Artículos

Divinidades y creencias New Age. De sus arquitecturas narrativas en la era digital

Divinities and New Age beliefs. Of its narrative architectures in the digital age

Genaro Aguirre-Aguilar
Universidad Veracruzana, Mexico
Rebeca Ballona-Fuentes
Universidad Veracruzana, Mexico
Miguel Ángel Molina-Landa
Centro de Estudios Amparo del Castillo, Mexico
Eduardo G. Barrios-Pérez
Universidad Veracruzana, Mexico

Divinidades y creencias New Age. De sus arquitecturas narrativas en la era digital

Revista panamericana de comunicación, vol. 6, no. 2, e3114, 2024

Centros Culturales de México A.C., Universidad Panamericana

Received: 25 March 2024

Accepted: 21 October 2024

Published: 07 November 2024

Resumen: ¿Cuántos de quienes nos dedicamos a la academia o la investigación tenemos una formación religiosa o cultivamos algún tipo de creencia vinculada a expresiones de fe? ¿Cuántos investigadores interesados en el estudio de los mitos o expresiones de fe están problematizando sobre la importancia y el impacto las redes sociales digitales en la construcción y circulación de narrativas que abonan a estas creencias? Estas preguntas son algunas de las que orientan un artículo cuyo objetivo es analizar las formas en que los productores de contenido en redes sociales y canales de video construyen narrativas vinculadas a creencias en torno a una pluralidad de divinidades. Para ello, se toma como referencia la evidencia empírica recogida en la primera y segunda etapa del trabajo de campo del proyecto Mitos, creencias y nuevas expresiones de fe en las mentalidades de América Latina. Un estudio desde escenarios digitales, cuyo diseño es fenomenológico, tomando como unidades de análisis Facebook, Instagram, TikTok y YouTube. Para ello se han considerado como técnicas de investigación la observación en línea y la entrevista semiestructurada, para que el análisis de contenido cualitativo sea el recurso que permita dar con el sentido en esa porción de mundos de vida que se recrean en aquellos ambientes digitales que contribuyen a dar sentido de comunidad a usuarios creyentes que se apropian de narrativas donde mitos y creencias tienen presencia.

Palabras clave: Creencias, Mitos, Redes sociales, Comunidades de práctica, Era digital.

Abstract: How many of us who involved in academia or research have a religious background or cultivate some type of belief linked to expressions of faith? How many researchers interested in the study of myths or expressions of faith are questioning the importance and impact of digital social networks in the construction and circulation of narratives that support these beliefs? These questions are some of those that guide an article whose objective is to analyze the ways in which content producers on social networks and video channels construct narratives linked to beliefs around a plurality of divinities. To do so, empirical evidence collected in the first and second stages of the field work of the project Myths, beliefs and new expressions of faith in the mentalities of Latin America is taken as a reference. A study from digital scenarios, whose design is phenomenological, taking Facebook, Instagram, TikTok and YouTube as units of analysis, for which online observation and semi-structured interviews have been considered as research techniques, so that qualitative content analysis is the resource that allows us to find meaning in that portion of life worlds that are recreated in those digital environments that contribute to giving a sense of community to believing users who appropriate narratives where myths and beliefs are present.

Keywords: Beliefs, Myths, Social networks, Communities of practice, Digital age.

Introducción

Reflexionar sobre el fenómeno religioso, la espiritualidad y los nuevos esquemas desde los cuales se posibilita una heterogeneidad de creencias, pasa por reconocer las transformaciones resultantes del desdibujamiento de la vieja geopolítica y aquella episteme que caracterizó casi la totalidad del siglo XX; periodo histórico que definió un ordenamiento sistémico erigido por una racionalidad dominante que dificultó el reconocimiento a otros saberes más allá de lo occidental.

Particularmente nos referimos al impacto que la posmodernidad trajo consigo en términos de una racionalidad que halló caldo de cultivo en una geopolítica significativa: el derrumbe de la ex Unión Soviética y con ello la configuración de una ordenanza que encontró en la globalización, el neoliberalismo y el desarrollo tecnológico, tres ejes definitorios en la construcción de un modelo de realidad que impuso una racionalidad occidental como elemento vertebrador de un nuevo mundo, con una “implosión del tiempo de las comunicaciones y la reducción del instante a magnitud cero, los indicadores del espacio y tiempo pierden importancia” (Bauman, 2017, p. 20), como resultado de este proceso globalizador.

Paralelo a la imposición economicista global, esta reconfiguración mundial trajo, entre otras premisas, el cuestionamiento de las grandes verdades, sus metarelatos (Lyotard, 2006) y con esto el reconocimiento a una pluralidad que amplió horizontes desde donde pensarnos más allá de aquella racionalidad reduccionista que impuso un mundo dividido en dos polos: el capitalismo y el socialismo real. Sus resultados: una suerte de orfandad y desnudamiento de certidumbres en lo político, ideológico, epistémico y teórico-conceptual.

Los múltiples cambios que comienza a observar la sociedad en temas como la filosofía, la tecnología y la globalización, devienen un nuevo pensamiento representado por la posmodernidad, ya que, según varios autores, la episteme que definía a la modernidad fracasó en su idea modernizadora (Marín-Casanova, 2011) y con ello la emergencia de una nueva episteme.

Aunque se cree que la modernidad aún forma parte de los pensamientos posmodernos, es importante destacar sus diferencias porque, si bien la base de la posmodernidad es la “modernidad”, no comparten las mismas creencias, ya que en la posmodernidad “son su carácter antidualista y el cuestionamiento del valor de los textos, [lo] que origina un giro lingüístico y propone a la verdad como perspectiva” (García Pereira, 2017, p. 4) y no como premisa absoluta.

La posmodernidad puso en duda la existencia de un conocimiento universal, lo que devino transformación en la forma de entender el mundo, apuntalándose un cierto individualismo y personalización extrema. Estas rupturas con los viejos moldes epistémicos, lleva a García Pereira a subrayar que en

La sociedad posmoderna [se] vive un momento nuevo de pluralización en el sentido de que conviven varias formas de vida, visiones del mundo y de la realidad, y sistemas de valores, en contraposición con la tendencia unitarista y totalizante de la Modernidad (García Pereira, 2017, p. 41).

Asimismo, lo posmoderno contribuye a la creación de una cultura occidental que produce un cambio político y se pasa de un pensamiento de carácter nacionalista a una interacción global.

En este proceso de transformación, Lyotard (2006) observa que las nuevas tecnologías inciden en la transmisión de los conocimientos, pues la información es convertida en datos informáticos, digitales; consideración que lleva a García Pereira a señalar que: “El desarrollo tecnológico derivado del avance de la ciencia y la técnica modernas […] fueron la causa de la compresión y de la relativización del tiempo y el espacio que preside el tiempo presente” (García Pereira, 2017, p. 40).

En ese contexto, lo posmoderno favorece la diversidad, la hibridación, la fragmentación y una ordenanza sistémica diversa. Su resultado: el desdibujamiento de un orden mundial que dio paso a otro, cuya nueva racionalidad pasó de la orfandad ideológica, resultado del derrumbamiento del socialismo real, a abrirse a nuevas narrativas desde las cuales se comenzó a pensar y nombrar el nuevo orden: Posmodernidad (Lyotard, 2006); Sociedad Red (Castells, 2005); New Age (Len 2014); Sistema Mundo (Wallerstein, 2004), fueron parte de un puñado de constructos acuñados desde diferentes frentes disciplinares para analizar y explicar el giro paradigmático y epistémico que observábamos como sociedad, ya entrados al siglo XXI.

Así, nuevas narrativas dieron pie a otros entendimientos y reconocimientos, lo diverso, plural y desigual, comenzaron a ser dispositivos clave para repensar el mundo, para vincularse con él, para nombrarlo, desde marcos de referencia distintos, ricos en posibilidades epistémicas y conceptuales. Así, lo heterogéneo se abrió a la otredad, a diversos esquemas mentales para actuar y pensar.

En esa perspectiva, los mitos, las expresiones de fe y nuevas espiritualidades pareciera pasaron a ser espacios de referencia epistémica para repensar parte de la reconfiguración que observan los seres humanos, quienes siguen asumiendo creencias a través de la gestión y mediación de algún agente (del sacerdote al pastor, pasando por los youtubers o influencers, por ejemplo), quienes del púlpito o la casa de culto, han extendido a medios como la televisión y, en los últimos años, a plataformas digitales, espacios de interacción y canales para la difusión de sus narrativas.

Desde ahí, el proyecto Mitos, creencias y nuevas expresiones de fe en las mentalidades de América Latina. Un estudio desde escenarios digitales , explora y analiza el papel que hoy tienen canales de video en YouTube y redes sociales, como TikTok, Instagram y Facebook, en cuanto espacios virtuales para la recreación de narrativas míticas vinculadas a diversos tipos de espiritualidades o religiosidades, que han aprendido a convivir con arquitecturas discursivas ligadas a una heterogeneidad de creencias; de tal suerte que entre narrativas de cuño cristiano es posible reconocer relatos ligados a manifestaciones paganas, lo que amplía horizontes para comprender el lugar que siguen ocupando en las llamadas "Sociedades del conocimiento"; pero como resultado de una posmodernidad que encuentra en la New Age un espacio de interacción y reconocimiento a lo plural, cuya episteme requiere ser analizada.

Desarrollo teórico del objeto de estudio

La New Age: un movimiento neo espiritual con signos posmodernos.

El contexto de la acelerada globalización que observó la humanidad a finales del siglo XX contribuyó al afianzamiento de la New Age, movimiento sociocultural, religioso y con un carácter filosófico, cuya característica se relaciona con la reproducción de prácticas y hábitos ligados a la búsqueda de alternativas espirituales que adoptan las personas, incluso inconscientemente (Díaz Brenis, 2019) así como a prácticas de consumo vinculadas a productos propios de estos nuevos proyectos de espiritualidad.

En un texto oportuno, Carozzi la reconoce como un movimiento que se enraiza “en una red de redes vasta y compleja, en su discurso y en su práctica” (Carozzi, 1999, p. 21), al combinar cambios y una transformación personal “como la sacralización del self y la naturaleza, la sanación, la espiritualidad, la circulación, el sincretismo, la liberación del cuerpo” (Carozzi, 1999, p. 21), destacando su antiautoritarismo y autonomía.

En voz de Díaz Brenis (2019), tales formas de religiosidad, fusionadas a la existencia misma de sus practicantes, tiene como característica ser un concepto abstracto que se construye

por la percepción individual de la realidad que cada individuo asume; por lo que el fundamento, el contenido y la trayectoria de este nuevo sistema religioso son indefinidos, aunque su objetivo claramente es lograr el bienestar y cubrir las necesidades humanas (Díaz Brenis, 2019, p.144).

La transmutación a que lleva la New Age de las convenciones institucionales para vivir las creencias y lo espiritual, sin duda, como observa Gracia, exceden “los límites del campo religioso y expresa un proceso de transformación social más amplio que permea la cultura y el sentido común (Gracia, 2020, p. 76); por lo que estamos ante:

nuevas formas de espiritualidad [que] no quieren ligarse ni depender de una tradición milenaria supuestamente incambiable y rígida, sino que incorporan conscientemente elementos novedosos sin importar su origen, al considerar que están más acordes a las situaciones de la vida contemporánea (Ruiz Figueroa, 2002, p. 98).

Lo anterior lleva a sostener que medios de comunicación masiva como el cine, la TV y hoy las redes sociales y los canales de YouTube, han favorecido la producción de narrativas que posibilitan un nuevo paisaje de espiritualidad, donde mitos y creencias de diferente cuño, son una amalgama de expresiones de fe plurales y diversas. Aquí, los agentes que median a través de sus narrativas son de perfiles tan diversos como de imposturas propias de estos tiempos, favoreciendo la confirmación u oxigenación de mitos ancestrales o novedosos.

Las creencias: dispositivos mentales

La Enciclopedia digital Concepto.de, define "creencia", como una

actitud mental que consiste en la aceptación de una experiencia, una idea o una teoría, considerándola verdadera sin que medien ni hagan falta demostraciones argumentales o empíricas” (Editorial Etecé, 2023, párr. 2).

Se diría entonces que son parte de la naturaleza humana que han habitado la imaginación del ser humano, una suerte de piezas mentales (Nogués Carulla, 2011) que nos han acompañado desde siempre, por lo que son inevitables al razonamiento y entendimiento humano, al ser proposiciones con un componente lógico sobre aquello que se revela en el mundo material o ese que imaginamos, en virtud de representar las “primeras formas de aproximación al mundo con el que contó” (Editorial Etecé, 2023, párr. 2) la civilización humana desde sus tiempos primitivos u originales.

Nogués Carulla pide entender las creencias como “aquellas piezas mentales (desde ideas hasta conductas rituales y relacionales) que intentan dar fe y las hacen aterrizar en las relaciones concretas” (Nogués Carulla, 2011, pp. 20-21) que solemos establecer los grupos humanos, destacando su posibilidad para convertirse en “mediaciones expresivas de las realidades internas más nucleares” (2011, p. 23); y aun cuando suelen ligarse a las ideas, observa que las creencias representan “adhesiones, convicciones, prácticas rituales” (2011, p.23); sin dejar de destacar que al depender de lo mental -preconsciente o inconsciente-, son dispositivos que se activan en el mundo interior de toda persona, por lo tanto, pueden tener un componente racional en unas, y en otras emocional.

Así, entre lo racional y volitivo, las creencias son recurso mental clave para entender, vincularse e interactuar en el mundo real y aquel que imaginamos. En el contexto de la investigación que inspira este artículo, apelamos a Salazar Carrasco, quien observa que “ciertas o no, son racionales en términos de la vida cotidiana de las personas que las sostienen” (Salazar Carrasco, 2014, p. 14) a través de las cuales deposita una confianza materializada en el objeto de una creencia, circunscrita a lo religioso institucional, lo espiritual, pagano, ancestral o a alguna teoría que dé vida y sentido a expresiones de fe entre las personas; algo palpable en las prácticas y consumos de comunidades digitales.

Si la ciencia explica el mundo -preferentemente por sus relaciones de causalidad-, las creencias en lo paranormal, en lo metafísico, en lo místico, en lo religioso “nos explican este mismo mundo a partir de las intenciones de algún sujeto o sujetos sobrenaturales” (Salazar Carrasco, 2014, p. 15). Es decir, en este tipo de explicaciones, las creencias son piezas mentales que nos vinculan y relacionan con el mundo cotidiano; por lo tanto, son expresiones de una realidad, de “un mundo significativo, un mundo con sentido, un mundo que nos comunica algo porque no se origina en causas impersonales sino en las intenciones de esos sujetos” (Salazar Carrasco, 2014, p. 15).

En el contexto de la New Age, el universo de lo divino y sus representantes se ha ampliado y aprendido a coincidir, pero sobre todo a convivir como resultado una pluralidad de creencias que vienen abonando a la construcción de narrativas que circulan, ya no únicamente en los espacios convencionales para profesar una fe, sino en esos otros que ha posibilitado la tecnología: canales de video y redes sociales. De tal suerte, entre Dios o Yahvé a la Santa Muerte y otras deidades profanas santificadas o divinizadas, se revelan entidades depositarias de creencias, sin dejar de referir el lugar que han venido a ocupar en estos entornos de virtualidad digital, el espiritismo, el ocultismo, la vuelta de dioses primigenios; incluido los extraterrestres o los seres mitológicos del mundo mágico europeo. Toda manifestación relacionada con este tipo de creencias hoy pervive a la luz de la posmodernidad y la nueva era, como formas de expresión que permiten dimensionar el sentido de lo espiritual y mitológico en lo contemporáneo.

La espiritualidad humana demasiado humana

Si bien es cierto que al escuchar la palabra "espiritualidad" suele ligarse a lo religioso, lo cierto es que, vista desde culturas distintas a la occidental, puede llegar a reconocerse que sus acepciones no necesariamente se sobreimponen o ligan. Lo que permite reconocer en su dimensión íntima, ya que la espiritualidad podría ser comprendida “como una tarea del cultivo interior, de iluminación, de superación de los engaños internos, un proceso de sabiduría, una dinámica más bien centrípeta” (Nogués Carulla, 2011, p. 19) que permite al ser humano movilizar fe.

Como puede reconocerse, la espiritualidad refiere el interior del ser humano, del uno mismo, y encuentra su origen en la Grecia antigua, al ser una expresión para referir lo no material, ni corporal u orgánico de la experiencia humana; para lo que se empleaba "las palabras, psyché y pneuma, que se tradujeron al latín por alma y spiritus, y que en castellano derivaron en los conceptos de alma y espíritu” (Fundación La Caixa, 2023, p. 3). Ya por su origen etimológico “espiritualidad proviene del término latino spiritus, que significa 'aliento o respiro', y a su vez del griego πνεῦμα (pneuma), el aliento vital de los seres vivos, que cesa o 'expira' con la muerte” (Fundación La Caixa, 2023, p. 3).

Igual que las creencias, la espiritualidad es intrínsecamente humana, si bien muchas veces ubicada en una dimensión religiosa, habría que vincular su lectura a expresiones de fe objetivada en otro tipo de experiencias que pueden llegar a vivir y sentir las personas. En un contexto global, posmoderno y donde la Nueva Era ha hecho visible otras narrativas vinculadas a lo espiritual (Estrada, 2019) es necesario relacionar lo espiritual con “actitudes de sabiduría personal e, incluso, de higiene mental” (Nogués Carulla, 2011, p. 20); de ahí que para este autor la espiritualidad se halle mejor expresada en tradiciones culturales abocadas al descubrimiento y desarrollo de la sabiduría humana.

Por su parte, Galindo Cáceres al referir las creencias, observa que éstas “proponen un vínculo entre lo humano y divino” (2018, p. 24), entre lo terrenal y fuerzas que están más allá de ello, por lo que son elementalmente humanas.

Así, más allá de lo religioso en sus diversas vertientes monoteístas, pareciera ser que hay un despertar espiritual ligado a la New Age, movimiento que ha dado pie a nuevas arquitecturas y cosmovisiones propias de un cambio de época, cuyo pluralismo religioso y espiritual se caracteriza por andar en busca de lo sagrado y numinoso, más allá del “Dios personal de las religiones monoteístas” (Estrada, 2019, p. 57), al dar pie a narrativas alimentadas desde el hinduismo, budismo, lo musulmán o cristiano; y además otras manifestaciones, pues lo mismo se cree en alguna divinidad o figura mística, que en los extraterrestres, el ocultismo, el chamanismo, los dioses primigenios, incluidas las teorías conspirativas.

En el actual contexto histórico se promueven nuevas experiencias de espiritualidad capaces de trazar un paisaje mítico alentado por un pluralismo y una diversidad de certidumbres, de credos, ideales y convencimientos; todo ello al aliento de una posmodernidad, la consolidación de la globalización y el movimiento New Age. Mitos, creencias, leyendas y novedosas expresiones de fe, comenzaron a revitalizarse gracias a un desarrollo tecnológico que favoreció la producción y distribución de contenidos que hizo de lo audiovisual la confirmación de lugar que la imagen tiene en la confirmación de lo que somos y estamos hechos como cultura y sociedad.

El mito… la síntesis cosmogónica del mundo

Siguiendo a García Dual en su Diccionario de mitos (2011): “el término “mito” se aplica a algo que parece ser extraordinario, fabuloso, ejemplar y memorable, aunque tal vez poco objetivo, y exagerado, fastuoso y falso” (García Dual, 2011, p. 13), lo que supone un relato que si bien existe al verbalizarse y estar arraigados en las creencias culturales desde tiempos inmemoriales, no existe evidencia empírica y objetiva que permita confirmar la existencia de lo que narran; lo que no impide reconocer su valor e importancia histórica como lugar de referencia para situar mítica o simbólicamente los orígenes de muchas culturas.

Al referir lo mítico, se reconoce el halo fantástico del relato que le da vida y significado al elevar “al ámbito de lo imaginario”, algún relato, alguna leyenda, alguna creencia que termina por ejercer “un mágico y poderoso encanto sobre nuestra actitud frente al mundo” (García Dual, 2011, p. 13). El mito, apoyado en recursos iconográficos, narra hechos, eventos, acontecimientos protagonizados por dioses, semidioses, héroes que permiten a las sociedades, a las personas, aprender, rememorar, recrear, referir, al encontrar en estos personajes extraordinarios la esencia de una cultura, así como la “comprensión religiosa del mundo" (2011, p. 14).

Joseph Campbell (2014) señala que, tras la mirada negativa que autores como Freud y Frazer tuvieron sobre los mitos, Carl G. Jung realiza un acercamiento al mito desde una perspectiva distinta, destacando la importancia de este tipo de relatos, como un componente positivo en la vida de las personas, al representar el medio a través del cual lo externamente vivido, puede vincularse a lo internamente constituido. Ahí el poder de la psique encuentra en el lenguaje de las imágenes míticas, una forma de proteger y mantener vivos estos relatos constituyentes, lo que socialmente permite estar “alimentada por los más profundos y ricos estratos del espíritu humano” (Campbell, 2014, p. 30).

En esa tesitura, tenemos entonces que los relatos mitológicos son un componente cultural, histórico, antropológico, social y psicológico, por lo que las mitologías pueden definirse como “expresiones poéticas” (Campbell, 2014) compuestas por visiones trascendentes del mundo que han venido configurándose desde la antigüedad, al reconocerse en ciertos vestigios primitivos, el lugar que algunas formas míticas pudieron tener en el imaginario y las prácticas del hombre primitivo, sostiene este autor.

Si bien es posible sostener que todas las sociedades humanas han tenido y siguen teniendo mitos, ha sido “en las sociedades ágrafas, las sociedades sin escritura, donde los mitos adquieren su máximo esplendor” (Salazar Carrasco, 2014, p. 307). Como quiera que sea, “los mitos son [las] estructuras simbólicas más arcaicas que poseemos, una especie de significado primigenio cuyo origen se remonta sin duda a los propios orígenes del lenguaje y el pensamiento humano” (Salazar Carrasco, 2014, p. 309). Salazar observa que, si bien los mitos genuinamente constituidos tienden a desvanecerse en y con el tiempo, cuando inicia la historia documentada, aquel pasado pasa a recrearse en un texto, por lo tanto, no acaban de desaparecer “subsistente, aunque con un sentido diferente” (Salazar Carrasco, 2014, p. 307).

La vigencia de leyendas y mitos sigue recreando creencias que alimentan proyectos religiosos, expresiones de fe, sentidos de comunidad que han compaginado espacios consagrados a algún culto en entornos digitales o virtuales, a través de los cuales se construyen narrativas que lleven a la reflexión a las propias comunidades de usuarios quienes cotidianamente recrean o apelan a creencias que hablan de algún dios, de alguna manifestación paranormal, ilustradas con evidencias gráficas o testimoniales como confirmación “objetiva” de fenómenos extraordinarios.

Con lo hasta aquí desarrollado, es posible reconocer que las narrativas vinculadas a lo mítico y mitológico, al encontrarse en, prácticamente, todas las culturas del mundo, pareciera existir una suerte de arquetipo “ADínico” histórico y cultural, que ha traído hasta el presente relatos, personajes, que encuentran en dioses, eventos y gestas heroicas, el origen del mundo y su devenir.

Hoy día, sectas secretas, conspiraciones, culturas desaparecidas, avistamientos, abducciones, contactos extraterrestres, fallas de la realidad, posesiones demoníacas, brujería, chamanismo, comunidades astrales, dioses paganos, criaturas fantásticas y mágicas, entidades y divinidades celestiales, entre otros objetos depositarios de creencias, perviven en un mundo que ha abierto los horizontes para seguir construyendo formas convencionales, alternativas o periféricas que constituyen el paisaje New Age al cual se ancla una pluralidad de manifestaciones socioculturales ligadas a credos y convencimientos que alimentan lo cotidiano espiritual y divinizable.

Revisión de la literatura

Es importante destacar que en la primera etapa de búsqueda de fuentes se diseñaron 24 algoritmos, los mismos que se enriquecieron con otros 8 para la segunda etapa de la revisión de literatura. La selección de investigaciones relacionadas con el objeto de nuestra investigación no ha sido fácil, ya que, si bien hay mucho trabajo antropológico, histórico, sociológico ligado a la New Age, la religiosidad, la espiritualidad, los mitos y las creencias, pocas investigaciones muestran interés en el papel que juega la cultura digital en la configuración de espacios y construcción de narrativas vinculadas a mitos, creencias y nuevas expresiones de fe o espiritualidad. A continuación, analizamos algunos trabajos cercanos al objeto de interés que orienta este texto.

Sobre la New Age, Gallardo Vergara y Arriagada Burgos (2022) observan que esta es una potente promotora de nuevas espiritualidades, al aglutinar a un grupo de creencias practicadas en todo el mundo, cuya característica es la mezcla de narrativas de carácter espiritual que van del hinduismo, al budismo y algunos atributos propios del ocultismo, como es la astrología. Su objetivo principal es centrarse en prácticas de religiosidad individualista sin someterse a alguna divinidad superior; por lo que son grupos que no se identifican con religión alguna, sino que buscan la libertad espiritual y el bienestar individual. Esta investigación descriptiva centra su intención en el Self del movimiento de la New Age en un contexto neoliberal y regional del sur de Chile, para el que realizaron 6 entrevistas a practicantes de la New Age. Entre sus resultados, observaron que, “se identifica un Self con tendencia a la acción, a la búsqueda de soluciones y con una orientación a la búsqueda de la plenitud” (Gallardo Vergara y Arriagada Burgos, 2022, p. 6), un apunte que permite reconocer prácticas de espiritualidad en cuyo centro está el individuo con motivaciones para solucionar sus problemas.

Por su parte, Solís Nicot (2020), reconoce que la era de las tecnologías ha traído consigo nuevas formas de religiosidad y el estudio de nuevas narrativas. Algunas instituciones religiosas están empleando páginas de internet y redes sociales para promover sus creencias, lo que supone algunos retos para las instituciones religiosas. Por ejemplo, señala que “la iglesia católica [intenta] usar las ventajas del internet para emprender obras evangelizadoras como la promoción de los Santos” (Solís Nicot, 2020, p. 195), a partir de promover y contar la historia de santos católicos, pero también de los llamados “Santos cívicos” al considerarlos ejemplares y cuyas historias se representan en escritos parecidos a las hagiografías de la iglesia católica. Destaca que, en el tratamiento que hacen del contenido:

La historia del santo es similar de una página a otra, es como si la Leyenda áurea no se transformara, sino que se “subiera” en un formato digital, con la misma narrativa y uno que Otro trato más contemporáneo, pero la edificación de los fieles es la misma (Solís Nicot, 2020, p. 222).

Con lo anterior, se diría que, en las narraciones sobre las creencias en santos católicos, sigue habiendo un tratamiento convencional, aun cuando hay indicios de adecuar los contenidos a las necesidades de esta era digital.

De Freitas Santos y De Oliveira Lima (2020), desde el enfoque de la comunicación popular, reportan la experiencia de la Caminata de María virtual en la Ciudad de Fortaleza en Ceara, Brasil, como una experiencia de extensión de los simbolismos religiosos hacia los medios sociodigitales a través de plataformas como YouTube. Su metodología fue la netnografía, para lo que analizaron 506 comentarios compuestos por 3130 palabras empleadas por 51000 cibernautas que siguieron el evento. En su análisis interpretativo, destacan que

la experiencia interactiva que proponen las redes sociales no reúne el esfuerzo para garantizar la supervivencia de las manifestaciones populares, pero permite que estas fiestas establezcan nuevas conexiones con grupos y lugares (De Freitas Santos y De Oliveira Lima, 2020, p. 67).

Es decir, se favorece un sentido de comunidad con la forma en que los contenidos son presentados en medios digitales, combinando la grabación y la presentación en vivo de un evento, permitiendo a los usuarios un acercamiento a prácticas de religiosidad en tiempo real, pero también asincrónicas al visitar el canal del evento y continuar comentando sobre lo vivido.

Por su parte, Villalba Sánchez y Zambrano Ballén (2019) muestran un estudio descriptivo cuyo objetivo fue

Dar a conocer los medios de comunicación social como herramientas de evangelización en la era digital como nuevos medios de lenguaje que permitan una transmisión adecuada de la fe en un contexto que permita difundir a través de la práctica potenciar la comunicación de la Iglesia en una nueva evangelización” (p. 6)

En dicho estudio, teóricamente, centran su interés en constructos como son: medios de comunicación social, Internet y era digital, los que les permiten reflexionar sobre el tipo de cultura de la participación que hoy permiten los medios digitales, con especial énfasis en la interactividad. Estas autoras señalan que las comunidades vinculadas al judaísmo, el hinduismo, el islamismo y al cristianismo, han encontrado en internet “un medio masivo por el cual se puede interactuar y obtener beneficios” (Villalba Sánchez y Zambrano Ballén, 2019, p. 57). Y si bien sostienen que, en algunas ocasiones, estas prácticas pueden generar tensiones entre las comunidades con creencias distintas, especialmente los católicos y los protestantes han hallado en las tecnologías un aliado para la difusión, y confirmación de creencias que dan sentido a sus comunidades.

Como es posible reconocer, primero fueron los medios electrónicos y hoy son los digitales los medios a través de los cuales las experiencias de espiritualidad, religiosidad, paganismo y diversos tipos de creencias contribuyen a la generación de prácticas vinculadas a tales narrativas. Esta condición lleva a Bustamante Donás a considerar que las TIC deben ser vistas como formas de vida, al favorecer diálogos entre religiones como resultado de “la naturaleza relativamente anónima de la red” (Bustamante Donás, 2015, p. 57), lo que permite superar algunas barreras físicas, dando una: “sensación de proximidad a los demás y de pertenencia a un grupo” (2015, p. 57), con quien se comparte valores e intereses creados en las redes sociales, esos espacios configuradores de “nuevas formas de proximidad virtual y acceso a un amplio espectro de practicantes de una religión” (2015, p. 57). En su análisis, finaliza observando que, como tecnología, Internet “permite la creación de tótems en torno a los cuales los usuarios se agrupan creando comunidades (Bustamante Donás, 2015, p. 72); lo que, en el contexto del estudio que aquí se reporta, es particularmente importante.

Como es reconocible, la cultura digital y las redes sociales son espacios de encuentro, acercamiento y reconocimiento para vivir formas de religiosidad o expresiones de fe, donde los usuarios jóvenes son el grupo que se ha apropiado de medios capaces de recrear experiencias espirituales diferentes. Balladares-Burgos y Avilés-Salvador (2020), realizan una investigación fenomenológico-hermenéutica cuyo objetivo ha sido indagar sobre la percepción y el sentido de lo sagrado entre los jóvenes habituados a emplear redes sociales. Estos autores destacan el papel de la mediación de las redes sociales a través de dispositivos móviles, en donde es importante la ubicuidad que permiten para vivir lo religioso, en donde destacan que “los estudios sobre la religión y cultura digital permiten identificar diferentes categorías de la práctica de la fe y el sentido de lo sagrado en el internet y las redes sociales” (Balladares-Burgos y Avilés-Salvador, 2020, p. 149), confirmando nuevos sentidos en las prácticas de fe, donde Internet favorece espacios virtuales que hacen que lo sagrado tenga vigencia, se resignifique y se viva “en la cotidianeidad de los internautas” (2020, p. 153).

En otro estudio, Guerrero (2020) se enfocó en la plataforma Facebook, para intentar mostrar la convergencia o no-contradicción entre una práctica religiosa tradicional que está vinculada a las fiestas Marianas del Norte Grande de Chile, con una práctica cultural de la globalización como es el uso de redes sociodigitales para la difusión de simbolismos ligados a bailes peregrinos en aquella región chilena. Analizó cien perfiles y realizó una clasificación de contenidos a partir de las categorías: ética social, nacionalismo, paisaje, identidad, reclutamiento y despedida. En su estudio, el cuerpo es el elemento central en las experiencias y prácticas de religiosidad popular mediadas por la tecnología, pues según Guerrero, no se desdibuja ni desvanece en la virtualidad, sino que se confirma. Nuevamente, aquí, los jóvenes son quienes mayormente usan esas plataformas (Guerrero, 2020). Entre sus hallazgos, señala que “las redes sociales, y en este caso Facebook, operan como un recurso que permite la interconectividad más allá de las relaciones cara a cara” (Guerrero, 2020, p.106) y vivir experiencia de religiosidad alejada del control de la iglesia católica.

Ya se apuntó en este texto: la divinidad y las creencias son parte indispensable en el ser humano y sus proyectos de espiritualidad. No obstante, es oportuno recordar que, con la era digital, el posmodernismo y la New Age, la construcción de narrativas tienen orígenes e intenciones diversas. Así, las noticias falsas han pasado a insertarse en algunas creencias populares para difundirse a una gran velocidad a través de las redes sociales.

Sobre ellas, Bustamante Gutiérrez et al. indican que “desde antes de que surgiera la era tecnológica y junto con ella las redes sociales, la divulgación de mentiras está presente en la humanidad, influenciando la percepción y opinión de las masas” (Bustamante Gutiérrez et al., 2022, p. 21), lo que en muchas ocasiones y con gran facilidad, terminan por eclipsar el saber y sus verdades. Estos autores toman como contexto la pandemia del Covid-19, para exponer el papel jugado por las fake news y las conspiraciones, como aquella “búsqueda maníaca por darle respuesta a todo, sin considerar la verdad” (2022, p. 44). A través de la etnografía virtual, analizaron prácticas relacionadas con la difusión de noticias falsas, para terminar por destacar que la pandemia fue un espacio propicio para difundir contenidos que fortalecieron el consumo de falsedades o mentiras, un contexto donde las teorías conspiracionistas crecieron exponencialmente, siendo los jóvenes quienes mayormente consumieron estos contenidos.

Por su lado, para enfrentar el papel que juegan las conspiraciones en el ánimo de los usuarios de redes sociales, Guan et al. (2021) realizaron una evaluación de la efectividad de algunos enfoques para reducir las creencias en conspiraciones. En un estudio experimental en el que participaron 607 norteamericanos, emplearon estrategias de mediación que inhibieron tales creencias relacionadas con: intervenciones en alfabetización mediática, estrategia de inoculación, correcciones centradas en la ciencia y los hechos como evidencia empírica confirmable, decodificación del mito de la teoría de la conspiración. Entre sus resultados destacan que son la decodificación del mito y la reimaginación de relaciones intergrupales los que demostraron mayor eficacia para contrarrestar las creencias en conspiraciones y fake news. Sin embargo, advierten que el estudio exploró “solo los efectos inmediatos de los enfoques de desacreditación en la creencia de la teoría de la conspiración” (Guan et al., 2021, p. 81). Aun con esa observación, reconocen la utilidad de tales enfoques para contribuir a desdibujar algunas creencias alimentadas por las noticias falsas.

La difusión de contenidos en Internet ha permitido crear un sistema de comunicación con nuevas formas de interconexión en dónde los usuarios se relacionan con distintos tipos de temas, como resultado de un mundo digital que da cabida a todo tipo de contenidos, desde entretenimiento hasta temáticas relacionadas con las espiritualidades. Al tenor de esto, la religión ha incursionado en este mundo virtual con el objetivo de mantener un contacto con los usuarios creyentes y no creyentes. De allí que, como observan Carpio Jiménez et al. (2019), en un contexto global y altamente tecnologizado que permite una cobertura global, los medios digitales han pasado a ser espacios que facilitan la difusión de contenidos, en virtud de lo cual “las “diferentes instituciones religiosas, grupos espirituales” (Carpio Jiménez et al., 2019, p. 99), los aprovechan para difundir mensajes esperanzadores o para fortalecer sus creencias.

Estos autores vuelven a observar que son los jóvenes el grupo a quien con mayor facilidad se llega por estos medios, destacando el caso de YouTube, pues con la ayuda de los influencers formados en una religión (sean pastores o sacerdotes), transmiten sus mensajes, así como los valores bajo los cuales se rigen sus religiones. En este sentido, observan que, “en cualquier religión, los líderes espirituales son guías que exhiben un código moral y permiten a los seguidores tomar decisiones sobre los criterios establecidos” (Carpio Jiménez et al., 2019, p. 102). De esta forma, los usuarios deciden formar parte de una comunidad para compartir proyectos de espiritualidad y creencias en común.

Hasta aquí la revisión de algunas investigaciones vinculadas a formas de religiosidad, lo espiritual y otras expresiones de fe que son posibles identificar en el contexto de la era digital, la posmodernidad y la New Age. Como se observa, las instituciones religiosas, con comunidades de usuarios particularmente jóvenes, han hecho de las redes sociales espacios de interactividad para producir y difundir narrativas vinculadas a creencias que son expresiones de una diversidad como quizá no se habían tenido experiencias antes. A continuación, se presentan algunos hallazgos del proyecto de referencia, esperando que las evidencias presentadas ilustran y confirman lo que otros colegas han encontrado objetos de investigación afines.

Metodología

Indagar las redes sociales sobre cualquier objeto de interés suele ser una pesquisa compleja, sobre todo si la intención es analizar las narrativas que promueven y difunden creencias. Esta investigación es de corte fenomenológico, enfoque cuya intención es describir e interpretar “las estructuras fundamentales de la experiencia vivida” (Fuster Guillén, 2019, p. 207); es decir, el estudio de realidades vivenciales no siempre comunicables, pero “determinantes para la comprensión de la vida psíquica de cada persona” (Martínez Miguélez, 2006, p.139), por lo que estamos ante un método que permite descubrir y comprender el sentido que guarda lo cotidiano circunscrito al mundo experiencial de las personas (2006). En ese contexto, es oportuno destacar que, siguiendo a Denzin y Lincoln (2008), los estudios cualitativos permiten situar al investigador en el mundo, al ser una actividad situada que se vale de prácticas materiales e interpretativas que permiten visibilizar al mundo y transformarlo, para lo cual, “las notas de campo, las entrevistas, las conversaciones, las fotografías, las grabaciones y las notas para el investigador” (2008, p. 48) son la materia prima. En el contexto de lo aquí expuesto, al analizar las narrativas en redes sociales que promueven y difunden creencias, la fenomenología como método ofrece un marco ideal para interpretar y captar la esencia acerca de cómo los usuarios experimentan, interpretan, significan y dan sentido a su interacción con esas narrativas y particularmente con otros.

De allí que se estén empleando como técnicas la observación en línea con la intención de dar seguimiento y registro a productos comunicativos que devienen narrativas que circulan en redes sociales y canales de video, para conocer desde ellas las prácticas y hábitos que caracterizan las interacciones en estos ambientes digitales (Rojas Mesa y Bernal Granados, 2008). Se debe decir que la observación en línea se ha convertido en una herramienta esencial para el estudio de los entornos digitales, ya que permite a los investigadores e investigadoras, no solo limitarse al seguimiento del rastro de productos comunicativos que circulan en redes sociales y canales de video, sino también para analizar cómo estos productos son consumidos, compartidos y resignificados por los usuarios en su vida cotidiana. La observación en línea no solo revisa interacciones superficiales, sino que además permite un acercamiento a prácticas enmarcadas en la cultura digital en donde los procesos de interacción dan pauta a la negociación de significados y sentidos.

Se dieron 3 etapas de observación

  1. 1)

    Exploración: para identificar cuentas de redes sociales y canales de video que producen narrativas en torno a mitos, creencias y expresiones de fe;

  2. 2)

    Reconocimiento: permitió reconocer los recursos para la producción de contenidos, identificación de tipos creencias convencionalmente aceptadas y aquellas que no lo son;

  3. 3)

    Selección: en la que se trabajó con aquellas unidades audiovisuales que más densidad observen en la construcción de narrativas que abonen al paisaje mítico-mediático que caracteriza las prácticas socio-digitales que en la producción de contenidos relacionados con el fenómeno estudiado observan las comunidades de usuarios seguidores de tales relatos.

Para cada etapa se diseñó un instrumento de registro. Por otro lado, la entrevista semiestructurada y el análisis de contenido complementan la logística del trabajo de campo, en el entendido que la entrevista es un ejercicio dialógico que permite el encuentro de subjetividades y por ende el acercamiento a las formas en que los productos y usuarios hacen inteligible el mundo de vida que comparten a través de prácticas propias de una cultura digital. Los dos recursos para el análisis e interpretación en sus etapas, ha sido la hermenéutica natural para identificar y situar los recursos gráfico-discursivos y el análisis de contenido para profundizar en su compresión e interpretación, entendiendo la importancia de reconocer el contexto del uso de las narrativas en ambientes digitales, donde el significado de las palabras “dependen del contexto en que se encuentran insertas” (Izcara Palacio, 2014, p.52)

En la etapa exploratoria, se definieron una treintena de sitios en las redes sociales Facebook, Instagram, TikTok y la plataforma YouTube. A partir de allí, se hizo una primera selección de cuentas y canales: (Facebook: 4, Instagram: 8, TikTok: 8, y canales de YouTube: 8), decisiones que tuvieron como indicador básico que, en todos los casos, las cuentas tuvieran más de 100 mil usuarios, publicaran por lo menos una vez cada quince días y manejaran narrativas ligadas a mitos, leyendas, creencias, espiritualidades y expresiones de fe. Ya en una segunda etapa se pidió a los colaboradores, proponer entre 2 o 3 cuentas y canales más, con la correspondiente justificación teórico-metodológica que determinarán su pertinencia e importancia.

La evidencia empírica ilustra la pluralidad de creencias en este artículo. Así, se reconocen las narrativas que definen cosmovisiones que dan sentido a las comunidades digitales ligadas a prácticas religiosas y espirituales, propias de la New Age.

Análisis de hallazgos

En la New Age tiene cabida todo

En la New Age, las tecnologías y, en particular las redes sociales y canales de video han facilitado la adaptación de confesiones y proyectos de religiosidad en sus múltiples manifestaciones. Desde el catolicismo a las iglesias evangélicas, hay un proceso de resignificación de lo religioso y espiritual vinculado a la nueva cultura digital, al trasladar sus narrativas y prácticas a los entornos virtuales; proyectos de espiritualidad, que también conviven con otro tipo de creencias (místicas o paganas), en donde youtubers, tiktokers, instagramers o facebookers, abordan temáticas ligadas a creencias religiosas pero también profanas, para exponer, criticar o señalar algunas prácticas que rompen o minan las creencias convencionalmente aceptadas.

En la figura 1 un sacerdote con un ícono pagano ilustra el tipo de recursos que acompañan las narrativas para cuestionar prácticas paganas u ocultistas; mientras en la otra imagen, una supuesta Anunaki, es una figura a quien suelen preguntar sus seguidores sobre temas ligados a la existencia humana o la presencia de seres o entidades venidas de otras constelaciones. En ambos casos, la interacción entre usuarios y el administrador del sitio, dan sentido a sus comunicados.

Las creencias de distintos signos han encontrado en la cultura digital, formas distintas de expresión
Figura 1
Las creencias de distintos signos han encontrado en la cultura digital, formas distintas de expresión
Fuentes: https://docs.google.com/presentation/d/1XwTfjJlitQ8yWHtvtZ8D1blwe8mbTH4vNqjHW0kOXhw/edit#slide=id.p1https://www.tiktok.com/@futuranebula/video/7107617737073003782

Algo particularmente significativo es la interacción que suele observarse en unas y otras comunidades, pues el tratamiento de temas religiosos o paganos tienen como intención aclarar, difundir y posicionarse frente a narrativas promovidas desde otras expresiones de fe o espiritualidades posibles. El lenguaje empleado recurre a expresiones y planteamientos que permiten reconocer la forma en que dan seguimiento a creencias de distinto tipo, poniéndose a tono con una pluralidad de emociones vinculadas a creencias tan plurales como diversas. Esta interacción suele permitir a sus seguidores resignificar sus propias experiencias, a partir de un protagonismo activo generado por las propias comunidades digitales.

En uno de los comentarios del canal del sacerdote se lee: “Yo anduve en esto, y hace nueve años me retiré de cualquier práctica de new are (sic) y de las personas que ahí conocí… Postrarme ante el santísimo y pedir perdón me liberó”. En la imagen derecha, se lee en un comentario: “Me podría indicar qué pasa con el multiverso, luki y su variante”. La creadora del contenido sugiere “puede ver el programa sobre el mundo espiritual" en allatra.tv, se habla sobre multiversos.

En ambos casos, estamos ante narrativas que promueven creencias que, gracias a los recursos empleados en la construcción de algún paisaje en torno a estas expresiones de fe, es que la difusión de tales contenidos encuentra condiciones para difundirse masivamente a través de las redes sociales; espacios desde los cuales también se fortalece el sentido de comunidad de práctica y sentido, tal como lo han dicho Balladares-Burgos y Avilés-Salvador (2020) o Carpio Jiménez et al. (2019).

Las divinidades, sus protagonistas y creyentes

Lo mismo el cristianismo, que el hinduismo o el budismo, son manifestaciones de espiritualidad reconocibles en paisajes de fe que han favorecido la posmodernidad y la New Age. Aquí es posible reconocer la resignificación que otras entidades vienen observando al calor de construcciones discursivas que permiten visibilizar y compartir opiniones que trastocan las convenciones desde las cuales se ha perfilado alguna divinidad, pero cuya intención es recrear una lectura diferente que lleva a expresiones de espiritualidad distintas.

En la figura 2 se observa la representación de uno de los dioses indios, así como una figura alada, debajo de la cual se observa un Buda. En el primer caso, quien produce el contenido, responde a una pregunta de su comunidad: “Las 9 reencarnaciones de vishnu hacen referencia a los 7 planetas clásicos y a los dos mundos lunares de la astrología védica de la India”, lo que deja ver un dominio cultural para difundir este tipo de creencias, centrada en el significado de una forma de cosmogonía hindú. En el caso del ser alado, estamos ante la representación divinizada de Lucifer, tan propia en algunas comunidades digitales, muchas de las cuales comparten una representación que trastoca las convenciones, por la resignificación que de este personaje mítico hacen las comunidades de usuarios, quienes terminan por darle algunas veces un toque divinizado, y otras ven la encarnación del mal. En este caso, quien administra el sitio observa: “Lucifer ardió en cólera cuando se enteró que los humanos estaban siendo castigados injustamente…”, a partir de este planteamiento, despliega una exposición cuya fuente acredita sus dichos en El canto de los Dioses. La epopeya de Lucifer. La referencia es particularmente larga, lo que no impide el interés de su comunidad como para recibir más de 600 likes, 306 comentarios y que haya sido compartido en más de 120 ocasiones.

El sincretismo y la hibridación son atributos que distinguen la recreación de narrativas alrededor de diversas entidades divinizadas
Figura 2
El sincretismo y la hibridación son atributos que distinguen la recreación de narrativas alrededor de diversas entidades divinizadas
Fuentes: https://www.youtube.com/watch?v=vIuvMs6qJi8https://www.facebook.com/9deDante/posts/mitolog%C3%ADa-samaeldescribir-a-samael-es-un-tanto-complicado-puesto-que-unos-le-ven/861405104331520/

El sincretismo o hibridación reconocible en las narrativas que distinguen las creencias entre las comunidades de usuarios de redes sociales y canales de YouTube da un protagonismo importante a las representaciones de tales creencias, mismas que encarnan una pluralidad de entidades divinizadas por un movimiento global como la New Age, encontrando en las plataformas y redes sociales digitales, espacios que devienen lugar de experiencias de espiritualidad plurales, diversas y distinguidas, que contribuyen de manera importante a darle sentido y significación a la búsqueda histórica de explicaciones.

Esto se constata en referencia a la divinidad hindú de la figura compartida, como también en la reflexión sobre un ser que en las narrativas cristianas representa al mal. Oportuno es señalar que en el caso de Lucifer hay un movimiento en redes sociales que, en el contexto de representar un ángel caído, su representación observa una resignificación importante por el tratamiento divinizado que se le da, lo que no impide que haya comunidades que discuten sobre el satanismo, el ocultismo y Lucifer cobra una presencia mucho más cerca a la representación que en el discurso religioso católico tradicional se tiene de él. Villalba Sánchez y Zambrano Ballén (2019) en su estudio nos dicen que estas representaciones y su difusión, pueden provocar tensiones entre unas y otras comunidades, pero también es cierto lo que Carpio Jiménez et al. (2019) han hallado y en el estudio que aquí se reporta resulta confirmarse: las redes sociales y canales de YouTube ilustran una pluralidad de creencias y favorecen la resignificación de los objetos de tales creencias.

Relatos, creencias y paisajes de espiritualidad

Los relatos que construyen los productores de contenido en las redes sociales, digitales y canales de YouTube abonan no solo a una pluralidad y diversidad de creencias, sino que confirman el lugar que ellas tienen en la historia de las mentalidades del mundo y, en particular, de América Latina. En el contexto de la New Age y como resultado del desdibujamiento de los meta relatos y las grandes verdades (Lyotard, 2006) que privilegió una epistemología occidental en la modernidad, hoy encuentra en los medios digitales García Pereira (2017), los espacios para promover expresiones de fe y nuevas espiritualidades a través de una diversidad de narrativas desde las que se construyen nuevas prácticas de religiosidad, permitiendo -además- la coincidencia de entidades y manifestaciones divinas distintas.

En la figura 3 se ilustra una iconografía propia de estos días. Del fin de los tiempos a la venida de Jesús, los usuarios de redes sociales se dan la oportunidad de expresar sus creencias en ello, pero también abrirse a la posibilidad de otras cosmogonías, formas explicativas y de entendimiento que generan prácticas y hábitos tan diversos como la imaginación de los productores de contenido y los propios usuarios se permitan.

Así, según la ciencia, en las últimas décadas hemos asistido a un deterioro de nuestro mundo, cuyo signo de los tiempos es el calentamiento global que ha venido generando algunos eventos climáticos como los que no se tenía experiencia: de huracanes a incendios forestales, de terremotos en lugares inimaginados al comportamiento animal fuera de lo común, la humanidad está asistiendo a eventos extraordinarios. No obstante, en la lectura de las comunidades religiosas y conspirativas, las razones son divinas o resultado de mentes maquiavélicas que confirman la “existencia” de las llamadas élites que dominan al mundo. De tal forma, pastores sacerdotes venidos a influencers o youtubers a partir del tratamiento de estos eventos en sus narrativas, confirman lo que el texto bíblico predice o se dice sobre el fin de los tiempos o la proximidad del apocalipsis; mientras que los conspiracionistas, a partir de sus creencias, tienen la confirmación de la existencia de un plan para “reducir la población”, “dominar al mundo”, para “imponer un nuevo orden mundial”, por parte de sociedades secretaras, logias o cultos (de illuminatis a reptilianos pasando por los masones, incluido un grupo como el club de Bilderberg).

Estos paisajes permiten dimensionar los medios y las formas por donde hoy pasan las creencias depositarias de expresiones de fe o formas de espiritualidad que pueden ser divinidades convencionales, pero otras resignificadas por las formas discursivas desde las que se promueven y difunden contenidos entre comunidades de usuarios en Latinoamérica, las mismas que terminan por habitar en el imaginario y las representaciones de comunidades de práctica y sentido que, en las redes sociales y los canales de YouTube, han encontrado lugares desde los cuales relacionarse y seguir construyendo experiencias de espiritualidad o de fe, novedosas o emergentes. Y aun cuando -como reconoce Hernández Soto (2021)-, las tecnologías favorecen el manejo de narrativas doctrinales en beneficio de los creyentes, las comunidades religiosas siguen sin dimensionar su importancia para generar espacios de diálogo en el ciberespacio.

Conclusiones

Con la globalización y la era digital múltiples prácticas humanas han trascendido desde la realidad a la virtualidad, como se espera haya quedado mostrado en este artículo, un contexto en el que la posmodernidad y la cultura digital han permitido consolidar el movimiento New Age como uno de los mejores ejemplos de los horizontes desde los cuales se construyen creencias mediadas por contenidos digitales. Si bien no se puede hablar aun de resultados, sí de hallazgos, en donde pueden destacarse el acercamiento hecho a creencias que dan sentido a la vida a través de los usuarios de redes sociales, experiencias desde las cuales se configuran comunidades de creyentes en línea, aun cuando siguen siendo divinidades convencionales o entidades emergentes -casi divinizadas- el objeto de su fe y creencias.

En esa línea argumental, se destaca el tipo de representaciones a las que dan cabida los espacios sociodigitales en sus mensajes, diseminando creencias de todo tipo, en donde lo divino, lo religioso y lo oculto pasan a formar parte de las narrativas que inyectan un halo de atractivo y misterio entre los usuarios, particularmente jóvenes; un caldo de cultivo posmoderno que abre la posibilidad a un paisaje mítico configurado por expresiones de fe milenarias que hoy se recrean en entornos virtuales provistos de recursos digitales que contribuyen a sedimentar las creencias: imágenes, sonidos, textos como elementos favorecedores de confianza que deviene fe depositada en la evidencia gráfica o audiovisual en la que se apoyan los productores de contenido, quienes se erigen en juglares, oráculos del New Age en un contexto posmoderno donde, además de mediar en las creencias, son gestores de espiritualidades reinventadas, administradores de expresiones de fe diversas, heterogéneas y plurales que terminan por monetizar.

Finalmente, se puede decir que, con la llegada de la New Age, la difusión y desarrollo de espiritualidades emergentes, han marcado una nueva forma de ser y vivir lo espiritual en un ecosistema mediático y mediacional que halla en las narrativas difundidas en medios digitales, una cultura virtual ligada a una pluralidad de creencias de carácter convencional y no convencional (Len, 2014), mismas que los usuarios y comunidades han adoptado para generar nuevas expresiones de fe, desde otras visiones de la realidad, de manera orgánica y efectiva (Otálora Cotrino, 2012), cuyo resultado es el apuntalamiento de creencias que definen y orientan expresiones de fe diversas; una episteme que requiere de acercamientos -densos, complejos y fenoménicos- para comprender las formas en que se siguen observando expresiones de fe, propias de lo humano. Un tiempo histórico, donde parece la New Age, es un movimiento revitalizador de lo espiritual, pero, sobre todo, que permite dimensionar, entender, comprender e interpretar mucho de lo que ocurre en el siglo XXI (Len, 2014); experiencias dialogantes entre la razón y las creencias, en el contexto de una sociedad del conocimiento donde el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico, también están facilitando espacios de entendimiento y reconocimiento diverso y diferente, en un escenario mundo en el que se debe aprender a ser sensible y razonable frente a un Otro, quien hoy acuerpa o recrea manifestaciones culturales tan divergentes de lo convencional mítico-religioso en aras de un proyecto de espiritual dialogante y para lo que no siempre, todos, estamos preparados.

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Notes

2 Cómo citar este artículo: Aguirre-Aguilar, G., Molina-Landa, M. Á., Ballona-Fuentes, R., & Barrios-Pérez, E. G. (2024). Divinidades y creencias New Age. De sus arquitecturas narrativas en la era digital. Revista Panamericana de Comunicación, 6(2), 1-19. https://doi.org/10.21555/rpc.v6i2.3114

Author notes

Contribuciones de los autores: Genaro Aguirre-Aguilar: Administración del proyecto; Análisis formal; Conceptualización; Curación de datos; Escritura - revisión y edición; Investigación; Metodología; Supervisión; Visualización. Miguel Ángel Molina-Landa: Conceptualización; Curación de datos; Escritura - borrador original; Escritura - revisión y edición; Investigación; Visualización. Rebeca Ballona-Fuentes: Conceptualización; Curación de datos; Escritura - borrador original; Investigación; Visualización. Eduardo G. Barrios-Pérez: Conceptualización; Curación de datos; Escritura - borrador original; Escritura - revisión y edición; Metodología; Visualización.
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