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Paisaje industrial y sus representaciones: La fábrica “La Parisiense” de Guadalajara durante el Porfiriato
Paisagem industrial e suas representações: A fábrica “La Parisiense” de Guadalajara durante o Porfiriato
Industrial landscape and its representation: The “La Parisiense” factory during the Porfiriato
Paisaje industrial y sus representaciones: La fábrica “La Parisiense” de Guadalajara durante el Porfiriato
PatryTer, vol. 1, núm. 2, pp. 1-12, 2018
Universidade de Brasília
Recepción: 17 Marzo 2018
Aprobación: 06 Agosto 2018
Publicación: 27 Septiembre 2018
Resumen: Se presenta un estudio histórico consistente en la deconstrucción de imágenes fotográficas y pictóricas de un paisaje industrial inserto en Guadalajara, la fábrica de jabones y perfumes La Parisiense, fundada en 1892. Tales representaciones, al igual que muchas otras, se utilizaron como vehículo de socialización y legitimación del régimen de Porfirio Díaz Mori, quien gobernó México durante el período 1877-1911. El tendido de una amplia red ferroviaria configuró nuevas articulaciones territoriales e impulsó el desarrollo industrial. Las lecturas reales y simbólicas del pasado se enlazan con una mirada actual del vestigio industrial de La Parisiense el cual afronta un doble embate, la degradación física y el olvido social, de ahí que la valorización del patrimonio cultural encuentre un aliado en el poder de las imágenes.
Palabras clave: Guadalajara, Porfiriato, representaciones del paisaje industrial, patrimonio cultural.
Resumo: Este é um estudo histórico que consiste na desconstrução de imagens fotográficas e pictóricas de uma paisagem industrial localizada em Guadalajara, a fábrica de sabonetes e perfumes La Parisiense, fundada em 1892. Tais representações, como muitas outras, foram utilizadas como veículo de socialização e legitimação do regime de Porfirio Díaz Mori, o qual governou o México durante o período 1877-1911. O estabelecimento de uma ampla rede ferroviária configurou novas articulações e impulsionou o desenvolvimento industrial. As leituras reais e simbólicas do passado se envolvem com um olhar atual do vestígio industrial de La Parisiense, o qual coloca um duplo embate: a degradação física e o esquecimento social. Isso sugere que a valorização do patrimônio cultural encontre um aliado no poder das imagens.
Palavras-chave: Guadalajara, Porfiriato, representações da paisagem industrial, patrimônio cultural.
Abstract: A historical study is presented consisting of the deconstruction of photographic and pictorial images of an industrial landscape inserted in Guadalajara, the La Parisiense soap and perfume factory, founded in 1892. Such representations, like many others, were used as a vehicle of socialization and legitimation of the regime of Porfirio Díaz Mori, who governed Mexico during the period 1877-1911. The establishment of an extensive railway network configured new territorial articulations and promoted industrial development. The real and symbolic readings of the past are linked to a current look at the industrial vestiges of La Parisiense which faces a double confrontation: physical degradation and social oblivion, hence the valorization of cultural heritage finds an ally in the power of the images.
Keywords: Guadalajara, Porfiriato, representations of industrial landscape, cultural patrimony.
Paisaje industrial y sus representaciones: La fábrica “La Parisiense” de Guadalajara durante el Porfiriato
1. Introducción
La ciudad de Guadalajara, con poco más de cinco millones de habitantes ha desarrollado históricamente una función de nodo regional del centro-occidente de México: por su carga demográfica se sitúa como la segunda metrópoli mexicana. Fundada el 14 de febrero de 1542, desde sus inicios configuró un tejido urbano segregado: la ciudad central española se rodeó de núcleos indígenas posteriormente asimilados por la ciudad central: Mexicaltzingo (sur), Analco (oriente) y Mezquitán (norte).
Dichos nombres aluden hoy a barrios emblemáticos, los dos primeros contiguos al primer cuadro de la ciudad. Entre Guadalajara y Mexicaltzingo cruzaba el arroyo el Arenal - hoy Av. La Paz -, factor que contribuyó en marcar identidades. Según Núñez (2003, p. 20) “los primeros pobladores de este barrio fueron indios traídos de México por el virrey Antonio de Mendoza en 1541”, lo que se tradujo en un desarrollo simultáneo entre Mexicaltzingo y Guadalajara, capital de la Nueva Galicia. Es por ello que la figura de protección patrimonial se denomina “Centro histórico, barrios y zonas tradicionales de Guadalajara”.
A objeto de contextualizar los hechos, conviene subrayar que en 1888 Guadalajara se articuló con la ciudad de México mediante el ramal occidental del Ferrocarril Central Mexicano. La estación, emplazada a la mitad entre Guadalajara y Mexicaltzingo propició el reforzamiento de vínculos entre ambos núcleos. La infraestructura ferroviaria derivó en factor de localización industrial y desencadenó transformaciones espaciales como la creación no planificada de un perímetro fabril que se mezcló con el uso residencial y comercial.
La etapa era propicia: el fenómeno industrializador en México se vigorizó durante el régimen presidencial de Porfirio Díaz Mori, periodo dictatorial que cubrió de 1876 a 1911 conocido genéricamente como Porfiriato. Las primeras ocho décadas del siglo XIX mexicano estuvieron marcadas por la inestabilidad política, el arribo de Díaz al poder y la aplicación de los principios de libertad, orden y progreso permitieron conseguir la calma necesaria para perfilar una nación moderna. Tal capítulo histórico se caracterizó por el cultivo de principios liberales que contribuyeron a configurar nuevas articulaciones territoriales: destaca el tendido de la red ferroviaria más extensa que se haya construido en México y que significó uno de los pivotes para dinamizar nuevos territorios.
Aunque más centrada en el comercio y la actividad agroganadera en su territorio circundante, Guadalajara desdobló en la periferia inmediata y en espacios interiores un modelo industrial en el que dominaba la pequeña escala, atributo observable en Mexicaltzingo. Así se explica la presencia de empresas como La Parisiense, fábrica de jabones y perfumes que destacó por la calidad de sus productos. Esto incluyó la presentación cuidada de los mismos y por fortuna el MODO (Museo del Objeto de la Ciudad de México) conserva algunos ejemplares de envolturas de jabón (figura 1) y otros productos finos como el polvo dentífrico Tri-ol.
Un vehículo utilizado para socializar las bondades del régimen y testimoniar la materialización del progreso fue la publicación de álbumes que privilegiaron la difusión de paisajes, representaciones que enfocan la mirada en territorios culturizados. La labor fue apoyada por iniciativas de personas afines al régimen cuya motivación habría sido una mezcla de genuino reconocimiento hacia los avances observados, el desarrollo de nuevos productos editoriales y el espíritu empresarial.
La cultura de la imagen fue clave no solo para las personas instruidas, en el año 1895 el 82 % de la población mexicana mayor de 10 años no sabía leer ni escribir (Inegi, 1985, p. 90) lo que ayuda a entender que las fotografías, pinturas y litografías conformaran un repertorio asimilable en forma casi universal y que hayan constituido una plataforma mediadora entre los lugares y la gente, entre los discursos del poder y la población.
Las fotos de La Parisiense que analizamos proceden de El Álbum de la Paz y el Trabajo editado por Ireneo Paz Flores (1836-1924), personaje nacido en Guadalajara. La obra data de 1910 y fue motivada por la celebración del Centenario de la Independencia. Constituye un acervo documental que permite, a través de las imágenes y textos adentrarse en la caracterización de la industria y de sus representaciones paisajísticas. También aprovechamos una pintura de paisaje publicada en forma independiente la cual habría pasado por el proceso de reproducción litográfica.
Asumimos una perspectiva del patrimonio en sentido amplio: a las piezas materiales, es decir, a los edificios, se suman sus representaciones gráficas y literarias. De la dimensión intangible del patrimonio se incorpora preliminarmente una aproximación a la memoria de los habitantes del lugar que constituye un indicador de pertenencia y otorga sentido social al patrimonio. A su vez, todos los ingredientes constituyen materia prima para alimentar la discusión sobre la pertinencia de conservar testimonios físicos y documentales de los edificios.
2. Irineo Paz Flores y el Álbum de la Paz y el Trabajo
El espíritu emprendedor de Ireneo Paz Flores facilitó que el Álbum de la Paz y el Trabajo viera luz después de muchas dificultades. El compendio aporta noticias sobre las entidades de la República y los avances en materia industrial ocupan una posición central. Su colorida portada elaborada en papel cartoncillo y cuya autoría no se consigna, sintetiza la esencia del proyecto. Los valores que representan la paz y el trabajo son personificados por una mujer y un hombre. La paz con las alas abiertas muestra una indumentaria propia de la cultura clásica europea, mientras que el trabajador está ataviado con un overol y en su mano izquierda sostiene un martillo.
El fondo del cuadro, que refuerza el tratamiento paisajístico presenta un dominio terrestre y otro marítimo. En el primer caso se incrusta una planta industrial en la que sobresalen sus humeantes chimeneas, lo que se complementa con un poste que simbolizaría la labor de electrificación y el desarrollo de la telegrafía. El entorno marítimo arranca con un ancla y más allá tres navíos que mostrarían a México como un país abierto al mundo (figura 2).
Ireneo Paz, además de ostentar el título de abogado desplegó talento como escritor y periodista. Participó en la Guerra de Reforma, en la intervención francesa y ocupó diversos cargos públicos como magistrado y Secretario del gobierno del estado de Colima. Sobre él, su nieto Octavio Paz (1997, p. 4) comentó “supe que había sido un hombre muy activo: había conocido las penalidades y la camaradería de la guerra, las agitaciones de la política, los torbellinos del periodismo y el silencio del cuarto de escritor” (1997, p. 4).
Anota que su abuelo llegó a cultivar amistad con Porfirio Díaz aunque su entusiasmo “se enfrío” porque lamentaba que “no se hiciera nada por encaminar la nación a una verdadera democracia” (Paz, 1997, p.4). No obstante, su cordura lo llevó a considerar que Díaz “hizo más bien que mal. Su pecado fue la ceguera y la sordera de sus últimos años: no quiso dejar el poder y su terquedad provocó el terrible estallido de la Revolución” (Paz, 1997, p. 4).
El “bien” materializado por la administración porfirista es lo Ireneo Paz que habría intentado plasmar en su álbum que tiene un formato de 38 por 53 centímetros. En cuanto a su extensión el ejemplar al que hemos tenido acceso cuenta con 350 páginas, desconocemos si está completo, dado que no se encuentra paginado y tampoco ha sido posible saber el tiraje ni la casa impresora. Paz (1910) manifestó en el prólogo su deseo de publicar una obra “que contuviera nuestra historia evolutiva de los últimos treinta años de paz que hemos disfrutado, con los monumentos, los edificios, los talleres que se han levantado y el desarrollo que han tenido nuestra industria y la riqueza nacional hasta un grado increíble” (1910).
El texto sirve además para conocer las dificultades de financiamiento
“principalmente por la desconfianza que han sabido sembrar los estafadores que han recorrido el país ofreciendo publicaciones de parecida índole de manera que para realizar nuestro trabajo, hemos tenido que hacer gastos de cuantía, principalmente en agentes algunos de los que solo dieron resultados negativos” (Paz, 1910)
En paralelo habría solicitado “hasta con insistencia” a todos los gobernadores de los estados de la república que enviaran su biografía y retrato, sin embargo “algunos no contestaron y otros lo hicieron con evasivas” (Paz, 1910).
El resultado fue que la edición sufrió cinco años de retraso, parte de los colaboradores demoraron sus envíos. Además de que las páginas no fueran numeradas tampoco se insertó un índice ya que fue imposible completar los materiales y dar por cerrado el documento como era esperable lo que no impidió a su editor afirmar “llenos de orgullo presentamos nuestro trabajo, no como el único, no como el incomparable, no como el más perfecto, sino solamente como el mejor que hasta ahora se ha hecho en México” (Paz, 1910).
El mecanismo de producción explica que los contenidos resulten heterogéneos ya que la obra dependió de respuestas provenientes de todo el país y al ser desiguales el margen de maniobra era limitado. En el afán de identificar un aspecto positivo de tal esquema de trabajo, los contenidos del Álbum de la Paz y el Trabajo reflejan discursos e imaginarios construidos desde lo local y eso otorga un atributo enriquecedor.
Entre los textos, seguramente escritos por diversas plumas, se mezclan lenguajes: reproducciones litográficas, grabados y viñetas pero la fotografía ocupa una posición dominante. Dadas las motivaciones del documento sobresale el paisaje industrial unas veces presentado fotográficamente y en otras mediante representaciones panorámicas procedentes de dibujos arquitectónicos de alzados o de vistas panorámicas, un género que prosperó en diversos países inmersos en el proceso de industrialización.
3. La Parisiense de Guadalajara: industria exitosa
La fábrica de jabones y perfumes La Parisiense fue fundada en 1892 según consta en una plana completa a dos columnas que le dedicó el Álbum de la Paz y el Trabajo. Manuel Robles Gil Tolsá (1861-1921), empresario de Guadalajara aparece como Director, Gerente y Fundador, lo cual correspondería al año 1910.
El caso encierra interés de cara al análisis de las representaciones del paisaje industrial en Guadalajara ciudad que en el año 1910 contaba con 119,468 habitantes (Inegi, 1985, p. 27).
Un aspecto deficitario sobre la historia de La Parisiense era su localización precisa, más aún si se considera que estaba asentada en dos edificios. Ello fue subsanado gracias a la búsqueda realizada en el Atlas Catastral de Guadalajara de 1914, así pudimos saber que ambas sedes eran contiguas, ubicadas sobre la calle Manzano y mediadas por la calle Epigmenio González, esto a 13 calles de la catedral. Para facilitar la diferenciación las denominamos en lo subsecuente La Parisiense 1 (figura 3) y La Parisiense 2 (figura 4).
Como parte de la estructura económica, la elaboración de jabón era marginal en Guadalajara. Para el año 1907 la fabricación “textil y ropa” concentraba al 16.36 % del empleo industrial mientras y el de “harinas y pan” ocupaba al 12.62 % por lo que fueron las dos especializaciones más importantes, en tanto la producción de jabón apenas representaba el 1.14 % (Magaña, 1992, p. 114). Pero desde el punto de vista tecnológico y de calidad de sus productos La Parisiense debió ser la
empresa líder dejando atrás a los talleres artesanales, aunque sus productos en realidad respondían a nichos de mercado diferenciados. Las exposiciones internacionales, escaparate para mostrar avances industriales permitieron a La Parisiense obtener, entre otros, dos diplomas de honor en París (1900), medalla de oro en St. Louis Mo. (1904) y diploma de honor en Boston (1908) según se lee en el Álbum de la Paz y el Trabajo.
Adolfo Dollero (1911, p. 430) en su relato viajero México al día, dejó testimonio de su visita a la fábrica
“produce mercancía verdaderamente buena y bien presentada…importa las esencias y parte de la materia prima de Italia, de Francia y de Alemania. Anexas hay también una imprenta y litografía, y una fábrica de cajas de cartón. Se usa para fabricar el jabón aceite de semillas de algodón, y para los jabones finos el aceite de nuez de palma”.
La nota sobre la existencia de un taller editorial da cuenta de una industria paralela que se complementaba productivamente con el giro básico y también explicaría la importancia otorgada a fomentar una imagen corporativa, la caja de jabón antes mostrada formaría parte de tal estrategia.
La historia de la empresa se puede dividir al menos en dos grandes etapas, la que va de sus inicios en 1892 al año 1907 cuando fue dirigida por Robles Gil quien probablemente no contaba con socios. El 13 de junio de ese año, con el ingreso de accionistas de origen francés se protocolizó la razón social “La Parisiense S.A. Fábrica de Jabones y Perfumes” (Valerio, 2015, p. 273). A partir de entonces arrancaría la segunda etapa que se prolongaría hasta inicios de la década de 1920 cuando dejó de existir. El texto sobre La Parisiense inserto en el Álbum de la Paz y el Trabajo, fiel a su intención de ensalzar el progreso alcanzado durante el Porfiriato inicia con alusiones al jurisconsulto Don Emeterio Robles Gil “uno de los hombres más notables y más populares que ha tenido Jalisco” para luego referirse a su hijo “el señor Manuel Robles Gil que, con un tino admirable, al lanzarse a la lucha por la vida, proyectó fundar una fábrica que hoy puede considerarse como un modelo entre las de su especie” (Paz, 1910).
Al momento de aparecer el álbum, la sociedad anónima estaría funcionando plenamente. En ella se incorporaron accionistas de origen barcelonnette: Joseph Lèbre, Eugene Cuzin, Auguste Brun, Auguste Lugier y Pascal André (Valerio, 2015, p. 274).
Creemos que con la constitución de la Sociedad Anónima La Parisiense, además de continuar como firma exitosa, se incursionó en una nueva estrategia de promoción. Particular atención merece la manera de presentar los edificios durante esa época, la documentación gráfica disponible, aunque es mínima permite identificar la evolución entre el lenguaje fotográfico convencional y la pintura de paisaje traducida litográficamente. La fórmula fue sin duda alimentar el imaginario sobre la relevancia de la empresa mediante una representación alegórica.
4. Dos pequeños edificios idealizados pictóricamente como paisaje industrial
La Parisiense 1 (figura 5), se situó en la esquina nororiente de la manzana. La fuente catastral consultada con el fin de verificar la titularidad de los inmuebles consigna la propiedad a nombre de La Parisiense S.A. La superficie de la parcela es de 947 metros2 lo que supone el 19.35 % de la manzana que es de 4,849.70 metros2 (Gobierno del Estado de Jalisco, 1914, Cuartel 7, Manzana 27). El otro edificio, Parisiense 2 (figura 6), ubicado al norte del anterior, en el vértice suroriente de la manzana aledaña aparece con el nombre de E. Lèbre y Cía. y cubre 990.50 metros2, el 14.80 % de los 6,695.20 metros2 de la manzana. (Gobierno del Estado de Jalisco, 1914, Cuartel 7, Manzana 27)
Las construcciones correspondieron a una escala industrial pequeña al grado que podrían confundirse con arquitectura doméstica. El fotógrafo tuvo cuidado de abrir el horizonte a efecto de captar la vertebración de las fincas industriales con el sistema de servicios urbanos, la línea de tranvía y las coberturas eléctricas. Sólo en la Parisiense 1 se percibe una chimenea y en ambos casos se enfatiza la razón social por medio de rótulos en las dos fachadas. En la Parisiense 2 se puede leer el nombre de “Robles Gil” en la planta alta y “La Parisiense” en el piso inferior.
El análisis se fundamenta en el cotejo de esa dupla de fotografías con una representación de paisaje no incluida en el Álbum de la Paz y el Trabajo que se reprodujo mediante la técnica litográfica una vez que los empresarios franceses, originarios de Barcelonnette habrían reforzado su presencia (figura 7). La imagen corresponde, de acuerdo a nuestro sistema de clasificación a una categoría intermedia entre la panorámica horizontal y la vista intraurbana (Cabrales, 2011, p. 127). Desconocemos los canales de circulación de la litografía de La Parisiense, la versión analizada fue incluida en el álbum editado recientemente por Chaix y Greco (2005, p. 111).
La deconstrucción de la imagen ayuda a entender la construcción del imaginario: presentar ambos inmuebles en un solo cuadro, magnificar la escala, reforzar el papel de los ingredientes del contorno y dotarlos de vitalidad callejera habría supuesto construir artísticamente una imagen que si bien contiene elementos reales fue idealizada paisajísticamente.
Se usa el recurso de mostrar las esquinas de los edificios en primer plano de tal forma que los puntos de fuga colaboran con la ampliación de la perspectiva y exageran la escala. El efecto se refuerza altimétricamente al dibujar un sobrepiso en uno de los edificios y una altura adicional en el otro, de dos niveles que realmente tenían se elevan a tres en la estampa. Respecto a la planimetría, de ocupar poco menos del 20 % de la superficie de sus respectivas manzanas las fábricas pasaron a representarse pictóricamente como dueñas del 100 %.
En el primer edificio se trazaron dos grandes chimeneas humeantes y en ambos se dibuja ondeante la bandera nacional. Ambas sedes quedan engarzadas mediante las líneas ferroviarias, del lado izquierdo se deja venir una máquina de vapor mientras que en la parte derecha, dibujado con más detalle, un tranvía. Se consigue así una composición aderezada con escenas costumbristas y varios vehículos: dos camiones de carga en los que se intuye se transportan los productos de La Parisiense, tres coches, uno de ellos descubierto, una carreta de tracción manual y dos bicicletas. Llegan a contarse 27 personas en un espacio multifuncional que combina gente de diversas condiciones, algunos visten traje, otros overol, unos trabajan, otros circulan, los niños juegan, parece un mundo feliz, un lugar bucólico.
La comparación entre las dos fotografías de La Parisiense y litografía descrita supondría un paso entre la visión monumentalista y la visión paisajística, esta última integradora de un repertorio de piezas materiales y significados culturales lo que enfatiza la idea de conjunto. Si el caso fuera discutir sobre la idealización pictórica de La Parisiense, de acuerdo con el léxico propuesto por Kagan (1998, p. 171) se descubre el tránsito hacia una “vista comunicéntrica” que atiende a la comprensión del carácter del lugar, a su dimensión humana y por tanto se relaciona con el concepto de cívitas a diferencia de la “vista corográfica” más atenta a la dimensión física del lugar, a la urbs, en este caso cercana a las tomas fotográficas incorporadas en el Álbum de la Paz y el Trabajo. Kagan deja en claro que en las vistas comunicéntricas “la objetividad no es su mayor virtud” (1998, p. 171) atributo legítimo en cualquier obra artística, de ahí que la pintura haya sido utilizada para romper los límites impuestos por la fotografía pero al mismo tiempo se revela la diversidad de miradas sobre un mismo lugar.
Es factible pensar que la litografía analizada salió de los talleres de la propia empresa y queda la duda sobre su autoría. Habría servido también para reforzar la “personalidad francesa” de La Parisiense, la leyenda “E. Lèbre y Cía” que aparece en la vista panorámica ocupa el lugar que en la foto tuvo “Robles Gil”. Además del nombre comercial ya de por si elocuente se eleva a primer plano el apellido Lèbre. Por doble vía se retroalimentó el afán de la clase ilustrada por imitar referentes de la cultura francesa, una tendencia propia de la época.
La sociedad E. Lèbre y Cía., figura también en 1889 como poseedora del 14.5 % de las acciones de la Compañía Industrial de Guadalajara, propietaria de las fábricas de hilados y tejidos de Atemajac y La Experiencia (Valerio, 2002, p. 121) y en 1907 como propietaria de la casa comercial La Ciudad de Londres (Valerio, 2015, p. 187) lo cual denota el protagonismo del circuito migratorio de los Bajos Alpes franceses hacia Guadalajara.
5. Estado actual de los edificios La Parisiense: abandono y olvido
El estado que hoy guardan vestigios de La Parisiense revela la falta de capacidad para enlazar el pasado y el presente en términos materiales y simbólicos. Es un síntoma de la indiferencia hacia el patrimonio industrial de Guadalajara: la construcción que correspondió a Parisiense 1 fue demolida para ser sustituida por otra fábrica y/o almacén alrededor de la década de 1950 o 1960: actualmente es una ruina que mantiene en pie los muros perimetrales pero no así la cubierta (figura 8). La Parisiense 2, que ostenta una antigüedad superior a un siglo conserva el paño de la fachada, parte de su estructura interna así como el techo. Recientemente se utiliza como improvisado estacionamiento para automóviles (figura 9).
El hecho de tratarse de propiedades privadas, la ausencia de catalogación patrimonial y la plusvalía expectante favorecerían fenómenos especulativos que generalizadamente afectan al centro histórico de Guadalajara. Además se presenta un factor estructural que no por intangible resulta menor: la pérdida de memoria histórica respecto a La Parisiense, hecho que necesariamente conduce al abordaje social para entender la situación. Dentro del universo mental, la conexión de dichos cadáveres industriales con su etapa viva como fábrica de jabón y perfume demandaría una investigación mediante la herramienta de historia oral para identificar el imaginario del lugar, o al menos documentar recuerdos.
Un sondeo realizado en 2016 entre los vecinos permitió aventurar la hipótesis sobre la falta de reconocimiento del valor histórico del lugar y de su comprensión como patrimonio industrial. En ello contribuyen los cambios generaciones y el déficit historiográfico sobre la empresa La Parisiense.
El predio que ocupó La Parisiense 1 permanece anunciado para venta o renta desde hace varios años, mientras que el cascarón de La Parisiense 2 se oferta para venta a partir de 2017, sin que la opinión pública repare sobre a su dimensión patrimonial o sus significados paisajísticos. Existe una controversia desde inicios de 2017 cuando se dio a conocer la intención de construir un estacionamiento subterráneo en plaza ajardinada que se ubica frente a la iglesia de San Juan Bautista de Mexicatlzingo ello bajo la justificación de dar servicio al Teatro Diana, ubicado a dos calles, aunque se trataría de un equipamiento abierto a todo usuario.
El debate se libró en periódicos locales pero también en plataformas mediáticas como YouTube. En un video se muestra al señor Enrique Chávez, vecino del lugar desde hace 70 años quien externa la opinión de que la plaza tiene que respetarse y el estacionamiento debería ubicarse en alguno de los espacios abandonados aledaños.
Sin referirse explícitamente a ellos, señala como ejemplo lo que correspondería a las antiguas sedes de La Parisiense, ubicadas en manzanas contiguas, a solo unos pasos de la plaza “están muy buenos, en venta para estacionamientos” (Nuño, 2017). En el mismo sentido Cornejo y Sosa (2017) publicaron un video donde las referencias son más directas: como propuesta para incrustar el aparcamiento se exhiben las imágenes de los restos de La Parisiense y se sobrepone la leyenda “estos son solo un par de ejemplos” refiriéndose a lugares donde podría desarrollare el proyecto “sin dañar al patrimonio arqueológico, histórico, artístico y barrial de la ciudad” (Cornejo & Sosa, 2017). De ser sitios tocados por el esplendor industrial, generadores de empleo y de productos esmeradamente fabricados, las pálidas huellas de La Parisiense han transitado a la degradación y falta de reconocimiento.
Entre los argumentos contrarios a la inserción del estacionamiento en la plaza barrial aparece el que apela a la vulnerabilidad del subsuelo por la presencia de mantos freáticos en la zona. Dicho comportamiento hídrico ha generado problemas de filtraciones en las dos plantas del estacionamiento subterráneo del mercado municipal ubicado al lado de la plaza, construido en el año 2002.
Llama la atención que el edificio de Sears Roebuck, aledaño a La Parisiense 2 cuente con estacionamiento ubicado en parte alta del edificio, uno en estructura semicerrada y sobre el otro a cielo abierto, es decir, en la azotea Se trata de una notable obra de arquitectura moderna, construida entre 1965-1966 por el arquitecto Teodoro González de León. Queda anotada la duda sobre la razón para instalar el espacio para los coches encima de la tienda: ¿evitar el sustrato acuoso?, ¿respondió a un principio de economía?, o simplemente se debe a la influencia de diseños arquitectónicos con arraigo en Estados Unidos. Por supuesto, podría explicarse por la combinación de esos u otros factores.
Más allá de la pertinencia técnica sobre la posible salvaguarda y puesta en valor de los vestigios, sobre todo de la Parisiense 2, las evidencias denotan un vacío en cuanto a la apropiación simbólica de tal patrimonio. Tal situación unida a las lógicas del mercado inmobiliario y la ausencia de acciones públicas o reivindicaciones ciudadanas incitan a predecir un pesimista futuro para los restos materiales de La Parisiense.
6. Conclusión
Las imágenes del paisaje representan el retrato de una época, son un rico patrimonio documental abierto al diálogo. Funcionan como instrumento pedagógico para la geografía y la historia dado que alientan una cultura de la imagen que a su vez favorece la construcción de referentes colectivos. El caso de la fábrica de jabones y perfumes La Parisiense de Guadalajara ejemplifica la capacidad retórica de iconografías y relatos escritos, así como su utilización para exaltar la labor empresarial y los discursos del poder político imperante durante el Porfiriato, mismos que procuraban divulgar la idea de progreso como garante del orden social.
Las dos fotografías incluidas en el Álbum de la Paz y el Trabajo comparadas con la pintura litografiada que muestra la vista panorámica del pequeño conjunto implicó una interfase entre el realismo fotográfico y la idealización paisajística. Se identifica lo que Roger (2007, p. 25) denomina “artealización” que se produce cuando un lugar es mediado por la mirada del artista y consigue revelar el “genio del lugar” en el que se magnifican precisamente la paz y el trabajo como idearios políticos. La composición también apela a glorificar la extranjería, a exhibir muestras de la cultura francesa en la ciudad así como a su aprovechamiento como imagen de marca en productos destinados a la limpieza corporal de la burguesía.
Dado el desdibujamiento de los paisajes industriales en el centro histórico de Guadalajara, en específico del entorno de la primitiva estación del ferrocarril, la mirada realizada en el presente trabajo dirige la atención en la necesidad de refrescar la memoria urbana de un tejido urbano mixto contenedor de cultura obrera. De aquí se desdoblan al menos tres perspectivas que abarcan las distintas vertientes del patrimonio cultural:
a) Debate sobre los edificios como patrimonio tangible (bienes inmuebles). Los vestigios consistentes en el cadáver industrial de La Parisiense 1 y el solar de La Parisiense 2, luego sustituido por otra construcción son materia prima para dialogar desde el punto de vista cultural, técnico, e incluso ético sobre la posibilidad de reciclar los restos industriales o alguna de sus partes, objetivo ciertamente utópico al tratarse de bienes privados.
b) Conservación, puesta en valor y aprovechamiento de documentos históricos como patrimonio tangible (bienes muebles). Los acervos públicos y privados contienen información subutilizada que permitiría avanzar en el conocimiento científico sobre la historia industrial de Guadalajara. La Parisiense constituye solo un ejemplo de la historia empresarial y edilicia en las inmediaciones de la estación ferroviaria.
c) Dinamización social respecto a los significados patrimoniales de los vestigios (bienes intangibles). El patrimonio histórico cobra sentido cuando constituye un legado socialmente apropiado y transmitido generacionalmente. En el caso estudiado parecería que se requiere de un relato patrimonial estructurado a escala barrial, entendido como paisaje y no como piezas aisladas. El extravío de algunos hitos simbólicos puede revertirse mediante la transmisión de conocimiento histórico y en su caso apoyarse la recuperación y puesta en valor de bienes patrimoniales.
En un plano ideal, la movilización simultánea de diversos actores e instituciones públicas permitiría acciones transversales para avanzar en la reivindicación del patrimonio tangible e intangible y de esa manera conciliar el pasado con el presente y así proyectar un futuro de mayor calidad para Mexicatlzingo.
7. Referencias bibliograficas
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