Nota de investigación
Received: 05 July 2024
Accepted: 16 August 2024
Published: 01 November 2024
DOI: https://doi.org/10.24201/es.2024v42.e2685
Resumen: Las becas de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation tuvieron un papel destacado como catalizadoras de la movilidad de ideas, saberes e imaginarios entre América Latina y Estados Unidos desde que se crearon en 1930 y hasta su cierre en 2011. En estas notas se aborda el programa de becas desde cuatro dimensiones: histórica, geográfica/ espacial, operativa e individual, con el fin de realizar un estudio exploratorio de un fenómeno que no ha recibido atención de los estudios sociales.
Palabras clave: Becas, Fundación Guggenheim, intercambios intelectuales.
Abstract: The John Simon Guggenheim Memorial Foundation fellowships played an important role in catalyzing the mobility of ideas, knowledge and imaginaries between Latin America and the United States from their creation in 1930 until their closure in 2011. In these notes we approach to this fellowship program from four dimensions: historical, geographical/spatial, operational and individual, with the aim of conducting an exploratory study of a phenomenon that has not received attention from social studies.
Keywords: Fellowships, Guggenheim Foundation, intellectual exchanges.
Introducción
La circulación trasnacional del conocimiento es un fenómeno fuertemente posicionado en la agenda de las nuevas perspectivas sociohistóricas enfocadas en el “giro espacial”, cuyo interés primordial son las conexiones trasnacionales y las interacciones entre lo local y lo global. Uno de los principales vectores de esta circulación han sido los programas de becas que, a lo largo del siglo xx, generaron importantes flujos de movilidad de expertos, científicos, académicos, intelectuales y artistas en diversas direcciones y a través de múltiples circuitos. Como bien señala Patricia Calvin, “el trasnacionalismo” se produce por interacciones personales como resultado de “las redes que forman y las ideas que intercambian” (Calvin, 2005, p. 422).
Los programas de becas se estudian desde tres enfoques: 1) la perspectiva de la historia de las relaciones internacionales ven en estos dispositivos un instrumento de política exterior de las grandes potencias y utilizan las categorías de soft power (Rodrigues, 2017) o la de diplomacia pública para analizarlos (Delgado Gómez-Escalonilla, 2009; Scott-Smith, 2014 y 2019); 2) los estudios que analizan las becas para observar el desarrollo de disciplinas científicas o circuitos de intercambio académico y cultural, pero toman los estipendios como un componente más en las trayectorias de los beneficiados (Reggiani, 2007; Canêdo, 2009; Fleck, 2011) y 3) los enfoques que le asignan a estos programas de becas una atención per se, como un nicho de estudio relativamente autónomo porque consideran que configuran circuitos y dinámicas de circulación y redes trasnacionales duraderas e impulsan interacciones, por lo que merecen un análisis específico sobre sus orígenes, construcción y operatividad y, en particular, sobre los entramados relacionales prolongados que generan y lo que significan en las trayectorias de los beneficiarios (Tournès & Scott-Smith, 2018; Méndez Rojas, 2024).
Las fellowships de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (jsgmf) tuvieron un papel destacado como catalizadoras de la movilidad de ideas, saberes e imaginarios entre América Latina y Estados Unidos desde que se crearon en 1930 y hasta su cierre en 2011. Sin embargo, el prestigio que tuvieron estas becas en los campos académicos, científicos e intelectuales de la región no se condice con el conocimiento que de ellas se tiene. A diferencia de la cantidad y variedad de estudios empíricos que se registran acerca de los programas de instituciones como el Fondo Rhodes, la Fundación Rockefeller, la Comisión Fulbright y la Fundación Ford, sobre las de la jsgmf no hay análisis críticos y solo es posible acceder a algunos reportes periódicos, memorias institucionales y directorios de becarios. Este blindspot se debe, principalmente, a que la fundación no tiene una política de acceso abierto a la documentación de las becas, como sí la posee la Fundación Rockefeller en el Rockefeller Archive Center que, además de conservar sus propios documentos, se encarga de resguardar los de otras instituciones filantrópicas.
Ante el impedimento de acceder a la información del programa de becas de la fundación Guggenheim recurrimos a la “imaginación sociológica” sugerida por Wright Mills (1961) y construimos un archivo con información oficial obtenida del Directory of Fellows 1925-1967 (1968), Reports of the President and the Treasurer 2000 (2001) y The John Simon Guggenheim Memorial Foundation 19252000. A Seventy-Fifth Anniversary Record (2001). Para la conformación de una base de datos de todos los becarios de América Latina, y con el objetivo de realizar un estudio prosopográfico, recabamos fichas de los individuos acudiendo a currículos, memorias, autobiografías, prólogos, dedicatorias, agradecimientos y epílogos. Con esta base de datos y con información cualitativa obtenida de gran cantidad de entrevistas en profundidad realizadas a becarios, gestores y miembros del comité de selección, abordamos el programa de becas desde cuatro dimensiones analíticas.
Dimensión histórica e integral
Aquí el objetivo es realizar un análisis de larga duración del programa y de su integralidad desde su creación en 1930 hasta su clausura en 2011, y supone una aproximación cuantitativa y estadística de la totalidad de los becarios. El largo periodo cronológico se justifica porque su permanencia se extendió durante 81 años, en los que se beneficiaron 1 743 personas (1 447 varones y 296 mujeres). El programa favoreció a becarios de 30 países distintos, entre ellos todos los centroamericanos y sudamericanos (excepto Belice y Surinam) y 11 naciones del Caribe.
¿Por qué adoptamos la perspectiva de larga duración? Porque evita periodizaciones arbitrarias y recortes cronológicos caracterizados por su significatividad política y así se contribuye a poner en discusión miradas temporales autocontenidas en periodos históricos problemáticos, como la segunda posguerra, la Guerra Fría, la globalización, etc. La historicidad del programa de jsgmf muestra, en primer lugar, que excede el marco temporal de muchos de estos conflictos. Las coyunturas políticas brindan elementos explicativos para comprender los orígenes de los programas de becas, pero no son determinantes en sus dinámicas o tendencias de largo plazo.
Además, el abordaje de larga duración nos permite asignarle una autonomía analítica al programa de becas. Tournés y Scott-Smith consideran que los estudios sobre las becas han sido auxiliares para otras disciplinas como la historia intelectual, la historia de las ideas y las relaciones internacionales por lo que se torna necesario darles a estos dispositivos el status de legítimo objeto de estudio (Tournès & Scott-Smith, 2018).
Dentro de esta aproximación histórica está también la trama de sus orígenes. La JSGMF fue creada en 1925 por Simon Guggenheim y su esposa Olga Hirsh, para honrar la memoria de su hijo muerto. Simon era el octavo hijo de Meyer, el fundador de la dinastía millonaria dedicada a la minería y refinería de metales. Pero además de su faceta empresarial, Simon desarrolló una breve carrera política como senador de Estados Unidos, ocasión que utilizó para estrechar relaciones con los grupos dirigentes de Washington.
La coyuntura en la que surgió la JSGMF fue el escenario de la reconfiguración de la política exterior de Estados Unidos para América Latina. A finales de la década de 1920, las elites norteamericanas habían aceptado el fracaso de la “diplomacia del dólar” y la “política del garrote” que caracterizó a las gestiones presidenciales desde William McKinley (1897-1901) hasta Calvin Coolidge (1923-1929). Durante la gestión de Herbert Hoover, se consolidó una visión más constructiva sobre la diplomacia hemisférica y las agencias filantrópicas norteamericanas confluyeron política e ideológicamente con sus intereses y objetivos (Rosenberg, 1999).
En 1930, en consonancia con la diplomacia para la región que comenzaba a perfilar el presidente Hoover y que sistematizó Franklin D. Roosevelt con la política de la “buena vecindad”, el matrimonio Guggenheim creó el programa de becas para América Latina, con el objetivo de estrechar relaciones culturales entre Estados Unidos y sus vecinos al sur del río Grande. La jsgmf estableció en 1925 un programa de intercambios para ciudadanos de Estados Unidos. Cinco años después creó el programa de becas para América Latina y lo diferenció tanto operativa como financieramente del que desarrollaba en su país.
La fundación cerró el programa para América Latina en 2011. La crisis financiera mundial de 2008 impactó significativamente en los asuntos financieros de muchas fundaciones filantrópicas (Fioramonti & Thümler, 2011). En este escenario la Guggenheim se debatió entre recortar la cantidad de becas para la región, disminuir los montos de los estipendios o discontinuar el programa. Finalmente se resolvió por esto último.
2. Dimensión geográfica/espacial
El enfoque geográfico del programa nos informa sobre la escala de este y también nos permite observar los contrastes y similitudes con los de otras agencias filantrópicas. Los programas de becas de la Fundación Rockefeller, la Fundación Ford y la Comisión Fulbright apuntaron desde sus orígenes a cubrir una escala global con sus acciones filantrópicas y sus programas de becas se solaparon con esta cosmografía/topografía. Por su parte, las becas del Fondo Rhodes tuvieron un sentido post-imperial, porque se otorgaron a países de la Commonwealth y a las antiguas colonias británicas.
En cambio, las becas de lajsgmf tuvieron una escala hemisférica (en tanto incluían potencialmente a todos los países americanos) o regional, si consideramos únicamente el programa para América Latina y el Caribe. También incluyó a Filipinas, pero, al ser este país incluido solo por un breve período y no pertenecer a la región, lo hemos dejado fuera del análisis. Es decir, tuvo una escala circunscripta en términos geográficos y por ende nunca pretendió la globalidad como escenario de sus acciones. Otra conclusión espacial que podemos extraer es que se solapó con la cartografía del antiguo imperio español que fue finalmente vencido en la región por Estados Unidos en 1898 y cuyos territorios en América y Asia quedaron bajo su influencia.
Esta escala regional se expresó en sentido nacional y la nomenclatura de las becas realizada por la misma institución quedó inscripta en estos términos. Los becarios fueron contabilizados por el país en el que residían o por el lugar de destino de su beca y no por su nacionalidad. Es necesario aclarar que a estas becas podían acceder individuos no provenientes de países latinoamericanos o del Caribe. Un ejemplo de esto es la estadía que disfrutó el historiador indio Saurabh Dube en el Colegio de México con uno de estos estipendios. Los casos de latinoamericanos que fueron beneficiados en la convocatoria de Estados Unidos y Canadá no son incluidos en nuestro análisis.
El análisis espacial nos permite además comprender de manera comparativa el peso relativo que tuvo cada país dentro del programa de becas, la cantidad de becarios que contabiliza, cuáles son las disciplinas y ciencias que predominan en cada uno y las áreas científicas beneficiadas.
También nos posibilita articular la dimensión espacial con la histórica porque la conformación de la escala regional del programa de becas de la jsgmfse produjo de manera gradual, desde 1930, priorizando algunos países desde un primer momento, ralentizándose en los años de la segunda guerra mundial y expandiéndose hacia todos los países de la región durante la posguerra. México fue el primer país designado para comenzar el programa, al que siguieron Chile, Argentina, Cuba y Puerto Rico, entre 1931 y 1933. A partir de 1940, Brasil, Perú y Uruguay fueron incorporados al programa. Durante la segunda guerra mundial no se cortó el flujo de becarios, pero la fundación no incorporó nuevos países. Al finalizar la contienda, entre 1946 y 1951, todos los países latinoamericanos y del Caribe se sumaron al programa.
Esta perspectiva espacial contribuyó a brindarnos un acercamiento comparativo a nivel nacional y nos condujo a la constatación de una asimétrica distribución geográfica de las becas, que se muestra en el mapa de la Figura 1. Argentina es el país que más estipendios recibió a lo largo de las ocho décadas de existencia del programa, contabilizando 526. Un segundo grupo lo conforman México, Brasil y Chile, y un tercero los países con entre 10 y 81 becas, que son de las distintas zonas de la región. Por último, 14 países centroamericanos y caribeños recibieron menos de diez becas a lo largo de la existencia del programa

Retomando lo planteado en el punto anterior, la evolución de la cantidad de becas sufrió un aumento muy paulatino (ver Figura 2). Hasta 1940 sólo se otorgaron 76 becas, pero en la década siguiente este número se dobló. A partir de entonces el crecimiento fue acotado. De hecho, entre 1971 y 2000 el número osciló en torno a las 240 becas aproximadamente, sin mayores cambios. Sí se nota un salto brusco con el nuevo milenio: desde 2001 y hasta la cancelación del programa se contabilizaron 390 personas financiadas.

El peso relativo de los países conoció algunas tendencias a lo largo de la extensa duración del programa. Por un lado, están los países que tuvieron una participación relativa aproximadamente estable. Es el caso de Brasil, por ejemplo, que en la década 1930-1940 recibió el 9% de las becas, y en el decenio siguiente, el 18%. Desde entonces, su participación osciló entre esos extremos. Es el caso de Chile también, que en los años 50 agrupó al 8% de los beneficiarios, y tuvo su máximo en 1981-1990, con el 14%.
Otros países, en cambio, vivieron cambios más bruscos. El caso más evidente es el de Argentina, que nunca bajó del 20% (1941-1950) y que tuvo el máximo de toda la serie en la última década de vida del programa (2001-2011). En este período fueron de Argentina nada menos que el 43% de los beneficiados por la JSGMF. Finalmente, Cuba es otro ejemplo en esta dirección. Si bien los becarios de la isla representan sólo el 4% del programa considerado globalmente, en la década de 1930 representaron al 30% de las becas otorgadas y en los años 90 el 9%.
3. Dimensión operativa
Todo programa de becas implica un proceso selectivo en el que intervienen comités de selección, gestores, oficiales filantrópicos y un conjunto de instancias burocráticas que deben ser analizadas con el objetivo de comprender su funcionamiento.
Lo primero es necesario definir que tipo de beca otorgaba la fundación lo que nos conduce a diferenciar las formas de financiamiento según su propósito y objetivos. Debido a que existe una diversidad de formatos de estos dispositivos y que los mismos tienen particularidades según disciplinas científicas, instituciones y países que los otorgan, entre otras, Ludovic Tournès y Giles Scott-Smith ofrecen una definición amplia de beca al considerarlas como “ iniciativas oficiales de individuos y / o instituciones para organizar y estructurar circulaciones transnacionales regulares durante un período de tiempo, con alguna forma de aprendizaje como objetivo principal” (Tournès & Scott-Smith, 2018, p. 2). Pero en esta amplia definición que brindan estos autores la beca Guggenheim no puede ser encuadrada porque en la mayoría de los casos que he podido observar no tiene como objetivo principal alguna forma de aprendizaje, sino más que nada intercambios culturales, intelectuales y estéticos.
En los países anglosajones y en especial en Estados Unidos existen diversas categorías para designar el apoyo financiero a intelectuales, científicos y artistas: scholarship, fellowship y award. Las scholarships son becas que conllevan algún tipo de ayuda económica y se otorgan para realizar estudios de grado o posgrado. Las fellowships por su parte son un status y no siempre un cargo remunerado en una institución académica para realizar una maestría, doctorado o posdoctorado que suele estar acompañada de un soporte monetario, pero en otros casos no suponen ningún tipo de remuneración. Sucede en otros casos que la institución hospedante o la que brinda la posición no es la misma que la que otorga los fondos. Los award en cambio son galardones concedidos por actividades específicas, reconocimientos a la trayectoria o valores socialmente destacables.
Desde sus orígenes el programa de becas de la JSGMF se conformó bajo la categoría de “exchange program” y el estipendio revestía el carácter de fellowship para que el beneficiario realizara un intercambio o estancia temporal en Estados Unidos. El propósito era impulsar las interacciones culturales entre las élites norteamericanas y las de América Latina. En este sentido, Henry Allen Moe, quien fue el encargado de la construcción de este programa y se desempeñó como presidente de la fundación usaba una frase que ilustra la profundidad de las relaciones que se establecían entre el becario, la institución y la cultura de acogida: “Once a Fellow, always a Fellow”.
Sin embargo, el carácter de programa de intercambio sufrió una considerable reconfiguración cuando en 1965 la fundación permitió que los becarios pudiesen elegir el lugar o país para realizar las actividades propuestas. Constatamos en los reportes oficiales que esta medida condujo en primer lugar a que el sentido de fellowship fuera suplantado gradualmente por el de award y a que los intercambios no fueran obligatorios. Nuestra hipótesis es que esta política afectó la estabilidad de los flujos de circulación entre América Latina y Estados Unidos al interior del programa.
Los comités de selección también sufrieron transformaciones a lo largo de la historia del programa. Desde un principio se estableció que México, Chile y Argentina tuvieran comisiones nacionales bajo la dirección de un individuo que se apoyaba en una junta también nacional de consejeros que evaluaban las solicitudes. En México el encargado del comité fue Eyler N. Simpson, un ciudadano norteamericano que residió varios años en este país y que tenía estrechas relaciones tanto académicas como políticas a ambos lados del río Grande. Simpson, con la ayuda de Frank Aydelotte, director de la convocatoria norteamericana y desde 1931 también de la latinoamericana, seleccionó a los representantes de las comisiones de Argentina y Chile. En Argentina eligieron a Enrique Gil, abogado con estudios de posgrado en la Wharton School y corresponsal del diario La Nación en Estados Unidos. Gil era, por otro lado, un ferviente promotor del American way of life desde su cargo de secretario del Instituto Cultural Argentino Norteamericano (icana). En Chile designaron al frente del comité a Manuel G. Hidalgo, que también poseía estudios en Estados Unidos y era un defensor del panamericanismo. Pero todas las solicitudes tanto de los países con comisiones nacionales como las de países sin estas eran evaluadas por un comité en Nueva York encabezado por Aydelotte.
4. Dimensión individual
En el enfoque sobre los individuos apuntamos a comprender el impacto que tuvieron estas becas en las trayectorias de los becarios, la posibilidad de incrementar sus capitales culturales, académicos y relacionales. Para esto abordamos una doble estrategia: una primera estructural en la que nos interesa observar al conjunto de los becarios, sus perfiles, los rasgos sociales y culturales que comparten. Para esto acudimos al método prosopográfico como herramienta analítica. En segundo lugar, intentamos comprender, atendiendo a lo que François Dosse (2012) refiere al ejercicio de reflexividad que se le debe dar a la singularidad del sujeto y para esto acudimos a una diversidad de registros del “yo” -memorias, autobiografías, diarios, prólogos, entre otrosque contribuyen a vislumbrar la significatividad individual de esta beca en sus itinerarios y carreras.
Un ejemplo que sirve para ilustrar este aspecto es el caso de Elgueta Guerín. Elgueta fue uno de los primeros becarios de la jsgmf en Chile. Obtuvo el estipendio en 1931 y ese año sólo fueron becados dos graduados por este país. Elgueta poseía el título de ingeniero en agronomía por la Universidad de Chile. El objetivo del intercambio se le otorgó para realizar una estadía de investigación y entrenamiento en Estados Unidos en el área de las ciencias agrícolas. Luego de una breve estancia en la Universidad de California en Davis se dirigió a la Universidad de Minnesota para especializarse en genética vegetal con Herbert Kendall Hayes. En Memorias de una vida (1986) Elgueta relata la trama social e institucional por la que se anoticia de la beca, el primer contacto que tuvo con Eyler Simpson y Frank Aydelotte en 1931 cuando visitaron Chile, la trascendencia cultural que los periódicos le daban a este estipendio, el proceso de selección y las personas que participaron del mismo, entre otras referencias relevantes que evidencian la significatividad que para este ingeniero tuvo este estipendio que en sus memorias le dedica un capítulo completo.
El primer becario que tuvo la jsgmf en Chile fue Manuel Elgueta Guerín, un Ingeniero Agrónomo graduado de la Universidad de Chile, la Universidad estatal más importante de Chile. En 1933 se le otorga la beca Guggenheim para realizar una estadía en la Universidad de California, Berkeley y luego en la Universidad de Cornell. En esta universidad entra en contacto con el gran genetista vegetal Herbert Hayes y entablan una relación académica y de amistad de larga duración. En 1941, cuando se creó la Oficina del Coordinador de Asuntos Interamericanos bajo la dirección de Nelson Rockefeller, Elgueta consiguió por intermedio de la embajada de Estados Unidos en Chile, que la Oficina de Rockefeller financiara una misión científica de Herbert Hayes para dictar cursos de genética vegetal y asesorar al gobierno chileno en un Plan Agrícola. René Cortázar Sagarminaga fue uno de los que asistió al curso de Hayes y en 1943 fue becado por la Fundación Rockefeller para realizar estudios de posgrado en Universidad de Minnesota, bajo la dirección de Hayes. Cortázar será la figura principal del Programa Agrícola Chileno de la Fundación Rockefeller que creó el nodo en este país de la Revolución Verde.
Consideraciones preliminares
La articulación analítica de las cuatro dimensiones planteadas nos ha permitido arribar a algunas conclusiones preliminares sobre el programa de becas de la jsgmf. En primer lugar podemos evidenciar que a lo largo de su historia la beca de la agencia filantrópica sufrió transformaciones sustanciales que recortan un perfil diferenciado respecto del resto de las grandes fundaciones filantrópicas estadounidenses en el siglo XX. Estas transformaciones tuvieron que ver con la prolongada duración del programa, su amplitud dentro de la región y la diversidad de fines que se podían dar al financiamiento recibido.
Esta diversidad muy probablemente se plasmó en una gran divergencia de perfiles y trayectorias de quienes resultaron beneficiados. Desde investigadores de las ciencias biológicas a artistas vanguardistas, desde personas que realizaban movilidades de investigación a Estados Unidos a escritores que escribieron, o no, obras literarias. Complementariamente, la dimensión operativa del programa también debió transformarse y adoptar flexibilidad para la evaluación de postulantes y de los objetivos propuestos por los postulantes.
Estas y otras hipótesis se abordarán en estudios subsiguientes a partir del corpus documental reunido hasta el momento. Un punto fundamental para indagar es el notable peso de la Argentina y, en un sentido más amplio, cómo varió la contribución relativa de cada país a lo largo de las varias décadas de existencia del programa y qué razones podrían explicar tales cambios.
Referencias
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Author notes
FERNANDO QUESADA (argentino, n. 1977) es investigador adjunto en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor en el Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba. Es director de la revista Estudios Sociales Contemporáneos. Actualmente está investigando sobre el registro autobiográfico de algunos intelectuales en relación con sus dinámicas de movilidad transnacional y desarrolla una investigación sobre la diplomacia pública del régimen franquista para América Latina. Publicaciones más recientes:
1. Quesada, Fernando “La Fundación Rockefeller y la construcción de una red de expertos agrícolas en Chile, 1942-1970”, en: Beatriz Figallo (comp.) (2020), Diplomáticos y hacedores de las relaciones internacionales. Protagonismos, testimonios y fuentes en la política exterior argentina y latinoamericana, Buenos Aires: Ediciones CICCUS.
2. Quesada, Fernando y Benedetta Calandra “Exploring the liberal transformation: The Rockefeller Foundation and the Green Revolution in Chile”, en: US Public Diplomacy Strategies in Latin America During the Sixties. Time for Persuasion (2024), Edited By Francisco Rodríguez-Jiménez, Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, Benedetta Calandra, London: Routledge.
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