ESCENARIOS

Sobre la recepción literaria: estética de la recepción y poética cognitiva

Literary reception theory: from reception aesthetics to cognitive poetics

Rocío Badía Fumaz
Universidad Complutense de Madrid, España

Sobre la recepción literaria: estética de la recepción y poética cognitiva

deSignis, vol. 35, pp. 137-147, 2021

Federación Latinoamericana de Semiótica

Recepción: 07 Octubre 2020

Aprobación: 26 Octubre 2020

Resumen: Este trabajo busca conectar la Poética Cognitiva con las propuestas de la Estética de la Recepción en tanto que corrientes centradas en la recepción literaria. Para ello, se abordarán los conceptos de lector implícito, indeterminación, huecos textuales y horizonte de expectativas introducidos por Iser y Jauss, para proponer un nuevo marco explicativo de estos fenómenos dentro de la Poética Cognitiva.

Palabras clave: Teoría de la Literatura, Lectura, Estética de la Recepción, Poética Cognitiva, lector implícito.

Abstract: This paper aims to connect Cognitive Poetics and Reception Aesthetics on the basis of their common interest in literary reception. To do so, we will address some of the most important Reception Theory concepts –implied reader, textual indeterminacy, textual gaps and horizon of expectation– in order to propose new explanations from Cognitive Poetics.

Keywords: Literary Theory, Reading, Reception Theory, Cognitive Poetics, Implied Reader.

1. EL GIRO COGNITIVO EN SEMIÓTICA

Cognitive poetics is all about reading literature

Peter Stockwell

La utilidad de una perspectiva cognitiva para analizar los procesos semióticos está siendo reivindicada en las últimas décadas, como prueban los estudios de Gomila (1996), Magariños de Morentín (2001 y 2002), Klinkenberg (2003), Colle (2005), Zaganelli (2011) o Pérez Latorre (2012). Éste último señala cómo “una eficaz articulación entre la semiótica y la psicología cognitiva será relevante para potenciar el análisis semiótico del discurso" (2012: 103), explorando el modo en que las aportaciones de la Poética Cognitiva pueden ser contrastadas con los principales mecanismos de análisis semiótico.

Por su parte, A. Colle (2005) esboza una explicación del proceso semiótico desde una perspectiva cognitiva, planteando la conexión del modelo cognitivo con la propuesta triádica referente-significado-representación proveniente de la Semiótica. El modelo cognitivo que propone lo representa mediante el siguiente gráfico (2005: 5):

Modelo cognitivo del proceso semiótico según A. Colle
Figura 1
Modelo cognitivo del proceso semiótico según A. Colle

Además de esta aproximación cognitiva a la Semiótica, se reivindica una Semiótica Cognitiva como disciplina, tal como hacen de forma explícita Holenstein (2002), Brandt (2003, con el significativo título “Toward a Cognitive Semiotics”, y 2004), Sonesson (2012) o Zlatev (2012), entre otros, a partir fundamentalmente de las aportaciones de Peirce pero teniendo en cuenta el giro cognitivo actual para la investigación del significado; también desde la Semiótica Fenomenológica con orientación cognitiva, como se aprecia en los trabajos de González de Ávila (2016 y 2019). Las propuestas semiótico-cognitivas aplicadas a la literatura difieren poco de las aportaciones de la Poética Cognitiva, disciplina también reciente que aúna los resultados de la lingüística cognitiva y de la psicología cognitiva para explorar fundamentalmente el fenómeno de la lectura literaria.

La distancia entre una Semiótica Cognitiva aplicada al texto literario y la Poética Cognitiva, si la hay, es pequeña, en tanto que ambas se centran en estudiar los procesos de construcción de significado literario en clave cognitiva, lo que se refleja en la produccióncientífica, como se comprueba, por poner un ejemplo, en el contenido del monográfico “Sémiotiquecognitive — Cognitive Semiotics” de la revista Recherches en Communication (2003).Es más, los términos “Semiótica cognitiva”, “Poética cognitiva”, “Retórica cognitiva” y “Estilística cognitiva” se utilizan a menudo como sinónimos en los estudios que abordan el hecho literario desde este punto de vista. En este trabajo preferimos el término “Poética cognitiva” debido a que el punto de vista desde el que se plantea el estudio es el de la teoríaliteraria, y en este ámbito es el término que está alcanzando mayor difusión hoy día.

Desde un acercamiento semiótico y coincidiendo con los planteamientos de la Estética de la Recepción, Lotman afirma que la obra literaria “ofrece a diferentes lectores distinta información, a cada uno a la medida de su capacidad; ofrece igualmente al lector un lenguaje que le permite asimilar una nueva porción de datos en una segunda lectura” (1982: 36). Del mismo modo Eco plantea, acudiendo al reconocimiento de vacíos semánticos, la elección entre múltiples posibilidades de lectura y el fenómeno de las relecturas, que “la definición semiótica del texto estético proporciona el modelo estructural de un proceso no estructurado de interacción comunicativa(1995: 384, énfasis en el original). Para una ponderación de la relación entre Semiótica y Estética de la Recepción desde los planteamientos de Eco puede acudirse a Soní Soto 2000 y Godoy Arenas 2012).

Asumiendo la relación entre Semiótica y Ciencias Cognitivas y Semiótica y Estética de la Recepción, este artículo se sitúa en el ámbito de la comunicación literaria para reconsiderar los supuestos de la Estética de la Recepción a partir de este giro cognitivo que hemos advertido en el presente epígrafe. El objetivo de este trabajo será, entonces, explorar la construcción de significado específicamente en los textos literarios, trazando las relaciones posibles entre las aportaciones de la Estética de la Recepción y la Poética Cognitiva.

2. ¿UNA RELACIÓN SUBTERRÁNEA?

La orientación hacia el lector que comienza a surgir con fuerza en la década de los sesenta y setenta está influida por el New Criticism y su denuncia de la falacia afectiva, que hace depender el significado de un texto de su recepción. Tanto la Estética de la Recepción, en ese momento, como la Poética Cognitiva, décadas después, van a fundamentar su comprensión de la literatura precisamente sobre esta falacia, al entender que el significado es creado por el lector en el proceso de lectura, no descubierto en el texto como significado previo.

Cuando Wolfgang Iser reivindica en Der implizite Leser este giro hacia el lector, advierte de que está explorando una “no-man’s-land” (1978: xii) que, sin embargo, enseguida generará gran influencia. Frente a este éxito inicial, contrasta la actual ausencia de continuación de sus propuestas más destacadas. En este trabajo propondremos la Poética Cognitiva como la corriente que mejor puede completar y actualizar las propuestas planteadas en su momento por la Estética de la Recepción.

El objetivo de este trabajo será, entonces, confrontar estas dos corrientes críticas centradas en la categoría del lector, ambas caracterizadas por una gran pluralidad y una ausencia de planteamientos unificados, lo que dificulta su comparación. Pese a las evidentes conexiones, la bibliografía crítica en torno a esta cercanía es casi inexistente. Hamilton y Schneider (2002) estudian este vínculo enfrentando las propuestas de Wolfgang Iser con las de Mark Turner como representante de la orientación cognitiva. Lo que encuentran es la ausencia de referencias mutuas y la presencia de un “agujero bibliográfico” (2002: 655) en cuanto a la consideración de esta relación. Ciertamente, existe una falta de voluntad desde la Poética Cognitiva de vincularse con los postulados de la Estética de la Recepción, pese a que algunos autores sí se refieran a ellos de forma implícita o explícita (véase por ejemplo los manuales Stockwell 2020, Stockwell 2009, y el artículo de Harker de 1992 como antecedente, pese a que se refiera únicamente a la psicología cognitiva).

Entre los motivos más frecuentes para dejar de lado sus postulados está la acusación de vaguedad dirigida a las propuestas de la Estética de la Recepción (Hamilton y Schneider 2002), acusación que surgió ya entre sus contemporáneos. Pero, como afirman Hamilton y Schneider, “Clearly, cognitive criticism has hidden roots in reception theory” (2002: 655), lo que justifica nuestro análisis. A partir de las aportaciones más relevantes de Iser y Jauss a la teoría literaria –conceptos de autor implícito y explícito, indeterminación textual y horizonte de expectativas–, propondremos el modo en que la poética cognitiva puede dar respuesta a interrogantes abiertos por la Estética de la Recepción, tomando como referencia fundamentalmente a Stockwell (2009 y 2020), para establecer estas correspondencias.

Una de las diferencias más evidentes entre ambos acercamientos a la recepción literaria es que la Poética Cognitiva acude tanto al polo de la emisión como al polo de la recepción del texto, sin dejar de prestar una atención muy concentrada a la materia lingüística del texto. De hecho, Jonathan Culpeper (2009) advierte de que buena parte de los estudios dentro de esta orientación sientan sus bases en la Lingüística Cognitiva, lo que los llevó a dejar de lado inicialmente el procesamiento y comprensión de los textos (125-126). Frente a ello, la Estética de la Recepción reduce su objeto de análisis al proceso de recepción literaria y otros fenómenos en todo caso afines (generación del significado, diferencias históricas en la recepción, constitución de la historia literaria, entre otros).

Una segunda diferencia radica en su ámbito de aplicación. Para la Estética de la Recepción éste parece reducirse exclusivamente al lenguaje literario; es más, Iser se refiere únicamente a la novela, debido a que, afirma, “is the genre in which reader involvement coincides with meaning production” (1978: xi). Posteriormente abrirá algo más su perspectiva, admitiendo que su idea de la indeterminación textual como generadora de significado pudiera ser aplicable quizá para toda literatura (1989: 28). Es evidente que esta comprensión del fenómeno de la recepción como exclusivamente literario no encaja en la aproximación de la Poética Cognitiva.

Por último, otra diferencia importante está en la metodología utilizada. Si la Estética de la Recepción ha sido acusada de vaguedad y mistificación, el enfoque cognitivo busca desarrollar de forma sólida una propuesta explicativa para la interacción entre el lector y el texto.

3. EL LECTOR IMPLÍCITO Y EL LECTOR EXPLÍCITO

Una de las razones por las que se ha acusado a Iser de vaguedad expositiva se debe a que sitúa la existencia de la obra literaria en el encuentro entre texto y lector, asumiendo explícitamente la imposibilidad de referir con precisión este espacio (ver por ejemplo Iser 1987a: 216).

Para poder comprender el proceso de generación de significado, dado que se encuentra en el espacio entre el texto y el lector, Iser propone el concepto de lector implicado o implícito, con el que busca aludir a la vez al significado potencial del texto y a la actualización de ese potencial que hace el lector durante el proceso de lectura, el cual varía en cada época (Iser 1978: xii). Iser advierte de que no trata de elaborar una tipología de lectores, sino de comprender este fenómeno de generación del significado.

Sí menciona algunos tipos de lectores que se están proponiendo en ese momento, como el archilector de Riffaterre, el lector informado de Fish y el lector pretendido de Wolff (1987b: 55 y sigs.). Pero, aun asumiendo su valor explicativo, frente a ellos propone el concepto de lector implícito como una categoría puramente textual y al margen de cualquier acercamiento empírico, llegando a afirmar que “el concepto de lector implícito describe una estructura del texto en la que el receptor siempre está ya pensado de antemano. […] Consecuentemente, todo texto literario tiene preparada una determinada oferta de roles para sus posibles receptores” (1987b: 64). Como se ve, el autor implícito está determinado por la estructura del texto, que a la vez ofrece y limita sus perspectivas, y la estructura del acto de lectura, en el que la recepción se concreta (64-66). Para Iser ésta es siempre una categoría textual, lo que le valdrá la crítica de Norman Holland –también adscrito a la estética de la recepción pero desde una fundamentación empírica– en la entrevista recogida en Prospecting (Iser 1989: 43-44).

Evidentemente, la Poética Cognitiva no acepta esta indeterminación del lugar de la recepción y da un paso más allá, situando plenamente la obra en el lector y asumiendo el estudio de la recepción también de una forma empírica.

La utilidad del concepto de lector implícito para la Poética Cognitiva, sin embargo, permanece. Puede verse en el esquema propuesto por Stockwell (2020: 50) para las categorías de emisión y recepción, donde se mantiene la categoría de lector implícito tomada de Iser, pero dándole un sentido más próximo al lector ideal o modelo de Eco. A éste añade la categoría de “idealised reader” como aquella que recoge todas las potenciales lecturas del texto (2020: 51), reformulada a partir de las aportaciones de Riffaterre, Eco y Fish, más cercano también al concepto original de Iser. Este lector idealizado incluye todas las potenciales lecturas, las cuales, indica, no son sin embargo infinitas (Stockwell 2020: 51).

Stockwell defiende estas categorías en relación con el lector real, debido a que a pesar de que están configuradas por el texto son “constructos en la mente del lector” real (2020: 51). Frente a la imposibilidad manifestada por Iser de localizar de forma concreta estas categorías, una aproximación cognitiva puede, como señala Stockwell, situar sus huellas en el texto a partir de la noción de deixis y de nuestra capacidad de proyección deíctica (2020: 52 y sigs.). El estudio de la deixis permite igualmente comprender el fenómeno de inmersión del lector en el texto, lo que vincula la deixis con la capacidad de imaginación (2020: 56).

Sin embargo, tal como recoge Stockwell, el concepto de lector idealizado mantiene también desde la perspectiva cognitiva algunos riesgos, como su identificación inconsciente con una comprensión universalista de la mente humana que olvide las diferencias históricas y culturales, o con una abstracción que en realidad encubra una idea de lector privilegiado (2020: 216). Este riesgo, obviamente ya presente en Iser, puede evitarse si se tiene presente en el análisis.

Hamilton y Schneider han criticado en su comparación de Iser y Turner la insistencia en la categoría de lector implícito, en tanto que evita al lector real: “Humans are never the answer for Iser”, afirman (644). También Stockwell critica en Texture su concepción como abstracción y su naturaleza confusa (2009: 137). Efectivamente, sólo mirando al lector real, en tanto persona, puede comprenderse el proceso de recepción.

Es en el estudio de la persona por parte de la psicología cognitiva desde donde Stockwell propone la posibilidad de explicar el fenómeno de la identificación. Afirma que nos hacemos “un rico modelo mental de la mente y la vida de una persona [o un personaje, añadimos] como un todo” (2020: 178), para lo que defiende el uso dentro de la poética cognitiva del término mind-modelling por ser menos confuso. Cuando el lector “modela la mente” de un personaje, se genera empatía, identificación, resistencia e incluso acomodación a esas mentes literarias que encontramos en el texto (2020: 144 y sigs.), efectos que se pueden estudiar de forma sistemática, por ejemplo oponiendo la recepción de un “acceptant reader” y la de un “resistant reader(Stockwell 2009: 152).

Desde esta propuesta, afirmaciones que en Iser son meramente intuitivas, como “el lector se siente a menudo implicado en acontecimientos que, en el instante de la lectura, le parecen reales, incluso aunque de hecho se encuentren muy lejos de su propia realidad” (Iser 1987a: 221), encuentran una vía de exploración posible; también a partir del concepto de inmersión o del concepto de simulación –“Reading, then is a form of simulation in which we enter into a differentet level of existence while retaining a thread back to our actual lives” (Stockwell 2020: 220)– puede comprenderse el fenómeno.

Hans-Robert Jauss también hará una diferencia entre el lector como categoría intratextual y el lector extratextual, al que nombra como lector explícito, a partir de la distinción entre un horizonte de expectativas intraliterario y uno extraliterario (Jauss 1987: 78). Desde este punto de vista el lector explícito se convierte en “un lector diferenciado histórica, social y también biográficamente, que realiza como sujeto cada vez distinto la fusión de horizontes” (1987: 78). Frente a Iser, para Jauss el lector es una entidad real y se puede analizar su experiencia. Pero pese a acudir a una perspectiva empírica rechazada por Iser, Jauss continúa defendiendo la superioridad del lector implícito, debido a que es más fácilmente perceptible al depender de las estructuras objetivas del texto, está más determinado y es imprescindible para entender la recepción de los diferentes grupos históricos al evitar riesgos como un acercamiento prejuicioso (1987: 78-79).

Este argumento de una mayor accesibilidad del lector implícito es innecesario dentro de la Poética Cognitiva, pues ésta tiene las herramientas necesarias para analizar el lector explícito. Mencionemos por ejemplo cómo Stockwell en Texture explora las nociones de persona y personalidad para profundizar en este lector empírico que recibe el texto (2009: 134 y sigs.).

El rechazo total (Iser) o el poner en segundo lugar (Jauss) al lector empírico es una de las grandes diferencias con el acercamiento cognitivo al texto. Especialmente paradójico resulta en el contexto de la Estética de la Recepción el rechazo de Iser al lector concreto y su defensa del estudio del proceso de lectura únicamente a partir de elementos textuales, tal como le critica Holland (en Iser, 1989). Estas dificultades pueden ser salvadas, como se ha mostrado, mediante una aproximación desde la Poética Cognitiva.

4. INDETERMINACIÓN TEXTUAL Y ESPACIOS VACÍOS DEL TEXTO

Según los planteamientos de Iser, para comprender un texto el lector debe completar una serie de huecos textuales que aparecen en el ensamblaje de los fragmentos del texto, dado que “la coherencia del texto sólo puede adquirirse en la actividad representadora del lector” (1987b: 283). Estos huecos, que son inevitables, obligan al lector a rellenarlos y establecer conexiones, lo que da lugar a las diversas lecturas existentes, dado que cada lector completa los espacios vacíos de modo diferente, eligiendo entre las diversas posibilidades que se abren.

Para argumentar su propuesta, Iser propone tres evidencias: las segundas lecturas de un texto son diferentes de las primeras (1987a: 223-224), cambian las circunstancias del lector (1989: 10) y en el carácter temporal de la literatura (1987a: 224). Este carácter temporal deriva de cómo se recibe el texto, en un proceso de anticipación y retrospección, además de revisión, que es consecuencia de cómo se gestionan las expectativas (1987a: 224).

Hamilton y Schneider critican esta orientación, debido a que evita comprender la lectura como “an intentional or goal-oriented cognitive activity” (642), pero pueden establecerse lazos con determinados planteamientos de la Poética Cognitiva. Si buscamos comprender este fenómeno, podemos acudir a los conceptos de marco de referencia (frame of understanding) y esquema (schemas), que permiten explicar qué piezas de conocimiento aportamos de nuestro propio contexto y entender por tanto cómo se producen las diferentes lecturas, o a la teoría de los mundos posibles (ver Doležel 1995 en relación con Iser; Stockwell 2020, 155-175). También puede acudirse al estudio de la prototipicidad, que Stockwell explica de un modo que recuerda ciertamente a Iser:

Situated conceptualisation includes our facility for making pattern completion inferences: we “fill in” things that we have encountered somehow previously. This is what allows literary works to feel much richer than the bare words on the page might determine; it is also how the space for variable interpretations can be opened up between different readers (2020: 22).

Así mismo, al estudiar la resonancia Stockwell propone que frente a elementos que funcionan como atractores encontramos huecos, espacios vacíos que deben ser completados, y que crean una laguna conceptual (2020: 80).

Otra interesante forma de explicar esta necesidad de rellenar los huecos del texto es acudir a la propuesta de Barbara Dancygier en torno a los espacios narrativos (2012), construida a partir de los conceptos de espacios mentales y de integración conceptual o blending. Para Dancygier, la integración conceptual puede explicar también la construcción del significado en la narrativa: “Frames and mental spaces structure inputs, which then become integrated, possibly in ways specific to a reader, into the emergent blend. The process continues throughout reading, until the complete blend of the story emerges” (2012: 35). El concepto de ancla narrativa que propone en esa misma obra también resulta de utilidad para comprender el proceso. Un ancla narrativa sería un mecanismo narrativo que “set up or suggest the availability of narrative spaces, but do not elaborate them right away”, además de permitir establecer vínculos entre elementos, lo que redunda en la coherencia de la narración (2012: 42).

Es interesante destacar cómo Iser apunta a la búsqueda de coherencia por parte del lector como un mecanismo fundamental del proceso de lectura, llegando a afirmar que “proyectamos en ellas [en las partes escritas del texto] la coherencia que nosotros, como lectores, requerimos” (1987a: 228). Todo ello pese a que, señala, esta coherencia nunca es completa, pues también se acompaña de perturbaciones que no se pueden integrar, con lo que debe revisarse continuamente el significado del texto: “entre el sentirse implicado en la ilusión y la observación de ésta, el lector ha de dirigir su propia operación equilibradora, y es esto lo que conforma la experiencia estética ofrecida por el texto literario” (1987a: 232). En caso de no haber indeterminación, la experiencia estética no sería exitosa. Por tanto, la búsqueda de “un todo coherente” (Iser 1989: 26), la presencia de un “deseo de consistencia” (27), sólo puede ser uno de los elementos que se ponen en movimiento.

Desde un acercamiento neuroestético, Ramachandran y Hirstein (1999) proponen en la misma línea una explicación basada en el placer que obtiene el cerebro al tratar de resolver una incoherencia, a modo de recompensa en el mundo real pero que funciona también según estos autores en el ámbito estético. De igual modo Semir Zeki plantea el placer estético como paralelo a una función cognitiva del cerebro, lo que le lleva a definir “la función del arte como una función de la extensión del cerebro –la búsqueda de conocimiento en un mundo siempre cambiante” (Zeki 2005: 29). Se asume, por tanto, la misma conjunción de variabilidad y regularidad anticipada por Iser.

5. HORIZONTE DE EXPECTATIVAS

Se defiende Jauss en La historia de la literatura como provocación de posibles acusaciones de psicologismo a su propuesta de la historicidad de la recepción literaria afirmando que ésta debe describirse en relación con el horizonte de expectativas que genera cada obra, y que éste puede ser objetivable, dado que se construye sobre el género, la forma y los temas de obras previas, así como en la oposición entre lenguaje literario y no literario vigente en cada momento, horizonte que es dinámico, en el sentido de que va siendo modificado en el proceso de lectura (2000: 163). Para constatar su existencia argumenta que puede objetivarse fácilmente cuando la obra marca un horizonte de expectativas para luego destruirlo, como ocurre con el Quijote, y reconstruirse a partir de tres factores: a) rasgos o normas conocidas sobre el género; b) relaciones con otras obras del contexto; c) oposición entre lenguaje literario y no literario (2000: 163-166).

¿Es necesaria esta objetivización, aparentemente poco argumentada, para evitar una perspectiva psicológica percibida como negativa? Hoy día la Poética Cognitiva puede estudiar esta dimensión psicológica de forma objetiva. En relación con el horizonte de expectativas funciona, como hemos visto, la teoría de los esquemas, que como afirma Culpeper permite comprender el proceso de dar significado a un texto, en el que interviene la recuperación de conocimiento almacenado en la memoria a largo plazo, que es integrado con información procedente del texto para producir la interpretación (2009: 128).

Esta aproximación también logra iluminar la propuesta de Jauss de que un horizonte de expectativas puede ser confirmado o defraudado: los schemas tienden, en el día a día, tal como señala Stockwell (2020: 106) a ser preservados, aunque puede darse una variedad de movimientos de preservación, disrupción, reemplazo, etc. (2020: 107). El concepto de downgrading (Stockwell 2020: 108) permite comprender cómo buscamos en la memoria almacenada o anticipamos qué va a pasar, en nuestro intento de dar sentido al texto. En cuanto a los rasgos de género, la poética cognitiva los comprende fácilmente en términos de prototicpicidad, lo que sí evidencia de forma concreta sus reglas de funcionamiento. La distinción entre lenguaje literario y no literario, heredada del formalismo, no sería sin embargo admitida desde una aproximación cognitiva.

Según Jauss, en el horizonte de expectativas funcionan dos sistemas, el de la obra, que es fijo, y el de la experiencia lectora, que es la parte variable que permite lecturas diferenciadas. De nuevo comprobamos el gran peso que tiene el texto, frente a una aproximación cognitiva que no concebiría de forma separada estos dos sistemas, pero se introduce la dimensión biográfica, individual, que en Iser no merecía atención. En la lectura se produce una fusión del horizonte de expectativas intraliterario y del extraliterario (Jauss 1987: 70), propuesta que quizá podría reformularse desde una perspectiva cognitiva acudiendo al concepto de integración o blending. Pero no parece necesario acudir a una explicación de ese tipo, pues la separación en cierto modo artificial de ambos sistemas no deja de estar superada, tal como sugiere Culpeper (2009: 128).

CONCLUSIÓN

En este acercamiento sintético hemos querido mostrar algunas posibles conexiones entre la Estética de la Recepción y la Poética Cognitiva, relevantes así mismo para la Semiótica. Pese a su brevedad, consideramos que, sin embargo, se ha justificado cómo la Poética Cognitiva puede resultar decisiva para el estudio del proceso de recepción, lugar que parecía inabordable para Iser y Jauss, asumiendo el papel de la psicología y la lingüística cognitivas como determinante para comprender el fenómeno, superando las reticencias mostradas por una parte significativa de los estudiosos de la recepción. Igualmente, la aproximación cognitiva evita un doble posible riesgo señalado por Stockwell: la tentación de hacer un énfasis excesivo en la individualidad del autor –achacable por ejemplo a los acercamientos empíricos de Norman Holland– o el centrarse en grupos de lectores como meras fuentes de datos (2020: 103).

En una línea parecida, Culpeper señala dos importantes críticas de las que la Poética Cognitiva es objeto: que ésta sea “(a) overly deterministic in the way it constrains reader interpretation and (b) asocial (or at least not sufficiently social)” (2009: 126). Estas críticas no difieren de las que se podrían hacer a la Estética de la Recepción, lo que muestra en nuestra opinión los riesgos que toda aproximación al hecho literario desde el polo del lector debería tener en cuenta.

Pese a ello, pensamos que la continuación de los estudios de la Estética de la Recepción sólo puede ser considerada hoy día asumiendo las aportaciones de la Poética Cognitiva, sin negar el valor de Iser y Jauss como prefiguradores de algunas orientaciones relevantes a la hora de comprender el proceso de recepción literaria. En cualquier caso, todavía queda mucho camino por delante, pues la Poética Cognitiva –o la Semiótica Cognitiva– tampoco es capaz de responder aún a todas las cuestiones planteadas en torno a la construcción del significado.

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