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Patrones espaciales migratorios entre campos y ciudades y su incidencia en el futuro de los territorios rurales y agroalimentarios andinos: Reflexiones desde el caso ecuatoriano.
Migratory spatial patterns between rural and urban areas and their impact on the future of Andean rural and agrifood territories: Reflections from the Ecuadorian case.
Patrones espaciales migratorios entre campos y ciudades y su incidencia en el futuro de los territorios rurales y agroalimentarios andinos: Reflexiones desde el caso ecuatoriano.
EUTOPÍA, Revista de Desarrollo Económico Territorial, núm. 22, pp. 101-123, 2022
FLACSO Ecuador.
Recepción: 26 Septiembre 2022
Aprobación: 12 Noviembre 2022
Publicación: 27 Diciembre 2022
Resumen: Los estudios migratorios en Ecuador se han enfocado principalmente en los flujos internacionales en detrimento de las dinámicas migratorias internas, las cuales poseen una clara incidencia en las transformaciones territoriales y en el futuro de los espacios urbanos y rurales en el Ecuador. A partir de la utilización de un enfoque de análisis territorial, este artículo propone relacionar la estructuración y dinámica de los flujos migratorios internos, tanto de entrada como de salida, con la existencia de esquemas socio productivos dinámicos, a partir del estudio de tres provincias andinas del Ecuador. El trabajo sugiere igualmente un análisis desde la prospectiva territorial para determinar los principales factores del sistema migratorio interno con capacidad de incidencia en la configuración de los futuros de los territorios rurales y agroalimentarios andinos del país.
Palabras clave: Migración campo ciudad, esquema socio productivo regional, prospectiva territorial, Ecuador.
Abstract: Migration studies in Ecuador have focused mainly on international flows to the detriment of internal migration dynamics, which have a clear impact on territorial transformations and the future of urban and rural spaces in Ecuador. Using a territorial analysis approach, this article proposes to relate the structuring and dynamics of internal migratory flows, both incoming and outgoing, with the existence of dynamic socio-productive schemes in 3 provinces of Ecuador. The paper also suggests a territorial prospective analysis to determine the main factors of the internal migration system with the capacity to influence the future of the country's rural and agrifood territories.
Keywords: Rural-urban migration, regional socio-productive scheme, territorial prospective, Ecuador.
Introducción
Las crisis económicas ligadas a la aplicación de las políticas de ajuste estructural durante los años 80 y 90 del siglo tuvieron como resultado el aumento de la pobreza de gran parte de la sociedad (Chonchol, 2008). En este contexto, para el caso ecuatoriano, se generó una ola migratoria desde espacios rurales y urbanos hacia al exterior, especialmente a destinos como Estados Unidos y Europa (Herrera, et al. 2005). En el ámbito académico Latinoamericano se multiplicaron los estudios migratorios durante las últimas tres décadas, especialmente centrados en la migración internacional, mientras que las problemáticas relacionadas con los flujos internos permanecieron en un segundo plano.
Sin embargo, los flujos migratorios al interior de los países latinoamericanos son muy dinámicos, lo que se expresa también en el caso ecuatoriano (Barragán-Ochoa, 2022). Tal como lo señala Eguiguren (2017), estos movimientos migratorios forman parte de las “dinámicas mayores de cambio” de los espacios urbanos y rurales y se encuentran estrechamente relacionados con las mutaciones de los territorios.
Los últimos datos censales disponibles en Ecuador muestran que, para el año 2010, uno de cada tres habitantes en el territorio ecuatoriano fue censado en una localidad diferente a la de su nacimiento (INEC, 2010). Muchos de estos movimientos han atravesado los límites administrativos cantonales y provinciales y también han traspasado las delimitaciones entre los espacios considerados como urbanos y rurales. Desde esta perspectiva, el análisis de la diversidad de flujos migratorios es capaz de incorporar nuevas miradas sobre las relaciones campo-ciudad y sus transformaciones.
Las migraciones articulan espacios de origen y de llegada, al mismo tiempo que modifican las estructuras y dinámicas territoriales a partir de la construcción y consolidación de interacciones que ponen en relieve las diferenciaciones espaciales en función de sus dinámicas socioeconómicas y productivas. En efecto, cada flujo migratorio responde, tanto a coyunturas de los espacios de salida y de llegada, como a la diversidad de esquemas socio-productivos regionales, lo que subraya la necesidad de una lectura de las migraciones y sus interacciones con las dinámicas y funcionamiento de los sistemas territoriales.
Siguiendo a Martínez-Valle (2011), la incorporación de un enfoque territorial posibilita una mejor comprensión de las migraciones internas, puesto que se supera una visión economicista, centrada únicamente en las estrategias individuales, y posiciona al flujo migratorio en el marco de la construcción social de los territorios y sus dinámicas. Bajo este prisma de análisis, las estrategias migratorias pueden ser interpretadas sea como dinamizadores socioeconómicos de las localidades o como dispositivos de descomposición de los territorios locales (Arévalo Peña y López Levi, 2019).
Los flujos migratorios, caracterizados por sus magnitudes (tamaños de los flujos) y sus direccionamientos (lugares de origen y destino) muestran la existencia de una red compleja que amerita ser profundizada en los estudios especializados en migración. Esta perspectiva supera las miradas ortodoxas del análisis migratorio, centrado en una perspectiva unidireccional de los flujos: desde las ruralidades hacia los espacios urbanos. En la actualidad el peso de las migraciones urbano-rurales, así como migraciones entre áreas rurales o bien migraciones desde áreas rurales hacia áreas periurbanas son cada vez más importantes tanto por el tamaño de sus flujos, como por sus efectos en las dinámicas de los territorios.
El presente artículo se centra en los Andes ecuatorianos, específicamente en las provincias de Pichincha, Tungurahua y Azuay en vista de su alta representatividad y capacidad explicativa de los flujos migratorios internos (INEC, 2010). En efecto, estas tres provincias poseen sistemas de producción dinámicos, cuyo funcionamiento podría estar vinculado dialécticamente con la estructuración y dinámica de los flujos migratorios tanto de entrada como de salida, con importantes efectos y transformaciones que podrían incidir en los futuros de los territorios.
Pichincha, que incluye Quito la capital del Ecuador, es una provincia caracterizada por un alto dinamismo agroindustrial y agroexportador (Barragán Ochoa, 2017, Martínez Godoy, 2016). Por su parte, Tungurahua, constituye un territorio dinámico vinculado con una elevada diversidad productiva, agrícola y manufacturera, caracterizada mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas familiares (Ospina, 2011; Martínez Valle y North, 2009). Por último, Azuay, ejemplifica el caso de un territorio caracterizado por la emigración internacional que, sin embargo, ha logrado dinamizar su producción agrícola e industrial sobre la base del ingreso proveniente de las remesas (Rebai, 2014).
En este marco, el presente artículo tiene por objetivo responder a la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo inciden los esquemas socio productivos regionales en la estructuración y dinámica de los patrones migratorios entre campos y ciudades, influyendo en los futuros de los territorios? Para brindar una respuesta a esta pregunta, en primer lugar, se analizan los principales enfoques interpretativos de las migraciones entre campos y ciudades. En segundo lugar, se presentan los métodos utilizados en este estudio, enseguida se analizan los patrones migratorios relacionados con las principales dinámicas socio productivas provinciales y, finalmente, desde un enfoque prospectivo, se discuten las principales variables con capacidad de incidencia en el sistema migratorio interno y en los futuros de los territorios.
1- Enfoques interpretativos de las migraciones entre campos y ciudades
Desde la historia colonial, América Latina se ha enfrentado a una supremacía histórica de lo urbano frente a lo rural. Para Williams (2001) la ciudad nace de los esfuerzos de los campos que brindan las condiciones y bienes necesarios para el desarrollo de las ciudades. Desde esta mirada, se reconoce que de los campos “... obtenemos lo necesario para vivir y los logros de la sociedad”; justamente, “uno de esos logros constituye la ciudad” (ibid. 2001, 25). Desde una perspectiva opuesta, la ciudad ha sido interpretada como “un agente parasitario que extrae recursos del campo de manera unidireccional y deja en crisis la relación hombre - naturaleza” (Bellamy, 2014, citado por Dueñas, 2017). El más importante de estos recursos constituye la población, la que en ciertas condiciones se ha visto obligada a migrar luego de haber experimentado procesos de despojo territorial, para convertirse en, lo que Marx (2000) denominaba, un “ejército industrial de reserva”.
Posteriormente, estos análisis darían paso, al desarrollo de la postura descampesinista, la cual sostenía la tesis de un sistema capitalista capaz de eliminar progresivamente a los campesinos sin ninguna opción de participación en el mercado (Lewontin, 1988). Siguiendo esta lógica, Lefebvre (1978) subraya que, en América Latina, “el campo recibió sus modelos culturales de la ciudad” (1978:65) a partir del avance y posterior desarrollo acelerado del capitalismo. Aquí las sociedades conocieron una transformación radical de sus estructuras socioeconómicas y culturales, a través de lo que algunos autores denominan, “éxodo rural”, o una “temprana (y progresiva) desaparición del campesinado” (Williams, 2001; Mendras 1992). En esta misma línea, Lipton (1977), en el marco de la teoría del “sesgo urbano”, sostiene que la urbanización de los países en desarrollo se explica y provocan movimientos migratorios desde los campos hacia las ciudades, generando un despoblamiento rural.
En América Latina, la segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por la influencia del paradigma de la modernización (Kay, 2001), que se expresaba en lo agrícola en una “ocupación del suelo a partir de la lógica y necesidades de las ciudades” (Lefebvre, 1978:65). Posteriormente, la apertura económica bajo el paradigma neoliberal de desarrollo se presentó desde los años 1980. En este marco, la aplicación de los planes de ajuste estructural profundizó los flujos migratorios desde los campos hacia las ciudades, generando varios casos de despoblamiento en los espacios rurales (Martínez Godoy, 2017).
Las grandes ciudades conocieron la configuración acelerada de nuevos espacios suburbanos caracterizados por la presencia de poblaciones de origen rural en condiciones de marginalidad y exclusión. En paralelo, las ciudades de tamaño intermedio también experimentaron un fuerte crecimiento demográfico. Estas dinámicas consolidaron la conformación de lo que Roberts (1980) analizaba como el fenómeno de las “ciudades de campesinos”. En este contexto, los procesos de migraciones desde los espacios rurales hacia las ciudades sugieren, en grandes líneas, la existencia de megatendencias que evocan dos aspectos centrales: un crecimiento acelerado de la población urbana explicado en gran parte por la transferencia de la población rural hacia las ciudades, y que la mayoría de los flujos migratorios se originan en los campos.
Específicamente en Ecuador, desde la década de los 1970, se observa un fuerte crecimiento demográfico urbano relacionado con los flujos migratorios provenientes del campo. Sin embargo, la población rural tampoco ha dejado de aumentar, aunque sí ha disminuido su representatividad porcentual. En la actualidad menos del 30% de la población nacional habita en el medio rural (Figura 1)
En el país, el estudio de los movimientos migratorios tomó relevancia a partir de la década de los 1960 y 1970, en un contexto relacionado con la Reforma Agraria y Colonización y la expansión de la actividad petrolera. Desde esta época, ya se identificaron diversos circuitos migratorios regionales que responden a configuraciones espaciales específicas (Eguiguren, 2017, Deler, 2008).
Bajo esta lógica, los procesos de despoblamiento de los espacios rurales, así como los de “descampesinización” no pueden ser generalizados (Carton de Grammont, 2009). En efecto, los comportamientos de los patrones migratorios son mucho más complejos en un contexto de globalización económica y financiera y donde las transformaciones territoriales son evidentes y decisivas en la toma de decisiones relacionadas con la movilidad de los actores.

En esta investigación, cuestionamos las miradas generalistas de las migraciones que invisibilizan la diversidad de flujos internos y sus particularidades relacionadas con los contextos socio productivos, políticos y culturales específicos de las localidades. Por lo tanto, se apela a la necesidad de estudios particulares para comprender las múltiples trayectorias migratorias y demográficas de los territorios. Así, existen territorios que, en un mismo periodo y en contextos geográficos similares, conocen una profundización de los flujos migratorios ligados tanto a la mercantilización de los espacios rurales, como a la dinamización y empoderamiento económico local, cada uno de ellos con efectos diferenciados. Si bien, los actores de estos procesos también son distintos, destacan, sin duda, los jóvenes rurales (Martínez Godoy, 2017).
Tal como lo señala Martínez Valle (2005), la migración, entendida como una expulsión de mano de obra desde el campo hacia el mercado urbano, implica la desestructuración de las comunidades rurales y cambios en el funcionamiento del mercado de trabajo local y regional, teniendo fuertes implicaciones en el futuro de estos espacios. Por otro lado, los flujos migratorios, en función de sus características, también pueden constituirse como potenciales dinamizadores socioeconómicos de los espacios rurales, como los muestran los trabajos de Rebai (2014) para el sur del país y de Cortes (2000) para el caso boliviano.
La amplia diversidad de flujos migratorios, ligados a las reestructuraciones de la producción agraria y a la especialización de actividades comerciales (Cardoso y Fritschy, 2012), señala distintas ruralidades dinamizadas o abandonadas, a la vez que cuestiona el futuro de estos espacios y, al mismo tiempo, sus capacidades para contribuir a la seguridad alimentaria (Mora, Lancon y Aubert, 2022)
Es preciso señalar que, en las próximas décadas, las migraciones campo ciudad perderán capacidad explicativa en el crecimiento demográfico urbano, mismo que cada vez depende más de dinámicas demográficas internas. En este contexto, los flujos migratorios se articularán más con lo que Chiriboga (2013) llama como territorios “funcionales”, mismos que están caracterizados por la indefinición (ni urbanos - ni rurales), haciendo referencia hacia espacios ubicados en las periferias rururbanas de ciudades principalmente intermedias. Para el autor, estos espacios constituyen entornos favorables para los intercambios, no únicamente de bienes y servicios, sino también de ideas y relacionamientos informales que promueven la innovación y mejoramiento de condiciones de productividad y competitividad local en un ambiente de diversificación de actividades económicas.
Más recientemente, han tomado relevancia los flujos migratorios entre espacios rurales, al igual que, desde las ciudades hacia los campos, en lo que Charmes (2019) denomina “éxodo urbano”. Desde esta perspectiva, se resalta la existencia de patrones migratorios que se han modificado progresivamente conforme a la evolución de los esquemas socio productivos regionales y a las coyunturas o eventos disruptivos en donde la ruralidad juega un rol protagónico en la dinámica migratoria. Por ejemplo, esta tendencia, se ha visto potenciada en los últimos años como efecto de la pandemia del Covid-19 la cual, ha trastocado las preferencias domiciliarias de la población y sus estrategias migratorias.
Para el análisis de estos nuevos fenómenos migratorios, tal como lo mencionamos anteriormente, es importante tomar en cuenta la lógica de análisis territorial desde una perspectiva que articule la interrelación entre las características de los lugares de origen y de destino del flujo migratorio. Este enfoque se articula con las teorías push & pull1, consideradas por ciertos autores como dominantes en los estudios migratorios, y por otros como carentes de una visión histórica del proceso migratorio que promueve una perspectiva individualista y desvinculada del entorno social y político (O’Reilly, Karen, 2015). Sin embargo, estas críticas se dirigen a la operativización y a las variables consideradas en estos estudios, más que a su enfoque. Así, desde una perspectiva de sistema territorial, como un complejo multiescalar y la interacción de una gran cantidad y diversidad de espacios, las teorías push & pull permiten renovar la lectura de las migraciones articulando las características del flujo migratorio con unos territorios socialmente construidos, lo que implica un desafío metodológico (León, 2005).
Un enfoque metodológico para la lectura territorial de las migraciones
Los enfoques metodológicos para el estudio de las migraciones se han modificado en las últimas décadas. En años recientes asistimos a un relanzamiento de un interés por una lectura espacial de las migraciones a partir del uso de grandes bases de datos (big data) y métodos de análisis espacial que emplean el potencial tecnológico disponible.
En esta investigación se utilizaron los datos del último Censo de Población y Vivienda del Ecuador (INEC, 20102) con el fin de identificar las características demográficas de cada individuo censado, incluyendo variables como lugar de nacimiento y lugar de empadronamiento, variables que permiten construir el par migratorio (origen/destino), mismo que es analizado a nivel parroquial3.
Una vez obtenidos los pares migratorios se filtró la información de cada provincia de interés (Pichincha, Tungurahua y Azuay) para obtener una matriz que sintetiza los siguientes flujos migratorios:
La delimitación de lo “urbano” y lo “rural” se rige a los criterios administrativos utilizados en Ecuador, lo que puede incluir un sesgo en el análisis, considerando que por la evolución de la urbanización existen espacios considerados rurales que forman parte de la mancha urbana consolidada y otros que, a pesar de una categorización urbana, tienen características más similares a pueblos rurales. Sin embargo, considerar esta clasificación permite articular el análisis con la perspectiva oficial de la cuantificación de los procesos de urbanización en Ecuador, ilustrados mediante una cartografía que destaca las relaciones espaciales entre provincias de origen y destino de las migraciones, construida en el software ArcGis
Este procedimiento se ha potenciado con un análisis interpretativo basado en la utilización de datos e información secundaria proveniente de investigaciones llevadas a cabo por varios autores (Martínez Valle y North, 2009, Ospina, 2011; Rebai, 2014; Deler (2008); y Gasselin, 2000) en cada una de las provincias comparadas entre los años 2010 y 2020.
Finalmente, mediante el uso de herramientas ligadas a la prospectiva territorial, se reflexiona acerca del comportamiento de los flujos migratorios y su importancia para pensar el futuro de los territorios rurales andinos en el mediano y largo plazo. Así, se identificaron variables potencialmente explicativas de los flujos migratorios en Ecuador, a través de una metodología de análisis de impactos cruzados en el software MicMac4, que prioriza aquellas de carácter estratégico para el funcionamiento del sistema migratorio con una capacidad de incidencia en el futuro de los espacios y en la construcción del Desarrollo Territorial.
2- Patrones migratorios entre campos y ciudades en los Andes
El estudio de la dinámica migratoria muestra una abundancia de flujos migratorios internos, así como toda una diversidad de los movimientos de la población desde y hacia las tres provincias estudiadas. Para el presente ejercicio, se han tomado en cuenta los flujos migratorios entre espacios urbanos y rurales; rurales y rurales; y, rurales y urbanos. Estos tres tipos de flujos ponen en relieve, por un lado, el rol de la ruralidad en las interacciones migratorias del país, y por otro, la diversidad de los movimientos según los territorios de origen y destino.
Los casos analizados corresponden a tres provincias caracterizadas por su capacidad de ejercer roles de centralidades regionales, a diferencia de las otras siete (de la región andina) donde la emigración tiene un mayor peso (INEC, 2010). Más allá de la diversidad de cada territorio provincial en específico, existen algunos datos y tendencias comunes importantes a destacar.
Las tres provincias estudiadas son territorios donde los porcentajes de pobreza por necesidades básicas insatisfechas no representan sino un tercio del promedio nacional. Así mismo, los niveles de empleo adecuado de estas provincias son superiores al promedio nacional (INEC, 2021). El analfabetismo digital, de su parte, representa únicamente la mitad del promedio nacional (14%), según datos del INEC, al 2017, lo que puede indicar la capacidad de promover procesos de transferencia tecnológica en estos territorios. En efecto, los procesos históricos de dinamización económica y productiva territoriales han sido determinantes para atraer población. Al mismo tiempo, la localización geográfica y la proximidad socio cultural han incidido en el direccionamiento de los movimientos migratorios.
El caso del Azuay
Pese a tratarse de una zona afectada, durante los 1990 e inicios de los 2000, por un contexto adverso de migración masiva de su población rural campesina hacia el extranjero, las dinámicas de reactivación económico-productiva locales han logrado atraer flujos de inmigración de diversos destinos.
En efecto, las investigaciones de Rebai (2014), muestran que, en un contexto en donde la expulsión de la población pudo significar un escenario catastrófico, el envío de remesas durante la primera década del siglo XXI, tuvo una influencia directa en la dinamización y capitalización de las agriculturas familiares, las cuales pudieron continuar produciendo para los mercados locales y nacionales. De igual forma, para Tenesaca (2020), el fenómeno de las remesas tuvo una incidencia en la reconfiguración del patrón de gasto de las familias rurales, al igual que un impacto en el territorio y las dinámicas de desarrollo rural.
El dinamismo económico se materializó en diversas iniciativas de búsqueda de nuevas modalidades y espacios de comercialización de productos agrícolas en la ciudad de Cuenca y sus espacios periurbanos, así como también en la institucionalización de redes comerciales que tuvo el apoyo de los gobiernos locales (Alvarado, 2017). Todo esto ha incidido en mejores condiciones laborales frente al entorno nacional. De hecho, en los últimos 5 años, el subempleo en Azuay ha sido inferior en promedio en 10 puntos porcentuales frente al total nacional (INEC, 2021), generando toda una diversidad de flujos de inmigración hacia Azuay que también incluye una diferenciación hacia la tipología de espacios de salida y de llegada.
En cuanto al origen de las migraciones hacia los espacios rurales, hay dos opciones: que provenga de espacios urbanos o de espacios rurales. En el primer caso, los flujos se originan en la Costa Sur: Guayas y El Oro; mientras que, en el segundo, las migraciones provienen de la Amazonía (Morona Santiago) y Sierra Sur (provincias vecinas y otras ruralidades del mismo Azuay). (Ver Figura 2)
Por su parte, los espacios urbanos del Azuay (especialmente Cuenca y sus periferias) reciben población rural proveniente de provincias como Loja y Cañar, dada su cercanía, así como desde Chimborazo, flujo que puede ser explicado por los elevados niveles de pobreza rural en esta provincia.
En la actualidad, la capacidad de polarización de flujos inmigratorios en las áreas urbanas de Azuay, en parte, se explica por un fuerte dinamismo ligado al crecimiento del sector industrial y comercial. En efecto, en las últimas décadas la ciudad de Cuenca se ha consolidado como la capital productiva del sur del país. Según la Cámara de Industrias y la Producción de Cuenca existe una demanda de empleo que bordea las 10.000 a 12.000 plazas anuales5. Así también importantes flujos de inmigración internacional de jubilados, especialmente norteamericanos, han ampliado la demanda laboral en servicios para esta población.
Pese a todas estas dinámicas, los flujos de entrada de población hacia el Azuay aún no superan los flujos de salida (20% inferiores) según los datos censales disponibles (INEC, 2010). Desde esta perspectiva, vemos claramente que existe una atracción hacia las grandes urbes. En efecto, los flujos predominantes son aquellos de salida hacia las zonas urbanas del Guayas, de Pichincha, debido a la ubicación de las dos ciudades más grandes del país (Quito y Guayaquil) (Ver Figura 3) y una revitalización de flujos de emigración internacional.
El caso de Tungurahua
A lo largo de los últimos 20 años, Tungurahua se ha convertido en el ejemplo a nivel nacional de una gestión y administración política en favor del Desarrollo Territorial (Naranjo, 2015). Sin embargo, el “éxito” que conoció la provincia no solo era fruto de la coyuntura política, sino de distintos factores de índole estructural que determinan el elevado dinamismo económico, productivo y social en la provincia.
Efectivamente, existe un contexto histórico a nivel socio económico, así como un contexto favorable a la emergencia de un modelo de desarrollo más sostenible y equitativo que en otras provincias del país (Naranjo, 2015). A diferencia de otras regiones, Tungurahua, no posee niveles elevados de concentración de tierra. Al mismo tiempo, existe una estructura productiva que se encuentra desconcentrada principalmente en pequeñas y medianas empresas familiares dedicadas a la industria textil, del cuero, a la metalmecánica, y otros bienes de consumo masivo en el sector alimentario (Chiriboga, 2013). Sin duda, este contexto ha incidido en el desarrollo de distintas dinámicas de clusterización específicas a partir de algunas de las producciones mencionadas previamente
Desde esta lógica, en los últimos 10 años, Ambato (capital de la provincia), ha conocido un crecimiento demográfico moderado y ha sido capaz de retener su población económicamente activa, especialmente en las distintas industrias locales desarrolladas. En efecto, en esta provincia los niveles de subempleo son inferiores al promedio nacional (INEC, 2018). Como se observa en la figura 2, pese a que la inmigración hacia Tungurahua no es significativa en comparación de los casos de Azuay y Pichincha, tanto a nivel rural como urbano, existe una movilización de mano de obra principalmente proveniente de otras provincias de la sierra central como Cotopaxi, Bolívar y Chimborazo.
Por su parte, en cuanto a los procesos de emigración, la población tungurahuense rural se dirige principalmente a Pichincha en vista de su cercanía geográfica, al igual que a la provincia de Pastaza en vista de una cercanía no únicamente física, sino tradicionalmente relacional y cultural (Ver figura 3). Aquí también resalta la existencia de un patrón migratorio proveniente del medio urbano de la provincia del Guayas hacia Tungurahua y viceversa. Se trata en efecto de un flujo de comercio tradicional que se ha mantenido y ha generado toda una serie de estudios que analizan, por ejemplo, los vínculos de cooperación internos para la comercialización de productos esencialmente proveniente de la rama textil (Martínez Valle y North, 2009).
Sin duda, la proximidad territorial consolidada (Torre, 2020) presente en la provincia ha sido relevante en los niveles de involucramiento de la comunidad en la toma de decisiones. La limitada distancia entre las localidades rurales y urbanas (proximidad geográfica) al interior de la provincia y el desarrollo de vías de comunicación internas han favorecido la preservación y multiplicación de dinámicas de proximidad relacional entre los distintos actores locales. De hecho, Tungurahua es la provincia más densamente poblada del Ecuador.
El caso de Pichincha
El territorio de Pichincha históricamente ha estado marcado por la presencia de Quito como centralidad no solo regional sino nacional. En efecto, Quito como capital y Guayaquil como puerto principal forman parte de un “duopolio” que marca una estructura espacial esencial en la configuración del territorio ecuatoriano (Deler, 2008).
La centralidad de Quito, como polo político, económico y de servicios a nivel nacional, ha generado la mayor atracción para los flujos migratorios internos y se constituye en el nodo de mayor importancia, incluso desde la escala nacional, lo que podría haber ralentizado el dinamismo de sus territorios vecinos. Sin embargo, el análisis de los datos muestra una realidad diferente. A la par del dinamismo de la ciudad de Quito, otros territorios urbanos y rurales también atraen flujos de inmigración, mismos que provienen del ámbito regional y nacional. En ningún caso previo analizado, la diversidad de orígenes de los flujos de inmigración es tan diversa ni tan amplia. Únicamente, las provincias amazónicas mantienen aportes menores al 2,5% de los flujos de inmigración, lo que no significa una debilidad en la atracción de Pichincha frente a la Amazonía, sino que, por las cantidades menores de población en esta región, sus flujos se invisibilizan por la intensidad de aquellos de otros orígenes.
En cuanto a la inmigración desde los sectores urbanos a los rurales, destacan en primer lugar la misma provincia de Pichincha, lo que ejemplifica los flujos de la población desde sectores urbano-consolidados hacia las periferias consideradas, desde el punto de vista político administrativo, como rurales. Sin embargo, los flujos internos de la provincia no son los únicos que muestran dinamismo hacia las ruralidades de Pichincha; al contrario, los flujos también provienen de provincias muy alejadas como Manabí, Guayas, Loja o Carchi (Ver figura 2). Las motivaciones y roles de estos flujos migratorios son diversos y en algunos casos, se trata de la consolidación de las dinámicas agroindustriales del área agropolitana de Quito y Pichincha (Gasselin, 2000).


Más allá del análisis de cada una de las provincias, se observa que los patrones migratorios condicionan las ventanas de oportunidades de los espacios rurales en el mediano y largo plazo. Desde la perspectiva del desarrollo territorial es fundamental identificar las variables y evoluciones que intervienen en la dinámica migratoria. En este sentido, el siguiente apartado, desde la prospectiva territorial, analiza el futuro del sistema migratorio y su articulación con las dinámicas socio-territoriales.
3- Pensar el futuro de los territorios rurales desde la evolución de los patrones migratorios.
Pese a ciertos criterios que, en la actualidad, minimizan las migraciones rurales - urbanas, siguen vigentes los pronósticos ligados al escenario de la urbanización total del planeta, planteado hace más de medio siglo por Lefebvre (1970). Desde la perspectiva de Ospina (2013), los movimientos migratorios, y especialmente los flujos entre campos y ciudades, continuarán siendo importantes en los próximos años con el potencial de reconfigurar las dinámicas territoriales. En este sentido, existen desafíos futuros urgentes relacionados, principalmente, a la seguridad alimentaria urbana en una triple dimensión que articula la suficiencia alimentaria, la calidad de los alimentos y la permanencia de su disponibilidad en el tiempo.
El análisis presentando muestra que la migración constituye un factor importante para la construcción del desarrollo territorial de las diversas regiones abordadas. En este sentido, es fundamental pensar el futuro de estos espacios, asumiendo que los distintos patrones de migración a escala local inciden en la dinamización socio productiva o en el abandono rural.
Tradicionalmente, desde una escala global y nacional, los estudios sobre migración han priorizado el análisis de condicionantes estructurales, sobre todo de orden económico, como factores explicativos de los movimientos migratorios internacionales e internos (Rodríguez Doig, 1999), tales como la pobreza, el sistema de gobierno y la apertura de los mercados internacionales. Efectivamente, según Barragán Ochoa (2022), las teorías con perspectiva histórico-estructural construyen los esquemas interpretativos de los flujos migratorios a partir de las raíces y estructuras de la división internacional del trabajo.
Desde el análisis regional y local, la existencia de una estructura agraria desconcentrada y las dinámicas organizacionales y económicas territoriales constituyen otros factores estructurales favorables a la capacidad de retención de mano de obra en los territorios y en este sentido, frenar o desencadenar los procesos migratorios en los espacios rurales (Chiriboga, 2013).
El enfoque de la prospectiva territorial, centrado en los actores, brinda la posibilidad de identificar otros factores estratégicos tanto estructurales como coyunturales, cuyo margen de maniobra permite generar cambios en el sistema migratorio con repercusiones en el mediano y largo plazo para los territorios (Papagno y Vitale, 2019). En este sentido, el análisis estructural prospectivo permite una mejor comprensión de la dinámica migratoria interna a partir de la identificación de variables estratégicas. Estas variables, caracterizadas por su alta influencia y dependencia frente al resto de variables del sistema, favorecen la construcción de escenarios anticipatorios para la ruralidad ecuatoriana, como insumo para la construcción de políticas públicas de largo plazo para el sector rural.
La revisión de la literatura especializada en estudios migratorios permitió identificar variables que buscan explicar el funcionamiento de los sistemas migratorios y su interacción con las dinámicas territoriales en el mediano y largo plazo. Estas variables fueron priorizadas para el análisis estructural, lo que permitió evaluar sus capacidades de incidencia en el sistema migratorio interno del país como insumo para valorar sus influencias y dependencias.

En una escala meso, las migraciones, desde una perspectiva multicausal, no pueden ser explicadas únicamente por una de las variables identificadas, sino por la interacción de todas ellas. La lógica sistémica muestra la importancia de considerar sus capacidades de influencia y dependencia, lo que se visualiza en un plano factorial (ver Figura No 4) conformado por:
A partir del cruce de estos ejes se forman cuatro cuadrantes que expresan las siguientes características de las variables:

En función de este análisis, se identifica que las seis variables estratégicas (cuadrante superior derecho) se encuentran vinculadas tanto al contexto socio económico local como a las acciones con incidencia estructural. En este sentido, los mercados de proximidad, la diversificación productiva y la disponibilidad de trabajo asalariado conforman dinámicas socioeconómicas locales capaces de retener a la población local frente a la emigración. Sin embargo, este contexto no puede desvincularse de otros factores de orden estructural tales como la estructura agraria desconcentrada, la educación superior especializada y la tecnología.
En efecto, los distintos escenarios futuros de la migración interna en Ecuador se encuentran ligados al comportamiento de las variables estratégicas, principalmente relacionados con la dinámica productiva rural en un contexto de proximidad territorial (Torre, 2020). Desde la visión de Albarracín Decker (2022), las políticas públicas en favor de las unidades productivas campesinas y de la agricultura familiar, marcarán la diferencia para evitar un escenario desfavorable a los territorios rurales o, por el contrario, encaminarse hacia un escenario deseado ligado al desarrollo territorial relacionado con la formación del capital humano, así como de la reducción del analfabetismo digital. Bajo esta misma línea, Sili (2011) sostiene que, parte de los grandes desafíos de política para el futuro de los territorios pasan por la promoción de la diversificación productiva y el fortalecimiento de las comunicaciones con el fin de mejorar las condiciones de vida en las áreas rurales.
En este contexto, “la estructura agraria desconcentrada” es un factor que refleja un reto de largo plazo que, pese a las dificultades políticas que conlleva, no debe ser descartado por las autoridades locales y nacionales para lograr territorios competitivos y dinámicos.
Finalmente, en el ejercicio prospectivo también es pertinente resaltar variables tales como el sistema de gobierno y la proximidad con ciudades intermedias, (ubicadas en el cuadrante superior izquierdo). Pese a que constituyen variables muy influyentes para el sistema migratorio, los actores poseen bajos niveles de maniobra en relación con la generación de acciones estratégicas para la dinamización de los territorios. Así, por ejemplo, “la proximidad con ciudades intermedias” constituye un factor favorable a la dinamización de las economías locales, que requiere ser activado a partir de mecanismos y estrategias de proximidad relacional (Torre, 2020).
Conclusiones
Los procesos migratorios internos establecen una relación dialéctica con la dinámica de los territorios, en la que las mutaciones de los territorios inciden en los flujos de migración y, a su vez, las migraciones inciden en las posibilidades de desarrollo de los territorios. Esta perspectiva evidencia el anclaje de los procesos migratorios en el marco de los sistemas territoriales, mismos que deben ser entendidos a partir de una lógica de funcionamiento sistémico a nivel interno y externo. En efecto, los sistemas territoriales, desde el punto de vista migratorio, son vistos a partir de una multiescalaridad donde los factores que explican los flujos de población dependen tanto de la evolución interna como de la capacidad de interacción con otros territorios.
El caso ecuatoriano muestra una gran diversidad territorial en el marco de un “desarrollo geográfico desigual” (Harvey, 2018). Esta diversidad se refleja tanto en los espacios agrarios (Cepeda, Gondard y Gasselin, 2007) como en las ciudades, lo que incide en la pluralidad de flujos migratorios. En efecto, más allá de la intensidad de las migraciones hacia Quito y Guayaquil, se observan varios flujos migratorios que articulan diversos espacios sin que alguno de ellos llegue a monopolizar esta dinámica. En esta investigación el par migratorio refleja la interacción entre lugar de nacimiento y lugar de vivienda, lo que ayuda a aproximarse a flujos más permanentes, pero también, en futuros estudios, será importante considerar la evolución multitemporal de estas dinámicas. En efecto, la volatilidad de la situación de los territorios en cuanto a dinámica económica y laboral dinamiza sistemas migratorios en constante mutación y requiere estudios espaciotemporales.
Desde esta perspectiva, en el ámbito coyuntural, actualmente, el artículo toma relevancia en un doble contexto. Por un lado, se esperan los resultados del censo realizado durante este año, a través de los cuales podremos medir la evolución de los flujos migratorios analizados 10 años después. Por otro lado, los movimientos migratorios provenientes de otros países también se suman a las migraciones internas del país.
Efectivamente, los flujos migratorios internos se han visto interrelacionados con los movimientos migratorios de población extranjera proveniente, en su gran mayoría, de países como Venezuela o Colombia. Según informes de organismos internacionales, esta población, no posee un destino fijo y se encuentra en una situación de movilidad constante en búsqueda de trabajos temporales en función de las dinámicas económicas locales y que a su vez potencian el desarrollo territorial (GTRM Ecuador, 2022).
Aquí es donde la ruralidad, precisamente de la región Andina, juega nuevamente un rol importante en la atracción de población joven empleada como mano de obra en el sector agroindustrial ubicado en las provincias más concurridas por la población extranjera, tales como Pichincha, Tungurahua y Azuay.
Recientemente, algunas publicaciones a nivel internacional ponen nuevamente en relación estudios rurales y estudios migratorios. De esta manera, se han abordado problemáticas relacionadas con los flujos migratorios hacia “áreas no metropolitanas”, haciendo referencia de manera más precisa a la emigración internacional hacia áreas rurales en los países del Sur (Pistre, 2021). En efecto, se trata del análisis de casos de “trabajadores migrantes” que buscan principalmente emplearse en la agricultura, al mismo tiempo que se insertan en las dinámicas de convivencia rural en pequeños poblados y poblados intermedios en los países del Sur. En algunos casos, de localidades antes olvidadas, se generan nuevos dinamismos socioeconómicos, en otros casos se produce un aumento de la precarización laboral en un creciente contexto de, lo que algunos investigadores denominan, “rural cosmopolitism” (Aguayo, 2008). Se trata de nuevos enfoques que, sin duda, deberán ser profundizados como complemento y actualización del análisis planteado en este artículo.
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Notas