Editorial
Academia y Pandemia
Academy and Pandemic
La labor de la comunidad académica no es sólo transmitir y reproducir conocimientos, también, y sobre todo, es el hacerse preguntas con referencia a la realidad, y procurar responderlas. El avance científico se juega en esa capacidad de preguntar y de preguntarse, cuanto en la sutileza para dejarse interrogar por la realidad, y para interrogarle a ella misma.
Es clásica la escena en el cine donde una persona está repitiendo un número cuasi infinito de preguntas y su interlocutor le responde, no estás haciendo la pregunta correcta, y cuando la hace, se limita a decir ésa sí es una buena pregunta, o, ésa es la pregunta correcta, para guardar silencio inmediatamente. Porque la pregunta correcta requiere la reflexión, diríamos la contemplación filosófica, antes de ser respondida, o no. Todo este proceso, que hemos simplificado valiéndonos del cine y la caricatura, es lo que significa la actitud investigativa.
Dicho lo anterior, es necesario que la comunidad académica se haga las preguntas pertinentes para el momento presente. No se trata de dejarse embaucar por una suerte de optimismo tipo ave fénix, para afirmar que esta situación significa el nacimiento de una humanidad nueva, o el fin de viejos modelos. No. De lo que se trata es de seguir escudriñando la realidad.
Sabemos lo complejo que es elaborar una pregunta. Los profanos pueden creer que es cosa simplemente de tener una duda. La comunidad académica debe recordar que hay un arte, una ciencia, diríamos, en el acto mismo de hacer la pregunta, que implica una investigación preliminar.
Nuestra realidad tan tecnificada se ha visto, ciertamente, afectada por la pandemia mundial que estamos padeciendo, tanto que la Academia puede pensar que lo que se necesita es una investigación aplicada para hacer frente a los desafíos que se han intensificado en este último año. Así que puede que la investigación vaya por allí… Por lo pronto, la reflexión actual ha estado llena, hasta el cansancio, de referencias a la pandemia y el estado de la ciencia en esta coyuntura.
Con todo, el interés de la comunidad académica por el tiempo presente nos habla de la sanidad de la misma, hay posibilidades de desarrollo, porque todavía hay quien pregunta y se pregunta.
Los investigadores también han sido sometidos a aislamiento. Este es un dato no menor, puesto que por mucha asepsia que pregonemos a la hora de enfrentar una investigación, no podemos negar que estamos “contaminados” de nuestros prejuicios. No hay una mirada pura de la realidad.
Nos atrevemos a sostener que muchas de las miradas de los investigadores estarán detenidas sobre el acontecimiento pandemia y las realidades que se han desprendido de éste.
Esto no es negativo a per sé, es simplemente algo que sucede y que no podemos olvidar.
Lo importante, es que la investigación no quede confinada, ni reducida. Lamentablemente, una consecuencia posible, a corto plazo, de esta pandemia mundial, será la reducción de los presupuestos, por lo menos para las ciencias no aplicadas y, particularmente, para las sociales.
No podemos concluir estas reflexiones sin mencionar la llamada nueva normalidad. Es como lo que todos esperan, que se vuelva a una normalidad, pero que sea en algo distinta a lo anterior. No sé si será muy distinta. Lo cierto es que la historia humana nos ha mostrado, con sus guerras y pandemias anteriores, que las cosas no cambian radicalmente como se quiere.
Desde mi punto de vista, lo que ocurre y, tal vez, seguirá ocurriendo, es el hecho del reforzamiento de creencias culturales y científicas, y la absolutización de las propias posturas.
Esto que nos ha tocado tanto puede generar preguntas, es nuestro deseo para el bien de la comunidad científica, pero también puede generar afirmaciones y reafirmaciones. Por tanto, posturas radicales y monolíticas que se niegan a ver las nuevas posibilidades.
Confiemos en el avance de toda la comunidad académica y no sólo de aquellas áreas que se dedican al desarrollo tecnológico y medicinal.