Reseñas

Salas Astraín, Ricardo (Ed.), Luchas sociales, justicia contextual y dignidad de los pueblos. Santiago de Chile. Ariadna Ediciones. 2020. (330 pp.)

Felipe Sandoval Tapia
Universidad Católica de Temuco, Chile

Salas Astraín, Ricardo (Ed.), Luchas sociales, justicia contextual y dignidad de los pueblos. Santiago de Chile. Ariadna Ediciones. 2020. (330 pp.)

Wirapuru Revista Latinoamericana de Estudios de las Ideas, núm. 1, pp. 134-138, 2020

Ariadna Ediciones

Salas Astraín Ricardo. Luchas sociales, justicia contextual y dignidad de los pueblos. 2020. Santiago de Chile. Ariadna Ediciones. 330pp.. 9789568416928

En las últimas décadas las movilizaciones sociales por una convivencia más digna se han vuelto cada vez más visibles ante las arremetidas de las políticas neoliberales. En muchas partes de América, la implementación de tales políticas ha ido cosechando injusticias y desigualdades crecientes, afectando de distintos modos a grupos, clases y minorías. El tema de la justicia se ha vuelto una cuestión central en el pensamiento político y filosófico. Luchas sociales, justicia contextual y dignidad de los pueblos es un libro colectivo del cual participaron destacados/as pensadores/as, cientistas sociales y filósofos/as, latinoamericanos y europeos. En sus páginas se abordan los complejos conflictos de la realidad sociocultural y las luchas de los pueblos de América Latina desde una perspectiva de gran actualidad, orientada a comprender el sentido de estas luchas sociales. Los sucesivos capítulos destacan los aspectos comunes y los matices específicos de las movilizaciones y estallidos político-sociales que han hecho evidente el deterioro de los sistemas políticos democráticos.

El editor del volumen es Ricardo Salas Astraín, investigador de la Universidad Católica de Temuco (Chile), con larga experiencia como compilador y editor de libros sobre pensamiento crítico. En este caso, organiza los aportes de una veintena de colaboradores: Marc Maesschalck, Pablo Guadarrama González, Elisa Cruz Rueda, Ana Luisa Guerrero, Sofía Reding Blase, Alfredo Gómez Muller, Leonardo Tovar González, Vladimir Aguilar Castro, Juan J. Paz y Miño Cepeda, Freddy Simbaña Pillajo, Fidel Tubino, Jorge Viaña, Maria Aparecida Rezende, Jovino Pizzi, Sirio López Velasco, Yamandú Acosta, María Luisa Rubinelli, Alcira B. Bonilla, Eduardo J. Vior, Federico Mare, José María Aguirre Oraa.

Los/as autores/as coinciden en hacer planteamientos convergentes acerca de los orígenes y las causales de las heterogéneas protestas sociales en contextos diferenciados. Se destaca una mirada holística de las sociedades latinoamericanas: las crisis son económicas, políticas y culturales. Las diversas protestas sociales callejeras que sacudieron y siguen presentes en muchas grandes y pequeñas ciudades de nuestros países tuvieron y tienen como principal propósito evidenciar las crecientes injusticias y desigualdades que afectan a las mayorías. En todas se cuestionan, en último término, la legislación y las prácticas políticas en que incurren unos gobiernos que sostienen un sistema que niega los derechos sociales y que reprimen a través de las fuerzas policiales a las mayorías sociales que se alzan contra el abuso y la explotación.

Los trabajos recopilados comparten un interesante enfoque teórico centrado sobre las relaciones entre las experiencias de injusticias y las expectativas de reconocimiento en contextos de democracias débiles, donde los sectores populares y las minorías étnicas luchan por la sobrevivencia y dignidad. Estos dilemas no son nuevos en el escenario latinoamericano post dictaduras; las semillas del neoliberalismo fueron echando raíces en las últimas décadas. En este sentido, la mayor parte de los textos destacan los procesos sociopolíticos que conllevan tanto la fragilidad de las democracias (donde se producen tanto quiebres en las coaliciones y fisuras en la clase gobernante), como las desigualdades y asimetrías asociadas a un modelo de desarrollo económico ya agotado, y atravesado hoy por dilemas como la corrupción y el narcotráfico entre otros. El recorrido comprende desde el empobrecido Haití, azotado por años de malos gobiernos e intervenciones extranjeras; México, confrontado entre la modernidad y la tradición bajo las expectativas de un nuevo gobierno; Colombia, dañado por años de conflicto social y político con los carteles, las guerrillas y las muertes masivas; Venezuela y Ecuador, intervenidos por conflictos internos y externos (con referencia a cómo las políticas neoliberales reemplazaron el proyecto correísta); Brasil, donde al avance y deterioro democráticos siguieron políticas propias de un gobierno neofascista; los países del Cono Sur: Uruguay, Argentina y Chile, país este último que ha puesto a prueba durante años políticas neoliberales que han reforzado las desigualdades.

Los análisis desde el punto de vista filosófico y de las respectivas disciplinas de las ciencias sociales muestran los complejos y disímiles procesos socio históricos y culturales de los estados latinoamericanos en la actualidad.

El volumen da inicio con una introducción a cargo del editor, donde se tratan algunos de los principales marcos argumentativos para pensar las luchas sociales en América Latina y el Caribe. Ricardo Salas destaca el papel de los respectivos contextos sociohistóricos, lo cual explica el análisis diferenciado que se despliega en cada uno de los capítulos. También plantea una tesis que postula un escenario en el cual el modelo neoliberal está entrando en sucesivas crisis, no solo por un auge en los proyectos alternativos al modelo, sino también el propio agotamiento de éste. Salas considera que “la necesidad de repensar las formas de dominación, discriminación y subalternación vigentes nos obliga a practicar procesos pluri y transdisciplinarios que, salvo algunas excepciones, no se encuentran expresados en las instituciones académicas” (p. 10). Esta perspectiva crítica es plenamente coherente con la selección de los colaboradores.

El primer capítulo es el del filósofo Marc Maesschalck, de la Universidad de Lovaina (Bélgica): “Haití: del colapso del Estado al ‘narco-caos’”. Maesschalck ofrece una mirada socio histórica a los problemas sociales y políticos de Haití, país cuya historia política está marcada por malas decisiones; de acuerdo al autor, el sistema político precario, la corrupción, la dictadura y los desastres naturales son síntomas de un estado fallido que está en constante lucha por surgir.

El segundo capítulo está firmado por el filósofo cubano Pablo Guadarrama González: “Los pueblos son como los volcanes ante la injusticia social”. Guadarrama argumenta que el sistema político neoliberal está construido bajo elementos liberales burgueses. Estos acentuarían contradicciones tales como los derechos humanos (que salvaguardan los derechos individuales dejando de lado todo lo que puede haber de represivo en el afán de “cuidar” la economía), o la democracia (marcada por la exclusión de las grandes mayorías gobernadas por una elite político-económica al servicio de las grandes multinacionales).

Los siguientes capítulos nos hablan del gigante latinoamericano, México. La abogada Elisa Cruz Rueda, de la Universidad Autónoma de Chiapas, en “Un nuevo constituyente y una nueva constitución para México: entre el levantamiento zapatista de 1994 y la cuarta transformación (4T)”, comenta los desafíos del nuevo gobierno de AMLO en procura de conducir un país diverso que clama por un cambio tras años de gobiernos del PRI y del PAN; de acuerdo con la autora, las dificultades sobre una nueva constitución y los conflictos con los pueblos indígenas con motivo del “tren maya” son realidades para las que no se vislumbra una pronta solución. Por su parte, la filósofa Ana Luisa Guerrero, de la UNAM, aborda en “¿Democracias revolucionarias en América Latina?”, una conexión con Chile y su proceso político democrático. En 2019, mientras que Chile despertó tras años de políticas neoliberales, volcándose a la calle para reclamar dignidad, en México se esperaba, a partir de la llegada de AMLO al gobierno, generar una serie de cambios que aún no se han llevado a cabo.

Otro país tratado en este libro es Colombia. En “Hartos de sobrevivir: queremos vivir”, Sofía Reding Blase señala que la ola de protestas que se han desatado en Colombia en contra de las políticas neoliberales del presidente Duque demuestra hasta qué punto las políticas vigentes no apuntan a conectarse con los masivos movimientos sociales e indígenas, sino que promueven acciones represivas contra los ciudadanos. Otro autor que habla de Colombia es Leonardo Tovar González: en “La fractura: una lectura de las recientes movilizaciones sociales en Colombia”, ofrece una reflexión crítica de las demandas sociales, sosteniendo que ellas deberían estar, no solamente en las calles, sino también, y muy especialmente, en el espacio político con el fin de habilitar su concreción.

En “Llenar las calles, llenar los cabildos, llenar de cabildos”, Alfredo Gómez Muller nos presenta la realidad chilena, definida por un tipo de democracia marcada por una constitución política heredera de la dictadura. El autor evidencia la creciente desigualdad cultivada por un modelo económico que produce riqueza, pero que excluye del progreso social a gran parte de la población. Es esta desigualdad la que genera una enorme desconfianza de los ciudadanos en las instituciones políticas. Esta creciente distancia se transforma en la ira y el descontento que se aprecian en las heterogéneas movilizaciones. La ciudadanía cuestiona la propia constitución, funcional a la protección de los intereses de las grandes transnacionales y del modelo neoliberal, como responsable de las desigualdades. Por ello la clase política actúa en común acuerdo buscando contener la movilización social que podría generar cambios en la constitución.

El jurista y politólogo Vladimir Aguilar Castro, en “Contextos y descontextos en Venezuela frente a los cambios y regresiones en América Latina”, se refiere al agudo conflicto político interno y externo que ha destrozado la institucionalidad política venezolana, sin dejar de mencionar la injerencia extranjera ni el bloqueo que asfixia su economía, nada de lo cual ayuda a solucionar los problemas del país.

Parte de este escenario de cambio es Ecuador, tomado por el historiador Juan J. Paz y Miño Cepeda en “Ecuador: el levantamiento indígena y popular de octubre 2019”. Paz y Miño describe las políticas neoliberales del gobierno de Lenin Moreno, ante las cuales salieron a la calle miles de personas, en su gran parte indígenas, reclamando por derechos adquiridos que les fueron arrebatados, provocándose una gran represión. Otro autor que refleja esta problemática es el antropólogo Freddy Simbaña Pillajo: en “Resistencia y lucha social indígena en los Andes ecuatorianos: Paro Nacional 2019”, enque denuncia las políticas neoliberales del gobierno de Moreno y pone de relieve la unión de sindicatos, estudiantes y movimientos sociales e indígenas ante la represión estatal.

El filósofo Fidel Tubino, de la P. Universidad Católica del Perú, aborda en “Desigualdades persistentes y diversidad cultural” la desigualdad en las sociedades, no solo del Perú, sino también del Chile neoliberal. Tubino propone que el Estado disponga políticas redistributivas y de reconocimiento cultural a mediano y largo plazo, y que ellas sean el pilar de legitimación del sistema político. Jorge Viaña analiza el caso boliviano en “El ciclo estatal de las luchas en Bolivia (2006-2019), la crónica de una muerte anunciada y la coyuntura política actual”. Viaña expone los principales hechos políticos que caracterizaron el gobierno de Evo Morales y analiza los errores que propiciaron su caída.

El gigante brasileño es analizado por María Aparecida Rezende en “La tierra y sus dos dimensiones: la vida y la muerte”. La autora describe las políticas neoliberales del gobierno de Bolsonaro, las cuales busca convertir en “productivas” las tierras de los pueblos indígenas brasileños, depredando el bosque amazónico y dañando el medio ambiente no sólo del país. Desde el sur de Brasil expone Jovino Pizzi con un texto mucho más enfocado a la filosofía política. En “Un café filosófico post-dictaduras: con el fin de pensar otra vez lo que ya hemos pensado”, Pizzi aborda con singular claridad las ideas relativas a una democracia post dictadura, es decir, a un tipo de democracia que mantiene, en apariencia, la diferenciación entre poderes, pero sigue bajo el control de poderes tradicionales, donde militares y elites conservadoras siguen influyendo sobre el destino de la sociedad, aún incluso contra las mayorías. Pizzi finaliza postulando que la intelectualidad tiene un rol y una participación activa en lo que respecta tanto a repensar los procesos políticos como a generar investigación con resultados prácticos.

Sirio López Velasco, uruguayo, es el autor de “Sugerencias de la democracia ecomunitarista para las revueltas populares actuales en América del Sur”. Describe en sus páginas una propuesta alternativa a la democracia representativa: un modelo acorde a los tiempos actuales latinoamericanos. En “No es guerra, es dignidad”, el filósofo Yamandú Acosta, también uruguayo, continúa con la línea de denunciar y desmantelar los supuestos del modelo neoliberal que produce violencia no solo sobre los más pobres, sino que también genera violencia sobre todos los movimientos sociales que se atreven a protestar contra el modelo. Para Acosta el problema principal es un sistema político deslegitimado frente a una sociedad movilizada, por lo cual propone avanzar en una “ética del poder” que logre enfrentar con nuevas herramientas la violencia del estado frente a las protestas sociales. Este sistema deslegitimado podría refundarse bajo un nuevo marco institucional basado en la justicia social, el reconocimiento de los pueblos y la dignidad humana.

María Luisa Rubinelli, argentina, se pregunta: “¿Un nuevo Chile está naciendo?”. Chile vive una etapa de cambio social producto de la implementación de políticas neoliberales, las protestas en muchas partes son rápidamente reprimidas con violencia desmesurada por parte de un aparato policial al servicio de gobiernos impopulares. La democracia ha tenido un rol innegable para encauzar institucionalmente el descontento social; sin embargo, la autora advierte la pérdida creciente de relación de los gobernantes con la vida cotidiana de sus ciudadanos y la incomprensión de la urgencia y del sentido profundo de las demandas sociales. Esto hace evidente el distanciamiento de la clase política con el sentir popular que clama cambios.

En “La ‘hora’ de las ciudadanías interculturales emergentes”, la filósofa Alcira B. Bonilla argumenta en qué sentido la serie de estallidos sociales que han explotado en los últimos meses implica que Latinoamérica vive profundas transformaciones; entre ellas destaca el componente intercultural, en parte debida a los procesos migratorios que han tenido lugar en todas las sociedades latinoamericanas. Bonilla refiere una serie de vectores de cambio generados por la presencia creciente de una ciudadanía intercultural, la que constituye serios desafíos para todas las sociedades. Nos invita a repensar los procesos migratorios ad intra y ad extra en las sociedades latinoamericanas. Esta idea permite aportar al debate migratorio y establecer nuevas condiciones de “las políticas” de población, salud, educación y trabajo, las cuales total o parcialmente se encuentran sometidas a las dinámicas y estrategias de la globalización económica.

En “Sujetos populares en el cambio de época”, el filósofo y comunicador Eduardo J. Vior describe la situación histórica latinoamericana de los últimos 50 años en materia de derechos humanos, aludiendo a la necesidad de generar una cultura sobre la verdad y justicia. Vior también hace referencia a la movilización del mundo popular como un factor fundamental para generar cambios en una sociedad y un estado consumidos por las dinámicas del mercado.

Los últimos capítulos están dedicados a Chile y su estallido social. En “La primavera de Chile: revuelta popular y estéticas callejeras”, Federico Mare nos presenta un Chile donde se ha producido un quiebre de la confianza de la ciudadanía en relación con la institucionalidad y un cuestionamiento al modelo de desarrollo heredado de la dictadura militar. El autor destaca en la protesta social un conjunto de ideas en el que se expresan múltiples producciones de arte popular callejero, símbolos de la resistencia y de la autodeterminación. Se trata de un nuevo arte que nace en la calle por medio de murales, grafitis, performances y concentraciones artísticas en plena movilización social, que nace como una insurgencia ante la autoridad. Mare nos dice que el arte es necesario como ámbito significativo de la rebelión popular; es una instancia privilegiada, inigualablemente potente, para producir nuevos sentidos y significados; si hay un quehacer humano, entre la diversidad expresiva humana, que demanda esa producción, es la lucha colectiva contra el orden social injusto. Propone así entender el arte popular como una expresión de la rabia como sentimiento colectivo de las organizaciones sociales que cambian la estética callejera con imágenes simbólicas de la protesta social.

En “Por un futuro digno para Chile y para todo el mundo”, el filósofo José María Aguirre Oráa describe un escenario mundial controlado por la predominancia de lo económico, que sigue generando injusticias y desigualdades, y beneficiando solamente a los dueños del capital. Con base en dicho análisis, el autor ofrece una reflexión ético-política sobre la situación de Chile. Menciona que el poder económico y político entra en pugna para marcar una presencia en la estructuración de las instituciones. Esta tensión subordina las decisiones políticas a los criterios de una economía deshumanizada. Aguirre Oráa formula una crítica a los intelectuales, preocupados por mantener una imagen de imparcialidad y por desempeñar roles solitarios en las discusiones públicas. Finalmente, propone que la sociedad chilena debe entender la relación entre economía y política, postulando un horizonte donde la articulación de beneficios mutuos y una gobernabilidad mayor generen beneficios para muchos más sectores.

Llama la atención que casi todos los autores invitan a repensar las estructuras académicas y sociales preestablecidas, a construir un nuevo pensamiento político que se vaya elaborando en comunión con los actores sociales para avanzar hacia un verdadero espacio de representatividad. La democracia en América Latina se encuentra en una profunda crisis: ha generado instituciones de representación que no alcanzan a legitimarse con elecciones periódicas; de ahí que la democracia deba ser pensada como un derecho social, que sea accesible a la mayoría de la población que se encuentre en una situación de injusticia.

Hoy en día la crisis sanitaria global ha puesto en pausa el movimiento social. Pero la crisis del coronavirus ha profundizado las contradicciones del modelo neoliberal en un continente que a la fecha (septiembre de 2020) tiene la mayor cantidad de contagiados y de muertos, y donde el acrecentamiento de las brechas sociales seguramente acabe por expresarse en una mayor pérdida de derechos sociales, y donde lo central será pensar si los estados hicieron todos los esfuerzos suficientes para salvar a las personas, más aun a las mayorías pobres que sobreviven día a día y que ven la peor cara de cada una de las crisis.

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