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La educación radical de Catharine Macaulay Graham
Catharine Macaulay Graham’s radical education
A educação radical de Catharine Macaulay Graham
Revista Tópicos Educacionais, vol. 28, núm. 1, pp. 258-277, 2022
Centro de Educação - CE - Universidade Federal de Pernambuco - UFPE

ARTIGO


Recepción: 01 Abril 2022

Aprobación: 01 Mayo 2022

DOI: https://doi.org/10.51359/2448-0215.2022.253811

Resumen: Catharine Macaulay Graham (1731-1791) es una autora prácticamente desconocida en los países hispanohablantes y lusoparlantes. Perteneciente a la Ilustración radical, sintetiza sus grandes ideas en Cartas sobre la educación, un libro donde expone una teoría educativa coeducativa, defiende la instrucción pública y la enseñanza de contenidos humanísticos y científicos. Gran conocedora de la educación en la Antigüedad, considera que la religión debe ser secundaria en el proceso de aprendizaje. Afirma que la formación es la herramienta idónea para construir un mundo definido por los derechos de hombres y mujeres, el fin de las desigualdades económicas, y la esclavitud y un sistema político democrático y participativo. Autora muy reconocida en su tiempo, ejerció gran influencia en los círculos radicales de Inglaterra, Francia y Norteamérica. Defendió la Revolución francesa y la independencia de las colonias británicas en América.

Palabras clave: ilustración radical, razón, feminismo, religión, coeducación.

Abstract: Catharine Macaulay Graham (1731-1791) is a philosopher and historian really unknown in spanish and portuguese speaking countries. Member of the so-called Radical enlightenment, she summarizes her ideas in Letters on education, a work that contains and educational theory, coeducation and argues for public instruction and contents derived from humanities and sciences. Being a great expert on Ancient education, Macaulay Graham considers religion is of secondary importance during the learning process. From her point of view, education is the ideal tool to build a world defined by democracy, civil participation, human rights and the end of economic inequalities and slavery. She was a prominent author who had an impact on radical circles in England, France and North America. Moreover, she supported the French revolution and the independence of the British colonies in America.

Keywords: radical enlightenment, reason, feminism, religion, coeducation.

Resumo: Catharine Macaulay Graham (1731-1791) é uma autora praticamente desconhecida nos países hispanófonos e lusófonos. Fazendo parte da Ilustração radical, sintetiza as suas grandes ideias na obra Cartas sobre a educação, um livro onde expõe uma teoria educativa coeducativa, na qual defende a instrução pública e o ensino de conteúdos humanísticos e científicos. Grande conhecedora do mundo clássico, considera que a religião deve ser secundária no processo de aprendizagem. Além disso, afirma que a formação é a ferramenta idónea para construir um mundo definido pelos direitos de homens e mulheres, o fim das desigualdades econômicas e da escravatura, e um sistema político democrático e participativo. Autora muito reconhecida na sua época, exerceu grande influência nos círculos radicais da Inglaterra, da França e dos Estados Unidos, além de defender a Revolução Francesa e a independência das colónias britânicas na América.

Palavras-chave: ilustração radical, razão, feminismo, religião, coeducação.

1. Catharine Macaulay Graham, una ilustrada radical

Los estudios más recientes sobre la Ilustración radical están mostrando que uno de sus rasgos paradigmáticos es la visibilización de la discriminación que históricamente ha sufrido la mujer. Más minoritaria e inaccesible que la predominante Ilustración moderada, donde podrían incluirse a los reconocidos Wolff, Hume o Kant, filósofos como Helvétius, Diderot, Holbach y Condorcet se definen por un análisis de las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas caracterizado por el ateísmo, la crítica al orden establecido y el convencimiento de que aún quedan demasiados vestigios de la oscuridad medieval2. La Ilustración radical propone un cambio tan sustancial que hoy en día, algunas de sus aportaciones más igualitaristas y materialistas pueden considerarse quiméricas. Se presenta como una corriente práctica y transformadora, una empresa destinada a cambiar el mundo3. Esto constata, entre otros aspectos, la flexibilidad constitutiva de la filosofía del siglo XVIII, pues el fenómeno radical está presente, en mayor o menor medida, en todos los países europeos, y principalmente desde Francia se expande a las colonias que las grandes potencias tenían en el continente americano. Las repercusiones de las ideas radicales en este continente se acrecientan porque, a lo dicho anteriormente, hay que sumarle afirmaciones antiesclavistas y contrarias al racismo imperante como las contenidas en las Cartas sobre la educación. Así, la Historia filosófica de las dos Indias puede ser considerado uno de los textos escritos en el siglo XVIII que mayor convulsión originaron en el panorama intelectual de su momento, poniendo sobre el papel asuntos que trascendieron los límites del continente europeo4. Supuestamente escrito por Raynal (1713-1796), la pluma de Diderot (1713-1784) es tan patente como decisiva a partir de la segunda edición de la obra, observándose en los duros ataques dirigidos a la religión, el autoritarismo político y la moral que contiene. El libro realiza un vasto estudio sobre la situación del mundo, tanto en Europa como en América, y supone un refrendo a las grandes ideas presentes en la Enciclopedia5 pero dando un paso más, pues a su discurso antiesclavista y defensor de unos derechos naturales inalienables, se añade que la revolución científico-técnica propia de la modernidad ha favorecido nuevas formas de explotación, globalizando la acción tiránica de las grandes potencias del viejo continente, que ahora extienden su dominio por el Nuevo Mundo. La superioridad militar y tecnológica europea ha servido para generalizar un sistema que refuerza a una minoría. Frente al colonialismo y la opresión, la Historia filosófica de las dos Indias subraya la aplicación práctica del concepto clave de la Ilustración radical, la razón6. Solo la razón, desplegada como emancipación y educación, podrá acabar con la tiranía. Además, el texto añade un elemento descaradamente subversivo: la revolución7. Diderot, Raynal y otros colaboradores cercanos defienden en esta obra una forma de entender las relaciones humanas caracterizada por el materialismo, el ateísmo y el anticolonialismo. Manteniendo un discurso universalista e igualitario, el oriundo del continente americano no es concebido ni como un bruto inferior al hombre blanco (tesis defendida por David Hume en De los caracteres nacionales, publicado en 17538) ni como el buen salvaje rousseauniano que vive en libertad. Para Diderot, el sujeto no civilizado es visto de igual a igual, y como tal hay que tratarlo e interactuar con él. Lograr este propósito y, por extensión, un mundo sin discriminaciones raciales y etnocéntricas, exige que se produzca la caída de los regímenes tiránicos que dominan el mundo a ambos lados del océano Atlántico. Si los gobiernos promueven leyes justas y castigan a quienes las incumplen, es posible transformar a delincuentes de toda índole en personas de bien; si los gobernantes se ocupan de hacer factible el anhelo de felicidad de la población, el fin de la pillería estará más cerca. Pese a ser un texto tremendamente crítico con el fanatismo, el despotismo y las tradiciones y costumbres más arraigadas en la cultura occidental, las ediciones de la Historia filosófica de las dos Indias no empezaron a sucederse con rapidez hasta que el rey de Francia, Luis XV, ordenó personalmente la persecución del texto. Fue entonces cuando la impresión de la obra superó con facilidad la censura y trascendió las fronteras francesas para llegar, en pocos meses, a Inglaterra, Alemania o Italia y, en un año, a las actuales India, Haití, Cuba, Brasil y a las colonias orientales norteamericanas. Un número que superaba las 100,000 copias circulaba por las manos de partidarios y detractores. Diderot, ya enfermo, trabajó duro en la tercera edición, añadiendo referencias explícitas al sectarismo de las autoridades religiosas, la opresión de los monarcas europeos y a la necesidad imperiosa de luchar, violentamente si fuera necesario, contra los dos grandes males de la humanidad: la ignorancia y la autocracia9.

Los planteamientos de Macaulay Graham son similares a los del pensador francés en muchos aspectos. Además, comparte la agitación que generó su obra en los sectores más conservadores y reaccionarios, que recurrieron al boicot y la difamación para frenar la expansión de sus ideas. Macaulay Graham se convirtió pronto, entre 1763 y 1767, con la publicación de los primeros tres tomos de su monumental La Historia de Inglaterra desde el ascenso de Jacobo I hasta el de la línea Brunswick, en lo que suele definirse dentro de la cultura anglosajona como una outsider, una figura que se encuentra al margen de las tendencias más comunes, debido a un análisis de los acontecimientos más destacados de su país en clave republicana. La influencia de este texto en el último tercio del siglo es comparable a otras obras radicales como la citada Historia filosófica de las dos Indias, Del espíritu y Del hombre de Helvétius y El sistema de la naturaleza de Holbach. Alabada por una minoría y denostada por la mayoría de colegas ingleses, fue capaz de elaborar una filosofía tan nítidamente ilustrada como original. Tremendamente revolucionaria en lo político y lo social, como demuestran su firme defensa del republicanismo, de una mayor representatividad del pueblo en los órganos de decisión, de la educación pública y de la igualdad entre sexos, todas sus obras están imbuidas de un espíritu transformador que denuncia sin ambages a la monarquía como sistema político corrupto por su propia forma de gobernar y que reivindica la redistribución de la riqueza para evitar la concentración de la tierra y el poder en pocas manos. También, su lenguaje será el de la apología de la igualdad de derechos y la democracia, de ahí que los revolucionarios franceses y norteamericanos la consideraran una referencia sobre la que edificar un Estado nuevo. Macaulay Graham es indispensable para entender el nexo entre el republicanismo y los movimientos democráticos de Inglaterra con Francia y con las trece colonias que constituirán los Estados Unidos de América. Consciente de su influencia, la historiadora y filósofa considera que su interpretación de la historia de Inglaterra en clave radical y republicana permite sentar las bases de un presente y un futuro esperanzadores marcados por la superación de la ignorancia y la esclavitud a las que se encuentra sometida la humanidad, una humanidad que, sostendrá con rotundidad, no excluye a nadie, y no puede dejar atrás a quienes se ven discriminados por motivos económicos, raciales o sexuales. Lograr el ambicioso objetivo de construir un mundo más justo y libre pasa, en primer lugar, por la toma de conciencia de que se vive en el Siglo de las Luces, de que la Ilustración es una realidad tan sólida que resulta imparable, y cuyas herramientas son la confianza en la razón y la filosofía, armas capaces de derribar los firmes muros del despotismo y la oscuridad. En este sentido, Macaulay Graham encarna a la perfección el espíritu ilustrado, pues ella misma se reconoce parte de él y hace defensa de los valores emancipatorios de un movimiento crítico que, a través del conocimiento y la verdad, pretende superar todos los obstáculos. Las Cartas sobre la educación, texto aparecido en 1790, suponen la constatación de que nos encontramos ante una autora radical que lleva sus ideas políticas y sociales hasta sus últimas consecuencias, desplegándolas en una teoría educativa rompedora y novedosa. Macaulay Graham cree con firmeza que la formación integral de la humanidad es el instrumento capaz de lograr sus objetivos, que una instrucción plena y sin prejuicios ni límites puede ilustrar a la humanidad y romper todas las cadenas que la someten. Lograrlo solo es posible desde un proyecto educativo transversal que aporte los conocimientos, teóricos y prácticos, indispensables para entender el mundo y transformarlo.

2. Influencias en su teoría educativa

Las Cartas sobre la educación, aparecidas en 1790, y pese a su innegable valor como auténtico compendio de las ideas ilustradas propias del republicanismo radical de la segunda mitad del siglo XVIII, sufrieron la misma suerte que el resto de la obra de Catharine Macaulay Graham. Fueron leídas por una minoría en Inglaterra y han permanecido desconocidas en el resto del mundo hasta la década de 1990, momento en el que ha empezado a rehabilitarse su figura. El texto puede leerse, sin lugar a dudas, como un sistema de instrucción republicano, democrático e inclusivo, muy en la línea de las condorcetianas Memorias sobre la instrucción pública, destinadas a formar al ciudadano de la Francia revolucionaria a través de un modelo definido por la defensa de los valores cívicos, la formación como arma contra el fanatismo, la democracia y la universalización de los derechos naturales10. Si bien es cierto que la originalidad de las Cartas sobre la educación es manifiesta, Macaulay Graham sigue muy de cerca a algunos de quienes pueden ser considerados máximos exponentes de la teoría pedagógica y educativa de los siglos XVII y XVIII11. Esto resulta evidente pues, entre las numerosas menciones a libros que aderezan el texto, no faltan referencias a tratados relacionados con las cuestiones abordadas. Si seguimos un recorrido histórico, debemos detenernos en François Fénelon (1651-1715), que con Las aventuras de Telémaco, publicadas en 1689, alcanzó la fama y ejerció una influencia destacada en la pedagogía de su tiempo y de todo el siglo posterior. Escribiéndose como una nueva Odisea homérica, las diferentes aventuras que experimentan el joven Telémaco y su tutor Méntor son, junto con una propuesta pedagógica, una sutil crítica a Luis XIV, ya que se apuesta por un modelo de monarca caracterizado por la sabiduría, la humildad y la capacidad para transformar los posibles conflictos en situaciones de paz estable. La autora cita en numerosas ocasiones a Fénelon alabando sus aportaciones en materia educativa y, a la vez, subrayando que su visión del buen gobernante como un sujeto alejado de la lujuria, el egoísmo y la belicosidad encajan perfectamente con la propuesta crítica desplegada en las Cartas. Las aventuras de Telémaco es un libro repleto de peripecias, pero, simultáneamente, tanto una obra de literatura instructiva como un manual sobre cómo educar adecuadamente a un futuro gobernante.

En las Cartas se ensalza a Fénelon porque comparten el trasfondo político y social de la obra, pero, sin embargo, no entra a valorar un aspecto en el que las diferencias son notables, la cuestión acerca de la educación de las mujeres. En 1686, Fénelon publicó el Tratado de la educación de las hijas, texto que tuvo una gran divulgación en Francia y, décadas más tarde, en España. Pese al título, no estamos ante un tratado sino ante un cúmulo de reflexiones acerca de la educación de los hijos y de las hijas. La obra responde a la petición de los duques de Beauvilliers, amigos de Fénelon, quienes tenían ocho hijas, de tener una guía que les sirviera de referencia formativa. A diferencia de la educación ofrecida por Macaulay Graham a las niñas, no diferenciada y basada en el desarrollo de sus facultades físicas e intelectuales, el Tratado de la educación de las hijas sostiene que el objetivo fundamental no es otro que formar a las niñas para que sean esposas honestas que sigan fácilmente las normas religiosas y morales12. A pesar de algunos puntos de unión, la posición de Macaulay Graham estará mucho más en consonancia con otra obra del siglo XVI, De la Educación de las Damas, escrita por el filósofo cartesiano Poulain de la Barre (1647-1725) en 1673, quien, como hará aquella algo más de un siglo más tarde, promulgará un modelo educativo femenino centrado en sus capacidades racionales, no en un ideal de excelencia definido para servir al marido e hijos en el terreno doméstico. En segundo lugar, es notable la presencia de los Pensamientos sobre la educación, texto publicado en 1693 por John Locke (1632-1704), conocido a la perfección por Macaulay Graham y con el que comparte aspectos esenciales de su teoría como el rechazo al castigo físico, la administración del dinero, la importancia de una buena forma física, la dimensión lúdica de la educación o la defensa de la libertad. Pero esta irá más allá porque no se limita al programa clasista y funcional lockeano; las Cartas sobre la educación proponen una educación integral, la formación de una ciudadanía crítica y cosmopolita que englobará, como gran novedad, a las mujeres y tiene como primer objetivo formar a la persona de Estado, al sujeto ideal para estar al servicio de lo público dentro de una concepción republicana y democrática. Con esto, aflora una de las más destacadas diferencias entre Locke y Macaulay Graham. Para el filósofo empirista, la estructura social es la adecuada y no hay que cambiarla; la educación es el medio para reformar aspectos concretos y formar al caballero inglés que defiende a su país desde la política, controlando sus pasiones13. Para Macaulay Graham, la educación tiene un poder netamente transformador y, como da por hecho que entre los seres humanos no hay diferencias naturales reseñables, puede cambiar radicalmente la estructura de la sociedad y acabar con las distinciones individuales que perjudican a la colectividad. Si Locke pretende apuntalar al caballero, Macaulay Graham lo critica por egoísta, acomodado y vividor, y la causa de sus males está en una formación individualista y clasista, exclusiva y excluyente. La tercera gran referencia pedagógica en la obra de Catharine Macaulay Graham no es otra que Jean Jacques Rousseau (1712-1778), filósofo de cabecera en materia educativa a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII. El ginebrino es, con diferencia, el autor más veces citado en las Cartas sobre la educación. Macaulay Graham hace una lectura crítica de Emilio o De la Educación, obra publicada en 1762 y polémica casi desde ese momento por su contenido y por el perfil psicológico y filosófico de quien la escribe. Partiendo de la célebre tesis de que el ser humano es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe, Rousseau propondrá el libre desarrollo de la naturaleza del niño en un entorno sencillo y alejado de toda artificiosidad. Ahora no es la educación la que endereza lo natural a través de la moral y las costumbres, es la naturaleza la que brota espontáneamente y evita que la sociedad tuerza al sujeto. La naturaleza es lo original, lo que permanece intacto, lo que nace ajeno a las corruptas manchas de la cultura. Así, la tarea surge observando lo primigenio del ser humano para, a continuación, orientar la educación según sus principios. Denunciando el progreso de la humanidad como corrupto, artificioso y perverso, Rousseau subrayará el sentimiento, la pasión, la fuerza y el afecto, relegando a la razón a un segundo plano y al servicio del impulso instintivo y natural. Su propuesta educativa puede ser denominada naturalismo eudemonista y naturalismo pedagógico ya que es la naturaleza la que nos muestra el camino hacia el bien y es ella la que marca el trayecto a seguir según las tendencias inmanentes humanas14. Deseos, temores o pasiones, al brotar de la naturaleza, son dimensiones positivas que la razón no debe censurar ni controlar; la educación tiene como misión respetar y promover las tendencias y el orden que dicta la naturaleza, posición que, entre otros aspectos, llevará a Rousseau a una educación diferenciada que condenará a las mujeres al espacio doméstico, al sometimiento y a una ignorancia casi total. No se trata, como sostenía Locke y como hará en gran medida Macaulay Graham, de controlar y encauzar las pasiones y deseos del niño y la niña; la cuestión es respetar sus inquietudes y necesidades facilitando las experiencias que la naturaleza le solicita. Con este objetivo, lograr la felicidad del hombre dejando que la naturaleza se desarrolle libremente, Rousseau elabora un sistema completo que se inicia con el nacimiento del niño, Emilio, y finaliza con su matrimonio con Sofía y su paternidad. Emilio irá creciendo y formándose a través de la interacción con el medio y el conocimiento de sus propias experiencias, desarrollando su cuerpo y escuchando sus sentidos.

Finalmente, es pertinente detenernos en una figura casi desconocida actualmente, pero muy influyente en la teoría educativa de finales del siglo XVIII: Stéphanie Félicité du Crest (1746-1830), conocida como Madame de Genlis. Ejerciendo como institutriz de las hijas e hijos del matrimonio entre Luis Felipe II de Orleans y Luisa María Adelaida de Borbón, duques de Orleans desde finales de la década de 1770, que fuera la tutora de los hijos varones supuso un gran escándalo entre la aristocracia y la nobleza francesa. Como resultado de sus experiencias educativas y para plasmar sobre el papel sus teorías al respecto, escribió varias obras, entre las que destaca Adela y Teodoro o Cartas sobre la educación, en 1782, citada en numerosas ocasiones por Macaulay Graham15. Como hicieron Locke y Rousseau, de Genlis abordará cuestiones recurrentes en materia educativa como el castigo físico, el tratamiento de las pasiones en la niñez, la vestimenta o la enseñanza religiosa. Al igual que Fénelon, Rousseau y muchos otros autores y autoras que trataron cuestiones relacionadas con la educación, de Genlis tiene muy presente el ensayo de Montainge De la educación de los hijos a la señora Diana de Foix, Condesa de Gurson, donde se establecen muchos de los fundamentos pedagógicos posteriores, como la apelación a la simplicidad y el rechazo del lujo, el papel de la religión en la formación de la persona, la importancia de la alimentación y no descuidar el ejercicio físico en la niñez. La propuesta pedagógica de Madame de Genlis es, en esencia, una educación cristiana que sirve como complemento a un sistema de moralidad. Considera, como Macaulay Graham, que el ser humano ha sido creado por Dios para desarrollar al máximo sus capacidades intelectuales. Para Madame de Genlis, es importante iniciar pronto el proceso instructivo porque, de lo contrario, la mente del infante podría estar corrompida a la temprana edad de cuatro años. En estos primeros pasos educativos, el método a seguir será el del ejemplo, donde la madre o el instructor define un concepto, pregunta si se ha entendido y, a continuación, introduce numerosos ejemplos con un trasfondo moral16. Es en Adela y Teodoro o Cartas sobre la educación donde de Genlis detalla este programa, iniciado antes de los dos años de edad y que culmina con el matrimonio. El texto es una novela secuenciada en cartas en las que la Baronesa de Almane y el Conde de Roseville explican cómo hay que llevar a cabo las recomendaciones de Madame de Genlis con Adela, de seis años, y Teodoro, de siete, un príncipe cuya educación está en manos del Conde. El enfoque metodológico parte de dos premisas muy claras, la educación es el arte de educar desde la niñez sin que se sea consciente, y la madre debe dedicarse plenamente a ello pues esa es su tarea una vez ha contraído matrimonio17. Al respecto, las diferencias con Macaulay Graham son notables. Esta defiende una educación no diferenciada sexualmente y la razón ejerce un peso esencial en la formación integral de la persona, tanto en el plano moral como en el puramente intelectual. Otro punto en el que los planteamientos son antagónicos es en la visión que ambas tienen sobre el siglo XVIII. Alabado por Macaulay Graham como un siglo de avances y de lucha contra la ignorancia y el fanatismo; criticado por de Genlis pues ha permitido el nacimiento de la secta enciclopédica que, con filósofos como Voltaire, Diderot, Holbach y Helvétius, ha extendido el ateísmo y la corrupción de las costumbres poniendo la semilla de la pérdida del miedo a la autoridad política. Por el contrario, desde una síntesis de eudemonismo cristiano y radicalidad política y social, Macaulay Graham recomendará la lectura de las obras de Voltaire en el proceso educativo, alabará los planteamientos holbachianos críticos con el despotismo y elogiará expresamente a Helvétius en las Cartas sobre la educación. Así, la confianza en la razón como herramienta transformadora y en los planteamientos radicales ilustrados serán señas de identidad de su sistema educativo y, además, recorrerán toda su obra.

3. La educación como herramienta revolucionaria

Cultivando uno de los géneros más paradigmáticos del siglo XVIII, el epistolar, las Cartas sobre la educación se despliegan a través de la correspondencia de la autora con Hortensia, interlocutor inventado que aglutina dos sujetos reales, a la matrona romana del siglo I. a.C. famosa por mostrar sus dotes para la oratoria cuando habló ante los triunviros en nombre de las romanas adineradas para que no se aprobara un impuesto destinado a sufragar la guerra contra los tiranicidas, y a su hija quien, madre de una niña pequeña, podría beneficiarse de los consejos de una mujer culta y versada en cuestiones educativas. Con un estilo directo, repetitivo en ocasiones y no muy preocupado por la belleza estilística, la obra arranca partiendo de una teoría del conocimiento que sigue muy de cerca a los empiristas británicos Locke y Hume18. A continuación, Macaulay Graham recurre al concepto de simpatía y a su despliegue en el ámbito relacional, tanto a la insensibilidad que suele mostrar la humanidad hacia los animales como a sus propios semejantes, principalmente aquellos que son subyugados como esclavos por motivos raciales. Estas coordenadas encajan, sin duda alguna, con los planteamientos antiesclavistas presentes nítidamente en la citada Historia filosófica de las dos Indias, en el Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano de Condorcet o en la Sociedad de Amigos de los Negros, fundada en Francia durante la primera etapa de la Revolución francesa. Macaulay Graham critica desde una visión universalista de la simpatía la esclavitud ocasionada por el sometimiento al despotismo, pero también a esa esclavitud que hunde sus raíces en motivos raciales y, por qué no decirlo, en una mala educación:

[El niño] Recordará qué contrarios eran las Venus y los Adonis de los rasgos africanos, tanto en el color, la figura y la forma característica de las brillantes bellezas de Europa. Se dirá a sí mismo que si una nariz plana y su contraria, si los ojos pequeños y los ojos grandes, si una complexión negra o blanca, en resumen, si una naturaleza es considerada bella por uno y su contraria es vista de la misma manera por otro, la belleza universal es rechazada por la mente humana a causa exclusivamente de los prejuicios iniciales. Sí, los niños aplican rápidamente expresiones de afecto o aversión, de aprobación o resentimiento; y una vez que esas expresiones están conectadas por las mismas asociaciones que unen las palabras con sus ideas, entran en contacto con el objeto con el que el niño se ha acostumbrado a aplicar el epíteto. Este, y no otro, es en general el origen de lo bueno y lo malo, de lo hermoso y lo feo, y así con todas las diferencias que la mente realiza sobre los diferentes seres que lo afectan. Así procede el sentido moral y, consiguientemente, todo el conjunto de afectos que, con la excepción de algunos sujetos excéntricos, gobierna el carácter humano en todas las dimensiones de su conducta. Nuestro tutor filosófico, Hortensia, habiendo llevado sus especulaciones hasta esta conclusión, estará determinado a adaptar su práctica a su teoría, esforzándose por inculcar en su pupilo una idea de belleza personal que lo dirija hacia la virtud y que no ponga en peligro su existencia. Cuando la conversación aborde estos asuntos, desaprobará todo panegírico respecto al color, el tamaño, la forma, las extremidades o los rasgos, y se esforzará de una manera muy estudiada por lograr que su pupilo sea habilidoso al hacer juicios de expresión19.

Al relativizar un concepto etnocentrista o racial de la belleza, se está afirmando, simultáneamente, tanto la universalidad del valor estético del cuerpo humano como su dignidad y derechos naturales. Macaulay Graham defiende que la simpatía, atributo natural de los seres humanos, permite reconocer la igualdad y la reciprocidad en los dolores y placeres que sentimos. Pero la simpatía no es lo único que necesita para constatar dicha realidad20. Es indispensable la intervención de la razón para comprender el porqué de las cosas, para valorarlas moralmente y para cambiar aquellas situaciones en las que el dolor es injustificado y evitable. Abordando la educación como herramienta para aflorar y desplegar la simpatía natural adecuadamente, es oportuno esclarecer cómo concibe Macaulay Graham este proceso o, mejor dicho, qué tipo de educación se requiere para lograr su cometido de la mejor manera posible, y la autora expone dos propuestas. Una, que podríamos llamar su programa realista, consistente en una educación privada en casa realizada por tutores-filósofos preparados en una amplia variedad de disciplinas y con unos principios morales sólidos, que solo sería posible en los sectores más adinerados de la sociedad. En este modelo, que abarca la práctica totalidad de las páginas de las Cartas sobre la educación, Macaulay Graham entiende que lo ambicioso de su propuesta y los recursos tanto materiales como humanos que necesita para llevarla a cabo son un factor exclusivo de las personas que tengan elevados recursos y que estén dispuestos a invertirlos en este propósito. Así mismo, con esta propuesta, Macaulay Graham no ahorra en críticas a las personas ricas que, en vez de dedicar su dinero y su tiempo a la educación de sus hijos e hijas, se despreocupan por completo y malgastan los recursos económicos en caprichos y lujos innecesarios. No podemos olvidar que tiene muy presente que serán los hijos de las familias adineradas quienes ocupen los puestos más destacados dentro de la sociedad y el Estado, de ahí la importancia de una educación adecuada pues su destino es el de toda la población. En el texto serán frecuentes las denuncias a una jerarquía donde la opulencia lleva a la holgazanería y al desprecio a la formación, causa de gran parte de los males e injusticias que asolan a los pueblos. En este sentido, Macaulay Graham lleva a cabo una descripción tremendamente crítica con la sociedad de su tiempo, clasista, desigual y gobernada por élites económicas, pero no intelectuales21. En un contexto así es imposible desarrollar un marco adecuado para promover la virtud, la libertad y la felicidad de la humanidad. Paralelamente, en segundo lugar, Macaulay Graham sugiere la idoneidad de una educación pública que, siguiendo el mismo programa educativo propuesto para la formación privada, se ofrezca a los niños y niñas de todas las clases. Estamos, una vez más, ante una propuesta innovadora y radical en la línea de la instrucción pública detallada por Condorcet en la Asamblea para crear una ciudadanía capaz de ampliar los logros alcanzados durante el proceso revolucionario francés. Macaulay Graham asienta la posibilidad de poner en marcha un sistema de educación pública y universal a través de un aumento de los impuestos argumentando que las familias no pueden arrogarse el derecho a educar a sus hijos e hijas como les plazca. Además, sostiene que la enseñanza debe llevarse a cabo en grupos reducidos para facilitar un aprendizaje cercano e individualizado que haga posible el máximo desarrollo formativo y el despliegue de las virtudes:

[…] una educación pública, si tiende de manera uniforme a inculcar los principios de equidad y benevolencia, y está dirigida a refinar la mente y aumentar su simpatía, indudablemente corregirá la intemperancia de los afectos groseros y perniciosos22.

Sin embargo, Macaulay Graham entiende que la posibilidad de este modelo de educación pública está lejos de ser factible en el momento en que escribe su obra, pues estaría controlado por gobiernos despóticos que utilizarían la instrucción para perpetuar el orden establecido e inculcar al alumnado ideas que legitimen la opresión, de ahí la necesidad de transformar la sociedad inicialmente de arriba a abajo, formando a las élites económicas para que sean los gobernantes quienes hagan posible un cambio radical, una concepción de la labor política mucho más cercana al pueblo y dispuesta a mejorar sus condiciones de vida y sus derechos.

Para lograr el objetivo de ilustrar a la humanidad a través de la educación, Macaulay Graham no escatimará en proponer un índice de contenidos extenso y progresivo que discurre en paralelo a la maduración intelectual del alumnado y a su interacción con el mundo. El desglose de materias incluye el aprendizaje de la lengua materna y de su cultura a través de textos de Samuel Johnson, Shakespeare, Adisson, Steele, Milton y algunos escritos de Pope; del latín y del francés, con fragmentos breves, atractivos y accesibles. A la edad de doce años comenzará la lectura de las Vidas de Plutarco en su versión inglesa y de libros sobre geografía física y política como la Gramática geográfica de Guthrie y la Geografía comparada de Mentelle en francés. Para profundizar en este idioma, Macaulay Graham recomienda textos de Voltaire, Racine o Corneille. Con la necesidad de conocer las raíces culturales de occidente y aprender del pasado, gran parte del estudio se dedicará a la lectura de obras de figuras destacadas de la Antigüedad como Platón, Tito Livio, Tácito, Cicerón y Epicteto. También, a libros centrados en explicar las normas y costumbres de Grecia y Roma como la Historia Antigua y la Historia de Roma de Charles Rollin, y la Historia de la decadencia y caída del Imperio romano de Edward Gibbon. El peso otorgado al conocimiento del mundo clásico es consecuencia de su erudición, expuesta ya en los ocho tomos de La Historia de Inglaterra y, a la vez, una manera de acercarse a la historia de la humanidad que la entiende como un proceso de aprendizaje y emancipación colectiva que, lleno de altibajos, permite ver las luces y sombras del ser humano tanto a nivel grupal como individual23. Acercarse a Grecia y Roma es comprender que la historia está repleta de virtudes y vicios encarnados en hombres que han pasado a la posteridad. Licurgo, Alejandro Magno, Julio César, Foción o Cicerón nos enseñan con su experiencia vital la necesidad de aprender de los errores y emular los aciertos pasados. Posteriormente, cuando alcanzan un grado de madurez suficiente, en torno a los dieciocho años de edad, los niños y niñas profundizarán su conocimiento del pensamiento político leyendo inicialmente al primer gran filósofo político moderno, Hobbes, a autores destacados del liberalismo como Locke y del republicanismo como Harrington y Sidney. Así mismo, Macaulay Graham tiene muy presente De los delitos y las penas, del milanés Cesare Beccaria (1738-1794) para abordar cómo debe ser el orden social y qué relación debe establecerse entre el gobierno y la ciudadanía con el fin de lograr el equilibrio necesario que evite abusos por parte del primero. También, asume de Beccaria la tesis de que el gobierno no puede castigar a los individuos si no se ha preocupado antes de aportarles los mecanismos esenciales para conocer y cumplir las leyes vigentes, lo que refuerza la importancia de que los Estados entiendan que la educación de la sociedad es uno de sus deberes, y que la omisión o una educación incompleta o errónea condenan tanto al educando como a toda la nación; y, finalmente, en el rechazo a la injerencia de la religión en cuestiones políticas, desacralizando con ello las leyes24.

En este punto, debemos detenernos en la defensa que hace Macaulay Graham de la felicidad como fin último de la humanidad y, al mismo tiempo, del proceso instructivo. Esta idea, empapada de un eudemonismo de inspiración aristotélica y aderezada con elementos de un cristianismo visto bajo la luz de la religión natural, desemboca en un planteamiento, una vez más, novedoso25. La felicidad, como culminación de la vida terrena, se alcanza con una educación integral capaz de formar al sujeto en todas las dimensiones que permiten sus facultades racionales. En ella se incluyen actividades para mantener el cuerpo sano y en forma, saberes técnicos como la jardinería, prácticos como la política, acontecimientos históricos, y, por supuesto, contenidos morales. Adoptando planteamientos presentes en Del espíritu de Helvétius (1715-1771) asumirá, sin dejar de lado a Beccaria, la conexión existente entre la educación y las leyes, la importancia de establecer normas justas y proporcionales a los delitos cometidos para transformar la realidad de un país como también que una buena legislación es la mejor manera de conducir a los seres humanos a la felicidad.

4. Una educación para las mujeres

Los planteamientos defendidos en las Cartas sobre la educación ubican a Catharine Macaulay Graham dentro de la primera ola del feminismo, de un feminismo que brota del discurso ilustrado y lo lleva hasta sus máximas consecuencias26, a una formación integral que niega planteamientos discriminatorios y segregados respecto a los seres humanos. Las Cartas sobre la educación, obra prácticamente desconocida en la actualidad en España y que cuando vio la luz en 1790 apenas fue leída y reseñada como castigo a su autora por su segundo matrimonio, para más señas, con un hombre más de veinte años menor, por su defensa de la Revolución francesa y por el republicanismo manifestado en la monumental La Historia de Inglaterra, debe ser considerada pieza indispensable para apreciar los primeros pasos de la lucha por la visibilización de las mujeres. Macaulay Graham, explícitamente, afirma que la educación debe ser igual para hombres y mujeres,llevando a cabo una reivindicación de su individualidad y de su capacidad para construir su futuro de manera autónoma e independiente. Las Cartas sobre la educación destacan tanto por ser síntesis del programa ilustrado confiado en que la salida de la oscuridad puede lograrse si la humanidad es guiada por la razón y la filosofía, como por ser una obra sobre la educación de las mujeres que hace una apología de la igualdad partiendo de la premisa de que lo que nos define no es el cuerpo sino la inteligencia; es esta la que nos diferencia del resto de seres vivos y es gracias a ella que el ser humano ha sido capaz de avanzar y transformar el mundo. Macaulay Graham es firme en su convicción de que Dios ha dotado a hombres y mujeres con las mismas facultades intelectuales y que, en consecuencia, deben ser tratados de la misma manera para que ambos sexos puedan alcanzar las cotas que su naturaleza racional les permite. Así, las diferencias físicas no son ni mucho menos insalvables; al contrario, son secundarias, y por mucho que la historia muestre una realidad bien distinta, no existe argumento de peso para justificar una pretendida superioridad del hombre:

Pero sea cual sea el sabio propósito que pretende la Providencia en la disposición de las cosas que ha establecido, lo cierto es que un pequeño grado de inferioridad física, en lo que a la fuerza corporal se refiere, parece haber existido siempre entre los dos sexos, y durante las edades bárbaras de la humanidad se abusó de tal manera de esta ventaja que destruyó todos los derechos de las mujeres y las redujo a un estado de abyecta esclavitud. No es mi objetivo relatar los accidentes que han contribuido a mejorar su condición en Europa. No pretendo exponerte una historia de las mujeres; solo pretendo trazar las fuentes de sus particulares debilidades y sus vicios; y estoy plenamente convencida de que se originan exclusivamente por su situación y por la educación27.

En coherencia con su pensamiento, si el ser humano se define por la razón y si el objetivo último es la práctica de la virtud benevolente y la felicidad, defender un modelo coeducativo es, simultáneamente, sostener que las mujeres también tienen el derecho a alcanzar ese objetivo final, esto es, a ser virtuosas y felices. Lograrlo requiere dejar atrás la discriminación natural porque, sencillamente, no tiene razón de ser; pasa por asumir que las desigualdades existentes se deben a una educación diferenciada que castiga a las mujeres por el mero hecho de serlo; que estas han sido discriminadas y cosificadas; y pasa, en último lugar, por respetar y valorar sus sentimientos y decisiones:

Dejen que sus hijos [e hijas] se eduquen juntos; dejen que sus juegos y sus estudios sean los mismos, dejen que disfruten, en la preferencia constante, del establecimiento de la mayor libertad posible, aquella que la inocencia hace inofensiva y con la que la Naturaleza se regocija. Con las ininterrumpidas relaciones que se establecerán, ambos sexos encontrarán que la amistad puede disfrutarse sin pasión. El saber de sus hijas las preservará de la vana coquetería e, incluso, en la edad de desear, las tentaciones disminuirán bastante su estímulo al perder su novedad. Vuestros hijos buscarán algo más sólido en las mujeres que el mero exterior, y dejarán de ser ingenuos ante la más mezquina, endeble y derrochadora de ellas. Las mujeres se convertirán en constantes benefactoras de esa parte de su familia que permanece necesitada de su apoyo y, respecto a todos los asuntos de interés doméstico, la injusta distinción del primogénito se verá privada de su aguijón28.

La mujer emerge en Macaulay Graham como sujeto intelectual y, al mismo tiempo, como sujeto moral que no puede ser alejado ni silenciado del conjunto de la humanidad y de ese proceso de aprendizaje colectivo que es el progreso. El republicanismo democrático promulgado por Macaulay Graham no podía dejar atrás a las mujeres. Su universalismo y su confianza en la razón nos muestran una filosofía inclusiva que recupera y reclama justicia para los sujetos olvidados y oprimidos a lo largo de la historia. Sus afirmaciones sobre la mujer recorren todas las Cartas, pero, de manera más evidente, desde la carta XVI hasta la XXIV de la primera parte29, lo que corrobora que Macaulay Graham quería darle un espacio propio a su denuncia de la situación de las mujeres y a la reivindicación de un cambio radical. Para explicar el motivo que ha llevado a la discriminación femenina hay que mirar, una vez más, al peso del prejuicio y la tradición30. Son la costumbre, el interés egoísta y la ignorancia respecto a la naturaleza causantes de esa idea tan extendida que sostiene que la mente y la virtud de hombres y mujeres es diferente y, en consecuencia, deben ser educados de manera distinta. El gran enemigo del feminismo de Macaulay Graham es el citado Rousseau, quien en el Emilio encarna paradigmáticamente en este aspecto cómo el interés personal, el beneficio que saca el hombre del sometimiento de la mujer, prima sobre un acercamiento racional a la naturaleza, posibilidad y límites de ambos sexos. Para desmontar el armazón conceptual del ginebrino comienza rechazando su reduccionismo naturalista, esa apelación a una diferencia de base enraizada en la naturaleza, en el cuerpo:

Entre los más enérgicos defensores de una diferencia sexual en el carácter, Rousseau es el más conspicuo teniendo en cuenta tanto el calor de los sentimientos que distinguen todos sus escritos como la elocuencia de sus composiciones; pero nunca el entusiasmo y el amor por la paradoja, esos enemigos de la disquisición filosófica, aparecen con una oposición más fuerte al sentido común que en la definición que aporta Rousseau sobre esta diferencia. Expone la suposición de que la Naturaleza tiende a la sujeción de un sexo al otro; en consecuencia, debe haber una inferioridad intelectual en la parte sometida; pero como el hombre es un ser muy imperfecto y está preparado para ocupar el papel de tirano caprichoso, la Naturaleza, para aproximar algo las cosas hacia la igualdad, otorga a la mujer atractivas gracias y habilidades para la insinuación que, en ese aspecto, ponen la balanza de su lado. Así, la Naturaleza, frívolamente, se aleja de sus propósitos y somete una prerrogativa a una influencia que puede producir confusión y desorden en el sistema de los asuntos humanos31.

Rechazando los argumentos que justifican la desigualdad en una pretendida naturaleza humana desdoblada en dos sujetos, hombre y mujer, cualitativamente diferentes, Macaulay Graham subrayará que la verdadera causa de las innegables diferencias existentes está en la educación o, mejor dicho, en una educación diferenciada y perversa que no es sino una mala educación que condena a las mujeres al hogar y, en este espacio privado, a vivir para el hombre porque ha sido educada para ello. Asimismo, la segregación sexual lleva a una deformación del contenido y finalidad educativa que condena a la mujer a aprender y poner en práctica artes ligadas a la seducción y la galantería:

La situación y la educación de las mujeres, Hortensia, es precisamente lo que lleva a la corrupción y la debilidad de las facultades de la mente y el cuerpo. A partir de una falsa noción de la belleza y la delicadeza, su sistema nervioso se deprava antes de que salga de las manos de su niñera; y este tipo de depravación tiene más influencia sobre la mente y, consecuentemente, sobre la moral, de lo que se aprehende comúnmente32.

En estas líneas observamos dos aspectos que serán relevantes dentro de la historia del pensamiento feminista. Uno ya indicado, que la desigualdad tiene en la base una educación segregada y parcial construida para complacer y agradar al hombre y, en segundo lugar, una velada crítica a la mujer por asumir lo que se le enseña sin pensar en sus consecuencias y pretender alcanzar sus objetivos empleando todas aquellas artes amatorias que el hombre le ha inculcado para su propio beneficio. Ante esta situación, Macaulay Graham aboga por la castidad y la continencia para evitar que las acciones de las mujeres sean enjuiciadas desde el doble rasero moral que va ligado a la desigualdad y, asimismo, para alejarlas de la mancha social que acompaña a su liberalidad. Privada de libertad y educada en un contexto que promueve la desigualdad, las mujeres, discriminadas a lo largo de toda la historia, han sido dominadas de tal forma que su situación debe ser denunciada como una esclavitud. Wollstonecraft, dos años más tarde, desarrollará las ideas defendidas por Macaulay Graham, así como su enfoque republicano y su heterodoxa visión de la religión, si bien es cierto que desplegando con mucho más detenimiento todo un argumentario. Partiendo de la defensa de la razón como hecho definitorio de la igualdad entre hombres y mujeres, Wollstonecraft seguirá el camino marcado por Macaulay Graham para hacer hincapié en que es la educación la que hará posible la emancipación femenina. La conexión entre ambas no será solamente intelectual, ya que se conserva una breve comunicación epistolar truncada por el deterioro de la salud de Macaulay Graham pocos meses antes de su fallecimiento33. El motivo de las cartas fue el aprecio que una joven y desconocida Wollstonecraft mostraba por la veterana escritora a propósito del feminismo presente en las Cartas sobre la educación y el envío del panfleto Vindicación de los derechos del hombre, en una carta al Muy Honorable Edmund Burke ocasionado por sus reflexiones sobre la Revolución francesa, cuyo enfoque feminista y republicano bebe de toda la obra de Macaulay Graham34. Dos años más tarde, Wollstonecraft reconocerá públicamente que su lectura de las Cartas fue el resorte para dedicar una obra a denunciar la situación de la mujer, a poner nombre a algunos de sus principales artífices y a proponer un marco de convivencia definido por la igualdad y la libertad del sexo que, históricamente, se ha visto oprimido y privado de sus derechos naturales. Tal vez estas líneas sean la única huella que muestra la influencia de una autora imprescindible para conocer los primeros pasos del movimiento feminista:

Esta palabra [respeto] me trae el recuerdo de la señora Macaulay, sin duda la mujer de mayor talento que ha existido en este país y, sin embargo, ha muerto sin que se prestara el respeto suficiente a su memoria. La posteridad será más justa y recordará que Catharine Macaulay fue un ejemplo de las cualidades intelectuales que se suponían incompatibles con la debilidad de su sexo. Realmente, en su forma de escribir no aparece el sexo, porque es como el sentido que comunica, fuerte y claro. No denominaré al suyo entendimiento masculino porque no admito una asunción de razón tan arrogante, pero sostengo que era firme, y que, a su juicio, fruto maduro de un pensamiento profundo, fue una prueba de que una mujer puede adquirirlo en la plena definición de la palabra. Poseía más penetración que sagacidad, más entendimiento que imaginación, y escribió con sobria energía y exactitud sus argumentos; no obstante, la afinidad y la benevolencia proporcionan interés a sus sentimientos y ese calor vital a sus argumentos que fuerzan al lector a tenerlos en cuenta. Cuando pensé en escribir estas críticas, conté por anticipado con la aprobación de la señora Macaulay, con un poco de ese ardor optimista que ha sido la tarea de mi vida reprimir, pero pronto me enteré, con la calma enfermiza de la esperanza frustrada y la inmóvil seriedad del pesar, de que ya no estaba entre nosotros35.

Como resultado y cierre de este trabajo, es oportuno afirmar que la historia del discurso feminista y, por extensión, de la defensa de una educación igualitaria que no segregue por motivos sexuales, no puede verse como la aparición súbita de un conjunto de quejas y reivindicaciones; es resultado de un proceso, fruto de una serie de pasos que desembocaron en la creación de un argumentario sólido que parte de la identidad de la mujer como sujeto racional que posee derechos inalienables, idea presente con claridad en las Cartas sobre la educación. Para entenderlo y reconocer sus avances, profundizar en la propuesta educativa de Macaulay Graham resulta imprescindible.

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Notas

6 Ibid., pp. 438-359.
7 Democratic Enlightenment. p. 437.
9 Democratic Enlightenment, p. 439.
15 Cartas sobre la educación. p. LXXI.
17 Ibid., p. 27.
19 Cartas sobre la educación, p. 128.
20 Ibid., p. LXXVII.
21 Cartas sobre la educación, p. LXXIX.
22 Cartas sobre la educación, pp. 169-170.
23 Catharine Macaulay's Radical Enlightenment, p. 17.
24 Democratic Enlightenment, pp. 340-342.
25 Catharine Macaulay's Radical Enlightenment, p. 145.
27 Cartas sobre la educación, p. 147.
28 Cartas sobre la educación, p.43.
29 Ibid., pp. 111-159.
30 Ibid., p. 50.
31 Ibid., pp. 146-147.
32 Ibid., p. 148.
35 WOLLSTONECRAFT, Mary. A Vindication of the Rights of Woman. Dover: Dover Publications Inc., 1996. pp. 109-110.

Notas de autor

1 Ricardo Hurtado Simó es doctor en Filosofía por la Universidad de Sevilla con Mención Internacional con una tesis sobre Sophie de Grouchy en el departamento de Filosofía, Lógica y Filosofía de la Ciencia. Es experto en Estudios de género, Ilustración francesa y el pensamiento feminista del siglo XVIII. E-mail: rhurtadosimo@gmail.com.


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