I. ESCENARIOS

Narración y argumentación en el discurso político argentino actual

Narration and argumentation in the current Argentine political discourse

María Elena Qués
Universidad de Buenos Aires, Argentina

Narración y argumentación en el discurso político argentino actual

deSignis, vol. 33, pp. 167-177, 2020

Federación Latinoamericana de Semiótica

Recepción: 26 Febrero 2020

Aprobación: 15 Junio 2020

Resumen: Todo discurso político tiene, entre sus componentes centrales, series de relatos –lo biográfico, la historia del colectivo de referencia, la historia nacional o internacional, etc.– orientados a fortalecer diversos aspectos de la estrategia discursiva de quien los enuncia. El análisis de esta dimensión requiere marcos teóricos interdisciplinarios que cruzan la historiografía, la teoría literaria, la semiótica y el análisis del discurso. En este caso, el análisis toma el anuncio del lanzamiento de la candidatura del actual presidente, Alberto Fernández, por parte de la ex presidente Cristina Kirchner. Las narrativas esbozadas en el texto conforman una red de valor retórico y argumentativo de especial significación en la coyuntura política en que se publicó el discurso analizado.

Palabras clave: peronismo, discurso político, Fernández de Kirchner, Argentina, elecciones.

Abstract: Every political discourse includes stories that strengthen the discursive strategy of the speaker. The analysis of this dimension requires interdisciplinary theoretical frameworks that link historiography, literary theory, semiotics, and discourse analysis. In this case, I analyze how interwoven temporalities work in the announcement of the candidacy of Alberto Fernández, the current President. The announcement was made on May 19th by the former president and current Vice, Cristina Kirchner. The stories outlined in this text form a rhetorical and argumentative plot that becomes especially meaningful in the political situation in which the analyzed discourse was published.

Keywords: peronism, political discourse, Fernández de Kirchner, Argentina, elections.

1. INTRODUCCIÓN

Como es sabido, en los discursos políticos la dimensión narrativa tiene una importancia considerable; ya sea a través de relatos de vida del enunciador o de sus adversarios, de referencias al accionar de los padres fundadores, a la historia del colectivo de referencia o a la historia nacional, las narrativas constituyen una herramienta privilegiada para fortalecer facetas del ethos del orador (Vitale, 2018), evocar la memoria compartida o elaborar la idea de un pasado común (Hobsbawm, 1983). Se podría postular que los estilos político-discursivos en tiempos electorales articulan un eje +/- argumentativo y un eje +/- narrativo y que, tal vez, en la Argentina actual, las condiciones sociales de recepción de los discursos políticos indican mayor permeabilidad a los formatos narrativos que a las argumentaciones de formato clásico. En este punto, me remito más a una intuición que a una tendencia comprobable. En todo caso, sí es posible sostener que las zonas narrativas cumplen una función persuasiva, idea que ya ha sido explorada en textos fundacionales[1]. La recuperación de la historia nacional suele ser un modo de reforzar los lazos que unifican el colectivo o el metacolectivo: la historia, por lo tanto, es convocada para legitimar el rol del enunciador y/o el colectivo al que adscribe el enunciador o la enunciadora como representante de una genealogía que se reivindica como propia. Asimismo, otro tipo de narraciones –la biografía, la anécdota, la evocación– suelen remitir al ethos del enunciador o dan un matiz pedagógico a aspectos descriptivos y programáticos.

Orientar la mirada a esta zona del discurso político permite entrelazar perspectivas teóricas interdisciplinarias que cruzan la filosofía política, la historiografía, la retórica, la semiótica y el análisis del discurso. En el próximo apartado me referiré a algunos de esos puntos de partida para luego analizar, a modo de ejemplo, el anuncio de la candidatura de Alberto Fernández a la presidencia de la nación argentina. El hecho de que actualmente Fernández sea el presidente en ejercicio, añade –a mi juicio– interés al estudio del momento en que se daba un inicio atípico a su campaña electoral.

2. ALGUNOS PUNTOS DE PARTIDA TEÓRICOS

El sábado 18 de mayo de mayo de 2019, los argentinos amanecieron con la sorpresiva noticia de que Alberto Fernández sería candidato a la presidencia de la nación, acompañado por Cristina Fernández de Kirchner (CFK, en adelante) como candidata a vice. Tal anuncio fue hecho a través de un video publicado en las redes sociales por CFK. Ésa es la pieza que analizaremos en estas páginas.

La intrincada coyuntura política en que se dio ese anuncio es demasiado compleja como para poder sintetizarla aquí; a modo de ejemplo, del tono que tuvieron las repercusiones, me remito al texto publicado por A. Grimson (2019) bajo el impacto de aquella novedad[2]. Sin embargo, es imprescindible hacer referencia a algunas de las condiciones de producción que se engarzan con la lectura que propongo en estas páginas. Hasta ese momento, la ex presidente lideraba las encuestas, aunque una eventual candidatura suya encontraba resistencias y reticencias dentro y fuera del peronismo y sus potenciales aliados. Alberto Fernández, por su parte, luego de haber sido ministro del gobierno de Néstor Kirchner y del de la propia CFK, había devenido un duro crítico y había militado en espacios opositores al gobierno que ella conducía durante largos años. Si bien era público que aquellas hostilidades habían pasado, Fernández jamás había estado en la lista de los “presidenciables”, ni tenía una estructura propia para aspirar a instalarse en ese rol. Sin embargo, apenas lanzada la idea, resultó bastante claro que esta candidatura tenía la curiosa virtud de no ser resistida por ninguno de los sectores en pugna en el PJ y, por eso mismo, podía generar una nueva convergencia. Como Atenea naciendo de la cabeza de Zeus, el candidato parecía surgir de la cabeza de Cristina Kirchner. Y, al hacerlo, desbarataba el escenario. Todas las piezas quedaban reubicadas y, como en un caleidoscopio, formaban figuras nuevas, nada fáciles de comprender.

Para interpretar este escenario, es productiva la noción de “momento político”, que Rancière (2009: 11) define como aquellos momentos en que “lo dado” se pone en cuestión. La noción de momento político polemiza con la idea de un tiempo lineal y postula, en cambio, una temporalidad escandida por puntos que redefinen los vínculos sociales y políticos, en particular, aquellos ligados a los colectivos de identificación:

“Hablar de momentos políticos es ante todo decir que la política no se identifica con el curso ininterrumpido de los actos de los gobiernos y de las luchas por el poder, que existe cuando la gestión de esos objetos se abre a la cuestión de lo que ella misma es, del tipo de comunidad que le concierne, de aquéllos que están incluidos en esa comunidad y bajo qué título lo están” (Rancière, 2009: 11).

En suma, calificamos este anuncio como “momento político”, porque es uno de esos raros momentos en que, repentinamente, se redefinen roles e identidades y todo el ecosistema político sufre una mutación trascendente. Una cuestión de sintaxis: el orden en la composición de la fórmula redistribuía pesos y valores a los actores.

Por otra parte, resultan pertinentes para este análisis las reflexiones de Haydn White sobre la noción de evento histórico. A partir de una cita de Zenón de Elea, White recupera el nexo entre las ideas de evento y destino. Desde esta perspectiva, la noción de destino permite articular el sinnúmero de eventos particulares en una trama de sentido que no preexiste. “Octubre, siempre octubre” sugería CFK al referirse a su propia candidatura en 2007. Ningún sentido específico está ligado a una fecha cualquiera, pero cualquier episodio puede quedar investido al insertarlo en una serie reconocible. Esta estrategia de unificación de lo diverso bajo el paraguas del Destino (y de la Historia) está presente en el texto que analizaré aquí. Una suerte de designio enigmático y trascendente permitiría –a quienes sepan leerlo– acceder a claves explicativas de la vida social, no evidentes en la “superficie” (Barthes, 1977).

Es asimismo White quien llama la atención sobre la relevancia de los cambios de escala en el relato histórico. De hecho, construir periodizaciones suele ser una herramienta de gran utilidad para los enunciadores políticos cuando se trata de inferir de algún evento pasado el sentido del presente. El cambio de escala (los noventa / los últimos 80 años / este mandato) permite visibilizar o invisibilizar zonas del pasado común, trazar genealogías y rupturas, validar olvidos. Es evidente que cuando la política recurre a la historia, está haciendo política, no historia. Poco sentido tiene, entonces, reclamar –desde un análisis de este tipo– mayores precisiones, aunque sí es pertinente interrogar el tipo de imprecisiones que se eligen. De esta manera, las referencias a la historia, más o menos explícitas, se asocian a lo que Courtine (1981) ha denominado “memoria discursiva”, a saber, un conjunto de saberes, dispositivos, modos de decir que remiten a una temporalidad extendida: operaciones discursivas que permiten la activación rápida de una memoria compartida, vinculada a matrices reconocibles (Arnoux, 2008).

2.1. Tiempo y cultura clásica

Por último, antes de entrar de lleno en el análisis del caso, me interesa recuperar algunas cuestiones sobre la temporalidad, que se remontan a la cultura clásica y que resultan productivas para pensar los vínculos entre temporalidad y discurso político. Recordemos que la cultura griega clásica distinguía dos ideas del tiempo, regidas por divinidades diferentes. En primer lugar, por cierto, está Cronos: es el tiempo lineal, el que nos devora. El padre de los dioses inmortales, destronado por Zeus (Grimal, 1951[1981]).

Por el otro lado, está Kairós, la Oportunidad: hija de Zeus y Tyche –la Suerte, el azar–. Es una divinidad menor, una figura calva, de pies alados, con una sola mecha de largos cabellos que deberán asir quienes busquen sus favores. Lleva consigo una balanza desequilibrada. La trama temporal del discurso político tratará siempre de atrapar a este ser volátil, esquivo y arbitrario, aunque asuma idealmente la máscara de Cronos, la cronología, el “hecho histórico”. El dato estará siempre inscripto en una trama que tratará de ampliar las posibilidades de que el/la enunciador/a atrape la esquiva mecha de Kairós[3]. Kairós carece del prestigio de la permanencia, de lo profundo, de lo arraigado. Kairós es construcción: la oportunidad es destino construido en lo personal y en lo colectivo. Kairós es política.

Finalmente, el tiempo de la permanencia (¿tiempo atemporal?) es patrimonio de una tercera figura, Eón. Representado como un joven, su atributo es, por supuesto, el círculo. Es el tiempo ideal de la estabilidad y lo imperecedero. Podríamos decir que la política habita la órbita de Kairós, aunque aspire a lucir como Eón. Algo de todo esto podremos vislumbrar al considerar, aunque sea parcialmente, el manejo de la temporalidad en aquel discurso del 18 de mayo de 2019. Sin duda, ese evento político puso de manifiesto la lectura de un vacío y lo transformó en oportunidad. Los siempres y los nuncas puntúan el texto invocando al inaccesible Eón y postulan saberes que aspiran a trascender lo coyuntural (Verón, 1987).

“Los cargos son herramientas al fin. Siempre”. En un texto de fuerte tono prescriptivo, el yo se irá postulando como fuente de una normativa cuyo cumplimiento, a la vez, encarna. Veamos ahora cómo, en el texto, se construye la trama temporal en que se insertan la enunciadora, su espacio político, sus adversarios y la candidatura de Alberto Fernández.

3. EN EL COMIENZO FUE LA PATRIA…

La apelación a la cuestión patriótica ha sido un tópico recurrente en los discursos de Cristina Kirchner[4]. No es de extrañar, entonces, que esta trascendente pieza icónico-verbal se inicie y se cierre con una imagen de un paisaje patagónico –referencia metonímica inequívoca a la enunciadora y a su fallecido esposo– donde flamea una gigantesca bandera argentina. Mientras, su voz –en off– con un timbre ligeramente más grave de lo habitual y una prosodia pausada y solemne, indica la fecha, definida como el inicio de la Semana de Mayo[5]. Estamos situados en el tiempo de la Patria y, por lo tanto, en una narrativa de larga duración, cuyo protagonista es el metacolectivo nacional, el pueblo argentino. Pero el giro es inmediato; la efeméride cambia de tiempo y de sentido, cuando la enunciadora evoca el 25 de mayo como el aniversario del inicio de la presidencia de Néstor Kirchner. De los inicios de la Patria a los inicios del colectivo de identificación, al que el nombre de pila, conecta a la intimidad familiar. Hay un cambio de escala temporal, política y personal. La cuestión biográfica atravesará todo el texto, entrelazada con la historia reciente. La trama de hilos tiene como centro a la enunciadora cuya imagen ocupa asimismo la mayor parte del tiempo de pantalla a través de fragmentos de archivo: una ausencia estridente. Del paisaje patagónico pasamos a las imágenes del congreso el día de la asunción de Néstor Kirchner, acompañado por su esposa.

“Hoy sábado 18, comienza la Semana de Mayo. Y el próximo 25, en nuestra fecha patria se cumplen 16 años del día en que Néstor asumió…” Ya enmarcado el texto, un acto de habla marca un nuevo corte. Aparece la primera persona y el tiempo se vuelve tiempo biográfico. Biografía singular, ya que ha transcurrido en la esfera pública[6]. Un yo personal e institucional que se enlaza también con un yo generacional: “Nunca me desvelaron los cargos políticos, tal vez porque pertenezco a una generación que no buscaba un lugar en las listas, sino un lugar en la historia.”

Se suma, pues, otra escala cronológica y otro sujeto, la escala generacional remite simultáneamente al tiempo personal y, por otro lado, evoca la historia reciente, en particular los años setenta, su aura y sus conflictos. En la figura 1 se esquematizan las principales líneas temporales que articulan el texto y los sujetos que protagonizan esas zonas del relato. Claro está que lo que se representa aquí como lineal es, en realidad, una red compleja e interconectada. Las dobles flechas a la derecha del gráfico intentan mostrar algunas de esas interconexiones. En cada línea, están inscriptos el segmento histórico de referencia y el tipo de sujeto que oficia de protagonista.

Líneas temporales
Figura 1.
Líneas temporales

En todos los casos, la abundancia de adverbios y frases adverbiales va oscilando entre la duración y la excepción, entre Eón (“siempre” “nunca”, uso del presente atemporal) y Kairós (“nunca antes”, “este momento dramático”, “de una buena vez por todas”). La excepcionalidad no remite sólo a la interpretación de la coyuntura, sino que es una suerte de halo que impregna el universo de la enunciadora: una generación excepcional que no buscaba “un lugar en las listas, sino en la Historia”, el haber sido la primera mujer argentina electa como Presidente, su despedida del cargo “rodeada de pueblo, como no se recuerda en la historia argentina”, las denuncias judiciales en su contra se definen como “la más feroz campaña de mentiras y difamaciones”. Estamos ante una autobiografía que se narra bajo el signo de lo superlativo.

Luego de sintetizar su trayectoria política, el texto da un giro abrupto: el acto de habla referido es el núcleo de la pieza: un nuevo él entra en escena. A fin de que el trastrocamiento político de la escena quede, hasta cierto punto, amortiguado, CFK afirma: “Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos…”.

Queda allí planteada la asimetría jerárquica entre los miembros de la fórmula, que sería una de los enigmas durante la campaña electoral y aun después. Por otra parte, el anuncio está enmarcado por la reformulación de una famosa consigna “Primero la patria, luego el movimiento y, por último, una mujer”. El movimiento político efectuado por CFK, su renuncia a ser candidata es, en clave peronista, un “renunciamiento”, término habitualmente usado para referirse a la negativa de Eva Perón a ser candidata a vicepresidente en 1951. En el gesto resuenan, pues, ecos sacrificiales, acentuados en la medida en que no hay explicaciones de los inconvenientes que enfrentaba la posibilidad de su propia candidatura: “Sigo convencida de que la ambición personal tiene que estar subordinada al interés general”.

La presentación del candidato abre una nueva línea temporal, historias compartidas, un vínculo quebrado e inesperadamente restaurado, el tiempo fundacional del gobierno de Néstor Kirchner como cimiento capaz de sostener esa restauración y la edificación de la fórmula. La enunciadora, en tanto testigo del vínculo entre el candidato y ex mandatario, asume la voz de garante de las habilidades técnicas y políticas del ungido postulante a la presidencia. Recuperar su pasado junto a Néstor Kirchner permite soslayar las pasadas desavenencias con su candidata a vice. En palabras de CFK:

“Alberto, a quien conozco hace ya más de 20 años y con quien, es cierto, tuvimos diferencias. Tan cierto como que fue jefe de Gabinete y trabajó junto a Néstor durante toda su Presidencia. Y lo vi –junto a él– decidir, organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible…”

En ese hueco de las “diferencias superadas” se esfuma también la falta de indicios previos de sus aspiraciones presidenciales. La narración permite manejar los tiempos, trazar elipsis, acelerar, recortar, ralentizar. En los huecos del relato se esfuman las etapas o las facetas de la coyuntura cuya explicación sería políticamente inoportuna.

3.1. ¿A grandes males, grandes remedios?

En el relato, el manejo engarza los recortes de pasado para explicar que el corrimiento de la candidata y la búsqueda de un candidato alternativo es, como suele decirse, “una necesidad de la hora”. ¿Cómo es esa hora? No es novedad para nadie que la Argentina enfrenta una crisis profunda en todos los frentes. Aquí terminan, sin embargo, las coincidencias. Cada sector construye el perfil de esa crisis (su historia, sus causas, las posibles soluciones, la identidad de los responsables y las eventuales tablas de salvación) de maneras muy diversas. Trasciende totalmente las posibilidades de este artículo discutir esas explicaciones diversas o su validez relativa.

Sólo me referiré a aquellos aspectos pertinentes para explicar la estrategia del texto que nos ocupa. En este caso, la crisis actual se presenta como un correlato agravado de la crisis que, en 2001, dejó una huella profunda y traumática en la sociedad argentina. Las características de una y otra fueron aun para aquellos que no somos especialistas en la materia profundamente diferentes. La comparación es, sin embargo, relevante en dos sentidos: por un lado, por el rol asignado a Néstor Kirchner y su Jefe de Gabinete en la superación de ese momento y, por otro, como dramatización del presente. Si el 2001 fue traumático el presente es –en la perspectiva que postula la enunciadora– mucho más grave:

“Si aquellos fueron tiempos difíciles, estos son realmente dramáticos”

“Nunca tantos y tantas, durmiendo en las calles, nunca tantos y tantas con problemas de comida, de trabajo; nunca tantos y tantas desesperados, llorando frente a una factura impagable.”

Hay varias cuestiones que es necesario subrayar con respecto a la dramatización hiperbólica de la crisis en curso[7]: en primer lugar, como hemos anticipado, desde una perspectiva retórica llama la atención la serie de paralelismos escandidos por una serie de “nunca tantos”. De algún modo, la larga permanencia de la enunciadora en la escena pública opera como un factor legitimador de la mirada supra temporal que le permite lanzar ese diagnóstico comparativo. En segundo lugar, si la expectativa es postularse como opción para conducir la superación, resulta lógico cargar las tintas sobre el obstáculo a superar. En tercer término, desde una perspectiva más específicamente política, el dirigente sobre el que cae la responsabilidad de la crisis actual es el rival a derrotar en la elección: magnificar la gravedad de sus responsabilidades es parte de la competencia electoral. Por último, la crisis y sus efectos en lo cotidiano eran –ya en mayo de 2019– lo suficientemente graves como para que la hipérbole pudiera circular sin mayores cuestionamientos, en un escenario en el que el foco de la atención estaba puesto en la inesperada candidatura y sus efectos políticos. Sus adversarios tampoco parecían interesados en discutir ese diagnóstico sobre la crisis de 2001, en cambio, resultaba más productivo en el debate el electoral, situar el origen de la crisis actual en el gobierno de CFK.

Volver los ojos al 2001 le ofrecía a la enunciadora una ocasión para volver sobre la épica de los orígenes de la corriente que lidera, situar al candidato presidencial como una pieza central de esa escena y articular la interpretación del presente con un pasado que nadie parecía interesado en discutir, descartando en ese contrapunto cualquier nexo con los tiempos de su propia gestión presidencial.

Por otra parte, esa temporalidad ramificada posee, además del tiempo de la duración y de la excepción, otra dimensión, la de los ciclos, las repeticiones asociadas, en este caso, al campo del blanco polémico. “Otra vez” repite la enunciadora para presentar facetas del diagnóstico coyuntural, un presente que ya ha ocurrido, un presente impregnado de pasado. Es el tiempo de las consignas remanidas, pero también el de las crisis recurrentes, el tiempo de las decepciones y las frustraciones que desbaratan los logros alcanzados en los “ciclos del bien”. Las víctimas de esos ciclos aparecen en la pantalla, rostros dolientes y pancartas iracundas que representan al prodestinatario ideal, al que se le recuerda que: “Se trata de gobernar otra vez un país en ruinas, otra vez la gente empobrecida”.

La irrupción de un momento político como el que produjo el lanzamiento atípico de la candidatura de Alberto Fernández, se postula como la oportunidad de quebrar ese panorama de inercias y repeticiones –políticas, discursivas, económicas– de las que sólo cabría esperar una mayor declinación. Ése es el segundo acto de habla del texto, ineludible en el contexto preelectoral: la promesa que la fórmula aspiraría a ofrecer a los ciudadanos. A juzgar por los resultados electorales que hoy conocemos, la botella lanzada al mar llegó a destino.

3.2. Presencia/ausencia

Uno de los aspectos más curiosos del texto analizado es la completa ausencia de imágenes del momento de la enunciación[8]. Como anticipé, la imagen de la enunciadora es visible casi todo el tiempo, pero siempre a través de tomas de archivo que van ilustrando las secuencias biográficas. Incluso, por momentos, la gestualidad de la imagen coincide perfectamente con la prosodia del mensaje verbal, aunque la situación de enunciación sea muy diferente.

Las imágenes funcionan, básicamente, como evocación y como prueba. Se podría decir que su funcionamiento en este video es más indicial que icónico: la evocación se refiere a escenas de la vida política de la enunciadora, fundamentalmente, pero también a la presidencia de Néstor Kirchner. Permiten comprobar la cooperación de Alberto Fernández como ministro, constatar la actual cordialidad del vínculo entre los miembros de la fórmula que se presenta o reafirmar la constancia del beneplácito de figuras de un alto peso político y emocional como las Abuelas de Plaza de Mayo.

El protagonismo corresponde enteramente a la candidata a vice, lo cual subvierte las laxas pautas del lanzamiento de fórmula como género discursivo. Por eso mismo, el texto en su conjunto puede ser considerado como una trama que se arma en torno a una ausencia. Es, en un nivel, la puesta en escena de una ausencia. La decisión de no ser candidata se comunica, por lo tanto, en toda la composición de la pieza y no meramente en el plano temático. Es una voz lejana que, desde el mítico sur, habla a los argentinos de su alejamiento y al hacerlo reconfigura el mapa político nacional. Curiosa ausencia, sin duda, la que señala esa voz incorpórea, capaz de ungir a un inesperado candidato presidencial, reordenar a la oposición y reorganizar las líneas centrales del mapa electoral.

También la imagen tiene un plano polémico, que intensifica la crítica de los segmentos dedicados a la gestión y la figura del entonces Presidente –y principal rival electoral– Mauricio Macri y ancla las referencias verbales. Cuando CFK habla de la deuda externa, por ejemplo, una secuencia de imágenes muestra a Mauricio Macri junto a Christine Lagarde, quien en aquel momento dirigía el Fondo Monetario Internacional:

“La deuda externa contraída en apenas tres años es más grande que la que Néstor recibió defaulteada…El apabullante e innecesario, e innecesario endeudamiento empieza a mostrar en este presente los primeros síntomas de una realidad que será muy difícil de revertir”

La extrema cordialidad de las sonrisas de ambos protagonistas y sus entornos invierte su sentido original al entrar en relación con sus palabras y adquiere un valor polémico. “Diabluras de la sintaxis”, como decía Borges (1933), que consideraba que los recursos sintácticos eran una de las formas más eficaces de la injuria.

4. A MODO DE CIERRE

En estas páginas he presentado, en primer lugar, algunos recursos teóricos que considero pertinentes para abordar la reflexión de los aspectos narrativos del discurso político. He subrayado, en ese recorrido, la productividad de considerar esta problemática desde los diferentes conceptos de tiempo que discriminaba la cultura clásica.

A partir de allí he propuesto el análisis de un caso, tan atípico como relevante para la vida política argentina. La lectura presentada no pretende ser exhaustiva, sino que aspira a trazar un esbozo de las principales líneas narrativas que el texto interrelaciona y a llamar la atención sobre la diversidad de sujetos que las protagonizan, así como sobre los diferentes modelos de saber que la enunciadora pone en juego en esos pasajes. Asimismo, he tratado de subrayar el valor político de esos diversos hilos narrativos, de los criterios de selección de los hitos que se seleccionan u omiten y de las interpretaciones histórico-políticas que se esbozan.

Finalmente, he destacado la tensión que existe entre los diferentes niveles del texto; entre el protagonismo de la voz y la ausencia de imágenes de la situación de enunciación. Una tensión que las imágenes de archivo, de alguna manera, subrayan.

La decisión de CFK de no estar entre los candidatos presidenciales de 2019 –y a la vez de estar en la fórmula– encuentra en esta curiosa composición una metáfora a la vez clara y enigmática. El sugerente remate del video –con la misma imagen del comienzo: un paisaje patagónico desértico en el que flamea una bandera y en el que sólo se oye el silbido del viento– refuerza ese vacío metafórico e incita, en cierto modo, a lo/as ciudadano/as a tejer nuevas tramas de sentido.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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BARTHES, R. (1962 [1977]) “La estructura del suceso”. En Ensayos Críticos. Barcelona: Seix Barral.

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COURTINE, J.J. (1981) “Quelques problèmes théoriques et méthodologiques en analyse du discours, à propos du discours communiste adressé aux chrétiens”, Langages 62, 9-128. París: Larousse.

GRIMAL, P. (1951 [1981]) Diccionario de mitología griega y romana. Barcelona: Paidós.

GRIMSON, A. (2019) “Les Fernández. Arremangarse”, Anfibia: UNSAM. http://revistaanfibia.com/ensayo/arremangarse/ Consultado el 19 de noviembre de 2019.

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RANCIÈRE, J. (2009 [2010]) Momentos Políticos. Buenos Aires: Capital Intelectual.

SIGAL, S. y VERÓN, E. (1986) Perón o Muerte. Buenos Aires: Legasa.

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____1994 [1997]) “De la imagen semiológica a las discursividades. El tiempo de una fotografía”. En Veyrat-Masson, I. y Dayan, D. (eds.) Espacios públicos en imágenes. Barcelona: Gedisa, 47-55.

VITALE, A. (2018). “El ethos entre el kairòs y las formaciones discursivas”, Estudios del discurso, Vol. 4, Núm. 1, 36-50. Cuernavaca, CIHU, UAEM.

Notas

[1] Recordemos, por ejemplo, la lectura que hacen Sigal y Verón (1986) de las funciones del uso de la historia en el discurso de Juan D. Perón: “La recuperación histórica que lleva a cabo el discurso político supone simultáneamente dos cosas: la inscripción del enunciador como heredero, mostrando líneas de continuidad en el interior de una lógica de la historia y, al mismo tiempo, una suerte de superación de esa lógica, la emergencia de una forma nueva, dada la evolución, el cambio en el proceso. La historia aparece, entonces, como metáfora del presente.” (Sigal, y Verón, 1986: 182)
[2] El artículo de Grimson (2019) publicado en la revista digital Anfibia,poco después del anuncio, permite ver la miríada de interrogantes abierta entonces. En las primeras líneas el autor dice: “En el amanecer del 18 de mayo los argentinos y el mundo quedaron estupefactos ante algo que sucede muy excepcionalmente: un movimiento magistral de la estrategia política y electoral. ¿Cristina cambió? ¿Es la misma? ¿Entendió por qué perdió? ¿Aprendió? ¿Es verdad cuando dice que lo único importante es que un nuevo presidente, con otro modelo de país, se siente en el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre?”.
[3] Debo a Alejandra Vitale (2018) el “rescate” de la noción de kairós y el ejercicio reflexivo sobre su relevancia para el análisis del ethos en el discurso político. En su análisis del discurso de Cristina Kirchner, Vitale hace referencia a la prudencia, definida por Aristóteles como un saber oportuno y eficaz, es decir, ligada al kairós. Por otra parte, en ese trabajo Vitale retoma la caracterización de la faceta pedagógica del discurso de Cristina Kirchner, que se manifiesta entre otras cosas en verbos realizativos, vinculados a operaciones intelectuales (recomendar, corregir, reflexionar). Tales rasgos están asimismo presentes en el texto que analizo aquí, aunque no es ése el eje de mi abordaje.
[4] Por sólo citar dos ejemplos: la consigna “La Patria es el otro” fue un slogan de su gestión presidencial. Más tarde, el Instituto Patria fue la designación escogida para sus oficinas en Capital Federal. Evidentemente, ese rasgo recupera una tradición arraigada en el peronismo desde sus inicios (Sigal y Verón, 1986), aggiornada en el marco del espacio político que suele autodesignarse como “nacional y popular”.
[5] La Semana de Mayo es la efeméride argentina por excelencia. Se refiere a los días previos al movimiento político que derrocó, en 1810, al poder virreinal y consagró, el 25 de Mayo, al Primer Gobierno Patrio. En 1973 y en 2003, respectivamente, asumieron en esa fecha los Presidentes Héctor Cámpora y Néstor Kirchner.
[6] Como planteaba E. Verón (1994: 59) en sus reflexiones sobre una fotografía familiar del rey de Bélgica, por momentos, los hechos narrados y, sobre todo, las imágenes y la prosodia remiten a “la naturalidad de una vida que, a pesar de estar marcada por el sello de lo público, no deja por ello de ser una vida como las demás”.
[7] Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en Congreso de la Asociación Argentina de Retórica de 2019. En el debate subsiguiente, conversamos con Mariano Dagatti y otros participantes acerca de los posibles motivos de la magnificación de la crisis actual. No se trata de valoraciones arbitrarias: por sólo citar algunos rasgos notorios del 2001 ausentes en el momento de la emisión de este texto mencionaré: la caída del Gobierno Nacional, la violencia política que generó decenas de muertos, las cuasi monedas –que reemplazaban la moneda nacional en la mayoría de los distritos, el masivo endeudamiento en dólares de los sectores medios, la devaluación gigantesca, las dificultades para acceder a los fondos depositados en los bancos, los clubes de trueque como alternativa al consumo–. ¿Por qué, entonces, dramatizar el diagnóstico? ¿Por qué arriesgarse a las desmentidas? Una participante muy joven ofreció una explicación posible. Para ella –como para muchos– el diagnóstico era verosímil ya que no tenía recuerdo de la crisis anterior. En este artículo, intento ofrecer, también, otras hipótesis complementarias.
[8] Además, ciertamente, de la ausencia de Alberto Fernández, cuya candidatura se lanza, por así decirlo, en tercera persona.
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