Artículos
Recepción: 24 Octubre 2018
Aprobación: 01 Abril 2019
Resumen: El presente artículo tiene como objetivo dar a conocer el papel de la mujer en la economía del estado de Yucatán. El estudio se llevó a cabo con un enfoque cuantitativo y descriptivo a partir del análisis de datos estadísticos oficiales que permitieron ofrecer un panorama de la situación laboral actual de la mujer y su participación en emprendimientos. Se utilizó como categoría de análisis el tamaño de las empresas y los sectores económicos. Con base en el análisis de los datos, se concluye que, en Yucatán, y en comparación con los hombres, existe una mayor participación de mujeres empleadas. Asimismo, éstas se encuentran laborando, principalmente, en actividades de servicios como la salud y la educación. Se destaca la labor de las mujeres como emprendedoras pues, en el estado, representan un mayor porcentaje que sus contrapartes hombres, incluso mayor que a nivel nacional.
Palabras clave: Participación económica femenina, emprendimiento, mercado laboral.
Abstract: The present article aims to exhibit the role of women in the economy of the State of Yucatan. The study was undertaken with a quantitative and descriptive approach based on the analysis of official statistical data that allowed to offer an overview of the current employment situation of women and their participation as entrepreneurs. Company size and economic sector were utilized as categories of analysis. Based on the analysis of the data, it is concluded that, in Yucatan, and in comparison with men, there is greater participation of employed women. Likewise, they are working, mainly, in service activities such as health and education. The role of women as entrepreneurs is highlighted as, in the state, they represent a greater percentage than their male counterparts, even higher than at the national level.
Keywords: Female economic participation, entrepreneurship, labor market.
1. Introducción
La incorporación de la mujer en el mercado laboral en México se ha incrementado en los últimos años, lo que la posiciona como un agente cada vez más importante en el desarrollo económico del país. De acuerdo con Ariza y De Oliveira (2002) el incremento de la actividad económica femenina a finales del siglo XX se dio como respuesta a cambios socioeconómicos a lo largo del proceso de industrialización latinoamericano, asociándolo en los años sesenta y setenta al proceso de sustitución de importaciones y modernización de la región, en los ochenta debido a las crisis económicas y en los noventa por la puesta en marcha de un nuevo modelo económico.
Como resultado de las diferentes reformas económicas sufridas en el país, el hombre ha dejado de ser señalado como el único proveedor económico de su hogar, lo cual se ha visto acelerado por la apertura de nuevas oportunidades de empleo para las mujeres, así como por la auto gestación de ocupaciones a fin de complementar el ingreso familiar cada vez más deteriorado (García, 2002).
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) la mayor presencia femenina se ha dado no sólo en la matrícula universitaria, sino en el empleo remunerado y en el mundo empresarial, como consecuencia de las transformaciones en los valores relacionados con la familia y el trabajo, lo que genera considerables cambios no sólo en lo económico sino también en lo social (INEGI, 2013).
A pesar de este avance, las mujeres continúan enfrentándose a importantes obstáculos que les impiden participar plenamente en el mercado laboral. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, 2011), éstos incluyen la carga del trabajo no remunerado; los tradicionales roles de género; y la falta de políticas que contribuyan a conciliar el trabajo y vida familiar. En cargos directivos, las mujeres ganan menos que los hombres y tienen menores probabilidades de poseer un negocio y emplear a otros trabajadores que los hombres.
En el caso estatal el Instituto para la Equidad de Género de Yucatán (IEGY, 2011) señala que el reparto de roles en función del sexo y el mantenimiento de estereotipos se traduce en situaciones de discriminación hacia la mujer en el empleo. Se sigue presentado su expulsión del mercado laboral por maternidad y su asunción de responsabilidades familiares les genera dobles.
A pesar de que estos obstáculos, las mujeres tienen participación tanto en actividades asalariadas como no asalariadas (por cuenta propia), así como de ayuda familiar que pueden o no ser remuneradas. Con base en esta realidad se plantea como objetivo de este trabajo analizar el papel de la mujer en la economía del estado de Yucatán, abordando tanto su situación laboral como su papel de emprendedora.
En la primera parte de este trabajo se presenta la revisión de la literatura acerca del papel de la mujer en el mercado laboral, así como la participación de la mujer como emprendedora, posteriormente se describe el método de investigación, se presentan los hallazgos y por último las conclusiones.
2. Antecedentes
2.1 El papel de la mujer en el mercado laboral
Los cambios de la participación femenina en el ámbito laboral, vienen de la mano con las transformaciones socioeconómicas que se han dado en cuatro esferas: educación, demografía, crecimiento económico y políticas. Gasparini y Marchionni (2015) y Hernández y Camarena (2013), refieren que la educación tiene impacto sobre los salarios y puestos de trabajo a los que las mujeres pueden aspirar; por su parte la caída de la fecundidad es un factor fundamental para explicar el aumento en la fuerza laboral femenina durante el siglo XX; así también, desde principios de los 2000, Latinoamérica ha experimentado una “década dorada” en términos de crecimiento económico haciendo más atractivo el mercado laboral para las mujeres, como resultado de la expansión de sectores donde típicamente existe mayor participación femenina; finalmente, en la última década se pusieron en marcha diversas iniciativas que buscan proteger y fomentar el empleo femenino en la región, entre éstas destacan la eliminación de sesgos institucionales que perjudican la participación de la mujer. Por lo anterior, en el mercado laboral la mujer ha ganado terreno y las brechas de género se están cerrando (Piras y Vega, 2004).
En Latinoamérica, una limitación importante de la participación femenina en el mercado laboral es que la carga de los trabajos del hogar y cuidado de la familia, conocido como trabajo no remunerado, recae principalmente en la mujer, siendo poco significativa la participación del hombre. La sobrecarga que produce sobre las mujeres su participación en el trabajo remunerado y el trabajo no remunerado, la limita para participar en la toma de decisiones, restringiendo su acceso a recursos materiales y recursos de protección social para la satisfacción autónoma de las necesidades actuales y futuras (Cacique, 2010; Gómez, 2008; Hernández, Camarena y Castanedo, 2009; Camarena y Saavedra, 2016). El concepto de autonomía se refiere a la libertad de escoger y de actuar, en el que a libertad para optar por un trabajo remunerado está limitada por el nivel de equilibrio que mujeres y hombres puedan establecer entre el trabajo remunerado y el no remunerado del cuidado en el hogar (Gómez, 2008).
Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la importancia de la participación de la mujer en el mercado laboral y su ascenso a puestos de poder radica en que al incrementar la participación de las mujeres en posiciones de liderazgo mejora el desempeño empresarial (BID, 2015). A pesar de esto las mujeres no son consideradas para ocupar altos cargos de empresas, así lo señala un estudio elaborado por Mckinsey and Company que evaluó a 345 empresas en seis países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) mismo que determinó que las mujeres ocupan el 8% en los comités ejecutivos y el 5% de las posiciones en directorios; porcentajes similares a los de Asia, pero muy inferiores a los de Estados Unidos y Europa. El estudio realizado también identificó al “síndrome de la doble carga” como el principal obstáculo para incrementar la diversidad de género en los puestos de poder (BID, 2015). Así también, las encuestas a empresas realizadas por el Banco Mundial comprobaron que apenas el 20% de las entidades en Latinoamérica tienen al menos una mujer en un alto cargo gerencial. Por otra parte, las mujeres representan entre el 1% y el 3% de las presidencias o direcciones ejecutivas de las empresas más grandes en esta región (BID, 2015).
2.2 La mujer como emprendedora
2.2 La mujer como emprendedora
Los emprendimientos se dan por factores de inducción o de atracción, el primero surge en muchas ocasiones por la falta de oportunidades en el trabajo laboral. El de atracción conlleva a tomar una oportunidad cuando se presenta. De acuerdo con Cunninghan (2001) una de las razones por las que las mujeres en México deciden emprender su negocio es tener flexibilidad que les permita el cuidado de los hijos, aun cuando esto les implique tener menores ingresos. En tanto que Sánchez y Pagán (2001) señalan que hasta una quinta parte de las mujeres lo hacen por un deseo de independencia.
Saavedra y Camarena (2015) señalan que las mujeres emprenden generalmente por necesidad, ya sea económica o por necesidad de autorrealizarse y avanzar en sus carreras profesionales al encontrar un techo de cristal en las organizaciones que le impiden ascender a puestos de mayor jerarquía aun teniendo experiencia y habilidades para ello.
Por su parte, Camarena y Saavedra (2016) refieren que las pequeñas empresas dirigidas por mujeres son importantes socialmente en los países poco desarrollados, dado que las mujeres destinan sus ingresos a la educación, la salud y el bienestar de sus familias y sus comunidades. Sin embargo, a pesar de su creciente participación económica en los últimos años, las mujeres no gozan de una participación igualitaria en el tejido empresarial y sus empresas tienden a ser más pequeñas y de lento crecimiento (Powers y Magnoni, 2010), debido entre otras razones a que trabajan en entornos sociales en los que persisten los estereotipos de género, que desempeñan un papel importante en los resultados empresariales pues se sigue sustentando esta actividad en la masculinidad, fomentando la discriminación hacia la mujer empresaria (Díaz y Jiménez, 2010).
Sin embargo, las pequeñas empresas son las principales contribuyentes al crecimiento de los países menos desarrollados, lo cual queda demostrado en que la participación de las empresas lideradas por mujeres tiene una alta correlación con el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) (Bullough, 2008, Díaz y Jiménez, 2010). Estudios realizados por la OCDE, GEM, Doing Business y Catalyst (citados en Heller, 2010), señalan que, si se logra incorporar a las mujeres a las actividades productivas de un país, entonces:
• El crecimiento económico en los países puede llegar a incrementarse.
• El número de personas que viven en la pobreza puede disminuir.
• La creatividad e innovación en los negocios puede llegar a aumentar.
El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (2010), señala que ante los efectos de la recesión económica mundial que se inició en 2008, y sus impactos sobre el empleo y la pobreza, las mujeres empresarias deben tener un lugar prioritario en el escenario de las políticas públicas, por la capacidad que tienen para contribuir en la creación de oportunidades de empleo, emprendimientos y riqueza; dado que se ha demostrado que los países donde existen más empresarias son los que muestran más desarrollo (Terjesen y Amoros, 2010).
En lo que se refiere a las características de las empresas dirigidas por mujeres, García, García y Madrid (2012) encontraron que estas empresas están sobre todo en el sector servicios, son de menor tamaño, tienen una posición tecnológica menos desarrollada y son mayoritariamente de tipo familiar.
Así también, trabajos empíricos referentes a las empresas dirigidas por mujeres (García, et al., 2012; Hershkovitz, 2003; Hernández, et al, 2009; Espino, 2005; Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, 2010; Escandón y Arias, 2011; Díaz y Jiménez, 2010; OCDE, 2011; Piacentini, 2013) señalan lo siguiente:
- Las ventas en términos monetarios son superiores en las empresas lideradas por hombres en comparación de las lideradas por mujeres.
- No se encontró evidencia de que las empresas gestionadas por mujeres tuvieran menor número de años (antigüedad) que las lideradas por hombres.
- Las empresas gestionadas por mujeres pertenecen al sector servicios mayoritariamente, dado a que se establecen con las capacidades que disponen en torno a su esfera doméstica (comida, manualidades, estética, etc.).
- Dentro del sector servicios se concentran principalmente en servicios de distribución, servicios de consumo, ventas, bienes raíces, seguros, entre otros, y en el sector de comercio en el segmento minorista que regularmente son percibidos como sectores de menor importancia para el desarrollo económico.
- Se encuentran establecidas en el sector informal, realizan la producción en el hogar, dependen totalmente de trabajadores de su propia familia (al ser eminentemente familiar), no existe la división entre el hogar y el negocio lo que dificulta llevar un control financiero, generalmente tienen un solo punto de venta y comercializan directamente sus productos.
- No se encontró diferencia significativa entre ser hombre o mujer con respecto a la formación del gerente.
- Tienen un menor rendimiento que las empresas gestionadas por hombres.
- Se concentran el mercado doméstico y su participación en la actividad exportadora es incipiente.
- Son creadas para compatibilizar el trabajo con las actividades dentro del hogar y así lograr conseguir ingresos sin descuidar su actividad como madre de familia.
- Son afectadas por rasgos de personalidad como aversión al riesgo, alta necesidad de logro y personalidad poco proactiva, de la empresaria. Así también, les afecta la inexperiencia de la empresaria y la falta de acceso a redes de negocios.
- Utilizan menos mano de obra y capital físico y financiero, lo cual repercute en la rentabilidad y productividad.
2.3 Actividades económicas del estado de Yucatán
En México el número de establecimientos que se encontraban en operación en 2014 eran de 5,654,012. Aun cuando el número de ellos siguió creciendo en comparación con los dos censos anteriores 2009 y 2004, éste ha sido menor al pasar de 3.7% a 1.9%. Lo mismo ocurre con el número de personal ocupado cuya tasa de crecimiento pasó del 3.6% a 1.3% (INEGI, 2015a).
La mayor parte de estos establecimientos se clasifican como microempresa (hasta 10 empleados) con una participación de 94.3% del total y generan 4 de cada 10 puestos de trabajo, pero solo aportan una décima parte de la producción, la cual la genera en un 64.1% las grandes empresas.
En cuanto a la actividad económica, el sector que genera mayor valor agregado es el de manufactura, seguido de servicios privados no financieros que es la actividad que genera el mayor número de empleos con 35.8% del total, seguida del comercio 29.6%.
Del total de establecimientos existente en 2014 a nivel nacional, 403,729 iniciaron ese año. En el caso de Yucatán 6.5% del total iniciaron en dicho año (ver tabla 1), cifra por debajo de la media nacional que representó el 7.14%. Así mismo, en Yucatán hubo un incremento en el crecimiento de establecimientos de 6.95% con respecto a las que iniciaron antes del 2014, siendo que a nivel nacional fue de 7.68%
Del total de establecimientos en Yucatán, las micro, pequeñas y medianas empresas sumaron 126,271 lo que representó el 99.87% del total, siendo la mayor proporción las de tamaño micro. Estos datos son similares a la media nacional, como se puede apreciar en la tabla 2.
El sector de actividad al que se dedican los establecimientos en este estado corresponde principalmente al comercio con 36.27%, seguido por servicios privados no financieros con 31.67% y manufacturas con 20.57%, como se puede observar en la tabla 3.
En la tabla 4 se observan los subsectores que conforman las actividades económicas que se mencionaron anteriormente, presentadas de mayor a menor porcentaje de participación de establecimientos. Puede notarse que el 54.55% del total de ellas se encuentran operando en el comercio al por menor o en la industria manufacturera.
Respecto del ciclo de vida de los establecimientos en el estado de Yucatán, se puede observar en la tabla 5 que la mayoría son clasificadas como mayores, es decir, llevan operando más de 10 años y en menor porcentaje se encuentran las jóvenes, esto puede ser explicado por el hecho de que la esperanza de vida de los negocios aumenta con la edad y la mayor tasa de mortandad se da en los primeros cinco años de vida (INEGI, 2014c).
3. Método
La investigación llevada a cabo fue con un enfoque cuantitativo, de tipo aplicada y el diseño no experimental transeccional. Para la obtención de la información se realizaron revisiones documentales con alcance descriptivo, se recolectó información de estudios previos y de bases de datos estadísticas elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, fundamentalmente. Se utilizaron como categorías de análisis el tamaño de las empresas y los sectores económicos.
En el caso de los Censos Económicos se realizan quinquenalmente y son el acervo estadístico más completo de la economía mexicana porque generan indicadores económicos del país con nivel de detalle geográfico, sectorial y temático sobre los establecimientos productores de bienes, comercializadores de mercancías y prestadores de servicios. Es importante señalar que para la clasificación de las unidades económicas el INEGI utiliza el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN), también utilizado por Canadá y Estados Unidos de América. El SCIAN 2013 está conformado por 20 sectores de actividad económica, que a su vez se dividen en 94 subsectores, 303 ramas, 614 subramas y 1,059 clases de actividad. Adicionalmente la información estadística generada mediante este sistema de clasificación permite su comparación con la Clasificación Industrial Internacional Uniforme (CIIU Rev. 4) de las Naciones Unidas (INEGI, 2014f).
En los Censos Económicos 2014 se utilizaron 17 cuestionarios y 3 módulos para captar información específica. Para el levantamiento de la información se utilizó un dispositivo de cómputo móvil lo que favoreció la captura, procesamiento y transmisión de datos además de posibilitar el uso de la cartografía digitalizada, todo ellos redundando en mayor precisión y calidad. Se realizó un análisis integral y de tabulados de la información y se hizo uso de herramientas estadísticas tales como el análisis multivariado y el percentílico (INEGI, 2014f).
4. Resultados: La participación de la mujer en el mercado laboral y empresarial del estado de Yucatán.
A continuación, se presentan los hallazgos de la situación laboral de la mujer y su actuación como emprendedora en el estado de Yucatán.
4.1. Situación laboral de la mujer
En concordancia con lo que ocurre en otras partes del mundo, el mercado laboral mexicano se ha caracterizado por una creciente participación de las mujeres. El número de empleos generados en Yucatán por establecimientos que iniciaron operaciones antes del censo 2014, fue de 591,151, de los cuáles 43.64% correspondieron a mujeres, porcentaje menor al de los hombres. Sin embargo, en las empresas que iniciaron en 2014, se nota una mayor participación de mujeres, el porcentaje de empleos para ellas fue mayor en comparación de la de los hombres (ver tabla 6).
Respecto de la participación de las mujeres en el mercado laboral, Clancy (2005) señala que en el mundo las mujeres ocupan casi el 50% de los empleos gerenciales y profesionales pero los líderes de la mayoría de las organizaciones son casi siempre hombres. A este respecto, Camarena y Saavedra (2018) señalan que el “techo de cristal” es todavía un desafío para las mujeres en México dado que aún persiste la cultura patriarcal androcéntrica, lo que dificulta el acceso de la mujer a cargos superiores. A pesar de que ya no se puede argumentar la falta de capacidad intelectual de las mujeres o los estereotipos de género donde persiste la creencia de que determinadas características son propias de ellas. El reparto desigual en la distribución de responsabilidades y recursos genera inequidad de género en los espacios de poder.
Como se observa en la tabla 6, el total de los establecimientos del censo 2014 generaron 606,907 empleos, lo que representa 2.04% del total nacional. Considerando únicamente al sector privado y paraestatal[1] el número de empleos generados fue de 421, 961 correspondiendo un 58.4% a los hombres y 41.6% a las mujeres. La participación de las mujeres como empleadas en la economía del país ha incrementado de 1998 a 2013 en un 5%, disminuyendo la brecha ocupacional al pasar de 28.8% a 17.8% (INEGI, 2015a). En el caso de Yucatán la disminución de la brecha ocupacional fue mayor al pasar de 35.38% a 16.88%, como puede observarse en la gráfica 1.
Sin embargo, se siguen presentando micromachismos tales como la actitud de “ayuda” por parte de los hombres y no de corresponsabilidad en las tareas del hogar. Se tiene que trabajar en la modificación de patrones socioculturales para eliminar prejuicios y prácticas basadas en las ideas de inferioridad de la mujer no solo en el ámbito familiar sino también en el laboral (IEGY, 2011).
Las empresas del estado que crearon la mayor fuente de empleos fueron las microempresas con 201,697, que representa el 47.8%. De éstos el 51.7% fueron ocupados por mujeres siento el único estrato en el que obtuvo mayor ocupación que los hombres, mientras que en los otros estratos se observan diferencias de hasta 37 puntos porcentuales, denotando esto cómo la participación de las mujeres tiene predominio en las microempresas, poniéndolas en desventaja al tratarse de empresas de baja productividad (Ver tabla 7).
El total del personal ocupado en Yucatán de acuerdo con el sector económico se encuentra en la tabla 8. Se puede observar que los sectores de servicios privados no financieros, comercio y manufacturas son los que ocupan casi al 90% del total de empleados.
En el caso de servicios privados no financieros el mayor número de mujeres ocupadas en comparación con los hombres se encuentra en el subsector servicios de salud y asistencia social (60.1%), seguido de los servicios educativos (59.7%) y servicios de alojamiento y preparación de alimentos (50.9%). En el sector comercio el mayor porcentaje de mujeres se encuentra en el subsector de comercio al por menor (51.6%), a diferencia del comercio al por mayor donde su participación es únicamente de 29.7%. En el sector manufactura las mujeres tienen una menor participación que los hombres con 43.7%.
Los sectores entre los que los hombres tienen mayor presencia se encuentran transportes, correos y almacenamientos con 86.6%, construcción 92%, minería 95.3%, pesca y acuicultura 96%.
En Yucatán el porcentaje de mujeres que ganan entre uno a dos salarios mínimos es mayor al de los hombres, siendo 52.74% en comparación con 44.94%; sin embargo, cuando el ingreso es más de dos salarios mínimos es mayor el porcentaje de hombres comparado con las mujeres, 46.80% y 39.12% respectivamente (INEGI, 2015b).
El sector de servicios privados no financieros tiene el tercer lugar en cuanto a remuneraciones con $79,000.00 anuales ubicándose por arriba de la media del estado que se ubica en $74,700.00 anuales. En el caso del comercio, las remuneraciones se ubican por debajo de la media con un total anual de $66,800.00. En el caso de los hombres las mayores y menores remuneraciones se encuentran en los sectores donde tienen mayor presencia: transportes, correos y almacenamientos con $98,500.00, y pesca y acuicultura con $48,400.00.
El estado de Yucatán está conformado por 106 municipios, siendo la mayor participación de las mujeres en Chacsinkín (85%), Teabo (82.6%), Tahdziú (81.6%), Tixcacalcupul (81.4%), Dzitás (80.7%) y Mayapán (79.1%). Cuatro de ellos ocupan los mayores índices de pobreza de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de la Evaluación de la Política del Desarrollo Social (CONEVAL, 2017).
Por otra parte, los municipios donde la mayor participación la tienen los hombres son Río Lagartos, San Felipe, Telchac Puerto, Celestún y Dzilam de Bravo, cuya principal actividad es la pesca, considerada como masculina. De estos cinco municipios, los tres primeros se encuentran entre los de menor pobreza (INEGI, 2014d).
4.2. La mujer y el emprendimiento
En México cada vez más hay un ambiente propicio para el emprendimiento donde participan diversos actores como incubadoras, instituciones educativas, organizaciones privadas, instituciones de gobierno, incubadoras, organizaciones de fondos de inversión, aceleradoras, cámaras empresariales, entre otros. Con la creación en 2013 del Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) se fomentó aún más el apoyo al desarrollo de nuevos negocios y el crecimiento de los ya existentes, durante el tiempo que operó financió y capacitó a 4, 200,000 emprendedores. Con el cambio de gobierno en diciembre de 2018 desparece el INADEN y queda a cargo de la Secretaría de Economía el otorgar apoyos a los emprendedores.
Uno de los estados que más ha resaltado por su ecosistema emprendedor dinámico es Yucatán pues el 10% de las 67 incubadoras y 9% de las 47 aceleradoras de alto impacto a nivel nacional que el INADEM tiene reconocidas se encuentran en éste (Uc, 2018).
Como se muestra en la tabla 9, las mujeres que participan como propietarias, familiares o trabajadoras no remuneradas a nivel nacional representan el 49.49%, siendo que en Yucatán este porcentaje es mayor en 4.89%.
De acuerdo con cifras del INEGI (2013), en México la propiedad de las unidades económicas con 100 o menos empleados es en mayor porcentaje de las mujeres, siendo la brecha de 1.68 puntos porcentuales respecto de los hombres, en tanto que en Yucatán es de 11.36 (ver tabla 10). El estado con mayor participación de mujeres propietarias es Oaxaca con 50.85% y el menor Nuevo León con 29.67%.
De acuerdo con Guzmán y Rodríguez (2008) estudios realizados en diversos países destacan que entre los factores que han contribuido al aumento en el número de empresas creadas por mujeres se encuentran: el incremento de su participación en la educación, lo cual le permite adquirir conocimientos y capacidades para llevar a cabo la actividad empresarial; su incorporación al mercado laboral, que le permite un proceso de aprendizaje que después puede aplicar cuando decide hacer un emprendimiento; la dificultad para incorporarse y progresar dentro del mercado laboral; y el crecimiento del sector servicios que ha ofrecido puestos de trabajo para ellas.
En un estudio llevado a cabo en Venezuela por Carosio (2004), se encontró que existe una relación entre las características psicosociales de la mujer y el tipo de emprendimiento que asumen. Afirma que, con base en la socialización de género, por sus responsabilidades en el hogar, aprenden a ser administradoras lo cual se refleja en sus capacidades empresariales. Así mismo señala que el nivel educativo se relaciona de manera positiva con el éxito empresarial, entendido como sostenibilidad y rentabilidad.
En la tabla 11 se puede observar que la mayor presencia de mujeres propietarias a nivel nacional se encuentra en el sector manufactura, mientras que en el estado de Yucatán se encuentra en el de servicios privados no financieros.
5. Conclusiones y recomendaciones
Al igual que en otros países, es notable el incremento de la participación de la mujer en el mercado laboral en México, la brecha entre hombres y mujeres ha disminuido según datos de los últimos cuatro censos económicos, como señala el BID (2014) la mujer ha ganado terreno. En Yucatán la situación ha sido similar, es de resaltar que la mayor proporción de mujeres empleadas, en comparación con los hombres, se encuentran en las empresas de tamaño micro del estado, lo cual es concordante con lo encontrado por García, et al. (2012).
Así mismo, sobresale su participación en el sector terciario, en especial en la actividad económica de servicios privados no financieros, que incluyen los de salud y educativos, ocupando puestos como los de maestras y enfermeras, que tradicionalmente se han considerado como feminizadas. Esta participación de la mujer en las actividades económicas le da acceso a recursos financieros propios que le permiten mayor autonomía, siempre y cuando tengan un control efectivo sobre los mismos, lo cual le pueda permitir tener acceso a otros recursos como vivienda, salud y educación para ella y su familia, ya que como señalan Camarena y Saavedra (2016) es el destino que generalmente les dan a sus ingresos propiciando una mejora social.
A pesar de lo anterior, siguen existiendo barreras como por ejemplo el hecho de que es mayor el porcentaje de hombres que reciben ingresos más altos, cuando el ingreso es más de dos salarios mínimos (INEGI; 2015b) o bien el hecho que su participación en cargos directivos siga siendo muy baja en comparación con la de los hombres como señala la OCDE (2011) y el BID (2015).
El porcentaje de mujeres emprendedoras en el estado es mayor que el de los hombres en 8.76%, esta diferencia es incluso mayor que la del país donde el dato es de 1.02%. En las unidades económicas con 100 o menos empleados en Yucatán, las mujeres han tenido un papel aún más importante como emprendedoras pues la brecha respecto de los hombres es de 11.36%, teniendo mayor presencia en el sector de servicios privados no financieros. Este aspecto es relevante en el sentido de que las mujeres empresarias tienen la capacidad de contribuir en la creación de oportunidades de empleo y en el desarrollo económico, como señala Terjesen y Amoros (2010).
Las actividades de mantenimiento del hogar y de cuidado de los hijos y adultos mayores de la familia sigue siendo actividad casi exclusiva de las mujeres lo cual impide su plena participación en las actividades productivas del país. En el caso de las mujeres empresarias, lograr el éxito de sus negocios les exige un compromiso total y la reducción del tiempo que dedican a sus familias y a su vida personal, lo que muchas de ellas no están dispuestas a permitir.
Por otra parte, como señala la OCDE (2011), en México existe insuficiente oferta de servicios de cuidado infantil y de prácticas laborales flexibles para las mujeres. Aunque se cuenta con iniciativas para apoyar a mujeres, especialmente a las de bajos recursos, como son el Programa de Estancias Infantiles para apoyar a Madres Trabajadoras, la obligatoriedad de la educación preescolar y el Seguro Popular, hace falta ampliar las políticas orientadas al mejoramiento del mercado laboral con empleos formales mejor remunerados y mayor promoción de la equidad de género a fin de disminuir la segregación laboral, así como la discriminación salarial.
Por último, cabe mencionar que los estudios sobre el trabajo de la mujer deben profundizarse y abordarse de manera multidimensional incorporando aspectos como raza, clase, género, generación, actividad económica, entre otros, que permitan tener una visión más clara y completa sobre su compleja realidad en el país y cada uno de sus estados.
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