Reseñas críticas

Marcel van der Linden (2019). Trabajadores y trabajadoras del mundo. Ensayos para una historia global del trabajo

María Sol Fransoi
Investigaciones Socio Históricas Regionales (ISHIR), Argentina

Marcel van der Linden (2019). Trabajadores y trabajadoras del mundo. Ensayos para una historia global del trabajo

Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, vol. 7, núm. 15, 2023

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Los autores conservan los derechos
van der Linden Marcel. Trabajadores y trabajadoras del mundo. Ensayos para una historia global del trabajo. 2019. Buenos Aires. Ediciones CEHTI. 560pp.. 978-950-793-335-6

Hace ya varias décadas que en los estudios del trabajo se instalaron una serie de debates irresueltos o inconclusos sobre la incumbencia de esta área específica del conocimiento, sus enfoques, problemas y sujetos de estudio .Las transformaciones configuradas en el mundo del trabajo al calor de la crisis del capitalismo mundial de los años setenta, y las dificultades experimentadas a la hora de analizar el amplio abanico de modalidades de trabajo emergentes, motivó a gran parte de las y los profesionales a revisar y a cuestionar la validez de sus antiguos supuestos teóricos y marcos de referencia analíticos, y a redoblar esfuerzos para construir conocimiento en diálogo con los fenómenos contemporáneos. “Ampliar la mirada” se convirtió así en un imperativo necesario para poder desanclar el objeto de estudio de la clase obrera asalariada fordista -masculina, blanca, industrial y sindicalizada- y, por esta vía, ensanchar el campo de indagación empírica con miras a incorporar otras formas de trabajo -novedosas o preexistentes- que adquieren una mayor visibilidad e importancia de cara al presente siglo.

La obra que aquí reseñamos se inscribe dentro de estos esfuerzos por recalibrar la mirada de los estudios del trabajo y expandir sus tradicionales linderos del terreno de la clase obrera asalariada al de la multiplicidad de las formas de trabajo. Una década después de su publicación original en inglés, la traducción al español habilitó su lectura en los países hispanohablantes. Trabajadores y trabajadoras del mundo. Ensayos para una historia global del trabajo, representa una apuesta del sociólogo e historiador holandés Marcel van der Linden por construir y consolidar una nueva historiografía de las y los trabajadores a nivel mundial, capaz de superar la mirada “estrecha” y “eurocéntrica” que, de acuerdo al autor, gobierna los abordajes más clásicos de los estudios del trabajo.

Con una extensión de 560 páginas, el libro se estructura en una introducción y quince capítulos organizados en cuatro grandes partes. En la primera, titulada Conceptualizaciones, van der Linden parte de la crítica al concepto de “clase trabajadora” que emerge en la Europa del siglo XIX, y que ha sido objeto de estudio de las y los historiadores a nivel mundial. Sostiene que dicha noción representa una definición “estrecha”, ya que bajo un marcado sesgo eurocéntrico alude exclusivamente a los trabajadores asalariados libres y deja por fuera a todo un amplio abanico de relaciones laborales o formas intermedias de trabajo, cuantitativamente dominantes en el Sur global.

Según el autor, tal estrechez de la noción deriva de la premisa marxista que postula que la mercantilización de la fuerza de trabajo sólo puede concretarse de una única forma verdaderamente capitalista, esto es, a través del trabajador asalariado libre que dispone de su fuerza de trabajo como mercancía propia y que carece de otras mercancías para vender. Van der Linden propone complejizar esta lectura a partir de la revisión de cuatro variantes del fenómeno. En base a esto plantea que “en realidad, la mercantilización del trabajo toma muchas formas diferentes, entre la cuales el asalariado libre que solo vende su fuerza de trabajo representa simplemente un ejemplo” (2019: 6).

En adición, van der Linden critica la distinción que el marxismo realiza entre el asalariado libre y las otras “clases o semiclases” subalternas de la sociedad capitalista -los trabajadores autónomos, la pequeña burguesía, los esclavos y el lumpenproletariado-, así como el rol diferencial que les asigna respectivamente en la lucha de clases. En uno de los pasajes más polémicos de su obra, se pregunta: “¿en qué medida este esquema marxiano se corresponde con la realidad histórica? ¿Existen verdaderamente los ‘trabajadores asalariados libres’ de Marx?” (2019: 8). El autor sostiene que lo que predomina en el capitalismo son más bien “formas intermedias de trabajo”, y que las categorías del esquema de distinción marxista en la práctica exhiben una gran fluidez, debido a la combinación de diferentes formas de trabajo que los trabajadores subalternos por lo general realizan, tanto sincrónica como diacrónicamente (2019: 19).

Teniendo en cuenta estas observaciones críticas, e inspirado en la definición de “proletariado” elaborada por Wallerstein, al finalizar la primera parte de su libro el autor propone reemplazar el concepto marxista de “clase trabajadora” por el de “clase subalterna”, noción que alude a “todas aquellas personas cuya fuerza de trabajo es mercantilizada de muchas formas diferentes” (2019: 19). Esta “gran clase”, como la denomina el autor, incluye tanto a los asalariados y pequeños artesanos, como a los esclavos y a los aparceros. Plantea que es la dinámica histórica de esa multitud lo que deberían tratar de entender los historiadores del trabajo” (2019: 19).

La segunda y la tercera parte del libro están dedicadas a la cuestión de la acción colectiva de la clase trabajadora; esto es, según describe el autor, las respuestas más o menos coordinadas que históricamente han labrado las y los trabajadores bajo diferentes contextos geográficos y temporales (2019: XXIII). A partir de una revisión exhaustiva de investigaciones provenientes de diversas disciplinas, distingue dos grandes tipos acciones: las de carácter no confrontativo y las confrontativas. Las primeras son abordadas en la segunda parte de su obra, titulada El mutualismo y sus variantes (capítulos 4 a 7). Según el autor, se trata de acciones que, a pesar de ser predominantes -sobre todo en el Sur global-, con solo pocas excepciones han sido desatendidas por los historiadores del trabajo. El apartado se centra en describir particularmente cuatro formas o variantes dentro de este tipo de acción colectiva: el universo mutualista, los seguros mutuos, las cooperativas de consumidores, y las cooperativas de productores. El segundo tipo de acción colectiva que el autor identifica -la de carácter confrontativo-, es abordado en la tercera parte del libro, titulado Formas de resistencia, la cual se extiende de los capítulos 8 al 11. El autor define este tipo de acciones como el conjunto de respuestas mediante las cuales los trabajadores llevan adelante disputas con sus empleadores o autoridades estatales (2019: XXV). El apartado describe cuatro formas de acción colectiva de este tipo: las huelgas, los sindicatos, los boicots de consumidores y el internacionalismo proletario. En particular las dos primeras constituyen modalidades que han sido ampliamente investigadas por los historiadores del trabajo, ya que se trata de respuestas correlativas a la definición “estrecha” y “eurocéntrica” de la clase trabajadora. En su conjunto, la segunda y tercera parte del libro, representan un gran esfuerzo por descentrar la mirada de las formas de protesta y organización típicas de las y los trabajadores asalariados en las que se concentraron los historiadores del trabajo y, de esta manera, restituir la amplitud y la multiplicidad de su agencia colectiva, un universo que abarca mucho más que las acciones de protestas, de huelgas y que los sindicatos.

La cuarta parte del libro está destinada a desarrollar algunos planteos provenientes de “disciplinas adyacentes” que, según el autor, la historia global del trabajo podría y debería recuperar (2019: XXV): en particular, retoma propuestas de la teoría del sistema mundo, la escuela de Bielefeld y la experiencia iatmul. Con respecto a la primera, se concentra en dos postulados: por un lado, la idea de que bajo el capitalismo existen diferentes formas en que el valor que es creado por las y los trabajadores y apropiado por la clase capitalista, multiplicidad que aparece ligada a la noción de diferentes modos de control del trabajo (MCT): la esclavitud, el trabajo obligado en cultivos para el mercado, el trabajo autónomo y la aparcería. Por otro lado, recupera dos premisas formuladas por autores contemporáneos de esta escuela: que el conflicto social -y en particular el conflicto capital-trabajo- es un proceso central que condiciona la evolución histórica del sistema mundo, y que las y los trabajadores y los movimientos obreros ubicados en diferentes estados/regiones están vinculados entre sí por la división del trabajo a escala mundial y por el sistema interestatal (Silver, 1995 en van der Linden 2019: 297). Con respecto a la escuela de Bielefeld, que emerge dentro de la sociología del desarrollo en la Alemania de los años setenta[1], van der Linden retoma la perspectiva “trabajo entrelazado”, noción que alude a la combinación de distintos modos de producción en la base de las estrategias de reproducción de las y los trabajadores subalternos, y en la centralidad que en esto adquiere el trabajo de subsistencia, es decir, el trabajo no orientado al mercado sino al propio sustento (2019: 321). Por último, van der Linden recupera la experiencia iatmul, un pueblo de Papúa Nueva Guinea que experimentó encuentros cada vez más intensos con el trabajo asalariado y que ha sido exhaustivamente estudiado por los etnólogos. Al recuperar este acervo, el autor intenta mostrar que los estudios etnográficos pueden ofrecer una cantidad de información relevante para la historia global del trabajo (2019: 357).

En el último apartado del libro, titulado Una mirada de conjunto, el autor ensaya una nueva definición de capitalismo para la historia global del trabajo. La misma recupera la premisa marxista de que la forma elemental del capitalismo es la mercancía, pero al mismo tiempo, plantea la necesidad de entender la mercantilización como un fenómeno más amplio, que no se limite a la forma asalariada (2019: 363). A su vez, introduce tres matices con respecto a la definición clásica. En primer lugar, introduce la idea de que la expansión capitalista va más allá de su dimensión geográfica, ya que cuando las posibilidades de expansión extensiva alcanzan a todo el planeta, el proceso de acumulación continúa con la conquista de esferas de la vida previamente no subordinadas a la lógica del intercambio de mercancías (2019: 364); en segunda instancia, plantea que la mercantilización en general, y la del trabajo en particular, se encuentran enraizadas en una cultura formada históricamente y que, por ello, los patrones de mercantilización varían según el momento y el lugar (2019: 364), y finalmente, subraya que existen muchos aspectos en la vida de las personas que no pueden ser completamente subordinados a la lógica de las mercancías, pues la propia mercantilización presupone e invade áreas que aún no se encuentran sometidas fuertemente al intercambio mercantil, y sólo puede convertirse en mercancía algo que no lo era previamente (2019: 365).

Teniendo en cuenta esta definición ampliada de capitalismo y de la clase trabajadora, van der Linden delimita las competencias de la emergente historia global del trabajo. De acuerdo con el autor, dos cuestiones parecen ser de importancia central para esta nueva disciplina: la lógica del proceso de mercantilización del trabajo como tal -en todas sus formas-, y el desarrollo a escala mundial de los conflictos entre empleadores y trabajadores subalternos que tiene origen en esa lógica (2019: 369). En relación con esto último, van der Linden advierte la necesidad de abandonar las perspectivas teleológicas -sean ellas optimistas o no- tan habituales en la antigua historiografía del trabajo. Plantea el estudio del desarrollo de las relaciones clase trabajadora y sociedad como una “dialéctica abierta”, sin resultados totalmente predeterminados (2019: 369), arremetiendo así contra el historicismo del marxismo clásico.

Un último aspecto que el autor considera relevante para la historia global del trabajo es el estudio de las interconexiones globales que se traman entre la gran diversidad y la lógica de las experiencias y acciones de las y los trabajadores subalternos, ya que, desde su perspectiva, los intereses inmediatos de trabajadores de una parte del mundo pueden tener repercusiones directas sobre los intereses inmediatos de trabajadores de otra región. Teniendo en cuenta esto, van der Linden plantea que el eje de la historia global del trabajo debería estar puesto tanto en la comparación de las relaciones laborales mercantilizadas como en la reconstrucción de sus interconexiones globales y sus consecuencias (2019: 374).

El libro cierra con un comentario final, en el que el autor hace referencia a las dificultades experimentadas durante la elaboración de la obra y donde enfatiza que el objetivo de este trabajo, lejos de compilar respuestas definitivas y concluyentes, consiste en marcar una dirección para la edificación de la historia global del trabajo (2019: 379), tendiendo así una invitación a la comunidad académica a participar en el debate y en la construcción de esta nueva disciplina.

La obra de van der Linden ha provocado un acalorado debate dentro de los estudios del trabajo que no podemos dejar de mencionar. Gira en torno a la pertinencia o no de ensanchar la mirada por la vía de la ampliación de la noción de clase, y del reemplazo de la noción marxista de clase obrera por la de “trabajadores subalternos”. Quienes critican esta propuesta llaman la atención sobre la lectura vacua del marxismo que realiza el autor y reponen algunos planteos teóricos descuidados en la interpretación de van der Linden. Subrayan la presencia en la obra de Marx de un análisis de formas distintas de trabajo a la asalariada: las formas “híbridas” de trabajo, entendidas como producto del desarrollo desigual del capitalismo global (Varela, 2014). Se trata de formas trabajo subsumidas formalmente al capital -esto es, respondiendo a sus imperativos, pero sin experimentar modificaciones sustanciales en sus elementos básicos-, pero que, a diferencia de la forma asalariada -que se encuentra en una situación de subsunción real al capital- detentan una importancia secundaria desde el punto de vista político, debido a que, bajo tal condición, las personas si bien no dejan de ser trabajadoras, no producen plusvalor. En este sentido, estas miradas críticas concluyen que la propuesta de van der Linden “al ampliar los márgenes del concepto, achica el poder explicativo de la teoría y por ende, ensancha los márgenes de incertidumbre en el campo de la acción política” (Varela, 2014).

Con todo, la obra de van der Linden representa una contribución significativa para los estudios del trabajo en la ardua tarea de desanclar su objeto de estudio de la forma asalariada. El énfasis puesto por el autor en que bajo la sociedad capitalista existen diferentes tipos de mercantilización del trabajo y una pluralidad de respuestas coordinadas de parte de las y los trabajadores frente a la dominación que ejerce el capital, efectivamente desplaza los límites del campo de indagación empírica más allá de los límites que establecen aquellos “esquemas de clase” heredados, correlativos al periodo fordista (Denning, 2010). Su obra también hace justicia al sesgo colonial que subyace en el recorte del objeto de estudio de los estudios del trabajo, al incluir a una heterogeneidad de sujetos trabajadores que han sido cuantitativamente predominantes en los países del Sur global, pero que al ser considerados bajo las categorías de “marginados”, “excluidos” o “población excedentaria” antes que bajo la de “trabajadores”, quedaron por fuera del campo de competencias del área en cuestión y se convirtieron en objeto de estudio de otras subdisciplinas académicas (Carbonella y Kassmir, 2020). En este sentido, más allá de las debilidades que pueda presentar su crítica a la noción marxista de la clase trabajadora, para quienes nos interesamos en el vasto universo de personas que sobreviven bajo formas heterogéneas de trabajo que se expanden cada vez más en la actualidad, esta obra no deja de ser una lectura sugerente y enriquecedora.

Referencias

Carbonella, A. y Kasmir, S. (2020). Desposesión, desorganización y la antropología del trabajo, Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo 4 (9).

Denning, M. (2010). Vida sin salario, New Left Review (66), 77-94.

Varela, P. (2014., Crítica al concepto de “trabajadores subalternos”. Paradojas de una ampliación, Ideas y Debates. https://lostrabajadoresenargentina.files.wordpress.com/2013/09/dialogo-con-van-der-linden.pdf

Notas

* Becaria doctoral del Conicet. Estudiante del programa de doctorado en Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
[1] Los miembros de esta escuela desarrollaron a partir de una gran cantidad de estudios de campo las estrategias de supervivencia de los trabajadores y trabajadoras pobres en países como Benin, Egipto, Indonesia, Malasia, México, Tailandia y Venezuela.

Información adicional

ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25912755/v6tk5izye

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