Dossier
Indicios de una paternidad moderna en la correspondencia de Rafael Uribe Uribe52
Signs of Modern Fatherhood in the Correspondence of Rafael Uribe Uribe
Indicios de una paternidad moderna en la correspondencia de Rafael Uribe Uribe52
Historia mexicana, vol. LXXV, no. 1, pp. 287-320, 2025
El Colegio de México A.C., Centro de Estudios Históricos
Received: 29 May 2023
Accepted: 15 June 2023
Resumen: Rafael Uribe Uribe, uno de los políticos liberales más importantes en la Colombia del tránsito del siglo XIX al siglo XX, escribió cerca de 250 cartas a sus hijos Julián Uribe Gaviria y Carlos Eduardo Uribe Gaviria entre marzo de 1905 y noviembre de 1906. En ese entonces fungía como embajador de Colombia en Brasil y sus dos hijos estudiaban en la Escuela Militar de Santiago de Chile. La asidua correspondencia deja entrever la responsabilidad que el padre sentía por sus dos hijos y cierta culpa por haberlos extraído del hogar en edades tan tempranas y haberlos conducido a un país lejano. El contenido de las cartas es rico en consejos y recomendaciones, expresión de sentimientos y diversas reflexiones paternales. Es ese conjunto de epístolas el que nos permitirá advertir la tensión entre tradición y modernidad en la paternidad de Rafael Uribe Uribe.
Palabras clave: Paternidad, cartas, intimidad, educación e higiene.
Abstract: Rafael Uribe Uribe, one of the most important liberal politicians in Colombia during the transition from the nineteenth century to the twentieth, wrote around 250 letters to his sons Julián Uribe Gaviria and Carlos Eduardo Uribe Gaviria between March 1905 and November 1906. At the time, he was serving as the country’s ambassador to Brazil and his two sons were studying at the Military Academy in Santiago. Their frequent correspondence reveals the responsibility the father felt for his sons, as well as a certain feeling of guilt for their leaving home to live in a distant country at such a young age. These letters are rich in advice and recommendations, expressing paternal feelings and reflections. Together, these letters provide a glimpse of the tension between tradition and modernity in Rafael Uribe Uribe’s fatherhood.
Keywords: Fatherhood, letters, intimacy, education and hygiene.
Rafael Uribe Uribe constituye una de las figuras públicas de mayor relevancia en la historia colombiana. Nacido a mediados del siglo XIX en el seno de una familia de agricultores y comerciantes liberales, muy joven se ocupó en las tareas del campo, como también en las luchas políticas. Estudió derecho y descolló como parlamentario y representante del Partido Liberal. Muchos lo recordarían como el más grande orador de la época. Administró distintas empresas mercantiles, algunas de ellas propiedad familiar. Sin embargo, lo que le daría mayor reconocimiento sería su participación en las guerras civiles de fines del siglo XIX, especialmente en la llamada Guerra de los Mil Días (1899-1902). En ella, una guerra de los liberales contra los conservadores que controlaban el gobierno, inicialmente Uribe Uribe comandó las posiciones más beligerantes, pero después, en su etapa final, supo recapacitar y convocó a su partido a buscar un acuerdo de paz. Este último gesto le trajo críticas y enemistades dentro de su propio partido, tanto que, para salvar su vida, se vio obligado a aceptar la representación diplomática del país en Argentina, Chile y Brasil. Algo que sólo fue un paréntesis en los riesgos que corría su vida, pues en 1914 moriría cruelmente asesinado en una calle del centro de Bogotá. Su sacrificio lo convirtió en un mito, en un mártir del liberalismo. Pero, para los efectos de este artículo, me gustaría resaltar que Rafael Uribe Uribe fue un intelectual y uno de los hombres más cultos de la época. Además de políglota, tenía interés en disciplinas tan diversas como la economía, la geografía, la medicina, las ingenierías, la filosofía y la historia.1 Uribe Uribe fue un prolífico periodista, que además de artículos de contenido político se preocupaba por la educación y la modernización del país. Entre sus muchos libros, destacan los que dedicó al estudio del café, los ferrocarriles, el analfabetismo y las enfermedades tropicales.
Rafael Uribe Uribe se casó con Sixta Tulia Gaviria Sañudo en 1886 en Medellín, aunque pronto se trasladaron a la capital, donde nacieron seis de sus hijos: María Luisa, Adelaida, Julián, Carlos Eduardo, Tulia e Inés. Podría decirse que, como en la mayoría de las familias tradicionales, el hogar Uribe-Gaviria era administrado por la madre. Uribe Uribe por razones económicas, pero principalmente políticas, pasaba largas temporadas fuera de casa. Puntualmente podríamos citar las guerras de los años 1885, 1895 y 1899-1902. Sus estadías en casa eran cortas, no obstante, sus ausencias buscaba aliviarlas con una copiosa correspondencia a su esposa y a sus hijos e hijas. En el año 2014, con ocasión del centenario de su muerte, adelantamos la publicación de las cartas dirigidas a su esposa Sixta Tulia.2 En el estudio introductorio señalamos que el extraordinario número de cartas, así como los detalles y observaciones que realizaba sobre los asuntos del hogar, indicarían un afán por aliviar, disculpar su ausencia. Incluso podría pensarse que Uribe Uribe vivía una culpa interior por ser un padre ausente.
A Uribe Uribe se le reconoce como un prolífico escritor de panegíricos políticos, artículos periodísticos, ensayos económicos, sociológicos y educativos. Baste nombrar, por dar una idea de algunos de sus escritos más conocidos, su “Oración por la paz” y El liberalismo no es pecado. Lo que poco se comenta es que el general también era un obsesivo escritor de cartas. Su corres pon den cia compone 30% de las 60 carpetas que componen su archivo, custodiado en la actualidad por el Archivo Gene ral de la Nación (AGN). Su archivo epistolar está conformado por cartas de contenido administrativo, gubernativo, político, diplomático y familiar. Estas últimas, o, al menos, las que se han conservado, comprenden las dirigidas a su esposa y a sus hijos. No sólo nos sorprende el número y su frecuencia sino su orden y minuciosidad. Su estructura básica la constituye el saludo, comentarios sobre las cartas recibidas y su propia vida, y una despedida con muchas recomendaciones y consejos. Es fácil advertir el gusto y la satisfacción que le producía su escritura, pues en no pocas cartas se permite hacer bromas y gracejos a sus hijos. Le gustaban y agradecía las cartas extensas, detestaba las cartas cortas, breves, que poco le informaban de su situación. Incluso, llegaba a amenazar con no volver a escribir a quien se las escribiera breves. Normalmente las escribía temprano en la mañana, aunque muchas veces lo hacía en horas de la tarde, en las propias oficinas del correo de la ciudad en que estuviera.
Las cartas, la correspondencia epistolar
Dentro de poco se cumplirá un siglo de la primera publicación del inspirador estudio sobre las cartas familiares de los inmigrantes polacos a la ciudad de Chicago, proyecto que adelantaron los profesores William Thomas y Florian Znaniecki.3 En ellas quisieron descubrir claves para comprender la integración de esta comunidad a la nueva sociedad. Desde entonces, son innumerables los analistas sociales que han compilado y aprovechado estos escritos particulares para analizar diversos aspectos de las relaciones familiares. Una obra memorable al respecto es la que realizó el historiador británico Lawrence Stone titulada Familia, sexo y matrimonio en Inglaterra.4 En ella, haciendo uso de innumerables cartas de padres y madres a hijas e hijos, Stone des cri be la transformación afectiva que vivieron las familias de élite en la era moderna. Las cartas entre parientes son muy antiguas, aunque suele reconocerse al siglo XIX como el de su mayor difusión y refinamiento.5 Con todo, no nos equivocamos si afirmamos que entre 1800 y 1980 se vivió la época dorada de la correspondencia familiar.6
Podríamos decir que la mayor cualidad de las cartas familiares es la de que permiten la comunicación entre personas separadas por la distancia. Las cartas abrevian, anulan la distancia y dan la sensación de presencia. Es probable, también que las dos personas que se comunican, el remitente y el receptor, no se hayan visto en muchos años, lo que otorga a la misiva una carga emotiva especial. La segunda cualidad de estos escritos es que a través de ellos las personas se permiten expresar sentimientos que, probablemente, en persona no harían. La escritura libera emociones que no se logran verbalizar, que no se pueden decir. Así, las cartas familiares no sólo informan hechos sino que, principalmente, comunican sentimientos, emociones. Es lo que encontramos, o esperamos encontrar, cuando leemos cartas de enamorados, de esposos, de padres y madres a hijas e hijos. Cuestión aparte, es el definir si esos sentimientos son verdaderos o son fingidos, si son ciertos o falsos.
Atisbos de una paternidad moderna
Las cartas escritas por el general Rafael Uribe Uribe a sus hijos Julián y Carlos Eduardo conforman un corpus documental único. Las cerca de 250 cartas que les escribió entre el 24 de abril de 1905 y el 5 de octubre de 1909 son una especie de memoria de los sentimientos de un padre en unas condiciones particulares. Conviene recordar que él se encontraba en Río de Janeiro y los hijos en Santiago de Chile, donde estudiaban en la Escuela Militar. Aprovechando el amistoso ofrecimiento que le hiciera el gobierno chileno, Uribe Uribe envió a sus hijos para que se formaran en la renombrada institución del país austral. En 1905, Julián tenía 16 años y Carlos Eduardo, a quien llama Chato o Chatico, se acercaba a los 15. Se trata, entonces de dos adolescentes. Hecho que explica, en parte, el sentimiento de responsabilidad que siente el padre y declara en sus cartas.
Una primera señal de paternidad moderna en Uribe Uribe es la manera obsesiva, cotidiana, de hacer presencia en la vida de sus hijos. Para ello, les da consejos y recomendaciones detalladas sobre todos los momentos y actividades de su día a día. No sólo nos sorprende el número de cartas escritas, sino la continuidad y seguimiento que hace a sus indicaciones. Además, es un padre que no sólo se yergue en autoridad, sino que pide a sus hijos le escriban contándole, de manera sincera, cómo están, cómo se sienten. Es decir, quiere saber de ellos, quiere escucharlos a través de sus palabras escritas. Rafael Uribe Uribe utiliza expresiones de intenso cariño para con sus hijos. En los saludos y las despedidas de cada una de las cartas no deja de decirles que los abraza y los besa, sino que muchas veces se define como “el papacito que tanto los ama”. Estas expresiones, que podrían considerarse convencionales y corrientes en la época, nos sorprenden en un hombre tan racional y formal. Aunque, como enseñaremos más adelante, reconocerá ser un sentimental que, debido a su timidez, pasa por ser un hombre insensible e imperturbable.
Éste podría ser el mayor rasgo de modernidad de Rafael Uribe Uribe frente a sus hijos: el no considerarse infalible y poseedor de la verdad. En distintas cartas efectúa reflexiones sobre su vida política, en las que acepta haberse equivocado, o no haber sabido corregir el rumbo de su liderazgo político. Son confesiones íntimas, sinceras, probablemente dolorosas, que abren una ventana de comunicación distinta con sus hijos. Como también compartirles las contrariedades de su trabajo y no darles una imagen ideal, romántica del mismo. O, incluso, hablarles de su nostalgia, de su soledad, son asuntos que comunica un padre moderno y que, en la tradición, no se comunicaban a los hijos.
No obstante, un distintivo de los nuevos padres fue la persistencia en la educación de sus hijos. Ya no se trata de la fijación por heredar un patrimonio, sino de brindar a los hijos una buena educación profesional, que les asegure un bienestar.7 Éste, que sería uno de los rasgos de la paternidad burguesa, combinaría indistintamente el trato severo con la afectividad. Lo que sí parecerían haber superado padres como Uribe Uribe sería el recurso a la violencia, al castigo físico, que estuvo tan presente en la paternidad tradicional.8
Decálogo de consejos
Probablemente recordando sus años como profesor de Derecho en la Universidad de Antioquia (Medellín), o de sus años como soldado o militar de rango, Uribe Uribe consideró conveniente diseñar un decálogo que regulara el comportamiento de sus hijos. O lo hizo porque su personalidad era muy estricta, ordenada y metódica, como gustaba repetírselo a sus hijos;9 por eso, decidió elaborar un conjunto de normas que debían cumplir con atención y convencimiento. Los 16 puntos que componen esta especie de manual buscan la responsabilidad de los dos jóvenes estudiantes con valores y principios, extraordinariamente importantes para su padre, pero que no era fácil que ellos los tuvieran presentes. Uribe Uribe los redacta para que los tengan en cuenta, los estudien, repasen diariamente y para que no los olviden. De hecho, con frecuencia les pregunta si los han estudiado.
Por razones de espacio presentamos muy puntualmente, de manera bastante breve, los puntos que conforman el decálogo. Pero el lector podrá advertir el tono paternal-patriótico que lo inspira: 1. Por el honor de la patria colombiana, deben ser los mejores en todo. 2. Pertenecen al linaje Uribe Uribe, por lo tanto, deben ser cumplidores del deber, amar el trabajo y el estudio. 3. La patria y la familia los esperan para cumplir grandes tareas, por eso deben aprenderlo todo. 4. Aprovechen cada momento, no sean ociosos, recuerden que en casa los esperan con impaciencia su “mamacita” y sus hermanas. 5. Per ma nezcan unidos, no se separen y ayúdense el uno al otro. 6. Lleven un cuaderno por cada materia. 7. Dediquen tiempo a estudiar francés y alemán. 8. En lo militar, deben aprender las artes de la infantería, la caballería, la artillería y la ingeniería militar. Pero también, química, física, veterinaria, electricidad, máquinas de vapor, agrimensura, trazo de caminos, y procedimientos agrícolas y fabriles. 9. Sean atentos y simpáticos con todo el mundo. 10. Sean modestos y humildes, no cacen peleas con ningún compañero. 11. No intervengan ni opinen sobre la política de Chile. 12. Estudien con dedicación, hasta donde la salud se los permita. 13. Practiquen gimnasia y ejercicios físicos diariamente. 14. Instrúyanse de todas las reglas de higiene, ellas les evitarán enfermedades. 15. Mantengan su pureza, no se dejen corromper. 16. No deben enamorarse en Chile, si no es con intenciones serias de casarse. Poco después, Uribe Uribe hizo algunas adiciones al decálogo; en una les pide que las tardes de los días domingos las ocupen en visitar museos y bibliotecas, como también, algunas personas del gobierno chileno y diplomáticos amigos. Asimismo les insiste en que cuiden sus amistades y que prefieran su propia compañía.
No cabe duda de que Rafael Uribe Uribe era un hombre de esencia republicana, lo cual se hace evidente en la invocación que hace a la patria y lo que espera de sus hijos. Él se formó en los ideales y valores republicanos, y siente una responsabilidad con el devenir de la patria colombiana. Este elemento está unido al de la familia, pues manifiesta que la patria y la familia los esperan. O sea, el desempeño académico y el comportamiento personal de los jóvenes Uribe está comprometido con esas dos trascendentales instituciones. Es natural que Uribe Uribe, distante de sus hijos, les haga recomendaciones sobre sus es tudios, trato con sus compañeros, cuidado personal, etc. Llama la atención, y éste es un elemento moderno, que muestre gran interés por que aprendan ciencias e ingenierías, así como también idiomas, especialmente el francés y el alemán. Recordemos que en la época continuaba siendo muy importante el estudio del derecho y que estos campos del conocimiento apenas se conformaban. Así mismo, el estudio del inglés no era valorado todavía. Años después, el mismo Uribe Uribe, siendo embajador en Estados Unidos, cambiaría de parecer y consideraría indispensable el dominio de la lengua inglesa. Sin embargo, un elemento absolutamente moderno en la cultura de Uribe Uribe es su alta valoración del conocimiento positivo. A sus hijos se los inculca con estas palabras:
[…] es indispensable que desarrollen su espíritu de observación. No deben pasar indiferentes por delante de las cosas sin preguntar el por qué de ellas. No vacilen en interrogar, con insaciable curiosidad, a los que sepan, aunque los tachen de preguntones, y anoten todos los términos, nombres o hechos que no entiendan, para averiguarlos después. Deben preocuparse por los hechos, no por las palabras, por la realidad, no por las frases y la literatura.10
No es difícil descubrir en estas palabras huellas de la Ilustración, aunque también de positivismo.
Algunos de los tópicos tratados por Uribe Uribe los trataremos con mayor detalle; por lo pronto queremos reparar en que, con la elaboración de este decálogo, recién llegaron los dos jóvenes a Santiago de Chile, se manifestó la manera tan directa y minuciosa como intervendría en sus vidas.
Un diario
Puede parecer bastante comprensible que Uribe Uribe pidiera a sus hijos que llevaran diarios personales en los que registraran informaciones, hechos y pensamientos. Sabemos que en el siglo XIX fue corriente entre la élite política e ilustrada escribir libros de memorias y autobiografías. Incluso, en algunas bibliotecas han quedado depositados algunos diarios. Creemos que el hábito de llevar un cuaderno de diario no era desconocido en Colombia, pero tampoco era muy corriente.11 Digamos que era propio de personas de una elevada cultura escrita, como lo era el general Uribe Uribe. En la época era muy conocido el Diario Espiritual de Ignacio de Loyola; texto que muy seguramente conoció en sus años de estudiante universitario en Bogotá. Ahora, no sabemos si el propio Uribe Uribe llevó un diario en algún momento de su vida. Pero sí es notable el ahínco con el que recomienda a sus hijos que lo hagan. Tanto que más que un pedido parece una orden.
Inicialmente Uribe Uribe instruye a sus hijos para que en los diarios consignen “los principales detalles, fechas, lugares, impresiones, recuerdos, y sobre todo, conocimientos adquiridos, que no estén en los libros”.12 Quiere que, como recién llegados a un país extraño, hagan memoria escrita del lugar que han encontrado y de los nuevos conocimientos que están aprendiendo. También les dirá que la memoria es frágil y que fácilmente podrán olvidar momentos y hechos importantes de sus vidas. Sin embargo, será en una extensa carta del mes de octubre donde les expondrá más detalladamente su pensamiento sobre los diarios:
¡Cuánto me complace que uds. mismos estén convencidos de lo que les conviene llevar sus diarios! Cuando yo insistí en eso, sabía por qué lo hacía. No es sólo para mejorar la letra y la redacción y formarse un estilo: es para habituarse a pensar, a reflexionar, a ver las cosas, a vivir consigo mismos y a modelarse una conciencia. Cuando lleguen a considerar el diario como un compañero inseparable, y empiecen a consignar en él sus sentimientos con entera sinceridad, les servirá de confesor, porque dándose cuenta -sin engaño- de las faltas cometidas y estampándolas con franqueza en el papel, la reacción saludable se produce. Uno no debe hacer nada que no pueda escribir en el diario y que, leído por otro, pueda avergonzarnos. Encaminen sus diarios en ese sentido y sacarán de ellos inmenso provecho. Serán uds. mismos sus propios educadores, habituándose a mirar para dentro, y constituyéndose en censores más implacables de su conducta, de lo que serían los extraños. Esa es la verdadera senda de la perfección. Cuando todos nuestros actos, deseos y pensamientos sean tales que, trasladados al diario, puedan ser examinados por quienquiera, sin que eso nos abochorne, sino al contrario nos honre, entonces y sólo entonces, podremos tenernos por buenos hombres y meritorios. De lo contrario, sólo somos unos hipócritas que nos vendemos por lo que no somos, y que comenzamos por engañarnos a nosotros mismos. Cuando sean más grandes y sepan francés antiguo, les recomiendo que lean los “Ensayos” de Miguel de Montaigne, modelo en este género. “Las Confesiones” de San Agustín, son admirables. Las de Rousseau son sinceras pero indecentes. Las de Lamartine, pretenciosas y hechas para el público, no para sí mismos.13
En síntesis, lo que Uribe Uribe piensa es que la escritura de los diarios induce la introspección, reflexión autocrítica, el balance de los actos cotidianos y la formación de la conciencia personal. Cifra en esta práctica diaria el mejor medio para la maduración y formación individual. Resulta llamativo que lo considere como una confesión íntima, que evalúa los actos cometidos en razón de si pueden escribirse para la posteridad. “Sean ustedes sus mismos educadores” es una expresión de una gran liberalidad y confianza en la capacidad de razonamiento de sus hijos. Uribe Uribe fue una persona laica, tal vez creyente, pero muy en su intimidad. Ni en sus cartas, ni en sus demás escritos, expone principios religiosos. Por eso su pensamiento sobre el ejercicio de la escritura íntima de los diarios está muy separada de la meditación y ejercicios espirituales que recomendaban las órdenes religiosas. En él lo que vemos es un método que fortalece la privacidad, la individualidad, la formación del yo.14 De allí que se permita recomendar a sus hijos la lectura de Montaigne, Rousseau y Lamartine. Tres autores que se distinguen por adoptar diálogos en los que más que realizar memorias de viaje, intentan reflexionar sobre sus propias vidas y los avatares de la época que les ha correspondido vivir.
Educación
No deja de sorprender el permanente interés que Uribe Uribe prestó a la educación de sus hijos. No sólo los condujo a la Escuela Militar de Santiago de Chile, una connotada institución que brindaba instrucción en las artes militares, así como en distintas disciplinas complementarias. En su correspondencia procuraba incidir en su formación académica de manera muy persistente.15 Un tema que lo obsesiona y al que en cada carta dedica atención es a la valoración y corrección de la caligrafía de sus dos hijos. Desde las primeras cartas les comenta en detalle la importancia de tener una buena letra, clara y legible. Los censura, les hace bromas y los amenaza si no dedican tiempo a mejorarla. Les pide que adquieran unas plantillas, que eran usadas en la época, para tener un modelo, y a partir de él practicar haciendo planas. Otro asunto que lo obsesiona y ocupa parte importante de las cartas es el de los comentarios y correcciones ortográficos y lexicográficos, campos en los cuales Uribe Uribe muestra un conocimiento erudito. Prueba de ello es la fina caligrafía y la recta ortografía presente en toda su correspondencia. En la medida que observa mejoría en uno u otro aspecto en las cartas de sus hijos, los festeja, celebra y promete regalos.
Como establecía en su decálogo, Uribe Uribe pedía a sus hijos ser los mejores en cada clase, en la expectativa de que cuando regresaran a Colombia, fundaran una escuela militar y enseñaran los conocimientos aprendidos. Bajo ese presupuesto, les exigía a sus hijos las mejores notas en cada una de las materias. Les pedía le enviaran las calificaciones obtenidas y se las comentaba con especial detalle. Su interés era que tuvieran la mayor formación en caballería, artillería y estrategias de guerra; sin embargo, les insistirá en que deben dedicar tiempo al estudio de materias como matemáticas, geometría, física, química y dibujo. Además de estas recomendaciones, les insiste en aprender todo lo relacionado con los ferrocarriles, las carreteras, la electricidad y la hidráulica. Es indudable que Uribe Uribe es un hombre moderno, informado y atento a las novedades del siglo. Conviene recordar que en una visita a Buenos Aires adquirirá algunos libros sobre zoología, botánica y mineralogía, que les hará llegar a Santiago.
Un aspecto que llama la atención es la insistencia en que sus hijos aprendan francés y alemán.16 Conviene recordar que en la época el francés era la lengua dominante en los centros universitarios, y que especialmente los abogados y los médicos estaban obligados a aprenderlo. En ese entonces, el inglés no tenía la importancia que tendría décadas después. Con el propósito de que adelanten su aprendizaje les pide que adquieran el diccionario Larousse y algunos manuales. Pero lo más curioso es que les va a insistir en que le deben incluir, en cada carta, palabras, frases y posteriormente, párrafos en francés. A su vez, él les escribe cartas enteras en francés, presionándolos para que las lean haciendo uso del diccionario. En su insistencia, llega incluso a pedirles que visiten personas de nacionalidad francesa que residan en Santiago para que practiquen con ellas la lengua gala.
Uribe Uribe, podríamos decir, es una persona muy influenciada por la Ilustración. Al menos, en el convencimiento de que no había un valor superior a la educación. En un momento, en forma emocionada les dice: “Como nunca seré rico, no será dinero lo que les deje, pero será algo mejor: una buena educación”. Para ello, les autoriza: “apruebo todo gasto que hagan para aprender alguna cosa. En eso no hay limitación, sea para adquirir libros, buscar profesores, comprar útiles”. Para él, la instrucción y el conocimiento son la razón de la propia vida. Así, llega a decirles: “el deber del hombre es ése: instruirse todos los días de su vida. Al acostarse debe uno preguntarse siempre: ¿qué cosa nueva he aprendido hoy? Si la respuesta es negativa, habré perdido el día; es como si no lo hubiera vivido. No se me pasa un día sin adquirir un conocimiento”.17 Y él se les ofrece como ejemplo, insistiéndoles en que ocupen cada momento de sus vidas en aprender conocimientos útiles.
Sin embargo, se debe comentar que Uribe Uribe también considera conveniente que sus hijos aprendan a tocar piano y violín; incluso que aprendan a bailar. Algo sobre lo que les insistirá en distintas cartas. Este padre, de apariencia severa, adusta, como si quisiera corregir la imagen que pudieran formarse sus hijos, les va casi a ordenar que sean felices. Al respecto, ésta es la forma como se los dice:
Indudablemente, hay que tomar la vida a lo serio, pero esto no quiere decir que la hagamos triste […] Sean uds. alegres. A las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, agrego la alegría […] porque trabajen o estudien no es razón para que sean huraños y retraídos. Hagan siempre buena cara. No críen las arrugas del tedio ni las del mal genio. Estén siempre dispuestos a reír, a mirar las cosas por el aspecto favorable, ya que no optimista (porque estos expone a decepciones), pero nunca por el pesimista. Vean blanco, no sonrosado ni negro.
Incluso, de una manera casi posmoderna, afirma: “(La alegría) es a la vez la hija y la madre de la buena salud, porque quien está sano está contento, y a su turno el contento es saludable”.18
Cuidado de la salud
“Nada me gusta más que leer la frase con que comienzan: ‘Estamos muy bien de salud’”.19 Uribe Uribe confiesa a sus hijos que lo primero que hace al abrir sus cartas es buscar, apresurado, si le dicen que están bien de salud. Después de eso, procede a leer la carta con detenimiento y vivo entusiasmo. Encontramos natural que, como todo padre, Uribe Uribe se preocupe por la salud de sus hijos, viviendo en un país distante lejos de su casa. Pero tenemos el caso, que es alguien que ha tenido un interés especial por la higiene, la medicina y el estudio de las enfermedades tropicales. Uribe Uribe es un erudito en temas de la salud y dedica buena parte de la correspondencia con sus hijos a darles consejos y recomendaciones que los priven de enfermedades. En la época, los inicios del siglo XX, predominan muchas enfermedades contagiosas en las ciudades latinoamericanas. Pero, por otro lado, desde hace varias décadas, los estudios y las campañas sobre la higiene personal, doméstica y urbana, conforman uno de los hechos sociales más novedosos.20 Ofrecemos una cita que, aunque extensa, permite ver el tono de las recomendaciones que daba a sus hijos:
Deben leer higiene: si uno la sabe y la práctica, no le dan las enfermedades ni se muere. No deben descuidar ningún daño del estómago, tanto porque toda alteración de los órganos intestinales es sumamente delicada; como porque uds. están predispuestos a ellas por herencia, pues toda mi vida he sido un dispéptico. Acostúmbrense a no dejar pasar un solo día sin exonerar el vientre: si comienzan a sufrir de estreñimiento, apelen a la jeringa, en vez de habituarse a los laxantes. No se bañen el día que estén con catarro o con diarrea o en que hayan tomado purgante. Cuiden, como siempre, su dentadura; si se les pica una pieza y les duele, hágansela calzar en vez de mandársela extraer: esto es lo último que debe hacerse, cuando ya la pieza esté irremisiblemente perdida, a lo cual sólo se llega por culpable descuido. Nunca les falte un mondadientes, para extraer los residuos de las comidas, que si se dejan entre las piezas de la dentadura, la pudren. Por la mañana, pásense el cepillo por la lengua, para quitarle el sarro que sobre ella se acumula en la noche, y en seguida hagan gárgaras. Jamás se lleven la mano desnuda a los ojos: saquen el pañuelo para ello. Nunca sabe uno de qué se ha contaminado la mano, y si en ella lleva algún germen dañino a un órgano tan delicado como la vista. De una pieza caliente no salgan al aire frío sin refrescarse o sin abrigarse. Esos cambios repentinos ocasionan las pulmonías, hacen perder el oído o producen enfermedades de los ojos. Dicen que hay mucha tisis en Chile. El modo principal de contagiarse es respirando el polvo de locales donde hayan escupido los tuberculosos. Hay que evitarlo en lo posible, y en último caso llevarse un pañuelo a la boca; lleven siempre dos consigo, perfumados si es permitido, y renuévenlos con frecuencia. Cuídense de todos los demás contagios, del de la tiña y eczemas que se contraen en las barberías, para lo cual deben usar peines y navajas propios y no dejarse poner en la cabeza cepillos ajenos. Al bañarse séquense bien los pies, especialmente entre los dedos: si se dejan húmedos, eso produce callos o mal olor. También hay que enjugar completamente la cabeza pues si queda mojada, se cae el pelo. Así mismo, al secarse, conviene hacer el masaje del estómago, de arriba a abajo, de izquierda a derecha y viceversa, para ponerlo en movimiento y devolverle su elasticidad. Absténganse de comer o beber inmoderadamente. Estando acalorados, no tomen bebidas frías, prefieran té o café.21
Como podemos observar, Uribe Uribe da a sus hijos una especie de recetario para la vida diaria. Consejos y recomendaciones que siempre van seguidos de una explicación médica. Como, por ejemplo, cuando les dice: “Cuando tengan que hacer mucho ejercicio a caballo, dense baños de asiento con jabón; eso evita las hemorroides y las escaldaduras. Cuiden sus manos; tengan jabones finos y lávenselas a dos aguas; jamás tengan sucias las uñas. No carguen tierra en las orejas: como las tienen tan grandes, les deben prestar más atención”. En la época las cartillas de urbanidad y las normas escolares insistían mucho en estos cuidados; no obstante, se esperaba que los hogares velaran por su cumplimiento.
Uribe Uribe inventó una teoría que comunicó a sus hijos y que dice así: “[…] la vida humana es una partida que se juega con 100 puntos: 33 los marca la higiene, 20 la calma, 20 la sobriedad, y el resto la moderación en todas las demás cosas”. Es una idea que repite en varias cartas, para insistirles en la importancia del cuidado de la higiene. Sin embargo, en una carta, les detalla más su idea de esta forma:
[…] como la sobriedad, la moderación y la calma no son otra cosa que higiene, resulta que es ella sola la que puede ganar el juego de la vida. El que aprende a reprimir sus emociones: cólera, miedo, entusiasmo, amor, odio, ése sabe higiene; el que no come, ni bebe, ni duerme demasiado ni muy poco, y sabe lo que come y bebe y a qué horas y en qué forma, ese es fuerte en higiene[…].22
Por lo que apreciamos, les exalta la importancia de la autocontención, tanto de las emociones como de las demandas del cuerpo.
Un tema al que Uribe Uribe dedica especial atención también es el de la gimnasia y los ejercicios físicos. Es muy consciente de que son muchachos en pleno crecimiento, por lo cual, frecuentemente, les pide que se midan el peso y la estatura para él llevarlos anotados en un cuaderno. Les recomienda realizar ejercicios diariamente en forma metódica. Éstos son algunos de sus consejos:
[…] sobre todo, les recomiendo las barras paralelas, para sacar el pecho, meter la espalda y subir los hombros. Para fortalecer las piernas, la cintura y la columna vertebral, son útiles las flexiones diarias. Julián debe preocuparse del modo de pisar y pararse para corregir lo torcido de sus piernas: puede todavía enderezarlas si constantemente procura echar hacia dentro la articulación de la rodilla[…]. Cuando tengan que hacer fuerza, conviene ceñirse el vientre con un cinturón, no sea que sobrevenga una hernia o quebradura que los inutilizaría para toda la vida. Deseo que se pongan muy fuertes en todos los sports: beisball, football, tennis, criket, bolos, etc.
Es fácil advertir en Uribe Uribe el padre deseoso de que sus hijos disfruten, pero también temeroso de que los excesos les acarreen dolencias.
La alimentación es un tópico que no deja pasar inadvertido. Con frecuencia les pregunta si comen bien y les pide que le relacionen los alimentos de cada comida. Les aconseja que apro vechen consumir las frutas de las estaciones chilenas. Sin embargo, llama la atención el siguiente consejo, que repite en varias cartas:
En la Escuela y cuando coman en hoteles o en posadas de viaje, acuérdense siempre de no llevar la cuchara o el tenedor a la boca antes de friccionarlos bien con la servilleta. Esas cucharas y tenedores, pueden ser los que hayan metido en su boca un tísico o un sifilítico, y si los sirvientes no los han limpiado al agua caliente, no hay contagio de esas enfermedades que sea más seguro que de esa manera. Yo sé de una pobre e inocente niña que se volvió sifilítica por haber comido en un hotel con la cuchara que había usado antes un sifilítico.23
Ya vimos cómo Uribe Uribe se preocupaba por que sus hijos no contrajeran resfriados, catarros o bronquitis a causa de pasar de un ambiente caliente a uno frío. Por ello les pide a sus hijos que siempre vistan franela y tomen bacalao, especialmente en el invierno, un producto que, en forma de emulsión, todos los niños colombianos tomamos hasta tiempos recientes.
Finalmente, me gustaría mostrar, con unos pocos ejemplos, la manera tan especial como Uribe Uribe estaba atento a detalles del físico de sus hijos. A Julián, el mayor, con frecuencia le recomienda: “Corríjase el vicio de fruncir el entrecejo, ya que le está produciendo arrugas en la frente”. Días después, vuelve a decirle: “[…] cada vez que se sorprenda arrugando la frente, pásese24 la mano fuertemente por ella, como para borrarlas y alisar la piel”. A lo cual agrega: “Preocúpese también de no amanecer con ojeras […] También le recomiendo que recoja el labio superior, para no quedar trompón”.25 No cabe duda que Uribe Uribe es un padre ansioso por modelar la formación, las conductas y los cuerpos de sus hijos. Fue al mismo Julián al que hizo un minucioso comentario sobre el hábito de roncar mientras dormía:
Recomiendo a Juliancito que cuide su sueño. Es decir, que durante él, uno no debe abandonarse por completo, como una piedra o un animal; aun dormido el hombre debe diferenciarse de los irracionales, ya por la facilidad de volver en sí y recuperar -despertando rápidamente- el uso de sus sentidos; ya por la posición que tome para dormir. ¿Ronca todavía? Pregúntele a sus vecinos de dormitorio, y esfuércese por curarse de su vicio. Con acostarse boca abajo, poniendo la cabeza sobre la almohada por el lado derecho, y usando almohada baja, es bastante.26
Rafael Uribe Uribe no fue médico, pero su hermano Tomás sí lo fue, y de manera sobresaliente. Pero no es esa hermandad la que explica el amplio conocimiento que tenía sobre materias como la higiene, los contagios, las epidemias y las enfermedades tropicales.27 Lo tenía porque era un estudioso, muy metódico, de los dramas sociales que vivía la humanidad. En el caso que nos ocupa, es claro que lo hace por el profundo amor que tiene a sus dos hijos varones. El deseo de cuidarlos, de protegerlos, separados por la distancia en que se encontraban, lo lleva a escribirles con tanta insistencia recomendaciones como las que hemos comentado.
Confesiones íntimas
Una de las particularidades de las cartas es que permiten confesiones y expresiones emocionales íntimas que no se darían fácilmente en la presencia física de las personas. Tal vez, la distancia lleva a personas rígidas y severas a tornarse afectuosas y cariñosas. Como también a decir lo que corrientemente no dirían. Es como si la distancia provocara una relajación, una distensión afectiva. Rafael Uribe Uribe en varias oportunidades expresa a sus hijos la enorme tristeza que le produce separarse de ellos. Después de recibirlos e instalarlos en Santiago, él debe partir hacia Buenos Aires y Río de Janeiro, entonces él les dice: “Tal vez será mejor que no salgan esta tarde a la estación, para que nos ahorremos el dolor de la despedida, siendo ya tan grande el de la separación”.28 Días después, mientras atravesaba la cordillera de los Andes, les escribe: “Celebro que no vinieran a despedirme en la Estación. Yo estuve ayer muy triste y acobardado todo el día, en la idea de venirme y dejarlos. Me habría faltado valor para la despedida”.29 Y cuando ya estaba radicado en Brasil, en varias oportunidades les confesará su temor de vivir la despedida con ellos en una estación de tren: “¿No estuve yo también tristísimo cuando me venía y los dejaba? Públicamente me habría echado a llorar si hubieran venido a despedirse en la Estación”.30 Con palabras tan sentidas como éstas les confiesa cuánto los quiere, pero también un rasgo de su personalidad que, muy probablemente, ellos no le conocían.
Esta especie de emocionalidad se mantuvo en la correspondencia de Uribe Uribe; en cartas en las que les hacía observaciones sobre sus cursos y el cuidado de su salud, les habla de su soledad. La soledad es un sentimiento que lo acompaña en su estancia brasileña. Algunas de las expresiones con las que se refiere a ella son dramáticas, como podemos observarlas: “Sin cartas de uds. ni de la casa, estoy más aburrido que perro con sarna”.31 “El aislamiento de esta prolongada ausencia en tierra extranjera se me ha tornado más sensible. Vivo tan solo! Largamente habituado a la vida de familia, esta existencia de hotel, esta falta de calorcito del hogar y del cariño de los nuestros, es carga pesada. Trabajar y más trabajar para distraerse, también cansa y enferma.”32 “[…] paso los días y las semanas algo triste. Cada vez que salgo a la calle y vuelvo a entrar, lo primero que hago es reparar si hay cartas, sobre mi escritorio; y es una decepción cuando no las hallo, después de tanto esperarlas.” La decepción vivida por no poder visitar a sus hijos en la navidad del primer año de separación le produjo un profundo estado de tristeza. No sólo anhelaba ese encuentro, sino que se lo había prometido a sus dos hijos. Su salario no llegó a tiempo y carente de fondos debió cancelar su viaje, por eso en la misma noche de navidad escribe: “La noche buena fue para mí noche mala. ¿Cuándo estaremos todos juntos en la casa, haciendo la tradicional natilla y los buñuelos? Un antioqueño no puede menos de sentirse triste cuando esta fiesta lo encuentra lejos de su familia”.33
En este ejercicio de escritura y comunicación continuos con sus hijos, Uribe Uribe les pide que lo consideren “no sólo como su padre, sino como su amigo”.34 Entiende que han crecido y ya los considera personas mayores. Podríamos pensar que busca establecer con ellos una relación afectiva distinta. Tal vez, por eso, se va a permitir confesarles, o enterarlos, de situaciones difíciles que ha tenido en su vida. El general, por las rivalidades políticas que había con el partido conservador, pero, incluso, también dentro del partido liberal, recibió muchos agravios. Recordemos que será la desenfrenada pasión política que vivía el país la que provocó su muerte. De esta manera comentaba él esas acusaciones:
Un jefe apasionado me calumnió en la guerra pasada, pero todo el mundo vió -y uds. lo saben bien- cómo al regresar a Bogotá, después de tres años de lucha, en que muchos hicieron su agosto, yo no tuve con qué pagar alquiler de casa, y tuve que salirme al campo, a la finca de un amigo, donde vivimos más de un año pobremente; y uds. saben que para sostenernos entonces y después he tenido que contraer deudas que todavía en dos años más apenas alcanzamos a pagar. Eso por lo que hace a honradez pecuniaria, en un solo caso, que en lo referente a los demás aspectos de mi conducta, desafían el examen de quienquiera, en la seguridad de no encontrar una tacha. Jamás vertí una gota de sangre mal derramada, ni arruiné ni maltraté a nadie, en una guerra en que tantos ganaron fama de crueles. En cuanto a la pureza de mis costumbres, ha sido, es y será de aquellas en que la maledicencia no osó nunca hincar su diente envenenado.35
Más adelante, como si quisiera prepararlos para situaciones que les tocara enfrentar, aunque acepta que se pudo equivocar, insistirá en que nunca pretendió hacer el mal. Con estas palabras, Uribe Uribe, hace una de sus más íntimas confesiones:
Por desgracia para esta frágil y falible naturaleza humana, no siempre es fácil distinguir entre la verdad, la mentira y la quimera, entre lo bueno y lo malo, ni entre la virtud y el delito. Por engaño o por pasión cree uno diariamente estar trabajando por el bien, y más tarde se persuade de que estamos al servicio del mal; o a sabiendas de que así es, no puede evitarlo, o volverse, porque no es libre para ello, a causa de que sobre su voluntad pesan otras voluntades más fuertes, o el curso de los acontecimientos. Lo digo por propia experiencia: siempre me he guiado por altos ideales; ha sido sana la inspiración que me ha llevado a obrar, nunca me animó una intención dañina. Se me acusa, sin embargo, de que -bien lejos de aumentar la suma de bienes de mis prójimos- contribuí a defender la de dolores y desgracias. Espero hacerme absolver de semejante cargo por mis contemporáneos; pero mientras tanto, hay debate sobre una conducta que supone indiscutible.
Estoy seguro de que les tocará a uds. una época en que la verdad estará menos oculta, y en que sea más visible la línea de separación entre el bien y el mal, para promover el primero y hacer guerra al segundo. Todo tiende a normalizarse en nuestro país; después de la confusión y oscuridad anteriores, en que no es raro que los mejor dispuestos nos extraviáramos, todo va entrando en orden y reposo, y así uds. tendrán menos ocasiones de equivocarse. Tanto quería yo comenzar una nueva vida, en esas condiciones de mayor libertad; lo harán uds. por mí, como continuadores de mi nombre y de mis ideas, y me consolaré pensando en que el bien que quise y no pude hacer, será obrado por uds., y que en alguna manera esas partidas pasarán al crédito de mi cuenta.36
En estas epístolas que el padre de familia Uribe Uribe escribe a sus dos hijos varones, va escalando el grado de confesiones, pasando de lo afectivo a lo secreto.
Las mujeres y el matrimonio
Probablemente la libertad absoluta de consentimiento matri monial de los hijos sea el rasgo que mejor define a los padres modernos. Pero éste fue un proceso gradual, que abarcó siglos. Lawrence Stone, autor que ya hemos nombrado, encontró anuncios de esta concesión en la Inglaterra del siglo XVIII. Durante mucho tiempo los padres, especialmente de las capas altas, se reservaban la aprobación de lo(a)s pretendientes de sus hijos e hijas. Rafael Uribe Uribe parecería mantenerse en la tradición, más que en la concepción moderna. Por razones familiares y patrióticas, casi prohibirá a Julián y Carlos Eduardo enamorarse de las mujeres chilenas. De manera tajante, así se los expresa:
No deben enamorarse en Chile. Si no es con intenciones serias de casarse con la muchacha a quien cortejen, malo, porque es una villanía hacerle perder tiempo y ocasiones de casarse con otro; y en Chile no deben casarse, no por otra razón que esta: o es para quedarse aquí, y eso sería defraudar las esperanzas del país y de su familia, que tanto aguardan de su vuelta; o es para llevarse la mujer a Colombia, y eso sólo sería ya un principio de desgracia, porque se la separaría de su tierra y familia, dando lugar a un conflicto irresoluble. Así pues, deben tener presente que el primer fundamento de su porvenir es volver solteros a Colombia, donde podrán casarse con lo mejor que haya en el país[…] Sépanlo desde ahora: jamás daré mi consentimiento para que se casen fuera del país. Cuando otra consideración no les baste, recuerden que sus padres los necesitamos como apoyo para nuestra vejez.37
La idea de matrimonio de Rafael Uribe Uribe es endogámica, en la que hay tanto de temor a la mujer extranjera, como intereses tan particulares como el cuidado en la vejez.
Para precisar a sus hijos la mujer ideal para el matrimonio, recuerda cómo eligió a su propia esposa Sixta Tulia Gaviria. Lo hizo, les dice, con el corazón, pero también con la razón. La mujer debe ser sana, robusta, no debe ser enfermiza, que pueda “dar” hijos fuertes. Les recomienda mirar los ancestros de la novia, que no tengan mala herencia genética. Y exalta de su esposa: “Su pureza, su fidelidad, su religiosidad sin fanatismo ni beatería, su laboriosidad como ama de casa, su apego al orden y al aseo, su don de mando y de gentes (recuerden cómo la quieren los sirvientes) e infinitas condiciones más que la hacen esposa y madre modelo, una verdadera santa”.38 Este sentimiento de virtud y pureza de las madres y esposas, casi alcanzando la santidad, fue construido por la Iglesia decimonónica y recreado en los hogares. Uribe Uribe, no obstante, como tratando de darles confianza les dice: “Supongo que uds. me darán a conocer esas señoras (sus futuras esposas) lo más tarde posible”.39
Uribe Uribe trató nuevamente el tema del matrimonio en varias cartas en las que comentó a sus hijos su oposición al matrimonio que pretendía su hija Adelaida. De alguna manera, él quería que lo entendieran y se pusieran de su parte en ese asunto tan espinoso para la familia. Según les decía, él no se oponía, sino que tenía suspendida la aprobación mientras obtenía más información sobre el joven Carlos Castro. Seguramente alguna información recibió que le sembraba dudas sobre la conducta del pretendiente. Días después, dio su aprobación y les dice a sus hijos:
Ojalá que uds. aprueben mi determinación; pero la lección que, sobre todo, quiero que deduzcan de lo ocurrido es ésta: la juventud no es excusa para calaveradas de mal gusto. Uno debe saber usar de su juicio desde temprano en la vida. Ya ven uds. cómo a Carlos Castro estuvo a punto de costarle su felicidad las francachelas a que se dejó arrastrar.40
Uribe Uribe, como podemos observar, era defensor de la patria potestad y de la consideración de que el padre era el responsable de la suerte y el honor de la casa.
Traemos a colación una curiosa observación del general a sus hijos, la cual versa sobre los besos. Creemos que no sería frecuente que un padre lo tratara con sus hijos, menos con sus hijas.
Por fortuna, nadie los besa, y uds. no besan a nadie. La insigne porquería del beso en la boca mata más gente que todos los cañones y fusiles de las guerras. Entre los japoneses, chinos y de más razas amarillas, entre los salvajes de casi todo el mundo, no se conoce el beso, y la tisis y la sífiles tampoco. Los dos van juntos. No besando ni dejándose besar, queda sólo por resolver el punto de los otros contactos, como queda dicho. Oido a la caja y vista a los microbios! Cadetitos!.41
Como podemos ver, su apreciación sobre los besos es absolutamente negativa. Militante del higienismo, sólo ve en ellos peligro, sin alcanzar a advertir el placer ni la sensualidad.42 En suma, Rafael Uribe Uribe, como muchos de sus contemporáneos, no conoció los besos.
En cuanto a la educación de sus hijas mujeres, Uribe Uribe buscó que tuvieran la educación más avanzada que existía en la época. Veló por que asistieran a los institutos que impartían a las señoritas una preparación en escritura, lectura, taquigrafía, historia, geografía, religión y labores de aguja. A sus hijas Tulia y Lila, desde pequeñas les contrató los mejores maestros de piano. Lila, en particular, llegó a ser una destacada intérprete de los nocturnos de Chopin. A ellas, también las fustigaba con que aprendieran a leer y escribir en francés. Tal vez conviene comentar que un sueño de Uribe Uribe fue llevar a estas dos hijas a Suiza para que tuvieran la más completa educación. En un momento en que parecían disipadas del estudio del piano, les escribió: “Parece que sólo estudiaron un poco para pescar marido, y una vez logrado, entregarse a la ignorancia y la dejadez. Cómo me contrista y desespera este modo de ser!”.43 Aunque la expectativa de la educación y el lugar social de las mujeres en la época eran bastante distantes, Uribe Uribe era un convencido no sólo de las virtudes, sino de las cualidades intelectuales de las mujeres.
Rafael Uribe Uribe, abuelo
Martine Segalen, antropóloga, etnóloga e historiadora, advirtió a fines del siglo XX el novedoso e importante papel que jugaban los abuelos en las fracturas de los hogares contemporáneos.44 En particular, ella señaló el apoyo económico y emocional que prestaban los abuelos en los momentos de divorcio o pérdida de empleo de las parejas jóvenes. Adicionalmente, mostró el fortalecimiento del vínculo de los abuelos y las abuelas con sus nietos, al pasar más tiempo con ellos, acompañarlos a sus colegios y compartir sus tareas. No obstante, a pesar de su fecunda investigación, desconocemos la historia del sentimiento desbordado de los abuelos hacia los nietos. Quiero considerar que el arrobamiento y la loca pasión que vivió Uribe Uribe tras la noticia del nacimiento de su primera nieta es una novedad. Que este abuelazgo tan feliz es un sentimiento absolutamente moderno. Embriagado de afecto por Luisita, la hija de su hija Luisa y su marido Carlos Urueta, cuando recibe el primer retrato de la niña escribe:
¿Cuándo iré a conocer mi dulce nietecita? Al ver su retrato he sentido reavivarse la llama de mi amor paternal, tal vez la pasión más fuerte de cuantas he tenido. Cuando vuelva, saldrá mi niña andando a mi encuentro, y yo creeré haber perdido de mi dicha todo el tiempo en que no he estado aparentando mi vista y mi corazón en su figura y cariño, desde que vino al mundo.45
En la misma carta describe la felicidad que lo invade: [En cuanto] “recibí el retrato de Luisita le puse marco y lo tengo sobre mi escritorio. Cuando tengo un motivo de cólera o de tristeza, o un desagrado cualquiera, sólo tengo que mirar a mi nietecita para que la nube se disipe, el alma se me ilumine de alegría y la sonrisa me anime el semblante”. Probablemente sea la distancia un factor importante en aumentar el sentimiento del abuelo, lo cierto es que va a declarar que es la emoción (él la llama pasión) más fuerte que ha vivido en su vida.
Uribe Uribe desarrolló tal sentimiento por su nieta que, quien lo hubiera escuchado, podría haber pensado que estaba delirando. Buena parte de su delirio estaba concentrado en exaltar la belleza de Luisita. Veamos la emoción con que lo hace:
También uds. habrán recibido el retrato y estarán encantados con su sobrinita. Qué primor, ¿no? ¡Qué deliciosa criatura! A mí me mandaron un ejemplar del retrato en carta o álbum y otro en tarjeta postal. ¿Saben lo que he besado en el primero? La pierna. Qué pierna! Qué pantorrilla más regordeta!, dura y bien torneada! Parece un bulbo de rábano blanco o de arracacha. Y qué cuentas estará sacando la china con los dedos? No será la de sus años. La de sus meses tampoco, pues nada tiene de enredada: cuando la retrataron le sobraba un dedo de la mano para contar sus meses. Valiente robustez! Luisa dice con mucha gracia que no le gusta el retrato en carta postal, porque no van a creer que es de veras su hija, sino una nena de la Emulsión de Scott. Se han fijado en cómo le ceñía el brazo la pulsera que le pusieron? Pero más me gustan las pulseras natu rales que la gordura le hace en las muñecas y las ajorcas que le forma en los tobillos. Es un hermoso ejemplar de una raza que, lejos de degenerar, se robustece. El desarrollo frontal que el retrato revela, es indicio de que dentro de ese cráneo van a caber muchas ideas.46
En distintas cartas pide que le envíen nuevas fotos de la niña y le cuenten cada gesto o sonido nuevo que haga. Es de comprender que el nacimiento de Luisita, trastornó también a la familia Uribe en Bogotá. En razón de esa conmoción, el padre emocionado dice: “Se explica que haya venido a ser la reina de la casa, yo también si estuviera allá, me sometería gustoso a su dictadura, que tiene más razón de ser que otras”.47 Y en el más exaltado delirio, fascinado con su nieta, le dice a sus hijos: “¡Viva Doña Luisa Urueta Uribe! Si para cuando crezca, son elegibles las mujeres, esa será gobernadora o presidenta. De fijo”.48
En la correspondencia de Uribe Uribe con sus hijos se introduce un nuevo personaje y tema, la nieta y sobrina, sobre la cual todos van a expresar palabras y sentimientos de cariño. Uribe Uribe comentará a sus hijos algo que lo tiene encantado: “Tulita (una de sus hijas) me mandó algo que vale más que todo el oro del mundo: un rizo de la nenita. Ya está en el guardapelo de la cadena del reloj. Es un primor de cachumbo, castaño y naturalmente ensortijado; suave como la seda”.49 El abuelo Uribe Uribe lleva ahora consigo el mechón de cabello de su nieta, el cual puede contemplar cada vez que mira el tiempo en el reloj. Mechón, que además -dice- “es un porte bonheur o amuleto de la buena fortuna”.50
Conclusión
Lejos estaba Uribe Uribe de ser un mal padre, según los cánones que se establecieron a fines del siglo XIX y se impusieron lentamente en el XX. Si al mal padre lo distinguía la carencia, la ausencia, Uribe Uribe prodigaba por su presencia, así fuera por cartas. Leonor Cecilia Pinto, quien ha estudiado la paternidad decimonónica en Colombia, percibe una valoración moral que separaba a los buenos de los malos padres.51 Los buenos eran los padres responsables con el sostenimiento del hogar, los que tenían buena conducta, pública y privada, y especialmente se guiaban por preceptos religiosos. Es comprensible que los malos padres fueran los que abandonaban el hogar y los hijos, y se entregaban al juego, el licor y la prostitución. Como pudimos ver, Uribe Uribe era sobre todo un padre moderno, que intentaba denodadamente suplir su ausencia con la escritura epistolar; lo había hecho durante las guerras, lo hacía ahora con sus hijos en razón de su cargo consular. Y esa presencia escritural la destinaba a influir en la educación de Julián y Carlos Eduardo, sus dos hijos adolescentes. Pero no estaba interesado en una educación tradicional, sino en una que los formara en disciplinas modernas. El segundo interés de las cartas paternales era el de velar por su salud y su bienestar. Las cartas fueron un canal casi cotidiano de comunicación, especialmente de sentimientos y afectos. Incluso de confesión íntima, privada, de vivencias de un padre solitario. Los cambios en la paternidad son un proceso gradual, vivido tanto por los hombres particulares como por las generaciones. Uribe Uribe fue un hombre de transición, que tenía rasgos modernos, especialmente laicos. Sin embargo, su parecer sobre el matrimonio de los hijos parecería anclarlo a la tradición. Pero éste fue un aspecto que presentó las mayores resistencias (por razones económicas, sociales, raciales y culturales) en toda América Latina y cuyos cambios se dieron muy lentamente.
Referencias
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Siglas
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Notes