Resumen: El artículo ofrece una lectura de la producción de Edgar Morin y Carlos Matus puestos en diálogo para pensar la acción racional teórica y práctica con implicancias en las racionalidades políticas que abordan problemáticas concretas. En primer lugar, se analiza la Antropolítica, una apuesta de Morin para la política contemporánea, como una construcción política y lugar de convivencia de la humanidad. Luego se analiza el modo en que Matus concibió la planificación atendiendo a las dimensiones política, estratégica y situacional. La puesta en relación complementaria de las visiones de ambos autores da cuenta de la aptitud del sujeto en relación al contexto para encontrar herramientas de construcción política futura.
Palabras clave:ComplejidadComplejidad,AntropolíticaAntropolítica,EstrategiaEstrategia,AcciónAcción.
Resumo: O artigo oferece uma leitura da produção de Edgar Morin e Carlos Matus em diálogo para refletir sobre a ação racional teórica e prática com implicações nas racionalidades políticas que abordam problemas específicos. Em primeiro lugar, analisa-se a Antropolítica, uma aposta de Morin pela política contemporânea, como uma construção política e espaço de convivência da humanidade. Em seguida, analisamos a maneira como Matus concebeu o planejamento, levando em consideração as dimensões política, estratégica e situacional. A relação complementar entre as visões de ambos os autores mostra a aptidão do sujeito em relação ao contexto para encontrar ferramentas para futuras construções políticas.
Palavras-chave: Complexidades, Antrpolitica, Estratégia, Ação.
Abstract:
The article offers a reading of the production of Edgar Morin and Carlos Matus put in dialogue to think about the theoretical and practical rational action with implications on the political rationalities that address concrete problems. In the first place, Anthropolitics is analyzed, a bet of Morin for contemporary politics, as a political construction and place of coexistence of humanity. Then we analyze the way in which Matus conceived planning taking into account the political, strategic and situational dimensions. The complementary relationship between the visions of both authors shows the subject's aptitude in relation to the context to find tools for future political construction. 61
Keywords: complexity, Anthro-Politics, Strategy, Action.
Dossiê
Resignificación politica: Diálogos entre el pensamiento complejo y la planificación situacional para el desarrollo de la Antropolítica
Ressignificação Política: Diálogos entre pensamento complexo e planejamento situacional para o desenvolvimento da Antropolítica
Political Resignification: Dialogues between complex thinking and situational planning for the development of Anthropolitics

Estudiar y reconocer en Edgar Morin autor e impulsor del pensamiento complejo como método de pensamiento, es decir, una manera racional dialógica reflexiva y autocritica de conocer pensar y actuar, es atreverse a salir de la estrechez de la lógica clásica/lineal y construir una nueva epistemología a partir de un modo de pensar complejo (relacional, dialógico, recursivo), en el que las paradojas y la incertidumbre son vías de transformación. El método de pensamiento moriniano, de carácter pluridimensional e interdisciplinario, consideramos, es clave para desarrollar nuevas líneas teórica/prácticas de la acción en la ética y la política en el mundo contemporáneo. Ya no contamos con una teoría social unificadora, o con grandes ideología que pretendían hacer la historia; hoy es más necesario que nunca partir de una construcción conceptual multidisciplinaria en donde se entrelazan los problemas epistemológicos y antropológicos con los éticos y políticos. Ésta es la razón del pensamiento complejo: enfrentarse al aislamiento de las disciplinas tanto como a un modo fragmentario de pensar, actuar, sentir, vivir. La interrelación y la interacción son partes esenciales de la perspectiva de Morin en contraposición al enfoque analítico y fragmentario de las ciencias que se originaron en la Modernidad y al diseño de programas políticos de carácter universal, abstracto que pretendían y/o se ofrecían para la aplicación de políticas situadas.
45
En su ensayo Para una política de la civilización (2009), Morin, explicita que la política es un llamado a luchar contra los desarrollos negativos de nuestra civilización occidental, preservando los positivos. En este sentido, afirmamos que frente a la racionalidad política instrumental privilegiada por la Modernidad occidental, la política de civilización o Antropolítica desarrollada por Edgar Morin, constituye un campo para pensar e investigar la complejidad de la política como problema ético y epistémico.
La disyunción entre ciencia y política que responde al uso monológico de la razón y al “paradigma de simplificación” por parte de la Modernidad, trae implicancias en las racionalidades políticas que abordan problemáticas concretas. De ahí que, frente a los desafíos de construcción política, resulta pertinente para este trabajo rescatar el pensamiento del politólogo y economista chileno, Carlos Matus, quien fue pionero en el desarrollo de la teoría, la metodología y la práctica de la planificación estratégica y gobierno de problemas complejos para América Latina.
A partir de lo anterior, nos proponemos analizar las complementariedades del pensamiento complejo de Edgar Morin y la teoría de la planificación estratégica situacional de Carlos Matus. Cabe destacar que los enfoques desarrollados por estos autores se sitúan en distintos dominios analíticos; sin embargo, encontramos compatibilidad en el plano epistemológico por cuanto ambos enfoques tematizan el problema de la complejidad de la acción política.
El presente escrito tiene entonces, un doble propósito. Por un lado, recuperar una de las problematizaciones relevantes de la obra de Edgar Morin, como es la construcción de una Antropolítica como política de civilización. Por otro lado, ofrecer una estrategia posible para este camino de una política a largo plazo a través de la planificación estratégica situacional propuesta por Matus.
Sobre estos ejes de trabajo, la tesis central que busca ser demostrada es, que la planificación situacional puede cooperar a una estrategia para el desarrollo de la Antropolítica. Asimismo, los argumentos desarrollado en este artículo pretende ser parte de una línea de trabajo, en el mediano plazo, de un programa de investigación interdisciplinario, buscando desarrollar las potencialidades del pensamiento complejo para una acción política futura, que encuentre en el método de planificación estratégica situacional de Matus una estrategia para el desarrollo de la Antropolítica concebida por Morin.
La supremacía de la racionalidad científica tuvo como resultado la creación de una visión del mundo simplificada y mecánica. Bajo estas condiciones se hace imperioso un pensamiento que recupere y apueste por la complejidad de lo político. Por este camino Morin propone la necesidad de una “Antropolítica”. Entendemos la Antropolítica como una propuesta epistemológica/política que surge como vía, camino abierto para repensar las teorías políticas; por tanto, como una exigencia para repensar una teoría del hombre que sirva de apoyo a la política del hombre. Es decir, desde el trasfondo de las dos teorías políticas manifiestas y sus crisis: el socialismo y el capitalismo, la Antropolítica aparece como “tercero en discordia en los conflictos relacionados con la ideología. No es una tercera fuerza ni un árbitro, sino un tercero que se niega a reducir el problema de la política a las antítesis dominantes” (Morin, 2002: 125).
La Antropolítica también entendida como política de civilización, política del hombre, articula conjuntamente la tríada individuo, sociedad, especie. Esto porque la complejidad humana no se comprendería separada de los elementos que la constituyen: “todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la especie humana” (Morin, 2002: 54). Por ello afirmamos que la tríada individuo-sociedad-especie constituye un entramado de complejidad creciente en la que se genera y desenvuelve la ciudadanía y la vida política para asumir la humanidad como destino planetario, lo que implica una resignificación de la ciudadanía como política del hombre, como política de civilización.
La sociedad, para Morin, ha perdido su horizonte y por tanto hay que hacer una apuesta política que posibilite la construcción de una sociedad más “civilizada” y al mismo tiempo se apropie del planeta como una “tierra-patria”1, es decir, como lugar de convivencia de la humanidad en simbiosis con el planeta.
Se trata de una propuesta epistemológica de conceptualización compleja que nos sitúa más allá del pensamiento simplificador, monológico, lineal, y nos lleva a un pensamiento relacional, dialógico. Traspasar las barreras de los males de la civilización requiere de un pensamiento generativo, contextual o, de lo contrario, no hemos aprendido aún que:
El pensamiento mutilado no es inofensivo: desemboca tarde o temprano en acciones ciegas que ignoran que aquello que ignoran actúa y retroactúan sobre la realidad social, y conduce a acciones mutilantes que despedazan, cortan y suprimen en vivo el tejido social y el sufrimiento humano (Morin, 1982:115).
47
La Antropolítica como propuesta de construcción política y lugar de convivencia de la humanidad es el reconocimiento de que se actúa con y en la multidimensionalidad compleja de los problemas humanos. Consecuentemente es antropológica y cosmopolítica: antropológica por apostar como eje de la reflexión al ser humano como fin, promoviendo el “bienvivir” en lugar del bienestar y cosmopolítica porque despierta la conciencia colectiva de la realidad humana compleja. Es decir, tiene una visión antropológica de un hombre genérico y, como finalidad, el desarrollo del ser humano y la humanidad en el contexto del “proceso de hominización”.
La supremacía de la racionalidad científica tuvo como adverso resultado la creación de una visión del mundo simplificada y mecánica. La política, invadida por la problemática tecno-económica, se convierte en una “política invasora” ya que penetra todas las esferas humanas. Ante esto tenemos que estar atentos para afrontar la tendencia reductora y totalitaria de la política. La vida, nuestra vida de individuo, la vida de las sociedades, no se reduce a lo político, aunque nada escape a la dimensión política. Bajo estas condiciones se hace ineludible un pensamiento que recupere y apueste por la complejidad de lo político. La religancia es la máxima epistemológica: aquella que señala que “es preciso vincular sin dejar de distinguir”.
Necesitamos religar, por ejemplo, al hombre con la naturaleza, al hombre con la sociedad, al hombre con la política, y al mismo tiempo apostar por una política que tienda al “desarrollo humano” y a la esperanza de un “mundo mejor”. Es decir, la Antro-política “se inscribe de forma natural en un movimiento global histórico en el que la política, al dejar de limitarse al gobierno y al ciudadano, tiende a coincidir con el destino del hombre” (Morin, 2002: 122).
La realidad social, compleja y multidimensional, parece hacernos pensar que el futuro pertenece más a la improbabilidad que a la seguridad. Sin embargo, el reconocimiento de la incertidumbre más que inmovilizarnos debe constituir una apuesta para una acción reflexiva, una mejora para el conocimiento; debe permitirnos comprender que las perturbaciones, irrupciones y fracturas son propias de nuestras sociedades, y no es solo un accidente, sino el modo mismo de ser de la sociedad. Esto nos obliga a concebir la acción política como estrategia, en el sentido que la Antropolítica no tiene como primer propósito un programa u organización predeterminados, sino que lanza el mayor desafío a la acción: “toda acción es incierta y necesita una estrategia”.
Reconocemos en la propuesta moriniana del pensamiento complejo cómo se sostiene e integran los efectos de la acción, no solo en la relación con los otros, en el mundo social, sino también a la vida, a la comunidad terrestre, a la tierra patria. Se trata de una visión planetaria donde “la explicación de los fenómenos humanos no podría prescindir ni del autor como de su ecosistema” (Morin, 2006b: 110). Por lo tanto, es un apostar por una acción compleja; una acción que da cuenta de elementos fortuitos, azar, iniciativa, decisión, conciencia de los desvíos y de las transformaciones.
Para Morin (2007: 114) el dominio de la acción es aleatorio, incierto y tiene como misión “hacernos conscientes de las derivas y las bifurcaciones”, pero sin rupturas, sino en el interjuego entre el individuo que emprende una acción, sus intenciones y el ambiente. Nuestro interés es, justamente, ir más allá del significado de la acción considerada desde una perspectiva externa, perceptible solo desde el punto de vista de un observador que no es el mismo sujeto actuante. No existe una relación lineal causa-efecto entre las intenciones de la acción y sus resultados, sino que de inmediato se ingresa en un juego de inter-retroacciones, lo que afecta el sentido que el actor dio a la acción al comienzo de esta, de modo que la intención primera de la acción se corrija, se neutralice o se invierta.
Sabemos que ninguna acción está segura de obrar en el sentido de su intención. La gran incertidumbre que hay que afrontar viene de la “ecología de la acción”, principio acuñado por Morin para explicar que:
Toda acción escapa cada vez más de la voluntad de su autor a medida que entra en el juego de las inter-retro-acciones del medio en el cual interviene”. De este principio se desprenden dos corolarios: 1. “Los efectos de la acción dependen no sólo de las intenciones del autor, sino también de las condiciones propias del medio en el cual se desarrollan dichos efectos”. 2. “Se puede considerar o suponer los efectos a corto plazo de una acción, pero sus efectos a largo plazo son impredecibles (Morin, 2006b: 47).
Morin plantea la ecología de la acción para referirse a un rasgo esencial de la acción humana con relevancia para la comprensión de la ética y la realización política a largo plazo. La ecología de la acción es la que nos impulsa a reconocer los conflictos, a diseñar estrategias para modificar, anular u orientar la acción emprendida. Así, la estrategia de la Antropolítica se elabora en función de finalidades y principios por más que ellos sean problemáticos e inciertos, además de complementarios y antagónicos entre sí. Lo que se busca es unir dos finalidades aparentemente antagonistas: la supervivencia de la humanidad y la continuación de la conservación.
Para la propuesta moriniana la primera finalidad es conservadora: se trata de preservar, salvaguardar las diversidades culturales y naturales y la vida de la humanidad amenazada. La segunda finalidad es revolucionaria: se trata de crear las condiciones en las que la humanidad se perfeccione en una sociedad/comunidad de naciones. Todo lo cual lleva a “vivir mejor. [Aunque reconoce que] querer un mundo mejor, nuestra finalidad principal no es querer el mejor de los mundos” (Morin; Kern, 1999: 130).
Estas finalidades de la acción política constituyen las “ideas-faros” o “ideas-guía” para hacer conciencia de las interacciones entre las esferas de la política, los problemas y los tiempos en que se desarrollan y requieren respuestas. Es decir, la estrategia de la Antropolítica, de la política compleja, debe actuar sobre las interacciones mismas y evitar los tratamientos unilaterales.
Ahora bien, como las consecuencias de un acto dado no son predecibles, se requiere la presencia de dos elementos: por un lado la presencia del “programa” de la acción emprendida, constituido por un conjunto de instrucciones codificadas que desencadenan o controlan secuencias definidas y coordinadas para obtener el resultado. El programa supone el desarrollo de la acción, lo que está inscripto por adelantado. Traduce las acciones en estructuras físico-espaciales en coherencia con el programa, y, por otra parte de “estrategias” que permitan modificar o anular la acción emprendida. Es decir, la estrategia entendida como la aptitud, capacidad y decisión del sujeto para tomar la iniciativa y usar de manera creativa y organizadora los determinismos, el alea. Se funda en las decisiones iniciales y en el desencadenamiento de decisiones sucesivas. Se construye, destruye y reconstruye en concordancia con los sucesos (Morin, 2006a: 263-264).
Si bien en cierto sentido, programa y estrategia se oponen, se excluyen entre sí en otro sentido, se suceden se combinan, se complementan; lo que enriquece la acción. Para ello, se requiere hacer conciencia del principio de la ecología de la acción que se prolonga en el principio de la ecología de la política. Vale decir, las consecuencias a largo plazo de una acción política son totalmente imprevisibles en los inicios. El tiempo y su realización en el campo de la acción política: corto, medio y largo plazo, tiene como misión regularse para dar a los problemas complejos respuestas según las finalidades y expectativas sociales.
Tal como venimos desarrollando, la palabra estrategia no designa un programa predeterminado que baste aplicar en el tiempo, sino que permite -a partir de una decisión inicial- imaginar un cierto número de escenarios para la acción, escenarios que podrán ser modificados según las informaciones que nos lleguen en el curso de la acción y según los elementos aleatorios que ocurrirán y perturbarán la acción.
Carlos Matus (1993), considerado el creador del “método” “planificación estratégica situacional” (PES), sostiene:
Planificar significa pensar antes de actuar, pensar con método, de manera sistemática; explicar posibilidades y analizar sus ventajas y desventajas, proponerse objetivos, proyectarse hacia el futuro, porque lo que puede o no ocurrir mañana decide si mis acciones de hoy son eficaces o ineficaces. La planificación es la herramienta para pensar y crear el futuro (1993: 14).
Afirma que el concepto de estrategia tiene múltiples significados en el uso común del lenguaje, ambigüedad que necesita ser despejada. Para ello es necesario distinguir la planificación tradicional de la planificación moderna, a la que llama Planificación Estratégica Situacional. En la entrevista realiza por Francisco Huertas (2016), Matus especifica e ilumina tres enfoques distintos de planificación, a los que considera necesario diferenciar para no confundirlos al momento de decidir el plan:
La planificación clásica es una simple técnica de proyecciones económicas que gradualmente se transformó en planificación del desarrollo económico y social. Es una planificación que ignora todos los actores del proceso social, menos el Estado o el gobernante que planifica; oculta sus limitaciones detrás del desarrollo sofisticado de la estadística y la econometría. Se restringe a lo económico con proyecciones limitadas hacia lo social. Ignora el mundo de la política y es una simple prolongación de la teoría económica positivista (2016: 11).
Este primer enfoque refiere al trabajo de los tecnócratas y expertos de la planificación del desarrollo como progreso lineal técnico-económico y al modo de operar de la política tradicional. Se asienta en el supuesto que todos los procesos de la política se reducen a lo económico y a la “competencia del mercado” (Huertas, 2016: 12) y que, para lo demás, existen mecanismos automáticos y eficientes de regulación. Esto nos recuerda como equivalente, la famosa “mano invisible” del mercado a la que aludía el economista y filósofo Adams Smith, uno de los clásicos exponentes de la economía y de la filosofía económica.
Esto no significa, sin embargo, considerar innecesaria la planificación o dejarla librada a la improvisación, pues ahí sí es hacer que, en nombre de la mano invisible del mercado o el destino, alguien esté construyendo el futuro por nosotros.
51
La salida es reformar los sistemas de planificación. Una de estas reformas es el segundo enfoque, llamado por Matus, “planificación estratégica corporativa”, la cual:
Está en relación con los problemas propios de las grandes empresas o corporaciones privadas y, por extensión, aplicable a las empresas públicas que compiten en el mercado. Tiene la virtud de introducir en la teoría a los oponentes o competidores y, con ello, desvaloriza el cálculo de predicción, dominante en la planificación tradicional, y entra en el terreno fascinante de la planificación bajo incertidumbre y sorpresas (Huertas, 2016: 11).
Si bien este enfoque está más cerca de lo que Matus propone como PES, lo considera sin embargo incompleto y a veces determinista, con abuso de la palabra estrategia como “estrategia corporativa”.
Ambos escenarios, fieles al cumplimiento de un programa prefijado, están penetrados por la economía, la técnica, los expertos y especialista, corren el riesgo de hacer una política totalizante que vacía y fragmenta los sujetos, los hechos, la vida.
El tercer enfoque define su postura sobre la “planificación moderna” que consiste en plantearse el problema de tomar decisiones sabiendo que no podemos conocer el futuro, solo podemos prever algunas posibilidades. Apuesta por lo que describe como:
La prospectiva y el análisis de gran estrategia. Herramientas surgidas ante la necesidad de ver más allá de donde hay caminos conocidos. Estos métodos trabajan en plazos muy largos y, por eso mismo, no requieren de un actor definido que promueva la gran estrategia, ni su preocupación se centra en los actores del actual juego político. (...). Su concepto de escenarios es también distinto al de la planificación que opera en el periodo de gobierno, ya que se identifica con un futuro de creación de posibilidades donde el estratega puede escoger (Huertas, 2016: 13).
La planificación moderna, de acuerdo al planteo de Matus, debe ser flexible para aportar grados de libertad y reconocer los efectos ineludibles de la incertidumbre y de la complejidad operante en la realidad. Es decir, cuestiona el problema de la estrategia lineal de acción tecno-económica y sienta las bases para una teoría general de la acción política. Así, la propuesta de la planificación estratégica, al constituir una síntesis entre el análisis técnico-económico y el político, promete ser una herramienta valiosa para impulsar una política de desarrollo a largo plazo.
La necesidad, cada vez más imperiosa de humanizar el mundo y la realidad, trae consigo el compromiso de re-pensar en y desde realidades históricas concretas; sobre todo si se tiene en cuenta que los conflictos y malestares de la condición humana ocurren todos al mismo tiempo, cuando la humanidad enfrenta importantes retos susceptibles de cambiar su supervivencia. Es en esta “situación” cuando se necesitan mayores capacidades para comprender estos desafíos, tanto como la capacidad para afrontarlos. Por ello, compartimos las ideas de Morin de la realización de una política pensada a largo plazo, y en tal sentido la necesidad de considerar las nociones de programa y estrategia como antagonistas y complementarios; pero, al mismo tiempo nos aventuramos a procesar las elaboraciones conceptuales del pensamiento complejo con la propuesta de la “Planificación Estratégica Situacional” del intelectual chileno Carlos Matus.
Ambas teorías, han sido realizadas en distintos dominios analíticos, sin embargo encontramos compatibilidad en el plano epistemológico por cuanto ambos enfoques tematizan el problema de la complejidad de la acción política. Mientras que Edgar Morin elabora su planteo en un nivel filosófico y ético, Carlos Matus lo sitúa en la construcción teórica y metodológica de un sistema de planificación pública para procesar problemas complejos de las sociedades contemporáneas.
A esta relación la concebimos en tanto reconocemos la complementariedad moriniana entre programa/estrategia, por lo que es necesario construir, políticamente, una acción global que permita desarrollar las metas, las acciones propuestas en un plan/programa, y al mismo tiempo estar atento a las contingencias para poder innovar, es decir contar con estrategias. Por lo tanto, la alternativa entre programa/plan/estrategia se diluye y aparecen religadas en la acción, por iniciativas y elecciones que se ponen en juego en el movimiento mismo de la acción en la que emerge la novedad, la iniciativa.
Retomando la crítica enunciada por Morin al concepto unidireccional de programa, nos encontramos con que la planificación propuesta por Matus, tampoco es una enumeración de acciones o de un programa detallado, cronometrado que exige cumplimiento de lo preestablecido. Así, ni la planificación (Matus) ni el programa (Morin) se pondrán en ejecución ciega, predeterminada para las distintas esferas (micro, meso y macropolitica) y tiempos de la política (corto, mediano y largo plazo), ya que ningún mecanismo automático y determinista resuelve el destino del mundo, el destino del hombre; sino que la planificación estratégica al igual que la complementariedad programa/estrategia, involucra la capacidad de reconocer los problemas, asociar recursos y acciones destinados a acercarse a ellos y examinar los resultados y las consecuencias de esas decisiones, teniendo como referencia el logro de metas planificadas.
53
Cabe aclarar que la asociación que realizamos de los complementos programa/plan/estrategia lo hacemos para rescatar el “juego dialógico” que presenta la estrategia, siempre abierta a infinitas posibilidades. Resaltamos que en la propuesta del pensamiento complejo, la complementariedad programa/estrategia, la noción de estrategia es la más rica, amplia, fundamental que la de programa. En el juego la estrategia renueva, innova y vuelve a crecer ante la incertidumbre. Los programas nacen de una estrategia, no a la inversa. Ciertamente frente a la incertidumbre, la acción cuenta con la estrategia, la cual lucha contra el azar y busca la información. Se trata de una concepción de la estrategia orientada a la acción y a la transformación capaz de llevarnos del estado actual de cosas a otro estado futuro deseado que, en el campo de la política, no quede reducido a las leyes del mercado, a valores económicos o a la esfera técnica. Este es el interés de rescatar en ambos autores el sentido de la estrategia como una apuesta por un futuro probable, posible.
Lo que Matus ofrece con la PES es un método y una teoría cuyo centro de juego no es exclusivamente lo económico, el mercado donde “el actor que planifica está fuera o sobre la realidad planificada y no coexiste en esa realidad con otros actores que también planifican” (Matus, 1987), sino que su interés está en el juego político y social. Para el pensador chileno la planificación es constitutiva de la acción política.
El “juego” es una técnica que permite transformar un problema teórico desconocido en otro práctico conocible, que tiene un cierto valor probabilístico. De ahí que el concepto de estrategia que le interesa a Matus es lo “estratégico como modo de vencer en un juego dialéctico” (1987: 11). Allí los jugadores son actores sociales situados históricamente como antagonistas y la estrategia es el procedimiento para encauzar las acciones en juego.
El punto de partida que retoma Morin es la Teoría de Juegos de Von Neumann, a pesar de reconocer que el “jugador” de Neumann es un sujeto abstracto, para reflexionar sobre el religar del juego en la estrategia de la acción. Lo que se rescata es que la Teoría de Juegos tiene como objetivo no el análisis del azar o de los elementos aleatorios, sino de los comportamientos estratégicos de los jugadores. Para esta teoría, un comportamiento es estratégico cuando se adopta teniendo en cuenta la influencia conjunta sobre el resultado propio y ajeno de las decisiones propias y ajenas. En el enfoque de la complejidad, quien dice estrategia dice juego. Morin evita el juego probabilístico y avanza sobre lo relacional: la estrategia en juego es juego vivo en relación. Por la tanto la acción compleja se hace eco del juego en el que intervienen sujeto y contexto.
En la relación de juego que plantea Matus, se puede jugar dado que el proceso social no es repetitivo y no se rige por leyes de comportamiento que permitan predecir los movimientos y sus consecuencias. Para este autor, el juego es técnica que permite transformar un problema de universo teórico desconocido en otro de universo práctico conocible que tiene un cierto valor probabilístico. Es decir, la técnica de juegos asume que los planes del oponente son conocidos y sus componentes enumerables, por eso puede resolver el problema práctico de la Teoría de Juegos. En el juego hay reglas y hay azar, riesgos y posibilidades, determinismos e incertidumbres.
Ahora bien el juego de la realidad viva, no un juego que admite un jugador abstracto que juega con estadísticas o una ley matemática del mínimo de riesgo y máximo de posibilidades, sino un juego donde participan actor y contexto. Desde la visión ecológica moriniana, que consiste en percibir todo fenómeno autónomo en su relación con “su” entorno como ecosistema, se trata de un jugador sujeto que actúa en un marco complejo de un ecosistema, en el que cada sujeto juega para sí, para el grupo, contra los adversarios, en la incertidumbre y el azar y frente a ellos. La estrategia es justamente la aptitud del sujeto para jugar de forma más ventajosa en medio de esa complejidad, combinando azares y determinismos. El juego es una actividad que obedece a reglas y que experimenta alea, que admite riesgos y posibilidades, y que tiende a obtener un resultado por sí mismo incierto. El “juego de la vida comporta siempre un sujeto que juega para sí, y el eco-sistema de este jugador está constituido el mismo por las interacciones entre miríadas de jugadores” (Morin, 2006a: 266).
Dijimos que la acción para Morin, supone contexto y también la presencia de elementos aleatorios, intención, iniciativa, decisión, conciencia de los desvíos y de las transformaciones. Es decir, la incertidumbre de la acción domina el sistema social y el sistema político. Ante la incertidumbre de la acción política, contamos con dos elementos: programa y estrategia: este es el método “de acción propio de un sujeto en juego”.
Por su parte Matus, a los conceptos de planificación y estrategia los enlaza con el concepto denominado “situacional”. El sujeto que planifica se implica con el objeto o realidad planificada, siendo comprendido por ella. Sujeto-objeto, sujeto-realidad se confunden, ninguno tiene el control sobre el otro.
55
En su libro Política, planificación y gobierno (1987) dedica el apartado número 10, “Teoría de la acción y teoría de la planificación”, a presentar su ruptura con la rama “positiva” de la teoría económica que ha perdurado como modelo explicativo de los comportamientos socio-económicos. Refuta la deformación economicista y se apoya en la “teoría de la interacción social”2, para la cual la acción solo es concreta en una situación concreta y su significado varía de acuerdo con los diversos actores sociales. Es decir, la PES da cuenta de la multiplicidad de actores que intervienen en el diseño y la gestión de las políticas. No queda reducida a la esfera técnica, sino que permite resolver el problema de la distinción entre las condiciones históricas bajo las cuales se desenvuelve la planificación del conjunto de ideas que se quieren llevar adelante y ofrece un método para analizar qué posibilidades hay de sustentar las ideas en situaciones socio históricas situadas.
Contrariamente a la opinión que enraíza la acción en el actor, para el pensador de la complejidad, la acción se desenraíza del actor. Aquí aparece claramente expresado el principio de “ecología de la acción”. Vale decir que, si bien la acción responde -en principio-a la libre decisión del actor, quien imprime significado a su decisión de actuar, es él mismo quien considera los efectos externos que para sí y para otros puede alcanzar, pero también cabe reconocer que la acción y sus efectos están en manos de él tanto como del medio en el cual acontece, los sistemas con los que interactúa, las intersubjetividades, las vidas que lo atraviesan. Este es el contexto que pone en juego los atajos con que la acción hace camino.
Ciertamente, tal como venimos presentando, la modernidad puso distancia no solo entre sujeto y objeto de conocimiento, sino también entre hecho y valor, entre ciencia, política y ética. Por ello es que, en palabras de Morin, necesitamos recrear un conocimiento pertinente tanto como un abordaje interdisciplinario para dar cuenta de la multidimensionalidad de los problemas. Un conocimiento pertinente es el que revela las diversas facetas de una misma realidad y esto es válido incluso para nuestras relaciones personales, para nuestras relaciones con los otros.
Un aporte como herramienta para un trabajo a largo plazo podría ser la idea de una “política de la interdisciplina” expuesta por Leonardo Rodríguez Zoya como una categoría analítica para especificar las condiciones de posibilidad del trabajo interdisciplinario3, como así también las consecuencias potenciales de la investigación interdisciplinaria en el plano científico y social.
56
Entendemos que una política compleja de la interdisciplina debe comenzar por explicitar una planificación estratégica situacional, es decir, su finalidad política para contar con estrategias de cambios necesarios. La acción emprendida supone desafío y riesgo, de ahí que precise de la asunción de un conocimiento pertinente, contextuado e interdisciplinario.
El interés del desarrollo de este trabajo no está puesto en la exigencia de complementariedad en el corto y medio plazo para salvaguardar situaciones de riesgos, sino está en pensar estrategias especialmente en el marco de una política a largo plazo, como propuesta de una política para el género humano. Es decir, ir más allá de las fronteras de la resolución de los problemas de acción económica y sentar las bases para una teoría general de la acción política.
Consideramos que el pensamiento estratégico expresa una “filosofía de la acción”, en tanto esta reconoce y privilegia el papel del sujeto en la transformación de las circunstancias, las eventualidades, los imprevistos y el azar que el medio imprime a la acción. En su condición de filosofía de la acción rechaza las cosmovisiones deterministas que atribuyen a las circunstancias un rol inevitable e ineludible, que limita la intervención del hombre en la elaboración del futuro y lo condena a vivir encarcelado por los acontecimientos; por el contrario, afirma el papel de la voluntad humana en la generación de condiciones posibles a partir de la comprensión de los fenómenos y de la aplicación consciente de lo planificado.
No debemos evadir la planificación, que en ningún caso es un recetario, porque no puede anticipar ni considerar la totalidad de las relaciones e interacciones en el seno de un medio complejo y tampoco puede evadir la incertidumbre propia de la ecología de la acción. Sin embargo, esto no habilita a creer que la planificación constituye la solución a todos los problemas. Hay un “límite de la previsibilidad”. Se espera que el proceso de planificación estratégica situacional colabore con el desarrollo de una visión para el futuro: ni automatismo ni improvisación, pero sí la relación entre lo probable y lo deseable, lo “imposible/posible”.
La planificación es sistematización que precede y preside la acción. Por ello:
El futuro es y será siempre desconocido para nosotros y la planificación moderna no se refiere a adivinarlo ni predecirlo, sino a prepararse para intentar crearlo con imaginación en base a las posibilidades futuras que somos capaces de imaginar y descubrir (Huertas, 2016: 17).
De ahí que el desarrollo a largo plazo, de la “fórmula compleja de la antropolítica que se expresa en su doble pareja pensar global/actuar local, pensar local/actuar global” (Morin; Kern, 1999: 191), se plantea el ejercicio complementario del programa/plan/estrategias en el espacio mesopolítico de la sociedad civil y vislumbra, a escala planetaria, la macropolítica como el objetivo de construir una humanidad común. Para esto se debe evitar caer en el simplismo metodológico o en explicaciones unilaterales apoyadas sobre un único hilo conductor, tanto como en el predominio de la economía, el auge científico-tecnológico, el uso monológico de la razón. Lo que está en cuestión es apostar por un enfoque que atienda a la multiplicidad compleja de la realidad histórico-social con su cruce con problemas de naturaleza económica, ecológica, demográfica, cultural, política, entre otros. Contrariedades que se entrelazan y generalmente escapan al control local de una política cortoplacista.
En este trabajo se ha intentado bosquejar una respuesta a la pregunta ¿Puede ser acaso la planificación estratégica situacional el método para desarrollar la Antropolítica, es decir la política del hombre?
Del análisis realizado sostenemos que entre programa-estrategia (Morin) y planeamiento estratégico (Matus), existen complementariedades ligadas en un juego dialógico de la acción. Hablamos de complementariedades y no alternativas porque se entiende que el actuar no queda encerrado en la lucha política contingente del corto plazo, ni de la política del medio plazo, que si bien exige una inversión provisoria de los principios contenidos en un programa, no necesariamente interacciona o promueve estrategias; sino que la complementariedad dará lugar a una política de largo plazo que visualiza lo organizacional y potencia una acción política más abierta, más reflexiva y emancipatoria; Esto exige reflexión y problematización de la acción que será la brújula de largo plazo que guíe y oriente la planificación.
Si retomamos la propuesta paradigmática de Morin en su crítica a un pensamiento monológico, lineal, mecánico, que constituyen para él los principios del paradigma moderno de simplificación que separa sujeto-objeto, que aísla al sujeto-contexto, podemos visualizar que la planificación normativa tradicional que es objeto de crítica por parte de la PES elaborada por Matus, guarda relación con los principios epistemológicos del paradigma de la simplificación que critica Morin, pues la planificación normativa clásica se sustenta en la disyunción entre el sujeto que planifica y el objeto planificado.
De modo contrario, la PES plantea que el sujeto que planifica forma parte de las realidades planificadas; esto guarda relación con el principio de reintroducción reflexiva del sujeto en el objeto de conocimiento, que Morin propone desde su método de pensamiento complejo: la relación sujeto-contexto/consecuencias, para lo cual requiere tanto el reconocimiento de la ecología de la acción como la complementariedad entre programa y estrategia;
Una de las principales críticas que ha recibido la obra de Edgar Morin es la puesta en cuestión de la viabilidad práctica de sus conceptos teóricos. Por lo tanto, hay necesidad de encontrar estrategias prácticas para el desarrollo del pensamiento complejo en situaciones concretas. Por eso para un pensar posible de respuestas a los problemas complejos de la política contemporánea, arriesgamos que la planificación estratégica situacional de Carlos Matus puede ser una estrategia para el desarrollo de la Antropolítica. Es decir, que la metodología del análisis situacional podría ser una vía para el desarrollo práctico-concreto de una política de civilización. Una estrategia para el desarrollo de una práctica política abierta a la complejidad de los problemas y al modo de tratarlos. Una apuesta ante la incertidumbre y la contradicción.
Para Morin (2010) la política del hombre requiere no de metodologías que demuestren, midan y controlen la acción política, sino de método. La palabra méthode -método - ilustra progresivamente su sentido: “se trata de la necesaria reforma de los principios de nuestros conocimientos, reforma que concierne tanto al campo de las ciencias naturales como a las ciencias humanas, la política, y nuestra vida mental cotidiana” (2010: 164).
Tal lo expresado en el desarrollo de este trabajo la complementariedad programa/plan/estrategia convergen en un doble sentido: 1) como una aproximación entre el pensamiento complejo y la planificación estratégica, y con ello en la admisión de la inevitabilidad de lo incierto y los conflictos y la propuesta de tematizar el problema de la complejidad de la acción política, y 2) como rasgo básico de la Antropolítica, como resignificación política, que reconoce la multidimensionalidad de los problemas humanos pero también, a la vez, exige el diálogo entre ellos, por lo tanto exige estrategias, innovación frente a lo incierto.
En este camino, los desafíos que la política enfrenta son varios, son inciertos y azarosos, provocan malestar y al mismo tiempo impulsa a la acción. Se entiende que “la política es el arte de lo incierto, lo que nos lleva a un principio de incertidumbre política generalizada” (Morin, 1995: 266). Sin embargo, es, en este mundo incierto, un “mundo en crisis”, donde debemos actuar.
La humanidad está ante la posibilidad de destrucción o de transformación: no hay neutralidad posible ante lo incierto del futuro. Por eso la apuesta del pensamiento complejo se hace cargo de la condición de incertidumbre y, al mismo tiempo, de la necesaria vitalidad de la política y la ética para comprender y aproximar la historia y abrir alternativas a futuro. Creemos, entonces, que en tanto método, la Planificación Estratégica Situacional supera las barreras de lo tecno-económico e involucra a los actores sociales en la toma de decisiones frente a una visión incierta. Esto es lo que nos lleva a considerar la PES como un cuerpo teórico-práctico para el desarrollo de la Antropolítica.
HUERTAS, Francisco (2016), Planificar para gobernar: el Método PES: entrevista a Carlos Matus.
Buenos Aires: Fundación CiGob [Consul. 30-06-2019]. Disponible en: http://www.cepal.org/ilpes/noticias/paginas/2/36342/LIBRO_ENTREVISTA_CON_MATUS.pdf
MATUS, Carlos (1993), “Curso Nacional de Capacitación y Actualización en Planificación y Administración de la Educación”. Argentina, Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) [Consult. 30-06-2019]. Disponible en: http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/documentos/EL001185.pdf.
______ (1987), “Política, planificación y gobierno”. Buenos Aires, Instituto Latinoamericano del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES). Organización Panamericana de la Salud (OPS). Fundación ALTADIR [Consult. 12-07-2019]. Disponible en: http://www.trabajosocial.unlp.edu.ar/uploads/docs/2_carlos_matus_politica__planificacion_y_gobi erno_.pdf
______ (2008), Teoría del juego social. Buenos Aires, Ediciones de la UNLa MORIN, Edgar (1982), Para salir del siglo XX. (1a ed.), Barcelona, Kairós.
______ (1984), Ciencia con consciencia. Barcelona, Anthropos.
______ (1995), Sociología. Madrid, Tecnos.
______ (1999), La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento. Buenos Aires, Nueva Visión.
______ (2001), Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires, Nueva Visión.
______ (2002), Introducción a una política del hombre. Barcelona, Gedisa.
______ (2006a), Método II. La vida de la vida. (7a ed.). Madrid, Cátedra.
______ (2006b), Método 6. Ética. Madrid, Cátedra.
______ (2007), Introducción al pensamiento complejo. Barcelona, Gedisa.
______ (2009), Para una política de la civilización. Barcelona, Paidós.
______ (2010), Mi camino. La vida y la obra del padre del pensamiento complejo (Edgar Morin conversa con Djénane Kareh Tager). Barcelona, Gedisa.
60
MORIN, Edgar y KERN, Brigitte Anne (1999), Tierra-Patria. Buenos Aires, Nueva Visión. RODRIGUEZ ZOYA, L. (2014), “Epistemología y política de la metodología interdisciplinaria”.
Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales, v. 4, n. 1, pp. 1-6 [Consult. 14
08-2019]. Disponible en: http://www.relmecs.fahce.unlp.edu.ar/article/view/relmecs_v04n01a02