Editorial
Resultados SNII 2025; ¿Trump, Putin y Zelensky?

Nos abocamos, en la nota editorial del presente volumen de la revista científica Debates por la Historia, a comentar varios temas, con sustento en la línea de historia del tiempo presente. Estas aproximaciones teóricas permiten realizar reflexiones con las evidencias que están circulando en los mass media y en las diversas redes sociales.
La historia se ha venido estructurando con base en la objetividad, desde la época del Comtismo (haciendo referencia a la doctrina filosófica de Augusto Comte), en donde los acontecimientos son rescatados de las distintas fuentes, cuidando no apartarse de lo allí enunciado o que las interpretaciones estén apegadas a las narraciones implícitamente encerradas en estos. Con las nuevas visiones historiográficas, entre ellas las de la historia del tiempo presente, nos acercamos al estudio de procesos o fenómenos ocurridos no solo en el pasado, sino los que corresponden a la realidad cercana. Estudiar los acontecimientos que están ocurriendo en la actualidad e incluso poder aventurar juicios de lo que podría ocurrir con posibilidades racionales, es lo que justifica el abordaje desde la historia del tiempo presente.
Como elementos fundamentales más profundos y con el fin de justificar la historia del tiempo presente, no se puede soslayar la obra La memoria, la historia, el olvido, de Paul Ricoeur (2000), en donde se explicitan las distintas maneras como interactuamos con el pasado. En este proceso entra en juego la memoria, con sus tantas limitaciones de los recuerdos veritativos, debido a la fragilidad del pensamiento humano, y en ocasiones por la tendencia de fabricación de ocurrencias, que pueden responder a distintas finalidades y no tanto por la reposición de los acontecimientos tal y como ocurrieron.
Los acontecimientos pueden tergiversarse en las distintas narraciones que el investigador hace mediante sus interpretaciones, que -sin mucho argumento- se tiene que mencionar que dependen del sujeto, sus valoraciones y de la posición que ocupa en la estructura económica, política y social; entonces nos asalta la preocupación de la historia, tal y como lo planteaba Ranke, con su visión historicista, de si se debe narrar exactamente como ocurrió el acontecimiento.
Otro elemento que interviene en la narración del acontecimiento tiene que ver con los traumas de los historiadores, a la manera como lo explicita LaCapra (2005), cuando menciona que en el rescate de los acontecimientos es necesario vivir el trauma y este debe de ser un trauma vicario. A manera de ejemplo, en el caso de la conquista de la América india por los españoles, no debemos perder el sentido de cómo fueron las vivencias de las poblaciones originarias del “nuevo mundo”, en cuanto a las represalias por defenderse en contra de lo europeo, principalmente lo religioso, que era castigado con empalamientos de poblaciones enteras; el castigo con la muerte por la homosexualidad; la caza con perros y su alimentación con niños indígenas. Esto significa que es posible que en las narrativas del pasado existan nexos con traumas represivos, que en ocasiones pueden perfilarse al perdón o al rescate de la ira en las reconstrucciones historiográficas. No se elude la gran obra del filósofo Paul Ricoeur, pero nos arroja elementos interpretativos de que no toda la historia que se ha venido narrando es la verdadera.
Con la historia del tiempo presente se pretende considerarla como referente teórico y metodológico que permita aventurar juicios de manera interdisciplinaria (con herramientas de otras disciplinas) con la finalidad de sacar del ostracismo a la disciplina de la historia. Abocarnos en distintas fuentes que narran acontecimientos vivos y sentidos, tanto por los sectores ilustrados como por los populares que conforman la realidad social. Enfrentar estos acontecimientos desde nuestra trinchera académica es necesario, pues al parecer no se abordan, los dejamos fuera de las temáticas que se publican y se delega todo el peso de las interpretaciones a los representantes gubernamentales, como si los conflictos que se están generado en el mundo no fueran de nuestra incumbencia.
La pretensión de este escrito es aventurar juicios de lo que está ocurriendo y que involucra a todos los seres humanos, incluyendo a las y los docentes e investigadores humanísticos que cultivan la disciplina de la historia. Nos perfilamos a la narrativa previamente anunciada en el título de la nota editorial, iniciando con los síntomas de felicidad, euforia y satisfacciones; o los de tristeza, angustia y desesperación que ocasionaron los resultados de la convocatoria 2025 de reconocimiento en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII).
Las expectativas de quienes se encuentran laborando en el sistema de educación superior son de esperar con ansias la convocatoria de reconocimiento en el SNII. En distintos chats y redes sociales abundaban comentarios sobre cuándo se publicaría la convocatoria, haciendo analogías con las de otros años, y por fin el nerviosismo estuvo en todo su apogeo a partir del 5 de marzo del 2025, cuando se publica la convocatoria. En ella se establecieron los procesos a seguir, de conformidad con el calendario establecido: apertura, del 10 al 28 de marzo; período de validación documental, del 31 de marzo al 22 de abril; publicación de resultados, a más tardar en el mes de diciembre (Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación [SECIHTI], 2025a).
Luego de la apertura de la convocatoria, comenzó el llenado del expediente y la carga de documentos electrónicos en el sistema Rizoma (SECIHTI, 2025b), creado específicamente para este propósito, del cual es necesario mencionar que es un software especializado que además de eficiente, es muy operativo para cualquier persona no experta en sistemas computacionales y -por que no mencionarlo- un gran acierto de la ahora SECIHTI.
Una vez realizada la captura de información y su comprobación con los archivos electrónicos, había que enviar la solicitud. Esta debía reflejarse como enviada y tenía que imprimirse el comprobante respectivo. De allí en adelante, el o la solicitante tenía que estar a la espera de notificaciones, que no fueron menos preocupantes. Algunas de ellas -y las más comunes- fueron por el faltante del documento de asignación laboral o algún comprobante, pero ahora las notificaciones llegaban por el sistema Ápeiron (SICIHTI, 2025c), en donde se encuentra el concentrado de herramientas para solicitudes y trámites, siendo otro logro de la SECIHTI contar con este software especializado.
La espera, los nervios, la incertidumbre, la prisa por conocer los resultados, la calma chicha (palabra de origen francés, cuando la mar está quieta, diría mi amigo y compañero investigador), fueron emociones que estuvieron presentes entre las y los participantes. Mientras tanto en la SECIHTI ocurría lo contrario: movimiento, actividad intensa y también excitación, porque se realizaba un proceso de insaculación, a la usanza de los griegos en Atenas, donde la elección de sus gobernantes se realizaba por aceptación mayoritaria; pero en el caso de la SECIHTI corresponde a un sorteo para designar a las y los evaluadores del proceso de selección para el ingreso y permanencia en el SNII.
Al ser insaculado (seleccionado) y formar parte de las comisiones dictaminadoras, conlleva varias actividades de actualización y de capacitación, con el fin de realizar un trabajo a la altura de lo requerido por las y los científicos mexicanos y extranjeros que cumplen los requisitos para ello. Hubo reuniones y más reuniones de gran calidad para la revisión de documentos, entre ellos, los criterios específicos de evaluación y los parámetros de referencia. Estos lineamientos, se menciona con atrevimiento, debieran ser condición mínima para las y los aspirantes al SNII su lectura e internalización mínima, porque son la evidencia clara y operativa para el logro de lo pretendido. Hacer lo contrario implica estar a oscuras, sin guía y eso genera especulaciones que luego se expresan en comentarios como los siguientes: “tenía todo para para ser candidato y quedé fuera”, “los que me evaluaron, lo hicieron mal”, “presenté la producción para ser Nivel I y no me la consideraron”, “la culpa es de los evaluadores que actúan de manera muy subjetivista y con deseos de que no se ingrese al sistema porque ya no tienen con que pagar los estímulos económicos”, entre otras expresiones.
Los comentarios anteriores se leyeron en los grupos de redes sociales, pero la experiencia de quien escribe, al haber sido parte de la Comisión 7 del área V de Humanidades, otorga los elementos necesarios para dejar asentado que demasiados aspirantes al SNII no leen los documentos que marca la convocatoria y en los cuales se menciona puntualmente los criterios y parámetros para la evaluación, se explicita lo que debe producirse cuantitativa y cualitativamente para la obtención de los distintos niveles del SNII: Candidato, Nivel I, Nivel II, Nivel III y Emérito.
Por fin los resultados de la convocatoria para el reconocimiento del SNII 2025 fueron publicados el primero de agosto. No hubo que esperar al mes de diciembre, conforme al cronograma que se había presentado. A través de este medio se extiende una felicitación a quienes lograron algunos de los niveles y a quienes no les fue posible en esta convocatoria ni en la reconsideración; en el año 2026 tendrán otra oportunidad para el logro de tan importante distinción.
Después de la Primara Guerra Mundial, y como nos explicaban nuestros profesores de historia en las aulas, el tratado de Bret Litovsky (Pacheco, 2011) había finiquitado la conflagración bélica en Europa, en el año de 1918. Los términos del acuerdo representaron una gran pérdida para la Rusia soviética, que se estaba perfilando al comunismo y que algunos intelectuales interpretan como la causa de que terminara la guerra rápidamente, para detener el avance de teorías y prácticas de un nuevo modo de producción y de apropiación social. Rusia tuvo que ceder varios territorios que poseía desde la época del imperio de los Zares, entre los que se cuentan Polonia, Ucrania y países Bálticos, pero aquí solo nos demarcamos por Ucrania, centro del conflicto entre Putin y Zelensky, como se ha venido enunciando en los medios de comunicación.
La caída del bloque soviético, en el año de 1989, permitió en su resquebrajamiento el surgimiento de países independientes como fue el caso de Ucrania, que en 1991 declaró su independencia y se constituye en una república, después de varios plebiscitos. Estas medidas fueron bien vistas por los países de occidente, en especial los agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la cual el naciente país pide su anexión. Esta organización multinacional se constituye como forma de imponer un muro de contención contra Rusia, ya no por su sistema de ideas socialistas, sino porque representa, junto con China, Siria, Irán, Corea del Norte, entre otros; un bloque comercial muy fuerte que amenaza la estabilidad mundial; lo que eleva el conflicto de Ucrania y Rusia a escala global.
En este conflicto entra Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América (EUA), quien luego de su segunda elección, toma posesión de su encargo como el 47º presidente norteamericano, el 20 de enero del 2025, con su lema “Make America Great Again”. Desde entonces ha desarrollado una guerra comercial, imponiendo aranceles a distintos países, como una forma de nivelar su balanza comercial deficitaria. No se requiere ser economista para entender que EUA compra más de lo que vende y de allí la imposición arancelaria como una forma de enfrentar lo que él llama “abuso” que otros países han hecho de la nación norteamericana.
Las políticas del presidente Trump han provocado una gran cruzada antiinmigrante hacia poblaciones de otros países que no se encuentran residiendo legalmente en suelo norteamericano, sin ocultar las grandes violaciones de derechos humanos que están a la luz de los medios masivos de comunicación, noticiarios y redes sociales. Además, el retiro de fondos a fundaciones de apoyo en otros países, como fue el caso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAAIDS, por sus siglas en inglés). Esta última funcionaba en México con fines de espionaje y de apoyo a los sectores tradicionales que supuestamente promovían la democracia, cuyos representantes, Claudio X. González Guajardo y María Amparo Casar Pérez, recibieron 502 millones 588 mil pesos entre 2016 y 2023, según informó la Unidad de Inteligencia Financiera del Gobierno Federal (Wola, 2025). Recientemente, la declaración de organizaciones terroristas a los carteles mexicanos se presenta como un episodio con fines intervencionistas, que de nueva cuenta muestra los intereses comerciales que este país persigue para poner en activo los efectivos militares y su economía de guerra.
Vladímir Putin, presidente de la Federación de Rusia -en su tercer mandato- desde el 7 de mayo de 2012 (CNN, 2024), fue agente de la extinta KGB (Comité para la seguridad del Estado ruso). Esta característica permite establecer la relación de ser un admirador de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y no renunciar a las pretensiones de hacer de la Federación Rusa una potencia económica y militar como lo fue en el pasado o como se dio a conocer en occidente en las narrativas de la Guerra Fría entre los dos colosos (EUA y la URSS), que en ocasiones se tornaba más caliente y que amenazaban la paz mundial ante el posible despliegue de armas nucleares, amenaza cada vez más revivida hoy en día en la escalada del conflicto entre Israel y Palestina.
Pero regresando a Putin, ha estado envuelto en diversos escándalos como el de la ayuda en las elecciones de Trump para que llegara a la presidencia en su primer mandato (El País, 2018) y en crímenes de enemigos que le estorbaban en sus pretensiones. En cuanto al conflicto con Ucrania, Putin hasta cierto punto reclama raíces de la extinta URSS, territorios culturales pro rusos, acusando al gobierno de Zelensky de ser tiránico y pro nazi en contra de las poblaciones afines al gobierno ruso, a lo que tenemos que argumentar la serie de cacicazgos regionales que quedaron ante la disolución de la Rusia Socialista que siguen disputando el poder. Otro elemento más y de gran envergadura fue el acercamiento y la solicitud de Zelensky para pertenecer a la OTAN, lo que representa un peligro ante las miradas anexionistas geográficas, comerciales y de defensa militar ante Putin. La pregunta que debemos hacernos es, ¿estamos nuevamente ante un reparto del mundo por los países hegemónicos como los EUA-Trump y Rusia-Putin? Ponemos a los países con ese grado de pertenencia debido a que no hay oposición que los detenga en las decisiones que están tomando, ¿estamos ante otro episodio de una nueva Guerra Fría?
Por fin un acercamiento, la entrevista realizada el 15 de agosto del 2025, en Alaska entre Trump y Putin, con el objetivo de detener la guerra en Ucrania. Zelensky queda fuera y a la espera de que el magnate y empresario le mencione como será este ansiado desenlace y los posibles acuerdos de las reparaciones. Sin embargo, al no haber declaraciones de prensa de los dos personajes en cuestión, solo podemos mencionar que “En una conversación telefónica exclusiva con la BBC, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que se siente decepcionado, pero no ha roto su relación con Vladímir Putin” (BBC News, 2025, párr. 1).
Hasta aquí dejamos el presente editorial, no sin antes invitar a que se sigan realizando reflexiones de los acontecimientos que se están presentando en nuestra cotidianidad y que nos involucran a todos por el simple hecho de formar parte de esta sociedad cada vez más compleja. Así mismo, invitamos a la lectura de los artículos científicos que se publican en el presente número y extendemos la invitación para que postulen sus trabajos investigativos con fines de publicación.
Todo comentario se recibe en el correo:aperezp@uach.mx
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