Artigos
Problemáticas y potencialidades espaciales de los centros históricos, acercamiento a Camagüey, Cuba
Problemas e potencialidades espaciais dos centros históricos, aproximação a Camagüey, Cuba
Problems and spatial potential of the historic centers, approach to Camagüey, Cuba
Problemáticas y potencialidades espaciales de los centros históricos, acercamiento a Camagüey, Cuba
PatryTer, vol. 5, núm. 9, pp. 104-124, 2022
Universidade de Brasília

Recepción: 04 Agosto 2021
Aprobación: 10 Octubre 2021
Publicación: 01 Marzo 2022
Resumen: Estudiar la ciudad como expresión de lo urbano y en particular los centros históricos, con sus problemáticas y potencialidades, es hoy día una de las prioridades para la ciencia. El trabajo realiza un acercamiento a Camagüey desde tres ejes de análisis: los distintos modos de interacción sociedad-naturaleza, las problemáticas y potencialidades a partir de esa interacción y los conflictos y soluciones que de ella pueden derivarse. Metodológicamente, se establece en cada eje de análisis una aproximación teórica desde la relación sociedad-naturaleza, sus interacciones en el espacio y la conciencia espacial afectiva que demuestra la necesidad de considerar la importancia de los sujetos que habitan el patrimonio. A su vez en los ejes aparece el registro gráfico del análisis empírico para mostrar con ejemplos el resultado de la interrelación academia-práctica, unido a la participación consciente de los sujetos locales en la transformación de entornos reales. En resumen, la contribución intenta mostrar la experiencia acumulada de humanización de la investigación académica a través de articular la gestión pública (de las instituciones) y la participación popular mediada por la universidad.
Palabras clave: sociedad-naturaleza, patrimonio, participación de los sujetos, identidad.
Resumo: Estudar a cidade como expressão do urbano e em particular dos centros históricos, com seus problemas e potencialidades, é hoje uma das prioridades da ciência. O trabalho faz uma abordagem de Camagüey a partir de três eixos de análise: os diferentes modos de interação sociedade-natureza, os problemas e potencialidades dessa interação e os conflitos e soluções que dela podem derivar. Metodologicamente, estabelece-se em cada eixo de análise uma abordagem teórica a partir da relação sociedade-natureza, suas interações no espaço e consciência espacial afetiva que demonstra a necessidade de se considerar a importância dos sujeitos que habitam o patrimônio. Por sua vez, o registro gráfico da análise empírica aparece nos eixos para mostrar com exemplos o resultado da inter-relação acadêmico-prática, juntamente com a participação consciente de sujeitos locais na transformação de ambientes reais. Em síntese, a contribuição busca mostrar a experiência acumulada de humanização da pesquisa acadêmica por meio da articulação da gestão pública (das instituições) e da participação popular mediada pela universidade.
Palavras-chave: sociedade-natureza, herança, participação dos sujeitos, identidade.
Abstract: Studying the city as an expression of the urban and in particular the historic centers, with their problems and potentialities, is today one of the priorities for science. The work makes an approach to Camagüey from three axes of analysis: the different modes of society-nature interaction, the problems and potentialities from that interaction and the conflicts and solutions that may derive from it. Methodologically, a theoretical approach is established in each axis of analysis from the society-nature relationship, their interactions in space and affective spatial awareness that demonstrates the need to consider the importance of the subjects that inhabit the heritage. In turn, the graphical record of the empirical analysis appears in the axes to show with examples the result of the academic-practice interrelation, together with the conscious participation of local subjects in the transformation of real environments. In summary, the contribution tries to show the accumulated experience of humanization of academic research through articulating public management (of institutions) and popular participation mediated by the university.
Keywords: society-nature, heritage, participation of the subjects, identity.
1. Introducción
Estudiar la ciudad como expresión de lo urbano, con sus problemáticas y potencialidades, es hoy día una de las prioridades para diferentes disciplinas como la Historia, la Geografía, la Arquitectura y las Ciencias Sociales, entre otras. En las investigaciones realizadas se manifiestan disparidades evidentes entre el cómo se aborda el estudio de las ciudades y el cómo funcionan estas objetivamente y se reconocen insuficiencias en el abordaje científico metodológico, donde prevalece en ocasiones un enfoque limitado y no se fundamentan las complejas interrelaciones entre sus componentes esenciales y el sentido en que se constituye la ciudad como un sistema social-funcional.
Según Maciel (2020), las actuales lógicas del mercado, ocasionan condiciones genéricas y desiguales que se sobreponen a las necesidades de la sociedad y las estrategias implementadas propician condiciones ventajosas para un fenómeno especulativo del territorio, desfavorables en términos de desarrollo urbano. En este sentido las sociedades estan llamadas a consolidar una relación armónica con la naturaleza, donde la cultura sirva de instrumento para el desarrollo y a su vez sea capaz de viabilizar las interacciones socioculturales de los sujetos con el entorno donde desarrollan su vida, para de esta forma generar un espacio de reconocimiento mutuo que los preserve a ambos (sociedad-naturaleza). Por lo expresado se hace necesario abordar desde el punto de vista conceptual, para revelar posturas teóricas desde diferentes disciplinas, aspectos relativos a la relación sociedad-naturaleza, sus interacciones en un espacio dado y la conciencia espacial afectiva que debe ser fortalecida por tradiciones locales (Costa, 2018), esta última, vista como necesidad para desarrollar potencialidades y eliminar o atenuar problemáticas.
Toda sociedad se asienta en un espacio físico que ofrece la naturaleza, de allí el reconocimiento del binomio sociedad-naturaleza con sus antagonismos y aspectos que lo integran. En esa relación cuando se establecen mecanismos coordinados centrados en la responsabilidad es posible alcanzar el desarrollo social y la preservación de la vida. Las concepciones en cuanto a la relación que se establece entre los sujetos y la naturaleza han evolucionando a lo largo del tiempo. Para Castillo, Suárez & Mosquera (2017, p. 351),
A medida que las civilizaciones avanzaron, la relación sociedad-naturaleza sufrió modificaciones que pasaron de una visión sagrada propia del mundo antiguo [en la que, según Lobo (2004), lo eterno/lo espiritual se concibe en la naturaleza y se representa en dioses y semidioses que son reflejo de la naturaleza misma], para dar inicio a una visión antropocéntrica en el mundo greco-romano (en tanto lo espiritual se percibe fuera de la naturaleza y puede ser confinado dentro de templos sagrados), la cual se consolida en la Edad Media y la época industrial (ya que, de un lado, admite lo espiritual al interior del ser humano y, al mismo tiempo, lo faculta a usar y abusar de la naturaleza) y se transforma por último en una visión ambientalista de la relación ser humano-naturaleza (en la medida en que se advierte lo finito de los recursos naturales, la crisis planetaria y la necesidad de alimentar en el tiempo el papel simbólico/estético/funcional de las configuraciones espaciales producidas por el ser humano como un conjunto de signos cuyo significado es el espacio mismo).
Para Santos (1996) la naturaleza y la sociedad constituyen un sistema de configuraciones de objetos materiales y sociales mediados por relaciones sociales que modifican y transforman la naturaleza lo cual implica su inseparabilidad. Para el autor la Geografía es una disciplina inmersa en las Ciencias Sociales y desde esta perspectiva, ello significa comprender el espacio geográfico como una construcción social, en constante interacción con otros componentes como la economía, la política y la cultura. Según Zusman (2002, p. 210), ‟Santos coloca el énfasis de su conceptualización en el proceso de producción del espacio en el momento en que la sociedad se apropia de la naturaleza, proceso que, según su punto de vista, adquiere un carácter global y diferenciado, a la vez, en diferentes puntos del planeta”. Para Cubillos, Pinto & Araneda, (2017) la sociedad establece con el espacio geográfico una relación dialéctica, en la que intervienen los distintos grupos sociales en base a sus necesidades, sus posibilidades reales de enfrentarlas y sus intereses y aspiraciones.
Lorda (2011, p. 8) plantea que ‟para el ecólogo G. Gallopin, naturaleza y sociedad se vinculan dialécticamente, desde el accionar tecnológico de los grupos humanos sobre el marco natural lo cual origina distintas respuestas”. Para el autor (Lorda, 2011, p. 17), ‟el individuo es considerado un actor social, pertenece a un sistema social, y a una cultura que, en conjunto, conforman la naturaleza social y simultáneamente la realidad histórica”. Según Blumer (1969), las acciones que realizan los sujetos están definidas por el contexto y la situación en la que estos se encuentran. Por su parte, el filósofo Martin Heidegger (1994, p. 128) plantea que “construir es en sí mismo el habitar”. Pero en ese proceso de construcción del hábitat operan un
conjunto de relaciones que empieza a establecer el ser humano con las cosas (...) [y se] convierte el espacio en un ‘lugar’ o medio ambiente que es reconocido como parte esencial de la existencia de la persona porque va más allá del entorno y aspira a mejorar sus condiciones de vida. (Villalobos, 2021, p. 105)
Tanto global como localmente, en la actualidad y en particular, derivado de la profunda crisis económica agravada por la pandemia de Covid-19, toda ciudad enfrenta grandes desafíos como los graves problemas medioambientales, la precariedad de las infraestructuras y de los servicios urbanos, el aumento de la pobreza derivado de la recesión y la consecuente falta de empleo, considerada una deuda social (Santos, 2000) y finalmente la elevación constante del costo de la vida que se hace insostenible para los ciudadanos. Afortunadamente, existen iniciativas a través de formas particulares y heterogéneas que permiten solucionar algunas de las problemáticas existentes. Este estudio revela la capacidad de la relación academia-práctica, unido a la participación de los sujetos, de generar transformaciones en sus espacios cotidianos de vida. En la investigación se reflexiona sobre aspectos actuales de debate y construcción de conceptos afines a varias disciplinas, que puede ayudar a comprender la dificultad real, que resulta el análisis de la ciudad como un todo, que requiere ser visto por partes y que se presenta en la contribución a partir de ejes de análisis.
Si bien el planteamiento teórico refiere la escala de la ciudad –dado que en su conjunto ésta se enfrenta a los problemas mencionados–, la contribución centra su análisis en los centros históricos como núcleo fundacional, los que poseen un rico patrimonio cultural, expuesto a los grandes desafíos mencionados y que ‟(...) han sido sitios vulnerables ante los patrones modernos de desarrollo urbano, principalmente cuando en la primera mitad del siglo XX, les fue negada su importancia como núcleo fundacional, lo cual ha impactado negativamente en la conservación del patrimonio (y en) la identidad local (...)” (Almeida, Zúñiga & Gómez, 2021, p. 2). La problemática actual requiere de un manejo integral del medio que garantice a partir de acciones concretas el bienestar del sujeto, para lo cual su participación desde el diagnóstico integral constituye la clave del éxito.
Para Freire (2006) es en el diálogo donde las personas se encuentran, se reconocen y se necesitan mutuamente y en ese sentido, el espacio se vuelve espacio de diálogo, es allí donde se evidencian los elementos que hacen a las personas ser parte del mismo y generar su transformación. Ello exige conocer cómo viven los sujetos, que expectativas de transformación de estas condiciones desean y trabajar por su solución en aras de alcanzar su satisfacción, sin que ello atente con los valores del patrimonio cultural de las ciudades. Referido al patrimonio Soler (2020, p. 32) plantea que este cada vez
alcanza una mayor jerarquía en las políticas de desarrollo de los territorios, sobre todo en los espacios y contextos de urbanización dado su función nodal en el desarrollo económico, social, político, demográfico y cultural y como ámbito complejo de interacción creativa y dilato medioambiental que incide de forma jerarquizada en el desarrollo de comunidades.
En Cuba, la nueva Constitución de la República (Asamblea Nacional del Poder Popular, 2019), reconoce los deberes y derechos de los ciudadanos, regula la participación consciente y democrática de los sujetos en las decisiones del Estado desde los gobiernos locales y respalda el papel de las organizaciones políticas y de masas en los barrios (a través de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y las Asambleas del Delegado de la Circunscripción con sus electores), para la discusión y aprobación de las leyes y decretos. El Estado, sustentado en las fortalezas de su modelo social, a su vez favorece la inclusión de todos los grupos sociales los que poseen reconocimiento y promueve vínculos fraternos a través del diálogo abierto entre la academia, los líderes sociales y las comunidades locales en aras de desarrollar procesos participativos de activación patrimonial, que consideren las potencialidades para satisfacer necesidades, conservando sus identidades en un proceso genuino de construcción colectiva. La Constitución de la República además, presta atención al tema de la conservación del patrimonio en los títulos:
I: Fundamentos políticos, capítulo I, Principios fundamentales, artículo 13
V: Derechos, deberes y garantías, en el capítulo IV, artículo 90.
De igual forma ello queda refrendado en los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 (PNDES 2030), en el cual, pese a ser Cuba un pequeño país insular del Caribe, se trabaja arduamente.
En el caso particular de Camagüey (figura 1), ciudad ubicada en la región centro-oriental del país, resultado de 500 años de historia que dejaron huellas en su estructura física, se realizan importantes esfuerzos por desarrollar sus potencialidades (urbanas, culturales, económicas, participativas) y atender las problemáticas (deterioro del patrimonio, tugurización, coexistencia de poblaciones diversas, comercio informal, entre otras). Ciudades como Camagüey poseen enormes oportunidades a partir de lograr espacios físicos y sociales que no estén limitados sólo a la contemplación del habitante o visitante, sino a la revitalización del patrimonio construido, incluido el habitacional, además de la integración no sólo visual con respecto al contexto de la ciudad sino de las actividades cotidianas y tradicionales del lugar con otras funciones.
El trabajo realiza un acercamiento a Camagüey desde tres ejes de análisis: los distintos modos de interacción sociedad-naturaleza, las problemáticas y potencialidades a partir de esa interacción y los conflictos y soluciones que de ella pueden derivarse. Metodológicamente, se establece en cada eje una aproximación teórica según corresponda a la relación sociedad-naturaleza, sus interacciones en el espacio y la conciencia espacial afectiva, esta última permite llamar la atención en la necesidad de considerar la importancia de los sujetos que habitan el patrimonio. A su vez en los ejes de análisis aparece el registro gráfico de un espacio (plaza/eje vial) para mostrar a manera de ejemplos (desde trabajos realizados en la academia en vínculo con la actividad práctica), el proceso creativo de construcción y reconstrucción, los valores patrimoniales reconocidos, ejemplificar aspectos del diagnóstico integral realizado, evidenciar las líneas de intervención propuestas, exponer la viabilidad de la permanencia de determinados usos, la adecuación funcional y/o valorización para nuevos usos y finalmente la posibilidad de la satisfacción y el disfrute por la sociedad de sus espacios de vida una vez que éstos han sido intervenidos (figura 2).


La interrelación academia-práctica, unido a la participación consciente de los sujetos locales en la transformación de entornos reales, se ejemplifica en la contribución, desde los ejercicios realizados en la Carrera de Arquitectura como parte de Trabajos de Diploma, en asignaturas y tesis de la Maestría en Conservación de centros históricos y rehabilitación del patrimonio edificado que se desarrolla por el Centro de Estudios de Conservación y Desarrollo de las Construcciones (CECODEC) y el trabajo de profesores y estudiantes de la Cátedra Honorífica Eliana Cárdenas. Finalmente, se deja al descubierto como, al no atender las problemáticas y aprovechar las potencialidades de las ciudades, aparecen amenazas que no pueden esperar para ser atendidas, pues hoy, es ya, demasiado tarde.
2. Desafíos de las ciudades en el siglo XXI
Las problemáticas de las ciudades en el siglo XXI, deben ser atendidas a partir de considerar la complejidad que encierran como sistema de relaciones; a ello se suma la acumulación de los más diversos problemas que obligan a un análisis desde perspectivas integradoras. Este enfoque sitúa a los sujetos en el centro de todos los procesos que conducen a la transformación continua de sus realidades para satisfacer sus propias necesidades a partir de valorar sus capacidades creadoras y las potencialidades propias del espacio. Para Vázquez (2007, p. 191-192) ‟una ciudad, una región o un país se desarrollan cuando se crean los mecanismos y disponen de instituciones que permiten a los ciudadanos desarrollar libremente sus capacidades”.
Existe consenso en asegurar que las ciudades se enfrentan a un crecimiento descontrolado, donde prolifera una imagen de modernidad urbana, caracterizada por grandes edificios para actividades terciarias junto con las torres de departamentos y oficinas, a lo que se ha dado en llamar nuevo desarrollismo urbano (Pino, 2020), como parte de la política urbana neoliberal; solo preocupada por el aumento de capital y no por el bienestar del sujeto del que se aleja, al alcanzar una escala que nada tiene que ver con la humana. Ante esta realidad Vázquez (2007, p. 196) señala que la globalización es un proceso vinculado al territorio, por las afectaciones que produce sino porque el desarrollo depende de las decisiones de inversión y de localización de los actores económicos. Por eso como plantea González (2011, p. 9) ‟las decisiones y procesos exógenos ganan peso en perjuicio de las capacidades de la sociedad local para controlar su entorno”.

Esta problemática ha generado que en muchas ciudades hoy día ya no se reconocen sus elementos distintivos que las hacían únicas y que reflejaban su identidad cultural. La pérdida de la memoria histórica edificada, en pos de la “modernidad”, agrava las problemáticas a las que se enfrentan un número considerable de ellas. Para Almeida (2015, p. 247),
La ciudad como organismo vivo y ecosistema articulador de las actividades socio-económicas del hombre, sufre cíclicas transformaciones en busca de adaptabilidad y eficiencia ante los retos y las necesidades que su propia evolución le impone. Uno de los desafíos de las ciudades del siglo XXI está en lograr una evolución capaz de respetar y renovar identidades, tradiciones culturales y modos de vida ante la intensa aceleración de la globalización (…)
Es ante esta realidad que surgen varias interrogantes: ¿Cómo operar la totalidad urbana?, ¿Cómo disminuir las injusticias espaciales?, ¿Cómo los nuevos usos se enfrentan a la lógica voraz del mercado del patrimonio? No caben dudas que,
La evolución de una ciudad debe lograrse sin agredir los significados que han tardado siglos en su conformación y que actualmente constituyen parte esencial de su identidad cultural, pues reflejan la estratificación histórica de valores y atributos culturales y naturales, que tienen una fuerte repercusión simbólica para la sociedad. De esta forma las nuevas prácticas urbanas que se generan para satisfacer usos y necesidades actuales deben fomentar formas positivas de comportamiento cívico que garanticen la preservación de los valores y símbolos como un proceso dialéctico de construcción de identidades. (Chaos, 2019, p. 34)
A partir de lo anterior, se hace necesario avanzar según lo apuntado por Chaos (2019), de la ciudad «competitiva, global, innovadora, inteligente» a la ciudad «humana, caminable, inclusiva, justa», del deterioro urbano y ambiental del hábitat a una mayor calidad urbana e integración social (figura 3). En este camino numerosas ciudades han dado significativos pasos de avance no exento de dificultades por el progresivo avance de políticas globales excluyentes que benefician a minorías y ponen en condiciones de vulnerabilidad a la mayor parte de los sujetos. Como plantea Vázquez (2007, p. 198)
La respuesta espontánea de las comunidades locales, con el objeto de neutralizar los efectos negativos de la globalización y del ajuste productivo sobre el empleo y el nivel de vida de la población, ha dado lugar a la política de desarrollo local endógeno en numerosas economías de los países emergentes y de desarrollo tardío. (Alburquerque, 2001b; Aghon et al., 2001)
El cambio puede y debe producirse desde los sujetos, al operar las necesarias transformaciones en su entorno de vida, entendido como oportunidad para el reconocimiento, el acuerdo, la cooperación, la participación, el empoderamiento y la gestión social y democrática. A ello debe sumarse la recuperación voluntaria y colectiva de espacios e inmuebles, el reforzamiento de la protección patrimonial (tangible e intangible) a partir de una mejora de la calidad de vida y la generalización de procesos vinculantes de consulta, participación y discusión entre vecinos y actores urbanos para defender el derecho a la ciudad (Harvey, 2008). Estudiar y visibilizar experiencias exitosas de propuestas que garantizan la recuperación de espacios públicos contribuye a demostrar la posibilidad real de satisfacción de las necesidades de los sujetos. Tal planteamiento es posible a partir de los tres ejes propuestos para el análisis en el acercamiento al centro histórico de Camagüey con más de 500 años de historia: los distintos modos de interacción sociedad-naturaleza, las problemáticas y potencialidades de las ciudades y los conflictos que pueden existir o generarse los cuales deben ser atendidos en busca de soluciones.
3. Primer eje de análisis: los distintos modos de interacción sociedad-naturaleza
Castillo, Suárez & Mosquera (2017, p. 366) afirman que la relación sociedad-naturaleza ‟ha estado caracterizada en los diferentes períodos históricos por relaciones de uso, apropiación, y manejo, que han trascendido las esferas económicas, sociales, políticas y culturales”. Los autores mencionados (p. 357) desde una mirada histórica afirman que la relación sociedad-naturaleza y sus interacciones, han transitado por cinco grandes periodos[ii]:
El primero, en el que el ser humano integra en forma recíproca el sistema natural y tiene una relación armónica con él.
El segundo, se caracteriza por domesticación de la naturaleza, de la propiedad y del dominio del hombre sobre esta.
El tercer periodo considera la naturaleza como un objeto de transformación, de materia prima, que incursiona en las leyes del mercado, radicalizando la relación en la industrialización y el crecimiento económico.
El cuarto periodo contempla una relación que se mueve entre la industrialización y la occidentalización de la economía, para consolidar la globalización como modelo en el cual la naturaleza es vista como un factor de producción y se relaciona con el desarrollo económico y el progreso material bajo la cultura del dominio, la explotación y el consumo.
El quinto periodo contempla la naturaleza como sujeto de derechos, en la que se resignifica como ser vivo y sustenta el derecho de la naturaleza a través de los principios de relacionalidad, correspondencia, complementariedad y reciprocidad.
Raffestin (1982), sostiene que el espacio se transforma por las acciones sucesivas de las sociedades sobre él y que a la vez nuevas prácticas en ese mismo espacio lo continúan transformando a través de un proceso renovado y dinámico. Para Di Méo (1998, p. 30) “el espacio de vida da cuenta de una experiencia concreta de lugares, indispensable para la construcción de la relación que se teje entre la sociedad y su espacio”. De Pina (2017, p. 34), refiere que para Antonio Moraes el pensamiento geográfico “es un conjunto de discursos y concepciones respecto al espacio que elabora una sociedad en determinado momento, en un medio y con relaciones establecidas en y a través de él, a diversas escalas. Es un acervo histórico y socialmente producido, elemento de formación cultural de un pueblo.”
Por eso al repensar la ciudad no puede olvidarse que ella refleja la sedimentación de etapas históricas que deben ser conservadas, incluido su patrimonio reciente. Este último ha cobrado importancia a partir de lo alertado por el Comité de Ministros de la Unión Europea (Europa, 1991) el cual pone de manifiesto la preocupación por la falta de atención y protección a la arquitectura contemporánea, resultado de lo cual se publica la Recomendación no (91) 13 sobre la protección al patrimonio arquitectónico del siglo XX (Rodríguez, Navas & Pérez, 2021).
Unido a la anterior, el hombre como hacedor de su propia cultura tiene la responsabilidad de garantizar la permanencia de los valores patrimoniales como legado a las actuales y futuras generaciones. Es en ese contexto que se realiza un acercamiento a la ciudad de Camagüey, una de las siete primeras villas fundadas en Cuba, con su centro histórico declarado Monumento Nacional en 1978 y una parte de él, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial (UNESCO, 2008), en el que se fusionan pasado y presente, reflejo de la yuxtaposición de épocas que enriquecen su identidad cultural (Chaos, 2019). En el caso de Camagüey, la importancia de la conservación de su valioso patrimonio ha quedado reflejada en diferentes planes, entendidos éstos como ‟herramienta de planificación que ordena objetivos y actuaciones, estableciendo una secuencia de prioridades” (Villalobos, 2021, p. 110), Plan Parcial del 2006 (AAVV, 2006) y Plan de Manejo del 2007 (AAVV, 2007), también en el Expediente de declaratoria de una parte del centro histórico de Camagüey como Patrimonio Cultural de la Humanidad, (AAVV, 2008) y en las Regulaciones urbanísticas para el centro histórico de Camagüey (AAVV, 2012).
En la estructura tradicional de la ciudad destacan los espacios públicos urbanos interconectados en una red de calles que comunican plazas y parques, espacios ideales para la reunión comunitaria. Dichos espacios se transforman con el transcurso del tiempo y, a su vez, inciden ‟en las acciones sociales, manifestándose entonces una relación dialéctica entre sociedad y territorio”, según lo apuntado por Mikkelsen, Sagua & Lima (2014, p. 205). Resultado de lo anterior determinados espacios públicos como las plazas han convocado a lo largo de su historia a personas con distintas motivaciones pues constituyen ‟un importante ámbito de convivencia [pues] cumplen una importante función de espacio para la interacción social entre las personas” (Cisterna, Maristany & Gonzalo, 2021, p. 151). En el caso de Camagüey, la ciudad rebasó sus límites físicos y en particular, los espacios públicos tradicionales resultaron reducidos, ante la incapacidad de albergar nuevas funciones y grandes concentraciones de personas (figura 4). Surgen así, nuevos espacios para el intercambio social y los múltiples usos derivados de prácticas más contemporáneas como la Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz de Camagüey, inaugurada en 1989, con capacidad para más de 100 000 personas con vocación político-cultural (figura 5).


El análisis de la evolución de algunos espacios de la ciudad no puede verse solo al evaluar su capacidad de carga o sus usos, porque su evolución es una muestra de los procesos que se dan derivados de la interacción sociedad-naturaleza. El asentamiento de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, actualmente Camagüey, en 1528
ocupó un terreno que contó con varias lagunas. Una de ellas estuvo ubicada, hasta el siglo XVIII, en las manzanas comprendidas por las actuales calles de Ignacio Agramonte, República, San Esteban y Lope Recio, en las cercanías del Convento de la Merced. A fines de éste siglo, se acordó mercedar esos terrenos para ampliar la urbanización de la villa y los religiosos desecaron la laguna que les pertenecía, para lo cual mandaron a abrir una zanja por el actual callejón de Jaime hasta el río Hatibonico. Esta laguna se dice que era navegable y muy rica en biajacas. (Chaos, 2005, p. 110)
En el caso de la plaza de la Merced, este es uno de los espacios más antiguos de la primitiva villa de Santa María del Puerto del Príncipe, surgió en el siglo XVII por la construcción de la ermita y convento de Nuestra Señora de la Merced. A inicios del siglo XX se incorpora al parque una fuente y entre los años 40 y 50 se remodela y es cuando se siembra la ceiba en su centro y se coloca un busto del maestro José de la Luz y Caballero por la Logia Masónica. En 1961 se elimina el parque por necesidad de un área de parqueo a las instituciones administrativas y culturales del entorno, quedando así en el centro la ceiba conmemorativa de la fundación de la ciudad. Para esta fecha se le cambia el nombre por el de Plaza de los Trabajadores. El Convento de la Merced (el templo actual data de 1748), ubicado en la plaza del mismo nombre es uno de los edificios singulares de carácter monumental que han caracterizado este espacio físico que evidencia el accionar sociedad-naturaleza en el decursar del tiempo (figura 6) y de cuyo resultado emergen enormes potencialidades de la ciudad derivadas de la capacidad de incorporar nuevos usos, aspecto reconocido en los documentos internacionales como factor que garantiza la conservación del legado patrimonial, sus símbolos y acciones simbólica.
Teniendo en cuenta lo anterior, los espacios físicos como sede de intercambios sociales dentro de los centros históricos, pueden ser manejados como elementos no solo dignos de contemplar sino de revitalizar e integrar de forma que confluyan las actividades cotidianas y tradicionales del lugar y otras muchas nuevas funciones, incluidas las turísticas (Chaos, Arnaiz, Falls & Sóñora, 2019, p. 298). Pero como alerta Costa (2018, p. 14) ‟La dependencia total de la actividad turística es un factor de riesgo por la inestabilidad que representa desde el punto de vista económico, social y ambiental (Valdivieso & Coll-Hurtado, 2010)”. Costa reconoce que ‟en la cubana Camagüey el fenómeno turístico comienza a generar transformaciones en el uso de suelo urbano, sin pervertir el sentido memorial de sus bienes; la resistencia está en la apropiación popular del centro” (2018, p. 16); pero alerta que ‟el comercio turístico inicia la apropiación del centro tradicional y demanda cuidados especiales en la gestión de este territorio que aún es popular” (2018, p. 17).


Si bien las relaciones entre naturaleza y sociedad abarcan las modificaciones que los grupos humanos ejercen sobre el medio, la desaparición de diversidad funcional en los centros históricos es una de las principales amenazas para su conservación (Martínez, 2001), de allí que las modificaciones producidas en este espacio público de Camagüey apunten hacia una oportunidad planteada por Costa (2018, p. 20) cuando afirma que: ‟(...) la interacción espacio público activado, patrimonio y monumentos potencializa el imaginario y la práctica de la movilización social y el derecho a la ciudad por la apropiación efectiva del espacio”.
4. Segundo eje: los modos de interacción generan problemáticas y potencialidades
Entender lo que ocurre en la ciudad, en un sector de ella espacio público o eje vial, no resulta suficiente si al centrarse en las potencialidades que posee, no se consideran las problemáticas que existen o se generan y además no se atiende la posibilidad de alcanzar el desarrollo local. Al ser precisamente el sujeto el componente esencial de cualquier ciudad, importantes investigaciones se centran en los estudios sobre la población que habita los centros históricos y también sobre la necesidad de su participación en la preservación no solo, del valioso patrimonio tangible, sino de las identidades colectivas, factor esencial para eliminar y/o atenuar muchas de las problemáticas espaciales. Al respecto de la participación ciudadana, autores como Hernández (2016, p. 17) hacen mención al urbanismo participativo y las posibilidades que brinda a los ciudadanos:
El urbanismo participativo, como una de esas nuevas alternativas para la construcción social de la ciudad, es sin lugar a dudas un nuevo concepto de inclusión, de construcción colectiva y activismo, con el cual se puede conseguir transformar la ciudad para el ciudadano, a través de los proyectos a pequeña y mediana escala que están logrando un despertar de la ciudadanía, una participación colectiva de ciudad y una apropiación por parte del usuario de los espacios que le brindan oportunidades para la realización de los quehaceres de su cotidianidad.
Las investigaciones realizadas en Cuba sobre la comunidad (Brizuela, Sáez & Jústiz, 2015a, 2015b), han estado dirigidas fundamentalmente a lograr el protagonismo de la población con vistas a conocer sus problemas y satisfacer sus necesidades. Toda comunidad se afianza en sus costumbres, tradiciones, aspiraciones y potencialidades, de allí la importancia de su reconocimiento. En Camagüey, se ha encaminado el trabajo a realizar el estudio de zonas descualificadas, a partir de diagnósticos integrales con el concurso de los organismos con competencias (académicas e institucionales) en el ámbito del patrimonio cultural a través de los proyectos de investigación conjuntos entre el CECODEC y la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC) unido a la participación ciudadana, considerando como plantea Villalobos (2021, p. 110), que ‟antes de intervenir un bien hay que conocer su estado de conservación y los valores culturales a proteger para poder avanzar criterios y actuaciones.”
Del diagnóstico de zonas del centro histórico, de sus ejes viales y de sus edificios es posible establecer acciones encaminadas a resolver las problemáticas y definir categorías de intervención en las diferentes escalas y a la vez prestar especial atención al patrimonio tangible e intangible, así como velar por la sostenibilidad de las propuestas. Así, por ejemplo, el eje vial Padre Valencia, del centro histórico de Camagüey, toma importancia por la presencia en el, desde el siglo XIX del Teatro Principal, edificación cultural que ha dado cabida a las más diversas manifestaciones del arte (figura 8).
El diagnóstico integral (histórico, sociológico, urbano-arquitectónico, ambiental y de infraestructura) realizado (2016) en dicho eje evidenció que el mismo es un vial secundario de 5 metros de ancho, con flujo vehicular medio y un solo sentido. Predominan las manzanas medianas y grandes y las edificaciones son mayormente del periodo ecléctico (64%), con valor medio el 59 % de ellas y grado de protección II el 71%. El uso de suelo en un 77% corresponde a viviendas y algunos edificios de apartamentos, le siguen las funciones culturales y educacionales. Las principales problemáticas detectadas estan relacionadas con el estado constructivo de algunas edificaciones, muchas de las cuales han sufrido transformaciones y la perdida de sus valores, así como el deterioro en algunos tramos de las aceras y la contaminación visual producida por el cableado eléctrico aéreo (figura 9).


El eje constituye uno de los ejemplos que evidencia como el adecuado diagnóstico integral, etapa desde la cual participa la comunidad a través de entrevistas no solo a la población residente, sino a los sujetos que visitan sus espacios, permite determinar las problemáticas y propicia la posterior valoración de nuevas potencialidades. En ocasiones, como es el caso, edificaciones en estado ruinoso derivado de la falta de mantenimiento y eventos atmosféricos constituyen un potencial para incorporar nuevas funciones o mantener las funciones originales. De la profundidad con que el mismo se realice dependerá también el grado de satisfacción de quienes lo habitan, lo cual propicia una real conciencia afectiva de los sujetos con su entorno de vida, pues como afirma Sánchez & Woolfson (2016, p. 30) “un usuario concientizado, sentirá, pensará y hará, es decir que además de querer y valorar lo heredado, realizará acciones en pos de su conservación”.
La propuesta realizada a partir de determinar las potencialidades del eje vial Padre Valencia y de sus edificaciones, permitió determinar cómo categoría de intervención la rehabilitación urbana del mismo para desarrollar un Paseo Cultural Comunitario. La posibilidad de contar con un edificio hito como el Teatro Principal y la incorporación de otras instituciones culturales en el decurso del tiempo como el Sectorial Municipal de Cultura, la Sede del Conjunto Artístico Maraguán de la Universidad de Camagüey, el Proyecto EJO y las exposiciones de ARTECUADRA, entre otras; puso de manifiesto su vocación y potencial cultural unido a la permanencia del hábitat como garantía de permanencia de la población residente que constituye la memoria viva en constante proceso creativo para aportar nuevas prácticas en un proceso continuo y dialéctico de construcción de identidades (figura 10). La intervención propuesta es una muestra además, de cómo los ‟procesos participativos de activación patrimonial (...) generan nuevas actitudes y prácticas en torno de la valoración, protección y uso de los diversos bienes culturales” (Conforti, Mariano & Baier, 2020, p. 494).
Aunque se ha seleccionado el eje Padre Valencia como ejemplo de este apartado, el CECODEC ha mantenido en estrecha vinculación con las instituciones encargadas de la conservación del patrimonio, un permanente trabajo encaminado al estudio de las problemáticas existentes en el centro histórico en varios ejes de interés a partir de las prioridades otorgadas en los sucesivos planes de manejo establecidos por la OHCC. Como plantea Bunge (2016, p. 9) ‟La ciencia como actividad – como investigación – pertenece a la vida social, en cuanto se la aplica al mejoramiento de nuestro medio natural y artificial (...)”.
En muchos casos, en las investigaciones desarrolladas por el CECODEC se han combinado las escalas de trabajo desde intervenciones urbanísticas en el área Patrimonio de la Humanidad, los ejes centrales, la recuperación de espacios públicos como parques y plazas y el trabajo al interior de los barrios, las manzanas y la rehabilitación del fondo habitacional. De igual forma las investigaciones desarrolladas han propiciado la identificación de potencialidades a partir de la incorporación de la comunidad y de conocer desde los diagnósticos sociales como viven los sujetos, sus necesidades y aspiraciones. Los resultados muestran la valiosa contribución de las universidades en el estudio de las problemáticas que presentan los centros históricos de las ciudades que por su complejidad requieren de un enfoque científico. De igual forma la necesidad de diagnósticos integrales que incluyan a los sujetos en la elaboración de propuestas a partir de las potencialidades. La Tabla 1 resume algunos de los estudios realizados.

| Investigación | Tipo | Problemáticas | Potencialidades | Propuestas |
| Anteproyecto de Conservación de la manzana No. 327 del centro histórico de la ciudad de Camagüey. (2012) | Rodríguez, I. Tesis de Pregrado | Transformaciones en la imagen urbana. Insuficiente equipamiento urbano. | Manzana grande, libre parcialmente. | Recuperación del fondo habitacional e incorporación de servicios públicos |
| Conceptualización del centro cultural Arte Vivo en el barrio La Caridad, a partir del vínculo con las artes plásticas. (2014) | Araujo, L. & Santana, A. Tesis de Pregrado | Transformaciones en la imagen urbana. Funciones incompatibles con la zona. | Manzana grande, libre parcialmente. Posibilidad de potenciar las artes plásticas en el barrio. | Creación del centro cultural Arte Vivo (plaza cultural, biblioteca, teatro, cine, talleres) |
| Recomendaciones para la recuperación integral de la Avenida de los Mártires. (2015) | González, L. H. & Pérez, C. Tesis de Pregrado | Transformaciones en la imagen urbana. Contaminación visual. Conflictos viales. | Posibilidad de incorporar nuevos usos. | Recuperación integral. Creación hogar de ancianos. Rehabilitación de casa de cultura y poliservicio. |
| El paisaje urbano histórico del área Patrimonio de la Humanidad de la ciudad de Camagüey: morfotipología y bioclima térmico. (2016) | Rodríguez, J. A. Tesis de Maestría | Insatisfacción térmica de los usuarios. Fuerte asoleamiento en espacios públicos. | Posibilidad de desarrollar turismo urbano por la singularidad de su morfotipología urbana. | Rehabilitación bioclimática para favorecer las condiciones de habitabilidad en el entorno urbano. |
| Proyecto de Conservación integral eje Avellaneda de la ciudad de Camagüey. (2016) | Díaz, L., Peralta, M. & Navarro, Y. Asignatura Proyecto I y II Maestría en Conservación | Insuficiente equipamiento urbano. Deterioro y transformaciones en edificaciones. Déficit de zonas de parqueo. | Zonas libres para actividades sociales. Tema ferroviario para museo por presencia del ferrocarril. Trabajo por cuenta propia habitantes. | Reanimación urbana integral |
| Transformaciones del hábitat en contextos de valor: una aproximación al eje Independencia de la ciudad de Camagüey. (2017) | Hernández, I. & Mancebo, A. Tesis de Pregrado | Deterioro progresivo del fondo habitacional. Inadecuada gráfica urbana. Aglomeración de personas. | Trabajo por cuenta propia de los habitantes. | Recuperación del fondo habitacional |
| Acciones para el ordenamiento urbano ambiental en el eje Luaces de la ciudad de Camagüey. (2018) | Álvarez, I. Tesis de Maestría | Espacios públicos descualificados. Transformaciones en la imagen. Deficiente balance de funciones. | Puede ser un eje peatonal. Potencial cultural. | Reanimación urbana integral |
Lo plasmado no quiere decir que las soluciones garanticen la preservación del patrimonio tangible, así como de las costumbres y tradiciones, se requiere una educación que logre la participación popular consciente de los grupos sociales en la salvaguarda de las identidades colectivas y es un instrumento importante de gestión del espacio público. Como plantea Vázquez (2007, p. 190) ‟cuando en una sociedad se premia el esfuerzo y la ética de trabajo, la capacidad emprendedora es un valor social reconocido, y la movilidad social se estimula, la población está en capacidad de responder a los retos y desafíos, de manera creativa”.
5. Tercer eje: conflictos derivados de la interacción y soluciones posibles
Se coincide con Hernández (2006, p. 49) cuando plantea que “los derechos no sólo se alcanzan, sino que se establecen en la ciudad, mediante un equilibrio entre la memoria del presente y la memoria del futuro.” En este sentido juegan un papel fundamental las memorias locales/barriales (Mariel, 2021) que se forman con los recuerdos compartidos del pasado, los elementos de la vida cotidiana, unido a las experiencias vecinales del presente y por último las aspiraciones, así como las nuevas necesidades propias de la vida contemporánea. Lo anterior demuestra el carácter inacabado de los procesos que se dan en las prácticas ciudadanas para satisfacer las necesidades de los individuos, tanto personales como de la sociedad en su conjunto, por lo que se genera un proceso dialéctico y de retroalimentación que se enriquece con las aportaciones de cada periodo, pero que también puede generar conflictos.
Como plantea González (2021, p. 61) ‟la ciudad civiliza a las personas, que socializa normas, experiencias, saberes a través de todos sus elementos componentes y que es un objeto de conocimiento que va más allá de la superficie que la delimita, del aprendizaje directo que se manifiesta”. En otras palabras el análisis de las ciudades debe contemplar el reconocimiento de los valores del pasado, la impronta de las necesidades de la sociedad contemporánea y una visión de futuro que considere la velocidad de cambio a la que debe dar siempre respuesta la ciencia para que se traduzca en alternativas de soluciones a las problemáticas que se dan y pueden darse en el espacio.
En ocasiones en aras de potenciar el desarrollo de las ciudades con nuevas inversiones se produce el desplazamiento de los residentes del sitio para ofrecer nuevos usos compatibles o no con los usos tradicionales. Al decir de Villalobos (2021, p. 110), ‟las cartas internacionales coinciden en que el uso es un factor que garantiza la conservación de un monumento cuando es compatible con su tipología arquitectónica, respeta sus valores culturales y se dedica a una función útil a la sociedad”. En ese sentido Camagüey apuesta por intervenciones que consideren el mantenimiento del uso residencial. Costa (2018, p. 15) plantea que ‟en la cubana Camagüey el fenómeno turístico comienza a generar transformaciones en el uso de suelo urbano, sin pervertir el sentido memorial de sus bienes; la resistencia está en la apropiación popular del centro”.
El mantenimiento del uso residencial no entra en contradicción con la incorporación de nuevos usos que favorezcan el crecimiento personal de los individuos, así como el desarrollo local, entendido como proceso endógeno capaz de generar dinamismo económico y mejoría en la calidad de vida. Según Rey (2019, p. 49) ese desarrollo endógeno se produce ‟cuando la comunidad local es capaz de liderar el proceso de cambio estructural y aprovechar sus recursos propios”, en ello inciden sus experiencias y la relación directa con sus lugares de vida, lo cual favorece el desarrollo de una conciencia espacial afectiva fortalecida por tradiciones locales.
En la ciudad de Camagüey, un espacio como la Plaza del Carmen ayuda a comprender como los posibles conflictos pueden tener soluciones viables. El trabajo integrado de la OHCC y las instituciones encargadas de la conservación del patrimonio permitieron identificar en el diagnóstico integral las problemáticas y potencialidades de la zona. Nos interesa con este ejemplo en particular, mostrar como un barrio a partir de identificar en la comunidad los sujetos considerados como líderes, sus deseos y sus actividades cotidianas; se puede desarrollar un proyecto que logra reflejar el barrio y sus habitantes a partir de las esculturas de la plaza (el vendedor de agua, el anciano del periódico, las chismosas que toman café mientras conversan), lograr el fomento de la economía familiar desde el trabajo por cuenta propia en los lugares de vida (venta de artesanías, pinturas o comida) y a la vez desarrollar la función turística de forma que logran mostrar la identidad del barrio.
En el barrio coexisten los edificios hitos como la iglesia del Carmen (1732) que ha permanecido a lo largo de los siglos y las viviendas del entorno con sus elementos tipológicos del periodo colonial, unido a los nuevos usos como el gastronómico con la presencia de dos restaurantes (uno de propiedad estatal y otro privado), la casa-taller de la artista de la plástica camagüeyana Marta Jiménez y las funciones cotidianas como es el caso de las amas de casa que buscan en la mañana la leche de los niños que llega al barrio, o los niños que juegan en la calle ahora peatonal para privilegiar al peatón y a sus habitantes (figura 11).
Es innegable que los conflictos generados de la interacción de los sujetos con el espacio pueden ser de diversa índole y ellos deben ser atendidos. Estudios realizados en Camagüey, (Costa, 2018), dan cuenta de algunas problemáticas referidas a la incorporación del turismo en su centro histórico y refieren que ‟el comercio turístico inicia la apropiación del centro tradicional y demanda cuidados especiales en la gestión de este territorio que aún es popular” (p. 17). De igual forma Costa (2018) aborda otro fenómeno ya visible como la tugurización, presente en algunos de sus ejes principales y el fachadismo en detrimento de la manutención integral del bien. Pese a ello se trabaja arduamente a partir de lograr la interacción academia-práctica en sus soluciones.
Según De Pina (2017, p. 32) ‟la construcción de los lugares expresa la interacción y mediaciones que existen entre teoría y práctica. Las formas espaciales expresan proyectos, intereses, necesidades, utopías y permiten una lectura de símbolos de una cultura y época”. Es en ese sentido que se requiere ‟la comprensión del patrimonio como objeto vulnerable y de interés para la colectividad [ello] ha implicado la necesidad de procurarle, (...), una existencia prolongada para transmitirlo” (Villalobos, 2021, p. 106). Para Soler (2020, p. 32)
en este contexto la representación y los mundos simbólicos construidos por grupos sociales (...) se convierten en símbolos socioculturales multidimensionales, esenciales en las conciencias de los pueblos, los cuales en las prácticas cotidianas le ofrecen contenidos y relaciones fundamentales básicas para los miembros de las comunidades como identidad cultural e histórica, convirtiéndose en narrativas de gran significado, con sus singularidades que le brinda distinción tipificadora para determinar excepcionalidades vinculadas profundamente con el sujeto histórico-cultural que la construye (...).
6. Interrelación academia-práctica
Camagüey posee un enorme potencial que aprovecha, desde la integración Universidad-Sociedad-Instituciones, para desarrollar investigaciones teórico-prácticas en las áreas de estudio relacionadas con la conservación integral de su patrimonio cultural tangible e intangible. En esta ardua labor sobresale el CECODEC[iv] con un esfuerzo desarrollado durante más de cuatro décadas de existencia en la que puede hablarse de una experiencia acumulada de humanización de la investigación académica a través de articular la gestión pública y la participación popular mediada por la Universidad. Costa (2018, p. 22) plantea que ‟la sensibilización patrimonial se refiere al establecimiento de políticas espaciales educativas vinculadas con las memorias del lugar y el tratamiento claro del patrimonio como valor colectivo desde escuelas, organismos de preservación, universidades o instituciones administrativas, de gestión u organizaciones civiles”.

En este sentido el CECODEC desarrolla un sistema de formación en conservación del patrimonio como una de sus líneas priorizadas, con una concepción curricular caracterizada por: el desarrollo de motivaciones, sentimientos, conciencia y convicciones, que les permita a los profesionales participar activamente en la conservación del patrimonio tangible e intangible; fortalecer los estudios de la arquitectura cubana y latinoamericana, desde un enfoque identitario y cultural, propio de la región; contribuir a la búsqueda de soluciones más efectivas para evitar, mitigar y/o solucionar los problemas referidos a la preservación del medio y con ello garantizar la preservación del valioso legado existente y diseñar acciones de recuperación, puesta en valor y salvaguarda que contribuyan a lograr la solución de necesidades y demandas del desarrollo social en los centros históricos.
El trabajo del centro de estudios (CECODEC) abarca el pregrado y el postgrado, este último con el inicio en 1997 de la Maestría en Conservación y rehabilitación de centros históricos y patrimonio edificado. En el año 2013 surgió también Arcada, Revista de Conservación del Patrimonio Cultural encargada de la socialización de importantes resultados de investigaciones en este campo. Destaca, además, la labor desde los proyectos de investigación locales, nacionales e internacionales. En particular el CECODEC ha mantenido proyectos con instituciones del territorio como la OHCC, la Delegación Provincial del MINTUR y otras afines a sus áreas de investigación. Como parte del trabajo se funda la Cátedra Honorífica Eliana Cárdenas Sánchez, personalidad de la arquitectura cubana y defensora de la conservación del patrimonio cubano y latinoamericano, donde se unen profesionales y estudiantes por la salvaguarda del patrimonio (figura 12).
Como resultado de todo el trabajo desarrollado en la esfera de la conservación del patrimonio el CECODEC lidera en la Universidad de Camagüey y en la región centro-oriental de Cuba la formación en esta área del conocimiento. La conservación del patrimonio es también una línea priorizada en la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz y tiene un reconocido prestigio en el país avalado por sus altos resultados investigativos reconocidos en varios premios donde destacan cuatro premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba: en 2002 (Conservación del Centro Histórico), 2005 (La casa cubana), 2008 (La enseñanza de la conservación) y 2012 (Contribución a la conservación del patrimonio).

La labor del CECODEC ha propiciado también la colaboración con numerosas instituciones y universidades cubanas y del mundo. De manera especial destaca la colaboración desde el 2017 con la Universidad de Brasilia, UnB, Brasil, por el alcance de este intercambio a partir de la firma del Convenio de Colaboración por los Rectores de ambas Universidades. Como parte de ese Convenio se han podido desarrollar ciclos de conferencias, cursos de postgrado y trabajos de campo en Camagüey y Brasilia (figura 13), publicaciones conjuntas en la PatryTer Revista Latinoamericana y Caribeña de Geografía y Humanidades (figura 14), la organización de eventos como los CLUPs - Coloquios Latinoamericanos de Urbanización y Patrimonialización, coauspiciados por ambas universidades, asesorías conjuntas de investigaciones y tesis de maestrías, evaluación de avances de tesis doctorales y de maestrías del Grupo de Pesquisa Ciudades y Patrimonialización en América Latina y el Caribe (GECIPA/UnB) e intercambio entre investigadores de los cuerpos académicos del CECODEC y el Departamento de Geografía de la UnB.
Lo planteado hasta aquí permite reconocer que en la relación academia-práctica, la academia debe brindar el saber científico (nacional, regional e internacional), que unido a las instituciones para el desarrollo de diagnósticos integrales y con la participación de los sujetos; permita lograr, como se evidencia en los tres ejes de análisis, atender las problemáticas, aprovechar las potencialidades, eliminar y/o atenuar los conflictos y alcanzar soluciones a los grandes desafíos a los que se enfrentan en la actualidad los centros históricos.
Las diversas representaciones socioculturales de los sujetos en sus espacios de vida deben ser de interés de los estados y gobiernos porque constituyen su identidad y forman parte de la memoria colectiva que genera posturas positivas en la relación sociedad-naturaleza y en las interacciones derivadas de esta. Soler (2020) plantea que ante la incertidumbre de los contextos humanos dichas representaciones deben recibir la máxima atención como parte de las políticas culturales y sociales, en particular en las ciudades que han recibido declaratorias por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. El propio autor argumenta que mediante dichas políticas las representaciones socioculturales pueden convertirse en recurso patrimonial para el desarrollo local que implica a todos los sujetos de la comunidad.
7. Palabras finales. Por una “conciencia espacial afectiva” desde Camagüey
No es posible llegar a conclusiones definitivas sobre conceptos aún en construcción, por lo que solo se intenta abordar algunas palabras finales. Respecto a la deriva conceptual, la investigación permite discernir de los conceptos fundamentales relacionados con los desafíos a los que se enfrentan las ciudades y en particular sus centros históricos, aquellos de interés para diversas disciplinas que centran su mirada en los sujetos, explicitando además la relación sociedad-naturaleza y sus interacciones. De esta manera se refuerza la idea de que el espacio expresa una manera de habitar conformada por la identidad de los sujetos que será defendida, en tanto se fortalezca su conciencia espacial afectiva.


La construcción mutua de teorías, metodologías y buenas prácticas urbanísticas que dialoguen con las problemáticas de la patrimonialización y de las ciudades latinoamericanas, a partir del intercambio de cuerpos académicos que socializan sus realidades y las distintas miradas a esas realidades, permite ir construyendo un enfoque regional desde criterios afines. Costa (2018, p. 2) alerta que ‟el número exiguo de fuentes acerca de riesgos y potenciales de preservación en América Latina y el Caribe corresponde con la fragilidad de las políticas públicas relacionadas con la gestión de riesgos patrimoniales en el continente”. Sirva esta contribución para continuar enriqueciendo el debate latinoamericano.
La ciencia no puede estar aislada de los graves problemas que enfrenta el hombre en sus lugares habituales de vida. Las interrelaciones que se producen entre el hombre y la naturaleza y los modos en que estas se producen, en ocasiones ponen en peligro la supervivencia humana. Algunos sitios con altos valores acumulados durante fuertes procesos de evolución, que evidencian las distintas etapas por las que han transitado, sufren las nefastas consecuencias de la globalización neoliberal y con ello la perdida de sus identidades. Ante estas realidades, urge poner en contexto las formas en que es posible un mundo mejor para los seres humanos. La inclusión de todos los grupos sociales, su reconocimiento y el trabajo conjunto de organizaciones sociales, instituciones y gobiernos en aras de desarrollar procesos participativos de activación patrimonial como forma genuina de construcción colectiva, es una alternativa viable para la satisfacción de las necesidades de los sujetos.
El acercamiento a Camagüey a partir de los ejes de análisis planteados permite demostrar que, el accionar sociedad-naturaleza en el decurso del tiempo en un espacio dado debe mantener el equilibrio entre edificios hitos, el hábitat y las diversas actividades, para que sean aprovechadas las potencialidades. De igual forma el estudio de zonas descualificadas como pueden ser los ejes viales, a partir de diagnósticos integrales con el concurso de los organismos con competencias y la participación comunitaria, permite determinar las problemáticas, propicia la posterior valoración de potencialidades y genera nuevas actitudes y prácticas con respecto a la valoración, protección y uso de los diversos bienes culturales. Unido a lo anterior, el mantenimiento del uso residencial vinculado a nuevas funciones útiles a la sociedad, respetando los valores socioculturales y que favorezcan el crecimiento individual del sujeto y la comunidad, generan dinamismo económico y mejoran la calidad de vida.
Finalmente, la voluntad política de algunos estados, como es el caso de Cuba, de trabajar por la integración universidad-sociedad para desarrollar investigaciones teórico-prácticas en alianza con las instituciones; garantizan la conservación integral del patrimonio cultural tangible e intangible. Ello es posible por un modelo social que favorece la fuerza de la participación consciente de los sujetos locales en la transformación de sus lugares de vida, pues como plantea Costa (2018, p. 20), ‟más que residir, las generaciones sucesivas que habitan el patrimonio reconocen su historia y memoria desde una conciencia espacial afectiva fortalecida por tradiciones locales”.
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Notas