Comunicaciones académicas
La autogestión editorial como práctica y como problema analítico. A propósito de Daniel Badenes (comp.) Editar sin patrón. La experiencia política-profesional de las revistas culturales independientes.
La autogestión editorial como práctica y como problema analítico. A propósito de Daniel Badenes (comp.) Editar sin patrón. La experiencia política-profesional de las revistas culturales independientes.
Amoxtli, núm. 2, pp. 83-90, 2019
Universidad Finis Terrae
Badenes Daniel. Editar sin patrón. La experiencia política-profesional de las revistas culturales independientes.. 2017. La Plata. Club Hem |
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Como parte de una investigación colectiva realizada por investigadores e investigadoras del campo de las ciencias de la comunicación y el periodismo de la Universidad de
Quilmes, Editar sin patrón. La experiencia política- profesional de las revistas culturales independientes, compilado por Daniel Badenes, se propone analizar el espacio que conforman las llamadas revistas “culturales independientes” en la Argentina actual. Este trabajo constituye un reciente aporte a los estudios sobre edición, particularmente focalizado en el espacio que conforman las publicaciones periódicas.
Su punto de partida es que las revistas constituyen actores significativos dentro de las industrias culturales, en tanto las estadísticas de su producción, circulación y consumo dan cuenta de un sector competitivo dentro del amplio mundo de la edición y la cultura impresa. Esta dimensión está trabajada en el segundo capítulo, donde se analizan las estrategias de financiamiento; en el tercero, donde se estudia la asociatividad entre las revistas que conformaron la Asociación de Revistas Culturales Independientes de la Argentina (ARECIA), así como en el cuarto y el quinto, en donde se estudian las regulaciones del sector y los modos de distribución de sus productos, respectivamente. Pero además, los autores consideran que el sector conforma un movimiento social más amplio, que implica prácticas, representaciones y posicionamientos que exceden al ámbito de la edición y alcanzan el debate intelectual, cultural, político; le aportan dinamismo y promueven un modelo económico particular, no reductible al modelo empresarial capitalista, sino a uno autogestivo y colectivo, como se desarrolla en el primer capítulo, sobre la praxis autogestiva y en el sexto, capítulo que historiza la presencia de las revistas en el debate cultural.
Esta articulación de una dimensión económica y otra cultural, política, simbólica enriquece el trabajo, porque da cuenta de la diversidad y complementariedad de miradas desde la que puede pensarse este objeto, teniendo en cuenta la incapacidad de separar cultura y economía en el estado actual de la producción cultural. Es decir, el libro funciona de manera muy productiva como crítica a miradas reduccionistas, por un lado, economicistas, que piensan a este sector solo en términos ventas, facturación y generación de empleo, y por otro lado las miradas que solamente ven, en las revistas culturales, proyectos de emancipación o proyectos políticos, desanclados de sus condiciones materiales de surgimiento y de reproducción. El doble juego entre lo económico y lo cultural y lo político, teniendo en cuenta tanto fuentes estadísticas, así como los sentidos políticos que emanan de los editores, permite dar cuenta de la diversidad de estos espacios periodísticos, culturales, políticos y comerciales.
Editar sin patrón comienza con una cita de la directora de Barcelona, quien afirma que “una revista independiente es una revista que no tiene otros dueños que los que la hacen y no tiene negocios paralelos más que el periodismo. Se mueve ideológicamente según sus convicciones, no según criterios económicos”1. En este testimonio aparecen distintas cuestiones que recorren el libro y que pueden ser problematizados desde una perspectiva sociológica: la cuestión de la “independencia” (de qué, de quién, es decir, en términos relacionales) y la cuestión de una identidad conformada a partir de la producción bajo criterios no económicos, lo que también implica, al igual que la independencia, posicionamientos, modos de actuar, pensar y sentir específicos.
Estos aspectos que caracterizarían a las revistas culturales serán sostenidos a lo largo del libro que está dividido en nueve capítulos, a su vez organizados en cuatro secciones: “Hacer colectivo”, en donde se reflexiona sobre las prácticas de autogestión, sus modos de financiamiento y sus estrategias de asociación; “Aspectos estructurales”, en donde se recorren temas como la legislación sobre medios gráficos y se avanza sobre el tema de la distribución; “El legado”, compuesto por un único capítulo en el que Badenes traza un panorama de medio siglo en el campo de las revistas político culturales, dando cuenta de su centralidad en el debate cultural argentino y “La época”, en donde se analizan secciones específicas: el periodismo narrativo, las publicaciones de poesía y la crítica. El libro articula distintas fuentes de datos cuantitativos, como los informes que realiza ARECIA, así como una serie de entrevistas a los editores y periodistas de estas revistas. En los discursos de los entrevistados se reflejan modos de hacer y pensar en torno a la producción de estas revistas, así como sentidos que les asignan a sus prácticas, como la “convicción, vocación y pasión” que se plantea desde la introducción y que los autores del libro hacen suya.
En relación con el contexto, la crisis que económica, política y social atravesó la Argentina desde 2001 hasta 2003 aparece como el relato de origen de la mayoría de los proyectos de revistas culturales independientes que aborda el libro, así como sucedió con distintas disciplinas como el arte, la edición de libros, las discográficas, el diseño, la radio, los espacios culturales y el cine.2 La debacle del neoliberalismo en el país habilitó diferentes estrategias de salida frente a la desocupación. Uno de ellos fueron los espacios para la autogestión, como los autores afirman retomando a Ezequiel Adamovsky, así como también el desarrollo de carreras empresariales exitosas que se dieron en pequeñas editoriales,3 en el mundo del cine indie y el diseño de autor. Tanto las carreras con componentes autogestivos, así como las que replicaron ciertas dinámicas empresariales tradicionales se articularon bajo la caracterización de “independientes”, lo cual introduce una problemática en los modos de definir a los proyectos desde el punto de vista de los actores. Los entrevistados utilizan un lenguaje valorativo y romántico para caracterizar a sus proyectos, lo cual por momentos es replicado por los autores del libro. Las representaciones de los editores son uno de los insumos principales de los cuales el libro se vale para trabajar sus argumentos. En el primer capítulo, “La autogestión: las revistas culturales como emergentes de una nueva praxis”, de Lucas Pedulla, se realiza un trabajo reflexivo sobre el “idioma” de la autogestión, tomando en consideración palabras como “independencia”, “horizontalidad”, “solidaridad”, “compromiso”, “relaciones más sanas”, “trabajo colectivo”, “periodismo digno”, etcétera, que significan un espacio de prácticas concreto. El autor bucea la historia del concepto y destaca la tradición anarquista, así como las derivaciones de la práctica autogestiva como consecuencia de la crisis de 2001. A lo largo de los demás capítulos, emergen distintos sentidos sobre lo que puede ser definido como una revista cultural de este tipo.4
Esta conceptualización se hace complicada justamente por ser, en palabras de Badenes, “un sector esquivo a las definiciones”: por momento se mezclan las revistas que pueden ser definidas como “políticas” o “culturales políticas”, por ejemplo, cuestión que implica escollos para la definición de un universo tan amplio. No es su catalogación temática lo que las caracteriza, tampoco es su motivación política, tampoco alcanza con definirlas por su modelo de negocio ni por el solo hecho de diferenciarse de los grandes medios. Aparecen definiciones en torno a las comunidades, redes y la militancia, a los propósitos de intervención cultural, política y pública, a los temas culturales que tratan las revistas, a la “revista como laboratorio”, según palabras de Beatriz Sarlo. Por toda esta diversidad de definiciones, los autores proponen no desechar ninguna, puesto que no es su objetivo llegar a un “rigor clasificatorio” de este objeto móvil, dinámico y diverso.
Sin embargo, uno de los puntos de acuerdo en términos definitorios es la oposición a lo meramente comercial, “una revista que no se construye a partir de la lógica de la mercancía”. En este sentido, aparece una dimensión relacional que nos permite pensar a este sector en un espacio de posiciones y oposiciones en donde las definiciones son uno de los propósitos mismos de la disputa. Así, lo “cultural independiente” de estas revistas puede ser resumido en al menos tres planos distintos. En primer lugar, como contraposición a lo que denominan como “medios hegemónicos”, valorando, en oposición a estos, el modo de llevar a cabo el “verdadero” oficio del periodismo. Los entrevistados valoran el oficio que califican como propio, en contraposición a las prácticas de los grandes medios, que se habrían desviado de ese oficio por intereses económicos y políticos que llevan a restringir las voces. Es decir, lo contrario al ideal del periodismo, la pluralidad y la diversidad. El trasfondo de las revistas sería librar “batallas cotidianas contra la monopolización de las voces, hablar sin restricciones. Viven de lo que dicen y no de lo que callan, como los grandes medios comerciales”.5 En segundo lugar, aparecen sentidos de lo independiente desde un costado económico, en tanto estas revistas plantean un modelo autogestivo, horizontal en la toma de decisiones, con remuneraciones justas. En tercer lugar, aparece un sentido político de lo independiente, en forma de motivaciones y pretensiones de intervención y discusión pública, así como también una articulación con agrupaciones, cooperativas y espacios de militancia político y social que exceden a la publicación.
En este sentido, los sentidos de lo independiente trabajados en el libro están cargados de significados, intereses, posicionamientos, que interpelan también a los autores, por lo que emerge cierta dificultad para elaborar una definición de tal categoría analítica como explicativa de un espacio concreto. Si bien no es esa la intención del libro, sería interesante trabajarla para analizar la complejidad de un campo, el de los medios de comunicación, tan concentrado como lo es el argentino. Se han realizado trabajos en este sentido para analizar el mercado de libros, en donde todos los actores se definen como “independientes”: desde el editor autogestivo hasta el director de Random House, pasando por el dueño de una pequeña editorial literaria y librería “boutique”. En línea con esta problematización, es interesante retomar el trabajo de José de Souza Muniz Jr., quien compara los casos de editoriales independientes en Brasil y Argentina.6 La “independencia” de estos editores es analizada por Muniz como un conjunto heterogéneo de prácticas y representaciones con poder performativo, reproductivo, oposicional, controversial, militante y complaciente, entre otros tantos sentidos. La independencia es un valor relacional, ya que implica un posicionamiento, una clasificación y una separación con algo que no se considera “independiente”: la producción mainstream, el mercado, el Estado. Ser independiente tiene consecuencias sobre las prácticas de los editores y las relaciones entre ellos: se conforman editoriales bajo esa nomenclatura, cámaras, sindicatos, ferias, instancias de formación. Lo independiente interviene, además, sobre los circuitos de consagración: es un valor legitimado por un grupo de pares que consagra a un artista, un editor, un autor. En este sentido, la independencia y la autogestión puede ser pensada en términos económicos, políticos, intelectuales, afectivos o morales y opera como un terreno sedimentado de oposiciones, jerarquías y formas de autoreflexión en donde esta catalogación funciona y actúa de manera distintiva, tiene y da sentido a las prácticas de los agentes, los posiciona. La independencia puede leerse, así, como el componente de un ethos, un habitus, el resultado de una serie de prácticas, representaciones y discursos que performan modos de ser y estar en el campo cultural.
Teniendo en cuenta otros tópicos que aparecen en el libro, como las dificultades para concretar el trabajo autogestivo, los problemas que aparecen en la búsqueda de horizontalidad que tensionan con las individualidades de los referentes, la tendencia hacia la autoexplotación en proyectos que no siempre reditúan económicamente, Editar sin patrón permite pensar en un caso concreto las transformaciones en la producción cultural, las tensiones y articulaciones entre la economía y la cultura en la actualidad. Refleja cómo la racionalidad económica, muchas veces pensada como extendida sobre todas las esferas de lo social, no afecta de manera determinante y homogénea, sino que el campo cultural, y el caso de las revistas culturales lo demuestra, traduce bajo sus propios términos esa tendencia, la discute, se la reapropia y la resignifica. En este sentido, el libro constituye un aporte al campo de estudios del libro y la edición en América Latina desde las voces y prácticas de una fracción importante de ese campo, las de los editores de revistas.
Referencias bibliográficas
Badenes, Daniel, comp. Editar sin patrón: la experiencia política-profesional de las revistas culturales independientes. La Plata, Club Hem Editores, 2017.
Miguel, Paula, y Lucas Rubinich, eds. 01 10: creatividad, economía y cultura en la ciudad de Buenos Aires 2001-2010. Ciudad de Buenos Aires: Aurelia Rivera Libros, 2011.
Muniz Jr., José de Souza. “Girafas e bonsais: editores “independentes” na Argentina e no Brasil (1991-2015)”. Tesis de Doctorado, Universidade de Sao Paulo, 2016.
Gustavo Sorá, “El mundo como feria. In(ter)dependencias editoriales en la Feria de Frankfurt”, Comunicación & Medios 27, Santiago de Chile, 2012, 101-27.
Notas