Resumen: Este trabajo analiza la percepción de quienes ocupan posiciones directivas de las municipalidades de la provincia de Llanquihue, Chile, sobre la existencia de segregación vertical y de manera específica, del techo de cristal en sus respectivas instituciones. Para ello se indagó si se perciben barreras internas, externas y mixtas. La muestra fue por conveniencia y estuvo compuesta por 34 directivos adscritos a 5 municipios del sur de Chile. Se utilizaron procedimientos de estadística descriptiva e inferencial para analizar la base de datos cuantitativos obtenidos a través de la aplicación de un cuestionario. Los resultados reflejan que, a pesar de la abundante evidencia empírica sobre la existencia de este tipo de segregación en la administración pública, no hubo hallazgos en esta investigación que confirmen tal percepción, en tanto, no existen diferencias significativas entre mujeres y hombres respecto a una mayor percepción de las primeras sobre la existencia del techo de cristal, con lo cual se abre un camino interesante de análisis.
Palabras clave: barreras de género, dirección municipal, liderazgo, segregación vertical.
Abstract: This study examines the perception of those holding managerial positions in the municipalities of the Llanquihue province, Chile, regarding the existence of vertical segregation and, specifically, the glass ceiling in their respective institutions. It investigates whether internal, external, and mixed barriers are perceived. The sample was convenience-based and consisted of 34 executives affiliated with 5 municipalities in southern Chile. Descriptive and inferential statistical procedures were used to analyze the quantitative data obtained through a questionnaire. The results reflect that, despite abundant empirical evidence of this type of segregation in public administration, there were no findings in this research to confirm such perception. Moreover, there are no significant differences between women and men regarding a higher perception among women of the existence of the glass ceiling, opening an interesting path for further analysis.
Keywords: gender barriers, leadership, municipal management, vertical segregation.
Se percibe la existencia de techo de cristal en municipios chilenos
Is the existence of a glass ceiling perceived in Chilean municipalities
Recepción: 02 Febrero 2024
Aprobación: 09 Junio 2024
Publicación: 30 Junio 2024
El concepto de techo de cristal se ha convertido en un tema relevante en el análisis de la igualdad de género en las instituciones, tanto a nivel global como local. Este fenómeno refiere a las barreras invisibles y estructurales que impiden el ascenso de las mujeres a puestos de liderazgo y toma de decisiones, ha sido objeto de estudio y debate en numerosos campos, desde la sociología hasta la política y la economía.
Si bien se ha logrado un progreso significativo en la lucha por la igualdad de género en las últimas décadas, la presencia de techo de cristal persiste en muchas instituciones, incluidas las de carácter local. A menudo, las mujeres encuentran dificultades para acceder a puestos de poder e influencia en estas organizaciones, lo que limita su participación en la toma de decisiones y la representación equitativa de sus intereses. Por lo tanto, analizar el fenómeno techo de cristal, permite verificar hasta qué punto una institución ofrece espacios igualitarios de desarrollo para las mujeres; asimismo abre la posibilidad para identificar los desafíos que enfrentan las mujeres en su ascenso a posiciones de poder y toma de decisiones, así como también concientizar acerca de la persistencia de desigualdades de género en nuestras sociedades, incluso en entornos aparentemente más igualitarios. Lo anterior, delinea la implementación de medidas concretas que promuevan la igualdad de oportunidades y garanticen una representación equitativa en todos los niveles de la vida institucional.
Este trabajo analiza la percepción de quienes ocupan posiciones directivas de las municipalidades de la provincia de Llanquihue, Chile, sobre la existencia de segregación vertical y de manera específica, del techo de cristal en sus respectivas instituciones. Se consideraron las barreras internas, externas y mixtas como causas del fenómeno propuestas por Martínez (2015). La muestra fue por conveniencia y estuvo compuesta por 34 directivos adscritos a 5 municipios del sur de Chile. Se utilizaron procedimientos de estadística descriptiva para analizar la base de datos cuantitativos obtenidos a través de la aplicación de un cuestionario. Con esta investigación se espera dar a conocer la realidad sobre la situación en materia de género a lo interno de los entes municipales.
El techo de cristal se trata de un término que acuñó la consultora norteamericana Marilyn Loden a finales de la década de los setenta en un discurso sobre aspiraciones de las mujeres, para reflejar un fenómeno cultural que hace parecer a las mujeres como incapaces de ascender en sus carreras más allá de los primeros peldaños de gerencia media, lo que obstruye sus aspiraciones y oportunidades profesionales. Sin embargo, hay quienes establecen su origen diez años más tarde en un informe sobre las mujeres ejecutivas, titulado The Glass Ceiling. Special Report on the Corporate Woman de Hymowitz y Schellhardt (Pozo et al., 2018). Independiente del origen del término, esta analogía ha sido ampliamente utilizada en la literatura sobre la materia para hacer referencia a obstáculos y barreras que viven las mujeres en distintos ámbitos y que no son de tipo legal-formal.
Al igual que el término techo de cristal, la literatura sobre la temática utiliza otros términos, tales como suelo pegajoso, laberinto de cristal, fugas en la tubería, entre otros similares, para graficar las enormes dificultades que viven las mujeres para ascender, y a lo largo de su trayectoria laboral (Alcaraz y Vásquez, 2020; Pinilla y Guzmán, 2020); Rincón y Domínguez, 2023; Kin y Park, 2023; Carrasquer y Zawdasky, 2023; (Brower y James, 2023; Carli y Eagly, 2016; Cohen et. al, 2020).
Es así como el fenómeno del techo de cristal se atribuye a la división sexual del trabajo, es decir, a la existencia de una marcada segregación de espacios, funciones y roles según el género. Dicha especialización diferenciada según sexo se manifiesta de manera palpable en la estructura tanto social como laboral. Esta dinámica ha generado una disparidad de poder, favoreciendo la preeminencia de lo masculino sobre lo femenino.
En este sentido, es esencial reconocer que el techo de cristal no se basa en diferencias de habilidades, competencias o capacidades entre hombres y mujeres. Por el contrario, se atribuye a diversos factores que se pueden dividir en tres categorías principales. En primer lugar, las barreras estructurales propias de la división tradicional del trabajo que perpetúan estereotipos de género en las sociedades. En segundo lugar, una cultura patriarcal al interior de las organizaciones que favorece la progresión laboral de los hombres. Por último, las barreras internas de las mujeres que dificultan su avance profesional y que son producto de la socialización diferenciada de género.
Con respecto a las barreras estructurales o sociales, vale decir que históricamente, la esfera pública ha estado vinculada a actividades como el trabajo remunerado, la política, la educación y otras áreas de participación social, las que se ubican fuera del hogar. Dichas actividades que conforman el rol de agente son asignadas mayoritariamente a los varones. La esfera privada, en cambio, se asocia a tareas de cuidado, crianza de hijos e hijas, tareas domésticas y atención emocional de otras personas. Dichas actividades que conforman el rol comunal son asignadas mayoritariamente a las mujeres.
Dicha desigualdad reduce el tiempo disponible para que las mujeres puedan dedicarse plenamente a sus carreras profesionales (Wirth, 2002; O´Neil et al., 2008; Meza, 2018;Cárdenas y Yévenes, 2018; OIT, 2019; Cohen et al., 2020;Babic y Hansez, 2021). La magnitud de esta problemática se intensifica cuando las mujeres tienen parejas y también a medida que el número de hijos e hijas aumenta (Tomás y Guillamón, 2009; Barberá et al., 2009; Camarena y Saavedra, 2018;Castaño et al., 2019; Babic y Hansez, 2021). Esta búsqueda de equilibrio entre sus responsabilidades laborales y reproductivas también puede dificultarles mantener otras facetas importantes de sus vidas, lo cual refleja las tensiones entre las expectativas laborales y los compromisos familiares que las mujeres enfrentan en la sociedad contemporánea.
Como segundo elemento que propicia el techo de cristal se tiene la existencia de una cultura organizacional patriarcal que favorece la progresión laboral de los hombres en detrimento de las mujeres. Los varones suelen ser percibidos con atributos directamente más vinculados al mejor desempeño laboral y mayor liderazgo. Son comúnmente etiquetados como autónomos, competentes y orientados hacia metas características que se asocian directamente con una mayor productividad, eficacia y la consecución de objetivos específicos. Estos rasgos se vinculan con la creencia arraigada de que el liderazgo efectivo está intrínsecamente ligado a lo masculino (Cuadrado et al., 2008; Cook y Glass, 2014; Carli y Eagly, 2016; Camarena y Saavedra, 2018). Y, por tanto, las mujeres no se adecuarían al perfil directivo necesario, pues suelen percibirse como menos capaces y hábiles que los varones para liderar una organización (Bruckmüller et al., 2014;Ryan y Haslam., 2016; (Brescoll, 2016; Rincón et al., 2017).
Incluso se da la paradoja que en situaciones en que las mujeres exhiben rasgos asociados comúnmente con lo masculino, especialmente aquellos percibidos negativamente como dominio y poder (ira, desprecio u orgullo), la organización tiende a imponer mayores sanciones a ellas, por ejemplo, a través del rechazo social (Da Grangeiro et al., 2022).
Todo lo anterior explica que exista un predominio de hombres ocupando roles de liderazgo, debido a lo que se conoce como reproducción homosocial o principio de homofilia (Kanter, 1977;Espinoza et al., 2022). Este término se refiere a la tendencia de las personas a relacionarse y asociarse principalmente con individuos del mismo género. Puede manifestarse en distintos contextos como en el lugar de trabajo, en la vida social o en instituciones educativas, donde las personas tienden a formar redes y conexiones con aquellos que comparten características similares. (Ver Kanter, 1977).
Debido a que son principalmente los hombres quienes tienen el poder y, por tanto, toman las decisiones en las organizaciones, tienden a favorecer a otros que son similares a ellos en términos de género y a la insensibilidad en los varones para reconocer la presencia de mujeres calificadas (Tomás y Gillamón, 2009;Amis et al., 2020). De esta manera, los hombres tienden a formar redes interpersonales que son fundamentales para la vida laboral, debido a que proporcionan conexión, información y oportunidades que de otra manera no estarían disponibles. La menor participación de las mujeres en estas redes tiene un impacto negativo en su salario, estatus y posición profesional (Elacqua et al., 2009); Barberá et al., 2009; Williams et al., 2012;Cohen et al., 2020).
En tercer lugar, el fenómeno del techo de cristal se explica por la existencia de barreras internas de las mujeres, que nacen de su proceso de socialización y que complican su preparación para ascender y alcanzar el éxito profesional. Estas barreras incluyen expectativas más moderadas en comparación con sus homólogos masculinos, temor al éxito, reticencia hacia puestos altos, mayor aversión hacia la competencia (Freidenberg et al., 2018; Blay y González, 2022, Ammassari et al., 2023), menor autoconfianza en cuestiones tradicionalmente masculinas o baja autoestima (Ponce, 2001; Tomás y Guillamón, 2009;Gaete et al., 2019;Amis et al., 2020), más formación en áreas tradicionalmente femeninas, entre otras (Pozo et al., 2018;Camarena y Saavedra, 2018). Lo anterior se debe a que a lo largo del tiempo se les ha reiterado constantemente a las mujeres que carecen de las competencias necesarias para ocupar determinados puestos o para destacarse en ciertos campos, por lo cual, es probable que internalicen esas creencias (Tomás y Gillamón, 2009;Barberá et al., 2009;Aceña y Villanueva, 2018).
Como resultado, podrían mostrar una menor confianza en sí mismas, evitar oportunidades de liderazgo o roles de mayor responsabilidad. Por tanto, los estereotipos hacia las mujeres tendrían efectos proféticos en ellas, es decir, logran anticipar los obstáculos que tendrán durante su progresión profesional. Lo anterior lleva a deducir que, el techo de cristal tiene un impacto negativo tanto a nivel individual como colectivo. En el primer caso, las mujeres se ven limitadas en sus oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional, lo que afecta su autoestima y perspectivas de futuro. Esto ocurre incluso en ocupaciones con representación mayoritariamente femenina. En el segundo caso, la falta de diversidad en los altos cargos impide una toma de decisiones equitativa y justa, ya que se excluyen voces y perspectivas importantes al interior de la organización.
Esta segregación vertical es más probable en el sector privado que en público, debido a que en este último hay una mayor presión para cumplir con estándares de igualdad y transparencia debido a la rendición de cuentas ante el público y a las políticas gubernamentales que promueven la diversidad en la fuerza laboral y que logran neutralizar algunos efectos discriminatorios (Carrancio, 2018;Babic y Hansez, 2021). En el ámbito privado, en cambio, las decisiones de contratación, promoción y compensación suelen ser menos transparentes que en el sector público, lo que puede permitir que los prejuicios inconscientes y la discriminación jueguen un papel más importante en la limitación de las oportunidades para las mujeres y las minorías.
Es de hacer notar que en la actualidad se ha generado una plataforma que ha dado lugar a acciones concretas que propendan a promover la equidad de género y el desarrollo de carreras en mujeres. Se trata de un tema que forma parte de la agenda de toma de decisiones en todas las esferas de decisión. Con lo cual queda en evidencia, al menos en el contenido de la políticas y estrategias de acción, la apertura de una nueva cultura que permite identificar la desigualdad que tradicionalmente en la que han vivido las mujeres en espacios de decisión (Estrada-Esparza, 2019;García-Gualda, 2022;Rosas, 2023).
La investigación sobre el fenómeno del techo de cristal se divide en dos enfoques esenciales. En el primero, los estudios que se centran en cuantificar el número de mujeres en puestos de liderazgo en comparación con los hombres, además de comprender las circunstancias y la naturaleza de los roles que ocupan (Caínzos, 2021). De esa manera, su foco es el reconocimiento de las barreras que obstaculizan el progreso profesional de las mujeres en una organización o área específica.
Para ello, no basta con comparar los cargos ocupados por hombres y por mujeres en un momento determinado, sino que se deben analizar datos longitudinales de sus respectivas trayectorias laborales. Lo anterior se debe a que muchas mujeres ingresan en la fuerza de trabajo al mismo nivel que los hombres, pero sus carreras progresan mucho más despacio (Wirth, 2002). Un ejemplo de este tipo de estudios es el realizado por Caínzos (2021), que al utilizar los criterios de Wright (1997) evalúa la capacidad efectiva de los cargos de tomar decisiones efectivas, incluyendo la sanción.
En el ámbito del segundo enfoque, una parte considerable de la evidencia empírica relacionada con el fenómeno del "techo de cristal" se enfoca en la medición de la percepción de las mujeres. Este análisis se lleva a cabo a través de encuestas, entrevistas y estudios cualitativos. Esta línea de investigación tiene como objetivo comprender cómo perciben las mujeres sus oportunidades laborales, sus expectativas de progreso y las barreras invisibles que obstaculizan su ascenso profesional.
En este contexto, la evidencia empírica indica que ciertos factores, como el estado civil, muestra una correlación positiva con la existencia del techo de cristal. De manera específica, las mujeres casadas tienen punto de vista menos igualitario debido a la cercanía con sus cónyuges masculinos, por lo que podrían explicar la existencia del techo de cristal debido a fallas individuales de las mujeres y no a aspectos estructurales (Mert, 2021). Sin embargo, para Cech y Blair-Loy (2020), quienes son madres son más propensas que las mujeres sin hijos a considerar los sesgos y otros factores centrados en la estructura como razones del techo de cristal.
Por otro lado, la evidencia empírica indica que también quienes han alcanzado alto rango en las organizaciones son menos propensas a percibir la existencia de techo de cristal; es decir, ven el sistema como justo (Cohen et al., 2020). Es decir, quienes están en una situación de mayor rango tenderían a ver sus organizaciones – sean públicas o privadas – de manera más favorable respecto a su preocupación por las personas, y, por tanto, serían menos propensas a informar sobre la existencia de un techo de cristal.
Ahora bien, respecto a la variable de edad respecto a la percepción de la existencia del techo de cristal también ha sido estudiada. En un estudio reciente realizado entre maestras en Estambul (Mert, 2021), se encontró al respecto una correlación interesante. Según los resultados, las docentes de entre 36 y 45 años mostraron una mayor percepción de este fenómeno en comparación con aquellas mayores de 45 años. Además, se observó que esta percepción era más pronunciada entre las maestras que contaban con educación de postgrado. Esta tendencia posiblemente se deba a que, al tener un nivel educativo más alto, estas profesionales participaron en procesos de promoción laboral, pero enfrentaron dificultades para obtener ascensos, lo que refuerza las barreras que enfrentan las mujeres en su desarrollo profesional. En cuanto a la etnia, varios estudios como el de Cohen et al. (2020) indican que las minorías étnicas perciban más la existencia de un techo de cristal que las mujeres blancas.
Una correlación significativa se evidencia en la percepción del techo de cristal y la observación de un trato preferencial hacia los hombres. Cuando las mujeres sienten que no son tratadas de la misma manera que sus colegas masculinos, es más probable que identifiquen la presencia de un techo de cristal dentro de sus organizaciones respectivas (Elacqua et al., 2009); Cohen et al., 2020;Babic y Hansez, 2021).
Respecto a los impactos de la percepción del techo de cristal, investigaciones como la de Cohen et al. (2020) sugieren que las mujeres podrían mostrar una menor disposición para buscar ascensos o para desarrollar plenamente sus habilidades profesionales. Asimismo, se vería afectada su satisfacción laboral y su compromiso con la organización (Elacqua et al., 2009). En otras palabras, una menor implicación por parte de las trabajadoras podría traducirse en una renuencia a realizar esfuerzos adicionales por la empresa, a mantener su vínculo con ella o a identificarse con sus objetivos y valores. El compromiso tanto de los trabajadores como de las trabajadoras reviste importancia, ya que está directamente vinculado con la efectividad de las organizaciones.
El fenómeno del techo de cristal ha sido objeto de estudio en diversos ámbitos más allá del empresarial. La investigación se ha extendido a la esfera política, donde se examinan las barreras que enfrentan las mujeres en la búsqueda de cargos de liderazgo. Asimismo, se ha analizado en el contexto de los funcionarios públicos, donde se observan los obstáculos que limitan el avance de las minorías y las mujeres en las jerarquías gubernamentales. Incluso en los gobiernos locales, se han realizado estudios para comprender cómo estas barreras afectan la representación y la participación de diversos grupos en la toma de decisiones a nivel comunitario.
La investigación sobre el techo de cristal también ha sido relevante en la administración pública, para analizar la experiencia de mujeres en el Poder Judicial y Magistratura. Se ha analizado cómo las mujeres encuentran obstáculos para avanzar hacia puestos de liderazgo en agencias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Estudios han documentado la subrepresentación de mujeres en roles de toma de decisiones y la persistencia de estereotipos de género que influyen en las oportunidades de carrera y el progreso profesional de las mujeres en el servicio público. Estas investigaciones han contribuido a comprender mejor las dinámicas que perpetúan la desigualdad de género en el ámbito público y han proporcionado información valiosa para la implementación de políticas y prácticas más inclusivas.
En lo que respecta a la realidad destacan las investigaciones desarrolladas por Gaete y Álvarez (2020) en organismos de la administración pública (Ministerios y Fiscalía general, respectivamente). Se encontró que existe una importante segregación vertical en los nombramientos de los concursos de primer y segundo nivel jerárquico de la administración del Estado en Chile e identificaron además las principales barreras, entre las que destacan los estereotipos de género, la conciliación trabajo-familia y la cultura patriarcal en las organizaciones estudiadas.
Cabe destacar que en la búsqueda bibliográfica no se ha identificado algún trabajo donde se aborde la percepción del techo de cristal en el ámbito municipal chileno, lo cual hace de esta investigación un aporte al conocimiento en la materia.
El estudio analizó el fenómeno del techo de cristal desde una óptica cuantitativa, relacionado con el acceso de las mujeres a los cargos directivos de las municipalidades correspondientes a la provincia de Llanquihue, Chile, pero, de manera específica a la percepción de quienes ocupan estos puestos sobre la segregación vertical de género. Al respecto se pretendió responder la pregunta de investigación: ¿Los equipos directivos perciben la existencia del techo de cristal en sus respectivos municipios? La investigación fue de alcance descriptivo y diseño no experimental, de corte transversal. De un total de 9 Municipalidades; Puerto Montt, Puerto Varas, Frutillar, Cochamó, Fresia, Llanquihue, Los Muermos, Calbuco y Maullín, ubicadas en la provincia de Llanquihue, Chile, se excluyeron las 4 primeras, de modo que la población estuvo conformada por la totalidad (39) de los directivos de 5 municipalidades.
Se utilizó muestreo por conveniencia, por tratarse de un estudio exploratorio, cuyo principal objetivo consistió solo en realizar un primer acercamiento al fenómeno en estudio. La muestra, por conveniencia, estuvo compuesta por 34 directivos municipales quienes aceptaron participar. Se muestra en Tabla 1:


De los 34 directivos municipales participantes en el estudio, el 55,9% eran hombres y 44,1% mujeres, el 64,7% tienen más de 40 años. El 100% poseía educación superior completa y 5,9% tenían estudios de postgrado.
El estudio descriptivo de los resultados reflejó una consistencia interna de la escala buena, con un alto índice de confiabilidad del instrumento (α= 0,89). Resultó de interés estudiar la estadística descriptiva de cada barrera de forma individualizada. La tabla 4 presenta el promedio, desviación estándar, moda y mediana obtenidos para cada barrera. El alfa de Cronbach por barrera oscila entre 0,75 y 0,8en la siguiente tabla 4

Adicionalmente se analizaron los resultados obtenidos por cada uno de los ítems, mediante frecuencias.Tabla 5


Por último, se utilizó la prueba Anova de un factor para determinar si había diferencias estadísticamente significativas entre los grupos etarios y su percepción de Barreras Internas, Externas y Mixtas. Se estimó el tamaño del efecto empleando f de Cohen y la potencia de la prueba.Tabla 7

Estos resultados son coincidentes con investigaciones previas como la realizada por Mert (2021), en el ámbito educativo, donde justamente quienes estaban en el rango etario menor a 45 años, tenían una percepción más alta de las barreras de género.
El propósito de la presente investigación ha sido identificar las percepciones de los directivos municipales sobre el constructo techo de cristal e identificar la existencia de diferencias entre los directivos en cuanto a la percepción de dicho fenómeno.
Si analizamos los resultados obtenidos, queda demostrado que los directivos y directivas no perciben la existencia del techo de cristal en la forma de barreras invisibles que impidan el ascenso de las mujeres a puestos directivos dentro de las municipalidades. Si se revisan las frecuencias predominan las opciones “Totalmente en desacuerdo”, “en desacuerdo” y “desacuerdo o ni de acuerdo”, en la mayor parte de los ítems que dan cuenta de la existencia del techo de cristal, con excepción de la afirmación “El desarrollo de legislación que apoye la paridad es imprescindible para favorecer el acceso a las mujeres a los cargos directivos municipales” en que las opciones “de acuerdo y totalmente de acuerdo” superar en 50% de las preferencias.
Adicionalmente se ha rechazado el planteamiento inicial sobre la existencia de diferencias significativas en cuanto a la percepción de los directivos en función del sexo de los participantes del estudio. Los directivos hombres y las directivas perciben de manera similar las Barreras Internas, Externas y Mixtas causantes del techo de cristal. Lo anterior, tiene coincidencia con investigaciones previas, en la cuales se ha encontrado que quienes han alcanzado alto rango en las organizaciones, son menos propensas a percibir la existencia de techo de cristal. Se debe tener presente que una de las características del techo de cristal son las barreras invisibles. Ahora bien, si consideramos el contexto de aplicación de este estudio, la realidad pública chilena, se debe tener presente los avances en materia de género como fenómeno global, lo cual ha permitido desarrollar un marco normativo, político y de acciones concretas para favorecer la equidad de género.
Como limitación de la presenta investigación se debe mencionar el tamaño de la muestra, lo cual representa al mismo tiempo una oportunidad de seguir ahondado en investigaciones con mayor cobertura, que involucren la participación no solo de directivos sino de aquellas personas que están en ascensos y en período fértil. Esto sobre todo si consideramos que la edad en las personas participantes en este estudio fue un dato relevante, en tanto, presentaron una mayor identificación de barreras internas, razón que lleva a reflexionar en torno a las tensiones para conciliar la vida personal, laboral y familiar resulta un desafío, sobre todo cuando se realizan labores de cuidado, tradicionalmente realizadas por mujeres.



Adicionalmente se analizaron los resultados obtenidos por cada uno de los ítems, mediante frecuencias.Tabla 5


Por último, se utilizó la prueba Anova de un factor para determinar si había diferencias estadísticamente significativas entre los grupos etarios y su percepción de Barreras Internas, Externas y Mixtas. Se estimó el tamaño del efecto empleando f de Cohen y la potencia de la prueba.Tabla 7

Estos resultados son coincidentes con investigaciones previas como la realizada por Mert (2021), en el ámbito educativo, donde justamente quienes estaban en el rango etario menor a 45 años, tenían una percepción más alta de las barreras de género.