Resumen: La expresión “No hay nada más político que las tetas de una trans” evidencia una politización del cuerpo, un acto de rebeldía y resistencia al transgredir el orden establecido. Este ejercicio es guiado por el relato de una transfeminista, Ana Lu Laferal, y una mujer trans indígena, Geraldín, quienes desde sus narraciones nos ayudarán a entender: ¿Qué pasa cuando los individuos se desmarcan del ideal hegemónico heterosexual del cuerpo definido según ciertas características biológicas?, ¿es el cuerpo para las personas trans una herramienta de agenciamiento político? Todo con el fin de comprender cómo configuran la subjetividad y capacidad de agenciamiento político las personas trans, desde el empoderamiento sobre su cuerpo y a partir de este, como primer espacio de resistencia. Así mismo, una de las estrategias empleadas para mostrar la experiencia trans es el uso de un lenguaje abarcador, como apuesta para visibilizar otras formas de ser y defender el derecho al autorreconocimiento. En definitiva, se indaga por otras formas de lo político que se constituyen desde la otredad, la subjetividad, y lo individual, en las que se usa el cuerpo como medio y fin.
Palabras clave:génerogénero,cuerpocuerpo,subjetividad políticasubjetividad política,transtrans,micropolíticamicropolítica.
Abstract: The expression “There is nothing more political than the tits of a transgender” shows a politicization of the body; an act of rebellion and resistance that oversteps the traditionally established social order. This exercise is guided by the life story of a transfeminist, Ana Lu Laferal, and an indigenous trans woman, Geraldín, who based on their personal experience will help us understand the following: What happens when individuals distance themselves from the heterosexual hegemonic ideal of the body that has been defined by certain biological characteristics? Is the body a tool of political agency for transgender people? All this seeks to understand how trans people configure subjectivity and the capacity of political agency —from the empowerment of their body and the use of this tool— as a first scenario of resistance. One of the strategies deployed to show the trans experience is the use of a comprehensive language, which becomes a tool to acknowledge other ways of being and defend the right to self-recognition. In short, this work studies other political forms that are constituted from otherness, subjectivity, and individuality, in which the body is used as a means and an end.
Keywords: gender, body, political subjectivity, trans, micropolitical.
Resumo: O enunciado “não há nada mais político do que os seios de uma trans” torna evidente uma politização do corpo, um ato de rebeldia e resistência ao transgredir a ordem estabelecida. Esse exercício é guiado pelo relato da transfeminista AnaLu Laferal e da mulher trans indígena Geraldín, que, a partir das suas narrações, nos ajudarão a entender o que acontece quando os indivíduos se desligam do ideal hegemônico heterossexual do corpo definido segundo certas característicasbiológicas e se o corpo é uma ferramenta de agenciamento político para as pessoas trans. Isso com o objetivo de compreender como as pessoas trans configuram a subjetividade e a capacidade de agenciamento político, sob o empoderamentodo seu corpo e, a partir disso, como primeiro espaço de resistência. Além disso, uma das estratégias empregadas para mostrar a experiência trans é o uso de uma linguagem abrangente, como aposta para visibilizar outras formas de ser e defender o direito ao autorreconhecimento. Em conclusão, indaga-se por outras formas do político constituído com base na outridade, na subjetividade e no individual, nas quais o corpo é usado como meio e fim.
Palavras-chave: gênero, corpo, subjetividade política, trans, micropolítica.
Artículos
Transitar: cuerpo y resistencia. Una mirada micropolítica a la experiencia trans
Transitioning: Body and Resistance. A micropolitical outlook at the transgender experience

Recepción: 02 Octubre 2019
Aprobación: 01 Junio 2020
Publicación: 25 Septiembre 2020
Lectxr:
Este texto reúne varias apreciaciones y resultados de un proceso de desestructuración individual que me permitió ponerme en los zapatos del otrx. Más que una verdad absoluta, es la evidencia de una realidad vívida y latente que se resiste a ser invisibilizada. Este ejercicio crítico busca generar en el/la/le/lx lectxr algún tipo de reacción, mientras se le hace una invitación a reconocernxs huma- namente diversxs y políticamente potentes.
Ser trans es una experiencia difícil de comunicar. Pero para com- prender dicha experiencia de mejor manera, es importante com- prender los cuerpos como una forma de expresar la subjetividad interna y un espacio de expresión de nuestras identidades. Esta idea abre la posibilidad de valorarnos y comprendernos mejor comoseres únicos y dignos.
Fragmento deSer trans: Los cuerpos en que vivimos y los límites de lo expresable
Cuando se escucha la expresión “No hay nada más político que las tetas de una trans”1, se evidencia una politización del cuerpo, un acto de rebeldíay resistencia al transgredir el orden de lo establecido y otras formas de lo político que se constituyen desde la otredad, la subjetividad y lo individual, en las cuales se usa el cuerpo como medio y fin. Pero más allá del “ruido” que pueda generar dicha premisa, ¿qué pasa cuando los individuos se desmarcan del ideal hegemónico heterosexual del cuerpo definido según ciertas características biológicas?, ¿es el cuerpo para las personas transuna herramienta de agenciamiento político?, ¿hay algo de político en la experiencia trans?
La premisa con la que inicia este texto pone en cuestionamiento varias ideas que se han impuesto, las cuales, incluso reproducimos como verdades absolutas que de una u otra forma, moldean y domestican los cuerpos dentro del sistema sexo-género. Esto deja al descubierto una estructura de poder vertical que subordina, oprime e invisibiliza —a partir de categorías como el género y la heterosexualidad— a aquellos sujetos que, dentro del proceso de constitución de identidad y apropiación de su cuerpo, se piensan desde la disidencia, es decir, se desmarcan de las reglas establecidas como “normales”. Por esto, se ven obligadosa transformar su experiencia de vida en actos de resistencia constante en contra de las estrategias de poder, que se establecen desde prácticas discursivas y sociales a partir de las cuales se asignan los roles y modos de ser hombre y ser mujer.
Todas las formas disidentes que no encajen en las identidades legítimas y legibles quedan relegadas a la periferia. Como afirma Foucault, citado por García-Becerra (2009):
La coincidencia obligatoria de sexo, género y prácticas sexuales, impuesta por una matriz heterosexual que organiza los cuerpos, define cuáles son las identidades legítimas y legibles y reduce a dos las posibilidades de ser una persona coherente: mujeres, femeninas con vagina y heterosexuales, y hombres, masculinos con pene y heterosexuales. Las demás posibilidades: gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, andróginas, travestis, intersexuales y onanistas aparecencomo fallas o imposibilidades lógicas. Socialmente, estás sexualidades e identidades se vuelven periféricas e ilegítimas y pertenecen a la “familia de los perversos”, como “vecinas de los delincuentes y parientas de los locos” (García-Becerra, 2009, p. 127).
Esas personas que construyen su identidad desde la periferia, se aferran a su cuerpo como el primer lugar habitado, empiezan a de-construirlosegún su propia narrativa, resignifican o reproducen códigos de vestuario, estereotipos de lo femenino, lo masculino, o bien, generan otros discursos sobre su cuerpo que son igual de legítimos y estructurados a los discursos emitidos desde la medicina y la biología (Arango-Úsuga, 2012). En este sentido, el cuerpo como primer espacio habitado se convierte en un campo de batalla, en el cual el discurso hegemónico quiere ejercer su poder para regular y controlar dicho lugar desde prácticas socialmente aceptadas como “normales”. Empero, la experiencia trans alrededor del cuerpo, el decidir sobre sí mismx y tener la libertad de seguir las normas sociales o fugarse de ellas, deja ver una expresión del ejercicio del poder propia del ámbito de lopersonal como un “micropoder”, o mejor, “como otro nudo más en la extensa y compleja red de las relaciones de poder [...] que entreteje a la humanidad” (Arango-Úsuga, 2012, p. 13).
Es allí donde radica el interés de este ejercicio, una apuesta por lo micropolítico y “la reivindicación de la emocionalidad en la política” (Blair, 2011, p. 25), una pregunta por lo individual, lo subjetivo, el cuerpo que se habita desde la disidencia y se carga con toda la experiencia de vida. Todo con el fin de comprender: ¿cómo se configura la subjetividad y capacidad de agenciamiento político en las personas trans desde el empoderamiento sobre y a partir de su cuerpo, como primer espacio de resistencia?
El campo de posibilidades de ese cuerpo está delimitado por las relaciones de poder que se arraigan en el entramado social y se instauran desde el discurso, pues son un modo de “control” que no opera directamente sobre los sujetos sino sobre su accionar, los “incita, induce, desvía, facilita, amplía o limita, hace que las cosas sean más o menos probables; en última instancia obliga o prohíbe terminantemente” (Foucault, 1989, p. 8). Las relaciones de poder no son algo que se ubique exclusivamente en el plano de la institucionalidad de las relaciones consensuales, en las que se ceden libertades y derechos en pro de la sujeción política (contrato social) y los intereses de las estructuras políticas de administración del Estado (formas de gobierno); sino que en la base social, desde el accionar singular en el campo de las posibilidades yformas de relacionamiento entre los individuos, también se entretejenlas redes y relaciones de poder, que en el caso de la experiencia trans van desde desplazarse por los estereotipos y los preceptos establecidos del género, hasta escapar y crear puntos de quiebre y fuga a la rigurosidad del pensamiento dicotómico.
Las relaciones de poder son el principal objeto de estudio dela ciencia política2. Dentro de sus análisis han primado las variables macro, o la forma tradicional de ver y entender dicho objeto, en la cual se pregunta por el sistema y régimen político, el sistema electoral, el sistema de partidos, entre otros. Son relaciones de poder materializadas en estructuras o instituciones delimitadas dentro del ejercicio de la administración de los Estados, lo que sumado a una larga tradición del paradigma positivista en las ciencias sociales y su afán de justificar la cientificidad del área del conocimiento, hace una apelación directa al uso de la razón, abstraído de cualquier emoción o sentimiento que sirva para justificar el accionar de los sujetos, individuales o colectivos, que se interrelacionan en una sociedad. Siguiendo con esta lógica, los trabajos sobre género, diversidad sexual, cuerpo, y también la población trans, sehacen desde el análisis comparativo de los efectos de las políticas públicas o las acciones colectivas del “movimiento”.
Al abordar el género y la disidencia sexual3 desde la ciencia política, es común hacerlo a partir de la relación con la acción colectiva ‒desde las demandas que se le hacen al Estado‒ y las políticas públicas ‒comomaterialización de las respuestas del Estado a necesidades específicas de un grupo poblacional‒. Esto debido a la primacía del enfoque macropolítico, que se liga a una definición de política formal, limitándola a la actividad participativa de la ciudadanía y la lucha por el poder en escenarios políticos (Young, 1996). Es decir, un análisis de la disidenciasexual desde las variables macro políticas relega la subjetividad a un segundo plano, reproduce la relación dicotómica razón-sentimiento, tal como lo denuncia Nussbaum al hacer una crítica a la postura purista y racionalsegún la cual, como afirma Bula haciendo alusión a Nussbaum “la emoción sería una desafortunada característica del ser humano que hay que reprimir mediante la disciplina y la racionalidad” (2008, p. 27). En otras palabras, una visión en la que se piensa más en la colectividad ‒minorías sexuales, sectores lgbti+‒ que, en la singularidad del individuo, deben ser pensadas desde el cuerpo y su experiencia, o sea, su subjetividad4.
En tal sentido, es pertinente tener en cuenta que,
Reconocer-se como ser capaz de pensar, conocer y nombrar el propio mundo, ha significado en la historia de la humanidad occidental, una relación de poder hombre-naturaleza que pone lo segundo al servicio de lo primero sustentado en la superioridad de su razón. Esta es la base de la jerarquía que caracteriza las relaciones dicotómicas del pensamiento moderno, es decir, relaciones entre dos condiciones que se consideran antagónicas, contrapuestas y exhaustivas, las cuales han ayudado a establecer connotaciones axiológicas que se han instaladocomo verdades “esenciales” y “naturales”, dando lugar a interpretaciones de la realidad fragmentada, homogénea y estática (Morales et-al., 2016, p. 21).
Dentro de dicha visión estática se renuncia al dolor, al miedo, al deseo, a la afectividad, la humillación y muchas otras emociones que están implícitas en la política. Se separa el cuerpo del “alma” y la razón de lo subjetivo. En contraposición a la visión rígida y fría del positivismo, y tratando de reivindicar la importancia de lo personal y subjetivo en lo político,este ejercicio exploratorio parte de analizar los procesos de subjetivación,agenciamiento, construcción y de-construcción del cuerpo que tienen cabida en la experiencia trans. Dicho lugar de enunciación parte de una mirada desde el ámbito micropolítico, entendido como “fuerzas de resistencia y creación que actúan en la construcción de nuevos entornos de realidad” (Guattari & Rolnik, 2005, p. 16). Estos nuevos entornos de realidad se producen desde la interacción con otras formas de narrar el cuerpo; así mismo, las fuerzas de resistencia y creación se evidencian enlas apropiaciones estéticas y performáticas que conciben las personas trans para plasmar en ese cuerpo moldeable a su propia historia.
Los cuerpos trans, al concebirse desde la alteridad, son vistos como lo “raro”, lo “perverso”, lo “exótico”; y sumado a eso, al ser considerados población vulnerable y minorías sociales, son tratados con inferioridad. De igual forma, muchos académicos y funcionarios caen en la postura salvadora de “darle voz a los sin voz”, desconociendo los esfuerzos quelas personas trans han desarrollado por años desde su cotidianidad para poder existir en el espacio social y mantener su propia voz que, al verse relegada por producirse desde la periferia, muchas veces no generael eco suficiente.
En ese aspecto, este artículo no busca darles voz a las personas trans, sino servir de parlante para que su voz llegue a más personas. Es un esfuerzo por abrir espacios para que ellxs puedan tener escenarios de representación y la posibilidad de narrarse, una invitación a de- construirnos, reinventarnos como área del conocimiento, rescatar la potencialidad política de las emociones, de lo subjetivo y reconocernos humanamente diferentes.
Visibilizar esas otredades es importante porque permite ampliarel espectro sobre lo que se entiende por género y evidenciar las diversas formas de ser cuerpo y estar en el mundo. Esto posibilita abrir pequeñas grietas en la manera tradicional de acercarnos a la experiencia trans desde la ciencia política, resaltar la importancia de lo subjetivo, lo individualy lo emocional, como motor transformador en un constante proceso de de-construcción y apropiación del ser. En la lógica de Butler, resaltar la importancia del cuerpo como “el soporte materializado de los arreglos de poder que entretejen las normas de género que se transforman desde la subversión de las nuevas prácticas e identidades sexuales que originan puntos de fuga en la diferencia sexual” (Martínez, 2015, p. 14).
Ahora bien, una de las estrategias empleadas para mostrar la experiencia trans en este ejercicio, es el uso de un lenguaje abarcador, que se arriesgue a visibilizar otras formas de ser, como apuesta política en defensa del derecho al autorreconocimiento y la autodefinición; porque es desde el lenguaje que empieza la jerarquización de los cuerpos y la perpetuación de los estereotipos, las prácticas discursivas transforman a los sujetos, teniendo en cuenta que habitamos en el lenguaje.
El lenguaje muestra las formas de relacionamiento al interior de una sociedad por su potencialidad para construir, interpretar y reproducir conceptos para explicar la realidad. A partir del uso que se le dé, se permite la visibilización o invisibilización de las cosas, ya que estas existen en la medida que se nombran. En esta lógica, el uso del lenguaje se convierte en un ejercicio de poder, que como queda en evidencia en la teoría del lenguaje hobbesiana, permite la organización y materialización5 de las ideas, pues “con él podemos organizar nuestros conocimientos procedentes de la experiencia y también lo usamos para comunicarnosentre los hombres. […] El hombre, mediante el lenguaje, puede comunicar sus imágenes mentales y entablar una discusión con sus semejantes” (Hobbes, citado por Torres, 1987, p. 279).
En ese marco, conscientes de su importancia y como apuesta personal, se busca usar un lenguaje subversivo, que transgreda la manera convencional de referirse a lo trans y que no violente la construcción subjetiva de cada individux6. Así pues, se usará la “x” para reemplazarla vocal que adjudique el género en las palabras que hagan referencia a las personas trans. Si bien esto puede hacer pesada la comprensión para xl lectxr, ‒como ejercicio de poder en la relación autor-lector‒, se busca generar un efecto en quien lea este texto; ello, en tanto, así como en la experiencia trans busca generar una reacción en otrx a partir de las acciones disruptivas. La experiencia trans posibilita que se ponga “la atención sobre ellos, confundir, escandalizar, esconder, resaltar, pero también hace que se reconsideren muchas ideas o creencias sobre ellos,produciendo comprensión, reconocimiento, y respeto” (Arango-Úsuga, 2012, p. 17). En esa medida, se espera generar lo mismo desde el uso del lenguaje, ya que si no se transforma el lenguaje es imposible transformar las realidades sociales.
Esta propuesta encuentra sustento en el significado y explicación que da Alberto Canseco, quien como académico, resalta la importancia de usar una forma diferente de nombrar la alteridad, como apoyo a las reivindicaciones sociales de las personas que se desligan del discurso binario:
¿Cómo invocar a la alteridad sin unificarla en un masculino que funcione como universal o sin encapsularla en un binario genérico a través de la“o” y la “a”? Entiendo, en este sentido, que para muchas personas –en particular, para el colectivo trans y travesti– el reconocimiento de los pronombres masculino y femenino son parte de una lucha que lleva toda la vida y puede incluso costarla; no pretendo borrar estas diferencias, sino más bien utilizar algún símbolo que nos permita, poética y políticamente, poner en suspenso el conocimiento de los géneros de las personas que nombro sin conocer. Esta elección ciertamente puede llegar a dificultarla comprensión del texto, sin embargo, se encuentra en sintonía con las reivindicaciones del feminismo y de los movimientos de disidencia sexual, al mismo tiempo que invita a reflexionar en torno a las violencias que supone la pretensión de saber acerca de los géneros y sexualidades (Canseco, 2017, p. 18).
Las luchas que se emprenden desde sectores lgbti+7, terminan en acciones afirmativas y políticas sexuales asimilacionistas, que replican un modelo heterosexual que cataloga y clasifica los cuerpos desde moldes estáticos y desdibuja la experiencia trans8. Por ende, las luchas de las personas trans pueden inscribirse en luchas contra la sujeción, “es decir, contra el sometimiento a una identidad dispuesta, determinada, desde un poder, desde un ejercicio de poder cultural que impide las posibilidades experimentales, tanto a nivel individual como social” (Garavito, 1997, p. 55). Las luchas contra la sujeción reivindican la resistencia, la vida y poder vivir, pues más allá de cualquier organización social, “es desde la propia vida que se empiezan a resistir los manejos del poder” (Garavito, 1997, p. 57).
En estas luchas de sujeción se da “un nuevo tipo de realización política, ya no es tomarse los centros de poder […] no se trata tampoco ni se trataba de crear un partido, de crear sindicatos, de tener representantes, no es una política de la representación” (Garavito, 1997, p. 62). Acá no hablamos del poder para gobernar en términos de administración pública, sino el poder para gobernar-ser y la posibilidad de habitar el mundo. Esta forma de entender la política desde lo micro da relevancia a la subjetividaddel individuo, que busca trastocar y transformar las identidades construidas desde patrones mayoritarios que se presentan como verdades absolutas sobre los cuerpos, y que con fundamentos políticos e ideológicos del orden social buscan su organización, según las estrategias de poder en la que priman unos cuerpos en detrimento de otros. En el caso de la experiencia trans, es el sujeto que se auto constituye y en dicho proceso moldea las fronteras corporales de su identidad, así, los cuerpos se transforman en el principal vehículo de movilización y resistencia de las personas trans, como lienzo en el que se externaliza su construcción subjetiva.
En esa lucha por el control del cuerpo y la posibilidad individual de moldearlo, se da una tensión entre factores macro y micropolíticos que también se ven relacionados, pues mientras los macropolíticos se centran en la estructura y las instituciones, los micropolíticos apelan a la base social e individual. Dicho de otro modo,
Macropolítica sería construir realidad, promover realidad dentro de esos campos conocidos del trabajo, la relación con la naturaleza, la relación con el lenguaje. Micropolítica, en cambio, lo que tiene el límite, es la disolución del principio de identidad, es lo que más puede temer la macropolítica porque si se destituye el principio de identidad la macropolítica no se puede implementar. Pero es tocando ese límite de la identidad donde se hace la micropolítica que pasa por los procesos de subjetivación, de afirmación de la diferencia, apertura del campoexperimental, tanto a nivel individual como social en su conjunto […] y la afirmación de un tercero excluido (Garavito, 1997, p. 71).
Desde una lectura política, “racional e instrumental”, se dejan por fuera muchos fenómenos que escapan la forma tradicional de ver la política (Blair, 2011, p. 21). Así, la micropolítica se entiende como la humanización de la política, la reincorporación de las “emociones corporales” que están directamente ligadas a las experiencias y vivencias del ser; la subjetividades relevante en su relación con la política, si se pretende evidenciar esos otros lugares de la política alejada de los ejercicios institucionalizados y reconsiderar las brechas del pensamiento dicotómico9.
En el ejercicio de visibilizar los otros lugares de la política y reivindicar la importancia de la micropolítica, se aborda una definición emancipatoria de esta que va más allá del conflicto, la lucha por el poder para gobernary la relación amigo-enemigo. Dicha visión tiene su origen en la voz de un tercer actor excluido, que no se “manifiesta en oposición binaria” (Delgado-Parra, 2008, p. 34). De ese modo, no se fundamenta en una relación antagónica de vencedores y vencidos, sino en la posibilidad de reconocerse en la diferencia y en la construcción del nosotrxs. Esta postura apela a la política como potencia, es decir, “la mutabilidad de la política como proyecto de autonomía que reivindica, como propone Castoriadis, su inagotable capacidad de resistir, cuestionar o transformar el orden social instituido” (Martínez & Cubides, 2012, p. 174).
Este cuestionamiento o transformación del orden social establecido, se puede dar desde el desacuerdo y por ende instaurarse en la política, ya que como manifiesta Etchegaray (2014):
Cuando hay una parte de la sociedad que no es reconocida como parte y actúa y habla para demandar reconocimiento, entonces se instaurala política. Esta, en consecuencia, surge siempre como una especie de fractura en el orden social establecido. Dada una división de las partes que ya está instaurada, reconocida e incluso consensuada, la políticasiempre viene a romper con la estructura dada, a poner de manifiesto una fractura y plantear una reestructuración. […] un acto en el que lo invisible se manifiesta y se hace visible (Etchegaray, 2014, p. 28).
Esa visión de la política implica dos elementos fundamentales: el nombrar y el accionar. Cuando lxs sujetxs de la otredad se reconocen como tercer excluido, empiezan un proceso de agenciamiento, que busca transformar y subvertir el orden establecido. Esto se complementa al entender la política como potencia para movilizar,
la política como subjetividad y como producción subjetiva; es decir, como el arte y la disposición de construir además de lo posible, lo deseable, donde tiene cabida la memoria, la resistencia, la imaginación, la creatividad, la utopía, la multiplicidad de saberes y experienciasque organizan nuestra existencia individual “y” colectiva (Martínez & Cubides, 2012, p. 173).
La pregunta por la subjetividad asume en su núcleo un interés porcomprender aquellos procesos según los cuales xl individux se piensa, se hace, se transforma y muta, en tanto que
la subjetividad es espacio de creación individual, es mismidadque permite la generación de nuevas, originales y personales formas de actuación social en cualquier condición en que esta se configure. Por ello, su potencial político. Aquí las resistencias tienen asidero, las disidencias emergen, la constitución de lo nuevo se enuncia e instaura por lo que asume su condición de subjetividad política (Díaz-Gómez, 2012, p. 19-20).
De acuerdo con lo anterior, y en clave con la experiencia trans,la subjetividad refleja la posibilidad que tienen lxs individuxs para re- pensarse y de-construirse buscando la forma de poder ser y estar en el mundo social, lo que podría asociarse a lo que García-Becerra (2009) cataloga como “subjetividades en resistencia” o la profunda capacidad del sujeto de subvertir un orden y tomar poder de sí mismx para construir un mundo alternativo donde es posible su existencia.
Por otra parte, esa capacidad del indiv idux para plantearse nuevas formas de ser y subvertir el orden de lo normal, se conv ierte en la base que conf igura la subjetiv idad política como “producción de sentidoy condición de posibilidad de un modo de ‘ser’ y ‘estar’ en sociedad, de asumir posición en esta y hacer v isible su poder para actuar” (Martínez & Cubides, 2012 p. 176). Para la experiencia trans el proceso de autorreconocimiento y la construcción de su identidad, conllevauna expresión disruptiva en la jerarquía de los cuerpos socialmente aceptados, donde la imagen que externalizan es el resultado de la construcción de su identidad en un cuerpo legible, es la subjetiv idad materializada en un cuerpo moldeable y dicho cuerpo es el asidero de la política, ya que “ la política necesita del cuerpo para hacerse real, para asumir rostro, para que la protagonicen” (Díaz- Gómez &A lvarado - Salgado, 2012, p. 125)11.
Así, la subjetividad política encorpada es la encarnación del sujetx en una corporalidad que se va haciendo, que no es estática; siguiendoa Heidegger, se trata de entender el fenómeno del cuerpo desde la existencia y la existencia humana desde el Dasein o ser-en-el-mundo (como se cita en Rodríguez-Suárez, 2005, p. 222). Es una forma de entender el cuerpo más allá de una visión biologicista y el cuerpo como construcción propia, narrativa y plano de acción.
Dicho cuerpo se instaura, piensa, fluye y se construye en el ámbito de una estructura social establecida que busca controlar los cuerpos desdela cultura, la religión, la política. Estos dictámenes influyen en la manera en que xl sujetx se relaciona con otrxs. Así, en esta línea ubicamos lasocialización política, en clave de la experiencia trans,
como el conjunto de procesos que le permiten al sujeto conocer, interiorizar y poner en movimiento acciones políticas que representen los intereses individuales y colectivos de las personas ‘trans’, los cuales reproducen en parte las visiones establecidas, pero también representan un disenso con ellas, en un proceso de reproducción y re-construcción mediado por los saberes normativos y por saberes inéditos que dan paso a la emergencia de nuevas realidades de sentido, que aun cuando no son compartidas por todos, son posibles y generan fisuras en el modelo de lo hetero-normativo (Pulgarín-Arias, 2014, p. 90).
De esta forma, el engranaje de la subjetividad se conforma a partir de la configuración del cuerpo y su narratividad dentro o fuera de los estándares sociales establecidos por el sistema sexi-género y la manera en que lxs sujetxs se narran desde dicha configuración. Así, evidenciamos una materialización de la resistencia y su de-construcción desde la otredad en cuerpos moldeables que se enuncian desde la otredad.
Como parte del ejercicio de de-construcción, se busca dejar de lado la visión biologicista del sexo, según la cual, desde la genitalidad se han instaurado preceptos de verdad que naturalizan la heterosexualidad como única expresión posible de los cuerpos sexuados, que establece los roles de lo que es masculino o femenino y desde la cual se lleva a cabola heteroasignación, que es precisamente el problema que enfrentan las personas trans. Para nosotrxs, tanto el sexo como el género son construcciones sociales. Si bien existen unas diferencias biológicas, la connotación con la que se carga el cuerpo es un constructo cultural que debe ser leído en clave del contexto, de modo que “el sexo no es lo que uno es, sino en lo que uno se convierte” (Herrera-Parra & Pulgarín-Arias,2012, p. 114).
En ese orden de ideas, se adopta la definición de género propuesta en la Caracterización de la población lgbti en el munic ipio de Medel l ín y sus corregimientos, según la cual se propone.
Entender el género no solo como campo normativo cultural que produce los cuerpos y les prescribe una serie de obligaciones y regulaciones en él, sino como un campo abierto posible de resignificar, deconstruir y volverse plástico en las biografías y prácticas subjetivas- colectivas desde donde la diversidad de género plantearía entonces la libertad de autonombrarse, reconocerse y autoconstituirse de acuerdo con las propias aspiraciones de los-as sujetos (Alcaldía de Medellín,2015, p. 6).
De igual modo, es importante resaltar que si tanto el sexo comoel género son construcciones sociales que apelan a la autodefinición, el sexo siempre ha estado erróneamente ligado a la genitalidad, a partir de la cual un tercero asigna un sexo y un género al momento de nacer (heteroasignación). En la palabras de Martínez, siguiendo a Butler, “el sexo, más bien, es en sí mismo una construcción, instaurado a través de normas de género” (2015, p. 12) que busca mantener el statu quo de los cuerpos heteros.
Por lo anterior, abordar el género y el sexo como construcciones sociales facilita visibilizar la plasticidad de estas categorías, no como modelos unívocos y estáticos, sino como propuestas flexibles que dan cabida a otras formas de ser cuerpo, hacer cuerpo en sociedad y dotar de sentidos propios sus de-construcciones. Esto se relaciona con la idea foucaultiana según la cual los discursos no solo describen al cuerpo sexuado, generizado, sino que también a partir de ese discurso se materializa (Martínez, 2015). “Estos significados no son originales y no se encuentran localizados o anclados en el interior de los organismos individuales, sino que circulan en los discursos y prácticas culturales y sociopolíticas significativas e históricamente mutables que describen e inscriben el cuerpo y la identidad” (Martínez, 2015, p. 13).
Prosiguiendo con la idea del sexo como construcción cultural y el interés de desaprender y deconstruir, se trabaja con la definición de transexualidad entendida como “aquellas personas que subvierten y transgreden, como su nombre lo indica, los estereotipos del género que se atribuyen al sexo con el que se nace” (Alcaldía de Medellín, 2015,p. 7), y que en ese transgredir configuran su cuerpo en la disidencia, para transitar más allá del binarismo o replicar el pensamiento dualista, evidenciando la maleabilidad del sexo y el género.
Prosiguiendo con la idea del sexo como construcción cultural y el interés de desaprender y deconstruir, se trabaja con la definiciónde transexualidad entendida como “aquellas personas que subvierten y transgreden, como su nombre lo indica, los estereotipos del género que se atribuyen al sexo con el que se nace” (Alcaldía de Medellín, 2015,p. 7), y que en ese transgredir configuran su cuerpo en la disidencia, para transitar más allá del binarismo o replicar el pensamiento dualista, evidenciando la maleabilidad del sexo y el género.
Si bien la experiencia trans aglomera una multiplicidad de realidades y expresiones (transgenerismo, transexualidad, travestismo, entre otrxs)12, queda claro que “lo trans refiere a una realidad social relacionadacon un complejo entramado de tabúes, críticas, vectores de opresión e invisibilización en los ámbitos social, cultural, político, económico y legal” (Border, 2017, p. 5), en la que se posibilita transgredir la jerarquización dicotómica de los cuerpos sexuados y abrir un abanico de posibilidades para re-pensar y construir el cuerpo.
Se debe entender que el tránsito es la fluctuación entre los géneros, que a su vez, se convierte en parte de la subjetividad de la experiencia trans y se materializa en una corporalidad que cambia, “es jugar con las categorías de ser y parecer produciendo una performance, es decir, una exhibición hiperbólica del artificio que excede el sistema sexo-género. Así,la performatividad demuestra que el género ‒como la identidad sexual‒ es una ilusión, una construcción” (Maureira-Solís, 2009, p. 158).
Este proceso de tránsito se convierte en un elemento que aporta a la autodesignación y al proceso de construcción y configuración de la identidad propia, juega con las características de lo masculino y lo femenino, tratando de mimetizarse en ellas, o por el contrario, generando una opción diferente que les permita estar en un constante devenir (Delgado-Hurtado,2016). De modo que el tránsito se transfigura en una estética propia, una forma de ser y relacionarse con el mundo. En este sentido, se refuerza la idea del tránsito como elemento constitutivo de las identidades trans, no como destino fijo irrefutable, sino que permite moldear las identidades y desdeallí, sobre el cuerpo según sus aspiraciones, contextos, maneras de ser y de habitar (Delgado-Hurtado, 2016).
Entonces, el cuerpo se hace, muta y transforma cual lienzo que se va pintando para materializar una subjetividad política que se encarna. Este devenir está mediado por la socialización política en la que se desenvuelven las personas trans desde su derecho al autorreconocimiento‒construcción de la propia subjetividad política‒, “sobre el cual los sujetos construyen realidades posibles o transformar existentes” (Palacios-Mena& Herrera- González, 2013, p. 415). Dicha construcción en la plasticidad de un cuerpo que puede fracturar el orden impuesto, le permite a las personas trans jugar con los roles de género establecidos y hacerse disidentes y generar una desnaturalización del determinismo biológico. Para desde allí impactar en otrxs y generar una identidad común desde el sentir, la diferencia y el reconocimiento. Todo este entramado se convierte en la hipótesis que dota de sentido este ejercicio de de-construcción sobre la experiencia trans vista desde una mirada micropolítica.
El cuerpo se convierte en un escenario de batalla entre las lógicas hegemónicas normalizadoras que buscan la homogenización de los cuerpos bajo un modelo heterosexual pensado en la reproduccióny sustentado en la división binaria del género, y las lógicas que buscan abrir fisuras en dicho sistema y desde la reapropiación de su corporalidad, ejercer un acto de rebeldía, de desobediencia.
Cuerpos (trans)formados: acerca de las identidades de género y la producción de la feminidad
Esta práctica de indagación será guiada por el relato de una transfeminista, Ana Lu Laferal, y una mujer trans indígena, Geraldín, quienes desde sus narraciones nos ayudarán a entender la experiencia trans y cómo la construcción de su propio ser y la forma de habitar el espacio se ven permeadas por distintos elementos. En suma, aparecen características ligadas a sus orígenes que matizan cada experiencia, sus vivencias de infancia, elementos de clase, etnia e incluso un lenguaje diferente, que hacen de cada experiencia una historia única, queal narrarla busca reivindicar otras formas posibles ser humanxs en Medellín, ciudad a la que ambxs llegan y en la que pueden materializar su construcción corporal.
Ana Lu, transfeminista, proveniente de una clase media baja, tuvo una infancia en la que se le asignó culturalmente como un hombre, y, por consiguiente, heterosexual por su condición de varón. Piel blanca, ojos claros y la encarnación de los “beneficios” que consigo trae ser hombre,en una familia promedio de Bogotá. De otro lado, Geraldín13, mujer embera chamí, proveniente del resguardo indígena Dogura, ubicado en Chigorodó, Antioquia, vivió su infancia como un niño rechazado por no encarnar los ideales de lo que para su resguardo representa ser un varón. Debido a la rigurosidad de las costumbres indígenas, se veía obligadx a tener una doble vida, aparentar ser un varón ante su resguardo, y en la intimidad de su hogar y a escondidas, experimentar y empezar a explorar su feminidad.
(A) Mi infancia fue muy linda pues, normal. En Bogotá, todo muy perfecto, familia clase medio baja; con mamá secretaria, terminó el estudio bachiller y no pudo seguir estudiando porque era mujer y era mayor, así que tenía que trabajar para sostener al resto de la familia y mi padre sí tuvo el privilegio de entrar a la Universidad, estudio acá enMedellín. […] mi infancia de los 0 a los 14 es ser un varón, el niño malo del salón de clase, un niño medio punkero, medio roquero, que le va obviamente mal, muy mal en disciplina, pero es con el que las niñasse han dado su primer beso, su primer pico, el lindo, tiene ojos azules, tiene privilegios étnicos, es como el niño no normal, porque era como punkero y pues bueno y eso me hacía malo, heterosexual al fin y al cabo, más creo yo, porque encarnaba una masculinidad para esa edad, pues,el malo. Es más seductor el chico malo que el chico nerdo. […] [me] pone[n] en un lugar cuando se me nombra como masculino, como varón, se me pone un nombre varón y pues, de aquí para allá lo que todos y todas sabemos, los colores, los carros[…] y que al ser impuesto yo empiezo a creer que sí soy así, que sí me gustan los carros, que sí me gusta el azul (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
(G) Mi infancia en el resguardo fue muy complicada porque dentro de estos clases de tipos de género, de componente sexo, nunca lo ven dentro de un territorio indígena, es mucha discriminaciones, rechazo, no lo apoyan por sus condiciones. En la infancia, cuando yo estaba chiquita me juntaba más que todo con las niñas, con las mujeres, y más que todo me llamó mucho la atención fue los niños. La actitud de los niños, como muy elegante, a pesar que uno también siendo niño, que importa que uno tenga su parte genital de masculino […] a los diez años le decía mi mamá que cuando sea grande o cumpliera la mayoría de edad, o ahora desde este momento quiero ser una niña. Mi madre me preguntaba porque tomaba esa decisión si usted es un niño, yo le decía, no mamá yo no siento como niño sino como mujer y como una niña y me quiero vestir como niña (Geraldín, comunicación personal,10 de marzo del 2018).
En la lógica heteronormada que sataniza la diferencia y que patologiza la experiencia trans al equipararlo con un desorden mental, lleva a que muchos padres y madres de familia busquen “ayuda” médica para “curar” a sus hijxs:
(G) Mi mamá y mi papá me ayudaron, me apoyaron, me llevaron a un médico, a la psicóloga, a muchas cosas me llevaron. Las comunidades indígenas toman eso como una enfermedad mental entonces me llevaron a toda parte y la psicóloga me preguntó por qué tomé esa decisión; ledije que yo quería ser niña, mi cuerpo no lo siento como masculino sino femenino entonces quiero ser mujer y eso nadie me lo va a quitar, entonces mis padres me apoyaron. En la comunidad indígena, nunca me puse vestido de mujer era ropa de niño a pesar de que me sentía como niña (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
Desde esos preceptos de lo que es ser hombre o mujer, se da una imposición cultural de lo masculino y lo femenino, se instauran ciertos cuerpos aceptables y deseados; producto de los efectos cotidianos del poder que buscan normativizar y normalizar las experiencias corporales en dos extremos opuestos, hembra-macho. Dicha reducción, determinada por una coincidencia obligada entre sexo, género, prácticas sexuales y lajerarquía de dichos cuerpos, conlleva a solo dos posibilidades aceptadas de ser en el mundo social de lo público, generando un rechazo o “sanción” en todos aquellos que se construyan por fuera de lo establecido, pues desde allí se “definen cuáles son esas identidades, valores, prácticas y estereotiposlegítimos y completamente reconocidos como coherentes” (García-Becerra,2009, p. 127).
(G) Sin embargo, dentro de mi territorio indígena, nunca puse vestido de mujer, siempre era ropa de niño a pesar de que mi cuerpo lo sentía como niña. Me arreglaba mi cara, me aplicaba mis polvitos, mis labios, más que todo dentro de la casa. Más que todo era en la casa. Al cumplir los 18 años y sin embargo yo estudiaba, estudiaba hasta que terminé bachiller, luego de terminarlo, al territorio indígena llegó la guerrilla las fuerzas armadas. La guerrilla me amenazaron por mi condicióny me tocó salir del territorio indígena niña (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
(A) Ya tenía conflictos culturales con que era marica, porque me vestía así, que los que se rompen las orejas después se dejan romper el culo, dichos que mi papá y mis tíos me decían a los catorce años, yo no entendía, pero entendía que había un acto de violencia en decirme eso y de corrección, pero no sabía muy bien como agarrarlo […] podemos básicamente decir que es masculino y que es femenino cualquierpersona, hemos generizado absolutamente todo, los colores, las formas, los roles, los estereotipos, los lugares (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
A pesar de las particularidades de lxs entrevistadxs, y que se desenvolvían en latitudes diferentes, hay ciertos puntos de encuentro entre ambxs biografías. Un sentir que busca materializarse en un cuerpo, y la curiosidad por re-conocerse diferentes. Un deseo que motiva, agenciay moviliza; un deseo que encuentra como vehículo y lienzo la geografía corporal para resistir y existir por fuera de la imposición del género; un deseo con potencialidad política que transgrede el orden establecido de lo “normal”. En las dos narraciones, Medellín jugó un papel importante en la posibilidad de externalizar su sentir en un cuerpo disidente.
(G) Me tocó abandonar a mi mamá y a mi papá por allá, pero me tocó seguir adelante, quiero ser lo que soy y quiero aprender más, tener más conocimiento, quién soy yo, por qué soy así, a qué siglo pertenezco14, quiero conocer más de mi género y de mi tipo. Cuando yo llegué deallá [Resguardo indígena Dogura] nunca hablaba el español, yo era prácticamente como un animalito. Me vine para la ciudad de Medellín, pensé que era un pueblito como mi municipio, llegué a una ciudadequivocada, no era un municipio, sino que era una ciudad muy grande.
Y en el bus que me vine, venía un muchacho y le doy gracias a Dios porque ese muchacho habló con la mamá y la mamá me recibió en la casa de ella. Duré como dos años viviendo con ella y me enseñaron hablar español, me enseñaron muchas cosas y el muchacho. Cuando salí de la comunidad tenía 20 años y duré como hasta los 23 años con la señora (Gloria). La señora me ayudó y el muchacho (Sebastián) era un poquito mayor que yo, él tenía 22 años y como él estudiaba en launiversidad y él le gusta explicar sobre la población lgtbi, que cómo era eso, que esto. Entonces yo le dije quiero hacer como una capacitación, hacer talleres, pues quiero saber más de mis componentes; si yo soy así quiero saber más, entonces me dijo que si nosotros te vamos a enseñar. […] Acá empecé a vestirme como niña, a conocer más del tema, Gloria me ayudó, si tú te sientes como niña vístase como niña, nosotros te apoyamos te queremos mucho y haces parte de la familia de nosotros, yella me ayudó mucho. Y ya cuando fui conociendo del tema, oh, es que yo soy así, esto es así, entonces puedo vestirme así hasta que definí todo mi sexo (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
Si bien en el caso de Geraldín, la ciudad fue el lugar donde pudo construir una corporalidad acorde a su sentir, en el caso de Ana Lu, la ciudad se convirtió en un referente del estereotipo de mujer con el que ellx experimentó.
(A) Decido como hace un par de años, en uno de estos devenires, procedo asociarme a lo culturalmente visto como femenino, pero más que todo como desde, lo que yo quisiera de lo femenino, no lo femenino de lo estereotipo sino lo que me ha gustado que he visto en las mujeres y nace como un experimento, pero pues soy yo, o sea, experimento conmigo, o sea, yo cambiando y consigo una pelada,una mujer trans, quiero experimentar mi vida siendo una mujer trans momentáneamente, porque, bueno, ser mujer trans 24/7 me parece denso, pues denso no porque sea mal, sino porque es muy difícil y no […], con unos días a la semana me basta por ahora. Empiezo como a Tin y en esa exploración de una mujer trans y ya llevo mucho tiempo considerándome como una persona no conforme con el género, si se quiere más leída como Queer, y nada, empiezo a experimentar quées ser una mujer trans y consigo culo de espumas, pues, así como la más buenona, claro en Medellín. Intentaba ser el estereotipo (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
Toda esta imposición cultural, social y política restringe al individux a ser dentro de unos márgenes determinados que se presentan como naturales sobre lo que es ser hombre y mujer. Lo anterior, sumado a las diferentes vivencias del individux, influye en la construcción subjetiva que cada unx hace sobre sí mismx, y cómo empiezan a construirse, nombrarse y reconocerse desde la interacción con otrxs; así mismo:
La subjetividad está ligada a la interrelación del sujeto con los otros, lo otro y con sí mismo, cuestión que deja entrever que no se consolida en sí mismo únicamente, sino que se configura en un marco relacional que la hace dinámica y fluida a partir de la experiencia vital, lo que le exige estar en un constante devenir (Herrera-Parra & Pulgarín-Arias, 2012, p. 116).
De igual modo, cada unx desde la de-construcción que hace de su propio ser, empieza a romper los esquemas de lo establecido y resistir ante lo impuesto, ejerciendo su derecho al autorreconocimiento. Nos dejanver la fluidez que tienen las identidades sexuales y como el individuo se reconoce.
(G) No importa que por mi cédula me llamaban por mi nombre masculino, pero yo decía, yo me siento mujer y soy mujer, no soy chica trans, soy una mujer, no importa que tenga mis órganos masculinos pero yo me siento como mujer, si yo me siento como mujer y yo soy feliz así, pues yo soy mujer; por ejemplo, cuando uno habla por las redes sociales, hay que es bonita, que no sé qué, entonces uno dice sí, yo me siento mujer pero yo sé que soy diferente en mi componente sexo, y entonces me dicen, —¿qué es eso?—, pues una chica trans que se está reconociendo sobre la orientación sexual, pero no importa que tengasu parte masculino pero soy mujer, si uno que no sabe ese componente, dice se siente como un tonto, si yo me siento bien así (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
Tanto las experiencias de Geraldín como la de Ana Lu, muestran desde su cotidianidad y como eligen ser nombradas, un rompimiento con los estereotipos de las identidades fijas de los patrones hombre o mujer,y la desgenitalización de los cuerpos; es decir, como lo expresa Geraldín, no basar la clasificación de las personas por sus genitales. Por su parte, Ana Lu cuestiona dichas categorías y cómo, desde la heterosexualidad naturalizada se perpetúa la clasificación dicotómica y sus peligros.
(A) Siento que con todo el respeto y con todo el amor, cada tránsitoes una chimba porque transita y huye de ese lugar impuesto y ya paramí tiene todo como, pues tiene todo mi amor y mi aprecio, pero, para mi cuerpo y para mi vida, siento que transitar entre lo de hombre y la mujer, entre ser hombre trans y mujer trans, pues es como una mímesis de la heteronormatividad en los cuerpos culturalmente contrarios ¿No?, o sea, como cuál es la necesidad de seguir manteniendo esas dos figuras, esos dos enunciados más allá del cuerpo.
El problema es la estructura binaria, heterosexual. O sea, nuestra creencia es que en los contrarios debe existir la complementariedad y estereotípica, no. Entonces, cuando hablamos de que un hombre o una mujer es esto,en ciertas culturas y queremos fugarnos de ello, yo me pregunto y me pregunto de verdad, durante el tiempo que fui una mujer trans itinerante, no sé. Hijueputa, pues porque me siento mal cuando se nota mi barba y cuando el varón heterosexual violento del que empecé a huir cuando tuve conciencia del significado de mi cuerpo, en ese sistema político, porque me derrumba, ¿no?, porque me derrumba que de lo que estoy huyendono me desee. Porque, hijueputa, hay una configuración de mi heterosexual y esa configuración me está llevando a moldear mi cuerpo para el deseodel varón y eso, pues es, encarar la feminidad culturalmente impuesta.
Estoy voluntariamente cayendo en el lugar violento que me habían impuesto y dije, hijueputa no, pienso que me estoy fugando, pero realmente pienso que me estoy atrapando más. Entonces, entiendoque hay muchas formas de ser mujer, entiendo que hay muchas formas de ser hombre, pero para mí el problema radica en que tengamosque diferenciarnos entre hombres y mujeres, ¿no?, en ver los cuerpos y la realidad, pues que es la herencia moderna en un binario me parece profundamente peligroso […], prefiero decirte que soy trans e incluso no lo prefiero, lo digo, ya no me incomoda tanto, me gusta, es trans, pero es que, hacia dónde, simplemente trans, o sea, denoto unmovimiento y que estoy en contra de esas identidades fijas y esenciales y estables, que cada vez que pase tu vida tienes que ser más tú, no es como estar en otro lado que cada vez que pasa la vida soy otra cosa, entonceslo trans denota eso, más allá de lo otro; igual amo a la gente, a los hombres y a las mujeres trans, porque también es, la violencia implica cuando encarnas una identidad que culturalmente “no coincide”, con el cuerpo, pues, muy violento, se requiere mucha fuerza y no estoy ahí(Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
La forma en que se autoreconocen, la manera en que encaran elser mujer, las violencias de las que pueden ser víctimas por su condición, sus deseos, sus miedos, todos estos episodios empiezan a moldear la subjetividad política de cada individux debido a la influencia de esos lugares de socialización con los que tienen contacto, como la familia,el colegio y la literatura15. Y desde allí, se comienzan a generar unos referentes frente a lo femenino y lo masculino, a ser mujer u hombre. Sin embargo, desde las micro revoluciones empieza a reconocerse en otras narraciones, en otros espectros de posibilidad que se amplían de tal manera que de cada persona pueda darse su propio bemol. De esta manera, se posibilitan esos puntos de fuga, los cuerpos discordantes que cuestionan al sistema, o por qué no, una opción indefinida que se encuentra en medio.
(G) Llegué al Centro para la Diversidad Sexual y aprendí. Allí fue que conocí otras chicas trans, que eran muy bonitas, muy hermosas y pues me fui como sensibilizando en eso también. Pues sí, cuando yo me vestía de mujer me sentía como toda rarita, como nerviosas. Pues es una etapa diferente a que cuando uno era niño, vestía como niña, porque cuando empecé a vestir como mujer me sentía más segura de lo que era yo. Aquí encontré lo que yo buscaba, aquí encontré la persona idónea, la persona que me va a apoyar, la persona que yo quiero tener más conocimiento y seguir adelante. Y todo fluyó allí, pues todo porque lo que yo quería era aprender (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
Por su parte, Ana Lu, aborda su exploración y experimentación desde y con su cuerpo. La lectura crítica de varias teorías le da luces sobre sus cuestionamientos y le da pie a vivir su experiencia trans desde el cuestionamiento a los roles de género impuestos como naturales, a la desgenerización de las acciones y los colores. Un cuestionamiento a lo establecido, pero que en primer momento no choca con su deseo. Como una crítica al consumismo y producto de su constante exploración, llega a narrarse como una mujer trans. En este momento externaliza su feminidad reinventando constantemente lo que para ellx es ser mujer, plantearse en una estética trans, indefinida, mutable, que le lleve al cuestionamiento.
(A) El anarquismo me lleva a otras cosas, como al feminismo, comoal antiespecismo, como a otras maneras, o a otras preguntas. Yo digo que son más preguntas que respuestas, pero preguntas más parecidas a las que estaba teniendo y, bueno, en ese encontrarme con la teoría feminista, que fue que llegue gracias al anarquismo, pues bueno, es como un sacudido de la vida, es desnaturalizarte algo que yo daba porsentado y eso es guau. Es cuando me convencí, no en el nivel religioso, pero cuando me di cuenta, hijueputa, mi malestar se llama género, mi malestar se llama heterosexualidad, mi malestar se llama así, no sé si es la mejor forma de definirlo.
[…] Entonces yo estudiaba diseño, empecé a hacer unas fotos, me empecé a vestir de mujer, pero así con una convicción política de hackear eso. De romper el estereotipo de la mujer tradicional y rompérmelo a mí. O sea, vestirme de mujer y exhibirme, lo voy a hacer. Me encantaría vestirme de mujer, no, tengo que hacerlo porque quiero mirar si me gusta o no, entonces, mira que ha sido algo que siempre, antes de hacer la acción, siempre he estado con el fundamento político que me impulsa hacerlo.
Entonces sigo ahí en ese devenir, ahí voy. Pero, sigue siendo, también, una cuestión muy política. Siento que las relaciones sociales son la potencia que tenemos cuando las estructuras están tan rígidas, que igual, no dejo de intentar cambiarlas, pero si me doy cuenta de que en eltrato, si se quiere la micro política, en las relaciones afectivas, en la forma en que me visto y actúo con el resto, sí puede generar un cambio abismal para mi vida (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
Toda la indagación teórica que dirigió el tránsito de Ana Lu, lx lleva a cuestionar aquellas categorías que se han naturalizado, entre ellas se pregunta por el deseo y el ser deseadx. Desde el discurso hegemónico, no solo se moldean los cuerpos sino también la configuración del deseo heterosexual. El sujetx se inserta en un cuerpo social regulado que se establece desde las restricciones y permisiones, cuál es el cuerpo deseable y cómo ese deseo se debe quedar en los límites de lo privado. Al entender el deseo como una construcción social, “significa que quienes ejercenun poder buscan ‘interpretar’ el deseo de aquellos sobre los que ejercen hegemonía. Es decir, darle una representación para que se haga consciente” (Díaz- Gómez, 2012). En este orden de ideas, la interpretación del deseo lleva a la reconfiguración del cuerpo para ser un cuerpo deseado.
(A) La heterosexualidad, además de ordenar las formas de nuestros cuerpos y de relacionarnos, ha logrado algo muy denso en el queno he encontrado reflexiones y que siento que hay una potencia que deberíamos buscar o que alguien debería de ayudar a buscar,que la sexualidad tenga configurado el deseo, para mi daría si a nivel estructural, no sé, pero claro yo me tiro a dar culo por una decisión política, gracias a darlo empiezo a tener la configuración de con quién estoy y quién me desea y después llego a unos círculos estéticos que me hacen desear o ser deseado de otra forma, después empiezo a vestirme como mujer y me empiezan a desear los cuerpos que normalmente no me habían deseado y digo, hijueputa, construimos el deseo, no sé en qué grado, no sé si es el punto máximo del post-estructuralismo o lo que sea, pero claro que configuramos el deseo, o sea, pienso yo, yo lo desconfiguré y lo volví a configurar. Y me encontré en la preguntapor el deseo, […] que el deseo realmente también, pienso yo, puede ser una construcción social y decido explotarlo y explorarlo (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
Las construcciones y reflexiones que construyen ambxs, llevan consigo la materialización en un cuerpo, el encorpamiento de su subjetividad‒ política o no‒, que se transfigura en una plataforma de acción políticaal permitir, desde la experiencia trans, fugarse y resistir a los efectos cotidianos del poder que buscan regular el cuerpo. De este modo, la experiencia trans se apropia de un cuerpo que permite resignificar lo que se es (Escobar, 2013), a partir de la configuración y reconfiguración de la posibilidad de explorar y constituir el cuerpo trans. La reconfiguraciónde esa nueva posibilidad de crear y ser cuerpo según su deseo y su sentir, es producto de la construcción subjetiva que cada individuo desarrolla,lo cual nos lleva a comprender la existencia y la experiencia trans como una multiplicidad de identidades móviles y variables que se escapa de las identidades fijas de lo que debería ser un varón y una hembra.
Tanto para Ana Lu como para Geraldín, el cuerpo es un espacio que debe ser valorado y respetado. Para ellxs, se convierte en el campo de definición que permite visibilizar la experiencia trans. Para Geraldín, parte de su experiencia es el resultado de luchar por poder expresar su subjetividad trans en una corporalidad femenina, un deseo manifiestodesde su infancia, que en la adultez se empieza a convertir en una realidad al ir de-construyéndose y re-configurándose como una mujer embera chamí. No se trata de un “renacer” del individuo, sino una lucha por encarnar su subjetividad y ser reconocida desde su condición humana. Por su parte Ana Lu, considera su cuerpo como el vehículo que posibilita su experimentación sobre otras formas de habitar.
(A) Mi cuerpo es masa moldeada, para mí, mi cuerpo es una herramienta, es un instrumento, no le tengo tanto respeto como se debería, pero tampoco le tengo desprecio, para mí es un material, es la máquina que tengo. Una parcera hace mucho tiempo, decía que el cuerpo es una máquina de carne, con los años me di cuenta de quesí es una máquina; como el compu, que te permite hacer un montón de cosas, así como el cuerpo te permite muchas cosas, es como eso, como la máquina de carne, no porque no me quiero robar la idea por los derechos de autor, pero sí es una herramienta. Es una herramienta potente, porque en esa se conserva la vida (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
(G) Mi cuerpo vale muchas cosas, muchas condiciones, mucha sabiduría, muchos espacios y cosas de disfrutar en la vida; yo vengo de un vientre de una madre, ya nací, nací como siendo un niño, pero mi vida corporal y mi conocimiento quería ser niña, quiero ser niña, niña, niña hasta que se me cumplió, ahora me siento pues, cuerpo de mujer, me siento muy feliz he logrado mi sueño, me siento muy orgullosa de lo que soy. Pues mi cuerpo, el cuerpo de uno no solamente a una persona, el cuerpo tiene que valorar, tiene que estudiar, tiene que trabajar en una empresa y no vender el cuerpo, porque si uno vende el cuerpo, está disminuyendo los sentimientos de uno, o sea, yo mi cuerpo no lo valoro, estoy vendiéndolo a otra persona y uno sabe que energía tiene la otra persona que me afecta a mí. […] yo no veo el físico de la persona a la que me quiero parecer, si soy lo que soy, me siento muy bien con mi cuerpo, me siento muy orgullosa como soy yo, son cambios que se cambian y si yo me quedé así, pues me quedé así y si la persona que va a estar conmigo, si me acepta así que me acepte (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
La posibilidad de desnaturalizar el orden cultural establecido y de desgenerizar los roles, empiezan a visibilizar las intersecciones entre lo político, la política y la potencialidad transformadora de la que puede estar dotada la experiencia trans, porque dicha subjetividad política se cimenta en la construcción del yo y diferentes “yoes” a partir de la narración de un tercero que nos reconoce y “valida” la condición de personas en el espacio de las relaciones interpersonales. Alvarado et al., 2012, p. 253). En estecaso, se vuelve importante tener un nombre propio que sirva de validador de la subjetividad que construye cada persona. El nombre da un lugar en el mundo, e incluso, información sobre el género adjudicado culturalmente. Mientras Geraldín elije su nombre para mostrar su feminidad y la posibilidad de ser mujer con genitales masculinos, Ana Lu, busca fugarsede los extremos binarios y generar dudas.
(G) Como yo estaba estudiando, me gustaba el nombre de una muchacha que se llamaba Geraldine y cuando estaba trabajando también había una muchacha que se llamaba Geraldine, y me llamó mucho la atención ese nombre. Cuando empecé a estudiar en Medellín yo dije yo quiero que me llamen así, así, y en la institución me llamaban así por mi nombre. Y ya la comunidad me dice por mi nombre de femenino en el territorio indígena y en la última actualización yaquedé con mi cedula de femenina, ya hice el cambio del tipo sexo en el documento (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
(A) Pues Ana Lu es como el nombre momentáneo que tengo, por ahora. Hace tiempo empezó como un receso de construcción de la identidady empiezo a decir nombres, como una de esas cosas identitarias, como que más le dice a la gente y más te dice a ti y bueno hay una cosa con el nombre y en nombrarlo.
Y a medida que he cambiado como en este devenir muchas formas de considerarme, me cambié de nombre, entonces he cambiado mucho de nombres y, pues principalmente de Lu, como un ejercicio bobo, porque en estos momentos me parece bobo y a la vez me parece lindo y cariñoso de buscar con mi nombre que me asignaron, pues con el nombre que me pusieron de generalizarlo, como quitarle lo masculino y lo femenino y pues llego a Lu. Lu no te dice muy bien si es hombre omujer, de repente a veces se le asocia mucho a las mujeres pero también a […], entonces me gusta como es el Lu y bueno he tenido un millón de nombres, me he llamado Lulugubré, Rebeca, etcétera, etcétera (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
El nombre es uno de los primeros actos de resistencia que defienden lxs personxs trans, pues desde allí comienzan a visibilizar su realidad frente a los otrxs, y su materialización en un cuerpo que en el momento de nacer ha sido nombradx por otrxs, tomando como punto de partidala genitalidad. La intervención singular sobre dicho cuerpo se torna en su politización al trascender las barreras entre lo público, lo privado,y propender impugnar los asuntos relacionados con el orden corporal predominante para evidenciar la relación entre cuerpo y poder (Escobar,2013). A su vez, en cuanto el deseo se materializa en el cuerpo, se generala configuración de una subjetividad política que se vive desde la forma de repensarse, la posibilidad de ser y habitar en un cuerpo de-construido que se vuelve propio, individual, vehículo, campo de batalla y resistencia que se potencializa por la mutabilidad de pensarse trans.
(A) Para mí ser trans, es como tener la conciencia y la necesidad de construirse, de elegir lo que queremos ser, es como la barbie girl, para mí lo trans es, bueno hijueputa, que te gusta, es lo que te debería de gustar, ¿no? Para mí nace lo trans como eso y es la posibilidad de ser lo que yo quiera ser, o sea, si quiero ser una mujer con toda la estética del mundo pues que yo lo decida, que yo lo quiera, es como, esa necesidad que requiere desnaturalizar el orden cultural que nos han dado por sentado que es así, es como decir, hijueputa, tengo este cuerpo, que aparentemente se ve como de un varón […]
Cuando sé que lo que me impusieron es cultural, yo tengo la obligación conmigo mismo de decir, entonces, qué quiero, ya sé que las faldas y los pantalones no son parecidos, pero sé la construcción que quiero realmente elegir lo que realmente me gusta, bueno, voy a probar las faldas, voy a probar los pantalones y después a través de mi experiencia y de lo que me gusta, pues sí decido. Ser trans es como esa necesidad y opción de crearse, no de serlo, pero sí crearse fuera de lo culturalmente establecido (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
(G) Somos diversos géneros, son diversos géneros porque no somos de los mismo componentes, somos de diferentes componentes, pero incluimos en la diversidad de género, porque el género no solamente hablar de mujer y hombre, sino hablar de diversidad de género, porque allí incluyes los niños que le guste los niños, las niñas que le gustenlas niñas y los niños que le gusta un niño pero se viste de mujer, yo sé que significa eso, se llama así así, ya eso lo explica por la siglas de la población lgtbi y ya ellos entienden. Uno le explica que es trans a las personas que no entienden sobre ese género, pero las personas que ya entienden ese género, comprenden (Geraldín, comunicación personal,10 de marzo del 2018).
En relación con Geraldín, cabe resaltar que la barrera lingüística no fue un impedimento para que pudiera re-conocerse en otras narrativas y en otras biografías. A pesar de ello, logró matizar todo el conocimiento que iba adquiriendo, encaminándolo a un trabajo enfocado en abordarel tema de identidades de género y orientaciones sexuales disidentes en los resguardos indígenas. Su interés por descubrirse mutó a una acción política encaminada a defender los derechos y la participación de las personas trans en los territorios indígenas. Acción que tiene raíz desde la vivencia individual de rechazo y discriminación que pasó por ser unamujer trans y que no hubiera una “coherencia” entre su nombre, su aspecto físico y su genitalidad.
Lo anterior, se enfatiza con la carga peyorativa y asociación con la delincuencia que consigo lleva la experiencia trans, pero que encuentra en la aceptación y el amor propio un motor para resistir, la perseverancia y el luchar por sus ideales abonan las luchas de otrxs.
(G) Empecé enviar la hoja de vida empresas públicas, empresas privadas y no, nunca tuve ese; estuve en una empresa privada pero nunca me aceptaron por mi condición, porque aún parecía en la cédula como masculino, nunca me aceptaban que las chicas trans son muy cuchilleras, son peleoneras, son rateras (Geraldín, comunicación personal, 10 de marzo del 2018).
[Narración de un diálogo entre Geraldín y otra indígena trans que no exterioriza su identidad por el rechazo que sufre en su territorio indígena] él es una chica trans, ella se enfoca más que todo en la comunidad, y ella dice no, yo no quiero cambiarme porque de mi territorio indígena no acepta esa condición. Entonces le dije: si usted no se reconoce, si no es capaz de enfrentar la sociedad, pues usted es usted misma porque no te das esas oportunidades que te ofrecen, lasoportunidades que te llegan; yo le dije, yo quiero ser lo que soy y quiero luchar por lo que quiero luchar y voy para adelante, yo no puedo quedar atrás, yo tengo que luchar por mi territorio indígena, y así. Ese es el único miedo que ella tiene, que ella no es capaz, ella se fue a trabajar ala alcaldía, pero más como un niño.
Es preciso mencionar que en el caso de Ana Lu, encontramos un tránsito mucho más “teorizado”, producto de los cuestionamientos que han rondado su biografía, y que coincide con los planteamientos deAndrés/Andrea García al afirmar que las personas trans encarnan “nuevas categorías que plantean una política corporal descentrada, híbrida, creativa, alejada de cualquier esencialismo que intente fijar identidades y que abra la puerta a nuevas posibilidades” (García-Becerra, 2009, p. 127). En otras palabras, la experiencia trans puede ser un constante devenir que a partir de su reinvención cuestiona aquellas verdades que se consideran absolutas desde la biología y dar la posibilidad de una existencia más fluida que no se mueva en una escala de extremos, sino que permita diferentes bemoles para ser. Ya que tal como nos cuenta Ana Lu,
(A) creo que hay muchos tránsitos y creo que cada tránsito igual es un mundo, pero sí siento que unos son binarios, otros no binarios, otros son artísticos si se quiere, otros políticos y así.
[…] está la persona que se siente mal con su cuerpo, que todo el tiempo ha sufrido una serie de violencias por no asignarse en la plasticidad, desde eso ha sido la marica afeminada, la pluma, que después empezó con que me voy a depilar las cejas, esta persona va a terminar siendo mujer y efectivamente se volvió una chica trans y dice que nació en el cuerpo equivocado, que ya quiere unos senos grandes, unos manes masculinos, que la deseen, etcétera, etcétera.
Y su tránsito, digamos, tiene un punto de inicio y un punto final, el punto final es cuando pase desapercibida completamente, su autoestima está basada en eso y totalmente respetable, pero eso para mí es un tránsito binario de “A” a “B” dentro de la norma.
Hay un tránsito que para mí es muy artístico y ya con este auge de Ru Paul y todo, carece en algunos casos de fundamento político, pero que realmente estéticamente es un trasgresor con todo el cuento de las Drag Queen, Drag King, del transformismo, pero siento que sigue siendo artístico, entonces digo yo no soy una mujer, pero soy un artista y me gusta el personaje y siempre hay un bloqueo y que es solo por arte.
Me ha tocado ver muchos tránsitos temerosos, que me fascinan, pues me gusta mucho ver y para mí los Bosch, los tomboy, los manes pluma, las locas, las maricas charras para mí son un tipo de tránsito y sonun tipo de tránsito muy chimba, […] pues la mayoría de los casos no dicen yo quiero ser una pelada, pero sí se tratan en femenino y todo, pero realmente no quieren intervenirse el cuerpo, de forma anatómica y no con prótesis sino interno, no sé cómo decirlo, no quiero decir biológicamente, no se ponen silicona dentro del cuerpo sino espuma afuera, como cambio reversible y no lo hacen. […] Hay unos tránsitos que, sí son hacia la nada, que son súper chéveres, que son más escasos y entonces hay gente que empieza a experimentar con hormonas que se piensan, que se sienten muy políticas, que se están pensando el ir y el venir entre los géneros y como desdibujar eso (Ana Lu, comunicación personal, 9 de marzo del 2018).
Como se ha visto, la manera en la que se narra la experiencia trans nos permite reconocer la forma en que lxs individuxs construyen su cuerpo como un espacio político, consciente o no, de su potencialidad. De modo que, la experiencia de Geraldín y Ana Lu, posibilita ver el cuerpo como en un espacio fluido, en el cual la política y la resistencia se manifiestan en la constante lucha contra los estereotipos para poder externalizar su subjetividad en un cuerpo que no responde a las identidades fijas de lo que es ser hombre o mujer. Desde su narración, ambxs nos dejan ver como las experiencias van moldeando su subjetividad y cómo esta toma forma en un cuerpo. Ambxs tránsitos igual de legítimos, igual de valiosos y tan diversos, nos ayudan a comprender la maleabilidad del cuerpo que se construye y la potencialidad política de reivindicarlo emocional, lo individual, lo cotidiano como posibilitadores de micro revoluciones y comprender mejor la realidad social.
Llegados a este punto, gracias a la forma en que se narran Geraldín y Ana Lu, se puede ver cómo se materializan y humanizan categorías analíticas tales como el sexo, el género, la subjetividad y la política desde lo interpersonal. Sus discursos, ambos con elementos teóricos y empíricos pero en distinta intensidad, nos muestran cómo el sentido con el que se cargan dichas categorías hace parte de un constructo social en el que una visión hegemónica prima sobre otras posibles formas de narrarse, y desde allí ser un acto político.
Al construirse ambxs desde la periferia, encuentran similitudes con otras narraciones que refuerzan y potencian la subversión de su existencia, y en el día a día llevan a cabo pequeñas batallas para resistir en un mundo dicotómico. Sus vivencias matizan sus tránsitos y su visión del mundo; Geraldín lucha por sus pares en resguardos indígenas que sufren de violencia y discriminación por su identidad de género; y Ana Lu Laferal, cuestiona desde la teoría distintas categorías que se han impuesto y que coartan la libertad de ser diferentes.
En la experiencia de ambxs, Medellín fue el lugar que les posibilitó la materialización de su subjetividad en un cuerpo disidente. Al reconocerse distintxs y encontrar otrxs con sus mismas inquietudes, fortalecenla construcción que realizan de sí mismxs y buscan romper con los estereotipos, tanto de lo que debería ser un hombre o una mujer, así como la carga peyorativa con la que se relaciona lo trans, asociado a la delincuencia y el trabajo sexual.
En este sentido, cuando se habla de la experiencia trans se hace referencia a la fluidez y maleabilidad que pueden tener conceptos como el género, la identidad y el gran abanico de posibilidades que presenta para múltiples formas de ser cuerpo. Dichas posibilidades determinadas por los contextos en los que el sujeto se desenvuelve, y su capacidad dematerializar su sentir en un cuerpo que se vuelve políticamente potente al romper los esquemas de lo normalmente aceptado.
A través de estas reflexiones se reivindicó la existencia y el ejercicio de resistencia de mujeres con pene, hombres con vaginas, personas no binarias, personas no conformes con su género, un sin númerode expresiones de la identidad que son el reflejo de la subjetividad de cada individux y la importancia del derecho al autorreconocimiento, como validador de la construcción individual. Construcción que se constituye igual de válida que las establecidas como “normales” dentro del pensamiento dicotómico que sigue manteniendo la división macho/ hembra, y exige la coherencia y concordancia entre genitalidad, género, roles de género y deseo. En esta lógica es pertinente traer a colación las reflexiones de Herrera-Parra y Pulgarín-Arias, quienes recogen variadoselementos a los que nos hemos acercado de la mano de Geraldín y Ana Lu:
La identidad permite reconocer las formas de expresión del sujeto en su contexto, tejiendo relaciones intersubjetivas que permiten construir realidades compartidas que le dan sentido, cuestión que se encuentra estrechamente ligada a unas concepciones universales que en determinado momento de la historia se han objetivado, como es el caso de la postura dualista de lo femenino y masculino, como reguladoras de las acciones humanas que han determinado los estereotipos sexuales y los roles sociales (2012, pág. 117).
En definitiva, analizar las categorías sobre el sexo, el género, lo masculino, lo femenino desde una mirada micropolítica, implica pensar y reflexionar sobre la importancia como ciudadanxs e individuxs deexistir en un mundo de forma libre y auténtica, en palabras de Butler “sin depender totalmente de los condicionantes sociales, ya sea de manera personal y colectiva” (2007, p. 23). De otra parte, lo planteado nospermite vislumbrar los retos que tiene la sociedad, no solo las personas trans de resistir y seguir incomodando a otros, generarles preguntas y desnaturalizar lo que se ha instaurado como verdad absoluta, sino de la sociedad en general para aprender desde la diversidad y reconocer a todxs como humanxs y ciudadanxs.
Por último, se puede afirmar que el cuerpo de las personas trans es el primer espacio de resistencia y agenciamiento político, donde empiezan a relacionarse desde la disidencia con un mundo que busca homogenizar y restringir los cuerpos que son válidos y legítimos dentro de un sistema sexo genérico heterosexual. La visibilización de los puntos de quiebre o fuga, lleva a repensarnos la necesidad de categorías fijas e inquebrantables que no responden a las realidades sociales. O bien, como explican Herrera- Parra y Pulgarín-Arias:
Expresar su identidad de género a pesar de la presión social, logrando estar por fuera de las dicotomías, en caso de así desearlo, o transitando hacia aquello que han anhelado, es decir, transformar su realidad subjetiva según sus intereses y necesidades, sin temor a aquello que los/ las coarte (2012, p. 118).
Este es el acto más político al subvertir y romper el orden establecido, reivindicar la individualidad y la emocionalidad como motor de cambioy transformación. Cada tránsito, cada biografía que se narra es un hilo que se tensa y busca otras formas de tejerse en el entramado de las relaciones de poder que insisten en seguir nombrando y categorizando a las personas. ¿Cómo podríamos romper el peso de las identidades fijas que invalidan otras formas de subjetividad que se encorpan? ¿Cómo generar verdaderas soluciones a las necesidades específicas de las personas trans reconociéndolas como humanxs e iguales?
Más que respuestas, esperamos que al finalizar está lectura sean más las preguntas que se haga como persona, como lectxr, como ciudadnx.El texto fue una invitación a no naturalizar la indiferencia y pensarnos humanamente diversos como estrategia de abrir espacio posible para el reconocimiento de otras formas de ser.