partir de ese momento, el término ‘indio’, que se usaba solo para designar a los habitantes de la India, llegó a designar además a los nativos del continente americano, desde la perspectiva de sus conquistadores. El Continente y sus islas aledañas pasó a llamarse pronto Indias Occidentales en oposición a Indias Orientales, dando forma a una imagen física del mundo que ponía a Europa en el centro mismo de la nueva ecúmene.

En realidad, el uso del término ‘indio’ para designar a los nativos de América y todo lo que proceda de este continente está perfectamente justificado. No es una equivocación como usualmente se dice, más bien tiene que ver con la construcción del significado y la pervivencia arquetípica de la deixis primordial (de allí) expresada en el inconsciente colectivo como otredad a través del lenguaje. No existían palabras más precisas en lengua romance que 'India', 'indio' e 'indígena' para designar al exotero y sus habitantes (exóticos) radicados en los confines imaginados de la ecúmene renacentista: el Nuevo Mundo.

El encuentro con el otro debió significar en la mentalidad europea de los siglos XV y XVI una crisis colectiva de carácter existencial, un cambio del sentido que venía tomando desde la más remota antigüedad clásica su relación con el otro: el indio de la remota India y los conquistadores musulmanes (durante todo el Medievo), más cercanos. Fue un acontecimiento en términos absolutos, un punto de quiebre definitivo, el descubrimiento imprevisto de un nuevo mundo totalmente diferente.

Segunda fusión    y diversificación    de términos
Segunda fusión y diversificación de términos

De allí el nombre sustituto que se le dio –el Nuevo Mundo, la Terre Nove de Martin Waldseemüller[29]– al darse cuenta que no se trataba de la India hasta entonces conocida. La búsqueda del otro había dado otro resultado: de pronto los otros eran otros, otros indios, los indios de Occidente, de las Indias llamadas desde entonces Occidentales para diferenciarlas de las Orientales.

indígena Orientales/ /Natural de la India/ /Originario de las Indias Occidentales/ /Nativo de América / /natural/, /originario/, /nativo/ Importar tabla

No pudo haber para los europeos otra manera de mirar al otro que con los ojos de la otredad, de la mirada distante[30] en que se fundamentan los mitos o a través de la curiosidad indagatoria. Los mitos alimentaron no sólo los viajes de exploración que se consustanciaban con la búsqueda de nuevas rutas comerciales hacia la India, sino también a las epopeyas del Renacimiento (Os Lusíadas, La Araucana, Paradise Lost, etc.). La curiosidad nutrió las Crónicas al estilo de los antiguos relatos de viaje helénicos –como los Periplos de Escílax de Carianda o la Ἰνδικά de Ctésias– que inspiraron el surgimiento del discurso histórico en la antigua Grecia. Precisamente, fue un monje de la orden de los jerónimos, el fraile catalán Ramón Pané, el primer cronista del continente americano[31]. Ambas tendencias discursivas, epopeyas y crónicas, se enmarcan dentro del espíritu del Renacimiento y el trabajo de los cronistas –en su afán por contar no solo la historia sino también las nuevas cosas y costumbres– anticipa ya el surgimiento de la antropología contemporánea, viene a ser su precursor.

el nuevo indio, el americano
el nuevo indio, el americano

La presencia del otro –el indio– debió instalarse de lleno, plenamente, en el inconsciente colectivo de la sociedad europea durante los siglos que siguieron al descubrimiento, conquista e incorporación de América a la esfera occidental. Se transformaron las formas de ver, obrar y pensar el mundo; es decir, la racionalidad teórico-práctica, generándose nuevos comportamientos en su relación con el otro y nuevas corrientes del pensamiento, sobre todo en lo social. Ya no se trataba de meras relaciones comerciales con la India, sino, además, de prácticas de sometimiento y defensa del indio –el nuevo indio, el americano– en el marco de su incorporación al mundo occidental-cristiano

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Notas

[1] Conceptualización: entendida en su funcionalidad –articulación racional, aprehensión de sentido– como construcción social del concepto en torno a sus elementos constitutivos primigenios provistos de significación. Vector de significación: desplazamiento semántico, establece una relación de sentido a sentido el cual presupone un significado primario que remite a otro (relación semántica), sea por derivación propiamente dicha o por similitud.
[2] Al respecto, Sol Argüello (2012) escribe: «La palabra sindhu aparece, en varias ocasiones, en el texto más antiguo en lengua sánscrita, el Rig Veda y también en el Atharva Veda, a menudo significa “corriente” y proviene de la raíz SIDH: ir, moverse» (p. 40). Esta raíz sería de la forma CC, conformada por la sorda sonorizada si- y la sonora aspirada -dh (La /s/ es sorda pero está sonorizada por la vocal, la pronunciación sonora no supone una modificación del significado, “la sonora aparece como una simple variante combinatoria de la sorda y no como un fonema distinto” (Monteil, 2003 p. 68); asimismo, la -dh no es “un encadenamiento de articulaciones distintivas, sino de la producción, en una misma unidad articulatoria, de un solo y único fonema, dotado en bloque de valor distintivo” (íd.)). Pero también existe la posibilidad de que la raíz propiamente dicha sería solo sind- o sid- (de la forma CVC), o tal vez solo sin-, siendo dh- la base de una partícula diferente –una raíz– adherida por sufijación primaria: dheu¯¹ o dhu- (‘corriente’, ‘fluido’, ‘canal’, ‘arrollo’, con núcleo significativo /agua/ en su estado líquido), del que probablemente también derivan Durius, Turia, etc. (Pokorny, 2007 pp. 706). Más sobre las partículas con base *dh en Berenguer. 2000, pp. 275-308.
[3] O también derivadas, en sentido genealógico, del indoeuropeo (IE) como familia lingüística con un antepasado común: el proto-indoeuropeo (pIE). La reconstrucción del indoeuropeo como lengua hipotética es tal vez uno de los mayores logros de la lingüística contemporánea; sin embargo, no hay uniformidad de criterio entre los lingüistas. Existen, por ejemplo, siguiendo a Berta González (2015: 4 y 5), hipótesis como la de E. H. Sturtevant (que propone la existencia del indo-hitita como lengua hermana del indoeuropeo reconstruido) y la de Francisco Rodríguez Adrados, que plantea una división en fases cronológicas del indoeuropeo.
[4] Esta raíz está registrada en Pokorny como ser-¹, ser- y sreu- (2007 pp. 2630, 2637, 2896) y como serp-² en Roberts & Pastor (2013 p. 156), entre otros. En torno a sus variantes, Pierre Monteil (2003) escribe: «la sufijación permite introducir matices en la expresión de una noción por una raíz. Así, derivadas de la raíz *ser- “moverse”, las tres formas sufijadas diferentemente *ser-gh- (ἕρχομαι) [venir], *ser-p- (ἕρπω, lat. serpo) [rastrear], *ser-w- / sr-ew (ῤἐω “fluir”; sáns. Srávati) expresan, cada una por su parte, tres modalidades diferentes de movimiento» (p. 151).
[5] Así, con la vocal en grado cero, con sufijo -ōr (*ud-ōr): gr. ýdor ‘agua’; con sufijo -rā (*ud-rā): gr. ýdra (animal de [agua]), lat. lutra (nutria, animal de [agua]); con sufijo -skio- (*ud-skio-): irl. uisge ‘agua’. También los que llevan el vocalismo ‘o’ y el sufijo -ā (*wod-ā-): rus. voda ‘agua’, ‘vodka’ (‘agua’ en diminutivo), y también con vocalismo ‘o’ y el sufijo -ōr (*wod-ōr): germ. *watar (Roberts & Pastor, 2013 p. 188), entre otros.
[6] Así, con grado cero, infijo nasal y sufijo (*u-n-d-ā-): lat. unda (onda, ola) (Roberts & Pastor, 2013); de *un-ed-ti: sánscr. undáti (brotar, hinchar, humedecer); avést. vaiδi- (‘curso del agua’, ‘canales de riego’) (Pokorny, 1959 y 2007).
[7] En proto-indo-europeo (*aku̯ ent- : aḫu̯ ent-), «de la raíz angʷ(h)i-: ‘serpiente, gusano’, que deriva de la raíz akʷü- (más propiamente ǝkʷü): ēkʷ- : “agua, río”; raíz eĝhero- : “lago, mar interior”; raíz ad(u)-, ad-ro- : “corriente de agua”: ilirio. Pannon. VN ᾽Οσεριᾶτες [Alb. Común -Illyr.-Balt -ĝh- > -d-, -z- mutación fonética]. De la raíz akʷā- “agua, río”
[8] La raíz indoeuropea, escribe Monteil (2003) remitiéndose a Benveniste, es “fundamentalmente una secuencia trilítera de estructura cons. + voc. + cons., susceptible sin duda, el caso de vocalismo reducido, de convertirse en bilítera, y de tener sólo, en este caso, dos consonantes. Las consonantes inicial y final de raíz pueden ser de cualquiera de las que tiene el sistema fonológico europeo […], pero con algunas restricciones: la raíz no puede llevar dos consonantes idénticas […]; la raíz no puede asociar una consonante sorda y una sonora aspirada […]; por último, no puede comenzar por r- […] todo radical que presenta en fecha histórica una r- ha perdido de hecho (al menos si es indoeuropeo) un elemento consonántico que en fecha antigua precedía a r. […] [además] Cuando, en fecha histórica, un radical de origen indoeuropeo presenta un inicial vocálico [mis cursivas], conviene también aquí, restituir una antigua consonante inicial desaparecida. Esta consonante (que en griego puede ser s, w, y, o H) sólo puede ser en latín una H” (pp. 149-150).
[9] Término extraído de la biología (fusión de gametos); sugerido, en este caso, para designar el origen de la filogénesis (referida al proceso de conceptualización dentro de una misma familia lingüística), proceso en el que se fusionarían dos raíces (que no solo se juntan en composición) para formar otra.
[10] Saussure, escribe Antonio López (1971), “eliminó la idea de la raíz como esquema fijo e irreductible” (p. 277)
[11] O prefijo, que junto con los adverbios y las preposiciones son en el protoindoeuropeo elementos autónomos que podían modificar a los sustantivos y verbos (Prósper, 1991 p. 66). Atendiendo a la categoría del término al que se junta, puede ser preposicional, adjetival o adverbial.
[12] El papel del prefijo o preverbio, sostienen Batllori & Pujol (2012) citando a Lehmann, “no radica en el cambio de estructura argumental o de la transitividad del verbo, sino en expresar una serie de especificaciones con valor local (espacial o temporal) […] pueden ser deícticos en lo referente al elemento que sirve como punto de referencia, el cual puede ser implícito, expresarse mediante un nominal o con un sintagma preposicional […] [Aunque] la mayoría de los preverbios son como los adverbios y no como las preposiciones por el hecho de que no precisan [necesariamente de] un complemento” (p. 661).
[13] Forma gramatical, solamente en adverbios, de la raíz proto-indo-europea de pronombres relativos e interrogativos kʷo-, kʷe-, fem. kʷā; kʷei (Pokorny, 2007 pp. 1818-1824 y también Roberts & Pastor, 2007 p. 92).
[14] O también ibi, al interior de: -cubī en nēcubi, sī-cubi, ali-cubi, nesciō-cubi, nun-cubi (nē-cunde, etc.) (Pokorny, 2007 p. 1823).
[15] O umlaut, como ‘reúno’ y ‘reunir’ en español, consistente en “un tipo de armonía vocálica regresiva, en la cual una vocal ubicada en la primera parte de una palabra adquiere uno o más rasgos de una vocal subsecuente. Este proceso es distinto del ablaut (apofonía en la tradición románica), el cual implica un cambio vocálico que constituye una operación morfológica [como en ‘hace’ / ‘hizo’, etc.]” (Beam de Azcona & al., s/f p. 2).
[16] Espacial, ligada a la expansión de Roma y su trasformación en ciudad cosmopolita.
[17] Debido a la prédica de los doctrineros durante la Colonia y gran parte de la República, quienes veían en los gentiles a los otros; es decir, a los indígenas no cristianos. Así, en 1837, un compendio escrito al estilo de Las crónicas de la conquista por el fraile José Amich, hacía una clara distinción entre indios cristianos e indios gentiles, calificando a estos últimos como infieles. “Encontraron algunos indios así cristianos como gentiles” (p. 123), dice. Más adelante, precisa: […] Los padres conversores de estos pueblos, movidos del celo de conquistar almas de los infieles, preguntaban a los neófitos de sus conversiones, si había gentiles por aquellas inmediaciones, A lo que respondían, que detrás de aquellas sierras que están al oriente, había bastantes naciones de indios infieles” (p. 216). Sin embargo, para el grueso de la población indígena, cristianizada desde la colonia, los gentiles eran los otros, los no cristianos de antes, cuyos poblados, convertidos en ruinas a lo largo y ancho de Los Andes, atestiguaban otra época: la época de los gentiles: «En este mundo indígena las imágenes cristianas y gentiles cohabitan, coexisten sin tocarse poniendo los límites simbólicos a la vida diaria. Las divinidades andinizadas de la cristiandad consagran, favorecen y permiten lo vivo en el presente, lo que existe en equilibrio. Por el contrario, los “gentiles” sugieren un pasado prisionero de ese mismo presente, un tiempo que fluye paralelo a la vida de hombres y mujeres, preparado para liberarse a través del poder retenido en sus imágenes “rupestres”, en un intento de desequilibrar la frágil balanza de lo cotidiano» (Castro & Gallardo. 1995 p. 89).
[18] Citando a Benveniste, escribe Pierre Monteil (2003): «Tal y como se nos muestra en el último estadio de reconstrucción, el sistema fonológico indoeuropeo manifiesta un notable desequilibrio: si, en su fase más antigua, parece no haber tenido más que dos vocales (v.p.107), ha tenido, en esa misma fase, un número extremadamente considerable de consonantes. Este reparto debe interpretarse en relación con la estructura misma de las raíces y los temas indoeuropeos, en el que las vocales no asumían por alternancia más que distinciones morfológicas, siendo misión de las consonantes la expresión de nociones propiamente dichas. Así, una raíz del tipo *ten-/ton-/tn- expresaba bajo estas mismas formas la misma noción de “extender”; pero el cambio de n por ejemplo por m producía una serie *tem-/tom-/tm- de significado totalmente distinto, “cortar”. […] la lengua sólo conoce como vocales la ĕ y la ŏ (v. p. 108); así que toda alternancia se reduce al tipo ĕ/ŏ/cero» (2003 pp. 67, 149).
[19] Siguiendo la tendencia generalmente aceptada en la reconstrucción del indoeuropeo: de los adverbios como elementos diacrónicamente derivacionales.
[20] Como también sostiene BM Prósper (1991) al referirse a otros casos como la coalescencia (fusión) entre dos protoformas distintas al interior de una misma lengua (p. 70).
[21] Descrito por Rodríguez Adrados sobre la base de ciertas consideraciones, entre ellas: “La existencia de un tipo de raíces que llamamos nominal-verbal, del que luego salieron nombres (y adjetivos) y verbos, y otro que llamamos pronominal-adverbial, del que luego salieron pronombres, adverbios y partículas (posteriormente, preposiciones, preverbios y conjunciones […] [En esta lengua monosilábica] raíz, nombre (y adjetivo) y verbo coincidían formalmente. La diferencia de nombre y verbo era funcional, no formal; la raíz era una abstracción que los abarcaba a ambos. Cuando estas palabras-raíces se ampliaron, a veces, en fecha posterior para dar otras nuevas, con lo que en ocasiones las primeras desaparecieron como palabras y sólo siguieron viviendo en cuanto abstracciones, elemento común de una serie de derivados, lo hicieron, decimos, mediante Sufijo(s) o Desinencia(s), o ambas cosas a la vez” (1972 pp. 51-52).
[22] En tanto es experimentada por la mente en su aspecto cualitativo. El aspecto cuantitativo da lugar a la intuición numérica, estudiada por Cassirer en su Filosofía de las formas simbólicas.
[23] Al respecto, sostiene Gispert-Sauch (2008): “las palabras contienen en su interior una reserva de sentido, una densidad semántica, que es importante desentrañar para comprenderlas a cabalidad. La filología (amiga de la palabra) nos ayuda a buscar los étimos para captar el sentido pleno que subyace en el núcleo de la palabra. Podríamos decir que se trata de una actividad eis-egética (una entrada a, hacia) y a la vez ex-egética (sacar afuera) respecto de la palabra […] las palabras no son neutrales ni surgen al azar. Son expresión de una necesidad y contienen a la vez una carga ideológica que las impregna y que revela la situación social y el sentido propio de la comunidad hablante donde nacieron” (pp. 167-8). En otros términos, no son arbitrarias, tienen historicidad.
[24] La relación que permite pensar de forma unitaria los núcleos significativos de estas raíces (o sea /agua/ y /movimiento/, del agua en su estado líquido: fluido-fluir, corriente-correr, onda-ondear, arrollo, fuente, etc.) es de naturaleza deíctica; pues, el punto de referencia que señala el origen del movimiento (del agua) constituye su núcleo significativo implícito e invariable, cuya naturaleza es, parafraseando a Jung, arquetípica.
[25] Alusión al Tabula Terre Nove, trabajado por Waldseemüller entre los años 1508 y1513 aprox.
[26] Referida a la visión propia con que se ve una realidad ajena y distante, la cual es distorsionada por la cosmovisión. Esta visión –fantástica– alimenta los relatos memorables, los cuales son transmitidos oralmente llegando a formar parte del folclor popular, la música y la danza. Convertida en poesía, para ser recordada en los cantos, como en las antiguas sagas, nutre el relato heroico. Durante la Ilustración, esta visión fue satirizada por Voltaire en Candide, ou l’Optimisme.
[27] Acompañó a Colón en su segundo viaje, aprendió el taíno y Escribió la Relación acerca de las antigüedades de los indios. A diferencia de las Relaciones y Cartas del Almirante, comparable con los Periplos de los antiguos navegantes helénicos y púnicos, la Relación de Pané es ya una crónica en que se busca contar la historia y las costumbres de los otros, los habitantes del Nuevo Mundo recién descubierto: los indios. Anticipa, por tanto, el surgimiento de la historia y la antropología contemporánea, viene a ser su precursora.
[28] La relación que permite pensar de forma unitaria los núcleos significativos de estas raíces (o sea /agua/ y /movimiento/,del agua en su estado líquido: fluido-fluir, corriente-correr, onda-ondear, arrollo, fuente, etc.) es de naturaleza deíctica;pues, el punto de referencia que señala el origen del movimiento (del agua) constituye su núcleo significativo implícitoe invariable, cuya naturaleza es, parafraseando a Jung, arquetípica.
[29] Alusión al Tabula Terre Nove, trabajado por Waldseemüller entre los años 1508 y1513 aprox.
[30] Referida a la visión propia con que se ve una realidad ajena y distante, la cual es distorsionada por la cosmovisión.Esta visión –fantástica– alimenta los relatos memorables, los cuales son transmitidos oralmente llegando a formarparte del folclor popular, la música y la danza. Convertida en poesía, para ser recordada en los cantos, como en lasantiguas sagas, nutre el relato heroico. Durante la Ilustración, esta visión fue satirizada por Voltaire en Candide, oul’Optimisme.
[31] Acompañó a Colón en su segundo viaje, aprendió el taíno y Escribió la Relación acerca de las antigüedades de losindios. A diferencia de las Relaciones y Cartas del Almirante, comparable con los Periplos de los antiguos naveganteshelénicos y púnicos, la Relación de Pané es ya una crónica en que se busca contar la historia y las costumbres de losotros, los habitantes del Nuevo Mundo recién descubierto: los indios. Anticipa, por tanto, el surgimiento de la historiay la antropología contemporánea, viene a ser su precursora.
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