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Resumen: Nuestra Historia Social ha prestado escasa atención a los procesos de politización desarrollados en el campo con anterioridad a la Reforma Agraria. En el presente trabajo, a base fuentes secundarias y de prensa de la época, se aborda un proceso particular desarrollado en la localidad de Peñaflor durante los años 20’ del siglo pasado, donde, a través de la fundación del Sindicato Campesino y la Escuela Racionalista se llevó adelante el proceso atendiendo a tres ámbitos fundamentales: social, cultural y político.
Palabras clave: Sindicalización, prensa campesina, Partido Comunista, Federación Obrera de Chile.
Abstract: Our Social History has paid little attention to the politicization processes developed in the field prior to the Agrarian Reform. This paper addresses a particular process developed in the town of Peñaflor during the 1920s of the last century, where, through the foundation of the Peasant Union and the Rationalist School, the process was carried out in response to three fundamental areas: social, cultural and political.
Keywords: Peasant press, agrarian strikes, Communist Party, Workers Federation of Chile.
Introducción
Durante el año 1921 el país fue testigo de un fenómeno nunca antes visto en su historia. En distintos fundos y comarcas rurales relativamente cercanas a las ciudades de Santiago y Valparaíso, los campesinos comenzaron a organizarse, dando simultáneamente inicio a una serie de huelgas agrarias en demanda de una serie de reivindicaciones sociales. Fue entonces cuando estos pacíficos pueblos, se vieron convulsionados por una serie de sucesos que interrumpieron la absoluta pax hacendal que predominaba.1 En su gran mayoría, estas movilizaciones eran orientadas por la Federación Obrera de Chile (FOCH), entidad que -controlada por el Partido Obrero Socialista (POS)-, ya comenzaba a experimentar ciertas mutaciones siguiendo las influencias de la Revolución Rusa, triunfante en 1917 con los campesinos como protagonistas. Desde entonces, los socialistas criollos iniciaron un proceso de acercamiento al sujeto histórico campesino, el cual nunca había sido objeto de preocupación ni de propaganda por parte de éstos, ahora comenzaba a ser visto como sujeto potencialmente revolucionario2, abriendo a partir de entonces, una etapa que le llevaría finalmente a convertirse en el principal motor de un inédito movimiento en el campo.3
La primera señal fuerte la dieron ya en el marco de la Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional (AOAN)4 durante la primavera de 1918, donde se responsabilizó directamente del encarecimiento de la vida al sistema latifundista de explotación de la tierra, sugiriendo la intervención en el campo de los elementos políticos urbanos.5 Acorde con ello, ya por entonces emergían algunos movimientos agrarios aislados y se fundaban los primeros Consejos Campesinos en la Provincia de Aconcagua hacia 1919 y luego en el fundo Colcura, cercano Lota.6
No obstante, aún ello no formaba parte de una política oficial de parte de los socialistas locales. Así, ni en el Congreso Regional de Aconcagua –mediados de 1919-, ni en el Congreso Nacional de la FOCH, se dio importancia alguna a la propaganda en el campo.7 ¿Fueron entonces estos primeros movimientos más bien espontáneos, desbordando las políticas oficiales de los socialistas? Más bien se dio un proceso de expansión natural de la FOCH, la cual, una vez radicalizada tras su control socialista en 19178, comenzó un periodo de ofensiva a través del cual sus dirigentes, esparcidos en numerosos pueblos de la zona central, y dejándose arrastrar por las señales de los tiempos de convulsión social predominante, fueron precipitando el contacto con los campesinos, principalmente en pueblos donde éstos se encontraban en zonas relativamente cercanas a los radios urbanos o mineros, como Aconcagua, Calera, La Cruz, Catapilco y otras comarcas del sur de Chile como Colcura. Siendo así, ¿qué factores incidieron finalmente para que los socialistas se volcaran definitivamente al campo? Durante el año 1920, estos comenzaron una etapa de acercamiento a la Internacional Comunista, adhiriéndose definitivamente en 1922. Para su aceptación, uno de los requisitos de la entidad Internacional, fue tener un trabajo de base en el campo. Ello lógicamente impregnó los ánimos de los fochistas, quienes se volcaron al campo iniciando un camino que ya no tendría retorno.
De este modo, siguiendo estas transformaciones políticas, la Federación Obrera de Chile cumplió una labor fundamental organizando los primeros sindicatos campesinos en la historia de Chile, conocidos como Consejos Campesinos, los que, para estos años, pasaron a constituirse en el primer bastión de lo que posteriormente se convertiría en un profundo trabajo de politización desarrollado por la FOCH en las zonas rurales.9
Como se ha dicho, fue el año 1921 clave en la proliferación de diversos movimientos campesinos.10 Huelgas importantes se desarrollaron simultáneamente en distintos fundos y pueblos rurales cercanos a las grandes ciudades, como Culiprán, Chocalán, Popeta, Aculeo, Lo Herrera, San Ignacio de Tango, Rinconada de Chena, Nogales, La Cruz, Catapilco, entre otros varios. Al fragor de esta proliferación de movimientos en el campo y de la consiguiente formación de Consejos Campesinos, la FOCH llevó a cabo la primera Convención de Campesinos en Chile, desarrollada en Santiago a fines de octubre de 1921, logrando reunir a representantes de 2.600 campesinos.11
Por entonces, a esta evolución experimentada en las huestes socialistas que le llevaron al campo, se sumaba una coyuntura social particular, dada por la migración masiva de cesantes nortinos a las ciudades del centro del país, tras la crisis en las oficinas salitreras.12 Según datos de la Oficina del Trabajo, en las provincias de Tarapacá y Antofagasta se alcanzó durante 1921 un índice de cesantía que bordeaba el 95%, cuestión que obligó al Estado a precipitar el traslado de unas 40 mil personas durante los seis primeros meses de ese año13 siendo las provincias centro-sur las zonas de recepción.
Los desocupados con familia y todo fueron instalados en los albergues habilitados por el Gobierno en Santiago, Valparaíso y Limache, “donde se alberga la revolución”, según el estudio del historiador Julio Pinto. Allí el hacinamiento y las epidemias eran cuestión de cada día; como muestra de la magnitud del suceso, sólo en Santiago, se repartieron en 20 establecimientos, entre 15 mil y 20 mil obreros.14
Otros tantos se dispersaron por el territorio en busca de mejores oportunidades. Muchos se internaron en el campo. Ello fue bien visto y alentado por los fochistas, viendo en ellos un potencial aliado para sus planes expansivos. Así al menos lo revela un artículo escrito por “un federado”, difundido en varios periódicos socialistas de la época. Éste señalaba bajo el título de “10 mil propagandistas revolucionarios en los campos del sur”, que la crisis del salitre había proporcionado a los federados y socialistas “la magnífica oportunidad de ir a sembrar por las provincias del sur la preciosa semilla de la revolución social que, en días cercanos habrá de concluir con todas las iniquidades presentes, echando por tierra todas las instituciones del régimen burgués que hasta hoy han servido a los tiranos y explotadores”.15
Muchos venían ya imbuidos de las ideas revolucionarias, anarquistas o socialistas, no siéndoles difícil vincularse con las organizaciones obreras de las ciudades, principalmente con la FOCH. Pero más aún, estos obreros desocupados, junto con luchar por sus demandas de trabajo, hogar y salud, se adhirieron a las luchas que se desarrollaban por entonces en los campos, pues muchos de ellos, originalmente habían salido de algún fundo de la zona central hacia las tierras del salitre en busca de mejores condiciones. Retornaban, por tanto, a su cuna natal, pero esta vez no en forma pacífica y sumisa, sino como proletarios conscientes. Muchos de ellos se convirtieron entonces en verdaderos protagonistas de estas primeras luchas campesinas,16 o Despertar de los Trabajadores del Campo, como lo definía en esos años un conocido periódico obrero17.
Dichos movimientos se presentaron de tal forma que fueron objeto de profundas preocupaciones por parte de las autoridades quienes verían en ellos la expansión de las ideologías disolventes propias de los obreros de las ciudades, ahora proliferando en el campo. Las entidades patronales, la prensa oficial, el Parlamento y el mismo Presidente de la República trataron el tema y desde luego tomaron medidas, especialmente con respecto a la acción de los agitadores en las zonas rurales.
Pero mientras los sectores más conservadores, que eran a la vez los grandes terratenientes, respondieron con la intolerancia que les caracterizaba, señalando que las huelgas no tenían asidero real y que eran solamente una creación de los “agitadores” que se habían expandido a los campos sembrándolos de odio y división, sectores más liberales, y especialmente vinculados al alessandrismo, intentaron resolver los problemas interviniendo como mediadores.
No obstante ello, hacia mayo de 1921, y respondiendo a una carta de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) en la cual solicitaban garantías contra la que calificaban como “propaganda inconsciente” que, “invocando el nombre del presidente de la república”, difundía entre los inquilinos y peones “propósitos de abolición de la propiedad privada, distribución de las tierras e instalación del régimen soviético”,18 Alessandri condenaba “en la forma más categórica la obra de los agitadores y perturbadores del orden y del trabajo”, considerando a éstos “como enemigos del progreso de la República”. En consecuencia, aconsejaba a los campesinos: “no es recomendable que se federen bajo unas mismas reglas y dirección de los obreros de las ciudades…los obreros no sólo deben cumplir sus obligaciones, sino acercarse a los patrones para que ellos los protejan y atiendan…19
Dicha respuesta gatillo en que los oligarcas se sintieran con todo el apoyo para reprimir brutalmente las manifestaciones y los Consejos Campesinos creados por la FOCH en el campo. Proliferaron las Uniones Agrarias en distintos pueblos del centro y sur de Chile como entidades patronales cuya finalidad era organizar la reacción contra la FOCH.20 Como consecuencia, en los fundos la represión se desató brutalmente, y el Gobierno hizo lo propio frente a los obreros que estaban dispuestos a marchar a los fundos a terminar con la tiranía. Así por ejemplo, cuando los obreros de los albergues intentaron marchar hacia el fundo Lo Herrera en San Bernardo, fueron violentamente reprimidos, marcando a fines de noviembre de 1921 el asesinato del campesino Luis Reveco21, un antes y un después en la política -hasta entonces conciliadora de Alessandri- en los conflictos rurales. Ya para el verano de 1922, la mano del gobierno del amor se volcó de lleno contra las manifestaciones, muestra de ello lo daba la decisión de los Intendentes de Talca y Llanquihue de prohibir las conferencias públicas y la circulación de diarios obreros a comienzos de 1922.22
En la presente investigación abordaremos este Despertar,enfocándonos fundamentalmente a la experiencia desarrollada en la localidad de Peñaflor, donde los socialistas lograron formar un Sindicato Único Campesino y una Escuela Racionalista, logrando a través de estas instancias, sentar bases sólidas en la zona.
¿Qué relevancia tiene este estudio? Nunca las miradas historiográficas han estado centradas en abordar la historia de este pueblo ni de las comarcas cercanas. Por uno u otro motivo, la historia contemporánea de estos pueblos ha quedado en el olvido. Poco se sabe, por ejemplo, de la forma en que importantes acontecimientos y procesos históricos repercutieron en la zona. Poco se sabe también de las experiencias originales e inéditas nacidas en estos pueblos.23
Encontrándose así el panorama, menos aún se ha estudiado la acción socialista-comunista en Peñaflor durante los años 20’ en el marco de este Despertar de los Trabajadores. Nuestra historia social - como lo hace ver Jorge Rojas Flores., ha priorizado el estudio del proletariado urbano y minero, en desmedro del sujeto campesino.24 Ello se debe en parte a que en la historiografía local de los años 80 y 90 ha primado aquel postulado que le da escaso reconocimiento a las experiencias de politización campesina previo a los años de la Reforma Agraria.25 La hegemonía de esta visión historiográfica ha tenido como consecuencia directa el hecho de que escasamente se haya abordado en los movimientos campesinos durante los años previos a la Reforma Agraria. Y específicamente, respecto del periodo que aquí abordamos, la situación es más crítica aún. Así, exceptuando el trabajo de Igor Goicovic, referido a la Revuelta en el fundo La Tranquila (Valle del Choapa) en 1923, ninguna investigación ha profundizado en estos primeros movimientos campesinos. Sí varias investigaciones abocadas no precisamente a los campesinos, han dado cuenta del tema, pero sin ahondarlo.26
Todo este panorama hoy es rebatido desde distintos frentes, desde quienes sugieren una politización “informal”27, hasta quienes siguen los planteamientos de Loveman.28 En este último aspecto, el estudio del politólogo norteamericano Brian Loveman, Struggle in the countryside (1976, obra nunca traducida en Chile)29 fue la gran excepción respecto de los procesos de politización campesina en Chile. En su extensa investigación de las luchas campesinas desde 1919 hasta los años de la Reforma Agraria, este autor concluye que el sujeto campesino no fue marginal sino por el contrario, comenzando la década del 20’ lo vemos convertido en un actor social luchando y demandando frente al patrón mejores condiciones laborales, de vivienda, alimentación, salud y educación. Loveman dio cuenta de sus “repertorios de acción colectiva” principalmente centrados en los pliegos de peticiones, la sindicalización y la organización de huelgas, cartas dirigidas al Presidente, demostrando que casi todas estas modalidades fueron también utilizadas luego por los movimientos campesinos desde los años 30’.30
Retomando esta línea, recientemente Nicolás Acevedo, ha demostrado no solo la incipiente movilización campesina desde mediados de los años 30’, sino la temprana politización que influyó en dichas acciones, por ejemplo, el papel del PCCh, que junto al PS y la Iglesia Católica generaron un acercamiento y trabajo hacia el campesinado, consolidando una organización estable desde comienzos de los años 40’.31
En este sentido, y siguiendo esta misma línea interpretativa, en la presente investigación se intenta demostrar que efectivamente este Despertar de los trabajadores del campo, fue en definitiva una expresión de politización temprana en el campo. Y aquí viene la razón fundamental por la cual este estudio puede resultar interesante: ante todo, Peñaflor constituye un ejemplo de la experiencia socialista-comunista en el campo y sus estrategias para llevar adelante un proceso de politización en el ámbito rural. Junto con ello, trataremos de responder a algunas interrogantes, por ejemplo, ¿fue éste un caso de politización exitosa?, ¿qué características asumió la politización campesina en esta localidad, durante estos años?, ¿cuáles fueron las formas o estrategias políticas implementadas por los socialistas o fochistas para instalarse en Peñaflor y cuáles fueron sus resultados? Por lo demás, ¿cuáles fueron las respuestas inmediatas de los terratenientes y las autoridades?
Acá se plantea que el esfuerzo de estas primeras legiones de propagandistas no fue nulo, y que bien permitió establecer ciertas bases sobre las cuales luego germinaron otros movimientos campesinos, de mayor relevancia. Dichos movimientos no sólo fueron relevantes por cuanto marcan un quiebre entre la absoluta sumisión y pasividad predominante antes de 1921 y la serie de conflictividades generadas con posterioridad a esta fecha, dando cuenta de un proceso de politización que fue profundizándose a lo largo de la década del 20’ y que, en el largo plazo, dejó establecidas las bases sobre las cuales se posibilitaron movimientos de mayor envergadura durante los años 30’.
Pero además, dichos movimientos pusieron finalmente a prueba a la nueva Administración a cargo de Arturo Alessandri Palma, quién debió ceder y mostrar su verdadera cara luego de la arremetida campesina. A través del análisis de estos movimientos, entonces, bien podemos entender la represión alessandrista llevada a cabo a fines de 1921. Y bien podemos entender los alcances de su alejamiento de las clases populares y su alineación con los grupos de poder.
Sin duda los años 20’ en Peñaflor marcaron un antes y un después en la evolución histórica de esta comuna. Nunca antes en la historia de este pueblo se había formado una organización campesina, nunca antes campesinos se atrevieron a salir a la calle a luchar por sus derechos, nunca antes obreros y campesinos se atrevieron a cuestionar las decisiones del patrón y la moral tradicional católica, nunca antes los vecinos adquirieron tal grado de participación en el Municipio, llegando incluso a ser parte de la Junta Vecinal nombrada por Alessandri en año 1924 tras la suspensión de las elecciones ese año.
Desde este punto de vista, la llegada de los federados a Peñaflor –y a los pueblos cercanos-, cambió para siempre el panorama local, convulsionó un pueblo, propuso nuevas alternativas culturales, agilizó la política y la hizo confrontacional, creó reacciones y conflictos. ¿Fue determinante entonces este periodo en la historia de este pueblo? Si lo fue. Y dejó huellas imborrables, instalándose para siempre un nuevo vecino, los federados –comunistas- atentos desde entonces a denunciar los abusos de los patrones, la corrupción en el Municipio, la falta de alternativas para la educación y cultura del pueblo. Por todo ello asigno una importancia fundamental a la acción de los organizados en la zona.
Nuestra hipótesis es que, a través de la organización tanto del sindicato como de la escuela racionalista, los comunistas lograron llevar adelante su proceso de politización en la zona. 32 Esta politización, organizada desde estos espacios, se canalizó a través de tres conductos bien definidos y relacionados estrechamente entre sí: social, político y cultural.
Así, los socialistas bien comprendieron que, para echar raíces en la zona, no bastaba con generar agitación si ésta no era acompañada de la lucha en el plano cultural, a manera de sembrar mentes nuevas, libres de los miedos y temores inculcados por años a través de la moral católica y el dominio patronal. Así, bajo una clara intención de romper con los moldes tradicionales impuestos desde arriba por la iglesia y los terratenientes, y de dar respuesta a esta cultura oficial, los federados comenzaron el arduo trabajo generar dispositivos para presentar su alternativa cultural a los habitantes del lugar. Entonces aparecieron una serie de dispositivos culturales desde las conferencias públicas, el teatro, la generación de coros infantiles, grupos deportivos y desde luego la gestación de una escuela racionalista, que es principalmente a la experiencia a que nos dedicaremos en este espacio.
Dicha escuela fue inmediatamente atacada por los sectores conservadores de este pueblo que se encontraban pendientes y ciertamente al acecho de cualquier acción de los federados en la zona. La fundación de una escuela, ciertamente no los dejó indiferentes, considerando el potencial que significaba la educación en la construcción de valores de las nuevas generaciones.
Ahora bien, también pensaban que para generar este cambio cultural de fondo en una sociedad tradicional, era preciso no sólo desarrollar la lucha en los ámbitos agitacionales, sindicales, de resistencia, sino como también incidir en los destinos del poder local, llegando al Municipio, haciéndolo aliado de las causas populares. Hacia ello volcó también sus fuerzas, realizando un amplio trabajo territorial que comprendía varias aristas (política, social y cultural) expresada en un trabajo social y cultural abierto a la comunidad y sobre todo de denuncia nunca antes visto en el pacífico pueblo de Peñaflor, controlado desde siempre por unas cuantas familias de apellidos vinosos. Dicho trabajo dio resultados, logrando que el Ejecutivo -ante los escandalosos casos de corrupción, fraude y cohecho que caracterizaban al Municipio local-, suspendiera las elecciones del año 1924 y nombrara una Junta de Vecinos en la cual incidieron los fochistas (a estas alturas convertidos en comunistas)
De este modo, por estas tres vertientes: social, cultural y política, abordaremos la acción fochista en Peñaflor en el marco de este Despertar de los Trabajadores de Campo. Por razones de espacio, en el presente texto sólo daremos cuenta de las dos primeras vertientes.
Para ello, hemos recurrido principalmente a fuentes impresas: prensa de la época, tanto aquella prensa producida por los obreros organizados, como aquella prensa que representaba los grandes intereses capitalistas, así como los valores conservadores y los intereses de la iglesia. Así mismo hemos trabajado con distintas Sesiones del Congreso, tanto de las Cámaras de Diputados como de Senadores. A todo esto hemos sumado los registros y datos que nos pudieron aportar días de trabajo en el Archivo Nacional. Principalmente informes derivados al Intendente o al Ministerio del Interior, así como reclamos a la Oficina del Trabajo.
En primera instancia nos abocaremos a desentrañar las dinámicas de la llegada socialista a la zona y la respuesta inmediata de la clase terrateniente de Peñaflor y alrededores. Más a largo plazo, los comunistas vieron la importancia de generar un cambio de mentalidad en este pueblo, dirigiéndose a través de la educación a las nuevas generaciones a manera de ir sembrando mentes libres de prejuicios y temores, por tanto, dispuestas a la emancipación. En este plano, debemos inscribir también la formación de la Escuela Racionalista (1922-1927). Ahora bien, los fochistas pensaban que para generar este cambio cultural de fondo en una sociedad tradicional, era preciso no sólo desarrollar la lucha en el ámbitos sindicales, de resistencia, sino como también incidir en los destinos del poder local, llegando al Municipio, haciéndolo aliado de las causas populares. Impulsado este proyecto en conjunto en el seno de una sociedad tradicional, su desplazamiento se vio plagado de asperezas y conflictos que muchas veces atentaron contra los buenos destinos del proyecto libertario, el cual pervivió a pesar de todo y logró instalarse como el vecino nuevo, portador de una alternativa frente a la cultura oficial. Ello desde luego generó la reacción de la tradición la cual vio esta cultura como enemiga, subversiva, forjadora de valores distintos a los que desde siempre se habían propagado en la zona.
Con ello, desde este punto de vista, en este trabajo se plantea que, más que la precipitación de huelgas campesinas y agitación social, fue el trabajo cultural lo que molestó a los reaccionarios. Principalmente la Escuela, fue atacada desde distintos frentes, y no sólo desde las autoridades locales, sino desde instituciones estatales, altas autoridades eclesiásticas, influyentes referentes del conservadurismo chileno.
1. Peñaflor, la llegada socialista y la organización de la propaganda
En tiempos coloniales, la región conocida posteriormente con el nombre de Peñaflor estaba compuesta por distintos asentamientos indígenas conocidos como Curamapu33, Pelvín34 y Malloco35 Se le conocía entonces a toda la región con el nombre de Curamapu. Con posterioridad, y tras el mayor control ejercido por los españoles en la zona se le llamó a esta región Carrizal, ello en razón de la proliferación en sus tierras de esta planta gramínea de origen español, que cubría grandes extensiones en las orillas de los canales, lagunas o vertientes naturales.36
Ambas denominaciones, Curamapu y Carrizal, continuaron vigentes al menos hasta fines del siglo XVIII, cuando fueron sustituidas definitivamente por Peñaflor, nombre dado por la familia Lisperguer a la hacienda situada al sur del cerro La Virgen, y que luego se convirtió en toda una referencia para la zona en cuestión, en tanto, las comunidades indígenas fueron reducidas al sector de El Muelle, perdiendo violentamente sus tierras, que fueron rematadas por las autoridades coloniales a un insignificante precio para favorecer a los grandes terratenientes.37
Posteriormente, ya durante el siglo XIX, Peñaflor comenzó a subdividirse en pequeñas propiedades conocidas como quintas, en tanto que sus fuentes de agua y hermosos parajes sirvieron de descanso y balneario para la aristocracia. Oficialmente fue reconocida como comuna en 1871, siendo su Municipalidad creada en 1891. Pertenecía a la Gobernación de La Victoria, cuya cabeza se encontraba en el vecino pueblo de San Bernardo.38
Desde sus orígenes la localidad se caracterizó por sus actividades agrícolas y ganaderas. Así, desde los primeros tiempos de la Conquista se formaron grandes estancias ganaderas y haciendas agrícolas, como la referida Peñaflor, la de Malloco, la de los Erazo, y la de Pelvín, de Ortíz de Urbina. Con posterioridad, destacaba la producción de vinos, sobre todo en el fundo Lindenau.39
Peñaflor se convirtió entonces en la típica comarca rural, controlada por unos cuantos terratenientes que eran dueños de las principales haciendas del lugar, monopolizaban el poder local acudiendo a las conocidas prácticas del fraude y el cohecho y ocupaban como mano de obra a los campesinos que habían llegado atraídos por las explotaciones, como a aquellos que vivían en pequeños terrenos o comunidades cercanas.40
¿Cuándo llegaron los socialistas-comunistas a Peñaflor? Todas las fuentes parecen apuntar a que no fue antes de la coyuntura de crisis generada hacia 1920-1921. Con anterioridad no sabemos de movimiento alguno en el campo ni asomo de propaganda socialista o anarquista en esta comarca.
Como sucedió entonces con varios otros pueblos cercanos a las grandes ciudades, Peñaflor -distante 30 km del centro de Santiago y a donde se podía llegar fácilmente en 30 minutos en tren-, fue uno de uno de los escenarios predilectos de la expansión de las ideas de redención al campo. Así señalaba El Diario Ilustrado, a mediados de agosto de 1921 que, “todos los días domingos llegan allá representantes de la Federación Obrera a inscribir afiliados entre los inquilinos”. Enseguida revolucionan un “pueblo tranquilo” pues “reúnen gente –cien, ciento cincuenta, doscientas personas- y organizan desfiles con estandartes rojos, entonando las canciones de la revuelta y, por fin, en la plaza principal, se desencadenan los discursos”…, que “la propiedad es un robo”, tentando a sus auditores a la repartición de las tierras…41
¿Quiénes eran estos federados y qué pretendían? ¿cuáles los objetivos de su propaganda? ¿a través de qué formas fueron captando adherentes en un terreno que parecía adverso en vista del fuerte arraigo tradicional que predominaba? Por otra parte ¿cuáles fueron las primeras respuestas de los terratenientes ante esta llegada tan indeseada?
Un personaje fundamental en la organización de la propaganda fochista en este pueblo fue el “agitador” José Enrique Mella O., ¿quién era Mella?, ¿había llegado de las salitreras? ¿era éste designado por la FOCH o retornado42, obrero desocupado de las salitreras? Mella apareció en escena ese año en el marco de la serie manifestaciones desarrolladas en el pueblo, de las que el ex obrero salitrero Arturo González43 (muerto tempranamente en 1922) fue protagonista junto a los obreros desocupados. No sabemos ciertamente si Mella y su compañera María Luz Riquelme eran peñaflorinos o llegaron junto a la masa de desocupados.44 Por entonces esta pareja tenía un hijo de 3 años y medio, Joselito Enrique Mella Riquelme, afectado de una parálisis que 4 años después le llevaron finalmente a la muerte. El pequeño José Mella se había ganado un espacio en el mundo de la sociabilidad obrera. En cada velada o mitin destacaba realizando números artísticos, poemas o canciones revolucionarias.45
Ya para el año 1922, Mella se desempeñaba como zapatero en el pueblo. Y tenía un pequeño taller en la misma residencia en la cual luego se fundaría la Escuela Racionalista46 Cabe preguntarse si este federado comenzó su militancia por el año 1921 en el marco de esta agitación, o si ya tenía experiencias. Y aquí ciertamente nos inclinamos por esta última alternativa, pues no se explica que en tan poco tiempo se haya convertido en el principal promotor de tantas iniciativas. No sólo fue el organizador del Sindicato ese mismo año, sino también de la Escuela Racionalista. Y promotor de diversas actividades culturales, mítines y protestas en la zona. Gran orador, de fácil palabra y elocuente. También manejaba la pluma: al menos desde 1921 a 1924, fue el principal corresponsal desde Peñaflor al periódico de La Federación Obrera. Todas estas características nos hacen pensar que se trataba de un obrero ilustrado, portador de una formación política, como muchos “agitadores” de la época.
Una vez establecido en Peñaflor, José Mella comenzó un constante trabajo de propaganda en el centro mismo del pueblo. Los primeros mítines en plena plaza pública congregaban unos cuantos desocupados que llegaban a goteo desde Santiago. Pero pronto esos cuantos se fueron transformando en grandes contingentes de obreros y mujeres que asistían con sus niños. Todo ello lo complementaba con Proclamas, que hablaban del reparto de tierras, de la situación del campesino, de lo que ocurría en Rusia, y otros asuntos por el estilo.
Aprovechando toda esta efervescencia social, junto a sus camaradas venidos de Santiago, Mella fundó el Consejo Federal N° 1 de Campesinos de Peñaflor. Y con los propósitos de realizar un trabajo permanente en el territorio, arrendó un local en pleno centro del pueblo, a paso de la Plaza Pública (calle 21 de Mayo), convirtiendo su propia casa en la sede del Sindicato y la Escuela Racionalista.
Pero Mella no estaba sólo pues su trabajo era reforzado con las “visitas” que con frecuencia recibían de importantes referentes del POS y la FOCH, como Roberto Salinas Astudillo, Rolando Molina, Juan Opazo y Emilio Zapata.47 Como veremos, este último también se convirtió en puntal fundamental para la organización de la propaganda en este pueblo. Pronto se haría presente ya sea en su calidad Secretario General del Centro El Despertar, o representando al Comité Pro Salvación de la Raza, donde participaba junto a elementos alessandristas. Pero en lo inmediato, el carácter de estas visitas queda bien sintetizado en un reporte de Claro de Alba refiriéndose a una incursión a comienzos de 1922, donde se ponían en evidencia una serie de dispositivos propagandísticos utilizados por los federados, como reparto de volantes, conferencias públicas, conversaciones con la gente del pueblo, viviendo a la vez plenamente la camaradería. Así, “al llegar a la Estación de Peñaflor nos esperaban varios compañeros campesinos, los que nos invitaron hasta el local, una casita de campo sombreada por grandes árboles y cubierta de flores. Después de servimos una sabrosísima sandia, y de charlar amenamente con esos compañeros, la compañera María Luz Riquelme nos dio una simpática sorpresa con un magnífico coro de niñitas y niñitos quienes entonaron con voces melodiosas nuestros cantos revolucionarios”.48
Los comunistas entonces concentraron buena parte de sus energías a ganar la batalla en este pueblo. Llama la atención esta insistencia, que claramente no advertimos que se dio en todos los pueblos, ¿por qué Peñaflor? Quizás la respuesta la encontremos en el proceso que se fue gestando tras la llegada de los primeros portadores del rojo pendón. El mismo Mella realizó permanentes llamados de apoyo hacia sus pares de la ciudad con el objetivo de luchar contra los terratenientes y repeler sus ataques. Veamos.
¿Cuáles fueron los primeros movimientos de este sindicato? ¿hacia qué objetivos apuntaba? Dicho Consejo comenzó una ardua campaña propagandística tomándose los lugares públicos de mayor concurrencia, como la plaza pública o la cancha; allí realizaron innumerables mítines, conferencias, veladas al aire libre y reparto de propaganda escrita.
El Consejo sintonizó de forma rápida con el pueblo de Peñaflor. Un hecho puntual ayudó a ello. Habíamos dado cuenta del caso del niño Manuel Abarca, quien fuera brutalmente golpeado por el administrador del fundo Lindenau y la fuerza pública.49 El Consejo campesino denunció este crimen, lo publicó en su prensa, y lo difundió hábilmente en mítines y a través de volantes. Posteriormente presentó una querella contra los responsables. Todo ello sirvió a dicha entidad para perfilarse como defensora de los pobres, de los oprimidos en la zona, y a la vez dio mayor chance a los federados para emprender campaña.50
Siendo sus objetivos fundamentales captar la adhesión de los campesinos del lugar, intentaron dirigirse al principal fundo de la zona, el Fundo Pelvín, de propiedad Amelia Larraín Alcalde.51 Sin embargo esta propaganda se vio neutralizada, a causa de la hostilidad organizada por el administrador de este fundo, Eduardo Torrealba (quien además era el 2° alcalde de Peñaflor), quien armó a sus inquilinos y les dio órdenes de repeler cualquier asomo de los federados. “El susodicho Torrealba –diría un informe del Consejo Federal N° 1 de Peñaflor a La Federación Obrera-, como militar retirado, se creyó por lo menos que iba a efectuar la famosa batalla de Marne, para cuyo efecto tomó posiciones en los cerros de Pelvín, de donde dominaba toda la comuna de Peñaflor hasta Malloco; y repartió los fusiles del Club de Tiro al Blanco que funciona en este fundo y allí esperó la llegada de nuestros compañeros de Santiago”.52 De este modo se daba comienzo a una serie de situaciones conflictivas en la localidad, enfrentamientos entre ambos bandos, situaciones confusas, convirtiéndose Torrealba en un verdadero káiser en la defensa de la tradición, premuniendo de armas a su tropa.53 El conflicto era el comienzo del cambio. Una carta enviada por José Mella O., Secretario General del Consejo N° 1 Peñaflor al Director del diario La Federación Obrera, fechada en 13 de noviembre de 1921, señalaba: “En circunstancias que veníamos pacíficamente y en orden en los carros, de regreso de Malloco, después de despedir a nuestros compañeros venidos de Santiago, nos salieron al encuentro haciendo parar el carro y disparándonos de balazos los señores Domingo Valdés, propietario del fundo Santa Cruz, y sus inquilinos; don Eduardo Torrealba, 2° Alcalde y Administrador del fundo Pelvín y sus inquilinos; don Eduardo Romo, Tesorero Municipal; don Luis Farías y don Samuel Hernández.” Mella ponía énfasis en destacar que se trataba de un ataque que “estaba preparado de antemano, pues por conocimientos que tenemos en nuestro poder, los susodichos asaltantes se estaban preparando toda la semana”, y que, los federados no recibieron garantías de la policía, ni carabineros, “pues a éstos les ordenaron retirarse a sus cuarteles”. Solicitaban en concreto, al “hacer llegar estas líneas a los diputados Luis E. Recabarren y Santiago Labarca, para que vengan a esta comuna a dar una de sus conferencias, que estamos seguros nos será útil y provechosa, y podrán imponerse personalmente de los atropellos que nos hacen los señores más adelante nombrados”.54 A pesar de que el diputado Recabarren denunció estos sucesos en el Parlamento y lo propio realizaron otros parlamentarios progresistas,55 nada se hizo. Los patrones armados, junto a sus serviles prosiguieron su labor cada vez que los obreros organizados se presentaban en el fundo.
Como respuesta a estas agresiones -que por cierto eran reconocidas por un sector de la prensa burguesa56-, los fochistas convocaron al Consejo N° 28 de desocupados, iniciando un histórico viaje a pie más de 800 obreros con sus mujeres e hijos hacia Peñaflor.57 La marcha fue entusiasta luciendo varios estandartes rojos, entonando himnos obreros. Llegados a Peñaflor, las huestes obreras dirigidas por el delegado del Consejo N° 28 de Albergados, Arturo González, se reunieron en la plaza pública, presentándose las autoridades locales, a quienes les manifestaron que no venían a alterar en ningún caso el orden durante su estadía en Peñaflor, que venían únicamente a realizar “un mitin de protesta por la situación desmedrada en que se encuentran a su juicio los inquilinos de los fundos de los alrededores.”58 Los obreros no regresaron esa tarde a Santiago. Sabían que si dejaban solos a sus compañeros del Consejo de Peñaflor, éstos serían atacados nuevamente por las tropas al mando de Torrealba. Decidieron entonces pasar la noche en este pueblo. Algunos se alojaron en la sede del Consejo de Peñaflor, otros acamparon en la misma plaza. No obstante los patrones ya estaban prevenidos, pues el Primer Alcalde de Peñaflor, Nicolás Hurtado, ya había viajado a Santiago a entrevistarse con el Ministro del Interior, para solicitar fuerzas armadas. Entrevistado por El Mercurio el Ministro del Interior, Ismael Tocornal59, manifestó que “inmediatamente después de conferenciar con el alcalde de Peñaflor ordenó envío de toda la tropa de carabineros que había disponible en San Bernardo”. En vista –dijo el Ministro- de que “se están repitiendo con demasiada frecuencia estas jiras.., con el objeto de ejercer presión sobre los inquilinos.., el Gobierno se verá obligado a tomar severas medidas” 60 Y así lo haría con los campesinos del fundo Lo Herrera.61
Pero más allá de este episodio, los socialistas llegaron a la zona para quedarse, instalándose como el nuevo vecino, indeseable para los terratenientes que por primera vez vieron cuestionar su autoridad y absoluto control. ¿Cuáles entonces fueron los próximos pasos de los federados?, ¿cómo organizaron la propaganda en este pueblo?
Como hemos dicho al principio, la organización de la propaganda se canalizó por tres vías fundamentales: social, cultural y política. En el plano social, a través de la labor del sindicato se realizaría ardua labor de denuncia de la explotación e injusticia que sufría el pueblo pobre, convirtiendo a éste en interlocutor de los desvalidos. En el plano cultural se llevaría a cabo una lucha por lograr generar a largo plazo un cambio de mentalidad entre la gente del pueblo. Para ello, se iría construyendo un proyecto alternativo de recreación al dominante hegemónico, compuesto por la cantina y el juego. Por otra parte, las nuevas generaciones, debían comenzar a cultivarse ya no bajo el modelo de educación tradicional que buscaba sólo reproducir individuos obedientes a los dictámenes de las autoridades y del patrón, para ello la fundación de una Escuela Racionalista. Por último, la lucha también debía darse en el plano político, haciendo todos los esfuerzos posibles para arrebatar el poder a la clase terrateniente que mantenía el control del Municipio.
2. Hacia las nuevas generaciones, la Escuela Racionalista de Peñaflor
Si bien las propuestas alternativas de recreación y cultura apuntaban en lo inmediato a generar las condiciones necesarias para instalar con éxito la labor sindical y comunista en la zona, los federados comprendieron que había una tarea de fondo por realizar cual era cambiar la mentalidad de un pueblo sumido en la tradición. Ello decía relación con generar, en un largo plazo, la germinación de mentes libres de los prejuicios y temores inculcados por la cultura hegemónica a través de la Iglesia o la educación estatal. La escuela como herramienta de control moral de los campesinos, y reproductora de la sumisión resignación por parte de éstos, era algo que bien sabían los federados. Con ello, paralelo a la agitación en los campos, a la creación de alternativas de recreación provechosas para el pueblo, a la lucha en el plano político, los federados comunistas comprendieron la importancia de desarrollar un trabajo enfocado hacia las nuevas generaciones, que allanara el camino hacia la germinación de un cambio de mentalidad en los campesinos. De ahí la formación de la Escuela Racionalista, proyecto que resultaba especialmente pertinente plantearlo en un pueblo como Peñaflor, donde se imponía un fuerte discurso tradicional, impuesto y propagado desde la Iglesia y el control terrateniente.62
Pero la puesta en marcha de esta escuela también debemos entenderla también en el marco de un contexto educativo predominante entonces. Como ya hemos visto en otros trabajos63 las experiencias de escuelas inspiradas en el proyecto ferreriano se fue extendiendo a lo largo del siglo XX, especialmente después de su asesinato en 1909. Desde entonces fueron germinando varias experiencias de este tipo, tanto por parte de anarquistas como de socialistas.64 Posteriormente, y acorde con el contexto generado a raíz de la puesta en marcha de la Ley de Educación Primaria Obligatoria y su propuesta de construcción de un Estado Docente65, en la Convención Nacional de la FOCH, realizada a fines de 1921, se aprobaron los estatutos y el programa de la organización de estas escuelas. Se planteó entonces la creación de Juntas de Instrucción en los organismos Departamentales y Provinciales de la FOCH, con la tarea de “fomentar la educación e instrucción de los federados y sus familias” para lo cual proponía “escuelas, talleres de enseñanza profesional, bibliotecas y teatros, salas de audiciones musicales o de conferencias, gimnasios o cualquier otro medio educacional destinados a los hombres, mujeres y niños”.66
La idea de la FOCH era organizar en cada Consejo o sindicato una escuela, para lo cual se formó un Comité pro Escuelas Libres, que supervisó e incentivó la fundación de tales escuelas. Entonces las escuelas racionalistas proliferaron por Talca, Maule, Molina, Lota, Calama, Mejillones, Pampa, Chuquicamata, Osorno, Curanilahue, Calera, Tocopilla, Antofagasta, Chacabuco, San Antonio, Peñaflor, Puente Alto, En Santiago se formaron escuelas en las comunidades Pedro Montt (población obrera formada por los desocupados salitreros) y en la comunidad Los Molinos del diablo.67 Fueron los años de oro en la gestación desde abajo, con medios propios, de un proyecto educativo en manos de los propios implicados.
La Escuela Racionalista de Peñaflor surgió de la iniciativa del Sindicato Único de Campesinos quienes plantearon la idea en una asamblea ante la Junta Provincial, teniendo enseguida exitosa acogida, “todos los federados que estaban ese día reunidos vieron que con un poco de buena voluntad les sería fácil abrir y sostener esta escuela”. En la ocasión el federado Rolando Molina aceptó instalarse en Peñaflor, para hacerse cargo de esta iniciativa y reforzar la propaganda a través de conferencias públicas.68 Su inauguración se llevó a cabo el 26 de noviembre de 1922, en el local de la imprenta de dicho sindicato, organizándose para la ocasión un Gran Festival Cultural, actividad abierta a la comunidad, a la que asistió importante cantidad de peñaflorinos.69
Ello nos conecta con los móviles fundamentales del proyecto, el cual se enmarcaba dentro de la estrategia comunista de instalar bases sólidas en los pueblos en que se habían formado sindicatos campesinos. Se trataba, a través de iniciativas culturales, llegar al amplio mundo popular predominante en estos pueblos, creando lazos, y realizando una labor de educación y formación en sectores dominados por los valores tradicionales impuestos a través de la iglesia y el patriotismo.
A través de los avisos en la prensa, se llamaba a colaborar a la comunidad con dicha tarea aportando con “libros, mapas, pizarras, cuadernos, bancos y demás útiles escolares: ¿tiene algo de eso usted? ¡tráigalo a esta imprenta y contribuya a la obra más grandiosa posible”.70
En directa alusión a la escuela del Estado y su proyecto de Estado Docente, señalaban que esta escuela se levantaba en respuesta a la “escuela estatista” que “en vez de ampliar los conocimientos de los niños, estrecha el círculo de ellos a fin de limitar las ansias naturales de libertad de los descontentos… De ese modo se somete al hombre a tolerar el injusto y criminal réjimen social en que los débiles son mantenidos ahora por toda clase de medios… Por tanto, la escuela del estado y la sectaria de todos modos atrofian las facultades intelectivas del niño para que puedan subsistir las castas”. 71 Por ello, los trabajadores organizados, “hace tiempo que debiéramos haber emprendido una campaña perseverante destinada a la fundación de Escuelas Libres”.72
¿Cuál fue la respuesta del Estado y de los sectores conservadores-terratenientes? Apenas fundada esta escuela, recibió los ataques de la furia conservadora y clerical que se expresaba en las páginas del Diario Ilustrado. Éste titulaba en primera plana: “Una escuela en el que el niño chileno aprende a odiar a la Patria”- “Los chicos se instruyen en las teorías subversivas y anárquicas”. Y señalaba a continuación: “Conocidas son las incidencias provocadas desde hace algún tiempo en la misma localidad, por parte de elementos maleantes que han sentado allí sus raíces y han procurado, sin éxito, convulsionar a los pacíficos labriegos de los alrededores, rompiendo, con esto, la tradicional quietud peñaflorina, cuyos habitantes son los más pacíficos de la República”. Según este ataque del diario clerical, el establecimiento de educación, se hallaba instalado en el interior de una zapatería en la plaza principal del mismo pueblo, a donde, “…concurre diariamente una veintena de niños de ambos sexos menores de 15 años que inocentemente se entregan a manos de sus “maestros” quienes aprovechan el fértil terreno para sembrar la mala semilla de los odios y las destructivas doctrinas”. Según este ataque, en este establecimiento “los pequeñuelos aprenden a odiar al Gobierno y a renegar de la patria; a inmolar los más caros sentimientos en aras de una reorganización social absurda e imposible, la que, destruya todos los beneficios del hombre, sin necesidad del trabajo ni del esfuerzo”. En esta escuela, señalaban, los niños “despiertan a la vida recibiendo como único alimento cerebral esa serie de imprecaciones en contra de toda organización existente, trastornando sus cerebros en forma inhumana y perversa”. Como era de suponer, dicho reportaje terminaba solicitando al Gobierno “intervenir” dicha escuela ya que constituía “un peligro nacional que si logra difundirse traerá, sin duda, funestas consecuencias para el país”.73
Como ya era acostumbrado en los ataques de la oligarquía, se pretendía hacer aparecer a los obreros organizados como maleantes, alcohólicos, ignorantes, sembradores de odio y maldad entre los niños. Esta reacción inmediata no sólo era una muestra de que dicho proyecto no había pasado desapercibido por el poder, sino que, además, se era visto como una verdadera amenaza.
A través del periódico de la Federación Obrera, se respondió a este ataque en un artículo titulado, “Los elementos clericales combatiendo nuestras escuelas”. En él se señalaba que, cuanto decía El Diario Ilustrado era “absolutamente falso y lo condenamos, aun cuando tales necesidades proporcionen el alimento al periodista que tiene la obligación de azuzar el odio del amo contra los revolucionarios inventado aquellas ignominias”. Pero ello no terminó ahí, pues, los fochistas hicieron una visita al Director de El Diario Ilustrado, “ciudadano Gálvez”, con el cual se enfrascaron en una discusión valórica.74 Por último, de forma irónica, el diario de La Federación daba la gracias al pasquín clerical, señalando “El Sindicato Único de Campesinos de Peñaflor, considerando que El Diario Ilustrado es el órgano de los terratenientes, verdugos, ajencieros, del clero, taberneros y sinverguenzas que hay en este país, acuerda felicitarlo por el hermoso réclame hecho la escuela racionalista de este sindicato. Muchos peores diablos de esta tierra creían que el Sindicato había muerto y ahora resulta que está más vivo que nunca y hace presente a la oligarquía chilena que la Federación Obrera de Chile posee más de 60 escuelas racionalistas creadas por la voluntad soberana de los trabajadores, donde no imperan los decretos del Gobierno ni los prejuicios burgueses estúpidos...75
Al año siguiente, los ataques corrieron por cuenta de la Revista Católica, la cual a través de un artículo denunciaba la existencia de un “escuela sovietista” “mixta” y que funcionaba con “regular asistencia”, dirigida por un “afiliado al comunismo, un zapatero de la localidad”. Por los datos que se dan, proseguían, “los pequeños alumnos son ya aventajados comunistas, que odian a Dios, a la Patria, a las autoridades y a los ricos… Creemos que la autoridad debe impedir que se siga cometiendo este crimen. No es posible que al amparo de nuestras leyes excesivamente liberales, se permita una escuela en que se forman criminales de puñal y de dinamita, que más tarde atentarán, llenos de odio, contra el orden social”.76
A los ataques conservadores y clericales, la escuela tuvo que soportar el control que, de forma permanente ejerció el Gobierno sobre esta experiencia educativa. Ello, a manera de velar por la buena conducta en materia educativa, canalizando por buenos cauces su proyecto. Al respecto, hacia diciembre de 1923 informaba el diario de la Federación Obrera que la escuela había sido nuevamente sorprendida “por un visitador pedido por la Comisión de Instrucción Primaria de este pueblo”, que todavía no está conforme con las informaciones que dio el Visitador señor Delpino y los datos presentados por José Damián Navarro en el mes de junio último. Para los federados, estas constantes visitas no obedecían sino a la finalidad de “molestar…, ver modo de hallar cualquier motivo para indisponernos con las autoridades encargadas de vigilar la enseñanza nacional y que nos cierren las escuela”.77 Muchas veces, y a modo de mantenerse informadas las autoridades respecto de este proyecto educativo, enviaban a personas no directamente vinculadas a la autoridad. Así, en septiembre del mismo año 23’, la escuela recibió la visita de un representante de la Cruz Roja de Peñaflor. El doctor saludo muy cortesmente a todos y después que los niños cantaron el himno revolucionario en su honor, se dirigió a la compañera directora María de Mella, para preguntarle qué hacía tanto niño ahí. La compañera contestó que esos niños eran solo una parte de los que se educaban en la escuela obrera, de que tanto ha hablado la prensa burguesa, diciendo que allí se enseñan a los niños ideas sovietistas. También les preguntó qué enseñaban y qué régimen había adoptado la escuela. La compañera les dijo que se llevaba el programa de las escuelas públicas, como lo confirmó el visitador señor Pino, que vino un día en gira de visitas a este pueblo quedando satisfecho de la enseñanza impartida...78
A pesar de los ataques de los que frecuentemente era víctima esta escuela logró mantenerse activa durante todo el año 1923, bajo la dirección de María de la Luz Riquelme, esposa del fundador del Sindicato José Mella. La matrícula escolar era de 47 alumnos con asistencia de 30 a 35 alumnos.79 Para diciembre la escuela ya funcionaba con un “éxito verdaderamente halagador”. Las clases se hacían “amenas por los diversos temas que en ella se trataban”. Las clases de historia y ciencias naturales producían en los alumnos un verdadero placer”. El local de la escuela –ubicado en calle 21 de Mayo, a pasos de la Plaza de Armas- funcionaba también como un centro cultural. En él se desarrollaban veladas artísticas, conferencias y obras teatrales en donde se invitaba al pueblo de Peñaflor. Al ubicarse cerca de la plaza principal del pueblo, ello era una ventaja para llamar a atención de los peñaflorinos, quienes asistían a las actividades desarrolladas en el local. Los domingos por la mañana se realizaba un Ateneo Dominical.80 Por esta misma época, y gracias al trabajo de elementos del Sindicato, se construyó un pequeño teatro en el local.81
Los beneficios, fiestas y veladas organizadas por el Sindicato -algunas veces en alianza con el Centro El Despertar- constituían la principal forma de financiamiento de esta escuela. Los mismos alumnos en la mayoría de los casos eran los que daban vida a estas veladas. Generalmente leían poesías o participaban en representaciones filodramáticas.82
Al finalizar el año escolar sus miembros organizaron una gran “Fiesta de la Cultura” abierta a toda la comunidad. En la ocasión, después de tomarse los exámenes de los niños, se proseguiría con la velada compuesta por diversos números artísticos desarrollados por los propios niños de la escuela y federados invitados especialmente desde Santiago miembros del Centro El Despertar. Entonces nuevamente recibió un ataque de los elementos oligárquicos locales. Así, en momentos en que se iniciaba la segunda parte del programa que anunciaba el izamiento de la bandera en el frontis del local de la escuela, se hizo presente en las afueras del local el Comandante de Policía, Ignacio Guzmán junto a varios guardias, ordenando bajar la bandera. Ante la negativa de los obreros, uno de los guardias dispara contra la bandera. Después de ello los obreros bajaron la bandera temerosos de que algo mayor pudiera ocurrir, en presencia de los niños que revoloteaban en el lugar. Estos últimos, como respuesta a tal atropello, cantaban: ¡Arriba los esclavos del mundo!, era el grito de venganza de la nueva generación, ya consciente de lo repugnante de los valores tradicionales y militares.
En estas circunstancias, la fiesta no podía seguir realizándose, ya que la actitud del policía no era garantía para ello. Sin embargo, la actitud preventiva de Emilio Zapata generó las condiciones para seguir la fiesta. Zapata, como miembro del Comité Pro Salvación de la Raza, viendo el contexto de hostilidad patronal presente en Peñaflor, había solicitado al Gobierno garantías para el desenvolvimiento de dicho Comité, que también estaba compuesto por elementos alessandristas. En el marco de esto, el Ministro del Interior, Amunátegui, había enviado un pelotón de carabineros en resguardo de la seguridad y de la vida de las numerosas personas que asistían a la fiesta.
De este modo, finalmente se izó la bandera, y siguió la fiesta sin tropiezos, realizándose todo los números artísticos en el local con gran participación de los niños de la escuela. El programa tuvo su finalización con un paseo campestre a uno de los pintorescos sitios de los alrededores, siendo resguardado todo el rato por los carabineros venidos de Santiago. “Bajo un frondoso bosque de álamos y sauces se procedió al reparto de premios, dulces y otras golosinas a los alumnos de la escuela, objetos costeados por los socios del Centro El Despertar. Terminado este hermoso acto, el Secretario del Centro El Despertar, compañero Zapata, cual nuevo Lautaro, con una arenga revolucionaria, exhortaba a los pequeños al entusiasmo para afrontar la aspereza de la lucha social, ya que ellos habían sido testigos del audaz atropello de que había sido víctima la institución. De vuelta del paseo se efectuó una pública protesta en la plaza del pueblo por la actitud arbitraria de la policía, destacándose en la tribuna los federados José Toledo y José Mella.”83
Pero los incidentes continuaron durante aquel verano entre la policía comunal y los federados en alianza con miembros de la Liga de Higiene Social. La cruzada contra el juego y el alcohol a través de actos públicos en la plaza del pueblo, llevaron nuevamente al Comandante de policía -a estas alturas ya destituido por el Gobierno y en situación de rebeldía apoyado por los terratenientes-, a atacar a los conferencistas. La situación conflictiva y de poder dual generada por los terratenientes, llevaron a varios parlamentarios a pedir garantías para los obreros y habitantes del pueblo. El Gobierno entonces envió tropas de carabineros desde Santiago.84
Hacia abril, cuando correspondía que se desarrollaran las elecciones municipales, ante esta conflictividad predominante y las reiteradas denuncias de fraude, cohecho y robos municipales, el Gobierno de Alessandri decidió suspender las elecciones y nombrar en su lugar una Junta de Vecinos en la cual también tomaron parte elementos comunistas. Esta Junta de Vecinos, los comunistas lograron una breve incidencia en poder Municipal.85
3. Del control comunista a la Bolchevización, 1924-1927
El año1924 fue el año en que los comunistas del Centro El Despertar asumieron más directamente el control de la escuela. La figura de Emilio Zapata como director de la escuela se hizo notar en la zona. Zapata había sido, junto con Mella, uno de los fundadores y principales puntales de la escuela desde sus inicios. A través de su participación en el Comité Pro Salvación de la Raza llevó aliados poderosos a los federados de Peñaflor y su lucha social y cultural.
A través de este Comité Zapata gestionó el apoyo de importantes figuras locales para los destinos de la escuela. Uno de ellos era el filántropo, “respetable vecino”, señor José Damián Navarro, “persona que ha comprendido el valor moral que tiene para el pueblo el sostenimiento de esta escuela”. ¿Quién era Navarro? Se trataba de un personaje en el pueblo, liberal, de ideas progresistas, ex alcalde durante el periodo 1918-1921, y Director de la Sociedad Progreso y Sport.86
Este apoyo al parecer generó cierto relajo de parte de los comunistas en el sostenimiento de la escuela. Así, a fines de 1923, la directora de la escuela María de la Luz Riquelme se quejaba del abandono y el olvido de los compañeros que fundaron la escuela entre ellos mencionaba a Sandalio Montenegro.87
Por ello, Zapata asumió la dirección de un Comité encargado exclusivamente de la escuela. A pesar de que María de la Luz Riquelme se mantuvo durante todo el año como directora, para 1925 asumió su cargo Zapata, mientras que el de profesora recayó sobre “la distinguida profesora, compañera Blanca Rivas de G.” quien asumió en septiembre de 1924, “dando comienzo a sus actividades bajo el reglamento de las escuelas”.88 Esta profesora asumía como docente de la jornada diurna y de la nocturna que se había sumado entonces. Para el año siguiente, asumió en el cargo otra profesora normalista, Sara Arancibia.
¿Qué estaba pasando con la Escuela? Al parecer los comunistas quisieron legalizar la escuela, asumiendo como profesores, verdaderos profesionales. De hecho, una de las primeras acciones que realizó el Sindicato una vez asumida la nueva Junta de Vecinos nombrada por Alessandri, fue dirigir una carta, felicitándoles por la designación, a la vez solicitando subvención a la Escuela que mantenía el Sindicato: “pedimos a esa corporación, acogiéndonos a la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, que esa Municipalidad subvencione nuestro plantel de educación como lo indica la referida ley”. 89 No obstante, al parecer esta solicitud no fue acogida, o al menos comenzó un trámite, el que seguramente fue interrumpido luego por el nombramiento de nueva Junta de Vecinos por parte de los militares. En lo concreto, la escuela siguió sosteniéndose durante todo el año 1925 con fondos de los mismos trabajadores.90
No obstante, tampoco ello era nuevo pues el reconocimiento de la escuela por las vías legales, era un objetivo que siempre había estado presente entre los federados. Ya hacia fines de 1922 el Sindicato de Campesinos de Peñaflor dirigió una carta al Presidente de la Junta Ejecutiva de la Federación Provisoria de la Unión de Profesores de Chile, Víctor Troncoso, solicitándole considerara a las escuelas federales en la Convención a desarrollarse próximamente.91 No sabemos si dicha carta tuvo acogida, aunque la FOCH continuó apoyando a la Asociación General de Profesores, entidad en la cual había maestros vinculados tanto al anarquismo como al socialismo, entre ellos el mismo Víctor Troncoso.
Posteriormente, cuando en agosto de 1924 la Asociación General de Profesores de Chile92 convocó a un Gran Comicio Popular en Santiago para tratar el problema de la educación y hacer valer sus propuestas a favor de la Comunidad Docente en contraposición al Estado Docente, asistieron 24 asociaciones ciudadanas, contándose entre ellas buena cantidad de entidades obreras como la IWW, la Unión de Resistencia de Estucadores, centros de estudios sociales y el bullente Consejo de Agricultores de Peñaflor.93
Hacia marzo de 1925, finalmente deciden apoyar a la Asociación General de Profesores, en pro de una reforma en la cual los maestros participaran como co-legisladores. Así, “El Sindicato de Obreros y Campesinos de este pueblo, en su última Asamblea y después de hacer un estudio concienzudo del plan que reforma la enseñanza de la instrucción, acordó adherirse a toda clase de manifestaciones que tiendan a impulsar su pronto despacho, como también dirigirse a la Asociación General de Profesores y Ministro de Instrucción, en el sentido de que a la brevedad posible se dicte un Decreto-Ley al respecto”94
A comienzos del año 24’, el Sindicato había arrendado nuevo local por tres años pagaderos de 120 pesos bi-mensual. En el nuevo local se instaló también la escuela, “que fue refaccionado por el compañero Luis Arancibia; en tanto que el compañero Carlos E. Porter instaló la luz eléctrica”.95 La razón que argumentaban entonces para el cambio de local era que éste se había hecho demasiado estrecho “para contener el número de alumnos cada día mayor”. Así, “hubo necesidad de contratar un local tanto más adecuado tanto por su superficie como por sus comodidades”. 96 A diferencia de años anteriores, a partir del año escolar 1924 la escuela comenzó a funcionar en dos turnos, ampliando su margen de trabajo, buscando llegar no sólo a los niños, sino también a los adultos, cuestión no menor en un pueblo rural agobiado por la férula de la explotación. Zapata fue el encargado de inaugurar el año escolar. Y éste mismo, fue el encargado de desarrollar una conferencia “en el nuevo local en la tarde del martes”. El tema desarrollado fue “La importancia de la enseñanza racionalista”. Al evento quedaba todo el pueblo invitado, “que podrá apreciar la labor que desarrolla esta escuela que sostiene el Sindicato de obreros y campesinos y el Centro El Despertar de la capital”.97 Otro cambio importante que se generó entonces fue el cambio de nombre de la Escuela. De Escuela Racionalista de Peñaflor pasó a llamarse, “Escuela Racionalista Luís E. Recabarren”, en homenaje a la labor de este luchador.98
Mientras estos cambios se generaban en la escuela, en el Sindicato también se experimentaban ciertas transformaciones. Dicho Sindicato o Consejo Único de Oficios Varios, “que viene fortaleciendo de día en día sus fuerzas sociales y que en época no muy lejana habremos de ver totalmente redimido”,99 sesionaba ahora en el nuevo local arrendado.
A pesar de que desde un comienzo los objetivos del sindicato apuntaban a reclutar fundamentalmente campesinos, ya para entonces su composición era más diversa contándose entre sus filas obreros de oficios varios. Por el año 24’, mientras la escuela vivía momentos de esplendor, y en el plano político los comunistas parecían incidir en los destinos del Municipio, en el plano sindical se experimentaba cierta baja en los niveles de respaldo obrero y campesino. En este sentido el llamado a los campesinos a no relajarse, aquellos que habían luchado para que la antigua administración municipal, liderada por Torrealba y compañía dejara el poder, debían proseguir la lucha, invitando a los campesinos a engrosar las filas del Sindicato, acudir a la organización, consolidar la Unión Obrera y Campesina, “la victoria no está ganada todavía. Hay necesidad de seguir luchando hasta conquistar algunas ventajas y facilidades de vida para el pueblo productor; y para luchar con probabilidades de éxito, es necesaria la unión entre los proletarios, sean obreros del pueblo o sean trabajadores campesinos. Sin esta unión, base de todo progreso, es imposible hacer nada duraderos y que tenga la virtud de traer algún alivio a la angustiada situación de la clase trabajadora.100
A pesar de ello, el Sindicato integraba más gente101 y al año siguiente eligió nuevo Directorio.102 A comienzos de marzo de 1925 ya planificaba una serie de actividades para conseguir el refortalecimiento de sus fuerzas.103
Ya para esta fecha, podemos hacer cierto balance de la labor realizada en Peñaflor: por un lado, la escuela seguía su curso con cierto éxito, debiendo incluso arrendar nuevo local e integrar también cursos nocturnos, no obstante, la labor del sindicato parecía no tener los mismos resultados. Los llamados a sumarse a las filas hablan de ello, debiendo incluso desmarcarse del rol como sindicato campesino para asumir como Consejo de Oficios Varios. No obstante, el Sindicato logró sumar nuevos adherentes y se convirtió en interlocutor válido de los trabajadores de la zona, realizando una permanente labor de denuncia de los abusos patronales ya fuera hacia elementos campesinos como de otros oficios.104
Para 1926 se pierde el rastro de la escuela. Leonora Reyes nos orienta respecto de los posibles motivos de su desaparición: reacción de las autoridades, pero también el pacto de la FOCH con la Asociación General de Profesores, en pro de una reforma en la cual los maestros participaban como co- legisladores. Todo ello redundó en el descuido de esta experiencia educativa.
Por otra parte, algo tuvo que ver en ello la bolchevización del PC y consiguientemente, de la FOCH, que ya para 1926 era evidente.105 En lo concreto, señala Ximena Urtubia Odekerken la senda por la bolchevización del PC, abierta a fines de 1925, modificó sustancialmente la actividad de los comunistas en su partido, en los sindicatos y en los cargos parlamentarios. Todas las transformaciones anteriormente descritas fueron concomitantes a un progresivo cambio de concepción de la acción comunista.106 Y ello también se evidenció en el contexto local peñaflorino.
A través de esta Junta de Vecinos los comunistas ganaron presencia en la localidad, lo que al final se tradujo en el control estrecho sobre el Sindicato y la Escuela. Ello implicó cierta reestructuración de las actividades de las instituciones federadas locales, la llegada a la localidad de nuevos militantes, y la salida o marginación de otros. Entre estos, el alejamiento de quien fuera la figura más descollante hasta entonces en la zona: José Mella.
¿Hubo problemas entre Mella y el Partido? Todo hace suponer que no. De partida en el mismo periódico de la FOCH anuncia que el “compañero Mella se tomaría un descanso…pero no se dicen los motivos. Suponemos que algo habrá incidido en su decisión la enfermedad de su pequeño hijo Joselito Mella. Pero, por otra parte, ciertos indicios, como lo era el hecho de apodarse “el “troztko Mella”107, hacen presumir de que Mella no haya estado muy de acuerdo con el mayor control ejercido desde el Partido Comunista y la posterior bolchevización que experimentó. Y al parecer no fue el único en alejarse. Así, hacia septiembre de 1924, en sesión del sindicato, con asistencia de “numerosa concurrencia de campesinos y obreros organizados”, después de deliberar sobre diversos tópicos, varios asambleístas procedieron a formular los cargos contra Francisco Moreno, acusado de no seguir los “principios de la Federación Obrera de Chile”, motivo por el cual fue expulsado de la organización.108
¿Cuáles eran estos principios o nuevos principios? Muy presumiblemente la bolchevización que se experimentaba por entonces. Pero ¿qué pasó con Mella entonces? No se alejó de las ideas comunistas. Pero se trasladó a otra localidad cercana, Llolleo, donde fundó hacia abril de 1925 otro Sindicato de Oficios Varios junto a su compañera María Riquelme.109 Pero esto era contemporáneo con una mala noticia: su hijo José Mella, alumno de la Escuela Racionalista, falleció luego de una larga y dolorosa enfermedad, el 14 de julio de ese año.110 Estaba cercano a cumplir los 6 años de edad. “A sus funerales acompañó, entre otros, el señor Germán Gutiérrez, de la escuela elemental de Llolleo, y toda la sección del segundo año que el extinto cursaba”. 111 Después de esto, no volvemos a saber de Mella112, pero sí de su compañera María Riquelme Mella quien por 1926 hace llegar un artículo a Justicia con motivo del 1° de Mayo de ese año.113
Pero paralelo a la salida de los antiguos militantes, la reestructuración llamaba a sumarse a la labor militante.114
Como consecuencia, todos estos cambios generados entonces, para el año 1926 sobrevino una disminución ostensible de las actividades culturales, políticas y sociales en Peñaflor. Zapata, muy activo entre 1923 y 1924 en la zona, prácticamente desapareció de Peñaflor, abocándose de lleno a las actividades del Movimiento de Arrendatarios. En su reemplazo, se nombró una Comisión de Escuela que desde 1925 fue la encargada de “visitar” la escuela ejerciendo el control pertinente. Así, hacia fines de julio de 1925 el Centro El Despertar anunciaba una visita a la Escuela Racionalista de Peñaflor, “a fin de dar cumplimiento a un mandato que la Asamblea de este Centro demandara a la Comisión de Escuela”.
Pero este mayor control no se tradujo necesariamente en mayor preocupación o generación de actividades entre los elementos de la escuela y el sindicato. Al parecer, la escuela ahora daba más prioridad a los grandes acuerdos con la Asociación General de Profesores que a las actividades autogestivas. Por 1926, ya nadie servía de corresponsal local al diario de la Federación Obrera, Justicia. Y sólo de vez en cuando uno que otro diputado obrero, como Barra Woll daba motivo a la organización de alguna actividad.115
A pesar de este descenso de las actividades, sólo la llegada de la Dictadura de Ibáñez terminó por desmantelar definitivamente el trabajo local de los comunistas en la zona. Vendrían entonces las persecuciones y muchos de los obreros locales fueron relegados. José Mella no fue la excepción.
Conclusiones
En el presente trabajo hemos revisado una etapa fundamental en la historia de Peñaflor. Se trata de los albores del desarrollo de una cultura política en la zona cuyos objetivos eran la emancipación de los trabajadores. A través de este análisis histórico hemos comprobado que efectivamente la politización en la zona rural se inició tempranamente, sembrando los socialistas –luego comunistas- los primeros pilares a través de la conformación del primer sindicato campesino en la zona, la organización de la Escuela Racionalista y la puesta en marcha de una serie de dispositivos culturales que buscaban abrir espacio a la generación de una nueva cultura política de la mano de la conformación de pasatiempos recreativos sanos y provechosos culturalmente para los habitantes de Peñaflor. Como complemento de estos campos de lucha, también precipitaron la lucha política e incidieron en los destinos del Municipio hacia el año 1924.
A través de estos dos espacios entonces, este proceso de politización fue llevado adelante abarcando tres ámbitos bien definidos e interrelacionados entre sí: social cultural y político. Todo esto marcó un antes y un después en este pueblo, que desde entonces ya nunca más volvería a ser el mismo, instalándose un nuevo vecino, interlocutor válido de las aspiraciones y demandas de los pobres de Peñaflor.
Podemos decir que se trató de un proceso relativamente exitoso, en el cual se consolidaron estos interlocutores de los intereses de los pobres de Peñaflor. La escuela abrió luego clases nocturnas y el sindicato continuó sumando adherentes, aunque no necesariamente campesinos. Y en el ámbito político, llegaron a influir en la Junta de Vecinos. La bolchevización sin duda se convirtió en factor de descenso de las actividades, pero finalmente estos espacios dejaron de existir al irrumpir la Dictadura de Ibáñez.
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Notas