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Mujeres negras y feminismo afrodiasporico en la agenda Brasil-Colombia
Black women and Afro-diasporic feminism on the agenda Brazil-Colombia
Mulheres negras e feminismo afrodiasporico na agenda Brasil-Colômbia
GEOPAUTA, vol. 4, núm. 2, pp. 167-188, 2020
Universidade Estadual do Sudoeste da Bahia



Recepción: 22 Abril 2020

Aprobación: 30 Junio 2020

Publicación: 20 Julio 2020

DOI: https://doi.org/10.22481/rg.v4i2.6531

Resumen: El presente documento busca evidenciar las formas de opresión, dominación y explotación que experimentan las mujeres negras en Brasil y Colombia, y el feminismo afrodiasporico como alternativa de sus movimentos para la creación de una agenda común de resistência. Se presentan algunos elementos de análisis interseccional que permiten percibir que entre dichas categorias existen articulaciones que hacen imposible assumir la primacia de una sobre otra. Se realtan algunas características de la población negra en estos territórios, evidenciando las analogias de la diáspora africana en la reinvención de la vida en diversas geografias. Así como las principales semejanzas en las estrategias de resistencia de las mujeres negras, resaltando las características comunes en la lucha contra el capitalismo patriarcal de supremacia blanca.

Palabras clave: Feminismo afrodiasporico, Geografías de la diáspora, Estrategias de resistencia.

Abstract: This paper seeks to highlight the forms of oppression, domination and exploitation that black women experience in Brazil and Colombia, and Afro-Diasporic feminism as an alternative to the movements of black women to create a common agenda of resistance strategies. Some elements of intersectional analysis show that between these categories there are cross relationships that make it impossible to assume the primacy of one of them over another. Some characteristics of the black population in these territories stand out, highlighting the analogies present in the African diaspora in the reinvention of life in different geographies. We also highlight the main similarities in black women's resistance strategies, emphasizing the common characteristics in the struggle against white supremacist patriarchal capitalism.

Keywords: Aphrodiasporic feminism, Geographies of the diaspora, Resistance strategies.

Resumo: No presente documento busca-se evidenciar as formas de opressão, dominação e exploração a que são submetidas as mulheres negras no Brasil e na Colômbia e o feminismo afrodiasporico como alternativa dos movimentos de mulheres negras para a criação de uma agenda comum de resistência. Apresentam-se alguns elementos de análise interseccional de forma a perceber que entre ditas categorias existem relações cruzadas que fazem impossível assumir a primazia de alguma delas sobre outra. Algumas caraterísticas da população negra nesses territórios são demarcadas evidenciando as analogias presentes na diáspora africana na reinvenção da vida em diversas geografias. Procura-se destacar as principais semelhanças nas estratégias de resistência das mulheres negras grifando as caraterísticas comuns na luta contra o capitalismo patriarcal de supremacia branca.

Palavras-chave: Feminismo afrodiasporico, Geografias da diáspora, Estratégias de resistência.

Introducción

Crecemos en diversos escenarios de socialización en los que aprendemos los principales valores y normas que, en ocasiones, regirán nuestra forma de concebir el mundo. Es posible decir que una característica fundamental de ese proceso son las diferencias, entre niñas y niños, entre niñez y adultez, entre personas blancas y negras. Mientras crecemos no sólo aprendemos las diferencias, también aprendemos los límites que cada una de esas categorías implica, por ejemplo, que las niñas deben tener comportamientos femeninos y los niños comportamientos masculinos, que no está permitido transgredir las fronteras entre uno y otro, y mucho menos explorar caminos nuevos. Hablamos, escuchamos, vivimos, nombramos y aprendemos sobre las diferencias; sin embargo, no hay lugar para las semejanzas.

Mi infancia y mis procesos de autoconocimiento y construcción de identidad estuvieron marcados por las diferencias: ser la más flaca, más alta, más niña, menos negra, la que tenía el pelo de otra forma, la que no tenía ciertas formas en el cuerpo, la que no debía hacer ciertas cosas porque eran de hombres, la que debía hacer ciertas cosas porque eran de mujer. Las diferencias comandaban lo que era y lo que podía hacer y me tomó algún tiempo entender, al menos teóricamente, que la diferencia generalmente está basada en prejuicios y/o estereotipos que aprendemos y reproducimos casi sin cuestionamientos; y no en la comprensión y respeto a la diversidad.

Siempre me reconocí como una mujer rotundamente negra, pero sólo durante el proceso de asumirme políticamente como tal, logré transitar de las diferencias a las semejanzas; comencé a percibir tímidamente las condiciones históricas, la rabia, la lucha y los sueños que me unen a otras mujeres, mujeres a las que considero hermanas porque, como diría la poeta nigeriana Ijeoma Umebinyuo, aunque no comparten mi sangre, comprenden el tipo de tragedias que soportamos para volver a amarnos a nosotras mismas. Comprender lo que me diferencia del mundo, mis formas particulares de ser y estar, y la forma en que algunas de esas particularidades me aproximan a otras mujeres, es un proceso de reconocimiento del lugar que históricamente nos ha sido asignado

A partir de mi experiencia de participación en escenarios de diversa índole con mujeres negras en Brasil y Colombia, reafirmé la diversidad que contradice los estereotipos que pretenden demarcar la existencia de las mujeres negras; avancé en la identificación de algunos marcadores comunes de desigualdad y en el reconocimiento de semejanzas en las estrategias para enfrentarlos, y fortalecí mi vínculo con el feminismo negro y la interseccionalidad como uno de sus principales aportes para analizar y comprender la diferencia, no como exclusión, sino como constatación de la diversidad, de las diferentes formas de existir, ser, hacer y habitar el mundo; es decir, hablar de mujeres negras en Colombia, en Brasil y en el mundo es hablar de diversidad, opresión, desigualdad y resistencia. Este texto intenta presenta uma aproximción a las experiencias de las mujeres negras desde una perspectiva interseccional, lo que quiere decir, desentrañando las particularidades que las abraza.

Hablar de muejres negras em Colombia, Brasil y en el mundo, es hablar de diversas formas de explotación, opresión y dominación; las relaciones sociales de sexo, raza y clase determinan la posición de las personas en la sociedad y para las mujeres negras esas relaciones son traducidas en desigualdad. La interseccionalidad como perspectiva teórica y metodológica busca evidenciar la articulación de las diversas relaciones de poder

El concepto fue acuñado en 1989 por la abogada afroestadounidense Kimberlé Crenshaw, para discutir un caso legal en el que se hacían evidentes diferentes dimensiones de opresión; a partir de ahí, son muchas las mujeres que trabajan la categoría y diversa la interpretación que tienen sobre la misma, por lo que es enunciada como una categoría en movimiento. En la presente reflexión se retoman los apuntes de Mara Viveros (2016), economista afrocolombiana, investigadora de temas de género, quien después de hacer un gran recorrido histórico sobre el desarrollo de dicha categoría, señala que los análisis interseccionales propician reflexiones sobre discursos hegemónicos, exhibiendo en ellos cosas no dichas o disimuladas.

La autora llama la atención para comprender la interseccionalidad como una posibilidad de cuestionar, una metáfora de apertura a las diferencias que posibilite identificar nuevas fuentes de desigualdad social (raza, clase, género, sexualidad, religión, edad, pertenencia política...), lo no dicho o disimulado (Viveros, 2016). Así, una mujer no puede ser definida a partir de esa única categoría, la de ser mujer; es necesario cuestionar esa categoría indagar en su historia para comprenderla como una mujer; racializada; perteneciente a una clase social determinada; con preferencias sexuales particulares; en el marco de una generación específica; con prácticas políticas y religiosas peculiares. La interseccionalidad permite comprender que esa mujer está atravesada por cada una de esas categorías, pero que ninguna de ellas la define de forma individual; desconfía de la homogeneidad de las categorías y revela el poder transformador que tienen al afectarse unas a otras.

Los análisis interseccionales permiten y propician una reflexión permanente sobre la tendencia que tiene cualquier discurso emancipador a adoptar una posición hegemónica y a engendrar siempre un campo de saber-poder que comporta exclusiones y cosas no dichas o disimuladas. Sin embargo, no se pueden contentar con repetir lo que Wendy Brown (1995) denominó el “mantra multiculturalista” (raza, clase, género, sexualidad), descuidándonos y cerrándonos frente a la intervención de nuevas diferencias que pueden generar desigualdades significativas y dominación en la vida social (Purtschert y Meyer, 2009) (VIVEROS, 2016, p. 14)

Para presentar una aproximación interseccional a las mujeres negras de Brasil y Colombia, el texto ha sido organizado en tres partes. La primera presenta una breve conceptualización de las relaciones sociales de sexo, raza y clase, no como categorías únicas, sino como las más visibles en la estructura de opresiones que somete a las mujeres negras en Brasil y en Colombia; las relaciones sociales de sexo, clase y raza determinan los lugares de las personas en la sociedad y para las mujeres negras, esas relaciones se traducen en formas particulares de explotación, opresión y dominación

La segunda, parte del concepto de diáspora para hablar de las mujeres negras en sus diversas geografías y de cómo son semejantes las diferentes formas de opresión a que son sometidas. Procura hacer visibles los aportes teóricos de esa perspectiva de análisis en la cotidianidad de las mujeres negras, al evidenciar dichas categorías en los cuerpos y vidas de las mujeres que el capitalismo patriarcal de supremacía blanca heteronormativa busca asesinar por diferentes medios. La tercera parte retoma características comunes, esta vez en las estrategias de resistencia de algunos movimientos de mujeres negras, dejando la provocación de la creación de una agenda común entre las mujeres de la diáspora

Es importante señalar que el presente texto forma parte de una construcción colectiva, plantea reflexiones construidas en las comunidades, en los movimientos y en la academia por mujeres negras de diversas nacionalidades y áreas de acción, evidenciando la fuerza y articulación que crece en las mujeres que se levantan cada día contra el mudo que las cercena.

Algunas aproximaciones conceptuales

Las categorías sexo, raza y clase, implican un debate académico y político que por la extensión del texto no será abordado plenamente; en ese sentido, será presentada de forma breve, cómo esas categorías son entendidas para efectos de la presente reflexión.

Como afirma la trabajadora social brasileña Mirla Cisne, la categoría relaciones2 sociales de sexo se utiliza para acentuar el hecho de que las relaciones entre hombres y mujeres constituyen una relación social permeada por conflictos, jerarquías y antagonismos correspondientes a las relaciones de explotación y opresión, en ese sentido, “las relaciones de sexo no son cuestiones aisladas o meramente individualizadas entre hombres y mujeres, sino relaciones sociales estructurantes, consubstanciadas y coextensivas a los conflictos de clase y ‘raza’” (CISNE, 2015, p. 19)

No sentido marxista, uma relação social é uma oposição estrutural de duas classes com interesses antagônicos. Com o estudo das relações sociais de sexo assistimos a um enriquecimento do marxismo. Para esse campo de estudos, os sistemas de representação [...] são tão importantes quanto as práticas da divisão do trabalho e do poder, tão importantes quanto a dimensão material na dominação dos homens sobre as mulheres (DEVREUX, 2005, p. 562).

La categoría presenta como su principal diferencia con el concepto de género el nombramiento explícito del sexo como elemento central para categorizar a los individuos en la sociedad, como señala la socióloga francesa Anne-Marie Devreux (2005), esa categorización jerarquiza las diferencias anatómicas que no tienen significación de opresión (principalmente la presencia o ausencia de pene), clasificándolas como si la diferencia fuera algo malo y degradante para las mujeres. Es importante señalar que aunque en sus inicios la categoría relaciones sociales de sexo buscaba establecer puntos de ruptura con la categoría género y sus orígenes, estas pueden ser entendidas como complementarias a partir de sus elaboraciones contemporáneas. Para las antropólogas brasileñas Miriam Pillar Grossi, Mara Coelho Lago y Carmen Rial (2005), las relaciones sociales de sexo poseen cuatro características fundamentales: 1) Son antagónicas, relaciones de fuerza que oponen a los dos grupos en cuestión, uno buscando mantener su dominación y el otro tratando de liberarse; 2) Son transversales, no limitándose a una esfera de la sociedad y no basándose, como se pretende con frecuencia, principalmente en la familia; 3) Son dinámicas e históricamente construidas y el resultado de una correlación de fuerzas en movimiento continuo; 4) Bicategorizan, definiendo de forma jerárquica las categorías sociales de sexo, o sea, atribuyen posiciones para los hombres y las mujeres en la sociedad

Decir que las relaciones entre los sexos constituyen una relación social significa afirmar que existen contradicciones en el sistema de relaciones sociales y exige una ruptura con el naturalismo o las definiciones puramente biológicas del sexo. "Presentes em todas as esferas da sociedade, as relações de sexo a estruturam e organizam do mesmo modo que as relações de classe ou de raça" (Grossi, Lago, Rial, 2005: 680). Estas categorías pueden ser fácilmente identificadas en las relaciones laborales a que son sometidas las mujeres negras

El marxismo presenta en “El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado” la creación de la propiedad privada, la esclavitud y la subordinación de las mujeres a los hombres a través de la monogamia, como hechos simultáneos y constitutivos de la lucha de clases, presentando una sociedad donde el bienestar y el desarrollo se basan en el dolor, la opresión y la explotación de otros; en ese sentido, para la socióloga brasileña Clara Araújo (2000) el marxismo abrió las puertas al tema de la opresión específica, lo que no significa que el marxismo de cuenta por completo de las opresiones específicas de las mujeres.

El antagonismo de clase es indispensable para no generalizar a todas las mujeres en las formas de opresión a que son sometidas, sin embargo, la lucha de las mujeres no puede limitarse a la lucha de clases (aunque el movimiento feminista todavía sea considerado en algunos sectores como fragmentador de la lucha central), la mujer no puede reconocerse como trabajadora asalariada y sólo después de la superación del capitalismo, aguardar su opresión de sexo, raza y género desaparecer

Para hablar de la categoría raza3 es necesario señalar que su uso no tiene que ver con el concepto biológico, sino con la categoría social y política que enfatiza el carácter específico de las prácticas y creencias de opresión que fundamentan las desigualdades raciales. Dicha categoría no puede ser desligada de la comprensión de las especificidades de opresión y explotación de las mujeres, y no debe ser asumida sólo en el nivel individual (discriminación o racismo fuera del contexto socio-histórico) sino como una categoría arraigada a la estructura social y que profundiza las desigualdades sociales. En esa línea de pensamiento, se usa el término raza como una elección política para hablar de una forma específica de opresión.

El sociólogo mexicano Pablo González Casanova (2007) articula la noción de colonialismo interno a la de imperialismo para evidenciar las demarcaciones estructurales del racismo, argumenta que los pueblos tradicionales siguen atados a estructuras neocoloniales como estrategia del capitalismo en su fase neoliberal.

A partir de ese planteamiento es posible asegurar que el colonialismo interno es un vehículo del imperialismo para la acumulación de capital basada en el racismo como instrumento para explotar y oprimir territorios, poblaciones y cuerpos específicos. América Latina es una región caracterizada por la división internacional del trabajo, el colonialismo interno, el estancamiento de su economía, la creciente exclusión social y el cambio en las funciones de sus Estados. En ese contexto las relaciones de sexo, clase y raza son elementos indispensables para comprender los incesantes modos de opresión, cómo los cuerpos y las vidas de las mujeres negras son desvalorizados a través de trabajos precarizados, territorios empobrecidos y dinámicas de violencia estructural extrema

Las geografías de la diáspora

Según el sociólogo afrocolombiano José Antonio Caicedo (2008) la diáspora comprendida como categoría geo-histórica, implica desplazamientos geográficos, la reinvención de la vida en el exilio, la reivindicación étnica en relación a los legados de la tierra de origen y su comprensión como fenómeno histórico

A distribuição espacial da população tem um caráter socioeconômico, sendo um reflexo da divisão social do trabalho e uma extensão dela. Assim, a exploração da mão-de-obra, que ocorre no âmbito da produção, corresponde a tantos outros processos no âmbito do local de moradia quanto a qualidade de vida, no que se refere a bens, serviços e equipamentos. São os processos de espoliação e pauperização da classe trabalhadora (GOHN, 1997, p. 201).

La diáspora ayuda a comprender las trayectorias afrodescendientes como producto de una historia de relaciones de poder y dominación que jugaron en beneficio de algunos grupos para la aniquilación de otros. En ese sentido, la historia de los pueblos afrodescendientes es la historia del poder y la opresión ejercida por el dominio del capital y la supremacía blanca que ha confeccionado expresiones como el racismo, la discriminación y la invisibilidad; y es también la historia de los procesos de resistencia y re-existencia gestados para combatirla.

De igual manera, asumir las trayectorias afrodescendientes con el lente de la diáspora, representa una apuesta política y pedagógica para contar la historia desde una óptica diferente a la versión oficial y hegemónica, en la cual se obvia el conflicto que constituye el centro de estas relaciones de poder (CAICEDO, 2008, p. 82-83).

¿Cómo esa historia de poderes fue configurada en América Latina y cuáles son las consecuencias o reflejos en la población negra de Brasil y Colombia y principalmente de las mujeres negras en esos territorios? La riqueza de los países avanzados tiene como base la sobreexplotación de los recursos y el trabajo esclavo, persistente aún hoy en los países periféricos y en las áreas periféricas de los países de economía central. Es así que en Brasil y en Colombia la población negra ya exiliada de África, fue desterrada de nuevo a las áreas periféricas producto de la violencia del sistema, como apuntan las investigadoras colombianas Vicenta Moreno Hurtado y Debaye Mornan (2015)

Aunque la academia colombiana lo tenga criminalmente silenciado, el destierro es una de las expresiones más brutales del racismo en este país. No solamente por las tragedias urbanas que provoca, sino también por la reproducción de una experiencia traumática para la gente negra: la trata desde África (Vergara, 2011). El destierro es la segunda trata. Secuestra cuerpos negros, los explota en la ciudad, los segrega en las laderas y los barrios marginales, los mutila, los asesina en la violencia homicida y los bota a los vertederos. 520 años después, en Colombia, uno de los países de América con mayor reconocimiento por su “constitución política incluyente”, las comunidades negras sufren el destierro para dar “paso al progreso” y al dominio de las multinacionales, a las rutas de tráfico de drogas y al posicionamiento territorial de la oligarquía (MORENO; MORNAN, 2015, p. 102).

Como señalan las autoras, el destierro es una estrategia del colonialismo interno para permitir del desarrollo del capital, fundado en la explotación, la discriminación y la marginalidad. La categoría destierro fue creada por la intelectualidad negra de Colombia, para evidenciar la expulsión de la población negra del campo a la ciudad, y en las ciudades a las áreas periféricas en procesos no sólo de pérdida del territorio, también de las construcciones sociales y simbólicas que constituyen su territorialidad. “Según lo planteado, el destierro se debe entender como una constante histórica y sistemática de los procesos de formación de Estados, naciones e imperios y sus procesos particulares de producción-acumulación de capital económico” (VALDERRAMA RENTERÍA, 2019: 173–174).

El Censo realizado en 2005 en Colombia (el censo de 2018 aún presenta datos parciales fuera de la controversia por la veracidad de los mismos) refleja que de un total nacional de 41'468.384, son afrocolombianas 4'311.757 de personas (los datos incluyen las categorías raizal, palenquero(a), negro(a), mulato(a) y afrocolombiano(a)), dicha cifra representa el 10,3% de la población nacional. Sin embargo, la Comisión Intersectorial para el Avance de la Población Afrocolombiana, Raizal y Palenquera, estima que la población afrocolombiana está entre el 18% y el 22% sobre el total nacional (Colombia, 2010). Con todo, el mapeo de la población permite evidenciar una concentración de la población afrocolombiana en la periferia del país, siendo su principal área de concentración la región Pacífica, especialmente en los departamentos Chocó, Valle del Cauca y Bolívar, con una concentración de 73,61%, 26,92% y 26,75% de población afrocolombiana respectivamente

Sumada a su ubicación geográfica, la población negra de Colombia ha sufrido un proceso de destierro que pasa por la experiencia del conflicto armado, intensificado a lo largo de décadas con proyectos de desarrollo que no ofrecen soluciones a los problemas agrarios, sociales, políticos y económicos del país; una de las estrategias que incrementó los procesos de destierro fue el Plan Colombia, proyecto de seguridad humanitaria, formulado en 1999 durante el gobierno de Andrés Pastrana Arango, que generó un proceso de desterritorialización de la población negra, indígena y campesina, cuya base fue la supremacía económica, de clase y de raza. Como afirma el historiador afrocolombiano Santiago Arboleda (2016) el Plan Colombia fue una representación del neocolonialismo y un laboratorio del despojo y el desarraigo con una racialización territorial del conflicto armado.

En el caso de Brasil, según el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), en 2016, 46,7% de la población brasileña se declaró parda, el mayor porcentaje de ese contingente estaba en la Región Norte (66,9%), siendo que todas las regiones revelaron porcentuales por encima de los 35%, excepto el Sur, con un 16,5%. El 8,2% de la población se auto-declaró negra, y su mayor porcentaje estaba en el Nordeste (9,5%), mientras que la Región Sur mostró el menor porcentual (4,1%). Los datos muestran la concentración de la población en las periferias del país teniendo altos impactos en la calidad de vida de la población y oportunidades para el desarrollo.

La comparación de la distribución espacial de la población negra en los dos países evidencia que la relación espacio-raza no se construye de forma casual, si el espacio es entendido como una tríada que según Lefebvre (2006) involucra práctica espacial (producción y reproducción de lugares especificados y conjuntos espaciales propios de cada formación social), representación del espacio (ligadas a las relaciones de producción y el orden que éstas imponen) y espacios de representación (ligados a la construcción de la vida social, el arte y otros procesos simbólicos); es posible afirmar que el espacio es producto de las relaciones sociales y esas relaciones sociales como ya se ha dicho, son relaciones de dominación y poder

Así, la organización concentrada del espacio sirve al poder político que genera una jerarquización de clases y de razas, proceso que se enfrenta a múltiples estrategias de contra jerarquización del espacio, propias de las relaciones sociales que siempre son relaciones de contradicción

Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2012), la población negra es la población con mayor índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI), siendo en Colombia Chocó, Cauca y Nariño los estados con mayor presencia de NBI. Las regiones mencionadas representan 34,5% de población con NBI, cifra superior a la media nacional, 24,4%; importante mencionar que esos datos aún no representan la desigualdad entre los llamados cascos urbanos, o cabeceras municipales, y las zonas rurales que las integran. También es importante señalar que aunque se presentó disminución de los porcentajes de NBI entre 2002 y 2009, la diferencia sigue siendo grande, por ejemplo Chocó, incluso con una disminución considerable, aún supera en un 76% el porcentaje de NBI nacional.

Según la CEPAL (2013) el Consenso de Santo Domingo indica desafíos específicos para abordar las desigualdades que las mujeres afrodescendientes sufren, como el pleno acceso a las tecnologías y el fomento a la inserción de las mujeres en la formación profesional en ciencias; la definición y desarrollo de políticas públicas contra la discriminación y la promoción de acciones con enfoque interseccional que abarque la lucha contra las diferentes condición de las mujeres negras.

Antes de continuar es importante señalar que, aunque los años, fuentes y sectores de los datos de referencia para cada país son diferentes, en cada caso se tomaron las fuentes más amplias de información nacional oficial disponible. Sobre la producción de datos estadísticos también es importante reconocer, que en Brasil la discusión sobre representatividad (más y mejores mediciones sobre las condiciones de vida de las mujeres negras), se encuentra en un proceso diferente que en Colombia; lo anterior pasa por las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales específicas de cada país, por ejemplo, aspectos como que Brasil es el país de América Latina con mayor concentración de población negra, o que en la historia política y económica de Colombia al contrario de gobiernos progresistas, se ha contado con una secuencia de gobiernos partidarios de políticas neoliberales y la consecuente profundización de sus nefastas consecuencias para la vida social del país

Otro ejemplo es la forma en que se levantan los datos con contenido étnico-racial. Para el caso Colombiano, el Censo de 2018 incluyó una pregunta que pasa por el reconocimiento con “cultura” “pueblo” o rasgos físicos”, a la que era posible responder: Palenquero(a) de San Basilio, negro(a), mulato(a), afrodescendiente, afrocolombiano(a). En Brasil las personas responden a un proceso de auto-identificación por “color o raza”, siendo que el movimiento negro logró unificar la población afrobrasileña como aquella que se auto-identifica como “parda” (población mulata y mestiza) y “preta” (población negra) (categorías que en el Censo aparecen separadas), tras un esfuerzo por comprender que los procesos de auto-identificación están permeados por el racismo estructural, lo que en la mayoría de ocasiones dificulta la construcción de una identidad étnica politizada, y lleva a procesos, la mayoría de las veces inconscientes, de emblanquecimiento social, es decir, procurar formas de distanciarse de la “raza” que funciona como marcador de desigualdad (negra), y aproximarse a aquella que representa privilegios sociales (blanca). Como expresa la antropóloga afrobrasileña Lélia González (1988:73)

O racismo latinoamericano é suficientemente sofisticado para manter negros e índios na condição de segmentos subordinados no interior das classes mais exploradas, graças a sua forma ideológica mais eficaz: a ideologia do branqueamento. Veiculada pelos meios de comunicação de massa e pelos aparelhos ideológicos tradicionais, ela reproduz e perpetua a crença de que as classificações e os valores do ocidente são os únicos verdadeiros e universais. Uma vez estabelecido, o mito da superioridade branca demonstra sua eficácia pelos efeitos do estilhaçamento, de fragmentação da identidade racial que ele reproduz: o desejo de embranquecer (de limpar o sangue como se diz no Brasil) é internalizado, com a simultânea negação da própria raça, da própria cultura.

Con todo, es relevante considerar que aún hay dificultad en la producción y recopilación de datos estadísticos interseccionales que den cuenta de la diversidad y múltiples condiciones de marginalidad y opresión a que son expuestas las mujeres negras y otros grupos poblacionales específicos; es decir, que crucen información detallada de diferentes variables como género, sexo, raza y clase; de esa forma podremos acceder a información como las principales enfermedades que padecen las mujeres negras; la demanda para la atención de acompañamiento médico para la población trans-racializada; los niveles de analfabetismo de grupos poblacionales determinados en territorios específicos del país, y un largo etcétera. La ausencia de esos datos son un obstáculo fundamental para la construcción de políticas públicas inclusivas y que realmente permitan caminar hacia escenarios de equidad social

En la configuración de los espacios se hace evidente una demarcación racializada que garantiza las peores condiciones de vida para la población negra en ambos países, desafortunadamente esos datos no son más prometedores al profundizar las opresiones de clase en la intersección con la raza. Para la trabajadora social afrobrasileña Claudia Durans (2015), las mujeres negras son la parte más pobre de la población de Brasil, el 42% de ellas reciben R$ 1,60 (USD 0, 40) menos por hora trabajada como empleadas domésticas, de lo que reciben las mujeres no negras por la misma labor

La enmienda constitucional número 72, conocida como PEC de las domésticas (PEC 66/2012) amplió algunos derechos esenciales como jornada de trabajo de ocho horas diarias y 44 horas semanales; salario nunca inferior al mínimo, entre otros; sin embargo, muchos derechos fundamentales como seguro de desempleo, indemnización en despidos sin justa causa, auxilio-guardería, etc. todavía no están regulados. Moreno y Muñoz (2016) presentan la experiencia de trabajo de las mujeres negras de la ciudad de Cali-Colombia como uma representación de la discriminación donde se entrecruzan las relaciones de raza, clase y sexo em lugares de subordinación históricamente assignados, en las cocinas las mujeres negras transitan entre la esclavitud y el servicio doméstico

Al analizar los datos generales presentados para Brasil y Colombia, se puede ver la concentración de la explotación en las mujeres negras quienes además de reproductoras del capital, representan fuerza de trabajo mal paga incluso cuando está bien cualificada. En ese sentido, la mujer negra vive la pérdida de su humanidad siendo transformada en símbolo de la esclavitud y objeto sexual para servir al capital (Durans, 2015), como estrategias usadas por el capitalismo para invisibilizar a las mujeres negras, borrar los registros de su acción política de combate al machismo, racismo y todo tipo de discriminación, y especialmente sus aportes a la construcción de sociedad.

El análisis por su carácter limitado y basado en datos secundarios no abarca toda la complejidad del referencial expuesto, esta reflexión busca promover estudios profundos sobre las mujeres negras para mapear las diversas formas de opresión y explotación que experimentan y sus estrategias de resistencia. Lélia González (1988), señalaba desde la década de 1980, la importancia de discutir sobre la condición de las mujeres en América Latina y el Caribe a quienes llamaba “amefricanas” y “ameríndias”, considerando el impacto de la dominación racial en su cotidianidad; dicho impacto que las opresiones de sexo, raza y clase tienen en la vida de las mujeres negras puede evidenciarse en la relación de los estereotipos en la atención hospitalaria precaria y violenta, la hipersexualización de los cuerpos y la negacón de sus estéticas.

Las bases de la formación de las sociedades latinoamericanas están fundadas bajo el sgno de la esclavitud y del patriarcado. Esa es la realidad vivida por las mujeres negras em la sociedade capitalista, em el mercado de trabajo y las diferentes dimensiones de la vida social; así, las mujeres negras de Colombia y Brasil han sido objeto de crimenes de lesa humanidade como parte del proyecto de dominación del capitalismo patriarcal de supremacia blanca que transformo sus cuerpos em espacios de agresión, eliminando toda posibilidad de ser.

Pasaron de la esclavitud al trabajo doméstico, a las violencias sexuales, persecución y criminalización política y organizativa; las mujeres negras han sido y son violentadas en sus derechos fundamentales, la vida, el trabajo, la libre expresión, el espacio/território, el desarroollo de su identidade y su cultura, la participación política, y aún, sufriendo desproporcionadamente los impactos de la arremetida capitalista, se han transformado poderosamente en agentes de resistencia.

Resistencias

Junto con el desplazamiento geográfico, la primera característica de la diápora, Caicedo (2008) coloca la reinvención de la vida en el exilio, las capacidades de rehacer práctica culturales, tradicionales y elementos simbólicos en espacios diferentes y condiciones limitadas. Esa característica se relaciona con la terceira, la reivindicación étnica en relación a los legados de la tierra de orígen, es decir, la diáspora tiene la capacidad de cimentar nuevas formas de existência y recrear expresiones de su identidade étnica (CAICEDO, 2008).

Las tres características anteriores sólo tienen sentido com una cuarta, la diáspora, em tanto fenómeno histórico, es construída em relaciones de poder y dominación. Incontables mujeres invisibilizadas por la historia, contada siempre con un sesgo clasista, racista y patriarcal, fueron víctimas de la matriz de poder y dominación del capital; sin embargo, dejaron un legado de resistencia que resuena hoy en los movimientos de mujeres negras de todas las latitudes. Como fue señalado, la diáspora como categoría geo-histórica permite comprender la capacidad de las mujeres negras para cimentar nuevas formas de existencia, recrear expresiones de identidad y recuperar-crear formas de resistencia.

La historia de la población y de las mujeres negras, es uma historia de poder que inició antes de la esclavitud, em la opresión de la mujer por el hombre, la del hombre por el hombre; las mujeres negras han construído y construyen procesos de resistencia y re-existencia en el marco del sistema capitalista que hoy en su fase neoliberal conduce a una individualización exacerbada, como apunta el filósofo camerunés Achille Mbembe (2016), el neoliberalismo ha creado un “sujeto humano nuevo”, empresario de sí mismo, en función constante de la memoria artificial y digital, “este hombre-cosa, hombre-máquina y hombre-flujo busca en auto-instrumentalizarse e instrumentalizar a sus semejantes para optimizar sus cuotas de goce” (26). El neoliberalismo se inserta en el cotidiano agudizando la flexibilización de la vida, configurando una idea de humanidad prescindible para el capital.

Es en ese contexto que las mujeres negras construyen sus estrategias de resistencia, estrategias que articulan saberes ancestrales y lecturas críticas de su momento histórico particular. A partir de lo expuesto anteriormente, es posible afirmar que las características de la diáspora africana cobran vida en el feminismo afrodiasporico, concebido como una "compleja, contradictoria, amplia y heterogénea perspectiva de pensamiento, de acción política y de vida, que emerge de las realidades que protagonizan las mujeres afrodescendientes en diferentes momentos de la historia y espacios geográficos"(ARBOLEDA; VERGARA, 2014:114). Para hablar de las esrategias de resistencia Moreno y Mornan (2015) retoman a María Lugones (2011) para referenciar lo que la autora llama “subjetividades resistentes”4 de las mujeres negras en la cotidianidad y cómo esta pretende ser ocultada por la organización social del poder con la negación de su legitimidad, autoridad, voz, sentido y visibilidad

En su texto las autoras potencian el concepto con uma mirada del território como espacio político; a continuación serán referenciadas brevemente algunas estrategias de resistencia comunes entre los movimientos de mujeres negras de Brasil y Colombia, como invitación para ampliar la lectura de las resistencias a uma mirada latinoamericana, a una mirada de la diáspora.

Sororidad

“Las solidaridades han sido unas de las estrategias más fuertes para resistir la violencia en sus diferentes manifestaciones, generando identidad, construcción colectiva y lazos comunitarios” (MORENO; MORNAN, 2015, p. 95). La solidaridad es una característica fuerte y presente en la mayoría de los movimientos sociales; no obstante, para el movimiento de mujeres negras trenzar solidaridad es una práctica de resistencia que subvierte la idea de competencia entre mujeres, retoma la diferencia como diversidad y reconoce las semejanzas en las condiciones de vida que como mujeres negras comparten.

Dicha práctica política conocida como sororidad, es una alianza entre mujeres basada en la empatía, hermandad y compañerismo, y que no aplica sólo entre mujeres que han construido afinidades juntas, busca fortalecer prácticas de autocuidado; analizar y comprender las opresiones comunes de cuño sexista, racista, clasista, que han llevado a la competencia, instrumentalización e individualización tanto de la percepción sobre las consecuencias de esas múltiples opresiones, como de las prácticas y estrategias de resistencia.

La mayoría de los movimientos de mujeres negras en Brasil y Colombia abrazan la sororidad como una cooperación para el acceso a derechos y libertades que les han sido negadas históricamente, como una estrategia de lucha contra el individualismo y las injusticias sociales, y como una oportunidad para reconocer, acoger, respaldar, cuidar, amar a sus hermanas, frente a los desafíos cotidianos. La sororidad es pues, una dimensión ética, política y práctica que el feminismo afrodiasporico retoma para construir relaciones saludables y alianzas entre mujeres negras, como apoyo mutuo para el empoderamiento vital y estrategia de resistencia contra las diferentes formas de opresión; dicha práctica sugiere un esfuerzo personal y colectivo para combatir la misoginia al tiempo que transforma las relaciones entre mujeres.

Educación

Históricamente las mujeres negras han confiado en los procesos educativos como estrategia de transformación de su realidad social. Desde la inserción en escenarios formales; aspecto frente al cual es importante señalar que el ingreso de las mujeres negras en la educación formal responde mayoritariamente a proyectos colectivos, es decir, las mujeres llegan a dichos escenarios producto del esfuerzo de múltiples redes de sororidad, recordando que muchas de ellas son las primeras, a veces en generaciones, en tener acceso a educación formal o de nivel superior. Las redes de apoyo suelen soportar la permanencia de las mujeres negras en escenarios de educación formal; siendo fundamentales no sólo en términos económicos, principalmente para afrontar el racismo académico y las prácticas de dominación presentes en ese ámbito.

Las mujeres negras también han apostado a procesos educativos informales, muestra de ello son las prácticas de educación emancipadora presentes en las comunidades y movimientos sociales. En Brasil y Colombia, los territorios de la población negra están llenos de estrategias de alfabetización, escuelas de formación, escenarios de acompañamiento pedagógico y de promoción de la lectura y la escritura; siendo que muchos de estos escenarios son dirigidos por mujeres negras. En la mayoría de los casos, participan de estos procesos mujeres que accedieron a educación formal (en las condiciones arriba descritas) y retornan a la comunidad los conocimientos adquiridos añadiendo propuestas acompañamiento y empoderamiento en temas jurídicos, de salud, contabilidad y otros servicios de difícil o casi imposible acceso para la población de sus territorios. Así, las mujeres negras fortalecen en sus comunidades lo que bell hooks (2013) llama educación transgresora a través de “prácticas pedagógicas que implican directamente una preocupación de cuestionar las parcialidades que refuerzan los sistemas de dominación” (20).

Protección y defensa de los territorios ancestrales

El territorio como escenario de representación se configura como espacio vivo, una de las prácticas más fuertes del capitalismo ha sido la batalla sangrienta y desigual por la defensa de los territorios ancestrales contra la militarización y la sobreexplotación de los recursos naturales. En la visión capitalista el territorio no puede ser un espacio colectivo, es entendido como una propiedad individual y un medio de producción y explotación. Las mujeres negras desde el “Encuentro de mujeres negras afrodiasporicas por el cuidado de la vida y los territorios ancestrales” (Colombia), y la “Marcha de las mujeres negras: contra el racismo, la violencia y por el buen vivir”, han asumido la lucha por el territorio como una la lucha por la autodeterminación, por la autonomía, por la construcción de un proyecto social colectivo y por lo tanto anticapitalista.

Arte, cultura y estéticas negras

Quien aún cree que el arte no es político no conoce el poder transformador de la cultura y del arte en la reafirmación de la identidad, en la construcción de proyectos de vida no violentos, en la construcción de narrativas propias sobre la realidad social, en la denuncia sobre las múltiples formas de opresión, en la expresión de formas de asumir el mundo, y un largo etcétera. El arte ha sido socio de larga data de nuestras ialodês, mujeres negras en Brasil y Colombia para la construcción de actos simbólicos de diversa índole, el rescate de saberes ancestrales, despedir a seres queridos que caen víctimas de las políticas genocidas contra la población negra, como una voz narrativa para defender la vida, performatizar los dolores y construir caminos de emancipación. En la contemporaneidad fue demostrado el componente altemanete político del cabello afro, los vínculos que crea, el refuerzo en la construcción de la identidad, las prácticas de autocuidado, entre otras, y no sólo el cabelo afro, toda la estetica afro es uma construcción de nuevas narrativas que rompen con siglos de autoimagen negativa y con estructuras de dominación racial y esterotipos construídos sobre el ideal de belleza blanca.

A noite não adormece nos olhos das mulheres5

A noite não adormece nos olhos das mulheres a lua fêmea, semelhante nossa, em vigília atenta vigia a nossa memória. A noite não adormece nos olhos das mulheres há mais olhos que sono onde lágrimas suspensas virgulam o lapso de nossas molhadas lembranças. A noite não adormece nos olhos das mulheres vaginas abertas retêm e expulsam a vida donde Ainás, Nzingas, Ngambeles e outras meninas luas afastam delas e de nós os nossos cálices de lágrimas. A noite não adormecerá jamais nos olhos das fêmeas pois do nosso sangue-mulher de nosso líquido lembradiço em cada gota que jorra um fio invisível e tônico pacientemente cose a rede

Fuente: Poema escrito por la afrobrasileña Conceição Evaristo

¿Por qué me voy?6

Por qué me voy, por qué me voy, por qué me voy…adiós pues... Por qué me voy, por qué me voy, por qué me voy…adiós pues. Como late el reloj acelerando el tiempo, latió mi corazón una mañana, la cual me tocó abandonar mi tierra, la que nunca pensé que abandonara. Yo miraba las nubes pasajeras, escuchaba las aves en las montañas, pero el temor y el miedo me vencían, sentí que ya mi vida fracasaba, emprendí un largo viaje, sin saber a dónde ir y dónde estaba. El vaivén de las olas me dormía, la angustia y el dolor me despertaban. Me da dolor, me da dolor, me da dolor, adiós pues... Es muy triste vivir lo que he vivido, es muy triste llorar lo que he llorado, es muy triste sentir lo que he sentido, pero lo más triste es dejar lo que he dejado

Fuente: Currulao escrito por la afrocolombiana Elena Hinestroza Venté.

Conceição Evaristo y Elena Hisnestroza Venté evidencian el uso que las mujeres negras hacen de la poesía para externalizar al mundo sus vivencias y posicionarse frente a las mismas. Sus voces hablan del ser mujeres negras, las particularidades en relación al sexo y la clase, el destierro, el dolor y el trabajo, la angustia y la fuerza, hablan también de las resistencias, reivindican su propia existencia, y referencian a la diáspora como elemento de identidad y conciencia racial. La recuperación y creación de nuevas narrativas estéticas, la escritura, la tradición oral, la pintura, la danza y otras expresiones artísticas, son vehículo de resistencia y transformación social; en la expresión de Jurema Werneck (2016), son formas contrahegemónicas de producción cultural, a través de ellas las mujeres entran en escena para romper la negación de su presencia en la historia económica, social y cultural, quebrando estereotipos y cuestionando el orden social establecido.

Trabajo informal

Son muchas las estrategias de resistencia de las mujeres en el trabajo, principalmente porque en esa categoría es posible identificar más fácilmente las múltiples opresiones a que son sometidas. Para esta reflexión es importante rescatar el trabajo informal como una práctica de resistencia, incluso con buena parte de la población negra integrando el ejército de reserva y para quienes en muchos casos la informalidad laboral es la única opción de sobrevivencia. Las mujeres negras han sido destinadas a continuar la cadena de servidumbre desde la esclavitud hasta el servicio doméstico, por ello, muchas de ellas encuentran en la informalidad laboral una posibilidad de emancipación de la servidumbre, uma estrategia de autonomía y dignidade para caminar hacia la acción transformadora y visibilizar el lugar de las mujerees negras en la sociedad.

Las mujeres negras de Brasil y Colombia también colectivizan emprendimientos como estrategias de autonomía económica, construcción de relaciones laborales solidarias y dignas, reafirmación de su identidad cultural, rescate de saberes ancestrales y uso adecuado de los recursos naturales, por ejemplo, productos para el cuidado del cabello afro, recetas ancestrales para el cuidado de la salud, entre otros. Lo anterior no niega, el esfuerzo y lucha constantes por ganar representatividad en escenarios laborales formales, principalmente aquellos que implican toma de decisiones para la comunidad negra.

Representatividad política

Las múltiples formas de dominación, explotación y opresión que viven las mujeres negras se concretan en diferentes variables de la desigualdad social, para reducir esa brecha social en el marco del capitalismo es preciso la creación de políticas de enfoque étnico-racial y de sexo, pero dichas políticas no serán propuestas, votadas y aprobadas, si las mujeres negras no tienen representación en los espacios de toma de decisiones. Marielle Franco y Francia Márquez tienen muchas semejanzas. Las dos nacidas en la periferia, Francia en el corregimiento La Toma, Suárez, Cauca-Colombia y Marielle en la favela de la Maré, Río de Janeiro-Brasil; las dos vivieron de primera mano la desatención estatal, la misoginia, el racismo y la militarización de sus territorios.

Marielle sintió la rabia de la sociedad por la osadía de ser una mujer negra que se atrevió a amar libre y revolucionariamente a otra mujer. Francia fue desterrada de su territorio por defenderlo contra la explotación capitalista y la muerte que ella trae. Ambas apostaron a la educación, sociología y derecho fueron los medios para esa estrategia colectiva de resistencia. Madres “cabeza de hogar” representaron la esperanza de mujeres que creen en la necesidad de ocupar los espacios de representación política que históricamente les han sido negados

Después de hacer campañas electorales colectivas y al margen de las estrategias y alianzas usadas por los partidos políticos que ostentan el poder, el resultado no podía ser diferente. Marielle, la quinta concejal más votada de Río de Janeiro, trabajó liderando propuestas de ley para defender la vida digna y contra la militarización del territorio, hasta la noche del 14 de marzo de 2018 cuando fue brutalmente asesinada ante la complicidad de un Estado antidemocrático y ultraconservador.

Francia no consiguió la vacante para la Cámara de representantes, pero contó con el apoyo de 7.897 votos, todos fuera de las prácticas de clientelismo adoptadas por los partidos tradicionales. Continúa resistiendo colectivamente contra el Estado que criminaliza la protesta social, asesina selectivamente a los líderes sociales e implementa políticas antidemocráticas contra la población donde las mujeres y las juventudes negras son las más abatidas; sigue abrazada por el movimiento de las mujeres negras y con la fuerza de sus ancestras entre las que ahora también está Marielle.

Reflexiones finales

En cuanto las mujeres negras continuen arriesgando la vida por defender los territórios, recibiendo menos salarios y con condiciones laborales cada día más precárias, en cuanto las juventudes negras continuen siendo masacradas en el juego genocida de la exclusión, opresión y explotación, y el Estado continue haciendo que la lucha sea sinónimo de luto, será necesario mover las estrucuturas para garantizar la transformación social. La emancipación de las mujeres negras no resultará sólo de la conquista de la igualdad entre los sexos, eso no garantizará, por ejemplo, la eliminación de la explootación de mujeres por mujeres (CISNE, 2015), la emancipación debe ser percebida en una dimensión de totalidad en construcción de una verdadeira democracia racial y no em el mito que hoy es vivido.

Las mujeres negras se levantaron contra la esclavitud, el machismo, el sexismo, contra un sistema que las definió como no-humanas, que niega su existencia e invisibiliza sus aportes a la sociedad. La emancipación de las mujeres negras continua con la construcción de oportunidades que combatan las desigualdades de raza, clase, género y sexo, por cuanto el feminismo afrodiasporico tiene en Brasil, en Colombia y en el mundo, la agenda de comprender y luchar contra las formas de opresión capitalista que se establecen en las relaciones sociales.

La superación del capital al punto de construr una sociedad de seres emancipados en sus diversas dimensiones no implica el paraiso instantâneo, es imprescindible la construcción, la invención cotidiana de nuevas formas de relación que permitan dejar de lado la base que da mayor relevancia a las relaciones de poder, la dominación y el intercambio de mercancias. No es una tarea fácil, pero debe ser cultivada y fortalecida en actos de resistencia cotidianos, e implica una agenda que integre las estrategias de lucha contra la mundialización del capitalismo patriarcal de supremacia blanca heteronormativa como sistema opressor.

Esa tarea es liderada por mujeres negras que construyen estrategias de resistencia desde diferentes dimensiones sociales. La música, la palabra escrita y hablada, las diferentes estrategias artísticas, la educación, la construcción de relaciones solidarias entre mujeres, la defensa de los territorios y de la vida digna, la lucha por la participación en escenarios de toma de decisiones, el fortalecimiento de la identidad étnica, de las estéticas negras. Son apenas algunas de las batallas de nuestras mujeres negras contra el sistema de dominación, son la representación de los procesos históricos de resistencia, del legado de las mujeres negras hoy presente y renovado gracias a quienes han asumido la responsabilidad de posicionarse frente a su realidad

Parte fundamental de nuestra agenda, es profundizar las investigaciones y registros sobre las múltiples condiciones de opresión y dominación presentes en las vidas de las mujeres negras y demandar la formulación, participativa, de políticas acordes a esas realidades particulares; reconocer las semejanzas en las estrategias de resistencia, fortalecer la construcción de agendas comunes y en diáspora, la constucción revolucionaria de agendas regionales y globales que permitan entender que hablar de mujeres negras no sólo es hablar de opresión y desigualdad, es hablar de diversidad, y principalmente, reconocer sus trayectorias de lucha y resistencia.

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Notas

1 Assitente Social formada na Universidad del Valle, Colômbia. Mestra em Políticas Públicas pela Universidade Federal do Maranhão.-Brasil, Professora do Programa de Serviço Social da Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium. Cali-Colômbia. Pesquisadora do Centro de Estudos Afrodiasporicos (CEAF) da Universidad ICESI, e do Grupo de Pesquisa Interseccionalidades da Casa Cultural El Chontaduro. E-mail: quillasul@gmail.com
2 No francês, existem duas palavras para uma única tradução no português: relações. Rapport designa relações mais amplas, estruturais, enquanto relations diz respeito às relações mais pessoais, individuais, cotidianas. O conceito de rapports sociaux de sexe é diretamente fundamentado no de relações sociais de classe (CISNE, 2014, p. 135).
3 […] aqueles que defendem a utilização do termo pelas ciências sociais enfatizam, em primeiro lugar a necessidade de empregar o conceito para demostrar o caráter específico das práticas e crenças discriminatórias que fundamentam formas agudas de desigualdades raciais e, em segundo lugar, o fato de que, para aqueles que sofrem ou sofreram os efeitos do racismo não há outra alternativa senão reconstruir criticamente as noções dessa mesma ideologia -a vitimação é uma prova mesmo que o terreno conceitual que justificou práticas discriminatórias tem uma efetividade maior do que a de um círculo de giz (GUIMARÃES, 1995ª, p.46, in: SILVA, 2000, p, 102).
4 La infra-política marca el giro hacia dentro, en una política de resistencia, hacia la liberación, y muestra el poder de las comunidades de los oprimidos al constituir significados resistentes y al constituirse entre sí en contra de la constitución de significados y de la organización social del poder. En nuestras existencias colonizadas, generizadas racialmente y oprimidas, somos también otros/otras de lo que el poder hegemónico nos hace ser (LUGONES, 2011. In: MORENO; MORNAN, 2015, p. 91).
5 Poema escrito por la afrobrasileña Conceição Evaristo.
6 Currulao escrito por la afrocolombiana Elena Hinestroza Venté


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