Resumen:
El presente artículo tiene por objetivo presentar algunos de los componentes básicos del escenario donde la guerra de las curvas se desarrolla y que permiten aproximarse a la Pandemia como un fenómeno epistémico que implica re-estructuración de una política de la sensibilidad planetaria. Para lograr dicho objetivo hemos seguido la siguiente estrategia: a) se expone brevemente la conexión entre Verdad, Curvas y Hechos; b) se explicita la comprensión del origen de la Pandemia; c) se expone la “metáfora bélica” utilizada en el “combate” contra la Pandemia; d) se propone una mirada para la situación de planetarización; e) se indaga sobre el estado de la “razón europea”; f) se analiza los efectos de la distancia social; g) se presenta la preponderancia de las redes sociales en la vida cotidiana; h) se reflexiona sobre el “sentido de emergencia” de la Pandemia; e i) se abren algunas postales para seguir pensando. Se termina el articulo abogando por seguir indagando las cientos de miles de prácticas intersticiales que se performan en Pandemia como unas huellas que permiten ver los caminos de salida para una humanidad acorralada.
Palabras clave:PandemiaPandemia,guerraguerra,estadísticaestadística,sensibilidadsensibilidad.
Resumo:
O objetivo deste artigo é apresentar alguns dos componentes básicos do cenário em que ocorre a guerra das curvas e que nos permitem abordar a Pandemia como um fenômeno epistêmico que implica a reestruturação de uma política de sensibilidade planetária. Para alcançar esse objetivo, seguimos a seguinte estratégia: a) a conexão entre Verdade, Curvas e Fatos é brevemente exposta; b) o entendimento da origem da Pandemia é explicitado, c) a “metáfora bélica” usada no combate “Contra a pandemia”; d) propõe uma análise da situação da planetarização; e) indaga sobre o estado da “razão européia”; f) analisa os efeitos da distância social; g) apresenta a preponderância da redes sociais na vida cotidiana, h) refletindo sobre o “senso de emergencia” da pandemia e i) alguns cartões postais são abertos para continuar pensando. O artigo termina defendendo a continuação da investigação das centenas de milhares de práticas intersticiais que permeiam uma pandemia como traços que nos permitem ver as rotas de saída para uma humanidade encurralada. Palavras-chave: Pandemia; guerra, estatística; sensibilidade.
Palavras-chave: Pandemia, guerra, estatística, sensibilidade.
Abstract: The objective of this article is to present some of the basic components of the scenario where the war of the curves takes place and that allow us to approach the Pandemic as an epistemic phenomenon that implies a restructuring of a planetary sensibilities policy. To achieve this objective, we have followed the following strategy: a) the connection between Truth, Curves and Facts is briefly exposed; b) the understanding of the origin of the Pandemic is made explicit; c) the “warlike metaphor” used in the “combat” Against the Pandemic; d) proposes a look at the situation of planetarization; e) inquires about the state of “European reason”; f) analyzes the effects of social distance; g) presents the preponderance of the social networks in everyday life; h) reflecting on the “sense of emergency” of the Pandemic; and i) some postcards are opened to continue thinking. The article ends by advocating to continue investigating the hundreds of thousands of interstitial practices that permeate in a pandemic as traces that allow us to see the exit routes for a cornered humanity.
Keywords: Pandemic, war, statistics, sensibilities.
La guerra de las curvas: pandemia, sensibilidades y estructuración social
The war of the curves: pandemic, sensibilities, and social structuration
A guerra das curvas: pandemia, sensibilidades e estruturação social
Introducción
Vivimos tiempos de cambio. La pandemia ha puesto de manifiesto lo que somos, ha dejado en claro la situación de pornografía cognitiva-afectiva de nuestras sociedades y puesto en el primer plano de la TV, los periódicos y las redes sociales a la estadística y el saber médico la fragilidad del conocimiento.
La Pandemia aparece poco después que en el planeta se discutieran los tiempos de la “post verdad”[1] entendiendo esto como criterio de acción donde dadas ciertas circunstancias son más importantes los sentimientos y las creencias que los hechos, según la aproximación del Diccionario de Oxford.
Pero, como en tantos otros tópicos, el covid-19 desplazó la mirada sobre lo que se debe hacer, transformando la pregunta en un debate político basado en la estadística epidemiológica: la fuente de la “verdad” es el análisis de las frecuencias de hechos y su distribución “normal”.
El lenguaje de políticos, médicos, periodistas, militares y de la opinión pública en general ha adoptado la expresión “debemos aplanar la curva” haciendo alusión al menos a tres 54 cosas, a) que mientras exista una curva aplanada (menos casos de contagio en mas tiempo) el sistema de salud no se colapsará, b) que, implícitamente, esa curva expresa la probabilidad de una cantidad menor de muertes y c) que demuestra un manejo eficiente de los efectos de la Pandemia por parte de los Estados.
Es obvio que la estadística deviene valor de verdad e instrumento político, como así también que las narraciones a ellas asociadas son el resultado de la construcción social de la mismas.
Este articulo elaborado desde la mirada de una sociología de los cuerpos/emociones busca discutir, desde el punto de vista de la epistemología social algunas de las consecuencias de la Pandemia. Goldman and O'Connor en su artículo sobre Epistemología Social en la Stanford Encyclopedia of Philosophy sostienen:
¿Qué queremos decir con la frase “epistemología social”, el tema cubierto en esta entrada? La epistemología social adquiere su carácter distintivo al contrastar con lo que podría denominarse epistemología “individual”. La epistemología en general tiene que ver con la forma en que las personas deberían dedicarse a tratar de determinar qué es verdad, o cuáles son los hechos del asunto, sobre temas seleccionados. En el caso de la epistemología individual, la persona o agente en cuestión que busca la verdad es un solo individuo que realiza la tarea por sí mismo, sin consultar a los demás. Por el contrario, la epistemología social es, en primera instancia, una empresa preocupada por cómo las personas pueden perseguir mejor la
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verdad (cualquier verdad que esté en cuestión) con la ayuda o frente a otros. También se refiere a la adquisición de la verdad por parte de grupos o agentes colectivos (GOLDMAN AND O'CONNOR, 2019, p. 1).
Esta propuesta implica captar diversas bandas de moebio que se despliegan y tuercen en este fenómeno complejo que es la Pandemia. El presente articulo tiene por objetivo presentar algunos de los componentes básicos del escenario donde la guerra de las curvas se desarrolla y que permiten aproximarse a la Pandemia como un fenómeno epistémico que implica re-estructuración de una política de la sensibilidad planetaria.
Para lograr dicho objetivo hemos seguido la siguiente estrategia: a) se expone brevemente la conexión entre Verdad, Curvas y Hechos; b) se explicita la comprensión del origen de la Pandemia; c) se expone la “metáfora bélica” utilizada en el “combate” contra la Pandemia; d) se propone una mirada para la situación de planetarización; e) se indaga sobre el estado de la “razón europea”; f) se analiza los efectos de la distancia social; g) se presenta la preponderancia de las redes sociales en la vida cotidiana; h) se reflexiona sobre el “sentido de emergencia” de la Pandemia; e i) se abren algunas postales para seguir pensando. Se termina el artículo abogando por seguir indagando las cientos de miles de prácticas
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intersticiales que se performan en Pandemia como unas huellas que permiten ver los caminos de salida para una humanidad acorralada.
Verdad, curvas y hechos
Más de 3.000.000.000 de personas han estado o están en estado de aislamiento a causa de la Pandemia del covid19, la mayoría de ellos usan algún elemento para tapar nariz y boca y mantienen una distancia minina de 2 metros entre unos y otros.
La ciencia contemporánea, a través de sus sistemas nacionales de investigación, la Organización Mundial de la Salud, los Comité de Especialistas de cada país, las Universidades, las empresas farmacéuticas y las fuerzas armadas del planeta, han dado las mismas recomendaciones que la medicina ha dado los últimos 700 años.
Sin embargo, todos los mencionados, formal o informalmente, individual o colectivamente, con mayor o menor intensidad han transformado la política de atención a la enfermedad, en una vigilancia en tiempo real de la curva de contagiados y su relación con los fallecimientos y curados.
Los presidentes, los primeros ministros, reyes y diferentes tipos de gobernantes del mundo entero celebran el “achatamiento” de la curva de contagios como resultado de la intervención de su gestión de la pandemia. Aplanar la curva se ha transformado en el objetivo político central en todo el planeta como signo que falta menos tiempo para que la pandemia se termine y podamos volver a producir y disfrutar.
Un punto clave es saber qué significa una curva en la investigación epidemiológica.
“Una curva epidémica es un gráfico que presenta la distribución del tiempo en que se manifestaron los primeros síntomas de todos los casos ocurridos en un Brote de enfermedad” (ORTIZ, ESANDI y BORTMAN, 2004, p. 20).
Como ya dijimos, si una región y/o país “aplana” la curva puede “abrir” antes para que el comercio y el disfrute siga. Desde sus mismos orígenes la estadística ha sido una disciplina de la política: censos para el control de la población, presupuestos para el manejo de los impuestos y estadísticas policiales y de salud para manejar las disrupciones (HACKING, 1975, 1995).
El mundo capitalista que se niega a aceptar la información sobre el calentamiento global, que no repara en la pandemia de los disruptores endocrinos, que no acepta las consecuencias transgénicas “re-organiza” la política alrededor del saber medico que toma una supraposición frente a las instituciones de las democracias por consumo trasformando 56 epistémicamente la práctica estatal: curva plana igual mejor gobierno, curva plana guerra ganada, curva plana economía funcionando. La estadística es la verdad, porque el conocimiento es poder.
Ahora bien, este “giro estadístico” de la política no es sólo una cuestión de números:
se produce inscripto en una política de la sensibilidad que por definición alberga el conjunto de prácticas sociales cognitivo-afectivas que tienden a la producción, gestión y reproducción de horizontes de acción, disposición y cognición (SCRIBANO, 2017)
Los próximos apartados se refieren justamente a cómo se pueden percibir algunos de
estos rasgos en “situación-de-pandemia”.
Animales, “mercados húmedos” y seres humanos
Más allá de la actual batalla semiótica sobre la cantidad de muertes en China, fecha de la primera información dada por ese país y la manipulación genética en ese país la afirmación que se reproduce hace pensar en diferentes facetas de la problemática. Primero exploremos la noción de salto de especie.
Una de las claves de la génesis y reproducción del covid-19 es lo que se ha dado en llamar el “salto de especie”. Desde fabulosas narraciones culinarias, pasando por el consumo conspicuo hasta llegar a la no occidentalización forzada que todo el planeta debería tener son algunos de los rasgos de la participación de los murciélagos en el origen del virus.
Obviamente que como toda narración fantástica se toma de un hecho:
Debido a la similitud de las secuencias genómicas entre el nuevo coronavirus y un coronavirus encontrado en los murciélagos, que es del 85% o más, se especula que los murciélagos son los huéspedes naturales del nuevo coronavirus (ZHOU, 2020, p. 23)
En primer lugar, en diversas regiones del planeta existen formas ancestrales de elaborar e ingerir nutrientes de forma depredatoria y/o doméstica, como por ejemplo el majaz, cuy en Perú y los pueblos amazónicos (REPÚBLICA DEL PERÚ, 2009), las tortugas en Colombia, las hormigas y los saltamontes en México sólo para mencionar algunos países latinoamericanos[2]. Lo que conlleva la concientización que no sólo en China pasa esto. En segundo lugar, estas prácticas del comer de pueblos originarios y recetas tradicionales se han transformado en objeto de consumo de lujo respondiendo a una exotización creciente del disfrute a escala planetaria. La Pandemia deja en claro que los seres humanos hemos explotado y depredado un sin número de especies más allá de la provisión de alimentaria 57
(cuestión que también merece una reflexión crítica) y con ello introducido en nuestra relación con las mismas el carácter de exótico que Said imputase a las relaciones coloniales. ¿Quién dio el salto primero? Esta irónica pregunta nos deja en la puerta de una de las aristas más interesante de la situación de pandemia: la supuesta neutralidad de los procesos biológicos y su configuración especista. Nos-otros somos la biología y todas las ciencias que estudian dicha relación están elaboradas negándola u olvidándola. Por esta vía podemos sugerir que esta pandemia permite pensar la colonialidad planetaria y específicamente científica.
La metáfora bélica
Otro elemento central de la pandemia es el uso de la metáfora bélica para designar el conjunto de medidas para neutralizar su impacto. Entre los muchos análisis posibles aquí vamos a concentrarnos, usando el ejemplo argentino, en los siguientes elementos: enemigo silencioso e invisible, guerra sin reglas, insumos, parte del día y lo héroes.
La Doctrina de la Seguridad Nacional, la política post 9/11 de Georges Bush y la metáfora bélica contra el covid-19 usan el mismo esquema de construcción del enemigo: es
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silencioso, no tiene rostro, es invisible; al no ser alguien es todos. Al ser potencialmente todos, las medidas de identificación, aislamiento y eliminación deben ser masivas y preventivas. Por preventivas debe entenderse como una acción bélica anterior a cualquier ataque concreto de un enemigo. Por todo esto no hay fronteras y la única forma es eliminar a todo agente que perturbe el territorio defendido: cada cuerpo. La guerra contra el covid-19 termina de preparar la colonización del planeta interno típica de este siglo elaborando una gestión de la geometría de los cuerpos y las gramáticas de las acciones en base a la identificación y separación de aquellos que sean portadores.
Es una guerra sin reglas, porque no sabemos quién tiene el agente que destruye y quién no, no sabemos cómo se contagia, cómo se expande, cómo se elimina: la mejor vacuna es una política de la población con muy pocas reglas: no tocar(se) y alejar(se)
Es una guerra por los insumos para tabicar el cuerpo, de tapas bocas a trajes tricapas, de elementos de lavado, de estrategias de desinfección, objetos y procesos que mantienen la pureza: lo importante son las lavaciones. La marca de grados de fiebre, las marcas del cuerpo con toz, el cansancio, etc. son signos de impurezas.
Es una guerra que tiene su Épica en el riesgo de los que trabajan en el sistema de salud 58 convirtiéndolos primero en soldados en la primera línea y luego héroes que arriesgan su vida. Como todo héroe, no piensa en sí mismo, lo da todo, se abstiene de comer, realiza esfuerzos sobre humanos, siempre está ahí y claro se mueren.
Es una guerra de ocupación de los cuerpos redefiniendo la gramática de la acción a través de la presencia del ejército y las fuerzas de seguridad en las calles y los médicos héroes en los centros médicos. Con un indiscutido comando donde se toman las decisiones: el consejo de especialistas. Nunca la guerra y la ciencia han sido expuestas en su tradicional maridaje tan pornográficamente.
La globalización ha muerto, viva la planetarización
Otro rasgo de esta pandemia tiene su rostro en el mapa más observado de la historia de la humanidad, el que se puede observar en el “COVID-19 Dashboard by the Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU)”[3], con 1.500 millones de visitas por día.
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En tiempo real, desde y para todo el planeta se geo-referencia los casos confirmados, los testeados, las altas y los muertos. También está disponible el acceso a artículos científicos, opiniones de expertos, regulaciones gubernamentales. Un detalle político de esta narración científica son las categorías políticas usadas para geo-referenciar países, regiones y soberanías: la medicina reconstruye el mapa del mundo.
La pandemia es un evento planetario, se ve, se sigue y se “siente” todos los días, segundo a segundo. Televisión, periódicos, radios, redes sociales describen una y otra vez. El libreto es académico, los principales actores son científicos y los espectadores están sentados en sus casas, oficinas o en algunas de la TV que permanecen encendidas en las calles que sigue siendo espacio de disputa.
La planetarización es por definición un espectáculo que se ha completado con una escena macabra de ambición humana: covid-19.
Teléfonos móviles, tabletas, notebooks, pc, televisores y todo tipo de dispositivo digital se transforma en un gran anfiteatro griego donde comunicadores, políticos, ciudadanos, científicos, personal del sistema de salud devienen espectadores a la espera del aplanamiento
de la curva de su país o región. 59
En una modalidad de auto-reflexividad “el mundo” se ve a sí mismo en una pantalla en su forma de mapa on-line a tiempo real evento que cualquier geógrafo humano no hubiera siquiera imaginado.
Las miserias del Rey desnudo: ¿metamorfosis de la razón europea?
Desde enero de este año, al menos, hemos escuchado un sinnúmero de argumentos, preguntas, respuestas, estrategias y protocolos sobre el origen, el contagio, tratamiento y letalidad del virus.
Miles de millones de horas de plataformas para diálogo on-line, cientos de escritos explicando las consecuencias, miles de millones mensajes por todas las redes sociales, miles de millones de APP creadas y usadas sobre el covid-19.
Con el covid-19 lo que denominamos la razón europea se ha reflejado en un espejo incómodo más allá de las agudas críticas a la cual ha sido sometida la razón imperial, la razón depredadora, la razón mercantil y la razón destructora han seguido siendo patrimonio de lo que antaño denominábamos razón europea.
La pandemia ha puesto de relieve que no existe una sola inteligibilidad para el poder mundial, el virus apuesto a la defensiva a las grandes potencias mundiales; parecería ser que la culminación de la planetarización esta re-definiendo el poder y la política. Por lo tanto, los modos de imperar están mutando, si hasta ahora las alianzas entre imperialidad y colonialidad implicaban dominar el planeta, la pandemia termina de iniciar la disputa por la colonización del planeta interno. Nada más y nada menos que con un virus cuyas articulaciones se produce como llaves y candados en el sistema por donde respiran nuestros cuerpos. La pandemia ha modificado el equilibrio del poder porque ha modificado el campo de disputa de la imperialidad del poder y de la politicidad ese poder que deviene en la territorialidad de la nueva colonialidad. Si bien la razón sigue construyendo monstruos, se parecen más a Nautilos por el torrente sanguíneo que a sus pares atómicos en el golfo Pérsico.
Conectado con lo anterior, lo que se está metamorfoseando es la razón depredadora, es la razón de la apropiación del excedente de los activos ambientales, es la razón del malestar de las especies, es la razón de la resistencia del planeta frente a la plusvalía ecológica. El límite se ha vuelto evidente, ya no es un problema entre los que están a favor o en contra del calentamiento global, ya no es un problema de lo que están a favor o en contra del poder del glifosato, ya no es un problema de lo que están a favor en contra de la minería a cielo abierto, el planeta se paró y con ello disminuyó la presencia depredadora de la especie humana: lo que 60 implica claramente el quiebre de cualquier excusa de la razón depredadora y de cualquier falsa razonabilidad de la destrucción planetaria. En la misma dirección, pero en otra faceta de la problemática de lo expuesto también aparece el límite del imperio de la raza humana sobre todo tipo de ser vivo de este planeta por eso hay un malestar de la razón de las especies expuesto en el “silencio planetario”, en el regreso de los de las especies, en la presencia de las otras formas de vida. Hizo falta solamente que nos retiraremos de la enloquecida producción y del consumo compulsivo. La razón del malestar de las especies se vincula claramente a la desnaturalización del mundo cómo mera mercancía para el disfrute inmediato. Se vincula claramente a la mercantilización de todo y el desprecio de lo que no sea para el consumo autocentrado, la pandemia ha mostrado el quiebre de la justificación del dominio humano sobre todas formas de vida.
Con la pandemia se resquebraja también el imaginario hombre de la economía política que racionalmente establece preferencias acordes a metas múltiples e instrumentos escasos. Es justamente el corazón del “principio de escasez” el que es tocado por la receta del aislamiento como única vacuna frente al virus. No ha habido saqueos, no ha habido faltantes de bienes, pero si nos enfrentamos posiblemente a una de las hambrunas más importantes de los últimos siglos. Esto significa que los últimos tres siglos de la economía política se han visto destruidos en su teoría y en su práctica por una simple no acción, la pandemia desmiente totalmente la vocación de la economía política de la moral del capitalismo como única medida racional del estar en el mundo. Producir y consumir no parecen ser las dos únicas prácticas que estamos dispuesto a formar los seres humanos, con la pandemia se quiebra la intención de que todo sea resuelto bajo lógicas de mercantilización.
Es en este contexto que la ciencia debe recurrir a la receta más antigua y una de las prácticas sociales más anti-capitalistas: dejar de consumir, distanciarse del otro como objeto de goce (sensu Marx).
Las distancias como la única vacuna
Eufemísticamente se llama distancia social a un espacio que media entre los cuerpos/emociones. Aquello que hace años intentamos hacer, comprender sobre lo inseparable entre cuerpos y emociones ha devenido central en la pandemia: “ganas de abrazar”, “necesidad de estar al lado de”, “deseo de besar”, son algunas de las frases más comunes asociadas al no poder tocar, al no tocarse, frente a la imposición de la distancia.
Una simple regla de contacto, de tacto administrado, de distancia medida ha sido 61 suficiente para que aflorasen deseos, necesidades y sensaciones que siempre están, pero regidas por otras reglas que operan al modo de desublimación represiva (sensu Marcuse). El
“no tocar a otro” como imperativo de defensa ante la amenaza del virus reemplaza el “no matarás” puesto que el objeto del miedo ha devenido invisible y silencioso.
Es muy interesante que en el mundo de las sensibilidades la defensa contra el enemigo silencioso sea estar lejos: se debe reconstruir vertiginosamente lo que entendíamos por distante. Justamente en el momento donde podíamos estar e ir a cualquier lado.
Algunas de las modificaciones más importante de esta vacuna biopolítica son: la transformación de las geometrías de los cuerpos, la modificación de sensibilidades de socialización gregarias y las distancias de discriminación.
Hasta aquí, cada sociedad difería según un conjunto de reglas que rigen sus específicas geometrías de los cuerpos, sólo piénsese en las grandes religiones y sus diversas estipulaciones para el lugar de las mujeres en sus respectivas liturgias. El deber estar a no menos de metro y medio o dos metros implica impactos en los lugares, sus infraestructuras, sus accesos, pero especialmente en la redefinición de la proximidad, la noción de encuentro, lo alejado aceptable y aceptado: la distancia social es un eje fundante de una nueva política de las sensibilidades.
Otra modificación se refiere a la que envuelve las sociabilidades en el concerniente desde la cortesía, el cortejo, la manifestación afectiva, el rechazo explícito, etc. Hasta aquí, sólo para poner un obvio ejemplo, el besar en el saludo, la cantidad de besos, el abrazo, el darse la mano, la reverencia, etc., eran “prácticas de conexión” que tenían sus propias reglas determinadas geo-culturalmente. El no entrar en contacto físico implica un conjunto de modificaciones sobre los gestos, las expresiones faciales, “exis corporales” (sensu Bourdieu) relacionadas con aquello que se debe y/o desea hacer en una situación concreta, en un lugar específico.
Un tercer cambio de gran importancia es lo que el “alejarse” impacta, en el ya distanciado, mundo del contacto con lo indeseable, lo abyecto, lo rechazado. Cada sociedad establece algunos criterios para identificar, seleccionar y separar a lo indeseable: el mejor ejemplo son los campos de concentración nazis. Ahora bien, el comienzo de todo un sistema de ignominia es el criterio de marca y reconocimiento del portador de aquello que no solo hay que evitar sino básicamente rechazar: la estrella amarilla en la ropa, la marca de las casas, el rapado del pelo, etc. Hoy estamos ante una redefinición planetaria del abyecto: el caso sospechoso, el contagiado, el recuperado, el habitante de una zona con contagio comunitario, 62 el que tienen tal o cual síntoma, el asintomáticos son los nuevos candidatos. Repárese en el hecho y la posibilidad de la obvia duplicación y refuerzo del rechazo: contagiada negra, migrante, mujer, joven y trabajadora.
A estas tres facetas de la Pandemia se le debe adicionar que esto puede ser producido, y de hecho mayormente así se efectúa, a través de las redes. Logrando en la práctica que lo que aún era particular haya devenido global
Pandemia en redes
Sin duda ésta es una pandemia vivida en, por y a través de las redes sociales y estas son constitutivas del paisaje característico del siglo 21. Con no más de 20 años de existencia comercial, masiva, global y planetaria las redes sociales, han captado desde su inicio la centralidad de las percepciones y que éstas son modos para transformar y producir sensibilidades. Y hoy esto por supuesto juega un rol importante en la pandemia.
Esta es una pandemia vivida a través de las aplicaciones de comunicación interpersonal WhatsApp, Instagram y Tik Tok entre otras muchas se han transformado en los “medios naturales” de interacción social. En el contexto de los confinamientos, de las cuarentenas, de los alejamientos, de la imposibilidad de viajar, las distancias se han hecho muy cortas, el planeta encogido: las interacciones se han vuelto más asiduas a través de las aplicaciones que hemos mencionado.
Mensajes, fotos, videos, libros, películas, conferencias, seminarios y liturgias de distintas religiones son algunas pocas de las miles de prácticas sociales que se han transformado a partir de estos vehículos particulares que son las aplicaciones. Todo esto vuelve cada vez más central; todo esto hace que se transforma en un nudo gordiano la idea de conectividad, detener acceso a wi-fi, internet en la transmisión de datos que son elementos básicos para poder comunicarse con el otro hoy. Se ha pasado del contacto por entretenimiento e información más o menos relevante a la totalidad de la vida de un sujeto que se relaciona con otras personas a través de estas aplicaciones.
En esta pandemia se consolida lo que hemos denominado en otro lugar sensibilidad de plataforma (SCRIBANO, 2019a). Al modificarse la importancia del trabajo como organizador del día se transforma una parte importante de la política la sensibilidad porque justamente una política sensibilidad está anclada en cómo se organiza el día y la noche, la vigilia y el sueño entonces, ahí hay como un punto básico para darse cuenta que esta es una pandemia virtual/digital/móvil; la pandemia como práctica, la pandemia como acción, la pandemia más 63 acá del virus, la pandemia que está del otro lado de los muertos, de los enfermos, los contagiados, la pandemia para los sobrevivientes, las pandemias para los sanos, es una pandemia para el trabajo.
Al no poder salir, al no poder desplazarse, el delibery todas las plataformas de envío, desde comida pasando por productos higiénicos hasta pan devienen centrales para la organización del día a día. Saber que alguien puede traer algo más o menos rápido, pero en condiciones higiénicas y de salubridad acorde a la pandemia es una de las aristas de la seguridad que este evento ha provocado pero que también se anclan en la profundidad con toda la lógica del desarrollo móvil/digital del siglo 21.
Esta sensibilidad de plataforma tiene que ver con el recibir lo más rápidamente posible aquello que deseo. La pandemia es justamente una práctica de constitución de unos tipos de deseos novedosos, deseos que tienen que ser moldeados ante la imposibilidad de aplicar el hasta hace muy poco vigente “molde del traslado”. El ir y el venir entonces básicamente se transforma: yo-tú-él-nosotros nos encontramos, nos alegramos, nos enojamos, nos enamoramos, somos solidarios, degustamos, compramos, protestamos y apoyamos por, en y a través de las aplicaciones.
También ésta es una pandemia del trabajo porque lo es de la hiperproductividad, de la
“fusión” del día y la noche como tiempos productivos. El trabajo vuelve a ser importante en la organización del día a través de su omnipresencia, en el día esta tensión entre trabajar y disfrutar se ha reestructurado. A partir de la fuerte necesidad de salvaguardar el aislamiento me ha mostrado la cara plena de lo que significa “trabajar en casa” pero no solamente elaborar, algo no solamente ser parte de un proceso, no solamente vender algo, sino estar permanentemente trabajando. El trabajo en casa en tanto práctica para acreditar dinero y el trabajo para producir los medios y las estructuras de disfrute empiezan a tocarse, cada vez más acerca y más próximos en sus formas: el día trabajando/disfrutando.
Las redes son estos nuevos vehículos por las que sirven para dar conferencias, para organizar cumpleaños, para realizar eventos, para producir colectivamente y para asegurar una cadena de producciones individuales. El Zoom como aplicación o cualquiera de sus similares Google Meet, Blackboard, etc., no son más que dispositivos que nos permiten estar siempre haciendo algo que puede ser llamado trabajo, en término de que organiza el día, transforma lo que hay y me permite la reproducción: la redefinición del trabajo es justamente su hipérbole, es una súper-relación. Esta es sin duda una pandemia del trabajo, esta es sin duda una pandemia donde las políticas de sensibilidades incluyen la sensibilidad de plataforma por
medio del trabajo. 64
Esto es una pandemia donde nos entretenemos, nos divertimos, nos alegramos a través de las aplicaciones, nos encontramos con otro para pasar un momento, para distraernos, para ver una película en común pero cada uno está varios, cientos o miles de metros o kilómetros. Los otros están a mucha distancia, nos encontramos para festejar un cumpleaños de un pariente, de seres queridos y amigos. La pantalla y lo táctil terminan siendo vehículos de interacción sexual: se ha incrementado la utilización de las lógicas de interacción con el otro con finalidad erótica a través de las redes, una pandemia que a este puesto sobremanera de relieve que el entretenimiento es parte vital de la vida entonces entretenerse y trabajar es un sinfín, un continuo, es una línea donde no hay cortes en el mismo lugar, en el que no es necesario que salir. No, no posible ir, ni siquiera hace falta estar con otro para estar con otro, es justamente la modificación del estar en las redes; es uno de los componentes importantes de las “prácticas de pandemia”.
Emergen(cia)
La pandemia covid-19 es realmente una emergencia, deja ver, hace aparecer, permite que emerja, posibilita que se visibilicen muchas prácticas que por evidentes y pornográficas no se “veían”. Esas son las prácticas que potencia la pandemia, las acciones contra el virus y la situación de encierro planetario. Las sociedades normalizadas en el disfrute inmediato a través del consumo son sociedades de la pornografía, son sociedades donde ya no hace falta decir que hay algo oculto, porque justamente no hay nada más que escribirle a lo real por encima; estas sociedades normalizadas en el disfrute son realmente una manera de no tener escritura una no grafía; pero la pandemia ha mostrado lo que se oculta mostrando, ha hecho patente lo que se quiere desdibujar haciendo ver todo primero y “adelante”: los elefantes ocultos en las manadas de elefantes. La pandemia ha hecho patente que el trabajo tal como lo conocimos en el siglo 20 se ha ido modificando y hay cientos de miles de millones de sujeto en el planeta que no tiene ese trabajo, que viven “al día”, que tienen un trabajo informal, que tienen un trabajo casi esclavo; que tienen un trabajo dependiente de ese consumo y de ese disfrute que mantiene unida está sociedades normalizadas. La pandemia ha dejado ver lo que era obvio que eran sociedades basadas en la desigualdad. La pandemia deja ver lo que está en primer plano: al joven que te lleva el pedido, a la mujer que te hizo la comida, al trabajador que cortó tu pantalón, al niño que pegó tus zapatillas, a los miles que cruzan en balsas y en pequeños barcos en busca de los nuevos sueños americanos, a los que te ofrecen flores en las mesas, a los que te ofrecen joyas en las calles; esos cientos de miles son los que están siempre 65 ahí son los que nunca faltan cuando cada uno de nosotros sale a consumir. Los pequeños trabajos, los trabajos insignificantes, los trabajos impuros, los que nadie quiere realizar los mal pagos, los desesperados trabajos de los que menos tienen; limpiar, ordenar y volver a limpiar esos hoy se hacen imprescindibles y son aquellos que siguen preformándose en todo el planeta.
La pandemia deja ver lo que obviamente veíamos todos los días por eso las pandemias son muchas no es solamente la enfermedad del virus del covid-19 son prácticas de desigualdad, deshumanización y discriminación de carácter planetario que todos los días se producen, se han producido y se producirán en un mundo donde lo único que vale es el consumir y el disfrutar. Por otro lado, ésta es una pandemia del hambre, una pandemia del que gana poco, del que no llega a fin de mes, del que tiene que pagar el alquiler, del que tiene que pagar el colegio de los chicos, del que vende solo y sólo si, si hay otros trabajadores que van a trabajar, es una pandemia de la (ruptura) de la escasez, justamente el principio económico que guía la economía política. Esta es una pandemia del no alcanza, es que es una pandemia de miles de millones que no tenían trabajo, que se quedaron sin trabajo y que no tendrán trabajo. En este contexto es que sin trabajo, con dificultades para conseguir alimento, con obstáculos para conseguir habitación y con dificultades para sortear el difícil problema de sobrevivir el día el día, este es una pandemia que pone sus reflectores sobre esos primeros actores que todos los días vemos y que nos reconocemos como tales porque pornográficamente son los más importantes.
Esta emergencia entonces deja ver lo que siempre vemos, reconstruye la geometría de los cuerpos, reelabora la gramática de las acciones, dándole un primer plano a los que todos los días parecen ser actores secundarios, pero son los principales. Esta es la pandemia de los que se tienen que quedar en casa sin tener casa, de los que tienen que ir a trabajar sin tener trabajo, de los que tienen que estar en condiciones sanitarias correctas sin haberlas tenido nunca, de los que tienen que comer bien sin poder hacerlo. En definitiva, una vez más la sociedad le pide a miles de millones de personas que cumplan metas sin darle los medios y sin procurarle las destrezas necesarias.
Como siempre la guerra “cobra la vida de los inocentes”, profundiza la situación anterior, potencia la abyección, la discriminación y completa la des-humanización.
Aperturas finales
Cuando estaba terminando de redactar el presente artículo el Presidente de la Nación 66 Argentina, Dr. Alberto Fernández, transmitió para toda la nación un mensaje donde daba a conocer que investigadores del CONICET, en alianza con un laboratorio privado, habían logrado crear un kit de detección rápida del covid-19 que era posible de ser realizado en un poco más de una hora[4].
En la página oficial del Gobierno argentino se puede leer partes desgravadas del citado video:
“Estoy muy contento. Esto nos permite enfrentar el control de la pandemia de otro modo’, aseguró el Presidente durante la presentación, en la que estuvo acompañado por los ministros de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, y de Salud, Ginés González García.[5] ‘Tenemos la mejor calidad humana y científica para ofrecer estas respuestas’, destacó el mandatario, y remarcó: ‘Esto lo han hecho investigadores argentinos y lo produce un laboratorio argentino, esto es tan importante para el desarrollo de un país porque demuestra que no dependemos de otros, que podemos hacerlo nosotros, esto es soberanía, y eso es lo que todos deben entender”.[6]
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Es claro que la antigua relación entre ciencia, tecnología y guerra se ha metamorfoseado: el control de la pandemia a través de un dispositivo estatal-privado otorga soberanía al país y “pone” contento al presidente.
La sensibilidad de quien toma las decisiones de esta guerra de curvas es alterada por contar con un dispositivo para conocer quienes están infectados y así aplanar la curva en la consagración de un sistema científico de “colaboración” estatal-privado. La ciencia en el centro, el poder como objetivo.
Pero no sería adecuado terminar el presente artículo sin la mención de rasgos de las prácticas de Pandemia y que no hemos analizado aquí y que han emergido con fuerza. Si reparamos en una faceta muy potente del conocimiento, como lo es su conexión con las emociones, encontramos que el amor, la compasión, la empatía, la generosidad se han constituidos en factores del conocer que urgen ser retomados con fuerza e indagados por las ciencias sociales.
Nosotros venimos auspiciando que el amor filial (SCRIBANO, 2019b) es una de las prácticas centrales de los próximos años y seguimos creyendo que se transforma hoy en una huella insustituible para lograr que sororidad, fraternidad y humanidad sean criterios de 67 verdad y justicia.