Resumen: El presente artículo se centra en la conceptualización de los territorios hidrosociales, en torno a la inserción de un megaproyecto turístico en Yucatán, México. Para su análisis se utilizó una estrategia metodológica cualitativa aplicada a un caso de estudio que abarca tres poblados de la península: Yalcobá, X’tut y Sisbichén, afectados actualmente por la construcción del megaproyecto turístico “Xibalbá”. El objetivo es identificar las racionalidades que conciben, definen y problematizan el territorio hídrico, desde las lógicas del estado-empresario, y revelar su inserción al territorio a través de mecanismos específicos. Concluye que el megaproyecto Xibalbá es un mecanismo de poder, caracterizado por lógicas que conciben el agua como recurso económico desde la industria cultural, que inserta racionalidades políticas a través de particularidades físicas, sociales, simbólicas y culturales del sitio acompañado por los siguientes mecanismos: La legislación, el discurso, las políticas públicas y la tecnología.
Palabras clave: territorio hidrosocial, gubernamentalidad, megaproyecto turístico, industria cultural, agua.
Resumo: Este artigo enfoca a conceitualização de territórios hidrossociais em relação à inserção de um megaprojeto turístico em Yucatán, México. Para sua análise, foi utilizada uma estratégia metodológica qualitativa, aplicada a um estudo de caso que abrange três vilarejos da península: Yalcobá, X'tut e Sisbichén, atualmente afetados pela construção do megaprojeto turístico "Xibalbá". O objetivo é identificar as racionalidades que concebem, definem e problematizam o território hídrico, com base nas lógicas do estado-empresa, e revelar sua inserção no território através de mecanismos específicos. Conclui-se que o megaprojeto Xibalbá é um mecanismo de poder, caracterizado por lógicas que concebem a água como um recurso econômico da indústria cultural, que insere racionalidades políticas por meio de particularidades físicas, sociais, simbólicas e culturais do local, acompanhadas pelos seguintes mecanismos: Legislação, discurso, política pública e tecnologia.
Palavras-chave: território hidrossocial, governamentalidade, megaprojeto de turismo, indústria cultural, água.
Abstract: This article focuses on the conceptualization of hydrosocial territories in relation to the insertion of a tourism megaproject in Yucatan, Mexico. A qualitative methodological strategy was used for its analysis, applied to a case study covering three villages of the peninsula: Yalcobá, X'tut and Sisbichén, currently affected by the construction of the "Xibalbá" tourism megaproject. The objective is to identify the rationalities that conceive, define and problematize the water territory, from the logics of the state-entrepreneur, and to reveal its insertion to the territory through specific mechanisms. It concludes that the Xibalbá megaproject is a mechanism of power, characterized by logics that conceive water as an economic resource from the cultural industry, which inserts political rationalities through physical, social, symbolic and cultural particularities of the site accompanied by the following mechanisms: Legislation, discourse, public policies and technology.
Keywords: hydrosocial territory, governmentality, tourism megaproject, culture industry, water.
Artigos
Territorios hidrosociales y megaproyectos turísticos. La experiencia de Yucatán, México
Territórios hidrossociais e megaprojetos turísticos. A experiência de Yucatán, México
Hydrosocial territories and tourism megaprojects. The experience of Yucatan, Mexico

Recepción: 01 Octubre 2023
Aprobación: 01 Diciembre 2023
Publicación: 01 Junio 2024
El territorio yucateco se ha convertido en escenario de numerosos proyectos turísticos relacionados con el usufructo de los mantos acuíferos, lo que impacta directamente en las formas de habitar de los pueblos del medio rural. En la península de Yucatán, la principal fuente de agua es subterránea y aflora en los denominados colapsos de la red de cenotes (figura 1), esta última palabra proviene del maya dzeno’t (Leal & Acosta, 2021), que quiere decir cueva inundada con agua dulce.
La belleza de los cenotes y de la selva maya atraen a nuevos actores a la zona, principalmente empresarios que construyen megaproyectos y lucran con ese contexto natural, remarcando el valor del agua como recurso económico en favor de la industria turística y cultural. Estos megaproyectos no se insertan en el territorio de manera aislada, forman parte de una red de estrategias y mecanismos a través de los cuales se producen los territorios desde las racionalidades políticas del estado-empresario. La pertinencia de estudiar estas formas de apropiación mercantil y explotación del territorio deriva de las tensiones y conflictos socio espaciales actuales y la tranformación del escenario hidrosocial característico de Yucatán, en el sureste mexicano.
Por lo anterior, el presente estudio, que forma parte una investigación doctoral, se aboca a explicar cómo se producen actualmente los territorios hidrosociales a partir de racionalidades políticas, estrategias y mecanismos específicos en tres pueblos de Yucatán y revelar de qué manera es que dichos mecanismos se realcionan con las particularidades físicas, sociales, simbólicas y culturales del sitio ante la inserción de un megaproyecto turístico. El territorio en cuestión, conformado por los pueblos mayas de Yalcobá, X’tut y Sisbichén, está siendo impactado física y socialmente con dos de los más grandes megaproyectos turísticos en la historia de Yucatán[i]. El que nos ocupa, el parque Xibalbá, ha estado en construcción durante una década y tanto jóvenes como adultos de estos poblados han participado, desde su inicio, como mano de obra para trabajos pesados (perforar cavidades en roca, abrir túneles, acarrear roca y drenar lodo por debajo del agua, entre otros).
Este megaproyecto de carácter turístico, diseñado y ejecutado por la empresa Grupo Xcaret, pretende conectar 8 cenotes vía subterránea, mediante la construcción de túneles y pasajes subterráneos, utilizando maquinaria compleja y modificando las condiciones naturales del sistema acuífero. Cada cenote tendrá una temática en la que se explotará algún elemento de la cultura maya, además; este parque de 250 hectáreas, contará con un aviario, restaurantes, una aldea maya y tiendas de artesanías, entre otros. El territorio hídrico, donde se ha venido construyendo este megaproyecto, rodeado por los pueblos Yalcobá, X’tut y Sisbichén (figura 2), se está redefiniendo y acondicionando en torno a discursos prometedores de desarrollo, progreso, crecimiento económico y modernidad.


Para explicar la producción de este territorio desde una mirada social, se diseñó una estrategia metodológica cualitativa con técnicas mixtas, que incluyó acopio de información documental, observaciones en campo, participación en festejos familiares y entrevistas semiestructuradas. Así pues, este artículo inicia con los referentes conceptuales, entre los que se enlaza la producción de los territorios con el tema del agua, la cultura y el poder desde una mirada social; posteriormente se profundiza en la metodología diseñada; continúa haciendo énfasis en cómo se producen actualmente los territorios hidrosociales a partir de racionalidades, estrategias y mecanismos específicos; y finaliza revelando expresiones de coexistencia entre distintos actores y reflexionando sobre cómo esta forma actual de producir territorios transforma las relaciones socionaturales entre los habitantes locales y su territorio hídrico.
Abordar el tema del agua desde su dimensión social implica hablar de socionaturaleza, por lo tanto, como primer acercamiento a esta noción se considera importante referirse al concepto del ciclo hidrosocial de Linton & Budds (2013), que aborda el tema del agua como un proceso socio-natural, en tanto el agua y la sociedad se hacen y rehacen mutuamente en el espacio y el tiempo, colocando a las personas y la política en el centro de todos los problemas del agua. Bajo este enfoque, “ahora es el sistema de agua el que representa la naturaleza del agua, una naturaleza altamente compleja y evidentemente social” (Linton, 2014, p.114).
Esta noción la sostiene Swyngedouw (1999) al concebir la naturaleza como un fenómeno de hibridación donde se superponen procesos materiales, representaciones discursivas y representaciones simbólicas. Si partimos de la noción del territorio como espacio habitable, naturaleza humanizada o socionaturalezas es posible examinarlo como redes socionaturales espacialmente unidas, construidas por sujetos que colaboran, y a la vez compiten en torno a la definición, redefinición, composición y reordenamiento de este espacio en red. Por tanto, el territorio no es ajeno a la sociedad que lo produjo, sino que es su sustancia y encarna también las contradicciones, los conflictos y las luchas de esa sociedad (Baletti, 2012).
El concepto de territorio ha sido formulado desde diversas disciplinas del espacio del hábitat, como son la geografía, el urbanismo y las ciencias sociales entre otros. Marié (2004) lo define como un espacio de encuentros donde se enfrentan modelos antagónicos de organización entre lo global y lo local, un lugar de tensión permanente entre la identidad y la extrañeza donde coexisten, por una parte, lo local, lo singular y, por otra parte, lo universal. Ante este enfrentamiento de modelos se producen territorialidades, y para él, en este espacio de tensión entre la identidad y la extrañeza es donde actualmente se producen los territorios.
Los territorios son lugares de luchas y resistencias sociales donde ocurre la reapropiación comunitaria como lugar de resignificación y relaciones sociales (Composto & Navarro, 2014). Sin embargo, el acto de resistir no termina siempre en un conflicto abierto y estático, Pelayo & Rasch (2020) afirman que muchas veces el conflicto se oculta y la respuesta local se presenta a través de procesos micropolíticos al interior de la comunidad. Independientemente de la forma que tome el conflicto, el territorio se vuelve un espacio fundamental y multidimensional para la creación y recreación de los valores sociales, económicos y culturales de las comunidades (Escobar, 2000).
Con base en lo anterior, apelar al concepto de territorio hidrosocial de Boelens, Hoogesteger, Swyngedouw, Vo & Wester (2016, p. 02) resulta pertinente para este estudio. Los territorios hidrosociales se definen como:
La materialización imaginaria y socioambiental de una red multiescalar espacialmente unida donde los humanos, los flujos de agua, las relaciones ecológicas, la infraestructura hidráulica, los medios financieros, los arreglos jurídico-administrativos, las instituciones y prácticas culturales interactúan, se alinean y se movilizan a través de sistemas de creencias epistemológicas, jerarquías políticas y discursos de naturalización.
Este concepto integra dimensiones socioambientales, políticas y culturales como elementos interdependientes que se materializan en el territorio a traves de redes multiescalares complejas. En los pueblos Yalcobá, X’tut y Sisbichén, este es el escenario en el cuál se insertan los megaproyectos turísticos, particularmente el parque Xibalbá. Este megaproyecto turístico, visto como la otredad, se ha ido constituyendo en los territorios hidrosociales de Yucatán desde hace varios años y cada vez con mayor fuerza y alcance, etiquetado como de turismo cultural. Actualmente, este tipo de turismo está siendo explotado económicamente al grado de reducirlo, estandarizarlo y presentarlo como producto de consumo desde la sociedad del espectáculo (Debord, 1967).
Yucatán es una entidad federativa que abarca un amplio territorio de la cultura maya y es promovido en México como el tercer estado con mayor inversión y promoción turística, alentando la inversión privada para la construcción de proyectos de gran escala. Para Jouault (2021), este proceso de turistificación se presenta de manera paralela a otras transformaciones, como la mercantilización de la cultura en la región, asociadas a la privatización de los recursos bioculturales. En ese sentido, los proyectos turísticos se acompañan de discursos de medios públicos y privados, en los que se exaltan sus beneficios a la economía y la sociedad. El empleo de términos como sustentabilidad, desarrollo, progreso, infraestructura, derrama económica y bienestar social, entre otros, permite construir una racionalidad técnica y ambiental, fortalecida desde el ámbito de la industria cultural.
De acuerdo con Foucault (1972, 1977), estos discursos interrelacionan poder y conocimiento, lo que garantiza un orden político específico, un sistema normalizado, que establece vínculos fijos y relaciones lógicas entre un conjunto de actores, objetos, categorías y conceptos, que definen la naturaleza de los problemas y las soluciones para superarlos. Desde esa óptica, la gubernamentalidad, entendida como la racionalidad política detrás del ejercicio de dominio, explora el poder desde el sujeto como miembro activo que conforma una sociedad y no únicamente desde el aparato estatal (Foucault, 1972, 1977). En la gubernamentalidad el poder tiene un aspecto productivo en lugar de represivo; produce cosas, induce placer, formas de conocimiento (Foucault, 1991).
Sin embargo, para De Certeau (1984), el hombre tiene la capacidad de volverse un sujeto activo al usar, en una variedad de formas, estos mecanismos impuestos por un orden económico dominante, al punto de desviar el poder valiéndose de medios fundados en sus intereses comunes y sus propios fines. Así, expone las prácticas de la vida cotidiana como una forma de resistencia que surge, ante el órden socioeconómico dominante, como una serie de procesos mudos organizados y establecidos que, con un carácter netamente táctico aprovecha la estrategia del otro a su favor. Por lo anterior, atravesar el concepto de territorios hidrosociales con la gubernamentalidad, las prácticas cotidianas y las relaciones socionaturales se vuelve el camino teórico adecuado para abordar el poder, la cultura y el agua desde su dimensión social.
El presente trabajo se da en función de una situación familiar y la necesidad de tener que vivir parcialmente en el territorio de estudio. El método que se utilizó para encaminar dicha condición a un proceso de generación de conocimiento fue el que Marie (2004) denomina la biografía en la metodología. Este sistema acepta como punto de partida que la vida personal y el objeto de estudio empiezan a mezclarse y a afectarse mutuamente a lo largo del proceso de investigación. Lo anterior motivó el diseñar una metodología cualitativa de diseño mixto, etnográfico y narrativo, cuya recolección y análisis de información fue realizado a través de técnicas diversas: 1) Acopio de información virtual, 2) observación en campo, 3) participación en festejos familiares locales y 4) entrevistas semi-estructuradas.
La primera técnica consistió en identificar información a partir de distintos documentos oficiales y fuentes escritas, no científicas, en materia de agua, cultura y territorio, que cubrían diferentes esferas sociales, niveles de gestión y operación; marco legal, programas de manejo, programas de gobierno, entrevistas, notas de periódico digitales y redes sociales. Estos documentos se analizaron a través del marco analítico de componentes de gubernamentalidad desarrollado por Miller & Rose (2008) y De Certeau (1984) para explorar las racionalides, las estrategias y los mecanismos específicos a través de los componentes de la cognición, los cálculos y las tecnologías de gobierno respectivamente. Por otra parte, la observación en campo, realizada durante tres años, consistió en observar a los habitantes locales y las interacciones entre ellos y su entorno. De manera no participante se observaron formas de relacionarse con su territorio; sin embargo, hubo oportunidad de participar en festejos familiares, cumpleaños y bautizos, con lo que se complementó y enriqueció la investigación.
Finalmente, el último año del trabajo de campo, se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas, estableciendo cuatro tipos de actores que se diferenciaron por la forma de concebir, comprender y relacionarse con el territorio: 1) abuelos mayas, 2) mayas adultos, 3) extranjeros y 4) empresas privadas. Las entrevistas se dirigieron principalmente a los 3 primeros actores y que habitan el territorio, ya que el objetivo era obtener información desde una mirada interna. Para estas entrevistas se seleccionaron a 6 participantes, todos ellos actores claves en el territorio: 2 abuelos mayas, 2 adultos mayas (18-35 años) a los que se hará referencia a lo largo del texto como los de hoy, y una pareja de extranjeros; todos con seudónimos.
Si bien, el diseño de cada entrevista fue distinto, en general se recolectaron narrativas que permitieron identificar prácticas, lógicas, conocimiento, saberes, tradiciones, valores, creencias, relaciones, emociones, sentimientos, percepciones, opiniones, memorias y experiencias personales, y colectivas, vinculadas con el agua y con el territorio. Esta información fue triangulada con la información obtenida de la investigación documental y los resultados de la prospección en campo para validarla.
Este capítulo explica cómo se producen actualmente los territorios hidrosociales a partir de racionalidades políticas, estrategias y mecanismos específicos, esto permite comprender el escenario en el que se inserta el megaproyecto turístico de Xibalbá. Por un lado, se abre un apartado para comprender el contexto socionatural del territorio a partir de un análisis antropohistórico y por otro, se exponen las racionalidades políticas que conciben, definen y problematizan el territorio de Yucatán desde las lógicas del estado y los empresarios. Fundamentalmente, se hace una reflexión sobre el vínculo entre esas racionalidades y las particularidades físicas, sociales, simbólicas y culturales del sitio, apoyados en estrategias y mecanismos específicos, que acentúan la activación de nuevas prácticas cotidianas en torno a las relaciones socionaturales entre los habitantes y su territorio.
Después de visitar y observar el territorio durante varios meses, se advirtió una clara diferencia entre los habitantes mayores y los adultos jóvenes en términos de expresiones, actitudes hacia la vida, conocimientos y valores. Se realizó un análisis antropohistórico para comprender cómo se llegó a esa situación, identificando tres períodos clave: los mayas antiguos[ii], los abuelos mayas, y los mayas de hoy.
La generación de los abuelos, quienes en su mayoría se dedicaban a la milpa, se caracterizaba por una fuerte conexión entre las prácticas de la vida cotidiana y el cenote del pueblo de Yalcobá. Platicaba Abuelo 1 que, para los mayas antiguos, los cenotes eran lugares sagrados y representaban la entrada al inframundo, en maya lo llaman Xibalbá (mismo nombre que otorgó Grupo Xcaret a su megaproyecto turístico). Ahí en los cenotes vivían sus dioses. Y pedían lluvias por medio de sacrificios de doncellas al dios Chac. Aunque el cenote ya no se utilizaba para rituales en la generación de los abuelos, ni como medio de comunicación con los dioses o acceso al inframundo, este elemento natural seguía teniendo una importancia central en sus vidas.
Contaba Abuelo 1 que cuando era niño iban por agua a este cenote. El agua era tan limpia que podía beberse. Su casa estaba a la vuelta del cenote, por lo que su familia usaba este líquido para cocinar, beber, asearse, limpiar y para mantener a sus animales. Él recuerda acompañar a su mamá o a sus tías por agua; la traían en cubetas. Esto ha cambiado, hoy en día este mismo cenote, que ocupa un lugar especial en sus memorias de infancia, actualmente está delimitado por una reja perimetral. Se bardeó por órdenes del comisario en turno, hace aproximadamente 25 años, con la finalidad de evitar accidentes. Comentaba Abuelo 1 que gente bajo efectos de alcohol u otras sustancias solía caer y ahogarse. La construcción de esa reja de alambre representó una barrera física y, a la vez, simbólica que evidenció la ruptura de una relación socionatural entre el pueblo y el cenote.
Por lo regular, era difícil acceder a los cenotes más alejados del pueblo. Abuelo 2 narraba que se sabía de la existencia de algunos de ellos por rumores y pláticas entre milperos, pero no se acostumbraba acercarse a ellos ni para consumo, ni para rituales; mucho menos para actividades recreativas. Solamente los que trabajaban en el monte conocían estos cenotes. Estos pozos eran parte de un paisaje imaginario que surgía con las prácticas cotidianas de aquellos que hacían milpa. Historias de los cenotes se compartían en diversas conversaciones informales entre ellos, así como leyendas de los aluxes, duendes o seres mitológicos que los custodiaban. Contaba Abuelo 2 que sabías si tu tierra tenía alux cuando veías la hierba moverse y los perros ladrar. Si el dueño decidía adorarlo entonces nadie podía tomar producto de ese solar, sólo el dueño. Si agarrabas ese maíz te daba calentura o diarrea y si no te curaban te morías.
Dos viejitos que conocí que tenían, lo adoran, sembrando su milpa saca el pozol[iii]. Cada esquina, sacan su pozol y ya, pa que cuiden su milpa. Ningún animal lo va a tocar también porque el alux lo va a cuidar. Saca eso y cuando está llegando la cosecha primero ahí van a llevar el atole, lo llevan allá. Primero a él lo tienes que adorar para que te deje que lo agarres, sino a ti ya te chinga. Aunque tu lo críes, pero te chinga. (Entrevista concedida por Abuelo 2, en X’tut, Yucatán, octubre 2021).
Esto ha cambiado, la generación de los de hoy ya no están familiarizados con estas historias ni los consideran reales. Al abandonar el trabajo del monte se renuncia a ese paisaje imaginario que tenía sentido en el contexto de las prácticas de la vida cotidiana de los abuelos. Cuando se le preguntó a Abuelo 2 si su hijo sabía todas estas historias él respondió “No, ya no. Ellos ya con la información de hoy ya no lo creen. Incluso nosotros, una parte si creemos otra parte ya no estamos seguros” (Entrevista concedida por Abuelo 2, en X’tut, Yucatán, octubre 2021).
Ambos abuelos afirman que los cenotes, en aquellos días, no eran propiedad de nadie. No se les atribuía un valor económico, eran elementos de su territorio que formaban parte indisociable del ciclo de lluvia, principal fuente de agua para sus milpas. Sin embargo, a la llegada de la Ley Agraria de 1992, y la división de parcelas, no tardó mucho tiempo en que gente de afuera empezara a interesarse en comprar esas tierras, específicamente aquellas con cenote. Platicaba Abuelo 2 que foráneos empezaron a llegar al pueblo preguntando por tierras con cenote y dando con el propietario. En este punto, las relaciones sociales y simbólicas que tenían hacia el monte y sus cenotes empezaron a transformarse adquiriendo una dimensión económica y productiva.
Para finales de los años ochenta y principios de la década de los noventa, se dio un impulso a la oferta de empleo en la industria de la construcción, derivado del crecimiento turístico y económico de la zona costera de la Riviera Maya, en Quinta Roo, estado vecino de Yucatán. Para la generación de los de hoy, este esquema de trabajo se volvió atractivo, sobre todo por el beneficio de obtener un sueldo seguro, lo que les permitiría mantener a sus familias y pagar los gastos de nuevos productos y servicios que no existían en la generación de sus padres (luz, internet, gas, gasolina, material de construcción, productos enlatados, pañales, celulares, entre otras). De acuerdo con Abuelo 1, muy pocos deciden seguir los pasos de sus papás y trabajar el monte.
Ante las nuevas prácticas relacionadas con migrar a la Riviera Maya, para trabajar principalmente en la construcción y en servicios hoteleros, la población del pueblo aumentó. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), la población de Yalcobá se incrementó de 2,227 habitantes (en el año 2000) a 3,052 (en el año 2020), la de Sisbichén creció de 1, 282 habitantes a 2,172 habitantes en el mismo periodo, y la de X’tut se elevó de 236 a 290 habitantes. El aumento de la población y de la demanda de productos exógenos con envases no degradables y el uso de nuevos productos químicos incidió en la contaminación del cenote del pueblo y de los pozos poco profundos; lo que provocó que para resolver esta problemática se construyera un tanque elevado de agua. Esto hay que entrelazarlo a varios elementos externos que se insertaron en el pueblo en la misma época e impactaron en la imagen del territorio tras la introducción de banquetas, tuberías, electricidad, y caminos petrolizados entre Yalcobá y X’tut. A estos cambios físicos en el territorio se sumó un periodo de fenómenos meteorológicos que modificaron las condiciones de aprovechamiento de la milpa; la cosecha dejó de ser constante.
Pus… algo cambió. En que cambió la cosecha tiene como 15 años. De antes vas a lo seguro. Sólo cuando dimos cuenta el producto esta bajando, bajando. Hubo un año que sí, otro que no, ahora casi nada. Hice un tiempo el trabajo en la milpa pero ya no resulta. Nosotros como andamos en las chambas dejamos de hacer milpa. Yo hace como 3 años pagué mi milpa, invertí como… 9,000 varos… ninguna bolsa de elote agarré, nada de frijol, nada! Nada há! De antes no, cuando estaba sembrando mi papá si haces 4 hectáreas, puch! Elotes de montones! Un mecate[iv] daba como… más de 100 kilos de maíz. Un mecate! Pero ahorita no (se ríe)… haces una hectárea y buscas una bolsita de elote, no hay, se cambió. Este año sí dio un poco, el año pasado ni semilla! Le pegó el huracán… no dio nada. Pus así… empezó a cambiar las cosas. (Entrevista concedida por Abuelo 2, en X’tut, Yucatán, octubre 2021).
Es en este contexto que se inserta el Grupo Xcaret en el área. La construcción de su megaproyecto representó desde un inicio una opción de trabajo, principalmente para la generación de los de hoy, muy atractiva por no tener que viajar o emigrar a otras latitudes, permaneciendo cerca de sus familias y con un sueldo constante. Cuando se tuvo la oportunidad de entrevistar al Adulto 1 y preguntarle su punto de vista ante la construcción del parque Xibalbá la respuesta la dio con su lenguaje corporal y sus

expresiones, fue necesario reformular la pregunta varias veces porque respondía escuetamente, sin manifestar su punto de vista. Después de varios intentos entendió a qué me refería y se mostró incómodo. Dejó de mantener contacto visual y dijo “Psss… sí, si se da cuenta, no está bueno para la naturaleza, no está bueno para el pueblo, quien sabe esto en unos años… no sabemos, pero... mi familia come” (Entrevista concedida por Adulto 1, en X’tut, Yucatán, mayo 2022).
Las racionalidades políticas consisten en formas específicas de relaciones internas y socializadas, a través de las cuales se justifica el proceder del gobierno en lugares y tiempos determinados. Rose (1999) aclaraba que estas racionalidades no eran ideas o argumentos políticos y filosóficos, sino que estaban ocultas en documentos estratégicos que analizaban las dificultades, las problematizaban y presentaban las soluciones de manera natural y espontánea.
En el estado de Yucatán, estas racionalidades se van cimentando a partir de documentos tecno-políticos en materia de políticas públicas, marco legal y planes de gestión. En los últimos años, Secretarías como Seduma, Semarnat y Sectur se han encomendado en atender el desequilibrio del medio ambiente como efecto no deseado del progreso. Un ejemplo de ésto, es el Programa Hídrico Regional Visión 2030 [v]que emite la Semarnat, a través de la Comisión Nacional del Agua, para definir, problematizar y gestionar la Región Hidrológico-Administrativa XII Península de Yucatán. A lo largo de este documento se acentúa la definición del agua como recurso, su disponibilidad y sus usos y se enfatizan las características de la región en función de la disponibilidad del agua, lo cual se traduce en posibilidades de desarrollo y bienestar:
Esta suficiencia convierte a esta porción del país en un espacio de oportunidades y desafíos. Oportunidades porque la presencia del recurso se traduce en un mayor desarrollo, y desafíos cuando se observan los resultados que los diferentes eventos hidrometeorológicos extremos han producido. Es necesario construir más infraestructura para incrementar los servicios de agua potable, drenaje y saneamiento. (Conagua, 2012, p.6)
A su vez, estas Secretarías se apoyan en cuerpos colegiados para establecer el carácter del conocimiento científico que respalden las instituciónes tecnológicas. Un ejemplo de ello es la creación, en el año 2012, del Consejo de Cuenca Península de Yucatán (CCPY) cuyo principal objetivo es atender la problemática del agua en la zona. Este Consejo creó a su vez el Comité Técnico de Aguas Subterráneas para la zona geohidrológica Metropolitana de Yucatán (COTASMEY); órgano auxiliar para determinar los tipos de conocimiento, los problemas y los aspectos técnicos en materia de agua.
El plan rector fue integrado desde un enfoque de desarrollo de perspectiva local, regional, social, cultural, política, técnica y económica para impulsar la sustentabilidad a través del uso, manejo y aprovechamiento racional y eficiente de los recursos existentes [...] y propone un conjunto de proyectos específicos con el fin de establecer las bases del desarrollo sustentable de la Península de Yucatán. (CCPY, 2012, p.10)
Otro ejemplo de racionalidad política es el programa Cultura del Agua, creado por el Ayuntamiento de Mérida, Yucatán en el año 2021. De igual manera, a través de una unidad de planeación y soporte, Mérida Sustentable se creó con el objetivo de promover en la ciudadanía “una conciencia ecológica enfocada al uso racional del agua y a los demás recursos naturales” (Ayuntamiento de Mérida, 2021), sosteniendo la lógica dual que separa al hombre de la naturaleza y reafirma la concepción del agua como recurso imprescindible. Cabe aclarar que aborda la problemática del agua en la región y define como graves problemas aquellos que “hacen vulnerable nuestro manto freático a la contaminación, como: la intrusión salina, el fecalismo al aire libre y la falta de alcantarillado” (Ayuntamiento de Mérida, 2021), y se ciñen a la promoción de un cambio de actitud ante el agua, sobre todo en la población rural. Aunque se señala como responsables de la problemática del agua a las comunidades rurales, resulta arriesgado pasar por alto que “el 90% de la contaminación del agua se genera en las industrias” (Ayuntamiento de Mérida, 2021).
Por otra parte, la cultura del agua se expresa en el documento como algo que debe ser instaurado de manera exógena a la población, desde el gobierno, a través de la capacitación y concientización. No contempla la riqueza cultural de múltiples tipos de relación entre el agua y el ser humano en sus territorios. Baviskar (2003) sostiene que la cultura es un elemento que define y se define a partir de los discursos de naturalización. Relacionar los territorios hidrosociales con la cultura implica tratar la cultura en sí misma como un escenario importante de lucha política (Baviskar, 2003).
En el territorio contenido entre los pueblos de Yalcobá, X’tut y Sisbichén, las racionalidades señaladas, operan mediante cinco mecanismos específicos que se han ido adecuando a las particularidades físicas, sociales, simbólicas y culturales del sitio en las últimas décadas: 1) la legislación y el marco legal, 2) el discurso, 3) las políticas públicas, 4) el megaproyecto turístico, y 5) la tecnología.
La Ley Agraria decretada en 1992 por Carlos Salinas de Gortari demuestra que la legislación, además de formular racionalidades, se vuelve un mecanismo específico con instrumentos de aplicación orientados a las políticas neocapitalistas de extracción y explotación de recursos naturales en México. Dicha Ley tuvo como finalidad:
Otorgar mayor justicia y libertad; dar certidumbre jurídica para promover la capitalización de los procesos productivos; propiciar la conformación de figuras asociativas estables y equitativas y brindar protección y fortaleza al ejido y a la comunidad. (Gómez de Silva, 2016, p.202)
Anterior a esta Ley (principio del S. XIX hasta principios del siglo XX) las haciendas, bajo el modelo de latifundios, “habían despojado grandes extensiones de tierra y habían establecido un modelo de servidumbre agraria que privó a los pueblos mayas de sus propios territorios” (Velázquez, 2023, p.12). En los años subsecuentes a la Revolución Mexicana, desde 1910 hasta 1992, se concretaron una serie de leyes, reglamentos y reformas en materia agraria, entre ellos la Ley de Ejidos de 1920, que introdujo el concepto de ejido como “la tierra dotada a los pueblos” (Gómez de Silva, 2016, p. 170).
La creación de ejidos bajo las modalidades definidas a partir de la administración cardenista, apuntó a la sustitución de las comunidades por nuevas organizaciones, institucionalmente subordinadas al Estado nacional mediante el proceso de dotación agraria. (Léonard & Velázquez, 2009, p. 296)
La Ley Agraria reconoce 3 tipos de clasificaciones de tierras ejidales y comunales: 1) asentamiento humano, 2) uso común y 3) parceladas. Las dos primeras se reconocen por su carácter inalienable, mientras que la tercera autoriza su transmisión a terceros, la adquisición del dominio pleno y su desincorporación ejidal. El territorio rural en Yucatán y las prácticas de las comunidades que habitan los pueblos, fue transformada, y aún continua hasta el presente, a raíz de esta ley. Cabe mencionar que en los pueblos de Yalcobá y X’tut se tomaron decisiones distintas sobre sus tierras ejidales. Yalcobá eligió parcelar y dividir, mientras que X’tut decidió conservar su régimen ejidal. Cuando se le preguntó al Abuelo 1 en una entrevista, porqué en Yalcobá aceptaron parcelar a diferencia de otros pueblos respondió:
(Se quedó en silencio varios segundos) Fue falta de una... explicación, correcta a la comunidad. Como le podríamos llamar… faltó una información correcta, que hayan los panoramas claros para que la genta pueda tomar una decisión. En el caso de Yalcobá se tomó la decisión de que entrara este proyecto porque les dieron la idea que cada quien con su parcela puede trabajar, cosa que cuando estaba sin dividir uno dice estoy trabajando y trabajando en un terreno que no es mío, a la larga quien sabe si me lo quita el gobierno, a lo mejor, no lo sé, yo ya metí mi tiempo, mis recursos y siempre no es mío. Entonces vino esta ideología de decir, no, entonces que se divida y cada quien trabaja en su terreno y lo que trabaje es propio de él. Cuando esto se hizo, el gobierno extendió certificados parcelarios para avlar que esta parcela es tuya, firmado, autorizado por el gobierno Federal. (Entrevista concedida por Abuelo 1, en Yalcobá, Yucatán, abril 2022)
La llegada de la Ley Agraria y la posibilidad de parcelar sus tierras sentaron las bases para transferir las mejores a gente de afuera. Ante la falta de información, la ausencia de una visión de futuro y las presiones por parte de actores exógenos por adquirir las tierras con cenote, las formas de organización socio-política internas no pudieron sostenerse.
Antes había una ley interna, las tierras se vendían entre los mismos habitantes. No estaba escrita, era una ley que todos sabíamos, si alguien quería vender su parcela se hacían reuniones, y se decía “Juan quiene vender su parcela, ¿alguien del pueblo la quiere?” Y se vendía a un precio que como campesino puedes pagar, 10mil pesos por decir, había la idea que el terreno es del pueblo y al pueblo se le tiene que quedar. Cosa que cambió cuando empezaron a llegaron los de afuera. El asunto sucedió cuando empezaron a decir “la parcela de Juan esta en 10mil pesos”. “No, pero ya encontré una persona de afuera que me está dando 100mil pesos, hay quien me pague 100mil pesos entre los ejidatarios?” Nadie, porque somos pobres. Eso pfffffft… cambió todo. (Entrevista concedida por Abuelo 1, en Yalcobá, Yucatán, abril 2022)
Este mecanismo político-legal fue el que posibilitó, a su vez, que Grupo Xcaret, empresa creadora del parque Xibalbá, pudiera adquirir tantas hectáreas de tierra en este territorio. Una vez parceladas las tierras, bastó con tener como prestanombres, habitantes mayas locales, para que actores exógenos se hicieran de grandes extensiones de tierra y, posteriormente, lucraran especialmente con la belleza de sus cenotes.
En los pueblos de Yalcobá, X’tut y Sisbichén la estrategia de naturalizar el discurso de modernidad y progreso se llevó a cabo a través de medios de comunicación, campañas políticas y publicidad digital.
Los medios de comunicación y la publicidad digital, al informar sobre el megaproyecto turístico Xibalbá, replicaban frases como “detonador de turismo”, “desarrollo económico”, “desarrollo de los atractivos naturales” “derrame económico”, “oportunidad de empleo”. Jouault (2021) toma un fragmento del nuevo libro “Xueños” escrito por Miguel Quintana Pali, dueño de Grupo Xcaret, para revelar las racionalidades detrás de la construcción del parque, y ejemplifica, en nuestro caso, conceptos que se alínean a los documentos políticos:
Estamos haciendo estudios para hacer un gran parque natural en la zona occidental del estado de Yucatán, porque estamos convencidos de que en este estado hay que desarrollar y detonar nuevos polos turísticos […]Vamos a unir ocho grandes cenotes que están a 500 metros uno del otro formando un gran circulo; les conectaremos a través de largos cañones, túneles, ríos y cascadas. Su nombre será Xibalbá, el inframundo maya. […] Dentro de un año, concluiremos esta majestuosa obra, por lo que es urgente planear qué siguiente proyecto iniciar con toda la maquinaria pesada que se va a desocupar al terminar el parque. (Quintana Pali, como citado por Jouault, 2021, p.9)
Las entrevistas dirigidas a Miguel Quintana Pali por parte de distintos periódicos o plataformas digitales, tienen como constante el disfrazar, a través del discurso, la explotación natural y cultural del territorio maya con argumentos en los que se cohesionan intereses económicos a los anhelos y deseos de la población maya. Estos discursos se elaboran desde lo que Rose (1999) denomina gobernar el alma a través de tecnologías de la subjetividad o técnicas del ser, donde a través del lenguaje, criterios y técnicas condicionan nuestros cuerpos, almas, pensamientos y conductas con la finalidad de alcanzar la felicidad, la sabiduría y la realización personal. “Esto demostró lo atractivo que ya es trabajar, aquí en el destino, con nosotros, porque saben que la mayoría va a ser gente más feliz, más realizada haciendo parte de sus sueños con nuestros sueños” (Quintana Pali, entrevista en Cancuníssimo, 2019).
Durante aproximadamente 15 años, previos a la llegada del grupo Xcaret al territorio, el gobierno, mediante políticas públicas, comenzó a modernizar los territorios rurales a través de la construcción de infraestructura. Este acondicionamiento fue clave para que los habitantes empezaran a desarrollar nuevas prácticas a través de nuevos elementos en el territorio que los hacían, paulatinamente, dependientes del sistema capitalista.
En el caso de X’tut, el aprovisionamiento de servicios de infraestructura surgió de una forma muy particular en el pueblo. En lugar de llegar gente de afuera a construirlo, llegaron programas de gobierno (Pronsol y CDI) que daban unas becas económicas y material de construcción. Cuenta Abuelo 2 que él y sus familiares cobraban un monto mensual, bimestral o anual a cambio de construir caminos, banquetas y el tanque. Esta forma de proveer al territorio de la mano de obra local fue una estrategia clave para eliminar confrontamientos y tensiones entre los actores exógenos y habitantes locales; así como, para generar un sentido de apropiación ante los nuevos elementos.
La construcción de caminos petrolizados facilitó la introducción de productos y alimentos al pueblo, particularmente se incrementaron las tiendas de abarrotes. Esto empezó a transformar relaciones socionaturales en la forma de producir y consumir alimento en el territorio. La construcción del tanque de agua empezó a reemplazar la distribución de agua a través de los pozos artesanales, mismos que tienen más de 60 años en el pueblo. Los primeros se hicieron con base en esquemas de prueba y error y por los propios habitantes del pueblo, que con el tiempo fueron perfeccionando sus técnicas. Cuando se necesitaba hacer un pozo llamaban a los expertos. Cuenta Abuelo 2 que el primer pozo en su pueblo, X’tut, los hicieron entre su abuelo, su papá y su tío.
Otro elemento clave fue la construcción de la antena de Telmex con lo que se obtuvo el acceso a internet. El descubrimiento de las redes sociales fue relevante para la transformación de las relaciones socionaturales en el pueblo. Si bien, se mantuvieron las relaciones sociales físicas y presenciales gracias a la gran variedad de tradiciones, festividades y espacios de recreación, a ésto se añadió un espacio virtual que empezó a ser apropiado por los mismos habitantes a través de la creación de grupos diversos en Facebook.
Este espacio se volvió no sólo una adición a los espacios sociales, sino un medio de comunicación, un medio de información y desinformación, y un espacio comercial y económico. Cuenta Abuelo 2 que a través de Facebook Market empezaron a subir fotos aquellas personas que tenían tierras con cenote y vieron lo fácil que era llegar al mercado exterior y venderlos.
Ahorita el que quiere vender su terreno con el celular ffffffssst lo sube al Face y así sale el terreno, ahí pus de volada viene el que lo quiere, lo vine a visitar, si hay cenote, de volada, si no hay cenote no lo compran ahorita. Casi ya lo vendieron todo. Hay algunos, pero son propiedades privadas. (Entrevista concedida por Abuelo 2, en X’tut, Yucatán, octubre 2021)
Una vez acondicionado el territorio se abre paso a la inserción de megaproyectos turísticos como algo esperado, deseado y necesario para continuar en el camino del progreso y modernidad.
La construcción del parque Xibalbá (figura 4) termina de anclar las políticas públicas al territorio y las lleva a otro nivel. No sólo contribuye al acondicionamiento físico del territorio, al financiar y construir grandes obras de infraestructura, sino que a través del empleo se genera prácticas cotidianas que alinean, sostienen y

naturalizan nuevas relaciones sociales y productivas en torno a los cenotes y al ambiente natural en general.
Ante la llegada de Grupo Xcaret al territorio, otros proyectos turísticos de menor escala, comenzaron a construirse en el territorio. En un inicio, la ampliación de infraestructura y caminos era utilizado únicamente por los propietarios de los proyectos turísticos, pero no tardó en que habitantes locales se empezaran a beneficiar de ésto. Los nuevos caminos posibilitaron el acceso de la gente maya a sus terrenos en medio del monte, que hasta ese momento permanecían en desuso por la dificultad de su acceso.
Hay quienes usan los caminos para acceder a sus tierras y volver a sembrar milpa, hay quienes utilizan los caminos para tomar material del monte (maderas duras y guano), hay quienes los utilizan para leña (madera para cocinar), y finalmente, quienes tenían terrenos entre el camino de Yalcobá y X’tut (flujo hacia el parque Xibalbá) decidieron construir restaurantes, cabañas y tienditas de artesanías. Este es un ejemplo de cómo los habitantes, a manera de táctica, presentan una forma de resistencia no confrontativa ante las nuevas dinámicas sociales y cambios físicos al territorio, generadas por actores exógenos.
Por otro lado, ante los nuevos proyectos turísticos comenzaron a transformar y redefinir las relaciones socionaturales que tiene la generación de los de hoy con los cenotes.
Pues con tanta gente que vino de afuera eso ha traído una mezcla. Yo lo veo con mis hijos, yo no tanto soy muy llamativo para nadar, o para ir a los cenotes, pero esta generación, la de mis hijos ha sido influenciada por los que han venido de afuera. Nosotros no éramos de decir con mis amigos “vamonos al cenote!” No. Nada. Mis hijos si, ellos llegan sus amigos de afuera y dicen vamos a conocer este cenote y así se pasan la voz, pero, ¿que les paso a mis hijos la semana pasada? Vinieron aquí, a este cenote, y no se metieron. Me dijeron que sintieron… como chispale! no se ve el fondo, no se sienten seguros, sentian algo… no no no… mejor no, les da una sensación diferente. Cuando ves un cenote azul cristalino dices, aquí si. Pero este no. Nosotros seguimos siendo muy respetuosos. En mi generación sentimos que los cenotes tienen dueño […] pero la nueva generación ya no cree en esto, mis hijos ya no. Incluso yo me considero en un punto intermedio entre mis padres y mis hijos. Como que sí creemos y ahhh… como que no. Mis hijos ya no tienen esa forma de ver las cosas. Se va perdiendo… se va perdiendo. (Entrevista concedida por Abuelo 1, en Yalcobá, Yucatán, abril 2022).
Los proyectos turísticos posibilitaron una forma de relación socionatural entre la generación de los de hoy y los cenotes, que no experimentaron sus padres. Aprender a nadar y utilizar estos espacios como lugares sociales, asociados a la creación de memorias, aporta una visión de cenotes como parte de la identidad de las nuevas generaciones. “La identidad no se puede construir sin la presencia de una cierta alteridad” (Marié, 2004, p.76). Mientras que para los abuelos esta relación se establecía a partir de las historias y leyendas de sus padres y el trabajo en el monte, donde se vivían los cenotes desde afuera; ahora, las nuevas generaciones comienzan a establecer su propio vínculo con los cenotes a partir de una resignificación de valores que oscilan entre el cenote como espacio sagrado desde la memoria de sus ancestros y el cenote como espacio recreativo, productivo y comercial desde la memoria de sus prácticas cotidianas.
Los cenotes continúan siendo, en ambos casos, fuente de vida, pero con un sentido diferente. Si bien, las condiciones físicas se definen desde el actor exógeno con poder económico, el paisaje socionatural se va dibujando lentamente y de forma heterogénea a partir de sus propias historias de vida, intereses y relaciones sociales. Este escenario heterogéneo e interconectado “otorga un agenciamiento en la construcción de complejos grupos que potencializan o ponen en riesgo los objetivos comunitarios. Esta condición revela la multiplicidad de la respuesta local” (Pelayo, 2022, p. 38).
La geomorfología de la península de Yucatán y la dificultad de acceder físicamente a los cenotes, particularmente en esta región del territorio, se ha convertido en objeto de dominio por parte de empresas privadas y actores de poder exógenos a los pueblos ancestrales.
La construcción del Parque Xibalbá ha significado transformar el territorio de manera radical a partir del uso de maquinaria pesada y tecnología constructiva especializada para perforar el suelo kárstico. La acción de conectar 8 cenotes de manera subterránea, abriendo túneles y alterando los flujos naturales del agua en el sistema pone en riesgo el equilibrio del manto freático en la región. Ante esta acción, el parque Xibalbá ha sido clausurado, en más de una ocasión, por falta de permisos correspondientes, por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), sin embargo, a la fecha continúa su construcción.
Grupo Xcaret, además de utilizar su capacidad tecnológica para transformar la geomorfología del lugar (figura 5), utilizó, por otro lado, a la población maya como mano de obra para trabajos pesados[vi], con lo que estableció relaciones de jerarquía social que reproducen relaciones de dominación de tipo colonial.
Sin embargo, estas relaciones de dominación pueden llegar a invertirse entre trabajadores mayas y gente foránea. En una entrevista, Extranjeros 1 y 2 relataron la complejidad de trabajar con personal de la localidad. Mencionaban que querían acceder al cenote que tenían en su terreno, y sabían que los expertos eran los trabajadores de Xibalbá, por lo que los contrataban los fines de semana. En ocasiones no llegaban a trabajar, no avisaban, llegaban tarde, cambiaban los planes iniciales del proyecto, o iban subiendo el precio acordado conforme pasaban los días.
Estamos amarrados a sus condiciones, ya invertimos mucho dinero en este proyecto, llevan más de 6 meses trabajando perforando roca, abriendo el túnel, construyendo el puente de cables, no podemos correrlos, a estas alturas ya no, hay poca gente que sabe hacer esto, y sería volver a empezar con gente nueva. Quizá implicaría más tiempo y más dinero, así que ellos ponen los términos, y nosotros tenemos que aguantar. (Entrevista concedida por Extranjeros 1 y 2, en X’tut, Yucatán, junio 2022).
Esto afirma la interrelación entre el poder, las prácticas cotidianas y la tecnología a los intereses distintos de los actores que habitan el territorio.
Los territorios hidrosociales implican tensiones y conflictos desde las múltiples territorialidades y formas de gestión y apropiación del espacio productivo, en la medida en que construye un nuevo tejido de relaciones socioproductivas y el arribo de nuevos actores y una competencia por los recursos entre los actores locales. (Pelayo, 2022, p.37)

Si bien los abuelos tenían un conocimiento holístico de su territorio y una forma más artesanal para trabajar el monte, con técnicas y saberes armónicos permitían la asimilación de cambios graduales, la generación de los de hoy está apuntando a un conocimiento especializado que nubla el dibujo completo de su territorio, espacio vivo e interconectado. El uso de tecnologías como maquinaria pesada, como compresores y martillos neumáticos, tiene repercusiones más agresivas en la transformación del territorio hídrico cuyos efectos a largo plazo resultan difíciles de asimilar, evaluar e internalizar.
Sin embargo, este tipo de conocimiento los pone en una posición de ventaja ante la demanda de nuevos proyectos en la región y la necesidad de contratar gente con esos conocimientos específicos. Ahora los de hoy saben que lo que han aprendido tiene un valor económico, y esto una de las formas que toma el poder en la población maya local.
En el territorio delimitado por los pueblos de Yalcobá, X’tut y Sisbichén, el megaproyecto turístico terminó de entrelazar, a través de las prácticas cotidianas, las racionalidades políticas que se venían cimbando en el territorio tres décadas atrás, a través de acciones políticas y acontecimientos económicos y culturales específicos. En este territorio, el conflicto no estalla de forma abierta por los intereses de por medio entre la generación de los de hoy y los actores exógenos.
Este territorio hidrosocial, en actual y contínua transformación, se caracteriza por la presencia de conflictos internos cargados de contradicción que se manifiestan, de manera heterogénea entre los habitantes, a través de tres formas de expresión; la hibridación, la resistencia no confrontativa, y la resignificación de relaciones socionaturales. La hibridación se manifiesta particularmente en la generación de los de hoy ante la fusión de saberes y conocimientos especializados y tecnológicos movilizados a partir de las nuevas prácticas cotidianas.
La resistencia no confrontativa se manifiesta ante las oportunidades que surgen con la llegada de nuevos actores exógenos, detonada a partir de la construcción del parque de Xibalbá. Las relaciones entre actores endógenos y exógenos generan formas de coexistencia que se caracterizan por revertir relaciones de dominación cargadas de desconfianza y tensión. El conflicto no estalla de forma abierta entre ellos por los intereses que hay de por medio. Otra resistencia no confrontativa puede observarse en los nuevos proyectos que comienzan a surgir desde la población local, ante el flujo turístico. A manera de táctica toman oportunidades ante aquello que está fuera de su control y en manos del actor exógeno.
Finalmente, la resignificación de relaciones socionaturales se observa principalmente en los valores y el sentido que las nuevas generaciones tienen hacia su territorio. Elementos claves de su territorio como los cenotes y el monte, empiezan a redefinirse a partir de las nuevas prácticas cotidianas, enfatizando el valor económico, recreativo y productivo de la naturaleza como recurso a diferencia del valor sagrado, atemporal y cíclico del territorio que tenían los antiguos y los abuelos. La transformación y regulación del territorio hídrico se concibe, en la generación de los de hoy como obra y responsabilidad mixta entre actores exógenos y gente local, frente a la creencia de seres míticos y deidades como reguladores del territorio en las generaciones anteriores.
Las lógicas, los conocimientos y los saberes entre los habitantes locales y los extranjeros empiezan a penetrarse a medida que se establece una relación de interés entre ellos. Para la generación de los abuelos los intereses son menores, por lo que, en su mayoría, mantienen sus prácticas con el monte y las nuevas lógicas penetran a un nivel bajo. Para los de hoy hay muchos intereses de por medio, y a través de las prácticas empiezan a penetrar lógicas exógenas cargadas de contradicción.
Esta contradicción permanece en un espacio profundo de su ser y no se nombra, sin embargo, se vive en esquemas muy heterogéneos entre los habitantes y dependiendo de cada historia de vida, permanece, o intenta resolverse a través de la hibridación, la resistencia no confrontativa y/o la resignificación de relaciones socionaturales con su territorio. Esto dificulta la construcción de una identidad homogénea entre los habitantes y es en este escenario de contradicción y múltiples identidades que se redefine la cultura del agua en este territorio.
La presente investigación propone avanzar en comprender cómo se van asentando las relaciones sociales entre los diversos actores para formar nuevas redes de poder en el territorio. Este interés surge ante observar que las nuevas relaciones sociales que se están configurando no se agrupan con base a ideologías culturales, sino a intereses sociales y económicos. Será pertinente observar si las actuales formas de expresión entre los habitantes se mantienen o adoptan nuevas formas de conflicto.
Mariana Ríos Cabello: conceptualización; metodología; análisis formal; investigación; escritura - original preparación del borrador; redacción – revisión y edición; recursos; curación de datos; administración del proyecto; adquisición de fondos.
Blanca E. Paredes Guerrero: conceptualización; metodología; análisis formal; investigación; escritura - original preparación del borrador; redacción – revisión y edición; recursos; curación de datos; administración del proyecto; adquisición de fondos.




