Resumen: El siguiente artículo presenta una reflexión sobre la formación de las identidades en el archipiélago de San Andrés. El argumento central es la relevancia de ciertos referentes históricos que cargan de sentido y significado colectivo la identidad de la población raizal, especialmente la afrodescendiente; y que influyen en la configuración de las alteridades en San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Es una narrativa histórica y etnográfica, construida metodológicamente por elementos retomados de fuentes bibliográficas de la historia oficial de las islas y de narraciones de pobladores que están presentes en la memoria colectiva. Los objetivos son exponer y problematizar el contexto histórico-cultural en que emerge la población raizal, el vínculo con el Caribe insular y el proceso de adherir el territorio de San Andrés al estado-nación colombiano.
Palabras clave: Identidades, Memorias, San Andrés, Alteridades, Diásporas.
Resumo: O artigo apresenta uma reflexão sobre a formação das identidades no arquipélago de San Andrés. O argumento central é a relevância de certas referências históricas que atribuem sentido e significado coletivo à identidade da população raizal, especialmente a afrodescendente; e que influenciam a configuração das alteridades em San Andrés, Providencia e Santa Catalina. É uma narrativa histórica e etnográfica, construída metodologicamente a partir de elementos retirados de fontes bibliográficas da história oficial das ilhas e de narrativas de comunidades presentes na memória coletiva. Os objetivos são expor e problematizar o contexto histórico-cultural que surge na população raizal, o vínculo com o Caribe insular e o processo de adesão do território de San Andrés ao Estado-nação colombiano.
Palavras-chave: Identidades, Memórias, San Andrés, Alteridades, Diásporas.
Abstract: The following article presents a reflection on the formation of identities in the archipelago of San Andrés. The central argument is the relevance of certain historical references that charge the identity of the Raizal people with meaning and collective significance, especially the Afro-descendant; and that influence the configuration of alterities in San Andrés, Providencia and Santa Catalina. It is a historical and ethnographic narrative, methodologically constructed by elements taken from bibliographic sources of the official history of the islands and from the narratives of settlers that are present in the collective memory. The objectives are to expose and problematize the historical-cultural context in which the Raizal people emerges, the link with the insular Caribbean and the process of adhering the territory of San Andrés to the Colombian nation-state.
Keywords: Identities, Memories, San Andrés, Otherness, Diasporas.
DOSSIÊ 18: HISTÓRIAS MARGINAIS, ALTERIDADES E CRÍTICAS EPISTÊMICAS
FORMACIONES DE ALTERIDADES E IDENTIDADES DESDE EL CARIBE INSULAR: MEMORIAS Y HUELLAS DE AFRICANÍA EN SAN ANDRÉS ISLAS
Formações de alteridades e identidades do Caribe insular: memórias e traços de africanidade nas Ilhas de San Andrés
Formations of alterities and identities from the Insular Caribbean: memories and traces of africanness in San Andrés Islands

Recepción: 21 Octubre 2021
Aprobación: 14 Diciembre 2021
Muchas historias importan.
Las historias se han usado para despojar y calumniar,
pero las historias pueden dar poder y humanizar.
Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo,
pero también pueden reparar esa dignidad rota.
Chimamanda Ngozi Adichie
Muchas historias si importan. Reconocer otras historias permite analizar los acontecimientos desde diferentes posicionamientos, ya que es complejo hablar de la historia sin hablar del poder. Desde la perspectiva de la autora del epígrafe, la escritora nigeriana Adichie (2009), las estructuras mundiales del poder determinan la forma en qué es contada la historia, quiénes la cuentan o cuántas historias son contadas. En el mundo moderno/colonial la historia occidental ha sido posicionada mundialmente con tan alta legitimidad, dotándole el carácter de universal, y otorgándole el alcance de referenciar no sólo la historia de los otros, sino hacer que esa historia referenciada sea la definitiva.
En el siguiente artículo son expuestas algunas reflexiones realizadas en el marco del ejercicio investigativo sobre mi tesis doctoral de antropología social en el Archipiélago de San Andrés. Sin la pretensión de ofrecer un recorrido histórico completo, y pensando un ejercicio que permita puentes entre antropología e historia; elaboro un relato histórico y etnográfico del archipiélago construido metodológicamente por elementos retomados de fuentes bibliográficas de la historia oficial de las islas y de narraciones sobre hechos registrados como relevantes para las y los pobladores en las islas a través de entrevistas1, socializados en eventos culturales en la isla de San Andrés,2 o referenciados por habitantes durante conversaciones y diálogos como parte de la memoria histórica colectiva de la población.3 Paralelamente hago un ejercicio con fuentes bibliográficas escritas tanto por autores extranjeros a las islas4, como por académicas y académicos isleños.5 Estos diferentes referentes históricos, en ocasiones contradictorios y disruptivos frente a la historia oficial, están presentes en la memoria colectiva de la población e influyen en la configuración de las alteridades en el Archipiélago de San Andrés.
Las perspectivas epistemológicas desde dónde son reflexionadas las ideas del presente artículo, retoman elementos de análisis desde la teoría poscolonial con Bhabha (2010); Bidaseca, (2010); los estudios subalternos de Spivak (2012); Chakrabarty (2008) y la decolonialidad de Walsh (2012); Lugones (2008); Quijano (2000); Dussel (1992); como corrientes académicas que emergen desde pensamientos periféricos de mujeres y hombres intelectuales provenientes de anteriores territorios coloniales.6
Introducimos con la discusión sobre la colonialidad y su relación con categorías como identidades, raza y etnicidad, centrales en el presente análisis. Seguido de la narración sobre el proceso de poblamiento del Archipiélago y el sentido de pertenencia a diversas diásporas, producto de la experiencia histórica desplegada en las Antillas; se presenta un énfasis en el proceso diaspórico de las y los descendientes de la trata esclavista transatlántica que actualmente tiene visibilidad especial en la reivindicación identitaria de la población afrodescendiente raizal. Finalmente presento algunas consideraciones vinculadas a las articulaciones sobre las memorias afrodescendientes en las islas, como aportes para la discusión a los actuales debates.
La población que actualmente se autoidentifica como Raizal, está radicada mayoritariamente en el territorio insular denominado por el Estado colombiano como Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina ubicado en el mar Caribe entre las costas sur-occidentales, está rodeado por las islas antillanas al oriente; hacia el norte está la isla de Jamaica a una distancia de 725 km; en el occidente limita con las costas continentales de Panamá, Costa Rica y el puerto más cercano a las islas es Bluefields en Nicaragua a 230 km; al sur a 715 km aproximadamente se encuentra Cartagena, la costa caribe de Colombia.
Para el caso del archipiélago, retomo la noción de Caribe Sur- Occidental (AVELLA, 2002) con el objetivo de pensar la región más allá de la ubicación geográfica establecida como un conjunto de islas en medio del mar Caribe, referenciadas a la división entre Antillas mayores y menores; también como una región conectada con trayectorias históricas, económicas y culturales comunes. Aquí la diáspora como experiencia constituyente significa la pertenencia de la experiencia histórica desplegada en las Antillas y del Caribe angloparlante y no la identificación a una nación “ni de origen-ni de llegada”7. Es decir, un proceso donde matrices culturales impactan recíprocamente sin estar necesariamente en igualdad de posiciones, produciendo un conjunto cultural heterogéneo y no simplemente una cultura sincrética (YUDICE, 1992).
Para la comprensión sobre las identificaciones étnico-raciales en San Andrés, ubicar las categorías sobre raza y etnicidad es de relevancia, pues son conocidos los debates que abarcan distintas épocas, momentos y lugares dando cuenta de la utilización de estos términos tanto en la biología, en las ciencias sociales como en los análisis culturales. Una de las principales propuestas para la comprensión de este proceso forjado desde el siglo XVI es el concepto de colonialidad del poder, desarrollado por el sociólogo peruano Aníbal Quijano (2000). Plantea la formación de un patrón de poder colonial para la división, clasificación y jerarquización, bajo la idea de raza de las diferentes poblaciones que habitaban América y de las llegadas en condición de esclavitud desde África. Argumenta que en dicho patrón se establecen relaciones de dominación y de la división del trabajo. Por ende, bajo la idea de raza se forman nuevas identidades sociales históricas que, hasta ese momento, no se habían establecido como indio, negro y blanco, por tanto, raza es una construcción política y social.
La categoría raza es importante para el presente texto referenciarla desde una perspectiva social y no biológica,8 en la medida en que problematiza la racialidad y el racismo en sociedades heredadas por un pasado colonial, pues el color de la piel se torna un signo de referencia para los otros. En palabras de Rita Segato (2005), raza es signo, es decir “raza es una huella corporal del transcurso de una historia otrificadora”; así comprender raza implica situarla en relaciones de formaciones nacionales de alteridad (BRIONES, 2008).
Para el análisis de raza y etnicidad, consideramos el énfasis en la especificidad histórica, ámbito que permite deducir que las múltiples formas de racismo tienen una serie de rasgos que están de manera general vinculados con distintas sociedades. Sin embargo, resulta más significativo analizar cómo la especificidad histórica de los contextos y ambientes en los que se vuelven activar esos rasgos, ubican tipos de racismos en determinados sociedades y lugares. Por tanto, más que analizar raza como categoría, la propuesta es contextualizar las formaciones de alteridad e identidades étnico-raciales según el contexto, social, cultural, geográfico e histórico de San Andrés.
El racismo se caracteriza como una práctica cuya especificidad refiere a la ineluctable naturalización de la segregación, separación y jerarquización de la diferencia (RESTREPO, 2005). Tanto raza como etnicidad son “producto de condiciones históricas concretas y varían de una formación social a otra” (HALL, 2010), por lo tanto, es necesario confrontar las nociones esencialistas, reduccionistas o de carácter discursivo para la utilización de estas categorías, pues, si bien es verdad que tanto la noción de raza como la de etnicidad sí tienen relación con las condiciones materiales de producción, de estas relaciones no se deriva su total explicación.
Etnicidad y raza son dos categorías analíticas diferentes, pero donde existen analogías y superposiciones; esto es, la etnicidad relacionada a una locación social y articulada a rasgos culturales, mientras que la raza está relacionada con la discriminación y trasciende a características corporales que funcionan como diacríticos que connotan diferencias culturales y sociales, produciendo diferentes racismos según contextos sociales e históricos, siguiendo a Stuart Hall:
La raza tiene sentido en cuanto a la experiencia afrocaribeña en razón de la importancia del color de la piel, una idea derivada biológicamente. De hecho, el espectro de color entre los afrocaribeños es bastante amplio: resultado del extenso mestizaje de la sociedad de las plantaciones caribeñas y de siglos de transculturalización - Ortiz (1940), Brathwaite (1971), Glissant (1981), Pratt (2010). (HALL, 2010).
Ahora bien, entre el debate sobre la categoría de identidad de manera ambigua y esencial, buscamos comprender una noción capaz de articular las identificaciones étnicas y raciales (BRUBAKER; COOPER, 2001), pues pareciese que raza como construcción social adquiere significado referenciándose principalmente hacia afrodescendientes, mientras que la cuestión sobre la etnicidad está enfocada para otras identificaciones (indígenas, árabes, orientales). Sin embargo, en el Caribe las identificaciones étnicas y raciales tienen contextos particulares: “En lo cotidiano se le da un uso indeterminado para explicar conductas, tensiones y conflictos […] la diferencia entre relacionar este tipo de identificaciones en estos contextos no es tan evidente, pese a que el Estado utilice estas formas de identificación sobre las poblaciones” (WADE, 2000). Finalmente retomamos la diáspora como herramienta de análisis para la comprensión de la formación de identidades en el Caribe que remite inicialmente a la trata trasatlántica de africanos y africanas esclavizados quienes pasaron por diversos circuitos y fueron utilizados para trabajar en las plantaciones de algodón, tabaco o azúcar, modo de producción de las colonias insulares del Caribe. Para el caso del archipiélago de San Andrés, la diáspora que está presente (en general, en diversas islas en el Caribe) no es una diáspora esencial y pura que evoca un pasado común y homogéneo. Por ello preferimos pensar desde la noción de diáspora(s) para reflexionar sobre los procesos identitarios de las poblaciones en el Caribe, a la vez que permite reivindicar el carácter subalterno de una realidad poscolonial (Gilroy, 1993).
Las configuraciones culturales e identitarias forjadas en el Caribe son complejas, las características identitarias del pueblo creole en el Caribe insular y la sociedad raizal/isleña en el archipiélago de San Andrés se construyeron en medio de condiciones asimétricas de poder, influenciadas por factores como el color de piel, género, posición social, enfrentamientos coloniales, producciones de grandes plantaciones, sistemas esclavistas y procesos migratorios de diferentes zonas del planeta. En este escenario surgen algunos interrogantes como ¿Por qué la historia de la población afrodescendiente no tiene tanto impacto en la historia oficial de las islas, a diferencia de las narraciones de corsarios, presencia de colonias europeas y relevancia de los valores puritanos? ¿Qué sentido tiene actualmente para las y los raizales reivindicar la diáspora afrodescendiente en las islas?
El poblamiento actual en el archipiélago de San Andrés va a ser desplegado principalmente por las y los descendientes de la trata esclavista transatlántica, la llegada de los puritanos calvinistas ingleses durante el siglo XVII y las migraciones acontecidas durante el siglo XX, que incluyen personas del interior de Colombia, Centroamérica, así como de España, Italia, Libia, Siria y China. Por lo tanto, la configuración de los referentes identitarios de la población del archipiélago es el resultado de diferentes procesos migratorios, y la formación de “diversas diásporas” por el Caribe insular marcadas por periodos relacionados al colonialismo, la esclavitud, la economía de plantaciones, los conflictos entre el imperio inglés y el español e intercambios comerciales (ARCHBOLD, 2015, p. 50).
Antes del proceso de colonización por parte de la corona española en 1513 ha sido identificada en investigaciones sobre el contexto histórico de las islas la presencia de los indígenas Miskito9 (PARSONS, 1985; SOLANO, 2014), quienes habitaban las islas debido a la fertilidad de la tierra y el agua, sin embargo, no hay registros de un asentamiento Miskito, sino que las islas eran utilizadas como lugares temporales de pesca y recolección de alimentos. Bajo este antecedente la profesora Yusmida Solano10 manifestaba que no es posible argumentar que las islas estaban inhabitadas antes de la llegada de los españoles.11
La presencia de la población indígena Miskito también es un referente en los diálogos con las y los líderes raizales cuando hacen énfasis en la ascendencia cultural que tiene la actual población de las islas. Para Samuel Robinson,12 los Miskito fueron la primera población en habitar el archipiélago y estuvieron vinculados a otros territorios del Caribe sur-occidental, dato considerado significativo para identificar elementos culturales originarios en la perspectiva de pertenencia territorial de la población isleña con el Caribe insular.
Aunque San Andrés es una isla pequeña con relación a islas reconocidas históricamente en el marco de la geopolítica del Caribe (Cuba, Jamaica, Haití, República Dominicana), las y los líderes del movimiento social raizal13 resaltan la importancia geopolítica del Archipiélago de San Andrés y el interés de Colombia en el territorio. Ya que están ubicadas estratégicamente para actividades comerciales y militares en el mar Caribe.
En la historia oficial, las islas comienzan a figurar en los documentos históricos a partir de las empresas de colonización del siglo XVII, pues resultaban geográficamente estratégicas en el comercio (ARCHBOLD, 2015). La Carta Universal de 1527 es el primer documento que hace referencia oficial a las islas (PARSONS, 1985, p. 24), y las primeras representaciones cartográficas de San Andrés datan de 1631 (RATTER, 2001, p 58).
A partir del trabajo etnográfico se pueden inferir algunos “silencios históricos” en los que no queda claro que sucesos ocurrieron.14 Primero la ausencia de información con relación a la población de las islas posterior a la presencia de los Miskito. Con base en las entrevistas y algunas fuentes escritas (PETTERSON, 1989); (PARSONS, 1985); (WILSON, 2004) y (ARCHBOLD, 2015); dan a entender que la población originaria fue sometida con la conquista por parte de la corona española luego de 1492, y que las islas fueron tomadas continuamente entre batallas de españoles y británicos. Segundo, la pregunta que usualmente surge entre investigadores (y que será desarrollada más adelante) es: si San Andrés, Providencia y Santa Catalina están más cercanas a Centroamérica, ¿por qué fueron adjuntas durante la colonia al Virreinato de Nueva Granada y posterior a los procesos de independencia a la Gran Colombia en el año de 1822? Algunas reflexiones que se desarrollan a continuación indican que la decisión de agregar las islas como parte de la nueva república la concertó un segmento de la elite isleña (VALENCIA, 2015). En medio de estos dos momentos, la historia de la isla se caracteriza por diferentes episodios que relataré a continuación y que son importantes en la medida en que son referentes identitarios para la población raizal.
A partir de los diálogos establecidos con algunos habitantes isleños es posible reflexionar sobre las siguiente características como elementos constitutivos de las prácticas culturales de la población raizal/isleña: a) Los valores morales consecuencia de la presencia de puritanos; b) conocimientos sobre la navegación, el mar y la disidencia frente al poder colonial español resultado de la presencia de piratas y corsarios en las islas, y c) prácticas de resistencia de las poblaciones que llegaron en condición de esclavitud. Estas características son entendidas a partir de contextos históricos y culturales con relación a los diversos procesos diásporicos referenciados por los lugares (Asia, Europa, Oriente y África) desde donde procedían las personas quienes se asentaron en las islas, no obstante, la convivencia social entre estos encuentros usualmente implica condiciones de coerción, inequidad, discriminación y conflicto.
Hacia 1630, producto de la persecución inglesa, llegan a las islas los puritanos calvinistas, quienes establecen la Compañía de Providencia y despliegan la trata esclavista en el archipiélago con aproximadamente 600 esclavizados para el trabajo en las plantaciones de algodón y tabaco (FRIEDEMANN, 1989, p. 141). Utilizan Providencia como lugar de asentamiento de las familias practicantes del protestantismo y San Andrés como isla para la producción de los sistemas de plantación que incluye a las y los africanos llevados como mano de obra esclava. La presencia puritana terminó en la década de 1640 cuando fueron expulsados por los españoles, quienes tomaron como posesión a los esclavizados en las islas. Luego comienza un periodo de enfrentamientos entre la corona inglesa y la española por el control de la zona, al ser un punto estratégico en las Antillas para la ruta del comercio de los virreinatos.
En medio de estos enfrentamientos, es de relevancia para las y los pobladores de las islas la presencia de Henry Morgan, quien hacia 1670 quita del poder a los militares españoles de la isla de Providencia, y logra convertirse en una figura histórica fundacional de lucha contra el dominio colonial español, es así que: “La pasión de los creoles por la figura de Henry Morgan puede explicarse como una forma de mostrar su preferencia por una historia de piratas y filibusteros que lucha contra el poder colonial del imperio español” (ERIKSDOTTER 2008: B-2, EN ARCHBOLD, 2015, p. 31).
La asociación de las islas con piratas y contrabandistas durante el siglo XVII ha estado presente tanto en los estudios históricos15 como en las conversaciones con las y los interlocutores. En uno de los diálogos Andrés Stelle16 hacia énfasis acerca de las épocas en que las islas servían para los intereses de los grandes piratas como escondite o sitio de descanso. Para Andrés, en la memoria de los pobladores Morgan nunca estuvo en San Andrés, pero sí en Providencia (sin que haya fuentes escritas oficiales).17 El pirata Morgan marcó un símbolo importante en el archipiélago al ser un personaje contra la autoridad española, en contradicción del pensamiento de los continentales e inclusive al arraigo de los valores puritanos (para quienes un pirata en términos morales quebranta el orden y las reglas). Además, gracias a la presencia de figuras como Morgan es que los isleños se autoconsideran los mejores navegantes en el mar, estratégicos comerciantes y excelentes en el transporte de mercancías.
Las islas son retomadas por el Imperio español hacia 1789 y comienzan un proceso de repoblamiento mediante permisos para establecerse en las islas, otorgados por la gobernación del Imperio español en Cartagena. El gobernador de las islas era Tomas O’Neille quien entregaba títulos de propiedad a los colonos que llegaban de Jamaica con sus esclavizados para asentarse en las islas (FRIEDEMANN, 1989, p.149-150).
La corta estadía de los puritanos, la historia que envuelve al pirata Morgan en Providencia y el asentamiento permanente de poblaciones en condición de esclavitud a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX procedentes de la isla de Jamaica para servir en plantaciones y en las labores domésticas, son referencias históricas entre las y los isleños, pues forman parte de la configuración cultural de la isla, relacionada a la sociedad del creole anglófona del Caribe.
La invisibilidad de la presencia de la cultura africana en Colombia permeó diferentes escenarios políticos, sociales, académicos y culturales. La historia silenciada de la población negra en el continente también fue reflejada en la historia del archipiélago. Es así que en los relatos y hechos fundacionales de las islas la presencia africana al ser esclavizada ha sido triplemente invisibilizada, pues no corresponde a pueblos originarios de las islas, a los colonos europeos blancos o a los corsarios astutos y osados. En el caso de San Andrés es importante hacer énfasis en la presencia mayoritaria de descendientes de la trata trasatlántica frente a la población blanca. Según el censo realizado por el virreinato de Santafé en 1806 eran el 73% del total de la población en el archipiélago (FRIEDEMANN, 1989).
En el campo de la antropología colombiana, Nina S. de Friedemann (1984) planteó el debate sobre la invisibilidad en la investigación social y la exclusión en la academia de los descendientes de los africanos y sus prácticas culturales18, convirtiéndose en una de las precursoras de los estudios negros en el país. Desarrolló el concepto de estereotipa para comprender el sistema de relaciones sociales de discriminación sobre las poblaciones negras, haciendo una analogía con las estructuras hegemónicas ejercidas desde Europa hacia África y la América indígena.
Otra característica de la labor de Nina Friedemann, fue su compromiso con el trabajo etnográfico, realizó desplazamientos a distintos territorios de comunidades negras del país, donde reconoció las prácticas culturales y argumentó la existencia de una herencia étnica y racial de matriz africana atravesada por procesos de reintegración y mestizaje. Esto le permitió elaborar la tesis de huellas de africanía19 (FRIEDEMANN, 1992).
La influencia cultural africana en el Caribe es la base para la formación de una sociedad del creole antillana en San Andrés, Providencia y Santa Catalina (ARCHBOLD, 2015), el significado de la palabra creole está relacionada al proceso social y cultural que emerge en las personas como resultado de la experiencia colonial; sin embargo, su significado varía según el contexto histórico y cultural de cada región del Caribe. Actualmente en San Andrés algunos habitantes manifiestan que la presencia de la cultura africana es visible no solo en las características físicas de los isleños, sino que también se percibe en prácticas como el sentido que adquiere el idioma creole como lengua materna vinculada a la formación histórica de la población de la isla. Este hecho es relevante para las y los isleños pues en ese proceso se va a fundar la idea actual del creole anglófono como la lengua de identidad.
Para el caso de San Andrés, el creole como idioma de los raizales, es la base para la explicación de la sociedad. No lo limitan a ser comprendido solo como idioma, sino que es concebido como un conjunto de prácticas culturales identitarias asociadas al lenguaje, religión, cosmovisiones y filosofías que engloban la comprensión de la vida de la población raizal. Por tanto, actualmente resulta ser un elemento de reafirmación para la identidad, desde donde surge el empoderamiento de las actuales organizaciones raizales para la defensa de la autonomía y autodeterminación como pueblo, sin diluirse dentro de la colombianización como figura totalizante.20
El creole anglófono como idioma (en San Andrés, Providencia y otras islas que estuvieron bajo el dominio británico), cuenta con bastante léxico en inglés, sin embargo la formación del creole está fundamenta en la sintaxis y morfología producto de las diferentes lenguas de origen africano que traían las y los esclavizados. Era un mecanismo utilizado para comunicarse entre ellos mismos y con los comerciantes, gobernantes, amos y traficantes. Hay un vínculo entre el creole hablado en Providencia, más similar a la estructura del inglés ya que era donde vivían las familias puritanas, y el creole hablado en San Andrés como isla para la plantación. Así me lo relataba Clennie Lee: 21
En Providencia hay más influencia de la cultura de los ingleses, porque allá vivían los amos, por eso se habla con mayor influencia en inglés; mientras que en San Andrés estaban quienes trabajaban las plantaciones, por eso se habla y posiciona el creole como idioma. Acá en San Andrés también hay gente que habla el inglés, pero es un grupo muy pequeño.
En este escenario emerge la adaptación de figuras como Anansi,22 personaje fundamental vinculado a las huellas de africanía tanto en el Caribe como en el Pacifico afrodescendiente que posee un contenido y simbolismo social particular. Es parte también de las historias referenciadas por la población raizal como una figura contraelite que comparte un estilo criollo:
Posee una actitud rebelde frente a esa manera de respetabilidad que se expresa en un estilo y una estructura de clase que refleja todavía algo de la experiencia colonial en términos de hablar bien con el cariz británico y descartar u olvidar los nexos con el pasado africano (FRIEDEMANN, 1989, p. 149).
El estilo criollo, como una actitud rebelde frente a la experiencia colonial y una forma de respetabilidad que reivindica lo británico y descarta el pasado africano, puede ser una explicación hacia una marcada tendencia de los pobladores por dar relevancia a la influencia cultural blanca/europea, antes que a la negra/africana. Precisamente durante el trabajo de campo observé que en muchos de los diálogos, los habitantes de San Andrés y Providencia resaltaban más las características europeas y evitaban referirse el tema sobre la afrodescendencia en la historia de las islas. Algunos de los argumentos que presenta la población raizal frente a este hecho son que el significado de ser afrodescendiente estuvo relacionado al dolor, al sufrimiento y la vergüenza producto de la esclavización de los seres humanos sometidos a dicho sistema, como plantea miss Dilia Robinson: 23
Desde donde yo sé, nadie se interrogaba por ser afrodescendiente. La verdad esto comienza a reivindicarse en los últimos años, porque anteriormente lo africano se trataba de olvidar, debido a esa esclavización, a ese sufrimiento que significó ese proceso histórico. También la relación creada y reproducida de amo/esclavo. Entonces es no querer volver a esa dinámica, donde era el amo quien vivía bien, mientras que el esclavo no.
Ahora bien, el proceso de formación social en el Caribe es complejo, debido al encuentro de diversas historias, memorias y culturas que están en relaciones de subalternidad, condiciones de desigualdad social y jerarquías raciales como efecto de colonizaciones. Estas relaciones producen tensiones y ansiedades que llevan a desligar la autoidentificación como afrodescendiente en la población isleña. Así lo manifestaba Whithnie Smith: 24
Anteriormente la gente buscaba tener orgullo diciendo que eran descendientes de ingleses, holandeses o escoceses. Porque la palabra negro la interpreta la sociedad en general como forma de discriminación y no es dado a conocer todo el significado político y cultural que quiere decir en la actualidad. En realidad yo pienso que el mismo raizal apenas está descubriendo que es afrodescendiente.
La diáspora afrodescendiente como se presenta en la isla es una diáspora dislocada (YELVINGTON, 2003) es decir, producto del contacto entre diferentes grupos, construida a partir de los continuos intercambios. En este punto la referencia de la categoría de diáspora en San Andrés y en general en el Caribe es una herramienta conceptual, más que un suceso/evento o un término para denotar una especie de formación de identidad (HALL, 2010). Usualmente el discurso de la diáspora africana se ha constituido como diseminación y continuidad de la herencia forjada desde una idea de África dispersada por el mundo, muchas veces sin plantearse los cambios ocurridos para los sujetos en medio de esa diseminación, como los mismos cambios producidos en África y los pueblos africanos.
Al plantear la diáspora afrodescendiente en San Andrés, Providencia y Santa Catalina, no se trata de presentar una África como inalterable en el tiempo, si no de los distintos sentimientos de pertenencia variables y transformados que se confrontan entre los habitantes de las poblaciones creole del Caribe, quienes se consideran a sí mismas como parte de diásporas diferentes, lo que les permite negociar y naturalizar prácticas culturales e ideas, sin aceptar de manera oficial conceptos homogéneos de identidad racializada. Esto les permite a las poblaciones raizales construir de referencia la diáspora africana junto a los procesos migratorios que incluyen personas de diferentes continentes como base para la identificación de las y los habitantes de las islas.
La emancipación en las islas data del 01 de agosto de 1834, es la fecha en que entró en vigencia el acta de prohibición de la esclavitud en las colonias del Caribe del imperio británico, y antecede a la abolición de la esclavitud en Colombia, decretada por medio de la ley de manumisión entre 1851 y 1853. Para la población isleña, la figura del reverendo Philip Beekman Livingston cobra importancia en este periodo pues aparte de ser uno de los primeros líderes espirituales bautistas, entre la historia que cuentan los habitantes, figura como el primer hombre que realizó la liberación de los esclavos de la familia Livingston en 1834, acción que influyó para que otras familias elite en las islas liberaran individualmente a las y los esclavizados.
Tras la abolición de la esclavitud, las plantaciones de algodón disminuyeron, por tanto la actividad económica se configuró a través de la pesca y la agricultura, dónde el cultivo del coco se consolido como producto base de la economía isleña. Los libertos recibieron el apellido y porciones de tierras para cultivar y producir sus propios productos. Los apellidos como O'Neille, Archbold, Bowie y Livingston son de referencia desde aquella época, pues fueron las primeras familias con posesión de grandes extensiones de tierras y demandaban poder en las islas:
Estos personajes son absolutamente necesarios para entender un temprano proceso formativo de la sociedad del creole, que además coincide con uno de los momentos en que el archipiélago llega a tener uno de los índices de ocupación más altos para la época, conformado, por supuesto, por una mayoría de esclavos (ARCHBOLD, 2015, p. 51).
Cabe resaltar que para las y los pobladores de las islas cobra más relevancia la abolición de la esclavitud que la incorporación al Estado colombiano (1822), pues repercutió en mayores transformaciones de las divisiones sociales establecidas entre los blancos-dueños, mulatos-agricultores y negros-esclavos bajo el sistema económico de plantación, cimentado sobre mano de obra esclava y la tenencia de la tierra por parte de la población blanca. Sin embargo, inclusive luego de la abolición de la esclavitud oficialmente en Colombia en 1851, hay documentos que indican que el sistema esclavista continuó en las islas hasta años posteriores:
Un testamento, fechado en 1852, indica que la esclavitud era todavía parte de la vida y que por ese tiempo los cocos habían sido introducidos a la isla […]. De estos testamentos podemos ver que los esclavos podían poseer tierra. Posiblemente esta tierra fue dada a ellos como suelo de provisión donde pudieran cultivar sus propios productos. (WILSON, 2004, p. 61-62).
La iglesia bautista nombrada "The First Baptist Church" fue inaugurada el domingo 16 de octubre de 1853 en el sector de La Loma, al lado de un popular árbol de tamarindo para los isleños, donde se desarrollaban los procesos de alfabetización en el idioma inglés y no en español, este elemento cimienta las diferencias con la educación continental que reconoce al español como el único idioma oficial en Colombia en un periodo en que las nacientes repúblicas buscaban ser construidas como una nación. La educación hacia los libertos fue vinculada a los abolicionistas protestantes debido a la enseñanza de la lectura y escritura, por lo tanto, la religión bautista se consolidó como la práctica religiosa y educadora de las y los isleños.
La liberación realizada por Philip Beekman Livingston, la construcción de la Primera Iglesia Bautista en San Andrés y los procesos de alfabetización en inglés para los isleños que no descalificaban el idioma creole, fueron claves en la consolidación del discurso de proyecto religioso de la comunidad bautista en las islas. Se constituyen como referentes fundacionales para la población isleña en general, y en particular para el movimiento social raizal, al vincular la emancipación, el derecho a la tierra y los valores de la religión Bautista.
Finalmente, para resolver la pregunta sobre el por qué las islas a estar más cercanas a Centroamérica, durante la colonia terminaron ligadas primero al virreinato de Nueva Granada y posteriormente a los procesos de independencia (1812) a la Gran Colombia; observamos durante la investigación que en las fuentes escritas son citados dos personajes importantes para los isleños, el gobernador O´Neille, en San Andrés, y Luis Aury, en Providencia. Según el historiador James Parsons existen especulaciones en que, para el gobernador Tomas O’Neille, fuera estratégicamente mejor pertenecer al virreinato de la Nueva Granada que a las jurisdicciones de la Corona española de Centroamérica porque resultaba más difícil controlar e investigar sus actividades relacionadas al contrabando desde la ciudad de Cartagena debido a la distancia (PARSONS, 1985, p. 58). La gobernación de Tomas O´Neille25 es importante para la comprensión del escenario de poder, configurado en la isla y relacionado con el Caribe sur-occidental, favorable para la corona española, pues las islas estarían habitadas estratégicamente por un grupo de colonos ingleses quienes organizarían el sistema de plantación de productos como el algodón y respetarían el orden español y no por un pelotón de soldados españoles descontentos en una isla (PETTERSON, 1989, p.123).
Es relevante el planteamiento ya que la estructura económica del poder colonial estaba basada en un sistema de producción de plantaciones con mano de obra esclavizada y era una característica fundamental en las sociedades de las islas del Caribe. El establecimiento de una economía de plantación desenvolvió la división social a través de factores como color de piel, género y posición social.
Tomas O´Neille gobernó en San Andrés hasta 1810 (PARSONS, 1985, p. 56). El capitán Luis García proveniente de Cartagena, le siguió como gobernador, y sería sustituido en 1811 por un cabildo municipal, debido a los conflictos en el continente por las guerras de independencia. En la coyuntura de las batallas por la independencia aparece Luis Aury un corsario francés que desde Providencia ayudó al ejército de liberación comandado por Simón Bolívar retirando cualquier tipo de embarcación que intentara ocupar las islas.26
Tal acción influyó para que un grupo de la elite isleña decidera adjuntarse al Estado colombiano ya que, en un contexto de disputas y expulsiones de las islas, la mejor estrategia era aliarse con la recién liberada República de Colombia. Posterior a los procesos de independencia, el archipiélago es incluido en La Gran Colombia durante una reunión pública, realizada el 23 de junio de 1822 en Providencia. Se proclamó la adhesión a la Constitución de Cúcuta y las Islas de Providencia, San Andrés y Mangles (Islas Corn; actualmente con soberanía de Nicaragua) pasaron a formar el sexto cantón de la Provincia de Cartagena (PARSONS, 1985, p. 62).
Actualmente la reivindicación de las memorias afrodescendientes en las islas y su respectivo posicionamiento político por parte de jóvenes raizales proviene en parte de la formación académica y política que realizan en diversas ciudades del continente como Medellín, Cali o Bogotá. Donde organizaciones estudiantiles configuran espacios para el reconocimiento y la demanda de derechos, reivindicación de la diáspora africana en América, la historia de África y la autoidentificación como afrodescendientes.
En paralelo dentro de algunas organizaciones isleñas y del movimiento raizal está el reconocimiento de los elementos de prácticas que tengan una relación con África. Así, se organizan eventos culturales como “Back to Africa” en el marco de la semana de la emancipación o “Emancipation week”. Liderado por las mujeres que pertenecen al movimiento social raizal The Archipielago Movement for Ethnic Native Self-Determination (A.M.E.N.S.D) y por la iglesia bautista de la Loma. La “Emacipation wiik” en creole, es conmemorada la primera semana de agosto por los habitantes de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pero también de Barbados, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tobago, debido a que desde el 1 de agosto de 1834 entró en vigencia el acta de prohibición de la esclavitud en las colonias británicas del Caribe. La emancipación es un referente identitario y político para las y los raizales descendientes de la trata trasatlántica en contextos históricos de explotación y sometimiento. La religión bautista influyó en la liberación de la población antes colonizada y en un proyecto social basado en los principios de la igualdad. Estos hechos configuran en la actualidad los mitos fundadores de la población raizal.
En San Andrés, la semana de la emancipación, se conmemora por medio de actividades culturales desde el año 2001. Además de reivindicar autonomía étnica raizal, desarrolla procesos pedagógicos que derivan en el fortalecimiento y reapropiación de la identidad. El proceso de liberación de esclavos – enmarcado en el gran número de descendientes de africanos que llegaron en condición de esclavitud vinculados como mano de obra al sistema de plantación en la isla –, junto con una religiosidad puritana fuertemente marcada en los discursos de los isleños y en las prácticas de intercambio cultural producidas en el territorio insular, tejen las redes familiares transculturales como base de las poblaciones isleñas.
Desarrollar un evento cultural denominado “Semana de la Emancipación” (en español) es una acción de reivindicación de una historia compartida con el gran Caribe y las excolonias insulares por parte del movimiento raizal. Sin embargo, no podemos negar la continuidad del colonialismo y sus prácticas, reflejadas con la relación actual de conflicto constante con los gobiernos colombianos producto del proceso de la colombianización; pese a que San Andrés es territorio insular no colonial, el colonialismo como matriz de poder sigue subsistiendo y continúa operando con la lógica patriarcal, racista y capitalista. Territorios en los que poblaciones como las afrodescendientes son mayoría, son minorizadas y relegadas a un papel en la historia de la esclavitud, sin embargo, en ese recorrido hay una narrativa histórica y una memoria alternativa (CAMPOALEGRE; BIDASECA, 2017).
Por lo tanto, la importancia de la reivindicaciones de las memorias e identidades otras y de las alteridades contraelite en el archipiélago, no son simplemente una cuestión de movimientos políticos que realiza una élite familiarizada con los procesos de las comunidades negras (como argumentan algunos académicos); por el contrario (como fue desarrollado en el artículo) algunas de estas prácticas y políticas culturales son estrategias de reconocimiento configuradas por historias de invisibilización de la población afrodescendiente, y las cargas negativas referenciados con lo “negro”, el racismo estructural y la discriminación. Finalmente, un aporte asociado con la metodología es la necesidad de articular cuestionamientos teóricos a la luz de los datos producidos durante el trabajo etnográfico e indagar en las fuentes históricas. A partir de ahí prestar atención en aspectos que son resaltados y otros invisibilizados, tanto por la voz de los pobladores como por las historias que se hicieron oficiales.