Dossiê
Psicoanálisis y pluralismo de lo juvenil: historización, identidades y conflicto sociales
Psicanálise e pluralismo da juventude: historização, identidades e conflito sociais
Pluralities of the youth: historicization, identities and social conflicts
Psicoanálisis y pluralismo de lo juvenil: historización, identidades y conflicto sociales
Revista de Filosofía Aurora, vol. 33, no. 58, pp. 64-83, 2021
Pontifícia Universidade Católica do Paraná

Received: 18 November 2020
Accepted: 24 February 2021
Resumen: El presente artículo se propone analizar las dinámicas juveniles desde un enfoque que vincula las condiciones de vida de los jóvenes al análisis de las identidades, culturas juveniles y los actuales conflictos políticos sociales. La propuesta analítica se enmarca dentro una matriz que víncula el estudio de los conflictos sociales con las teorías socio-culturales y los desarrollos psicoanalíticos sobre los procesos juveniles. Remarca, en este sentido, la importancia de las nociones de transgeneracionalidad e identidad para el estudio de la condición juvenil contemporánea, analizando para estos efectos la situación chilena.
Palabras clave: Condición juvenil, Conflicto social, Generaciones, Subjetivación, Identidad.
Resumo: O presente artigo propõe analisar as dinámicas juvenis a partir de uma abordagem que relaciona as condições de vida dos jovens e os conflitos políticos e sociais atuais. A proposta analítica se enquadra em uma matriz que vincula o estudo dos conflitos sociais com as teorías socio-culturais e os desenvolvimentos psicanalíticos dos processos juvenis. Destaca, nesse sentido, a importância das noções de transgeracionalidade e identidade para o estudo da condição juvenil contemporânea analisando para esses efeitos a situação chilena.
Palavras-chave: Condição juvenil, Conflito social, Gerações, Subjetivação, Identidade.
Abstract: This article aims to analyze youth dynamics from an approach that links the living conditions of young people to the analysis of identities, youth cultures and current socio-political conflicts. This analytical proposal is framed within a matrix that links the study of social conflicts with socio-cultural theories and psychoanalytic developments on juvenile processes. It highlights, in this sense, the importance of the notions of transgenerationality and identity for the study of the contemporary youth condition, analyzing the Chilean situation for these purposes
Keywords: Juvenile condition, Social conflict, Generations, Subjectivation, Identity.
Introducción
Pensar la condición juvenil contemporánea, sus vinculaciones con intensos conflictos sociales, políticos y culturales, remite a un espacio analítico amplio. Este campo, require para su conformación y estudio, de los aportes de las diferentes ramas de las ciencias sociales y humanas. Estos aportes, permiten otorgar a la noción de juventud un carácter dinámico, fuertemente marcado por el interés por representar los diferentes modos de construcción histórica y social de las identidades juveniles (BANTIGNY, & JABLONKA, 2015; GONZÁLES, 2003, 2004; SALAZAR, 2006), y por la intención de comprender las diferentes formas de representación presentes entre los jóvenes, revelando micro identidades expresivas de modos creativos de apropiación cultural (DUARTE, 2009, 2012; SANDOVAL, 2012; ZARZURI & GANTER, 2018). A estos acercamientos, se suman las elaboraciones que en el cruce disciplinar entre la filosofía, la sociología y la antropología, instalan algunas interrogantes referidas a los vínculos presentes entre los modos de vida contemporáneos y formas cotidianas de violencia, explotación y precarización que dañan a estos grupos, en especial, cuando al hecho de ser joven, se añaden otras condicionantes como la pobreza o la diferenciación étnica (MAUGER, 1995; LE BLANC, 2015). Otra dimensión de los estudios juveniles, aunque íntimamente ligada al estudio de las violencias contemporáneas, la encontramos en los reportes clínicos y psicosociales sobre los efectos de la violencia extrema, de erradicaciones masivas, guerras tribales y genocidios, sobre niños, adolescentes y jóvenes (BLACSTOCK & TROCMÉ, 2005; BUTI, 2002; EVANS-CAMPBELL, 2008; MITCHELL & MARACLE, 2005; MELLOR et al., 2009; UWINEZA & BRACKELAIRE, 2014). El estudio de estos traumatismos, remite a un campo que expone cuestiones tales como el trabajo de la identidad y las generaciones, como uno de los principales apuntalamientos de las vivencias subjetivas en este periodo de la vida.
Esta apretada síntesis, ciertamente provisoria, permite visualizar un cúmulo interesante de cuestiones relativas a lo que es posible denominar como condición juvenil contemporánea. En este sentido, dentro del marco del presente trabajo, nos parece pertinente delimitar este campo de acuerdo a los siguientes focos y cuestionamientos: i) el análisis del componente generacional como campo de conflicto entre las generaciones, pero también como espacio de trabajo de transmisión y de construcción, ii) una aproximación antiesencialista a la noción de identidad, la que permite múltiples y transitorias convergencias identitarias, resistentes a las construcciones del mundo adulto, al mismo tiempo que nos alerta de la importancia de los apuntalamientos culturales y sociosimbólicos para la construcción de la identidad psíquica y social, y iii) una lectura compleja sobre los procesos de subjetivación, que atiende a la multiplicidad de formas contemporáneas de precarización -formas deshumaizantes de subjetivación- y que sin embargo, resguarda las posibilidades de apropiación y de construcción subjetiva frente a estas violencias.
Las ideas que a continuación se desarrollan tienen como principal objetivo establecer algunas coordenadas teóricas, mediante las cuales abordar estas líneas de interrogación sobre la condición juvenil contemporánea, atendiendo pricipalmente a los aportes del psicoanálisis frente a estos escenarios juveniles. En un segundo momento, estas coordenadas interpretativas serán utilizadas para fundar algunas hipótesis sobre la condición juvenil en la sociedad chilena actual.
La argumentación posee dos títulos principales: a) Psicoanálisis, historización y apropiación subjetiva, que tiene como propósito situar la importancia de algunos conceptos psicoanalíticos frente al estudio de las dinámicas sociales y políticas en las que desenvuelven los jóvenes contemporáneos, delineando de este modo, nuestra aproximación a la interrelación del momento adolescente y las disposiciones psíquicas e interpsíquicas que permiten el proceso de apropiación subjetiva durante la juventud, y b) Lógicas de historización transgeneracional, micro relatos y conflictos sociales del neoliberalismo: la situación chilena. Este apartado, se intereñsa por abordar los actuales conflictos socioculturales de la juventud chilena, problematizando las modalidades en que se desarrolla el trabajo identitario y generacional en los jóvenes chilenos, a la luz las expresiones de malestar subjetivo y colectivo presentes en las últimas décadas.
Psicoanálisis: subjetivación, historización y apropiación subjetiva
La aplicación de los presupuestos psicoanalíticos al estudio de los fenómenos sociales contemporáneos ha sido objeto de múltiples elaboraciones, las que se han interesado principalmente por el análisis de las transformaciones sociales ligadas a una creciente volatilidad de las referencias simbólicas, a las nuevas formas de intercambios y ritmos de convivencia social, de subjetivación y asimismo, a las actuales formas de violencia (POMMIER, 2000; RICHARD, 2011; ZAFIROPOULOS, 2002; 2014). La pregunta por el modo en que el psicoanálisis puede contribuir a la comprensión del momento presente -a las actuales lógicas sociales y políticas-, refiere también a la interrogante respecto de las formas en que esta disciplina puede entablar un diálogo que fuera del terreno de los estudios clínicos y psicopatológicos, permita comprender las expresiones contemporáneas de malestar que operan no solo a nivel individual sino que también colectivo.
La vinculación de formas intrapsíquicas e interpsíquicas de sufrimiento ofrece de este modo, un primer apuntalamiento para comprender las posibles aplicaciones del psicoanálisis al campo sociocultural. En el presente título, con el objetivo de visualizar estas superposiciones entre lo psíquico y lo social, se abordan las nociones de sujeto, subjetivación, historización y apropiación subjetiva.
Psicoanálisis, tiempo presente e historización
La relación del psicoanálisis con el tiempo presente, como observa André Green (2000), pasa necesariamente por una reflexión de la relación del psicoanálisis con la memoria y en particular con la memoria de lo reprimido, expresiva por tanto, del trabajo de lo negativo en lo social. Fórmula que apela a visualizar en los escenarios sociales, las dinámicas colectivas de desfiguración imaginaria y de destructividad pulsional, pero también, aquello que las mismas sociedades han decido dejar de ver, dando pie a lo que puede expresarse y evitando lo que debe permanecer oculto. Esta reflexión sobre la sociedad, requiere de la articulación de dos dimensiones del trabajo de rememoración, aquel que remite a la historia singular de todo individuo y el que refiere a la historia colectiva mediatizada siempre por la sociedad y la cultura. En términos metapsicológicos, las observaciones retomadas por Green respecto del vínculo entre memoria e historia, abordan la temprana construcción de un modelo de aparato psíquico (Freud, 1978), que expone las sucesivas inscripciones y transcripciones de las huellas mnémicas en un espacio que otorga la orientación a las dinámicas presentes entre lo consciente, lo preconsciente y lo inconsciente. Estas dinámicas son representadas por Freud como un trabajo constante de repetición y traducción psíquica, que pone en juego variadas operaciones de identidad y diferencia, expresivas de la diversidad de lo no idéntico como el motor de los procesos de elaboración presentes en el inconsciente. Así, como precisa Green (1970) la repetición y la diferenciación son el fundamento requerido para la construcción de la memoria y por tanto, es posible comprender al sujeto como aquello que emerge del conjunto de elementos articulados dentro de estos procesos. Esta temporalización de la vivencia psíquica del sujeto, permite entonces, enmarcar el trabajo de elaboración subjetiva como una dinámica psíquica e interpsíquica en constante reformulación, abierta a las narraciones colectivas, que expresan, del mismo modo, las múltiples transformaciones y sucesivas transcripciones que fundan las continuidades y discontinuidades históricas.
En este sentido, la antinomia entre estructura y fenómeno, es decir, entre aquello que del campo de lo psíquico estaría sujeto a un determinación a-histórica y el análisis de las expresiones fenoménicas del malestar psíquico y cultural, resulta ilustrativa de la debilidad de algunas hipótesis clínicas que apuestan por vincular las transformaciones sociales al aumento de ciertas expresiones psicopatológicas, siendo este enunciado especialmente relevante respecto de aquellas lecturas que hacen de la declinación de las formas tradicionales de autoridad, un modelo a partir del cual establecer los puntos de anudamiento entre las dimensiones individuales y colectivas de malestar. Otro conjunto de lecturas a este respecto, esgrimen, desde la óptica de la construcción de las referencias conceptuales ligadas al orden simbólico inconsciente y simbólico social, la necesaria diferenciación de estos ámbitos (CHAUMON, 2004; PORGE, 2009; RECHTMAN, 2004). No obstante, obsérvese que incluir la cuestión de la temporalidad como modalidad primaria del trabajo de lo inconsciente, conforma una aproximación a la idea de sujeto en constante articulación -dialéctica- con el ámbito de los discursos colectivos que vehiculizan la dimensión significante que lo precede (PIRARD, 2013). Punto de vista desde el cual, la dicotomización entre estructura y fenómeno, constituye un obstáculo epistemológico para comprender los diferentes efectos que la producción social de discursos adquiere en la modulación psíquica e interpsíquica del sujeto. Es en este sentido que autores como Markos Zafiropoulos (2006) y Marie-Jean Sauret (2009), subrayan la importancia que en los primeros seminarios de Jacques Lacan, adquiere la relación del sujeto con su propia historia y en especial, con los elementos reprimidos que resisten el acceso al discurso, manifestando que la repetición es, en este sentido, una falla de traducción entre los sistemas consciente, preconsciente e inconsciente, que condiciona el trabajo de historización del sujeto.
En este sentido, pensar las formas de articulación entre las dimensiones de lo imaginario, lo simbólico y lo real, al interior de los movimientos sucesivos de elaboración del sujeto, es decir dentro del proceso de subjetivación, permite lecturas psicoanalíticas que apuestan por problematizar un número interesantes de fenómenos sociales, vinculados al reconocimiento de los efectos que posee la composición del orden económico y social contemporáneo en la construcción de nuevas formas simbólicas y reales de desigualdad y violencia (BENHAIM, 2016; DOUVILLE, 2016a). Desde estas lecturas, será la cuestión de la construcción de la alteridad constituyente del sujeto, aquello que es puesto en cuestión en las actuales modalidades de vínculo social. Se interroga el modo en que el Otro social acoge los tiempos del sujeto, permitiendo la conformación no solo del sentimiento de sí, sino además, la inscripción del sujeto en el tiempo mucho más amplio, dispuesto por el trabajo de transmisión generacional. Trabajo de figuración imaginario que ligaría entonces al sujeto a las narraciones sociales y míticas presentes en la cultura, es decir, al tejido simbólico que lo precede.
La importancia de estos análisis para nuestro foco estudio, la encontramos en el interés de estos autores por comprender la situación contemporánea de adolescentes y jóvenes, sometidos a dinámicas sociales caracterizadas por la exclusión y la ausencia de reconocimiento. Cabe destacar que esta derivación de las preocupaciones psicoanalíticas, que se inclina por reflexionar, antes que lo que las sociedades han dejado de ser, lo que son efectivamente hoy, y los efectos que estas lógicas societales y culturales tienen sobre la subjetividad; se nutre también, de un diálogo con diferentes elaboraciones filosóficas y sociológicas que buscan visibilizar las dinámicas de subjetivación presentes en las sociedades neoliberales (DARDOT, 2014; DARDOT & LAVAL, 2015; GAUCHET, 2011). Estos intercambios permiten pensar la aplicación de los presupuestos psicoanalíticos para la comprensión de la subjetividad contemporánea, como un modo de reflexionar sobre la conformación y transmisión de “lo humano”, en un contexto societal caracterizado por una intensa invisibilización, manipulación y deshumanización del otro, que opera al interior de las formas de violencia real que se ejercen sobre grupos y comunidades (DOUVILLE, 2016b; LE BLANC, 2007; OGILVIE, 2012; PIRARD, 2010).
El desarrollo temático desplegado nos conduce al último de los campos conceptuales requeridos para delimitar nuestra propuesta de análisis, nos referimos a la noción de apropiación subjetiva. Esta noción, íntimamente ligada a la idea historización, pone en juego en primer término, la posibilidad de volver sobre elementos de la memoria y disponerlos en la actualidad (ROUSSILLON, 2003). En este sentido, los procesos de apropiación subjetiva pueden ser comprendidos como un modo de representación de elementos no elaborados o traumáticos de la historia, en cuanto, serán especialmente estos componentes de la memoria, los que se resisten a la re-presentación histórica, tanto en el plano individual como colectivo. Junto con lo anterior, esta noción permite visualizar los procesos de rememoración, como un trabajo no solo de traducción y transmisión sino que también de transformación de sentidos, apuntalado en los componentes de simbolización creadora ligados a la producción imaginaria del sujeto, de especial importancia durante la adolescencia (RICHARD, 2001). Trabajo por tanto, que involucra los procesos de indentificación, idealización y sublimación y que otorga consistencia a las operaciones dialécticas que articulan la realidad psíquica y la realidad sociohistórica al interior de estos procesos de elaboración.
Es a este respecto, que nos parecen pertinentes las elaboraciones de la Antropología Clínica (GAGNEPAIN, 1991; QUENTEL, 2011) para el estudio de los procesos juveniles. Esta perspectiva de estudio busca reconocer el vínculo entre el trabajo de elaboración y creación, propio de la adolescencia, y el trabajo de re-interpretación de lo social, que caracteriza la inscripción del joven en los vínculo sociales. Dentro de los desarrollos de la Antropología Clínica, se visualiza el trabajo de la adolescencia como un espacio dialéctico, que orientado por una constante singularización de los códigos sociales, no pretende alcanzar una síntesis del individuo frente a lo social o la cultura, sino que moviliza constantemente estas interrogantes, producto de la negatividad presente en los procesos humanos ligados a la manipulación intrumental, el pensamiento y en el plano discursivo y ético. Por consiguiente, el reconocimiento durante la adolescencia de la arbitrariedad de la ley social y consecuentemente la puesta en duda de la légitimidad de las disposiciones socioculturales, no conlleva alcanzar una respuesta o solución frente a las dinámicas que organizan lo social, así como tampoco, se podría esperar superar la impropiedad del decir humano para referir los sentidos respecto de la propia vida y experiencias. Dando cuenta de un trabajo que remite, en lo fundamental a construcciones identitarias transitorias, con las que los jóvenes dotan de sentido a sus posicionamientos subjetivos y sociales.
El presente marco analítico sobre la condición juvenil contemporánea, parte entonces de la siguiente constatación: la multiplicidad de modos de apropiación subjetiva que se despliegan en la adolescencia abarcan no solo lo que el joven puede decir de sí y de la historia de sus seres más próximos, sino que también refiere a la historia cultural y la memoria cultural (ASSMANN, 2011) y colectiva (HALBWACHS, 1991), retrotrayendo los significantes claves de lo reprimido socialmente -operaciones de lo negativo en lo social-, las violencias traumáticas presentes en las generaciones anteriores, pero también accediendo a las violencias cotidianas y sistémicas presentes en la propia trayectoria vital. Todo lo cual pone a prueba y tensiona el trabajo de historización y apropiación subjetiva de los grupos juveniles, generando diferentes expresiones de malestar que se manifiestan de manera individual, pero también grupal e incluso colectiva, inexplicables, a nuestro juicio, si se consideran solo disposiciones políticas, psicológicas, e incluso, si se apela a cuestiones relativas a la disconformidad social. En esta perspectiva, las experiencias individuales y colectivas de duelo, rememoración y conmemoración, constituyen dimensiones requeridas por el trabajo de elaboración del espacio entre las generaciones, el cual se desarrolla y reconstruye de manera incesante. Este trabajo generacional de elaboración incluye los posicionamientos del sujeto respecto de su propia historia y la historia colectiva, mediante mecanismos de identificación, idealización y de los procesos sublimatorios y de deconstrucción de los sistemas referenciales del sujeto. De esta forma, será en el cruce entre los mecanismos psíquicos e interpsíquicos de elaboración de las narraciones históricas en donde, se nos hace posible examinar la articulación de los procesos colectivos e históricos de subjetivación, los modos grupales de construcción de identidades juveniles, el trabajo psíquico de la identidad y los impedimentos que refieren a la propia corporalidad y a la vivencia de continuidad psíquica.
Lógicas de historización transgeneracional, micro relatos y conflictos sociales del neoliberalismo: la situación chilena
El marco analítico antes desarrollado nos permite instalar la siguiente hipótesis: las tensiones subjetivas experimentadas por los adolescentes y jóvenes chilenos contemporáneos, expresan la contradicción entre una subjetivación colectiva exitosa, capaz de internalizar en estos grupos los marcos de la normatividad neoliberal (haciendo de estos, una clara expresión del individualismo presente en el modelo neoliberal); pero que la a vez, sostiene importantes niveles de frustración, debidos a las problemáticas ligadas a las crecientes desigualdades económicas, sociales y de trato que generan las prácticas del modelo neoliberal. Lo anterior, propicia en los adolescentes y jóvenes un trabajo de posicionamiento crítico frente a la legitimidad de la normatividad neoliberal, que se instala como un cuestionamiento respecto de la propia vida, tareas y roles que les son asignados, es decir, que se asienta como una interrogación respecto de los sentidos que organizan su participación social. Posicionamiento crítico que también y fundamentalmente apunta a las disposiciones y discursos del pasado reciente, por lo que alcanza la forma de un trabajo identitario, generacional y transgeneracional. Como hipótesis secundaria, consideramos posible vincular estas contradicciones que se experimentan a nivel psíquico, social, simbólico y político, a la violencia represiva desarrollada por los gobiernos en el contexto de los actuales conflictos sociales, las que generan una alta propensión a la agresividad y la rabia en los grupos juveniles de la población.
Condición juvenil y conflictos sociales del Chile contemporáneo
En Chile las movilizaciones estudiantiles comienzan a desarrollarse después de 16 años desde el retorno a la democracia, variando principalmente los estamentos que se posicionan liderando estas manifestaciones. Así, en 2006, la movilización fue desarrollada principalmente por estudiantes secundarios, de ahí la denominación de revolución pingüina, que responde a las vestimentas obligadas de estos estudiantes en Chile. En esta ocasión, la demanda buscaba poner freno a la introducción del sistema bancario en la educación chilena. En 2011, la movilización de los universitarios buscaba potenciar el lugar de la educación pública, entendida como rol del Estado y como forma de vinculación social. Cabe observar, que estas demandas dieron claras muestras de apoyo en la población, no así entre las autoridades, las que comprendían desde una lógica neoliberal, la educación como un bien de consumo. En 2018, las movilizaciones se trasladan a las demandas de género. Las protestas feministas dieron luz a una serie de cuestionamientos a la lógica patriarcal con la que se organizan las relaciones sociales en Chile y el mundo. Por último, dentro de las revueltas de 2019, liderada nuevamente por estudiantes secundarios, la crítica a la legitimidad del sistema se extiende al conjunto del orden social. La demanda de cambio de régimen constitucional es la expresión de una crisis de un modelo de vida basado en la competencia y el individualismo, así como también, de las lógicas que orientan la vida social. La rabia como expresión fenoménica de este malestar se traduce en violencia y en una revuelta contra la resignación (SALAZAR, 2019; VERA, 2017).
Como hemos anticipado, estas experiencias de malestar juvenil, lejos de ser homogéneas, aglutinan posicionamientos políticos, sociales y culturales dispares, que, dentro de un modelo de vida competitivo e individualista, parecieran también introducir una disconformidad que se juega a nivel no solo político, sino que también es reconocible en las experiencias de malestar asociadas al trabajo que opera a nivel identitario, generacional y transgeneracional. Así, el estrecho vínculo reconocible entre los procesos de delimitación identitaria y el trabajo generacional de historización y apropiación de los sentidos históricos de sociedad chilena, hace posible registrar al interior de estos procesos, la intervención de una lógica deconstructiva que observa en estas expresiones modos de apropiación y reconstrucción histórica de las memorias oficiales (SALAZAR, 2006).
Pensar la sociedad chilena actual, parece requerir entonces, vincular la reflexión del momento presente con un periodicidad histórica mucha más amplia, alejándose de perspectivas que refieren una cierta continuidad entre las lógicas de la modernización de la sociedad chilena, las promesas de bienestar atribuídas a estas, el desencanto y en consecuencia, la frustración y la rabia como expresiones psicológicas y grupales del descontento (FRÍAS y GARCÉS, 2019; PEÑA, 2020). Y en efecto, si se tratase solo de ligar eventos, otorgando a estos la consistencia representacional de las contradicciones epocales, el alcance de nuestra mirada se limitaría a la constatación de hechos individuales, grupales, sociales o incluso culturales, sin llegar a vislumbrar los modos en que estos mismos hechos, transmiten, formas de contradicción que tornan porosas las fronteras identitarias y generacionales al interior de estos conflictos. Si nos detenemos, en cambio, más allá de los discursos proferidos, en los intertiscios de las palabras esgrimidas por los actores de estos conflictos, se nos hace posible avecindar nuestra reflexión con el oficio de rescatar las palabras, legítimas o proscritas, que se levantan en situaciones socio discursivas específicas, las que podrían entenderse demostrativas de la opacidad con que las memorias oficiales intentan visualizar las continuidades y discontinuidades presentes en los procesos de historización y apropiación subjetiva.
Se trata, por tanto, de rescatar no solo los contenidos discursivos explícitos con los que la juventud ha interpelado a la sociedad chilena durante los últimos 20 años, sino también del interés por comprender que en palabras que como lucha, poder popular, educación pública, desmunicipalización, vocerías, movilización nacional, gratuidad, representación o dignidad, se encuentran intersticios significantes, que nos parecen claves para reconocer estos trabajos de elaboración generacional. En efecto, se trata de expresiones demostrativas de los actuales conflictos, pero que al estar imbuidas en una conciencia histórica mucho más amplia, se diferencian de las modulaciones de la memoria, adquierendo una significación propia, expresiva del momento presente. Visualizar, entonces, como estas palabras -o significantes-, adquieren diferentes sentidos, connotaciones y efectos performativos en cada uno de estos conflictos y en los diferentes grupos juveniles, podría permitirnos conocer el trabajo psíquico e interpsíquico que configura el espacio entre las generaciones. Es en este sentido que se hace posible vislumbrar en ellas las modalidades elaborativas presentes en estas construcciones subjetividas e intersubjetivas, y visualizar así, las formas de la discontinuidad histórica y las supersposiciones que esta supone a nivel del trabajo identitario y generacional.
En Chile, los modos de producción de las memorias olvidadas, deshusadas o proscritas, ha sido objeto de estudios sociológicos de campo destinados a reconocer estas lógicas en grupos y asociaciones juveniles en el contexto discursivo de la postdictadura (ZARZURI & GANTER, 2002). Estos estudios reparan en el carácter fragmentario y polisémico que van adquiriendo las palabras utilizadas por los jóvenes. A nuestro entender, este carácter fragmentario y polisémico, permite aprehender los discursos generacionales como espacios fronterizos, permeados por palabras que al ser apropiadas por nuevos hablantes, adquieren nuevas conformaciones y nuevos vínculos, proyectándose incluso en oposición a sus discursos de orígen.
En efecto, si se reflexionan, por ejemplo, los derroteros sociosimbólicos de la palabra deuda, es facilmente reconocible diferentes modos de apropiación entre los conflictos de 2006, 2011 y 2019. En un inicio, la significación de esta palabra apuntaba al abandono de los liceos y escuelas públicas del país, se trataba de una deuda del país con la edución secundaria. En 2011, la palabra deuda apunta a la lógica de la privatización y sus efectos en las trayectorias de vida de los estudiantes universitarios y de sus familias. Finalmente, durante el estallido social de octubre de 2019, explícitamente se impugna la noción de deuda. Se trataba, al contrario, de evadir, de no pagar, para establecer las coordenadas de una lucha amplia por una deuda de dignidad, haciendo girar la significación de la deuda privada a la deuda histórica del país con sus ciudadanos.
A nuestro juicio, estas variaciones de sentido se insertan dentro de micro relatos poseen un carácter local que se vincula con discursos nacionales, pero desde lógicas de apropiación que connotan las trayectorias específicas de los hablantes. Es, pues, esta apertura a múltiples circuitos discursivos, lo que nos parece, hace imposible la reducción de estos eventos, a ideas que esgriman móviles claros y nacionales respecto de estas demandas generacionales. Así, al contrario de un ideario claro y un proyecto único de país, parece que estas elaboraciones discursivas se encuentran mucho más cerca de la lógica del acontecimiento, es decir, de lo inesperado, de lo latente, que adquiere un sentido imprevisible.
No obstante, estos nuevos sentidos, que emergen al interior de estos conflictos, se enmarcan ciertamente en procesos sociales más amplios y diversos de subjetivación política, ligados a la profundización de las lógicas del neoliberalismo en Chile. Estos modos de subjetivación refieren a un creciente individualismo y a la precarización de las condiciones de vida, en el mundo social, de la educación y en el del trabajo; pero a la vez, expresan la conformación y consolidación de imaginarios y orientaciones morales de dignidad, bienestar colectivo y democrarización de las relaciones sociales (SOTO & FARDELLA, 2019; STECHER & SISTO, 2019). Esta contraposición entre una profunda individualización neoliberal y la construcción de idearios democráticos y colectivos, podría pensarse es el resorte más significativo que nos permite comprender en el reverso de las demandas sociales, la formación de nuevos sentidos que remiten no solo a la dimensión formal del modelo económico y social, sino que también apuntan al fondo de los proyectos, roles e identidades que son propuestos por los discursos que lo apuntalan. Siendo esta contraposición, entonces, posible de ser comprendida como un modo de trabajo psíquico e interpsíquico que vincula las significaciones individuales a sentidos colectivos fuertemente comandados por las lógicas del neoliberalismo, pero también, impulsados por nuevas formas de convivencia e imaginarización de lo social.
Así comprendidas, estas crisis, se instalan y son demostrativas de las oposiciones presentes a nivel de los procesos de subjetivación pretendidos por el discurso hegemónico neoliberal, lo que permite reconocer en el cuestionamiento de su legitimidad como proyecto nación, diferentes modalidades de trabajo identitario presentes en la juventud, contradictorias respecto de las discursividades individualistas y meritocráticas presentes en los discursos oficiales. Es en esta dirección, que actuales investigaciones cualitativas en el campo de la sociología de la juventud (CANALES, 2016), observan -mediante la implementación de dispositivos conversacionales en grupos juveniles- los modos en que ciertos discursos y representaciones sobre la propia vida, proyectos y sentidos de la vida social, se ven imbuídos de incertezas, dando pie a la expresión de afectos como esperanza, miedo y melancolía.
Cabe observar, por último, que frente a estas irrupciones identitarias, que cuestionan y tensionan las lógicas neoliberales de la sociedad chilena, encontramos también la construcción de discursos políticos, proferidos principalmente por las reparticiones de Gobierno, de la prensa y de variados sectores de la política nacional, en donde, se tiende a caracterizar a los jóvenes bajo ciertos significantes, como el de delincuente. violentista (CÁRDENAS, 2014 ; CÁRDENAS & PÉREZ, 2017). Este aspecto de las actuales crisis de la sociedad chilena, hace posible revelar entonces, la construcción de una retórica que usada de manera rutinaria, permite tanto el recrudecimiento como la justificación de la violencia gubernamental y social contra los jóvenes manifestantes, procurando la representación de estos conflictos, a través de la lógica nacional de la diferencia y la segregación del otro. Lógica, según la cual, existen jóvenes radicalizados, frente a los cuales, es factible utilizar de forma legítima la violencia policial y otras formas de represión. Es por ello que nos parece posible observar escenarios y trayectorias de vida que atestiguan de la potencia de estas retóricas de la violencia presentes en los discursos políticos y sociales, las que condicionan fuertemente las posibilidades de historización de adolescentes y jóvenes chilenos en la actualidad.
Estas retóricas de la violencia promueven una representación social de la juventud movilizada que expresa la escena fantasmagorica del enfretamiento armado y generacional, incrementando las fragilidades de un número relevante de adolescentes y jóvenes chilenos, los que parecen estar dispuestos a escenificar en sus propios cuerpos -en un sentido, lamentablemente literal- , las contradicciones y violencias de la sociedad chilena. Así, por ejemplo, si se analizan las expresiones retóricas como infiltrados o primera línea, encontramos una modalidad discursiva en donde se apela a una imposible diferenciación entre los manifestantes para conformar una lógica de guerra, en la cual, los grupos mayoritariamente reprimidos son jóvenes, adolescentes, e incluso, niños. Esta violencia simbólica y real desatada contra los manifestantes se justifica apelando a un afuera -los infiltrados, violentistas en oposición a los manifestantes pacíficos- que no puede sino ser comprendido sino como una interioridad presente entre los mismos manifestantes. Por otra parte, la figura retórica de la primera línea, posee como efecto performativo, la conformación de jóvenes disponibles para la lucha con policias y militares, que esconde una solidaridad generacional, según la cual, los hijos se hacen cargo de las luchas que sus padres no pueden librar. Lo cual, nuevamente, ejercita una retórica de la violencia -apuntalada en las precariedades psicológicas y sociales de estos jóvenes-, que dispone, como antes en la historia, el sacrificio de los cuerpos juveniles.
Conclusión
La necesidad de pensar el momento presente, sus conflictividades y los efectos que estas poseen sobre los grupos juveniles, parece ser un tarea tan necesaria como urgente, en la cual apliación de las elaboraciones psicoanalítica pueden ser una contribución. Respecto de la situación chilena, la necesidad de superar lecturas generalizantes o psicologizantes sobre la condicionantes de las actuales expresiones de malestar, requiere del reconocimiento de las modalaciones específicas con que las trayectorias de vida juvenil, entrelazan la memoria histórica, las dificultades y precariedades de la actualidad y las discursividades contemporáneas.
En este contexto, el propósito fundamental del presente trabajo ha consistido en proponer una lectura de estos procesos intrapsíquicos e interpsíquicos, desde la perspectiva del trabajo identitario, generacional y transgeneracional. La aplicación de la nociones de historización y apropiación ha permitido reconocer en estos conflictos no solo disposiciones psicológicas, políticas o sociales, sino también modos de producción de sentidos, que adquieren un carácter múltiple, llegando incluso a ser contradictorios. Pese a lo cual, permiten precisamente deternos en los modos en que los sentidos juveniles no simplemente replican los discursos sociales de las generaciones anteriores, sino que también los invisten de nuevas significaciones, proyectándolos en circuitos discursivos diversos, expresivos de trayectorias grupales y locales.
Un aspecto secundario, pero igualmente importante que se ha intentado examiar, es la conformación, al interior de estos conflictos, de lo que es posible llamar retóricas de la violencia. Estas retóricas, contrariamente a los procesos juveniles de apropiación identitaria, no bucan la diferenciación continua de las experiencias juveniles y de las memorias históricas, sino que construyen figuras de lo idéntico, que se aplican de manera indistinta al conjunto de la juventud. Parece ser, entonces, que estas retóricas promueven modos de identificación juvenil, que los hacen disponibles para someter sus posibilidades de elaboración, a las violencias históricas de la sociedad chilena, en particular, respecto de aquellas que se han ejercido y ejercen sobre la juventud.
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