Convocatoria temática
Otras reconfiguraciones en el mundo del trabajo: el caso de la economía popular en el barrio Campos de Unamuno del Conurbano bonaerense (Argentina)
Other reconfigurations in the worlds of labour: the case of the popular economy in the Campos de Unamuno neighborhood of the Conurbano bonaerense
Outras reconfigurações no mundo do trabalho: o caso da economia popular no bairro Campos de Unamuno da Grande Buenos Aires
Otras reconfiguraciones en el mundo del trabajo: el caso de la economía popular en el barrio Campos de Unamuno del Conurbano bonaerense (Argentina)
Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, vol. 5, núm. 10, 2021
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Recepción: 15 Enero 2021
Aprobación: 26 Marzo 2021
Resumen: El presente artículo tiene por objetivo describir las actividades que despliegan las y los trabajadores ocupado/as en los programas sociales de transferencias de ingresos en dos asentamientos (17 de Marzo y Soledad) del barrio Campos de Unamuno, al tiempo que analizamos la construcción social de dichas ocupaciones desde la perspectiva del trabajo no clásico. El diseño metodológico incluye el uso de técnicas cuantitativas para la recolección de datos y cualitativas basadas en entrevistas aplicando una guía semiestructurada. Nuestros hallazgos dan cuenta cómo a partir de la posconvertibilidad se consolidan formas de trabajo que extienden los límites de lo que tradicionalmente se ha definido como tal, al tiempo que estas ocupaciones recientes encuentran su singularidad en la relación que se establece entre la economía popular y el Estado, puntualmente a partir de la masificación de transferencias monetarias mediante políticas sociales que se iniciaron en 2002 y se consolidaron en 2009.
Palabras clave: clases populares, trabajo no clásico, política social.
Abstract: This article aims to describe the activities of busy workers in social income transfer programmes in two settlements (17 de Marzo y Soledad) of the Campos de Unamuno neighborhood, while analyzing the social construction of these occupations from the perspective of non-classical work. Methodological design includes the use of quantitative techniques for interview-based data collection and qualitatives using a semi-structured guide. Our findings show how post-convertibility consolidates ways of working that extend the boundaries of what has traditionally been defined as such, while these recent occupations find their uniqueness in the relationship established between the popular economy and the state, timely from the masification of monetary transfers through social policies that began in 2002 and were consolidated in 2009.
Keywords: popular classes, non-classical work, social policy.
Resumo: Este artigo visa descrever as atividades dos trabalhadores ocupados em programas de transferência de rendimentos sociais em duas povoações (17 de Marzo y Soledad) do bairro campos de Unamuno, enquanto analisa a construção social destas ocupações do ponto de vista da obra não clássica. O desenho metodológico inclui a utilização de técnicas quantitativas para a recolha de dados e qualitativos baseados em entrevistas utilizando um guia semi-estruturado. As nossas descobertas mostram como a pós-convertibilidade consolida formas de trabalhar que alargam os limites do que tradicionalmente se define como tal, enquanto estas ocupações recentes encontram a sua singularidade na relação estabelecida entre a economia popular e o Estado, oportunamente desde a masificação das transferências monetárias através de políticas sociais que começaram em 2002 e se consolidaram em 2009.
Palavras-chave: classe popular, trabalha não clássico, politica social.
Introducción
La reconfiguración del mundo del trabajo asociada a las condiciones de producción y reproducción de las clases populares es un tema de larga tradición en el campo de las ciencias sociales. En particular en el caso argentino, en las últimas décadas se asistió a un proceso de recomposición de estas clases, en correspondencia con las reconfiguraciones del trabajo asalariado producidas por el golpe de Estado de 1976 y que se consolidaron con las reformas neoliberales de la década de 1990. A partir de esta década se identifica la emergencia una clase popular que Kessler, Svampa, y González Bombal (2010) denominan “plebeya”, la cual según los autores encuentra su especificidad en el desarrollo de redes de supervivencia surgidas como consecuencia de esas reformas, al tiempo que (a partir de la posconvertibilidad) los ingresos obtenidos desde el Estado -en general por medio de políticas sociales de transferencia monetaria- coexisten con una multiplicidad de otros ingresos provenientes de distintas fuentes, y por ende, siguiendo a Gago (2016: 182), “se desactiva de hecho la percepción de una pura “dependencia” del Estado”.
En clave de recuperar una mirada sociológica que considere dichas reconfiguraciones, este artículo se propone analizar los tipos de trabajo que se desprenden de los programas de empleo de la política social, particularmente en dos barrios de Campos de Unamuno, ubicados en el partido de Lomas de Zamora en el primer cordón del conurbano bonaerense.
Buscamos identificar estas ocupaciones y mencionar su singularidad, ya que no pueden ser encasilladas dentro de algunas definiciones existentes que las vinculan con conceptualizaciones como trabajo precario, informal, marginal, etc. Proponemos tensionar las actuales taxonomías/clasificaciones construidas por la academia y los organismos estatales acerca del mundo del trabajo, ya que en el universo de la economía popular existen un conjunto de actividades que desbordan el concepto de trabajo remunerado tradicional, y se erigen como un pilar fundamental para la reproducción de los hogares. Partiendo de este propósito, analizamos estas actividades desde la perspectiva del trabajo no clásico y la construcción social de la ocupación (De la Garza Toledo, 2009; 2011; 2017), ya que tal noción nos permite pensar el vínculo que se establece entre el territorio, las condiciones de vida y el trabajo en las clases populares.
La hipótesis que guía la investigación es que en el período que se estudia (2009-2015) se consolidan formas de trabajo que extienden los límites de lo que tradicionalmente se define como trabajo, al tiempo que tensionan la propia categoría de trabajo no clásico, dando cuenta de la existencia de trabajos tradicionales y modernos dentro de este universo no clásico. Estas transformaciones son producto de las reconfiguraciones producidas en la posconvertibilidad, y se sostienen fundamental (aunque no exclusivamente) en la relación singular que se consolida entre la economía popular y el Estado a partir de la masificación de transferencias monetarias por medio de políticas sociales que se inicia en 2009.
El presente artículo se organiza en cuatro apartados y una conclusión. En el primero ubicamos nuestro estudio en un marco teórico que remite a las discusiones sobre las transformaciones en el mundo del trabajo, deteniéndonos en lo referido al concepto ampliado de trabajo, el carácter de los trabajos no clásicos, la construcción social de la ocupación y la economía popular. En el segundo apartado abordamos el enfoque metodológico utilizado para la investigación. En el tercero, nos abocamos a describir los trabajos enmarcados en los programas sociales de transferencias de ingresos en Campos de Unamuno. El cuarto apartado se centra en el objetivo principal del artículo, que es identificar tanto los contornos de este tipo de trabajo como la construcción social de la ocupación de estas actividades específicas.
Por último, se aclara que los resultados que se presentan en este artículo son parte de una tesis de investigación que se enmarca en la Maestría en Ciencias Sociales del Trabajo, de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
Pensar las reconfiguraciones del trabajo
El escenario resultante del resquebrajamiento de la sociedad salarial (Castel, 2009) y de la emergencia de un nuevo régimen social de acumulación (Nun, 2003) configuró a grandes rasgos dos líneas de discusión académica acerca del trabajo y su crisis.
En primer lugar, se desarrollaron aportes vinculados a comprender las “anomalías” del mercado laboral, que construyeron las nociones de marginalidad (Vekemans, 1970; Nun, 2001), informalidad (Cartayana, 1987; Portes, 1995) y exclusión (Robles, 2000), todos conceptos que se centran en una dirección definida: analizar los “defectos” frente a un modelo tradicional de trabajo, determinado por la relación capital/trabajo capitalista.
En segundo lugar, diferentes autores como Habermas (1985), Offe (1985), Rifkin (1996) -entre otros- plantearon la idea del “fin del trabajo”, ya que aseguraban la inminente desaparición de la “sociedad del trabajo” en tanto estructurante social, como consecuencia del debilitamiento de la economía industrial y la fragmentación de los mundos de vida obreros y familiares.Desde América Latina surgieron las primeras visiones críticas a los postulados referidos. Quijano (2003) afirmó que para las ciencias sociales sostener la finitud del trabajo como una premisa global da cuenta del establecimiento de una equivalencia, una sinonimia, entre la idea de trabajo asalariado y la idea general del trabajo. En esta sintonía, Antunes (2009) sostuvo que, en lugar de propugnar el fin del trabajo, el desafío es comprender la nueva polisemia del trabajo, una nueva morfología marcada por el diseño multifacético resultante de las fuertes transformaciones que atravesaron al capitalismo reciente, y que en vez de acotarse, el trabajo se amplía a nuevas actividades, y en consecuencia a nuevos sujetos. Antunes (2012) contempla en gran medida todos aquellos trabajos marcados por las nuevas tecnologías, flexibles, precarios, tercerizados, informales, que construyen un infoproletariado, el cual, según el autor, representa una nueva expresión de generación de plusvalía, más que ejemplos contrarios al desarrollo de la ley del valor. Sobre este último aspecto Gago y Mezzadra sostienen la necesidad de pensar en términos de un extractivismo ampliado, a los fines de analizar como el trabajo se multiplica bajo modalidades informales, ilegales, serviles, en tanto “operaciones extractivas dentro del capitalismo entendido como campo heterogéneo de articulaciones” (2015: 50). Volviendo a Antunes, en estudios más recientes plantea que nos enfrentamos a la uberización del trabajo, ya que
“el trabajo on line borró la separación entre el tiempo de vida en el trabajo y fuera de él, asistimos al crecimiento exponencial de una era de esclavitud digital. En la empresa “moderna” liofilizada, el trabajo exigido por los capitales es el trabajo flexible: sin jornadas laborales preestablecidas, sin remuneración fija, sin actividad predeterminada, sin derechos, ni siquiera el derecho de organización sindical”. (Antunes, 2020: 18).
En un enfoque más amplio, Zukerfeld (2020) ubica el trabajo en plataformas (Uber, Rappi, Globo, etc.) como una de las tres tendencias que caracterizan la relación entre trabajo y tecnologías digitales en la presente etapa del capitalismo informacional. Las restantes dos tendencias son la informacionalización, que incluye la emergencia del trabajo informacional y la constitución de un sector información, y la automatización informacional, que abarca la sustitución de trabajo humano mediante software, contenidos, robotización e inteligencia artificial.
Como ya mencionamos en Silva Mariños (2020), las formas de trabajo específicas que emergen en las clases populares (en particular aquellas enmarcadas en la política social) no pueden ser reducidas a las categorías mencionadas previamente. En cierto modo van tocando algunos elementos que las conceptualizaciones referidas sostienen, pero no se identifican directamente con una, por lo tanto resulta necesario “tensionar” las actuales taxonomías/clasificaciones del mundo del trabajo que no reconocen como “trabajo” muchas de las actividades que forman parte de las estrategias de acceso a ingresos/laborales de las clases populares en la actualidad.Asimismo, las discusiones referidas al trabajo en la actualidad se centran en las reconfiguraciones que la aparición de organizadores tecnológicos generan. Desde nuestro punto de vista esas formas interpelan los modos de trabajo de lo que históricamente fueron las “clases trabajadoras”. No obstante, aparecen nuevas formas de trabajo entre las clases populares, sobre lasque existen variados estudios locales en torno a los formatos organizativos-políticos-gremiales que adoptan, en comparación con el movimiento obrero clásico (Abal Medina, 2016; Natalucci, 2016; Natalucci y Morri, 2019); también en relación con las políticas públicas de los gobiernos (Abal Medina, Natalucci y Rosso 2017; Natalucci, 2018; Fernández Álvarez, 2019); y otros vinculados con un análisis empírico y conceptual de la economía popular (Gago, 2016; Fernández Álvarez, 2016a; Fernández Álvarez, 2016b) en el que nos detendremos con mayor atención a continuación.
Un concepto ampliado del trabajo y el carácter de los trabajos no clásicos
En sintonía con los autores latinoamericanos que debaten la idea del “fin del trabajo”, Enrique De la Garza Toledo (2009) propone pensar que, en vez de una restricción, de lo que se trata es de establecer un concepto ampliado de trabajo, pues las interfaces entre trabajo/no trabajo y la nueva importancia de los trabajos no industriales llevan a la necesidad de trascender la idea de trabajo clásico -afianzada durante el desarrollo de la sociedad salarial-, que se pensó desde los países desarrollados en los que mayormente el empleo era industrial, estable, subordinado a un solo patrón y empresa, con definiciones claras de trabajador subordinado y patrón (relación laboral bilateral), de tiempo completo y con contrato por tiempo indeterminado y con seguridad social. La contracara del trabajo clásico (enmarcada en un concepto ampliado) es el trabajo no clásico, caraterizado por no estar subordinado a un solo patrón, o integrado a una sola empresa, sin contrato por tiempo indeterminado, sin tiempo completo, desprotegido, riesgoso, pero no necesariamente precario; incluye también aquel en el que el cliente está implicado directamente en la producción.
Según De la Garza Toledo (2009), al hablar de trabajo no clásico resulta necesario pensar qué nociones específicas de este tipo de trabajo se ligan a los conceptos de control, producción y regulación identificados con el trabajo clásico. En este sentido propone pensar estas dimensiones en torno al concepto deconstrucción social de la ocupación, ya que dicha noción apunta a poner el foco en la trayectoria ocupacional, en los actores que intervienen en la construcción, pero principalmente en las interacciones con sentido, ya que lo que se entiende por “trabajo” y “no trabajo”
“no puede ser determinado por el tipo de actividad o de objeto que se produce, sino por la condición de generar productos útiles en articulación con ciertas relaciones sociales de subordinación, cooperación, explotación o autonomía. Este proceso dota de significación social al trabajo, en tanto define qué es y delimita aquello que no se considera como tal, valorando el trabajo en términos morales e identitarios y económicos”. (De la Garza Toledo, 2009:120)
En consecuencia, dar cuenta de la construcción social de la ocupación obliga a comprender el vínculo que entabla el trabajador con otros actores (empleador, cliente, u otros agentes no trabajadores como el Estado u organizaciones territoriales), los factores que influyen en la potenciación o limitación de la actividad, la identidad que construye con su labor y los conflictos nacientes de su desenvolvimiento en el espacio de trabajo-territorio. Todos estos elementos son configuradores de lo que puede ser entendido por trabajo, que adopta la forma de una actividad específica. Utilizamos dicho concepto teórico para realizar una caracterización de la ocupación de las y los trabajadores ocupado/as en los programas sociales de transferencias de ingresos, quienes se enmarcan en los contornos de la economía popular.
La economía popular
En el plano local existen variados antecedentes sobre el tema, que emergen fundamentalmente a partir de la llamada posconvertibilidad. Una parte de los estudios se enfocan en un análisis de las ocupaciones que componen el mundo de la economía popular, evidenciando las conexiones entre esa economía de los sectores populares y la actividad económica formal capitalista (Cabrera, 2020; Arango, Chena, Roig, 2017; Gago, 2014). Otros analizan tanto el consumo como el estudio de las finanzas de la economía popular (Wilkis, 2014; Roig 2015; Cabrera y Vio 2019), observando las diferentes estrategias de financiamiento del sector. Asimismo existe un abordaje sobre el sujeto y las acciones colectivas de protesta y organización que este actor despliega (Fernández Mouján, Maldovan Bonelli y Ynoub, 2018; Muñoz, 2019; Natalucci y Morris, 2019). El conjunto de estos estudios muestran que el concepto de la economía popular es de carácter polisémico y se encuentra en un proceso de construcción, por el que se va nutriendo de contenido a partir de distintas reflexiones teóricas, evidencias empíricas y eventos políticos.
En este marco, nuestro trabajo retoma principalmente los aportes de Vio y Cabrera (2014), quienes entienden a la economía popular como una matriz específica de estrategias de reproducción de las clases populares orientadas a (i) la obtención de bienes de uso; (ii) la obtención de ingresos; (iii) el acceso al financiamiento; y (iv) el acrecentamiento del fondo de reproducción1. Estas estrategias se desenvuelven en un contexto signado por la pérdida de preeminencia de los ingresos provenientes del trabajo mercantil (sin dejar de ser éste la principal fuente), la creciente importancia de los ingresos provenientes de la política social como rasgo especifico de la posconvertibilidad y el peso del trabajo doméstico en la determinación de las condiciones de vida.
Las autoras referidas afirman la necesidad de entender las cuatro estrategias de reproducción social mencionadas en lo que conceptualmente denominan matrices político territoriales,
“las cuales se fundan en el amalgamamiento del poder estatal con el de las organizaciones de base territorial, aunque con mayor frecuencia esto sucede con referentes barriales, comúnmente llamados [de manera peyorativa] “punteros”. Esta fusión de poderes diversos es posible a partir de las transferencias estatales de diversos tipos de capital —bienes de uso, dinero, social, simbólico— que son asignados en función de la forma que asume la articulación entre la matriz político-territorial y los hogares. Las matrices político-territoriales aglutinan y organizan a la economía popular y el territorio lejos de ser soporte de esta economía es, antes que nada, su institución”. (Cabrera, Vio, 2017: 111)
El concepto señalado permite pensar cómo, para la economía popular (a diferencia del trabajo clásico donde el mercado es quien determina la existencia del mismo), mercado y territorio son instituciones que ponen en juego las posibilidades de reproducción social. Esto se observa con claridad en las estrategias de obtención de ingresos a partir de transferencias monetarias provenientes del Estado, comolas pensiones, las jubilaciones, y los programas de empleo (cooperativas de trabajo), ya que el territorio se constituye como terreno por el cual acceder a políticas públicas que en parte desplazan al mercado como fuente exclusiva de obtención de ingresos.
Nuestro trabajo se basa en el análisis de estas formas de trabajo enmarcadas en la estrategia de obtención de ingresos mediante programas de empleo que impulsa el Estado. Entre los distintos programas de creación de cooperativas de trabajo, se destaca por su masividad, expansión territorial y magnitud presupuestaria el programa “Ingreso Social con Trabajo”, conocido como programa “Argentina Trabaja” (AT) iniciado en el año 2009. Su finalidad era la de dar empleo (aunque estaba en la órbita del Ministerio de Desarrollo Social y no de la cartera de Trabajo, dando cuenta de su naturaleza híbrida) mediante la organización de cooperativas de trabajo, administradas por instancias estatales locales y organizaciones sociales. Según Kasparian (2020) estas cooperativas basan su actividad en la demanda estatal y se concentran en actividades de vivienda, infraestructura social y mantenimiento de espacios públicos. Otro programa del mismo ministerio sobre el que trabajamos es “Ellas Hacen”, que se propone el acompañamiento de las mujeres que se propongan terminar sus estudios secundarios y promueve su acceso a estudios terciarios y/o universitarios, al tiempo que otorga la formación en oficios y formación profesional.
Metodología
El trabajo de investigación se basa en el análisis de la información producida y recogida durante los meses de junio/julio del año 2015, en el marco de un trabajo grupal de campo cuali-cuantitativo, producto de un convenio específico de cooperación complementario al Acuerdo Marco entre el Ministerio Público de la Defensa (MPD) y la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), destinado al estudio de las condiciones de vida, sociales y materiales, de los barrios Soledad y 17 de Marzo de Campo Unamuno del partido de Lomas de Zamora en el primer cordón del conurbano bonaerense. Se definió un recorte acotando el estudio a los dos asentamientos que comparten condiciones de infraestructura más deficitarias, en particular en lo concerniente al servicio de energía eléctrica, como también a la red de cloacas y agua potable. Asimismo, tienen en común su emergencia por un proceso de tomas de tierra que constituye un origen -aunque en diferentes años- compartido.
El recorte del universo se definió en función de una de las estrategias que despliegan los hogares de la economía popular: el acceso a la tierra y la vivienda por fuera del mercado formal. En lo respectivo al barrio estudiado, el universo se extiende a las 2.237 personas que componen 635 hogares; el 49,6% de los habitantes son varones y el 50,4% mujeres. El 62% de los habitantes es de nacionalidad argentina, el 38% proviene de Paraguay y el porcentaje restante de Perú, Uruguay y Chile.
Los cuestionarios de la encuesta cuentan con un módulo que se aplica a cada uno de los miembros de los hogares y que brinda información acerca de la ocupación (de los mayores de 14 años) y las condiciones de inserción laboral, mientras que los cuestionarios dirigidos a los hogares amplían la indagación sobre otros modos de acceso a ingresos y el peso relativo que tienen las distintas fuentes: empleo, programas sociales u otras. Asimismo, se entrevistó en profundidad a 9 vecinos ocupado/as en los programas sociales de transferencia de ingresos, aplicando una guía semiestructurada por temas que no necesariamente siguieron una secuencia previamente fijada.
A los fines de nuestro problema de investigación, utilizamos la categoría principal que utilizamos, trabajadores ocupado/as en los programas sociales de transferencia de ingresos, para referirnos a las y los trabajadores que forman parte de programas de la política social, es decir, que forman parte de diferentes cooperativas y/o emprendimientos productivos u otras actividades por las que asumen una obligación de cierta regularidad y por la que obtienen un ingreso del Estado.
Los trabajos de programas sociales de transferencias de ingresos en Campos de Unamuno
Sobre el total de trabajadores del barrio estudiado, encontramos que un 11% de ello/as (96 casos) se encuentran ocupados en programas sociales de transferencia de ingresos.
A continuación presentamos las principales características de este tipo de trabajo no clásico, donde observamos la calificación de sus tareas, el nombre de la ocupación, los niveles de informalidad/formalidad en el empleo, y los cruzamos con otras variables como el sexo, nacionalidad, lugar de trabajo, etc.
| Variable | Trabajo en programas sociales de transferencia de ingresos |
| Sexo | Predominancia de mujeres sobre varones |
| Rango edad | Predomina el rango 25-49 años y aumenta el porcentaje en el rango de 65 años y más |
| Nacionalidad | Gran predominancia de argentinos sobre paraguayos |
| Parentesco con el jefe/a de hogar | Predomina jefe/as de hogar sobre cónyuge, hijo/a, yerno/a, hermano/a |
| Ocupaciones principales | Predominan recicladores, coordinador/cocinero en merendero, limpiadores/barrenderos; por sobre, promotores de salud, albañiles/carpinteros/pintores, y quienes se encuentran en capacitación de oficios. |
| Calificación | Predominancia de trabajos no calificados por sobre calificados |
| Lugar de trabajo | Predomina el trabajo en el barrio fuera de la casa, y existe paridad entre quienes trabajan en CABA y en su casa |
| Formalidad/ Informalidad | Gran predominancia de trabajadores informales, con excepción de recicladores |
| Afiliación a sindicato | Gran predominancia de no afiliados |
La Tabla 1 nos indica que en este tipo de trabajo (compuesto principalmente por siete actividades) predominan las mujeres por sobre los varones, los argentinos por sobre los paraguayos. A su vez, la distribución dentro del hogar ilustra que las ocupaciones estudiadas se expanden en diferentes personas del grupo familiar y en consecuencia no estánconcentradas en jefes/as de hogar. Asimismo, son trabajos que en su gran mayoría se desarrollan en los límites del barrio (ya sea en la casa o fuera de ella). Sobre este último aspecto, evidenciamos que existe una relación entre los trabajos que devienen del programa de empleo y la condición de habitabilidad del barrio, dando cuenta así de la utilidad social de estas ocupaciones, que en gran medida se estructuran a partir de organizaciones territoriales que se conforman como asignadores de la política social. Por último, observamos que en estos trabajos la calificación es baja, y la informalidad un fenómeno extendido que alcanza a la mayoría de ocupaciones con excepción de los recicladores: la conformación de cooperativas de trabajo ha permitido una organización, acceso a indumentaria de trabajo, y mejores condiciones en lo referido a protecciones sociales.
En el siguiente apartado nos adentraremos en un objetivo especifico de nuestra investigación al analizar la construcción social de estas ocupaciones no clásicas que emergen de la política social que impulsa el Estado.
Los contornos del trabajo y la construcción social de la ocupación
Presentamos el análisis del proceso de construcción social de las ocupaciones vinculadas a la limpieza de calles, el reciclado, las labores de cuidado en comedores comunitarios, y la capacitación en oficios. A partir de las entrevistas realizadas, construimos una matriz que ordena el conjunto de los elementos reunidos. Tal como mencionamos previamente, nos enfocamos en comprender el vínculo que entabla el/la trabajador/a de la política social con otros/as actores del proceso laboral (empleador, cliente, u otros no trabajadores), los factores que influyen en la potenciación o limitación de la actividad, la identidad que éste construye con su labor y los conflictos nacientes de su desenvolvimiento en el espacio de trabajo-territorio. Todos estos son elementos estructuradores de una forma específica dedelimitación del trabajo. Nos basamos en el análisis de 9 entrevistas realizadas a los y las trabajadoras ocupado/as en los programas sociales de transferencias de ingresos del barrio 17 de Marzo y Soledad. Desde nuestro punto de vista, los testimonios -7 de mujeres y 2 de varones- nos permitieron identificar los nudos problemáticos que se inscriben en las reconfiguraciones de lo que puede ser entendido (o no) como trabajo, al tiempo que abordan temáticas como la utilidad social de las actividades realizadas, que se anclan en sujetos concretos con posiciones de clases objetivamente determinadas a partir de la carencia de capitales, que definen condiciones de vida signadas por la precariedad en sentido amplio.
| Tipo de tarea | Descripción | Regularidad | Interacciones sociales durante el trabajo | Empleador/Pagador | Encuadre organizativo | Identificación | Espacio de actividad |
| Limpieza | Limpieza y saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo. Barrido y mantenimiento de calles linderas al barrio. | De lunes a viernes Media jornada. | Funcionarios de Autoridad de Cuenca Matanza- Riachuelo (ACUMAR). Compañero/as de trabajo con quienes desempeñan las tareas de limpieza. Con vecino/as que llevan sus demandas sobre zonas que deben limpiar. | Estado a través del programa AT. | Cooperativa | Trabajadores Ayuda | Lugar abierto en espacios públicos |
| Reciclado | Traslado hacia la CABA, recorrido de zonas donde se accede a elementos para reciclar, los cuales algunos se venden para obtención de ingresos propios, otros se entregan a la cooperativa, se accede a bienes para consumo del hogar. | De lunes a viernes. Media jornada y jornada completa. | Compañero/as de trabajo con quienes desempeñan las tareas de reciclado. Porteros de edificios y otros agentes que facilitan la concentración y retiro de elementos reciclables y otros bienes. Múltiples agentes con quienes entran en conflicto por el uso de espacio público (vecinos que se quejan de la basura). Otros agentes a quienes venden los reciclados, exponiéndose a robos. | Estado a través del programa AT; Cuentapropia | Cooperativa; Juntar y vender por cuenta propia | Trabajadores | Lugar abierto en espacios públicos |
| Preparación de alimentos en comedor comunitario | Presencia en el comedor comunitario, donde se preparan alimentos los cuales se consumen en el lugar o se retiran. Otras tareas que implican el sostenimiento de la fuente de trabajo (asistencia a movilizaciones). | De lunes a viernes. Media jornada. | Compañero/as de trabajo con quienes desempeñan las tareas de cocina y preparación de alimentos en el comedor. Múltiples agentes que se acercan al establecimiento en búsqueda de alimentos. Diferentes agentes (referentes territoriales) con quienes intercambian bienes para el desarrollo del espacio. | Estado a través del programa AT. | Espacio comunitario | Ayudantes en el comedor; Poseedores “del plan” | Lugar cerrado en espacios comunitarios |
| Capacita-ción de oficios y la finalidad educativa | Asistencia a jornadas de capacitación en diferentes oficios y garantizar la finalidad educativa | Dos veces por semana. Media jornada | Referentes territoriales con quienes coordinan las jornadas de capacitación en oficios | Estado a través del Programa Ellas Hacen. | Individual | Ayuda para la finalidad educativa | Lugar abierto en espacios públicos |
Los datos reunidos en la Tabla 2 nos muestran que:
1. Las y los trabajadores de limpieza trabajan media jornada diaria, se encuadran en cooperativas organizadas/pagadas por el Estado y se desenvuelven en espacios abiertos, donde interactúan tanto con funcionarios de ACUMAR como con otros vecinos que exigen el mantenimiento y limpieza de diferentes zonas. Vale mencionar que si bien el Estado paga y organiza, tal situación no garantiza un funcionamiento adecuado. Por ejemplo un entrevistado nos comenta que: “trabajo acá en la cuenca del Riachuelo, haciendo la limpieza…para ACUMAR, toneladas a veces hay de basura, que todo eso yo discuto a veces, porque no nos ponen las herramientas necesarias, (…) no encontrás todo el material que necesitas para tu trabajo. O sea que tienen que mandar camiones, antes nos mandaban, los camiones, las máquinas, y nos sacaron todo, ahora tenés que hacer todo a pulmón, toneladas de basura. Hay veces que no tienen los camiones porque no tienen combustible, es una vergüenza, le digo la verdad, es una vergüenza”.
Vale detenerse en el aspecto de la identificación con la actividad que realizan. Dos de los testimonios nos permiten pensar que existe una “huella del plan” en un caso, y en el otro, una trayectoria de ocupación en trabajos clásicos, y es dicha diferencia en el modo la que explica cómo se ubica cada uno en su identificación con respecto a la remuneración por la tarea realizada, ya que en algunos casos es clara la identidad de trabajador, pero en otros testimonios, a la idea de trabajo se suma la mención a “que es un ayuda”. Los varones que pasaron “de fábrica en fábrica” se posicionan desde un lugar organizativo (la cooperativa), mencionando que su labor es un trabajo, e incluso plantean reclamos de corte gremial vinculados con sus herramientas de trabajo. En cambio, otras mujeres no mencionan en su testimonio una trayectoria laboral formal, al tiempo que plantean su problema en torno a no poder asistir a su trabajo con su hija, y afirman que lo que tienen “es una ayuda”. Por ejemplo una trabajadora de limpieza mencionó que para ella su tarea reviste el carácter de trabajo, ya que como ella dice “si vos no trabajás, ¿cómo te van a pagar esa plata y no hacer nada? Algo tenés que hacer para ganarte esa plata (…) para mí es un trabajo, porque si yo me voy a trabajar, a mí me tienen que pagar”. Pero luego de resaltar las complicaciones que tiene para realizar su ocupación (pues se encuentra al cuidado de su hija) y asumir que le da temor la continuidad del empleo, resalta que “otra cosa no tengo yo, otra cosa no tengo, solamente la cooperativa y la asignación que tengo de ella [su hija] (…) es una ayuda eso, lo que tenemos nosotros”, por ende nos permite pensar que el trabajo es percibido doblemente: como obligación y como ayuda.
2. Quienes se ocupan en el reciclado, también llevan adelante sus tareas en espacios públicos abiertos, y realizan sus actividades de manera semanal durante media jornada. Las diferencias radican en que no sólo existen aquello/as que se organizan en cooperativas por medio del programa “Argentina Trabaja”, donde es el Estado el organizador empleador/pagador, sino que también existen quienes en diferentes días “salen, juntan y venden por su cuenta”. En efecto, a diferente encuadre organizativo, diferentes tipos de interacciones sociales, ya que unos “juntan para el gobierno” mientas que otros interactúan con diversos actores a los fines de obtener bienes para el consumo personal o venta. Por ejemplo, una entrevistada nos comenta que ella es parte del “sistema de los cartoneros de 2.500 pesos por mes, pero yo aparte voy y busco la mercadería en Capital, (…) los porteros te llaman y te van sacando la mercadería y vos vas clasificando, lo que sirve lo ponés en el bolsón, y la basura al tacho, simple (…) todo lo que sea reciclado, cartón, papel, botellas de plástico, se junta todo en un bolsón y te lo traés a tu casa, lo juntás por semana y lo vendés, y ahí agarrás una moneda”. Ambas modalidades reconocen su labor dentro de la identidad de trabajadores y se encuentran expuestas a situaciones de conflicto en la disputa del espacio público, a hechos de violencia, tal como relata otra entrevistada al comentar que “un par de veces me han tratado mal, me han escupido… en las calles nos han tratado de sucios (…) un día la señora salió y me pegó, me dijo que estaba rompiendo la bolsa…después los de la moto te escupen, ahora no porque ya tenemos la ropa diferente, la ropa que tiene mi marido ahora, tiene un pantalón con brillante acá, en la campera, todo eso, que nos identifica, pero sí la hemos pasado mal”.
Es importante notar como al “tener la ropa diferente” es decir, la vestimenta de trabajo que la identifica como recicladora, ha generado una disminución en los hechos de violencia que se viven, ya que funciona como una referencia clara que su actividad es un “trabajo legítimo”. Tal avance en reconocimiento es producto de la organización y disputa de la cooperativa con su empleador: el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Retomando, en las dos modalidades de reciclado, si bien trabajan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, son las relaciones territoriales las que permiten acceder a partir del capital social reunido en el propio fondo de reproducción (el vínculo con los referentes territoriales, por ejemplo) a puestos de trabajo en el reciclado. Es decir que existe una pertenencia territorial que se vuelve determinante en las estrategias de reproducción del hogar. Por ultimo vale resaltar un dato distintivo de estos trabajadores, que poseen obra social. La tenencia de la misma da cuenta del nivel de protecciones que tienen las y los recicladores que trabajan en CABA en relación a otros trabajos no clásicos que emergen producto de la política social.
3. Por su parte, las y los trabajadores de los comedores comunitarios realizan múltiples tareas que exceden las ligadas a la preparación de alimentos, ya que en cierto modo se valora la presencia en el lugar, y se suman otras actividades como la asistencia a movilizaciones, o la limpieza del establecimiento donde trabajan. Por ejemplo un entrevistado al preguntarle sobre su actividad en el marco de la cooperativa nos menciona que el “voy al comedor o ir a estar ahí, o limpiar la calle de ahí, se limpia, se… siempre se hace algo limpiando, yendo a las movilizaciones. Yo voy todos los días, pero… las veces que me llaman voy, porque somos unos cuantos. O me vienen a buscar, si estoy acá nomás”. El testimonio da cuenta que si bien el empleador/pagador es el Estado a partir del programa “Argentina Trabaja”, emerge una diferencia sustancial con las otras cooperativas, ya que en este caso el organismo estatal es organizador de la cooperativa, pero no del trabajo, cuestión que se desarrolla al interior de la organización territorial.
Otra diferencia que emerge es en torno a la identificación de las y los entrevistados con la tarea que realizan, ya que no todo/as se significan como trabajadores, sino como ayudantes, o poseedores del plan. Por ejemplo al preguntarse a una entrevistada sobre su labor en la cooperativa, nos responde que “vengo a ayudar acá para cocinar. Acá vienen a comer… setenta, ochenta chicos, por ahí… pero muchos vienen también a la vianda, porque se está haciendo más temprano por el hecho de que van los chicos al colegio (…) yo vengo todos los días”. Otro entrevistado afirma que “para mí es un plan, como no tengo un trabajo fijo, no tengo un trabajo… si yo encuentro un trabajo fijo lo dejo al costado la cooperativa, no se puede”. En gran medida, la diferencia en la identificación radica en la trayectoria de ocupaciones que van configurando la identidad de las diferentes personas para con lo que significa un trabajo, pero dan cuenta también del peso de un “trabajo fijo” o “clásico” como referencia para determinar la actividad realizada.
4. Por último, aquello/as que se capacitan en oficios al tiempo que desarrollan la terminalidad educativa, presentan diferencias en relación con las tres categorías observadas previamente. Aquí emerge la situación distintiva del estudio como parte de la esfera del trabajo, el cual se centra en la capacitación de un oficio. Una entrevistada nos comenta que “ahora por ejemplo tenemos que ir sí o sí, con el tema del caño, nos enseñaron a saber conectar los caños, para no depender más de los varones, y ahora el tema, el 16 tenemos que ir a hacer el tema de cloacas, nos van a enseñar cloacas”. Asimismo, no existe un encuadre organizativo dentro de una cooperativa, sino que es de tipo individual. Aquí el territorio y las redes de vínculos establecidos son los que permiten el acceso a política social, sobre la cual se genera la condición de posibilidad para la formación y calificación de un trabajo. La misma entrevistada nos cuenta que forma parte de “Ellas Hacen, en esa yo estoy, ahí yo me anoté, por una hermana mía, me dijo “anotate vos que a vos te hace falta, vos que tenés tres hijos…”. Los aspectos en los que se asemejan a quienes trabajan en la preparación de alimentos en comedores comunitarios es la no significación como trabajadores, sino que emerge la identidad de ayuda: “para mí por ejemplo es una ayuda… me viene bien, puedo por lo menos, como le digo a mi marido, por lo menos también puedo terminar mi colegio”. Por último, la otra característica en común es que el organizador empleador/remunerador es el Estado por medio delprograma Ellas Hacen.
La descripción de las ocupaciones muestra una variedad de actividades que conforman una parte del universo de trabajos englobados dentro de la economía popular. Decimos una parte, pues aquí no se agotan las ocupaciones que son parte de tal mundo laboral. Asimismo, su regularidad muestra una predominancia de los de tipo semanal con media jornada, con excepción de las y los trabajadores del programa Ellas Hacen. Vale mencionar que en general, los entrevistados manifiestan tener otras actividades además de la principal. Éstas son mencionadas como “changas”, tales como venta de ropa usada en la feria, venta de cosméticos, elaboración de alimentos para la venta, cartoneo/recupero y posterior venta de otros objetos desechados.
Estas actividades, si bien son informales, inestables y esporádicas, contribuyen a engrosar los ingresos familiares y dan cuenta de la capacidad de desarrollo de estrategias de obtención de ingresos por parte de los hogares. A su vez, nos hablan de una configuración específica del trabajo en la economía popular, que no se circunscribe -como es habitual que suceda en otras clases sociales- a una sola actividad, sino que abarca una multiplicidad de actividades. Dicha configuración específica puede verse en los trabajos de la política social, en situaciones como las señaladas: el comedor-reciclado como una unidad de trabajo; las actividades orientadas a sostener el capital del fondo de reproducción; un puesto de trabajo como “un cupo” que sostiene el hogar más allá del integrante titular, ya que quien está inscripto en el programa es una persona, pero en los hechos puede ser reemplazado esporádicamente por otro integrante familiar en momentos determinados (ausencia, por ejemplo).
Sobre las interacciones sociales que se entablan durante el desarrollo de la ocupación, la tabla 2 muestra que, en todas las actividades, las y los trabajadores despliegan articulaciones sociales, ya sea de cooperación, subordinación o reciprocidad, en las que emergen actores sociales comunes o particulares de cada ocupación. Por ejemplo, en el ámbito de las y los recicladores figuran agentes claves como los porteros, que facilitan el recupero, o la limpieza se trata con funcionarios de ACUMAR, en la preparación de alimentos con decenas de personas que se acercan para acceder a un plato de comida, pero también con referentes territoriales o municipales que se constituyen en asignadores de los recursos estatales. Todas estas articulaciones dibujan el contorno de las ocupaciones que despliegan las y los trabajadores ocupado/as en los programas sociales de transferencia de ingresos, y en consecuencia contribuyen a que tales actividades sean construidas como un trabajo.
Unasituación común en la que se encuentran (limpiadores y recicladores) a la hora de desarrollar sus ocupaciones es la exposición a hechos de violencia y el desarrollo de las tareas en marcos precarios (sin instrumentos de trabajo, por ejemplo). Asimismo, resaltamos que gran parte de los trabajos referidos poseen una funcionalidad social con respecto al territorio en el que se desarrollan, por medio de comedores, limpieza del barrio, etc. Dichas actividades son los aspectos valorados por la comunidad.
En relación al organizador empleador/pagador, en su gran mayoría son empleados por el Estado, ya sea a partir del “Argentina Trabaja” o el programa Ellas Hacen, pero resaltan aquellos que pueden vender lo recogido por su cuenta. Este último aspecto delinea los contornos del encuadre organizativo en el que se desarrollan las ocupaciones. En líneas generales son las cooperativas de trabajo las que organizan la labor de esto/as trabajadores, pero además del trabajo por cuenta propia, existe otra modalidad que no se rige directamente por un formato cooperativo, sino que tiene un contenido de encuadre individual (en el Programa Ellas Hacen fundamentalmente, y las tareas que se realizan en el marco de los comedores comunitarios). Esta es otra de las configuraciones específicas del trabajo en la economía popular, donde los formatos organizativos no son únicos o fijos (como en otros trabajos no clásicos), sino que son variados y tienen un carácter de mixturas organizacionales.
En relación a la identificación construida para con el trabajo realizado en el marco de la política social, evidenciamos que la visión de las y los entrevistados es variada, ya que algunos consideran claramente que su labor es un trabajo, y otro/as que es “un plan”, ligándolo a la idea de ayuda; en un testimonio se expresa una simultaneidad al considerar estas dos dimensiones de conjunto. Todos/as reconocen que algún tipo de tarea deben realizar -ligado a la idea de “cumplir”- ya que obtienen un ingreso monetario por ser parte del programa, pero pareciera que el aspecto principal para valorarlo como su trabajo está en si consideran que es fuente de principal de ingreso y si exige una cantidad de horas determinada a cumplir en días específicos. Estas dos características nos hablan del peso de la presencia o ausencia de una trayectoria laboral previa para resignificar su tarea en el marco del programa de la política social con la noción de trabajo. La remuneración, el tiempo de trabajo, los reclamos por condiciones de empleo, etc., son factores que influyen fuertemente en dicha identificación. Tal situación se expresa con diferencia entre las y los recicladores y el resto de ocupaciones (limpieza, elaboración de alimentos en el comedor, capacitación y finalidad educativa), pues en el primer grupo existe una trayectoria de años que construyó dicha ocupación, es la principal fuente de ingreso de sus trabajadores y exige una jornada de trabajo extensa. Asimismo, otro factor que emerge a la hora de significar la labor es el género, pues en la mayoría de los casos, son las mujeres quienes plantean que lo que tienen “es una ayuda” al tiempo que resaltan estar ocupadas en las tareas de cuidado del núcleo familiar, cuestión que nos indica (al igual que el dato sobre la predominancia de las mujeres en este tipo de trabajo no clásico) la feminización del trabajo de la política social.
Por último, sobre el espacio de actividad, coexisten tanto las ocupaciones que se efectúan en lugares cerrados (comedores comunitarios) como en espacios públicos abiertos (reciclado, limpieza, capacitación de oficios), pero ambas se estructuran en base a un territorio específico, en cual existe un impacto social de cada una de estas labores.
Conclusiones
Hemos caracterizado analizado el proceso de construcción social de cuatro ocupaciones resultantes de la política social, caracterizadas por la preeminencia de trabajos diarios, de media jornada, y en las queen el despliegue de la actividad se entablan múltiples articulaciones sociales con distintos actores, facilitadores u obstáculos para el funcionamiento de la labor cotidiana. Asimismo, el principal empleador-pagador (pero no necesariamente organizador del trabajo) es el Estado, por medio de las políticas públicas que implementa en los territorios, aspecto que se vincula con el formato organizativo de los trabajadores, quienes en varios casos son parte de cooperativas de trabajo, y en otros (los menos) lo realizan a partir de un encuadre individual. El espacio de trabajo donde se llevan adelante estos trabajos es variado, ya que se entremezclan tanto lugares abiertos públicos como establecimientos cerrados y dependiente de las organizaciones territoriales. Por último, en algunos casos se ha conformado una identidad en tanto trabajadores, pero en otros se mantiene la idea ligada a “beneficiarios que ayudan” o poseedores “del plan”. Este último aspecto tiene un correlato directo en las trayectorias laborales de cada trabajador y en la división sexual del trabajo.
Desde nuestro punto de vista, las ocupaciones de las y los trabajadores en los programas sociales de transferencia de ingresos presentan ciertas particularidades que las ubican como ocupaciones que podría considerarse “hibridas” dentro del trabajo no clásico, o más bien habilitan a pensar que incluso en el propio universo del trabajo no clásico, existen formas tradicionales y otras nuevas formas de ocupación. Vale mencionar que estas formas novedosas no se abordan -como en muchos análisis del campo de los estudios del trabajo- desde las nuevas ocupaciones “uberizadas”, sino de las ocupaciones que surgen en las clases populares y que en más de una oportunidad se desdibujan en el concepto de informalidad, marginalidad o clientelismo.
Estas últimas se distinguen de las primeras al menos en dos sentidos:
(1) la condición de existencia de este tipo de trabajo está ligada al territorio que habitan las y los trabajadores, que en su gran mayoría acceden a un puesto de trabajo por las matrices-político territoriales que se encuentran en los barrios populares. Dicho aspecto fue estudiado por Merklen al sostener que los sectores populares realizan un “repliegue” a lo local tras la crisis social y económica, ya que “desprotegidos encuentran una fuente de ‘reafiliación’, medios de subsistencia e incluso una base de recomposición identitaria (2005: 49)”;
(2) que al desplegarse la actividad, se evidencia su utilidad, ya que muchas tienen un fuerte contenido socio-comunitario -que configuran una producción colectiva de bienestar(es) desde la economía popular (Fernandez Alvarez, 2016b)- al tiempo que también es posible incorporar al análisis el factor “gobernabilidad” para dar cauce a los problemas emergentes del conflicto social, sobre todo a partir del peso que las organizaciones territoriales han ganado a partir de los años noventa.
En este mismo sentido, otra diferencia es que el modo de “contratación” está ligado al Estado a partir de los programas de la política social, y su continuidad deviene de las matrices político-territoriales. Estos trabajadores no son considerados en tanto trabajadores estatales, aunque en muchas oportunidades realizan tareas que son de la órbita de otros/as trabajadores estatales (del rango municipal) pero, claro está, sin el reconocimiento en términos simbólicos y materiales de la categoría de trabajadores.
Otra singularidad está en cómo la matriz territorializada. que se constituyó como una fuente predominante para el acceso al trabajo, articula recursos de los distintos niveles del Estado, lo que habla más de un modo paradigmático de delimitación del trabajo para el grupo bajo estudio que del resultado de la implementación de un programa particular.
Por último, en el marco de la precariedad en la que se desarrollan estas actividades, son las mujeres principalmente quienes se ocupan en los diferentes trabajos de la política social, dando cuenta de un proceso de feminización de los programas de empleo. Si bien las mujeres no son parte de la estructura estatal, aparecen como referentes del espacio público, “recreando expresiones de lo público y de lo estatal, generando nuevas formas de sociabilidad, a través de actividades cotidianas, subrepticias silenciosas pero constantes” (Zibecchi, 2019: 50). Asimismo, como hemos mencionado previamente, la construcción subjetiva sobre lo que es trabajo y lo que es “ayuda” está cruzada por las trayectorias laborales, pero también por el género, ya que son principalmente las mujeres quienes mencionan que su ocupación reviste la característica de un beneficio, al tiempo que son ellas también quienes encuentran dificultades para combinar las tareas de su ocupación con el trabajo doméstico que llevan a cabo en sus hogares.
Dicho esto, la noción de formas tradicionales y modernas de trabajo no clásico se expresa con mayor fuerza al saber que existen trabajos que, siendo no clásicos, han alcanzado su status de reconocimiento social, simbólico y material, en tanto ocupaciones que ganan terreno en protecciones sociales, ingresos, y derechos laborales (por ejemplo los trabajos de servicios). Sin embargo, existen otras formas, emergentes de la posconvertibilidad y fundamentalmente de la relación entre economía popular y Estado, que no poseen dicho nivel de reconocimiento. Son aquellas de las que hemos dado cuenta en esta investigación, y se caracterizan por la multiplicidad de tareas, los horarios pautados, un pagador que es el Estado y formatos organizativos que estructuran la labor cotidiana.
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Notas
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