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Rapsodias de la indignación. La movilización estudiantil en Colombia durante el año 2011
Rhapsodies of indignation: The student movement in Colombia in 2011
Prospectiva, núm. 22, pp. 93-115, 2016
Universidad del Valle

Artículos


Recepción: 25 Febrero 2016

Aprobación: 18 Agosto 2016

DOI: 10.25100/prts.v0i22.1238

Resumen: En el año 2011, el gobierno del Presidente Santos anunció un proyecto de reforma a la Ley 30 de la educación superior, con el fin de impulsar “una educación auto sostenible”. Los estudiantes rechazaron la propuesta gubernamental e iniciaron una movilización propositiva y una presión mediática para lograr archivar el intento de reforma. En esta historia- acontecimiento se analiza la protesta de los estudiantes y el impacto que tienen los medios de comunicación y las tecnologías de la información y comunicación en el desarrollo de una lucha incrustada en el acontecer nacional.

Palabras Clave: Movilización, Estudiantes, Colombia, Educación.

Abstract: In 2011, the government of President Santos announced a draft amendment to the Law 30 of 1992 to promote “sustainable self-education.” Students rejected the government proposal and initiate a proactive mobilization and media pressure to archive the reform effort. In this story-event, the protest of students and the impact of media and information technology and communication in the development of a struggle embedded in national events, are analyzed.

Keywords: Mobilization, Students, Colombia, Education.

1. Introducción

El cuerpo del trabajo se desarrolla en tres partes. La primera es el referente teórico donde se modelan los conceptos puntuales para la investigación, entre los que se destacan la movilización social, la acción colectiva y la dinámica rapsódica de Berardi; estos tres conceptos son trabajados por autores desde una coyuntura empírica de análisis a fenómenos sociales. Por tal razón se es cuidadoso en que dichos conceptos sean aplicables a la realidad y al contexto colombiano. La segunda parte del artículo expone la coyuntura del año 2011 como un punto de inflexión en las movilizaciones sociales en Colombia, pues las apropiaciones de las nuevas tecnologías de la información transforman los espacios de debate anteriormente reservadas al gobierno y a los emporios económicos. La tercera y última parte expone los hallazgos teóricos al recurrir al análisis de la movilización del 2011 e invita a pensarla no desde las categorías de los años de 1970, sino como un todo y una parte, teniendo en cuenta la derivación en la lógica misma de la movilización como producto de una tendencia globalizada y neoliberal orientada al consumo.

2. Metodología

El presente artículo se presenta como resultado de una investigación de tipo cualitativa, la cual, desde un enfoque hermenéutico, analiza los hechos ocurridos en el año 2011 con motivo de las movilizaciones estudiantiles en rechazo a la reforma a la Ley 30 de Educación Superior.

A partir de allí, no solo analiza el discurso de los textos que propone la prensa alrededor de la temática, sino también se preocupa por interpretar las propuestas estudiantiles a partir de discursos expresados mediante acciones colectivas cuya herramienta esencial son las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Para ello, se realiza una revisión documental exhaustiva de archivos periódicos, en específico como la revista Semana y las publicaciones oficiales de la MANE (Mesa amplia nacional estudiantil)3. El filtro para la elección de la documentación parte, en primer lugar, de los alcances mediáticos de las fuentes de información que utilizan; para ello se tienen en cuenta datos como las veces que la noticia es leída y compartida, por tanto, la investigación se basa en la documentación disponible en internet. La información se organiza de manera periódica, de manera que permite a los investigadores identificar y analizar la dinámica cambiante del problema estudiado. El análisis se realiza mediante el método de triangulación de la información primaria -prensa- junto con investigaciones realizadas que anteceden la actual propuesta investigativa, así como con la teoría de los nuevos movimientos sociales del siglo XXI, la conceptualización rapsódica de Berardi y la teoría de los medios de comunicación. De dicho proceso, surgen los resultados aquí presentados, con el fin de aportar a los desarrollos teóricos sobre las movilizaciones sociales en Colombia a la academia tanto nacional como internacional.

2.1 Acercamiento Teórico

El primer concepto que enlaza esta investigación es la definición de una movilización social ¿Es lo mismo que un movimiento, o son formas de llamar distinto algo que finalmente viene siendo lo mismo? Un acercamiento teórico puede tomar como referente los análisis de autores como Tilly, Touraine o Melucci y de esta manera decidir desde la perspectiva del investigador cuál noción prefiere; pero este tour analítico debe ser muy cuidadoso al intentar descifrar una problemática social en una realidad tan ambivalente como la colombiana. Teóricamente, las movilizaciones estudiantiles están enmarcadas en los nuevos movimientos sociales, son estrategias de acción colectiva formuladas por grupos de personas que quieren generar un cambio o presión frente a un tema y tienen en común una lógica liberal o incluso progresista (Castro-Gómez, 2015). Por esta razón, es común encontrar que las movilizaciones estudiantiles están nutridas por personas jóvenes en su mayoría, quienes buscan dar un nuevo sentido al horizonte que perciben; en ellos hay una molestia permanente por el mundo que tienen o que se les ha heredado y por esto hacen parte de activismos ecológicos, de género y cívicos. Esto marca una ruptura con los movimientos sociales clásicos y decimonónicos. Las nuevas movilizaciones no son marcos rígidos que definen a una masa dinamizada por una dialéctica de lucha de clases (Negri, 2008), sino que son encuentros y construcciones en los que se tejen, desde el individualismo, posturas que a la larga construyen una cultura política.

De esta manera, analizar las movilizaciones estudiantiles es un panorama complejo, muchas veces ordenado y categorizado de forma diacrónica. En otras palabras, las dinámicas son estudiadas de manera lineal: una línea de tiempo evidencia la construcción de estas movilizaciones y se integra a macro-acontecimientos como la revolución cultural de 1968, las crisis energéticas de los años 1970 y las crisis económicas y sociales de los años 1980, a la par de la implementación del neoliberalismo y su coincidencia con el apaciguamiento de las movilizaciones sociales penalizadas con el Estatuto de Seguridad de 1978. En síntesis, las movilizaciones sociales son el barómetro social por excelencia para entender no solo los descontentos de la población sino el espectro político, económico y su desenvolvimiento en la cotidianidad de realidades muy específicas, en este caso la colombiana.

Y existen dos momentos que recogen la tensión de la realidad local, son dos momentos que indican un cambio: la implementación de una nueva lógica o un nuevo devenir planetario en el año 2011 y los puntos de referencia con las movilizaciones del año 1971. Las movilizaciones de 1971 obedecen, en primer lugar, a una desaprobación de un proyecto globalizado de los Estados Unidos por ejercer presencia en Latinoamérica y de esta manera detener el avance de las ideologías comunistas. La reforma de las universidades propuesta en el Plan Atcon limita cualquier forma de organización estudiantil, limitándolos a ser simplemente espectadores más en la toma de decisiones que a la larga influyen en las cátedras universitarias. Esta educación busca adiestrar a los estudiantes, no como profesionales integrales sino como una pieza corporativa que debe lealtad a una empresa u organización y a la planetarización del neoliberalismo como política de rescate económico (Acevedo, 2016). Tan solo cuarenta años después -en 2011- las promesas de restauración económica se quedan en solo eso, una promesa. La desigualdad económica incrementa la brecha entre países ricos y pobres y la aparente innovación del neoliberalismo que es la capitalización del consumo y las experiencias producto de la misma solo inducen al endeudamiento. Este malestar lleva a que los jóvenes consideren que no tienen futuro y que la mercantilización de derechos fundamentales como la educación quede resumida a un juego de capitales económicos y sea necesario actuar. La conclusión es la misma en distintas latitudes del planeta, lo cual lleva a una serie de movilizaciones en el mundo entero y Colombia no es la excepción.

¿Cómo relacionar dos puntos de inflexión similares en forma, pero distintos en fondo? Desde luego, ambos fueron protagonizados por jóvenes, pero distintos tipos de jóvenes en dos temporalidades y contextos de Colombia dispares. Franco Berardi realiza un despliegue teórico y analítico importante al analizar un caso similar en Italia. El autor delimita las nuevas expresiones de protesta no en un marco lineal de tiempo sino en una aparición fugaz como efecto de medidas que afectan el presente inmediato y el futuro cercano. Arriesgándose a ser considerado un determinista tecnológico, expresa las tensiones y variables de cambio a partir del acceso que tienen las personas a las tecnologías de la información y comunicación y, sobre todo, a la independencia y uso libre para que puedan disponer de las mismas. Estas nuevas formas de movilización toman la tecnología como principal herramienta de protesta y aglutinante de la acción colectiva. Este comportamiento rapsódico es aparentemente independiente de fenómenos anteriores pero retoma la carga ideológica a partir de una ficción acontecimental4 y no de una historicidad (Berardi, 2007).

Estos acontecimientos ficcionales no funcionan desde una lógica dialéctica, sino a partir de una producción heterogénea en la que cada actor social delimita la función histórica que pretende emular. En otras palabras, cada actor retoma de acontecimientos similares lo que cree que le conviene y lo anexa a su relato, aun cuando éste no tenga una sincronía ideológica. No obstante, y pese a esta ausencia ideológica, si el relato le es útil puede darle fuerza a su discurso y convertirlo en una dinámica recombinante (Berardi, 2007). Este pragmatismo acontecimental recoge luchas e ideas y es aplicable a realidades distorsionadas en las cuales la mixtura entre las pretensiones, la historia y el acontecer inmediato convierten las acciones colectivas en un rompecabezas para los teóricos sociales y, en especial, para los historiadores. La recombinación es una herramienta útil para seguir procesos de realidades como la historia latinoamericana, donde no es recomendable replicar literalmente modelos o conceptos pensados para problemáticas de otras latitudes.

2.2 Antecedentes de la acción colectiva

Desde los años 1970, el protagonismo de las movilizaciones y la conformación de los movimientos estudiantiles crece a un ritmo exponencial. Pero con el neoliberalismo, los jóvenes fueron rediseñados hacia una lógica educativa en la que cualquier forma de movilización, agrupación o encuentro es una pérdida de tiempo. Esto llevó a un decrecimiento y pérdida de protagonismo de los estudiantes ante las problemáticas sociales. El panorama es desalentador, incluso se habla de la muerte del movimiento estudiantil, una construcción teórica apresurada hacia una serie de incursiones de estudiantes por salvaguardar una serie de garantías cristalizadas en el cogobierno universitario y la construcción latinoamericana de la autonomía universitaria.

Después de la efervescencia de las protestas estudiantiles entre 1971 y 1972, con un acompañamiento mediático y el apoyo de la comunidad en general, se inicia un proceso de atenuación de las apariciones de las movilizaciones hasta que se convierte en un proceso reactivo y desestructurado. La pérdida de la fuerza ideológica altamente politizada con que se presentan a la comunidad las dinámicas estudiantiles de aquellos años es un síntoma de que la juventud cambia y deja de creer en las utopías (Acevedo & Gonzales, Movilización y protesta estudiantil en Colombia (1971). Una lectura desde la organización gremial por el cogobierno universitario y la memoria de protagonistas y testigos, 2011). De manera que los acontecimientos de inicios de la década de 1970 se sitúan muy lejos de los contemporáneos.

La coyuntura más cercana a las movilizaciones que se dan en el año 2011 aparece dos décadas atrás, concretamente en el año de 1991. Esta coyuntura surge en vísperas de una nueva Constitución Política y la caída fáctica del dualismo que divide las ideologías y compacta el mundo en solamente dos concepciones: capitalismo versus socialismo. Para Colombia esto significa una apertura democrática y económica que hace posible generar nuevas propuestas en la construcción social y participativa del país, pero limita el aporte y desarrollo de lo público con la adopción de postulados neoliberales. La dispersión del estudiantado hace inconexas las formas de protesta y quedan limitadas a una lucha por objetivos puntuales que van desde mejoras en el bienestar universitario hasta el presupuesto que manejan las universidades:

(…) las diversas acciones estudiantiles, como el paro triestamentario en la Universidad Industrial de Santander (UIS) en marzo de 1990 frente al recorte del servicio de comedores estudiantiles; las movilizaciones realizadas en la Universidad del Atlántico en octubre de 1990 exigiendo investigaciones sobre los manejos administrativos de la institución; la marcha de los estudiantes de la Universidad del Valle (UNIVALLE) en mayo de 1992 exigiendo atención por parte del Estado en cuanto al incremento presupuestal; la movilización y posterior toma de las antiguas residencias ‘Antonio Nariño’ de la Universidad Nacional (UN) en febrero de 1993 exigiendo la reapertura de éstas y la disminución de los costos de las matrículas, entre otras de menor renombre en los diarios y la prensa de circulación nacional, que giraban en torno a la denuncia y oposición a los allanamientos, militarización, cierres de colegios y universidades, y especialmente, en la secundaria en contra del servicio militar obligatorio y otros derechos que consideraban vulnerados (Súarez, 2013, p. 48).

En 1998 se lleva a cabo el Congreso Nacional de Estudiantes en la ciudad de Cartagena y como efecto de éste se crea la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEU), que luego cambia el nombre a Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarios (ACEU). Esta organización busca retomar el concepto setentero de la autonomía, democracia participativa y la defensa de lo público en beneficio de la sociedad colombiana (Súarez, 2013, p. 62). El intento de formas de reagrupamiento organizativo de los estudiantes se da en un escenario social y político nada propicio para ello. A la intensificación de la violencia entre los años 2002 a 2009 (Albdia, 2010), se suma la lucha internacional contra el denominado terrorismo. Este escenario lleva a la intervención gubernamental de las universidades en Colombia (Súarez, 2013, p. 91). Desde los 1960 y 1970 las universidades son consideradas como invernaderos ideológicos de grupos al margen de la ley, en su mayoría asociados a tendencias izquierdistas y comunistas. El impacto que genera tal intervención llevó a un debilitamiento de la movilización estudiantil (Archila, 2008, p. 149).

Al delicado panorama nacional, como causa de la desaparición de la acción colectiva estudiantil, se suma un nuevo elemento: la distracción que ofrece la tecnología a los jóvenes. Hijos putativos de la televisión, las consolas de videojuegos y la computación, el encierro en sí-mismo es más atractivo y toca niveles críticos, incluso en la construcción de las sexualidades, hasta el punto que los millennials prefieran pasar más tiempo en las redes sociales que tener sexo (Revista Semana, 2016). Las distracciones como el rock n roll, la psicodelia de 1970 y la liberación sexual son fantasmas del pasado que no llaman ni siquiera la atención al nuevo público juvenil. El éxito del neoliberalismo no radica exclusivamente en una forma de interacción del mercado y la economía sino en el afianzamiento de una lógica individualista que concibe cualquier concertación como una pérdida de tiempo (Gago, 2014) y una amenaza a la integridad a partir de la visión paranoica de la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo.

3. Hallazgos: La recombinación de la movilización estudiantil

En el 2010 hay un cambio en el poder y en el horizonte político nacional. Juan Manuel Santos asume como Presidente de Colombia tras ocho de Álvaro Uribe. Si bien se cree que el nuevo gobierno es la continuidad de las políticas represivas de la década anterior, el programa de gobierno muestra un cambio sustancial e introduce el diálogo como apuesta para supervisar y superar los problemas sociales, aun cuando continúa con una abierta tendencia neoliberal con la apertura económica, la desregulación del mercado y, desde luego, la pérdida progresiva de las responsabilidades del Estado en temas de orden social como educación y salud.

El gobierno de la “Prosperidad para todos” es un momento clave: la firma de un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos es un hecho y acuerdos implícitos en materia tecnológica, educativa y social reformulan cambios en políticas económicas y públicas. En tan solo un año el Presidente establece la hoja de ruta para una serie de reformas, entre las que se encuentra la reestructuración de la educación superior para mejorar la cobertura y hacerla autosuficiente, acorde a los nuevos retos de una sociedad globalizada. El gobierno anuncia un proyecto de reforma educativa a la Ley 30 de 1992. Un intento de reforma educativa con algunos puntos coincidentes con el de 19715 que une a los estudiantes dos décadas atrás en el rechazo a unas medidas neoliberales que preocupan sobre todo a los estudiantes de izquierda. Como en el año 1971, en el 2011 las movilizaciones perderán visibilidad frente a problemas como la violencia urbana que sacude la cotidianidad nacional en medio de una apuesta de guerra por parte de la guerrilla con atentados a oleoductos, gasoductos, etc. (El rebelde informativo, 2011).

Durante los primeros meses de 2011, después del anuncio de la reforma, se produce una difusión del tema por medio de comerciales en la televisión nacional. El aumento de las intervenciones de la ministra de educación, María Fernanda Campo en la parrilla televisiva tiene un objetivo: hacer cotidiano el tema, mostrarlo como algo normal, y de esta manera lograr que pase inadvertido y sea aceptado bajo la caducidad relativa e instantánea que tienen los acontecimientos. Con mensajes positivos que invitan a una mejor educación sí es posible y promoviendo la educación como locomotora alternativa para lograr la prosperidad para todos, el gobierno intenta parecer consecuente al proponer una reforma educativa paralela a la inmejorable situación económica del país que lo ubica entre las economías emergentes y en la cúspide de la productividad, basándose en el aumento hasta del 400% del precio de insumos de materia prima como el petróleo en el mercado global (Europa Press, 2008).

Con lo que no cuenta la ministra es que los jóvenes, profesionales en el consumo de medios de comunicación, van más allá de la voz apacible de la Ministra y de las ventajas de un lema incluyente. Hay una crisis en la educación superior y el problema es aceptado por todos, tanto por el gobierno como por los estudiantes; en lo que difieren es en la forma de tratarlo. La situación educativa financiera de las universidades públicas muestra que existe un vacío presupuestal imposible de cubrir. Así mismo, la investigación y la escasa calidad académica universitaria auguran para el país un futuro gris: profesionales que salen al mercado como mano de obra calificada, pero sin una formación adecuada para la innovación y creación de conocimiento (Agencia de noticias de la Universidad Nacional, 2011). Paralelamente a la propuesta de reforma educativa es posible leer a columnistas en distintos portales y periódicos nacionales anunciando: “puede que la bonanza minera no dure toda la vida” (Gonzales, 2011). Como respuesta a la incursión publicitaria de la ministra, tanto los estudiantes como los académicos analizan las pretensiones del gobierno con la reforma a la Ley 30 y se muestran alarmados por la intención del gobierno en la creación de universidades con ánimo de lucro (Wasserman, 2011) (ver figura 1).


Figura 1
Leo Sátira (2011). Costo educativo.

En abril de 2011 se presenta una nueva fase en el desarrollo de la reforma a la Ley 30: el gobierno de Juan Manuel Santos tiene la necesidad de reformar la educación superior y los estudiantes ven la oportunidad para discutir una reforma, pero una que inyecte recursos a la educación y fortalezca la formación integral sin condicionamientos privados. Con lo que no cuenta el gobierno en cabeza de la ministra de educación es que se enfrenta a una nueva forma de hacer política: más que obtener el monopolio de un canal e informar lo que conviene informar, en la híper-conectividad expresa el mejor contenido quien lleva la iniciativa con mensajes lúdicos y novedosos.

No es lo mismo el poder político que se muestra poderoso y combate a los manifestantes con fuerza represiva, que el poder político incapaz de contener a cientos de manifestantes creando contenidos desde sus casas; algunos, incluso, con direcciones IP anónimas y con vastos conocimientos informáticos que los hacen prácticamente indescifrables. El manifestante cambia y con él la topología social de contenerlo y callarlo. Quienes protestan contra la Ley 30 no son actores sociales cuya identidad privada es extinguida psíquicamente por una exigencia excesiva de los objetivos de la masa (McLuhan, 1978); son jóvenes, la mayoría sin una ideología política definida, ni afán ni tiempo para rebelarse o anhelar la caída del sistema; su única necesidad es mantener la identidad privada, ser reconocidos en medio de una indignación con forma de enjambre. No pretenden ser nadie, solo anhelan ser un alguien que está expuesto y solicita atención.

Esta exposición de millones de jóvenes creando contenidos permite, en primer lugar, catapultar la versión gubernamental de la reforma y, al mismo tiempo, crear un caos informativo en el que hay parodias hacia el gobierno, la ministra y los personajes públicos. En otras palabras, este fenómeno es denominado una shitstorm, esto es, un lugar donde hay más burlas y parodias -memes- que propuestas bien fundamentadas. La tormenta de información que se genera es tal que el público no sabe qué versión consumir. Por un lado, está la marcada de los medios de comunicación con poderosas asociaciones económicas que tienen su cuota política en el gobierno. De otro lado, está el monstruo independiente y recursivo de los jóvenes que se oponen a la reforma con campañas atrayentes. Para el 1º de abril de 2011 el semanario más importante de circulación nacional publica un artículo llamado “Reforma a la ley 30: por qué si, por qué no” como alternativa para ilustrar una paradoja informativa que dificulta la comprensión de lo que en verdad está pasando (Revista Semana, 2011).

El proyecto de reforma de la Ley 30 facilita que la empresa privada invierta en las universidades públicas. Para la ministra Campo:

Hoy un empresario contrata servicios con la universidad, pero queremos que no solo contrate, sino que invierta capital para desarrollar proyectos específicos, que se meta la mano al bolsillo y genere innovación con las universidades (...) que pongan la plata, vendan servicios, desarrollen conocimiento y ojalá ganen bastante». El llamado era para que los empresarios invirtieran dinero a sectores específicos de una producción inmediata y rentable como el sector minero-energético. En otras palabras: para que ganaran bastante (Revista Semana, 2011).

El entonces rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, replica en el mismo artículo que la propuesta de reforma educativa del gobierno no es clara; si bien puede entrar capital financiero de las empresas a las universidades, queda un interrogante: ¿Qué tanto el interés privado influye con la misión y con la verdadera función de las universidades? (Revista Semana, 2011). No todos los problemas son de dinero ni se solucionan con una chequera gruesa. Las universidades latinoamericanas y las colombianas juegan un papel vital en la sociedad: la comprensión de un aparato social e ideológico que fundamenta una crítica continua a un país que ignora las necesidades de una brecha social imperante, una violencia desmedida, un conflicto interno, más las necesidades y problemas compartidos con los países latinoamericanos por políticas neoliberales. De esta manera, el capital privado por invertir transforma los horizontes misionales de las universidades y compromete la autonomía universitaria.

Según el gobierno, la reforma busca fortalecer la regulación, la acreditación institucional y la continua evaluación a la calidad educativa. Sin embargo, para la contraparte el discurso del gobierno lo que busca es dar más poder al Ministerio de Educación y politizar tanto las decisiones como los proyectos de las universidades, los cuales son independientes y, en muchos casos, en oposición a las políticas del Estado. José Fernando Isaza, presidente de la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), afirma:

Es peligroso para la democracia que se le entregue tanto poder a un organismo ejecutivo, sin controles por parte de los órganos judiciales. La propuesta le da una fuerte capacidad sancionatoria al Ministerio, pero hay que tener cuidado porque realmente puede llevar a abusos (Revista Semana, 2011).

En medio de esta nube de indignación, en su mayoría virtual, es necesario generar una red logística y estructurada que guíe y fundamente los objetivos y promueva un contra discurso lo suficientemente estable para que ejerza competencia a la propuesta gubernamental e incursione en el mundo real, que haga visible a los miles de ciudadanos que rechazan la imposición de una reforma que atenta con la poca calidad educativa que existe. Es complicado hacerlo en una sociedad como la contemporánea y más con un target poblacional joven que no cree en proyecciones utópicas del derrocamiento de un sistema. Contra todo pronóstico, y con el pesimismo de que las críticas no pasan de un comentario en internet, se organiza y teje un sentido relacional con la suficiente credibilidad para reunir a la heterogénea población estudiantil. La Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) es el síntoma contestatario y contra discursivo de la propuesta gubernamental. Pero en 2011 la diferencia radica en que los mensajes circulan en un contexto de redes sociales, teléfonos inteligentes y mega conectividad, lo cual produce una respuesta contundente y ordenada de contrarreforma.

El 20 y 21 de agosto del mismo año se organiza la primera reunión de todos los representantes de las universidades en la Universidad Distrital de Bogotá. La organización y el enfoque discursivo se enfoca en seis puntos claves: financiación del derecho a la educación, autonomía y democracia universitaria, calidad académica, bienestar universitario, libertades democráticas y relación de la universidad con la sociedad. El trabajo amerita una expansión discursiva y una aparición en la comunidad. La Mane propone la necesidad de crear campañas movilizadoras atrayentes, esto es, que no generen pánico ni molestia en la población, sino una recuperación del apoyo perdido por parte de la comunidad, efecto del terror en épocas anteriores en las que múltiples propuestas se desvanecen en olas de destrucción, desapariciones e incontenible violencia.

La configuración y estructuración de la Mane es sencilla pero eficiente: dos miembros de cada localidad o universidad de la región coordinan las movilizaciones. Paralelo a esto se publican comunicados oficiales con actividades distintas a la estudiantil, como el paro campesino, campañas medioambientales y la concientización de luchas de género (Federación de Estudiantes Universitarios, 2011). Los periódicos regionales explotan en titulares; hay una construcción continua de información que catapulta la versión oficialista. Y también una expectativa que se multiplica en diversas emociones de cambio, como la esperanza revolucionaria de sectores de izquierda que ven un país en crisis.

“¡El cambio es ahora!”, se pregona a la vez que surge una pregunta: ¿De qué cambio estamos hablando? En una sociedad en la cual todos hacen lo que consideran su mejor opción, la capitalización del sí-mismo dificulta trabajar en sincronía con otros. Para ello es necesario que todos los estudiantes participen democráticamente en la movilización: una movilización para todos y con el apoyo de la mayoría. El 7 de septiembre se lleva a cabo una movilización que reúne a estudiantes de secundaria, padres de familia, profesores universitarios y miembros de la Federación Colombiana de Educadores (Cardona, 2011).

Mientras se anexan más actores sociales a la movilización es necesario contar con el respaldo de los mismos. Se realiza entonces una consulta en todas las universidades del país. El 6 de octubre se demuestra por consulta popular la tesis que fundamenta cualquier intención de conciliación con el gobierno: “la ministra Campo miente” ¿En que se basan los estudiantes para afirmarlo? Días anteriores, por los medios de comunicación, la ministra de Educación Campo afirma que desde el 2010 y parte del 2011 se presenta la reforma en las principales universidades del país. Los estudiantes molestos por tales afirmaciones señalan que el gobierno de manera inconsulta decide el futuro de la educación nacional. Esta son las preguntas de la consulta:

  1. 1. ¿Participó usted en la construcción del proyecto de Nueva Ley de Educación Superior presentado por el gobierno de Juan Manuel Santos?
  2. 2. ¿Comparte el contenido del proyecto de Nueva Ley de Educación Superior presentado por el gobierno de Juan Manuel Santos?
  3. 3. ¿Estaría dispuesto a participar en la construcción de una propuesta alternativa de Universidad? (Mane Colombia, 2011)

A las dos primeras preguntas, los estudiantes respondieron NO; a la tercera, SI. El 2 de octubre de 2011 se lleva a cabo un paro estudiantil de 48 horas. Para esta fecha, los estudiantes lanzan un Programa del Movimiento Estudiantil Universitario Colombiano, en el cual consignan:

  • Aseguramiento de la Educación como un derecho y una condición necesaria para el desarrollo nacional, dejando de lado su connotación como mercancía; por tanto, rechazamos de manera íntegra y categórica la nueva Ley de Educación Superior y cualquier medida que tenga como propósito abrirle paso al lucro y a las transnacionales de la Educación Superior, incluyendo aquellas que hacen parte de los Tratados de Libre Comercio y los demás acuerdos comercia- les que Colombia adopte sobre esta materia.

  • Financiamiento estatal adecuado a la Universidad Pública sin condicionamientos, es decir, un aumento de los recursos estatales a la base presupuestal que dé cuenta de los costos generados en seguridad social, nomina docente y administrativa, programas de bienestar, aumento de cobertura, investigación e inversión.

  • El Estado debe ejercer la función de inspección, vigilancia y control sobre los montos de las matrículas en universidades colombianas.

  • Eliminación de exenciones tributarias a las multinacionales extranjeras e incremento progresivo de la participación estatal en la explotación de recursos naturales, en particular los de tipo minero- energético y reducción del presupuesto destinado tanto a la guerra como a la deuda pública.

  • El ICETEX solo será financiado por recursos del estado, no provenientes de deudas con el sector financiero ni con organismos multilaterales de crédito, así tendrá la capacidad de reestructurar sus créditos, suspender los procesos contra quienes no han podido pagarlos y refinanciar los restantes. (Acevedo & Correa-Lugos, 2015)

El 3 de octubre es la hora cero de la movilización. El gobierno ignora la presión por parte de los estudiantes, el despliegue mediático en las redes sociales (los besatones, plantones, carnavales en contra de la movilización) y el despliegue intelectual y discursivo de los estudiantes con un rotundo “cero violencia”. Pese a esto, la ministra radica la reforma en el Congreso de la Republica. De inmediato los líderes de la Mane anuncian un paro indefinido y se intensifican las movilizaciones a lo largo del país. Las redes sociales colapsan: cientos de fanpage en contra de la reforma, tuits y hashtags cómo #AbajoLaLey30 o #NoALa30 se convierten en trending topics en cuestión de horas. El 12 de octubre de 2011, en un comunicado claro y directo, los voceros de la Mane exigen al Gobierno Nacional cumplir con las demandas del Programa Mínimo. El paro indefinido se suspende sí y solo sí se archiva el Proyecto de Ley y crea una comisión conjunta entre universidades y estudiantes para discutirlo:

En el marco de la Movilización Nacional en contra de la Ley 30 y su respectiva reforma, y por la construcción de un modelo educativo más justo e incluyente, los estudiantes organizados a nivel nacional en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, MANE, acordamos realizar un paro nacional universitario de carácter indefinido tras la radicación del proyecto de ley, el cual se mantendrá hasta que el gobierno nacional lo retire y dé garantías para la construcción de una reforma realmente democrática que responda a las necesidades de la universidad y del país, estableciendo para ello como hora cero el 12 de octubre del presente año (Mane, 2011). Los días 15 y 16 de octubre del mismo año se lleva a cabo el II Encuentro de estudiantes. Esta vez es la Universidad Nacional de Colombia quien recibe a los estudiantes indignados en el legendario auditorio León de Greiff. Las mesas de trabajo parten del interrogante donde buscan el significado de la movilización: más allá de un por qué, los estudiantes se proyectan en un para qué.

Las movilizaciones hasta este momento son de una naturaleza reactiva y cambian a un enfoque propositivo, o sea, comprenden que para vencer al gobierno con toda su maquinaria publicitaria es necesario concebir la protesta como una ola de indignación, y esto significa partir desde una conceptualización que es necesaria y consciente. Indignarse genera un estado de confort en el sí-mismo. Funciona como una catarsis existencial a los problemas sociales, a la angustia de fracasar en un sistema que devora todo a su paso. Un sistema que hace creer que con montar bicicleta, reciclar o salir a marchar se contribuye a un cambio. Pero, por mucho, lo que se consigue es dormir una noche tranquila, tal vez con la misma sensación que producen los fármacos antidepresivos en una sociedad de lógica neoliberal en la que todos somos enfermos.

Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace a si mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de la explotación ajena, por el contrario, es posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. Precisamente en esta lógica se basa la idea de Marx de la «dictadura del proletariado». Sin embargo, esta lógica presupone relaciones de dominación represivas. En el régimen de la agresión hacia sí mismo. Esta auto-agresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo (Han, 2014, p. 10).

De este encuentro de estudiantes surge la Jornada Continental de la Lucha por el Derecho a la Educación, un evento sin precedentes para el 24 de noviembre de 2011. El plan es ambicioso: unir a estudiantes latinoamericanos, en especial de Chile y Colombia para que expresen su voluntad de hacer una educación no al servicio de empresas y capitales privados, sino dirigido a la comunidad y al servicio de todos, y con el fin de reducir la desigualdad social hasta su mínima expresión, que es, según los jóvenes, el verdadero significado de progreso (AFP- DPA, 2011).

Ante la magnitud y acogida de lo que es este acontecimiento y las intervenciones de estudiantes frente al Congreso, el gobierno decide archivar el proyecto de reforma el 16 de noviembre de 2011 y ofrece a los estudiantes una participación activa en la realización de una nueva reforma. La acumulación de optimismo y asombro en el ambiente es apoteósica. Después de muchos años se constata una victoria contundente de la movilización estudiantil, y, lo más importante, el gobierno pasa de un tono desafiante a uno conciliador. La presión social que ejercen los medios de comunicación y las redes sociales es un éxito. Los tiempos cambian y con ellos las formas de lograr las cosas. Durante las movilizaciones la violencia se reduce considerablemente y es posible pasar de los “actos vandálicos” a un ambiente cultural y festivo por la defensa de la educación. Los estudiantes, con sus actuaciones, son conscientes del papel fundamental en el futuro del país. Tienen claro que de ahí en adelante, por lo menos en el papel de las idealizaciones, pueden definir el curso de la reforma a la educación. Algo, sin embargo, que a la postre -tan solo un año después- no sucederá.

Historiadores como el profesor Mauricio Archila, especialista en movilizaciones sociales en Colombia, destaca la protesta estudiantil y la ve como un triunfo en medio de un tiempo difícil. Advierte también que la violencia de años anteriores, en este tipo de manifestaciones, es producto de la interrelación que se da por el choque ideológico entre lo que se considera un acto vandálico y la represión con fuerza desmedida por parte de los agentes de la ley. Dice, igualmente, que no se puede olvidar que, en este caso, existe un pacto, el cual debe ser cumplido. Esto lo recalca porque, sin temor a equivocarse, argumenta que desde 1975 a 2010 las protestas en Colombia se incrementan por incumplimiento de pactos. De manera que en asuntos de pactos entre gobierno y sociedad civil organizada hay una razón histórica para desconfiar (Camargo, 2011).

Los estudiantes continúan activos en la reforma. El objetivo es la construcción de un nuevo proyecto. Distintas voces se expresan en favor de la movilización estudiantil, incluyendo personalidades del espectáculo como el vocalista de Calle 13. El 15 de diciembre de 2011, junto con la banda de latín folk Real academia del sonido, graban el videoclip «Edukatizacion», y es un éxito local con más de 25000 views en YouTube (La real academia del sonido, 2011). Esta es una de las tantas estrategias que tienen las nuevas movilizaciones sociales para demostrar con un estilo lúdico y atractivo la situación de muchos estudiantes latinoamericanos, los cuales tienen que trabajar y estudiar al tiempo que lidian con sus problemas personales, causados por la desigualdad económica latente, y endeudarse con los créditos del ICETEX, para luego salir de la universidad a convertirse en un desempleado calificado con una deuda millonaria resultante de una ilusión, de la idea de creer que estudiando se puede llegar lejos y mejorar la calidad de vida.

El apoyo de sectores artísticos a la causa de los estudiantes es un signo del renacer de un rock visceral, tropical y atractivo comprometido con las luchas sociales. Consciente, además, de que es un mercado atractivo, distinto al sector romántico y rebelde, filtrado por el sexo, las drogas y el rock and roll. Esto conduce a la paradoja de la revolución en un mundo capitalista en el que cualquier síntoma de revolución, indignación o descontento es aprovechado por el sistema para generar ingresos desde el goce, la necesidad o angustia. Esta tendencia, que deviene desde hace mucho tiempo, es magistralmente analizada por Marshall Berman, cuando define el capitalismo como la puesta en práctica del nihilismo (Berman, 1988). Solo con los cambios continuos del capitalismo es posible generar nuevas mercancías; y tanto la indignación como la revolución son el mejor barómetro para conocer lo que anhela consumir una generación, que es casi siempre la ilusión de un futuro mejor.

El año 2011 concluye con un buen pronóstico para los estudiantes, pero no han conseguido aún un cambio estructural que cumpla con la misión social de la educación en Colombia. En 2012 los estudiantes sostienen una agenda de trabajo, reuniones programáticas y discusiones para lograr la creación de un Proyecto de Ley alternativo de Reforma a la Educación Superior. La propuesta en aspectos como financiación, calidad académica, investigación y autonomía impulsan la creación de contenidos críticos. A comienzos del año 2013 los estudiantes anuncian que la propuesta está completa y responde a la aprobación de diversos sectores estudiantiles y rescata los principios historicos de autonomia universitaria.

4. Conclusiones

Las continuas movilizaciones sociales en todo el mundo generan un ambiente de indignación por políticas que atentan contra el futuro de la población más joven del planeta entero. Es posible afirmar que las nuevas movilizaciones sociales, más que asumir una posición política, son el resultado de un estado anímico producto de un descontento que afecta de manera directa la percepción del porvenir de los actores sociales. De cierta manera, el neoliberalismo destruye la integración o esa fuerza de aglutinación presente en las movilizaciones sociales de las décadas pasadas. Paradójicamente, este mismo construye actores lo suficientemente capaces para crear su propio horizonte de indignación; actores que buscan arreglar lo que los afecta recurriendo a debates directos y sin una jerarquización vertical en la que se necesitan de líderes. Esta es una de las principales diferencias entre las actuales y anteriores nociones de movimiento y movilización: el paso de actores de masas a actores enjambre con sus propios intereses definidos.

La fuerza de las movilizaciones en el mundo entra en una pasividad después del año 2013. Algo similar sucede en Colombia. Esta pasividad es una de las críticas hacia las nuevas formas de movilización social, pues no están en una continua producción y presión frente a las problemáticas sociales. Hay que recordar que las nuevas movilizaciones de 2011 no buscan desequilibrar gobiernos o tumbar el sistema. Simplemente quieren hacer más humano el gobierno y el sistema. De todas formas hay que estar atentos, pues existe una mediación continua de los actores sociales en todos y cada uno de los acontecimientos. Son acontecimientos a la carta, en los que se escoge cuáles hacen parte o no de una historia -la propia- y una cotidianidad. En otras palabras, se está frente a una homogenización acontecimental y, lo que es más complejo, ante una homogenización de la indignación.

La apertura de las nuevas tecnologías de la información representa un reto para quienes trabajan en la investigación social. Si bien no recibe aún la suficiente importancia que necesita, debe ser tratada con el mismo profesionalismo usado en otras fuentes de información. Es necesario analizar los acontecimientos cercanos a la contemporaneidad, en primer lugar, porque son dinámicas sensibles que merecen un trato más allá de la novedad noticiosa y están conectados a una red más densa que el aparente tiempo-presente6.

Un somero análisis de las movilizaciones lleva a identificar en esta investigación que hay problemas trasversales educativos a la coyuntura temporal de una reforma, como es la autonomía, la libertad de cátedra y el financiamiento, los cuales escapan a las reformas políticas que los gobiernos de turno realizan. Problemas que obedecen más a una fricción entre una lógica oficialista que busca la optimización -a coste de baja inversión- y la complejización de los estándares de calidad y una lógica contraria a la oficial que busca la calidad bajo la protección de un bien común, que no es la educación como tal sino el acceso al conocimiento como mecanismo útil para la reducción de las brechas en desigualdad social.

El debate queda abierto, la historia aún no ha concluido. Hoy emergen de nuevo actores de la historia, listos a reactivarse y organizarse cuando sea conveniente, cuando la educación lo necesite o el gobierno trate de implementar reformas. En 2011, sin necesidad de explicar una lucha continua, la recombinación de identidades, de realidades y necesidades une a actores sociales que manifiestan la lucha por un futuro común. Mientras tanto los historiadores deben analizar lo acontecido y escribir en presente lo que se vive y emerge en este acontecer inmediato convulsivo.

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Notas

7 Esta investigación es resultado del proyecto de investigación: “¿Colombia indignada? Estudiantes y movilización por la educación superior (2011-2012)”. Proyecto adscrito a la UIS-VIE Código: 1761.
1 Historiador, postdoctorado en Ciencias de la Educación, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia-Rudecolombia; Profesor Titular de la Universidad Industrial de Santander, Director del grupo de investigación Políticas, sociabilidades y representaciones Histórico-Educativas. Bucaramanga, Colombia.
2 Universidad Industrial de Santander. Miembro activo del grupo de investigación Políticas sociabilidades y representaciones Histórico-Educativas. Bucaramanga, Colombia.
3 Mane (Mesa Amplia Nacional de Estudiantes): organización que reúne a los estudiantes concertados en las plenarias que buscan concretar las bases fundamentales para una idea y reforma de educación superior incluyente y concertada entre los estamentos universitarios y el gobierno.
4 La ficción acontecimental es retomada desde la ficción histórica de Hayden White: se refiere al relato que toma fuerza no desde una perspectiva histórica oficial sino como una serie de acontecimientos delineados que influyen en el imaginario propio de cada uno de los actores sociales y su percepción de la realidad. Véase, (White, 2010).
5 La historia institucional de las universidades va de la mano con la historia de las protestas sociales dentro de los campus. Las luchas de poder para determinar el rumbo de las instituciones universitarias iban encaminado a una tensión entre distintos proyectos de sociedad sustentados en una base ideológica y política en sintonía con las lógicas geopolíticas.
6 El tiempo presente hace énfasis en el solipsismo sintomático como una representación de la existencia de solo las experiencias que perciben los sentidos del yo; por tal razón, cualquier evento que es representado en forma de relato, como por ejemplo una noticia, queda expuesto a la duda de si en verdad existió o no. Este evento es más que una prueba reflexiva de mi posición en el mundo. Si el evento se somete a una prueba reflexiva es necesario realizar un análisis más profundo que el solo hecho de conocer lo que pasó; implica reconocer cómo lo que pasó afecta mi pasado y es probable que afecte mi futuro.

Notas de autor

Autor de correspondencia: Álvaro Acevedo-Tarazona. Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga, Colombia. Correo electrónico: tarazona20@gmail.com



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