Dossiê: Geografías feministas del Sur Global
Recepción: 26 Octubre 2020
Aprobación: 12 Diciembre 2020
DOI: https://doi.org/10.22481/rg.v4i4.7064
Resumen: El artículo presenta algunos aportes teóricos y metodológicos para comprender el significado de la geografía feminista descolonial. Pone énfasis en las contribuciones a la noción de territorio y en los vínculos que la disciplina establece con la categoría cuerpo-territorio-tierra emanado de los feminismos comunitarios de AbyaYala. Además visibiliza el aporte metodológico de diversos colectivos y organizaciones sociales a la hora de mapear opresiones, resistencias y subversiones.
Palabras clave: Territorios, cuerpo-territorio-tierra, geografia feminista descolonial.
Abstract: The article presents some theoretical and methodological contributions to understand the meaning of decolonial feminist geography. It emphasizes the contributions to the notion of territory and the links that the discipline establishes with the body-territory-land category emanating from the community feminisms of AbyaYala. It also makes visible the methodological contribution of various groups and social organizations when mapping oppressions, resistance and subversions
Keywords: Territories, Body-territory-earth, Decolonial feminist geography.
Resumo: O artigo apresenta algumas contribuições teóricas e metodológicas para compreender o significado da geografia feminista descolonial. Enfatiza as contribuições para a noção de território e os vínculos que a disciplina estabelece com a categoria corpo-território-terra que emana dos feminismos comunitários de AbyaYala. Também torna visível a contribuição metodológica de diversos grupos e organizações sociais no mapeamento de opressões, resistências e subversões.
Palavras-chave: Territórios, Corpo-território-terra, Geografia feminista descolonial.
Introducción
Situarse, es el primer verbo que nos enseñan los feminismos del Sur Global. Es decir, nombrar nuestro lugar en el mundo para ir empalabrando el espacio o como decimos las feministas comunitarias territoriales, ir encarnado el territorio (Cruz Hernández, 2020c).
Para los feminismos del Sur Global ha sido esencial repensar las narrativas con las que está construído el conocimiento. Por eso se convierte en una necesidad urgente decir desde donde hablamos, para qué y para quién. La escribanía que presentamos la realizamos compañeras militantes, activistas feministas del sur en ámbitos académicos y en acompañamiento de procesos en lucha por la construcción de territorios de esperanza. (Colectivo de Geografía Crítica del Ecuador, 2016).
Decidimos invitar a algunas colegas a sumarse a este dossier para repensar juntas los recorridos que ha tomado lo que denominamos la geografía feminista descolonial del Sur Global, porque reconocernos en esta geografía y situarnos en esta postura y quehacer político, implica además fomentar el pensamiento crítico que nos atraviesa para juntas transformar el mundo concreto, los lugares que somos y hacemos. Ubicarnos implica reconocer el espacio geográfico y desde aquí reconocer que hacemos geografía crítica. La geografía humana crítica nos ha enseñado la importancia de la geograficidad de la historia, cuestionar la visión lineal del tiempo, el tiempo europeo, blanco, burgués y fálico de la modernidad-colonialidad (Porto Gonçalves, 2006).
La geografía feminista que emana del Sur Global es una epistemología descolonial porque produce una potencia que nos hace presentes en un campo específico que implica coraje y desobediencia epistémica. Necesita subvertir los valores que nos presenta la geografía hegemónica, el para qué de su existencia es la idea de materializar lo que hemos padecido desde siempre: la opresión clasista, racista, misógina, lesbofóbica y transfóbica.
Desde Abya Yala, la geografía feminista que estamos construyendo es descolonial, porque pretende prácticas políticas, teóricas y metodológicas que implican una revisión a conciencia para la no repetición de los patrones de exclusión que se han construido en la geografía crítica cultural, sobre todo aquellos que no dan cuenta de las luchas de las mujeres y sus pueblos. En palabras de Curyel Pichardo (2014) el camino que pretende recorrer la geografía feminista descolonial es un desenganche epistemológico porque intenta encarnar las teorías; es decir, identifica las teorías que son generalmente construídas en colectivo, que tienen la potencia de generalizar, sin universalizar (2014:57). Además problematiza las condiciones de producción, entonces el cuestionamiento va dirigido sobre “¿En qué marcos institucionales se están produciendo metodologías feministas críticas? ¿Desde qué privilegios materiales, de capital social, de raza, sexualidad y clase?” (Ibid., 58). Analizar las condiciones de producción de conocimiento es fundamental para una apuesta descolonial, sostiene Curyel Pichardo. Estas interrogantes son herramientas importantes a la hora de “mapear” acción que dentro de la geografía es esencial.
Aportes conceptuales
Tanto la geografía feminista descolonial como la geografía crítica cultural han logrado ampliar la mirada del concepto de territorio. En este sentido, fue clave el papel de los movimientos sociales del continente, que desde la década de los `90 reajustaron el concepto como demanda ética política para su causa.
La escuela de la geografía crítica de Brasil que sigue una línea marxista afirma que territorio “no es ni objeto de materialidad, ni mero instrumento analítico, son redes de significados que están inmersas en un espacio determinado” (Haesbert, 2013, p. 80).
Desde las teorías descoloniales, De Souza Santos (2009, p.15).) enfatiza que un territorio es un espacio definido y delimitado por y a partir de relaciones de poder, que no se restringen sólo al Estado. “En otras palabras, todo espacio definido por relaciones de poder es un territorio”
Bernardo Mançano Fernándes (2008) muestra que las luchas por los territorios surgen a partir de las interpretaciones que lxs sujetos hacen del espacio. Las interpretaciones marcan la pauta de cómo se vive un lugar y cómo se enfrentan lxs actores que ahí habitan.
El territorio es una lucha constante que expresa la correlación de fuerzas de diferentes sujetos. “No hay territorio sin una determinada territorialidad y que no haya sido resultado de un proceso de territorialización” (Porto Gonçalves 2006, p. 35).
Porto Gonçalves (2001) a inicio de siglo ya mencionaba la imperiosa necesidad de reconocer dentro de las nuevas configuraciones del territorio la presencia activa de los espacios domésticos (y la presencia de las mujeres en ellos) como arista fundamental para complejizar la territorialidad. No obstante, no profundiza el análisis sobre el trabajo de reproducción social que realizan fundamentalmente las mujeres como sostén del proceso de territorialización.
Es así que aún con una mirada centrada en las relaciones de poder y enfocada en comprender la correlación de fuerzas que existe en los territorios, la tradición de la geografía crítica latinoamericana, aún no logra poner en el centro las tensiones que se dan entre las diversas subjetividades que habitan un territorio. Por tanto, la experiencia de las mujeres y disidencias sexuales y su proceso de territorialización queda invisibilizada en esta tradición (Cruz Hernández, 2020a).
En cambio, las geógrafas feministas han cuestionado el argumento de que el espacio es un lugar neutro en términos de género. Éste depende de las relaciones de poder y es resultado de las desigualdades sociales, que jerarquizan no sólo a las personas sino también a los territorios (Massey, 2005, Mc Doweel, 2000). Como afirman Lan y Veleda de Silva:
Cuando asumimos que la sociedad no es neutra, reconocemos su heterogeneidad, lo que indica que la producción y el consumo del espacio se explicará más a través de factores socioculturales que económicos. Estos factores determinan las relaciones de género, las relaciones de trabajo entre hombres y mujeres y la utilización diferencial del espacio” (Lan; Veleda de Silva 2007, p. 111).
La rama de la geografía feminista descolonial toma en cuenta la categoría territorio como unidad de análisis en construcción y estandarte de las luchas sociales de los pueblos originarios de Abya Yala. Hace audible y pone en primer plano la voz de las mujeres y disidencias organizadas que sugieren por ejemplo, que los territorios son la expresión de la historia tejida también en manos de mujeres, o, como plantea Lolita Chávez, “la expresión del arte, de la cosmogonía, de nuestra herencia. Todo lo que se vive en comunidad, en esa relación con los elementos cósmicos: el aire, la tierra, el agua, las montañas, el sol, pero también la humanidad” (Korol, 2016).
Para esta perspectiva el cuerpo es la primera frontera entre el yo y lxs otrxs. Todo lo que hacemos está espacialmente situado y encarnado en cuerpos diferentes y jerarquizados por género. Cuerpos que a su vez son construcciones culturales en base a la idea de un espacio, un lugar, una comunidad y un contexto. Aunque estas conceptualizaciones nos han servido para dar cuenta como los cuerpos están situados en un espacio y producen y reproducen la estructuras sociales de dominación que existen en sus territorios, los feminismos comunitarios dan otro paso epistémico al aportarle a la geografía feminista descolonial la noción cuerpo-territorio-tierra.
Cruz Hernández (2020c, p. 15), con el apoyo de la metodología feminista cuerpo- territorio ha conceptualizado la noción de territorio como “el espacio que existe cuando la intersubjetividad en él se da, no solo entre seres humanos sino con todo lo que en él habita. Esta disonancia epistémica la hemos de comprender en la relación entre el cuerpo y el territorio y la tierra como elemento central que nos da vida”. Desde esta perspectiva, la defensa del territorio es también un proceso de recuperación y sanación espiritual de las mujeres en lucha contra el capitalismo patriarcal y colonial (Cabnal, 2010; Korol, 2016).
La enunciación cuerpo-territorio es una epistemología latinoamericana y caribeña hecha por y desde mujeres de pueblos originarios que viven en comunidad; es decir, la articulación cuerpo-territorio pone en el centro lo comunitario como forma de vida (Cruz Hernández, 2016). Nombrar el cuerpo- territorio es una ruptura, situarlo como defensa del cuerpo-territorio es una grieta epistémica; es decir, un desplazamiento hacia una nueva epistemología es renombrar la ontología de la interdependencia en clave feminista desde Abya Yala (Cruz Hernández, 2020a).
La noción de cuerpo-territorio-tierra nos invita pensar en el tejido comunitario y en la red de las vidas en los territorios, lo cual es crucial porque en el contexto actual lo común y la interdependencia están en crisis. El capitalismo está encargado de proporcionar más zonas de sacrificio, entendidas éstas como los lugares que son expropiado por el capital para que sirvan a la acumulación y no a reproducir vida.
Vemos en nuestras latitudes instaurarse formas renovadas de saqueo o desposesión que se combinan con nuevos modos de explotación del trabajo debilitándose modos de vida comunitarios que se van integrando a la lógica del valor (Díaz Lozano y Féliz, 2020). Contra el avance permanente de la lógica de acumulación del capital sobre los cuerpos- territorios, lo comunitario es parte de un movimiento de autodefensa de la sociedad (Polanyi, 2009), de una apuesta de la vida contra la lógica del despojo (Caffentzis y Federici, 2015).
En el marco de un sistema que avanza en la totalización, lo comunitario puede contribuir a instalar formas de “destotalización” (Linsalata, 2015), negando la lógica predominante. El Estado y el capital nunca pueden subsumir o enajenar por completo estas experiencias comunitarias de destotalización, porque las prácticas comunes están presentes como construcción histórica en el pueblo, que las reactualiza en el presente. Y en este marco, el rol de las mujeres y las disidencias sexuales que están en el primer plano del trabajo de cuidados y reproducción de la vida es clave para la defensa de los territorios y modos de subsistencia. Crear y sostener territorios comunes es una práctica que forma parte de los recursos populares y feministas. En territorios en disputa con el capital, los comunes buscan resolver las vidas precarizadas, colectivizar necesidades, oponerse al saqueo permanente, generar formas nuevas de organización social y política (Díaz Lozano y Feliz, 2020).
El método de la geografía feminista descolonial muestra el proceso de correlación de fuerzas contra el extractivismo en todas sus formas que generan colectivos organizados y encarnados en los territorios. En estas experiencias de colectividad las las mujeres y disidencias es clave numéricamente, pero además, cualitativamente, porque logra poner en agenda que los avances extractivistas también son formas de despojo de formas comunitarias, e implican nuevas formas de explotación y de violencia de los cuerpos ya inferiorizados por el poder colonial. El cuerpo es un territorio-lugar, vivencia emociones y sensaciones. Entonces, entendido de esta forma, el cuerpo es también un lugar de resistencia porque permiten establecer estrategias de toma de conciencia que llevan a acciones de liberación colectiva (Lugones, 2008; Segato, 2008; Espinosa, 2013; Curyel Pichardo, 2014; Korol, 2016
Metodologías para mapear territorios de esperanza
El método feminista de esta geografía que estamos construyendo tiene que ver con la deconstrucción de conceptos porque es un análisis meticuloso para develar los sesgos sexistas y androcéntricos, significa ir desarticulando las diversas aristas de la imbricación de opresiones. En la metodología de la geografía feminista descolonial existe una relación intrínseca entre política y ciencia quea ha apuntado a mapear opresiones.
Optamos por la definición de mapa que nos presenta Lois (2015) quien sugiere que éste es una representación gráfica que facilita el conocimiento de las cosas, y procesos que conciernen al mundo entero. La definición propuesta por Lois es amplia, flexible e inclusiva lo cual permite mapear diferentes escalas como el cuerpo, lo doméstico, los espacios necesarios para la reproducción de la vida, pero también para establecer articulaciones macros desde una mirada antipatriarcal.
Existen diversas metodologías feministas en Abya Yala, por nombrar algunas mencionaremos la del mapeo cuerpo-territorio construida colectivamente por Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo (2014 y 2017), que consiste en un contramapeo para representar formas de denunciar la imbricación de opresiones, resistencias y esperanzas. Por ejemplo, el colectivo se ha preguntado ¿cómo espacializar la angustia que se convierte en rebeldía que surge del patriarcado-colonial-clasista? Y su respuesta ha sido construir contramapeos desobedientes que nos ayuden a encontrar las marcas de la memoria, la presencia sobre el olvido, interpretar lo que significan sellos de la esperanza del territorio, las emociones en el espacio, cartografiar lo invisible, para espacializar las resistencias.
Otro ejemplo de desobediencia epistémica es la construida por el colectivo de Geografía Crítica del Ecuador quienes en articulación con colectivos feministas construyeron un contramapeo de los feminicidios, las violencias de género y la criminalización del aborto en el país (2017, 2018). Lo que le logró mostrar a la sociedad ecuatoriana lo que el estado generalmente oculta, la violencia existente contra mujeres-niñas y personas de la disidencia sexo-genérica, entender que estas violencias contienen características espaciales, así como en lo geográfico, en los cuerpos y por la clase social. Lo cual provocó que comenzará a derribarse la pedagogía de la crueldad, entendida esta como la naturalización de la violencia de las mujeres y de lo femenino (Segato, 2014).
En Argentina, el cartografía de la violencia contra las mujeres de las geógrafas feministas de la Universidad de Tandil como Diana Lan y Heder Rocha (que escriben en este dossier), también propone construir contramapeos para espacializar los femicidios y denunciar la sistematicidad de la desigualdad. Pero además, poder señalar y visibilizar los espacios del miedo de forma situada en mapas co-construidos con las protagonistas de las relaciones sociales cotidianas.
Otros colectivos desde el Abya Yala están en el intento cotidiano de construcción de otras formas de mapear las opresiones y las resistencias e insurgencias femeninas y feministas. Para nombrar algunos de los cuales hemos aprendido: colectivo Geobrujas - Comunidad de Geógrafas, México; Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijos de Chile; Grupo ESTEPA (espacio, tecnología y participación), Colombia, Red de Geografía Crítica de Raíz Latinoamericana (GeoRaizAL), Colombia; Colectivo Geografía Crítica 24 de abril, Costa Rica; Asociación de Geógrafas Feministas de Chile (Geógrafas Chile), Chile; Colectiva Louis Michel, México; Iconoclasistas, Argentina, entre otrxs.
Consideraciones
En este dossier presentamos cinco artículos que dan cuenta de los aportes de la geografía feminista decolonial, nos muestran sus itinerarios y aprendizajes por Abya Yala.
Diana Lan y Hedler Rocha presentan un artículo que nos ayuda a pensar en el aporte que las metodologías feministas otorgan a la geografía feminista latinoamericana, centrando su mirada en diferentes experiencias en Argentina que espacializan las desigualdades de género, clase y raza, para que sean útiles en la defensa de nuestros cuerpos-territorios.
Sofía Zaragocín se enraiza en la geografía feminista descolonial para pensar la discriplina desde América Latina y más alla de las matrices estadocéntricas. Propone una transterritorialidad plurinacional que considere las relaciones de género y clase, pero también la racialización en la construcción social de los espacios geográficos.
En el artículo “Disputa por los cuerpos territorios en Abya Yala: De zonas de sacrificio a espacios de sanación”, Elsa Ivette Jiménez Valdez, desarrolla un recuento conceptual del concepto cuerpo-territorio impulsado por las feministas comunitarias territoriales de Abya Yala, con el fin de mostrar las tensiones que existen entre los proyectos de muerte y los procesos de sanación que encarnan mujeres y hombres de las geografías de los sures.
Los dos siguientes artículos del dossier ponen en práctica herramientas que proporciona la geografía feminista descolonial. Por su parte, en el texto “Agroextractivismo y racismo ambiental: La industria porcícola en el estado de Yucatán” demuestra cómo la expansión de las granjas porcícolas están determinando la producción de zonas de sacrificio. Muestra las tensiones que provoca la imposición de una gran porcícola en la comunidad de Kinchil, estado de Yucatán.
El último artículo que compone el dossier está escrito por Milena Rincón Castellanos. “El derecho a la vivienda. Una arquitectura sin piel” es un texto que se inscribe en las reflexiones que se dieron en el estallido social chileno. El artículo pretende desenmascarar la homogeneización que hay detrás de la implementación de las políticas públicas neoliberales que dejan sin posibilidad de un hogar a miles de personas en Chile, construyendo ciudades para el capital más que para la vida digna.
Con estos artículos cerramos el primero de los mucho caminos que estaremos abriendo para ir tejiendo la geografía feminista descolonial. Esperamos que aporten a la articulación dentro de Abya Yala y a potenciar los saberes construidos desde las resistencias feministas comunitarias y populares.
Agradecimientos
Agradecemos especialmente a la ilustradora Alejandra Andreone (Che Alejandra) por su arte feminista para este número de la revista.
Referencias
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Notas
CLACSO “ Cuerpos,Territorios y Feminismos” emal-diazlozano.juliana@gmail.com