Humanidades
Ética y valores en la educación, una reflexión contextual necesaria
Ethics and values in education. a necessary contextual reflection
Ética y valores en la educación, una reflexión contextual necesaria
Horizonte de la Ciencia, vol. 3, núm. 5, pp. 15-19, 2013
Universidad Nacional del Centro del Perú
Recepción: 29 Noviembre 2013
Aprobación: 16 Diciembre 2013
Resumen: En el presente artículo se analiza brevemente y se apuntan respuestas a varios de los interrogantes en materia de “Ética y valores en la educación” que preocupan a la sociedad, se pretende aportar elementos que ayuden a clarificar algunos de los debates sobre la Ética y valores en una sociedad que ha sufrido enormes cambios en las últimas décadas, que muchas veces no se es consciente de los aspectos “macros” que guían estas transformaciones y que en líneas generales tienen muy poco de nacionales y más de tendencias internacionales. Dicho esto, no se puede obviar que esas transformaciones tienen repercusiones y significaciones diferentes según la posición que se ocupe en la estructura internacional: económica, política y cultural. Y no es posible olvidar que la educación, y con ella la educación en Ética y valores, pertenece a esta última dimensión cultural. Para ello se analizan: el miedo al relativismo, la presunta crisis de valores, el papel de los medios de comunicación y las tecnologías del yo, así como el difícil espacio dejado a la educación y sobre todo a la “Ética y valores en la educación”. Por ello se apela a una enseñanza de esta disciplina que reflexione con su contexto para comprender la tradición heredada y permita la valoración sobre que debe trasmitirse de esta tradición y qué es preferible dejar atrás.
Palabras clave: Ética, valores, educación, crisis de valores, contexto social.
Abstract: This article briefly discusses and will point answers to a number of questions on “Ethics and Values in Education” concern to society, aims to provide information to help clarify some of the debates on ethics and values in a society has undergone enormous changes in recent decades, which is often not aware of the “macro” aspects that guide these transformations and generally have very little national and more international trends. That said, we can’t ignore that these transformations have different implications and meanings depending on the position they occupy in the international structure: economic, political and cultural. And we can’t forget that education, and her education in ethics and values, belongs to the latter cultural dimension. By this reasons are analyzed: the fear of relativism, the alleged crisis of values, the role of media and technologies of the self and the difficult space left to education and especially to the “Ethics and Values in Education”. So it appeals to a teaching of this discipline to reflect its context to understand the inherited tradition and allow to evaluate what should be transmitted on this tradition and what is better left behind.
Keywords: Ethics, values, education, crisis of values, social contex.
Introducción
El presente artículo debe mucho a la experiencia docente en la Maestría de Educación, de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), al debate con sus alumnos que le ha permitido contrastar al autor su trayectoria en la Universidad de Barcelona con las visiones y necesidades de la múltiple y compleja sociedad peruana. Así pues en el texto se analiza brevemente y se apuntan respuestas a varias de las interrogantes en materia de Ética y valores que preocupan a la sociedad peruana, se pretende aportar elementos que ayuden a clarificar
algunos de los debates sobre la ética y valores en una sociedad que ha sufrido enormes cambios en las últimas décadas y que muchas veces no se es consciente de los aspectos “macros” que guían estas transformaciones y que en líneas generales tienen muy poco de peruanos y más de tendencias internacionales. Dicho esto, no se puede obviar que esas transformaciones tienen repercusiones y significaciones diferentes según la posición que se ocupe en la estructura internacional: económica, política y cultural. Y no es posible olvidar que la educación, y con ella la educación en Ética y valores, pertenece a esta última dimensión cultural.
Cuando se habla de Ética y valores en la educación, se tiende a tirar de manuales escritos en lugares lejanos, otras veces se tiende a tirar de algún libro sagrado de alguna religión para adoctrinar a los alumnos y otras se tiende a hacer dejación de los contenidos para establecer un espacio lúdico en vez de ser un espacio formativo. En el primer caso se tiende a reverenciar a autores únicamente por el hecho de haber escrito fuera del país o en lenguas extranjeras, independientemente si aquello que se explica tiene poco que ver con la realidad del país o tiene alguna posibilidad de aplicación.
En otras ocasiones, se confunde la asignatura de Ética con una ocasión para la prédica de alguna religión. El docente a veces olvida que el lugar que está ocupando no es un púlpito sino un espacio de enseñanza. Y ese espacio de enseñanza está normado, tanto el Perú como la mayoría de países se declara un estado laico, es decir no es un estado confesional, no hay una religión de Estado, no hay ninguna confesión que deba tener un privilegio sobre las demás o sobre concepciones ateas o agnósticas. Se olvida que el Perú es un país plural, siempre lo ha sido, y esa pluralidad ha cobrado mayor visibilidad a raíz de las migraciones de los ochenta y noventa (Martos Mar, 2004).
En el último caso, en el que se vacía de contenidos la asignatura, se desprestigia ésta y se tiende a transmitir la idea implícita de la que la asignatura de Ética es poco importante para la formación del alumno. Y se pierde una gran oportunidad de transmitir una reflexión sobre los valores de los que está impregnada una sociedad, a una reflexión sobre la tradición heredada y sobre qué valores merecen ser reproducidos y cuales no.
Miedo al relativismo
Quizás una de las primeras ideas que habría que desterrar es ese apego a los valores absolutos. En realidad no existen, solo existen las metáforas morales que se alargan en el tiempo en el espacio pero que hacen referencia a realidades muy diferentes.
Por ejemplo, es fácil encontrar en la propia Biblia pasajes que representan valores incompatibles con el sentido común actual, en especial el trato discriminatorio que se dispensa a la mujer. Pues bien si el libro, tenido como portador de valores absolutos, vemos que no resiste el paso del tiempo tampoco lo encontraremos en otros textos.
La propia iglesia católica es plural, parece ser que no es lo mismo los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI que el actual papa Francisco, no es lo mismo el Opus Dei que la teología de la liberación, no es lo mismo Juan Luís Cipriani que Gustavo Gutiérrez. Y esa pluralidad de valores se da en la institución valedora de los valores absolutos. Por ejemplo, en estos momentos corren tiempos de reconciliación del Vaticano con la Teología de la Liberación, la iglesia de los pobres, que fue perseguida inquisitorialmente en los dos mandatos papales anteriores. Esto es importante resaltarlo porque en la sociedad peruana (y no solo en la peruana) existen posiciones “más papistas que el papa”, que se sorprenderían de la defensa del papa Francisco del estado laico como garante de la paz entre creencias y no creencias (Ordaz, 27/07/2013).
Lo que hay detrás de ese apego a valores absolutos es el miedo a la degradación de los valores, algo muy comprensible, pero no hay ninguna incompatibilidad con el hecho de pensar que los valores (no absolutos) son fruto de un contexto social e histórico y unas normas de relacionarse en sociedad. El reconocer el origen humano, social e histórico de los valores no supone abrir las puertas al todo vale moral, sino dotar de realidad a esos valores y hacerlos comprensibles. Las sociedades van transformándose y con ellas los valores no son ninguna excepción. Pues los valores dan respuesta a esos dilemas morales a los que ha de enfrentarse toda sociedad y estos no son atemporales sino que responden a necesidades históricas muy concretas. Los valores forman parte de la cultura de una sociedad y ésta solo se explica si se entiende la función que cumple en una sociedad dada, en su economía, en su política.
Por ello, no vale la huída hacia la abstracción para mantener la palabra del valor a lo largo del tiempo, pues el concepto se transformará en metáfora y bajo la metáfora las interpretaciones son libres y siempre necesitan de un intérprete.
No es una crisis de valores
Es muy común escuchar tanto en la escuela como en los medios de comunicación que vivimos en una etapa de crisis de valores. Pero no es una crisis de valores, es una confrontación de valores. No estamos en un tiempo de desconcierto y shock en que no sabemos cómo guiarnos, no estamos en una anomia social. Estamos en una época de confrontación entre valores de lo colectivo y valores de lo individual.
Como ya he comentado anteriormente, los valores no habitan en el mundo de las ideas sino que están irremediablemente manchados del barro de la realidad social. El Perú desde las últimas décadas de los noventa ha sufrido el mismo proceso internacional de aceptación de las doctrinas neoliberales en economía, en política y en la cultura, así pues, éstas necesariamente vienen acompañadas de un paquete de valores, que las legitimen y las hagan presentables ante el gran público.
Esos valores son una defensa de la libertad en abstracto y el olvido de la igualdad, la defensa de lo privado y el desprestigio de lo público, lo individual frente a lo social. El retiro del Estado de la economía y el dejar hacer a las empresas (corporaciones). En esta batalla cultural, la hegemonía de lo individual se concreta en unos valores que prestigian el egoísmo y el individualismo frente a los valores del compromiso social. Ello no obvia que los valores de lo social estaban necesitados de una buena revisión sobre todo para eliminar aquellos aspectos discriminadores en torno a la mujer, las diferentes culturas o las opciones sexuales, entre otras cuestiones.
Pero habría que preguntarse, ¿cómo se transmiten estos valores?
Medios de comunicación de masas y tecnologías del yo
No hay un buen contexto para la difusión de valores ciudadanos. Los medios de comunicación como la televisión son básicamente espacios para la publicidad, los programas son meras excusas para la irradiación de mensajes publicitarios (Bourdieu, 1997). La propia televisión pública que se suponía sustraída a las lógicas del mercado ha sucumbido en este proceso y no se diferencia de sus compañeras privadas a no ser que ese espacio publicitario está sostenido con los impuestos de los ciudadanos.
También en el campo de la literatura, la proliferación de ese subgénero de autoayuda que en poco tiempo ha inundado las librerías y anuncia que ofrece soluciones prácticas a problemas concretos. Pero en realidad se aprovechan de la debilidades o malos momentos por los que pasan las personas para transmitir una mentalidad dependiente. A veces se presenta bajo el rostro de libros de empresa, pero en realidad sea el tema que sea se apela a una individualidad abstracta, transmiten la idea de que el individuo es el único responsable de sus problemas y que la solución sólo está en uno mismo y que los factores sociales no han de ser tomados en cuenta y que solo son un pretexto para la irresponsabilidad individual. Los temas pueden variar, pueden ser como conseguir más clientes, como tener más amigos o más chicas o temas de peso o salud. Pero como los vendedores de máquinas de adelgazar presentan a la mujer de sobrepeso como pecadora. Siempre hay un pecador y el libro presenta la salvación.
Estos nuevos valores del individualismo muchas veces se expresan en los tan difundidos, publicitados y leídos libros de autoayuda como el célebre ¿Quién se ha llevado mi queso? (Johnson, 2000), en el que se propone una claudicación de los valores a las nuevas y siempre cambiantes necesidades del mercado, la flexibilidad de los valores que no la tolerancia. Así pues, en el texto se propone la aplicación de modelos de gestión empresarial a la vida personal, es decir la irrupción de la lógica del beneficio individual frente al social. Este es un ejemplo de un texto (que por desgracia se utiliza frecuentemente en las escuelas de forma acrítica) que se opone a los valores que deberían ser enseñados en las escuelas, sobre todo públicas.
Cualquier culto religioso que adopte la forma y métodos del evangelismo, sobrecarga al yo. Se presenta como una tabla de salvación ante las inestabilidades producidas por la primacía del mercado. Una apelación a valores
“permanentes” que tranquilicen las conciencias devastadas por las transformaciones sociales. La paradoja está en que ese rigorismo moral, basado en lo individual es precisamente la nueva moral del individualismo posesivo. Por ello esta nueva tecnología del yo no tiene ninguna contradicción con los valores disgregadores de lo social.
Tanto el evangelismo y la literatura de autoayuda comparten un mismo molde conceptual, una función y unos objetivos comunes. Se trata de análisis totalmente descontextualizados que solo tratan de variables individuales del carácter, no existe la sociedad, el problema social solo el problema individual. Toda una excesiva sobrecarga del yo que en los países desarrollados lleva a llenar los consultorios de los psicólogos o de la psicofarmacología (no podemos olvidar a la “generación prozac”, fármaco antidepresivo muy popular en EEUU).
Así pues estas tecnologías del yo, ante la nueva sociedad de la inestabilidad proponen salvaciones individuales.
La escuela entre la utopía y la realidad
Pero ha de desanimar todo este balance de la situación al profesorado. Pues no, sencillamente se ha de partir de un análisis de la realidad y del papel que juega la educación en general y en especial de la enseñanza de la Ética y valores en la educación. Esta dosis de realidad ha de partir de que la enseñanza de la ética sólo es una parte del trabajo para la construcción de una sociedad mejor. No sólo desde la educación, de la enseñanza de la Ética se solucionan los problemas sociales. |
Nos puede resultar útil para la comprensión del problema recurrir al análisis de Nancy Fraser (Fraser, 2007) y su esquema tridimensional: economía (redistribución), cultura (reconocimiento) y política (representación). La autora nos advierte que casi todos los problemas de injusticia tienen estas tres dimensiones. Y que la preocupación en exclusiva de una sola dimensión puede redundar en la injusticia. Por ello, para lo que nos interesa en este texto, habría que pensar que la docencia en el aula de ética es parte del reconocimiento de valores que merecen ser defendidos para una sociedad mejor. ¿Acabaría aquí el trabajo para acercarse a la justicia?, no. Otros ámbitos tendrán que hacer su trabajo en el ámbito económico y político. Si estos otros ámbitos, no apoyan o están contradiciendo los intentos de la dimensión cultural del reconocimiento, los logros de la educación serán muy limitados y con ella la apelación a la Ética y los valores. Los estudiantes experimentarán una Ética predicada y una realidad social que promueve y se mueve por lógicas muy alejadas de unos valores sociales. Por ello es necesario que exista una coherencia entre los esfuerzos de la educación (cultura), la política y la economía.
Conclusión: por una reflexión contextual de la ética y los valores en la educación
Ante todo con una defensa de una enseñanza de Ética y valores que reflexione sobre su contexto no quiero decir que simplemente se recojan de forma acrítica los valores del contexto y se difundan. Lo que quiero transmitir es que la Ética y los valores en la educación, como ya he mencionado, están al servicio de un proyecto de sociedad. Y ese proyecto es una sociedad plural, laica que respete las diferentes confesiones (o no creencias) y que sea consciente de su dinamismo y las razones de éste, así como sus implicaciones. La educación, y sobre todo la Ética y valores en la educación, no debe olvidar que su finalidad es formar a un ciudadano, no la formación de un consumidor acrítico o un trabajador o empresario que deje de lado las otras dimensiones de su persona y que se olvide de su responsabilidad social. Tampoco debe olvidar, para no caer en frustraciones innecesarias, que la educación sólo es una parte de los esfuerzos (junto a los esfuerzos económicos y políticos) en la construcción de esa sociedad de ciudadanos y no de individuos atomizados.
Referencias bibliográficas:
Bourdieu, P. (1997), Sobre la televisión, Barcelona: Anagrama.
Fraser, N. (2007), Escalas de justicia, Barcelona: Herder.
Johnson, S. (2000), ¿Quién se ha llevado mi queso? Como adaptarnos a un mundo en constante cambio, Madrid: Urano.
Matos Mar, J. (2004), Desborde popular y crisis del Estado. Veinte años después, Lima, Fondo Editorial del Congreso de la República.
Ordaz, P. El papa Francisco defiende la laicidad del Estado, El País, 27/07/2013. Recuperado de: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/07/27/actualidad/1374948221_344203.html