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Educación Emocional y Complejidad
Emotional Education and Complexity
Revista Arbitrada Interdisciplinaria Koinonía, vol. 6, núm. 12, pp. 481-487, 2021
Fundación Koinonía

Carta al Editor

La revista permite que los autores conserven los derechos de publicación sin restricciones; y garantizan a la revista el derecho de ser la primera publicación del trabajo

Recepción: 15 Marzo 2021

Revisado: 15 Mayo 2021

Aprobación: 15 Junio 2021

Publicación: 01 Julio 2021

Financiamiento

Fuente: No monetario.

Estimado Editor: En el campo educativo se han están gestado cambios y transformaciones curriculares a fin de poder adaptar, contextualizar y armonizar los procesos educativos para alcanzar aprendizajes significativos pertinentes, así como coherentes con la realidad social atendiendo a los momentos históricos/políticos del Estado, en ese sentido, las organizaciones escolares están en la imperante necesidad de romper con los paradigmas tradicionales desde una perspectiva ontológica y epistemológica con la intencionalidad de construir nuevas formas de aprendizaje mediante una práctica innovadora e integradora.

En este sentido, los desafíos que en la actualidad enfrenta los procesos educativos, se encuentran íntimamente influenciados con diversos factores externos e internos referenciados en el contexto donde estos procesos se desarrollan; esta influencia es notoria en resultados académicos de estudiantes que viven en situación de vulnerabilidad, pobreza o violencia, quienes en su mayoría no alcanzan estándares mínimos correspondientes al nivel en que se encuentran. Estos índices bajos de rendimiento académico reflejan deficiencias en los procesos de aprendizaje, lo cual desaprovecha el talento de la niñez y la población joven ante la sociedad. De acuerdo con la UNESCO en su agenda 2030, se plantea el: “Desarrollo de sistemas educativos que fomenten la educación inclusiva de calidad y que promueven las oportunidades de aprendizaje permanente para todos”. (p. 7).

Entonces, al pretender que el trabajo en el aula se traduzca en beneficios para el estudiante dentro y fuera de ella, se deben atender y adaptar las características sociales que lo circundan. Con la anterior postura, se deja de sobrevalorar la inteligencia como la única capacidad que pueda garantizar el éxito académico, visualizando el rendimiento escolar desde una concepción compleja en el proceso de construcción de los saberes por parte de los escolares, esto implica un estudio de los docentes un repensar de su práctica educativa pues conlleva una serie de elementos epistemológicos/ontológicos a fin de comprender primeramente como piensan los educandos para luego saber cómo funciona su cerebro, ello permitirá diseñar actividades que faciliten el aprendizaje y, con ello, estimular el deseo de superación desde una visión cognitivo/emocional como acción complementaria en el desarrollo del ser. La idea de Morin (2000, p.5) de que todo conocimiento demanda en la actualidad reflexionarse, reconocerse, situarse, problematizarse, evidencia la atención al estudio del proceso pedagógico de un arquetipo de pensamiento mostrando respetabilidad de su multidimensionalidad y riqueza.

Si bien es cierto el rendimiento escolar se ven reflejados en pruebas que miden un desempeño, como lo señala Lamas (2005) cuyo enfoque humanista lo entiende, como el desarrollo de las habilidades de cada estudiante las cuales se ven reflejadas en los centros de enseñanza como producto de los beneficios logrados por los educandos mediante las calificaciones escolares; cabe agregar que la valoración otorgada por el proceso de evaluación depende de la pertinencia y efectividad de métodos de enseñanza y aprendizaje, donde los participantes puedan explorar procesos psicológicos que intervienen en su desarrollo integral lo cual lleva consigo una serie de características personales para estimular la necesidad de aprender. En este orden de ideas, desde la ciencia de la complejidad, Mason (2008) citado por Maldonado (2014):

La educación puede y debe ser pensada como un todo (o totalidad) considerando, por consiguiente, de manera necesaria, los procesos sociales al mismo tiempo que los eco lógicos y culturales; de tal suerte que la educación deje de ser estudiada simplemente como un campo importante e instrumental (aplicado). La interdisciplinariedad emerge aquí con toda la fuerza, no solamente al interior de las ciencias sociales y humanas sino, mejor aún, con otras ciencias como la física y la química, por ejemplo. (p.7).

Ahora bien, desde la complejidad e inteligencia emocional se contribuye a la promoción en el rendimiento académico escolar de los niños y jóvenes en todos los campos de formación, desde esta modernidad, caracterizada por constantes avances científicos y una tendencia a la globalización económica y cultural, donde los individuos se ven enfrentados a un crecimiento exponencial social, sin contar con las circunstancias atípicas que se puedan enfrentar, queda claro que adquirir habilidades emocionales, sobre todo desde temprana edad, demandan un mejor y eficaz desempeño social, además de una adaptabilidad a los cambios que esto conlleva. Se debe recordar que las colectividades hipermodernas buscan que sus poblaciones estén satisfechas con sus vidas (Fernández-Berrocal & Ruiz, 2008).

Al mencionar las características esenciales de la inteligencia emocional (Benítez-Pérez, et al, 2018), indica las siguientes:

la capacidad de motivación del individuo mismo, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular los estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera en las facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás. (p.107).

Dichas bondades combaten el desinterés que presentan muchos niños y jóvenes hacia sus procesos educativos, causados por condiciones físicas y psicológicas desfavorables del contexto social y/o educacional, incidiendo en practicar “la ley del mínimo esfuerzo”, al sentirse conformes con solo recibir una valoración básica en sus desempeños; o en su defecto llegando a la deserción escolar fenómeno que afecta el perfeccionamiento de los individuos y el de la colectividad.

Así mismo, Greenspan entendió la arquitectura de la mente como determinada por las emociones en niveles de desarrollo dinámico: 1º) hacer sentido de las sensaciones del yo primario, 2º) la intimidad y capacidad de vínculo del yo relacional, 3º) los inicios de la intencionalidad del yo volitivo, 4º) la inyección de propósito y capacidad de interacción del yo preverbal, 5º) el desarrollo de imágenes, ideas y símbolos del yo simbólico, y 6º) el pensamiento emocional del yo pensante.( Robles-Gil, P., Guzmán, J. & Magaña-Vargas, H., 2011, p.21)

Por su parte, los docentes deben crear herramientas, estrategias y técnicas para propiciar un ambiente basado en la confianza donde el lenguaje y el intercambio de mensajes a través de medios, conlleve a producir resultados significativos para los estudiantes los cuales al sentir empatía con el docente se crea el deseo por aprender nuevas experiencias viables para la formación por y para la vida. Es de agregar, que los profesionales de la educación transforman su perfil. En este sentido deberán considerar lo planteado por Goleman (2000):

En cierto modo tenemos dos cerebros y dos clases diferentes de inteligencia: la inteligencia racional y la inteligencia emocional y nuestro funcionamiento en la vida está determinado por ambos. Por ello no es el coeficiente intelectual lo único que debemos tener en cuenta, sino que también deberemos considerar la inteligencia emocional. De hecho, el intelecto no puede funcionar adecuadamente sin el concurso de la inteligencia emocional. (p. 32)

La importancia de la visión integral de la educación, considerando los aspectos cognitivos y afectivos garantizaran una planificación del proceso de enseñanza-aprendizaje capaz de formar a los estudiantes desde varios escenarios con el propósito de su desarrollo, y de el de su entorno. En este marco se contextualiza lo planteado por órganos multilaterales, según Fragoso-Luzuriaga (2015):

La preocupación por la formación de personas capa­ces de adaptarse a las exigencias del mundo actual se refleja en las recomendaciones de organismos in­ternacionales como la Unesco (1998a, 1998b), que a través del informe Delors (1997), propone cuatro pilares en los cuales se debería cimentar la educa­ción para el siglo xxi: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Los últimos dos pilares (aprender a convivir y a ser), se en­cuentran íntimamente relacionados con habilidades sociales y emocionales que ayudarían a los estudian­tes a desarrollarse integralmente a lo largo de toda su vida. (p.113).

Por tanto, la importancia de la educación desde la mirada de las emociones y su integridad del hombre, requiere de cambios paradigmáticos, es concordancia con lo planteado por García (2020, p. 1014): “el cambio de paradigma crea la necesidad de una transformación metodológica dentro de la Educación, empezando desde la redefinición y planificación de las diferentes asignaturas, como a la innovación de estrategias metodológicas por parte de los docentes”.

Se puede considerar finalmente, que se ha tomado conciencia de parte de los profesionales de la educación que las habilidades meramente cognitivas no son suficiente para alcanzar un rendimiento académico satisfactorios en el alumnado, deben discurrir el establecer una formación integral para ir descubriendo e impulsando talentos en la población estudiantil; dicha formación puede tomar como eje aspectos emocionales en las aulas.

Aunque las habilidades emocionales se deben manejar desde varios contextos circundantes al individuo, la sociedad le confiere a la escuela, sin olvidar el compromiso de la familia, la función en cuanto a producir e incentivar desde sus métodos académicos, programas específicos para desarrollar dichas habilidades; las cuales deben considerarse dentro de los propósitos de formación en todos los niveles ya que este proceso debe ser continuo y permanente.

Agradecimientos

A la Universidad Privada Doctor Rafael Bello Chacín, por motivar el desarrollo de la Investigación.

REFERENCIAS CONSULTADAS

Benítez-Pérez, C., Moreira-Negrín, R., Fabero-Rodríguez, W., Díaz-Hernández, M., Quintana-Gómez, F., & Rodríguez-Mantilla, H. (2018). Desarrollar la inteligencia emocional a través de la labor del profesor guía. [Develop emotional intelligence through the work of the guiding teacher]. EDUMECENTRO, 10(4), 103-121.

Fernández-Berrocal, P., & Ruiz-Aranda, D. (2008) La Inteligencia emocional en la Educación. [Emotional Intelligence in Education]. Electronic Journal of Research in Educational Psychology, 6(2), 421-436. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/2931/293121924009.pdf

Fragoso-Luzuriaga, R. (2015). Inteligencia emocional y competencias emocionales en educación superior, ¿un mismo concepto? [Emotional intelligence and emotional competencies in higher education, the same concept?]. Revista iberoamericana de educación superior, 6(16), 110-125.

García, A. (2020). Los principios de la complejidad y su aporte al proceso de enseñanza. [The principles of complexity and their contribution to the teaching process]. Ensaio: Avaliação e Políticas Públicas em Educação [online]., 28(109),1012-1032. https://doi.org/10.1590/S0104-40362020002801893.

Goleman, D. (2000). Educar con inteligencia emocional. [About school performance]. España: Plaza Janés Editores S.A.

Lamas, H. A. (2015). Sobre el rendimiento escolar. [About school performance]. Propósitos y Representaciones, 3(1), 313-386. doi: http://dx.doi.org/10.20511/pyr2015.v3n1.74

Maldonado, C. (2014). ¿Qué es eso de pedagogía y educación en complejidad? [ What is that pedagogy and education in complexity?] Intersticios sociales, (7), 1-23.

Morin, Edgar. (2000). El paradigma perdido. [The lost paradigm]. Ensayo de bioantropología (6ª ed.). Barcelona: Kairós.

Robles-Gil, P., Guzmán, J. & Magaña-Vargas, H. (2011). La Inteligencia Revisitada. [Intelligence Revisited]. REMO, 8(21),13-23. Recuperado de: http://pepsic.bvsalud.org/pdf/remo/v8n21/a03.pdf

UNESCO (2017) La UNESCO Avanza La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. [UNESCO Advances the 2030 Agenda for Sustainable Development]. Recuperado de: https://n9.cl/kj4q



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