Dossier
Debates sobre la segregación urbana. Una revisión teórico-metodológica [1]
Debates on urban segregation. A theoretical-methodological review
Debates sobre la segregación urbana. Una revisión teórico-metodológica [1]
Estudios Sociales Contemporáneos, núm. 19, pp. 117-138, 2018
Universidad Nacional de Cuyo
Recepción: 24 Abril 2018
Aprobación: 03 Agosto 2018
Resumen: El concepto de segregación ha sido trabajado desde distintas disciplinas y su definición ha resultado ser un complejo desafío teórico-metodológico. Además del desarrollo de dos perspectivas teóricas principales, una desde la ecología humana y otra histórico-estructural, que durante el siglo XX se disputaron los sentidos del concepto, su estudio reciente impulsó marcos conceptuales y metodológicos renovados. El abordaje cuantitativo se apoya sobre el grado de concentración espacial de los grupos sociales y la homogeneidad social que presentan las distintas áreas de las ciudades. Asimismo, se ha avanzado también hacia aspectos subjetivos de estos procesos. El objetivo de este trabajo es realizar una aproximación crítica a los tratamientos dados al estudio de la segregación, con especial énfasis en la construcción de definiciones teóricas y metodologías de abordaje para indagarlo. La estrategia metodológica propone un enfoque cualitativo de rastreo bibliográfico, sistematización e interpretación de fuentes secundarias tanto de producción argentina como internacional. Se da cuenta de la importancia de proponer un estudio desde enfoques más flexibles y abordajes mixtos, que den cuenta del problema de la escala asociado y que promueva un diálogo disciplinar que acepte el desafío de estudiar la segregación en las ciudades contemporáneas latinoamericanas y argentinas.
Palabras clave: segregación, estudios urbanos, metodologías.
Abstract: The segregation concept has been worked from different disciplines and its univocal definition is a complex issue. In addition to the development of two main theoretical perspectives, one from human ecology and another from a historical-structural view, which during the twentieth century disputed the senses of the concept, its recent study fostered renewed conceptual and methodological frameworks. Its quantitative study is based on of spatial concentration degree of social groups and the social homogeneity presented in different areas of the cities. However, progress has also been made towards more subjective aspects of these processes. The objective of this work is to make a critical approach to the treatments given to the segregation studies, with special emphasis on the construction of theoretical definitions and applied methodologies to its approach. The methodological strategy proposes a qualitative approach to bibliographic tracking, systematization and interpretation of secondary sources of both Argentine and international academic production. We realize the importance of proposing a study from more flexible and mixed approaches, that account for the scale problem associated and that promotes a disciplinary dialogue that accepts the challenge of studying segregation in contemporary Latin American and Argentine cities.
Keywords: segregation, urban studies, methodologies.
1. Introducción
El concepto de segregación ha sido trabajado desde distintas disciplinas entre las que se encuentran la geografía, la sociología, la demografía, la antropología y la arquitectura, dentro de esta última principalmente desde el urbanismo. Su uso y aplicación han cambiado considerablemente a lo largo de una historia que lleva casi un siglo de distintos enfoques. Desde los primeros estudios positivistas de la Escuela de Chicago de los años 1920, pasando por las perspectivas marxistas renovadas en los sesentas, hasta los abordajes surgidos hacia fines del siglo XX, impulsados por la expansión de las urbanizaciones privadas y que incluyen miradas en torno a las movilidades, prácticas y representaciones de la ciudad. Además de las complejas tramas en torno a la definición de la segregación, la adjetivación que la acompaña varía enfatizando distintas aristas: urbana, residencial y socioespacial, principalmente, aunque también existen investigaciones en las que se la califica como geográfica o socioterritorial.
En principio, puede afirmarse que varias investigaciones dedicadas a la segregación coinciden en resaltar las dificultades en torno a la construcción y aceptación de una definición y uso relativamente consensuados; también resaltan el uso indistinto (o confuso) que se realiza de categorías similares (Brun, 1994; Arriagada Luco y Rodríguez Vignoli, 2003; Caprón y Gonzalez Arellano, 2006; Rodríguez Merkel, 2014, entre otros). Resulta llamativo que sea menos frecuente encontrar debates en torno a los aspectos metodológicos vinculados a su estudio, aunque pueden destacarse las investigaciones en este sentido de Rodríguez Vignoli, (2001) y Rodríguez Merkel (2014).
El objetivo de este trabajo es realizar una aproximación crítica a los tratamientos dados al estudio de la segregación, con especial énfasis en la construcción de definiciones teóricas y metodologías de abordaje para indagar este proceso. Nos preguntamos de qué forma revisar los debates en torno a este concepto puede contribuir a configurar una propuesta renovada que articule técnicas mixtas y perspectivas teóricas que analicen y cuestionen los problemas urbanos contemporáneos.
La estrategia metodológica de este trabajo propone un enfoque cualitativo de rastreo bibliográfico, sistematización e interpretación de fuentes secundarias directamente vinculadas a la temática de la segregación. Del rastreo mencionado, de orden teórico y/o aplicado, se seleccionaron los antecedentes conceptuales más relevantes, definiciones más recientes y estrategias metodológicas diversas. La estructura de este trabajo se define a partir de ejes de análisis. En primer lugar se revisarán los principales antecedentes del estudio de la segregación sobre los que se han apoyado los debates en un nivel internacional, y más específicamente se sistematizarán definiciones aplicadas a las ciudades latinoamericanas, para dar cuenta de sus particularidades. En segunda instancia, se abordará el desafío metodológico reconociendo diferentes técnicas para su indagación, junto con una propuesta integral y mixta. Luego, se presenta un apartado que busca poner en diálogo trabajos recientes para el caso argentino, a fin de dar cuenta de su especificidad; finalmente se presentan algunas reflexiones.
2. Estudios sobre la segregación urbana en perspectiva: un repaso teórico necesario
Los primeros antecedentes respecto a la segregación urbana tuvieron su origen en las investigaciones de Ecología Humana desarrolladas por la Escuela de Sociología de Chicago a partir de los años 1920. En un contexto de transición de una “civilización rural a una urbana” (Burgess, 1925), las ciudades de Estados Unidos de América crecían demográfica y espacialmente a un ritmo acelerado, nutrido por el aporte migratorio. Estos procesos tomaron características particulares que llamaron la atención de numerosos investigadores de dicha escuela entre los que se destacaron Robert Park, Ernst Burgess, Louis Wirth y Roderick McKenzie. Entre las preocupaciones vinculadas a la segregación se encontraban los estudios sobre los procesos formación del “slums”, reconocidos como áreas degradadas que rodean el centro de la ciudad, con altos niveles de hacinamiento y bajos niveles de ingresos, muchas veces asociados a espacios residenciales de antiguos inmigrantes y sus descendientes (afro-descendientes, mexicanos y portorriqueños, entre otros).
Entre las obras más emblemáticas se destaca “The City” de Park y Burgess (1925); en su segundo capítulo Burgess señala cómo la expansión urbana de Chicago de acuerdo a la teoría de anillos concéntricos se ha complejizado: distingue por ejemplo “China Town, Little Sicily y Black Belt”, entre otras “áreas sociales” dentro del anillo del “slum”.
También dentro de esta emblemática Escuela existieron aportes que reflexionaron sobre dimensiones socioculturales, se destacan dos autores. En primer lugar, resultaron relevantes los aportes sobre segregación urbana y racial en el estudio de Wirth (1927) sobre el gueto judío. Otro análisis emblemático del mismo sociólogo fue “Urbanism as a way of life” (Wirth, 1938), allí afirma que es el incremento de la población de un núcleo el que genera segregación (ya sea étnica, por religión o status) ya que el aumento de densidad produce un mosaico urbano que alberga grupos sociales diferentes y genera comportamientos sociales asociados a lo impersonal, superficial y transitorio de la vida en la ciudad. A esta altura de lo expuesto ya es posible reconocer cómo estas propuestas, insisten en señalar que la segregación es parte del propio proceso de crecimiento de las ciudades, como una condición de la modernización y de la experiencia urbana. En segundo término, la propuesta de Gans (1962) en su libro “The Urban Villagers” describe el barrio West End en Boston donde estudió principalmente una comunidad de clase trabajadora italo-estadounidense en el marco de un proceso de “renovación urbana” que implicó un desplazamiento de las comunidades y la destrucción del vecindario, tema sobre el cual Gans realizó un análisis crítico a partir de un estudio de las pequeñas comunidades unidas entre sí por muchos lazos y contactos primarios.
En términos generales, desde esta corriente se ha apelado a la analogía con las ciencias de la naturaleza, de la ecología, para comprender los complejos procesos urbanos, simplificándola notablemente. En “The City” se busca comprender a la ciudad, su organización y desorganización como un “proceso metabólico”. Dentro de esta lógica se naturalizan las desigualdades al considerar los procesos de diferenciación interna de la ciudad, en tanto parte del funcionamiento “normal” de la ciudad. Más aún, Burgess[2] (1925) incluso indica que la segregación ofrece a los grupos, definidos por condiciones económicas y culturales, “un lugar y un rol” dentro en la organización total de la vida urbana. Esta perspectiva acarrea problemas teóricos y metodológicos al no reconocer los orígenes de dichas desigualdades y, de este modo, su interpretación puede justificar como algo “natural” que buena parte de los habitantes urbanos se encuentren segregados.
Retomando el devenir de la noción, además del auge de la Escuela de Chicago, los sociólogos urbanos de la Universidad de California, conocidos como la Escuela de Los Ángeles, buscaron analizar la segregación a partir de determinar áreas sociales homogéneas identificables en el medio urbano, en el marco de la teoría del cambio social. Los trabajos más importantes corresponden a Shevky y Bell (1955) y Tryon (1955). Estos estudios introducen en su marco teórico instrumentos de análisis complejos como las empleadas en la llamada ecología factorial: Análisis de Componentes Principales, Factorial, de Correspondencias, Conglomerados, Discriminante, Escalas multidimensionales, entre otros. En este sentido, las miradas positivistas continuaban marcando la mayor parte de estos abordajes.
Una importante corriente que cobró fuerza por su oposición con la Escuela de Chicago es aquella desarrollada desde la década de 1960 que puede definirse como histórico-estructural con una clara perspectiva centrada en la económica y políticas urbanas y en la ideología que subyace a la investigación social a partir de la teoría marxista. Harvey (1977), uno de sus principales representantes, señala claramente que se trata de un impulso que recupera aquello ya referido por Engels durante la segunda mitad del siglo XIX, aunque, en las últimas décadas, los problemas urbanos se han visto agravados notablemente por la reorientación del urbanismo neoliberal.
Harvey plantea un nudo de discusión central entre las dos corrientes mencionadas al referirse a los guetos:
aunque todos los investigadores serios admiten la gravedad del problema de los guetos, pocos de ellos ponen en tela de juicio las fuerzas que gobiernan verdaderamente nuestro sistema económico. De este modo, analizamos todo, excepto las características básicas de una economía de mercado capitalista (Harvey, 1977: 150).
Henri Lefebvre dotó a este enfoque de una mirada filosófica insoslayable con la publicación de su libro “Le Droit à la ville” en 1968. Frente a los problemas propios de la urbanización, tales como la segregación urbana, se pregunta si la ciudad puede recuperar su capacidad para la integración y la participación cuando éstas se han visto tan gravemente reducidas. Luego agrega “para la clase obrera, rechazada de los centros hacia las periferias, desposeída de la ciudad, expropiada así de los mejores resultados de su actividad, este derecho tiene un alcance y una significación particulares” (Lefebvre, 1978:167). Remarca, en este sentido, el potencial que puede emerger desde los estratos menos favorecidos de las sociedades urbanas para los cambios y mejoras de la vida en la ciudad.
Manuel Castells es otro renombrado autor que nutrió esta corriente, poniendo el acento en el estudio de la historia del proceso de urbanización, estrechamente ligado a la problemática del desarrollo y la dependencia, por lo cual propone hablar de “producción social de formas espaciales” dentro de un sistema de relaciones estructuralmente asimétricas, de dominio tanto económico, como político y espacial (Castells, 1974).
Más recientemente, la Escuela de Los Ángeles, desde una perspectiva histórico-estructural, que algunos autores han también definido como post-estructuralista (Ruiz Tagle, 2016), se ocupó también del estudio las diferencias urbanas desde la noción del conflicto y observaron la segregación no sólo de clase y origen sino también de categorías ocupacionales, composición de los hogares y atributos individuales (Soja, 1993). Estas problemáticas se encuentran vinculadas a la expansión del automóvil, la ciudad dispersa y el auge de las urbanizaciones amuralladas que tuvo un renombrado ímpetu en esta ciudad de la costa Oeste de los Estados Unidos de América.
Aún con los destacados aportes realizados por las principales corrientes referidas, que construyeron notables teorías explicativas sobre estos procesos, aún restaban recorrer caminos que avanzaran en los modos de estudio de la segregación y en la definición de técnicas específicas para su análisis. Así, renovadas propuestas retomaron estas distintas perspectivas teóricas y comenzaron a desarrollarse usos y modos de entender lo que era la segregación y cómo debía estudiarse.
Hacia fines de la década de 1980, los estudios pioneros de Massey y Denton (1988) abordaron la segregación residencial de la población negra e hispana en ciudades de los Estados Unidos de América y propusieron indicadores cuantitativos para medir sus dimensiones. Así establecieron, en el artículo pionero “The dimensions of residential segregation" de 1988 las cinco dimensiones de la segregación residencial: evenness, exposure, concentration, centralisation, clustering. De acuerdo a la traducción y análisis de Garrocho y Campos-Alanís (2013) estas dimensiones son: uniformidad, exposición, concentración, centralización y aglomeración.
En la misma década nuevas nociones acompañaron el estudio de la segregación urbana hacia direcciones más abiertas a enfoques cualitativos y menos estáticos, con el estudio de Jackson (1985) que propuso estudiarla a través de las prácticas cotidianas de los migrantes en las ciudades. Así, es posible señalar que se da inicio en estos años a una fase que abre la noción de segregación hacia concepciones más diversas.
A partir de este giro la noción adopta nuevas aperturas epistemológicas, influidas por los enfoques de la posmodernidad, se distancia del estudio clásico anclado en principalmente en estrategias cuantitativas, propias del análisis espacial y permite una representación del espacio más compleja que considera los aspectos del habitar urbano (Brun, 1994; Grafmeyer, 1998; Caprón y González Arellano 2006). En este marco, los conceptos clave para instrumentar su estudio son las prácticas, representaciones y apropiación del espacio. Como definió Brun (1994) la noción de segregación, en sentido estricto, incluye la idea de discriminación, o al menos es muy próxima a ella. Se entiende en este sentido la segregación residencial como un recurso instrumental deliberadamente buscado (Boal, 1998), se trata de una búsqueda del “entre sí”. Aquí las identidades
emergen en el juego de modalidades específicas de poder y, por ello, son más un producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y naturalmente constituida (…) las identidades se construyen a través de la diferencia, no al margen de ella” (Hall, 2003:18).
Tal como manifiesta Hall, estos enfoques nos introducen en la problemática que contiene la tensión identidad-poder en el espacio urbano, y que se constituyen a partir de perspectivas sociológicas vinculadas a las teorías de la sub-alternidad y de la marginalidad. Tal como indica Wacquant (2007) las ciudades se comprenden en el marco del régimen de relegación socioespacial y de cerrazón excluyentes (en el sentido de Weber) que
ha cristalizado en la ciudad posfordista como efecto del desarrollo desigual de las economías capitalistas y de la desarticulación del Estado de Binenestar, según modalidades que varían en función de la forma en que estas dos fuerzas pesan sobre la clase obrera y las categorías etnorraciales que pueblas las zonas inferiores del espacio social y del espacio físico (Wacquant, 2007:15).
Se produce así, en la ciudad contemporánea la relegación de grupos sociales quienes, por su condición social, viven en zonas de alta concentración de población en situación de pobreza (Kaztman, 2001).
En contraposición con las indagaciones sobre la marginalidad, se encuentra un amplio abanico de estudios enfocados en el protagonismo que adquiere la cuestión de la voluntariedad en el proceso de segregación, asociada a determinados grupos buscan mantenerse separados “del resto”. Estos fenómenos implicaron toda una línea de investigaciones muy vigorosa que reconoce en estas transformaciones socioterritoriales procesos nuevos que no se habían registrado décadas anteriores. Más precisamente, se destaca la concentración de población con altos ingresos en conjuntos residenciales de lujo, en particular en los suburbios mediante estrategias de “encierro”. Este último proceso ha sido muy estudiado en las últimas décadas (Pires de Caldeira, 2000; Svampa, 2001; Vidal Koppmann, 2001; Cabrales Barajas, 2002, entre otros) y permite hacer la segregación residencial como recurso instrumental deliberadamente buscado (Boal, 1998) o una precondición para, o un resultado de, la formación de una comunidad. Rubén Kaztman (2001:12) enumera distintos motivos vinculados a este tipo de decisiones:
para reestablecer redes, mantener costumbres, normas, valores e identidades culturales comunes; para defenderse de ataques de otros grupos sociales; para sentar las bases de emprendimientos empresariales para los cuales el capital social comunitario es un recurso muy valioso; para mejorar las condiciones para acciones de movilidad colectiva con objetivos de mejoramiento de la infraestructura común o aun con objetivos políticos de más largo plazo Kaztman (2001:12).
Se verá en el próximo apartado, una serie de definiciones seleccionadas a partir de estudios destacados que han observado a las ciudades latinoamericanas para reconocer las perspectivas delineadas.
3. Definiciones y usos recientes: el interés sobre las ciudades latinoamericanas
Con miras a sistematizar algunas de las definiciones que comenzaron a circular en el ámbito académico latinoamericano desde principios del siglo XXI, se han seleccionado cuatro de ellas para analizar en detalle. Considerando esta categoría en debate, el Cuadro 1 busca sintetizar y contraponer cuatro miradas para el estudio de la segregación a partir de los criterios de sistematización que proponen algunas de las obras emblemáticas que indagan respecto a esta temática.
El sociólogo y planificador urbano chileno Francisco Sabatini se destaca como un referente sobre la temática. Su propuesta concibe dos tipos de definiciones de la segregación “social”: una de ellas general y una segunda compuesta. La primera define que “la segregación residencial corresponde a la aglomeración en el espacio de familias de una misma condición social, más allá de cómo definamos las diferencias sociales. La segregación puede ser según condición étnica, origen migratorio, etaria o socioeconómica, entre otras” (Sabatini, 2003:7). Por otro lado, la definición compuesta describe tres tipos de dimensiones que abarcan los aspectos diferenciables de la segregación, con distintas implicancias, tanto en términos de sus impactos sociales y urbanos como en lo relativo a la política pública. Estas son:
El grado de concentración espacial de los grupos sociales;
La homogeneidad social que presentan las distintas áreas internas de las ciudades; y
El prestigio (o desprestigio) social de las distintas áreas o barrios de cada ciudad.
Siguiendo el razonamiento del autor, las dos primeras conforman las “dimensiones objetivas” de la segregación mientras que la última apunta a describir los aspectos subjetivos. También destaca que el enfoque de la segregación debe ser dinámico, e incluir “lo espacial” dentro de las estructuras sociales y no fuera de ellas a la manera de un “reflejo”, y da importancia a las motivaciones de las personas en la modificación del patrón de segregación.
Desde una mirada diferente, Emilio Duhau (2003) propone para el estudio de estas problemáticas urbanas, la noción amplia de la división social del espacio urbano entendido desde la perspectiva propuesta como la desigual distribución de distintos grupos sociales, definidos sobretodo en términos de clase o estratos sociales, pertenencia étnica, características raciales y preferencias religiosas. Es interesante señalar cómo esta definición que Duhau utiliza para “división social del espacio urbano” es muy similar a la utilizada para definir la segregación urbana para otra reconocida autora como Martha Schteingart (2001). Sin embargo, para Duhau el concepto de segregación urbana suele tener una connotación “fuerte” y negativa que avanza más allá de una mera división del espacio residencial. Se habla de segregación urbana, según su propuesta, cuando dicha división social del espacio es producto de una medida coercitiva, y además, existen políticas y prácticas de exclusión hacia determinados grupos, tal como fue el caso del apartheid sudafricano (Cuadro 1).
Schteingart (2001) | Sabatini (2003) | Dureau (2003) | Caprón y González Arellano (2006) |
5 Categorías analíticas S.U. | S.R. dos sentidos: | Segregación en sentido fuerte cuando la división social del espacio está acompañada: | 3 sentidos S.U. |
1.Expansión urbana y crecimiento de la población | 1.Objetivo | 1.de medidas coercitivas (apartheid en Sudáfrica, guetos judíos como el de Varsovia) | 1.Distribución residencial desigual de la población dentro del espacio |
2.Servicios urbanos y vialidad | •El grado de concentración espacial de los grupos sociales; | 2.de políticas o prácticas de exclusión de grupos determinados respecto de espacios específicos. | 2.Acceso desigual a los servicios y equipamientos urbanos; movilidad de los individuos |
3.Aspectos históricos | • La homogeneidad social que presentan las distintas áreas internas de las ciudades | 3.Espacialización de la distanciación social entre los grupos en términos de ajustes y conflictos sociales. | |
4.Porciones de la ciudad (centro, barrio, periferia irregular) | 2.Subjetivo | ||
5.Nuevas formas de S.U. (barrios cerrados) | • El prestigio (o desprestigio) social de las distintas áreas o barrios de cada ciudad. |
Distinta es el enfoque que proponen Caprón y González Arellano (2006) que apuntan a distinguir tres sentidos sobre la segregación. El primero implica estudiar la distribución residencial desigual de la población dentro del espacio, la segunda el acceso desigual a los servicios y equipamientos urbanos y la movilidad de los individuos y la tercera la espacialización de la distanciación social entre los grupos en términos de ajustes y conflictos sociales. Siguiendo el devenir de este pensamiento teórico
estar segregado no significa ya vivir en un gueto aislado y homogéneo, ahora pasa por la capacidad de las personas y los lugares para integrarse y acceder a la ciudad, por medio de múltiples estrategias, movilidad, accesibilidad, redes sociales, nuevas tecnologías, etc. (Caprón y González Arellano, 2006:69).
Las movilidades y los elementos subjetivos en la distribución residencial de la población cobran importancia, sin dejar de lado las evidentes diferencias que el medio físico determina y las desigualdades que lógicas del mercado del suelo urbano imponen.
La referencia de Schteingart (2001) señalada en el Cuadro 1 identifica cinco categorías analíticas para estudiar la segregación urbana: expansión urbana y crecimiento de la población, servicios urbanos y vialidad, aspectos históricos, porciones de la ciudad (centro, barrio, periferia irregular) y nuevas formas como barrios cerrados. Estas categorías muestran modos diferenciales de acuerdo a escalas de análisis distintas. Así, la autora critica la recurrente manera de abordar el problema desde un solo sector de la ciudad, sin tratarlo desde un punto integral y estructural.
La cuestión de la escalas de estudio es un factor determinante en el estudio de la segregación urbana. En rasgos generales, varios de los estudios relevados, enfatizan el estudio de la ciudad como sistema, en todo su conjunto, de modo global e integral por un lado, o, por el otro, el estudio de la ciudad a partir de las partes que la componen. Estos modos de abordaje tienen una relación directa con las estrategias metodológicas a definir.
4. Metodología(s) para el estudio de la segregación: de la lógica contrapuesta a una mirada integral
Del relevamiento realizado se destacan los trabajos que aplican técnicas cuantitativas sobre aquellos que avanzan sobre estrategias cualitativas y/o mixtas. Se enumeran algunas de las principales estrategias metodologías aplicadas para el estudio de la segregación.
4.1 Técnicas cuantitativas
Massey y Denton (1988) sistematizaron las dimensiones ya referidas dentro de las que se pueden agrupar índices que permiten mensurar diversos tipos de segregación residencial, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas desde las cuales puede abordarse el problema del reparto de un grupo de población en una ciudad. Así mencionaremos algunos de los más utilizados.
Los índices equidistribución o uniformidad hacen referencia a la igualdad de la distribución de uno o más grupos en las unidades espaciales en que se subdivide el espacio urbano. Un grupo de población presenta segregación si está repartido de forma desigual entre las zonas o unidades espaciales de una ciudad. En cuanto a su aplicación se destaca el índice de segregación que calcula la diferencia entre la proporción de individuos del grupo minoritario y la proporción del resto de población en cada unidad espacial. Asimismo, el índice de disimilitud, similar al de segregación, compara proporciones de dos grupos, y no de un grupo respecto al resto. También existen índices que incorporan información sobre la configuración de las unidades espaciales como el índice de desigualdad corregido por la frontera (Morill, 1991, 1995), el índice de disimilitud corregido por la longitud y el índice de disimilitud corregido por la forma (Wong, 1993).
Los índices de exposición intentan medir el grado de contacto potencial; concebido como la posibilidad de interacción entre los miembros de un mismo grupo, o entre miembros de dos grupos diferentes (Martori et al., 2006). Los indicadores de este tipo más utilizados son: el índice de aislamiento que mide la probabilidad que un individuo comparta la unidad espacial con un individuo de su mismo grupo (Bell, 1954; White, 1983) y el índice de exposición que mide la probabilidad de que un individuo comparta la misma unidad con un individuo de un grupo diferente (Bell, 1954).
Los índices de concentración hacen referencia a la ocupación, por parte de un grupo de población, de un espacio físico en términos de superficie. Cuanto más pequeña sea la parte del espacio urbano que ocupa un grupo, más concentrado, y por lo tanto más segregado está el mismo (Martori et al., 2006). El más reconocido dentro de este tipo de índices es el Delta (Duncan et al., 1961) que se forma a partir de la diferencia de proporciones entre población y superficie de cada unidad. Se puede interpretar como el porcentaje de un población del grupo determinado que ha debería cambiar de residencia para obtener una densidad uniforme en toda la ciudad.
Los índices de centralidad o centralización miden la proximidad de un grupo de población al centro urbano. La localización central de grupos minoritarios ha estado asociada tradicionalmente a altos niveles de segregación, esto se debe a los antecedentes de los estudios de población afroamericana en las ciudades de Estados Unidos de Norteamérica. En Europa la situación es distinta y la utilidad del índice se reduce a una medida de localización en el espacio urbano de la población de un grupo determinado. El índice más elemental consiste en calcular la proporción de un grupo que reside en el centro de la ciudad (Duncan y Duncan, 1955).
Numerosas han sido las críticas que estas estrategias de análisis espacial han recibido, principalmente se pueden condensar en la idea estática o diagnóstica que presentan. Además, se suma el debate recurrente de lo que algunos autores denominan el problema del tablero de ajedrez (Garrocho y Campos-Alanís, 2013). Este problema critica a los indicadores de segregación no espaciales, como por ejemplo el de disimilaridad de Duncan y Duncan (1955) también utilizado por Massey y Denton (1988) ya que al ser no espaciales y no considerar la localización de las unidades espaciales
generan los mismos resultados y no logran distinguir entre el patrón normal de un tablero de ajedrez y el que resulta de remover todas las casillas negras a un lado del tablero y las blancas al otro, o, para acabar pronto, de cualquier otro patrón espacial de las celdas del tablero de ajedrez (Garrocho y Campos Alanís, 2013: 276).
Asimismo, las técnicas de investigación cuantitativas se encuentran en íntima relación con dos desafíos respecto a la escala en el estudio de la segregación: uno referido a lo diferencial de los procesos captados según la escala elegida, y otro vinculado a las fuentes de información.
En el primer caso, se pueden citar distintos ejemplos en los que se miden aspectos diferentes de la segregación de acuerdo a la escala seleccionada. Existen formas de dar cuenta de esto; en su estudio comparativo entre Santiago de Chile y Buenos Aires, Borsdorf, Hidalgo y Vidal-Koppmann (2016) proponen distinguir entre macro, meso y microsegregación. En la primera de ellas encuentran la vieja polarización “ricos versus pobres”. En la mesosegregación se incluyen grandes barrios cerrados y nuevas ciudades en las periferias, planificadas para una población de 50.000 habitantes y más, de los mismos estratos sociales y totalmente cerrados en sus alrededores. Finalmente, la microsegregación se encuentra en situaciones donde dentro de un bloque residen personas socialmente homogéneas y cuentan con medidas de seguridad, mientras que otras parcelas en el mismo bloque albergan otros estratos sociales.
También se han estudiado los distintos grados o intensidades en los efectos de la segregación según la escala en la cual se manifiesta. Sabatini (2003:20) destaca que “por marcada que sea la homogeneidad social de un área, la segregación podría tener menos efectos negativos, o simplemente no tener, de tratarse de barrios de pequeño tamaño, especialmente si se trata de una ciudad de porte medio”. En cambio, cuando ese barrio pobre está rodeado de barrios igualmente pobres y homogéneos, entonces la segregación alcanza una escala geográfica mayor, generándose efectos negativos “que no existían sin esa aglomeración de pobreza”. Al respecto, Massey y Denton se refirieron al gueto afirmando que “se conforma por una aglomeración de barrios más que por barrios solos” (1993: 77).
En el segundo desafío de la escala, la cuestión se vincula a que la información estadística se encuentra, en ocasiones, condicionada por el organismo productor de datos, la subdivisión jurisdiccional en las que se fragmentan las ciudades y los criterios con los que se definen las mínimas unidades espaciales de medición de datos. Las fuentes de información disponibles definen (y a veces limitan) las posibilidades de las investigaciones. El tipo de microanálisis espacial se apoya en pequeñas unidades de observación que suelen ser ciertas fracciones urbanas definidas según fines de relevamiento censal. Desde nuestra óptica, este tipo de unidades espaciales son sumamente válidas para analizar las situaciones al interior de la ciudad a pesar de sus limitaciones. En el caso argentino se definen como radio y fracción censal. Estas unidades tienen como ventaja el contener cantidades similares de población al interior de cada una; pero su principal desventaja se refiere a la artificialidad de la subdivisión. El mismo Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC, 2018) define fracción y radio como unidades censales definidas por un espacio territorial con límites geográficos y una determinada cantidad de unidades de viviendas a relevar. Esto quiere decir que su tamaño se determina según la cantidad de viviendas y este criterio no suele acompañar las subdivisiones barriales. La importancia del barrio radica en que es el marco geográfico privilegiado en el análisis social de la ciudad por su identidad y por su integración social, como espacio de vida, de interacción y de pertenencia. Por ello los datos estadísticos agregados por unidades espaciales como los barrios constituyen una fuente de importante valor, aunque son excepcionales los relevamientos que sigan este criterio.
Las limitaciones de las fuentes y su confiabilidad, por otro lado, también configuran desafíos notables. Más allá de las restricciones y recaudos que deben tomarse en la aplicación de técnicas de análisis espacial, las posibilidades que brindan en términos de la ciudad en su conjunto, manejo de grandes volúmenes de datos y expresión cartográfica a distintas escalas y coberturas, son significativas fortalezas de estas estrategias aunque dejen interrogantes irresueltos.
En la crítica de Rodríguez Merkel (2014), el autor enfatiza que estas miradas positivistas se concentran tanto en las formas de medición de la segregación, es decir, en sus definiciones operativas, que desatienden el andamiaje teórico sobre el cual se deberían apoyar. Es particularmente precisa la diferencia que marca cuando señala que existe en los estudios sobre segregación la hegemonía de un “enfoque descriptivo y espacialista”, herencia de la Escuela de Chicago, que excluye de su análisis la perspectiva de poder que subyace en la distribución desigual de la población. Más específicamente, estas miradas parecen desconocer el eje central propio de la ciudad capitalista, en la cual la renta del suelo es el mecanismo por el que los poderosos económicamente segregan separando a aquellos con menos poder. De allí que, en sintonía con estas críticas, se hace necesario avanzar sobre estrategias renovadas.
4.2 Técnicas cualitativas
Las estrategias cualitativas se centran principalmente en el estudio de las experiencias urbanas y el habitar de los residentes de los espacios segregados. El estudio de los itinerarios residenciales y la movilidad intraurbana constituyen ejes útiles para este tipo de abordaje que destaca una mirada subjetiva de los procesos de segregación. Una de las técnicas más utilizadas para alcanzar a captar estas percepciones es la entrevista en profundidad, mediante el método biográfico o la elaboración de relatos de vida. Uno de los trabajos que muestra un interesante avance en este sentido es el de Lacarrieu y Thuillier (2001) sobre urbanizaciones cerradas donde se realizaron entrevistas a habitantes de barrios privados, como también se aplicaron técnicas de análisis del discurso y de contenido, especialmente de material periodístico y publicitario.
Como definió Brun (1994) la noción de segregación asociada a la idea de discriminación debe ser abordada desde técnicas cualitativas. Las prácticas y las representaciones urbanas de los habitantes pueden mostrar los niveles de apropiación de sus espacios cotidianos, la existencia o no de apego afectivo hacia vecinos, y/o el orgullo de vivir en su barrio (Baby-Collin, 2005). Todos estos elementos tienen un gran valor explicativo, sobre todo en cuanto al estudio del carácter voluntario o forzado de ciertos tipos de segregación.
Desde la antropología, la crítica hacia las miradas exclusivamente positivistas del estudio de la segregación argumenta que dichos abordajes no dan cuenta de las formas en las cuales varía social, cultural e históricamente. En este sentido, Carman, Vieira y Segura (2013) manifiestan que más allá de denunciarla, explicar sus impactos, medirla, debemos preguntarnos cómo la segregación también se construye en el ámbito de las representaciones sociales y prácticas en los múltiples cruces de la vida cotidiana. Esta perspectiva pone en relieve, desde nuestra mirada, dos ejes de sumo valor explicativo 1) la necesidad de indagar en los actores involucrados en estos procesos: el Estado, los agentes inmobiliarios y las organizaciones sociales; 2) el rol de las fronteras materiales y simbólicas para conocer y explicar las dinámicas cotidianas sobre las que se producen y reproducen las representaciones sociales y espaciales.
Respecto a las escalas de análisis, el barrio se constituye como una unidad de interés y factibilidad para llevar a cabo investigaciones desde perspectivas cualitativas. Caprón y Gonzalez Arellano (2006:69) destacan que las experiencias de los sujetos, sus prácticas, representaciones, interacciones participan en la construcción social del espacio: el barrio, no surge solo de un recorte histórico o administrativo, sino también de las actividades cotidianas que realizan los ahí residentes y que se articulan con otros espacios.
En este sentido el barrio puede constituirse como una unidad y escala de análisis que permita desafiar las posibilidades de estrategias integrales de abordaje de la segregación desde miradas mixtas.
4.3 Estrategias mixtas
La importancia de abordaje metodológico mixto debe ser considerada para el estudio de los fenómenos de segregación urbana. Capron y Gonzalez Arellano (2006:65) afirman que “se ha tendido a oponer los métodos cualitativos con los cuantitativos, con pocos intentos de desarrollar estrategias mixtas y complementarias con varias entradas de análisis”.
Las investigaciones desde estrategias mixtas no han alcanzado un desarrollo tan significativo en comparación con los otros dos tipos de estrategias metodológicas señaladas. En las propuestas de Sabatini (2003) vinculadas a los dos sentidos que puede adquirir la segregación (ver Cuadro 1), la metodología para analizar la segregación varía según la dimensión particular a tratar. Las dos primeras dimensiones pueden registrarse en planos temáticos de la ciudad, lo mismo que a través de índices estadísticos, como el índice de disimilaridad. La tercera dimensión, relativa al grado de prestigio de los barrios, es de carácter subjetivo, y requiere un tipo de abordaje metodológico cualitativo. Se refiere a las imágenes, percepciones, reputación y estigmas territoriales asignados por la población de la ciudad a algunos de sus vecindarios.
Se relevaron algunos estudios realizados en la Argentina a fin de indagar si este desafío metodológico, que es a fin de cuentas también un desafío teórico, ha tenido eco en la producción académica sobre la segregación urbana.
5. El estudio desde la Argentina, diálogos y desconexiones
La vida en las urbes, a partir de un desarrollo capitalista cada vez más agudo, tal como se remarca desde la perspectiva histórico-estructural, ha profundizado las desigualdades sociales y ha aumentado las brechas entre los extremos más enriquecidos y más empobrecidos de la sociedad. Así, entendemos que el marco político e histórico desde el cual se estudian los procesos de segregación debe adquirir un rol central en las investigaciones.
A lo largo del tiempo, como se ha mostrado en la primera parte de este artículo, el fenómeno ha sido estudiado en marcos teóricos diferentes, y también desde momentos históricos, políticos y geográficos específicos que marcan particularidades. Esto es claro en los estudios de la segregación residencial de casos extremos como los del apartheid en Sudáfrica o de los guetos judíos como el de Varsovia. En ambos ejemplos, el concepto de segregación urbana ha tenido una connotación “fuerte” y negativa que avanza más allá de una mera división social del espacio residencial, tal como propuso Duhau (2003). Surge entonces la pregunta respecto a los alcances de interpretación que la idea de “medidas coercitivas” puede tener en otras ciudades y países y qué sucede en el caso argentino.
También existen tensiones expresadas en la utilización de la noción de “autosegregación” para la aplicación del concepto para clases altas que buscan consolidar un “entre sí” en las urbanizaciones privadas amuralladas en tanto estrategia residencial exclusiva. Estos casos son cuestionados por autores como Marcuse (2001) y, en la Argentina, por Rodríguez Merkel. Tal como recupera el segundo autor, retomando la Teoría de la Renta, es el precio del suelo –y no el muro propiamente dicho- el instrumento al que los estratos sociales de mayor poder adquisitivo recurren para segregar a los de menor poder impidiéndoles ubicar allí su residencia. Lo que el muro establece es la fragmentación del espacio residencial. De esta forma se recalca un aspecto notable de los casos argentinos y es la predominancia de las desigualdades socioeconómicas como factor explicativo principal en los estudios de la segregación urbana. La cantidad de estudios dedicados a estudiar estas formas de urbanización privada dan cuenta de la expansión del fenómeno y del interés de la academia al respecto. En un sentido geográfico, la Región Metropolitana de Buenos Aires, como metrópolis principal del país, ha recibido la atención de numerosos esfuerzos investigativos. Por mencionar algunos podemos señalar a Vidal Kopmann (2001), Groisman y Suarez (2010), Rodriguez Merkel (2013, 2016), Carman, Vieira y Segura (2013) y Di Virgilio (2018).
Desde la Antropología Ramiro Segura (2006, 2015) ha realizado destacados aportes en el estudio de la segregación residencial (en sus modalidades socioeconómica, racial o étnica) entendida como un rasgo de la ciudad capitalista. En su argumentación señala que la segmentación del sistema educativo y las transformaciones del mundo del trabajo han incrementado la segregación y han potenciado sus efectos negativos, aspecto que no es exclusivo del caso argentino. Segura busca realizar una propuesta que integre lo que denomina las dos formas de estudiar la segregación: una es la que aborda el mundo comunitario de los pobres urbanos y otra la que analiza espacios metropolitanos a partir de estrategias cuantitativas. Aplica sus estudios de caso en los partidos San Martín y de La Plata dentro de la Región Metropolitana de Buenos Aires, aunque lo hace priorizando la escala barrial. Indaga en los modos locales de representar el espacio segregado y su entorno circundante marcando una interesante especificidad en su propuesta que no se queda anclada en el espacio estudiado sino que particulariza el interés entre el aislamiento, las movilidades y las redes de relaciones entre el barrio y su entorno.
La ciudad de Córdoba ha sido también estudiada por Tecco y Fernández (2005), Marengo (2009), Molinatti (2015) y Elorza (2016), entre otros.
Ahora bien, nos preguntamos qué sucede a otras escalas, ciudades de rango medio y pequeño sobre las cuales también recaen los problemas propios de las desigualdades socioespaciales. Así, es posible dar cuenta de un impulso renovado por el estudio de la segregación en localidades medias. Desde la geografía, ha habido avances desde miradas cuantitativas que han dado un importante paso en la comprensión de estos fenómenos y sus expresiones particulares en las escalas medias. Tal es el caso de Linares (2013) quien trabaja la segregación socioespacial en las ciudades medias de Tandil, Olavarría y Pergamino, en la provincia de Buenos Aires y afirma que se trata de un fenómeno y no necesariamente de un problema. Según su mirada se convierte en problema cuando la separación espacial de los grupos sociales está asociada a una disminución de los vínculos e interacción entre los grupos sociales lo que genera desintegración social. Entonces, los problemas “surgen como producto de la aglomeración de familias pobres en áreas residenciales segregadas” (Linares, 2013:7). Otras de sus miradas implican que el modelo de segregación difiere de acuerdo al rango urbano y al contexto político, económico y regional. También sobre la provincia de Buenos Aires, Ariel Gravano (2005) y su equipo han realizado distintos aportes desde la antropología de lo urbano, aplicado a ciudades medias; en la costa atlántica, Noel y de Abrantes (2014) realizaron, asimismo, notables abordajes respecto a las moralidades en localidades medias como Villa Gesell.
En la región de Cuyo se destacan estudios sobre el Área Metropolitana de Mendoza de Dalla Torre y Ghilardi (2013) en los que se propone superar la dicotomía urbano-rural y expandir los estudios de segregación a otros ámbitos. La región patagónica también ha recibido notables aportes al estudio de la segregación urbana de sus ciudades, tal como son los casos de los abordajes de Perren (2011) para la conurbación de Neuquén en las que se propone una mirada de las transformaciones socioespaciales en clave histórica; Kaminker (2015) para la ciudad de Puerto Madryn, desde una lectura descolonial, plantea la necesidad de descentrar los estudios de segregación residencial de las lecturas mecánicas entre espacio y desigualdad social a la luz de las intersecciones entre clase, raza y etnicidad; Matossian (2011) analizando la relación entre la segregación urbana y las migraciones chilenas en San Carlos de Bariloche. Estos trabajos dan cuenta de los renovados intereses que despiertan las ciudades y sus problemáticas, palpables no solamente en las grandes metrópolis, sino también en las ciudades medias y pequeñas de la Argentina.
6. Reflexiones finales
Este artículo ha buscado señalar distintas teorías, definiciones y metodologías que se han elaborado para el estudio de la segregación, dando cuenta de la complejidad que este proceso propio de las ciudades bajo modelos de desarrollo capitalistas. Se trata de múltiples esferas de desigualdades, dimensiones sociales, económicas, étnicas, entrelazadas de una forma particular que es necesario conocer para hallar las raíces de buena parte de estas injusticias sociales y espaciales en las urbes contemporáneas. Resulta un verdadero desafío teórico, y especialmente metodológico dar cuenta de la complejidad actual en las ciudades, tanto en las metrópolis como en las ciudades medianas y pequeñas.
En este trabajo se ha buscado exponer brevemente, una aproximación a los distintos tratamientos dados al estudio de la segregación urbana. Reconocemos entonces que los tradicionales estudios realizados desde un enfoque positivista pueden brindar herramientas técnicas, más precisamente de análisis espacial que permitan distinguir parte de las desigualdades desde una determinada escala macro. Sin embargo, es necesario recalcar que estas miradas no cuestionan los orígenes de la segregación y es allí donde la perspectiva histórico-estructural se torna indispensable para comprender estos procesos.
En el caso argentino, en las últimas décadas, el estudio de la segregación urbana se concentró en la formación de espacios residenciales cerrados promovida por grupos de clases medias y altas. El interés dedicado a la segregación urbana de sectores populares ha sido considerablemente menor. Asimismo, los abordajes cualitativos o mixtos en torno al estudio de la segregación urbana se muestran relativamente insuficientes.
De acuerdo a lo analizado, la utilización de un abordaje metodológico mixto habilitaría un conocimiento más completo e integral del proceso, sin necesariamente oponer técnicas de investigación, sino abordarlas de modo dialéctico. Este es un requisito frente a lo que proponemos definir como una concepción amplia de la segregación, que observe las transformaciones socioespaciales en su contexto histórico, como parte de la compleja trama política y económica del devenir de la ciudad capitalista bajo modelos de desarrollo neoliberales. Esta mirada implica complementar las perspectivas cuantitativas y la aplicación de índices con aquellas que den cuenta de las dinámicas simbólicas que operan en estas lógicas. Se trata de propiciar investigaciones que incluyan el diálogo entre disciplinas y que busquen avanzar en una propuesta integral.
También existe un riesgo vinculado al tratamiento que la dimensión espacial adquiere en el estudio de estos procesos. Su protagonismo es intrínseco al fenómeno y su rol debe constituir el de un factor explicativo protagónico.
Respecto a las escalas de análisis, luego de largos años dedicados a esfuerzos sobre ciudades de rango metropolitano, en la Argentina se han expandido los estudios hacia otros rangos urbanos y regiones extrapampeanas. Aunque resta aún un desafiante camino por recorrer, que contraste distintas escalas espaciales y temporales para comprender mejor los procesos de segregación urbana. Finalmente, consideramos que la escala barrial debería propiciarse como unidad de análisis integral que permita este diálogo entre metodologías y perspectivas.
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Notas