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Reflexiones en torno a la crítica foucaultiana del liberalismo en tanto marco de racionalidad de la biopolítica
Reflections on Foucault´s criticism about liberalism as a framework of rationality of biopolitics
Revista de Filosofía Aurora, vol. 34, núm. 61, pp. 92-115, 2022
Pontifícia Universidade Católica do Paraná

Dossiê


Recepción: 03 Febrero 2022

Aprobación: 05 Marzo 2022

DOI: https://doi.org/10.7213/1980-5934.34.061.DS05

Resumen: El propósito de este trabajo es analizar la crítica foucaultiana de la gubernamentalidad liberal como marco de racionalidad de la biopolítica. Particularmente, colocaremos el foco de la lectura en la problematización que Foucault despliega respecto de la formación de la economía política en tanto saber estratégico de la racionalidad liberal. Por ello, en el primer apartado, nos detendremos en la grilla de la gubernamentalidad como herramienta que la permite a Foucault elaborar una arqueo-genealogía de las formas de objetivación. Luego, dirigiremos la lectura hacia la arqueo-genealogía de las formas de objetivación inmanentes a la constitución del discurso de la economía política en tanto saber estratégico de la gubernamentalidad liberal.

Palabras clave: Foucault, Liberalismo, Biopolítica, Gubernamentalidad, Crítica.

Abstract: The aim of this work is to analyze Foucault´s critique about liberal governmentality as a framework of rationality of biopolitics. In particular, we will place the focus of our reading on the problematization that Foucault deploys regarding the formation of political economy as a strategic knowledge (savoir) of liberal rationality. Because of that, in the first section, we will analyze the grid of governmentality as a tool that allows Foucault to elaborate an archeo-genealogy of forms of objectification. Then, we will direct the reading towards the archeo-genealogy of the forms of objectification immanent to the constitution of the discourse of political economy as a strategic knowledge (savoir) of liberal governmentality.

Keywords: Foucault, Liberalism, Biopolitics, Governmentality, Critique.

Consideraciones preliminares



Entre los años 1997 y 2015 se publica en Seuil/Gallimard el ciclo completo de los trece cursos impartidos por Michel Foucault en el Collège de France. (…) Si la obra conocida de Foucault antes de 1997 fue calificada de fragmentaria, y reducida a los problemas del poder, el saber y la subjetividad; después de la publicación de los cursos hay una evidente ampliación y complejización de estas investigaciones. Irrumpen una serie de conceptos respecto a los cuales todavía existe un enorme territorio que explorar como, por ejemplo, las nociones de gubernamentalidad, aleturgia o parrhesia. Pero también otros términos pierden su centralidad o la polémica dimensión paradigmática que se pretendió otorgarles. Este último es el caso de la cuestión disciplinaria y de la categoría de biopolítica (CHAMORRO y CASTRO-ORELLANA, 2021, p. 5).

A lo largo del presente artículo, nos proponemos analizar la crítica foucaultiana de la gubernamentalidad liberal como marco de racionalidad de la biopolítica. Particularmente, habida cuenta de que el abordaje del liberalismo elaborado por Michel Foucault fue enmarcado por el filósofo en la apuesta de llevar a cabo una crítica política del saber, colocaremos el foco de la lectura en la problematización que despliega respecto de la formación de la economía política en tanto saber estratégico de la racionalidad liberal. Por lo tanto, en consonancia con la cita que hemos colocado como epígrafe, consideramos pertinente revisar el desplazamiento operado a lo largo de los cursos dictados por Foucault en el Collège de France durante la segunda mitad de la década de 1970 desde la biopolítica hacia el proyecto de una historia de la gubernamentalidad (FOUCAULT, 1997, 2004a, 2004b). En torno a lo cual, consideramos que dicho desplazamiento no implica un abandono, corte o ruptura, sino más bien un relanzamiento de la perspectiva de análisis.

En ese sentido, cabe remarcar que tal como lo señalaran de manera recurrente las/os especialistas, la publicación de los cursos permite captar el característico gesto foucaultiano de recuperación y reelaboración recurrente de sus trabajos precedentes desde la perspectiva de sus indagaciones en curso (FONTANA y BERTANI, 1997, p. 248; WALLENSTEIN, 2013, p. 10). Al respecto, tal como lo planteara el investigador argentino Marcelo Raffin (2015, p. 59), la edición de los Dits et écrits y la publicación de los cursos del Collège transformaron el material disponible, permitiendo no sólo captar la relevancia de determinadas nociones y problemas, sino además releer los trabajos publicados en vida por el pensador francés. La publicación de dichos materiales conduce, entonces, a la puesta en cuestión de las lecturas “etapistas” que tempranamente se hicieron respecto del corpus foucaultiano, que al basarse en los libros publicados hasta 1984 consideraron que su “obra” estaba compartimentalizada en tres etapas, correspondientes a décadas, métodos y problemas (DREYFUS y RABINOW, 1983; BLANCHOT, 1986; DELEUZE, 1986). Esto es, durante de la década de 1960 tendríamos la etapa arqueológica centrada en el problema del saber, en los años ’70 la etapa genealógica dedicada al problema del poder y, finalmente, en los años ’80 encontraríamos la etapa ética, centrada en el problema de la subjetividad. Ahora bien, lo que la edición de los cursos permite es captar el decurso de la producción foucaultiana, “llenando” los años de “silencio editorial” que separan L´archéologie du savoir (1969) de Surveiller et Punir (1975) y el primer volumen de Histoire de la sexualité (1976) respecto de los tomos 2 y 3 (1984a, 1984b).

Consideramos, entonces, fundamental enfatizar una serie de cuestiones antes de dar paso a los siguientes apartados. En primer lugar, la introducción de la grilla gubernamental, presentada desde el encuadre de la problematización de las prácticas de saber-poder y reformulada luego en los términos de gobierno mediante la verdad (FOUCAULT, 2012), la procedencia pastoral de las formas de la gubernamentalidad moderna y contemporánea (FOUCAULT, 2004a), y el lugar de la libertad en los dispositivos liberógenos del liberalismo clásico y en las prácticas de gobierno ambiental neoliberales (FOUCAULT, 2004b), permite que se diluya el carácter –en principio– enigmático de la modificación del proyecto de historia de la sexualidad. Puesto que, las aristas que acabamos de mencionar permiten entrever, bajo el prisma del problema de la gubernamentalidad y el gobierno mediante la verdad, la ligazón entre el abordaje del moderno dispositivo de sexualidad –como punto de articulación entre la disciplina y la biopolítica– y la indagación de las prácticas de sí en el seno de la cultura greco-romana; trabajos en los que Foucault remarcará, en reiteradas oportunidades, las mutaciones que separan la experiencia helenística de las aphrodisia, la cristiana de la carne y la moderna de la sexualidad (FOUCAULT, 2014, COLOMBO, 2020, p. 281-299).

Retomando lo señalado en el párrafo precedente, en segundo lugar quisiéramos destacar que –dada la configuración actual del corpus foucaultiano– resulta patente que la caracterización de su propia labor filosófica como actividad de diagnóstico, preocupada por la constitución ontológico-política del presente, no aparece recién en los años ´80 al deslindar los senderos de la crítica abiertos a partir de Kant (FOUCAULT, 2008, p. 3-39); sino que se encuentra tempranamente explicitada, por ejemplo, en sus alusiones a Nietzsche y al estructuralismo a mediados de la década de 1960 (1994a, 1994b; LÓPEZ, 2017, p. 447). Asimismo, en el seno de dicha caracterización de la filosofía, de cara al objetivo que jalona la escritura de nuestro artículo, resulta insoslayable destacar el abordaje recurrente que Foucault realiza respecto de la formación de las ciencias humanas (1963, 1966, 1975, 1976, 2004a, 2004b) –cuya constitución se encuentra imbricada con el surgimiento de las ciencias acerca de la vida, el trabajo y el lenguaje–; como así también la centralidad que conserva la distinción arqueológica entre saber y conocimiento durante las investigaciones desarrolladas en la década de 1970 (1969, 1971, 2011). Razón por la cual, tomamos como punto de partida que, al desplegar una crítica política del saber económico, el pensador francés no se preocupa en términos normativos acerca de la objetividad cognoscitiva de la economía política (pregunta ligada al ejercicio del crítica como analítica de la verdad y a la consecuente elaboración de una teoría del conocimiento), sino que –por el contrario– forja una crítica de las formas de objetivación inmanentes a la formación discursiva de la economía política, de modo tal de contribuir a diagnosticar la manera en que se constituyen las grillas de inteligibilidad sedimentadas en el orden sociopolítico contemporáneo (caracterizadas por la configuración de la bipolaridad disimétrica de la economía y la política).

Por último, restará decir entonces que, en términos formales, dividiremos el artículo en dos parágrafos y un apartado de reflexión final. En el primero, nos detendremos en la grilla de la gubernamentalidad como herramienta que la permite a Foucault elaborar una arqueo-genealogía de las formas de objetivación, esto es, mostrar cómo se forman –de manera inmanente a las prácticas– los presuntos universales que permean las grillas de inteligibilidad del pensamiento político (Estado, sociedad civil, mercado, etc.). Tras lo cual, dirigiremos la lectura hacia la arqueo-genealogía de las formas de objetivación inmanentes a la constitución del discurso de la economía política en tanto saber estratégico de la gubernamentalidad liberal (marco de racionalidad de la biopolítica).

La gubernamentalidad como grilla para la realización de una arqueo-genealogía de las formas de objetivación de los presuntos universales que permean la racionalidad política moderna y contemporánea



¿Es posible resituar el Estado moderno en una tecnología general de poder que habría asegurado sus mutaciones, su desarrollo y su funcionamiento? ¿Podemos hablar de algo así como una “gubernamentalidad” que sería al Estado lo que las técnicas de segregación eran a la psiquiatría, lo que las técnicas disciplinarias eran al sistema penal, lo que la biopolítica era a las instituciones médicas? Ésta es un poco la apuesta de este curso (FOUCAULT, 2004a, p. 124).

Durante el ciclo lectivo correspondiente al período de 1977-78, Michel Foucault dicta en el Collège de France el curso Sécurité, Territoire, Population (2004a), que junto con el precedente, “Il faut défendre la société” dictado en 1976 (1997), y Naissance de la biopolitique impartido durante el ciclo lectivo 1978-79 (2004b), constituyen los cursos que el autor francés dedica a trazar la genealogía de la biopolítica. En las primeras clases del curso mencionado, tras reformular la distinción entre la operatoria de la norma de la disciplina (anátomo-política) y la norma de los dispositivos securitarios (biopolítica), al contraponer normación y normalización, y destacar que las distintas tecnologías de poder no se suceden en una suerte de “eras”, donde una tecnología determina monolíticamente la forma de ejercicio del saber-poder al reemplazar a las precedentes, sino que lo que cambia es la tecnología dominante (FOUCAULT, 2004a, p. 3-29; BLENGINO, 2018, p. 40-48), el filósofo francés se propone analizar aquella forma de ejercicio del poder, entendido como gobierno (en tanto conducción de conductas), que tiene por blanco privilegiado a la población, tecnología de poder dominante a los dispositivos de seguridad y por saber destacado a la economía política (FOUCAULT, 2004a, p. 91-118). De este modo, relanza la investigación sobre las formas de ejercicio del saber-poder en la modernidad desde el estudio de la biopolítica hacia el proyecto más amplio de una historia de la gubernamentalidad (CASTRO, 2011, p. 59-68). Justamente, en el curso de 1978-79 (Naissance de la biopolitique), al trazar la historia efectiva de la filial compleja de la procedencia del liberalismo y el neoliberalismo en tanto racionalidades gubernamentales, Foucault estudiará el liberalismo como el marco de racionalidad en el que se formó la biopolítica (2004b, p. 24).

Ahora bien, antes de adentrarnos en la crítica política del saber económico que vertebra la arqueo-genealogía foucaultiana del liberalismo, consideramos pertinente detenernos en la manera en que la grilla gubernamental se hace eco de una serie de propuestas de método. No puede desconocerse que en la arqueo-genealogía de la biopolítica, desplegada en el curso dictado en 1976 y en el primer volumen de su Histoire de la sexualité (1976), Foucault había elaborado una crítica de las formas de objetivación de determinados saberes, aquellos que dieron lugar –en su imbricación estratégica con modos de ejercicio del poder– a la constitución del “hombre-cuerpo” y el “hombre-especie” (población) en tanto objetos de saber y blancos de intervención política (1997, pp. 213-235). La manera en que trazó la historia efectiva de los dispositivos le permitió no quedar entrampado en una historia teleológica del devenir de las instituciones y sus respectivas funciones. Sin embargo, la caracterización de los polos que constituyen el biopoder como la conjunción entre la órgano-disciplina de la institución y la bio-regulación por parte del Estado, parece quedar presa de una perspectiva que no logra completar lo que, en el curso de 1977-78, propondrá bajo la fórmula de “pasar afuera de la institución”. Más aún, en el caso particular de la regulación de los procesos que tienen lugar a nivel global, es decir en la masividad poblacional, la institución a la que se vincula la biopolítica es ni más ni menos que el Estado, o sea, no una institución más, sino uno de los universales que permean las grillas arqueo-genealógicamente sedimentadas del pensamiento historiográfico, sociológico y de la filosofía política. Al respecto, sostenemos que la introducción de la grilla gubernamental se enmarca en la apuesta de método de “pasar afuera del objeto, la institución y la función” (FOUCAULT, 2004a, pp. 119-138) y la propuesta introducida en el curso siguiente de “suponer que los universales no existen” (FOUCAULT, 2004b, p. 3-28).

Por lo tanto, enfatizamos que el re-direccionamiento del enfoque desde la biopolítica hacia su marco de racionalidad, en el contexto de la realización de una historia de la gubernamentalidad, permite a Foucault desmarcar su problematización de la biopolítica de un enfoque “Estado-céntrico”. Es decir que, tal como lo propone en el curso de 1978-79, la grilla gubernamental le permite trazar la filial compleja de la procedencia de las prácticas de racionalización del ejercicio del gobierno, al poner entre paréntesis los supuestos universales –el Estado, la sociedad civil, la economía, el mercado, el pueblo, el soberano– y ver qué historia puede hacerse. En consecuencia, remarcamos que la introducción de la grilla gubernamental permitirá al filósofo explicitar que el análisis microfísico del poder, condensado en su devenida clásica genealogía de la prisión en tanto dispositivo disciplinario (FOUCAULT, 1975), no es una cuestión de escala, sino más bien de perspectiva (FOUCAULT, 2004b, p. 191-220). Forma de problematización que habilita el trazado de la genealogía de la bipolaridad disimétrica de la economía y la política (FOUCAULT, 2004b, p. 3-28), y da lugar a una crítica de los modos de racionalización de la práctica del gobierno dentro del marco del ejercicio de la soberanía política, que permite visibilizar el Estado, la sociedad civil y el mercado como correlatos, o sea dispositivos, de las prácticas gubernamentales. De esta manera, el pensador perfila una herramienta para problematizar la política que, al tomar como apuesta de método la suposición de que “los universales no existen”, da lugar a una crítica que no se ciñe al registro jurídico-político, sociológico ni historiográfico. Como lo señalara el especialista Méndez, desde la perspectiva foucaultiana:

[…] Cuando se analizan las prácticas mediante las cuales los hombres intentan dominarse entre sí, conviene no hacer como si las mismas estuviesen enmarcadas de antemano en algo llamado sociedad, soberanía o Estado. La cuestión consiste en evitar que estos términos se transformen en el a priori de las prácticas que analizamos (2020b, p. 85).

Como lo mencionamos previamente, si en 1976 Foucault caracterizaba la biopolítica como “estrategias de estatización de lo biológico”, en estos cursos reelabora la arqueo-genealogía de la biopolítica prescindiendo de tomar el Estado como grilla, de modo tal de no habilitar una lectura “Estado-céntrica”, de peligrosos efectos “Estado-fóbicos”. De lo que se trata, es de elaborar una crítica política de los saberes que configuran las matrices desde las que se racionaliza la práctica gubernamental, de modo tal de perfilar una arque-genealogía de las formas de objetivación. “Estado”, “sociedad civil” y “mercado” no funcionan como grillas que de antemano permiten orientar el trabajo de archivo sobre los documentos; sino que, como contrapartida de la puesta en cuestión de los universales, la realización de una crítica política del saber (enmarcada en una historia de la gubernamentalidad) debe mostrar arqueo-genealógicamente la filial compleja de la procedencia y las condiciones de posibilidad para la emergencia de prácticas de saber-poder cuyo surgimiento se encuentra en la base de la formación del Estado, la sociedad civil y el mercado como objetos. Como así también, de manera correlativa, esta forma de crítica permitiría desentrañar el surgimiento de la perspectiva económica como modalidad enunciativa desde la que puede articularse un saber respecto de dichos objetos; esto es, un discurso atravesado por la división de lo verdadero y lo falso (RAFFIN, 2021, p. 305-327).

En ese sentido, si bien la lectura foucaultiana de las torsiones contemporáneas de la racionalidad política liberal exceden los objetivos del presente artículo, no podemos dejar de señalar que en el curso de 1979 Foucault dedica una lección entera a la puesta en cuestión de lo que denominaba “críticas inflacionarias del Estado” (2004b, p. 191-220; CASTRO-ORELLANA, 2018, p. 411-412), formas de crítica “Estado-céntricas” que resultan peligrosamente tributarias de lo que caracterizó previamente como “fobia al Estado” (2004b, p. 77-103), que fue perspicuamente alentada por el discurso fundacional del neoliberalismo europeo. De lo que se trata, para el proyecto foucaultiano de diagnosticar el presente, es de dar cuenta del proceso de gubernamentalización del Estado, de desbrozar la constitución del mismo como una peripecia de las prácticas gubernamentales, frente a la crítica neoliberal que denuncia una supuesta estatización de la sociedad. Forma de crítica que, en los términos del propio Foucault, acarrea un cierto “laxismo” que “elide la actualidad”; en torno a lo cual, el filósofo sostuvo que quiénes sucumbían ante dicha perspectiva deberían saber que nadaban a favor de la corriente. De allí el carácter necesario, en términos de “moralidad crítica”, que Foucault destaca respecto del ejercicio de ocuparse de desbrozar discursos como el articulado por autores como el economista y filósofo austro-americano Friedrich von Hayek (FOUCAULT, 2004b, p. 191-220).

La economía política como saber estrátegico del marco de racionalidad de la biopolítica: el liberalismo



Al realizar la arqueo-genealogía del liberalismo, Foucault señala que hacia mediados del siglo XVIII, en las sociedades occidentales, se constata una transformación radical de la racionalidad del gobierno que va a caracterizar lo que se puede denominar la “razón gubernamental moderna” (...). ¿Qué es lo que permitió esta transformación radical, esta emergencia de una limitación interna de la razón gubernamental? La aparición de la economía política. De esta manera, todo un plan de acción gubernamental pasará a un nuevo régimen de verdad (RAFFIN, 2021, p. 312).

Si bien la problematización foucaultiana de la imbricación de la formación de la economía política y la constitución del liberalismo como racionalidad gubernamental (en cuyo marco se constituyó la bipolítica) es realmente minuciosa y rica en aristas, habida cuenta de la pregunta que anima la escritura del presente artículo, en este apartado nos detendremos particularmente en la crítica política del saber económico. Crítica que reconstruiremos como una arqueo-genealogía de las formas de objetivación, en la medida en que, de manera inmanente a la formación de dicho discurso se constituyeron, como objetos de saber y blancos de intervención política, o de “no intervención”, la población y el mercado. Básicamente, de lo que nos ocuparemos es de revisar la manera en que la contraposición entre la “gubernamentalidad de los políticos” y la “gubernamentalidad de los economistas” se liga con la mutación que se produce en las formas de objetivación de la población y el mercado en el pasaje del análisis de las riquezas, como saber estratégico del ejercicio del gobierno racionalizado desde la perspectiva de la razón de Estado, a la economía política.

En el inicio del curso Naissance de la biopolitique, el filósofo se ocupa de problematizar la forma en que se configuró la racionalidad política liberal, destacando su imbricación ineludible con la formación de la economía política. De este modo, inscribe su lectura del liberalismo como racionalidad de gobierno dentro de la senda abierta en el curso precedente en el que, tomando como blanco la concepción del “gobierno económico” acuñada en el seno de la perspectiva fisiocrática, se ocupó de reconstruir la distinción entre la “gubernamentalidad de los políticos”, anclada en el principio de la razón de Estado, y la “gubernamentalidad de los economistas”. Desde la perspectiva de la razón de Estado, éste resulta objetivado a partir de la asignación de un estatuto peculiar, en tanto se presenta al mismo tiempo como “existente” y como “algo a construir”. Esta racionalidad gubernamental apuntará a su fortalecimiento, de modo tal que –como contracara del ejercicio del gobierno– se diluya paulatinamente la brecha entre ambas aristas que se encuentran ínsitas en dicha forma de objetivación del Estado. Ello quiere decir que la inscripción del supuesto universal “Estado” en lo real, lo marca al mismo tiempo como existente y como deficiente, y configura una racionalidad de gobierno que apunta a subsanar sus deficiencias, acercando así el Estado “en tanto que ya existe” al Estado de acuerdo a “lo que debe ser” (FOUCAULT, 2004a, p. 293- 318).

Esta forma de gubernamentalidad se configura fundamentalmente a partir de dos dispositivos que, articulando la política interior y la política exterior, constituyen las tecnologías de gobierno en las que se apoya dicha forma de racionalización gubernamental que se consolida en la Europa del siglo XVII. A nivel de la política exterior, se constituye un dispositivo diplomático-militar que, Tratado de Westfalia mediante, buscará evitar que al interior del territorio europeo pueda acontecer un desbalance tal entre los Estados fuertes y los débiles que pueda dar lugar a la reedición del sueño imperial. Las relaciones internacionales intra-europeas serán problematizadas, entonces, bajo la lógica de la balanza que busca mantener un juego equilibrado en la mecánica de las fuerzas entre los Estados, de modo tal que ninguno pueda consolidarse como un “nuevo Imperio Romano”. Esa limitación de los objetivos de la política exterior, ligada a una racionalización de las relaciones internacionales desde una perspectiva que inscribe al Estado en un lógica del juego relativamente equilibrado entre Estados (que obtura la posibilidad de que el Estado puede pensarse de manera singular y reeditar la pretensión de convertirse en “el Imperio de los últimos días”), será complementada con la expansión de una reglamentación exhaustiva a nivel de la política interior tendiente a incrementar la fuerzas del Estado, de forma tal de ahuyentar la posibilidad de un desbalance con respecto a la fuerza de los otros Estados, que pueda desequilibrar la balanza y convertirlo en presa de un resurgimiento de la aspiración imperial intra-europea. Esta reglamentación exhaustiva, articulada por medio del Estado de policía, trae aparejada una proliferación de intervenciones disciplinarias dirigidas, valga la redundancia, al incremento de las fuerzas del Estado (FOUCAULT, 2004a, p. 319-370; BLENGINO, 2018, p. 92-108).

Cabe remarcar, entonces, que la política interna y la externa –con sus dispositivos específicos– se complementan dentro de una grilla de inteligibilidad que objetiva al Estado y lo inscribe en lo real como “algo a ser construido”. Ahora bien, en esa preocupación por el fortalecimiento del Estado, Foucault detecta que la población poseía un estatuto ambiguo, a lo que aludirá como su “presencia-ausencia”. En sentido estricto, lo que el filósofo muestra es que si bien la población resulta objetivada como una variable cuantitativa relevante a la hora de estimar la relación mecánica de fuerzas entre los Estados, dicha forma de objetivación no es equivalente a la que tendrá lugar a mediados del siglo XVIII con la emergencia de la Escuela fisiocrática. En otros términos, apela a la idea de una “presencia-ausencia” para dar cuenta de la mutación en la forma de objetivación de la población (FOUCAULT, 2004a, p. 261-291).

Enfatizamos, entonces, que Foucault se detendrá en el hecho de que la población pasa de ser un mero dato cuantitativo, en el seno del análisis “mecánico” respecto de la “fuerza relativa” de los diferentes Estados dentro del marco de la denominada “balanza Europea”, a cobrar un espesor y una densidad que la tornan un objeto de problematización privilegiado. De “mero dato” para el análisis de las riquezas, devendrá en “realidad espesa” atravesada por dinámicas que, paradójicamente, escapan a una matriz mecánica de problematización, y se convierte en blanco privilegiado del gobierno económico tal como fuera problematizado por la naciente economía política de la mano de François Quesnay y la Escuela fisiocrática francesa (CASTRO-GÓMEZ, 2010, p. 163). Gobierno económico de la población que se erigirá en torno a la, devenida clásica, fórmula “laissez faire-laissez passer” y que se articulará estratégicamente a través de dispositivos de seguridad (FOUCAULT, 2004a, p. 91-118). Mientras que el análisis de las riquezas, configurado como un saber estratégico dentro del marco de la razón de Estado, objetiva la población como una variable más para dar cuenta de la fuerza relativa de los Estados, la mutación introducida por la economía política consistirá en que ella será objetivada como “realidad densa” frente al ejercicio del gobierno (BENENTE, 2018, p. 309-312).

De este modo, la arqueo-genealogía foucaultiana de las formas de objetivación inmanentes a los saberes permite captar la manera en que la objetivación de la población, perfilada en el seno de la naciente economía política de la mano de la fisiocracia, da lugar a una manera de problematización del ejercicio del gobierno en términos económicos que, valga la redundancia, hace de la población el blanco privilegiado del ejercicio del saber-poder por medio de dispositivos de seguridad. A mero título de ejemplo, vale la pena recordar cómo contrapone Foucault la forma de problematizar el gobierno del problema de la escasez según la racionalidad se apoye en dispositivos disciplinarios (mediante la reglamentación exhaustiva de la racionalidad propia del Estado de policía que se consolida a nivel interno con el advenimiento de la razón de Estado) o en dispositivos de seguridad, tal como se da, justamente, bajo la forma de gobierno económico de la población, articulado bajo el lema “laissez faire-laissez passer”(CHIGNOLA, 2014, p. 48-49).

Mientras que desde la perspectiva disciplinaria (interna a la razón de Estado) se buscará intervenir de manera reglamentaria, articulando una policía de granos que propenda a evitar la ocurrencia de la escasez, las intervenciones securitarias, urdidas desde la perspectiva del “gobierno económico”, consideran que las citadas intervenciones reglamentarias (controles de precios, por ejemplo) no sólo fracasarán con respecto al objetivo buscado, evitar la escasez que es precedida por el alza en los precios, sino que además agudizarán el problema. Por el contrario, propondrán entonces que hay que dar lugar al libre juego oscilatorio de los precios, de modo tal que se produzca una auto-regulación. En otros términos, no se deberá buscar evitar la escasez, sino inscribir dicho problema en una suerte de “historia del grano” y, por ende, habrá que dejar que los precios se disparen con el fin de que, escasez mediante, se produzca su reacomodamiento correlativo a la superación de la situación de escasez. Básicamente, el esquema podría reponerse por medio de la siguiente secuencia: si los precios suben, por el desequilibrio entre la oferta y la demanda, lo único que generará la fijación reglamentaria de precios máximos es una agudización del problema, ya que desalentará el incremento de la producción e, incluso, fomentará toda una serie de maniobras –acopio o venta ilegal– que no harán más que empeorar la situación. Por el contrario, si se deja que los precios aumenten, la propia situación de escasez se “auto-corregirá”, debido a que los altos precios motivarán un aumento en la producción, lo que solucionará el problema y redundará en un reacomodamiento de los precios (FOUCAULT, 2004a, p. 31-56).

De ahí la resonante distinción entre el modelo de la lepra (partición binaria propia de la soberanía), el de la peste (normación disciplinaria) y el de la viruela (normalización securitaria). El modelo de la lepra procede bajo una división binaria y una exclusión correlativa (el leproso recluido en el leprosario instalado en las afueras de la ciudad), los modelos de la peste y de la viruela conducen a dos formas de operación de las normas. En la normación disciplinaria, la definición de la norma es previa a la constitución de la normalidad, a la que se busca producir mediante intervenciones minuciosas que tiendan a evitar la ocurrencia de aquello que –contrapuesto a la norma– se define como anormal. Así, en el caso de hacer frente al problema de la escasez, de lo que se trata desde una perspectiva normacionista es de intervenir reglamentaria y capilarmente para impedir que dicha situación se produzca. En cambio, los dispositivos securitarios proceden mediante una lógica normativa diferente –la normalización– en la que la normalidad o mejor dicho, las curvas de normalidad, antecede(n) a la definición de la norma, que se establecerá como fruto del juego entre las normalidades diferenciales, a las que se dejará actuar de modo tal que, a través de intervenciones esclarecidas sobre el medio en que la población se encuentra emplazada, la oscilación de las curvas menos deseables se aproxime a las más deseables (FOUCAULT, 2004a, p. 57-89; MAUER, 2015, p. 46). Este “libre juego”, análogo a la variolización, considerará la suba de precios y la escasez como fenómenos normales, que serán gobernados –justamente– en función de dicho carácter. Si la variolización permitía evitar el desarrollo de la viruela por medio de una inoculación administrada, de la misma manera los peores efectos de la escasez se evitarán dejando que la carestía y la escasez, en cuento tales, se produzcan. Intentar evitarlo, por medio de políticas de controles de precios, sería no sólo ineficiente, sino además y sobre todo, contraproducente.

Por otra parte, cabe destacar que en el curso de 1979, el filósofo retoma la lectura desarrollada previamente sobre la emergencia de la propuesta fisiocrática de un “gobierno económico”, para profundizar su rastreo de la filial compleja de la procedencia de aquellas formas de gobierno que, otorgándole a la economía política el carácter de saber estratégico respecto de cómo gobernar, consolidarán la bipolaridad disimétrica de la economía y la política característica de la modernidad capitalista. Por lo tanto, dedicará las primeras clases del curso a dar cuenta de la constitución del liberalismo como forma de racionalizar el ejercicio del gobierno, para lo que propondrá llevar a cabo una crítica política del saber económico (FOUCAULT, 2004b, p. 3-75). Antes de proseguir con la reconstrucción de dicho curso, cabe recordar la lectura propuesta por el especialista Blengino respecto del modo en que, en la historia foucaultiana de la gubernamentalidad, se vinculan genealógicamente fisiocracia y liberalismo:

[…] El punto de tránsito desde el arte de gobernar en la razón de Estado hacia la nueva gubernamentalidad biopolítica liberal se encuentra en la forma fisiocrática de racionalización del ejercicio del poder como práctica de gobierno. En efecto, la concepción fisiocrática de la economía política como ciencia –cuyo correlato había sido un tipo de intervención gubernamental orientado al campo poblacional– constituye el punto bisagra entre los tratados del gobierno político –dominantes desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII– y la emergencia de la forma liberal de reflexión sobre el gobierno económico (2018, p. 75).

Desde la perspectiva foucaultiana, el liberalismo es caracterizado como una forma de problematizar el ejercicio del gobierno que se articula en torno a la sospecha de que “siempre se corre el riego de gobernar demasiado”, ya que la problematización acerca de cómo gobernar se articula en torno la búsqueda de evitar “gobernar en exceso”. Sobre este punto, destacará Foucault que el surgimiento de la economía política como saber crítico que busca limitar el “gobierno excesivo”, se encuentra vinculado a la problematización del mercado como ámbito de veridicción Nos encontramos, entonces, frente a una doble mutación: así como la población deja de ser un “mero dato”, y deviene en “realidad densa” frente al ejercicio del poder, el mercado pasa de ser un mero ámbito de jurisdicción (blanco de políticas de controles de precios, por ejemplo), a constituirse en ámbito de producción de la verdad. De este modo, al aparecer “con espesor propio” frente al gobierno, el respeto a los “mecanismos del mercado” emergerá como una limitación interna al ejercicio del gobierno (FOUCAULT, 2004b, p. 29-51). Ya no se trata de oponer una limitación externa al ejercicio del gobierno, apelando a argumentos jurídicos –la violación de un derecho, por ejemplo–, sino que las “verdades del mercado” operan como un filtro intrínseco a la práctica del gobierno, que de no “respetarlas” no comete una injusticia sino una torpeza cuyos efectos serán irremediablemente contrarios a lo buscado. Por ende, las prácticas gubernamentales serán susceptibles de ser analizadas no en términos de justicia e injusticia, sino de adecuación e inadecuación a las verdades inmanentes al mercado, cuyo respeto resulta fundamental para el “éxito” del gobierno (OKSALA, 2013, p.57). Así, se consolida lo que el pensador denomina como un “gobierno frugal”, una suerte de “naturalismo” que hace del mercado una zona vedada para la práctica gubernamental, un blanco de “no intervención”. Tal como lo planteara el especialista Botticelli:

En la reconstrucción foucaultiana, el liberalismo busca producir una exterioridad configurada a partir del surgimiento de tres nuevos dominios: la población, la sociedad civil y el mercado. El carácter autónomo que se le adjudica a cada una estas instancias combinada con la naturalización de la búsqueda del beneficio individual justifica la necesidad de establecer barreras que defiendan las dinámicas de la vida social de la intervención estatal. En este sentido, el liberalismo aparece como una solución al problema del exceso de gobierno, como la respuesta a la necesidad de no gobernar demasiado (2016, p. 100).

En este punto, resulta fundamental la lectura que el pensador francés propone de la noción de “mano invisible” del mercado en Adam Smith, condensada en el clásico libro de 1776 (SMITH, 2016). Es conocida la sentencia del economista escocés según la cual, la sociedad se beneficia del hecho de que cada individuo busque su propio interés particular en la medida en que es dicha búsqueda la que articula el funcionamiento del mercado, que nos permite acceder a los bienes que necesitamos (por ejemplo, para alimentarnos), puesto que si en el mercado encontramos el pan que comeremos en la cena es gracias a que el panadero lo oferta atendiendo a su propio interés. Dicho de otro modo, si en el mercado encontramos lo que necesitamos, no es por “la bondad del panadero, carnicero o cervecero” ya que, como explícitamente sostenía Smith, es la búsqueda del interés individual la que redunda en el beneficio de la sociedad. Al respecto, destacará Foucault que ante la problematización liberal de que es gracias a “la mano invisible del mercado” que la búsqueda del interés individual redunda en un beneficio para la sociedad, la crítica ha apuntado unilateralmente hacia el “elemento mano” desatendiendo el adjetivo “invisible”. Por el contrario, la crítica política del saber económico que articula dicha indagación foucaultiana, se detendrá en la noción de invisibilidad (FOUCAULT, 2004b, p. 271-294). La pregunta arqueo-genealógica sería, ¿qué forma de objetivación vertebra la caracterización de la “mano invisible del mercado” en lo que tiene de invisible? Dicho de otra manera, ¿de qué invisibilidad se trata?

Sobre este aspecto, enfatizará Foucault que dicha forma de problematización obtura la posibilidad de la soberanía económica (BLENGINO, 2018, p. 213-215), puesto que la invisibilidad aludiría a la imposibilidad de tener un visión completa del mecanismo del mercado. Dicho mecanismo opera en tanto se lo deje actuar libremente y resulta entorpecido ni bien se pretenda tener una (“imposible”) visión completa que diera lugar a una forma de intervención dirigida (“torpemente”) hacia el beneficio de la sociedad. Valga la redundancia, “no es la bondad del panadero” la que me permite acceder a los bienes necesarios para mi sustento, sino que es la búsqueda de su propio interés lo que, ciegamente y sin proponérselo, me ofrece lo que necesito para cenar. En ese sentido, si el mercado resulta objetivado de forma tal que se encuentra articulado por la búsqueda del interés individual y resulta imposible tener una visión total de su dinámica, tornando imposible una intervención esclarecida que se colocara por encima del interés individual, el Estado resulta objetivado como aquel que, en tanto “no puede ver”, no puede ni debe intervenir sobre el mercado. La invisibilidad del mecanismo del mercado, que liga el interés particular con el beneficio de toda la sociedad, impide que en el marco del ejercicio de la soberanía política el gobierno pueda proponerse actuar deliberadamente sobre el mercado en vistas al beneficio de la sociedad en su conjunto. En consecuencia, la “invisibilidad” –como nota distintiva de los mecanismos del mercado que ligan la búsqueda del interés individual con el beneficio de la sociedad–, trae aparejada la objetivación del mercado como ámbito de “no-intervención” por parte del Estado.

Resulta palpable, entonces, la manera en que se engarzan la grilla gubernamental, la puesta en cuestión de los universales, el pasaje afuera del “objeto, la institución y la función” y la propuesta de llevar a cabo una crítica política del saber. Dado que, el pasaje afuera de la institución Estado, paralelo de la suposición de que los universales (Estado, sociedad y mercado) no existen, se articula con la crítica política del saber económico, entendida como arqueo-genealogía de las formas de objetivación. Modo de ejercicio de la crítica que le permite a Foucault dar cuenta de la manera en que, de forma inmanente a la constitución de la economía política (imbricada con el surgimiento del liberalismo como racionalidad gubernamental), acontece una mutación en las formas de objetivación. Dicha mutación es ostensible, por ejemplo, en la formación del Estado y el mercado como objetos, que da lugar a una transformación radical respecto de cómo racionalizar el ejercicio del gobierno dentro del marco de la soberanía política. Si el mercado resulta objetivado e inscripto en lo real como ámbito de producción de la verdad, cuyos mecanismos de articulación interna entre lo individual y lo social operan de modo invisible, bloqueando la posibilidad de que una mirada soberana pueda reconocer sus intersticios, el Estado resulta objetivado paralelamente como aquello que debe “auto-limitarse” para evitar “gobernar demasiado” y caer “torpemente” en intervenir sobre un ámbito de la realidad cuyo funcionamiento resulta incompatible con la intervención de la “visible mano del soberano”. Si la dinámica del mercado requiere de la búsqueda libre del interés individual, y la conjunción de búsqueda de intereses individuales resulta articulada por una “mano invisible”, cualquier intervención que implique “meter la mano” en dicha dinámica será contraproducente. Por ende, si el gobierno desconoce dicha necesidad de “auto-limitación” y propone intervenciones tendientes a procurar el beneficio del conjunto, no hará más que “entorpecer el natural desenvolvimiento del mercado”, imposibilitando que tenga lugar dicho beneficio.

De manera correlativa a la mutación en las formas de objetivación, se produce una torsión de la agenda de política interior y de política exterior. Si la objetivación del mercado como ámbito de veridicción, por un lado, trae aparejada una puesta en cuestión de la reglamentación exhaustiva desplegada desde el prisma del Estado de policía –como forma de problematizar cómo obtener a nivel de la política interna el fortalecimiento del Estado buscado por la gubernamentalidad articulada en torno al principio de la razón de Estado–, por el otro, conlleva una ilimitación de los objetivos de política exterior con el advenimiento del imperialismo, estrechamente vinculado a la problematización del comercio internacional ligada a la visión “naturalista” del mercado (FOUCAULT, 2004b, p. 24).

Palabras finales



El filósofo francés Michel Foucault ha procurado desnaturalizar aquellas figuras que la pretensión de continuidad del proyecto de una historia racional ha vuelto obvias para nuestro presente. Haciendo eco de los escritos nietzscheanos, nos advierte acerca de los riesgos de nuestra habitual remisión al “origen” como fundamento de un orden necesario, de una condición de verdad que trasciende la contingencia histórica (SFERCO, 2015, p. 19).

A partir de la lectura propuesta en los apartados precedentes, sostenemos que en el marco de la arqueo-genealogía foucaultiana del liberalismo, en tanto prisma reflexivo gubernamental, el filósofo elabora una crítica epistemológica y ontológico-política respecto de las formas de objetivación inmanentes a la formación del discurso de la economía política. Debido a que no se trata de desplegar una crítica normativa que denuncie la “falta de objetividad cognoscitiva” de la ciencia económica, sino de abordar el discurso de la economía política con vistas a problematizar qué objetos se constituyeron de modo inmanente a la formación de dicho saber, inscribiéndose estratégicamente en “lo real”. En ese sentido, el liberalismo se consolida, en estrecha vinculación con la formación del discurso de la economía política, como una forma de “gobierno esclarecido”, cuyo ejercicio no puede desconocer la “realidad espesa” del mercado, a cuyas verdades debe adecuarse. De lo que se trata, entonces, es de la conformación de una forma esclarecida de gobernar, cuya matriz estratégica de reflexión se perfila a través de la grilla de inteligibilidad inmanente al discurso de la economía política.

Encontramos allí una crítica de la economía política en tanto saber que, por ende, se coloca por fuera de la relación sujeto-objeto y prescinde de una preocupación epistemológica normativa. El trabajo epistemológico de archivo sobre la formación del discurso económico se encuentra jalonado por objetivos ontológico-políticos en la medida en que apunta a dar cuenta de la manera en que las formas de objetivación inmanentes a dicho saber configuran la grilla a partir de la que se definen los blancos de la práctica gubernamental y los criterios para evaluarla; formándose, por ejemplo, “la población” y “el mercado” como objetos de un discurso cuya modalidad enunciativa configura al economista como sujeto legítimo de la enunciación de la verdad acerca de cómo gobernar.

Ahora bien, dado que nos propusimos revisar la crítica de la economía política en tanto saber estratégico del marco de racionalidad de la biopolítica, es decir de la gubernamentalidad liberal, y teniendo en cuenta que hemos destacado como una de las notas distintivas del proceder foucaultiano el abordaje recurrente de la formación de los saberes respecto de lo humano en el seno de su concepción de la filosofía como actividad de diagnóstico, antes de dar cierre al presente artículo se nos impone la tarea de puntualizar lo siguiente. Si en Les mots et les choses la formación de las ciencias de la vida, el trabajo y el lenguaje, en cuyo plexo se constituyeron las ciencias humanas, se enmarca dentro de la misma mutación epistémica (FOUCAULT,1966, p. 262-313; SABOT, 2006), dicha imbricación entre la constitución de los distintos objetos de saber será retomada por Foucault en la clase del 25 de enero de 1978, al señalar que es la formación de la población como objeto de saber y blanco de intervención política lo que permite dar cuenta del pasaje de la historia natural a la biología, del análisis de las riquezas a la economía política y de la gramática general a la filología. Lección en la que, es oportuno recordar, el filósofo sostuvo que “el hombre” se formó –en el marco de dicha mutación epistemológica y ontológico-política– como una “figura de la población” (FOUCAULT, 2004a, p. 57-89; SACCHI, 2016, p. 32-33). O sea, que la constitución de la población funciona como operador estratégico que articula la mutación epistemológica y ontológico-política que aconteció en el marco del surgimiento de los dispositivos de seguridad que toman a la población –y las relaciones que esta establece con el medio en que se encuentra emplazada– como blanco de intervención. En este punto, no resulta ocioso reiterar lo señalado en el cuerpo del artículo, esto es la manera en que en su problematización de la biopolítica desplegada en 1976, Foucault se ocupó de problematizar las formas de objetivación inmanentes a la formación de determinados saberes que, articulados con modos de ejercicio del poder, dieron lugar al surgimiento del “hombre-cuerpo” (blanco de la disciplina) y el “hombre-especie” (blanco de la biopolítica).

A modo de cierre, quisiéramos enfatizar, entonces, que el filósofo destacó que la formación del discurso biológico darwiniano se inscribe, valga la redundancia, en el marco de la problematización de la población como objeto que emerge como el elemento intermediario entre el organismo y el medio. En otros términos, la ruptura entre la historia natural y la biología se articula en torno a la mutación en la forma de objetivación de la especie, al pasarse de una concepción tipológica a una poblacional. De este modo, resulta patente por qué, en línea con lo señalado 12 años antes en Les mots et les choses, el evolucionismo lamarckiano y el darwiniano no forman parte de la misma disposición epistémica. Asimismo, dado que el discurso biológico darwiniano se articula con la problematización de la población condensada en la economía política malthusiana (en cuya superficie de emergencia deben destacarse los debates suscitados en Inglaterra durante el pasaje del siglo XVIII al XIX respecto de las denominadas “leyes de pobres”), esta solidaridad epistémica que tiene a la objetivación de la población como eje, nos permite comprender que la emergencia de la biopolítica no es pensable al margen del surgimiento de la gubernamentalidad económica.

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Notas

[2] Respecto de la caracterización de la crítica foucaultiana del saber en términos de una arqueo-genealogía de las formas de objetivación, retomo algunas ideas trabajadas previamente (AUTORX, 2019a, 2019b, 2021). La estrecha ligazón entre arqueología y genealogía fue destacada tempranamente –a contramano de las denominadas lecturas “etapistas”– por el especialista Francisco Vázquez García en su tesis doctoral (1987) y por Gary Gutting (1989). Recientemente, en el marco del citado proceso de publicación de los cursos, dicha forma de reconstrucción de la perspectiva de Foucault comenzó a cobrar visibilidad dentro del campo de estudios foucaultianos (MASCARETTI, 2014; VILLACAÑAS Y CASTRO-ORELLANA, 2018; MÉNDEZ, 2020a; RAFFIN, 2021).
[3] Si bien entablar una discusión con quiénes señalan que Foucault adopta una posición reivindicativa con respecto al neoliberalismo excede los objetivos de nuestro trabajo, consideramos que difícilmente pueda encontrarse una incompatibilidad más radical entre la articulación epistemológico-política que estructura la grilla de la gubernamentalidad y aquellos discursos que son blanco de la crítica ejercida tomando dicha grilla como herramienta, esto es el acoplamiento epistemológico-político formado por el Estado-centrismo como grilla y la Estado-fobia como posicionamiento político que configuran la punta de lanza de la racionalidad política neoliberal. Si desde los años sesenta hasta el final de su vida Foucault reivindica la práctica de la filosofía como actividad de diagnóstico del presente, de la actualidad, de nosotros mismos, ¿puede haber algo más abiertamente anti-foucaultiano que una forma de crítica que “elide la actualidad”? A mayor abundancia, cabe destacar que en la citada lección, frente a la lectura teleológica, Estado-céntrica y Estado-fóbica, que señala que en las políticas de seguridad social de los denominados Estados de Bienestar se asoma el fantasma del totalitarismo, Foucault sostendrá que el bienestarismo y el totalitarismo no tienen la misma raíz, la misma cepa. Y agregará que el denominado totalitarismo no consiste en una expansión del Estado sobre la sociedad civil, sino en un debilitamiento del Estado y su subordinación al Partido (FOUCAULT, 2004b, p. 196).

Notas de autor

[a] Universidad de Buenos Aires (IIGG-FSoc-UBA), Argentina/ Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), San Martin, Buenos Aires, Argentina

DIG - Doctor en Ciencias Sociales, e-mail: ivandalmau@yahoo.com.ar



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