DOSSIER

Notas para una metodología de investigación feminista decolonial. Vinculaciones epistemológicas

Notes for a decolonial feminism research methodology. Epistemological connections

MARIANA NOEL GUERRA PÉREZ
CONICET-UNSJ-UNC,, Argentina

Notas para una metodología de investigación feminista decolonial. Vinculaciones epistemológicas

RELIGACIÓN. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 3, núm. 9, pp. 99-101, 2018

Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades

Recepción: 29 Diciembre 2017

Aprobación: 03 Marzo 2018

Resumen: El presente escrito nace de la urgencia de generar aportes para colaborar en la construcción de una metodología de investigación feminista decolonial. Por ello proponemos algunas líneas para pensar, desde el feminismo decolonial, una metodología crítica en vinculación con una epistemología. Puesto que, la metodología pone en ejecución cuestiones epistemológicas como son la co-constitución de raza-clase-género-sexo(ualidad) y la noción de punto de vista, entendiéndolas como columnas vertebrales de esta propuesta. La co-constitución visibiliza la compleja trama de la colonialidad y da lugar a la acción de mujeres racializadas. El punto de vista muestra justamente lo negado, lo silenciado por las teorías hegemónicas. De este modo, alentamos a una reconfiguración semiótica de las mujeres atendiendo a las prácticas de escrituras de sus experiencias y poniendo en tensión el lenguaje instituido.

Palabras clave: metodología feminista, feminismo decolonial, co-constitución raza-clase-género-sexo(ualidad), punto de vista, experiencias..

Abstract: The present writing is born from the urgent need of new ideas to contribute to build a decolonial feminist research methodology. Therefore we set out some lines to think, from the perspective of the decolonial feminism, a critical methodology connected with an epistemology. This is because the methodology carries out epistemological issues like the co-constitution of race-class-gender-sex(uality) and “the standpoint ” idea as the vertebral column of this proposal. The co-constitution shows the complex weave of the coloniality and gives place to racialized women’s action. “The standpoint” shows what is refused or what is kept quiet by the hegemonic theories. In this way, we encourage to a semiotic reconfiguration of women paying attention to her writings about her experiences and placing tension upon the established language.

Keywords: feminist methodology, decolonial feminism, co-constitution of race-class-gender-sex(uality), standpoint, experiences..

1. Pasos iniciales, entrar al campo.

La metodología de investigación feminista es un campo que se encuentra en construcción y en tránsito de teorías que son resemantizadas. Sabemos que hay avances sobre todo por parte de teóricas del norte como Patricia Hill Collins, Sandra Harding, Dorothy Smith, entre otras. En Latinoamérica encontramos por ejemplo a Eli Bartra, Teresita De Barbieri, Norma Blazquez Graf, y puntualmente en lo decolonial a Ochy Curiel. El presente escrito nace de la urgencia de generar aportes para colaborar en la construcción de una metodología de investigación feminista decolonial[1]. Por ello proponemos algunas líneas para pensar desde el feminismo decolonial una metodología crítica. Además, en el escrito advertimos la relación de la metodología con la epistemología.

La metodología tiene como necesidad primaria interpelar a quienes investigan y a las prácticas de investigación en las cuales nos[2] encontramos. Es por ello que formulamos los siguientes interrogantes ¿Quiénes escriben?[3] ¿En qué lugar corpo-geo-político nos situamos? ¿Formamos parte de la academia? ¿Por qué elegimos investigar estas cuestiones problemáticas? ¿Nuestras elecciones por determinadas categorías investigativas son producto de nuestra experiencia? Consideramos que comenzar a realizar estos cuestionamientos y hacer el ejercicio de responderlos nos dirige por un lado a una crítica epistemológica de la modernidad y por otro, en vinculación, nos acerca a pensar una metodología decolonial. Puesto que, la metodología elabora, resuelve o hace funcionar las implicaciones de la epistemología para llevar a cabo o poner en práctica un método (Blazquez Graf, 2010: 23). Porque de qué sirve plantear un método y no atender a las epistemologías –entendida en cuanto producción de saberes- si no se modifica el núcleo duro (Alvarado, Fischetti, Hassan, 2017). De este modo, la metodología incorpora problemas epistemológicos (Harding, 1989: 10).

Sabemos que las epistemologías feministas han puesto en cuestión los marcos establecidos (Blazquez Graf, Ibídem). Es por ello que estas preguntas planteadas se pueden corresponder y hallar respuestas en los análisis de Sandra Harding (1998), quien además plantea que es necesario tener en cuenta la raza, clase, género y las características culturales de quien pone en marcha la investigación y cómo creen que esto influye en ella, objetividad fuerte. Es decir, busca mostrar que quienes investigan son sujetos históricos, con intereses propios, con un punto de vista particular y no desde ninguna parte, quien investiga se encuentra en el plano crítico. Con esto Harding propone una vuelta a la sujeto, teorizar su posición. No obstante, desde nuestro locus de enunciación observamos que surge un problema. Pues, Harding expresa: “(…) clase, raza y cultura son siempre categorías dentro del género (…)” (1998: 22). Al respecto Ochy Curiel (2014) y Yuderkys Espinosa (2014) sostienen que Harding en sus propuestas epistemológicas más allá de plantear clase, raza, género y cultura (y prestar especial atención a la clase) universaliza a la sujeto con la aplicación de la categoría de género. Es decir, hay una reducción homogeneizadora del tratamiento de raza, clase, sexo en la categoría de género mujer. Así, mujer se plantea en tanto norma como hembra burguesa blanca heterosexual (Lugones, 2008: 82).

Entonces, si a estas preguntas iniciales las formulamos en torno a las propuestas decoloniales de María Lugones, Ochy Curiel y Yuderkys Espinosa podemos dar un paso más para no caer en los universalismos y ser cómplices de la lógica moderno-colonial. Es así que a partir de las críticas, análisis y propuestas de las pensadoras feministas de Abya Yala entendemos que esta metodología feminista debe tener en cuenta punto(s) de vista(s) que contemple en la construcción del conocimiento, la corpo-geo-política y co-constitucionalidad raza-clase-género-sexualidad (Lugones, 2008, 2012, s.f).

2. Ya en el campo, la trama raza-clase-género-sexo(ualidad).

Hemos adelantado que una de las características de esta metodología es la co-constitución de raza-clase-género-sexo(ualidad). Abordar esta categoría de co-implicancia nos conduce al pensamiento de Lugones, ella revisa la categoría de interseccionalidad género-raza planteada por Crenshaw (1989). Quien permite visualizar las opresiones interconectándolas pero no cuestiona por qué suceden estas opresiones y termina siendo funcional a la lógica colonial (Curiel, O. Ibídem). Por ello Lugones propone la colonialidad de género[4]. Sostiene que la raza (Quijano, A. 2000), el género, la (hetero)sexualidad y la clase son una invención moderno-colonial. Lugones en “Colonialidad y Género” (2008) se remite a pensarlas como entramadas en tanto urdimbres y trama, es decir que género-raza-clase-sexualidad son inseparables, una conlleva a la otra. De ello deriva que las opresiones por raza-clase-sexualidad-género se co-constituyen. Es crucial para esta metodología de la investigación feminista descolonial entender y demostrar el entramado puesto que como lo indica Lugones (2012) esta co-constitución fue y es suprimida por los feminismos hegemónicos. Es así, que a partir de la co-constitucionalidad, a nivel metodológico, ponemos en cuestión la racionalidad moderna –universalismos y abstracciones- para visibilizar el punto de vista de las mujeres racializadas.

Ahora bien, desde una metodología crítica y decolonial, Curiel plantea los siguientes interrogantes:

¿Qué tanto imponemos género en los procesos investigativos y epistemológicos cuando estudiamos a mujeres racializadas, fundamentalmente negras e indígenas? ¿Qué tanto reproducimos la colonialidad del poder, del saber y del ser cuando la raza, la clase, la sexualidad se nos convierten solo en categorías analíticas o descriptivas que no nos permiten establecer una relación entre esas realidades y el orden mundial capitalista moderno-colonial hoy? ( Curiel, ibídem: 57)

Curiel evidencia un nudo problemático de la investigación feminista, por un lado la colonización epistemológica, qué es lo que se piensa, y por el otro la colonización metodológica, cómo se piensa (Gordon, 2011). Así, los cuestionamientos que realiza permiten reflexionar y observar por ejemplo si quienes llevamos a cabo las investigaciones feministas las hacemos desde la dicotomía planteada por la modernidad: sujeto-objeto[5], puesto que si actúa esta dicotomía seguimos investigando desde la colonialidad. Frente a esto pensamos en opciones, por ejemplo la investigación-acción participativa. Teresita de Barbieri señala que:

“(...) el desafío es reemplazar la investigación de espectador contemplativo con el involucramiento activo en acciones emancipatorias y la integración de la investigación en tales movimientos y acciones”. Para ello propone la investigación/acción, es decir, participación de las investigadoras de manera muy cercana a las investigadas, comprometiéndose con ellas en la formulación y desarrollo de proyectos, creación de organizaciones, acompañamiento en movilizaciones, etcétera. (2002:10)

La participación de quien lleva a cabo la investigación es un horizonte para la superación dicotómica objeto-sujeto. Siguiendo esta propuesta nos encontramos con Dorothy Smith, plantea que quien pone en marcha el proceso investigativo se encuentra “profundamente implicada o implicado en el mismo proyecto que estudia, al contrario de la versión estándar que alienta el desapego y la distancia”. (Bach, 2010: 16)

Curiel nos propone una herramienta metodológica que ella ha llamadoantropología de la dominación (Curiel, Ibídem: 58). Su propuesta atiende a una etnografía. Busca analizar, visibilizar los diferentes tipos de estrategias (en sentido amplio, políticas, económicas, sociales, culturales) de poder que conducen a que determinados grupos sociales sean considerados como los “otros” y “otras”. Es necesario saber por qué las sujetos han sido y son subjetivadas de este modo. En primer lugar el problema es del orden político debido a que la heterosexualidad se presenta como sistema político e ideológico. Produce exclusiones, subordinaciones, opresiones que afectan fundamentalmente a las mujeres, y más aún a las lesbianas, ambas consideradas por el pensamiento heterocéntrico y sexista, “otras” (Curiel, 2013: 28). Estableciendo la(o) norma(l) y lugares de privilegios no sólo por la sexualidad y género sino también por clase y raza. En el caso de la investigación por ejemplo demostraría las ventajas de quienes llevan a cabo la investigación y producen conocimiento. Considerando aquí los regímenes de poder-saber en tanto relación política-epistemológica.

3. Urdimbres: Punto(s) de vista(s) y experiencias- Re-configuración semiótica.

Entrelazar raza-clase-género-sexo(ualidad) también nos deriva a preguntarnos si ¿podemos seguir hablando de punto de vista, en singular? ¿Sería legítimo hablar de puntos de vistas, en plural? ¿Qué están significando los puntos de vista en las investigaciones feministas? (Curiel, 2014: 57)

Estas son algunos interrogantes que planteamos puesto que sabemos que la noción de punto de vista[6] se proclama por la negativa de las teorías dominantes a las experiencias de las mujeres (Bach, 2010) inaugurando interrogantes no planteados. Pues, existe una hegemonía respecto a la producción del conocimiento que eleva pretensiones de objetividad y cientificidad partiendo del presupuesto de que el observador no forma parte de lo observado, lo que otorga validez y universalidad. (Castro Gómez, 2005: 63). Sin embargo, como hemos anunciado anteriormente quien lleva a cabo la investigación se encuentra involucrada(o) en ella. El punto de vista actúa desde el inicio del proceso de investigación, debido a que se pone el foco en ciertos problemas y recurre a marcos teóricos específicos. Así, quien conoce está en determinada situación y la generación del conocimiento se da en contextos políticos, sociales, económicos, culturales.

Esta metodología propone que la recuperación del punto(s) de vista(s) de las mujeres sea clave debido a que el androcentrismo de las ciencias y disciplinas lo han excluido. Abrimos lectura con Patricia Hill Collins (2012) y nos ponemos en diálogo con ella, quien plantea el punto de vista en clave epistémica vinculado a la matriz de opresión de las mujeres negras. Hill Collins expresa:

Cada grupo habla desde su propio punto de vista y comparte su propio conocimiento parcial, situado. Pero dado que cada grupo percibe su propia verdad como parcial, su conocimiento es inconcluso. Cada grupo se transforma en el más capacitado para considerar los puntos de vista de otros grupos sin renunciar a la singularidad de su punto de vista o a las perspectivas parciales de otros grupos. Parcialidad, y no universalidad, es la condición para ser escuchado[7]. (Hill Collins, 2012: 16)

Vemos que no hay un punto de vista homogéneo de las mujeres negras puesto que si así lo fuera generaría el esencialismo de ser mujer negra. La propuesta atiende al colectivo de las mujeres negras a partir de las experiencias heterogéneas. Así, el punto de vista constituye un conocimiento grupal-diverso y además sostiene Hill Collins que las experiencias históricas conjugadas con la opresión, que viven las mujeres, generan un punto de vista que da lugar al activismo en cuanto resistencia (Hill Collins, 2012: 114).

El punto de vista propuesto por Hill Collins posee dos elementos constitutivos, uno lasexperiencias políticas-económicas, el otro una conciencia feminista negra sobre la realidad material, es decir una conciencia sobre la experiencia. De este modo, estos dos elementos se encuentran atravesados por la manera en que se experimenta, problematiza y actúa en la matriz de dominación. Esta matriz de dominación da cuenta de la interseccionalidad de las opresiones como el racismo[8] -clasismo-heterosexualidad-colonialismo.

La matriz de dominación hace referencia a la organización total de poder en una sociedad. Hay dos características en cualquier matriz: 1) cada matriz de dominación tiene una particular disposición de los sistemas de intersección de la opresión; y 2) la intersección de los sistemas de opresión está específicamente organizada a través de cuatro dominios de poder interrelacionados: estructural (leyes, políticas) / disciplinario (jerarquías burocráticas y técnicas de vigilancia) / hegemónico (ideologías) / interpersonal (prácticas discriminatorias). La intersección de vectores de opresión y de privilegio crea variaciones tanto en las formas como en la intensidad en la que las personas experimentan la opresión (Patricia Hill Collins, 2012)

Las experiencias, las narraciones de experiencias generan conocimientos. Así, las categorías no son una descripción, sino que son realidades vividas y atravesadas por esta matriz política, económica. Aquí se plantean dos formas de conocimientos interdependientes, uniendo academia con militancia activa (Bach, 2010). Es en este sentido, el punto de vista de “las mujeres” no puede nunca ser pensando ni tratado desde la presunción de “una identidad única, pues la experiencia de ser mujer se da de forma social e históricamente determinada” (Bairross, 1995 en Espinosa 2014: 10). Hemos visto anteriormente que el black feminism pone el acento en que las experiencias de opresión, subalternización y la cotidianeidad son en común de las mujeres negras. Ahora bien, hay diferentes cotidianeidades ya que no es la misma la de la mujer de clase baja racializada que la de clase media universitaria. Hill Collins remarca esto a partir de la propuesta de Dorothy Smith que también plantea la experiencia diaria como lugar de partida para generar el pensamiento feminista (Bach, 2010). Esta diferencia además radica en que las mujeres afroamericanas y afrodescendientes comparten vínculos estrechos de unión colectiva, en tanto que las mujeres blancas se comportan de manera un poco más individualista. De este modo, advertimos cómo la metodología feminista expresa de manera explícita la relación entre política[9] y filosofía. La ontología y la epistemología tienen también una estrecha relación ya que lo que cada quien es, afecta y condiciona directamente la manera en que se conoce lo que se descubre (Bartra, 1998: 146)

Mientras reflexionaba sobre el punto de vista comencé a pensarlo como lugar de enunciación-escucha. En tanto gesto metodológico a propósito de lo que Espinosa (2009) plantea – a partir del pensamiento de Gayatri Spivak (2003) donde sentencia que las mujeres subalternas NO pueden hablar. Para Espinosa la subalternidad versa sobre las mujeres pobres, aisladas, indígenas y latinoamericanas, oprimidas por el sistema capitalista y las políticas neoliberales, discurseadas por otrxs sujetos y como sostiene Spivak, si la mujer subalterna es dicha por otrx se convierte en objeto del discurso y no ya en la enunciadora del mismo. La deriva de esto es la existencia de una colonialidad del decir-oír, en tanto que determina el circuito semiótico de las mujeres no-blancas, no-burguesas, no-privilegiadas.

De este modo, abordar el punto de vista también como decir-oír permitiría pensar desde esta metodología en la posibilidad de una propuesta sobre la (re) configuración semiótica desde el giro decolonial.

Permitiría pensar en la posibilidad de que las mujeres subviertan los lugares, esto es dejar el lugar de objeto y constituirse en enunciadoras y sujetos interpretantes, es decir actuar-participar en la generación del conocimiento. Asumir las experiencias mujeriles en los procesos de investigación y a su vez atender a los ejercicios de escritura de éstas lleva a la discusión pública preocupaciones y preguntas excluidas en las ideologías dominantes, ideologías que sustentan y son sustentadas por las jerarquías económicas y políticas. Pues la experiencia y la escritura se moldean entre sí (Stone Mediatore, 1999: 7-9). Un punto clave es atender a la escritura y al lenguaje, instituyente en la cultura, puesto que intervienen en los procesos de construcción del conocimiento (De Oto, 2017). Ahora bien, desde los estudios y análisis feministas como por ejemplo el de Nelly Richard, quien se pregunta ¿La escritura tiene sexo? (1993), ponemos en cuestión al lenguaje y asumimos una sospecha epistemológica sobre él. Pues, sospechamos de lo neutro, lo impersonal, lo universal. Frente a esto Nelly expresa que el ocultamiento, entendido como objetividad-neutralidad, es la manía de la masculinidad hegemónica (Richard, ibídem: 131). De este modo, en el lenguaje actúa la racionalidad moderna cuyo punto de vista dominante es el masculino, heteronormativo, colonial y patriarcal. Entonces, la escritura tiene sexo porque expresa lo subjetivo, más allá de los intentos asépticos de la racionalidad moderna. Esto constituye una deriva problemática, que no abordaremos aquí, pero que la enunciamos y trata de la deconstrucción del lenguaje heteronormativo, de los espacios de escritura, de enunciación y de escucha. ¿De que nos sirve tomar la palabra y seguir con el canon falogocentrado y su la lógica masculina? Seguir con los mismos conceptos del androcentrismo perturba la experiencia de las sujetos. Necesitamos generar otros juegos del(os) lenguaje(s), resemantizar el signo. Las mujeres tenemos experiencias diferentes, necesitamos otras formas-modos de enunciar. Así, el punto de vista abre la posibilidad para rearticular, (re)significar, crear una consciencia y conocimiento en contextos situados, basada en las opresiones colectivas, en las vivencias cotidianas desde estas diferentes formas del decir que adoptan las sujetos.

Consideramos por ejemplo las narrativas, la autobiografía, el ensayo feminista[10] como lugares de dislocación, de subversión semiótica porque estas formas de decir/escribir asumen las experiencias de las mujeres, hace comunidad en y con el punto de vista subjetivo /colectivo-individual/. Al respecto Chandra Mohanty sugiere cómo las narrativas que contextualizan hábilmente luchas personales pueden contribuir a una conciencia de la comunidad que sustituye la oposición entre la vida pública y la privada (Stone Mediatore, S. 1999: 9). Es así como en estas propuestas “lo personal es político” vibra con una fuerza que busca desarmar la norma, franquear los límites de los saberes y los modos de escritura.

“Es en la narrativa de la experiencia donde se abre la posibilidad de inscribir, restituir, reiterar, repudiar posiciones de sujeto diferentes, diferenciadas y diferenciales. Es a partir del relato donde se quiebran las instituciones modernas occidentales -matrimonio, familia, heterosexualidad no voluntaria, embarazo obligatorio- tanto como las posibilidades de devenir mujeres, madres, lesbianas, feministas.” (Alvarado, M. 2017: 165)

Las mujeres se constituyen discursivamente en la semiosis social. Escribir desde la experiencia nos permite el encuentro sororo con otras mujeres, reflexión crítica, poner en tensión los saberes hegemónicos ontologizadores y atravesar el cerco disciplinario. Esta metodología propuesta aboga por la apertura de espacios obturados por la pretensión moderna de la universalidad del conocimiento, y por inaugurar juegos epistémicos desde el punto de vista a(e)nunciado. De este modo, consideramos que esta metodología feminista decolonial debe partir desde los puntos de vistas de las mujeres, que implican las experiencias diarias y cotidianas, atendiendo a la matriz de opresión y a la co-constitución raza-clase-sexo-género que alberga a múltiples sujetos que han sido y son oprimidos. Nos permite pensar en una metodología de investigación que de la mano de la epistemología se construye en cuanto crítica.

4. Epílogo.

A lo largo del escrito hemos planteado algunas estrategias metodológicas en vínculo con la epistemología. Debido a que la metodología, en tanto elección de métodos, supone y actúa conforme a una epistemología, poniéndola en movimiento, para ejecutar algún método en favor de la generación de conocimientos. De este modo, la metodología de investigación decolonial feminista esbozada permite llevar a cabo el descentramiento de la sujeto del feminismo hegemónico. Puesto que a partir de la matriz moderna-colonial, en tanto colonialidad de género, los análisis de los feminismos se han centrado en las categorías de mujer y género. De este modo, la sujeto ha sido esencializada en tanto eje universal – ocultador y reduccionista- que determina las acciones y relaciones. Pensamos en la posibilidad del descentramiento de la sujeto desde la co-constitución de género-raza-clase-sexualidad y a partir de realizar una revisión de privilegios (esto último para una investigación posterior). Debido a que a diario se ve la resistencia de algunos feminismos a pensar en las mujeres pobres, negras, indias, lesbianas. Aún algunos movimientos feministas y sus propuestas teóricas, se encuentra (pre) ocupados por la opresión patriarcal sin tener en cuenta las opresiones vinculadas con raza-clase-género-sexualidad. Más allá de esto sabemos de acciones de feministas decoloniales que se encuentran generando una pedagogía popular vinculando movimientos sociales con política y arte.

Por otra parte, nuestra propuesta no sólo conlleva una cuestión metodológica y epistemológica sino también antropológica y ética. Esto último se constituye en una deriva de lo planteado puesto que el descentramiento de la sujeto en tanto acción decolonial nos introdujo a pensar un posible vínculo con la antropología y la ética. Descentrar a la sujeto consiste en abrirnos y tender lazos de solidaridad y justicia pues habitamos este mundo en relación con otrxs. En este sentido hemos propuesto y adoptado punto(s) de vista(s) que implica la experiencia de las mujeres y también la conciencia de esa experiencia. Siempre en relación con la co-implicancia de raza-clase-género-sexo(ualidad). Hemos apuntando a la idea de pensar el punto de vista como lugar de enunciación-escucha de las voces sin ser dichas por otras, también como lugar de escritura y lectura colectiva. Ahora bien, de estas propuestas deviene la subversión semiótica entendiendo que las mujeres hemos sido y aún somos objetos del discurso falogocentrado. Frente a ello proponemos subvertir los lugares a los cuales nos han designado y entrar en el juego de la semiosis, producción de conocimiento, buscar otros lenguajes, otros modos de enunciar nuestras experiencias. Hemos hecho referencia por ejemplo a las prácticas de escrituras de las experiencias, en tanto lugares de dislocación al status quo. Por lo expuesto, esta metodología a partir de la noción de punto de vista y la co-constitución de raza-clase-género-sexo(ualidad) nos muestra la posibilidad de rearticular, (re)significar, crear una consciencia y conocimiento en contextos situados, basada en las opresiones colectivas, en las vivencias cotidianas desde estas diferentes formas del decir que adoptan las mujeres.

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Stone-Mediatore, Shari. (1999). Chandra Mohanty y la revalorización de la experiencia. Revista Hiparquia, 10(1), 85. Disponible en http://www.hiparquia.fahce. unlp.edu.ar/numeros/volx/chandra-mohanty-y-la-

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El feminismo decolonial se conforma a partir de los siguientes feminismos: materialista francés (Monique Wittig), el black feminism (Patricia Hill Collins, Angela Davis), el tercermundista y de color en Estados Unidos (Combahee River Collective, Gloria Anzaldúa, María Lugones), mujeres afrodescendientes de América Latina y el Caribe (Luiza Bairros, Ochy Curiel, Violet Eudine Barriteu, Yuderkys Espinosa), también el de las mujeres de origen indígena en Latinoamérica (Aura Cumes, Dorotea Gómez, Silvia Rivera Cusicanqui). Así mismo este feminismo toma el concepto de decolonialidad del “Grupo modernidad/ colonialidad”; conformado por académicos y activistas latinoamericanos como María Lugones, Walter Mignolo, Aníbal Quijano, Catherine Walsh, et. al. En términos generales podemos decir que plantean una crítica a las tradiciones de las ciencias sociales y las humanidades en América Latina y el Caribe. Este grupo sostiene que con el fin del colonialismo como constitución geo-política y geo-histórica de la modernidad occidental europea, no se ha producido una transformación significativa de la división internacional del trabajo entre centros y periferias, así como de la jerarquización étnico-racial de las poblaciones y la formación de los Estados Nación en la periferia. Al contrario, lo que ha ocurrido es una transición del colonialismo moderno a la colonialidad global. Se han transformado las formas de dominación, no así las estructuras de relaciones entre centro y periferia. La colonialidad sigue actuando en los dominios del poder, ser, saber, género. Lo decolonial implica una nueva comprensión de las relaciones globales y locales, que supone fundamentalmente entender, como lo plantea Enrique Dussel (1999), que la modernidad occidental eurocéntrica, el capitalismo mundial y el colonialismo son una trilogía inseparable. América es un producto de la modernidad en la construcción del sistema-mundo. Europa, para construirse como centro del mundo, la construyó como su periferia desde 1492. (Curiel, 2010)

Utilizo el plural nos-nosotras porque me encuentro agenciada por las voces de las mujeres que hacen eco en este escrito y por muchas más que intervienen en este proceso de investigación

[3]

“Metodología feminista expresa de manera explícita la relación entre política y filosofía. La ontología y la epistemología tienen también una estrecha relación ya que lo que cada quien es, afecta y condiciona directamente la manera en que se conoce, lo que se descubre” (Bartra, E, 2002, p. 146) Eli Bartra (1998) sostiene a partir de lo enunciado por Lorreine Code (1991) que el sexo de quien lleva a cabo la investigación condiciona todo el proceso, destaca la importancia de éste en los procesos metodológicos y epistemológicos.

[4]

Lugones plantea la Colonialidad de Género a partir de la crítica que realiza a Aníbal Quijano. Quijano en su tratamiento sobre la colonialidad consideró al género dentro de la categoría de sexo y de este modo lo hiperbiologizó, asumió de este modo la heterosexualidad y la distribución patriarcal del poder. (Lugones, 2012)

[5]

En este sentido y siguiendo a Lugones una apuesta decolonial tiene que superar las dualidades dicotómicas, impuestas desde el momento de la colonización y que continúan con la colonialidad, varón-mujer, persona-no persona, razón-sentir, sujeto-objeto. (Lugones, 2012).

[6]

Sandra Harding (1998) sostiene que la noción de punto de vista tuvo sus primeras apariciones como “Punto de vista del proletariado” en Jaggar, Alison (1983) Feminist politics and human nature; Rowman y Allenheld, Totowa, NJ. Y Jameson, Fredric (1988) “History and class consciousness as an unfinished project” en Rethinking Marxism 1, pp. 49-72. Ver Harding, S (2010 [2004]) Una filosofía de la ciencia socialmente relevante. Argumentos en torno a la controversia sobre el punto de vista feminista en Blázquez, N., Flores, R. y Ríos, M.(coords.). Investigación feminista, epistemología, metodología y representaciones sociales, 39-68. Nota aclaratoria: colocamos “(s)” puesto que consideramos la multiplicidad de los enfoques. Ahora bien, la noción de punto de vista feminist standpoint tuvo sus tratamientos iniciales de la mano de epistemólogas norteamericanas como Nancy Hartsock, Evelyn Fox Keller y Sandra Harding. Ver Hartsock, Nancy. “The Feminist standpoint: developing the ground for a specifically feminist historical materialism”, en: Sandra Harding and Merill Hintikka (eds.). Discovering Reality: Feminist Perspectives on Epistemology, Metaphysics, Methodology and Philosophy of Science, Dordrecht, Reidel, 1983, pp. 283- 310; Keller, Evelyn Fox. Reflections on Gender and Science, New Haven, Londres, Yale University Press, 1985; Harding, Sandra. The Science, Question in Feminism, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1986.

[7]

En esta última parte de la cita nos remite a pensar en Donna Haraway (1991) quien aboga por políticas y epistemologías de localización, situación y posicionamiento. Dónde sostiene que la parcialidad es la condición para generar el conocimiento. Ver Haraway, D. (1991) Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Traducción de Manuel Talens. Madrid, Ediciones Cátedra. 8 El racismo también se manifiesta vinculado con la discriminación clasista

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El racismo también se manifiesta vinculado con la discriminación clasista (Bartra, 2010: 142)

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El punto de vista feminista atiende a los regímenes de poder-saber, es la relación política-epistemología. Sabemos que la heterosexualidad se presenta como sistema político e ideológico, a partir de él el patriarcado se asienta con bases de normas heterosexuales. Poner en cuestión esto, no es solo un quehacer que deben llevar a cabo las lesbianas feministas, puesto que el patriarcado/heterosexualidad cala en lo más hondo de nuestras vidas generando subjetividades y conocimientos. Espinosa, Y. (2012). “La política sexual radical autónoma, sus debates internos y su crítica a la ideología de la diversidad sexual” en Pensando los feminismos en Bolivia, 113.

[10]

Ver por ejemplo Anzaldúa, G. (1987). Borderlands: la frontera (Vol. 3). San Francisco: Aunt Lute. Cumes, A (2014). “Mi habitación propia: Algunas líneas de mi vida” en Plaza Pública, periodismo de profundidad. Guatemala, 4 de noviembre. Disponible en: http://www.plazapublica.com.gt/content/algunas-lineas-de-mi-vida. Gomez, D (2014). “Mi cuerpo es un territorio político”, en Espinosa, Y., Gómez. D. y Ochoa, K. (edit.) Tejiendo de Otro Modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala. Colombia: Editorial de la Universidad del Cauca.

Información adicional

CITAR COMO: Guerra Pérez, M. N. (2018). Notas para una metodología de investigación feminista decolonial. Vinculaciones epistemológicas. Religación. Revista De Ciencias Sociales Y Humanidades, 3(9), 99-101. http://revista.religacion.com/index.php/religacion/article/view/132

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