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Factores determinantes que influyen en la alfabetización financiera. Una aproximación teórica
ACADEMO, vol. 12, núm. 1, pp. 1-10, 2025
Universidad Americana

Artículos Originales

Los autores conservan los derechos autorales y ceden a la revista el derecho de la publicación.

Recepción: 30 Diciembre 2023

Aprobación: 06 Enero 2025

DOI: https://doi.org/10.30545/academo.2025.n1.1055

Resumen: La alfabetización financiera es clave para la administración responsable de las finanzas personales, siendo un componente esencial para la vida adulta exitosa. Esta revisión bibliográfica empleó una revisión exploratoria en bases de datos académicas como Scopus, Google Scholar y Cicco, buscando estudios que abordaran la educación financiera a nivel internacional y en contextos latinoamericanos. Se seleccionaron 22 documentos publicados entre 2005 y 2023, especialmente en español e inglés. Este trabajo se enfoca en identificar los factores determinantes que influyen en la alfabetización financiera, identificándose cinco factores clave: características individuales, factores socioeconómicos, intervenciones educativas, tecnologías digitales e influencias culturales. Estos factores tienen un impacto significativo en la toma de decisiones financieras, la acumulación de riqueza y el bienestar financiero general.

Palabras clave: Alfabetización financiera, educación financiera, determinantes, factores, Latinoamérica..

Abstract: Financial literacy is key to responsible management of personal finances, being an essential component for successful adult life. This literature review used an exploratory review in academic databases such as Scopus, Google Scholar and Cicco, searching for studies that addressed financial education internationally and in Latin American contexts. 22 documents published between 2005 and 2023 were selected, especially in Spanish and English. This work focuses on identifying the determining factors that influence financial literacy, identifying five key factors: individual characteristics, socioeconomic factors, educational interventions, digital technologies and cultural influences. These factors have a significant impact on financial decision making, wealth accumulation, and overall financial well-being.

Keywords: Financial literacy, financial education, determinants, factors, Latin America..

Introducción

En el contexto actual, marcado por las crecientes complejidades financieras, la capacidad de comprender y tomar decisiones informadas sobre asuntos económicos se ha convertido en una habilidad esencial para el bienestar personal. La alfabetización financiera juega un papel fundamental en la formación de actitudes y comportamientos responsables hacia la gestión de las finanzas personales, constituyendo un componente clave para una vida adulta exitosa. (Potrich et al., 2015).

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2005), la alfabetización financiera se define como la combinación de conocimientos, comportamientos y actitudes necesarias para tomar decisiones financieras con el fin de mejorar el bienestar individual. En este sentido, la OCDE (2011) expone que la alfabetización financiera es el proceso por el cual los consumidores/inversionistas financieros mejoran su comprensión de los productos financieros, los conceptos y los riesgos, y, a través de información, instrucción y/o el asesoramiento objetivo, desarrollan las habilidades y confianza para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, tomar decisiones informadas, saber a dónde ir para obtener ayuda y ejercer cualquier acción eficaz para mejorar su bienestar económico.

En consonancia con esta definición, la medición de la educación financiera fue una labor que comenzó la OCDE en el año 2009 con el propósito de desarrollar un método estandarizado que permitiera crear una medida de referencia, rastrear cambios a lo largo del tiempo, utilizarlo en países miembros del G20 y adaptarlo a las regulaciones de cada país (OCDE, 2017). Según Mena-Campoverde (2022), la educación financiera debe entenderse como un constructo multidimensional, que involucra no solo el conocimiento, sino también las actitudes y comportamientos financieros de los individuos.

Siguiendo este enfoque integral, la OCDE propone medir tres dimensiones individuales fundamentales como parte de su evaluación de la educación financiera: el conocimiento, la actitud y el comportamiento financieros (OCDE, 2011; Atkinson & Desordenado, 2011). Estas dimensiones permiten capturar de manera más completa el impacto de la educación financiera de los individuos, ya que no solo se evalúa lo que saben, sino también cómo lo aplican en su vida cotidiana y cómo estas dimensiones interactúan para influir en sus decisiones financieras y en la manera en que gestionan su presupuesto, toman decisiones de ahorro e inversión, y enfrentan situaciones financieras tanto previstas como imprevistas a lo largo del tiempo.

En este contexto, esta revisión busca contribuir a la literatura existente sobre la alfabetización financiera, explorando en profundidad los factores que influyen en su desarrollo. La pregunta central de este trabajo es: ¿Cuáles son los factores determinantes que influyen en la alfabetización financiera? Con el fin de abordar esta cuestión, el objetivo de la revisión es identificar y analizar los diversos factores que pueden estar influyendo en la alfabetización financiera, teniendo en cuenta tanto el conocimiento, las actitudes y los comportamientos financieros de los individuos.

Metodología

Para la selección de los artículos, se realizó una revisión sistemática de la literatura utilizando la base de datos académica de Scopus. Para ampliar la cobertura geográfica y asegurar la inclusión de estudios relevantes relacionados con el contexto latinoamericano, también se utilizaron Google Scholar y Cicco. La muestra se constituyó mediante un muestreo intencional, estrategia que permite seleccionar los documentos más relevantes y representativos sobre el objeto de estudio, asegurando la calidad y relevancia de la información recopilada para el análisis (Morelo, 2021). Fueron incluidos en esta revisión bibliográfica un total de 26 documentos. En la tabla 1, se describe el proceso de búsqueda y selección utilizadas en cada base de datos.

Tabla 1. Estrategias de búsqueda y selección de artículos en bases de datos académicos.

Tabla 1
Estrategias de búsqueda y selección de artículos en bases de datos académicos.

Resultados

En los últimos años, la investigación sobre los factores que determinan la alfabetización financiera ha mostrado un crecimiento sostenido y significativo. Numerosos estudios han surgido, explorando en profundidad las diversas variables que impactan los niveles de conocimiento y habilidades financieras en personas de distintos contextos y realidades. Tras un análisis exhaustivo de la literatura seleccionada, se identificaron cinco factores clave que influyen de manera determinante en la alfabetización financiera.

1. Características individuales

La literatura académica evidencia que las características individuales de las personas funcionan como variables de control al analizar las brechas en los niveles de alfabetización financiera entre diferentes grupos (Vanegas et al., 2020). En este sentido, Hastings et al., (2013), destacan que las personas con mayores niveles de alfabetización financiera suelen tomar decisiones económicas más acertadas, mantienen tasas de ahorro más altas y muestran una mayor inclinación a planificar su jubilación. Este estudio subraya el impacto positivo de la educación financiera en la toma de decisiones y en la preparación para el futuro.

De manera complementaria, Lusardi y Mitchell (2014) concluyen que las personas con mayores niveles de alfabetización financiera no solo están mejor capacitadas para tomar decisiones informadas, sino que también tienden a acumular mayor riqueza y a experimentar un bienestar financiero superior. Sus hallazgos enfatizan la relevancia de la educación financiera, no solo a nivel individual, sino también en términos de sus implicaciones económicas más amplias.

En una línea similar, Van Rooij et al. (2011), reportan que la educación financiera ejerce influencia sobre la toma de decisiones financieras. Es notable que individuos con niveles inferiores de alfabetización financiera muestran una menor propensión a invertir en acciones, lo que sugiere que las disparidades en la educación financiera individual juegan un rol fundamental en las decisiones financieras. Este hallazgo demuestra el impacto directo de las características individuales en este proceso decisional.

Por otro lado, Denegri-Coria et al., (2019) señalan las correlaciones entre las variables sociodemográficas y actitudinales, lo cual señala la existencia de una relación con las características individuales de los estudiantes, como su edad, género, nivel socioeconómico o actitudes hacia la educación financiera.

Además, Antonio-Anderson et al. (2020) plantean factores como la escolaridad, el decil de ingreso, el estado conyugal, la edad, las regiones centro y sur, y el número de dependientes económicos tienen un impacto positivo en la alfabetización financiera. Sin embargo, señalan que factores como el género masculino y la tenencia de un empleo presentan efectos negativos en los niveles de alfaberización financiera, lo que plantea un área importante para futuras intervenciones.

Finalmente, Lusardi y Mitchell (2007) enfocaron su investigación en la generación del baby boom, analizando cómo la planificación para el retiro y los niveles de educación financiera inciden en la riqueza acumulada para la jubilación. Su trabajo resalta, además, la relevancia del patrimonio de la vivienda como un componente crucial de la seguridad financiera en esta etapa de la vida.

2. Factores socioeconómicos

Los factores socioeconómicos, como los ingresos, la situación laboral y la clase social, juegan un papel crucial en la determinación de los niveles de educación financiera. Lusardi y Mitchell (2007), han resaltado una asociación entre una mayor educación financiera y aquellos individuos que ostentan ingresos más altos y empleos estables. Además, destacan que mejorar la educación financiera tiene un impacto positivo en la planificación financiera y en la toma de decisiones relativas a la jubilación, sugiriendo que una mayor educación financiera se asocia con mejores resultados económicos (Lusardi & Mitchell, 2014).

La relación entre ingresos y educación financiera ha sido bien documentada: los individuos con mayores ingresos tienden a mostrar niveles más altos de educación financiera. Este vínculo se debe en parte a que la escolaridad influye directamente en el nivel de ingresos, ya que las personas con mayor formación académica poseen una mejor comprensión y uso de los productos financieros. A su vez, este grupo se beneficia de políticas económicas y sociales que pueden facilitar el acceso a recursos financieros. Este aumento en la educación financiera se revela como un factor clave para mejorar el ingreso mensual promedio (Mungaray et al., 2021).

Además, se ha demostrado que los programas de educación financiera tienen un efecto positivo en el comportamiento financiero de los individuos, favoreciendo prácticas como como tasas de ahorro más altas y decisiones de inversión más informadas (Fernandes et al., 2014). Estos hallazgos subrayan la importancia de la educación financiera no solo en el ámbito personal, sino también como un motor de desarrollo económico (González & Rojas, 2022).

No obstante, surgen debates sobre sobre la influencia predominante de los recursos económicos frente a las oportunidades educativas en el desarrollo de la educación financiera. Estas discusiones plantean importantes interrogantes sobre el papel de la clase social en esta dinámica, sugiriendo que las oportunidades educativas podrían tener un impacto incluso más decisivo que los recursos económicos en el acceso y la comprensión de los conocimientos financieros (Hastings et al., 2013).

3. Intervenciones educativas

El impacto de las intervenciones educativas en la promoción de la educación financiera ha sido ampliamente explorado en la literatura, con un enfoque en diversas metodologías como la educación en el aula, los cursos en línea y los programas de capacitación laboral. Estas intervenciones desempeñan un papel crucial en la configuración de los comportamientos financieros y en la mejora de los resultados económicos a través de la educación financiera.

Estudios han demostrado que los niveles más altos de educación financiera están relacionados con comportamientos financieros más positivos, tales como mayores tasas de ahorro, una menor deuda en tarjetas de crédito y una mayor participación en planes de jubilación (Fernandes et al., 2014). Estos hallazgos subrayan la importancia de la educación financiera en la mejora de la salud financiera personal, reflejando su impacto directo en decisiones clave que influyen en la estabilidad económica.

Por otro lado, (Lusardi & Mitchell, 2007) analizaron los factores que determinan la seguridad financiera en la jubilación, destacando el papel fundamental de la planificación y la educación financiera en la acumulación de riqueza para esta etapa de la vida. Sus resultados refuerzan la relación positiva entre la educación financiera y la seguridad de la jubilación, enfatizando la relevancia de las intervenciones educativas para mejorar la preparación para el retiro.

En contextos de alta desigualdad, la educación financiera emerge como una herramienta clave para incrementar el bienestar. Al proporcionar a los ciudadanos las herramientas necesarias para tomar decisiones financieras informadas, la educación financiera contribuye a una mayor participación en las actividades económicas y a una gestión más eficiente de los recursos (Mungaray et al., 2021). Este enfoque resulta particularmente relevante en el caso de los jóvenes, quienes enfrentan desafíos únicos en su transición hacia la independencia económica. López y Sánchez (2023) destacan que, en su estudio realizado en Saltillo, Coahuila, México, los niveles de alfabetización financiera entre los jóvenes son limitados, lo que resalta la necesidad de implementar programas educativos que fortalezcan sus conocimientos y habilidades financieras desde etapas tempranas.

Hastings et al. (2013), revisaron estudios previos sobre los efectos de la educación financiera y concluyeron que dicha educación se vincula con una toma de decisiones financieras más eficiente, tasas de ahorro más altas y una planificación de jubilación más efectiva. Estos resultados refuerzan la necesidad de incorporar programas de educación financiera como una estrategia clave para mejorar los hábitos económicos de la población.

Una revisión más detallada de Lusardi & Mitchell (2014) resalta la importancia de la educación financiera desde una perspectiva económica, analizando su impacto en comportamientos como el ahorro, las decisiones de inversión y la planificación de la jubilación. Los autores abogan por políticas públicas e intervenciones educativas que mejoren los niveles de educación financiera, subrayando la necesidad de fortalecer estos programas a fin de obtener beneficios económicos más amplios.

Por último, la validación y confiabilidad del instrumento de medición TAEF-E, llevado a cabo por Denegri-Coria, et al., (2019), también apoya la relevancia de las intervenciones educativas. En su estudio, los autores destacan la importancia de implementar pruebas de evaluación como el TAEF-E en programas o cursos diseñados para mejorar la educación económica y financiera, especialmente en el nivel de educación secundaria.

4. Tecnologías digitales

Las tecnologías financieras digitales han emergido como mediadores esenciales entre la alfabetización financiera y los comportamientos de gasto de los hogares. Estas herramientas digitales facilitan especialmente la gestión de gastos recurrentes, tales como alimentación, ropa, mantenimiento de la vivienda, atención médica, educación y entretenimiento, promoviendo un acceso más eficiente a productos y servicios financieros (Jie et al., 2020). En este contexto, las tecnologías no solo optimizan el uso de los recursos financieros disponibles, sino que también potencian la inclusión financiera, especialmente en hogares de menores ingresos, mejorando su capacidad para gestionar sus finanzas de manera efectiva.

De acuerdo con Cole et al. (2011), la alfabetización financiera es un factor determinante en la adopción de servicios financieros formales, incluyendo las herramientas digitales. En su estudio sobre los determinantes de la demanda de servicios financieros en mercados emergentes, los autores encontraron que las personas con mayores niveles de educación financiera tienden a utilizar servicios financieros formales y, por ende, a beneficiarse más de las plataformas digitales. La relación entre la alfabetización financiera y la adopción de tecnologías financieras resalta la importancia de un conocimiento previo para un uso efectivo de estos servicios.

Por su parte, Jie et al. (2020) identifican una correlación significativa entre el acceso a herramientas financieras digitales y el nivel de alfabetización financiera. A través de su investigación, los autores revelan que los hogares con menores activos e ingresos, pero que cuentan con un nivel de conocimiento financiero limitado, experimentan un impacto más significativo de las tecnologías digitales en su consumo. Esta observación sugiere que las herramientas digitales pueden actuar como catalizadores para mejorar los comportamientos financieros, especialmente en contextos socioeconómicos desfavorecidos. De este modo, la inclusión financiera digital no solo depende del acceso a la tecnología, sino también del nivel de educación financiera de los usuarios.

Además, Mungaray et al. (2021) destacan que la alfabetización financiera se construye sobre varias dimensiones, como el conocimiento de los productos financieros, la habilidad para tomar decisiones informadas y las actitudes hacia el ahorro e inversión. En este sentido, las tecnologías digitales tienen un impacto profundo en estos aspectos al ofrecer a los usuarios plataformas interactivas para gestionar su dinero y aprender sobre productos financieros, lo que facilita una mayor toma de decisiones informada.

El papel de las políticas públicas en la promoción de la alfabetización financiera es crucial, ya que las intervenciones educativas que integran el uso de plataformas digitales no solo mejoran el acceso a los contenidos educativos, sino que también optimizan la efectividad del aprendizaje. Programas de educación financiera que combinan recursos digitales tienen el potencial de transformar la forma en que las personas gestionan su dinero y planifican para el futuro (Van Rooij et al., 2011).

5. Influencias culturales

La educación financiera, esencial para la toma de decisiones económicas y el bienestar financiero, está profundamente influenciada por las particularidades culturales de cada sociedad. Según Fernández Serrano y Liñán (2013), citado por Garay Anaya (2015), la cultura juega un papel fundamental al modelar los esquemas mentales de los individuos, influyendo directamente en sus comportamientos y actitudes frente a las finanzas. La comprensión de estos esquemas es clave para identificar cómo las creencias culturales afectan la capacidad de las personas para manejar sus recursos financieros.

En el ámbito de los mercados emergentes, la investigación de Cole et al. (2011) pone de relieve la influencia cultural sobre el conocimiento financiero, concluyendo que los factores culturales impulsan la demanda de servicios financieros y facilitan la inclusión financiera. En su estudio, destacan que una mayor educación financiera no solo mejora la capacidad de los individuos para tomar decisiones informadas, sino que también fomenta su participación en servicios financieros formales, un factor clave para el desarrollo económico en contextos emergentes.

Los factores culturales, como las dimensiones del individualismo, la masculinidad y la evitación de la incertidumbre, influyen de manera significativa en las decisiones económico-financieras de las personas (Garay Anaya, 2016). Estos elementos culturales pueden determinar no solo los comportamientos individuales, sino también las políticas y estrategias educativas que se implementan para mejorar la alfabetización financiera.

La investigación empírica de Cruz Barba (2018) subraya la importancia de la familia como la principal influencia en la educación financiera de los niños. Según sus resultados, los valores y comportamientos financieros que los niños aprenden en el hogar juegan un rol decisivo en su capacidad para gestionar su dinero en el futuro. En este sentido, destaca que la implementación de programas educativos formales en las escuelas tiene un papel crucial en la promoción de la comprensión del entorno económico y en la formación de hábitos financieros saludables desde una edad temprana.

Por otro lado, García Mata (2021) aporta evidencia que muestra que la alfabetización financiera en México está determinada por factores socioeconómicos específicos de cada región. Sus hallazgos sugieren que las diferencias regionales tienen un impacto directo sobre los niveles de alfabetización financiera, medida a través de componentes como el conocimiento, las aptitudes y los comportamientos financieros. Esto resalta la necesidad de un enfoque contextualizado y adaptado a las particularidades culturales y socioeconómicas de cada región para mejorar la educación financiera.

Discusión

El análisis de los factores determinantes del alfabetismo financiero presenta un conjunto de desafíos y debates complejos, dada la naturaleza multifacética del fenómeno. A pesar de los avances en la identificación de los factores clave que inciden en la educación financiera, persisten limitaciones que dificultan una comprensión global y precisa de estos elementos. Esta discusión se enfoca en las complejidades y restricciones asociadas con los factores individuales, socioeconómicos, las intervenciones educativas, las tecnologías financieras digitales y las influencias culturales, subrayando la necesidad de comprender de manera profunda estos aspectos para desarrollar estrategias de educación financiera más efectivas.

Uno de los factores más consensuados en la literatura sobre los determinantes del conocimiento financiero son las características individuales. Sin embargo, establecer relaciones causales directas entre las características personales y la alfabetización financiera es un desafío, dado que otros elementos contextuales también juegan un papel crucial. Además, la medición precisa de la educación financiera se ve obstaculizada por la variabilidad en el diseño y enfoque de los instrumentos utilizados en los estudios, lo que dificulta la comparación entre diferentes investigaciones. La evaluación a través de autodeclaraciones también introduce posibles sesgos, ya que las percepciones individuales pueden no coincidir con las habilidades y conocimientos financieros reales. De igual forma, el enfoque en variables aisladas limita la comprensión de cómo las características individuales interactúan y se influyen mutuamente en la toma de decisiones financieras.

La relación entre los factores socioeconómicos y la educación financiera es igualmente significativa. La literatura establece que los ingresos más altos están asociados con una mejor educación financiera, y que la educación formal, particularmente la universitaria, mejora la capacidad para gestionar las finanzas y tomar decisiones económicas más informadas. No obstante, estas asociaciones abren un debate sobre la dirección de la influencia entre los recursos económicos y la educación financiera. ¿Son los recursos económicos los que favorecen la adquisición de conocimientos financieros, o son las oportunidades educativas las que juegan un papel crucial en el desarrollo de la educación financiera? Este cuestionamiento pone en evidencia la complejidad de los vínculos entre el contexto económico y educativo, destacando la necesidad de investigar más a fondo esta interacción.

Si bien diversos estudios han señalado los beneficios de los programas de educación financiera, como una mayor tasa de ahorro y decisiones de inversión más informadas, la efectividad de estos programas no está exenta de limitaciones. Factores contextuales como la accesibilidad, la calidad de los contenidos educativos y la participación activa de los individuos en estos programas pueden influir en su alcance y éxito. En paralelo, al igual que con los factores socioeconómicos, las intervenciones educativas en educación financiera muestran una influencia significativa en los comportamientos financieros positivos, como la mejora del ahorro, la reducción de deudas y una mejor planificación para la jubilación. Sin embargo, estas conclusiones también deben ser matizadas, ya que la efectividad de los programas depende de la calidad de la educación impartida, así como de la involucración de los participantes. A ello se suma la necesidad de evaluar el impacto de estas intervenciones a largo plazo, dado que algunos estudios pueden no capturar completamente la durabilidad de los efectos observados.

Por otro lado, el impacto de la educación financiera sobre el bienestar económico en contextos desiguales merece una atención particular. Aunque se reconoce que los contextos socioeconómicos influyen en la efectividad de las intervenciones educativas, factores como la accesibilidad a la educación financiera, la situación laboral o la disponibilidad de recursos financieros juegan un papel crucial en la implementación y los resultados de dichos programas, especialmente en comunidades de bajos recursos.

En cuanto a las tecnologías financieras digitales, estas representan un factor clave en la vinculación entre la alfabetización financiera y los comportamientos de gasto de los hogares, particularmente en lo que respecta a los gastos recurrentes, tales como alimentación, vivienda, salud y educación. Sin embargo, estos hallazgos no capturan completamente la complejidad de las interacciones entre las herramientas digitales y la alfabetización financiera, ya que el impacto de estas tecnologías varía considerablemente dependiendo del contexto socioeconómico y el nivel de conocimiento financiero de los individuos.

Si bien la literatura reconoce que la educación financiera facilita la adopción de servicios financieros digitales, algunos estudios no abordan en profundidad los desafíos específicos que pueden dificultar la integración efectiva de estas tecnologías en diversos estratos socioeconómicos. En particular, aquellos con menores activos, ingresos limitados y conocimientos financieros limitados parecen experimentar un impacto más significativo de las finanzas digitales en su comportamiento de consumo. Este hallazgo pone de manifiesto una posible brecha en la accesibilidad y el uso equitativo de las herramientas digitales, sugiriendo que la inclusión financiera digital no es igualmente beneficiosa para todos los grupos socioeconómicos.

Aunque se reconoce la relación entre el acceso a herramientas digitales y la alfabetización financiera, esta conexión puede simplificar excesivamente los comportamientos financieros digitales. Es importante considerar otros factores, como la infraestructura tecnológica disponible, la confianza en la seguridad y la educación digitales, que también tienen un impacto fundamental sobre cómo estas herramientas afectan la alfabetización financiera en diferentes contextos.

Por último, las influencias culturales juegan un papel esencial en la configuración de los comportamientos económico-financieros, y su impacto en la educación financiera merece una atención más detallada. Sin embargo, la representación de estas influencias en la literatura actual presenta algunas limitaciones, dado que tiende a generalizar el impacto cultural sin considerar la diversidad y complejidad de los contextos culturales específicos. A pesar de que se reconoce la influencia de factores como el individualismo, la masculinidad y la evitación de la incertidumbre en las decisiones económicas, no se profundiza suficientemente en cómo estas dimensiones culturales interactúan entre sí y afectan la alfabetización financiera de manera diferencial en diferentes grupos dentro de una misma cultura.

Asimismo, aunque se subraya la importancia de la familia y la educación formal en las escuelas como factores clave en la alfabetización financiera, no se considera de manera exhaustiva el papel de otros agentes culturales, como los medios de comunicación, las instituciones sociales o los cambios generacionales, que también tienen un impacto significativo en la formación de actitudes financieras. Además, los estudios que analizan la variabilidad regional del alfabetismo financiero en México sugieren diferencias relacionadas con factores socioeconómicos y culturales. No obstante, estos estudios podrían beneficiarse de un enfoque más matizado que contemple cómo las características culturales y socioeconómicas se entrelazan para influir en la alfabetización financiera de manera específica en cada región.

La alfabetización financiera es un fenómeno complejo influenciado por una variedad de factores interrelacionados que abarcan desde características individuales hasta aspectos socioeconómicos y culturales. La revisión de la literatura revela que, aunque el conocimiento financiero de las personas es clave para la toma de decisiones económicas informadas, su desarrollo depende de diversas variables que deben ser consideradas de manera holística.

Las características individuales, como el nivel educativo, el ingreso y la edad, desempeñan un papel fundamental en la alfabetización financiera. Numerosos estudios han encontrado que las personas con mayor educación financiera toman decisiones económicas más acertadas, ahorran más y están mejor preparadas para la jubilación (Hastings et al. 2013; Lusardi & Mitchell, 2014). Sin embargo, la medición de la alfabetización financiera a menudo se ve afectada por la variabilidad en los instrumentos de medición, lo que limita las comparaciones entre estudios. Por lo tanto, es necesario perfeccionar las herramientas de medición para obtener una visión más precisa y global del fenómeno.

Los factores socioeconómicos, como los ingresos y la estabilidad laboral, también son determinantes clave. Si bien se observa que los individuos con mayores recursos económicos tienden a mostrar mejores niveles de alfabetización financiera, surgen preguntas sobre la dirección de esta relación. ¿Son los recursos económicos los que facilitan el acceso a la educación financiera, o son las oportunidades educativas las que impulsan el desarrollo de habilidades financieras? Este debate subraya la necesidad de una investigación más profunda sobre cómo las condiciones socioeconómicas y educativas interactúan para influir en la alfabetización financiera (Hastings et al. 2013; Mungaray et al. 2021).

Las intervenciones educativas, tales como los programas de educación financiera en escuelas y comunidades, también son esenciales para mejorar la alfabetización financiera. Los estudios muestran que estos programas contribuyen a mejores hábitos financieros, como un mayor ahorro y una toma de decisiones más informada en relación con la jubilación (Fernández-Serrano & Liñán, 2013). Sin embargo, la efectividad de estas intervenciones depende de factores contextuales, como la accesibilidad y la calidad de los contenidos educativos. A pesar de los beneficios documentados, la evaluación de los impactos a largo plazo sigue siendo un área de investigación crucial, dado que algunos estudios no capturan completamente la durabilidad de estos efectos.

Las tecnologías digitales emergen como una herramienta fundamental en la promoción de la alfabetización financiera, particularmente en contextos de bajos ingresos. El acceso a plataformas digitales no solo facilita la gestión de las finanzas, sino que también potencia la inclusión financiera. No obstante, la alfabetización financiera sigue siendo un prerrequisito importante para que los individuos puedan beneficiarse plenamente de estas herramientas (Cole et al. 2011; Jie et al. 2020). Esto resalta la necesidad de integrar la educación financiera con el acceso a tecnologías digitales, especialmente en regiones con mayor exclusión económica.

Por último, las influencias culturales desempeñan un papel esencial en la formación de actitudes y comportamientos financieros. La cultura no solo moldea los comportamientos individuales, sino que también determina las políticas y programas educativos en torno a la educación financiera (Garay Anaya, 2015). En este sentido, es crucial adaptar las intervenciones educativas a las particularidades culturales y socioeconómicas de cada contexto para maximizar su impacto.

Sugerencias y Recomendaciones

La alfabetización financiera es fundamental para empoderar a los individuos, especialmente en contextos económicos vulnerables, para que puedan tomar decisiones informadas sobre el manejo de sus recursos. Diversos estudios han destacado la importancia de fortalecer los programas de educación financiera para mejorar las capacidades de gestión económica en poblaciones con bajos niveles educativos. En este sentido, se proponen varias recomendaciones clave que pueden contribuir a mejorar la alfabetización financiera y su impacto en la sociedad.

En primer lugar, es esencial fortalecer los programas educativos de alfabetización financiera. Según Lusardi y Mitchell (2014), la educación financiera mejora significativamente la capacidad de los individuos para tomar decisiones informadas sobre sus finanzas personales, lo que tiene un impacto positivo en su bienestar económico. Estos programas son especialmente cruciales para poblaciones con bajos niveles educativos, quienes, de acuerdo con Reyes-Vargas y Fernández-Delgado (2023) y el mismo estudio, tienden a tener una menor comprensión de los conceptos financieros. Por lo tanto, se recomienda que las instituciones financieras y los gobiernos diseñen e implementen programas de educación financiera accesibles y adaptados a las necesidades de estos grupos vulnerables.

Además, es importante adaptar los contenidos educativos a las características locales. Los programas de alfabetización financiera deben ser culturalmente relevantes y tener en cuenta las particularidades socioeconómicas de los grupos destinatarios. Sánchez et al. (2020) subrayan que la efectividad de los programas educativos mejora cuando los materiales y las metodologías se ajustan a las realidades locales. De esta forma, se recomienda que las políticas públicas y las iniciativas educativas adapten sus contenidos para abordar las realidades económicas y sociales de los grupos destinatarios, como los trabajadores informales, los agricultores o las comunidades rurales.

Por otro lado, la tecnología ofrece una oportunidad valiosa para ampliar el acceso a la educación financiera. Gerrans et al. (2017) destacan que las plataformas digitales pueden desempeñar un papel crucial en la distribución de recursos educativos, permitiendo que más personas accedan a materiales de formación financiera en sus dispositivos móviles o computadoras. En este sentido, se recomienda el uso de aplicaciones y plataformas digitales interactivas que permitan a los usuarios aprender de manera flexible y personalizada, mejorando la comprensión de los conceptos financieros y facilitando el acceso a las herramientas necesarias para la toma de decisiones informadas.

Asimismo, la educación financiera debe ser un proceso continuo a lo largo de toda la vida de los individuos. Huston (2010) enfatiza que la alfabetización financiera no debe limitarse a una intervención aislada, sino que debe ser parte de un proceso de aprendizaje continuo que se adapte a las distintas etapas de la vida. De este modo, se sugiere que los programas de alfabetización financiera se implementen en varias fases, comenzando en la educación primaria y continuando a lo largo de la vida adulta. Este enfoque permitirá que los individuos se adapten a los cambios económicos y financieros que enfrentan a lo largo de su vida, mejorando así su capacidad para gestionar su bienestar financiero.

Finalmente, es imprescindible evaluar el impacto de los programas de alfabetización financiera para medir su efectividad. Cole et al. (2011) argumentan que la evaluación continua de estos programas es crucial para ajustar las estrategias pedagógicas y asegurar que los participantes adquieran las habilidades necesarias. En este contexto, se recomienda la implementación de sistemas de evaluación que midan tanto el conocimiento adquirido como el cambio en los comportamientos financieros de los participantes. Esta retroalimentación permitirá mejorar los programas y garantizar su efectividad a largo plazo.

Referencias

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