LECTURAS
Brandt, Per Aage, 2020
Cognitive Semiotics: Signs, Mind, and Meaning
London: Bloomsbury Academic. 241 pp. £95.00
(HbK, ISbn 9781350143302, epub/mobibook ISbn 9781350143326,
pdf/ebook ISbn 9781350143319) ISbn 978-1-78406-678-9 (e-book), 206 p.
Punctum
International Journal of Semiotics | 06:02:2020
ISSn 2459-2943 | DoI: 10.18680/hss.2020.0032 | punctum.gr
La proliferación de etiquetas, distinciones, fronteras y jerarquías disciplinarias es un fenómeno semiótico interesante en sí mismo. En particular, la necesidad de circunscribir un nuevo campo semiótico y luego denotarlo como transdisciplinario parece ser, en cambio, un ejercicio de política. Uno no puede dejar de caer en la paradoja de cualquier organización sistémica, bien descrita por Simmel mucho tiempo antes:
Al elegir dos elementos del almacén inalterado de cosas naturales para designarlos como “separados”, ya los hemos relacionado entre sí en nuestra conciencia, hemos enfatizado estos dos juntos contra lo que sea que se encuentre entre ellos, ya la inversa, sólo podemos dar sentido a aquellas cosas que están relacionadas y que previamente de alguna manera hemos aislado unas de otras; las cosas primero deben estar separadas unas de otras para poder estar juntas. (Simmel 1994: 5)
El campo de la semiótica cognitiva surgió como una reacción al computacionalismo en las ciencias cognitivas (Zlatev 2012). Cualquier forma de reduccionismo estructural pronto se enfrenta al problema del significado (Brandt 2020). En el capítulo introductorio de su original Acts of Meaning, Jerome Bruner –uno de los fundadores de la llamada ‘revolución cognitiva’–, atribuye su fracaso parcial al pasar por alto al ser humano como un productor activo de significado en favor de la idea del cerebro modular en tanto mecanismo de procesamiento de la información. De ahí la necesidad de una nueva mirada holística a los procesos de construcción de significado que caracterizan a la especie humana. La paradoja de Simmel también se aplica al estudio de las funciones psicológicas como distintos submódulos de la mente humana. Una vez separados, la cognición, la voluntad, la emoción y el cuerpo exigen el desarrollo de una teoría que los vuelva a unir.
La solución de la semiótica cognitiva es reemplazar la noción de estructura y modularidad con la idea de “arquitectura”, es decir, una organización jerárquica estable de estructuras y funciones cuya forma no es intercambiable. La noción de modularidad implica la posibilidad de recombinar módulos jerárquicamente equivalentes sin alterar drásticamente la identidad del conjunto. Al igual que con los módulos prefabricados utilizados en la industria de la construcción, estos se pueden recombinar como ladrillos Lego en diferentes formas equivalentes. La arquitectura tiene que ver con la creación única de ‘patterns’ a través de la organización jerárquica de elementos. Por ejemplo, en la fachada de un edificio neoclásico del siglo XVIII, el orden y el número de columnas y ventanas constituyen la personalidad única del edificio. Si modificamos una de sus sub-partes, todo el sistema de proporciones se deshace. Se convertirá en un tipo de edificio diferente.
UNA ARQUITECTURA COGNITIVA DE LA CONSTRUCCIÓN DE SIGNIFICADO
El libro de Per Brandt está construido literalmente como una combinación de elementos arquitectónicos –capítulos nuevos combinados con trabajos anteriores republicados– con el objetivo de presentar una teoría general de cómo “se puede modelar el significado representacional” (Brandt 2020: 71). El principio central es que el comportamiento semiótico de los humanos no es solo una propiedad emergente de los procesos incorporados, sino que el significado requiere una forma de representación, en la medida en que el significado está “relacionado tanto con el mundo imaginario como con el experiencial” (Brandt 2020: 71). En la primera parte de su libro, Brandt intenta proporcionar un modelo general de la arquitectura cognitiva que hace posible la humana construcción de significado. Sostiene que, para vincular el comportamiento aferente –las sensaciones– y el comportamiento eferente –las acciones– en el mundo físico, debe haber una parte del circuito/arquitectura que esté situada en un plano diferente, permitiendo la apreciación y la planificación de acciones pasadas y futuras. , así como aquellos cursos alternativos de acciones que nunca aparecerán en el mundo físico.
Esta arquitectura mental que opera entre el comportamiento aferente y eferente tiene la forma de un ciclo integrador: “formas percibidas → objetos categorizados → situaciones integradas [que Brandt llama “espacios mentales”] → reflexiones de planificación de acciones → evaluación de afectos” (Brandt 2020: 73). Esta arquitectura permite la integración de qualia en objetos, de objetos en categorías y un sistema de relaciones que pueden denominarse situaciones –en formas reales o hipotéticas. Las condiciones permiten la creación de nociones, representaciones abstractas y generalizables, que finalmente conducen a afectos, es decir, a la apreciación emocional de la experiencia.
El elemento clave de la arquitectura cognitiva es el espacio mental: una porción de significado “que viene con una estructura conceptual interna, un mínimo de imágenes y un estado fenomenológico como escenario al que se puede hacer referencia” (Brandt 2020: 83). La noción tópica es la organización de objetos en configuraciones de acuerdo con principios que pueden provenir de la experiencia distante de la cultura, la experiencia fenomenológica próxima o la producción de mundos de ficción. La producción de significado ocurre cuando los humanos comparan, transfieren y fusionan las referencias de diferentes espacios mentales. En la segunda parte del libro, Brandt proporciona varios ejemplos del uso de la arquitectura mental del significado para analizar diferentes tipos de textos –novelas, poemas, traducciones, números, dinero, etcétera. El objetivo del autor es demostrar que su arquitectura puede dar cuenta de la producción de significado en las actividades humanas, relacionando la experiencia incorporada y la representación mental sin necesariamente confundirlas con la noción monista de una mente emergente no-representacional, físicamente-incorporada. Su modelo de espacio mental puede mapear toda la fenomenología de la construcción de significado humana manifestada en productos culturales.
COMENTARIOS CRÍTICOS
Aunque Brandt proporciona varios ejemplos interesantes, su afirmación de haber desarrollado una teoría comprensiva del significado representacional, alternativa al otro camino hacia la semiosis universal, la biosemiótica, parece demasiado ambiciosa. El trabajo de Brandt permanece dentro de los límites de una semiótica del texto, que por supuesto, se aplica a diferentes géneros textuales. El modelo de Brandt es topológico, no realmente dinámico y procesual. En efecto, su representación de la transformación entre dos espacios de significado, o la transformación de la referencia debido al establecimiento de una nueva relación entre los espacios, no da cuenta del proceso de transformación. Brandt toma dos fotografías repetidas de un edificio para observar la transformación de la disposición arquitectónica. Además, presenta imágenes de dos edificios diferentes, mostrando cómo se han ubicado los pattern arquitectónicos en los dos edificios. Esto es lo que hace, en efecto, cuando analiza dos poemas de Yeats y Woodsworth, respectivamente, donde discute el proceso imaginativo y los espacios de significado.
Una serie repetida de imágenes no puede explicar dinamismo; puede ser una representación bidimensional de un proceso que se desarrolla en el tiempo. Además, un modelo combinacional, como la arquitectura jerárquica de qualia de Brandt, objetos, situaciones, evaluación y afectos, define una topología, pero no las reglas de transformación en el tiempo. Las diferentes representaciones gráficas de Brandt tienen en cuenta las relaciones entre los elementos antes y después de una transformación, pero no el proceso de reconfiguración que produjo esta transformación. En otras palabras, el aspecto estructural de los sistemas de oposiciones/relaciones prevalece sobre una visión dinámica de las relaciones entre partes y todo. El modelo de Brandt es bastante útil para mapear diferentes tipos de textos y mostrar cómo el significado se produce activamente mediante la creación de redes de espacios mentales. Sin embargo, creo que pasa por alto un punto crucial de la teoría universal de la semiosis de Peirce. La Primeridad es el encuentro, no con los qualia, sino con el fluir indistinto del mundo. La primera relación con el mundo es afectiva y fisionómica (Tateo 2018). Inicialmente no experimentamos enrojecimiento, suavidad, frialdad, etcétera, y procedemos a formar objetos y luego relaciones, para finalmente decidir o apreciar algo sobre estos objetos en el contexto de sus relaciones. Principalmente experimentamos fisonomías, configuraciones estéticas de elementos, con los que nos relacionamos afectivamente (Tateo 2018).
Las distinciones surgen más tarde, cuando el afecto y las preferencias se unen a ellas: primero, experimento ABC como una fisonomía. Posteriormente, mi relación con él produce una distinción A+B+C, que está cargada afectivamente. Si A es distinto de B y C, uno debe ser mejor que el otro. Por lo tanto, esta vez dentro de lo que Brandt llama “espacio mental”, puede surgir una nueva reconfiguración. como señala Simmel (1994), podemos experimentar distinción solo entre cosas que están relacionadas, y podemos crear relaciones solo entre cosas que son distintas. Segundidad y Terceridad son las condiciones para la producción de significado. Sin embargo, los umbrales inferior y superior del significado exacto no pueden ubicarse con precisión (Innis 2016). Antes de construir distinciones, lo cual está principal y socialmente guiado a través de trabajo simbólico, ciertas formas de construcción de significado preceden a la segmentación de la experiencia o la superan. La biosemiótica y la estética tratan de dar cuenta de esos fenómenos, mientras que la semiótica cognitiva parece no interesarse por ellos.
¿Cómo se puede desarrollar el modelo de Brandt en una dirección procesual más dinámica? Por caso, tomemos un ejemplo del libro de su modelo de mezcla semiótica (Figura 1, en Brandt 2020: 107).
En el capítulo que analiza la interpretación de la famosa canción Hallelujah de Leonard Cohen, Brandt (2020) describe su modelo de mezcla como un flujo de una esquematización de significado existente anterior a una nueva esquematización que emerge de la fusión. Este movimiento crea un nuevo espacio de significados en el que todos los significados anteriores están virtualmente presentes y potencialmente activables para generar interpretación. En otras palabras, los conjuntos-signicos constituyen campos de polisemia activados contextualmente y almacenados en la cultura personal. El problema es que el modelo de Brandt solo funciona en el nivel de la comunicación lingüística humana, es decir, la producción e interpretación de diferentes géneros de textos. Este es todavía un modelo topológico: es un ciclo cerrado que lleva de una esquematización a otra. ¿Cómo se puede introducir una transformación a lo largo del tiempo?
El primer paso es, por supuesto, la introducción del tiempo, ya que la semiosis infinita presupone la temporalidad (Figura 2). El segundo elemento es la introducción de la de totalidad y de la esquematización dialéctica a lo largo del tiempo.

En su análisis de la canción Hallelujah, Brandt se centra en el nivel lingüístico. Sin embargo, esto no es lo que experimentamos primariamente. Desde el primer acorde, experimentamos una fisonomía formada por variados elementos, en tanto conjunto-sígnico: experimentamos una cualidad gestáltica. De hecho, no importa qué instrumento o intérprete esté tocando, nos relacionamos inmediatamente con el complejo-sígnico. El reconocimiento de la canción se basa en esta relación afectiva primaria. Sin embargo, el reconocimiento ya es un proceso semiótico que cuestiona los aspectos culturales del texto, por ejemplo, la forma de la canción, las dimensiones performativas, el género de la balada, el título bíblico, etcétera. La ubicación del umbral inferior entre la Primeridad de la cualidad gestáltica de la melodía y la Segundidad de la relación entre mi mismo como audiencia y el texto es probablemente confusa. Proviene de mi relación afectiva con las cualidades materiales –no necesariamente los qualia como elementos distintos–: siento que yo siento la raíz de la creación de significado. Cuando me posiciono como audiencia, creo las condiciones para una interpretación, y aquí entra en juego el modelo de espacio mental de Brandt. No describe todo el proceso, sino una parte de él. El desarrollo del proceso en el tiempo implica que en el momento en que se produce cualquier signo, también tenemos la producción de una restricción, de un hábito.
Las sugerencias sociales representan otro conjunto de restricciones, lo que Brandt llama el espacio de referencia, que guían mi interpretación en una dirección específica. Si acepto estas sugerencias –por supuesto, no estoy obligado a hacerlo–, puedo, por ejemplo, producir un interpretante como el sugerido por Brandt: la canción es una mezcla de los espacios de significado referidos a lo divino y al amor mundano. Una vez que produzco el interpretante ‘amor’, activo un campo de significado que es infinito y difuso, como todos los signos que se refieren a valores humanos. Este campo de significados se caracteriza por estar por encima del umbral de esquematización: son signos hiper-generalizados (Valsiner 2005). Tanto los significados por debajo como por encima del umbral no pueden representarse mediante la esquematización de Brandt. La experiencia afectiva primaria sólo puede esquematizarse parcialmente –experimentar el Hallelujah como una Gestalt afectiva– porque el campo de significado sólo puede circunscribirse parcialmente en términos esquemáticos. Todo el mundo entiende lo que quiero decir con “amor”, pero no podemos ponernos de acuerdo en una definición esquemática y finita.
Por tanto, el proceso de interpretación se construye sobre los niveles que he descrito en la figura 2. Además, la interpretación como acción está parcialmente limitada por la cadena de interpretaciones anterior –los hábitos como marco–, pero al mismo tiempo produce un signo en el futuro inmediato –hábito como canalizador. La interpretación no está determinada; en cambio, resulta de un campo de fuerzas vectoriales. El resultado del proceso de interpretación puede tener efectos muy diferentes en el futuro. Puedo cumplir con las sugerencias sociales como en el ejemplo de la interpretación de Brandt. Simplemente puedo producir un signo que neutralice la esquematización –“es solo una canción”–, o puedo crear mi versión y hacerla mía –“Mi canción favorita”.
CONCLUSIÓN
El libro de Per Brandt es un intento muy productivo de diseñar un modelo de arquitectura cognitiva general para dar cuenta del proceso de creación de significado. En este sentido, la Semiótica cognitiva logra crear un modelo consistente e introducir una terminología precisa. Sin embargo, creo que no logra introducir ninguna novedad radical. No está claro hasta qué punto la empresa de la semiótica cognitiva va más allá de la reflexión teórica existente en la biosemiótica, la psicología cultural semiótica, la antropología lingüística y la semiótica textual. El intento de traer una perspectiva humanista y holística a la ciencia cognitiva es relativamente inacabado desde la época de Bruner (1990). Bruner ya ha demostrado que es imposible reducir el problema del significado humano a la esquematización. Necesitamos una comprensión dinámica y temporal, como el modo de pensamiento narrativo (Bruner 1990). El modelo de Brandt ciertamente tiene potencial; sin embargo, es un modelo estructural que necesita ser inoculado con la dimensión temporal. Esta limitación se vuelve especialmente aguda cuando se habla de la forma narrativa de la novela moderna –capítulo 9. Su mapeo sigue siendo el de un conjunto de imágenes repetidas de transformaciones estructurales.
El proceso de semiosis infinita se basa en la dialéctica dinámica de esquematización y totalidad, mientras que la Primeridad se alimenta de la Terceridad sólo para generar un nuevo ciclo en el tiempo irreversible. El libro de Brandt y la semiótica cognitiva parecen centrarse en mapear la configuración de las relaciones mientras pasan por alto su aspecto dinámico como si la cognición se limitara a la esquematización.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BRANDT, P. A. (2020) Cognitive Semiotics: Signs, Mind, and Meaning. Londres: Bloomsbury Academic.
BRUNER, J. S. (1990) Acts of meaning. Cambridge, Mass.: Harvard UP.
INNIS, R. E. (2016) “Between philosophy and cultural psychology: Pragmatist and semiotic reflec- tions on the thresholds of sense”. En Culture & Psychology 22 (3): 331-361.
SIMMEL, G. (1994) “Bridge and door”. En Theory, Culture & Society 11 (5): 5-10. https://doi.org/10.1177/026327694011001002
TATEO, L. (2018) “Affective semiosis and affective logic”. En New Ideas in Psychology 48: 1-11.
VALSINER, J. (2005) “Scaffolding within the structure of dialogical self: Hierarchical dynamics of semiotic mediation”. En New Ideas in Psychology 23 (3): 197–206.
ZLATEV, J. (2012) “Cognitive semiotics: an emerging field for the transdisciplinary study of mea- ning”. En Public Journal of Semiotics 4 (1): 2–24.
Notas