Reseñas
Bernard-Henry Lévy. 2024. Israel Alone
| Lévy Bernard-Henry. Israel Alone. 2024. Nueva York. Wicked Son. 176pp. |
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Israel Alone, titulado en su edición en español La soledad de Israel, es un libro escrito desde la rabia por el filósofo francés Bernard-Henry Lévy. Indignado por los infames sucesos del 7 de octubre de 2023 acaecidos en aquel país, donde la organización Hamás asesinó a 1189 personas y tomó a 251 como rehenes, el siempre controvertido Lévy rehúsa limitar su análisis a una simple fotografía de aquel día. Si bien examina el hecho como uno de los más graves ocurridos en la historia del pueblo judío, trata de que el lector comprenda la dimensión de lo acontecido, por lo que constantemente inserta lo contemporáneo en una narrativa de larga duración con la que trata de explicar lo inexplicable, llegando a una conclusión: Israel está solo…
La taxativa afirmación que Lévy enuncia será, sin duda, discutida por no pocos interesados en las tribulaciones geopolíticas de Oriente Medio. Su obra, desde una rabia contenida que él mismo reconoce, trata de aportar luz y perspectiva en tiempos oscuros y cercanos, al tiempo que denuncia la hipocresía y alerta sobre inminentes peligros, no sólo para Israel, sino para la civilización occidental en su conjunto. Para que el lector comprenda el planteamiento geopolítico -y filosófico- del autor, éste estructura el libro en tres grandes partes.
La primera lleva por título “7 de octubre y después”; en ella, Lévy recuerda los hechos de aquel fatídico día y los inserta en una realidad más amplia. Esto sirve para que el lector tenga una mayor perspectiva para comprender las dinámicas contextuales que convergen en aquella terrible jornada. Sin dudar de tildar a los integrantes de Hamás de criminales, para Lévy aquel 7 de octubre de 2023 supuso un ataque al alma judía, pero también una socavación de la conciencia universal y el breve congelamiento de un mundo que, durante unos instantes, “vio lo que no quería ver”, antes de continuar girando. En esta parte es destacable que el autor recupera una hipótesis que ya había planteado en un libro de 2018, -The Empire and the Five Kings-, donde afirmaba que Rusia, China, la República Islámica de Irán, la Turquía de Erdoğan y los países árabes propensos a la yihad,1 estaban dispuestos a dejar a un lado viejos odios con tal de revivir glorias pasadas que los doten de una posición privilegiada en el orden internacional contemporáneo.
Con base en lo anterior, según Lévy, el ataque de Hamás no ha de analizarse como un hecho aislado o como una respuesta táctica ante una situación concreta. Ha de interpretarse como una estrategia más amplia que implica a actores proxy -Hamás, Hezbolá, Siria-, regionales -Irán y Turquía- y de más allá del Oriente Medio -Rusia- con un objetivo mucho mayor que asestar un golpe a la nación israelí. Para el autor, estamos ante un choque geopolítico internacional, pero no entre Occidente y Oriente -como tantos pregonan-, ni siquiera entre civilizaciones -como anunció y difundió con éxito Samuel P. Huntington entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI-;2no, Lévy afirma que estamos en un choque entre los “los amigos de la libertad, la ley y el espíritu de resistencia” y “la civilización de los tiranos y demagogos cuyos seguidores son reclutados tanto en Occidente como en Oriente o el Sur”. En este conflicto global, en esta disputa, quizás, recuerda Lévy, Israel es un punto pequeño en comparación con las dimensiones de otros actores, pero es “el punto central y oculto, secreto y esencial, sobre el cual descansa, en la terrible dramaturgia de la historia, un pedazo de la supervivencia humana. […] Es el hogar que irradia una luz y un lenguaje sin los cuales una parte de la humanidad se perdería”. No obstante, lo anterior, o quizá por eso mismo, para Lévy “Israel existe en una especie de soledad, sin duda. Una terrible soledad”, frente a una sucesión de amenazas irrestrictas ante la que constantemente se pide, por parte de la comunidad internacional civilizada, contención, paciencia y empatía al pueblo israelí, aunque esas mismas solicitudes no se exijan a otros actores desestabilizadores del Oriente Medio.
En cierta medida, la reflexión de Lévy recuerda el inicio del famoso poema del israelí Nathán Zaj: “No es bueno que el hombre esté solo. Pero igual, se encuentra solo”.3 Así, a pesar de que para Lévy no es bueno que Israel esté solo, lo está. Solo e incomprendido ante lo que vive, sufre y enfrenta con aciertos y desaciertos, con éxitos y fracasos, con certezas e incertidumbres, con sueños y pesadillas, etcétera. Esa soledad, que a algunos lectores puede extrañar, es detalladamente argumentada por el autor en esta obra, revelando la indignación de Lévy ante un hecho que considera injusto e hipócrita.
La segunda gran parte se titula “Negacionismo en tiempo real”. En ella el filósofo francés hace una detallada crítica contra la incredulidad de la barbarie, la matización crónica y el antisemitismo latente. Lévy recuerda desde el dolor cómo no pocas voces en Occidente cuestionaron o limitaron, el mismo día 7 de octubre y posteriores, el alcance de las matanzas cometidas por Hamás; es decir, se mostraron incrédulos ante la barbarie cometida. A pesar de la existencia de numerosas imágenes y filmaciones -muchas de ellas difundidas por los propios terroristas- y decenas de testimonios, desde organizaciones internacionales hasta actores relevantes pronto olvidaron las tropelías de Hamás para centrarse en denunciar de forma pública los excesos israelíes en la respuesta. De hecho, refiere Lévy, el mismo día de la infamia, varias personalidades relevantes o con cargos públicos en instituciones internacionales condenaron las acciones de Hamás, aunque siempre añadiendo un “pero”: Condenamos a Hamás, “pero” hay que comprender el contexto. Condenamos a Hamás, “pero” no hay que olvidar la tragedia del pueblo palestino. Condenamos a Hamás, “pero” hay que tomar en consideración la historia. En síntesis, una suerte de malabarismo terrible en favor de la matización crónica que, para el autor, anula cualquier enunciado antes del “pero”.4
Lévy reacciona indignado ante esos matices. Afirma que la barbarie es barbarie y como tal debe ser condenada. Busca las razones de esos ejercicios de incredulidad ante la barbarie y la matización crónica, lo que lo lleva a profundizar en el antisemitismo latente. Frente a los hechos acontecidos, pronto saldrán voces de lo más variopintas que hagan análisis aberrantes de los hechos: los judíos se lo merecían, Israel no debería existir, esto fue una operación del Mossad,5 el gobierno israelí lo permitió para tener la excusa perfecta para cometer un genocidio, etcétera. La vileza de tales afirmaciones no puede ser entendida por Lévy sino en el contexto de un antisemitismo latente que continúa presente en numerosas sociedades occidentales y en grupos de todo el espectro político, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. El autor hace un breve recorrido de algunas afirmaciones y acciones públicas de diversos actores -Sudáfrica, el político francés Mélenchon, universidades en Estados Unidos- antes y después del 7 de octubre, donde la legítima “causa palestina” esconde en muchas ocasiones la premisa de “muerte a los judíos”.6 Es decir, un antisemitismo históricamente latente y larvado que se disfraza bajo formas más respetables y que recupera, con otros ropajes, a colaboradores con el genocidio del pueblo judío como elementos referentes o inspiradores -Pétain en Francia, Horthy en Hungría, etcétera.
Por último, el tercer y último gran apartado lleva por título “Historia y verdad”. En él, Lévy no rehúye abordar las cuestiones más complejas que rodean este conflicto cuasi crónico: ¿por qué Israel debe existir como nación? ¿Es un resultado de los intereses del colonialismo occidental? ¿Por qué los judíos debieron obtener un hogar a costa de las poblaciones árabes del Oriente Medio? ¿Es un genocidio lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza? Las reflexiones de Lévy, que no serán compartidas en esta reseña para que los lectores las analicen de forma integral en la obra original, no dejan indiferente a nadie. Se esté de acuerdo o no, implican introducir nuevas variables y percepciones ante el mediático conflicto, lo que siempre contribuye en el camino del sujeto hacia la objetividad deseada.
En conclusión, Israel Alone es una obra que pretende la reflexión sobre hechos de reciente contemporaneidad que se insertan en un espacio histórico, político y cultural mucho más amplio. Si bien ciertos enfoques de Lévy pueden resultar polémicos e injustificables para no pocos lectores interesados en el tema, el polémico filósofo siempre reflexiona desde cuatro vértices que forman su área explicativa: el derecho de israelíes y palestinos a tener cada uno un Estado propio; la necesidad de que los palestinos se liberen de terrorista como Hamás; la condena explícita de la muerte de civiles -sean de donde sean y en el lugar que sea-, y el convencimiento de que estamos ante un amplio choque entre, por un lado, la libertad, la ley y el espíritu de resistencia y, por otro, la tiranía y la demagogia.
Las dinámicas acontecidas, que siguen aconteciendo y acontecerán en torno a israelíes y árabes, no pueden ser comprendidas a partir de una imagen fija, sino de un análisis multidimensional, de largo tiempo, reflexivo y, como decía el historiador Marc Bloch, buscando la objetividad sobre los hechos. Israel Alone tiene ese propósito. Quizás para algunos lo logre, pero para otros no. En cualquier caso, es una breve obra que aporta a un debate que podría contribuir en la construcción de una paz justa, duradera y estable en el siempre convulso Oriente Medio. En cualquier caso, concluye Lévy, a pesar de los sucesos acaecidos el 7 de octubre de 2023 y con posterioridad, “el alma, la mente y el genio del judaísmo se mantienen firmes en medio del tumulto y el tormento”; ello a pesar de la soledad de Israel; ello, aunque Israel está solo…