Artigo
Recepción: 19 Enero 2019
Aprobación: 22 Febrero 2019
DOI: https://doi.org/10.31977/grirfi.v19i1.1117
Resumen: El siglo XXI inaugura la era de la post-Verdad como espectáculo visual que favorece las apariencias por encima de todo lo demás. Pero de forma esquizofrénica, la aceptación social de la mentira choca frontalmente con la mantenida idealización de la Verdad como espejo objetivo de los hechos, que continúa siendo la hoja de ruta regulatoria de Occidente y su eurocentrismo. Las víctimas parecen quedar así atrapadas así entre el precipicio del espejo objetivante y el abismo de la post-Verdad espectacularizada, dos formas de absolutización de la Verdad al vaivén de las voluntades e intereses de poder. Este artículo parte de esta bipolaridad paradójica contemporánea, para, a través del debilitamiento epistémico de la Verdad propuesto por el filósofo Gianni Vattimo, atajar la cuestión de dignidad y la justicia de las víctimas. La debilitación epistémica de la Verdad que plantea Vattimo abre efectivamente las posibilidades para una transformación democrática, pero nada garantiza qué ni quiénes vayan a sacar partido de esa apertura debolista. Para ser transformadora, la Verdad deja de ser absoluta, incluso de pretenderlo, pero sin perder por ello la referencia de criterios que habitan las vidas humanas dignas como fuente corporal.
Palabras clave: Post-Verdad, Verdad, Vattimo, Víctimas.
Abstract: The 21st century opens the post-Truth era as a visual spectacle that favors appearances above everything else. But in a schizophrenic way, the social acceptance of the lie directly clashes with the continued idealization of the Truth as an objective mirror of the facts, which continues to be the regulatory road map of the West and its Eurocentrism. The victims seem thus to be trapped in between the precipice of the objectifying mirror and the abyss of the spectacularized post-Truth, two forms of absolutization of the Truth swinging from one the wills to powers of interest. This article starts from this contemporary paradoxical bipolarity, in order to, through the epistemic weakening of the Truth proposed by the philosopher Gianni Vattimo, address the question of dignity and justice of the victims. The epistemic weakening of the Truth that Vattimo raises effectively opens the possibilities for a democratic transformation, but nothing guarantees what or who will take advantage of that debolist opening. In order to be transformative, Truth ceases to be absolute, even to claim it, but it cannot lose the reference of criteria that inhabit worthy human lives as a corporal source.
Keywords: Post-Truth, Truth, Vattimo, Victims.
La post-Verdad de la sociedad massmediática virtualizada
La tecnocomunicación globalizada, ese intercambio frenético de mensajes, ese ir-y-venir de imágenes y sonidos provenientes del UNIverso comunicativo, debilita socialmente la Verdad hasta levantar sospechas acerca de su existencia misma. El siglo XXI inaugura la era de la post-Verdad., un fangoso terreno en el que lo verdadero y lo falso pasan a un segundo plano. “La esfera pública se ha desordenado y sentimentalizado por efecto de la tecnología” (Arias, 2017, p. 70). Esta desorientación hacia lo emocional responde a una época de velocidad acelerada, de tiempos y espacios contraídos, en la que las esperas temporales y las fronteras físicas son apenas un mal trago.
La post-Verdad se construye con el vertiginoso intercambio de inputs que revolotean en el ambiente aireados por los medios de comunicación y por las redes sociales, en un bombardeo privilegiadamente visual que favorece las apariencias por encima de todo lo demás.. Mediatizada y viralizada, la Verdad se hace pasar por la post-Verdad convertida en un espectáculo que “no quiere llegar a ninguna otra cosa que a sí mismo” (Debord, 1995/1967, p. 12). Y es así, entre las apariencias de verdad mediatizadas por la imagen repetida reiterativamente, como el propio espectáculo se convierte en lo real.: la Verdad es lo que aparece, la Verdad es lo que aparece, la Verdad es lo que aparece.
La debilitación epistémica de la Verdad que plantea Vattimo abre efectivamente las posibilidades para una transformación democrática., al prevenir frente a cualquier receta ya cerrada de lo que debe ser o hacerse, de lo que ha de imponerse en función de la Verdad más verdadera. Verdad absoluta alienante.. Pero nada garantiza qué ni quiénes vayan a sacar partido de esa apertura debolista. Y sucede que la mentira aprovecha las grietas para despojarse de sus vergüenzas y por vez primera deja de ser percibida como un reprobable suicidio colectivo.: “Aceptar que estamos en la era de la posverdad implica introducir la arbitrariedad en […] el lenguaje, utilizarlo en beneficio de los intereses de quien habla, desconsiderar las reglas gracias a las cuales […] es un instrumento eficaz de comunicación” (Camps, 2017, p. 93).
Bienvenidos a la post-Verdad, la resignación sumisa a las meras apariencias de Verdad. Y es que, la clave no está tanto en que la Verdad se haya diluido entre el bombardeo massmediático y viralizado de pseudo-noticias (fake news), sino la constatación de que ya no importa que sean falsas mientras reconforten las preconcepciones adquiridas y refuercen los vínculos que identifican al Nosotros cerrado, mientras lo distancian del ellos proyectado como enemigo. La aceptación de la mentira universaliza así la sofística más perversa, potenciando únicamente la función simbólica de la comunicación, la que emocionalmente crea identidad colectiva y, a la postre, diferencia entre las vidas que merecen ser vividas y las que no: “La pertenencia a un grupo es una necesidad cada vez más imperiosa. […] No importa ya que las noticias sean verdad o mentira, lo que importa es que su uso sirva para reforzar al grupo interno y atacar al externo” (Cervera, 2017, p. 13).
La vigencia del mito de la Verdad como adaequatio
De forma esquizofrénica, como si la sociedad contemporánea sufriera una bipolaridad paradójica de efectos inusitados, esta aceptación social de la mentira choca frontalmente con la mantenida idealización de la Verdad como espejo objetivo de los hechos, que continúa siendo la hoja de ruta regulatoria más habitual de la Epistemología, de la Política, de las Ciencias, también de la Filosofía, de Occidente y su eurocentrismo; en definitiva, de ese Hombre mayúsculo que sigue empeñado en desembarazarse de su finitud y convertirse bien en Dios o bien en máquina10. El vértigo es por tanto mayúsculo, pues ya no solo se trata de evitar que la sociedad abierta quede encerrada bajo los grilletes y el candado de esa Verdad mayúscula temidos por Popper11, sino que la apertura vattimiana, aun sin pretenderlo, permite también asomarse a la monstruosidad inhumana de la mentira universal. Las víctimas parecen quedar así atrapadas así entre la espada y la pared, entre el precipicio del espejo objetivante y el abismo de la post-Verdad espectacularizada, dos formas de absolutización de la Verdad al vaivén de las voluntades e intereses de poder.
La Verdad como adaequatio, fiel reflejo de un hecho dado como dato objetivo es la heredera de las Ideas platónicas y sus esencias, inmutables y a la par accesibles12; heredera también del Más Allá teológico y su fe en la salvación eterna13; heredera de las estructuras mentales kantianas que organizan el mundo fenoménico14; heredera del hecho experimentado y verificado del positivismo15; herencia igualmente presente en el curso de la historia hegeliana, con presente, pasado y futuro prefijados16; y en la revolución marxiana, desde la esencia de la clase obrera17. En suma, es la Verdad como correspondencia: . es verdadera si y solo si .18.
El diálogo es apenas otro maquillaje de esta Verdad auténtica previamente dada. Lo ejemplifican los escritos platónicos, en los que quien debe aprender siempre es el no-Ser, aquellos esclavos que, si querían alcanzar el Bien supremo, la luz fuera de la caverna, debían someterse primero a los rigores del método por el que les conducían los privilegiados que habían visto ya la Luz del exterior, personificados en el filósofo-rey19. Un consenso que se prolonga en la actualidad, ahora sustituidos los esclavos y los filósofos-reyes, respectivamente, por las periferias y Occidente20. Para ambos grupos de antagonistas, los esclavos que refleja Platón y los débiles contemporáneos en quienes piensa Vattimo, la Verdad es algo que ya está ahí como algo dado que pertenece a unos pocos mientras a los muchos se les otorga la capacidad de alcanzarla. No es por tanto el resultado de un acuerdo colectivo, sino el final de un camino prefijado que se impone violentamente, por mucho que llegue revestido de diálogo, como en la actualidad sucede con la teoría de la acción comunicativa de Apel y Habermas21.
Violencia porque, dado el fundamento último que la Verdad refleja como adaequatio, el diálogo no puede ser otra cosa que el silenciamiento más o menos temprano del Otro, de quien todavía no conoce esa Verdad dada, pero se supone debe hacerlo22. “Los diálogos excluyen la posibilidad misma de transformación, ya que imponen la verdad a cualquier forma de discrepancia frente al orden […] predominante” (Vattimo & Zabala, 2012/2011, p. 43).
Las sospechas de Nietzsche y de Heidegger
Son Nietzsche y Heidegger en quienes Vattimo sustenta sus críticas a esta Verdad como adaequatio. El primero apunta que la Verdad es en realidad aquello que el hombre hace del mundo a través de la técnica, hasta que el ‘mundo verdadero’ termina convertido en una fábula y el valor de la verdad desemboca en el engaño, fruto de los juegos de fuerzas interesadas, de una voluntad de verdad tras la que se esconde la voluntad de poder (Nietzsche, 2001/1889, pp. 57-58). Y así, la verdad y la mentira no responden sino al interesado juego de las apariencias de lo Mismo. La interpretación nihilista nietzscheana trata de abrirse paso frente a tal engaño, hasta llegar a esa calle en la que convergen el conocimiento y la verdad, cruce en el que el filósofo enarbola su verdad alternativa desde los artistas y los escritores como culmen de lo humano, verdaderamente humano (Nietzsche, 2001/1878, pp. 119-150)23.
Criticando precisamente a Nietzsche por no haber superado la idea de Verdad objetiva y haberse conformado con el choque de voluntades, Heidegger recorre una senda similar a través del círculo no-vicioso de comprensión-interpretación: “No se trata de adecuar el comprender y la interpretación a un determinado ideal de conocimiento. […] Este círculo del comprender […] es la expresión de la estructura existencial de la prioridad del Dasein mismo” (Heidegger, 1997/1927, p. 176)24. El ser ya no es objeto y paralelamente la Verdad se metamorfosea, pasando de ser un reflejo para convertirse en un proyecto existencial irreducible al mero registro de datos objetivos.
Aun claves, las de Nietzsche y Heidegger no son las únicas críticas a la verdad como adaequatio que nutren la reflexión de Vattimo. Junto a ellas, no pueden olvidarse las sospechas que Marx vierte sobre la producción ideológica por parte de quienes dominan la realidad generando falsa conciencia y, a la postre, la alienación y el dominio de unos hombres (la clase capitalista) sobre otros (los trabajadores) (Marx, 2000, 1867). Y un segundo autor que influye enormemente en la verdad debilitada de Vattimo es Gadamer, a partir principalmente de su exposición de cómo la Filosofía identifica tradicionalmente la Verdad con el método, frente a la ‘experiencia de verdad’ como desplazamiento del Grund (fundamento)25. Dislocada la Verdad, el diálogo interpretativo gadameriano se asemeja más a una conversación abierta que al diálogo platónico26; los seres humanos son intérpretes que generan contenidos interpretativos y no sujetos de quienes se espera que algún día describan fielmente unos datos dados.
La desmitificación de la Verdad: más allá de la interpretación
La propuesta que deja Vattimo invita a participar en un juego siempre finito y nunca cerrado de interpretaciones sin espejos27, en una interacción convivencial de conversaciones abiertas y acuerdos colectivos parciales de los que surgen la insuficiente necesidad de la interpretación y el consenso, imprescindibles ambos para comprehender la verdad debilitada de Vattimo: “En la nueva condición del mundo en el final de la metafísica, […] lo que cuenta ya no es la esperanza de encontrar una verdad al final de la discusión, sino más bien el propio hecho de que la discusión sea posible” (Vattimo, 2010/2009, p. 129). Pero ¿acaso es suficiente con seguir dialogando eternamente? ¿Basta con abrazar la tolerancia de las autodenominadas sociedades multiculturales?
Por un lado, la interpretación lo “es todo: no existe experiencia de verdad que no sea interpretativa; no conozco nada si no me interesa, pero si me interesa es evidente que no lo miro con desinterés” (Vattimo, 2010/2009, p. 79). Siempre condicionada, la hermenéutica no define con exactitud lo real, sino que interpreta lo que acontece desde determinados puntos de vista, a través de los cuales las verdades se instituyen “cada vez como auténtica novedad” (Vattimo, 1991/1989, p. 85). No solamente el ser humano carece de una Verdad dada y objetiva, sino que además cualquier verdad va a ser posible únicamente como pretensión de verdad parcial, construyendo todas esas verdades provisionales la cartografía colectiva que habitan las personas, en el fondo, una conversación entre mapas diversos siempre por definir en cada momento.
Cada punto de vista que entreteje las verdades está atravesado por relaciones de poder, por juegos de intereses y ataduras varias. De ahí que la propuesta de las verdades plurales situadas radique su pretensión de veracidad en cada contingencia finita: se trata de introducir “casillas vacías, espacios en blanco, parpadeos, tiempos de pensamiento […] o espacios vacíos que nos permitan […]; una renuncia al grado máximo de velocidad de ahora a cambio de recuperar profundidad” (Zafra, 2017, pp. 186-187), frente a la correspondencia directa de único sentido del ‘. es verdadera si y solo si .’.
Esto implica localizarse a una misma, en un sentido no individualista sino relacional. No se trata de decir que yo estoy aquí o allá, sino de explicar la posición que habito/habitamos (colectivamente) en esta compleja y jerárquica estructura social y hacerme/hacernos cargo de lo que miramos desde ahí, cómo lo miramos y para qué. Esta parcialidad, que ha de ser reconocida y de la que nos hemos de responsabilizar, no es un mal inevitable, sino un recurso epistemológico, porque permite ver junto a otrxs, sin pretender hablar por otrxs. Reconocer la contingencia del conocimiento y el carácter procreativo del lenguaje implica renuncia a la Verdad Universal y a dar respuestas válidas a través del tiempo y los espacios (Pérez-Orozco, 2006/2004, p. 182).
Por eso, en la era de la post-Verdad, “sería un error pensar que solo es cuestión de encontrar la imagen justa y verdadera […]. La realidad no es transmitida por lo que representa la imagen, sino por medio del desafío que la realidad constituye para la representación” (Butler, 2006/2004, p. 182). Ese espectáculo que, en sus actuales dimensiones aceleradas, massmediatizadas y viralizadas sin importar la verdad ni la mentira, no deja ver el rostro de las víctimas ni tampoco escuchar el grito de las periferias. La localización de los puntos de vista, siempre interpretables e interpretados, se inclina así por los horizontes de los subyugados, de las víctimas, sin con ello traicionar la finita contingencia de cada pretensión de verdad.
La desmitificación de la Verdad: más acá del consenso
Y de la interpretación al consenso, porque también es la de Vattimo una verdad consensuada, como característica necesaria pero insuficiente. El consenso se acerca a la descripción de ‘amistad civil’ imprescindible para que la sociedad abierta no se convierta en la “dictadura autoritaria de los expertos, los filósofos, los sabios, los comités centrales, […] como si fuera posible hallar una verdad profunda […] sobre la cual después todos concordemos” (Vattimo, 2010/2009, p. 30). La verdad debilitada es consensuada, pues plantea un problema de interpretación colectiva, de construcción de paradigmas compartidos o al menos explícitamente reconocidos en y por la sociedad: “La sociedad es el lugar de la verdad” (Lèvinas, 2002/1961, p. 123)28.
El mundo real ya no es el de las ideas platónicas, tampoco el de la tierra prometida por las religiones, ni el de las ideas claras y distintas de Descartes, ni el de las verdades experimentalmente verificadas del positivismo. El mundo es la historia que nos contamos los unos a los otros, mundo real, sí, pero debilitado interpretativa y consensualmente. Es el reto de las verdades en el pluriverso humano. Las verdades no se encuentran ni se poseen, sino que se habitan29 en el encuentro cara-a-cara, intersubjetivo y digno, con los Otros. La apertura hacia una concepción no metafísica de la verdad hace inútil cualquier intento de poseerla, siendo ‘únicamente’ posible habitar la verdad, ese irónico juego de interpretaciones “como horizonte y fondo en el cual uno se mueve discretamente” (Vattimo, 1987/1985, p. 20). Por eso la “filosofía edificante espira a mantener una conversación más que a descubrir la verdad” (Rorty, 1989/1979, p. 337)30, sin que dicha conversación deba tender, ni siquiera idealmente, al consenso al que aspira cualquier Gran Relato31. Porque incluso el consenso corre el riesgo de constituir la enésima negación de la humanidad en cuanto ser arrojado como destino epocal.
La desmitificación del consenso no es baladí, por mucho que las teorías intersubjetivas de la verdad, entre ellas las consensualistas de Apel32 y Habermas33, e incluyendo los matices de Vattimo por muy debilitada que acontezca la verdad en el pensiero debole, sobredimensionen sus virtudes. La deseada resolución final del consenso subestima la importancia del disenso, la necesidad de la polémica e incluso del conflicto a la hora de no cerrar la verdad definitivamente, ni siquiera bajo el amparo del acuerdo colectivo. “El diálogo filosófico […] debiera hoy también ser inconcluyente. […] Hoy por hoy, conviene que el diálogo quede abierto” (Muguerza, 2006/1990, p. 109). El consenso apenas es un lugar más donde habita la verdad o, formulado de otra forma, “el consenso por sí mismo no hace la verdad, ni ésta se puede identificar sin más con él –no vale la caricatura que pretende llevar la teoría consensualista a hacer de la verdad una cuestión de mayorías” (Pérez-Tapias, 2007, p. 65)34.
Las verdades como caritas: la escucha del Otro plural
Vattimo debilita la Verdad a partir de la apertura del Ser, del destino al que éste es irónicamente arrojado, de su historia finita y contextual como acontecimiento arrojado en la historia35. Frente a la Verdad como adecuación, el pensiero debole presenta su fidelidad a un ser que es ante todo evento, a una verdad que es principalmente juego de interpretaciones, conversación y apertura al Otro. No atender al destino del ser sería recaer en la mentira, como sucede con el espejamiento sistémico. El debilitamiento del Ser dibuja precisamente la parábola de la Verdad, que deja de ser adaequatio36 y se convierte, secularizado el Ser objetivo y superada la Metafísica, en caritas, en la experiencia humana de “escuchar ‘al Otro como a ti mismo’” (Vattimo, 2010/2009, p. 91), con el acento puesto en ese matiz servicial37 que sale a relucir en presencia del Otro plural. A todo esto es hacia lo que apunta el consenso como lugar epistémico y ético de la verdad, si y solo si “se apoya en exigencias incondicionales de reconocimiento de la alteridad” (Pérez-Tapias, 2007, p. 66). Caritascomo apertura al ser débil, al nos-Otras, las víctimas, hacia “la idea de un proyecto de futuro como progresiva eliminación de los muros” (Vattimo, 2010/2009, p. 93).
Verdad debilitada como resultado de un proceso de verificación cultural38; un acuerdo colectivo que tiene lugar en un determinado contexto histórico del que los intérpretes forman parte y en el que ‘juegan’ con diferentes mochilas, raíces, pertenencias e intereses que condicionan el juego de interpretaciones39 en el que cada punto de vista que entreteje las verdades está condicionado por intereses de poder en los que se pretende introducir transformaciones desde las víctimas. Por eso, la verdad debolista se funda en una cierta confianza en la historia del ser debilitado, acontecido socialmente como evento40.
Verdad más allá de la mera tolerancia. Y es que, momento previo a la aceptación del nos-Otras, las víctimas, la tolerancia es la actitud mínima de darle tiempo al Otro y supone otra teoría de la verdad que, a la mera e ingenua posesión de la Verdad, opone la pretensión de la verdad que afirma “acceder a la cosa misma, desde una lengua, desde un mundo cultural, desde un horizonte ontológico; pero sabe que tal acceso no es absoluto; es siempre finito, parcial, determinado por una cierta perspectiva social, histórica, psicológica, etc.” (Dussel, 2007, p. 294). La tolerancia es empero una actitud mínima. En el encuentro con el Otro plural debe existir algo más que mera tolerancia, en cuanto la tolerancia supone una cierta indiferencia. La tolerancia pasiva de quien se desentiende del destino del Otro no basta.
La caritas o solidaridad (a la Horkheimer41) va más allá de la tolerancia [a la Voltaire (2010/1763, pp. 163-268)], porque “a la víctima no se la tolera, se colabora con ella a dejar de ser víctima” (Dussel, 2007, p. 299); pero también más allá de la fraternidad [a la Derrida (1998/1994, pp. 9-338)]. Es crítica, propositiva y responsable por las ausencias, poniéndose en su lugar, responsabilizándose por ellas no como lo Mismo, sino como las Otras, superando el reconocimiento de lo otro igual y afirmando su radical Exterioridad. Es el hacerse-cargo de los parias, de las periferias, de las víctimas. La referencia última es el dolor humano. Solidaridad no solo del aquí y del ahora, sino también con las generaciones futuras, hacia delante, y solidaridad con los muertos, hacia atrás42. Solidaridad con la humanidad y desde la humanidad43. La caritas considera además que el Otro es un ser humano a quien se ha usurpado la posibilidad de vivir una vida que merezca la pena ser vivida44.
A modo de conclusión: por justicia, no todo vale
Pero la disolución de la Metafísica heideggeriana y la despedida de Dios nietzscheana parecen rescatar a la Verdad de las fauces de la Totalidad para, en su huida, conducirla por un callejón sin salida. Si únicamente en la eventualidad hermenéutica habita la verdad, Vattimo pareciera conducir a la verdad al precipicio relativista45. El suelo bajo los pies amenaza con derrumbarse llevándose consigo cualquier criterio de verdad, mientras las víctimas siguen ahí, sobreviviendo. Pero se trata, no hay que perderlo de vista, de un nihilismo positivo/activo en el que puede rastrearse un hilo conductor, pues Vattimo no supera la Verdad destruyéndola (Überwindung), sino a través de la fiesta de la memoria (Verwindung). Una irónica parábola cuyo rastro puede seguirse éticamente para tejer otras historias de vidas que merecen la pena ser vividas. Y la disolución de los absolutos afecta a la propia absolución, de manera que ésta tampoco puede absolutizarse46.
El hilo conductor de todas esas pretensiones de verdad no puede ser otro, una vez situada la verdad en las casillas del ser debilitado y no en los fundamentos últimos, que la necesidad de justicia por la humanidad alterativa del nos-Otras, las víctimas, mas sin atisbo alguno de dogmatismo47. Se trata de la humana responsabilidad de hacer valer el derecho de las periferias, de quienes sufrieron y sufren, de debilitar la Totalidad para abrirla y que las Exterioridades sean habitables como lugares epistémicos de verdad: “Las pretensiones de verdad implican el reconocimiento de la alteridad, pero más al fondo podemos encontrar que es la ‘acogida’ del otro, en su radical alteridad, como sujeto humano que nos interpela ‘re-velándose’, lo que nos abre el espacio para la verdad” (Pérez-Tapias, 2007, p. 69)48. Por eso toda filosofía que se pretenda transformadora solo habitará las verdades a costa de buscar la justicia49. “Para sobrevivir, por dignidad. Es una cuestión de justicia. […] Donde no hay justicia no cabe la verdad” (Pérez-Tapias, 2007, p. 59)50.
La aparición de la ética en la compleja maraña de desfundamentaciones y despedidas en las que se enreda la verdad debolista es únicamente factible a través de la inexpugnable finitud humana. Precisamente porque los puntos de vista son múltiples, sería perpetuar el error absolutista desanclar la verdad de la abstracta objetividad (la ficticia atalaya del nowhere) para atarla en cualquier sitio (la aparente tolerancia del everywhere de la que Vattimo se escaquea recayendo en un formalismo insuficiente para las víctimas51). Para ser transformadora, la Verdad deja de ser absoluta, incluso de pretenderlo, sin perder por ello la referencia de criterios que habitan las vidas humanas dignas, del nos-Otras, las víctimas, como fuente corporal. Origen y no fundamento (Grund), condición de posibilidad de verdades situadas y no fiel reflejo de lo ya-dado-para-siempre.
La justicia como condición de verdades plurales o las verdades plurales como reconocimiento de la justicia abren el espacio del sentido de verdad a un ámbito distinto, al de las alteridades antropológicas del Otro plural, no desde lo Mismo, sino desde las propias Exterioridades, desde lo radicalmente Otro levinasiano52 sin el cual no es posible habitar la verdad. “Más al fondo que la reciprocidad del reconocimiento, incluso como a priori suyo, está la interpelación del otro con la justicia que demanda. Ella exige la verdad porque la hace posible” (Pérez-Tapias, 2007, p. 69).
Es humanamente transformador desfundamentar la Verdad sin acercarla al relativismo absoluto, abogando por su precaria y temporal universalización53 a través de su acercamiento al Otro plural como origen ético consciente de su finita y doliente corporalidad. Sin nos-Otras, las víctimas, no hay verdad, pero ninguna víctima concreta, individual o colectiva, puede absolutizarse como Exterioridad privilegiada y excluyente. La epifanía del Otro como lugar en el que habitan las verdades en relación con la justicia siempre está abierta a la irrupción del tercero, “desde el que la demanda de justicia se hace aún más densa y urgente” (Pérez-Tapias, 2007, p. 76).
Referencias
ADORNO, Theodor W. Minima moralia: reflexiones desde la vida dañada. Trad. Joaquín Chamorro. Madrid: Taurus, 2001 [Edición original: 1951].
AGUSTÍN, San. Las confesiones. Trad. Agustín Uña. Madrid: Tecnos, 2007 [Edición original: ca. 397-398 d.e.c.].
APEL, Karl-Otto. Teoría de la verdad y ética del discurso. Trad. Norberto Smilg. Barcelona: Paidós, 1991 [Edición original: 1987].
BUTLER, Judith. “Vida precaria”. Vida precaria: el poder del duelo y la violencia. Trad. Fermín Rodríguez. Buenos Aires: Paidós, 2006 [Edición original: 2004]. 163-187.
CERVERA, José. “Contra la verdad, las noticias falsas no existen”. Cuadernos de periodistas, nº 35. Madrid: Asociación de la Prensa de Madrid, 2017. 9-14.
COMTE, Auguste. Discurso sobre el espíritu positivo. Trad. Eugenio Moya. Madrid: Biblioteca Nueva, 1985 [Edición original: 1844].
DEBORD, Guy. La sociedad del espectáculo. Trad. Rodrigo Vicuña. Santiago de Chile: Naufragio, 1995 [Edición original: 1967].
DERRIDA, Jacques. “Políticas de la amistad”. Políticas de la amistad; seguido de El oído de Heidegger. Trad. Patricio Peñalver. Madrid: Trotta, 1998 [Edición original: 1994]. 9-338.
DUSSEL, Enrique. Caminos de liberación latinoamericana I. Interpretación histórico-teológica de nuestro continente latinoamericano. Buenos Aires: Latinoamérica Libros, 1972.
DUSSEL, Enrique. Materiales para una política de la liberación. México D.F.: Plaza y Valdés, 2007.
DUSSEL, Enrique. Para una ética de la liberación latinoamericana. II Vol. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Argentina, 1973.
FLORES, Paolo. “Gianni Vattimo; o más bien, la hermenéutica como primacía de la política”. Debilitando la filosofía: ensayos en honor a Gianni Vattimo. Ed. Santiago Zabala. Trad. Francisco Javier Martínez. Barcelona: Anthropos, 2009 [Edición original: 2007]. 290-311.
GADAMER, Hans-Georg. “¿Qué es la verdad?”. Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica. Trad. Manuel Olasagasti. Salamanca: Sígueme, 1998 [Edición original: 1960]. 51-62.
HABERMAS, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa. Trad. Manuel Jiménez. Madrid: Taurus, 1999 [Edición original: 1981].
HABERMAS, Jürgen. Verdad y justificación: ensayos filosóficos. Trads. Pere Fabra y Luis Díez. Madrid: Trotta, 2002 [Edición original: 1999].
HEGEL, G. W. Friedrich. Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Trad. José Gaos. Madrid: Alianza, 1986 [Edición original: 1837].
HEGEL, G. W. Friedrich. Fenomenología del espíritu. Trad. Antonio Gómez. Madrid: Abada, 2010 [Edición original: 1807].
HEIDEGGER, Martin. Ser y tiempo. Trad. Jorge Eduardo Rivera. Santiago de Chile: Universitaria, 1997 [Edición original: 1927].
HORKHEIMER, Max. Anhelo de justicia. Teoría crítica y religión. Trad. Juan José Sánchez. Madrid: Trotta, 2000.
KANT, Immanuel.Crítica de la razón pura. Trad. Mario Caimi. Buenos Aires: Colihue, 2007 [Edición original: 1781].
LÈVINAS, Emmanuel. Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad. Trad. Miguel García-Baró. Salamanca: Sígueme, 2002 [Edición original: 1961].
LLORENTE, Jaime. “¿Puede la hermenéutica nihilista de Gianni Vattimo justificar racionalmente sus últimas posiciones políticas?” Las Torres de Lucca, Vol. 5 nº 8. 2016. 185-226. Disponible en: www.lastorresdelucca.org/index.php/ojs/article/view/101/94.
MARX, Karl. El capital: crítica de la economía política. Trad. Vicente Romano. Madrid: Akal, 2000 [Edición original: 1867].
MARX, Karl, y Friedrich Engels. El manifiesto comunista. Trad. Jesús Izquierdo. Madrid: Turner, 2005 [Edición original: 1848].
MUGUERZA, Javier. Desde la perplejidad: ensayos sobre la ética, la razón y el diálogo. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2006 [Edición original: 1990].
NIETZSCHE, Friedrich. “Cómo el ‘mundo verdadero’ acabó convirtiéndose en una fábula”. Crepúsculo de los ídolos o Cómo se filosofa con el martillo. Trad. Andrés Sánchez. Madrid: Alianza, 2001 [Edición original: 1889]. 57-58.
NIETZSCHE, Friedrich. “Del alma de los artistas y escritores”. Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres. Trad. Alfredo Brotons. I Vol. Madrid: Akal, 2001 [Edición original: 1878]. 119-150.
OÑATE Y ZUBÍA, Teresa. “Diálogo con Vattimo: El destino de Europa”. El retorno teológico-político de la inocencia (los hijos de Nietzsche II). Madrid: Dykinson, 2010. 61-90.
PÉREZ-OROZCO, Amaia. Subversión feminista de la economía: aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014. Disponible en: http://riemann.upo.es/personal-wp/congreso-economia-feminista/files/2013/10/PerezOrozco_Amaia.pdf.
PÉREZ-TAPIAS, José Antonio. “Verdad de la justicia y poder de la mentira. Reflexión ético-política desde Lèvinas”. Del bienestar a la justicia: aportaciones para una ciudadanía intercultural. Madrid: Trotta, 2007. 45-95.
PLATÓN. La República. Trad. Antonio Gómez. México D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México, 2000 [Edición original: ca. 380 a.e.c.].
PLATÓN. “Menón”. Diálogos.II Vol. Trads. J. Calonge, et al. Madrid: Gredos, 1987 [Edición original: 385 a.e.c.]. 273-337.
POPPER, Karl R. La sociedad abierta y sus enemigos. Trad. Eduardo Loedel. Barcelona: Paidós, 2006 [Edición original: 1945].
RORTY, Richard. La filosofía y el espejo de la naturaleza. Trad. Jesús Fernández. Madrid: Cátedra, 1989 [Edición original: 1979].
TARSKI, Alfred. “La concepción semántica de la verdad y los fundamentos de la semántica”. A Parte Rei: revista de filosofía, nº 6 Trad. Paloma García. 1999 [Edición original: 1944]. 1-30. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3867056&orden=336201&info=link.
UNAMUNO, Miguel de. San Manuel Bueno, mártir. Literanda, 2017. [Edición original: 1931].
VATTIMO, Gianni. Adiós a la verdad. Trad. María Teresa D'Meza. Barcelona: Gedisa, 2010 [Edición original: 2009].
VATTIMO, Gianni. De la realidad: fines de la Filosofía. Trad. Antoni Martínez. Barcelona: Herder, 2013 [Edición original: 2012].
VATTIMO, Gianni. El fin de la Modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Trad. Alberto L. Bixio. Barcelona: Gedisa, 1987 [Edición original: 1985].
VATTIMO, Gianni. Ética de la interpretación. Trad. Teresa Oñate. Barcelona: Paidós, 1991 [Edición original: 1989].
VATTIMO, Gianni. Más allá de la interpretación. Trad. Pedro Aragón. Barcelona: Paidós, 1995 [Edición original: 1994].
VATTIMO, Gianni. Más allá del sujeto: Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica. Trad. Juan Carlos Gentile. Barcelona: Paidós, 1992 [Edición original: 1981].
VATTIMO, Gianni. Vocación y responsabilidad del filósofo. Trad. Antoni Martínez. Barcelona: Herder, 2012 [Edición original: 2000].
VATTIMO, Gianni. “¿Adiós a la verdad?” Ética de las verdades hoy: homenaje a Gianni Vattimo. Trad. Teresa Oñate. Eds. Teresa Oñate y Simón Royo Hernández. Madrid: UNED, 2006. 71-80.
VATTIMO, Gianni, y Pier Aldo Rovatti. El pensamiento débil. Trad. Luis de Santiago. Madrid: Cátedra, 1990 [Edición original: 1983].
VATTIMO, Gianni, y Piergiorgio Paterlini. No ser Dios. Una autobiografía a cuatro manos. Trads. Rosa Rius y Carme Castells. Barcelona: Paidós, 2008 [Edición original: 2006].
VATTIMO, Gianni, y Santiago Zabala. Comunismo hermenéutico: de Heidegger a Marx. Trad. Miguel Salazar. Barcelona: Herder, 2012 [Edición original: 2011].
VOLTAIRE. “Tratado sobre la tolerancia”. Cartas filosóficas; Tratado sobre la tolerancia; Diccionario filosófico; Opúsculos; Cuentos; Memorias para servir a la vida de Voltaire escritas por él mismo. Trad. Carlos R. de Dampierre. Ed. Martí Domínguez. Madrid: Gredos, 2010 [Edición original: 1763]. 163-268.
VV.AA. En la era de la posverdad: 14 ensayos. Barcelona: Calambur, 2017.
WITTGENSTEIN, Ludwig. Investigaciones filosóficas. Trad. Alfonso García. Barcelona: Altaya, 1999 [Edición original: 1953].
WITTGENSTEIN, Ludwig. Tractatus logico-philosophicus. Trads. Jacobo Muñoz y Isidoro Reguera. Madrid: Alianza, 2010 [Edición original: 1921].
______________________________________________________________________
Autor(a) para correspondência: Jairo Marcos, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Facultad de Filosofía. Edificio de Humanidades. C/ Paseo Senda del Rey, 7. 28040-Madrid, Espanha. jmarcos@desplazados.org