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Activación de un patrimonio-territorial mexicano: el amaranto en Santiago Tulyehualco, Ciudad de México
Adriana Dennise Blanco Rodríguez
Adriana Dennise Blanco Rodríguez
Activación de un patrimonio-territorial mexicano: el amaranto en Santiago Tulyehualco, Ciudad de México
Ativação de um patrimônio-territorial mexicano: amaranto em Santiago Tulyehualco, Cidade do México
Activation of a Mexican territorial-heritage: amaranth in Santiago Tulyehualco, Mexico City
PatryTer, vol. 3, núm. 6, pp. 96-108, 2020
Universidade de Brasília
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Resumen: Santiago Tulyehualco es un pueblo originario de la alcaldía Xochimilco, que pertenece a la Ciudad de México y forma parte de uno de los pocos espacios rurales remanentes. El objetivo de este trabajo es identificar el potencial reivindicador del huauhtli –un cultivo ancestral, también llamado amaranto– como patrimonio-territorial de Santiago Tulyehualco, en resistencia ante el avance de la urbanización. La metodología utilizada, de carácter cualitativo, se basó en la perspectiva de personas originarias y residentes de la localidad, entre quienes se aplicaron cinco entrevistas a profundidad, con el fin de dar visibilidad a su cotidianidad, sus luchas y su resistencia. Los resultados obtenidos permiten inferir que el huauhtli es un elemento que estructura (directa e indirectamente) las vidas de los habitantes de Santiago Tulyehualco, por lo que podría ser considerado un patrimonio-territorial activado por la comunidad, que busca que se respete su derecho a seguir siendo campesinos dentro de una de las mayores ciudades del mundo.

Palabras clave:TulyehualcoTulyehualco,amarantoamaranto,patrimonio-territorialpatrimonio-territorial,espacio periféricoespacio periférico,resistenciaresistencia.

Resumo: : Santiago Tulyehualco é um povoado originário da prefeitura Xochimilco, que pertence a Cidade do México e forma parte de um dos poucos espaços rurais remanentes. O objetivo deste trabalho é identificar o potencial reivindicador do huauhtli –um cultivo ancestral, também chamado amaranto– como patrimônio-territorial de Santiago Tulyehualco, em resistência ante o avance da urbanização. A metodologia utilizada, de caráter qualitativo, se baseou na perspectiva das pessoas originárias e residentes na localidade, entre eles se aplicaram cinco entrevistas abertas, a fim de dar visibilidade a sua cotidianidade, suas lutas e sua resistência. Os resultados obtidos permitem inferir que o huauhtli é um elemento que estrutura (direta e indiretamente) as vidas dos moradores de Santiago Tulyehualco, o que poderia ser considerado um patrimônio-territorial ativado pela comunidade, que busca que se respeite seu direito a ser campesinos dentro de uma das maiores cidades do mundo.

Palavras-chave: Tulyehualco, amaranto, patrimônio-territorial, espaço periférico, resistência.

Abstract: Santiago Tulyehualco is an original town of Xochimilco, a municipality from Mexico City, and it is one of a few rural remainder spaces of the city. The aim of this article is to identify the vindicator potential of huauhtli –an ancestral crop, also named amaranth– as territorial-heritage of Santiago Tulyehualco, in resistance against the advance of urbanization. Methodology, of qualitative nature, was based in the perspective of people born and grown in the community, where five in-depth interviews were made in order to give visibility to their everyday life, their fights and their resistance. Obtained results allow to infer that huauhtli is an element that structures (direct and indirectly) the lifes of people of Santiago Tulyehualco, a reason to be considered a territorial-heritage actived by the community, which is in search to gain respect to their right to practice agriculture and to continue being farmers inside of one of the greatest cities of all the world.

Keywords: Tulyehualco, amaranth, territorial-heritage, peripheral space, resistance.

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Activación de un patrimonio-territorial mexicano: el amaranto en Santiago Tulyehualco, Ciudad de México

Ativação de um patrimônio-territorial mexicano: amaranto em Santiago Tulyehualco, Cidade do México

Activation of a Mexican territorial-heritage: amaranth in Santiago Tulyehualco, Mexico City

Adriana Dennise Blanco Rodríguez
UNAM, México, México
PatryTer, vol. 3, núm. 6, pp. 96-108, 2020
Universidade de Brasília

Recepción: 14 Agosto 2019

Aprobación: 24 Septiembre 2019

Publicación: 01 Septiembre 2020

Activación de un patrimonio-territorial mexicano: el amaranto en Santiago Tulyehualco, Ciudad de México

Adriana Dennise Rodríguez Blanco [1]

DOI: https://doi.org/10.26512/patryter.v3i6.26642

Como citar este artigo: Rodríguez, A. D. B. (2020). Activación de un patrimonio-territorial mexicano: el amaranto en Santiago Tulyehualco, Ciudad de México. PatryTer – Revista Latinoamericana e Caribenha de Geografia e Humanidades, 3 (6), 96-108. DOI: https://doi.org/10.26512/patryter.v3i6.26642

1. Introducción

Xochimilco es una alcaldía (de 16) perteneciente a la Ciudad de México. Localizada al sur (figura 1), se trata de un espacio heterogéneo con paisajes rurales que, no obstante su importancia ambiental y cultural, son hegemonizados por el orden urbano, ya que la extracción de los cuerpos de agua creó una relación de subordinación a la ciudad, que a su vez impuso a esta demarcación cambios de uso de suelo por el avance de la mancha urbana, modificaciones en la producción agrícola y alteraciones en el estilo de vida de la población (Salles, 1992).


Figura 1
Localización de Xochimilco
Modificado de INEGI (2018). En rojo se señala la ubicación de Tulyehualco.

Esta alcaldía está conformada por colonias que se añadieron, a partir de la década de 1960, al complejo entramado existente de 17 barrios y 14 pueblos originarios (figura 2), entre los que se encuentra Santiago Tulyehualco, localizado al oriente de Xochimilco. Tiene una ubicación privilegiada al colindar con dos alcaldías (Tláhuac y Milpa Alta) y ser una ruta de paso hacia Chalco, un municipio del Estado de México; antiguamente era un emplazamiento entre los lagos de Xochimilco y Chalco. La toponimia náhuatl Tulyehualco significa “en los cerros de tule”, una planta acuática utilizada para tejer diversos artículos (Gutiérrez, 2013).

Figura 2
Elementos territoriales originarios en Xochimilco

modificado de Medina (2007). Los nombres de los barrios y pueblos originarios están compuestos por un nombre católico (a menudo atribuido al santo patrono al que se encomendaban los conquistadores) y un nombre náhuatl. En negritas, se destaca el nombre de uso cotidiano entre los habitantes de Xochimilco.

Tulyehualco se denomina pueblo originario[i] de la zona montañosa de Xochimilco.

Actualmente tiene una extensión de 297 hectáreas de zona habitacional, 405 de tierra ejidal y 250 en la zona cerril. Se localiza a 39 kilómetros del centro de la ciudad –una distancia importante, que se ha reducido con la apertura de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro- y tiene un papel protagónico en la actividad comercial del sureste del Valle de México (Tapia, 2018), así como en el cultivo de almácigos –que posteriormente se resiembran en los cerros aledaños-, olivo, amaranto y actividad ganadera (De Jesús, Ramírez, Viesca & Thomé, 2017). Como el resto de Xochimilco, Tulyehualco presenta un contexto compuesto por espacios agrarios con rasgos originales de la cultura

xochimilca y espacios testimoniales de la herencia colonial, que implican una desvinculación geográfica y cultural de los pueblos originarios al ser sometidos por la ciudad como ordenamiento mayor (Salles, 1992).

Sin embargo, dentro de la identidad de Tulyehualco hay recursos que representan resistencia a la urbanización y una continuidad de la esencia del lugar: el cultivo y consumo de amaranto y olivo, así como la elaboración artesanal de nieve, que si bien tienen diversos orígenes, ambos aspectos han enraizado en el colectivo local (De Jesús et al., 2017). En especial el huauhtli (también conocido como amaranto o alegría) ha resultado en un elemento de resistencia para los habitantes de

Barrios originarios Pueblos originarios Belén de Acampa San Andrés Apóstol Ahuayucan El Rosario Nepantlatlaca San Francisco de Asís Tlalnepantla La Asunción Colhuacatzinco San Gregorio Atlapulco La Concepción Tlacoapa San Lorenzo Atemoaya La Guadalupita Xochitenco San Lucas Xochimanca La Santísima Trinidad Chililico San Luis Tlaxialtemalco Nuestra Señora de los Dolores Xaltocan San Mateo Xalpan San Antonio de Padua Molotlán Santa Cecilia Tepetlapa San Cristóbal Xallan Santa Cruz Acalpixca San Diego de Alcalá Tlacozpan Santa Cruz Xochitepec San Esteban Mártir Tecpanpan Santa María Nativitas Zacapan San Francisco de Asís Caltongo Santa María Tepepan San Juan Bautista Tlalteuhchi Santiago Apóstol Tepalcatlalpan San Lorenzo Tlaltecpan Santiago Apóstol Tulyehualco San Marcos Tlaltepetlalpan San Pedro Apóstol Tlalnahuac Santa Crucita Analco Importar tabla

Fuente: modificado de Medina (2007). Los nombres de los barrios y pueblos originarios están compuestos por un nombre católico (a menudo atribuido al santo patrono al que se encomendaban los conquistadores) y un nombre náhuatl. En negritas, se destaca el nombre de uso cotidiano entre los habitantes de Xochimilco.

este asentamiento originario, sujeto a las amenazas del crecimiento de la mancha urbana, la inseguridad y la proliferación de grupos delictivos en el sureste de la capital mexicana.

El objetivo de este trabajo es identificar, con base en la perspectiva de los habitantes de Santiago Tulyehualco, el potencial reivindicador del huauhtli como patrimonio-territorial de la localidad, con la finalidad de dar cuenta de los procesos de resistencia que se dan en un espacio periférico rural, tanto para conocimiento de los propios moradores de la localidad como para su reivindicación ante las prácticas e ideologías dominantes presentes en el ámbito urbano y en el cultural.

2. Posiciones cognoscitivas

La diversidad presente en Santiago Tulyehualco posibilita el análisis desde muchas ópticas; en este trabajo, el análisis se planteó desde la geografía humanista, puesto que el objetivo –analizar un cultivo como patrimonio-territorial de una localidad rural periférica- da cuenta de las luchas y resistencias que se dan en un marco contradictorio de urbanización dentro de un proceso mayor (la globalización) en diversas formas, tales como los haceres y saberes de esos grupos marginalizados (Costa, 2017). La geografía humanista es, de acuerdo con Holzer (1997), una disciplina que surgió del cuestionamiento de los padrones culturales y políticos instituidos hasta antes de las revueltas estudiantiles de 1968, y que se centra en el estudio de la acción y la imaginación humanas en el espacio, así como del análisis de sus productos.

La geografía humanista abarca dos corrientes pertinentes para este trabajo: por una parte, la geografía cultural, que aporta una manera de comprender los espacios como una realidad compleja a partir de quienes los viven, construyen y perciben (Fernández, 2006); lo que, en el caso de América Latina, facilita evidenciar la influencia indígena y mestiza en el territorio. Por otra parte, la geografía de la percepción es un enfoque cercano a la psicología que busca definir un espacio o actividad en función de una concepción, ya sea personal o colectiva (Vara, 2008), lo que le da una complementariedad a la corriente cultural. Al ser el pueblo de Tulyehualco un pueblo originario, con procesos históricos de asentamientos xochimilcas, colonización y posterior mestizaje, es ideal adoptar esta óptica para comprender el papel del amaranto en la vida del pueblo.

El elemento conceptual que sirve de anclaje para las perspectivas geográficas enunciadas es el de patrimonio-territorial[ii] que, de acuerdo con Costa (2016), es la resistencia perpetua en territorios periféricos dentro de la lógica de la división social (desigual), que incluye hechos, obras y sujetos históricos. Es decir, el patrimonio-territorial se concreta en elementos singulares y símbolos territoriales que resistieron la colonialidad del poder, cuyas formas y temáticas pueden ser muy diversas e incluir arte, prácticas religiosas, saberes, haceres y modos de vida.

El patrimonio-territorial en tanto resistencia permite valorar territorios de excepción a través de los sujetos, los productos de su trabajo y sus vínculos identitarios y sociales con el territorio, lo que involucra la realización de la vida en diferentes escalas, o sea, se trata de la experiencia espacial del sujeto, que contiene en esencia una lógica histórica de interacción sociedad-naturaleza y refiere a las múltiples identidades territoriales (ciudad, estado, país) que se viven de manera simultánea (Costa, 2017). La razón de su adopción en este trabajo radica en ese potencial conceptual reivindicador, y revelador de prácticas alternativas a las dinámicas globales (Costa, 2017; 2018).

La globalización creó condiciones para que surgieran con más fuerza los sectores populares con los que ella misma cometió negligencia (Santos, 2007). Siguiendo a Costa (2017), queda claro que es necesario que la activación de los elementos que permiten la resistencia de los sectores más oprimidos debe provenir de los mismos sujetos segregados –producto de la restricción estratégica de difusión de la riqueza y del trabajo–, ya que ha sido su trabajo, en tanto condición de existencia espacial, el que ha generado dichos elementos de resistencia ante el desarrollo geográfico desigual, dentro de su muy particular contexto, incluso con el potencial de cambiar una realidad impuesta a través de mecanismos de solidaridad construida de forma cultural y espacial. Por esas razones, el patrimonio-territorial representa una utopía de resistencia popular que afronta la ideología institucionalizada de legitimación colonial (Costa, 2018).

Es importante mencionar que el concepto patrimonio, si bien tiene un origen y aplicaciones profundamente eurocéntricos (Harrison, 2013), produce una importante cantidad de discusiones que rebasan diversas esferas (económica, social, política), por lo que puede referir a nuevos usos y perspectivas que pueden contribuir al reconocimiento de grupos y sitios que históricamente han sido marginados (Ribeiro, 2005; Gonçalves, 2005); en ese sentido el patrimonio-territorial, que ha sido negado o borrado de la historia oficial y por lo general no está institucionalizado, conlleva legitimar la diversidad de las memorias urbanas, y puede ser activado para dar visibilidad a los sujetos que las producen (Hostensky, 2018).

Para lograr este cambio en la valoración de los sitios periféricos, es necesario abordar la interacción sujeto-lugar-mundo, una epistemología situada en el sur y solidaridad popular, puesto que los sujetos se transforman a sí mismos al transformar el mundo en el que se insertan (Costa, 2017), convirtiéndose en los detentores reales del patrimonio-territorial.

La importancia de devolverle visibilidad a los lugares periféricos radica en la oportunidad – y obligación– de una mejor comprensión de las expresiones territoriales de la desigualdad, de renunciar a los centros histó- ricos como únicas referencias memoriales de las ciudades y de reivindicar las particularidades de esos espacios que suelen ser vistos únicamente como sitios-dormitorio (Bertoncello y Luso, 2016); al caso particular de Santiago Tulyehualco se suma la variable de la percepción generalizada en la ciudad como un lugar violento y peligroso[iii].

La metodología desarrollada, de carácter cualitativo, consistió en trabajo de gabinete para delimitar los conceptos y corrientes geográficas utilizadas y el diseño para el trabajo de campo, que consistió en cinco entrevistas a profundidad aplicadas a habitantes de Santiago Tulyehualco dedicados al cultivo de amaranto, elaboración y/o comercialización de productos derivados del

mismo. El instrumento metodológico se empleó en dos momentos, entre febrero y junio de 2019: A. Durante la Feria del Amaranto y el Olivo, uno de los eventos más icónicos para la localidad, de gran importancia cultural y económica (figura 3); B. Posteriormente con nuevas fuentes contactadas a partir de la técnica de investigación de bola de nieve (iniciada en el evento ya mencionado).


Figura 3
Un puesto en la Feria del Amaranto y el Olivo 2019, Santiago Tulyehualco

En la fotografía se muestran algunos de los productos elaborados con amaranto: galletas, alegrías, amaranto con chocolate, pan, obleas y mucho más.

acervo personal.

La finalidad de realizar entrevistas abiertas fue la de otorgar protagonismo a aquellos actores que por largo tiempo han sido invisibilizados, primero por los conquistadores y después por el ordenamiento urbano, pues Santiago Tulyehualco es una localidad periférica que se enfrenta a los embates de la urbanización acelerada de una de las ciudades más grandes de América Latina. La aplicación de esta metodología de investigación es coherente con el concepto de patrimonio-territorial al centrar la atención en aquellas personas apartadas de la lógica capitalista (y cuyo mismo aislamiento del circuito económico les ha permitido desarrollar diversas formas de resistencia).

3. Breve esbozo histórico de Santiago Tulyehualco

Aproximadamente en el año 1126, los xochimilcas –una de las tribus originales provenientes del mítico Aztlán (Escamilla, 1995)- fundaron Tulyehualco sobre el cerro del Teuhtli, antes de culminar su migración con la fundación de Xochimilco, en 1194. Tulyehualco fue conocido en esa época por la producción de petates y canastos (conocidos como chiquihuites), así como de amaranto (huauhtli) de gran calidad y nieves de los volcanes endulzadas[iv] con miel de maguey (Baca & Ojeda, 2000; Palma, 2004). Posteriormente, los xochimilcas fueron conquistados e integrados como región tributaria de Tenochtitlan en 1430, y entre los años 1480 y 1490 (época en la que se convirtieron en aliados de los mexicas) se construyó un dique que separó definitivamente los lagos de Chalco y Xochimilco, con lo que Tulyehualco se convirtió en un lugar de paso obligado para el comercio (Tapia, 2018).

Xochimilco fue conquistado por los españoles el mismo año que Tenochtitlan (1521), pese a su gran resistencia, y en 1525 la orden franciscana recibió la encomienda de Tulyehualco. A uno de sus frailes, Fray Martín de Valencia, se le atribuye la plantación de los primeros olivos en América, el reventado de la semilla de huauhtli con calor y su posterior preparación con miel para producir alegrías[v], así como la introducción del uso de leche y frutas de temporada para preparar las nieves tradicionales (De Jesús et. al., 2017; Gobierno de la Ciudad de México [GCDMX], 2018).

La introducción del olivo en Tulyehualco implicó que cientos de españoles se asentaran en el pueblo, lo que segregó el espacio y las relaciones sociales: los españoles se establecieron en el centro del poblado, mientras que la mano de obra indígena fue desplazada a la periferia o incluso a otros poblados del sur. Esto conllevó un crecimiento en el tamaño e importancia de las vías de comunicación del lugar, pero también a una fragmentación del territorio de Xochimilco y a un choque político entre la figura de autoridad española (el cabildo) y la indígena, que aún conservaba estructuras de poder que fueron entremezclándose con el catolicismo impuesto, (Medina, 2007). Durante esta época continuó el cultivo del huauhtli, como una práctica preservada por los indígenas.

En la época del México independiente, el Congreso Constituyente creó en 1824 el Distrito Federal –actual Ciudad de México-, con el fin de ser la sede de los poderes supremos de la Federación; Xochimilco formó parte de él de manera intermitente y con numerosos cambios. Entre 1895 y 1905 se desecó el lago de Chalco, se emprendieron obras para permitir el abastecimiento de agua potable a la ciudad y se estableció la ruta de tranvía Huipulco-Tulyehualco, hechos que modificaron el entorno; otro factor importante fue que, tras el apoyo que la comunidad de Tulyehualco brindó al ejército zapatista durante la Revolución, se recibieron 407 hectáreas de ejidos entre 1916 y 1917 (Gutiérrez, 2013), lo que brindó certeza a decenas de familias campesinas.

En la etapa contemporánea, durante las décadas de 1950 y 1960, existió un crecimiento exponencial en el sur de la ciudad gracias a la expansión de la infraestructura vial y urbana, con las construcciones del Anillo Periférico hacia el sur y su conexión con Xochimilco, la carretera México-Tulyehualco y algunos asentamientos planeados para los atletas y jueces de los Juegos Olímpicos de 1968, como son Villa Olímpica y Coapa (Salles, 1992).

Es importante señalar que en la década de 1950 se declararon extintos los manantiales de Xochimilco y comenzó a bombearse agua tratada a los canales para mantener su nivel (Programa Delegacional de Desarrollo Urbano de Xochimilco [PDDU], s/f), y también se inició la explotación de los pozos xochimilcas para el abastecimiento de agua potable de toda la ciudad, lo que indudablemente precipitó el deterioro ecológico que aqueja a la alcaldía. Tulyehualco, además de la afectación en la zona chinampera por la pérdida de calidad del agua, sufrió la colonización de suelo agrícola y la pérdida de soberanía alimentaria, así como el florecimiento de asentamientos irregulares favorecidos por el clientelismo político (Narchi y Canabal, 2016).

En la actualidad, Tulyehualco es descrito por el gobierno de Xochimilco como un pueblo con traza irregular debido a su ubicación, ya que se localiza en las faldas o partes altas del cerro, y que presenta serios problemas de invasiones a su suelo de conservación, lo que genera un crecimiento acelerado de asentamientos irregulares (PDDU, s/f).

Cabe mencionar que, debido a la clasificación binaria que se hace de los asentamientos en la Ciudad de México, éstos se dividen en núcleos rurales y urbanos de acuerdo con el número de habitantes; derivado de lo anterior, no abundan estudios individualizados sobre cada pueblo o barrio al interior de cada alcaldía, lo que ciertamente homogeniza la información sobre la población y no permite la identificación de necesidades específicas. Es por esta razón que Tulyehualco es descrito de manera genérica como un lugar con bajo índice de marginación, con predominio de la actividad comercial, carente de obras monumentales y con una alta concentración de transporte y servicios (PDDU, s/f); cuando la realidad, observada de manera directa por la autora y desde sus habitantes, es muy diferente y heterogénea, destacando el huauhtli como un elemento de continuidad dentro de la larga y fragmentada historia del asentamiento originario de Tulyehualco, y con potencial reivindicador para la comunidad.

4. El amaranto desde la visión de los habitantes de Santiago Tulyehualco

El amaranto es una planta herbácea del género Amaranthus (ver figura 4), que se distribuye en climas tropicales y templados secos alrededor del mundo; en el caso de México, éste se concentra en los estados del centro. La localidad de Tulyehualco destaca en el ámbito nacional, con el 88% de la producción total de amaranto de la Ciudad de México, lo que significó un estimado de 280 toneladas en 2012.


Figura 4
Amaranto, cultivo de subsistencia, existencia y resistencia
Acervo de la familia Franco Xolalpa (2007). Planta de amaranto.

El amaranto posee una importancia alimenticia e incluso ritual que se destacó desde la época prehispánica, al servir como sustituto en épocas de escasez de maíz y formar parte de las ceremonias a diversos dioses mexicas (De Jesús et al., 2017). Su presentación más conocida es en forma de cereal tostado, aunque también son aprovechables otras partes de la planta.

El cultivo del amaranto en Tulyehualco ha sido una constante. Autores como Gutiérrez (2013) y De Jesús et al. (2017) lo sitúan como un elemento identitario de la comunidad, al permanecer en los saberes y haceres de sus habitantes, pese a que en la actualidad está seriamente amenazado por el avance inminente de la mancha urbana. Por ese motivo resultó fundamental conocer el papel que este cultivo tuvo, y tiene, en la cotidianidad de los habitantes de Tulyehualco, ya que su permanencia histórica en la cotidianidad de Tulyehualco podría constituir una posibilidad de activar el huahtli como patrimonio-territorial como resistencia ante las amenazas que la urbanización representa para este espacio rural (y periférico) en particular.

Como se mencionó anteriormente, la metodología cualitativa aplicada consistió en entrevistas a profundidad, que de acuerdo con Robles (2011), es un modelo de plática de igual a igual para adentrarse en la vida del otro y así construir paso a paso la experiencia del otro, que

en este caso se utilizó con la finalidad de dar visibilidad a quienes normalmente no se encuentran en el foco de atención (institucional, mediático) debido a su situación periférica. La selección de los informantes –dos hombres y tres mujeres de diversas edades, desde adolescentes hasta adultos mayores– se dio gracias a la técnica aplicada de bola de nieve, que inició con personas que muestran sus productos en la Feria del Amaranto y el Olivo (realizada en febrero de 2019) y que tuvo como única condición que los entrevistados estuvieran relacionados con alguna parte del proceso del cultivo, transformación y/o comercialización del huauhtli, además de ser nacidos o residentes en Santiago Tulyehualco, mientras que el procedimiento para todas las entrevistas –que al ser abiertas carecieron de un guion preparado– fue el de conocer la experiencia personal con el huauhtli y con la propia localidad.

Posteriormente, las entrevistas se transcribieron y codificaron manualmente hasta delimitar grandes temas de interés en los que se utilizó análisis de contenido, que como esfuerzo de investigación oscila entre el rigor de la objetividad y la fecundidad de la subjetividad (Bardin, 2002) para ofrecer la perspectiva de los entrevistados. Los resultados más destacados, en relación con el objetivo planteado, se presentan a continuación en cinco apartados.

a) Historia familiar y tradiciones

El primer elemento en común en las entrevistas fue que el huauhtli resultó ser fuente de innumerables recuerdos para los entrevistados, desde un joven de 16 años hasta una profesora retirada. Sin importar la diferencia generacional, los testimonios seleccionados mostraron que el huauhtli tiene una fuerte presencia en las familias originarias de Tulyehualco, como se muestra en el siguiente fragmento de entrevista:

(…) yo me acuerdo que mi abuelo, inclusive ahora se sigue haciendo porque tenemos esa dicha, esa gracia, ese orgullo, esa oportunidad, de que mi esposo, que desde niño, así como mis hijos y mis hijas, desde niño con sus padres, con mis suegros, que crecieron siendo campesinos, desde niño aprendió a ser un gran campesino. Y digamos, yo ya soy la tercera generación, mis hijos son la cuarta, mis nietos son la quinta generación. Y así como a mis hijos mi esposo siempre los llevó con él y a donde quiera que llegan, si se trata de trabajo de campo, ellos tienen la oportunidad de participar, de opinar, porque ellos saben hacerlo (…), mi esposo iba con mis tres hijos, primero los tres varones y luego las niñas, iban con mi papá, me iban a ayudar. Decía mi papá, “carambas, a esos muchachos se les puede pagar como un peón”, y mis hijos, qué será, de diez, doce y catorce años, se llevan dos años. Pero eran niños, así como estos niños, y siempre se les ha llevado [al campo]. (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

El fragmento anterior muestra la continuidad generacional de una de las actividades que en la actualidad se enfrenta a más obstáculos y abandono: el campo. El amaranto ocupa a gran parte de la población de Tulyehualco, ya sea en cultivo, transformación o comercialización, y normalmente aquellos que aún siguen involucrados en las labores agrícolas tienen un antecedente familiar que se remonta a varias generaciones, lo que muestra que el amaranto tiene un papel importante en las historias de las familias originarias, mientras que aquellos que llegaron después a la comunidad suelen dedicarse a la reventa de los productos o a la transformación, como se podrá constatar más adelante.

También es importante mencionar que este cultivo logra que entre los habitantes de Tulyehualco se perciba un nexo indisoluble entre el ciclo agrícola y su historia familiar, creando un lazo de continuidad y de pertenencia con el propio territorio. Además, aporta saberes y haceres no sólo en el campo, sino también prácticas diversas –culinarias, artísticas, culturales– para la cotidianidad de esta comunidad, lo que constituye un potencial de patrimonio-territorial a ser activado en una de las localidades periféricas de la Ciudad de México, ya que los vínculos sociales identitarios de estas familias con el territorio de Tulyehualco incorporan necesariamente la experiencia espacial de los sujetos segregados (Costa, 2017).

b) Resistencia y derecho al campo

Ser campesino al interior de una de las mayores urbes de América Latina y del mundo no es una tarea sencilla. Es una actividad que enfrenta cada vez mayores obstáculos culturales, sociales, económicos y políticos, sin contar que resiente en gran medida el deterioro ecológico que se vive en todo el mundo, pese a proveer los alimentos para las personas de las ciudades que insertan a los campesinos en la dinámica social y económica bajo sus propias reglas, es decir, en una relación desigual y jerarquizada. Una de las entrevistadas expresó que

(…) con mayor razón si recibimos una palabra de aliento… ¿qué hacemos? A seguirle. No seguimos como que por compromiso, no. Ese seguimiento es como que con ímpetu. Es con gusto, con satisfacción, de participar, de cumplir, porque ahí están esos niños [los nietos] a quienes les ponemos el ejemplo, y así seguiremos. Hemos participado [en el] Primer Encuentro Nacional del Productor del Amaranto en Puebla, por el derecho de seguir siendo campesinos, porque los terrenos de siembra se están perdiendo, ¿qué va a pasar en el futuro, de dónde, cómo? ¿Qué es lo que vamos a comer? (…) Hemos estado por ejemplo en el Zócalo, con los pueblos indígenas, con la oportunidad que tenemos con el amaranto, de conocer las artesanías que tienen en todos sus estados, y es una maravilla convivir con ellos porque compartimos la hermandad… (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

Las preguntas que se hace la entrevistada abundan en el mundo académico también, en búsqueda de la supervivencia de la humanidad ante la crisis civilizatoria que enfrenta. En el caso de Tulyehualco, la urbanización es identificada como uno de los agentes de mayor amenaza al modo de vida de los agricultores que aún laboran y residen en la localidad:

(…) El lema es que las nuevas generaciones sigan conservando y sembrando, ya la mancha urbana está invadiendo la zona ecológica, ya va más de medio cerro (…) Desafortunadamente nos ha pegado, impresionantemente, pero pues, ¿cómo podemos rescatar esto? llevando a ellos [las nuevas generaciones] al campo… (Hombre de 40 años, originario de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

El avance de la mancha urbana ha sido uno de los mayores problemas no sólo de Tulyehualco, sino también de la alcaldía Xochimilco. Desorden, invasión al suelo catalogado como de reserva, opacidad en la posesión y propiedad de la tierra, reglamentación insuficiente e intereses políticos han llevado al ecosistema urbano lacustre al borde del colapso (Stephan-Otto, 2005), complicando la existencia y subsistencia de los agricultores que perduran en ese territorio. En tanto patrimonio-territorial, el amaranto puede ser pensado como un elemento de memoria y de naturaleza, pues, de acuerdo con Costa (2017), enaltecer su cultivo en este espacio periférico (mediante el trabajo de las familias originarias) permitiría la valoración de estos espacios agrícolas remanentes que permiten la subsistencia y existencia del poblado.

c) Problemas detectados en la localidad y en relación con el cultivo de amaranto

En la actualidad, la violencia en México es una realidad que no se puede ocultar; basta abrir un periódico, sea nacional o local, para ver correr las noticias sobre los altos índices delictivos, y Tulyehualco no es una excepción a esta tendencia. Incluso, dentro de la misma capital del país, hablar de Tulyehualco es sinónimo de un lugar peligroso y violento, como lo hace notar una entrevistada:

(…) ahora desafortunadamente se han venido a instalar, no digo que todos, pero muchas personas malas. Ya en donde quiera, pero por ejemplo aquí en Tulyehualco es una fatalidad, ya da miedo. Antes se podía… bueno, yo tuve una educación muy anticuada y no era de salir, de andar con amigas, nada; pero yo recuerdo, cuando era novia, que los muchachos se iban a los bailes, a mí, si me podían dar permiso, salía, pero ahora ya está muy peligroso, apenas mataron a un chico... (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

A este testimonio se suman varias notas periodísticas que refieren a crímenes y detenciones realizadas en esa localidad, sumado a la sensación de inseguridad en la capital del país, que los medios de comunicación se han encargado de retratar y cuya tendencia ha sido a la alza desde el relevo en el poder ejecutivo federal de 2018. Además de este problema estructural, los entrevistados dieron cuenta de la existencia de otro problema, el desinterés de las nuevas generaciones por el campo:

(…) Ya no quieren trabajar el campo, la gente se deshace de sus terrenos, entonces antes que otra cosa, damos gracias a Dios que nunca ni después tengamos ninguna necesidad de deshacernos [de nuestras tierras], siempre conservarlo para lo que es, para al servicio de los demás y para servicio propio (…) Entonces esa es una preocupación muy grande, y también que el campo no se acabe, que no se extinga, que haya personas que sigan interesándose, que les guste trabajar el campo, que obtengan la remuneración del campo, y esa es la gran preocupación. (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

En tercer lugar, y no menos preocupante, los entrevistados coincidieron en la existencia de mecanismos de competencia económica desleal en los ámbitos de transformación y comercialización del amaranto, en especial por parte de personas provenientes de otras localidades:

(…) los demás se dedican a la transformación y a la comercialización, inclusive hay tiendas que se dedican sólo a eso en Morelos, y ahora hasta son muy grandes, esas empresas. Han progresado mucho porque les hemos permitido nosotros, ellos han llegado a invadir con un producto que es mucho más barato, tal vez con la misma nutrición pero a muy bajo costo, entonces los que no son de aquí se dedican mucho a la transformación y comercialización, pero nada más. Llegan por el producto, lo compran y lo revenden. Entonces cuando nosotros somos productores, transformadores y comercializadores, la verdad es que es una friega todo el año en el cerro y eso es lo que te decía, nosotros nos llevamos la friega (…) Aparte hay que conseguir mercado de venta. Hay gente que nada más llega, compra y se va. Y sí, hay amaranto de Morelos, de Tlaxcala, que son dos, tres cosechas al año, pero usan fertilizantes químicos para calentar la tierra y acelerar el proceso, y nosotros no, todo es artesanal… (Mujer de 40 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

Los pueblos cercanos a Tulyehualco reportan una alta presencia de establecimientos que venden amaranto a granel o productos derivados del mismo, lo que habla de la importancia regional de este cultivo, que es cada vez más demandado conforme se va extendiendo el conocimiento sobre sus aportaciones y beneficios a la salud. No obstante, esta aproximación da cuenta de la existencia de mecanismos de competencia que no favorecen a quienes originan esta actividad, es decir, a los agricultores y transformadores, lo que puede agravar los problemas ya existentes al interior de la localidad y relacionados con el campo. Enaltecer el trabajo de estas familias a través de la activación del amaranto como patrimonio-territorial podría permitirles establecer nexos comunitarios más fuertes (incluso con quienes no son originarios de la localidad) para tomar medidas que protejan su actividad económica y modo de vida.

d) Identidad

El huauhtli es una parte innegable de la vida cotidiana de los habitantes y personas originarias de Tulyehualco, e incluso constituye parte de su ser, de su esencia. De acuerdo con el sentir de una de las entrevistadas:

(…) Para empezar, nací en la cuna de la alegría, yo soy originaria de Tulyehualco, y el amaranto desde el vientre lo consumí, por mi mamá, de padres campesinos también. Entonces, para mí ha sido vida, ha sido una satisfacción, ha sido una oportunidad enorme, el conocer, el consumir, el saber todo lo relacionado con el amaranto, vivir en el amaranto es lo máximo, un gran mérito. Lo que queramos hacer, hagámoslo con alegría. Es una oportunidad que la vida siempre me ha dado de sembrar, de aprovechar, de alimentarme, crecer, disfrutar, participar, logros, elogios… No sé si mi respuesta sea adecuada, pero es un gusto, han sido muchas satisfacciones. Lo llevo dentro. Y lo transmito. Es un honor poseer tantas maravillas (…) La alegría nos da la oportunidad de mantenernos activos y vivir muchas experiencias. El huauhtli o alegría es una semilla prehispánica, muy nutritiva, que representa para Tulyehualco una riqueza gastronómica y cultural. Saber y tradiciones son características del huauhtli, que crece en la región del Teuhtli. Es denominado el alimento de los dioses porque contiene todos los aminoácidos necesarios… el mejor alimento vegetal para consumo humano. Tulyehualco puede considerarse como uno de los pueblos más afortunados, es toda una oportunidad (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco. Entrevista realizada en junio de 2019).

Es indudable que la visión cambia de generación en generación. No obstante, en las cinco entrevistas fue evidente la importancia, el arraigo y la identidad que estas personas de la comunidad encuentran en el amaranto. Oportunidad, sustento, vida, tradición, herencia, valor, calidad artesanal, son algunos de los términos que estas personas utilizaron para referirse a este cultivo que emplea a muchas personas de la localidad (y también de otros sitios) y les permite continuar una actividad satisfactoria con una redituabilidad cambiante que no los desanima para continuar. Incluso, aunque de manera no tan estrecha, trabajar el amaranto (cultivo, transformación o comercialización), está ligado al uso y preservación del idioma náhuatl, lengua originaria del Valle de México y que aún es la lengua indígena más hablada de México (Summer Institute of Linguistics [SIL], 2019).

Como menciona Costa (2017), el patrimonio-territorial está presente en los elementos singulares de la historia, que se registran en símbolos territoriales (como es el caso del amaranto en Tulyehualco) y en la propia identidad, sea esta la del individuo, la del colectivo y la del territorio. El amaranto es un elemento transversal a todas ellas.

e) Eventos y reconocimientos oficiales

Un patrimonio-territorial, de acuerdo con las definiciones revisadas y adoptadas para este trabajo, no suele ser un bien institucionalizado o reconocido por parte de las autoridades. No obstante, en este caso en particular el amaranto sí ha tenido cierto nivel de reconocimiento institucional, aunque sin resolver la compleja distribución y propiedad de las tierras ejidales y comunales que existe en Xochimilco en general y en Tulyehualco en específico, ni los problemas que aquejan a esta actividad tradicional. Por ejemplo, desde hace 48 años se instauró una feria, denominada Feria del Amaranto y el Olivo, en donde los productores muestran sus productos ante potenciales compradores y visitantes, pero este evento fue propuesto por los propios pobladores; solamente hasta más tarde fue apoyado por el gobierno local a través de dispositivos de logística, como lo recuerda una de las entrevistadas:

(…) yo me acuerdo que cuando mi esposo ya participó, que no faltó el que dijo “¿cómo de aquí, pueblo de alegrilleros, [no] se va a vender [amaranto]? Entonces sí, el párroco con el coordinador [territorial] (…) fue los que tuvieron la idea, la iniciativa, porque cuando mi esposo empezó a participar en la feria, lo único que se llevaba era su anafre, con carbón, su comal, su escobita, un petate y una manta, y ahí estaba tostando. Inclusive su alegría la pesaba, la metía en las bolsas y le hacía su nudo, porque no había selladora. O a lo mejor las personas hacían la palanqueta con la plancha, pero yo creo que eran planchas de carbón, que por cierto yo conservo algunas, muy bonito (...) Pero ya son creo cuarenta y siete años de la Feria… Cuarenta y ocho. (Mujer de 75 años, originaria de Tulyehualco, Entrevista realizada en junio de 2019).

Además de la Feria, existe el Sistema Producto Amaranto, un esfuerzo de iniciativa de productores locales para homologar condiciones de cultivo, transformación y comercialización del amaranto dentro de la comunidad. Otra de las muestras de interés por parte de las autoridades en el cultivo de amaranto en Tulyehualco se refleja en la declaratoria del amaranto como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, instaurado en junio de 2016 para promover su consumo y con reconocimiento de la UNESCO. Pese a este indicio de patrimonialización institucional, la realidad en Tulyehualco es que este nombramiento no influye en las condiciones de vida de la localidad, al ser de hecho algo prácticamente desconocido entre los habitantes del resto de la ciudad[vi], por lo que la adopción del amaranto como patrimonio-territorial de la localidad es una posibilidad real de dar cuenta de su importancia para la existencia y resistencia de una herencia originaria, rural, periférica y subalternizada que se niega a desaparecer.

5. Conclusiones

A partir de las entrevistas realizadas, se observó el particular énfasis que hacen los agricultores, procesadores y comerciantes de huauhtli en el papel estructural que tiene este cultivo en su vida cotidiana. Familias enteras dependen de él, tanto para subsistir como para tener empleos redituables, y han encontrado en esta planta un modo de vida. Subrayan que uno puede vivir del amaranto, y como comunidad manifiestan el deseo de que sea más conocido para que el consumo aumente, los beneficios que trae para la salud sean ampliamente difundidos y mejoren sus propias condiciones de vida.

Es así que la cotidianidad emerge como recurso analítico para dar cuenta de la lucha que esta comunidad originaria está emprendiendo contra la urbanización, puesto que el amaranto está presente en los platillos, bebidas, trabajos, familias e imaginario de los habitantes de Santiago Tulyehualco, a diferencia del resto de la ciudad, en donde es menos conocido y no está asimilado aún como parte de los saberes y haceres urbanos.

La lucha emprendida no es solamente contra el avance de la mancha urbana, sino también contra otros elementos que la urbanización trae consigo, como un pensamiento homogeneizado respecto a la dominación ideológica y tangible de las ciudades sobre otras formas de existencia, resistencia y re-existencia (presentes en grupos indígenas, grupos sociales etiquetados como minoritarios y los propios espacios periféricos de las ciudades), el dominio del patrón civilizatorio insostenible y el divorcio aparente entre sociedad y naturaleza, que es necesario para la subsistencia del capitalismo. En ese sentido, el amaranto también tiene una presencia fundamental, al crear aún nexos sociales y territoriales en Tulyehualco.

Asimismo, los habitantes reconocen en el amaranto una forma de resistencia a diversas presiones a nivel colectivo y también personal. Estos atributos –tanto la cotidianidad como su papel activo en la generación de empleos, haceres y saberes– hacen del huauhtli un elemento patrimonial-territorial que tiene potencial de ser activado de manera popular, para generar un reconocimiento a Santiago Tulyehualco como un pueblo en resistencia a través del cultivo, procesamiento y comercialización de amaranto y sus derivados.

Los intentos de incorporar al amaranto como un elemento patrimonial institucionalizado, es decir, bajo las lógicas globales del mercado, no arrojan resultados relevantes para una mejora en las condiciones de vida de estas personas, porque para empezar su condición periférica y subalternizada los inserta en otro tipo de circuitos que constituyen una verdadera resistencia, de ahí la pertinencia de estudiar a esta localidad desde el marco teórico-conceptual del patrimonio-territorial pese a la existencia de una denominación oficial por parte de UNESCO, una de las instituciones que potencia la patrimonialización global (Costa, 2015).

El huauhtli está presente en la cotidianidad y en la perdurabilidad de Tulyehualco. Tiene raíces en los saberes y haceres de una comunidad originaria que continúa resistiendo ante diversas amenazas (en este caso, la urbanización y la violencia), cuenta con cierta capacidad organizativa por parte de los habitantes de la localidad (debilitada por la llegada de personas ajenas a la localidad y que no comparten su sistema de valores y creencias), quienes tomaron la iniciativa para dar a conocer su patrimonio personal y colectivo de manera no institucionalizada y popular, y es la base de una actividad económica que sostiene a gran parte de la comunidad.

Como patrimonio-territorial, el huauhtli es la base para la comprensión y valoración existencial de esta comunidad periférica de la Ciudad de México. Es un cultivo, pero también es la base de una comunidad, un punto de encuentros y desencuentros, parte de la vida diaria, herencia ancestral, unión familiar, resistencia ante la urbanización, oportunidad y alternativa en un mundo cada vez más globalizado y menos solidario, recuerdos e identidad, lo que le confiere un estatus híbrido de elemento cultural-ambiental.

Parte de la respuesta a las preguntas que se planteaba una de las entrevistadas (¿Qué vamos a comer? ¿De qué vamos a vivir?) necesariamente tiene que provenir de las personas que el sistema ha dejado de lado, pues ellas han desarrollado en sus saberes y haceres verdaderos núcleos de resistencia, como se comprobó en el caso del amaranto para la localidad de Tulyehualco. Esta planta, además de su aporte nutricional, ha logrado mantener viva a una de las comunidades originarias remanentes del Valle de México, uno de los núcleos culturales, económicos y sociales más importantes en la Mesoamérica prehispánica; y aún tiene mucho que aportar, tanto para la vida de los lugareños como para la del resto de la ciudad e incluso del país y la región latinoamericana, ya que propone una base alimenticia sana, tradicional y con capacidad de cohesionar a las familias que aún poseen tierras de labor y pueden trabajarlo.

Agradecimientos

A la familia Franco Xolalpa por su colaboración, amabilidad y apertura para permitirme hacer este artículo, en especial a la profesora Odilia Xolalpa Jiménez. Gracias por esta breve introducción al mundo mágico del campo.

También a Andrea Reyes Aguilar por la elaboración de la cartografía.

Material suplementario
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Notas
Notas
[i] Un pueblo originario, de acuerdo con Medina (2007), puede definirse como una antigua comunidad rural mesoamericana, cuyo carácter dinámico le permitió reinventarse y prevalecer dentro de las presiones urbanas en las que se inserta, manteniendo sus especificidades culturales y una representación política propia.
[ii] Otra postura teórica, si bien se enmarca en otras disciplinas y con un marco conceptual diferente, es la que toma De Jesús et al. (2017), al hablar de “un acoplamiento que conforma un sistema de patrimonio-territorial, en el que quedan incluidas las características físicas, naturales y culturales”. Puede revisarse esta publicación para ampliar la construcción de este concepto y debatir su uso en diversas ciencias sociales.
[iii] Diversos trabajos periodísticos mencionan que Tulyehualco es considerado un foco rojo de actividad delictiva y criminal, debido a su colindancia con Tláhuac y su cercanía con Valle de Chalco, otros puntos del sur de la metrópolis que presentan altos índices delictivos, además de una zona montañosa en la que es difícil perseguir los delitos. En conjunto, estos puntos constituyen una zona muy atractiva para los grupos criminales que existen en la Ciudad de México. Para más información, se puede consultar la nota del 6 de julio del 2019, en el periódico de circulación nacional Milenio Alcalde busca que Xochimilco tenga tres cuarteles de la Guardia Nacional, disponible en el link https://www.milenio.com/policia/guardia-nacional-acalde-xochimilco-propone-zonas-cuarteles.
[iv] De acuerdo a Baca y Ojeda (2000), el antecedente directo de las nieves tradicionales se remonta a la época prehispánica. Los corredores mexicas traían nieve de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl en sacos de piel recubiertos con fibras de ixtle (para que no se derritiera), la llevaban a preparar a Tulyehualco, y se vendía en el mercado de Tlatelolco, en conos formados con hojas, en donde era rociada con miel de maguey, miel de tuna, miel de avispa o miel de maíz, según el gusto del cliente. Por su rareza, era uno de los productos más caros.
[v] Si bien el origen del término alegría aplicado a esa preparación no se conoce con certeza, una de las historias populares más aceptadas es que a Fray Martín de Valencia se le ocurrió mezclar miel con el amaranto reventado, y al dárselo a probar a los indígenas, éstos brincaron de alegría y de ahí se desprende el nombre.
[vi] Esta afirmación, si bien puede parecer muy generalizada y carecer de sustento teórico, es producto del trabajo de campo previo a la aplicación de las entrevistas abiertas, hecho durante la Feria del Amaranto y el Olivo entre los visitantes (observación participante y no participante).

Figura 1
Localización de Xochimilco
Modificado de INEGI (2018). En rojo se señala la ubicación de Tulyehualco.
Figura 2
Elementos territoriales originarios en Xochimilco

modificado de Medina (2007). Los nombres de los barrios y pueblos originarios están compuestos por un nombre católico (a menudo atribuido al santo patrono al que se encomendaban los conquistadores) y un nombre náhuatl. En negritas, se destaca el nombre de uso cotidiano entre los habitantes de Xochimilco.

Figura 3
Un puesto en la Feria del Amaranto y el Olivo 2019, Santiago Tulyehualco

En la fotografía se muestran algunos de los productos elaborados con amaranto: galletas, alegrías, amaranto con chocolate, pan, obleas y mucho más.

acervo personal.

Figura 4
Amaranto, cultivo de subsistencia, existencia y resistencia
Acervo de la familia Franco Xolalpa (2007). Planta de amaranto.
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