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El esquema de clases sociales en Bolivia
Estudios sociológicos, vol. XLII, e2670, 2024
El Colegio de México A.C., Centro de Estudios Sociológicos

Reseñas

Paz Gonzales Eduardo. El esquema de clases sociales en Bolivia. 2023. La Paz. Instituto de Investigaciones Sociológicas “Mauricio Lefebvre”Universidad Mayor de San Andrés. 175pp.

Received: 25 April 2024

Accepted: 11 September 2024

Published: 01 September 2024

DOI: https://doi.org/10.24201/es.2024v42.e2670




El análisis del surgimiento de las diferencias sociales es un tema central de la sociología clásica. Permite conocer cómo y por qué se generan jerarquías, inequidades y contrastes entre los seres humanos, y explicar los comportamientos que se derivan de dichos fenómenos. En efecto, desde 1755, cuando Jean-Jacques Rousseau publicó su Discurso sobre los orígenes de la desigualdad entre los hombres, pasando por otros textos destacados, como los de Karl Marx y toda la tradición marxista, así como la sociología clásica de autores como Reinhard Bendix y Seymour Martin Lipset (1967), hasta análisis recientes, como los publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la cuestión de las diferencias sociales ha sido un tema central del análisis sociológico. Dicha preocupación no se enfoca solo en acotar los límites dentro de los cuales se originan estas diferencias, sino también en las consecuencias que tienen, por ejemplo, en la esfera política. En efecto, en gran medida, la sociología política ha buscado determinar las correlaciones entre la estratificación social y el comportamiento electoral.

En América Latina, en los años cincuenta del siglo XX, se realizaron varias investigaciones cuyo objeto fue caracterizar las estructuras sociales de algunos países como Argentina, Brasil y México. En efecto, en los años de la posguerra, en el contexto del lugar central que la teoría de la modernización había asignado a la movilidad social en la búsqueda por comprender el cambio estructural, la sociología latinoamericana impulsada por José Medina Echavarría, Gino Germani, Pablo González Casanova y Fernando Henrique Car buscó precisamente caracterizar dicho cambio estructural a partir del estudio de las migraciones internas que se verificaron en el período 1930-1970 y que dieron lugar a fenómenos políticos como el populismo de Getulio Vargas, Lázaro Cárdenas y Juan Domingo Perón. Gino Germani y Torcuato Di Tella fueron pioneros en el estudio del impacto de la movilidad social sobre las actitudes y comportamientos políticos de la “nueva” clase obrera argentina, de origen migrante, y fundamentaron así el surgimiento del fenómeno peronista (Zapata, 1990).

En efecto, los debates que tuvieron lugar a propósito de los orígenes del peronismo entre Germani, Portantiero-Murmis, Smith, Delich y otros, a comienzos de los años setenta (1971-1973) (Zapata, 1990), expresaron el interés por relacionar la evolución de la estructura social de Argentina con la permanencia del fenómeno peronista en el ámbito político. Por su parte, Medina Echavarría (1964) buscó caracterizar el papel de las clases medias en la modernización política del continente, siguiendo los pasos de Lipset y otros.

Asimismo, los debates que se centraron en aclarar si las características de las formaciones sociales latinoamericanas podían o no asimilarse a formas “feudales” o “capitalistas”, entre André Gunder Frank, Marcelo Carmagnani, Ernesto Laclau, Agustín Cueva y otros, revelaron el interés por caracterizar sociológicamente a nuestras sociedades. Esto culminó con la elaboración de los enfoques de la dependencia de F. H. Cardoso, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra y Ruy Mauro Marini después de 1965 (Zapata, 1990).

Lo mismo ocurrió en Chile, cuando Maurice Zeitlin (1966, 1968) y James Petras (1967) buscaron explicar la relación entre la formación de un proletariado minero-industrial y el desarrollo de la izquierda en dicho país, subrayando el impacto de esa relación en los resultados electorales de 1964 y 1970. De cierta forma, el libro compilado por Raúl Benítez Zenteno (1977), Clases sociales y crisis política en América

Latina: Seminario de Oaxaca, expresó la culminación de este enfoque.

No obstante la riqueza de los aportes de esas investigaciones, es notorio señalar que, a partir de los años ochenta, en los últimos veinte años del siglo XX y las dos décadas transcurridas del siglo XXI, el análisis de los vínculos entre estratificación social, clases sociales y evolución socio-política fue reemplazado por aproximaciones realizadas por economistas. El estudio de las diferencias sociales y sus consecuencias socio-políticas fue desplazado por la caracterización de las sociedades a partir de la distribución del ingreso y, sobre todo, por la codificación de las diferencias sociales en términos de la capacidad de consumo, lo cual interesó a los expertos en tecnologías de marketing, quienes también fueron utilizados para interpretar el comportamiento electoral.

En estos enfoques, la perspectiva sociológica clásica y los aportes de la sociología latinoamericana fueron dejados de lado, y el comportamiento político pasó a ser explicado por la influencia de los medios de comunicación u otros factores que no guardaban relación con las redes sociales. Así, el estudio de las desigualdades, de los conflictos y de los procesos que se derivan de ellas, que había sido central para la sociología política, fue reemplazado por la ciencia política, la cual identificó dichos fenómenos con lógicas estructurales inevitables que solo es posible corregir, atenuar o suavizar, pero no eliminar. El énfasis cuantitativo que caracterizó a este enfoque buscó ocultar la injusticia, la precariedad y la ausencia de oportunidades en un mar de estadísticas. Este enfoque concluyó con juicios que convierten a la desigualdad en algo imposible de superar, lo que obliga al sistema político a reducir al máximo la probabilidad de que la gente se rebele y busque modificar esa visión inexorable de que el lugar en el que uno nace, crece y se desarrolla en una sociedad es algo inamovible.

Más recientemente, el énfasis en los aspectos subjetivos de la conciencia de los actores sociales acerca de la desigualdad ha destacado cómo estos, a partir de la implementación del modelo neoliberal, han internalizado dicha desigualdad, produciéndose un proceso de “naturalización” de las diferencias sociales y económicas. En las sociedades latinoamericanas en donde se han reorganizado los sistemas políticos de acuerdo con las “nuevas democracias” (Weffort, 1994; Roberts, 1998), la desigualdad ha pasado a formar parte de un imaginario inevitable, trascendente, que permite ocultar la injusticia, las diferencias salariales, la precariedad y la inseguridad de las condiciones de trabajo, y el acceso a la educación y a la salud. Este imaginario se construye a partir del ocultamiento sistemático de los mecanismos que el modelo neoliberal utiliza para generar diferencias y legitimarlas.

Es en este contexto que se inscribe el libro de Eduardo Paz Gonzales, Esquema de clases sociales en Bolivia, publicado en La Paz en 2023. Paz Gonzales contribuye al análisis y comprensión de las transformaciones que experimentó la estructura social de Bolivia, tal como se puede inferir de la Encuesta Nacional de Hogares (ENH). Hasta cierto punto, es heredero de lo que fue el estudio de la estratificación social que llevaron a cabo Lipset, Germani y Di Tella. Pero también, y como resultado de la disponibilidad de fuentes de información computarizadas, como las encuestas de ingreso/gasto de los hogares, es posible refinar lo que hasta mediados del siglo XX descansaba en encuestas a individuos, que pudieron procesarse como lo hizo Germani para sustentar su hipótesis de que el voto peronista tuvo una base obrera.

El foco de la investigación de Eduardo Paz tiene como telón de fondo el caso boliviano que, en las dos primeras décadas del siglo XXI, experimentó profundos cambios. En efecto, la intensificación de la actividad económica, la democratización del acceso a la educación y al consumo por parte de nuevas categorías sociales, la reducción de la extrema pobreza, la modernización de las comunicaciones y de la infraestructura educativa, sanitaria y de los servicios públicos, entre varios otros aspectos de la economía, la sociedad y la cultura, sustentan el punto de partida de este libro. Este se centra en afirmar que la diferenciación social, que se expresa en la distribución del ingreso, el empleo y las formas de relación entre los grupos y los individuos, ha sido el resultado de esos procesos que tuvieron lugar durante el largo período en que Evo Morales encabezó el gobierno de Bolivia (2006-2019).

El análisis plantea ejes temáticos que contribuyen a ordenar la presentación de los datos que se derivan de la Encuesta Nacional de Hogares (ENH). Esos ejes son: los grupos ocupacionales, la situación de empleo, los niveles educativos, la evolución de los ingresos y las características del trabajo (permanente o precario). Dichos ejes parten del supuesto de que las clases sociales no se presentan como autoevidentes, sino que corresponden a abstracciones construidas a partir de la información estadística y de los cambios en el contexto sociohistórico.

En todo caso, es necesario elaborar criterios para definir las clases sociales a partir de los datos generados en la ENH. En efecto, se deben distinguir los mercados de trabajo en términos sectoriales, los conocimientos (niveles educacionales que deben poseer los sujetos que pertenecen a determinados deciles de la distribución del ingreso), la posesión o no de tierras en el caso de los campesinos, la situación de empleo (dependencia o autonomía), así como las posiciones jerárquicas que ocupan los trabajadores. Es importante señalar que estos criterios son operacionales, pues en los cuadros 5, 6 y 7 se presentan los datos que resultan de la interacción entre ellos. Tenemos entonces los grupos ocupacionales ordenados según niveles de competencia, según niveles educacionales o según situación de empleo (págs. 73-74, 78).

No obstante la importancia de elaborar esos cuadros, Paz Gonzales subraya que, al pasar de esos parámetros estadísticos al análisis sociológico del proceso de formación de las clases sociales, nunca se debe olvidar que las clases sociales resultantes no son equivalentes a esas posiciones estructurales. En efecto, la reflexión debe profundizarse incluyendo las relaciones sociales que se generan entre quienes asumen los roles. En otras palabras, una imagen estructural de carácter arquitectónico debe necesariamente acompañarse de otros datos que se generen a partir de observaciones cualitativas de índole etnográfico.

Por ejemplo, en el cuadro 8 (pág. 90), los empleadores no deben definirse solo por el control del capital, sino sobre todo por las formas en que ponen en juego estrategias de control de la fuerza de trabajo. Así, su poder de clase depende de cuántos trabajadores tienen y de los mecanismos de disciplinamiento que aplican a sus empleados.

En este sentido, Eduardo Paz no toma los datos de la ENH en términos literales, sino que los califica y busca dar contenido a las definiciones de los sujetos. Por ejemplo, en el contraste entre los trabajadores por cuenta propia y los “emprendedores”, o entre trabajadores protegidos y precarios; y, en el caso de los campesinos, entre pequeños propietarios y jornaleros, de acuerdo con su localización regional o los cultivos que producen.

Al abordar el tema más complejo, la definición de los campesinos como “clase” ha sido objetada por estudios como el de Eric Wolf (2001), quien los asimila a la pequeña burguesía. Otros, como Bernardo Inch (1987), distinguen entre pequeños propietarios y jornaleros en una diferenciación más profunda, donde pesan factores como el tamaño de las propiedades, la posesión de tierras o el monto del capital. Además, Inch considera que el campesinado se define por su heterogeneidad y por el tipo de cultivos. En Bolivia, la hoja de coca constituye un factor que agudiza esa especificidad. Además, en el campo los ingresos son familiares, por lo que los campesinos pueden ser, al mismo tiempo, jornaleros, medieros o artesanos, lo que obliga a definir a la unidad campesina como la base de la situación económica del campesinado.

Todos estos matices complican el análisis de la ENH al abordar la categoría campesina, debido a que la variación en su composición impide considerarla como una clase, especialmente cuando esta heterogeneidad hace muy difícil analizar las relaciones sociales entre sus diversos integrantes.

Una discusión que, en algún momento del desarrollo de la sociología de las clases sociales, fue objeto de debate es la diferencia entre trabajadores manuales y no manuales. En el capítulo 6 de su libro, Paz matiza ese debate, subrayando que, en el caso de Bolivia, oponer manuales con no manuales puede confundir la discusión, dado que es necesario introducir otros factores como la duración de la jornada de trabajo, el nivel de esfuerzo físico o mental que exigen las tareas que deben realizar los trabajadores, y el carácter dependiente o autónomo que depende de la inserción en distintos mercados de trabajo, como en el caso de los vendedores ambulantes. Lo que sí queda comprobado con los datos presentados es que, a mayor nivel educativo, mayores son los ingresos (cuadro 14, pág. 106).

Por lo tanto, el libro concluye con algunas constataciones que permiten puntualizar ciertos aspectos importantes. Por ejemplo, la formación de las clases sociales no se basa solo en los ingresos, sino que debe considerar otras connotaciones, como la naturaleza del trabajo (manual/no manual, protegido/precario, rural/urbano), la ubicación geográfica, el origen étnico, y la opacidad del lugar de los deciles de más altos ingresos, entre otros.

Y, sobre todo, el estudio de las clases sociales en Bolivia debe avanzar hacia la consideración de aspectos cualitativos, en los que la observación directa de la forma que toman las categorías sociales y sus relaciones recíprocas debe reemplazar enfoques que vayan más allá del énfasis en los resultados de las encuestas de ingreso/gasto de los hogares.

Referencias

Benítez Zenteno, René. (Ed.). (1977). Clases sociales y crisis política en América Latina: Seminario de Oaxaca. Siglo XXI Editores.

Comisión Económica para América Latina [CEPAL]. (2011). Revista de la CEPAL, 103, Disponible en: https://www.cepal.org/es/ publicaciones/37385-revista-cepal-no103

Inch, Bernardo. (1987). Nueva Sociología de las clases en Bolivia. La Paz: Ediciones Cinco.

Kahl, Joseph. (1976). Modernization, exploitation and dependency in Latin America. Transaction Books.

Lipset, Seymour. M., & Bendix, Reinhard (Eds.). (1967). Class, status and power: Social stratification in comparative perspective. Londres: Routledge.

Medina Echavarría, José. (1964). Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo de América Latina. Buenos Aires: Solar Hachette.

Paz Gonzales, Eduardo. (2023). El esquema de clases sociales en Bolivia. Instituto de Investigaciones Sociológicas "Mauricio Lefebvre", Universidad Mayor de San Andrés.

Petras, James., & Zeitlin, Maurice. (Eds.). (1968). Latin America: reform or revolution? Fawcett Publications.

Roberts, Kenneth, (1998). Deepening democracy? The modern left and social movements in Chile and Peru, Stanford University Press.

Rousseau, Jean-Jacques. (1755). Discurso sobre los orígenes de la desigualdad entre los hombres.

Weffort, Francisco. (1994). “Nuevas democracias, ¿qué democracias?” en Sociedad, 4.

Wolf, Eric R. (2001). Pathways of power: Building an anthropology of the modern world. Berkeley: University of California Press.

Zapata, Francisco. (1990). Ideología y Política en América Latina. México: El Colegio de México.

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Zeitlin, Maurice. (1966). The social determinants of political democracy in Chile. Revista Latinoamericana de Sociología, 2(2).

Zeitlin, Maurice. (1968). "The social determinants of political democracy in Chile", en James Petras y Maurice Zeitlin (editors), Latin America: reform or revolution? , Greenwich, Fawcett Publications.

Author notes

Acerca del autor

FRANCISCO ZAPATA obtuvo el grado de Doctor en Sociología por la Universidad de Paris, en junio de 1970, con la tesis "La estabilidad política de Chile: algunas hipótesis sobre el papel del movimiento obrero", la que fue dirigida por el Dr. Alain Touraine, director del Centre d'Analyse et d'Intervention Sociologique (CADIS) (Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales-EHESS). Realizó estudios universitarios en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica de Chile (1963-1967) de la cual obtuvo el título de Licenciado en Sociología con la tesis "Estructura y representatividad del sindicalismo en Chile" (1968) la que fue dirigida por el Dr. Domingo Sánchez, del Instituto de Administración de la Universidad de Chile. Durante el periodo 1994 2000 fue director del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, de 1993 a 1996 fue Presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo (AlST), entre 1978 y1982 fue Miembro Titular del Comité Ejecutivo de la Asociación Internacional de Sociología (ISA). En el año 2000 se desempeño como Visiting Professor of Sociology en la Yale University y en 2002 fue Visiting Professor of Sociology and Fellow of the Helen Kellog Institute For International Relations de la University of Notre Dame. Desde 1991 es Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y desde 1994 es Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), actualmente tiene Nivel III.



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